LA SALVACIÓN

1. LA SALVACIÓN

En cierta ocasión un hombre joven en Filadelfia me detuvo y me preguntó: "¿Sois salvo?" Mi respuesta fue: "¿Salvo de qué?" Mi respuesta lo tomó por sorpresa. Obviamente no había pensado mucho sobre la pregunta que le estaba formulando a la gente. De lo que no me había salvado era de las personas que me detienen en la calle para acribillarme con la pregunta: "¿Sois salvo?"
La cuestión de ser salvo es la cuestión más importante de la Biblia. El tema de las Sagradas Escrituras es el tema de la salvación. En su concepción en el seno de María, Jesús es anunciado como el Salvador. El Salvador y la salvación van unidos. El papel del Salvador es salvar.
Pero volvemos a preguntarnos: ¿Salvarse de qué? El significado bíblico de la salvación es amplio y diverso. En su forma más sencilla el verbo salvar significa "ser rescatado de una situación peligrosa o amenazante". Cuando Israel se escapó de la derrota de manos de sus enemigos en la batalla, se nos dice que fue salvado. Cuando una persona se recupera de una enfermedad que puso su vida en peligro de muerte, experimenta la salvación.
Cuando se evita que una cosecha se pierda por una plaga o una sequía, el resultado es la salvación.
Utilizamos la palabra salvación de una manera similar. Decimos que a un boxeador lo "salvó la campana" si el asalto termina antes de que el árbitro acabe de contar. La salvación significa el haber sido rescatado de alguna calamidad. Sin embargo, la Biblia también utiliza la palabra salvación en un sentido específico para referirse a nuestra redención final del pecado y nuestra reconciliación con Dios. En este sentido, la salvación es la salvación de la mayor calamidad -el juicio de Dios. La salvación suprema ha sido lograda por Cristo que "nos libra de la ira venidera" (1 Tesalonicenses 1:10).
La Biblia anuncia con total claridad que habrá un día de juicio en el que todos los seres humanos deberán rendir cuentas delante del tribunal de Dios. Para muchos este "día del Señor" será un día de oscuridad sin ninguna luz. Será el día en que Dios derrame su ira contra los malvados y los impenitentes. Será el holocausto final, la hora más oscura, la peor calamidad que haya ocurrido en la historia humana. Ser libre de la ira de Dios, que sin duda se derramará sobre el mundo, es la salvación suprema. Es la operación de rescate que Cristo como el Salvador realiza para su pueblo.
La Biblia utiliza la palabra salvación en pocos sentidos, pero en muchos tiempos verbales. El verbo salvar aparece prácticamente en todos los tiempos verbales griegos. En un sentido fuimos salvados (desde la fundación del mundo); fuimos siendo salvados (por la obra de Dios en la historia); estamos salvados (por estar en un estado de justificación); estamos siendo salvados (al ser santificados o ser hechos santos); y seremos salvados (cuando experimentemos la consumación de nuestra redención en el cielo).
La Biblia nos habla de la salvación en términos del pasado, del presente y del futuro. A veces, equiparamos la salvación presente con nuestra justificación, que es presente. Otras veces, consideramos a la justificación como un paso específico dentro del orden o plan de la salvación.
Por último, es importante señalar otro aspecto central del concepto bíblico de la salvación. La salvación es del Señor. La salvación no es un emprendimiento humano. Los seres humanos no se pueden salvar a sí mismos. La salvación es una obra divina; Dios es quien la logra y la aplica. La salvación es del Señor y proviene del Señor. Es el Señor el que nos libra de la ira del Señor.
RESUMEN
1. El significado más amplio de salvación es "ser rescatados de una situación amenazadora".
2. La salvación suprema significa ser librados de la peor calamidad, de la ira de Dios.
3. La Biblia utiliza la palabra salvación en varios tiempos verbales, para referirse a la obra redentora de Dios en el pasado, en el presente y en el futuro.
4. La justificación es a veces utilizada como sinónimo de salvación; otras veces, es considerada como un aspecto dentro del esquema de la redención.
5. La salvación es del Señor y proviene del Señor.
PASAJES BÍBLICOS PARA REPASO
Ezequiel 36:26-27, Sofonías 1, Juan 3:16-17, Romanos 1:16-17, 1 Corintios 1:26-31, 1 Tesalonicenses 1:6-10.

2. LA PREDESTINACIÓN

Hay muy pocas doctrinas que despiertan tanta controversia o provocan tanta consternación como la doctrina de la predestinación.
Es una doctrina muy difícil que requiere ser tratada con mucho cuidado y esmero. Sin embargo, es una doctrina bíblica y por lo tanto es necesario considerarla. No nos atrevemos a ignorarla.
Prácticamente todas las iglesias cristianas tienen algún tipo de doctrina sobre la predestinación. Es inevitable, porque el concepto aparece claramente en la Sagrada Escritura. Estas iglesias sin embargo están en desacuerdo, a veces en franco desacuerdo sobre su significado. El punto de vista metodista difiere del punto de vista luterano, el que difiere del punto de vista presbiteriano.
Aunque todos estos puntos de vista difieren, cada uno esta intentando entender este tema difícil.
En su forma más elemental, la predestinación significa que nuestro destino final, el cielo o el infierno, ha sido decidido por Dios no solamente antes de que lleguemos allí, sino antes incluso de haber nacido. Nos enseña que nuestro destino está en las manos de Dios. Para expresar esto de otro modo: desde la eternidad pasada, antes de que existiésemos, Dios decidió salvar a algunos miembros de la raza humana y dejar que el resto de la raza humana perezca. Dios hizo una elección eligió a algunos individuos para que fuesen salvos y disfrutaran la eterna bendición del cielo y eligió a otros para que sufrieran las consecuencias de sus pecados hasta el tormento eterno en el infierno.
Esta definición es común para muchas iglesias. Pero para llegar al centro de la contienda corresponde preguntarse: ¿Cómo elige Dios? El punto de vista de las iglesias que no provienen de la Reforma, sostenidos por la mayoría de los cristianos, es que Dios realiza esta elección en base a su previo conocimiento. Dios elige para la vida eterna a las personas que Él sabe han de elegirlo a Él.
Es la noción presiente de la predestinación porque descansa sobre el previo conocimiento de Dios sobre las decisiones o actos humanos.
El punto de vista de las Iglesias Reformadas difiere en tanto que considera que la decisión final para la salvación depende de Dios y no de nosotros. Según esta noción, la elección de Dios es soberana. No descansa sobre las decisiones o las respuestas previstas por Dios. Considera que estas decisiones emanan de la soberana gracia de Dios.
El punto de vista sostenido por las Iglesias Reformadas es que, librada a sí misma, ninguna persona escogería a Dios. Las personas caídas todavía tienen una voluntad libre y son capaces de elegir lo que desean. Pero el problema radica en que no tenemos ningún deseo por Dios y no elegiremos a Cristo hasta que no seamos regenerados. La fe es el don que surge del nuevo nacimiento.
Solo los escogidos pueden responder en la fe al evangelio. Los escogidos se deciden por Cristo, pero solo porque fueron elegidos por Dios en primer lugar. Como en el caso de Jacob y de Esaú, los escogidos son elegidos únicamente en base a la soberana buena voluntad de Dios y no sobre la base de nada que hayan hecho o que hayan de realizar. Pablo nos dice: y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. (Romanos 9:10-12,16)
Un problema polémico con respecto a la predestinación es que Dios no escoge o elige salvar a todos. Se reserva el derecho de tener misericordia sobre quien Él decida tener misericordia.
Algunas personas de la caída humanidad reciben la gracia y la misericordia de la elección. Al resto, Dios las pasa por alto dejándolas en su pecado. Los que no han sido escogidos reciben la justicia. Los escogidos reciben la misericordia. Nadie recibe la injusticia. No hay nada que obligue a Dios a ser misericordioso hacia algunos o hacia todos por igual. Es su entera decisión definir cuán misericordioso desea ser. Sin embargo, nunca será culpable de no ser justo con alguien (véase Romanos 9:14-15).
RESUMEN
1. La predestinación es una doctrina difícil que debe ser tratada con delicadeza.
2. La Biblia nos enseña la doctrina de la predestinación.
3. Muchos cristianos definen la predestinación en función del previo conocimiento de Dios.
4. El punto de vista de la Reforma no considera al conocimiento como una explicación de la predestinación bíblica.
5. La predestinación se basa en la elección de Dios, no en la elección de los seres humanos.
6. Las personas no regeneradas no tienen deseo de escoger a Cristo.
7. Dios no escoge a todos. Se reserva el cerceno tener misericordia sobre quien quiera.
8. Dios no trata a nadie injustamente.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Proverbios 16:4, Juan 13:18, Romanos 8:30, Efesios 1:3-14, 2 Tesalonicenses 2:13-15.

3. LA PREDESTINACIÓN Y LA CONDENACIÓN

Toda moneda tiene dos caras. También hay otra cara a la doctrina de la elección. La elección se refiere tan solo a uno de los aspectos de la doctrina más amplia de la predestinación. El otro lado de la moneda es la cuestión de la condenación. Dios declaró que amó a Jacob pero que odió a Esaú. ¿Cómo debemos entender esta referencia alodio divino?
La predestinación es doble. La única manera de evitar la doctrina de la doble predestinación sería el afirmar que Dios predestina a todos a ser escogidos o que no predestina a nadie ni a ser escogido ni a ser condenado. Como la Biblia enseña la predestinación con claridad en cuanto a la elección y niega la salvación universal, debemos concluir que la predestinación es doble. Incluye tanto la elección como la condenación. La doble predestinación es inevitable si tomamos a la Escritura en serio. El punto crucial, sin embargo, es ¿cómo debe ser entendida la doble predestinación?
Algunos han entendido a la doble predestinación como una relación de causa y efecto, en la cual Dios es igualmente responsable de que el malvado no crea y de que los escogidos crean. Esta posición sobre la predestinación se conoce como la positiva-positiva.
La posición positiva-positiva sobre la predestinación nos enseña que Dios positiva y activamente interviene en las vidas de los escogidos para obrar su gracia en sus corazones y para traerlos a la fe. Del mismo modo, en el caso de los malvados, obra el mal en los corazones de los malvados y activamente les impide que se lleguen a la fe. Esta posición ha sido llamada con frecuencia el "híper-calvinismo" porque va más allá de las posiciones que a este respecto tenían Calvino, Lutero y otros pensadores de la Reforma.
La posición de la Iglesia Reformada sobre la doble predestinación sigue un patrón positivo-negativo. En el caso de los escogidos, Dios interviene positiva y activamente para obrar la gracia en sus almas y traerlos a la fe salvadora. Unilateralmente regenera a los escogidos y les asegura su salvación. En el caso de los malvados, no obra el mal en ellos o impide que se acerquen a la fe. En lugar de hacer esto, los pasa por alto, dejándolos librados a sus propios pecados. Según esta posición la acción divina no es simétrica. La actividad de Dios es asimétrica con respecto a los escogidos y a los malvados.
Existe, sin embargo, un plano de igualdad. El malvado, que ha sido pasado por alto por Dios, está finalmente condenado, y su maldición es tan real y cierta como la salvación final de los escogidos.
El problema se vincula a las afirmaciones bíblicas como en el caso de Dios endureciendo el corazón de Faraón. Nadie discute que la Biblia dice que Dios endureció el corazón de Faraón. Pero la pregunta sigue en pie: ¿Cómo endureció Dios el corazón de Faraón? Lutero argumentaba que se trataba de un endurecimiento pasivo y no activo. En otras palabras, Dios no creó ninguna nueva maldad en el corazón de Faraón. Ya existía suficiente maldad en el corazón de Faraón para que este se inclinara a resistir la voluntad de Dios siempre que pudiera.
Todo lo que Dios tiene que hacer para que alguien se endurezca es retirar su gracia de dicha persona y dejarla librada a sus propios impulsos hacia el mal. Esto es precisamente lo que Dios hace a quienes están condenados en el infierno. Los abandona a su propia maldad.
¿En que sentido "odió" Dios a Esaú? Hay dos explicaciones propuestas para resolver este problema. La primera de ellas lo explica definiendo alodio no como una pasión negativa dirigida hacia Esaú sino simplemente como la ausencia de amor redentor.
Que Dios "amó" a Jacob significa sencillamente que hizo de Jacob el objeto de su gracia inmerecida. Le dio a Jacob un beneficio que Jacob no merecía. Esaú no recibió el mismo beneficio y en dicho sentido fue odiado por Dios.
Esta primera explicación suena un poco rebuscada, parece querer evitar que se pueda decir que Dios puede odiar a alguien.
La segunda explicación le da más fuerza a la palabra odio. Según esta segunda explicación Dios efectivamente odió a Esaú. Esaú era odioso a la vista de Dios. No había nada en Esaú que Dios pudiera amar. Esaú era un vaso solo digno de ser destruido y merecedor de la ira y el odio santo de Dios. Que el lector decida con cuál explicación se queda.
RESUMEN
1. La predestinación es doble; tiene dos facetas.
2. Algunos enseñan que Dios es igualmente responsable de la elección y de la condenación. Esto es característico del híper-calvinismo.
3. La posición sostenida por la Reforma es que la doble predestinación refleja un esquema positivo-negativo.
4. Dios endureció el corazón de Faraón en forma pasiva, no activa.
5. Dios odió a Esaú en el sentido de que no le dio la bendición de la gracia, o en el sentido de aborrecerlo, de considerarlo un objeto digno de ser destruido.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Éxodo 7:1-5, Proverbios 16:4, Romanos 9, Efesios 1:3-6, Judas 1:4.

4. EL LLAMADO EFICAZ

Cuando era un niño mi madre me solía llamar desde la ventana para que viniera a cenar. Por lo general iba la primera vez que me llamaba, pero no siempre. Si me demoraba, me volvía a llamar una segunda vez, por lo general con un tono de voz más elevado.
Su primer llamado no siempre era efectivo; no lograba el efecto buscado. Su segundo llamado solía ser efectivo; corría hacia adentro de la casa.
Hay un llamado de Dios que es efectivo. Cuando Dios ordenó la creación del mundo, el universo no titubeó antes de cumplir con dicha orden. El efecto deseado por Dios en la creación se hizo realidad. De mismo modo, cuando Dios llamó a Lázaro de su tumba, Lázaro respondió viniendo a la vida.
Hay también un llamado eficaz de Dios en la vida del creyente. Es un llamado que produce el efecto buscado. Teólogos de la Reforma enseñan que el llamado eficaz está relacionado con el poder de Dios para regenerar al pecador de su muerte espiritual.
También suele ser conocido como la "gracia irresistible". El llamado eficaz se refiere a un llamado de Dios que por su poder y autoridad soberana produce el efecto, o el resultado, buscado u ordenado. Cuando Pablo nos enseña que aquellos a quienes predestina, los llamó, y aquellos a quienes llamó, justificó, se está refiriendo al llamado eficaz de Dios.
El llamado eficaz de Dios es un llamado interior. Es el trabajo secreto de avivamiento o regeneración logrado en las almas de los escogidos por la obra sobrenatural inmediata del Espíritu Santo.
Efectúa u obra el cambio interior en la predisposición, la inclinación, y el deseo del alma. Ninguna persona siente la inclinación de venir a Dios antes de recibir el llamado de Dios eficaz e interior y todos los que son eficazmente llamados tienen una predisposición hacia Dios y le responden en la fe. Vemos, entonces, que la fe en sí misma es un regalo de Dios, habiendo sido entregada en el llamado eficaz del Espíritu Santo.
La predicación del evangelio representa el llamado externo de Dios. Este llamado es audible tanto para los escogidos como para los que no han sido escogidos. Los seres humanos tienen la capacidad de resistir y de rechazar este llamado externo. No responderán en la fe al llamado externo hasta que este llamado externo venga acompañado del llamado interno eficaz del Espíritu Santo. El llamado eficaz es irresistible en el sentido que Dios en su soberanía producirá el efecto deseado. Esta obra soberana de la gracia es resistible en el sentido de que podemos resistirla por causa de nuestra naturaleza caída, y de hecho la resistimos; pero es irresistible en el sentido de que la gracia de Dios prevalece sobre nuestra resistencia natural.
El llamado eficaz se refiere al poder creativo de Dios por medio del cual somos traídos a la vida espiritual. El apóstol Pablo escribe: y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás (Efesios 2: 1-3).
Nosotros que en otro tiempo fuimos hijos de ira, y estábamos espiritualmente muertos nos hemos convertidos en "los llamados" por virtud del poder y la eficacia del llamado interior de Dios. En su gracia, el Espíritu Santo nos ha dado la vista para ver lo que no queríamos ver y el oído para escuchar lo que no queríamos escuchar.
RESUMEN
1. Los llamados humanos pueden ser eficaces o ineficaces.
2. Dios tiene el poder de llamar eficazmente para que los mundos existan, los muertos resuciten, y las personas pasen de la muerte espiritual a la vida espiritual.
3. Las personas pueden escuchar el llamado externo de Dios en el evangelio y rechazarlo. Pero el llamado interno de Dios es siempre efectivo. Siempre produce el resultado deseado.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Ezequiel 36:26-27, Romanos 8:30, Efesios 1:7-12, 2 Tesalonicenses 2:13-14, 2 Timoteo 1:8-12.

5. EL NUEVO NACIMIENTO

Cuando Jimmy Carter fue elegido presidente de los Estados Unidos de América se definió como "un cristiano nacido de nuevo". Luego Charles Colson, el hombre que hacía el trabajo sucio para la Casa Blanca de Nixon, escribió un libro que se convirtió en un éxito de librería y que se llamó Born Again ("Nacido de nuevo") 1. En dicho libro, narra su propia experiencia de conversión al cristianismo. Desde que estas dos personalidades popularizaran la expresión nacido de nuevo, esta se ha convertido en moneda corriente en el lenguaje moderno.
Describir a alguien como un cristiano nacido de nuevo es, técnicamente, una redundancia. No existe tal cosa como un cristiano no-nacido de nuevo. Un cristiano no regenerado (que no ha nacido de nuevo) es una contradicción de términos. Del mismo modo, un no cristiano nacido-de-nuevo también es una contradicción.
Fue Jesús el primero en declarar que era una necesidad absoluta el nacer de nuevo espiritualmente para entrar en el reino de Dios. Le dijo a Nicodemo: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3). Esta oración condicional en la enseñanza de Jesús nos está señalando la condición universalmente necesaria para ver y entrar en el reino de Dios. El nuevo nacimiento constituye, por lo tanto, una parte esencial del cristianismo; sin él, la entrada en el reino de Dios es imposible.
La regeneración es el término teológico utilizado para describir el nuevo nacimiento. Se refiere a una nueva generación, una nueva génesis, un nuevo comienzo. Es más que "dar vuelta la hoja"; señala el comienzo de una nueva vida en una persona radicalmente renovada. Pedro nos expresa con respecto a los creyentes que "siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (l Pedro 1:23).
La regeneración es la obra del Espíritu Santo sobre aquellas personas que están espiritualmente muertas (véase Efesios 2: 110).
El Espíritu vuelve a crear al corazón humano, resucitándolo de la muerte espiritual a la vida espiritual. Las personas regeneradas son nuevas creaciones. Donde antes no existía ningún tipo de predisposición, ninguna inclinación o deseo para las cosas de Dios, ahora hay una predisposición y una atracción hacia Dios.
En la regeneración, Dios siembra en el corazón humano el deseo hacia Él, deseo que de otro modo no estaría presente.
La regeneración no debe ser confundida con la plena experiencia de la conversión. De la misma manera que el nacimiento es nuestro principio, nuestra primera entrada a la vida fuera del vientre de nuestra madre, así también nuestro nuevo nacimiento espiritual es el punto de partida de nuestra vida espiritual. Tiene lugar por la iniciativa divina de Dios y es un acto soberano, inmediato, e instantáneo. El tomar conciencia de nuestra conversión puede ser un proceso gradual; sin embargo, el nuevo nacimiento es instantáneo. Nadie puede ser parcialmente renacido, como ninguna mujer puede estar parcialmente embarazada.
Teólogos de la Reforma enseñan que la regeneración no es el fruto ni el resultado de la fe, sino que la regeneración precede a Zafe como la condición necesaria para la fe. Tampoco de ningún modo nos predisponemos hacia la regeneración o cooperamos como colaboradores con el Espíritu Santo para que acontezca. No decidimos ni elegimos ser regenerados. Dios elige regenerarnos antes de que nosotros confiemos en Él. Para ser más precisos, después de que hemos sido regenerados por la gracia soberana de Dios, entonces sí elegimos a Cristo, actuamos y cooperamos con Él, y creemos en Él.
Dios no tiene fe por nosotros. Es nuestra propia fe la que nos justifica. Lo que Dios hace es despertarnos para la vida espiritual, rescatándonos de la oscuridad, el sometimiento y la muerte espiritual. Dios hace que la fe sea posible y actual, despierta la fe dentro de nosotros.
RESUMEN
1. Todos los que son verdaderamente cristianos han nacido de nuevo.
2. Todos los que verdaderamente han nacido de nuevo son cristianos.
3. El nuevo nacimiento es la condición previa necesaria para entrar en el reino de Dios.
4. La regeneración es la obra soberana de gracia del Espíritu Santo.
5. La posición de los teólogos de la Reforma es que la regeneración precede a la fe. Es la iniciativa divina de Dios en la salvación.
EL ORDEN DE LA SALVACIÓN: Fe, Arrepentimiento, conversión, Regeneración, Justificación, Santificación y Glorificación.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Deuteronomio 30:6, Ezequiel 36:26-27, Romanos 8:30, Tito 3:4-7.  

6. LLAMAMIENTO Y REGENERACIÓN

LLAMAMIENTO
El llamamiento puede definirse, en general, como el acto de gracia de Dios por el cual invita a los pecadores a aceptar la salvación que Se ofrece en Cristo Jesús. Tanto puede ser interno como externo.
EL LLAMAMIENTO EXTERNO
La Biblia habla o se refiere a esto en varios pasajes. Mateo 28:19 y 24:14. Lucas 14: 16-24 Hechos 13:46. 2. a Tesalonicenses 1:8. Juan 5:10. Consiste en la presentación y ofrecimiento de salvación en Cristo a los pecadores, juntamente con una tierna exhortación a aceptar a Cristo por fe para obtener el perdón de los pecados y la vida eterna. Según esta definición contiene tres elementos, llamados:
1) Una presentación de los hechos e ideas del Evangelio;
2) Una invitación a arrepentirse y creer en Cristo Jesús;
3) Una promesa de perdón y salvación.
La promesa es siempre condicional: Su cumplimiento puede esperarse solamente por medio de la verdadera fe y el arrepentimiento.
LLAMAMIENTO UNIVERSAL
El llamamiento externo es universal en el sentido de que viene a todos los hombres a quienes se predica el Evangelio. N o está limitado a ninguna edad ni nación ni a cualquier clase de hombres, y es hecho al degenerado del mismo modo que al elegido Isaías 45:22. 55: 1; Ezequiel 3:19; Joel 2:32; Mateo 22:3-8-14; Apocalipsis 2:17.
Naturalmente, este llamamiento por venir de Dios, es de gran significado. El llama a los pecadores en realidad, desea tiernamente que acepten la invitación, y con toda sinceridad promete vida eterna a los que se arrepientan y crean.
1. LLAMAMIENTO FORMAL:
Números 23:19; Salmos 81:13-16; Proverbios 1:24; Isaías 1:18-20; Ezequiel 18:23 y 33:11; Mateo 23:33; 2." Timoteo 2:13. En el llamamiento externo Dios mantiene su demanda al pecador. Si el hombre no acepta la llamada, rechaza la demanda de Dios y aumenta por consiguiente su culpa.
Este es también el medio señalado por el cual Dios junta a los elegidos de todas las naciones de la tierra. Rom. 10:14-17 y debería juzgarse como una bendición para los pecadores, a pesar de que pueda convertirse en una maldición. Isaías 1: 18:20; Ezequiel 3: 18-19; Amos 8:11; Mateo 11:20-24 y 23-37. Finalmente sirve también para justificar la condenación de los pecadores. Si ellos menosprecian la' oferta de salvación su culpa se hace más clara, Juan 5:39 y 40; Romanos 3:5-6-19.
2. LLAMAMIENTO INTERNO:
Aunque distinguimos dos aspectos del llamamiento de Dios, es realmente uno. El llamamiento interno no es otra cosa, en realidad, sino el llamamiento externo hecho efectivo por la operación del Espíritu Santo. Viene siempre al pecador por medio de la Palabra de Dios, cuidadosamente aplicada por la operación del Espíritu Santo. 1." Corintios 1:23-24. En distinción del llamamiento externo es una llamada poderosa que tiene como resultado la salvación, Hechos 13:48; 1." Corintios 1:23-24.
Además es un llamamiento sin arrepentimiento o cambio por parte de Dios, y nunca es quitado. Romanos 11:29. La persona llamada será salva con toda seguridad. El Espíritu opera por la predicación de la Palabra de Dios persuadiendo de un modo efectivo, por lo tanto la persona llamada atiende la voz de su Dios. Se dirige a su buena comprensión iluminada por el Espíritu Santo para que el individuo sea consciente de ella. Se dirige siempre a un final cierto.
Es el llamamiento a la comunión con Jesucristo, 1.a Cor. 1:9. A la bendición heredada, l." Pedro 3:9; a la libertad, Gálatas 5:13; a la paz, 1.a Corintios 7:1,-; a la santidad, 1.a Tesalonicenses 4:7; a una esperanza, Efesios 4:4; a la vida eterna, 1ª Timoteo 6:12 y al Reino y gloria de Dios, 1.a Tesalonicenses 2:12.
REGENERACIÓN
El llamamiento divino y la regeneración están mutuamente en la más estrecha relación. Con respecto a la regeneración hay varios puntos dignos de considerar:
SU NATURALEZA
La palabra «regeneración» no se usa siempre en el mismo sentido. Nuestra Confesión la usa en un sentido muy amplio que incluye hasta la conversión. En este punto de nuestro estudio tiene un significado un poco más restringido. En su significado más estricto denota el hecho divino por el cual se implanta en el hombre el principio de la nueva vida, el cual gobierna la disposición del alma santificada.
En su sentido más amplio designa, además de lo antedicho, el nuevo nacimiento, o sea la primera manifestación de la nueva vida. Es un cambio fundamental en la vida y en el gobierno del alma, por consiguiente afecta todo el hombre, 1.a Corintios 2:14; 2.a Corintios 4:6; Filipenses 2:13; 1." Pedro 1:8, el cual se ejecuta en un momento, y no por un proceso gradual, como la santificación. Por ella pasamos de la muerte a la vida 1 Juan 3:14. Es una secreta e inescrutable obra de Dios que nunca es percibida directamente por el hombre sino que puede conocerse solamente por sus efectos.
SU AUTOR
Dios es el Autor de la regeneración. La Escritura la presenta como la obra del Espíritu Santo, l." Juan 13; Hechos 16:14; Juan 3:5-8. En contra de los Arminianos nosotros mantenemos que es una obra exclusiva del Espíritu Santo y no en parte una obra del hombre. No hay ninguna cooperación entre el hombre y Dios en la obra de regeneración, como la hay en la conversión.
La regeneración, en el sentido más estricto de la palabra, es la implantación de la nueva vida en el alma, por tanto es una obra directa e inmediata del Espíritu Santo. Es una obra creativa, un milagro de Dios, por lo cual el Evangelio no puede ser usado como instrumento en este sentido.
Es cierto que Santiago 1: 18 y 1ª Pedro 1:23, parecen probar que la predicación del Evangelio es usada como un instrumento de la regeneración, pero estos pasajes se refieren a la regeneración en un sentido más amplio, incluyendo el nuevo nacimiento y sus frutos. En este sentido más inclusivo la regeneración es realizada sin duda por el instrumento de la Palabra.
SU LUGAR Y NECESIDAD EN EL ORDEN DE LA SALVACIÓN
La Escritura no deja duda en cuanto a la necesidad absoluta de la regeneración, antes lo afirma en los más claros términos, Juan 3:3, 5, 7; 1.a Corintios 2:14; Gálatas 6: 15.
Esto se saca del hecho de que somos por naturaleza muertos en nuestras culpas y pecados y debemos ser dotados con una nueva vida espiritual para poder gozar del favor divino y la comunión con Dios. La cuestión que se levanta algunas veces es: ¿Cual de las dos cosas es primera, el llamamiento o la regeneración?
Puede decirse que en el caso de adultos el llamamiento externo precede o coincide con la regeneración en el sentido más estricto. La regeneración, como implantación de la nueva vida precede al llamamiento interno, pero el llamamiento interno precede a la regeneración en su sentido más amplio, o sea en el de nuevo nacimiento.
Encontramos este orden indicado en el caso de conversión de Lidia Hechos 16:4. «Entonces una mujer llamada Lidia que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo (llamamiento externo); el corazón de la cual abrió el Señor (regeneración en su sentido estricto); para que estuviese atenta a lo que Pablo decía (llamamiento interno)».
TEXTOS PARA APRENDER DE MEMORIA
PASAJES QUE PRUEBAN EL LLAMAMIENTO EXTERNO
1. Marcos 16:15-16. «Id por todo el mundo... el que creyere y fuere bautizado será salvo, más el que no creyere será condenado».
2. Mateo 22:14. «Porque muchos son los llamados más pocos los escogidos».
3. Hechos 13:46. «Entonces Pablo y Bernabé usando de libertad dijeron: A vosotros a la verdad era menester que se os hablase la Palabra de Dios: pues que la desecháis y os juzgáis indignos de la vida eterna he aquí nos volvemos a los gentiles.
LLAMAMIENTO A LOS RÉPROBOS
1. Proverbios 1:24-26, «Por cuanto llamé y no quisisteis. Extendí mi mano y no hubo quienes escuchasen. Antes desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis»
2. 1ª Pedro 3: 19-20, «En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados: los cuales en otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando se aparejaba el Arca en la cual pocas: es a saber 8 personas fueron salvas por agua».
3. Véanse también las palabras de Mateo 22:-1-8-14; Lucas 16-24.
SERIEDAD DE ESTE LLAMAMIENTO
1. Proverbios 1:24¬26 (véase párrafo b)
2. Ezequiel 18:23-32. ¿Quiero yo la muerte del impío? dice el Señor Jehová. ¿No vivirá si se apartare de sus caminos? «Que no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Jehová, convertíos pues y viviréis,
3. Mateo 23:37, ¡Jerusalén! Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas: a los que son enviados a ti. Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus polluelos, debajo de sus alas y no quisiste»
LA NECESIDAD DE LA REGENERACIÓN.
1. Jeremías 13:23. ¿Mudará el etíope su pellejo, o el leopardo sus manchas? ¿Así también podréis vosotros hacer bien estando habituados a hacer mal?
2. Juan 3:3, 7, «Respondió Jesús y le dijo: «De cierto de cierto te digo, el qua no naciere otra vez, no puede ver el Reino de Dios». «No te maravilles de que te dije os es necesario nacer otra vez».
LA PALABRA DE DIOS Y LA REGENERACIÓN.
1. Santiago 1:18. «El de su voluntad nos ha engendrando, por la palabra de Verdad, para que fuésemos primicias de sus criaturas».
2. 1ª Pedro 1:23. «Habiendo sido renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre».
PARA ESTUDIO BÍBLlCO ADICIONAL
1. ¿Es el llamamiento la obra de una persona de la Trinidad, o de todas tres? 1. A Corintios 1:9; 1ª Tes. 2: 12; Mat. 11:28; Lucas 5:32; Mat. 10:20 y Hechos 5: 31, 32.
2. ¿Se emplea en la Biblia la palabra regeneración?
3. Tito 3:5. ¿Qué otros términos se usan para expresar esta idea? Juan 3:5, 7, 8; Corintios 5: 17; Efesios 2:5; Colosenses 2:13; Santiago 1:18 y 1 Pedro 1:23.
4. ¿El texto Tito 3:5, prueba que somos regenerados por el bautismo? Si no es así, ¿cómo lo explicaría usted?
PREGUNTAS PARA REPASO
1. ¿Qué queremos significar con la palabra llamamiento?
2. ¿En qué se diferencian el llamamiento interno y el externo?
3. ¿Qué elementos se incluyen en el llamamiento ex-terno?
4. ¿En qué sentido es universal?
5. ¿Qué propósito tiene?
6. ¿Cómo se relacionan el llamamiento interno y el externo?
7. ¿Somos conscientes de ello?
8. ¿A qué fin se dirige?
9. ¿Qué diversos significados tiene la palabra Regeneración?
      10. ¿Cuál es el sentido más restringido?
      11. ¿Cuál es la naturaleza del cambio obrado en la Regeneración?
      12. ¿Es la Regeneración una obra de Dios solo, o de Dios y el hombre?
      13. ¿Es usada la Palabra de Dios como instrumento en la Regeneración?
      14. ¿Es la Regeneración absolutamente necesaria? Pruébelo.
      15. ¿Cuál es el orden del llamamiento y la Regeneración?

7. LA CONVERSIÓN, ARREPENTIMIENTO Y FE

Cuando el cambio operado en la regeneración empieza a manifestarse en la vida consciente, lo llamamos conversión.
LA CONVERSIÓN EN GENERAL
La Biblia no siempre habla de la conversión en el mismo sentido. La conversión a la cual nos referimos aquí, puede ser definida como el acto divino por el cual Dios hace al regenerado volverse a El de un modo consciente, con arrepentimiento y fe. Por esta definición ya se comprende que Dios es el autor de la conversión. Esto es claramente enseñado en la Escritura. Hechos 11:18; 2.a Timoteo 2:25.
La nueva vida de la regeneración no obra por sí misma un cambio consciente de vida, sino por medio de una obra especial del Espíritu Santo, Juan 6:44 y Fil. 2:13. Pero mientras en la regeneración, es Dios solamente quien obra y el hombre es meramente pasivo, en la conversión la persona regenerada es llamada a cooperar, Isaías 56:7; Jeremías 18:11; Hechos 2 :38 y 17 :30. Pero aun en este caso, el hombre sólo puede actuar por el poder que Dios le imparte.
Como la regeneración, la conversión consiste también en un cambio momentáneo, y no es un proceso como el de la santificación; mas difiere de, la regeneración en este aspecto, en que es un cambio consciente y no inconsciente. Aun cuando la conversión es indispensable en todos los adultos, Ezequiel 30:3, 11 y Mateo 18:3, no es necesario que aparezca en la vida de cada uno de estos como una crisis extraordinaria y remarcable.
La Biblia menciona casos de conversión tales como de Naamán, 2.a Reyes 5:15; Manases 2.a Crónicas 33: 12 y 13; Zaqueo, Lucas 19:8; el Eunuco, Hechos 1:30; Cornelio, Hechos 10:44; Pablo, Hechos 9:5; Lidia, Hechos 16:14, etc. Pero también Se habla de conversiones nacionales, como en Jonás 3:10, que fue una conversión temporal, sin cambio de corazón. Véase Mateo 13:20 y 21; 1.a Tim. 1:19 y 20; 2ª Tim. 4:10; Hebreos 6:4, 6.
Asimismo se mencionan conversiones repetidas, en Lucas 22:32; Apocalipsis 2:5, 16, 21 y 22; 3:3, 19. Pero no son repeticiones de la conversión en el sentido estricto de la palabra, ya que ésta no admite repetición, sino una actividad reanimada de la nueva vida, después que ha sufrido un eclipse. La conversión comprende dos elementos, uno positivo y otro negativo, que se llaman arrepentimiento y fe, los cuales merecen ser tratados por separado.
EL ARREPENTIMIENTO, ELEMENTO NEGATIVO DE LA CONVERSIÓN
El arrepentimiento tiene que ver con el pasado, y puede ser definido como el cambio operado en la vida consciente del pecador, mediante el cual éste se aparta del pecado.
Esto incluye tres partes:
A) El elemento intelectual, que es una visión de la vida pasada en pecado, incluyendo culpa personal, contaminación e impotencia.
B) El elemento emocional, que es un sentimiento de tristeza por el pecado cometido contra el santo y justo Dios, y:
C) un elemento voluntario, que consiste en un cambio de propósito, en una repudiación interna del pecado, acompañada de la disposición a buscar perdón y limpieza. (Rom. 3:20; 2.a Corin. 7:9, 10 y Rom. 2:4).
Esta actitud es obrada principalmente por la ley de Dios. Los católico-romanos tienen un concepto externo del arrepentimiento. Según ellos, comprende dolor, no por el pecado interno, sino por las transgresiones personales, que pueden ser simplemente temor del castigo eterno, y el remedio para ello es una confesión al sacerdote quien puede perdonar pecados -según ellos-, y una cierta medida de satisfacción por medio de hechos externos, como penitencias, ayunos, azotes, peregrinaciones, etc.
En cambio la Biblia considera el arrepentimiento como un acto totalmente interior, como un dolor real a causa del pecado, el cual no debe confundirse con el cambio de vida resultante.
ELEMENTO POSITIVO DE LA CONVERSIÓN
Al revés del arrepentimiento, la fe mira al futuro.
DIFERENTES CLASES DE FE
La Biblia no habla siempre de la fe en el mismo sentido. Se refiere a la fe histórica, que consiste en una aceptación intelectual de la verdad de las Escrituras, sin ninguna respuesta moral o espiritual. Esta clase de fe no tiene verdadero interés en la verdad, ni la toma en serio. Hechos 26:27 y 28; Santiago 2:19.
También se habla de la fe temporal, que abraza las verdades de la religión por un impulso de la conciencia, y una excitación de los afectos, pero está arraigada en un corazón regenerado. Se llama fe temporal, Mat. 13:20, 21, porque no tiene un carácter permanente, y no se mantiene en días de prueba y persecución. Véase Hebreos 6:4, 6; 1ª Tim. 1: 19, 20; 1ª Juan 2:19. También se menciona una fe milagrera, o sea la convicción que una persona tiene de que tendrá lugar un milagro a su favor, Mat. 8:11, 13; 17:30; Marcos 6: 17 y 18; 1.a Juan 11:22, 40; Hechos 14:9. Esta fe, puede o no ir acompañada de una fe verdadera y salvadora.
Finalmente, la Biblia no sólo menciona, sino que hace énfasis en la necesidad de la fe salvadora, la cual tiene su asiento en el corazón, y su arraigo en la vida regenerada. Su semilla es plantada en la regeneración, y florece en forma de una fe activa. Puede ser definida como una convicción positiva, operada en el corazón por el Espíritu Santo, respecto a la verdad del Evangelio, y una confianza de corazón en las promesas de Dios en Cristo.
LOS ELEMENTOS DE LA FE
Distinguimos tres elementos en la fe salvadora, a saber:
1. El elemento intelectual. Hay un reconocimiento positivo de la verdad revelada en la Palabra de Dios, un discernimiento espiritual que apela al corazón del pecador. Es un conocimiento cierto, basado en las promesas de Dios. Aunque no necesita comprender todas las cosas, debe ser suficiente para dar al creyente alguna idea de las verdades fundamentales del Evangelio.
2. El elemento emocional, o sentimiento. Este elemento no se menciona por separado en el catecismo de Heidelberg, porque virtualmente va incluido en el conocimiento de la fe salvadora. Este conocimiento se caracteriza en que proporciona una fuerte convicción de su importancia, y esto es lo que se llama asentimiento. La verdad Se apodera del alma.
3. El elemento de la voluntad, o confianza. Este es el que corona la fe salvadora. Es una confianza personal en Cristo como Salvador y Señor que incluye la rendición a Cristo del alma culpable y manchada, y una plena confianza en El como única fuente de perdón y vida espiritual.
El objeto de la fe salvadora es, en el último término, Jesucristo; y en El se basa toda esperanza de salvación, Juan 3:16; 18:36:6,40; Hech. 10; 43; Rom. 3:22; Gal. 2:16. Esta fe no es de origen humano, sino un don de Dios, 1.a Cor. 12:8-9; Gal. 5:22; Ef. 2:18, pero su ejercicio es un acto humano al cual los hijos de Dios son exhortados reiteradamente, Rom. 10:9; 1ª Cor. 2:5; 5 Col. 1:23; Tim. 1:5; 6-11.
SEGURIDAD DE LA FE
Los metodistas sostienen que el creyente obtiene al creer la seguridad de ser hijo de Dios, pero que esto no significa salvación segura, ya que se puede caer de la Gracia.
El punto de vista correcto es que la verdadera fe, incluyendo la confianza en Dios, trae un sentimiento de seguridad que puede variar en grado. Esta seguridad no es una posición permanente del creyente; ya que éste no siempre vive en la plenitud de la vida de fe, ni goza siempre de una consciencia de sus riquezas espirituales.
Puede ser turbado por dudas e incertidumbres y por lo tanto es exhortado a cultivar su propia seguridad, 2 Cor. 13:5; Heb. 6:11; 2 Pedro 1-10; 1.a Juan 3:19. Esto puede hacerse por medio de la oración, la meditación, sobre las promesas de Dios, y por el desarrollo de una verdadera vida cristiana.
TEXTOS PARA APRENDER DE MEMORIA
QUE DIOS ES EL AUTOR DE LA CONVERSIÓN.
1. Hechos 11:18. «Y cuando oyeron estas cosas callaron, y glorificaron a Dios diciendo: de manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida».
2. 2ª Tim. 2:25. «Que con mansedumbre corrija a los que se oponen: si quizá Dios les dé que se arrepientan para conocer la verdad».
3. Que el hombre coopera en su conversión. Isaías 55:7. «Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro el cual será amplio en perdonar».
4. Hechos 17:30. «Dios habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia a todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan».
NECESIDAD DE LA CONVERSIÓN
1. Ezq. 33:11. «Diles, vivo yo, dice el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos: y por qué moriréis, oh casa de Israel»
2. Mat. 18:3. «De cierto os digo, que si no os volviereis y fuereis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos».
3. Hechos 26:27, 28. « ¿Crees rey Agripa a los profetas? yo sé que crees. Y Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano».
4. Sant 2:19. «Tú crees que Dios es uno, haces bien, los demonios también creen y tiemblan».
FE TEMPORAL
1. Mat. 13:20-21. «Y el que fue sembrado en pedregales este es el que oye la Palabra y luego la recibe con gozo; mas no tiene raíz en sí, antes es temporal, que venida la aflicción o la persecución por la Palabra luego se ofende».
2. 1ª Juan 2:19. «Salieron de nosotros, mas no eran de nosotros porque si fueran de nosotros, hubieran cierto permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que todos no son de nosotros».
FE MILAGRERA
1. Mateo 17:20b. «Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a este monte pásate de aquí allá y se pasará; y nada os será imposible».
2. Hechos 14:9-10. «Este oyó a hablar a Pablo, el cual como puso los ojos en él y vio que tenía fe para ser sano dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies, y saltó y anduvo».
CRISTO COMO OBJETO DE LA FE SALVADORA
1. Juan 3:16. «Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna».
2. Juan 6:40. «Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en El tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el día postrero».
3. Heb. 6:11. «Mas deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el cabo, para cumplimiento de la esperanza».
4. 2ª Pedro 1:10. «Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas no caeréis jamás».
PARA ESTUDIO BÍBLICO ADICIONAL
1. ¿Qué clase de arrepentimiento se menciona en Mat. 27:3; 2.a Cor. 7:10b?
2. ¿Puede usted nombrar personajes bíblicos en cuyas vidas no era presumible esperar una conversión en forma de crisis prominente? Jer. 1:4; Lucas 1:5; 2.a Tim.3:15.
3. ¿Puede usted citar algunas de las grandes frases bíblicas que ofrecen seguridad? Heb. 3:17, 18; 2.a Cor. 4:16-5:1; 2.a Tim. 1:12.
PREGUNTAS PARA REPASO
1. ¿En cuántos sentidos diferentes habla la Biblia de conversión?
2. ¿En qué se diferencia la conversión temporal y la repetida?
3. ¿Qué es verdadera conversión? ¿Qué elementos incluye?
4. ¿Qué elementos incluye el arrepentimiento?
5. ¿Cómo conciben el arrepentimiento los católicos romanos?
6. ¿En qué difiere la conversión de la regeneración?
7. ¿Quién es el autor de la conversión? ¿Coopera el hombre en ella?
8. ¿Es siempre necesaria una aguda crisis en la conversión?
9. ¿De cuántas diferentes clases de fe habla la Biblia?
10. ¿Cuáles son las características de la fe histórica, temporal y milagrera?
11. ¿En qué difiere la fe temporal de la fe salvadora?
12. ¿Qué elementos están incluidos en la fe? ¿Cuánto conocimiento se necesita?
13. ¿Cuál es el elemento que corona la fe salvadora?
14. ¿ Quién es el objeto de la fe salvadora '?
15. ¿Posee siempre el cristiano la seguridad de la salvación?
16. ¿Cómo puede cultivar esta seguridad?

8. LA EXPIACIÓN

El Apóstol Pablo declaró que él se había propuesto no saber nada excepto a Cristo y a Cristo crucificado. Esta era la forma que el apóstol tenía para resaltar la importancia extrema que tiene la cruz en el cristianismo. La doctrina de la expiación es central a cualquier doctrina cristiana. Lutero dijo que el cristianismo era una teología de la Cruz. La figura de la cruz es el símbolo universal del cristianismo. El concepto de expiación se remonta al antiguo Testamento cuando Dios construyó un sistema por el cual el pueblo de Israel podía expiar sus pecados. Expiar reparar, corregir lo que está mal.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento bien en claro que todos los seres humanos son pecadores. Como nuestros pecados han sido contra un Dios santo e infinito que ni siquiera puede contemplar el pecado, la expiación es necesaria para poder restablecer la comunión con Dios. Como el pecado alcanza hasta nuestras mejores obras, somos incapaces de realizar un sacrificio suficientemente bueno. Incluso nuestros sacrificios estarían manchados y requerirían otro sacrificio adicional para cubrir dicha mancha, ad infinitum. No tenernos ningún don que sea lo suficientemente valioso, obra que sea lo suficientemente justa, para poder expiar nuestros propios pecados. Somos deudores que no podemos pagar nuestras deudas.
Al recibir la ira del Padre sobre la cruz, Cristo fue capaz de realizar la expiación por su pueblo. Cristo llevó, o cargó, el castigo por el pecado de los seres humanos. Él los expió al aceptar el castigo justo que dichos pecados merecían. El pacto del Antiguo Testamento pronunciaba una maldición sobre cualquier persona que quebrantara la ley de Dios. Sobre la cruz, Jesús no solo tomó esa maldición sobre sí mismo, sino que fue "hecho por nosotros maldición" (Gálatas 3: 13). Fue desamparado por el Padre y experimentó toda la fuerza del infierno sobre la cruz.
El cristianismo ortodoxo ha insistido en que la expiación conlleva la sustitución y la satisfacción. Al llevar la maldición de Dios sobre sí mismo, Jesús satisfizo las demandas de la santa justicia de Dios. Recibió la ira de Dios por nosotros, salvándonos así de la ira venidera (l Tesalonicenses 1:10).
Hay una frase en la Biblia que resulta clave con relación a la expiación: "en nuestro lugar". Jesús no murió por sí mismo, sino que murió por nosotros. Fue un sufrimiento vicario; Él fue nuestro sustituto. Tomó nuestro lugar al desempeñar el papel del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Conviene notar que aunque la ira de Dios es real, la expiación que Cristo hizo no significa que el Hijo estuviese obrando en contra de la voluntad del Padre. No implica que Cristo estuviese arrebatando a su pueblo de las manos del Padre. El Hijo no convenció al Padre para que salvara a las personas que el Padre no deseaba salvar. Por el contrario, la salvación de los escogidos era la voluntad del Padre y del Hijo, y juntos trabajaron para que se cumpliese. Como escribió el apóstol Pablo: "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Corintios 5:19).
RESUMEN
1. La expiación implica un pago para reparar una deuda.
2. Los seres humanos no son capaces de expiar sus propios pecados.
3. La perfección de Jesús lo calificó para realizar la expiación.
4. Cristo llevó la maldición del Antiguo Pacto.
5. La expiación de Cristo fue una obra de sustitución y una obra de satisfacción.
6. El Padre y el Hijo trabajaron en armonía para lograr nuestra reconciliación.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Romanos 3:21-28, Romanos 5:17-19, Efesios 1:7, Filipenses 3:8-9, Tito 3:1-7.

9. LA EXPIACIÓN DETERMINADA

Las doctrinas que identifican la teología de la Reforma suelen resumirse en un acróstico inglés T-U-L-I-P. Cada una de estas letras significa lo siguiente:
T=Total depravación
U=Elección incondicional
L=Expiación limitada
I=Gracia irresistible
P=Perseverancia de los santos
Si bien este acróstico sirve para aprender de memoria estas doctrinas, también puede crear confusión sobre las mismas doctrinas por la manera en que el acróstico determina su deficiencia.
Esto es particularmente cierto en el tercer punto, la expiación limitada. Muchos calvinistas, que se llaman a sí mismo "de los cuatro puntos", están dispuestos a aceptar todos los puntos excepto el de la expiación limitada. Sacan la L del acróstico TULIP.
Yo personalmente prefiero utilizar la expresión expiación determinada en lugar de expiación limitada (si bien también estaría modificando el acróstico, convirtiéndolo en tulip). La doctrina sobre la expiación determinada se centra en la cuestión del designio de la expiación de Cristo. Está relacionada con la intención de Dios al enviar a Jesús a la cruz.
Con excepción de un universalista, todos están dispuestos a aceptar que el efecto de la obra de Cristo sobre la cruz esto limitado a los que creen. Es decir, la expiación de Cristo no está disponible para los no creyentes. Su muerte no salva a todo el mundo.
También todos están de acuerdo con que el mérito de la muerte de Cristo es suficiente para pagar por los pecados de todos los seres humanos. Algunos lo expresan de este modo: la expiación de Cristo es suficiente para todos, pero eficiente solamente para algunos.
Esto, sin embargo, no llega a la raíz de la cuestión sobre la expiación determinada. Quienes niegan la expiación determinada insisten en que el designio de Dios en la obra de expiación de Cristo fue que sirviera para expiar los pecados de todo el mundo.
Hizo que la salvación fuese posible para todos, pero no aseguró la salvación para nadie. El designio sería por 10 tanto ilimitado e indeterminado.
El punto de vista de la Reforma sostiene que el designio y la intención de la expiación de Cristo eran determinados únicamente para los escogidos. Cristo entregó su vida por sus corderos y únicamente por sus corderos. Además, la expiación aseguró la salvación para todos los escogidos. La expiación era una obra de redención real, no meramente potencial. Según este punto de vista no hay ninguna posibilidad de que el designio y la intención de
Dios para la expiación fuesen frustrados. El propósito de Dios en la salvación es seguro. Los teólogos de la Reforma no concuerdan con respecto a la cuestión del ofrecimiento de la expiación a la raza humana.
Algunos insisten en que este ofrecimiento del evangelio es universal. La Cruz y sus beneficios son ofrecidos a todos los que creen. Otros insisten en que este concepto de un ofrecimiento universal es confuso y que implica un juego de palabras. Como únicamente los escogidos serán quienes crean, en realidad el ofrecimiento es hecho solo a ellos. Dios nunca ofrece el beneficio de la expiación de Cristo a los impenitentes o a los que no creen.
Como el creer y el arrepentimiento son condiciones cumplidas únicamente por los escogidos, en último término la expiación es ofrecida únicamente a ellos.
Juan escribe: "Y él es propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" (l Juan 2:2). Este pasaje, más que ningún otro, es la cita utilizada como la prueba de la Escritura en contra de la expiación determinada. A primera vista parece apoyar la idea de que la muerte de Cristo fue intencionada para todos (para todo el mundo).
Sin embargo, si la tomamos en este sentido, el texto prueba aun más que los pensadores no vinculados a la Reforma quieren que pruebe. Se convierte en la prueba del universalismo. Si Cristo propició o satisfizo las demandas de Dios para el castigo de los pecados de todos, entonces todos habrían de ser salvados. Si Dios hubiese castigado los pecados que ya habían sido propiciados, entonces Él sería injusto.
Si entendemos este texto como queriendo decir que los pecados de todos han sido propiciados condicionalmente (en base a la fe y el arrepentimiento), volvemos al punto de partida original en el que únicamente los escogidos satisfacen estas condiciones.
Otra posibilidad de entender este texto es ver el contraste que existe entre nuestros pecados y los de todo el mundo. ¿Qué personas están incluidas en la palabra nuestros? Si Juan está hablando solo de los creyentes como él, entonces la interpretación previa al texto sería la que correspondería. ¿Pero es este el único significado posible de nuestros?
En el Nuevo Testamento se suele hacer un contraste entre la salvación que disfrutaban los judíos y la que disfrutaban los no judíos. Un punto crucial del evangelio es que no está limitado a los judíos sino que ha sido extendido a los pueblos de todo el mundo, a los pueblos de toda tribu y nación. Dios ama a todo el mundo, pero no salva a todo el mundo; salva a personas de todas partes del mundo.
De acuerdo a los teólogos de la Reforma, en este texto, Juan simplemente está diciendo que Cristo no es solamente una propiciación por nuestros pecados (los de los creyentes judíos) sino por los de los escogidos que aparezcan en todo el mundo.
De cualquier modo, el plan de Dios se definió antes de que hubiese nadie en el mundo. La expiación de Cristo no fue algo que se le ocurrió más tarde. El propósito de Dios en la muerte de Cristo fue determinado en la fundación del mundo. El designio no fue mera conjetura, sino que fue de acuerdo a un plan y a un propósito específico, que Dios en su soberanía llevó a cabo. Todos por quienes murió Cristo han sido redimidos por su acto de sacrificio.
RESUMEN
1. La expiación determinada reemplaza el término expiación limitada en el acróstico inglés TULIP. .
2. La expiación determinada se refiere al alcance del designio de Dios para la redención y la intención de la Cruz.
3. Todos, con excepción de los universalistas, están de acuerdo con que la expiación de Cristo es suficiente para todos, pero efectiva únicamente para los que creen.
4. La expiación de Cristo fue una propiciación real por el pecado, no una propiciación potencial o condicional.
5. La expiación en un sentido amplio es ofrecida a todos; en un sentido restricto, es solamente ofrecida a los escogidos.
6. La enseñanza de Juan con respecto a que Cristo murió por los pecados de todo el mundo significa que los escogidos no se limitan a Israel sino que pueden encontrarse en todo el mundo.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Mateo 1:21, Juan 3:16, Juan 10:27-30, Juan 17:9-12, Hechos 20:28, Romanos 8:30

10. EL LIBRE ALBEDRÍO

En este mismo momento usted está leyendo estas palabras porque ha elegido por su propia y libre voluntad leerlas. Es posible protestar: "¡No! Yo no elegí leerlas. Me obligaron a leerlas. En realidad no quisiera leerlas". Es posible que ese fuera el caso. Sin embargo, las está leyendo. Es posible que haya otras cosas que prefiriera estar haciendo en este momento, pero ha optado por leer este libro a pesar de ello. Ha decidido leerlo en lugar de no leerlo.
Ya no puedo saber por qué lo está leyendo. Pero sí sé que debe tener sus motivos para leerlo. Si no tuviese ningún motivo para leerlo, simplemente no habría decidido leerlo.
Toda elección que hacemos en la vida, la hacemos por alguna razón. Nuestras decisiones se basan en lo que en determinado momento, y considerando todos los factores, nos parece bien.
Algunas cosas las hacemos porque tenemos un deseo muy intenso de realizarlas. Otras cosas las hacemos sin tener ni siquiera la conciencia de desearlas. Sin embargo, el deseo está allí presente; de otro modo, no habríamos elegido realizarlas. En esto consiste la esencia misma de la libre voluntad, o el libre albedrío -el elegir de acuerdo a nuestros deseos.
Jonathan Edwards, en su obra The Freedom ofthe Will ("La Libertad de la Voluntad"), define a la voluntad, o el albedrío, como "aquello con lo que la mente elige". No cabe ninguna duda de que los seres humanos realmente hacen elecciones. Yo elegí escribir, usted eligió leer. Es mi voluntad escribir, y la escritura se pone en acción. Cuando le agrego la idea de libertad, sin embargo, el tema se torna terriblemente complicado. Debemos preguntarnos: ¿Libertad para hacer qué? Hasta el calvinista más ardiente no negaría que la voluntad es libre de elegir cualquier cosa que desee. Hasta el Arminiano más ardiente estaría de acuerdo con que la voluntad no es libre de elegir lo que no desea.
Con respecto a la salvación, la pregunta entonces se transforma en: ¿Qué es los que los seres humanos desean? Los Arminianos creen que algunas personas desean arrepentirse y ser salvas. Otras desean huir de Dios y cosechar entonces la maldición eterna. Los Arminianos nunca dejan en claro por qué las distintas personas tienen deseos distintos. Los calvinistas sostienen que todos los seres humanos desean huir de Dios hasta el momento en que el Espíritu Santo realiza una obra de regeneración. Dicha regeneración cambia nuestros deseos para que libremente nos arrepintamos y seamos salvos.
Es importante señalar que hasta los no regenerados nunca son forzados a ir en contra de su voluntad. Sus voluntades cambian sin su permiso, pero siempre están libres para elegir según su voluntad. Entonces, somos realmente libres para actuar según nuestra voluntad. No somos libres, sin embargo, para elegir o seleccionar nuestra naturaleza. Uno no puede declarar: "De ahora en más desearé solamente el bien" del mismo modo que Cristo no podría haber declarado: "De ahora en más desearé solamente el mal". Aquí termina nuestra libertad.
La teología de la Reforma afirma que la caída dejó a la voluntad humana intacta en cuanto todavía tenemos la facultad de elegir. Nuestras mentes han sido oscurecidas por el pecado y nuestros deseos han sido atados por impulsos malvados. Pero todavía podemos pensar, elegir, y actuar. Pero algo terrible nos ha sucedido. Hemos perdido cualquier deseo que pudiésemos tener por Dios. Los pensamientos y los deseos de nuestro corazón son continuamente hacia el mal. Nuestro libre albedrío es una maldición. Como todavía podemos elegir según nuestros deseos, elegimos el pecado y quedamos sujetos al juicio de Dios.
Agustín dijo que aunque todavía tenemos una voluntad libre, hemos perdido nuestra libertad. La libertad real de la que habla la Biblia es la libertad o el poder de elegir a Cristo como nuestro.
Pero hasta que el Espíritu Santo no transforme nuestros corazones, no tendremos ningún deseo por Cristo. Sin ese deseo nunca lo elegiremos a Él. Dios debe despertar nuestras almas y darnos el deseo por Cristo antes de que nos sintamos inclinados a elegirlo.
Edwards dijo que como seres humanos caídos retenemos nuestra libertad natural (el poder de actuar de acuerdo con nuestros deseos) pero perdemos la libertad moral'', La libertad moral incluye la predisposición, la inclinación y el deseo del alma hacia la justicia. Esta tendencia hacia la justicia fue lo que se perdió en la caída.
Todas las decisiones que tomo están determinadas por algo. Hay una razón para ellas, un deseo detrás de ellas. Esto puede sonar a determinismo. ¡De ningún modo! El determinismo nos enseña que nuestras acciones están completamente controladas por algo que nos es externo, que nos hace hacer lo que no queremos hacer. Esto es coerción y es lo opuesto a la libertad.
¿Como es posible que nuestras decisiones sean determinadas pero que no hayan sido coaccionadas? Porque han sido determinadas por algo desde dentro por lo que somos y por lo que deseamos. Han Sido determinadas por nosotros mismos. Esto es la autodeterminación, que es la esencia propia de la libertad. Para ser más precisos, para que podamos elegir a Cristo, Dios debe cambiar nuestros corazones. Yeso es precisamente lo que hace. Cambia nuestro corazón. Nos da un deseo por Él, deseo que de otro modo no tuviéramos. Luego lo elegimos a raíz del deseo que está dentro de nosotros. Lo elegimos libremente a Él porque deseamos elegirlo a El. En esto consiste la maravilla de su gracia.
RESUMEN
1. Cualquier elección que hagamos, la hacemos por alguna razón.
2. Siempre elegimos de acuerdo con nuestra inclinación más fuerte en el momento de la decisión.
3. La voluntad es la facultad electiva.
4. Los seres humanos caídos tienen una voluntad libre pero carecen de libertad. Tenemos libertad natural pero no tenemos libertad moral.
5. La libertad consiste en la autodeterminación.
6. En la regeneración, Dios cambia la predisposición de nuestros corazones y siembra en nosotros un deseo hacia Él.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Deuteronomio 30: 19-20, Juan 6:44, 65, Juan 8:34-36, Juan 15:5, Romanos 8:5-8, Santiago 1:13-15.

11. LA FE

Al cristianismo se lo suele llamar una religión. Más apropiado sería llamarlo una "fe". Solemos hablar de la fe cristiana. Se la llama una fe porque consiste en un conjunto de conocimientos que es afirmado o creído por sus adherentes. También se la llama una fe porque la virtud de la fe es central a su entendimiento de la redención.
¿Qué significa la fe? En nuestra cultura suele confundirse con una creencia ciega en algo irrazonable. Llamar a la fe cristiana una "fe ciega", sin embargo, no es solo rebajar a los cristianos sino que es una afrenta a Dios. Cuando la Biblia habla de ceguera está utilizando esta imagen para las personas que, por su pecado, caminan en la oscuridad. El cristianismo llama a las personas a abandonar la oscuridad, no a venir a la oscuridad. La fe es el antídoto a la ceguera, no la causa de la ceguera.
En su raíz, la palabra que significa "confianza". Confiar en Dios no es un acto de creencia irracional. Dios nos ha demostrado que es eminentemente digno de confianza. Nos ha dado razones más que suficientes para confiar en Él. Él nos ha probado que es fiel y que es digno de nuestra confianza.
Existe una enorme diferencia entre la fe y la credulidad. Ser crédulo es creer en algo por ninguna razón valedera. La superstición está hecha y prospera en base a la credulidad. La fe, en cambio, se establece sobre un razonamiento coherente y consistente y sobre evidencias empíricamente valederas. Pedro escribe: "Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad" (2 Pedro 1: 16).
El cristianismo no descansa sobre mitos y fábulas sino sobre el testimonio de quienes vieron con sus propios ojos y oyeron con sus propios oídos. La verdad del evangelio se basa sobre acontecimientos históricos. Si el relato de estos acontecimientos no es digno de confianza, entonces sin duda que nuestra fe es en vano.
Pero Dios no nos pide que creamos en cualquier cosa en base al mito.  El libro de Hebreos nos proporciona una definición de la fe: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1). La fe comprende la esencia de nuestra esperanza para el futuro. En términos sencillos, esto significa que confiamos en Dios para el futuro en base a nuestra fe en lo que Él ha logrado en el pasado. Creer que Dios seguirá siendo digno de confianza no es una fe gratuita. Existen múltiples razones para creer que Dios seguirá siendo tan fiel a sus promesas en el futuro como ha sido en el pasado. Existe una razón, una razón sustancial, para la esperanza que tenemos dentro de nosotros.
La fe que es la evidencia de las cosas ocultas tiene una referencia primaria, pero no exclusiva, hacia el futuro. Nadie tiene una bola de cristal que funcione. Todos nos encaminamos hacia el futuro por la fe y no por la vista. Podemos hacer planes y proyectos, pero hasta nuestras mejores previsiones estarán basadas sobre conjeturas inteligentes. Nadie de nosotros cuenta con el conocimiento de la experiencia del mañana. Contemplamos el presente y recordamos el pasado. Somos expertos en la percepción tardía de lo sucedido. La única evidencia sólida que tenemos para nuestro futuro surge de las promesas de Dios. Es aquí donde la fe nos ofrece la evidencia para las cosas no vistas. Confiamos en Dios para el mañana.
También confiamos o creemos que Dios existe. Y si bien Dios mismo no puede ser visto, las Escrituras dejan en claro que el Dios invisible se ha hecho manifiesto por las cosas visibles (Romanos 1:20). Aunque Dios no es visible para nosotros, creemos que Él está ahí porque se ha manifestado en la creación y en la historia.
La fe incluye el creer en Dios. Sin embargo este tipo de fe no es particularmente loable. Santiago escribe: "Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan" (Santiago 2:19). El sarcasmo emana de la pluma de Santiago.
Creer en la existencia de Dios solo nos califica para ser demonios. Una cosa es creer en Dios, y otra cosa es creerle a Dios. Creerle a Dios, confiar en Él para nuestra propia vida, en eso consiste la esencia de la fe cristiana.
RESUMEN
1. El cristianismo es una fe porque está basado en un conjunto de conocimientos revelados por Dios.
2. La fe no es un salto ciego en la oscuridad, sino una confianza en Dios que nos transfiere de la oscuridad a la luz.
3. La fe es simple, pero no es simplista.
4. La fe no es credulidad. Está basada sobre razones valederas y evidencias históricas.
5. La fe nos proporciona la sustancia para nuestra esperanza futura.
6. La fe implica confiar en lo que no se ve.
7. La fe implica más que creer en Dios; significa creerle a Dios.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Romanos 1:16-32, Romanos 5:1-11, Romanos 10:14-17, Gálatas 3:1-14, Efesios 2:8-9, Santiago 2:14-26.

12. LA FE SALVIFICA

Jesús en una ocasión señaló que si no tenemos la fe de un niño no podemos entrar en el reino de los cielos. Una fe como la de un niño es un requisito previo para ser miembro del reino de Dios.
Existe una diferencia, sin embargo, entre una fe como la de un niño y una fe infantil. La Biblia nos llama a ser niños en la malicia, pero maduros en nuestro entendimiento. La fe salvífica es simple, pero no es simplista.
Como la Biblia nos enseña que la justificación es por la fe sola, y que la fe es condición necesaria para la salvación, resulta imperativo que entendamos en qué consiste esta fe salvífica.
Santiago nos explica claramente en qué no consiste esta fe: "Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?" (Santiago 2:14).
Santiago está distinguiendo entre la profesión de fe y la realidad de la fe. Cualquiera puede decir que tiene fe. Si bien hemos sido llamados a profesar nuestra fe, la profesión por sí sola no salva a nadie. La Biblia deja bien en claro que las personas son capaces de honrar a Cristo de labios mientras sus corazones están lejos de Él. La fe de los labios para fuera, sin ninguna manifestación del fruto de la fe, no es fe salvífica.
Santiago continúa diciendo: "Así también, si no tiene obras, es muerta en sí misma" (Santiago 2: 17). Santiago describe la fe muerta en sí misma como una fe sin ningún provecho. Es fútil y vana y no justifica a nadie.
Cuando Lutero y los demás de la Reforma declararon la justificación solo por la fe, se dieron cuenta que era necesario dar una definición detallada sobre la fe salvífica. Definieron la fe salvífica en función de determinados elementos constituyentes.
La fe salvífica está compuesta de la información, el consentimiento intelectual, y la confianza personal.
La fe salvífica implica el contenido. No somos justificados por creer en cualquier cosa. Algunos han dicho: "No importa lo que uno cree, siempre y cuando sea sincero". Este sentimiento es radicalmente opuesto a la enseñanza de la Biblia. La Biblia nos enseña que lo que creemos es muy importante. La sinceridad por sí sola no es suficiente para la justificación. Podemos estar sinceramente equivocados. La sana doctrina, al menos en lo que concierne a Las verdades fundamentales del evangelio, es un ingrediente necesario de la fe salvífica.
Creemos en el evangelio, en la persona y la obra de Cristo. Esto es una parte integral de la fe salvífica. Si nuestra doctrina es herética en los fundamentos, no seremos salvos. Si, por ejemplo, decimos que creemos en Cristo pero negamos su deidad, no poseemos la fe que justifica.
Aunque es necesario tener un correcto entendimiento de las verdades fundamentales del evangelio para poder ser salvos, un entendimiento correcto de ellas no es suficiente para ser salvos.
Un estudiante puede sacar las notas máximas en un examen de teología cristiana, entendiendo todas las verdades del cristianismo, sin afirmar personalmente que son verdad. La fe salvífica incluye la afirmación de la mente a la verdad del evangelio.
Pero aun si las personas entienden el evangelio y afirman o confirman su verdad, todavía pueden llegar a no alcanzar la fe salvífica. El diablo sabe que el evangelio es verdad, pero lo odia con todas las fibras de su ser. Hay un elemento de confianza en la fe salvífica. Implica una confianza y una dependencia personal sobre el evangelio. Podemos creer que una silla va a soportar nuestro peso, pero no exhibimos una confianza personal en la silla hasta el momento en que nos sentamos sobre ella.
La confianza comprende la voluntad además de la mente. Tener la fe salvífica requiere que amemos la verdad del evangelio y que deseemos vivirla. Confiamos de corazón en la dulzura y el amor de Cristo.
Considerada técnicamente, la confianza personal podría ser un corolario o una proyección del consentimiento intelectual. El diablo puede aceptar la verdad de ciertos hechos relacionados con Jesús, pero no los acepta a todos. No acepta el amor de Cristo, ni lo anhela. Pero ya sea que diferenciemos o que combinemos la aceptación intelectual y la confianza personal, el hecho sigue en pie de que la fe salvífica requiere lo que Lutero llamó una fe viviente una confianza vital y personal en Cristo como el Salvador y el Señor.
RESUMEN
1. La fe salvífica es como la de un niño pero no es infantil.
2. La mera profesión de fe no es suficiente para justificar a una persona.
3. La fe salvífica requiere la aceptación intelectual de la verdad del evangelio.
4. La fe salvífica implica una confianza personal en Cristo y el amor a Cristo.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Mateo 18:3, Romanos 10:5-13, Efesios 2:4-10, 1 Tesalonicenses 2: 13, Santiago 2:14-26.

13. LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE

Martín Lutero declaró que la justificación solo por la fe es el artículo sobre el cual la iglesia se apoya o cae. Esta doctrina cardinal de la Reforma Protestante fue vista como el campo de batalla para nada menos que el propio evangelio.
La justificación puede ser definida como el acto por el cual los pecadores injustos son hechos justos a la vista de un Dios justo y santo. La necesidad suprema de las personas injustas es la justicia. Cristo provee esta falta de justicia en lugar del pecador creyente. La justificación solo por la fe significa la justificación únicamente por la justicia o el mérito de Cristo, no por nuestra bondad o por nuestras buenas obras.
La cuestión de la justificación se centra en el tema del mérito y la gracia. La justificación por la fe significa que las obras que hacemos no son lo suficientemente buenas para merecer la justificación.
Como lo expresó Pablo, "ya que por las obras de la ley, ningún ser humano será justificado delante de él" (Romanos 3:20). La justificación es contable. Es decir, somos declarados, contabilizados o considerados justos cuando Dios nos acredita la justicia de Cristo en nuestra cuenta. La condición necesaria para esto es la fe.
La teología protestante afirma que la fe es la causa instrumental para la justificación porque la fe es el medio por el cual nos apropiamos de los méritos de Cristo. La teología católica enseña que el bautismo es la causa instrumental primaria para la justificación y que el sacramento de la penitencia es la causa secundaria, o restauradora. (La teología católica considera a la penitencia como la segunda tabla salvavidas para la justificación de aquellas personas cuyas almas han encallado -aquellas que han perdido la gracia de la justificación por cometer un pecado mortal.)
El sacramento de la penitencia precisa de obras de satisfacción por las cuales los seres humanos logran el mérito apropiado para la justificación. El punto de vista católico afirma que la justificación es por la fe, pero niega que sea únicamente por la fe, agregando las buenas obras como una condición necesaria.
La fe que justifica es una fe viviente, no una profesión hueca de fe. La fe es una confianza personal que acepta únicamente a Cristo para su salvación. La fe salvífica es también una fe que acepta a Cristo como su Salvador y Señor.
La Biblia dice que no podemos ser justificados por nuestras propias buenas obras, sino por lo que la fe nos agrega; vale decir, la justicia de Cristo. En síntesis, algo nuevo es agregado a algo básico. Nuestra justificación es una síntesis porque la justicia de Cristo nos ha sido agregada. Nuestra justificación es por imputación.
Dios nos transfiere, por la fe, la justicia de Cristo. Esto no se trata de una "ficción legal" porque Dios nos atribuye el mérito real de Cristo, a quien ahora pertenecemos. Se trata de una imputación real.
RESUMEN
1. La justificación es un acto de Dios por el cual Él declara justos a los pecadores injustos, después de haberles imputado la justicia de Cristo.
2. Nadie puede acceder a la justificación por sus buenas obras.
3. La fe es la condición necesaria para recibir la imputación de los méritos de Cristo.
4. La justificación requiere una fe viva y real, no la mera profesión de fe.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Romanos 3:21-28, Romanos 5:12-19, 2 Corintios 5:16-21, Gálatas 2:11-21, Efesios 2:1-10, Filipenses 3:7-11.

14. LA JUSTIFICACIÓN

NATURALEZA Y ELEMENTOS DE LA JUSTIFICACIÓN
La justificación puede ser definida como el acto legal por el cual Dios declara justo al pecador sobre la base de la perfecta justicia de Jesucristo. No es un acto o proceso de renovación, como lo son la regeneración, la conversión o la santificación, y no afecta la condición, sino el estado del pecador. Difiere de la santificación en varios aspectos: la justificación tiene lugar fuera del pecador, ante el tribunal de Dios, quitando la culpa del pecado, y es un hecho completo de una vez y para siempre; mientras que la santificación tiene lugar en el hombre, quitando la inmundicia del pecado, y es un proceso continuado durante toda la vida. Distinguimos dos elementos en la justificación, que son:
EL PERDÓN DE LOS PECADOS SOBRE LA BASE DE LA JUSTICIA DE JESUCRISTO
El perdón concebido se aplica a todos los pecados, pasados, presentes y futuros, y por lo tanto no puede ser repetido. Salmo 103-12; Isa. 44-22; Rom. 5:21, 8-1, 32-34; Ef. 10: 14. Esto no significa que no necesitamos orar más por perdón, pues la consciencia del pecado queda más refinada que nunca, creando un sentimiento de separación y repulsa del pecado, y a causa de la debilidad humana resulta necesario buscar repetidamente, la consoladora seguridad del perdón. Sal. 25:7; 32:5; 51:1; Mat. 6:12; Santo 5:15; La Juan 1:9.
LA ADOPCIÓN COMO HIJOS DE DIOS
En la justificación Dios adopta a los creyentes como hijos suyos, les pone en la posición de hijos y les da todos los derechos de tales, incluyendo el de una herencia eterna. Rom. 8: 17; 1.a Ped. 1:4. Esta adopción legal de los creyentes debe ser distinguida de su adopción moral por la regeneración y la santificación.
El primer aspecto se ha definido en Juan 1:12, 13, y el segundo en Romanos 8: 15, 16. En Gal.. 4:5, aparece el primero, ambos en Gal.. 4:5, 6, por orden correlativo.
EL CUÁNDO Y CÓMO DE LA JUSTIFICACIÓN
La palabra justificación no es usada siempre en el mismo sentido, algunos hablan de cuatro aspectos de la justificación.
1. Justificación desde la Eternidad.
2. Justificación en la resurrección de Cristo.
3. Justificación por la fe.
4. Justificación pública en el juicio final.
Como explicación a este cuádruplo aspecto de la Justificación, puede decirse que en un sentido ideal, la justicia de Cristo ya es aplicada a los creyentes, en el consejo de la Redención, y por lo tanto desde la eternidad; pero no es esto lo que quiere decir la Biblia cuando habla de la justificación del pecador. Debemos distinguir entre lo que fue decretado en el eterno consejo de Dios y lo que es realizado en el curso de la historia.
También hay alguna razón para hablar de la justificación en la resurrección de Cristo. En cierto sentido puede ser dicho que la resurrección fue la justificación de Cristo, la declaración de que su obra era perfecta, y aceptada por Dios, y en El todo el conjunto de los creyentes fue justificado. Pero esta es una transacción general y puramente objetiva, que no debe ser confundida por la justificación personal de cada pecador.
Cuando la Biblia habla de la justificación del pecador, se refiere generalmente a la aplicación subjetiva y personal, o sea a la apropiación de la gracia justificadora de Dios. Generalmente se dice que somos justificados por fe. Esto significa que tiene lugar en el momento cuando aceptamos a Cristo por fe. La fe ha sido llamada el instrumento o el órgano que se apropia la justificación decretada por Dios. Por fe el hombre se apropia, esto es: toma para sí, la justicia de Cristo, y sobre esta base es justificado ante Dios. La fe le justifica en cuando toma posesión de Cristo. Rom. 4:5; Gal.. 2:16.
Debemos guardarnos contra el error del católico romano, y de los Arminianos, que dicen que el hombre es justificado sobre la base de su propia justicia inherente, o por su fe. Ni la propia justicia del hombre, ni su propia fe pueden ser base de su justificación. Esta se halla tan solamente en la perfecta justicia de Jesucristo. Rom. 3:24; 10:4; 2.a Cor. 5:21 y Fil. 3:9.
OBJECIONES A LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN
Se han presentado varias objeciones a esta doctrina. Se dice que si el hombre es justificado sobre la base de los méritos de Cristo, no es salvo por gracia. Pero la justificación con todo lo que incluye, es una generosa obra de Dios. El don de Cristo.
El hecho de que Dios nos aplique su justicia, y su modo de tratar a los pecadores como justos, en virtud de este plan de salvación, es todo ello gracia desde el principio al fin. También se dice que es indigno de Dios el declarar justos a los pecadores, pero Dios no declara que los justificados son justos por sí mismos, sino que son vestidos con la justicia de Jesucristo.
Finalmente se arguye que esta doctrina es a propósito para hacer a la gente indiferente en cuanto a su vida moral. Si son justificados, sin consideración a sus obras, ¿por qué tendrían que tener cuidado en cuanto a su vida moral ya su piedad? Pero la justificación pone los fundamentos para una vida de comunión con Cristo, y es la más segura garantía para una vida verdaderamente santa. El hombre que vive realmente en unión con Cristo, no puede ser indiferente a sus deberes morales, Rom. 3:5-8.
TEXTOS PARA APRENDER DE MEMORIA
LA JUSTIFICACIÓN EN GENERAL
1. Rom. 3:24. «Siendo justificados gratuitamente por su gracia, por la Redención que es en Cristo Jesús».
2. 2ª Cor. 5:21. «Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros; para que nosotros pudiéramos ser hechos justicia de Dios en El».
LA JUSTIFICACIÓN POR FE, NO POR OBRAS
1. Rom. 3:28. «Así que concluimos ser el hombre justificado por fe sin las obras de la ley».
2. Rom. 4:5. «Mas al que no obra pero cree en Aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia».
3. Gal. 2:16. «Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo para que fuésemos justificados para la fe de Cristo y no por las obras de la Ley, por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada».
LA JUSTIFICACIÓN Y EL PERDÓN DE LOS PECADOS
1. Salmo 32:1, 2. «Bienaventurado es el hombre cuyas iniquidades son perdonadas y. borrados sus pecados, bienaventurado aquel a quien Jehová no imputa iniquidad y en cuyo espíritu no hay superchería».
2. Hechos 13:38-39. «Os Sea pues notorio, varones hermanos, que por este os es anunciada remisión, de pecados; y de todo lo que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en éste es justificado todo aquel que creyere».
LA ADOPCIÓN DE HIJOS, HEREDEROS DE LA VIDA ETERNA
1. Juan 1:12. «Mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre».
2. Gálatas 4:4-5. «Mas venido el cumplimiento del tiempo Dios envió a su hijo hecho de mujer, hecho súbdito a la ley, para que redimiese a los que estaban debajo de la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos».
LA JUSTIFICACIÓN BASADA EN LA JUSTICIA DE CRISTO
1. Rom. 3:21-22. «Mas ahora sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas: la justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en El; porque no hay diferencia».
2. Rom. 5:18. «Así que de la manera que por un delito vino la culpa a todos los hombres para condenación, así por una justicia vino la gracia a todos los hombres para justificación de vida».
PARA ESTUDIO BÍBLICO ADICIONAL
1. ¿Qué frutos de la justificación se mencionan en Rom.5:1-5?
2. ¿Enseña Santiago que el hombre es justificado por las obras? Sant 21:25.
3. ¿A qué objeciones contra la doctrina de la justificación responde Pablo en Rom. 3:5-28?
PREGUNTAS PARA REPASO
1. ¿Qué es la justificación?
2. ¿En qué se diferencia de la santificación?
3. ¿Qué elementos comprende?
4. ¿Hasta dónde son perdonados los pecados en la justificación?
5. ¿Por qué deben los creyentes continuar orando por perdón?
6. ¿Qué incluye la adopción de hijos?
7. ¿Podemos hablar de justificación desde la eternidad y por la resurrección de Cristo?
8. ¿Cómo se relaciona la fe con la justificación? ¿Cuál es el punto de vista Arminiano?
9. ¿Cuáles son las objeciones que suelen oponerse a esta doctrina? ¿Cómo puede usted responderlas?

15. LA FE Y LAS OBRAS

Hay muchas personas que suponen que si tratan de llevar una vida de bien, ya han hecho todo lo que es necesario para entrar en el cielo. Depositan su confianza para satisfacer las demandas de la justicia de Dios sobre las buenas obras que han realizado.
Se trata de una esperanza fútil. La ley de Dios requiere perfección. Como no somos perfectos, carecemos del bien necesario para ingresar al cielo. Por eso es que es imposible alcanzar el bien viviendo una vida de bien. La única manera de alcanzare bien es confiando en la justicia de Cristo. Su mérito es perfecto y está a disposición nuestra por la fe.
Creer que seamos justificados por nuestras buenas obras independientemente de la fe es aceptar la herejía del legalismo.
Creer que seamos justificados por un tipo de fe que no produce obras es aceptar la herejía del antinomianismo.
La relación entre la fe y las buenas obras implica que estas deben ser diferenciadas pero no separadas. Aunque nuestras buenas obras no agregan ningún mérito a nuestra fe delante de Dios, y si bien la condición exclusiva para nuestra justificación es nuestra fe en Cristo; si nuestra profesión de fe no es seguida de buenas obras, esta es una indicación clara de que no poseemos la fe que justifica.
La fórmula de la Reforma es que "somos justificados solamente por la fe, pero no por una fe por sí sola". La verdadera justificación siempre tiene como resultado el proceso de santificación. Si hay justificación, la santificación sucederá inevitablemente. Si la justificación no es sucedida por la santificación, es seguro que la justificación nunca estuvo realmente presente. Esto no significa que la justificación dependa o se apoye en la santificación. La justificación depende de la fe verdadera, la cual a su vez conducirá inevitablemente a obras de obediencia.
Cuando Santiago declara que la fe sin obras es muerta, está afirmando que dicha "fe" no puede justificar a nadie porque no es una fe viva. La fe viviente produce buenas obras, pero estas buenas obras no son la base para nuestra justificación. Únicamente el mérito logrado por Jesucristo puede justificar al pecador.
Se trata de un error muy grave, una forma moderna de la herejía del antinomianismo, el sugerir que una persona puede ser justificada por aceptar a Jesús como el Salvador pero no como el Señor. La fe verdadera acepta a Cristo como Salvador y como Señor. Depender solo de Cristo para la salvación es el reconocer la más completa dependencia de nuestra persona en Él y el arrepentirse de nuestros pecados. Arrepentirse de los pecados es someterse a la autoridad de Cristo. Negar su señorío es buscar la justificación con una fe impenitente, que no representa ninguna fe.
Aunque nuestras buenas obras no nos hacen merecedores de la salvación, son la base sobre la cual Dios nos promete distribuir las recompensas en el cielo. Nuestra entrada al reino de Dios es únicamente por la fe. Nuestra recompensa en el reino será según nuestras buenas obras, lo que representa un caso de la coronación gratuita de Dios sobre sus propios dones, como lo observó Agustín.
RESUMEN
1. Nadie puede ser justificado por buenas obras. Solo podemos ser justificados por la fe en Cristo.
2. La fe y las buenas obras deben ser diferenciadas pero nunca separadas. La verdadera fe siempre producirá obras de obediencia.
3. La justificación es solo por la fe, pero no por una fe por sí sola.
4. La fe que es muerta no puede justificar.
5. Tener fe en Cristo significa confiar en Él como el Salvador y someterse a Él como el Señor.
6. Seremos recompensados en el cielo según nuestras buenas obras, aunque esta recompensa es por la gracia.  
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
 Romanos 3:9-4:8, Santiago 2:18-24, 1 Juan 2:3-6, Filipenses 2:12-13, 2 Pedro 1:5-11, 1 Juan 4:7-11.

16. EL ARREPENTIMIENTO

El mensaje principal de Juan el Bautista, que fue el heraldo de Jesús, era "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado".
Este llamado al arrepentimiento era una apelación urgente a los pecadores. Nadie que se niegue a arrepentirse puede entrar en el reino de Dios. El arrepentimiento es un requisito previo, una condición necesaria para la salvación.
En la Escritura, el arrepentimiento significa "sufrir un cambio de mentalidad". Este cambio de mentalidad no es un simple cambio de opiniones menores, sino un cambio completo en la dirección de nuestras vidas. Implica un giro radical del pecado a Cristo.
El arrepentimiento no es la causa de un nuevo nacimiento o regeneración; es el resultado del fruto de la regeneración. Aunque el arrepentimiento comienza con la regeneración, constituye una actitud y una acción que debe ser repetida a lo largo de la vida cristiana. Como continuaremos pecando, se nos llama a arrepentirnos al ser convencidos de pecado por el Espíritu Santo.
Los teólogos distinguen dos tipos de arrepentimiento. El primero es llamado atrición. La atrición es un arrepentimiento falso o espurio. Comprende el remordimiento causado por un temor al castigo o la pérdida de una bendición. Cualquier padre ha comprobado la atrición en un hijo cuando lo descubre con las manos en la masa. El niño, temiendo la paliza, grita: "Lo siento, ¡por favor no me pegues!" Estas plegarias junto con algunas lágrimas de cocodrilo no suelen ser signos de un remordimiento genuino por haber actuado mal. Fue el tipo de arrepentimiento que exhibió Esaú (Génesis 27:30-46). Se lamentaba no por haber pecado sino por haber perdido su primogenitura. La atrición, entonces, es el arrepentimiento motivado por un intento de obtener un boleto que nos saque del infierno o de evitar el castigo.
La contrición, en cambio, es el arrepentimiento verdadero y piadoso. Es genuino. Comprende un remordimiento profundo por haber ofendido a Dios. La persona contrita confiesa su pecado de manera abierta y completa, sin intentar buscar excusas o justificarlo.
Este reconocimiento del pecado viene acompañado de una voluntad por hacer una restitución siempre que sea posible y una  resolución de abandonar el pecado. Este es el espíritu que exhibió David en el Salmo 51. "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí... Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmo 51: 10, 17).
Cuando le ofrecemos a Dios nuestro arrepentimiento en un espíritu de verdadera contrición, Él nos promete perdonarnos y restaurarnos a la comunión con Él. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
RESUMEN
1. El arrepentimiento es una condición necesaria para la salvación.
2. El arrepentimiento es el fruto de la regeneración.
3. La atrición es un arrepentimiento falso motivado por el temor.
4. La contrición es un arrepentimiento verdadero motivado por el remordimiento piadoso.
5. El arrepentimiento verdadero conlleva la plena confesión, la restitución, y la resolución de abandonar el pecado.
6. Dios promete el perdón y la restauración a todos los que se arrepienten en verdad.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Ezequiel 18:30-32, Lucas 24:46-47, Hechos 20:17-21, Romanos 2:4, 2 Corintios 7:8-12.

17. EL MÉRITO Y LA GRACIA

La cuestión del mérito y la gracia está en el corazón del debate histórico entre la teología romana católica y el protestantismo. La declaración principal de la Reforma fue sola gratia -la salvación es únicamente por la gracia de Dios. Los creyentes no traen ningún mérito propio delante del juicio de Dios, sino que descansan exclusivamente sobre la misericordia y la gracia de Dios.
El mérito se define como aquello que se gana o se merece. La justicia requiere que el mérito sea otorgado allí donde es merecido.
El mérito es algo que una persona merece por su actuación. Si no se recibe el mérito debido, se comete una injusticia.
La teología romana católica habla del mérito de tres maneras. Se refiere al mérito merecido, algo que es tan meritorio que impone la obligación de ser recompensado. También habla sobre un mérito congruente, en el que si bien no es tan elevado como el mérito merecido, la recompensa de Dios sería "congruente o apropiada". El mérito congruente se logra al realizar buenas obras en conjunto con el sacramento de la penitencia.
Un tercer tipo de mérito es el mérito supererogatorio, que es el mérito que trasciende el llamado al deber. Es el mérito en exceso logrado por los santos.
Este mérito es depositado en la tesorería del mérito de donde la iglesia puede retirarlo para suplir las cuentas de aquellos que carecen del mérito suficiente para progresar del purgatorio al cielo.
La teología protestante niega y "protesta" contra todos estos tipos de mérito, declarando que el único mérito que tenemos a nuestra disposición es el mérito de Cristo. El mérito de Cristo nos llega por medio de la gracia por la fe. La gracia es el favor inmerecido de Dios. Es una acción o disposición de Dios hacia nosotros. La gracia no es una sustancia que puede morar en nuestras almas.
Crecemos en la gracia, no por una medida cuantitativa de alguna sustancia dentro de nosotros sino por la ayuda misericordiosa del Espíritu Santo que mora en nosotros, actuando en su gracia a favor nuestro y en nosotros. Los medios de la gracia de Dios que nos ayudan en la vida cristiana incluyen la Escritura, los sacramentos, la oración, la comunión, y las enseñanzas de la iglesia.
RESUMEN
1. Nuestra salvación es sola gratia, solo por la gracia.
2. No tenemos ningún mérito propio que obligue a Dios a salvarnos.
3. La teología romana católica distingue entre el mérito merecido, el congruente y el supererogatorio. Estos tres tipos de méritos son rechazados por el protestantismo.
4. La gracia es el favor inmerecido o la misericordia de Dios hacia nosotros.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Juan 15:1-8, Romanos 4: 1-8, Romanos 5:1-5, 2 Corintios 5:17-19, Efesios 2:8-9, Tito 3:4-7.

18. SANTIFICACIÓN Y PERSEVERANCIA

La doctrina de la justificación conduce naturalmente a la de la santificación. El estado justificado reclama una vida de santificación, consagrada al servicio de Dios.
NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA SANTIFICACIÓN.
La santificación puede ser definida como la operación del Espíritu Santo, que mediante la divina gracia purifica al pecador, renueva toda su naturaleza a la imagen de Dios y le capacita para realizar buenas obras. Difiere de la justificación en que tiene lugar en la vida interior del hombre, y no es un acto legal, sino una nueva creación.
Generalmente es un proceso largo, y nunca produce la completa perfección en esta vida. Aunque es decididamente una obra sobrenatural de Dios, el creyente puede y debe cooperar en ella por un uso diligente de los medios que Dios ha puesto a su disposición, 2.a Cor. 7: 1; Col. 3 6-14; 1.a Pedro 1:22.
La santificación no consiste en una simple supresión de lo que ya fue abandonado en la regeneración, sino que implica fortificar, acrecentar e intensificar la nueva vida.
Consta de dos partes: la supresión de las contaminaciones y corrupción de la naturaleza humana, Rom. 6:6; Gal. 5:24, y el desarrollo gradual de la nueva vida de consagración a Dios, Rom. 6:4-5; Col. 2:12; 3:1, 2; Gal. 2:19. Puesto que tiene lugar en el corazón del hombre, afecta naturalmente a toda su vida, Rom. 6:12; 1.a Cor. 6:15, 20; 1.a Tes. 5:23.
El cambio en el hombre interior ha de producir obligatoriamente un cambio en su vida exterior. Que el hombre tiene que cooperar en la obra de santificación se desprende de las repetidas advertencias contra el mal y las tentaciones, Rom. 12:9, 16 y 17; 1.a Cor. 6:9, 10; Gal. 5:16-23 y de las constantes exhortaciones a una vida santa, Miq. 6:8; Juan 15:4-7; Rom. 8:12, 13; 12:1 y Gal. 6:7, 8, 15.
EL CARÁCTER IMPERFECTO DE LA SANTIFICACIÓN EN ESTA VIDA
Aun cuando la santificación afecta a todas las partes del hombre, sin embargo, el desarrollo espiritual de los creyentes permanece imperfecto durante toda su vida.
Tenemos que luchar contra el pecado mientras vivimos, 1ª Reyes 8:46; Prov. 20:9; Santo 3:2 y 1ª Juan 1:8. La vida del creyente se caracteriza por una lucha constante entre la carne y el espíritu. Aun los mejores creyentes tienen que confesar sus pecados, Job. 9; 3:20; Salmo 32:5; 130:3; Proverbios 20:9; Isaías 64:6; Daniel 9:7; Romanos 7:14 y 1.a Juan 1:9. En todas estas citas hallamos a los creyentes orando por el perdón, Salmo 51:1-2; Daniel 9:16, o exhortados a ello, Mateo 6: 12-13; Santiago 5:15, y luchando para alcanzar una mayor perfección, Romanos 7:7, 26; Gálatas 5:17; Filipenses 3:12 y 14.
Esta verdad es negada por los llamados perfeccionistas, que sostienen que el hombre puede alcanzar la santidad en esta misma vida. Se fijan en el hecho de que la Biblia manda a los creyentes ser perfectos, Mateo 5:48; 1. Pedro 1:16; Santiago 1:4 y habla de algunos como perfectos, Génesis 6:9; Job 1:8; 1.a Reyes 15:14; Filipenses 3:15 y también en la declaración de que aquel que es nacido de Dios no peca, 1.a Juan 3:6, 8, 9, 15 y 18. Pero el hecho de que tenemos que esforzamos para alcanzar la perfección no prueba que algunos sean ya perfectos.
Además la palabra «perfecto» no significa siempre una persona completamente libre de pecado, Noé, Job, Asa fueron llamados perfectos, pero su historia demuestra claramente que no eran absolutamente sin pecado. Y el apóstol Juan quiere significar o bien que el nuevo hombre no peca, o que los creyentes no viven en el pecado. Notemos que el mismo declara: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros, 1 Juan 1:8.
SANTIFICACIÓN Y BUENAS OBRAS
La santificación conduce naturalmente a una vida de buenas obras. Estas pueden ser llamadas los frutos de la santificación. Las tales obras no son perfectas en sí mismas ni proceden de una perfecta santificación, sino que brotan del principio de amor y fe en Dios que existe en el alma, de acuerdo con una consciente conformidad con la voluntad de Dios según nos ha sido revelada, Deut. 6:2; Mateo 7: 17 y 18; 12:33, 35 y Heb. 11:6, y son hechas 1.a Sam. 15 :22; Santo 2 :8, teniendo como objetivo final la gloria de Dios, 1ª Cor... 10:31; Col. 3:17, 23. Solamente los que son regenerados por el Espíritu de Dios pueden realizar tales buenas obras. Esto no significa, sin embargo, que los no regenerados no pueda hacer el bien en ningún sentido de la palabra.
Véase 2ª Reyes 10:29, 30; 12:2; 14:3; Lucas 6:33 y Rom. 2:14. En virtud de la gracia común de Dios los no regenerados pueden realizar obras que están de acuerdo externamente con la Ley y sirven a sus propósitos loables; pero estas obras son siempre radicalmente defectuosas porque están separadas de la raíz espiritual del amor a Dios y no significan una obediencia interior efectiva a la Ley divina ni tienen como principal propósito la gloria de Dios. En oposición con los Católico-Romanos debemos sostener que las buenas obras del creyente no son meritorias, Lucas 17:9-10; Efesios 2:8-10 y Tito 3:5; aun cuando Dios promete recompensarlas con recompensas abundantes y generosas, 1.a Corintios 3:14; Hebreos 11:26.
En oposición a los anti-nominianos, debemos hacer hincapié en la necesidad de las buenas obras, Colosenses 1:10; 2. Timoteo 2:21; Tito 2:14 y Hebreos 10:24.
LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
La expresión «perseverancia de los santos» sugiere naturalmente una actividad continua de los creyentes por la cual ellos perseveran en el camino de salvación. Con toda evidencia, sin embargo, la perseverancia a que se refiere es menos una actividad de los creyentes que una obra de Dios en la cual los creyentes deben participar.
Estrictamente hablando, la seguridad de la salvación del hombre consiste, o se apoya en el hecho de que Dios persevera. La perseverancia puede ser definida como la operación continua del Espíritu Santo en el creyente por medio de la cual la obra de la gracia divina una vez empezada en el corazón es continuada y hecha completa.
Esta doctrina está claramente enseñada en las Escrituras, Juan 12:28, 29; Romanos 11:29; Filipenses 1: 6; 2.a Tesalonicenses 3:3; 2.a Timoteo 1:12; 4:18, y es solamente cuando nosotros creemos en esta perseverancia de, Dios que nuestra vida puede alcanzar la seguridad de la salvación, Hebreos 3:14; 6:10 y 2.a Pedro 1:10.
Fuera de los círculos reformados esta doctrina no encuentra aceptación. Dícese que es contraria a las Escrituras las cuales nos advierten en cuanto a la apostasía. Heb. 2: 1; 10:26 y exhorta a los creyentes a continuar en el camino de la salvación. Mat. 24:13; Heb. 3:14, y aun nos presenta casos de apostasía: 1.a Tim. 1:19-20; 2.a Tim. 2:17, 18 y 4:10. Tales exhortaciones y advertencias parecen asumir la posibilidad de una caída, y en algunos casos parecen probarlo completamente. Pero estas advertencias prueban solamente que Dios obra usando medios y quiere que el hombre coopere en la obra de la perseverancia. No hay prueba de que los apostatas que se mencionan en la Escritura fuesen realmente creyentes. Rom. 9:6; 1.a Juan 2:19; Apoc.3:1.
TEXTOS PARA APRENDER DE MEMORIA
LA SANTIFICACIÓN COMO OBRA DE DIOS.
1. 1ª Tes. 5:23. «El Dios de paz os santifique en todo para que vuestro espíritu alma y cuerpo sea guardado entero y sin reprensión para la Venida de Nuestro Señor Jesucristo.
2. Hebreos 2:11. «Porque el que santifica Y los que son santificados de uno son todos: por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos».
LA COOPERACIÓN DEL HOMBRE EN LA SANTIFICACIÓN
1. 2ª Cor. 7:1. «Así que amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en el temor de Dios».
2. Heb. 14:14. «Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual ninguno verá al Señor».
LA MORTIFICACIÓN DEL VIEJO HOMBRE
1. Rom. 6:6. «Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre, juntamente fue crucificado con El, para que el cuerpo del pecado sea desecho a fin de que no sirvamos más al pecado».
2. Gal. 5:24. «Así que los que son de Cristo: han crucificado la carne con sus afectos y concupiscencias.
LA VIVIFICACIÓN DEL NUEVO HOMBRE
1. Ef. 4:24. «Y vestir el nuevo hombre que es creado según Dios en justicia y santidad de verdad».
2. Col. 3:10. «Y revestidos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme a la imagen del que lo crió».
SANTIFICACIÓN INCOMPLETA EN ESTA VIDA.
1. Rom. 7: 18. «Y yo sé que en mí (es a saber en mi carne), no mora el bien: porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo».
2. Fil. 3:12. «No que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; mas prosigo al blanco para ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús».
LA NATURALEZA DE LAS BUENAS OBRAS
1. 1a Sam. 15:22. «Y Samuel dijo: ¿Tiene Jehová tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que el sebo de los carneros».
2. 1 Cor. 10:31. «Así que comáis o bebáis o hagáis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios».
3. Heb. 11:6. «Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que a El se allega, crea que lo hay y que es galardonador de los que le buscan».
LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
1. Juan 10:28-29. «Y yo les doy vida eterna: y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano; mi Padre que me las dio mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre».
2. 2ª Tim. 1:12. «Por 10 cual asimismo padezco esto: mas no me avergüenzo porque yo sé a quién he creído, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día».
3. 2ª Tim. 4:18. «Y el Señor me librará de toda obra mala y me preservará para su Reino Celestial. Al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén».
PARA ESTUDIO BÍBLICO ADICIONAL
1. ¿Puede usted sacar alguna conclusión de los siguientes pasajes acerca del tiempo en que obtendremos la santificación completa? Fil. 3:21; Heb. 12:23; Apoc. 4:5; 21-27.
2. ¿A qué partes del hombre afecta la santificación según Jer. 31:34; Fil. 2:13: Gal. 5:24; Heb. 9:14?
3. ¿Qué significa la palabra perfecto en los siguientes pasajes? 1 Cor... 2:6; 3:1, 2; Heb. 5:14; 2.a Tim. 3:16?
PREGUNTAS PARA REPASO
1. ¿Qué es la santificación y en qué difiere de la justificación?
2. ¿Es obra de Dios o del hombre?
3. ¿Cuáles son las dos partes que constituyen la santificación?
4. ¿Qué prueba hay de que es incompleta en esta vida?
5. ¿Quiénes niegan esto y sobre qué base? ¿Cómo puede usted responderles?
6. ¿Qué son las buenas obras en el sentido estricto de la palabra?
7. ¿Hasta dónde puede realizar buenas obras una persona no regenerada?
8. ¿Son meritorias o no las buenas obras?
9. ¿No se nos dice que serán recompensadas?
      10. ¿En qué sentido son necesarias las buenas obras?
      11. ¿Qué significa la perseverancia de los santos?
      12. ¿Cómo puede probarse esta doctrina?

19. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS

La mayoría de nosotros conocemos a personas que han hecho una profesión de fe en Cristo y que hasta posiblemente han realizado un potente despliegue de fe, involucrándose activamente en la vida y el ministerio de la iglesia, para luego repudiar esa fe y abandonarla. Este tipo de experiencia siempre hace que surja la pregunta: ¿Acaso puede una persona que experimentó la salvación perderla? ¿Constituye la apostasía un peligro claro y actual para el creyente?
La Iglesia Romana Católica nos enseña que las personas pueden y de hecho pierden la salvación. Si una persona comete un pecado mortal, dicho pecado mata la gracia de la justificación que habita en su alma. Si muere antes de ser restaurada a un estado de gracia por medio del sacramento de la penitencia, irá al infierno.
Existen muchos protestantes que también creen que es posible perder la salvación. Las advertencias del capítulo 6 de Hebreos y la preocupación de Pablo con respecto a ser "eliminados" (1 Corintios 9:27), así como los ejemplos del Rey Saúl y de otros, han conducido a muchas personas a concluir que las personas pueden caer completa e irreparablemente de la gracia. Por otro lado, la teología de la Reforma enseña la doctrina de la perseverancia de los santos. Esta doctrina también es conocida como "la de la seguridad eterna".
En esencia esta doctrina enseña que si uno tiene la fe salvífica nunca la podrá perder, y si se pierde es que nunca se tuvo. Como escribe Juan: "Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros (1 Juan 2: 19).
Sabemos que es posible para algunas personas enamorarse de determinados elementos del cristianismo sin aceptar a Cristo mismo. Es posible que un joven se sienta atraído por la diversión y el estímulo de un grupo juvenil que tiene un programa interesante.
La persona puede "convertirse" al programa sin convertirse a Cristo. Dicha persona puede ser como la ilustrada en la parábola del sembrador: El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno (Lucas 8:5-8).
Esta parábola puede ser que se refiera a quienes en un principio creyeron, pero luego se apartaron, o puede significar que quienes "creyeron" tenían una fe falsa o espuria, como sostiene la teología de la Reforma. Solamente la semilla que cae en la buena tierra puede dar el fruto de la obediencia. Jesús nos dice que estas personas que escuchan su palabra "son las de corazón bueno y recto" (Lucas 8: 15). Su fe procede de un corazón verdaderamente regenerado.
La doctrina de la perseverancia no se basa en nuestra capacidad para perseverar, ni siquiera si somos regenerados, sino que se apoya en la promesa que Dios ha hecho de preservarnos. Pablo, escribiendo a los Filipenses, dice: "Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Filipenses 1:6). Es por gracia y únicamente por gracia que los cristianos perseveran. Dios acabará la obra que comenzó. Se asegurará que si los propósitos en la elección no se vean frustrados.
La cadena de oro de Romanos 8 nos da un testimonio adicional sobre esta esperanza: "Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó" (Romanos 8:30). Y luego continúa para declarar que "ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:39).
Tenemos esta seguridad porque la salvación es del Señor y somos hechura suya. Él les da el Espíritu Santo a todos los creyentes como una promesa que ha de completar lo que comenzó.
También ha sellado a cada creyente con el Espíritu Santo. Nos ha marcado con una marca indeleble y nos ha dado su persona como primer depósito, lo que garantiza que cumplirá con la transacción.
La base principal de esta confianza la encontramos en la obra de Cristo como Sumo Sacerdote, que intercede por nosotros. De La perseverancia de los santos la misma manera que Jesús oró por la restauración de Pedro (pero no por la de Judas), así ora por nuestra restauración cuando tropezamos y caemos. Podemos caer durante un período, pero nunca caeremos del todo e irreparablemente. Jesús oró en el aposento alto: "Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese" (Juan 17:12). Solo Judas se perdió, porque era el hijo de perdición desde el principio, y su profesión de fe había sido espuria. Aquellos que verdaderamente son creyentes no pueden ser arrebatados de la mano de Dios (Juan 10:27-30).
RESUMEN
1. Muchas personas realizan una profesión de fe en Cristo y luego lo repudian.
2. La perseverancia de los santos se basa en las promesas de Dios para preservar a los santos.
3. Dios completará la salvación de los escogidos.
4. La teología de la Reforma enseña que las personas que se apartan de la fe nunca fueron realmente creyentes.
5. Tenemos confianza en nuestra salvación porque hemos sido sellados con el Espíritu Santo. Dios nos ha dado su palabra en el Espíritu Santo para que nuestra salvación se complete.
6. La intercesión de Cristo es para nuestra preservación.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Juan 6:35-40, Romanos 8:31-39, Filipenses 1:6, 2 Timoteo 2:14-19, Hebreos 9:11-15.

20. LA CERTEZA DE LA SALVACIÓN

¿Puede alguien saber con plena certeza si es salvo? Que alguien declare que está seguro de su salvación parece ser un acto de extrema arrogancia. Sin embargo la Biblia nos llama a hacer de nuestra salvación un asunto de certeza. Pedro nos ordena: "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección" (2 Pedro 1:10).
Es nuestro deber buscar con diligencia la certeza de nuestra salvación. No la debemos buscar por vana curiosidad para saber cuál es el estado de nuestra alma, sino para mejorar nuestro crecimiento en la santificación. Los cristianos que permanecen inseguros sobre el estado de su salvación están sujetos a todo tipo de preguntas que paralizan su caminar con Cristo. Tropiezan con las dudas y son vulnerables a los ataques de Satanás. Es por eso que debemos buscar tener la certeza de nuestra salvación.
Hay cuatro posiciones posibles con respecto a la certeza de la salvación.
PRIMERA POSICIÓN: Hay personas que no son salvas y que saben que no son salvas. Estas personas saben de la enemistad hacia Dios que tienen en su corazón y no quieren tener nada que ver con Cristo como su Salvador. Son audaces en proclamar que no tienen necesidad de Cristo. Estas personas son por lo general públicamente hostiles al evangelio.
SEGUNDA POSICIÓN: Hay personas que son salvas pero que no saben que son salvas. Estas personas están en realidad en un estado de gracia pero no tienen la seguridad de la salvación. Es posible que estén luchando con el pecado en sus vidas y que duden de su propia salvación porque les remuerde la conciencia. En este grupo están quienes todavía no tienen la certeza de que están entre los escogidos.
TERCERA POSICIÓN: Hay personas que son salvas y saben que son salvas. Este es el grupo constituido por los que tienen la certeza de su elección y llamado. Tienen un entendimiento claro y cierto de qué es lo que la salvación requiere y han llenado los requisitos. Han creído en el testimonio del Espíritu Santo cuando Él les dio testimonio a sus espíritus de que eran los hijos de Dios (Romanos 8:16).
CUARTA POSICIÓN: Hay personas que no son salvas pero que creen que son salvas. Estas personas tienen la certeza de la salvación pero no tienen la salvación. Su certeza es una falsa certeza.
Como es posible tener una certeza falsa de la salvación, ¿cómo podemos saber si estamos en la tercera posición o en la cuarta posición? Para responder esta pregunta debemos analizar con más detalle a este cuarto grupo y preguntarnos cómo es posible tener un falso sentido de certeza.
La manera más fácil de tener una falsa certeza de la salvación es tener una falsa doctrina de la salvación. Por ejemplo, si una persona sostiene un punto de vista universalista sobre la salvación pueden seguir el siguiente razonamiento: Todas las personas son salvas.
Yo soy una persona. Por lo tanto, yo soy salvo.
Como esta doctrina está en el error, su certeza no tiene ninguna base firme.
Otra manera en que las personas pueden tener una falsa certeza de su salvación es creer que pueden alcanzar el cielo si viven una vida de bien. Quienes piensan que están viviendo una vida suficientemente buena para satisfacer las demandas de un Dios santo se engañan a sí mismas pensando que están salvas.
¿Pero qué sucede si una persona tiene una doctrina cierta de la salvación? ¿Acaso todavía es posible que tenga una certeza falsa? Debemos responder que sí. Una persona puede creer que tiene la fe salvífica cuando en realidad no la tiene.
La prueba para la certeza auténtica tiene dos vertientes. Por un lado, debemos examinar nuestros propios corazones y ver si tenemos una fe verdadera en Cristo. Debemos ver si tenemos o no un amor genuino hacia el Cristo bíblico. Porque sabemos que dicho amor sería imposible sin la regeneración.
En segundo lugar, debemos examinar el fruto de nuestra fe. No necesitamos que el fruto sea perfecto para tener esta certeza, pero debe haber algún tipo de evidencia del fruto de la obediencia para que nuestra profesión de fe sea creíble. Si no hay ningún fruto presente, entonces no hay ninguna fe presente. Donde se encuentre la fe salvífica, allí también se encontrará el fruto de dicha fe.
Por último, debemos buscar nuestra certeza en la Palabra de Dios, a través de la cual el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que somos sus hijos.
RESUMEN
1. Es nuestro deber buscar diligentemente la certeza de la salvación.
2. La certeza de la salvación mejorará nuestra santificación.
3. Hay cuatro grupos o posiciones posibles con respecto a la certeza:
(A) Quienes no son salvos y saben que no son salvos.
(B) Quienes son salvos pero no tienen la certeza de que son salvos.
(C) Quienes son salvos y saben que son salvos.
(D) Quienes no son salvos pero creen que son salvos.
4. La falsa certeza se basa principalmente sobre una falsa doctrina de la salvación.
5. Para obtener una certeza auténtica debemos analizar nuestros propios corazones y examinar el fruto de nuestra fe.
6. La plena certeza proviene de la Palabra de Dios unida al testimonio del Espíritu Santo.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Mateo 7:21-23, Juan 3:1-21, Romanos 8:15-17, 2 Corintios 1:12, 1 Juan 2:3-6, 1 Juan 5:13.

21. EL ESTADO INTERMEDIO

"No está muerta, sino que duerme" (Lucas 8:52). Jesús hizo este comentario hablando sobre la hija de Jairo cuando Él la estaba por levantar de los muertos. Con frecuencia la Biblia se refiere a la muerte a través de la figura del "sueño". Debido a esta imagen, algunos han llegado a la conclusión de que el Nuevo Testamento enseña la doctrina del sueño del alma.
El sueño del alma suele ser descrito como un tipo de animación suspendida del alma por un tiempo, entre el momento de la muerte personal y el momento en que nuestros cuerpos sean resucitados. Cuando nuestros cuerpos sean resucitados de los muertos, el alma despertará para continuar su conciencia personal en el cielo. Aunque pasen siglos entre la muerte y la resurrección final, el alma "durmiente" no tendrá ninguna conciencia del paso del tiempo. Nuestra transición de la muerte al cielo nos parecerá instantánea.
El sueño del alma representa un alejamiento del cristianismo ortodoxo. Permanece, de todos modos, firmemente enclavado entre una minoría de cristianos. Al punto de vista tradicional se lo conoce como el estado intermedio.
Según este punto de vista, en el momento de la muerte, el alma del creyente se dirige inmediatamente a estar con Cristo para gozar de una existencia personal, consciente y continua, mientras aguarda la resurrección final del cuerpo. Cuando el Credo Apostólico habla de "la resurrección del cuerpo" no se está refiriendo a la resurrección del cuerpo humano de Cristo (la cual también está afirmada en el Credo) sino a la resurrección de nuestros cuerpos en el día final.
¿Pero qué sucede mientras tanto? El punto de vista clásico es que en el momento de la muerte las almas de los creyentes son inmediatamente glorificadas. Son hechas perfectas en santidad y entran inmediatamente en la gloria. Los cuerpos de los creyentes, sin embargo, permanecen en la tumba, aguardando la resurrección final.
Jesús le prometió al ladrón sobre la cruz: "De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43). Quienes respaldan el concepto del sueño del alma argumentan que Jesús no pudo haber querido decir que se encontraría con el ladrón en el paraíso ese mismo día porque Jesús permanecería muerto durante tres días, y que además todavía no había ascendido.
Aunque la ascensión de Cristo, por supuesto, todavía no había tenido lugar y su cuerpo ciertamente estaba en la tumba, Él le había encomendado su espíritu al Padre. Se nos asegura que en el momento de su muerte, el alma de Jesús fue al paraíso como declaró. Los defensores del sueño del alma arguyen que la mayoría de las ediciones de la Biblia en inglés han colocado la coma en el lugar equivocado. Leen este texto del siguiente modo: "De cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso".
Al realizar este cambio en la posición del signo ortográfico, "hoy" se refiere al momento en que Jesús está hablando y no al momento en que Jesús se encontrará con el ladrón en el paraíso.
Esta posición de la coma, sin embargo, es poco probable. Al ladrón le resultaba perfectamente obvio en qué día Jesús estaba conversando con él. No había ninguna necesidad de que Jesús dijera que estaba hablando "hoy". El que un hombre que se está asfixiando sobre el madero de la cruz malgaste las palabras de este modo resulta poco probable. En cambio, y de acuerdo con el resto de la evidencia bíblica que respalda el estado intermedio (véase en especial Filipenses 1:19-26 Y2 Corintios 5: 1-10), la promesa al ladrón es que este se reuniría con Cristo en el paraíso ese mismo día.
El estado del creyente después de la muerte es diferente y mejor al que experimentamos en esta vida, aunque no es tan diferente ni tan bendito como lo será en la resurrección final. En el estado intermedio disfrutamos de la continuidad de la existencia personal en la presencia de Cristo.
El tiempo de prueba de la humanidad culmina con la muerte. Nuestro destino está decidido una vez que morimos. No hay ninguna esperanza de una segunda oportunidad para el arrepentimiento después de la muerte, y no hay ningún purgatorio, un lugar para purgar nuestros pecados, de manera de mejorar nuestra condición futura. La muerte constituye para el creyente la inmediata emancipación del conflicto y las tormentas de esta vida, cuando pasamos a un estado de bendición.
Aunque la muerte trae el descanso al alma y la Biblia frecuentemente se refiere a la muerte utilizando el eufemismo del sueño, no corresponde suponer que durante el estado intermedio el alma duerma o que permanezcamos inconscientes o en un estado de animación suspendida hasta la resurrección final.
RESUMEN
1. El sueño del alma corresponde a un período, entre la muerte y la resurrección final, en que el alma se encuentra en un estado de "animación suspendida" inconsciente. Es un alejamiento del cristianismo ortodoxo.
2. El estado intermedio se refiere a nuestra presencia consciente con Cristo en el cielo, como almas sin un cuerpo, durante el período entre nuestra muerte y la resurrección de nuestros cuerpos.
3. El estado intermedio es mejor que nuestro estado actual pero no tan maravilloso como nuestro estado final.
4. No hay una segunda oportunidad de arrepentimiento después de la muerte.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Lucas 8:49-56, Lucas 23:43, 2 Corintios 5:1-10, Filipenses 1:19-26, 1 Tesalonicenses 4:13-18.

22. LA RESURRECCIÓN FINAL

Hay una pregunta que todos los creyentes se hacen y es la pregunta de a qué nos asemejaremos en el cielo. ¿Seremos capaces de reconocer a nuestros seres queridos? ¿Nuestros cuerpos resucitados tendrán las características correspondientes a nuestra edad o las que teníamos en nuestra juventud?
Muchos de estos temas son un misterio para nosotros. La Biblia solamente nos brinda algunas pistas a las respuestas. Sabemos que cualquier forma que asuma nuestro estado resucitado, este será mejor que cualquier idea que tengamos ahora. La Biblia nos dice: "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman" (l Corintios 2:9). Pablo nos dice que "ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido" (1 Corintios 13:12).
La Biblia enseña claramente acerca de una resurrección final de los cuerpos de los santos. Se nos dice que la resurrección de Jesús es el primer fruto de aquellos que también han de participar en esta resurrección.
Existe una continuidad entre el cuerpo terrenal que muere y el cuerpo resucitado que se nos dará. Nuestros cuerpos presentes son corruptibles y sin duda que entrarán en descomposición, o de alguna manera serán rotos o fragmentados en la muerte. Sin embargo, del mismo modo que Jesús regresó de la tumba con su cuerpo también transformado, así también nuestros cuerpos presentes serán resucitados y transformados. Un cuerpo puede cambiar de estado sin que su identidad sea destruida.
Cada cuerpo resucitado será completo en cantidad y calidad. No les faltará nada, aunque habrán ganado mucho. Nuestros cuerpos resucitados serán reconocibles. No sabemos todavía cómo Dios en su poder logrará esto, pero sí sabemos que así será.
Nuestros nuevos cuerpos estarán especialmente equipados para la vida eterna en el reino de Dios. Nuestros cuerpos presentes no se adaptan a ella. Cualquier cambio que sea necesario será realizado por el poder de Dios. Sabemos que nuestros cuerpos resucitados todavía seguirán siendo humanos y finitos. No seremos deificados. Nuestros cuerpos nuevos serán incorruptibles no podrán sufrir la descomposición, la enfermedad, el dolor ni la muerte. Nuestros cuerpos presentes gozarán de un poder adicional al haber sido elevados en honor, poder y gloria. Nuestros cuerpos serán diseñados para ser como el cuerpo glorificado de Jesús.
El cuerpo nuevo del santo será un cuerpo espiritual y celestial. Estará adaptado para vivir en un orden superior, posiblemente radiante y brillante, como Cristo en ocasión de su transfiguración.
RESUMEN
1. Nuestro estado futuro en la resurrección del cuerpo está envuelto en el misterio.
2. Habrá una continuidad entre nuestros cuerpos presentes y nuestros cuerpos resucitados.
3. Seremos capaces de reconocernos entre nosotros en el cielo.
4. Nuestros nuevos cuerpos serán adaptados y equipados para la vida en el cielo.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Romanos 8:11, 1 Corintios 2:9, 1 Corintios 15:1-58, Filipenses 3:20-21, 1 Tesalonicenses 4: 13-18.

23. LA GLORIFICACIÓN

Recuerdo un momento crucial antes de un partido final por un campeonato de baloncesto en la escuela secundaria, cuando nos abrazamos con mis compañeros de equipo para escuchar las instrucciones de último minuto de nuestro entrenador. Nuestro entrenador, tratando de inspirarnos hacia la victoria, nos dijo: "Muchachos, hemos trabajado mucho para este momento. Ahora salid y ¡cubríos de gloria!" Lo hicimos. Ganamos el campeonato que tanto habíamos ansiado y nos cubrimos de gloria. Pero este tipo de gloria es pasajera. La búsqueda de este tipo de gloria comienza otra vez con la iniciación de cada nueva temporada o cada nuevo campeonato.
Hay una gloria mayor, una gloria permanente y que nos satisface mucho más, que les espera a todos los santos al final de su peregrinación espiritual. En la Biblia se la conoce como la "glorificación". La glorificación es el término utilizado por Pablo en su "cadena de oro" de la redención: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Ya los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; ya los que justificó, a éstos también glorificó (Romanos 8:29-30).
La doctrina de la glorificación se refiere al momento cuando, en la segunda venida de Cristo, los verdaderos creyentes, tanto los vivos como los muertos, tendrán la redención completa y final de sus cuerpos y alcanzarán su estado final. La salvación de los escogidos se completará. "Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad" (l Corintios 15:53). Al final, la muerte, el último enemigo, será sorbida en victoria. El proceso de la santificación habrá llegado a la meta.
La glorificación, entonces, es la gran esperanza del creyente para el futuro. Dios hará que todo esté bien y lo mantendrá de ese modo por toda la eternidad. Pero la glorificación también es un consuelo en el presente. En este mundo caído donde sufrimos el pecado tanto dentro como fuera de nosotros, es un consuelo saber que Dios está ahora mismo trabajando para purificar a sus santos y preparándolos para su gloria futura. El creyente en cierto sentido ya ha sido glorificado, sellado para la eternidad, para siempre un hijo de Dios.
RESUMEN
1. La glorificación constituye el punto final de nuestra salvación.
2. La glorificación completará nuestra santificación.
3. La promesa de la glorificación futura nos da consuelo e inspiración para el presente.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN

Juan 17:13-23, Romanos 8:29-30, 1 Corintios 15:50-54, 2 Corintios 3:18.