LA DOCTRINA DEL ESPÍRITU SANTO, OBRA, BAUTISMO LLENURA Y DONES.

INTRODUCCIÓN

Escribo como evangélico y para evangélicos cristianos. Esto no quiere decir que los que siguen la tradición liberal no tengan nada valioso que decir; sino que las diferencias con ellos casi siempre se reducen a diferencias en cuanto a la naturaleza de la Biblia y su autoridad. La cantidad de acuerdo doctrinal que se puede lograr con personas que tienen bases ampliamente divergentes de autoridad es muy limitada.
Este estudio se puede utilizar para institutos bíblicos, facultades de teología, escuelas dominicales, avances bíblicos y cualquier estudio que tenga que ver con la escrituras, ya sean pastores y maestros o creyente que desee más conocimiento de tal doctrina.
Espero que disfruten este estudio y haya veracidad cada vez que se defienda la fe.
CONTENIDO
CAPÍTULO 1: Obra Del Espíritu Santo.
CAPÍTULO 2: El Bautizo Y Llenura Del Espíritu Santo.
CAPÍTULO 3: Dones Del Espíritu Santo. (Parte 1)
CAPÍTULO 4: Dones Específicos Del Espíritu Santo (Parte 2)

CAPÍTULO 1

LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

¿CUÁLES SON LAS ACTIVIDADES CARACTERÍSTICAS DEL ESPÍRITU SANTO A LO LARGO DE LA HISTORIA DE LA BIBLIA?
EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS
En los estudios anteriores hemos examinado con cierta amplitud la persona y la obra de Dios el Padre, y, en los últimos, la persona y la obra de Dios el Hijo, Cristo Jesús. Hemos examinado también la evidencia bíblica de la deidad y la personalidad distintiva del Espíritu Santo (en relación con la doctrina de la Trinidad).
Es apropiado ahora que nos enfoquemos en este capítulo en la obra característica del Espíritu Santo. Entre las diferentes actividades de los miembros de la Trinidad, ¿qué actividades se dice que son especialmente obra de Dios el Espíritu Santo?
Sin embargo, en este estudio intentaremos obtener una perspectiva general de la enseñanza de todas las Escrituras sobre la obra del Espíritu Santo con el fin de entender de manera más completa qué clase de actividades han sido especialmente delegadas al Espíritu Santo por Dios el Padre y Dios el Hijo.
Podemos definir la obra del Espíritu Santo de la forma siguiente: La tarea del Espíritu Santo es la de manifestar la presencia activa de Dios en el mundo, y especialmente en la iglesia. Esta definición indica que el Espíritu Santo es el miembro de la Trinidad que las Escrituras representan con más frecuencia como estar presente para hacer la obra de Dios en el mundo.
Aunque esto es cierto hasta cierto punto a lo largo de las Escrituras, es particularmente cierto en lo referente al nuevo pacto. En el Antiguo Testamento, la presencia de Dios se manifestó muchas veces en la gloria de Dios y en las teofanías, y en los evangelios Jesús mismo manifestó la presencia de Dios entre los hombres.
Pero después de la ascensión de Jesús a los cielos, y continuando a lo largo de toda la era de la iglesia, el Espíritu Santo es ahora la manifestación primaria de la presencia de la Trinidad entre nosotros. Él es el que está prominentemente presente entre nosotros ahora. 
NOTA: En este estudio, cuando uso la palabra «presente» me refiero a 8presente para bendecid), como estudiamos en la sección de la omnipotencia de Dios en el capítulo 11. Por supuesto, dado que Él es Dios, el ser del Espíritu Santo.
Desde el mismo principio de la creación tenemos una indicación de que la obra del Espíritu Santo es la de completar y sostener lo que el Padre ha planeado y lo que Dios el Hijos ha empezado, porque en Génesis 1: 2: «el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas». Y en Pentecostés, con el comienzo de la nueva creación en Cristo, es el Espíritu Santo el que viene a la iglesia con gran poder (Hch 1: 8; 2: 4, 17-18).
Debido a que el Espíritu Santo es la persona de la Trinidad mediante la cual Dios manifiesta particularmente su presencia en la era del nuevo pacto, es apropiado que Pablo llamara al Espíritu Santo «las primicias» (Ro 8:23) y la «garantía» (o «anticipo», 2ª Co 1: 22; 5: 5) de la plena manifestación de la presencia de Dios que nosotros conoceremos en el nuevo cielo y nueva tierra (Ap. 21: 3-4).
Incluso en el Antiguo Testamento, se predijo que la presencia del Espíritu Santo traería bendiciones abundantes de parte de Dios. Isaías predijo un tiempo cuando el Espíritu traería un gran avivamiento.
La Fortaleza Será Abandonada, Y Desamparada La Ciudad Populosa Hasta Que Desde Lo Alto El Espíritu Sea Derramado Sobre Nosotros. Entonces El Desierto Se Volverá Un Campo Fértil, Y El Campo Fértil Se Convertirá En Bosque. Lajusticia Morará En El Desierto, Y En El Campo Fértil Habitará La Rectitud. El Producto De La Justicia Será La Paz; Tranquilidad Y Seguridad Perpetuas Serán Su Fruto. Mi Pueblo Habitará En Un Lugar De Paz, En Moradas Seguras, En Serenos Lugares De Reposo. (Is 32: 14-18)
Del mismo modo, Dios le profetizó a Jacob por medio de Isaías: «Regaré con agua la tierra sedienta, y con arroyos el suelo seco; derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia, y mi bendición sobre tus vástagos» (Isaías 44: 3).
Por otro lado, la salida del Espíritu Santo eliminaba las bendiciones de Dios en el pueblo: «Pero ellos se rebelaron y afligieron a su santo Espíritu. Por eso se convirtió en su enemigo, y luchó él mismo contra ellos» (Is 63: 10). No obstante, varias profecías del Antiguo Testamento predijeron un tiempo cuando el Espíritu Santo vendría en una plenitud mayor, un tiempo cuando Dios haría un nuevo pacto con su pueblo (Ez 36: 26-27; 37: 14; 39: 29; Jl 2:2 8-29).
¿EN QUÉ FORMAS ESPECÍFICAS NOS TRAE EL ESPÍRITU SANTO LAS BENDICIONES DE DIOS?
Podemos distinguir cuatro aspectos de la obra del Espíritu Santo que nos traen evidencias de la presencia y de la obra de Dios:
(1) El Espíritu Santo habilita;
(2) El Espíritu Santo purifica;
(3) El Espíritu Santo revela;
(4) El Espíritu Santo unifica.
Examinaremos a continuación cada una de estas cuatro actividades. Por último, debemos reconocer que estas actividades del Espíritu Santo no deben ser dadas por descontadas, y no suceden así automáticamente entre el pueblo de Dios. Más bien, el Espíritu Santo refleja el agrado o desagrado de Dios con la fe y la obediencia o la incredulidad y la desobediencia- del pueblo de Dios. A causa de esto, necesitamos conocer un quinto aspecto de la actividad del Espíritu Santo:
(5) El Espíritu Santo nos da una evidencia más fuerte o más débil de la presencia y bendición de Dios, según nuestra respuesta a él.
Está siempre presente en todas partes (Él es omnipresente), pero no siempre muestra su presencia en actividades que traen bendición (vea capitulo 11)

A. EL ESPÍRITU SANTO HABILITA

1. DA VIDA.
En la esfera de la naturaleza es la tarea del Espíritu Santo dar vida a todas las criaturas que se mueven, ya sea sobre la tierra o en el cielo o en el mar, porque «si envías tu Espíritu, son creados» (Sal 104: 30). A la inversa, «si pensara en retirarnos su espíritu, en quitarnos su hálito de vida, todo el género humano perecería, ¡la humanidad entera volvería a ser polvo!» Job 34: 14-15). Aquí vemos el papel del Espíritu Santo en dar y sostener la vida humana y animal.
Paralelo a esto está el papel del Espíritu Santo de darnos nueva vida en la regeneración.' Jesús le dijo a Nicodemo: «Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho: "Tienen que nacer de nuevo"» Gn 3: 6-7; vv. 5, 8; 6: 63; 2ª Co 3: 6). También dijo: «El Espíritu da vida; la carne no vale para nada» Gn 6: 63; d. 2ª Co 6: 3; Hch 10: 44-47; Tit 3: 5).' Consecuente con esta función del Espíritu Santo de dar vida está el hecho que fue el Espíritu Santo quien concibió a Jesús en el vientre de María su madre (Mt 1:18, 20; Lc 1:35).
Y en el día cuando Cristo regrese, este mismo Espíritu es el que completará su tarea de dar vida dando vida nueva resucitada a nuestros cuerpos mortales: «y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes» (Ro 8: 11).
2. NOS DA EL PODER PARA SERVIR
A. ANTIGUO TESTAMENTO:
En el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo habilitó con frecuencia a las personas para un servicio especial. Le dio a Josué dones de liderazgo y sabiduría (Nm 27: 18; Dt 34: 9), y habilitó a los jueces para que liberaran a Israel de sus opresores (note cómo «el Espíritu del Señor vino sobre» Otoniel en Jueces 3: 10, Gedeón en 6:34, Jefté en 11:29 y Sansón en 13:25; 14:6, 19; 15:14).
El Espíritu Santo vino sobre Saúl con poder y lo habilitó para la guerra contra los enemigos de Israel (1ª S 11: 6), y cuando David fue ungido como rey, «el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él.» (1 S 16:13), habilitando a David para que cumpliera con la tarea de reinar para la cual Dios le había llamado.4En una forma ligeramente diferente de capacitación, el Espíritu Santo dotó a Bezalel de habilidades artísticas para la construcción del tabernáculo y su mobiliario (Éx 31: 3; 35: 31), y también le dio la capacidad de enseñar estas habilidades a otros (Éx 35: 3 4).5
NOTA: Vea el estudio sobre la regeneración en el capítulo 34, pp. 733-43. Además, como argumentamos en e! capítulo 39, la frase "e! bautismo de! Espíritu Santo» se usa en el Nuevo Testamento (por ejemplo, en 1ª Co 12: 13) para hablar de la obra del Espíritu Santo en el momento en que nos hacemos cristianos (aunque muchos evangélicos hoy, especialmente en los grupos carismáticos y pentecostales, entenderían «bautismo de! Espíritu Santo» para referirse a algo que e! Espíritu hace después de la conversión).
Relacionado con la obra de dar vida del Espíritu Santo está e! hecho de que Él también sella su obra en nosotros a fin de guardar a los verdaderos creyentes de apartarse de Dios y perder su salvación (Ef 1: 13).
Al parecer fue en este sentido de capacitación para ser rey que David pidió que Dios no le quitara su Espíritu Santo: (No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu) (SaIS1:11). De! mismo modo que e! Espíritu en su papel de ungir a Saúl como rey se había alejado de él al mismo tiempo que vino sobre David (cp. 1ª S 16: 13 con 14), de manera que David, después de su pecado con Betsabé (vea el titulo del Salmo 51), oró pidiendo que el Espíritu no le fuera quitado como a Saúl.
El Espíritu Santo también protegía al pueblo de Dios y le capacitaba para vencer a sus enemigos. Por ejemplo, Dios puso su Espíritu en medio de ellos durante el tiempo del Éxodo (ls 63: 11-12) y más tarde, después del regreso del cautiverio, puso su Espíritu en medio de ellos para protegerlos y librarlos del temor (Hag 2: 5).
Cuando Saúl intentaba capturar a David por la fuerza, el Espíritu Santo vino sobre los mensajeros de Saúl (1ª S 19: 20) y al final también sobre el mismo Saúl (v. 23) haciendo que ellos cayeran involuntariamente al suelo y profetizaran durante horas, frustrando de esa manera el propósito de Saúl y humillándole en respuesta a su maliciosa exhibición de fuerza en contra de David y Samuel.
De una manera similar, mientras Ezequiel estaba profetizando juicio mediante el poder del Espíritu Santo en contra de algunos líderes de Israel (Ez 11: 5), uno de los líderes llamado Pelatías cayó muerto (Ez 11: 13). En esta manera el Espíritu Santo hizo descender castigo sobre él de manera inmediata.
Por último, el Antiguo Testamento predijo un tiempo cuando el Espíritu Santo ungiría a un Siervo Mesías con gran plenitud y poder:
El Espíritu Del Señor Reposará Sobre Él: Espíritu De Sabiduría Y De Entendimiento, Espíritu De Consejo Y De Poder, Espíritu De Conocimiento Y De Temor Del Señor. Él Se Deleitará En El Temor Del Señor. (Is 11: 2-3).
Isaías profetizó que Dios diría de su Siervo que venía: «Sobre él he puesto mi Espíritu» (ls 42: 1), y él mismo diría: «El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido» (Is 61: 1; Lc 4: 18).
Antes de dejar estas reflexiones sobre la habilitación del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, debiéramos notar que a veces se dice que en el Antiguo Testamento no había una obra del Espíritu Santo dentro del pueblo. Esta idea se ha inferido sobre todo de las palabras de Jesús a sus discípulos en Juan 14: 17: «Vive con ustedes y estará en ustedes». Pero no debiéramos concluir basados en este versículos que no había una obra del Espíritu Santo dentro del pueblo antes de Pentecostés.
Aunque el Antiguo Testamento no habla con frecuencia de las personas que tenían el Espíritu Santo en ellas o que estaban llenas del Espíritu Santo, hay unos pocos ejemplos. Se dice que Josué tenía el Espíritu Santo dentro de él (Nm 27: 18; Dt 34: 9), como también Ezequiel (Ez 2: 2; 3: 24), Daniel (Dn 4: 8-9, 18; 5: 11), y Miqueas (Mi 3: 8). Esto significa que cuando Jesús le dice a sus discípulos que «ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes» Gn 14: 17), no quiere decir que había una diferencia absoluta entre la obra del Espíritu Santo en el antiguo pacto y el nuevo pacto.
Tampoco puede significar Juan 7: 39 (Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía») que no había actividad del Espíritu Santo en la vida de las personas antes de Pentecostés. Estos dos pasajes deben ser formas diferentes de decir que la obra más poderosa y completa del Espíritu Santo que es la característica de la vida después de Pentecostés todavía no había comenzado en la vida de los discípulos.
NOTA: El Espíritu Santo también habilitó a los profetas del Antiguo Testamento dándoles las revelaciones que tenían que comunicar, pero he incluido esa función en la sección e más abajo «(El Espíritu Santo revela»).
Antes de Pentecostés en el Nuevo Testamento también encontramos que se dice que Juan el Bautista (Lc 1: 15), Elisabet (Lc 1: 41) y Zacarías (Lc 1: 67) estarían llenos con el Espíritus Santo.
El Espíritu Santo todavía no había venido para morar dentro de ellos en la manera en que Dios había prometido que enviaría a su Espíritu para que estuviera con los creyentes cuando llegara la era del nuevo pacto (vea Ez 36: 26,27; 37: 14), ni el Espíritu Santo se había derramado en la gran abundancia y plenitud que caracterizaría la nueva era del pacto Gen I2:28-29). En este sentido poderoso del nuevo pacto, ¿el Espíritu Santo no estaba todavía obrando dentro de los discípulos?
B. EL NUEVO TESTAMENTO:
La obra habilitadora del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento la vemos por primera vez y de una forma más plena en el ungimiento y habilitación de Jesús como el Mesías. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús en su bautismo (Mt 3:16; Mr 1:11; Lc 3:22). Juan el Bautista dijo: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él» Gn 1:32).
Por tanto, Jesús fue al desierto para enfrentar las tentaciones «lleno del Espíritu» (Lc 4:1), y después de las tentaciones, al comienzo de su ministerio: «Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu» (Lc 4: 14). Cuando se levantó para predicar en la sinagoga de Nazaret, declaró que se había cumplido en él la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado para proclamar libertad a los presos y dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año del favor del Señor» (Lc 4: 18-19). El poder del Espíritu Santo se pudo ver en la vida de Jesús en los milagros que empezó a hacer, como el expulsar demonios con solo una palabra y la curación de todos los que acudían a él (Lc 4:36, 40-41).
El Espíritu Santo estaba complacido de morar en Jesús y de habilitarle, porque se deleitaba en la absoluta pureza moral de la vida de Jesús. En el contexto de hablar acerca de su propio ministerio, y de las bendiciones del Padre en ese ministerio, Jesús dice: «Dios mismo le da su Espíritu sin restricción. El Padre ama al Hijo, y ha puesto todo en sus manos» Gn 3:34-35). Jesús tenía la unción del Espíritu Santo sin medida, y esta unción permaneció sobre él Gn 1:32; cf. Hch 10:38).
El Espíritu Santo también habilitó a los discípulos de Jesús para varias clases de ministerio, Jesús les había prometido: «Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1: 8)." Hay varios ejemplos específicos de la habilitación de los primeros cristianos por parte del Espíritu Santo para hacer milagros al tiempo que proclamaban el evangelio (note Esteban en Hch 6:5, 8; Y Pablo en Ro 15:19; 1ª Co 2:4).
Pero el Espíritu Santo también dio gran poder para la predicación a la naciente iglesia de tal manera que los discípulos llenos con el poder del Espíritu proclamaban la Palabra con valor y gran poder (Hch 4: 8, 31; 6: 10; 1ª Ts 1: 5; 1ª P 1: 12). En general, podemos decir que el Espíritu Santo habla por medio del mensaje del evangelio al proclamarse eficazmente al corazón de las personas.
El Nuevo Testamento termina con una invitación de parte del Espíritu y de la iglesia, quienes juntos invitan a las personas a la salvación: «El Espíritu y la novia dicen: "¡Ven!"; y el que escuche diga: "¡Ven!"» (Ap 22: 17). De hecho, no solo en la predicación del mensaje del evangelio, sino también en la lectura y enseñanza de las Escrituras, el Espíritu Santo continúa hablando al corazón de las personas cada día (vea He 3:7 y 10:15, donde el autor cita un pasaje del Antiguo Testamento y dice que el Espíritu Santo está ahora hablando ese mensaje a sus lectores).
Otro aspecto de la habilitación de los cristianos para el servicio es la actividad del Espíritu Santo al dar dones espirituales para equipar a los cristianos para el ministerio.
Después de mencionar una variedad de dones espirituales, el apóstol Pablo dice: «Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11). Puesto que el Espíritu Santo es el que muestra o manifiesta la presencia de Dios en el mundo, Pablo puede llamar a los dones espirituales «manifestación especial» del Espíritu Santo (1ª Co 12: 7).' Cuando los dones espirituales están activos, esa es otra indicación de la presencia de Dios el Espíritu Santo en la iglesia.
En la vida de oración de cada creyente encontramos que el Espíritu Santo nos habilita para la oración y la hace eficaz. «No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras» (Ro 8: 26). Y Pablo dice que «por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu» (Ef. 2: 18). Una clase específica de oración que el Nuevo Testamento dice que el Espíritu posibilita que se haga es orar en lenguas (1 Ca 12:10-11; 14:2, 14-17).
Otro aspecto de la obra del Espíritu Santo en habilitar a los cristianos para el servicio es el de capacitarlos para vencer la oposición espiritual a la predicación del evangelio y a la obra de Dios en la vida de las personas. Este poder en la guerra espiritual lo vemos primero en acción en la vida de Jesús, quien dijo: «En cambio, si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12: 28).
Cuando Pablo llegó a Chipre se encontró con la oposición de Elimas el hechicero, pero Pablo, «lleno del Espíritu Santo, clavó los ojos en Elimas y le dijo: "¡Hijo del diablo y enemigo de toda justicia, lleno de todo tipo de engaño y de fraude! ¿Nunca dejarás de torcer los caminos rectos del Señor? Ahora la mano del Señor está contra ti; vas a quedarte ciego y por algún tiempo no podrás ver la luz del sol."
Al instante cayeron sobre él sombra y oscuridad, y comenzó a buscar a tientas quien lo llevara de la mano» (Hch 13: 9-11). El don de «discernir espíritus» (1ª Co 12: 10), que el Espíritu Santo concede, es también una herramienta en la guerra en contra de las fuerzas de las tinieblas, como lo es la Palabra de Dios, que funciona como «la espada del Espíritu» (Ef 6: 17) en el conflicto espiritual.
NOTA: Vea el capítulo 39, para un estudio completo de las diferencias entre la obra del Espíritu Santo en el antiguo pacto y en el nuevo pacto.
La palabra que se traduce aquí como (poden) (dynamis) aparece otras nueve veces en Hechos. En un caso (4: 3), no está claro sí este (poden) se refiere a la predicación con poder que convence a los oyentes o a las señales milagrosas que acompañaban a la predicación. Pero en los otros ocho ejemplos (2:22; 3:12; 4:7; 6:8; 8:10 [en este versículo se refiere al poder de hechicero pagano obrador de milagros], 13; 10:38; 19:11) se refieren al poder para obrar milagros.
El significado del término dynamis se confirma aun más por su uso frecuente en el Evangelio de Lucas para hablar del poder de hacer milagros. Por tanto, cuando Jesús prometió a los discípulos en Hechos 1:8 que ellos recibirían (poden) cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos, parece probable que ellos le entenderían al menos el poder del Espíritu Santo para obrar milagros que probarían la veracidad del evangelio.
Debido a que el contexto inmediato de la frase habla acerca de ser testigos de Jesús, puede que ellos también entendieran que quería decir que recibirian el poder del Espíritu Santo para obrar por medio de su predicación y llevar a las personas a la convicción de sus pecados y a despertar la fe en los corazones de las personas. Este poder de la predicación fue evidente en los sucesos subsecuentes, como cuando los oyentes de Pedro «se sintieron profundamente conmovidos» (Hch. 2: 37), o cuando «muchos de los que oyeron el mensaje creyeron, y el número de éstos llegaba a unos cinco mil» (Hch. 4: 4).
La palabra griega que traducimos como «manifestación» es phanerosis, que significa algo que se revela, algo que se hace públicamente evidente o claro. El adjetivo relacionado phaneros significa «visible, claro, que se puede ver, abierto, evidente, conocido» (BAGD, p. 852).
El Espíritu Santo también nos habilita para obedecer a Dios durante la vida cristiana (vea el estudio abajo sobre la obra de purificación del Espíritu Santo).

B. EL ESPÍRITU SANTO PURIFICA

Puesto que este miembro de la Trinidad es conocido como el Espíritu Santo, no nos sorprende encontrar que una de sus actividades principales es limpiamos del pecado y «santificamos» o hacernos más santos en nuestra conducta. Aun en la vida de los incrédulos hay cierta influencia restrictiva del Espíritu Santo al convencer él al mundo de pecado Gn, 16: 8-11; Hch 7: 51). Pero cuando las personas se hacen cristianas, el Espíritu Santo hace una obra de limpieza inicial en ellos, propiciando un rompimiento decisivo con las pautas de pecado que tenían antes.
Pablo dice de los corintios: «Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios» (1ª Co 6:11; vea también Tit 3: 5). Esta obra de limpieza y purificación del Espíritu Santo es lo que al parecer está simbolizada por la metáfora del fuego cuando Juan el Bautista dice que Jesús bautizará a los creyentes «con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3: 11; Lc 3: 16).
Después de ese rompimiento inicial con el pecado que el Espíritu produce en nuestra vida en la conversión, también produce en nosotros un crecimiento en la santidad de la vida. Hace que brote dentro de nosotros el «fruto del Espíritu» (amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio», Gá 5: 22-23), cualidades que reflejan el carácter de Dios.
A medida que continuamente «somos transformados a su semejanza con más y más gloria» debiéramos recordar que esto sucede «por la acción del Señor, que es el Espíritu» (2ª Co 3:18). La santificación viene por el poder del Espíritu Santo (2ª Ts 2:1 3; 1ª P 1: 2; Ro 8: 4, 15-16), porque si «por medio del Espíritu» podemos dar «muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán» y creceremos en santidad personal (Ro 8: 13; vea 7:6; Fil 1: 19).
Algunas personas hablan hoy de la obra de purificación (o curación) del Espíritu Santo que tiene lugar cuando son «derribados en el Espíritu», experiencia mediante la cual caen de repente al suelo en un estado medio inconsciente y permanecen así durante unos minutos u horas. Aunque la frase «derribados en el Espíritu» no se encuentra en las Escrituras, sí hay ocasiones en que las personas caen al suelo, o caen en un trance, en la presencia de Dios. Las experiencias contemporáneas debieran ser evaluadas conforme a los resultados perdurables (frutos) que producen en la vida de las personas (vea Mt 7:15-20; 1ª Cao14:12, 26).

C. EL ESPÍRITU SANTO REVELA

1. REVELACIÓN A LOS PROFETAS Y APÓSTOLES.
En el capítulo 4 estudiamos en gran detalle la obra del Espíritu Santo en la revelación de las palabras de Dios a los profetas del Antiguo Testamento ya los apóstoles del Nuevo Testamento, de tal manera que en muchos casos esas palabras pudieron ser expresadas mediante las Escrituras (vea, por ejemplo, Nm 24: 2; Ez 11: 5; Zac 7: 12,). Todas las Escrituras del
Antiguo Testamento llegaron a formarse porque «los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo» (2ª P 1: 21). Varios otros pasajes mencionan esta obra del Espíritu Santo en los profetas del Antiguo Testamento (vea Mt 22: 43; Hch 1: 16; 4: 25; 28: 25; 1ª P 1: 11). Los apóstoles del Nuevo Testamento y otros que escribieron las palabras de las Escrituras del Nuevo Testamento fueron también guiados «a toda la verdad» por el Espíritu Santo (Jn 16: 13), quien también les habló a los apóstoles lo que él escuchó de parte del Padre y del Hijo, y les anunció las «cosas por venir» (Jn 16:13; Ef 3:5).
Otros también, como Elizabeth (Lc 1: 41), Zacarías (Lc 1: 67) y Simeón (Lc 2: 25), inspirados por el Espíritu Santo dijeron o cantaron palabras que llegaron a ser parte de las Escrituras
2. DA EVIDENCIA DE LA PRESENCIA DE DIOS.
Algunas veces se ha dicho que la obra del Espíritu Santo no tiene el propósito de llamar la atención hacia sí mismo sino dar gloria a Jesús y a Dios el Padre. Pero esto parece ser una falsa dicotomía que no está apoyada por las Escrituras. Por supuesto, el Espíritu Santo glorifica a Jesús an 16:14) y da testimonio de él (Jn 15: 26; Hch 5: 32; 1Ca 12: 3; 1ª Jn 4: 2). ¡Pero eso no quiere decir que no dé a conocer sus propias acciones y palabras! La Biblia tiene cientos de versículos que hablan acerca de la obra del Espíritu Santo, que dan a conocer su trabajo, y la Biblia misma es el producto de la obra e inspiración del Espíritu Santo.
Además, el Espíritu santo con frecuencia se da a conocer mediante fenómenos que indican su actividad, tanto en los períodos del Antiguo como del Nuevo Testamentos.
Esto quedó evidenciado cuando el Espíritu Santo cayó sobre los setenta ancianos que estaban con Moisés y estos se pusieron a profetizar (Nm 11: 25-26), y cuando el Espíritu Santo venía sobre los jueces y los capacitaba para hacer grandes y poderosas obras Jue 14: 6, 19; 15: 14,). En estos casos las personas pudieron ver los efectos de la venida del Espíritu sobre aquellos siervos del Señor. Esto 10 vemos cuando el Espíritu cayó con poder sobre Saúl y este se puso a profetizar con un grupo de profetas (1ª S 10: 6, 10), y sucedió también con frecuencia cuando capacitaba a los profetas del Antiguo Testamento para profetizar públicamente.
El Espíritu Santo también hizo que su presencia fuera evidente y visible cuando descendió como una paloma sobre Jesús (Jn 1:32), o vino como el sonido de un viento recio y con lenguas de fuego visibles sobre los discípulos en Pentecostés (Hch 2:2-3). Además, cuando las personas recibían el Espíritu Santo y empezaban a hablar en lenguas o alababan a Dios de una forma notable y espontánea (vea Hch 2:4; 10:44-46; 19:6), el Espíritu Santo hizo que su presencia fuera también conocida.
Y Jesús prometió que el Espíritu Santo dentro de nosotros sería tan poderoso que sería como un río de agua viva que brotaría de lo más profundo de nuestro ser (vea Jn 7: 39), símil que sugiere que las personas serían conscientes de una presencia que de alguna forma sería perceptible.
En la vida de creyentes individuales, el Espíritu Santo no oculta por completo su obra, sino que hace que su presencia se note de varias formas. Él da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Ro 8: 16), y clama «¡Abba! ¡Padre!» (Gá 4: 6). Él nos provee de una garantía o anticipo de nuestra futura comunión con él en el cielo (2ª Co 1: 22; 5: 5), y nos revela sus deseos de forma que podamos ser dirigidos por esos deseos y seguirlos (Ro 8: 4-16; Gá 5:1 6-25).
Él da dones que manifiestan su presencia (1ª Co 12: 7-11). Y de vez en cuando realiza señales milagrosas y maravillas que son un fuerte testimonio de la presencia de Dios en la predicación del evangelio (He 2: 4;1ª Ca 2: 4; Ro 15: 19).
Parece, por tanto, más exacto decir que aunque el Espíritu Santo glorifica a Jesús, también con frecuencia llama la atención sobre su obra y da evidencias reconocibles que hacen que su presencia sea conocida. En verdad, parece que uno de sus propósitos principales en la era del nuevo pacto es manifestar la presencia de Dios, es dar indicaciones que hacen que la presencia de Dios sea reconocida.
Y cuando el Espíritu Santo obra en varias formas que pueden ser percibidas por los creyentes y por incrédulos, esto estimula la fe de las personas de que Dios está cerca y que está trabajando para llevar a cabo sus propósitos en la iglesia y para derramar bendiciones sobre su pueblo.
3. GUÍA Y DIRIGE AL PUEBLO DE DIOS.
Las Escrituras nos dan muchos ejemplos de la dirección directa que el Espíritu Santo dio a muchas personas. De hecho, en el Antiguo Testamento, Dios dice que era un pecado que su pueblo entrara en alianzas con otros cuando se trataba de «alianzas contrarias a mi Espíritu» (Is 30: 1).
Al parecer el pueblo había tomado decisiones basados en su propia sabiduría y sentido común en vez de buscar la dirección del Espíritu de Dios antes de entrar en tales alianzas. En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo encaminó a Jesús al desierto para ser tentado (Mt 4:1; Lc 4:1). Tan fuerte fue aquella dirección del Espíritu Santo que Marcos dice que «en seguida el Espíritu lo impulsó a ir al desierto» (Mr 1: 12).
En otros contextos el Espíritu Santo dio palabras directas de instrucciones para guiar al siervo de Dios, como cuando le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro» (Hch 8: 29), o cuando le dijo a Pedro que fuera con tres hombres que habían ido a buscarlo de parte de la familia de Camelia (Hch 10: 19-20; 11: 12), o dirigiendo a los cristianos de Antioquía: «Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: "Apártenme ahora a Bernabé ya Saulo para el trabajo al que los he llamado"» (Hch 13:2).
También en la categoría de «dirección», pero de una forma mucho más directa y convincente, contamos con varías ejemplos donde el Espíritu Santo transportó realmente a la persona de un lugar a otro. Esto sucedió con Felipe: «Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe, apareció en Azoto» (Hch 8: 39-40). ¡La dirección del Espíritu en este caso no podía ser más clara!
Pero cosas similares solían ocurrirles a algunos profetas del Antiguo Testamento, porque los que conocieron a Elías parece que esperaban que el Espíritu de Dios lo arrebatara y transportara a otra parte (1 R 18:12; 2 R 2:16: «Quizá el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle»). Ezequiel dice que el Espíritu lo «elevó» y lo llevó a varios lugares (Ez 11: 1; 37:1; 43: 5, RVR 1960), experiencia tuvo Juan como parte de las visiones registradas en Apocalipsis (Ap 17:3; 21:10).
Pero en la gran mayoría de los casos la dirección del Espíritu Santo no es tan dramática como estas. Las Escrituras más bien hablan del Espíritu Santo que da una dirección diaria, de ser «guiados por el Espíritu de Dios» (Ro 8: 14; Gá 5: 16). Es posible entender estos versículos en el sentido de que Pablo se está refiriendo solo a la obediencia a los mandamientos morales de las Escrituras, pero esta interpretación parece bastante improbable, especialmente en base a que todo el contexto está tratando con emociones y deseos que nosotros percibimos en una forma más subjetiva, y porque Pablo aquí está contrastando ser guiado por el Espíritu con seguir los deseos de la carne o de la naturaleza pecaminosa:
Así Que Les Digo: Vivan Por El Espíritu, Y No Seguirán Los Deseos De La Naturaleza Pecaminosa.
Porque Éste Deseo Lo Que Es Contrario Al Espíritu, Y El Espíritu Desea Lo Que Es Contrario A Ella. Las Obras De La Naturaleza Pecaminosa Se Conocen Bien: Inmoralidad Sexual, Impureza Y Libertinaje; Idolatría Y Brujería; Odio, Discordia, Celos, Arrebatos De Ira, Rivalidades, Disensiones, Sectarismos Y Envidia; Borracheras, Orgías, Y Otras Cosas Parecidas.... En Cambio, El Fruto Del Espíritu Es Amor, Alegría, Paz, Paciencia, Amabilidad, Bondad, Fidelidad, Humildad Y Dominio Propio. Si El Espíritu Nos Da Vida, Andemos Guiados Por El Espíritu. No Dejemos Que La Vanidad Nos Lleve A Irritamos Y A Envidiamos Unos A Otros. (Gá 5: 16-26).
El contraste entre «los deseos de la carne» y los «deseos del Espíritu» implica que nuestra vida debiera responder momento a momento a los deseos del Espíritu Santo, no a los deseos de la carne. Ahora bien, puede ser que una buena parte de responder a esos deseos sea el proceso intelectual de comprender lo que son el amor, el gozo y la paz (y así sucesivamente), y actuar en una forma amorosa, gozosa o pacífica. Pero esto difícilmente puede constituir el todo de esa dirección del Espíritu porque estas emociones no son solo cosas en las que pensamos, sino también cosas que sentimos en un nivel profundo.
En realidad, la palabra que traducimos «deseos» (gr. epitymia) se refiere a fuertes deseos humanos, no solo a decisiones intelectuales. Pablo está diciendo que tenemos que seguir esos deseos a medida que el Espíritu los va produciendo en nosotros. Además, la idea de ser «guiados» por el Espíritu Santo (Gá 5: 18) implica una participación activa personal por parte del Espíritu Santo para guiarnos.
NOTA: Es posible que Ezequiel y Juan estén hablando de ser transportados en una visión (como en Ez. 8: 3 y 11: 24), más bien que un viaje fisico literal. Pablo permite ambas posibilidades en 2ª Co. 12: 2-3.
Eso es algo más que nuestra reflexión en normas bíblicas comunes, e incluye una participación del Espíritu Santo en relacionarse con nosotros como personas y guiarnos y dirigirnos.
Hay ejemplos específicos del Espíritu guiando directamente a personas en el libro de Hechos. Después de la decisión del Concilio de Jerusalén, los líderes escribieron una carta a las iglesias: «Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles a ustedes ninguna carga aparte de los siguientes requisitos»
(Hch 15:28). Este versículo sugiere que el concilio debió haber tenido un sentido de lo que le agradaba al Espíritu en esas cuestiones: Ellos supieron lo que le pareció bien al Espíritu Santo. En el segundo viaje misionero de Pablo, Lucas escribe «que el Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia» y que luego «cuando llegaron cerca de Misia, intentaron pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió» (Hch 16: 6-7).
Por supuesto, ningún principio escrito de las Escrituras del Antiguo Testamento les hubiera llevado a ellos a concluir que ellos no podían predicar en Asia o Bitinia. El Espíritu Santo debió más bien haberles comunicado directamente lo que deseaba de una forma específica, ya fuera mediante palabras audibles o en la mente, o por medio de impresiones subjetivas fuertes de una falta de presencia del Espíritu Santo o de sus bendiciones al intentar ellos viajar a aquellas diferentes regiones.
Más tarde, cuando Pablo se encontraba de camino hacia Jerusalén, dijo: «y ahora tengan en cuenta que vaya Jerusalén obligado por el Espíritu, sin saber lo que allí me espera. Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos» (Hch 20: 22-23). Pablo no cree que pueda tener otra opción, porque fue tan clara para él la manifestación de la presencia del Espíritu y lo que este quería de él que el apóstol podía decir que fue «obligado» por el Espíritu.
En otros casos el Espíritu Santo los dirigió a colocar personas en varios ministerios de la iglesia. Por ejemplo, el Espíritu dijo a la iglesia en Antioquía: «Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: "Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado» (Hch 13 :2).
Y Pablo pudo decir que el Espíritu Santo había llamado a los ancianos de la iglesia de Éfeso a sus posiciones de liderazgo porque dijo: «Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre» (Hch 20: 28).
Por último, el Espíritu Santo dirige a veces por medio de dones espirituales como el de profecía (1ª Co 14: 29-33).
NOTA: La palabra que la NVI traduce como (obligadm) y la RVR 1960 como «ligado» es un participio pasivo perfecto de  y significa un suceso contemplado antes (quizá una fuerte convicción de parte de! Espíritu que decidió a Pablo a emprender este viaje a Jerusalén sin demora), pero un suceso que tiene también resultados continuos en el presente, de modo que Pablo permanece «obligado» cuando hablaba (el suceso todavía le influenciaba a Pablo con tanta fuerza que no tenía otra opción sino continuar adelante hacia Jerusalén).
Sin embargo, es siempre peligroso seguir solo profecías espontáneas para nuestra dirección en esta era de la iglesia, puesto que no debemos pensar que cualquier profecía es infalible o 100 por ciento exacta hoy. Los errores pueden aparecer especialmente en e! área de la dirección personal.
Pero todo eso no nos permite decir que no puede haber dirección que venga por profecía. Vea el estudio sobre la dirección subjetiva en general y el don de profecía en particular en este estudio.
4. PROVEE DE UNA ATMÓSFERA PIADOSA CUANDO MANIFIESTA SU PRESENCIA.
Debido a que el Espíritu Santo es completamente Dios, y participa de todos los atributos de Dios, su influencia traerá una atmósfera propia del carácter de Dios a la circunstancia en la que él está activo. Como él es el Espíritu Santo producirá en ocasiones convicción de pecado, de justicia y de juicio Un 16: 8-11).
Como Dios es amor, el Espíritu derrama el amor de Dios en nuestros corazones (Ro 5: 5; 15: 30; Col 1:8) y con frecuencia la presencia claramente manifiesta del Espíritu Santo va a crear una atmósfera de amor. A causa de que Dios no es «un Dios de desorden sino de paz» (1ª Co 14: 33), el Espíritu Santo trae una atmósfera de paz en medio de las circunstancias:
«Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo» (Ro 14: 17; d. Gá 5: 22). Este último versículo también nos enseña que el Espíritu Santo imparte una atmósfera de gozo (vea también Hch 13: 52; 1ª Ts 1: 6). Aunque esta lista no es exhaustiva, Pablo resume muchas de estas cualidades propias de Dios que el Espíritu produce cuando enumera los varios elementos del fruto del Espíritu en Gálatas 5: 22-23.
Otros elementos de esta atmósfera que el Espíritu Santo puede impartir son la verdad Un 14:17; 15: 26; 16:1 3; 1ª Jn 5: 7), sabiduría (Dt 34: 9; Is 11: 2), consuelo (Hch 9:31), libertad (2 Ca 3:17),justicia (Ro 14:17), esperanza (Ro 15: 13; d. Gá 5: 5), conciencia de ser hijos de Dios, de adopción (Ro 8: 15-16; Gá 4: 5-6), e incluso gloria (2ª Co 3:8).
El Espíritu Santo también trae unidad (Ef 4: 3), y poder (Hch 10: 38; 1ª Co 2:4; 2ª Ti 1:7; d. Hch 1: 8). Todos estos elementos de la actividad del Espíritu Santo indican los varios aspectos de una atmósfera en la que hace que su presencia y de ese modo su carácter-la perciban las personas.
5. NOS DA SEGURIDAD.
El Espíritu Santo «le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios» (Ro 8:16), y nos da evidencias de la obra de Dios dentro de nosotros: «¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio» ¿(1ª Jn 3: 24). «¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros?
Porque nos ha dado de su Espíritu» (1ª Jn 4: 13). El Espíritu Santo no solo nos da testimonio de que somos hijos de Dios, sino que también da testimonio de que Dios permanece en nosotros y nosotros en él Una vez más, en esto participa algo más que nuestro intelecto: el Espíritu obra para damos seguridad en el nivel subjetivo de la percepción espiritual y emocional
6. NOS ENSEÑA E ILUMINA.
Otro aspecto de la obra reveladora del Espíritu Santo es enseñar ciertas cosas al pueblo de Dios e iluminarlo para que pueda entender ciertas cosas. Jesús prometió especialmente a los discípulos esta función de enseñanza cuando les dijo que el Espíritu Santo «les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho» Jn 14: 26), y dijo: «ellos guiará a toda la verdad» Jn 16: 13).
Además, prometió que cuando ellos fueran llevados a juicio después de la persecución, el Espíritu les enseñaría qué decir en esos momentos (Lc 12:12; cE Mt 10:20; Mr 13: 11). En otros momentos el Espíritu Santo reveló información específica a las personas, como por ejemplo, le reveló a Simeón que no moriría hasta que viera al Mesías (Lc 2:26), o le reveló a Ágabo que sucedería una hambruna (Hch 11: 28) o que Pablo sería encarcelado en Jerusalén (Hch 21:11). En otros casos el Espíritu Santo reveló que Pablo sufriría en Jerusalén (Hch 20:23; 21:4) y le dijo expresamente a Pablo qué cosas sucederían en los últimos tiempos (1ª Ti 4: 1), Y le reveló las cosas que Dios ha preparado para aquellos que le aman (1ª Co 2: 9).
La obra de iluminación del Espíritu Santo la vemos en el hecho de que nos capacita para entender: «Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido» (1ª Co 2: 12). Por tanto, «El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios. '" En cambio, el que es espiritual lo juzga todo» (1ª Co 2: 14-15).
Debiéramos orar pidiendo que el Espíritu Santo nos dé su iluminación y de esa manera nos ayudara a entender correctamente cuando estudiamos las Escrituras o cuando consideramos las situaciones de nuestra vida. Aunque él no mencionó al Espíritu Santo específicamente, el salmista oró pidiendo esa iluminación cuando le pidió a Dios: «Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley» (Sal 119: 18).
Del mismo modo, Pablo oró pidiendo por los cristianos en Éfeso y sus alrededores: Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor.
Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz. (Ef. 1: 17-19)

D. EL ESPÍRITU SANTO UNIFICA

Cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre la iglesia en Pentecostés, Pedro proclamó que se estaba cumpliendo la profecía de Joel 2: 28-32:
En Realidad Lo Que Pasa Es Lo Que Anunció El Profeta Joel: Sucederá Que En Los Últimos Días, Dice Dios, Derramaré Mi Espíritu Sobre Todo El Género Humano. Profetizarán Sus Hijos Y Sus Hijas, Los Jóvenes Tendrán Visiones Y Los Ancianos Tendrán Sueños.
En Esos Días Derramaré Mi Espíritu Sobre Mis Siervos Y Mis Siervas, Y Profetizarán (Hechos 2: 16-18).
Se hace hincapié en la venida del Espíritu Santo sobre la comunidad de los creyentes, no solo sobre líderes como Moisés y Josué, sino sobre los hijos y las hijas, los ancianos y los jóvenes, los siervos y las siervas, todos recibirían el derramamiento del Espíritu Santo en este tiempo.
NOTA: Esto fue también un cumplimiento del deseo de Moisés de que el Señor derramara su Espíritu sobre todo su pueblo (Nm. 11:29), y de la visión del valle de los huesos secos reavivados por el Espíritu en Ez. 37. Vea también Donald Guthrie, New Testament Theology, pp. 512-13, 540, 562.
En el acontecimiento de Pentecostés, el Espíritu Santo creó una nueva comunidad que era la iglesia. La comunidad estaba marcada por una unidad sin precedentes, como Lucas nos lo recuerda:
Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos. (Hch 2: 44-47)
Pablo bendice a la iglesia de Corinto con una bendición que busca la comunión unificadora del Espíritu para todos ellos cuando dice: «Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo"! sean con todos ustedes» (2ª Co 13: 14). Es significativo que en este versículo trinitario él no atribuye especialmente la profundización del compañerismo entre los creyentes al Padre o al Hijo, sino al Espíritu Santo, una declaración coherente con la obra general unificadora del Espíritu en la iglesia.
Esta función unificadora es también evidente cuando Pablo les dice a los filipenses: «Por tanto, si sienten algún estímulo en su unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento » (Fil 2: 1_2).
De una manera similar, cuando él enfatiza la nueva unidad entre judíos y gentiles en la iglesia, dice que «por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu» (Ef 2: 18), y dice que en el Señor somos «edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu» (Ef. 2:22).
Cuando quiere recordarles la unidad que debieran tener como cristianos les exhorta a «mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz» (Ef 4: 3).
Las reflexiones de Pablo sobre los dones espirituales repiten también este tema de la obra unificadora del Espíritu Santo. Allí donde nosotros podríamos pensar en personas que tienen diferentes dones que quizá no se entiende bien unas con otras, la conclusión de Pablo es la opuesta: «El ojo no puede decirle a la mano: "No te necesito.
Ni puede la cabeza decirle a los pies: "No los necesito"» (1ª Co 12: 21). Pablo nos dice que estos dones diferentes los da «un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11), de modo que en la iglesia «a cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás» (1ª Co 12: 7).
De hecho, «todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo -ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres-, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu» (1ª Co12: 13).
La idea de que el Espíritu Santo unifica la iglesia es también evidente en el hecho de que las «rivalidades, disensiones, sectarismos» (Gá 5: 20) son deseos de la carne opuestos a ser guiados por «el Espíritu» (Gá 5: 18; d. v. 25). El Espíritu Santo es el que produce amor en los corazones (Ro 5:5; Gá 5:22; Col 1:8), y ese amor «es el vínculo perfecto» (Col 3: 14). Por tanto, cuando el Espíritu Santo está trabajando fuertemente en una iglesia para manifestar la presencia de Dios, una evidencia será la bella armonía de la comunidad de la iglesia y el amor desbordante entre ellos.
NOTA: La palabra koinonia, «compañerismo», también podría significar «participación en el Espíritu», pero eso tendría poco sentido para Pablo desear que ellos tuvieran algo que ya poseían como creyentes (participar en el Espíritu Santo). Es mejor traducir este versículo como «compañerismo del Espíritu Santo», enfatizando de ese modo una bendición del parte del Espíritu Santo que Pablo deseaba que aumentara en la iglesia corintia.
La palabra griega koinonia está aquí mejor traducida como «compañerismo» porque el propósito de Pablo en Fil. 2:1-11 es estimular la unidad en la iglesia filipense. (Vea también la nota anterior a esta).

E. EL ESPÍRITU SANTO DA UNA EVIDENCIA MÁS FUERTE O MÁS DÉBIL DE LA PRESENCIA Y BENDICIÓN DE DIOS SEGÚN LE RESPONDAMOS.

Muchos ejemplos del Antiguo y Nuevo Testamentos indican que el Espíritu Santo otorgará o retendrá bendiciones según vea si la situación que contempla le agrada o no. Es digno de notar que Jesús estaba completamente limpio de pecado y el Espíritu Santo permaneció sobre él» (Jn 1: 32) y le fue dado sin restricción (Jun. 3: 34). En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo vino con poder sobre Sansón varias veces (Jue 13: 25; 14: 6, 19; 15: 14), pero al final lo dejó cuando este persistió en el pecado (Jue 16: 20).
De igual manera, cuando Saúl persistió en la desobediencia el Espíritu Santo se apartó de él (1ª S 16: 14). Y cuando el pueblo de Israel se rebeló contra Dios y entristeció al Espíritu Santo, éste se volvió contra ellos (Is 63: 10).
También en el Nuevo Testamento el Espíritu Santo puede entristecerse y dejar de derramar bendiciones. Esteban reprendió a los líderes judíos, diciendo: «Siempre resisten al Espíritu Santo!» (Hch 7:51). Pablo advierte a la iglesia efesia: «No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención» (Ef 4: 30), y exhorta a la iglesia tesalonicense: «No apaguen el Espíritu» (1ª Ts 5: 19; cf.la metáfora de demorarse en abrir la puerta y de esa manera desilusionar a su amante en el Cantar de los Cantares 5: 3,6).
En ese mismo sentido, Pablo advierte seriamente a los cristianos que no contaminen sus cuerpos juntándose con las prostitutas porque el Espíritu Santo mora dentro de sus cuerpos: «¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios» (1ª Co 6: 19-20).
Aun más serio que entristecer o apagar al Espíritu Santo es esa forma de desobediencia profunda y endurecida que lleva a un juicio severo. Cuando Pedro reprendió a Ananías: «¿Cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno?» (Hch 5: 3), Ananías cayó muerto.
Del mismo modo, cuando Pedro le habló a Safira, la esposa de Ananías: «¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? ¡Mira! Los que sepultaron a tu esposo acaban de regresar y ahora te llevarán a ti» (Hch 5: 9), ella también cayó muerta inmediatamente.
El Libro De Hebreos Advierte A Los Que Están En Peligro De Dejar La Fe: «¿Cuánto Mayor Castigo Piensan Ustedes Que Merece El Que Ha Pisoteado Al Hijo De Dios, Que Ha Profanado La Sangre Del Pacto Por La Cual Había Sido Santificado, Y Que Ha Insultado Al Espíritu De La Gracia? (He 10: 29). Para Esa Persona «Sólo Queda Una Terrible Expectativa De Juicio, El Fuego Ardiente Que Ha De Devorar A Los Enemigos De Dios» (He 10: 27).
NOTA: Este pasaje lo podríamos poner también en la siguiente categoría, que estudiamos en el siguiente párrafo.
POR ÚLTIMO, QUEDA AÚN OTRO NIVEL EN EL QUE SE PUEDE OFENDER AL ESPÍRITU SANTO.
Esta clase de ofensa es aun más seria que la de entristecerlo o endurecerse en la desobediencia y es causa de disciplina y castigo. Es posible ofender de tal forma al Espíritu que su obra de convicción ya no dé resultado en la vida de la persona.
Todo Pecado Y Toda Blasfemia, Pero La Blasfemia Contra El Espíritu No Se Le Perdonará A Nadie. A Cualquiera Que Pronuncie Alguna Palabra Contra El Hijo Del Hombre Se Le Perdonará, Pero El Que Hable Contra El Espíritu Santo No Tendrá Perdón Ni En Este Mundo Ni En El Venidero. (Mt 12: 31-32; Mr 3: 29; Lc 12: 10).
Estas declaraciones surgen en un contexto en el que los fariseos voluntaria y maliciosamente atribuyen a Satanás la acción poderosa del Espíritu Santo que era tan evidente en el ministerio de Jesús. Puesto que el Espíritu Santo manifiesta tan claramente la presencia de Dios, aquellos que voluntaria y maliciosamente hablaban en contra de él y atribuían su actividad al poder de Satanás habían cometido, dijo Jesús, «un pecado eterno» (Mr 3: 29).
Todos estos pasajes indican que debemos ser muy cuidadosos en no entristecer u ofender al Espíritu Santo. Él no va a forzar su presencia en nosotros en contra de nuestra voluntad (vea 1ª Co 14: 32), pero si le resistimos, le apagamos o nos oponemos a él, se apartará de nosotros y retirará mucha de la bendición de Dios en nuestra vida.
Por otro lado, el Espíritu estará presente en la vida de los cristianos que se esfuerzan por agradarle y traerá grandes bendiciones. El Espíritu Santo se derramó plenamente en Pentecostés (vea Hch 2: 17-18) y ahora mora dentro de todos los verdaderos creyentes, haciendo que sean templos del Dios vivo (1ª Co 3: 16; 6: 19-20). Podemos experimentar una comunión y compañerismo íntimo con el Espíritu Santo en nuestra vida (2ª Co 3: 14; Fil 2:1). Él nos confía dones (1ª Co 12: 11), la verdad (2ª Ti 1: 14) y ministerios (Hch 20: 28).
En realidad, tan plena y abundante será su presencia que Jesús podía prometer que rebasarla de nuestro ser interior como «ríos de agua viva» (Jn 7: 38-39). Pedro promete que su presencia descansará especialmente sobre los que sufren por amor de Cristo: «Dichosos ustedes si los insultan por causa del nombre de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes» (1ª P 4: 14).
Por tanto, es importante que todo nuestro ministerio se ejerza en el Espíritu Santo, es decir, que vivamos conscientemente en la atmósfera piadosa creada por el Espíritu Santo, una atmósfera de poder, amor, gozo, verdad, santidad, justicia y paz. Pero mayor que estas características de la atmósfera creada por el Espíritu Santo es el sentido de la presencia del Espíritu mismo.
Estar en el Espíritu Santo es estar realmente en la atmósfera de la presencia manifiesta de Dios Esto es por lo que las personas en el Nuevo Testamento caminaban en la fortaleza del Espíritu Santo (Hch 9: 31), y por qué es posible estar «en el Espíritu» como Juan lo estaba en el día del Señor (Ap 1: 10; 4: 2).
Es sorprendente cuántas actividades en particular se dice en el Nuevo Testamento que eran hechas «en» el Espíritu: (Lu 10: 21), resolver o decir algo en el Espíritu Santo (he 19: 21) que nuestra conciencia nos conforme algo en el Espíritu (Ro 9: 1) tener acceso a Dios en el Espíritu Santo (Ef. 2. 18), orar en el Espíritu Santo (Ef. 6: 18; Jud 20), y amar en el Espíritu Santo (Col 1: 8). A la luz de estos versículos, podríamos preguntarnos, ¿en cuántas de estas actividades durante cada dia estamos conscientes de la presencia y bendiciones del Espíritu santo?
Es también posible estar lleno del Espíritu santo (Ef. 5: 18; Lc 1: 15, 41, 67; 4: 1; Hech 2: 4; 4: 8; 6: 3-5; 7: 55; 11: 24; 13: 9). Estar lleno con el Espíritu santo es estar lleno de la presencia inmediata de Dios mismo, y eso, por tanto, resultara en sentir lo que Dios siente y desea, hacer lo que Dios quiere, halar con poder Dios, orar ministrar en el poder de Dios, y conocer el conocimiento que Dios mimo da.
En las ocasiones cuando la iglesia experimenta avivamiento en el Espíritu Santo produce estos resultados en la vida de las personas en formas especialmente poderosas.
Por tanto, es importante en nuestra vida cristiana que dependamos del poder del Espíritu Santo, reconociendo que todo trabajo significativo es llevado a cabo no (por fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu dice el Señor Todo Poderoso) (Zac 4: 6). Pablo hace gran hincapié en decirles a los Gálatas que recibieron el Espíritu Santo por la fe al comienzo de su vida cristiana (Gá 3: 2) y este continuaría obrando en sus vidas conforme a su fe después de su conversión: (después de haber comenzado con el Espíritu, pretenden ahora perfeccionarse co esfuerzos humanos. Al darles Dios su Espíritu y hacer milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras que demanda la ley o por la fe con que han aceptado el mensaje) (Gá 3: 3-5)
Por consiguiente, tenemos que andar conforme a la dirección del Espíritu Santo (Rom 8: 12-16; Gá 5: 16-26) y fijar la mente en las cosas que son del Espíritu (Rom 8: 4-6). Todo lo que hagamos en nuestro ministerio, cualquiera que sea, debemos hacerlo en el poder del Espíritu Santo.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN PERSONAL
1. En el pasado ¿ha sido difícil para usted pensar del Espíritu Santo como una persona más bien que como una presencia o fuerza? ¿Qué partes (si alguna) en ete capitulo le han ayudado a pensar mejor del Espíritu Santo como una persona? ¿Cree usted que tiene conciencia de sus relaciones con el Espíritu Santo como una persona que es distinta a Dios el Padre y de Dios el Hijo? ¿Qué podría ayudarle a usted a estar más consciente de las distinciones de los miembros de la trinidad en sus relaciones con usted?
2. ¿Percibe usted alguna diferencia en la manera en que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se relaciona con usted en su vida cristiana? Si es así, ¿puede usted explicar cuál es la diferencia y como está consciente de ella?
3. ¿Ha estado usted alguna vez especialmente consciente de la habilitación del Espíritu Santo en alguna circunstancia especifica de su ministerio? (Esto pudo haber sido mientras evangelizaba, aconsejaba, enseñaba o predicaba, oraba, adoraba o en alguna otra circunstancia en su ministerio) ¿Cómo Es posible regocijarse en el Espíritu Santo percibió la presencia del Espíritu Santo en ese tiempo, o qué es lo que lo hizo consciente de su presencia?
4. En su experiencia, ¿en qué formas llega a usted la dirección del Espíritu Santo? ¿Es principalmente (o exclusivamente) por medio de las Escrituras? Si es así, ¿hay veces cuando ciertos pasajes de las Escrituras parecen que cobran vida y le hablan con gran relevancia y vitalidad en ese momento? ¿Cómo sabe usted cuando eso está sucediendo? Si la dirección del Espíritu Santo ha venido a usted en otras formas además de hablarle por medio de las palabras de las Escrituras, ¿cuáles han sido esas otras formas?
5. ¿Percibe de vez en cuando la complacencia o desagrado del Espíritu Santo sobre algún curso de acción que usted haya tomado? ¿Hay algo en su vida ahora mismo que está entristeciendo al Espíritu Santo? ¿Qué se propone hacer acerca de ello?
6. ¿Le dejó el Espíritu inmediatamente a Sansón cuando este empezó a pecar (vea Jue 13: 25; 14: 6, 19; 15: 14)? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Es la presencia de poder espiritual en el ministerio de alguien una garantía de que el Espíritu Santo está complacido con la vida de esa persona?
TÉRMINOS ESPECIALES
Blasfemia contra el Espíritu Santo, Espíritu Santo, en el Espíritu Santo, llenos con el Espíritu Santo, manifestación de la presencia activa de, Dios
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Romanos 8:12-14: Por Tanto, Hermanos, Tenemos Una Obligación, Pero No Es La De Vivir Conforme A La Naturaleza Pecaminosa. Porque Si Ustedes Viven Conforme A Ella, Morirán; Pero Si Por Medio Del Espíritu Dan Muerte A Los Malos Hábitos Del Cuerpo, Vivirán. Porque Todos Los Que Son Guiados Por El Espíritu De Dios Son Hijos De Dios.

CAPÍTULO 2

EL BAUTISMO Y LA LLENURA DEL ESPÍRITU

¿DEBIÉRAMOS BUSCAR EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO DESPUÉS DE LA CONVERSIÓN? ¿QUÉ SIGNIFICA SER LLENOS CON EL ESPÍRITU SANTO?
Los libros de teología sistemática no han incluido tradicionalmente un capítulo sobre el bautismo en el Espíritu Santo o ser lleno con el Espíritu Santo como parte del estudio del «orden de la salvación», el estudio de los varios pasos en que se aplican los beneficios de la salvación a nuestra vida.
Pero desde la aparición del pentecostalismo que empezó en 1901, la ampliamente extendida influencia del movimiento carismático en las décadas de 1960 y 1970, Y el notable crecimiento de las iglesias pentecostales y carismáticas' en todo el mundo desde los años de 1970 hasta el presente, la cuestión del «bautismo en el Espíritu Santo» distinto de la regeneración ha llegado a tener una creciente prominencia. He puesto este capítulo en este lugar en nuestro estudio de la aplicación de la redención por dos razones:
(1) Un entendimiento correcto de esta cuestión debe dar por sentado un entendimiento de la regeneración, la adopción y la santificación, todo lo cual lo estudiamos en los capítulos anteriores.
(2) Todos los capítulos anteriores sobre la aplicación de la redención han considerado sucesos que ocurren (o en el caso de la santificación, que empieza) en el momento en el que una persona se hace cristiana. Pero esta cuestión tiene que ver con un suceso que tiene lugar en el momento de la conversión (según un punto de vista) o en algún momento después de la conversión (según otro punto de vista).
Además, las personas en ambos lados del debate están de acuerdo que alguna forma de segunda experiencia les ha ocurrido a muchos creyentes después de la conversión y, por tanto, una cuestión muy importante es cómo entender esta experiencia a la luz de las Escrituras y qué categoría bíblicas se aplican debidamente aquí.
NOTA: Vea estudio anterior para una lista de elementos en el orden de la salvación.
Estoy usando los términos pentecostal y carismático en la siguiente forma: Pentecostal se refiere a cualquier denominación o grupo que tiene su origen histórico en el avivamiento pentecostal que empezó en los Estados Unidos en 1901 y que sostiene la posición doctrinal de que:
(A) El bautismo en el Espíritu Santo es un suceso común subsiguiente a la conversión, y:
(B) Que el bautismo en el Espíritu Santo se manifiesta mediante la señal de hablar en lenguas, y:
(C) Que todos los dones espirituales que se mencionan en el Nuevo Testamento hay que buscarlos y usarlos hoy.
Los grupos pentecostales tienen generalmente su propia estructura denominacional, la más prominente de las cuales en las Asambleas de Dios.
Los carismáticos se refiere a todo grupo o personas que tienen su origen histórico en el movimiento de renovación carismático de las décadas de 1960 y 1970, que buscan practicar todos los dones espirituales mencionados en el Nuevo Testamento (incluyendo profecía, sanidades, milagros, lenguas, interpretación y discernimiento de espíritus), y permiten diferentes puntos de vista sobre si el bautismo en el Espíritu Santo es subsiguiente a la conversión o si el hablar en lenguas es una señal del bautismo en el Espíritu Santo.
Los carismáticos se refrenan de formar su propia denominación, pero se ven a sí mismos como una fuerza de renovación dentro de las iglesias protestantes y católicas existentes. No hayal presente una denominación carismática representativa en los Estados Unidos, pero el más destacado portavoz carismático es probablemente Pat Robertson de la cadena de televisión Christian Broadcasting Network, con su programa de televisión «The 700 Club» y la Regent University (anteriormente CBN University).
En los años de 1980 apareció otro movimiento de renovación, llamado la «tercera ola» por el profesor de misiones C. Peter Wagner del Seminario Fuller (se refería a la renovación pentecostal como la primera ola de renovación del Espíritu Santo en la iglesia moderna, y al movimiento carismático como la segunda ola.)
La «tercera ola» anima la capacitación de los creyentes en el uso de los dones espirituales del Nuevo Testamento hoy, y dice que la proclamación del evangelio debiera ir en general acompañada de «señales, maravillas y prodigios», según el modelo del Nuevo Testamento. Ellos enseñan, sin embargo, que el bautismo en el Espíritu Santo sucede a todos los creyentes en el momento de la conversión, y que las subsiguientes experiencias es mejor llamarlas ser «llenos» con el Espíritu Santo.
El representante más prominente de la «tercera ola» es John Wimber, pastor principal de la Vineyard Christian Fellowship en Anaheim, California, y líder de la Asociación de Vieneyard Churches. Los dos libros principales de Wimber son Power Evangelism (San Francisco: Harper & Row, 1986, edi. Rev. 1992) y Power Healing (San Francisco: Harper & Row, 1987), ambos escritos junto con Kevin Springer, estos dos libros son ampliamente reconocidos como representantes distintivos de los énfasis de la «tercera ola».
La obra de referencia más completa de estos movimientos en el presente es Stanley M. Burgess y Gary B. McGee, editors, Dictionary of Pentecostal and Charismatic Movements (Grand Rapids: Michigan, 1988).
EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS

A. EL ENTENDIMIENTO PENTECOSTAL TRADICIONAL

El tema de este capítulo ha llegado a ser muy importante hoy porque muchos cristianos dicen que han experimentado un «bautismo en el Espíritu Santo» que vino después que ellos se hicieran cristianos y ha traído gran bendición en sus vidas.
Afirman que la oración y el estudio de la Biblia se han hecho mucho más significativos y eficaces, que han descubierto un nuevo gozo en la adoración, y a menudo dicen que han recibido nuevos dones espirituales (especialmente, y con más frecuencia, el don de hablar en lenguas).
Esta posición carismática o pentecostal tradicional está apoyada por las Escrituras en la siguiente manera:
(1) Los discípulos de Jesús eran creyentes nacidos de nuevo antes del día de Pentecostés, quizá durante la vida y ministerio de Jesús, pero sin duda lo eran para el tiempo cuando Jesús, después de su resurrección: «Sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo"» (Jn 20: 22).
(2) Jesús, no obstante, les mandó a sus discípulos: «No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado» (Hch 1: 4), y les dijo: «dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo» (Hch 1: 5). Luego les dijo: «Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder» (Hch 1: 8). Los discípulos entonces obedecieron el mandamiento de Jesús y esperaron en Jerusalén a que viniera sobre ellos el Espíritu Santo a fin de recibir el poder anunciado para el testimonio y el ministerio.
(3) Cuando los discípulos llevaban esperando diez días, llegó el día de Pentecostés, y lenguas de fuego se posaron sobre sus cabezas, «Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hch 2: 4). Esto muestra claramente que ellos recibieron un bautismo en (o con)' en el Espíritu Santo.
Aunque los discípulos habían nacido de nuevo mucho antes del día de Pentecostés, en Pentecostés ellos fueron «bautizados con el Espíritu Santo» (Hch 1:5 y 11: 17 se refieren a esto de esa manera) que fue subsiguiente a la conversión y que resultó en una gran demostración de poder así como el hablar en lenguas:
NOTA: No importa mucho si se traduce la frase griega en pneumati como «en el Espíritu» o «con el Espíritu» porque ambas son traducciones aceptables, y las personas en todos los lados de este asunto parecen usar ambas expresiones como intercambiables. Yo he usado generalmente «en el Espíritu Santo» a lo largo de este capítulo, pero la NVI que es la que se usa en esta obra en español generalmente prefiere: «con el Espíritu Santo.
No hago ninguna distinción entre estas dos frases en el estudio de este capítulo. (Vea abajo, pp. 805-06, para un estudio de las afirmaciones frecuentes de los pentecostales de que el bautismo por el Espíritu [como en 1ª Co 12: 13] es un suceso diferente que el bautismo en [o con] el Espíritu Santo.)
(4) Los cristianos hoy, como los apóstoles, debieran preguntarle a Jesús por el «bautismo en el Espíritu Santo» y que eso siguiera el mismo modelo que en la vida de los discípulos. Si recibimos este bautismo en el Espíritu Santo, resultará en un mayor poder para el ministerio en nuestra vida, así como sucedió en la vida de los discípulos, y resultará también con frecuencia (o siempre, según algunos maestros) en hablar en lenguas.
(5) Apoyo para este modelo -en el que las personas nacen de nuevo primero y más tarde son bautizados en el Espíritu Santo- lo encontramos en otras varias ocasiones en el libro de Hechos. Lo vemos, por ejemplo, en Hechos 8, donde encontramos a las personas de Samaria que se hicieron cristianos «cuando creyeron a Felipe que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo» (Hch 8: 12), pero recibieron el Espíritu Santo más tarde cuando los apóstoles Pedro y Juan llegaron desde Jerusalén y oraron por ellos (Hch 8: 14-17).
Otro ejemplo lo encontramos en Hechos 19, cuando Pablo llegó a Éfeso y «allí encontró a algunos discípulos» (Hch 19: 1). Pero «cuando Pablo les impuso las manos, el Espíritu Santo vino sobre ellos, y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar» (Hch 19: 6).
Todos estos ejemplos (Hechos 2, 8, a veces ello y 19)' son citados por los pentecostales con el fin de mostrar que el «bautismo en el Espíritu Santo» subsiguiente a la conversión era un suceso muy común entre los cristianos del Nuevo Testamento.
Por tanto, ellos razonan, era común para los cristianos en Hechos tener esta segunda experiencia en algún momento después de la conversión ~no debiera esto ser también común para nosotros hoy?
Podemos analizar el asunto del bautismo en el Espíritu Santo planteando tres preguntas:
(1) ¿Qué significa la frase «bautismo en el Espíritu Santo» en el Nuevo Testamento?
(2) ¿Cómo debemos entender la «segunda experiencia» que les viene a los cristianos nacidos de nuevo en el libro de Hechos?
(3) ¿Hay otras expresiones bíblicas, tales como «llenos del Espíritu Santo», que son más apropiadas para describir la capacitación con el Espíritu Santo que viene después de la conversión?
NOTA: La mayoría de los estudios pentecostales sobre el bautismo en el Espíritu Santo incluyen el punto de vista de que hablar en lenguas es una «señal, de que el creyente ha sido bautizado con el Espíritu Santo, y que esa señal les será dada a todos los que han sido bautizados con el Espíritu Santo, aunque no todos tendrán más tarde el don de hablar en lenguas como una don continuo en sus vidas.
Yo escuché esa enseñanza sobre el bautismo en el Espíritu Santo cuando estaba en mi primer año de estudios en la universidad en 1967, y más tarde oré en privado, como me instruyeron, para arrepentirse de todos mis pecados conocidos y una vez más entregar todas las áreas de vida a Dios, luego pedirle a Jesús que me bautizara con el Espíritu Santo.
 Aunque mí entendimiento de aquella experiencia ha cambiado desde entonces, de modo que ahora lo explico de otra manera (vea abajo), el resultado en mi vida fue sin duda muy positivo y perdurable, incluyendo un amor más profundo por Cristo y una eficacia mucho mayor en mi ministerio personal.
0tro ejemplo citado a veces es el de Camelia en Hechos 10. Era un hombre devoto y sincero que oraba a Dios constantemente (Hch 10: 2), pero cuando Pedro llegó y le predicó a él y a su familia, Pedro y los que le acompaña· dos se «quedaron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los gentiles, pues los oían hablar en lenguas y alabar a Dios. (Hch 10: 45-46).
EI caso de Pablo en Hechos 19:17 se menciona a veces también, pero no es tan claro, puesto que su persecución violenta de la iglesia antes de ese tiempo indica que él no había nacido de nuevo antes de la experiencia del camino de Damasco. Pero algunos han visto una pauta similar en la distinción entre su conversión en el camino a Damasco y su recibimiento del Espíritu Santo por medía de Ananías tres días más tarde.

B. ¿QUÉ SIGNIFICA LA FRASE «BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO» EN EL NUEVO TESTAMENTO?

Hay solo siete pasajes en el Nuevo Testamento en los que leemos que alguien fue bautizado en el Espíritu Santo. (Las versiones citadas aquí usan la palabra con en vez de en.)" Los siete pasajes son los siguientes:
En los primeros cuatro versículos, Juan el Bautista aparece hablando de Jesús y predice que él bautizará a las personas «con el Espíritu Santo»:
Mateo 3: 11: «Yo Los Bautizo A Ustedes Con Agua Para Que Se Arrepientan. Pero El Que Viene Después De Mí Es Más Poderoso Que Yo, Y Ni Siquiera Merezco Llevarle Las Sandalias. Él Los Bautizará Con El Espíritu Santo Y Con Fuego».
Marcos 1: 8: «Yo Los He Bautizado A Ustedes Con Agua, Pero Ellos Bautizará Con El Espíritu Santo».
Lucas 3: 16: «Yo Los Bautizo A Ustedes Con Agua-Les Respondió Juan A Todos-O Pero Está Por Llegar Uno Más Poderoso Que Yo, A Quien Ni Siquiera Merezco Desatarle La Correa De Sus Sandalias. Él Los Bautizará Con El Espíritu Santo Y Con Fuego».
Juan 1: 33: «Yo Mismo No Lo Conocía, Pero El Que Me Envió A Bautizar Con Agua Me Dijo: Aquel Sobre Quien Veas Que El Espíritu Desciende Y Permanece, Es El Que Bautiza Con El Espíritu Santo».
Es dificil sacar alguna conclusión de estos cuatro pasajes con respecto a lo que es de verdad el bautismo con el Espíritu Santo. Descubrimos que Jesús es el que llevará a cabo este bautismo y bautizará a sus seguidores. No se da más explicación acerca de este bautismo.
Los dos siguientes pasajes se refieren directamente a Pentecostés:
Hechos 1:5: [Aquí Habla Jesús:] «Juan Bautizó Con Agua, Pero Dentro De Pocos Días Ustedes Serán Bautizados Con El Espíritu Santo».
Hechos 11:16: [Aquí Pedro Se Refiere A Las Mismas Palabras Citadas En El Versículo Anterior.] «Entonces Recordé Lo Que Había Dicho El Señor: 'Juan Bautizó Con Agua, Pero Ustedes Serán Bautizados Con El Espíritu Santo».
Estos dos pasajes nos muestran que sea lo que sea que entendamos por bautismo con el Espíritu Santo, sucedió sin duda en el día de Pentecostés como lo tenemos registrado en Hechos 2, cuando el Espíritu Santo descendió con gran poder sobre los discípulos y los que estaban con ellos, y ellos empezaron a hablar en otras lenguas y como tres mil personas se convirtieron (Hch 2: 14).
Es importante que nos demos cuenta que seis de estos versículos usan casi las mismas expresiones en griego, las únicas diferencias son algunas variaciones en el orden de las palabras y el tiempo verbal para encajar con la oración gramatical, y uno de los ejemplos aparecen con la preposición sobreentendida más bien que expresada explícitamente:
La otra referencia que nos queda del Nuevo Testamento está en las epístolas paulinas:
1ª Corintios 12: 13: «Todos Fuimos Bautizados Por Un Solo Espíritu Para Constituir Un Solo Cuerpo -Ya Seamos Judíos O Gentiles, Esclavos O Libres-, Y A Todos Se Nos Día A Beber De Un Mismo Espíritu».
La cuestión ahora es si 1 Corintios 12: 13 se está refiriendo a la misma actividad que los otros seis versículos. En algunas versiones de la Biblia (especialmente en inglés) parece que es diferente, Pero la RVR 1960 y la NVI tienen un mismo sentido y usan prácticamente las mismas palabras: « Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo».
Los que apoyan el punto de vista pentecostal del bautismo en el Espíritu Santo después de la conversión están muy dispuestos a ver este versículo como refiriéndose a otra cosa diferente del bautismo en el Espíritu Santo, y con frecuencia enfatizan las diferencias que aparecen en las traducciones en inglés.
En todos los otros seis versículos Jesús es el que bautiza a las personas y el Espíritu Santo es el «elemento» (paralelo al agua en el bautismo físico) en el cual o con el cual Jesús nos bautiza. Pero aquí en 1ª Corintios 12: 13 (como lo explican los pentecostales) tenemos algo muy diferente, aquí la persona que bautiza no es Jesús, sino el Espíritu Santo. Por tanto, ellos dicen, 1ª Corintios 12: 13 no debiera tenerse en cuenta cuando preguntamos qué quiere decir el Nuevo Testamento con lo de «bautizados con el Espíritu Santo».
Este punto es muy importante para la posición pentecostal, porque, si admitimos que 1ª Corintios 12: 13 se refiere al bautismo en el Espíritu Santo, entonces es muy difícil mantener que es una experiencia que viene después de la conversión.
En este versículo Pablo dice que este bautismo en/ con/por el Espíritu Santo nos hace miembros del cuerpo de Cristo: «Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo» (1ª Co 12: 13). Pero si esto es en realidad un «bautismo en el Espíritu Santo», lo mismo a que se estaba refiriendo en el suceso del que se habla en los otros seis versículos anteriores, entonces Pablo está diciendo que eso les ocurrió a todos los corintios cuando ellos se hicieron miembros del cuerpo de Cristo; esto es, cuando se hicieron cristianos.
Porque fue aquel bautismo el que los llevó a ser miembros del cuerpo de Cristo, la iglesia. Esa conclusión sería muy dificil para la posición pentecostal que sostiene que el bautismo en el Espíritu Santo es algo que tiene lugar después de la conversión, no al mismo tiempo.
NOTA: La expresión que se usa en todos estos seis pasajes es el verbo baptizo (bautizar) más la frase preposicional en pneumati hagio (en) [o con] (el Espíritu Santo), excepto Marcos que omite la preposición en.
Aun así, no hay diferencia en el significado, porque el nombre dativo solo puede tomar el mismo sentido como la preposición en con el nombre dativo. Mateo y Lucas también añaden «y con fuego».
¿Es posible sostener el punto de vista pentecostal de que los otros seis versículos se refieren a un bautismo por Jesús mediante el cual él nos bautiza en (o con) el Espíritu Santo, pero que 1ª Corintios 12: 13 se refiere a algo diferente, a un bautismo por el Espíritu Santo?
Aunque la distinción parece tener sentido en base de algunas traducciones en inglés, no puede en realidad sostenerse cuando examinamos el texto griego, porque allí la expresión es casi idéntica a las expresiones que hemos visto en los otros seis versículos. Pablo dice en heni pneumati... ebaptishemen (Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu).
Aparte de una pequeña diferencia (él se refiere a «un solo Espíritu» en vez de al «Espíritu Santo») o todos los otros elementos son los mismos: el verbo es baptizo, y la frase preposicional contiene las mismas palabras (en y el nombre dativo pneumati).
Si nosotros traducimos esta misma expresión griega «bautizados en el Espíritu Santo» (o «bautizados con el Espíritu Santo») en las otras seis ocasiones en el Nuevo Testamento donde las encontramos, entonces parece apropiado que las traduzcamos de la misma forma en esta séptima ocasión. Y sin importar cómo lo traducimos, resulta dificil negar que los lectores originales hubieran visto esta frase como refiriéndose a lo mismo que en otros seis versículos, porque para ellos las palabras eran las mismas.
¿Por qué entonces las traducciones inglesas modernas traducen en este versículo diciendo: «Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu», apoyando al parecer de esa forma la interpretación pentecosta1? Debiéramos notar primero que la NASB nos da «en» como una traducción al margen, y que la NVI nos da al margen tanto «con» y «en» como otras variantes posibles.
La razón por la que estas traducciones han escogido la palabra «por» ha sido aparentemente por un deseo de evitar que apareciera dos veces bautismo en la misma frase.
La frase ya dice que este bautismo fue «en un cuerpo», y quizá los traductores pensaron que parecía poco elegante decir: «en un Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo». Pero esto no debiera ser visto como una gran dificultad, porque Pablo dice, refiriéndose a los israelitas: «y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar» (1ª Co 10: 2), una expresión muy similar en la que la nube y el mar son los «elementos» que rodearon o abrumaron a los israelitas y Moisés significa la nueva vida de participación en el pacto mosaico y en el compañerismo con el pueblo de Dios (dirigido por Moisés) en el que los israelitas se encontraron metidos después de haber pasado por la nube y el mar.
No es que hubiera dos lugares para el mismo bautismo, sino que uno era el elemento en el que fueron bautizados y el otro era el lugar en que se encontraron participando después del bautismo. Esto es muy similar a 1ª Co 12: 13:
El Espíritu Santo fue el elemento en el cual fueron bautizados, y el cuerpo de Cristo, la iglesia, era el lugar en el que se encontraron participando después del bautismo.
NOTA: En este contexto, en el cual él está hablando repetidas veces acerca del Espíritu Santo y de los dones espirituales, no puede haber duda de que se está refiriendo al Espíritu Santo.
Además del hecho de que esta frase griega que encontramos en 1ª Corintios 12: 13 se traduce para referirse al bautismo por el Espíritu Santo en todas las otras seis ocasiones, hay un argumento gramatical que apoya la traducción «en un Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo» en 1ª Co 12: 13:
Si Pablo hubiera querido decir que fuimos bautizados por el Espíritu Santo, él hubiera usado una expresión diferente. Ser bautizado «por» alguien en el Nuevo Testamento se expresa siempre mediante la preposición hypo seguida por un nombre en genitivo.
Esta es la forma en que los escritores de! Nuevo Testamento dicen que las personas fueron bautizadas por Juan el Bautista en el río Jordán (Mt 3: 6; Mr 1: 5; Lc 3: 7), o que Jesús fue bautizado «pon) Juan (Mt 3:13; Mr 1:9), o que los fariseos no se hicieron bautizara «pon) Juan (Lc 7: 30). O que Juan el Bautista le dijera a Jesús: «Yo soy el que necesita ser bautizado por ti» (Mt 3: 14).
Por tanto, si Pablo hubiera querido decir que los corintios todos habían sido bautizados por el Espíritu Santo él habría usado hypo y el genitivo, no en y el dativo. (Es común en el Nuevo Testamento que el agente que ejecuta la acción expresada por un verbo en pasivo se exprese usando hypo y el genitivo.)
Encontramos más apoyo para este punto de vista de que 1 Ca 12: 13 significa «en (o con) un Espíritu» en M.J. Harris«, Prepositions and Theology in The Greek New Testament», en NIDNTT, vol, 3, p. 1.210.
Nos parece, pues, apropiado concluir que 1ª Corintios 12: 13 también se refiere al bautismo «en» o «con» el Espíritu Santo, y se está refiriendo a los mismos que en los otros seis versículos mencionados.
Pero esto tiene una implicación importante para nosotros: Significa que, en lo que al apóstol Pablo se refiere, el bautismo por el Espíritu Santo tiene lugar en la conversión.
Él dice que todos los corintios fueron bautizados «por un solo Espíritu» y que el resultado fue que se hicieron miembros del cuerpo de Cristo: «Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo» (1ª Co 12: 13). «Bautismo por el Espíritu Santo», por tanto, debe referirse a la actividad del Espíritu Santo al comienzo de la vida cristiana que cuando él nos da nueva vida espiritual (en la regeneración) y nos limpia y nos lleva a apartamos del poder y del amor al pecado (la etapa inicial de la santificación).
En este sentido «bautismo por el Espíritu Santo» se refiere a todo lo que el Espíritu Santo hace al comienzo de nuestra vida cristiana. Pero esto quiere decir que no puede referirse a una experiencia después de la conversión, como los pentecostales suelen interpretarlo.
Pero entonces, ¿cómo entendemos la referencia al bautismo en el Espíritu Santo en Hechos 1: 5 y 11: 16, que ambas se refieren al día de Pentecostés? ¿No fueron estas dos ocasiones donde los discípulos, habiendo sido previamente regenerados por el Espíritu Santo, experimentaron ahora una nueva habilitación de parte del Espíritu Santo que los capacitaba para ministrar eficazmente?
NOTA: Howard M. Ervin, Conversion-Initiation and the Baptism in the Holy Spirit (Peabody, Mss.: Hendrickson, 1984), pp. 98-102, admite que 1ª Co 12: 13, sin importar cómo se traduzca, se refiere al comienzo de la vida cristiana (él dice que es «iniciado», p. 101), pero entonces dice que la siguiente frase: «ya todos se nos dio a beber de un mismo espíritu» se refiere a la habilitación subsiguiente para el servicio.
También dice que e! uso que Pablo hace de la frase «bautizados por un solo Espíritu» es diferente de! sentido que la frase tiene en otros seis casos en que aparece en el Nuevo Testamento. De ese modo reconoce la interpretación no pentecostal de 1ª Co 12: 13, pero todavía dice que Pablo usa la frase con un sentido diferente. No obstante, este argumento no parece persuasivo.
Sería improbable que Lucas, que iba viajando como compañero de Pablo a lo largo de mucha de la actividad misionera, y que se encontraba probablemente en Roma con Pablo cuando él escribió el libro de Hechos (Hch 28: 30-31), usaría la frase en un sentido diferente del de Pablo, o que Pablo usaría esta frase en un sentido diferente que e! sentido que se usaban de forma tan predominante en Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Otro intento de evitar nuestra conclusión sobre 1ª Co 12: 13 la encontramos en John P. Baker, Baptized in One Spirit (Plainfield, N.].: Lagos Book, 1970), pp. 18-25, donde él argumenta que 1ª Co 12:13 no significa que fuimos bautizados «en un solo cuerpo», sino que fuimos bautizados «para un solo cuerpo de Cristo' (p. 24).
 Pero el argumento de Baker no es convincente, porque la palabra «porque» al comienzo de! versículo 13.(RVR-60) muestra que debe haber un argumento que apoya al versículo 12, donde Pablo dice que hay muchos miembros pero un solo cuerpo. Con todo, a fin de que e! v. 13 muestre que todos los cristianos son parte de un cuerpo, es necesario que el v. 13 comunique por qué somos todos miembros de un cuerpo, y Pablo lo hace mostrando que todos somos bautizados en un cuerpo.
El punto de vista de Baker de que esto solo ocurre con «algunos que ya son miembros del cuerpo de Cristo para capacitarlos para funcionar eficazmente» (p. 24), no es convincente a la luz de la declaración de Pablo de que «todos» los cristianos fueron bautizados en un solo cuerpo.
Además, el bautismo por el beneficio de un cuerpo (que es esencialmente lo que Baker quiere decir) le da un sentido muy poco común a la preposición eis, si Pablo quisiera decir eso, habríamos esperado algo parecido a heneka, «Por amor de», o hiper y el genitivo, significando «en nombre de o a favor de».
Es verdad que los discípulos habían «nacido de nuevo» mucho antes del día de Pentecostés, y en realidad probablemente mucho antes que Jesús soplara sobre ellos y recibieran el Espíritu Santo según Juan 20: 22. Jesús había dicho: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió» Gn 6: 44), pero los discípulos habían ciertamente acudido a Cristo y le habían seguido (a pesar de que su comprensión de quién era él aumentó gradualmente a lo largo del tiempo).
No hay duda de que cuando Pedro le dijo a Jesús: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mt 16:16), era evidente que había tenido lugar en su corazón alguna clase de obra de regeneración del Espíritu Santo. Jesús le respondió: «Eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo» (Mt 16: 17).
Y Jesús le había dicho al Padre en relación con sus discípulos: «Les he entregado las palabras que me diste, y ellos las aceptaron; saben con certeza que salí de ti, y han creído que tú me enviaste los preservaba y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura» Gn 17: 8, 12).
Los discípulos eran en ocasiones «hombres de poca fe» (Mt 8: 26), ¡pero tenían fe! No hay duda que ellos fueron regenerados mucho antes del día de Pentecostés."
Pero debemos damos cuenta que el día de Pentecostés es mucho más que un evento individual en la vida de los discípulos de Jesús y de los que estaban con ellos. El día de Pentecostés fue el punto de transición entre la obra y ministerio del Espíritu Santo en el antiguo pacto y su obra y ministerio en el nuevo pacto.
Por supuesto, el Espíritu Santo estuvo activo a lo largo del Antiguo Testamento, moviéndose sobre la faz de las aguas en el primer día de la creación (Gn 1: 2), capacitando a las personas para servir a Dios y para tareas de liderazgo y profecía (Éx 31: 3; 35: 31; Dt 34: 9;Jue 14: 6; 1S 16: 13; Sal 51: 11,). Pero durante ese tiempo la obra del Espíritu Santo en la vida individual fue, en general, una obra de menos poder.
Hay varias indicaciones de una obra menos poderosa y menos extensa del Espíritu Santo en el antiguo pacto: El Espíritu Santo vino solo sobre unas pocas personas con poder significativo para el ministerio (por ejemplo, Nm 11: 16-17), pero Moisés anhelaba el día cuando el Espíritu Santo seria derramado sobre todo el pueblo de Dios: «¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!» (Nm 11: 29).
La capacitación del Espíritu Santo para ministerios especiales se podía perder, como sucedió en la vida de Saúl (1ª S 16: 14), y como David temió que pudiera ocurrir en su propia vida (Sal 51: 11).
NOTA: CuandoJesús sopló sobre sus discípulos y les dijo: «reciban el Espíritu Santo» (Jn 20:20), es probable que fuera una acción profética de lo que les ocurriría más tarde en Pentecostés. En este mismo contexto en realidad en el versículo inmediato anterior-Jesús les había dicho algo que no sucedería hasta
Pentecostés: «Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes» (Jn 20: 21). Pero del mismo modo que él les dijo esto antes de que haber ascendido al cielo, no los envió a predicar el evangelio por todo el mundo hasta que llegó el dia de Pentecostés. De manera que sus palabras estaban anticipando lo que ocurriría en Pentecostés.
Es mejor entender las palabras en la frase siguiente: «Reciban el Espíritu Santo» en la misma manera, que Él estaba anticipando algo que tendría lugar en el dia de Pentecostés. En ese dia ellos recibirían la plenitud del nuevo pacto y el poder del Espíritu Santo, una habilitación muy superior del Espíritu Santo que la que había jamás experimentado antes.
14No estoy diciendo que la experiencia de regeneración de los creyentes en el viejo pacto era exactamente la misma que la de los creyentes en el nuevo pacto. Si bien las consideraciones mencionadas en el siguiente estudio indican una obra menos poderosa del Espíritu Santo en el viejo pacto, definir la naturaleza de las diferencias resulta dificil, puesto que las Escrituras nos dan poca información explícita acerca de ello.
Pero el hecho de que hubiera algo de fe salvadora en los creyentes del antiguo pacto nos lleva a pensar que tenía que haber alguna obra de regeneración del Espíritu Santo en ellos, capacitándolos para creer. (Vea el estudio de la regeneración en el capítulo 34)
En términos de poder espiritual en la vida del pueblo de Dios, había poco poder sobre el dominio de Satanás, lo que resultó en muy poca evangelización eficaz de las naciones alrededor de Israel, y nada de capacidad para expulsar demonios.
La obra del Espíritu Santo en el antiguo pacto estuvo casi completamente confinada a Israel, pero en el nuevo pacto se crea una nueva «morada de Dios por su Espíritu» (Ef. 2: 22), que es la iglesia, que a judíos y gentiles en el cuerpo de Cristo.
Además, el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento miraba al futuro a una era de «un nuevo pacto» cuando la obra del Espíritu Santo sería mucho más poderosa y mucho más extensa (Nm 11:29; Jer 31: 31-33; Ez 36: 26-27; Jl 2: 28-29).
Cuando se abre el Nuevo Testamento, vemos a Juan el Bautista como el último de los profetas del Antiguo Testamento. Jesús dijo: «Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir» (Mt 11: 11-14).
Juan sabía que él bautizaba con agua, pero que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo (Lc 3: 16). Así, pues, Juan el bautista estaba viviendo todavía en una experiencia del «antiguo pacto» en cuanto a la obra del Espíritu Santo.
En la vida de Jesús, vemos por primera vez el poder del Espíritu Santo actuando en el nuevo pacto. El Espíritu Santo desciende sobre él en el bautismo (Lc 3: 21-22), y después de sus tentaciones «regresó a Galilea en el poder del Espíritu» (Lc 4:14).
Entonces empezamos a ver cómo será ese poder del Espíritu Santo en el nuevo pacto, porque Jesús arroja demonios de la vida de las personas mediante su palabra, sana a los enfermos que le llevan y enseña con una autoridad que las personas no había escuchado antes (vea Lc 4: 16-44).
Los discípulos, sin embargo, no recibieron la plenitud de ese poder del nuevo pacto para el ministerio hasta el día de Pentecostés, porque Jesús les dijo que esperaran en Jerusalén, y les promete: «Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder» (Hch 1: 8). Esta también fue una transición en la vida de los discípulos (vea Jn 7:39; 14:17; 16:7; HH. 2: 16).
La promesa de Joel de que el Espíritu Santo vendría con plenitud en el nuevo pacto se cumplió (Hch 2: 16) al regresar Jesús al cielo se dio la autoridad para el derramamiento del Espíritu santo en esta nueva plenitud y poder (Hch 2: 33).
¿Cuál fue el resultado en la vida de los discípulos? Estos creyentes, que habían tenido una experiencia del Espíritu Santo en sus vidas menos poderosa en el antiguo pacto, recibieron en el día de Pentecostés una experiencia más poderosa del nuevo pacto de la obra del Espíritu Santo en sus vidas." Recibieron un poder mucho más grande (Hch 1: 8), poder para vivir la vida cristiana y para llevar a cabo el ministerio cristiano.
NOTA: Lo más cercano que tenemos a la expulsión de demonios en el Antiguo Testamento es la situación en la que el espíritu maligno que atormentaba a Saúl se apartaba de él siempre que David tocaba el arpa (1ª S. 16: 23), pero esto es difícilmente equivalente a la expulsión eficaz y permanente de demonios que vemos en el Nuevo Testamento.
Por supuesto, hubo ejemplos en el Antiguo Testamento de ciertos líderes que fueron muy dotados por Dios y habilitados por el Espíritu Santo, tales como Moisés, David y Daniel, muchos de los profetas que escribieron, e incluso Sansón, que recibieron poderes poco comunes del Espíritu Santo para ministerios específicos.
Pero sus experiencias no fueron las típicas del vasto número de personas de Dios que fueron salvadas por fe al mirar hada el futuro a la venida del Mesías prometido, pero que no tuvieron el derramamiento del Espíritu como lo experimentamos hoy en el poder del nuevo pacto.
La transición de la experiencia del antiguo pacto con el Espíritu Santo a la experiencia con el Espíritu Santo en el nuevo pacto la podemos ver en el cuadro 39. 1. 18.
En este diagrama, la línea más fina en la parte inferior representa la obra menos poderosa del Espíritu Santo en la vida de los individuos durante el antiguo pacto.
La línea más gruesa que empieza en Pentecostés muestra la obra más poderosa del Espíritu Santo en la vida de las personas después de ese tiempo. Las líneas que corresponden a «este siglo» y «el siglo venidero» se traslapan ahora porque los poderes del siglo venidero han empezado en este presente siglo malo, de forma que los cristianos viven durante una «superposición de siglos».
Las líneas de puntos antes de Pentecostés indican que en la vida de Jesús la obra más poderosa del Espíritu Santo había ya empezado en una manera que anticipaba (y aun sobrepasaba) lo que vendría en Pentecostés.
Este poder del nuevo pacto les dio a los discípulos una mayor eficacia en sus testimonios y ministerios (Hch 1:8; Ef 4:8, 11-13), un poder muy superior para la victoria sobre la influencia del pecado en la vida de los creyentes (note el énfasis en el poder de la resurrección de Cristo en la obra dentro de nosotros en Romanos 6:11-14; 8: 13-14; Gá 2: 20; Fil 3: 10), y poder para vencer a Satanás y las fuerzas demoníacas que atacarían a los cristianos (2ª Co 10: 3-4; Ef 1: 19-21; 6: 10-18; 1ª Jn 4: 4).
Este poder del Espíritu Santo en el nuevo pacto resultó también en una distribución amplia y hasta esa fecha desconocida de los dones para el ministerio de todos los creyentes (Hch2: 16-18; 1ª Co 12: 7, 11; 1ª P 4: 101 Nm 11: 17,24-29). Estos dones también tuvieron implicaciones corporativas, pues la intención no era que se usaran individualmente sino para la edificación del cuerpo de Cristo (1ª Co 12: 7; 14: 12).
También significaba que el evangelio ya no estaba limitado efectivamente a los judíos, sino que todas las razas y naciones escucharían el evangelio en poder y serían incorporados a la iglesia para la gloria de Dios (Ef. 2:11-3: 10). El día de Pentecostés fue ciertamente un tiempo extraordinario de transición en toda la historia de la redención como se registra en las Escrituras. Fue un día notable en la historia del mundo, porque en ese día el Espíritu Santo empezó a funcionar entre el pueblo de Dios con el poder del nuevo pacto.
Pero este hecho nos ayuda a entender lo que les ocurrió a los discípulos en Pentecostés. Ellos recibieron este extraordinario nuevo poder del Espíritu Santo porque estaban viviendo en el tiempo de transición entre la obra del Espíritu Santo en ti antiguo pacto y la obra del Espíritu Santo en el nuevo pacto.
Aunque fue una «segunda experiencia» del Espíritu Santo, que vino mucho después de su conversión, no hay que tomarlo como un modelo para nosotros, porque nosotros no estamos viviendo en un tiempo de transición en la obra del Espíritu Santo.
En su caso, los creyentes con una habilitación del Espíritu Santo del antiguo pacto se convirtieron en creyentes con un nuevo poder del Espíritu Santo en el nuevo pacto. Pero 'nosotros hoy no empezamos a ser creyentes con una obra del Espíritu Santo más débil en nuestros corazones, correspondiente al antiguo pacto, y esperamos hasta algún momento más tarde a recibir la obra del Espíritu Santo en el nuevo pacto.
Más bien, nosotros estamos en la misma posición como aquellos que se hicieron cristianos en la iglesia de Corinto: Cuando nos hacemos cristianos todos somos «bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo» (1ª Co 12: 13), como sucedió con los creyentes corintios, y como aconteció con todos los nuevos creyentes en las muchas iglesias que se formaron durante los viajes misioneros de Pablo.
En conclusión, los discípulos ciertamente experimentaron «un bautismo por el Espíritu Santo» después de la conversión en el día de Pentecostés, pero esto sucedió porque estaban viviendo en un momento único en la historia, y este suceso en sus vidas no es, por tanto, una pauta que nosotros tenemos que procurar e imitar,
¿Qué diremos acerca de la frase «bautismo por el Espíritu Santo»? Es una frase que los autores del Nuevo Testamento usaron acerca del poder que venía del Espíritu Santo en el nuevo pacto. Sucedió en Pentecostés para los discípulos, pero sucedió en la conversión para los corintios y para nosotros.
No es una frase que usarían los autores del Nuevo Testamento para hablar de una experiencia posterior a la conversión de habilitación por el Espíritu Santo.
NOTA: Ervin, Conversión Iniciación, pp. 14, 15-19, objeta diciendo que este nuevo pacto no empezó en Pentecostés sino antes en el tiempo de la muerte de Jesús, pero no capta lo que se dice. Nosotros no estamos argumentando que el nuevo pacto en sí mismo empezara en el día de Pentecostés, sino que la nueva experiencia del nuevo pacto con el Espíritu Santo sí empezó en Pentecostés, porque fue en ese momento que Jesús derramó el Espíritu Santo con la plenitud y poder del nuevo pacto (Hch 2: 33; 1: 4-5).
Edwin también objeta que los discípulos en Pentecostés recibieran «poder para la misión» de parte del Espíritu Santo, para entraren el nuevo pacto (pp. 17-18). Pero aquí Edwin ha planteado una falsa dicotomía: No es esto/ o lo otro, sino ambos/y. En Pentecostés los discípulos entraron en una experiencia del nuevo pacto con el Espíritu Santo y (por supuesto) recibieron un nuevo poder para ministrar con esa experiencia del Espíritu Santo.
Debido a su asociación con Jesús, los discípulos también recibieron una anticipación del poder del Espíritu Santo para después de Pentecostés cuando ellos empezaron a sanar enfermos y echar demonios (cf. Le 9: 1; 10: 1, 8, 17-10, Y muchos otros versículos).
Cuando el Espíritu Santo viene con poder generalmente viene sobre grupos más bien que sobre individuos aislados (vea Hch 2:4; 8:17; 10:44; 19:6; pero la conversión de Saulo es diferente, vea Hch 9:17-18). El resultado evidente del derramamiento del Espíritu Santo en esta manera, fue una nueva comunidad llena de amor unos por otros (vea Hch 2: 41-47).

C. ¿CÓMO DEBEMOS ENTENDER LA «SEGUNDA EXPERIENCIA» EN HECHOS?

Pero aun si nosotros hemos entendido correctamente la experiencia de los discípulos en Pentecostés como aparece registrada en Hechos 2, ¿no hay otros ejemplos de personas que han tenido una «segunda experiencia» del poder del Espíritu Santo después de la conversión, tales como los creyentes en Hechos 8 (en Samaria), Hechos 10 (la familia de Comelio) y Hechos 19 (1os discípulos efesios)?
Estos no son tampoco en realidad ejemplos convincentes para probar la doctrinal Pentecostal del bautismo por el Espíritu Santo. Primero, la expresión «bautismo por el Espíritu Santo» no se usa generalmente para referirse a ninguno de estos sucesos," Y eso debiera hacemos vacilar un poco para aplicar esa frase a ello. Pero lo que es más importante, un examen más detallado a cada caso nos muestra más claramente lo que estaba sucediendo en estos acontecimientos.
En Hechos 8:4-25 los samaritanos «creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo» y «tanto hombres como mujeres se bautizaron» (Hch 8: 12). Algunos han argumentado que esta no era genuina fe salvadora de parte de los samaritanos.
Sin embargo, no hay indicación en el texto de que Felipe tuviera una compresión deficiente del evangelio (él había sido un creyente prominente en la iglesia de Jerusalén) ni de que Felipe mismo pensara que su fe en Cristo fuera inadecuada, porque él permitió que se bautizaran (Hch 8: 12).
Un mejor entendimiento de este suceso sería que Dios, en su providencia y soberanía, esperó a dar directamente la experiencia del poder del Espíritu Santo del nuevo pacto a los samaritanos por medio de las manos de los apóstoles (Hch. 8: 14-17)" a fin de que su poder fuera evidente para los más altos líderes de la iglesia En Jerusalén y los samaritanos no fueran considerados miembros de segunda clase, sino de pleno derecho de la iglesia.
NOTA: Mi estudiante James Renehan ha argumentado (en un amplio trabajo escrito) que el bautismo en el Espíritu Santo, si bien tiene lugar al mismo tiempo que la conversión, debiera, no obstante, ser considerado un elemento distintivo en el «orden de la salvación. (La lista de cosas que nos ocurren en la experiencia de la salvación.
Él dice que el bautismo por el Espíritu no es exactamente lo mismo como con los otros elementos en el orden de la salvación (tales como la regeneración o la conversión), y puede ser también llamado «recibir el Espíritu Santo. (Vea Hch 8: 15-16; 19: 2,6; Ro 8: 9,11; Gá 3: 2).
Es evidente que la idea de Renihan no es la doctrina carismática de un bautismo en el Espíritu subsiguiente a la conversión (porque él dice que siempre acompaña a la conversión genuina y siempre ocurre al mismo tiempo que la conversión). La sugerencia es muy interesante y, aunque al presente, no la he adoptado en este capítulo, pienso que merece que se le preste más consideración. No sería incoherente con mi argumentación general en este capítulo.
La única excepción es Hechos 11: 15-17. Si bien este pasaje no pide explícitamente que descienda sobre la familia de Camelia un «bautismo en el Espíritu Santo., cuando Pedro dice: «el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como al principio descendió sobre nosotros. (11: 15) y luego recuerda las palabras de Jesús, está diciendo implícitamente con claridad que los miembros de la familia de Camelia fueron bautizados por el Espíritu Santo cuando él les predicó el evangelio (vea Hch 10: 44-48).
Esto era muy importante a causa de la animosidad histórica entre los judíos y los samaritanos (Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí), Jn 4:9), y porque Jesús había especificado que la extensión del evangelio a Samaria sería el siguiente gran paso después de que fuera predicado en Jerusalén y la región de Judea que rodeaba a Jerusalén: «Serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1:8).
De modo que los sucesos en Hechos 8 fue una especie de «Pentecostés samaritano», un derramamiento especial del Espíritu Santo sobre las personas de Samaria, que eran una raza mezclada de descendientes judíos y gentiles, de manera que sería evidente para todos que el poder y las bendiciones plenas del Espíritu Santo en el nuevo pacto habían venido también a este grupo de personas, y que no estaban confinados solo para los judíos.
Debido a que este es un suceso especial en la historia de la redención, al irse repitiendo el modelo de Hechos 1: 8 en el libro de Hechos, no es un modelo para que se repita entre nosotros hoy. Es solo parte de la transición entre la experiencia del Espíritu Santo en el antiguo pacto y la nueva experiencia del Espíritu Santo en el nuevo pacto.
La situación en Hechos 10 es menos complicada, porque no está ni siquiera claro que Comelio fuera un creyente genuino antes de que Pedro llegara y les predicara el evangelio a él y su familia. Es evidente que él no había confiado en Cristo para salvación. Él es más bien un gentil que fue uno de los primeros ejemplos de cómo el evangelio llegaría «hasta los confines de la tierra» (Hch 1: 8).
Está claro que Comelio no había creído antes en la muerte y resurrección de Cristo para su salvación y que más tarde tuviera una segunda experiencia después de su conversión.
En Hechos 19, nos encontramos una vez más con una situación de algunas personas que no habían oído en realidad acerca del evangelio de la salvación por medio de Cristo. Ellos habían sido bautizados con el bautismo de Juan el Bautista (Hch 19: 3), así que probablemente eran personas que habían oído predicar a Juan el Bautista, o que habían hablando con algunos que habían escuchado predicar a Juan el Bautista, y habían sido bautizados con «el bautismo de Juan» (Hch 19: 3) como una señal de que se habían arrepentido de sus pecados y estaban preparados para la venida del Mesías.
Al parecer ellos no sabían nada de la muerte y resurrección de Cristo, porque ni siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo (Hch 19: 2), un hecho que cualquiera que hubiera estado presente en Pentecostés O hubiera escuchado el evangelio después de Pentecostés sabría. Es probable que ellos ni siquiera supieran que Jesús había venido, había ministrado y muerto en la cruz, porque Pablo tuvo que explicárselo: «El bautismo de Juan no era más que un bautismo de arrepentimiento.
Él le diga al pueblo que creyera en el que venía después de él, es decir, Jesús» (Hch 19: 4). Por tanto, estos «disópu1os» en Éfeso no tenían conocimiento ni entendimiento del nuevo pacto o de la fe del nuevo pacto, y desde luego no tenían una experiencia del poder del Espíritu Santo en el nuevo pacto, eran «discípulos» solo en el sentido de seguidores de Juan el Bautista que estaban todavía esperando al Mesías.
Cuando oyeron acerca de él creyeron en él, y entonces recibieron el poder del Espíritu Santo que era apropiado para el evangelio del Señor Jesucristo resucitado.
Debido a esto, estos discípulos en Éfeso no son un modelo a seguir para nosotros hoy, porque nosotros no desarrollamos primero una fe en un Mesías que estamos esperando, y luego más tarde nos enteramos que ese Jesús ya ha venido, ha vivido, ha muerto y resucitado. Llegamos inmediatamente a un entendimiento del evangelio, y entramos inmediatamente en una experiencia del nuevo pacto en cuanto al poder del Espíritu Santo.
Parece, por tanto, que no hay textos en el Nuevo Testamento que nos animen a buscar una segunda experiencia del «bautismo por el Espíritu Santo» que venga después de la conversión.
NOTA: Aun si nosotros le consideramos a él como teniendo una cierta clase de fe del antiguo pacto en el Mesías Judío que iba a venir, esto solo mostrarla que él es un ejemplo más de alguien que habla tenido una experiencia primera del Espíritu Santo del antiguo pacto y que luego llegó a una experiencia del Espíritu Santo del nuevo pacto.

D. ¿QUÉ TÉRMINOS USAREMOS PARA REFERIMOS A LA HABILITACIÓN POR EL ESPÍRITU SANTO QUE VIENE DESPUÉS DE LA CONVERSIÓN?

En las secciones anteriores hemos argumentado que «bautismo en el Espíritu Santo» no es la expresión que los autores del Nuevo Testamento usaron para hablar de la obra del Espíritu Santo después de la conversión, y que los ejemplos de «segundas experiencias» de recibir el Espíritu Santo en el libro de Hechos no son modelos para que nosotros los imitemos en nuestra vida cristiana.
Pero la cuestión permanece: «¿Qué es lo que realmente está ocurriendo con millones de personas que afirman que han recibido el 'bautismo en el Espíritu Santo" y que ha traído tanta bendición a sus vidas? ¿Podría ser que esto ha sido una obra genuina del Espíritu Santo pero que las categorías y ejemplos bíblicos para ilustrarlo han sido incorrectos?
¿Pudiera ser que hubiera otras expresiones y enseñanzas bíblicas que apuntan a esta clase de obra del Espíritu Santo después de la conversión y que nos ayudan a entenderlo de forma más exacta?» Yo pienso que las hay, pero antes de ponemos a examinarlas, es apropiado que comentemos sobre la importancia de tener un entendimiento correcto sobre este punto.
NOTA: En cuando a Hechos 19: 1-7, Ervin, Conversion Initiation, pp. 55-59, objeta que estos discípulos fueron primero bautizados y entonces, cuando Pablo les impuso las manos, recibieron el poder del Espíritu Santo. Quizá tengamos que admitir que eso es cierto, pero los dos sucesos estuvieron tan cercanos el uno al otro en el tiempo que es dificil hacer una clara separación de ellos, y desde luego no encaja en el modelo común pentecostal de instrucción y oración, a veces de semanas o meses o años después de la conversión, buscando un subsiguiente bautismo en el Espíritu Santo.
Si les hubiéramos preguntado a ellos más tarde si su bautismo en el Espíritu Santo fue «subsiguiente. A sus conversión, ellos probablemente dirían que fue al mismo tiempo, así de estrechamente conectados estuvieron estos sucesos en la secuencia histórica real.
1. LA IGLESIA QUEDA DAÑADA POR LA ENSEÑANZA DE DOS CLASES DE CRISTIANISMO.
En varios momentos de la historia de la iglesia los cristianos han intentado dividir a la iglesia en dos categorías de creyentes. Esto es lo que en efecto ha sucedido con la doctrina pentecostal del bautismo en el Espíritu Santo que muestra al mundo dividido entre cristianos y no cristianos, y entonces muestra a los cristianos divididos en dos categorías: Creyentes comunes y creyentes bautizados en el Espíritu.
Pero esa división de los cristianos en dos categorías no es un entendimiento único que encontramos solo en la enseñanza pentecosta1 en el siglo XX. En realidad, mucho de la enseñanza pentecostal surgió de anteriores grupos de santidad que habían enseñado que los cristianos podrían ser o bien creyentes comunes o creyentes «santificados».
Otros grupos han dividido a los creyentes usando otras categorías, tales como las de cristianos comunes y los que están «llenos del Espíritu », o cristianos comunes y los que son «discípulos», o cristianos «carnales» y «espirituales». De hecho, la Iglesia Católica Romana por siglos ha tenido no dos sino tres categorías: los creyentes comunes, los sacerdotes y los santos.
No en ninguna enseñanza oficial, sino en la actitud y la práctica, en círculos reformados: La división entre los cristianos comunes y los que son «verdaderamente reformados».
Aunque aquellos que enseñan la perspectiva clásica pentecostal del bautismo en el Espíritu Santo puede que nieguen que estén intentando dividir a los cristianos en dos categorías, esa división es implícita cada vez que ellos preguntan a alguien si ha sido bautizado en el Espíritu Santo o no. Ese tipo de preguntas sugieren fuertemente que hay dos grupos de cristianos, los que han experimentado el «bautismo en el Espíritu Santo» y los que no lo han experimentado.
¿Cuál es el problema con ver a los cristianos como existiendo en dos categorías como estas ¿El problema está en que contribuye a una mentalidad de iglesias de «nosotros-ellos», y lleva a los celos, el orgullo y la división.
No importa cuán cuidadosos y considerados traten de ser estas personas que han recibido esta habilitación especial del Espíritu Santo para con aquellos que no lo han recibido, si ellos aman sinceramente a sus hermanos en Cristo, y si esta ha sido una experiencia de gran ayuda en sus propias vidas cristianas, no van a poder evitar dar la impresión de que les gustaría compartir esa experiencia con ellos.
Aun si ellos no son orgullosos en sus corazones (y a mí me parece que la mayoría no lo son) con respecto a esa experiencia, esa convicción de que hay una segunda categoría de cristianos llevará inevitablemente a una impresión de superioridad espiritual. No obstante, habrá probablemente un sentido de envidia de parte de aquellos que no han tenido una experiencia así.
En ese caso, se fomenta una visión de dos grupos dentro de la iglesia, y recibe algo de credibilidad la repetida acusación que se hace en contra del movimiento carismático de dividir. En realidad, las divisiones ocurren con frecuencia en las iglesias.
La objeción principal a esta posición es que el Nuevo Testamento mismo no enseña esos dos niveles o dos clases de cristianismo. En ninguna parte en las epístolas leemos de Pablo o Pedro diciendo a una iglesia que está teniendo problemas: «Todos ustedes necesitan ser bautizados en el Espíritu Santo.
En ninguna parte le oímos al Señor Jesús resucitado decirles a las iglesias débiles y con dificultades en Apocalipsis 2-3: «Pedidme que os bautice con el Espíritu Santo». Resulta difícil evitar la conclusión de que dos clases o niveles de cristianos enseñada por todos estos grupos a lo largo de la historia no tenga ningún fundamento sólido en el mismo Nuevo Testamento.
2. HAY MUCHOS GRADOS DE HABILITACIÓN, COMUNIÓN CON DIOS Y MADUREZ CRISTIANA PERSONAL.
¿Hay un modelo mejor de entender los varios grados de madurez, poder y comunión con Dios que los cristianos experimentan? Si estamos dispuestos a eliminar las categorías que nos llevan a pensar que los cristianos están en un grupo u otro, un modelo mejor lo podemos ver representado en el cuadro.
Este cuadro muestra al mundo dividido en cristiano y no cristianos, pero entre los cristianos no hay categorías en las que podamos poner a los creyentes y dividirlos en grupos específicos. Más bien, hay cristianos en todos los puntos a lo largo de una escala de madurez cristiana creciente (santificación), una intimidad creciente de compañerismo en su caminar con Dios (un aspecto de la adopción), y una mayor experiencia del poder del Espíritu Santo obrando en sus vidas y ministerios.
La vida cristiana debiera ser una de crecimiento en todas estas áreas al ir progresando a lo largo de la vida. Para muchas personas ese crecimiento será gradual y progresivo, y se extenderá a lo largo de los años de sus vidas.
NOTA: Para ser más precisos necesitamos reconocer que podemos crecer en algunos aspectos de la vida cristiana y no crecer en otros, un solo cuadro es, por tanto, inadecuado para mostrar todo esto, Por ejemplo, los cristianos pueden crecer en poder, pero no en santidad (como sucedió con los creyentes en la iglesia de Corinto), o las personas pueden crecer en conocimiento pero no en poder, o en conocimiento pero no en santidad de vida (algo que trágicamente sucede a algunos -pero, por supuesto, no todos- estudiantes en los seminarios teológicos, y en algunos pastores que hacen excesivo hincapié en los logros académicos).
O una persona puede crecer en comunión personal con Dios, pero no en el conocimiento de las Escrituras (lo cual ocurre cuando se pone mucho énfasis en un pietismo intenso). O alguien puede crecer en santidad de vida pero no en poder o en el uso de los dones espirituales.
Como podemos ver son posibles toda clase de combinaciones, pero necesitaríamos varios cuadros para mostrarlo en una forma esquemática. Por amor de la simplicidad he representado solo el «crecimiento cristiano.
A. ¿CÓMO DEBIÉRAMOS ENTENDER LA EXPERIENCIA CONTEMPORÁNEA?
¿Qué ha ocurrido entonces con las personas que dicen que han experimentado un «bautismo en el Espíritu Santo» que ha traído gran bendición para sus vidas?
Debemos entender primero lo que comúnmente se enseña acerca de la necesidad de prepararse para el bautismo en el Espíritu. Con mucha frecuencia se les enseña a las personas que deben confesar todos sus pecados conocidos, arrepentirse de cualquier pecado quede en sus vidas, confiar en Cristo para el perdón de esos pecados, dedicar al servicio del Señor cada área de sus vidas, rendirse completamente a él, y creer que Cristo va a darles poder en una forma nueva y capacitarlos con nuevos dones para el ministerio.
Entonces después de esa preparación, se les anima a que le pidan a Jesús en oración que los bautice en el Espíritu Santo. ¿Pero qué es lo que hace esta preparación?
¡Eso es una receta garantizada de crecimiento importante en la vida cristiana!
Una confesión así, arrepentimiento, renovación de compromiso, y esa fe y expectación cultivadas, si son sinceras, solo pueden traer resultados positivos en la vida del creyente. Si un cristiano es sincero en estos pasos de preparación para recibir el bautismo en el Espíritu Santo, habrá sin duda crecimiento en santificación y profundización en la comunión con Dios.
Además de eso, podemos esperar que en muchas de esas ocasiones el Espíritu Santo va a conceder amorosamente la medida de plenitud y poder que ese cristiano sincero está buscando, incluso aunque su entendimiento y vocabulario teológicos sean imperfectos en el momento de pedirlo.
Si esto sucede, ellos pueden experimentar también un crecimiento en el poder para el ministerio y en dones espirituales. Podríamos decir que una persona se ha movido del punto A al punto Ben el cuadro 39.6 y ha dado un gran paso hacia adelante en su vida cristiana.
Por supuesto, la oración, el estudio bíblico y la adoración parecerán mucho más significativos. Habrá sin duda mucho más fruto en la evangelización y en otras formas de ministerio. Pero es importante reconocer que alguien que se ha movido del punto A al punto B en el cuadro se encuentra ahora en una categoría separada de cristianos tales como un grupo de los que han sido (bautizados en el Espíritu Santo) y que son, por tanto, diferentes de los que no han tenido una experiencia así.
Puede haber otro cristiano en la misma iglesia que nunca ha dado un paso tan grande de crecimiento, pero que, obstante, ha mantenido un crecimiento estable durante los últimos cuarenta años de su vida cristiana y ha llevado al crecimiento espiritual mejor que los que tienen experiencias ya mencionadas.
Aunque esa persona no ha tenido ninguna experiencia como los pentecostales llaman un (bautismo en el Espíritu Santo), él o ella está todavía más avanzado en el camino del crecimiento cristiano que le joven cristiano que ha sido recientemente (bautizado en el Espíritu Santo) según la terminología pentecostal, sea como sea ninguno puede decir que está más adelantado, y yo diría que el que ha crecido en el conocimiento y aplica y sirve es él que está mejor adelantado, y creo que no podemos calificar por categorías sino por un servicio agradable al Señor.
El movimiento pentecostal ha llevado la enseñanza sobre el bautismo del Espíritu Santo al seno de la iglesia más liberales donde por muchos años no había una proclamación clara del evangelio de la salvación solo por la fe en Cristo y donde no se ha enseñado a las personas a creer completamente en la Biblia como la palabra de Dios para nosotros. En tales casos muchas de las personas en esas iglesias nunca han experimentado la fe salvadora, se encuentran en un caos espiritual por el cual puede estar en oscuridad de la verdad bíblica.
Cuando un representante del movimiento carismático de renovación llega a esas iglesia y les dica que pueden experimentar una nueva vitalidad en sus vidas cristianas, y les dice que la preparación es arrepentirse de todos los pecados conocidos, y pedir perdón a Cristo de esos pecados conocidos, y confiar en Él para que los perdone y dedicar sus vidas por completo a Cristo como su señor, ellos responden con entusiasmo.
Después oran y piden que los bautice en el espíritu Santo, el resultado real es que se mueven a un lugar, mejor como nueva experiencia en la vida. Han sido bautizados en el verdadero sentido del N. T. Al dia siguiente es casi imposible mantenerlos callados porque están muy entusiasmados. De repente leer la Biblia se ha convertido en algo significativo, de repente orar se ha hecho algo real. De repente conocen la experiencia de la presencia de Dios en sus vidas.
De repente la adoración se ha convertido en une experiencia de profundo gozo y co frecuencia han empezado a experimentar dones espirituales que no habían conocido antes. No en balde el movimiento de renovación carismático ha inyectado tanto entusiasmo ( y co frecuencia mucha controversia) a tantas parroquias católicas romanas y muchas iglesia del las denominaciones tradicionales.
Aunque podemos discrepar con la manera en que esta enseñanza es en realidad presentada, nadie debería negar los buenos resultados que han venido a estas iglesias como consecuencia a ello.
B ¿QUÉ TÉRMINOS DEBIÉRAMOS USAR HOY?
Ahora podemos entender porque es tan importante nuestro uso de términos para describir esta experiencia y categoría de entendimiento que ponemos en ello. Si usamos la terminología tradicional pentecostal de (bautismo del Espíritu Santo) entonces casi inevitablemente terminamos con un cristianismo de dos categorías, porque esto es visto como una experiencia común que puede que en verdad debiera ocurrirles a los cristianos en algún momento de sus vidas y, una vez ha sucedido, no necesita ser repetida.
Se ve como una experiencia única de habilitación para el ministerio que es distinta de la experiencia de hacerse cristiano, y las personas o bien han tenido esa experiencia o no la han tenido. Especialmente cuando esa experiencia se describe en términos de lo que les ocurrió a los discípulos en pentecostés en hechos 2 (que fue claramente una experiencia de una sola vez para ellos), los Samaritanos en Hechos 8, y a los discípulos en Efesios en Hechos 19, está claramente implícito que este es un suceso que ocurre una vez que habilita a los creyentes para el ministerio, pro que también los pone en una categoría separada o grupo del que eran antes de esa experiencia. El uso de la expresión (el bautismo en el Espíritu Santo) inevitablemente implica dos grupos de cristianos.
Pero si nosotros estamos en lo correcto en cuanto al entendimiento de la experiencia que han tenido millones de personas en la renovación carismática como un gran paso de crecimiento en sus vidas cristianas, entonces alguna otra expresión que la de (bautismo en el Espíritu Santo) parecería ser más apropiada. Pueden haber varias expresiones que podríamos usar, siempre y cuando que permitan la repetición, varios grados de intensidad, y de desarrollo más allá de esa experiencia.
Nosotros y hemos usado una expresión: un gran paso de crecimiento, en varios aspectos de la vida cristiana, debido a que esta frase habla de un gran paso de crecimiento, no puede ser mal entendida  como refiriéndose a una sola experiencia que pone a los cristianos en una nueva categoría. Y a causa de que se refiere a un gran paso de crecimiento, implica claramente que otros pueden experimentar ese crecimiento en pasos pequeños a lo largo de un periodo de tiempo más largo pero que llegan a alcanzar el mismo punto en la vida cristiana.
Otra expresión que puede ser útil es (nueva habilitación para el ministerio). Es sin duda cierto que muchos que han recibido esa experiencia carismática encuentran nuevo poder para ministrar en sus vidas cristianas, incluyendo la habilidad para usar dones espirituales que anteriormente no habían tenido. Sin embargo, el problema con esta frase es que no dice nada acerca de la profundización de la comunión con Dios, de la mayor eficacia en la vida de oración y estudio de la Biblia, y de un nuevo gozo en la adoración que son también resultados en esta experiencia.
C. ¿QUÉ ES «SER LLENO CON EL ESPÍRITU SANTO»?
Con todo, una expresión aun más comúnmente usada en el Nuevo Testamento es «ser lleno con el Espíritu Santo». A causa de su uso frecuente en contextos que hablan de crecimiento y ministerio cristianos, esta es la expresión que a mí me parece mejor para describir hoy la «segunda experiencia» (o tercera o cuarta experiencia, etc.).
Pablo les dice a los efesios: «No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu» (Ef. 5: 18). Él usa un verbo en tiempo presente de modo imperativo que podría ser traducido más explícitamente: «estén continuamente siendo llenados con el Espíritu Santo», implicando de ese modo que es algo que debiera estar sucediendo continuamente en los cristianos.
Esa plenitud del Espíritu Santo resultará en una adoración y acción de gracias renovadas (Ef 5: 19-20), y en una renovación de las relaciones unos con otros, especialmente con aquellos que están en autoridad sobre nosotros o los que están bajo nuestra autoridad (Ef 5:21-6: 9). Además, puesto que el Espíritu Santo es el Espíritu que nos santifica, esa llenura resultará con frecuencia en una santificación creciente.
Todavía más, dado que el Espíritu Santo es el que nos habilita para el servicio cristiano y nos da los dones espirituales, esa plenitud resultará con frecuencia en un poder creciente para el ministerio yen una creciente eficacia y quizá diversidad en el uso de los dones espirituales.
En el libro de Hechos vemos repetidos ejemplos de ser llenos con el Espíritu Santo. En Hechos 2: 4, los discípulos y los que estaban con ellos: «Todos fueron llenos del Espíritu Santo». Más tarde, cuando Pedro estaba delante del Sanedrín, leemos: «Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió».
Pero un poco después, cuando Pedro y el otro apóstol regresaron a la iglesia para contarles lo que había sucedido (Hch 4: 23) se juntaron todos en oración, y «después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno» (Hch 4:31). Aunque Pedro había sido llenado con el Espíritu Santo en Pentecostés (Hch 2:4) y había sido llenado con el Espíritu Santo antes de hablar frente al Sanedrín (Hch 4:8), fue de nuevo lleno con el Espíritu Santo después de que orara el grupo de cristianos con el que estaba reunido.
Por tanto, es apropiado entender que ser llenos con el Espíritu Santo no como un suceso singular sino como un suceso que puede ocurrir una y otra vez en la vida de un cristiano. Puede involucrar una habilitación momentánea para un ministerio específico (tal como sucedió al parecer en Hechos 4: 8; 7: 55), pero también puede referirse a una característica a largo plazo de la vida de una persona (vea Hch 6: 3; 11: 24).
En cualquier caso, ese ser llenos puede ocurrir muchas veces en la vida de la persona. Aunque Esteban, como uno de los primeros diáconos (o asistentes apostólicos), era un hombre «lleno del Espíritu y de sabiduría» (Hch 6: 3,5), cuando lo estaban apedreando él aparentemente fue de nuevo lleno del Espíritu Santo con gran poder (Hch 7: 55).
Alguien podría objetar que una persona que ya ha sido «llena» con el Espíritu Santo no puede estar más llena, pues si un vaso está lleno de agua ya no puede recibir más agua. Pero un vaso de agua es una pobre analogía para nosotros como personas reales, porque Dios es capaz de hacemos crecer y nosotros somos capaces de contener mucho más de la plenitud y poder del Espíritu Santo.
Quizá un globo es una mejor analogía, el cual puede estar «lleno» de aire a pesar de que tenga en realidad poco aire dentro. Cuando se le sopla más aire, el globo se extiende y en un sentido «está más lleno». Así sucede con nosotros: Podemos ser llenos con el Espíritu Santo y al mismo tiempo ser también capaces de recibir mucho más del Espíritu Santo. Juan 3: 34 nos dice hablando de Cristo: «El enviado de Dios comunica el mensaje divino, pues Dios mismo le da su Espíritu sin restricción».
La división que viene como consecuencia de usar la expresión «bautismo en el Espíritu Santo») podría ser evitada fácilmente si usamos alguna de las otras expresiones posibles mencionadas en esta sección. Las personas podrían estar agradecidas por «una nueva plenitud del Espíritu Santo» o «una nueva habilitación para el ministerio» o «un paso significativo en el crecimiento en algún aspecto u otro de la vida cristiana.
No habría separación entre «nosotros» y «ellos», porque reconoceríamos que todos somos parte de un solo cuerpo sin categorías separadas. De hecho, muchos carismáticos e incluso algunos pentecostales tradicionales están usando hoy la expresión «bautismo en el Espíritu Santo» con mucha menos frecuencia, prefiriendo usar en su lugar expresiones como «ser llenos con el Espíritu Santo».
Además, muchos creyentes que no han tenido una sola experiencia dramática (tal como la que los pentecostales han llamado un bautismo en el Espíritu Santo) han empezado, no obstante, a experimentar una nueva libertad y gozo en la adoración (a menudo con la llegada de la adoración moderna o de los cantos de alabanza en sus iglesias), y con el uso de una variedad más amplia de los dones espirituales para la eficacia y la edificación de ellos mismos y de sus iglesias (incluyendo dones tales como sanidad, profecía, milagros, discernimiento de espíritus, y la capacidad de ejercer autoridad sobre fuerzas demoníacas con oración y una palabra de reprensión dirigida directamente a los espíritus malignos).
En ocasiones el don de hablar en lenguas y el don de interpretación también han sido usados, pero en otros casos no. Digo todo esto para hacer notar que las diferencias entre pentecostales y carismáticos por una parte, y los cristianos evangélicos más tradicionales, parece que van desapareciendo cada vez más, y hay cada vez menos diferencias entre ellos.
NOTA: Es mi opinión personal que muchas de la divisiones que han venido con la influencia del movimiento de renovación carismática en muchas iglesias no ha sucedido a causa de los dones espirituales, sino debido a un mal entendimiento de lo que está sucediendo y de las implicaciones de dos grupos de cristianos que viene con la expresión .bautismo en el Espíritu Santo».
Jonh Wimber, a quien no le gusta identificarse a sí mismo como pentecostal o carismático, dice con mucha sabiduría: .He descubierto que el argumento concerniente al bautismo en el Espíritu por lo general termina siendo una cuestión de etiquetas. Una buena medicina puede estar incorrectamente etiquetada, lo cual puede ser cierto en este caso. La experiencia pentecostal de Dios es mejor que la explicación que se da de ella» (Jonh Wimber with Kevin Springer, Power Evangelism, p. 145).
 En años recientes me he dado cuenta en conversaciones con profesores de instituciones afiliadas con el movimiento carismático que hay una tendencia creciente a hablar más acerca de estar llenos con el Espíritu Santo que del bautismo en el Espíritu Santo para representar lo que está sucediendo a las personas dentro del movimiento carismático.
Alguien podría objetar que es específicamente esta experiencia de orar por un bautismo en el Espíritu Santo lo que ha llevado a las personas a un nuevo nivel de poder en el ministerio y a la eficacia en el uso de los dones espirituales.
Puesto que esta experiencia ha sido de tanta ayuda en la vida de millones de creyentes, ¿debemos desecharla tan rápidamente? En respuesta, debemos decir si se cambiara la terminología «bautismo en el Espíritu» por algo más representativo de la enseñanza del Nuevo Testamento, no debería haber objeción en absoluto para que las personas vinieran a los templos, y animarlos a preparar sus corazones para la renovación espiritual mediante el arrepentimiento sincero y la renovación del compromiso con Cristo y para creer que el Espíritu Santo puede trabajar más poderosamente en sus vidas.
No hay nada malo en enseñar a las personas a orar ya procurar una mayor plenitud del Espíritu Santo, a esperar ya pedir al Señor por un derramamiento de más dones espirituales en sus vidas, para el beneficio del cuerpo de Cristo (vea 1ª Co 12: 31; 14:1, 12). En realidad, la mayoría de los cristianos evangélicos en cada denominación anhelan sinceramente disponer de más poder para el ministerio, mayor gozo en la adoración, y un compañerismo más íntimo y profundo con Dios.
Muchos también apreciarían un mejor entendimiento de los dones espirituales, y ánimo para crecer en el uso de los mismos. Si los cristianos pentecostales y carismáticos estuvieran dispuestos a enseñar estas cosas sin el bagaje adicional de dos niveles de cristianismo que está implícito en la expresión «bautismo en el Espíritu Santo», podrían encontrar una nueva era de una eficacia muy creciente en llevar estas otras áreas de la vida cristiana a todos los evangélicos en general.
NOTA: Mi estudiante Jack Manero aunque él no es un carismático Me ha dicho que durante más de una década de trabajar con estudiantes universitarios, él ha encontrado un gran deseo entre los cristianos por saber cómo pueden ser llenos con el Espíritu Santo. Me dice correctamente que una enseñanza eficaz en esta área debe incluir la necesidad:
(1) De rendir nuestras vidas completamente a Dios (Ro 12: 1; Gá 2:20):
(2) Depender completamente del poder de Dios para vivir la vida cristiana (Ro 8:13; Gá 2:20; 3:2 3), y:
(3) Obedecer los mandamientos del Señor en nuestras vidas (1ª Jn 2: 6).
Estos elementos son similares a los pasos de preparación mencionados arriba en la consideración de la enseñanza carismática común. En cualquier caso, a estos pasos se le puede añadir sin duda una oración de que el Espíritu Santo nos llene, conforme a la voluntad de Dios como se expresa en Ef 5:18. No debiera haber objeción a enseñar a los cristianos a orar a diario en conformidad con estos principios.
3. SER LLENOS CON EL ESPÍRITU SANTO NO RESULTA SIEMPRE EN HABLAR EN LENGUAS.
Nos queda algo más que tenemos que hablar con respecto a la experiencia de ser llenos con el Espíritu Santo. Debido a que hubo varios casos en Hechos en los que las personas recibieron el poder del Espíritu Santo en el nuevo pacto y empezaron a hablar en lenguas al mismo tiempo (Hch 2: 4; 10: 46; 19:6; probablemente también implícito en 8:17-19) debido a su paralelismo con la experiencia de los discípulos en Hechos 2), la enseñanza pentecostal ha mantenido comúnmente que la señal externa del bautismo en el Espíritu Santo es hablar en lenguas (es decir, hablar en lenguas que no son entendidas por los demás y que la persona que la habla no la ha aprendido, ya sean lenguas humanas conocidas u otras clases de lenguas angélicas o celestiales o dadas milagrosamente).
Pero es importante darse cuenta de que hay otros muchos casos en los que ser llenos con el Espíritu Santo no resultó en hablar en lenguas. Cuando Jesús fue lleno con el Espíritu Santo en Lucas 4: 1, el resultado fue fortaleza para vencer las tentaciones de Satanás en el desierto.
Cuando las tentaciones terminaron, y Jesús «regresó a Galilea en el poder del Espíritu» (Lc 4: 14), los resultados fueron curas milagrosas, expulsión de espíritus malignos y enseñanza con autoridad. Cuando Elisabet fue llena del Espíritu Santo, habló palabras de bendición para María (Lc 1: 41-45).
Cuando Zacarías fue lleno con el Espíritu Santo, profetizó (Lc 1:67-79). Otros resultados de estar lleno con el Espíritu Santo fue el de predicar el evangelio con poder (Hch 4: 31, (quizá) sabiduría y madurez cristiana y buen testimonio (Hch 6: 3), predicación poderosa cuando estaban acusados ante tribunales (Hch 4: 8), una visión del cielo (Hch 7: 55), y (aparentemente) fe y madurez de la vida (Hch 11: 24).
Varios de estos casos pueden también implicar la plenitud del Espíritu Santo para habilitar algunas formas de ministerio, especialmente en el contexto del libro de Hechos, donde la habilitación del Espíritu Santo aparece con frecuencia dando los resultados de milagros, predicación y obras de gran poder.
Por tanto, si bien la experiencia de ser lleno con el Espíritu Santo puede resultar en recibir el don de hablar en lenguas, o en el uso de algún otro don que no se había experimentado anteriormente, también puede venir sin el don de hablar en lenguas.
De hecho, muchos cristianos a lo largo de la historia han disfrutado de experiencias poderosas de ser llenos del Espíritu Santo que no han estado acompañadas con hablar en lenguas. Con relación a este don como con otros dones, nosotros debemos decir sencillamente que el Espíritu Santo «reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11).
NOTA: Las Escrituras no especifican qué resultados tuvo en la vida de Juan el Bautista, quien estuvo lleno del Espíritu Santo aun desde su nacimiento» (Lc 1: 15), y que «la mano del Señor lo protegía» (Lc 1: 66), y «el niño crecía y se fortalecía en espíritu» (Lc 1: 80).
PREGUNTAS DE APLICACIÓN PERSONAL
1. Antes de leer este capítulo, ¿cuál era su entendimiento del «bautismo en el Espíritu Santo»? Si es que ahora ha cambiado su comprensión, ¿en qué sentido ha cambiado?
2. ¿Ha incluido su propia vida cristiana uno o más sucesos a los que pudiera llamar «un gran paso de crecimiento» en alguna área u otra de la vida cristiana? ¿O ha sido más bien una serie de pasos cortos pero continuados en la santificación, en la comunión con Dios, y en el uso de los dones espirituales para el ministerio?
3. ¿Ha conocido usted a personas que han afirmado haber recibido un «bautismo en el Espíritu Santo» después de la conversión? En su evaluación, ¿ha sido el resultado en sus vidas más bien positivo, o negativo, o ha sido más bien mixto? Si usted mismo ha tenido una experiencia como esa, ¿piensa que el concepto de que el «bautismo en el Espíritu Santo» es un suceso que ocurre una sola vez fue esencial para esa experiencia, o pudieran haber aparecido los mismos resultados en su vida cristiana si lo hubiera llamado «ser lleno con el Espíritu Santo«? ¿Piensa que sería apropiado para usted ahora buscar una experiencia de ser lleno con el Espíritu Santo en su propia vida? ¿Cómo podría usted hacer que eso sucediera en su vida?
4. Todos nos damos cuenta de que es posible hacer mucho hincapié en algo bueno en la vida cristiana hasta el punto de que nuestra vida queda desequilibrada y no son tan eficaces en el ministerio como podrían ser. Si usted piensa en las varias formas en que podemos crecer en la vida cristiana (conocimiento de la Palabra de Dios y sana doctrina, oración, amor por Dios, amor por otros cristianos y por los que no son cristianos, confiar en Dios cada día, adoración, santidad en la vida, uso de los dones espirituales, poder eficaz del Espíritu Santo en nuestro testimonio y ministerio, compañerismo diario con Dios, etc.) ¿en qué áreas piensa usted que necesita pedirle a Dios más crecimiento en su propia vida? ¿Sería apropiado pedirle a él una nueva plenitud del Espíritu Santo que acompañe al crecimiento en esas áreas?
5. En relación con el tema del bautismo en el Espíritu Santo o ser llenos con el Espíritu Santo, ¿piensa usted que las iglesias evangélicas en general se han estado moviendo hacia más divisiones o más unidad en este asunto?
TÉRMINOS ESPECIALES
Bautismo por el Espíritu Santo, bautismo en el Espíritu Santo, bautismo con el Espíritu Santo, dos clases de cristianismo, sed llenos con el Espíritu Santo, Pentecostés, experiencia del Espíritu Santo en el, nuevo pacto, experiencia del Espíritu Santo en el, antiguo pacto
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Corintios 12: 12-13: De Hecho, Aunque El Cuerpo Es Uno Solo, Tiene Muchos Miembros, Y Todos Los Miembros, No Obstante Ser Muchos, Forman Un Solo Cuerpo. Así Sucede Con Cristo. Todos Fuimos Bautizados Por Un Solo Espíritu Para Constituir Un Solo Cuerpo Ya Seamos Judíos O Gentiles, Esclavos O Libres-, Y A Todos Se Nos Dio A Beber De Un Mismo Espíritu.

CAPÍTULO 3

DONES DEL ESPÍRITU SANTO (1): CUESTIONES GENERALES

¿QUÉ SON DONES ESPIRITUALES? ¿CUÁNTOS HAY? ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? BUSCAR Y UTILIZAR LOS DONES ESPIRITUALES.
EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS

A. CUESTIONES RELACIONADAS CON LOS DONES ESPIRITUALES EN GENERAL

En las generaciones previas, las teologías sistemáticas no tenían capítulos sobre los dones espirituales, porque había pocas dudas sobre la naturaleza y el uso de los dones espirituales en la iglesia. Pero en el siglo XX se vio un notable incremento del interés en los dones espirituales, principalmente debido a la influencia de los movimientos Pentecostal y carismático dentro de la iglesia.
En este capítulo, primero examinaremos algunas cuestiones generales relacionadas con los dones espirituales, entonces examinaremos la cuestión específica de si algunos dones (milagrosos) han cesado. En el siguiente capítulo analizaremos lo que enseña el Nuevo Testamento sobre dones particulares.
Sin embargo, antes de comenzar la discusión debemos definir los dones espirituales como sigue: Un don espiritual es una habilidad potenciada por el Espíritu Santo y utilizada en cualquier ministerio de la iglesia. Esta amplia definición incluye tanto los dones relacionados con las habilidades naturales (tales como la enseñanza, el mostrar misericordia, o la administración) como los dones que parecen ser más «milagrosos» y menos relacionados con las habilidades naturales (tales como la profecía, la sanidad, o el discernimiento de espíritus).
El motivo de esto es que cuando Pablo relaciona los dones espirituales (en Ro 12: 6-8; 1ª Co 7: 7; 12: 8-10,28; y Ef. 4: 11) incluye ambas clases de dones. Pero no todas las habilidades naturales que tienen las personas están incluidas aquí, pues Pablo sabe bien que todos los dones espirituales se deben a «un mismo y único Espíritu» (1ª Co 12: 11), que se dan «para el bien de los demás» (1ª Co 12:7), y que todos deben ser usados para «edificación» (1ª Co 14:26), o para la edificación de la iglesia.
¡Cuando el Espíritu Santo potencia los dones aparentemente naturales (tales como la enseñanza, e! prestar ayuda, la administración O los dones musicales), generalmente su uso muestra una mayor efectividad y poder.
Pablo dice que los corintios se llenaron «de toda riqueza, tanto en palabra como en conocimiento», cuando recibieron los dones espirituales. (1ª Co 1:5-7). Todo pastor que ha predicado durante un tiempo conoce la diferencia entre predicar de acuerdo con su propia habilidad "natural" y predicar el mismo sermón ungido O bajo e! poder de! Espíritu Santo.
1. LOS DONES ESPIRITUALES EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
Ciertamente el Espíritu Santo obraba en el Antiguo Testamento, trayendo las personas a la fe y trabajando de manera notable en unos cuantos individuos tales como Moisés y Samuel, David o Elías. Pero en general había una actividad menos poderosa del Espíritu Santo en las vidas de la mayoría de los creyentes.
Una evangelización efectiva de las naciones era muy poco común, el exorcismo de demonios' era desconocido, las curaciones milagrosas eran poco comunes (aunque sí ocurrieron, especialmente en los ministerios de Elías y Eliseo), la profecía estaba limitada a unos pocos profetas o pequeños grupos de profetas, y «el poder de resucitar» del pecado en el sentido de Romanos 6: 1-4 y Filipenses 3: 10 se experimentaba rara vez.
Pero en varios aspectos el Antiguo Testamento está a la espera de un tiempo cuando habría una capacitación mayor del Espíritu Santo que alcanzaría a todo el pueblo de Dios. Moisés dijo; «¡Cómo quisiera que todo el pueblo de Dios profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!» (Num. 11: 29).
Y el Señor profetizó a través de Joel:
Después De Esto, Derramaré Mi Espíritu Sobre Todo El Género Humano. Los Hijos Y Las Hijas De Ustedes Profetizarán, Tendrán Sueños Los Ancianos Y Visiones Los Jóvenes. En Esos Días Derramaré Mi Espíritu Aun Sobre Las Siervos Y Los Siervas. Jl 2: 28-29)
Juan el Bautista destaca las expectativas del pueblo sobre el cumplimiento de la profecía de Joel cuando anuncia que después de él viene alguien que «los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3: 11; Mr 1:8; Lc 3: 16;Jn 1: 33; Hch 1: 5).
Cuando Jesús comienza su ministerio llega trayendo la plenitud y el poder del Espíritu Santo en su persona. Lucas escribe: (Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu (Lc 4: 14). Como resultado enseña con gran poder (Lc 4: 15-22) y sana y echa fuera demonios de todos los que están oprimidos (Lc 4: 31-41). Claramente, Jesús ha venido en el mayor poder del Espíritu Santo del nuevo pacto, y ha venido para conquistar el reino de Satanás.
De hecho, dice que el poder del Espíritu Santo que obra en él permitiéndole echar fuera demonios es una señal de que el reino de Dios ha venido con poder: «Si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12: 28). Al recordar la vida y el ministerio de Jesús, Juan nos dice: «El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo» (1 Jn 3: 8).
Pero este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no está limitado solamente al ministerio de Jesús. Éste envía a sus discípulos diciendo: «El reino de Dios está cerca» y les dijo: «Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios» (Mt 10: 7-8). No obstante, este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no se ha dispensado todavía a todos los que creyeron en Jesús o lo siguieron, sino solo a sus doce discípulos o a los setenta discípulos (Lc 10: 1-12).
NOTA: Lo único que se acerca a la expulsión de demonios en el Antiguo Testamento es el hecho de que cuando David tocaba la lira para el rey Saúl, la música calmaba a Saúl y 10 hacia sentirse mejor, y «el espíritu maligno se apartaba de él» (1ª S 16: 23), pero David hacia esto «cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a David (Ibid), lo que indica que Saúl no experimentaba un alivio permanente de la opresión demoníaca.
El derramamiento del Espíritu Santo en la plenitud y el poder del nuevo pacto en la iglesia ocurrieron en el Pentecostés. Antes que Jesús ascendiera al cielo mandó a sus apóstoles «que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre» y en contenido de esa promesa era: «Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días» (Hch 1: 8). Les prometió: «Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hch 1: 8).
Cuando se derramó el Espíritu Santo sobre la iglesia en Pentecostés Pedro reconoció que se había cumplido la profecía de Joel, pues afirmó: «Mas esto es lo dicho por el profeta Joel» (Hch 2:16), y entonces citó la profecía de Joel (vv. 17-21). Pedro reconoció que el poder del Espíritu Santo había venido sobre el pueblo de Dios y que la era del nuevo pacto había comenzado como un resultado directo de la actividad de Jesús en el cielo, pues dijo:
A Este Jesús, Dios Lo Resucitó, Y De Ello Todos Nosotros Somos Testigos. Exaltado Por El Poder De Dios, Y Habiendo Recibido Del Padre El Espíritu Prometido, Ha Derramado Ahora Esto Que Ustedes Ahora Ven Y Oyen. (Hch 2: 32-33)
Con el ministerio de Jesús y el ministerio de los discípulos con Jesús como trasfondo, los discípulos presentes en el Pentecostés habrían esperado correctamente que una poderosa predicación evangelística, la liberación de la opresión demoníaca, las sanidades, y quizá también la profecía, los sueños y visiones comenzarían y continuarían entre aquellos que creen en Cristo, y que estas cosas serían una característica de la era del nuevo pacto que comenzó con el Pentecostés.
Otra característica de esta dispensación del Espíritu Santo fue una amplia distribución de dones espirituales a todo el pueblo, en que hijos e hijas, jóvenes y viejos, siervos y siervas, en palabras de Joel, todos recibieron el poder del Espíritu Santo del nuevo pacto, y también se esperaba que entonces todos recibirían los dones del Espíritu Santo también.' De hecho, eso fue lo que ocurrió en la iglesia primitiva (vea 1ª Co 12-14; Gá 3: 5; Stg 5: 14-15).
Como dijo B. B. Warfield:
Estamos Justificados Al Considerar Característico De Las Iglesias Apostólicas Que Tales Milagros Debían Manifestarse En Ellas. La Excepción Sería, No Una Iglesia Con, Sino Una Iglesia Sin Esos Dones... La Iglesia Apostólica Tenía Como Característica Ser Una Iglesia Productora De Milagros.
(Esto es verdad independientemente de qué punto de vista se asuma sobre la continuación de los dones milagrosos después del tiempo de los apóstoles.)
2. EL PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES EN LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los dones espirituales se conceden para capacitar a la iglesia para llevar a cabo su ministerio hasta que Cristo regrese. Pablo les dice a los corintios: «De modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansia que se manifieste nuestro Señor Jesucristo» (1ª Co 1: 7). Aquí él vincula la posesión de los dones espirituales y su situación en la historia de la redención (a la espera del regreso de Cristo), sugiriendo que los dones se dan a la iglesia para el período entre la ascensión de Cristo y su retomo.
De igual manera, Pablo espera el tiempo del regreso de Cristo y dice: «pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1ª Co 13: 10), e indica que estos dones «imperfectos» (mencionados en vv. 8-9) estarán vigentes hasta que Cristo regrese, cuando serán superados por algo muy superior.
De hecho, la dispensación del Espíritu Santo en «poder» en el Pentecostés (Hch 1: 8) era para capacitar a la iglesia a fin de que predicara el evangelio (Hch 1: 8) algo que continuaría hasta que Cristo regresara. Y Pablo les recuerda a los creyentes que en su utilización de los dones espirituales deben procurar «que abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Por último, al escribirle a los efesios, Pablo especifica que cuando Cristo ascendió al cielo concedió dones «a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo» (Ef 4:12).
Pero los dones espirituales no solo capacitan a la iglesia para el tiempo hasta que Cristo regrese, también dan un anticipo de la era por venir. Pablo recuerda a los corintios que Cristo los había «llenado de toda riqueza», tanto en sus palabras como en su conocimiento, y que el resultado de este enriquecimiento era que no les faltaba «ningún don espiritual» (1ª Co 1: 5, 7).
Por supuesto este enriquecimiento en sus palabras y conocimiento no les daba las palabras perfectas o el perfecto conocimiento que tendrían en el cielo, sino solo un anticipo o pago inicial de esta perfección celestial. De modo semejante, Pablo les recuerda a los corintios que los dones espirituales son «imperfectos», pero cuando el modo «perfecto» de conocer venga al regresar el Señor, entonces estos dones pasarán (1ª Co 13: 10).
Justo como el Espíritu Santo es en esta era un «pago anticipado» (2ª Co 1: 22; 2 Co 5: 4; Ef. 1: 14) de toda la obra del Espíritu Santo dentro de nosotros en la era por venir, así los dones que el Espíritu Santo nos da son anticipos parciales de la obra plena del Espíritu Santo que nos pertenecerá en la era por venir.
En este camino, los dones de discernimiento y entendimiento prefiguran el discernimiento mucho mayor que tendremos cuando Cristo regrese. Los dones del conocimiento y la sabiduría prefiguran la sabiduría mucho mayor que será nuestra cuando «conozcamos como somos conocidos» (1ª Co 13:12). Los dones de sanidad dan un anticipo de la perfecta salud que será nuestra cuando Cristo nos conceda cuerpos resucitados.
Paralelos similares se podrían encontrar con todos los otros dones del Nuevo Testamento. Aun la diversidad de dones debe conducir a una mayor unidad e interdependencia en la iglesia (vea 1 Ca 12:12-13, 24-25; Ef. 4: 13), Y la diversidad en la unidad será en sí misma un anticipo de la unidad que los creyentes tendrán en el cielo.
3. ¿CUÁNTOS DONES EXISTEN?
Las epístolas del Nuevo Testamento relacionan dones espirituales específicos en seis diferentes pasajes. Examine la tabla en la página siguiente.
Lo obvio es que estas listas son todas muy diferentes. Ninguna lista tiene todos estos dones, y ningún don excepto la profecía se menciona en todas las listas (la profecía no se menciona en 1ª Co 7: 7, donde solo se discute el tema del matrimonio y el celibato, pero se incluye ciertamente en «el que habla» de 1ª P 4: 11). De hecho, 1ª Corintios 7: 7 menciona dos dones que no están en ninguna otra lista: En el contexto de la discusión sobre el matrimonio y el celibato, Pablo dice: «Cada uno tiene de Dios su propio don; éste posee uno; aquél, otro».
Estos hechos indican que Pablo no intentaba construir listas exhaustivas de dones cuando especificó los que mencionó. Aunque a veces hay una indicación de algún orden (él pone a los apóstoles primero, a los profetas en segundo lugar, a los maestros en tercero, pero al don de lenguas en último lugar en 1ª Co 12: 28), parece que en general Pablo relacionaba casi al azar una serie de diferentes ejemplos de dones según le venían a la mente.
1ª Corintios 12: 28.
1. apóstol'
2. profeta
3. maestro
4. milagros
5. tipos de sanidad
6. ayudas
7. administración
8. lenguas

1ª Corintios 12:8·10
9. palabra de sabiduría
10. palabra de conocimiento
11. fe
(5) dones de sanidad
(4) milagros
(2) profecía
12. distinguir entre espíritus
(8) lenguas
13. interpretación de lenguas,
Efesios 4:11'
(1) apóstol
(2) profeta
14. evangelista
15. Pastor-maestro
Romanos 12: 6-8
(2) profecía,
16. Servicio
(3) enseñanza,
17. Alentar
18. Contribuir
19. Liderazgo
20. Misericordia
1ª Corintios 7: 7
21. matrimonio
22. celibato

1ª Pedro 4: 11el que habla (que cubre varios dones) el que presta algún servicio (que cubre varios dones).
Por otra parte, hay cierto grado de superposición entre los dones relacionados en varios lugares. Sin duda el don de administración (kybemesis, 1ª Co 12: 28) es similar al don de liderazgo (ho proistamenos, Ro 12:8), y ambos términos pueden aplicarse probablemente a muchos que tienen el oficio de pastor-maestro (Ef. 4: 11).
NOTA: Aquí el término griego para «don» es charisma. El mismo que Pablo usa en 1ª Co 12-14 cuando habla de los dones espirituales.
Esta lista ofrece cuatro tipos de personas en términos de oficios o funciones, no, hablando estrictamente. Cuatro dones. Para tres de las funciones de la lista, los dones correspondientes serían la profecía, la evangelización y la enseñanza.
Estrictamente hablando, ser un apóstol es un oficio, no un don vea más adelante sobre el oficio de apóstol).
Por otro lado, en algunos casos Pablo relaciona una actividad y en otros casos relaciona el sustantivo relacionado que describe a la persona (tal como «profecía» en Ro 12: 6 y 1ª Co 12: 10, pero utiliza «profeta» en 1ª Co 12: 28 y Ef. 4: 11).
Otra razón para pensar que Pablo podría haber hecho listas mucho más largas si hubiera querido es el hecho que algunos de los dones relacionados tendrían muchas expresiones diferentes cuando se encuentran en distintas personas. Ciertamente el don de servir o ayudar dando un consejo sabio, otros al cocinar las comidas, otros al cuidar los niños o entablando amistad con una persona mayor, otros al dar consejos legales o médicos o financieros cuando se necesitan dentro de la iglesia.
Estos dones difieren bastante. Entre aquellos que poseen el don de la evangelización, algunos serán buenos en la evangelización personal dentro de un vecindario, otros al evangelizar escribiendo tratados y literatura cristiana, y otros en la evangelización de las grandes campañas y las reuniones públicas. Aún otros serán buenos en la evangelización a través de la radio y la televisión.
No todos estos dones evangelísticos son iguales, aun cuando caen dentro de la amplia categoría de «evangelización». Lo mismo podría decirse de los dones de la enseñanza o la administración. Todo esto significa que los dones de dos personas no son exactamente iguales.
¿Cuántos diferentes dones existen entonces? Ello depende simplemente en lo específicos que queramos ser. Podemos confeccionar una lista muy breve de solo dos dones como hace Pedro en 1ª Pedro 4: 11: «el que habla» y «el que presta algún servicio«. En esta lista de solo dos asuntos Pedro incluye todos los dones mencionados en cualquier otra lista porque todos ellos caen en una de estas dos categorías.
De un lado, podemos tomar los oficios de profeta, sacerdote, y rey del Antiguo Testamento, y tener una lista de tres tipos de dones: los dones proféticos (en este amplio sentido) incluirían los que implican enseñar, alentar, exhortar o reprender a otros.
NOTA: Se debe decir algo en este punto sobre la relación entre los dones y los oficios en la iglesia. Cuando observamos estas listas, se hace evidente que en algunos casos Pablo nombra los dones específicos (tales como los dones de sanidad o administración o lenguas), y en otros casos nombre las personas que tienen esos dones (tales como los apóstoles, profetas, o evangelistas).
Algunas listas mencionan solo las personas que poseen esos dones (como en Ef4: 11 o 1 P 4: 11). Y algunas listas están mezcladas, mencionando algunos dones y algunas personas que tienen los dones (como en Romanos 12: 6-8 y 1ª Co 12: 28).
Además de eso, se debe hacer otra distinción: En los casos que Pablo nombra personas, a veces da el nombre que hace referencia a un oficio reconocido oficialmente en la iglesia (tales como «apóstoles» o «pastores-maestros»). Esperaríamos que esas personas comenzarían a funcionar en esos oficios tras haber recibido un reconocimiento formal de la iglesia como un todo (esto se llamaría (ordenación) o «instalación en el oficio» para el oficio de pastor [o anciano] por ejemplo. Pero en otros casos, aunque se nombra la persona, no hay necesariamente que pensar que hubo algún reconocimiento oficiala establecimiento en el oficio frente a toda la iglesia.
Este sería el caso, por ejemplo, de aquel que anima a otros y el que da y el que muestra (compasión) en Romanos 12: 6-8. De manera similar, el Nuevo Testamento no indica claramente que se establecieron los profetas y evangelistas en algún oficio formalmente reconocido en la iglesia primitiva, y la palabra «profeta» probablemente se refiere únicamente a alguien que profetizaba regularmente y bajo la evidente bendición de la iglesia.
«Evangelista» puede referirse igualmente a aquellos que funcionaban efectivamente de manera regular en el trabajo de la evangelización, y «maestros» podría incluir tanto a aquellos que tenían reconocidas funciones docentes en la iglesia, quizá en relación con el oficio de anciano, y aquellos que tenían funciones docentes en capacidades menos formales en la iglesia pero que enseñaban regularmente con efectividad en escenarios informales o grupos pequeños.
Por conveniencia, seguiremos refiriéndonos a estas listas como listas de «dones espirituales», aunque, para ser más precisos, debemos damos cuenta que ellas incluyen tanto los dones espirituales como las personas que ejercitan esos dones. Como Jesucristo provee a la iglesia tanto los dones como las personas, es apropiado que ambos se mencionen en distintas partes de estas listas.
Los dones sacerdotales incluyen todo lo que implica mostrar misericordia y cuidar de aquellos en necesidad o implica interceder ante Dios (tal como orar en lenguas). Los dones reales implicarían todo lo que tenga que ver con la administración o el gobierno o el orden en la iglesia.
Otras clasificaciones de dones son los dones de conocimiento (tal como distinguir entre espíritus, palabra de sabiduría, y palabra de conocimiento), los dones de poder (tales como la sanidad, los milagros, y la fe) y los dones de la palabra (lenguas, interpretación y profecía). Entonces podríamos confeccionar otra vez una lista mucho mayor, como la lista de los veintidós dones enumerados arriba.
Pero aun esa lista no incluye todos los dones posibles (ninguna lista incluye un don de oración intercesora, por ejemplo, que puede estar relacionado a un don de fe pero que no es el mismo que el don de la fe; los dones musicales no están incluidos en ninguna lista, y tampoco ningún don de echar fuera demonios, aunque Pablo debe haber sabido que algunos cristianos eran más efectivos en esa área que otros).
Y si deseáramos dividir diferentes tipos de servicio o administración o evangelización o enseñanza, entonces podríamos fácilmente tener una lista que incluyera cincuenta o hasta cien distintos rubros.
El propósito de todo esto es simplemente decir que Dios le da a la iglesia una asombrosa variedad de dones espirituales, y todos ellos son muestra de su multiforme gracia. De hecho, Pedro dice tanto como: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1ª P 4: 10; aquí la palabra «multiforme» es poikilos, que significa «tener muchas facetas; tener una rica diversidad»).
La consecuencia práctica de esta discusión es que debemos estar dispuestos a reconocer y apreciar a las personas que tienen dones que difieren de los nuestros y que pueden diferir de nuestras expectativas de lo que debe ser la apariencia de ciertos dones. Por otra parte, una iglesia saludable tendrá una gran diversidad de dones, y esta diversidad no debe llevar a una fragmentación sino a una mayor unidad entre los creyentes de la iglesia.
Todo el propósito de Pablo en la analogía del cuerpo con muchos miembros (1ª Co 12: 12-26) es decir que Dios nos ha puesto en el cuerpo con estas diferencias de manera que podamos depender unos de otros. «Ni el ojo no puede decirle a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros». Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios» (1ª Co 12: 21-22; d. vv. 4-6).
Va contra la manera de pensar del mundo decir que disfrutamos de mayor unidad cuando nos unimos más a aquellos que son diferentes a nosotros, pero ese es precisamente el argumento que formula Pablo en 1ª Corintios 12, demostrando la gloria de la sabiduría de Dios al no permitir a nadie poseer todos los dones necesarios para la iglesia, sino requiriendo que dependamos uno del otro para un adecuado funcionamiento de la iglesia.
NOTA: Esta variedad de maneras de clasificar los dones nos permite decir que con propósitos docentes son posibles muchos tipos de clasificación. Pero debemos cuidamos de cualquier reclamo de que cierta forma de clasificar O relacionar los dones es la única válida, pues la Escritura no nos limita a algún esquema de clasificación.
4. LOS DONES PUEDEN VARIAR EN INTENSIDAD.
Pablo dice que si tenemos el don de profecía, debemos utilizarlo «en proporción a nuestra fe» (Ro 12: 6), indicando que el don puede estar más o menos desarrollado en diferentes individuos durante un período de tiempo. Por esto Pablo puede recordarle a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía» (1ª Ti 4: 14), y puede decir: «Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti» (2ª Ti 1: 6).
Era posible que Timoteo dejara que su don se debilitara, aparentemente por su uso infrecuente, y Pablo le recuerda que lo estimule utilizándolo y consecuentemente fortaleciéndolo. Esto no debe sorprender, porque nos damos cuenta que muchos dones incrementan su fuerza y efectividad cuando se utilizan, ya sea la evangelización, la enseñanza, el consuelo, la administración o la fe.
Apolos tenía un poderoso don de predicación y enseñanza, pues leemos que era «ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras » (Hch 18: 24). Y aparentemente Pablo tenía y utilizaba con frecuencia un muy efectivo don de hablar en lenguas pues dice; «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes» (1ª Co 14: 18).
Todos estos textos indican que los dones espirituales pueden variar en intensidad.
Si pensamos en cualquier don, ya sea la enseñanza o la evangelización de un lado, o la profecía y la sanidad del otro, debemos darnos cuenta que dentro de cualquier congregación probablemente haya personas que son muy efectivas en el uso de ese don (quizá a través de un uso prolongado y la experiencia), otros que son moderadamente fuertes en ese don, y otros que tienen el don pero que comienzan justo a utilizarlo.
Esta variación en intensidad de los dones espirituales depende de una combinación de influencia humana y divina. La influencia divina es la obra soberana del Espíritu Santo, «quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11). La influencia humana viene de la experiencia, el entrenamiento, la sabiduría, y las habilidades naturales en el uso de ese don.
Normalmente no es posible conocer en qué proporción las influencias humana y divina se combinan en cualquier momento, ni tampoco es realmente necesario conocerlo, porque aun las habilidades que pensamos son «naturales» vienen de Dios (1ª Co 4: 7) y están bajo su control soberano (vea el capítulo 16 sobre la providencia de Dios y la responsabilidad humana).
Pero esto lleva a una pregunta interesante: ¿Qué fuerte tiene que ser una habilidad antes de que se la llame un don espiritual? ¿Cuántas habilidades docentes necesita alguien antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de la enseñanza, por ejemplo? ¿ü qué efectivo en la evangelización necesitaría ser alguien antes que podríamos reconocer un don de evangelización? ¿O con qué frecuencia alguien tendría que ver respondidas las oraciones por una sanidad antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de sanidad?
La Escritura no responde esta cuestión directamente, pero el hecho de que Pablo hable de estos dones como útiles para la edificación de la iglesia (1 Ca 14: 12), y el hecho de que Pedro diga de la misma manera que cada persona que ha recibido un don debe recordar emplearlo «al servicio de los demás» (1 P 4:10), sugiere que tanto Pablo como Pedro pensaban en dones y habilidades que eran lo suficientemente fuertes como para funcionar en beneficio de la iglesia, ya sea para la congregación reunida (como la profecía o la enseñanza), o para individuos de la congregación en distintos momentos (como la ayuda y el aliento).
NOTA: Vea también 1ª Corintios 13: 1-3. Donde Pablo ofrece ejemplos de algunos dones desarrollados al grado más elevado Imaginable. Ejemplos que él usa para mostrar que aun tales dones sin amor no traerían ningún beneficio.
Probablemente no se puede trazar una línea definitiva en esta materia, pero Pablo nos recuerda que no todos tienen cada uno de los dones o ningún don. Él habla con mucha claridad sobre esto en una serie de preguntas que no esperan respuesta:
«¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?» (1ª Co 12: 29-30). El texto griego (con la partícula me antes de cada pregunta) claramente no espera una respuesta a cada pregunta. Por lo tanto, no todos son maestros, por ejemplo, ni todos poseen los dones de sanidad, ni todos hablan en lenguas.
Pero aunque no todos tienen el don de la enseñanza, es cierto que todas las personas «enseñan» en algún sentido de la palabra enseñar. Aun personas que nunca soñarían con enseñar una clase de la Escuela Dominical, ciertamente leerán historias bíblicas a sus propios hijos y les explicarán su significado; Moisés mandó que los israelitas hicieran esto mismo con sus hijos (Deuteronomio 6: 7), que les explicaran las palabras de Dios mientras estaban sentados en su casa o andaban por el camino.
Así que de un lado podemos decir que no todos tienen el don de la enseñanza. Pero por otro lado, debemos decir que hay alguna habilidad general relacionada con el don de la enseñanza que poseen todos los cristianos. Otra forma de decir esto sería afirmar que no hay un don espiritual que tengan todos los creyentes, pero hay cierta habilidad general similar a cada don que todos los cristianos tienen.
Podemos ver esto en cierto número de dones. No todos los cristianos poseen el don de evangelización, pero todos los cristianos tienen la capacidad de compartir el evangelio (de hecho, como veremos abajo, algunas personas dicen que nadie tiene hoy en día genuinos dones de sanidad), pero a pesar de todo cada cristiano puede y de cierto ora a Dios por la sanidad de amigos o parientes que están enfermos.
No todo cristiano tiene el don de la fe, pero cada cristiano tiene cierto grado de fe, y esperaríamos que esta crezca en la vida de un cristiano ordinario.
Hasta podemos decir que otros dones, tales como la profecía y el hablar en lenguas, no solo tienen una intensidad cambiante entre aquellos que poseen el don, sino que también encuentran su contraparte en algunas habilidades generales que se hallan en la vida de cada cristiano. Por ejemplo, si entendemos que la profecía es (de acuerdo con la definición que se ofrece en el capítulo 53)".
«Informar algo que Dios nos trae de manera espontánea a la mente», entonces es verdad que no todos experimentan esto como un don, porque no todos experimentan a Dios trayendo espontáneamente cosas a la mente con tal claridad y fuerza que él o ella se sientan libres de hablar sobre ellas en medio de un grupo de cristianos reunidos.
Pero probablemente todo cristiano ha tenido en un momento u otro la sensación de que Dios le traía a la mente la necesidad de orar por un amigo distante o escribirle o llamarlo por teléfono para llevar una palabra de aliento a alguien que está lejos, y más tarde ha descubierto que eso era precisamente lo que se necesitaba en ese momento.
Pocos negarían que Dios puso esa necesidad de una manera espontánea en su mente, y, aunque esto no sería llamado un don de profecía, es una habilidad general recibir una orientación o guía especial de Dios que es similar a lo que ocurre con el don de profecía, pese a que funciona a un nivel inferior.
Incluso podemos considerar el don de hablar en lenguas desde esta perspectiva.
Si pensamos del hablar en lenguas como una oración en sílabas no comprensibles para el que habla (vea 1ª Co 14: 2, 14)," entonces es verdad que no todo cristiano tiene el don de hablar en lenguas (y una vez más debe decirse que algunos cristianos argumentarían que nadie tiene hoy en día ese don, pues la era de los apóstoles ha terminado).
Pero por otro lado, debemos reconocer que todo cristiano tiene momentos de oración en los cuales su oración se expresa no solo en palabras y sílabas inteligibles, sino también en forma de suspiros, gemidos y llanto que sabemos el Señor escucha y comprende, y ello expresa necesidades y preocupaciones de nuestros corazones que no podemos articular plenamente en palabras (Ro 8: 26-27).
Una vez más no debemos llamar a esto un don de hablar en lenguas, pero parece ser una habilidad general en nuestras vidas cristianas que está de alguna manera relacionada con el don de hablar en lenguas, en la medida que se expresa en una oración en sílabas que no entendemos completamente, pero que sin embargo el Espíritu Santo convierte en una oración efectiva que Dios escucha.
El propósito de toda esta discusión es simplemente decir que los dones espirituales no son tan misteriosos ni «cosas de otro mundo» como la gente considera que son. Muchos de ellos son solo una intensificación o una instancia altamente desarrollada de fenómenos que la mayoría de los cristianos experimentan en sus propias vidas.
El otro importante propósito que puede deducirse de esta discusión es que aun cuando se nos han dado dones por Dios, todavía somos responsables de usarlos con efectividad, y buscar crecer en su uso para que la iglesia reciba más beneficios de los dones que Dios nos ha permitido ser administradores.
Por último, el hecho de que la potencia de los dones puede variar nos permite reconocer que el don de cierta persona (tal como el de enseñanza o administración, por ejemplo) puede que no sea lo suficientemente fuerte como para funcionar en beneficio de toda la iglesia en una iglesia grande donde muchas personas ya tienen ese don en alto grado desarrollado.
Pero esa misma persona, al moverse a una iglesia más joven y pequeña donde pocos tienen el don de la enseñanza o la administración, puede encontrar que sus dones tienen una mayor demanda y son capaces de funcionar para el beneficio de toda la congregación. (En este sentido, algo que solo se considera una habilidad general en un escenario puede considerarse correctamente un don espiritual en otro escenario.)
5. POSEEN LOS CRISTIANOS LOS DONES TEMPORAL O PERMANENTEMENTE?
En la mayoría de los casos, parece que el Nuevo Testamento describe una posesión permanente de los dones espirituales. La analogía de las partes del cuerpo en 1ª Corintios 12: 12-26 se adecuan a esto, en el sentido que el ojo no se convierte en mano, ni el oído en pie, pero las distintas partes del cuerpo existen permanentemente.
Por otro lado, Pablo dice que algunas personas ostentan títulos que describen una función continua. Algunos pueden ser llamados «profetas» o «maestros» (1ª Co 12: 29) o «evangelistas» (Ef 4: 11). Esperaríamos que esas personas estuvieran en posesión permanente de los dones de profecía, enseñanza y evangelización, a menos que alguna circunstancia inusual sobreviniera que los privara del don.
De manera similar, Pablo habla en términos de la posesión de dones espirituales cuando dice: «Si tengo el don de profecía»(1ª Co 13:2) Y cuando Pablo pide que un intérprete esté presente cuando alguien hable en lenguas (1ª Co 14: 28), asume que la iglesia conocerá si alguien que tiene el don de interpretación está presente, lo que implica que alguien estaría en posesión del don durante un tiempo.
Cuando dice; «Si alguno se cree profeta» (1ª Co 14: 37), se da cuenta que algunos en Corinto habrían funcionado con el don de profecía con la suficiente frecuencia para concebirse a sí mismo como «profetas». Todos estos versículos apuntan en la dirección de una permanente, o por lo menos duradera y continua posesión de dones espirituales.
Por cierto, en Romanos 12, Pablo comienza su afirmación: «y hay diversidad de de operaciones» (Ro 12:6). Y le dice a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía» (1ª Ti 4: 14), indicando de nuevo que Timoteo había tenido ese don durante un período de tiempo. Por lo tanto, parece que en general el Nuevo Testamento indica que a las personas se les conceden dones espirituales, y una vez que los poseen, son normalmente capaces de continuar utilizándolos durante el transcurso de su vida cristiana.
Con todo, se deben cumplir importantes requisitos, porque hay algunas instancias en las que los dones no son permanentes. Hay algunos dones que no son permanentes por su propia naturaleza, tales como los dones del matrimonio y el celibato (1ª Co 7: 7). Aunque Pablo los llama dones, en la vida de la mayoría de los creyentes habrá momentos en que están solteros, y momentos en que están casados.
Por otra parte, algunos dones, aunque se ejerciten con bastante frecuencia, aun no se pueden ejercitar a voluntad. La efectividad en el don de sanidad, por ejemplo, depende de la voluntad soberana de Dios al responder las oraciones que imploran sanidad.
De manera similar, la profecía depende de la concesión de una «revelación» espontánea (1ª Co 14: 30) de Dios, y simplemente no puede ejercitarse a voluntad.
Lo mismo podría decirse inclusive del don de la evangelización: En última instancia es la obra del Espíritu Santo traer regeneración y capacitar a alguien para creer, de forma que el evangelista debe orar y predicar, pero solo Dios puede aportar la cosecha de almas.
En otros casos, se puede conceder algún don particular para una necesidad o evento único. Aunque no es, hablando estrictamente, un don espiritual en el sentido del Nuevo Testamento, la devolución de la fortaleza de Sansón por última vez al final de su vida Jueces 16: 28) se le otorgó temporalmente durante el último momento de su vida.
Y, en el Nuevo Testamento, la notable revelación que tuvo Esteban cuando, «lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios» (Hch 7:55) fue una manifestación del Espíritu que se le dio solo durante ese específico momento.
NOTA: Por supuesto, no debemos llevar muy lejos la metáfora del cuerpo, pues las personas de hecho reciben otros dones, y Pablo aun anima a las personas a buscar dones espirituales adicionales (1ª Co 14: 1). Pero la metáfora sí sugiere algún grado de estabilidad o permanencia en la posesión de los dones.
Otra instancia en que un don puede no ser permanente es cuando una persona descuida su don, y quizá aflige al Espíritu Santo o cae en un serio error doctrinal o moral (como por ejemplo hizo Sansón en el Antiguo Testamento). En tal caso el don puede ser retirado. De cierto, Pablo advirtió a Timoteo: (Ejercita el don que recibiste) (1ª Ti 4: 14), y quizá también podemos aprender de la parábola de los talentos, en la que Jesús dice que «a todo el que tiene se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene) (Mt 25: 29).
Por demás, debemos recordar que el Espíritu Santo todavía es soberano en la distribución de dones: el que (reparte a cada uno según él lo determina) (1ª Co 12: 11). La palabra que se traduce aquí como (reparte) es un participio presente, lo cual indica una continua actividad en el tiempo, y podríamos parafrasear: (El Espíritu Santo continúa siempre distribuyendo o repartiendo dones a cada persona individual justo según él lo determina).
Esto significa que, aun cuando normalmente la costumbre del Espíritu Santo es continuar facultando el mismo don o dones en las personas en el transcurso del tiempo, aún así, hay una continua voluntad y decisión del Espíritu Santo de hacer o no hacer esto, y puede que por sus propios motivos retire el don durante un tiempo, o hace que sea mucho más potente o más débil de lo que era.
Por último, 1ª Corintios 13: 8-13 (que se discutirá abajo) indica que los actuales dones espirituales que poseemos son solo para esta era, y serán superados por algo mucho mayor. Por lo tanto, en ese sentido ningún don es (permanente) pues cada don se considerará inútil en el momento que el Señor regrese.
Dentro de la discusión de la cuestión de si los dones espirituales son o no permanentes, a veces se menciona a Romanos 11: 29: (Porque las dádivas de Dios son irrevocables). Sin embargo, Esto no significa que sea apropiado utilizar el versículo en el contexto de esta discusión, pues en este caso Pablo habla sobre el estatus del pueblo judío, incluyendo su designación como pueblo de Dios y los dones o bendiciones dispensados a ellos como resultado de ese estatus.
Aquí Pablo arguye que Dios tiene aun un propósito para su pueblo de Israel, pero la cuestión de los dones del Espíritu Santo en el sentido de 1ª Corintios 12-14 no se contempla en absoluto en Romanos 11: 29. Y ciertamente en cualquier caso esta afirmación no sería cierta en términos de una declaración del todo irrestricta sobre los dones espirituales, porque es evidente que por el mal uso, la negligencia o el agravio del Espíritu Santo, puede que las personas vean sus dones disminuidos o removidos por la soberana decisión de Dios.
NOTA: Aunque el propósito primario de esta parábola tiene que ver con las recompensas en el juicio final, no obstante alienta a la fidelidad en la mayordomía de lo que se nos ha dado, y no es ilógico esperar que Dios pudiera actuar respecto a nosotros de esa manera, por lo menos en principio, también en esta vida.
6. ¿SON LOS DONES MILAGROSOS O NO MILAGROSOS?
La respuesta a esta pregunta depende en realidad de la definición de la palabra milagro. Si definimos milagro como (una actividad directa de Dios en el mundo), entonces todos los dones espirituales son milagrosos porque el Espíritu Santo los faculta (1ª Co 12:11; vvA-6). Pero en ese sentido todo lo que sucede en el mundo puede decirse que es milagroso, porque todo ello procede de la obra providencial de Dios en la creación (vea Ef. 1:11; Dn. 4: 35; Mt 5: 45).
Por lo tanto la palabra milagro pierde su utilidad, pues nos es dificil encontrar algo que suceda en el mundo que no sea milagroso en este sentido.
Es mejor definir milagro en un sentido más estrecho, como hicimos arriba, en el capítulo 17: Un milagro es «una actividad menos común de Dios en la que él suscita el asombro y la admiración de las personas y da testimonio de sí mismo». En términos de esta definición, solo algunos dones son «milagrosos»: a saber, aquellos dones que la gente piensa que son milagrosos porque están asombrados de la actividad de Dios que obra en ellos.
Ciertamente incluiríamos la profecía en esta categoría (note el asombro del incrédulo en 1ª Co 14: 24-25), la sanidad (de manera similar, note la respuesta del pueblo en Hch 3: 10 y otros lugares), echar fuera demonios (vea Hch 19: 11-13,17), o el hablar en lenguas cuando es realmente una lengua extranjera y los demás la comprenden (vea la descripción de Pentecostés en Hch 2: 7).
Probablemente otros fenómenos notables también se incluirían en el don de hacer milagros (1ª Co 12: 10).
Por otro lado, en esta definición, algunos dones se considerarían como no milagrosos.
Los dones de servir, enseñar, alentar, contribuir y llevar a cabo actos de misericordia (en Ro 12: 7-8) caerían en esta categoría, así como los dones de aquellos que actúan como ayudantes y administradores (1ª Co 12: 28). Pero todavía se trata del mismo Espíritu Santo quien los da y obra a través de ellos.
El propósito de este análisis es alertamos contra la elaboración de una distinción sobrenatural! natural en nuestras mentes por medio de la cual pensemos que algunos dones son «sobrenaturales» y otros simplemente «naturales». La Biblia no hace tal distinción, y el peligro de hacer esto es que nos inclinemos a pensar que algunos dones (que pensamos son «sobrenaturales) son más importantes o proceden más claramente del Señor, y que nos inclinemos a devaluar o hacer menos énfasis en los dones que consideramos «naturales». Si hacemos esto fracasaremos a la hora de ver la mano de Dios en la actuación de todos los dones y a la hora de darle gracias por todos ellos.
Por otro lado, la engañosa distinción sobrenatural! natural también puede hacemos desconfiados sobre aquellos que consideramos sobrenaturales», o puede llevamos a pensar que sería muy improbable ocurrieran en nuestra propia experiencia.
En ese caso, nos inclinaríamos a enfatizar los dones que pensamos son «naturales» y tendríamos muy pocas expectativas o fe en relación con cualquier cosa que pensáramos es «sobrenatural'.
En contraste con esta perspectiva, la Escritura dice que recibimos «todos» los dones de un mismo Espíritu, un mismo Señor, y un mismo Dios (1 Co 12:4-6). La visión del mundo de la Escritura es de continuidad, de una continua interacción entre el mundo visible que podemos ver y tocar y el mundo invisible que la Escritura nos dice está ahí y es real. Dios obra en ambos, y nos hacemos a nosotros mismos ya la iglesia un gran perjuicio al separar estos aspectos de la creación en «sobrenatural» y «natural.
Por último, ¿deberíamos buscar los dones más inusuales o milagrosos, o deberíamos buscar los dones más comunes? De nuevo, la Escritura no hace este tipo de distinción cuando nos dice qué tipo de dones buscar. Pablo dice a los corintios: «Por eso ustedes, ya que tanto ambicionan los dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia (1ª Co 14. 12).
Esto significa que debemos conocer cuáles dones son más necesarios en la iglesia a la que asistimos, y entonces orar a Dios para que nos conceda estos dones a nosotros y a otros. Que esos dones se consideren milagrosos o no milagrosos no es lo que realmente importa.
7. DESCUBRIR Y BUSCAR DONES ESPIRITUALES.
Pablo parece asumir que los creyentes conocerán cuáles son sus dones espirituales. Simplemente les dice a los de la iglesia en Roma que usen sus dones de varias maneras: «Si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría» (Ro 12: 6-8).
De manera similar, Pedro les dice a sus lectores cómo utilizar sus dones, pero no dice nada sobre cómo descubrir cuáles son: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1ª P 4: 10).
¿Pero qué si muchos miembros de una iglesia no conocen qué don o dones espirituales Dios les ha dado? En tal caso, los líderes de la iglesia necesitan preguntarse si les están proporcionando suficientes oportunidades para el uso de una variedad de dones.
Aunque las listas de dones dadas en el Nuevo Testamento no son exhaustivas, ciertamente proveen un buen punto de partida para que las iglesias se pregunten si por lo menos existe la oportunidad de que estos dones se utilicen.
Si Dios ha puesto personas con ciertos dones en una iglesia cuando estos dones no se estimulan o quizá no se permite utilizarlos, éstas se sentirán frustradas e insatisfechas en sus ministerios cristianos, y quizá se mudarán a otra iglesia donde sus dones puedan funcionar para el beneficio de la iglesia.
En el caso de individuos que no conocen cuáles son sus dones, pueden comenzar preguntando qué necesidades y oportunidades para el ministerio hay en su iglesia. Específicamente, pueden preguntar qué dones son más necesarios para la edificación de la iglesia en ese sitio. Además, cada creyente individual que no sabe cuáles son sus dones debe realizar cierto auto examen.
¿Qué intereses y deseos y habilidades éste posee? ¿Pueden otros ofrecer consejo o aliento que apunten hacia dones específicos? Por otra parte, ¿ha habido bendiciones en el pasado al ministrar en algún tipo particular de servicio?
En todo esto, la persona que busca descubrir sus dones debe orar y pedir a Dios sabiduría, confianza en que ésta será concedida de acuerdo a su promesa: «y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada»' (Stg 1: 5-6). A veces Dios concederá esta sabiduría en términos de una visión más exacta de las habilidades propias.
En otros momentos puede que venga a través del consejo de otros o al ver crecientes bendiciones en un área del ministerio. Y Pablo indica que en algunos casos puede ser la profecía la que ofrezca la señal de un don específico, pues dice a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando los ancianos te impusieron las manos» (1ª Ti 4: 14).
Por último, la persona que se pregunta cuáles son sus dones espirituales debe simplemente comenzar a ministrar en varias áreas y ver dónde Dios trae bendiciones.
Enseñar una clase de la Escuela Dominical o un estudio bíblico en una casa es una manera excelente para empezar a utilizar el don de la enseñanza. Cada comunidad tiene oportunidades para una mayor utilización del don de la evangelización.
Personas que piensan tienen un don de sanidad pueden pedirle una oportunidad a sus ancianos a fin de acompañarlos cuando vayan a orar por los enfermos. Las personas que piensan tienen el don de la fe o un don de oración intercesora podrían comenzar a preguntarles a algunos amigos cristianos por necesidades específicas sobre las cuales orar.
En todo esto, las iglesias pueden dar aliento y oportunidades para que las personas prueben utilizar varios dones, y tan pueden ofrecer enseñanzas y entrenamientos prácticos en los métodos apropiados para el uso de varios dones. Además, las iglesias deben orar continuamente para que Dios permita a las personas encontrar cuáles son sus dones y entonces ser capaces de utilizarlos.
En todo esto la meta es que el cuerpo de Cristo en cada localidad alcance la madurez, hasta que «por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro» (Ef 4: 16).
Más allá del asunto de descubrir qué dones tiene uno está el asunto de buscar dones espirituales adicionales. Pablo manda a los cristianos: «Procurad, pues, los dones mejores» (1ª Co 12:31) y después dice: «Empéñense en seguir el amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1ª Co 14: 1).
En este contexto, Pablo define lo que quiere decir por «dones mejores» o «dones mayores» porque en 1ª Corintios 14: 5 repite la palabra utilizada en 12:31 para «mayor» (gr. Meizon cuando dice: «porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación (RVR) (1ª Co 14: 5). Aquí los dones mayores son aquellos que más edifican a la iglesia.
Esto es consistente con la declaración de Pablo unos cuantos versículos más adelante, cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Los mayores dones son aquellos que más edifican la iglesia y traen mayores beneficios a los demás.
¿Pero cómo buscamos más dones espirituales? Primero, debemos pedírseles a Dios. Pablo dice directamente que «el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo que diga (1ª Co 14: 13; d. Stg 1:5, donde éste dice a las personas que deben pedirle a Dios sabiduría).
A continuación, las personas que buscan dones espirituales adicionales deben tener motivos correctos. Si los dones espirituales se buscan solo para que la persona pueda sobresalir más o tenga más influencia o poder, esto es ciertamente malo a los ojos de Dios. Esta fue la motivación de Simón el hechicero en Hechos 8:19, cuando dijo: «Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo» (véase la reprimenda de Pedro en vv. 21-22).
De manera similar, Ananías y Safira buscaron gloria para sí mismos cuando pretendieron dar todo el producto de la venta de su tierra a la iglesia, pero no fue verdad, y ambos perdieron sus vidas (Hch 5: 1-11). Es una cosa temible querer dones espirituales o prominencia en la iglesia para nuestra propia gloria, no para gloria de Dios y para la ayuda de otros.
Por lo tanto, aquellos que buscan dones espirituales primero deben preguntarse si lo hacen por amor a los demás y por estar más capacitados a la hora de ministrar a sus necesidades, pues aquellos que tienen grandes dones espirituales pero le (falta el aman) son (nada) a los ojos de Dios (1ª Co 13: 1-3). Por esto Pablo dice: «Empéñense seguir el amor» y solo después añade: «y ambicionen los dones espirituales» (1ª Co 14: 1).
Otra vez repite el mismo tema cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1 Co 14: 12). Toda persona que pide a Dios un don espiritual adicional debe hurgar en su corazón con frecuencia, preguntándose porqué se desea este don particular. ¿Es realmente debido al amor por los demás y un deseo de edificar la iglesia y ver glorificado a Dios?
Después de eso, es apropiado buscar oportunidades para probar el don, justo en el caso de una persona que trata de descubrir su don, como se explica arriba. Pequeños grupos de estudio de la Biblia o reuniones de oración en casas a menudo ofrecen un buen escenario en el que las personas pueden probar los dones de la enseñanza o la oración intercesora o de estimular a otros o el de profecía o la sanidad, por ejemplo.
Por último, aquellos que buscan dones espirituales adicionales deben continuar utilizando los dones que ahora tienen y deben estar conformes si Dios decide no darles más. El señor aprobó al siervo cuyo dinero produjo diez veces más (1ª Co 12: 11), pero condenó al que puso su dinero en un pañuelo y no hizo nada con él (Lc 19: 16-17, 20-23)-para mostrarnos ciertamente que tenemos la responsabilidad de usar y tratar de incrementar cualesquiera talentos o habilidades que Dios nos haya dado como sus administradores.
Para balancear ese énfasis de buscar y crecer en dones espirituales debemos también recordar que Pablo dice claramente que los dones espirituales son proporcionados a cada persona individualmente por el Espíritu Santo «según él lo determina» (1ª Co 12: 11), y que «Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso» (1ª Co 12:18). Dice que Dios ha puesto diversos dones en la iglesia y que no todos son apóstoles o profetas o maestros (1ª Co 12: 28-30).
De esta manera les recuerda a los corintios que en última instancia la distribución de los dones es cuestión de la voluntad soberana de Dios, y que es para el bien de la iglesia y para nuestro bien que ninguno de nosotros tenga todos los dones, y que necesitaremos depender continuamente de otros que tienen dones diferentes a los nuestros.
Estas consideraciones deben hacer que nos sintamos complacidos si Dios decide no darnos los demás dones que buscamos.
8. LOS DONES SON HERRAMIENTAS PARA EL MINISTERIO, Y NO ESTÁN NECESARIAMENTE RELACIONADOS CON LA MADUREZ CRISTIANA.
Tenemos que reconocer que a todo creyente se le dan dones espirituales (1ª Co 12: 7, 11; 1ª P 4:10). Hasta los cristianos inmaduros reciben dones espirituales del Señor-esto se hizo evidente por cierto en la iglesia de Corinto, que tenía abundancia de dones espirituales (1ª Co 1:7), pero aún así era muy inmadura en muchas áreas de doctrina y conducta. Pablo dice:
«Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo (1ª Co 3: 1). O sea, los dones espirituales no son necesariamente una señal de madurez espiritual. Es posible poseer notables dones espirituales en una u otra área pero ser aún muy inmaduro en la comprensión doctrinal o la conducta cristiana, como fue el caso de Corinto.
De hecho, en ocasiones hasta los inconversos son capaces de profetizar y expulsar demonios y hacer milagros, pues Jesús dice que en los últimos días muchos le dirán: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?» Pero Jesús les diría: «Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!» (Mt 7: 22-23). No es que Jesús los conociera antes y luego no los conociera; él dice: «Nunca los conocí». Nunca fueron cristianos, aunque habían realizado obras notables.
Por eso no debemos evaluar la madurez espiritual sobre la base de los dones espirituales. La madurez llega a través de caminar junto a Jesús, y conduce a la obediencia a sus mandamientos en la vida diaria: «El que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió» (1ª Jn 2: 6).
¿Cuándo entonces el Espíritu Santo nos concede dones espirituales? Se conceden para la obra del ministerio y son simples herramientas para ser utilizadas con ese fin. Nunca deben ser una fuente de orgullo personal para aquellos que los posee, ni se deben considerar como una señal de madurez. Simplemente debemos esforzarnos por sobresalir en el amor por los demás, en atender sus necesidades, edificar la iglesia, y vivir una vida en conformidad con las normas de la vida de Cristo.
Si hacemos eso, y si Dios decide damos dones espirituales que nos dote para esas tareas, debemos darle gracias por eso, y orar para que nos mantenga libres de orgullo por los dones que gratuita y bondadosamente han dado, y que no ganamos nosotros.

B. ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? EL DEBATE SOBRE EL CESE DE LOS DONES

Dentro del mundo evangélico actual hay diferentes posiciones sobre el asunto: «¿Es válido que la iglesia de hoy utilice todos los dones que se mencionan en el Nuevo Testamento? Algunos dirían que sí.
Otros dirían que no, y argumentarían que algunos de los dones más milagrosos (tales como la profecía, las lenguas más interpretación, y quizá el de sanar enfermos y expulsar demonios) se otorgaron solo durante el tiempo de los apóstoles, como «señales» para autentificar a los apóstoles durante la temprana predicación del evangelio.
Afirman que estos dones ya no se necesitan como señales hoy, y que cesaron a fines de la era apostólica, probablemente a fines del siglo primero o comienzos del siglo segundo d.C.
También debemos damos cuenta que hay un amplio grupo «medio» en relación con esta cuestión, un grupo de «evangélicos de la tendencia principal» que no son carismáticos ni pentecostales de un lado, ni partidarios del «cese de los dones» del otro, pero que están simplemente indecisos, y dudosos que esta cuestión pueda decidirse sobre la base de la Escritura.
NOTA: Muchos que dicen sí, tales como el presente autor, añadirían la salvedad de que «apóstol» es un oficio, no un don, y que el oficio de apóstol no se mantiene hoy vea más adelante para este argumento).
Cesacionistas se refiere a alguien que piensa que ciertos dones espirituales milagrosos cesaron hace mucho tiempo, cuando murieron los apóstoles y se completó la Escritura.
Aunque algunos aspectos de esta cuestión se discutieron en el capítulo 17 dedicado a los milagros, hay algunas consideraciones adicionales, especialmente relacionadas con el tópico de los dones espirituales, que se pueden hacer aquí.
1. ¿NOS DICE 1ª CORINTIOS 13: 8-13 CUÁNDO CESARÁN LOS DONES MILAGROSOS?
Pablo dice:
El Amor Jamás Se Extingue, Mientras Que El Don De Profecía Cesará, El De Lenguas Será Silenciado Y El De Conocimiento Desaparecerá. Porque Ahora Conocemos Y Profetizamos De Manera Imperfecta; Pero Cuando Llegue Lo Perfecto, Lo Imperfecto Desaparecerá.
Cuando Yo Era Niño, Hablaba Como Niño, Pensaba Como Niño, Razonaba Como Niño; Cuando Llegué A Adulto, Dejé Atrás Las Cosas De Niño. Ahora Vemos De Manera Indirecta Y Velada, Como En Un Espejo; Pero Entonces Veremos Cara A Cara. Ahora Conozco De Manera Imperfecta, Pero Entonces Conoceré Tal Y Como Soy Conocido. Ahora, Pues, Permanecen Estas Tres Virtudes: La Fe, La Esperanza Y El Amor. Pero La Más Excelente De Ellas Es El Amor. (1ª Co 13: 8-13)
Este pasaje es importante para la discusión porque en él Pablo menciona el don de profecía como algo «imperfecto», y entonces dice que lo «imperfecto» «desaparecerá» (1ª Co 13: 10). Hasta dice cuándo ello ocurrirá: «cuando llegue lo perfecto».
¿Pero cuándo es eso? Y aun si podemos determinar cuándo, ¿quiere eso decir que Pablo tenía en mente algo que le daría una respuesta a la iglesia de hoy sobre este asunto de la «cesación»? ¿Puede ser representativo en este pasaje el don de profecía de los dones milagrosos en general en la era de la iglesia?
A. EL PROPÓSITO DE 1 CORINTIOS 13:8-13:
Pablo interrumpe su discusión de los dones espirituales con el capítulo 13 de 1ª Corintios, en el que intenta poner toda la discusión sobre los dones en una perspectiva correcta. No es suficiente ambicionar simplemente «los mejores dones».
Uno debe también empeñarse «en seguir el amor» (14:1). Sin amor, los dones no valen nada (13: 1-3). De hecho, argumenta Pablo, el amor es superior a todos los dones y por lo tanto es más importante actuar con amor que poseer cualquiera de los dones.
A fin de mostrar la superioridad del amor, Pablo argumenta que este jamás se extingue, mientras todos los dones son temporales (13: 8). Nuestro profetizar y conocimiento actuales son parciales e imperfectos (v. 9), pero un día algo perfecto llegará a reemplazarlos (v. 10). Esto se explica mediante la analogía de un niño que renuncia a las ideas y el hablar infantiles por las ideas y el hablar de un adulto (v. 11).
Entonces Pablo continúa razonando en los versículos 9-10 al explicar que nuestro conocimiento y percepción presentes son indirectos e imperfectos, pero que algún día éstos serán directos y perfectos (v. 12).
En este argumento Pablo vincula la función de profecía con el tiempo de su cesación. Esta satisface una cierta necesidad ahora, pero lo hace solo de manera imperfecta.
Cuando «lo perfecto» llegue, esa función será satisfecha por algo mejor, y la profecía cesará porque quedará obsoleta o inútil (este es el probable matiz del término griego utilizado aquí, katargeo, «desaparecer» en los vv. 8, 10). De manera que la función principal de 1 Corintios 13:8-13 es mostrar que el amor es superior a dones como el de profecía porque esos dones desaparecerán pero el amor no desaparecerá.
B. 1ª CORINTIOS 13: 10:
La cesación de la profecía cuando Cristo regrese: Pablo escribe en el versículo 10; «Pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá»,
La frase «lo imperfecto» (gr. ek merous, «parcial, imperfecto») se refiere más claramente al conocimiento y la profecía, las dos actividades que se dice son hechas de manera «parcial e imperfecta» en el versículo 9 (utilizando en ambos casos también la misma frase griega, ek merous. Para hacer resaltar este vínculo podríamos traducir:
El Amor Nunca Deja De Ser. Si Hay Profecías, Estas Desaparecerán; Si Hay Lenguas, Estas Cesarán, Si Hay Conocimiento, Este Desaparecerá. Esto Es Porque Conocemos De Manera Imperfecta Y Profetizamos De Manera Imperfecta-Pero Cuando Llegue Lo Perfecto, Lo Imperfecto Desaparecerá.
Como vemos, los fuertes vínculos entre las afirmaciones se esclarecen por la repetición de dos términos clave: «desaparecer» e «imperfecto».
Sin duda, Pablo también intentó que se incluyera a las lenguas en el significado del versículo 9, como incluida entre aquellas actividades «imperfectas», pero omitió una repetición demasiado pedante por razones de estilo. Sin embargo las lenguas deben entenderse como incluidas dentro del sentido del versículo 9, pues el versículo 9 es la razón del versículo 8, como muestra la palabra «porque» (gr. gar).
De esa manera el versículo 9 debe ofrecer la razón por la cual las lenguas, así como el conocimiento y la profecía, cesarán. De hecho, la repetición de «y» «y» en el versículo 8 sugiere que Pablo pudo haber relacionado más dones aquí (¿sabiduría, sanidad, interpretación?) si hubiera querido.
Así se pudiera parafrasear 1 Corintios 13:10: «Cuando venga lo perfecto, la profecía y las lenguas y otros dones imperfectos desaparecerán. El único problema pendiente es determinar a qué momento se alude con la palabra «cuando». Varios factores del contexto indican que el momento del retomo del Señor es lo que Pablo tiene en mente.
(1) Primero, el sentido del versículo 12 parece requerir que el versículo lo se refiera al momento del regreso del Señor. La palabra «entonces» (gr. tote) en el versículo 12 ser al momento «cuando llegue lo perfecto» del versículo 10. Esto se hace evidente al observar el versículo 12: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido».
¿Cuándo veremos «cara a cara»? ¿Cuándo conoceremos «tal y como soy conocido»? Estos eventos solo pueden tener lugar cuando regrese el Señor.
La frase «ver cara a cara» se utiliza varias veces en el Antiguo Testamento para referirse a ver a Dios personalmente, no de forma completa o exhaustiva, pues ninguna criatura finita nunca puede hacer eso, pero aún así personal y verdaderamente.
De manera que cuando Pablo dice «pero entonces veremos cara a cara» claramente quiere decir: «pero entonces veremos a Dios cara a cara: De hecho esa será la mayor bendición del cielo y nuestro gran gozo por toda la eternidad (Ap 22:4: «Lo verán cara a cara»).
La segunda mitad del versículo 12 dice: «Ahora conozco de manera imperfecta; pero entonces conoceré tal y como soy conocido». La segunda y tercera palabra para «conocer»-la que se utiliza en: «Entonces conoceré como fui conocido«-es una palabra algo más fuerte para conocer (gr. epiginosko, pero ciertamente no implica conocimiento infinito o omnisciencia.
Pablo no espera conocer todas las cosas, y no dice: «Entonces conoceré todas las cosas», lo que habría sido fácil de decir en griego." Más bien, quiere decir que cuando el Señor regrese Pablo espera liberarse de equivocaciones y la incapacidad para comprender (especialmente para comprender a Dios y su obra) que forman parte de la vida presente.
Su conocimiento se asemejará al actual conocimiento que tiene Dios de él porque este no contendrá falsas impresiones y no estará limitado a lo que es capaz de percibir en esta era. Pero tal conocimiento solo puede tener lugar cuando regrese el Señor.
Pero, ¿cuál es la palabra «entonces» a la que se refiere Pablo en el versículo 12?
Pablo dice: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido». La palabra «entonces» tiene que aludir a algo que él ha estado explicando en los versículos anteriores. Primero nos fijamos en el versículo 11, pero vemos que nada en el versículo 11 puede ser un tiempo futuro al que Pablo se refiera como «entonces» : «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño».
Todo esto se refiere al pasado, no al futuro. Habla de acontecimientos pasados en la vida de Pablo por la vía de ofrecer una ilustración natural y humana de lo que ha dicho en el versículo 10. Pero nada en el versículo habla de un tiempo futuro cuando algo ocurrirá.
De manera que volvemos al versículo 10: «pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá». Aquí hay una declaración sobre el futuro. En algún momento del futuro, Pablo dice que «lo perfecto» llegará, y «lo imperfecto» desaparecerá, será innecesario. ¿Cuándo ocurrirá esto? Esto es lo que se explica por medio del versículo 12. Entonces, cuando llegue el momento de lo perfecto, veremos «cara a cara» y «conoceré tal y como soy conocido».
NOTA: Vea, por ejemplo, Gn 32: 30 y Jueces 6:22 (exactamente el mismo vocabulario griego que en 1 Co 13:12); Deuteronomio 5:4; 34: 10; Ez. 20:35 (vocabulario muy similar); Éx 33: 11 (el mismo concepto, y el mismo vocabulario que en algunos de los pasajes precedentes de Hebreos, pero esta vez con diferente vocabulario en la traducción griega de la Septuaginta).
Griego epignosomai ta panta significaría, "Conoceré todas las cosas».
Esto significa que el momento cuando llegue «lo perfecto» debe ser el momento del regreso de Cristo:" Por consiguiente, podemos parafrasear el versículo 10: «Pero cuando Cristo regrese, lo imperfecto desaparecerá. 0, para usar nuestra conclusión anterior de que «lo imperfecto» incluye la profecía y las lenguas, podemos parafrasear: «Pero cuando Cristo regrese, la profecía y las lenguas (y otros dones imperfectos) desaparecerán.
Así tenemos en 1ª Corintios 13: 10 una declaración definitiva sobre el tiempo en que cesen dones imperfectos como el de profecía: se harán innecesarios o «desaparecerán» cuando Cristo regrese. Y esto implicaría que ellos continuarán existiendo y siendo útiles para la iglesia, durante toda la era de la iglesia, incluyendo hoy, y hasta el día cuando Cristo regrese.
(2) Otra razón del porqué el momento cuando llegue «lo perfecto» es el momento cuando Cristo regrese se hace también evidente debido al propósito del pasaje: Pablo intenta enfatizar la grandeza del amor, y al hacerlo quiere establecer que «el amor jamás se extingue» (1ª Co 13: 8). Para probar este punto argumenta que permanecerá más allá del momento cuando regrese el Señor, a diferencia de los presentes dones espirituales.
Esto ofrece un argumento convincente: el amor es tan fundamental en el plan de Dios para el universo que perdurará más allá de la transición de esta era a la era por venir al regreso de Cristo este continuará eternamente.
(3) Una tercera razón del porqué este pasaje se refiere al momento del regreso del Señor puede hallarse en una declaración más general de Pablo sobre el propósito de los dones espirituales en la era del Nuevo Testamento. En 1ª Corintios 1: 7 Pablo vincula la posesión de dones espirituales (gr. charismata a la actividad de aguardar por el regreso del Señor: «de modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansias que se manifieste nuestro Señor Jesucristo».
Esto sugiere que Pablo veía los dones como una provisión temporal dada para facultar a los creyentes para el ministerio hasta el regreso del Señor. Así este versículo provee un cercano paralelo al pensamiento de 1 Corintios 13:8-13, donde la profecía y el conocimiento (y sin duda las lenguas) se consideran, de manera similar, como útiles hasta que Cristo regrese pero innecesarios después de ese momento.
Primera a los Corintios 13: 10, parlo tanto, se refiere al momento del regreso de Cristo y dice que estos dones espirituales perdurarán entre los creyentes hasta ese momento. Ello significa que tenemos una clara declaración bíblica de que Pablo esperaba que estos dones continuaran durante toda la era de la iglesia y que funcionaran para el beneficio de la iglesia hasta el regreso del Señor.
NOTA: Lo he dicho de esta manera porque, más precisamente, «lo perfecto» de 1 Ca 13: 10 no es el mismo Cristo, sino un método de adquirir un conocimiento que es muy superior al conocimiento actual y una profecía que hace obsoletos estos dos. Cuando llegue lo «perfecto» lo imperfecto se hace inútil. Pero solo el tipo de conocimiento que Pablo espera en la consumación final de todas las cosas puede ser tan cualitativamente diferente del Conocimiento actual que podría proveer este tipo de contraste y ser llamado «lo perfecto» como opuesto a «lo imperfecto».
27A. Carson, Showing the Spirit: A Theological Exposition of 1a Corinthians 12-14 (Grand Rapids: Baker, 1987), pp. 70-72, ofrece varias razones similares del porqué «cuando llegue lo perfecto» debe ser el momento de! Regreso de Cristo (con referencia a otros puntos de vista, ya la literatura aplicable).
Entre los «cesacionistas» (aquellos que sostienen que dones como la profecía han «cesado» y no son válidos hoy), algunos, aunque no todos, están de acuerdo que el tiempo «cuando llegue lo perfecto» debe ser el momento del regreso de Cristo: 

C. OBJECIONES:

Se han levantado varias objeciones a esta conclusión, usualmente por aquellos que mantienen que estos dones han cesado en la iglesia y no deben ser utilizados más.
1. ESTE PASAJE NO ESPECIFICA CUANDO LOS DONES CESARÁN
La primera objeción a nuestra conclusión anterior viene del acucioso estudio de Richard Gaffin, Perspectivas sobre el Pentecostés. Aunque el Dr. Gaffin está de acuerdo de que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo, no piensa que este versículo especifica el momento en que cesen ciertos dones.
Más bien piensa que Pablo solamente observa «todo el período hasta el regreso de Cristo, sin considerar si se interpondrían o no discontinuidades durante el transcurso de este período».
De hecho, argumenta Gaffin, el principal propósito de Pablo es enfatizar las cualidades permanentes de la fe, la esperanza y el amor, especialmente del amor, y no especificar el momento en el cual algunos dones cesarán. Dice:
Pablo no intenta especificar el momento cuando cesará cualquier modalidad particular.
Lo que sí declara es el fin del actual conocimiento fragmentario del creyente cuando «lo perfecto» llegue. El momento en que cesen la profecía y las lenguas es una cuestión abierta en lo que a este pasaje concierne y tendrá que decidirse sobre la base de otros pasajes y consideraciones.
También dice que, además de la profecía, las lenguas y el conocimiento, Pablo podría haber añadido también «escrituración»-y si hubiera hecho esto, la lista habría incluido un elemento que cesó mucho antes del regreso de Cristo.
(Inscripturación es el proceso de redactar Escritura). De esta manera, concluye Gaffin, esto sería válido también para otros en la lista.
En respuesta a esta objeción debe decirse que no hace justicia a las palabras reales del texto. Los evangélicos han insistido (y sé que el Dr. Gaffin está de acuerdo con esto) que los pasajes de la Escritura no solo son ciertos en la proposición principal de cada pasaje, sino también en los detalles menores que se exponen. El propósito principal del pasaje puede muy bien ser que el amor permanece para siempre, pero otro aspecto, y ciertamente uno importante también, es que el versículo 10 afirma no solo que estos dones imperfectos desaparecerán alguna vez, sino que desaparecerán (cuando llegue lo perfecto). Pablo especifica un determinado momento:
«Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá». Pero el Dr. Gaffm parece alegar que Pablo no dice esto en realidad. Pero la fuerza de las palabras no puede obviarse afirmando que el tema principal del contexto más amplio es algún otro.
Por lo demás, la sugerencia del Dr. Gaffin no parece encajar con la lógica del pasaje. De acuerdo con el argumento de Pablo es específicamente la llegada de «lo perfecto», lo que deja atrás la profecía, las lenguas y el conocimiento, porque entonces hay una vía nueva y muy superior de aprender y conocer las cosas «tal y como soy conocido».
Pero hasta ese momento, la nueva y superior vía de conocimiento no ha llegado, y por lo tanto, estos dones imperfectos son todavía válidos y útiles. Por último, es algo precario poner mucho énfasis en algo que pensarnos que Pablo puede haber dicho pero que de hecho no dijo. Decir que Pablo pudo haber incluido «escrituración' en esta lista significa que Pablo podría haber escrito:
«Cuando Cristo regrese, la escrituración cesará». Pero no puedo creer en absoluto que Pablo podría haber escrito esa declaración, pues habría sido falsa-de hecho, una falsa profecía en las palabras de la Escritura. Porque la «escrituración» cesó hace mucho tiempo, cuando se escribió el libro de Apocalipsis por el apóstol Juan.
De esa manera, las objeciones del Dr. Gaffin no parecen refutar nuestras conclusiones sobre 1ª Corintios 13: 10. Si «lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo, entonces Pablo dice que dones tales como la profecía y las lenguas cesarán en ese momento, y por consiguiente implica que continúan durante la era de la iglesia.
2 «CUANDO LLEGUE LO PERFECTO» DE 1ª CORINTIOS 13: 10 SE REFIERE A UN MOMENTO ANTERIOR AL MOMENTO DEL REGRESO DEL SEÑOR
Aquellos que hacen esta segunda objeción argumentan que «cuando llegue lo perfecto» significa una de las siguientes cosas, como «cuando la iglesia madure» o «cuando se complete la Escritura» o «cuando se incluya a los gentiles en la iglesia».
Probablemente la más cuidadosa expresión de este punto de vista se encuentra en el libro de Robert L. Reymond, What About Continuing Revelations and Mirades in the Presbyterian Church Today?  [«Qué sobre continuar con los milagros y las revelaciones en la iglesia presbiteriana de hoy»], pero otra clara manifestación de una posición similar Se encuentra en el libro de Walter Chantry, Signs ofthe Apóstoles [«Señales de los apóstoles»].
El argumento de Chantry se apoya en el hecho de que dondequiera en 1 Corintios la palabra que aquí se traduce como «perfecto» (gr. teleios se usa para referirse a la madurez humana (1ª Co 14:20, en «maduros en el modo de pensar») o a la madurez en la vida cristiana (como en 1ª Co 2:6).
Pero aquí debemos notar de nuevo que la palabra no tiene que ser utilizada para referirse a la misma cosa cada vez que se emplea en la Escritura-en algunos casos teleios puede referirse a hombría «madura» o «perfecta», en otros casos algún otro tipo de «integridad» o «perfección». La palabra teleios se utiliza en Hebreos 9: 11, por ejemplo, para referirse a la «tienda más perfecta»-pero por eso no podemos concluir que «perfecto» en 1ª Corintios 13: 10 debe referirse a una tienda perfecta. El referente preciso de la palabra debe determinarse por el contexto individual, y allí, como hemos visto, el contexto indica que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo.
El argumento del Dr. Raymond es algo diferente. Él razona como sigue:
(A) Las cosas «imperfectas» mencionadas en los versículos 9-10 la profecía, las lenguas, y el conocimiento son medios incompletos de revelación, «todos relativos a la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia».
(B) «Lo perfecto» en este contexto debe referirse a algo de igual categoría que las cosas «imperfectas».
(C) Por consiguiente «lo perfecto» en este contexto debe referirse a un medio de revelación, pero uno completo. Y este medio de revelación completo significa la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia en la Biblia.
(D) Conclusión: «Cuando llegue lo perfecto» se refiere exactamente al momento cuando se complete el canon de la Biblia.
Raymond anota que no dice que «lo perfecto» se refiere exactamente al canon de las Escrituras, sino más bien «a la conclusión del proceso de la revelación» que dio lugar a las Escrituras. Y en respuesta a la objeción de que el «entonces veremos cara a cara» del versículo 12 se refiere a ver a Dios cara a cara, responde que puede que este no signifique esto, sino que puede simplemente significar ver «claramente» lo opuesto a «oscuramente».
En respuesta, debe decirse que este argumento, aunque cuidadoso y consistente en sí mismo, todavía depende de una suposición previa que es realmente el punto en cuestión en toda esta discusión: la autoridad de la profecía del Nuevo Testamento y los dones relacionados. Una vez que Reymond asume que la profecía (y las lenguas y el tipo de «conocimiento» mencionado aquí) son una revelación que tiene la calidad de Escritura, se compone todo el argumento. Este se puede remodelar como sigue:
(A) La profecía y las lenguas son una revelación que tienen la calidad de Escritura.
(B) Por consiguiente todo este pasaje trata de una revelación que tiene la calidad de Escritura.
(C) Por consiguiente «lo perfecto» se refiere a la perfección o conclusión de una revelación que tiene calidad de Escritura, o la conclusión de la Escritura.
En un argumento como ese la suposición inicial determina la conclusión. Sin embargo, antes que pueda formularse la suposición, hace falta demostrarla a través de un análisis inductivo de los textos del Nuevo Testamento sobre la profecía."
Pero, hasta donde sé, no se ha hecho esa demostración inductiva de la autoridad con calidad de Escritura de la profecía congregacional del Nuevo Testamento.
Por otra parte, hay algunos otros factores en el texto de 1ª Corintios 13: 8-13 que es dificil reconciliar con la posición de Reymond. El uso regular de «ver cara a cara» en el Antiguo Testamento como una expresión que indica no solo ver con claridad sino ver a Dios personalmente (vea arriba) sigue sin explicar.
Y el hecho de que Pablo se incluya a sí mismo en la expresión: «Entonces veremos cara a cara» y «entonces conoceré tal y como soy conocido» hace dificil ver estas frases como referencias al momento de conclusión de la Escritura. ¿Piensa realmente Pablo que cuando los otros apóstoles terminen por fin sus contribuciones al Nuevo Testamento él experimentará de pronto tal cambio en su conocimiento que conocerá tal y como es conocido, y pasará de ver, de forma velada, como en un espejo, a ver cara a cara?
Además de los puntos de vista de Reymond y Chantry, ha habido otros intentos de ver «cuando llegue lo perfecto» como algún momento antes del regreso de Cristo, pero no los trataremos aquí. Todos esos puntos de vista se detienen en el versículo 12, donde Pablo implica que los creyentes verán a Dios «cara a cara» «cuando llegue lo perfecto». No se puede decir esto sobre el momento sugerido en ninguna de estas propuestas.
La propuesta sobre la conclusión del canon de la Escritura del Nuevo Testamento (el grupo de escritos que llegaron a ser incluidos en el Nuevo Testamento) tampoco se ajusta al propósito de Pablo en el contexto. Si tomamos el año 90 d.C. como fecha aproximada de la redacción del Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento escrito, entonces la final redacción de Escritura llegó cerca de treinta y cinco años después que Pablo escribió 1ª Corintios (alrededor de 55 d.C.).
¿Pero sería convincente argumentar como sigue: «Podemos estar seguros que el amor nunca se extinguirá, porque sabemos que durará más de treinta y cinco años?» Muy a duras penas seria esto un argumento convincente. Más bien, el contexto requiere que Pablo esté comparando esta era con la era por venir, y diciendo que el amor perdurará hasta la eternidad.33 De hecho, vemos un procedimiento similar en otros lugares de 1ª Corintios.
Cuando Pablo quiere demostrar el valor eterno de algo, lo hace argumentando que ello durará hasta el día del regreso del Señor (cf. 1ª Co 3: 13-15; 15: 51-58). Comparativamente, la profecía y otros dones no se mantendrán más allá de ese día.
Por último, estas propuestas no encuentran ningún apoyo en el contexto inmediato.
En tanto que el regreso de Cristo se menciona claramente en el versículo 12, ningún versículo de esta sección dice nada sobre la conclusión de la Escritura o de una colección de los libros del Nuevo Testamento o de la inclusión de los gentiles en la iglesia o la «madurez» de la iglesia (cualquier cosa que esto signifique-¿está la iglesia realmente madura aún hoy?
Todas estas sugerencias introducen nuevos elementos que no se encuentran en el contexto o reemplazan el único elemento el regreso de Cristo que en realidad ya está justo allí en el contexto. De hecho, Richard Gaffin, el mismo que sostiene que el don de la profecía no es válido hoy en día, dice sin embargo que «lo perfecto» en el versículo 10 Y el «entonces» del versículo 12 «se refieren sin duda al momento del regreso de Cristo.
El punto de vista de que ellos describen el momento en el que se termina el canon del Nuevo Testamento no se puede convalidar exegéticamente».
NOTA: Algunos argumentan que la fe y la esperanza no se mantendrán en el cielo, así que 1ª Co 13: 13 solo significa que la fe y la esperanza permanecerán hasta, no más allá, del regreso de Cristo. Sin embargo, si la fe es dependencia de Dios y confianza en él, y si esperanza es una espera confiada en bendiciones futuras que se recibirán de Dios, entonces no hay motivo para pensar que dejaremos de tener fe y esperanza en el cielo. ! Y la excelente discusión de Carson sobre la fe, la esperanza y el amor como «virtudes eternamente permanentes» en Showing the Spirit, pp. 74-75.)
El Dr. D. Martín Lloyd-Jones observa que el punto de vista que equipara «cuando lo perfecto llegue» al momento de la conclusión del Nuevo Testamento encuentra otra dificultad:
Esto Significa Que Usted Y Yo, Que Tenemos Las Escrituras Abiertas Ante Nosotros, Sabemos Mucho Más De La Verdad De Dios Que El Apóstol Pablo. Significa Que Todos Nosotros Somos Superiores... ¡Aun Que Los Propios Apóstoles, Incluyendo El Apóstol Pablo! Significa Que Ahora Estamos En Una Posición En La Cual «Conocemos, Tal Y Como Somos Conocidos» Por Dios. Ciertamente, Solo Hay Una Palabra Para Describir Tal Punto De Vista: Es Un Absurdo."
Juan Calvino, al referirse a 1 Corintios 13:8-13, dice: «Es algo estúpido que la gente haga que todo en esta discusión se aplique al tiempo intermedio).
2. ¿LA CONTINUACIÓN HOY DE LA PROFECÍA PONDRÍA A PRUEBA LA SUFICIENCIA DE LA ESCRITURA?
A. LA AUTORIDAD DEL DON DE PROFECÍA:
Aquellos que adoptan un punto de vista (cesacionista) argumentan que una vez que se escribió el último libro del Nuevo Testamento (probablemente el libro de Apocalipsis alrededor de 90 d.C.), no hubo más (palabras de Dios) pronunciadas o escritas en la iglesia.
Esto es esencialmente relevante para el don de profecía, de acuerdo con la posición cesacionista, porque desde ese momento la Escritura era la fuente completa y suficiente de las palabras de Dios para su pueblo. Añadir algunas palabras más a partir de continuadas expresiones proféticas sería, en efecto, añadir Escritura o competir con la Escritura. En ambos casos, se pondría a prueba la suficiencia de la Escritura en sí misma y, en la práctica, se comprometería su autoridad única en nuestras vidas.
Ahora si la profecía congregacional del Nuevo Testamento tenía la autoridad de la profecía del Antiguo Testamento y las palabras apostólicas del Nuevo, entonces esta objeción cesacionista sería ciertamente verdadera. Si los profetas de hoy en día, por ejemplo, pronunciaron palabras que supiéramos eran las propias palabras de Dios, estas palabras tendrían la misma autoridad que la Escritura, y estaríamos obligados a tomar nota de ellas y añadirlas a nuestras Biblias cada vez que las oyéramos.
Pero si estamos convencidos que Dios cesó de dictar Escritura cuando el libro de Apocalipsis concluyó, entonces tenemos que decir que este tipo de discurso, que profiere las propias palabras de Dios, no puede darse hoy y cualquier pretensión de poseer (nueva) Escritura, (nuevas) palabras de Dios, debe ser rechazado como falso.
Esta cuestión es muy importante, porque la pretensión de que la profecía congregacional del Nuevo Testamento tiene igual autoridad que la Escritura es la base de muchos argumentos cesacionistas. Pero se debe notar que los propios cesacionistas no parecen ver la profecía de esa manera. George Mallote escribe: «Que yo sepa, ningún cesacionista de la tendencia principal del cristianismo pretende que la actual revelación se equipara a la Escritura».
Quizás sería bueno que aquellos que arguyen contra la continuación de la profecía hoy presten atención con más simpatía a los más responsables autores carismáticos, simplemente con el propósito de ser capaces de responder a algo que los carismáticos realmente creen (aun que no se exprese siempre de una forma teológica precisa), en lugar de responder a algo que los cesacionistas dicen que los carismáticos creen o dicen que los carismáticos deben creer.
Aún más, aparte de la cuestión de las creencias o prácticas actuales, he argüido extensamente en algún otro sitio que la profecía congregacional ordinaria en las iglesias del Nuevo Testamento no tiene la autoridad de Escritura. Esta no se expresaba en palabras que eran las propias palabras de Dios, sino más bien como palabras meramente humanas. y debido a que tienen esta menor autoridad, no hay razón para pensar que no se mantendrían en la iglesia hasta el regreso de Cristo.
Ellas no amenazan o compiten con la Escritura en autoridad sino están sujetas a la Escritura, así como al discernimiento maduro de la congregación.
B. LA CUESTIÓN DE LA ORIENTACIÓN:
Otra objeción se plantea a veces en este punto. Algunos argumentarán que aun si aquellos que utilizan el don de profecía hoy dicen que este no tiene la misma autoridad que la Escritura, de hecho compite en sus vidas con la Escritura y hasta la reemplaza al ofrecer orientación sobre la voluntad de Dios. De ese modo, la profecía hoy, se dice, desafía la doctrina de la suficiencia de la Escritura como una guía en nuestras vidas.
Aquí se debe admitir que en la historia de la iglesia se han cometido muchos errores. John MacArthur señala la forma en la cual la idea de ulteriores revelaciones han dado lugar a muchos movimientos heréticos en la iglesia.
Pero aquí el asunto debe ser: ¿Son necesarios los abusos para el funcionamiento del don de profecía? Si vamos a argüir que los errores y excesos de un don invalidan el don en sí mismo, entonces tendríamos que rechazar también las enseñanzas bíblicas (porque muchos maestros de Biblia han enseñado errores e iniciado sectas), e igual con la administración de la iglesia (pues muchos líderes de la iglesia han descarriado gente), y cosas por el estilo. El abuso de un don no significa que debamos prohibir su uso apropiado, a menos que pueda demostrarse que no puede haber un uso apropiado-que todo uso es abuso:
Por otra parte, específicamente con respecto a la orientación, resulta bueno notar lo cuidadosos que son muchos movimientos carismáticos sobre el uso de la profecía a la hora de ofrecer una orientación específica. Varias citas ilustrarán este punto.
Michael Harper (Iglesia de Inglaterra):
Las Profecías Que Les Dicen A Otras Personas Lo Que Deben Hacer, Deben Tomarse Con Mucho Recelo."
Dennis y Rita Bennett (Episcopales Americanos):
También Debemos Tener Cuidado Con La Profecía Personal Que Ofrece Directrices, En Especial Fuera Del Ministerio De Un Hombre Maduro Y Sometido A Dios. La «Profecía Personal» Irrestricta Hizo Mucho Para Socavar El Movimiento Del Espíritu Santo Que Comenzó A La Vuelta Del Siglo. Los Cristianos Se Dan Mensajes Unos A Otros «En El Señor» Y Estos Mensajes Pueden Ser En Extremo Refrescantes Y Útiles, Pero Tiene Que Haber Un Testigo Del Espíritu Por Parte De La Persona Que Recibe El Mensaje, Y Se Debe Emplear Extrema Cautela Al Recibir Cualquier Supuesta Orientación O Predicción Profética.
Nunca Acometa Ningún Proyecto Simplemente Porque Se Le Comunicó A Través De Un Presunto Pronunciamiento Profético O Interpretación De Lenguas, O Por Medio De Una Presunta Palabra De Sabiduría O Conocimiento. Nunca Haga Nada Solo Porque Un Amigo Se Le Acerca Y Le Dice: «El Señor Me Comunicó Que Le Dijera Que Hiciera Esto O Aquello». Si El Señor Tiene Instrucciones Para Usted, Él Le Dará Testimonio En Su Propio Corazón, En Cuyo Caso Las Palabras Que Provienen De Un Amigo... Serían Una Confirmación De Lo Que Dios Ya Le Ha Estado Revelando. Su Orientación Debe También Concordar Con La Escritura.
NOTA: Puede que algunos objeten que en la profecía hay más potencial para el abuso que en otros dones porque la idea de que Dios puede revelar cosas a las personas hoy (en las profecías) inevitablemente conduce a una rivalidad con la autoridad de la Escritura. Como respuesta, se pueden aducir tres cosas:
(1) Las enseñanzas sobre la naturaleza falible de todas las profecías contemporáneas no han sido tan extensas como hubiera sido necesario para prevenir abusos, especialmente a nivel popular, entre grupos que permiten hoy la profecía. Por lo tanto ha habido un mayor mal uso de la profecía de lo que debía haber habido.
Aun cuando se han hecho fuertes advertencias, pocas veces se ha ofrecido una explicación de cómo la profecía puede venir de Dios pero que no tiene aun igual autoridad que las palabras de Dios-esto es, muy pocos autores pentecostales o carismáticos han explicado la profecía como una comunicación humana de algo que Dios le ha traído espontáneamente a la mente a una persona (el punto de vista que defiendo en el capítulo 53). (Sin embargo, vea las útiles advertencias de varios autores carismáticos en los párrafos que siguen al texto anterior).
(2) Simplemente no es verdad que enseñarle a una congregación que la profecía debe estar siempre sujeta a la Escritura inevitablemente conduce a las personas a exaltar las profecías por encima de la Escritura. Esto ocurrirá donde se descuidan esas enseñanzas, no donde se propagan.
(3) Si la Biblia de hecho enseña que se puede esperar hoy la continuación de la profecía de una forma que no impugna la autoridad de la Escritura, entonces no tenemos la libertad de rechazarla porque reconozcamos un potencial abuso de ella. (Otros dones poseen un potencial para el abuso en arras áreas.) Antes bien, debemos alentar el don y hacer lo mejor que podamos para prevenir los abusos.
Donald Gee (Asambleas de Dios):
[Hay] problemas graves planteados por el hábito de dar y recibir «mensajes» personales de orientación a través de los dones del Espíritu. La Biblia da cabida a tal dirección del Espíritu Santo. Pero esta debe mantenerse dentro de ciertas proporciones. Un examen de las Escrituras nos mostrará que en realidad los primeros cristianos no recibían continuamente tales voces del cielo. En la mayoría de los casos tomaban sus decisiones utilizando lo que a menudo llamamos «el consagrado sentido común» y vivían vidas bastante normales.
Muchos de nuestros errores concernientes a los dones espirituales se originan cuando queremos que lo extraordinario y excepcional se convierta en lo frecuente y habitual. Estemos avisados todos los que desarrollamos un ansia excesiva «mensajes» a través de los dones del naufragio de las generaciones pasadas así como de las contemporáneas. Las Santas Escrituras son una lámpara a nuestros pies y una luz en nuestro sendero'"
Por otro lado, aun entre los cesacionistas muy reformados, existe cierta disposición a admitir algún tipo de «iluminación» continuada del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Por ejemplo, el profesor del Seminario de Westminster, Richard Gaffin, dice:
A menudo también, lo que se ve como profecía es en realidad una espontánea aplicación de la Escritura elaborada por el Espíritu, una más o menos súbita aprehensión de la relevancia que tiene la enseñanza bíblica sobre una situación o problema particular. Todos los cristianos necesitan ser receptivos a estas más espontáneas obras del Espíritu. «Y Robert Reymond define iluminación como «la capacitación de los cristianos en general por el Espíritu Santo para comprender, recordar y aplicar las Escrituras que han estudiado»
Pero si estos autores aceptan la presente actividad de capacitación de los cristianos por el Espíritu Santo para «comprender» o «recordar» o «aplicar» o «asimilar» las enseñanzas de la Escritura, entonces no parece que hay una gran diferencia en principio entre lo que ellos dicen y lo que muchos movimientos carismáticos hacen (aun cuando probablemente queden algunas diferencias sobre las funciones precisas de la profecía como orientación; pero esto no es tanto una diferencia sobre la profecía como sobre la orientación en general, y en particular sobre la forma en que la orientación de la Escritura se relaciona con la orientación de la advertencia, el consejo, la conciencia, las circunstancias, los sermones, etc.).
El punto más importante es que lo que Gaffin y Reymond llaman aquí «iluminación», el Nuevo Testamento parece denominarlo una «revelación», y lo que llamarían una comunicación verbal de tal iluminación, el Nuevo Testamento parece llamarlo una «profecía».
Así que me pregunto si habría espacio para más reflexiones comunes en esta área. Los carismáticos deben darse cuenta que los cesacionistas están dudosos sobre el alcance y frecuencia de tal «iluminación», tanto si es correcto llamarla profecía del Nuevo Testamento, como si en realidad tiene valor para la iglesia, y si se la debe buscar.
Y los cesacionistas deben darse cuenta que su propia doctrina altamente desarrollada y cuidadosamente formulada sobre la suficiencia de la Escritura como guía no la comparten o aun comprenden a menudo muchos evangélicos, incluyendo aquellos que forman parte del movimiento carismático. Sin embargo, quizá la idea reformada de «iluminación» permita lo que ocurre hoy con la profecía, y provea una vía para entenderla como algo que no se ve como un desafío a la suficiencia de la Escritura.
¿Qué debemos entonces concluir sobre la relación entre el don de profecía y la suficiencia de la Escritura? Debemos decir que apreciamos el deseo de los cesacionistas de proteger la singularidad de la Escritura y no permitir que nada compita con su autoridad en nuestras vidas. También debemos estar agradecidos del deseo de los cesacionistas de que los cristianos comprendan y sigan sólidos principios en la orientación de sus vidas cotidianas, y no se desvíen hacia un área de excesivo subjetivismo que no tenga incorporados los controles de la Escritura.
Por otro lado, existe ciertamente un peligro que acompaña al punto de vista cesacionista si este está equivocado aquí. Se trata del peligro muy real de oponerse a algo que Dios hace en la iglesia hoy en día y dejar de glorificarlo por esa obra. Dios es celoso de sus obras y busca la gloria de ellas para sí mismo, y nosotros debemos orar constantemente no solo para que siga impidiendo que respaldemos el error, sino también para que impida que nos opongamos a algo que proviene genuinamente de él.
3. ¿ESTABAN LIMITADOS LOS DONES MILAGROSOS A LOS APÓSTOLES Y SUS COMPAÑEROS?
Otro argumento cesacionista es que los dones milagrosos estaban limitados a los apóstoles y sus compañeros cercanos. Como he discutido este argumento extensamente en el capítulo 17, no repetiré la discusión aquí.
4. ¿ACOMPAÑARON LOS DONES MILAGROSOS SOLO A LA DISPENSACIÓN DE NUEVA ESCRITURA?
Otra objeción es decir que los dones milagrosos acompañaron la dispensación de Escritura, y como no hay nueva Escritura que se dispense hoy, no debemos esperar hoy nuevos milagros.
Pero como respuesta a eso debe decirse que este no es el único propósito de los dones milagrosos. Como señalamos en el capítulo 17, los milagros tienen otros propósitos en la Escritura:
(1) Validan el mensaje del evangelio a lo largo de la era de la iglesia;
(2) Ayudan a aquellos que están en necesidad, y así muestran la misericordia y el amor de Dios; capacitan a las personas para el ministerio; y:
(3) Glorifican a Dios.
También debemos notar que no todos los milagros acompañan la dispensación de Escritura adicional. Por ejemplo, los ministerios de Elías y Eliseo estuvieron marcados por varios milagros en el Antiguo Testamento, pero ellos no escribieron libros o secciones de libros en la Biblia. En el Nuevo Testamento, ocurrieron muchos milagros que no estuvieron acompañados por la dispensación de Escritura.
Tanto Esteban como Felipe en el libro de Hechos hicieron milagros pero no escribieron Escritura. Hubo profetas en Cesarea (Hch 21: 4) y Tiro (Hch 21: 9-11) y Roma (Ro 12:6) y Tesalónica (1ª Ts 5: 20-21) y Éfeso (Ef. 4:11) y las comunidades alas que estuvo dirigida 1ª Juan (1ª Jn 4: 1-6) que no produjeron Escritura.
Aparentemente hubo muchos milagros en las iglesias de Galacia (Gá 3: 5). Hubo muchas cosas milagrosas que ocurrieron en Corinto (1ª Co 12: 8-10), pero en 1 Corintios 14:36 Pablo niega que alguna Escritura haya salido de la iglesia de Corinto.48 y Santiago espera que de las manos de los ancianos salgan milagros en todas las iglesias a las que escribe (vea Stg 5: 14-16).
Es un hecho histórico que los dones milagrosos cesaron temprano en la historia de la iglesia? Algunos cesacionistas han argumentado que los dones milagrosos cesaron de hecho cuando murieron los apóstoles. Por esta razón, se arguye, no debe haber hoy dones milagrosos. B. B. Warfield argumentaron esto extensamente en su libro, Conterfeit Miracles:
En respuesta, debe decirse primero que la premisa que acaba de postularse es muy dudosa sobre bases históricas. Hay crecientes pruebas históricas' o de que los dones milagrosos tuvieron lugar a lo largo de la historia de la iglesia en mayor o menor grado, aun cuando se descuenten las afirmaciones exageradas o evidentemente espurios.
NOTA: Vea el capítulo 53, para una discusión sobre 1ª Co 14: 36.
Banner of Truth, London, 1972 (reimpresión de la edición de 1918). Debe notarse que el argumento de Warfield, aunque frecuentemente citado, es realmente una encuesta histórica, no un análisis de los textos bíblicos.
Por otra parte, el propósito de Warfield no era refutar ningún uso de los dones espirituales entre cristianos como muchos de esos que integran los movimientos carismáticos hoy, cuyas doctrinas (en todas las cuestiones que se apartan de los dones espirituales) y cuya afiliación eclesiástica los coloca en la corriente principal del protestantismo evangélico. Antes bien, Warfield refutaba las espurias proclamaciones de milagros procedentes de algunas ramas
Del catolicismo romano en varios periodos de la historia de la iglesia, y de varias sectas heréticas (Warfield incluye una discusión sobre los seguidores de Edgard lrving [1792-1834], que se desviaron hacia enseñanzas excéntricas y fueron excomulgados por la Iglesia de Escocia en 1833). Está abierto a discusión si los modernos cesacionistas tienen derecho a declarar que tienen el apoyo de Warfield cuando se oponen a algo que es muy diferente en la vida y la doctrina a aquello que Warrfield combatió.
A menudo se registran las curaciones y otros tipos de respuestas milagrosas a las oraciones. Hubo también gente que decían ser profetas durante toda la historia de la iglesia primitiva. El problema era que demasiado frecuentemente malentendían su don, u otros lo malentendían, de manera que sus pronunciamientos se tomaban (erróneamente) como palabras literales de Dios.
Algunas veces se les toleraría, y algunas veces se convertirían en una amenaza demasiado grande para el liderazgo establecido de las iglesias y comenzarían a crear grupos disidentes, ya no bajo la autoridad restrictiva y valorativa de las iglesias establecidas.
Entonces también, otros pueden haber tenido «revelaciones» que les dispensaron, las cuales no manifestaron, o que simplemente incluyeron sin comentario en una oración, o en un sermón o palabra de exhortación, o en la letra de un himno o alguna literatura devocional.
Debería estar claro que cuando Pablo dice: «Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1ª Co 13:10), no estaba diciendo nada sobre la relativa frecuencia de los dones milagrosos en la historia de la iglesia. Eso estaría sujeto a muchas variaciones de acuerdo con la madurez espiritual y vitalidad de la iglesia en distintos períodos, el grado en que estos dones se buscaron como una bendición o se rechazaron como una herejía, la frecuencia en la que las reuniones de la iglesia normalmente hicieron provisión para el ejercicio de estos dones, el grado en que la naturaleza de estos dones se comprendió correctamente, y, sobre todo esto, la obra soberana del Espíritu Santo al distribuir dones a la iglesia.
No obstante, de lo que Pablo habla es de la abolición total y final de estos dones que se producirá por iniciativa divina al regreso de Cristo. Y dice que piensa que hasta el momento del regreso de Cristo estos dones estarán disponibles para ser utilizados al menos en alguna medida, y que el Espíritu Santo continuará distribuyendo estos dones entre la gente. Calvino nota la abundancia de dones espirituales en los días de Pablo y entonces comenta (sobre 1ª Co 14: 32):
Hoy Vemos Nuestros Escuálidos Recursos, Nuestra Real Pobreza; Pero Esto Es Sin Duda El Castigo Que Merecemos, Como Recompensa Por Nuestra Ingratitud. Porque Las Riquezas De Dios No Están Agotadas, Ni Su Liberalidad Ha Disminuido; Pero Nosotros No Somos Merecedores De Su Dadivosidad, O Capaces De Recibir Todo Lo Que Él Generosamente Da.
NOTA: Debemos damos cuenta de que a menos que la gente entienda la profecía como e! reporte falible de algo que Dios pone espontáneamente en nuestra mente, será muy dificil para la iglesia alentar o aun tolerarla. Si la profecía se basa en algo que Dios nos trae de pronto a la mente, sería eventualmente muy fácil que profetas cristianos, por buenos o malos motivos, comiencen a reclamar no solo que han recibido una «revelación» de Dios o Cristo, sino también que hablaban con una autoridad similar a la de la Escritura.
Esto aparentemente sucedió, por lo menos en e! montanismo (segundo siglo d. C) y probablemente en muchos otros casos también. Por supuesto, si estos profetas comenzaban a promover ideas heréticas, la reacción del resto de la iglesia seria eventualmente la de expulsarlos a todos: alguien que dice tener absoluta autoridad divina sería eventualmente aceptado o rechazado; no podría ser meramente tolerado.
Pero junto a este rechazo de los profetas que malinterpretaron su estatus hubo quizá también un rechazo al don de profecía, de manera que el fallo de parte de la propia iglesia de comprender la naturaleza del don de profecía puede haber sido la causa de una casi completa supresión de por lo menos la expresión pública del don de profecía en la iglesia.
6. ¿SON HOY LOS DONES MILAGROSOS LO MISMO QUE LOS DONES MILAGROSOS EN LA ESCRITURAS?.
Otra objeción adicional a la continuación de los milagros hoy en día es decir que los alegados milagros de hoy no son como los milagros en la Escritura porque son mucho más débiles y a menudo solo parcialmente efectivos.
En respuesta a esta objeción debemos preguntar si realmente importa si los milagros de hoy son exactamente más poderosos que aquellos que ocurrieron en tiempos del Nuevo Testamento. Debido a una cosa, tenemos muy poca información sobre el tipo de milagros realizados por cristianos ordinarios en varias congregaciones, tales como los cristianos de Corinto o en las iglesias de Ga1acia.
Por otra parte, aunque en los evangelios se registran los notables milagros realizados por Jesús, cuando éste sanó «toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 9: 35) ellos deben haber incluido a muchos con enfermedades menos serias. Debemos también preguntar cuál es el beneficio que se espera al objetar que los milagros de hoy no son tan poderosos como aquellos de la Escritura.
Si hoy solo se convierten trescientos en una reunión evangelística en lugar de los tres mil convertidos el día de Pentecostés (Hech. 2: 41), ¿deberíamos decir que el orador no tenía realmente el don de la evangelización, ya que el don no operó tan poderosamente como lo hizo con los apóstoles?
O si solo el 30 por ciento de las personas por las que oramos en relación con enfermedades físicas se curan por completo en lugar del 100 por ciento en la vida de Jesús o de los apóstoles, ¿deberíamos decir que este no es el don de sanidad del Nuevo Testamento?
Debemos recordar que los dones pueden variar en fuerza y que ningún don es perfecto en esta era. ¿Pero ello significa que deberíamos dejar de utilizar todos estos dones, u oponemos a ellos donde vemos que funcionan con algún grado de efectividad? ¿No debíamos alabar a Dios si se convierten 300 en lugar de los tres mil, o si el 30 por ciento son sanados en lugar del 100 por ciento de aquellos por los cuales oramos? ¿No se ha hecho la obra del Señor?
Si la cantidad no es tan grande como en los tiempos del Nuevo Testamento, entonces deberíamos pedir al Señor más gracia y misericordia, pero no parece apropiado renunciar a utilizar estos dones u oponemos aquellos que los utilizan.
NOTA: La cifra de un 30 por ciento es simplemente un ejemplo con propósitos ilustrativos, pero se acerca a dos recientes tabulaciones concernientes a personas que recibieron oraciones por sanidad. Una tabulación se encuentra en David C. Lewis. Healing: Fiction, Fantasy, or Factr (Hodder and Stroughton, London, 1989), una investigación académica de 1,890 personas que asistieron a una de las conferencias de John Wimber en Harrogate, Inglaterra, en 1986.
Al autor es un antropólogo social que preparó un detallado cuestionario llenado por las personas durante la conferencia, y entonces siguió varios meses más tarde algunos casos seleccionados al azar. De 862 casos de oración por curaciones físicas, 32 por ciento (o 279) reportaron una «excelente» sanidad o una «sanidad total». Otro 26 por ciento (o 222) reportó una sanidad «satisfactoria». El 42 por ciento restante (o 366) reportó una «pequeña» o «ninguna cura» (pp. 21-22).
Muchos estudios de caso se reportan en detalle, en varias instancias con informes médicos que se citan en extenso. Todos los problemas físicos por los que se oró se relacionan en una apéndice detallado. (Estos problemas físicos se distinguen de la oración por problemas espirituales tales como sanidad interior o liberación de algo, que Lewis tabula separadamente).
La otra tabulación se halla en John Wimber, Power Healing, p. 188, quien dice que, de las personas que recibieron extensamente oraciones por sanidad en su iglesia: «Durante 1986 el treinta y dos por ciento de todas las personas por las que se oró fueron sanadas completamente, mientras que en su conjunto el ochenta y seis por ciento dieron pruebas de alguna sanidad significativa».
7. ¿ES PELIGROSO PARA UNA IGLESIA DAR CABIDA HOYA LA POSIBILIDAD DE DONES MILAGROSOS?
Una objeción final desde la posición cesacionista es decir que la iglesia que hace énfasis en el uso de dones milagrosos está en peligro de perder el equilibrio, y que probablemente descuidará otras cosas importantes tales como la evangelización, la sana doctrina y la pureza moral de la vida.
Decir que el uso de dones milagrosos es «peligroso» no es en sí misma una crítica adecuada, porque algunas cosas que son buenas son peligrosas, al menos en algún sentido. El trabajo misionero es peligroso. Manejar un automóvil es peligroso.
Si definimos peligroso como «algo que puede salir mal», entonces podemos criticar cualquier cosa que alguien haga como «peligrosa», y esto sencillamente se convierte en una crítica generalizada cuando no hay un abuso específico que señalar. Una mejor aproximación con respecto a los dones espirituales es preguntar: «¿Se utilizan de acuerdo con la Escritura? y «¿Se dan los pasos adecuados para protegerse de los peligros del abuso?»
Como es natural, es cierto que las iglesias pueden perder el equilibrio, y de hecho a algunas les ha ocurrido. Pero no todas lo perderán, ni tendrán que perderlo.
Aún más, como este argumento se basa en resultados actuales en la vida de la iglesia, también resulta apropiado preguntar: «¿Qué iglesias en el mundo de hoy tienen la evangelización más efectivo? ¿Cuáles tienen entre sus miembros loa que ofrendan con más sacrificio? ¿Quiénes hacen de hecho más énfasis en la pureza de la vida? ¿Quiénes tienen el amor más profundo por el Señor y por su Palabra?
Me parece que contestar claramente estas preguntas es dificil, pero no pienso que podemos honestamente decir que las iglesias de los movimientos pentecostal y carismático son con mucho más débiles en estas áreas que otras iglesias evangélicas.
De hecho, en algunos casos puede que sean más fuertes en estas áreas. La cuestión es simplemente que cualquier argumento que diga que las iglesias que enfatizan los dones milagrosos perderán el equilibrio no está simplemente probado en la práctica actual.
8. UNA NOTA FINAL:LOS CESACIONISTAS Y LOS CARISMÁTICOS SE NECESITAN MUTUAMENTE.
Por último, se puede argumentar que aquellos que están en los campos pentecostales y carismáticos, y aquellos que se hallan en el campo cesacionista (principalmente cristianos reformados y dispensacionalistas) realmente se necesitan mutuamente, y harían bien en apreciarse más entre sí.
Los primeros tienden a adquirir más experiencias prácticas en la utilización de los dones espirituales y en la vitalidad de la adoración que podrían ser beneficiosas para los cesacionistas, si estos estuvieran dispuestos a aprender. Por otro lado, los grupos reformados y dispensacionalistas han sido tradicionalmente muy fuertes en la comprensión de la doctrina cristiana y en la comprensión profunda y cabal de las enseñanzas de la Escritura.
Los grupos carismáticos y pentecostales podrían aprender mucho de ellos si estuvieran dispuestos a hacerlo. Pero ciertamente no es útil para la iglesia como un todo que ambas partes piensen que nada pueden aprender de la otra, o que no pueden obtener beneficio alguno del compañerismo mutuo.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN PERSONAL
1. Antes de leer este capítulo, ¿qué dones espirituales o dones pensaba que tenía? ¿Ha cambiado su comprensión de sus propios dones espirituales tras estudiar este capítulo? ¿De qué forma?
2. Explique cómo cada uno de los dones espirituales que usted cree tener supera a los que conocieron la mayoría de los creyentes del antiguo pacto. Explique cómo cada don es una anticipación de algún conocimiento o habilidad que tendrá tras el regreso de Cristo.
3. ¿Qué puede hacer para alentar o fortalecer esos dones espirituales que necesitan fortalecerse dentro de usted? ¿Hay dones que usted ha recibido pero que ha descuidado? ¿Por qué piensa que los ha descuidado? ¿Qué se podría hacer para alentarlos o reavivarlos en su interior?
4. Mientras piensa sobre su propia iglesia, ¿qué dones espirituales funcionan con más efectividad en este momento? ¿Cuáles son los más necesarios en su iglesia? ¿Hay algo que usted pueda hacer para satisfacer esas necesidades?
5. ¿Qué se podría hacer para ayudar a las iglesias a evitar controversias, o aun divisiones, sobre la cuestión de los dones espirituales? ¿Hay tensiones en su propia iglesia con respecto a estas cuestiones hoy? Si es así, ¿qué puede hacer usted para aliviar esas tensiones?
6. ¿Piensa que algunos dones espirituales mencionados en el Nuevo Testamento cesaron temprano en la historia de la iglesia, y ya no son válidos hoy en día? ¿Ha cambiado su opinión sobre esta cuestión como resultado de la lectura de este capítulo?
7. Desde su punto de vista, estaría una iglesia más saludable y más unificada si se concentrara en unos pocos dones y los utilizara bien y cuidadosamente, o si estimulara una multiplicidad de dones diferentes, para ser utilizados en numerosas ocasiones por muchas personas diferentes? Si usted optó por la última opción, ¿qué cosas podría hacer su iglesia para lograr una mayor diversidad y una más amplia distribución en el empleo de los dones espirituales? ¿Cuáles son algunos de los peligros que pueden acompañar un uso tan amplio, y cómo pueden evitarse?
TÉRMINOS ESPECIALES
Vea la lista al final del siguiente capítulo.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Pedro 4: 10-11: Cada Uno Ponga Al Servicio De Los Demás El Don Que Haya Recibido, Administrando Fielmente La Gracia De Dios En Sus Diversas Formas. El Que Habla, Hágalo Como Quien Expresa Las Palabras Mismas De Dios; El Que Presta Algún Servicio, Hágalo Como El Que Tiene El Poder De Dios. Así Dios Será En Todo Alabado Por Medio De Jesucristo, A Quien Sea La Gloria Y El Poder Por Los Siglos De Los Siglos. Amén.

CAPÍTULO 4

(2): DONES ESPECÍFICOS

¿CÓMO DEBEMOS ENTENDER Y UTILIZAR DONES ESPIRITUALES ESPECÍFICOS?
EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS
En este capítulo continuaremos desarrollando la discusión general sobre los dones espirituales de los capítulos precedentes y examinaremos dones específicos con más detalles. No consideraremos cada don mencionado en el Nuevo Testamento, sino nos concentraremos en varios dones que no se comprenden bien o cuyo uso ha suscitado alguna controversia hoy en día.
Por lo tanto no examinaremos los dones cuyo significado y uso son evidentes de acuerdo con el término empleado (tales como servir, animar, contribuir, mostrar liderazgo, o mostrar misericordia), sino en su lugar nos concentraremos en aquellos que forman parte de la lista siguiente, tomada en primer lugar de 1ª Corintios 12: 28 y 12: 8-10:
1. profecía
2. enseñanza
3. milagros
4. sanidad
5. lenguas e interpretación
6. palabra de sabiduría/ palabra de conocimiento
7. discernir entre espíritus

A. PROFECÍA

Aunque se han ofrecido varias definiciones del don de profecía, un examen reciente de las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre este don mostrará que no debe definirse como «predecir el futuro», no como (proclamar un mensaje del Señor) sino más bien como «decir algo que Dios ha traído espontáneamente a la mente».
Los primeros cuatro puntos del siguiente material apoya esta conclusión; los puntos restantes tratan de otras consideraciones relativas a este don.
1. LAS CONTRAPARTES DEL NUEVO TESTAMENTO DE LOS PROFETAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO SON LOS APÓSTOLES DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los profetas del Antiguo Testamento tenían una sorprendente responsabilidad-fueron capaces de hablar y escribir palabras que tenían autoridad divina absoluta.
Podían decir; «Así dice el Señor», y las palabras que seguían eran las propias palabras de Dios. Los profetas del Antiguo Testamento escribieron sus palabras en la Escritura para todos los tiempos como palabras de Dios (veaNm22: 38; Dt 18: 18-20; Jer 1:9; Ez 2:7; y otros.). Por lo tanto, no creer o desobedecer las palabras de un profeta era dudar de Dios o desobedecerlo (vea Dt 18: 19; 1ª S 8: 7; y R 20: 36; y muchos otros pasajes).
En el Nuevo Testamento hubo también personas que pronunciaron y escribieron las propias palabras de Dios y las registraron en la Escritura, pero puede que nos sorprenda encontrar que Jesús ya no los llamaba «profetas» sino que utilizaba un nuevo término, «apóstoles».
Los apóstoles son la contrapartida en el Nuevo Testamento de los profetas del Antiguo Testamento (vea 1ª Co 2:1 3; 2ª Co 13:3; Gá 1:8-9; 11-12; 1ª Ts 2: 13,4:8, 15; 2ª P 3: 2). Son los apóstoles, no los profetas, los que tienen autoridad para dictar las palabras de las Escrituras del Nuevo Testamento.
Cuando los apóstoles quieren establecer su autoridad única nunca apelan al título de «profeta» sino más bien se llaman a sí mismos «apóstoles» (Ro 1: 1; 1ª Co 1: 1; 9:1-2; 2ª Co 1: 1; 11: 12-13; 12: 11-12; Gá 1:1; Ef. 1:1; 1ª P 1: 1; 2ª P 1: 1; 3:2; y otros.).
2. EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA PROFETA EN TIEMPOS DEL NUEVO TESTAMENTO.
¿Por qué escogió Jesús el nuevo término apóstol para designar a aquellos que tenían autoridad de dictar Escritura? Era probablemente porque la palabra griega prophetes (profeta) en tiempos del Nuevo Testamento tenía una amplia gama de significados.
Ella no tenía por lo general el sentido de «aquel que habla las propias palabras de Dios» sino más bien «aquel que habla sobre la base de alguna influencia exterior» (a menudo algún tipo de influencia espiritual). Tito 1:12 utiliza la palabra con este sentido, mientras Pablo cita al poeta griego Epiménides: «Fue precisamente uno de sus profetas el que dijo: 'Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos'». Los soldados que se burlaron de Jesús parece que también utilizaron la palabra profetiza de esta manera, cuando vendaron los ojos de Jesús y cruelmente demandaron, «¡Profetiza! ¿Quién es el que te golpeó?» (Lc 22:64).
Ellos no trataban de decir: «Habla palabras de absoluta autoridad divina», sino: «Dinos algo que te haya sido revelado» (Jn 4: 19).
Muchos escritos fuera de la Biblia utilizan la palabra profeta (Gr. prophetes) de esa manera, sin atribuirle ninguna autoridad divina a las palabras del llamado «profeta». De hecho, en tiempos del Nuevo Testamento el término profeta en su uso cotidiano simplemente significaba «aquel que tiene un conocimiento sobrenatural» o Varios autores han diferido de mi interpretación del don de profecía.
Para otros puntos de vista de la posición ofrecida en este capítulo, vea Richard Gaffin, «aquel que predice el futuro»-o aun solo el «vocero» (sin ninguna connotación de autoridad divina). Helmut Kramer ofrece varios ejemplos de tiempos cercanos al Nuevo Testamento en un artículo del Theological Dictionary ofthe New Testament: z
Un mósofo es llamado «un profeta de naturaleza inmortal» (Dio Chrysostom, d.C. 40-120)
Un maestro (Diógenes) quiere ser «un profeta de la verdad y el candor» (Luciano de Samosata, d.C. 120-180)
Aquellos que abogan por la filosofía epicúrea son llamados «profetas de Epicuro» (Plutarco, d.C. 50-120)
La historia escrita es llamada «la profetiza e la verdad» (Diodoro Siculus, escribió cerca de 60-30 a. c.)
Un especialista en botánica es llamado un profeta (Dioscurides de Cilicia, primer siglo d. c.)
Un «curandero» en el campo de la medicina es llamado un profeta (Galeno de Pérgamo, d. c. 129-199)
Kramer concluye que la palabra griega para «profeta» (profetes) «simplemente expresa la función formal de declarar, proclamar, dar a conocer». Pero, debido a que «todo profeta declara algo que no es suyo», la palabra griega para «heraldo» (keryx) «es el sinónimo más cercano».'
Por supuesto, las palabras profeta y profecía fueron a veces utilizadas en relación con los apóstoles en contextos que enfatizaban la influencia externa (del Espíritu Santo) bajo el cual ellos hablaban (así en Ap 1: 3; 22:7; y Ef. 2: 20; 3: 5): pero esta no era la terminología ordinaria utilizada para referirse a los apóstoles, ni los términos profeta y profecía implican en sí mismos autoridad divina para sus palabras o escritos.
Mucho más comúnmente, las palabras profeta y profecía se utilizaban para referirse a cristianos ordinarios que no hablaban con autoridad divina absoluta, sino simplemente reportaban algo que Dios había puesto en sus corazones o traído a sus mentes.
Hay muchas indicaciones en el Nuevo Testamento que este don de profecía ordinario tenía menos autoridad que la Biblia, y aun menos que las enseñanzas bíblicas reconocidas en la iglesia primitiva, como se hace evidente en la sección siguiente.
NOTA: Sostengo una larga discusión sobre Ef2:20 en The Gift of Profeeyin theNew Testamentand Today, pp. 45-63, en la que alego que Pablo dice que la iglesia «está asentada sobre el fundamento de los apóstoles-profetas» (o de «apóstoles
que también son profetas»). Esta es una traducción gramaticalmente aceptable de ton apostolon kai propheton. Como tal, el pasaje se refiere a los apóstoles, a quienes se reveló el misterio de la inclusión de los gentiles en la iglesia (vea Ef3:5, que especifica que este misterio «ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas [o «apóstoles- profetas» o, «apóstoles que también son profetas»] por el Espíritu»).
No pienso que Efesios 2:20 tenga mucha relevancia en relación con toda la discusión sobre la naturaleza del don de profecía. Ya sea que veamos aquí, como yo veo, un grupo (de apóstoles-profetas) o dos grupos, como Richard Gaffin y varios otros ven (de apóstoles y profetas), todos estamos de acuerdo que estos profetas son aquellos que proveyeron el fundamento de la iglesia, y por lo tanto, estos son profetas que pronunciaron las palabras infalibles de Dios.
En lo que discordamos es en el asunto de si este versículo describe el carácter de todos los que tenían el don de profecía en las iglesias del Nuevo Testamento. No veo una prueba convincente de que este describe a todos los que profetizaban en la iglesia primitiva. Antes bien, el contexto claramente señala a un grupo muy limitado de profetas que eran:
(A) Parte del verdadero fundamento de la iglesia:
(B) Intimamente conectado con los apóstoles. Y:
(C) Receptores de la revelación de Dios que los gentiles eran miembros de la iglesia iguales que los judíos (Ef. 3: 5).
Tanto si decimos que este grupo eran solo los apóstoles, como si era un pequeño grupo de profetas íntimamente asociados con los apóstoles que decían cosas con calidad de Escritura, todavía nos quedamos con la imagen de un único grupo muy pequeño de personas que proveen el fundamento de esta iglesia universal.
3. INDICACIONES QUE LOS «PROFETAS» NO HABLABAN CON IGUAL AUTORIDAD QUE LAS PALABRAS DE LA ESCRITURA.
A. HECHOS 21:4:
En Hechos 21 :4, leemos de los discípulos de Tiro: (Ellos, por medio del Espíritu, exhortaron a Pablo a que no subiera a Jerusalén). Esto parece ser una profecía dirigida a Pablo, ¡pero Pablo la desobedeció! Él nunca hubiera hecho esto si esta profecía contuviera las propias palabras de Dios y tuviera igual autoridad que las Escrituras.
B. HECHOS 21:10-11:
Entonces en Hechos 21: 10-11, Agabo profetizó que los judíos de Jerusalén atarían a Pablo y 10 entregarían «a manos de los gentiles», una predicción que estuvo cercana a ser correcta pero no del todo: los romanos, no los judíos, encadenaron a Pablo (v. 33; también 22: 29),' y los judíos, en lugar de entregarlo voluntariamente, trataron de matarlo y hubo que rescatarlo a la fuerza (v. 32):
La predicción no estuvo muy equivocada, pero tenía inexactitudes de detalle que habrían cuestionado la validez de cualquier profeta del Antiguo Testamento. Por otro lado, este texto podría explicarse perfectamente suponiendo que Agabo había tenido una visión de Pablo como prisionero de los romanos en Jerusalén, rodeado de una colérica turba de judíos.
Su propia interpretación de esa «visión» o (revelación) del Espíritu Santo habría sido que los judíos habían atado y entregado a Pablo a los romanos, y eso es lo que Agabo habría (algo erróneamente) profetizado.
Esto es exactamente el tipo de profecía fallida que se adecuaría a la definición de profecía de las congregaciones del Nuevo Testamento propuesta arriba comunica en nuestras propias palabras algo que Dios nos ha traído espontáneamente a la mente.
Una objeción a este punto de vista es decir que la profecía de Agabo de hecho se cumplió y que aun Pablo lo reporta en Hechos 28: 17: «Me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los romanos».'
Pero el propio versículo no apoyaría esa interpretación. El texto griego de Hechos 28: 17 se refiere explícitamente a que Pablo fue sacado de Jerusalén como prisionero'
Por lo tanto la declaración de Pablo describe su transferencia fuera del sistema judicial judío (los judíos buscaban traerlo de nuevo para que compareciera ante el Sanedrín en Hch 23: 15, 20) Y dentro del sistema judicial romano en Cesarea (Hch 23;23-35).
Por consiguiente Pablo dice correctamente en Hechos 28:18 que los mismos romanos en cuyas manos lo habían entregado como prisionero (v. 17) fueron aquellos que (Gr. hoitines, v. 18) «me interrogaron y quisieron soltarme por no ser yo culpable de ningún delito que mereciera la muerte» (Hch 28: 18; 23 : 29; también 25: 11,18-19; 26: 31-32). Entonces Pablo añade que cuando los judíos se opusieron él se vio obligado «a apelar al emperador» (Hch 28:19; cf. 25:11).
Toda esta narración de Hechos 28:17-19 se refiere a la transferencia de Pablo de Jerusalén a Cesarea de Hechos 23: 12-35, Y explica a los judíos de Roma porqué Pablo está bajo custodia romana. La narración no se refiere en absoluto a Hechos 21: 27-36 y la escena de la turba cerca del templo de Jerusalén. Así que esta objeción no es convincente.
El versículo no apunta a ninguna de las dos caras de la profecía de Agabo; no menciona que los judíos ataron a Pablo, ni tampoco que lo entregaron a los romanos.
De hecho, este se refiere a la escena de (Hch 23: 12-35); una vez más habían acabado de arrebatar a Pablo por la fuerza de manos de los judíos (Hch 23: 10) y, muy ajenos de buscar entregarlo a los romanos, éstos esperaban matarlo en una emboscada (Hch 23: 13-15).
Otra objeción a mi interpretación de Hechos 21: 10-11 es decir que los judíos no tenían realmente que atar a Pablo y entregarlo en manos de los gentiles para que la profecía de Agabo fuera cierta, porque los judíos eran responsables de estas actividades aun si no las hubieran llevado a cabo.
Robert Thomas dice: «Es algo común hablar de la parte o partes responsables de ejecutar un acto aunque él o ellos puede que no hayan sido los agentes inmediatos»: Thomas cita ejemplos similares de Hechos 2: 23 (cuando Pedro dice que los judíos crucificaron a Cristo, aunque en realidad lo hicieron los romanos) y Juan 19:1 (Donde leemos que Pilato azotó a Jesús (RVR), cuando sin duda sus soldados llevaron a cabo la acción). Thomas concluye que en consecuencia: «Los judíos fueron los que encadenaron a Pablo exactamente como Agabo predijo».
En respuesta, estoy de acuerdo en que la Biblia puede decir que alguien hace algo aunque el que ejecuta el acto es el agente de esa persona. Pero en cada caso la persona que se dice comete el acto desea que el acto se cometa y da las órdenes para que otros lo hagan. Pilato ordenó a sus soldados azotar a Jesús.
Los judíos demandaron enérgicamente que los romanos crucificaran a Cristo. Por contraste, en la situación de la captura de Pablo en Jerusalén, no hay tal paralelo. Los judíos no ordenaron que Jesús fuera encadenado pero los romanos lo hicieron: «El comandante se abrió paso, lo arrestó y ordenó que lo sujetaran con dos cadenas (Hch 21: 33). Y de hecho la forma paralela del discurso se halla aquí, porque, aunque el comandante ordenó encadenar a Pablo, más adelante leemos que «al darse cuenta que Pablo era ciudadano romano, el comandante mismo se asustó de haberlo encadenado» (Hch 22: 29).
Así que este relato si habla de la atadura como realizada por ambos, ya sea por el agente responsable o por la gente que la llevó a cabo, pero en los dos casos se trata de romanos, no de judíos. En resumen, esta objeción dice que los judíos encadenaron a Pablo. Pero Hechos dice dos veces que los romanos lo encadenaron. Esta objeción dice que los judíos entregaron a Pablo a los gentiles.
Pero Hechos dice que rehusaron violentamente entregarlo, de manera que tuvo que ser tomado por la fuerza. La objeción no se ajusta a las palabras del texto.
NOTA: En ambos versículos Lucas utiliza el mismo verbo griego (deo) que Agabo había utilizado para predecir que los judíos atarían a Pablo.
EI verbo que Agabo utilizó (paradidomi), «entregar, traspasan» tiene el sentido de entregar voluntariamente, consciente, deliberadamente, o traspasar algo a otro. Este es el sentido que tiene en las otras 119 instancias de la palabra en el Nuevo Testamento. Pero este sentido no es cierto con respecto al tratamiento de Pablo por los judíos: ¡ellos no entregaron voluntariamente a Pablo a los romanos!
La traducción de la NVI: «Me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los Romanos», escamotea por completo la idea (requerida por el texto griego) de que lo entregaron fuera de (ex)Jerusalén, y elimina la idea de que lo entregaron como prisionero (gr. desmios), añadiendo en su lugar la idea de que lo arrestaron en Jerusalén, un acontecimiento que no se menciona en el texto griego de este versículo.
C. 1ª TESALONICENSES 5: 9-21:
Pablo dice a los tesalonicenses: «No desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno» (1 Ts 5:20-21). Si los tesalonicenses hubieran pensado que la profecía se equiparaba a la Palabra de Dios en autoridad, nunca habría tenido que decir a los tesalonicenses que no la despreciaran.
Ellos «recibieron» y «aceptaron» la Palabra de Dios «con la alegría que infunde el Espíritu Santo» (1ª Ts 1: 6; 2: 13; 4: 15). Pero cuando Pablo les dice que lo sometan «todo a prueba» ello debe incluir por lo menos las profecías que menciona en la frase previa. Pablo implica que las profecías contienen algunas cosas buenas y algunas cosas que no son buenas cuando los anima a aferrarse «a lo bueno». Esto es algo que nunca pudo haberse dicho de las palabras de un profeta del Antiguo Testamento, o de las autorizadas enseñanzas de un apóstol del Nuevo Testamento.
D. 1 CORINTIOS 14:29-38:
Más amplias pruebas de las profecías del Nuevo Testamento se hallan en 1ª Corintios 14. Cuando Pablo dice: «Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen (1ª Co 14: 29), sugiere que deben escuchar atentamente y entresacar lo bueno de lo malo, aceptando un poco y rechazando el resto (porque esto es lo que implica la palabra griega diakrino, que aquí se traduce «y los demás juzguen»).
No podemos imaginar que un profeta del Antiguo Testamento como Isaías hubiera dicho: «Entresaquen lo bueno de lo malo, lo que han aceptado de lo que no deben aceptar!» Si la profecía tiene autoridad divina absoluta, sería pecado hacer esto. Pero aquí Pablo ordena que se haga, lo que sugiere que la profecía del Nuevo Testamento no tiene la autoridad de las verdaderas palabras de Dios.
En 1 Corintios 14:30, Pablo permite que un profeta interrumpa a otro: «Si alguien que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra.
Así todos pueden profetizar por turno». Otra vez, si los profetas hubieran estado proclamando las verdaderas palabras de Dios, de valor igual que la Escritura, se hace dificil imaginar que Pablo haya dicho que deben ser interrumpidos sin permitírseles terminar su mensaje. Pero eso es lo que ordena.
Pablo sugiere que nadie en Corinto, una iglesia que tenía mucha profecía, podía expresar verdaderas palabras de Dios. En 1ª Corintios 14: 36, dice: «¿Acaso la palabra de Dios procedió de ustedes? ¿O son ustedes los únicos que la han recibido?
Entonces, en los versículos 37 y 38, proclama que tiene una autoridad mucho mayor que cualquier profeta de Corinto: «Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que esto que les escribo es mandato del Señor. Si no lo reconoce, tampoco él será reconocido».
Todos estos pasajes indican que la popular idea que los profetas hablaban «las palabras del Señor» cuando los apóstoles no estaban presentes en las iglesias de los primeros tiempos es simplemente incorrecta.
 NOTA: Vea abajo, sobre la cuestión de la frase introductoria de Agabo: «Así dice el Espíritu Santo».
Las instrucciones de Pablo son diferentes a las del documento cristiano temprano conocido como la Didache, que le dice a las personas, «no prueben ni examinen a ningún profeta que habla en un espíritu (o: en el Espíritu) (capítulo 11). Pero la Didache dice varias cosas que son contrarias a la doctrina del Nuevo Testamento (vea W. Grudem, The Gift of Prophecy in the New Testament and Today).
E. PREPARATIVOS APOSTÓLICOS PARA LA AUSENCIA DE ÉSTOS:
Además de los versículos que hemos considerado hasta ahora, otro tipo de evidencia sugiere que los profetas de las congregaciones del Nuevo Testamento hablaban con menos autoridad que los apóstoles del Nuevo Testamento o las Escrituras: el problema de los herederos de los apóstoles se resuelve no instando a los cristianos a escuchar a los profetas (aun cuando había profetas a su alrededor) sino apuntando a las Escrituras.
Así que Pablo, al final de su vida, hace énfasis en usar «bien la palabra de verdad» (2ª Ti 2:1 5), y «toda Escritura» inspirada por Dios, «útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2ª Ti 3: 16). A Judas urge a sus lectores a seguir «luchando vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos» Judas 3).
Pedro, al final de su vida, anima a sus lectores a «prestar atención» a la Escritura, que es «como una lámpara que brilla en un lugar oscuro» (2ª P 1: 19-20), y les recuerda las enseñanzas del apóstol Pablo «en todas sus epístolas» (2ª P 3: 16). En ningún lugar leemos exhortaciones a «escuchar a los profetas en sus iglesias» o a «obedecer las palabras del Señor dadas por sus profetas», etc.
Pero ciertamente hubo profetas que profetizaban en muchas congregaciones locales tras la muerte de los apóstoles. Parece que no tenían la misma autoridad que los apóstoles, y los autores de la Escritura lo sabían. La conclusión es que las profecías de hoy tampoco son «palabra de Dios».
4. ¿CÓMO DEBERÍAMOS HABLAR SOBRE LA AUTORIDAD DE LA PROFECÍA HOY?
De manera que las profecías en la iglesia de hoy deben considerarse meras palabras humanas, no palabra de Dios, y no palabras de igual autoridad a la palabra de Dios. ¿Pero esta conclusión está en pugna con las prácticas y enseñanzas carismáticas actuales?
Pienso que está en conflicto con muchas prácticas carismáticas, pero no con la mayoría de las enseñanzas carismáticas.
La mayoría de los maestros carismáticos de hoy estarían de acuerdo en que la profecía contemporánea no tiene la misma autoridad que la Escritura. Aunque algunos hablarían de la profecía como que es «la palabra de Dios» para hoy, hay un consenso casi uniforme entre todas las secciones del movimiento carismático de que la profecía es imperfecta e impura, y que contendría elementos en los que no se debe confiar u obedecer.
NOTA: La NIV traduce: «¿Acaso la palabra de Dios procedió de ustedes?» El apóstol se da cuenta que ellos deben admitir que la Palabra de Dios no procedió de ellos por lo tanto, sus profetas no pueden haber estado pronunciando palabras de Dios de autoridad igual que la de las Escrituras.
Por ejemplo, Bruce Yocum, autor de un libro carismático sobre la profecía ampliamente utilizado, escribe: «La profecía puede ser impura- nuestros propios pensamientos o ideas pueden mezclarse con el mensaje que recibimos-ya sea que recibamos las palabras directamente o que solo recibamos el sentido del mensaje».
Pero debe decirse que en la práctica actual se deriva mucha confusión del hábito de prologar las profecías con la usual frase del Antiguo Testamento: «Así dice el Señor» (una frase que nunca se pronuncia en el Nuevo Testamento por ninguno de los profetas de las iglesias del Nuevo Testamento).
Esto es desafortunado, porque da la impresión que las frases que siguen son las verdaderas palabras de Dios, en tanto que el Nuevo Testamento no justifica esa posición y, cuando se hace énfasis en ellas, la mayoría de los voceros carismáticos responsables en todo caso no desearían invocarlas para cada parte de sus profecías. De manera que no se ganaría ni se perdería mucho si se desechara esa frase introductoria.
Ahora, es verdad que Agabo usa una frase similar (Así dice el Espíritu Santo) en Hechos 21: 11, pero las mismas palabras (Gr. tadelegei) se utilizan parlas autores cristianos para introducir justo en tiempos del Nuevo Testamento paráfrasis muy generales o interpretaciones muy ampliadas de lo que se reporta (así Ignacio, Epístola a los de Filadelfia 7: 1-2 [alrededor de 208 d.C.]. La frase puede que signifique aparentemente: «Esto es en general (o aproximadamente) lo que nos dice el Espíritu Santo».
Si alguien realmente piensa que Dios le pone algo en la mente que debe comunicarse a la congregación, no hay nada equivocado en decir: «Pienso que el Señor pone en mi mente esto» o Me parece que el Señor nos muestra» o alguna expresión similar. Por supuesto, eso no suena tan «contundente» como: «Así dice el Señor, pero si el mensaje viene realmente de Dios, el Espíritu Santo hará que ello suene con gran poder para los corazones de aquellos que necesitan escuchar.
5. UNA «REVELACIÓN» ESPONTÁNEA HIZO DE LA PROFECÍA DIFERENTE DE OTROS DONES.
Si la profecía no contiene las verdaderas palabras de Dios, ¿qué es entonces? ¿En qué sentido ella viene de Dios?
Pablo indica que Dios puede traer algo espontáneamente a la mente de manera que la persona que profetiza lo comunicaría en sus propias palabras. Pablo llama esto una «revelación»: «Si alguien que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra. Así todos pueden profetizar por turno» (1ª Co 14: 30-31).
Aquí él utiliza la palabra revelación en un sentido más amplio que la forma técnica utilizada por los teólogos para referirse a las palabras de la Escritura- pero el Nuevo Testamento usa en todas partes el término revelar o revelación en este sentido más amplio de comunicación con Dios que no da lugar a la redacción de Escritura o a palabras de igual autoridad a la Escritura (vea Fil3:15; Ro 1: 18; Ef 1: 17; Mt 11: 27).
Pablo se refería simplemente a algo que Dios ponía de pronto en la mente, o algo que Dios podía imprimir en la conciencia de alguien de tal manera que la persona tuviera la sensación que ello venía de Dios. Puede que el pensamiento que se suscita en la mente sea sorprendentemente diferente al curso de los pensamientos de la propia persona, o que esté acompañado por un vivo sentido de urgencia o persistencia, o que de alguna otra manera le dé a la persona una percepción asaz clara de que viene del Señor.
De esa manera, si entra uno que no cree cuando todos profetizan, «los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios, y lo adorará, exclamando: «¡Realmente Dios está entre ustedes!» (1ª Co 14: 25). He escuchado un informe de este acontecimiento en una iglesia bautista de Estados Unidos que claramente no es carismática.
Un orador misionero hizo una pausa en medio de su mensaje y dijo algo como esto: «No planifiqué decir esto pero parece que el Señor indica que alguien en esta iglesia acaba de separarse de su mujer y su familia. Si ello es así, déjeme decirle que Dios quiere que usted vuelva a ellos y aprenda a seguir las normas de Dios para la vida familiar».
El misionero no lo sabía, pero en el balcón no iluminado se sentó un hombre que había entrado a la iglesia momentos antes por primera vez en su vida. La descripción se adecuaba a él exactamente, y él se dio a conocer, reconoció su pecado, y comenzó a buscar a Dios.
Profecía
De esta forma, la profecía sirve como una «señal» para los creyentes (1ª Co 14: 22)-es una clara demostración de que Dios obra en su medio, una «señal» de las bendiciones que Dios dispensa a la congregación. Y como también obrará para la conversión de los incrédulos, Pablo anima a utilizar este don cuando «entran algunos que no entienden o no creen» (1ª Co 14: 33).
Muchos cristianos en todos los períodos de la iglesia han experimentado o escuchado de eventos similares-por ejemplo, una petición no planeada pero urgente puede haberse hecho para orar por ciertos misioneros en Nigeria. Entonces, mucho después, aquellos que oraban descubrieron que justo en ese momento los misioneros habían sufrido un accidente automovilístico o estaban en un instante de intenso conflicto espiritual, y habían necesitado esas oraciones.
Pablo llamaría la sensación o intuición de esas cosas una «revelación», y la comunicación a la congregación de ese aviso de Dios sería llamado «profecía». Puede que en ella haya elementos de la propia cosecha o interpretación del que habla y que ciertamente esta necesite evaluación y prueba, pero aún así cumple una valiosa función en la iglesia.
NOTA: Aunque argumentamos arriba que la autoridad de la profecía en la iglesia del Nuevo Testamento es muy diferente a la autoridad de la profecía canónica del Antiguo Testamento, esto no significa que todo lo relacionado con la profecía del Nuevo Testamento tiene que ser diferente. En relación con la forma en la que llega la revelación al profeta, puede que no se trate de palabras o ideas que le vienen a la mente, sino también de imágenes mentales (o «visiones», Hch 2: 17) y sueños (Hch 2: 17).
6. LA DIFERENCIA ENTRE PROFECÍA Y ENSEÑANZA.
Hasta donde podamos asegurar, toda «profecía» en el Nuevo Testamento estaba basada sobre este tipo de inspiración espontánea del Espíritu Santo (cf. Hch 11:28; 21:4, 10-11; y note las ideas de profecía bosquejadas en Lc 7: 39; 22: 63-64; Jn 4: 19; 11: 51). A menos que una persona reciba una espontánea «revelación» de Dios, ahí no hay profecía.
Por contraste, ningún discurso humano que se llame «enseñanza» o que un «maestro» pronuncie, o que se describa por el verbo «enseñan>, nunca se dice en el Nuevo Testamento que esté basado en una revelación. Antes bien, «enseñanza» es a menudo simplemente una explicación o aplicación de la Escritura (Hch 15: 35; 18: 11,24-28; Ro 2: 21; 15: 4; Col 3: 16; Heb 5: 12) o una repetición o explicación de instrucciones apostólicas (Ro 16:17; 2 Ti 2:2; 3:10, y otros). Es lo que hoy llamaríamos «enseñanza bíblica» o «predicación».
Así que, la profecía tiene menos autoridad que la «enseñanza», y las profecías deben estar siempre sujetas en la iglesia a la autorizada enseñanza de la Escritura. A Timoteo no se le dijo que profetizara las instrucciones de Pablo a la iglesia; se le dijo que las enseñara (1ª Ti 4: 11; 6: 2). Pablo no profetizó su manera de vivir en cada iglesia; él lo enseñó (1ª Co 4: 17).
A los tesalonicenses no se les dijo que se mantuvieran fieles las tradiciones que les fueron «profetizadas» sino a las tradiciones que les fueron «enseñadas» por Pablo (2ª Ts 2: 15). Al contrario de algunos puntos de vista, fueron maestros, no profetas, los que ofrecieron liderazgo y dirección a las iglesias primitivas.
Por consiguiente, entre los ancianos estaban los que dedicaban «sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza» (1ª Ti 5: 17), y un obispo debía ser «capaz de enseñar» (1ª Ti 3: 2; Tit 1: 9)-pero nada se dice de ancianos cuyo trabajo fuera profetizar, ni tampoco se dice nunca que un anciano debe ser un «profeta apto» o que los ancianos deben «ser fieles a las sanas profecías». En su función de liderazgo Timoteo cuidar de su conducta y de su «enseñanza» (1ª Ti 4: 16), pero nunca se le dice que cuide sus profecías. Santiago advirtió que aquellos que enseñan, no que profetizan, serían juzgados con más severidad (Stg 3: 1).

En el Nuevo Testamento, la tarea de interpretar y aplicar las Escrituras se llama, entonces, «enseñanza». Aunque unos cuantos han aducido que los profetas en las iglesias del Nuevo Testamento ofrecieron interpretaciones de las Escrituras del Antiguo Testamento «carismáticamente inspiradas», esa alegación no ha sido muy persuasiva, fundamentalmente porque es dificil encontrar en el Nuevo Testamento algún ejemplo convincente en el que la categoría de «profeta» se use para referirse a alguien envuelto en este tipo de actividad.
Así que la distinción es bastante clara: si un mensaje es producto de una reflexión consciente sobre el texto de la Escritura, que contiene una interpretación del texto y una aplicación a la vida, entonces esto es (en términos del Nuevo Testamento) una enseñanza. Pero si un mensaje es la comunicación de algo que Dios nos pone de pronto en la mente, entonces esto es una profecía. Y por supuesto, aun las enseñanzas preparadas pueden ser interrumpidas por material adicional no preparado que el maestro de 1a Biblia siente que Dios pone de pronto en su mente- en ese caso, esto será una «enseñanza» mezclada con un elemento de profecía.
NOTA: No obstante, debemos advertir a las personas que el mero hecho de que una «revelación» parezca sobrenatural (y que incluso pueda contener una información sorprendentemente exacta) no garantiza que un mensaje sea una verdadera profecía de Dios, pues los falsos profetas pueden «profetizar» bajo influencia demoníaca. (Vea el cap. 20, sobre el hecho que los demonios pueden conocer acerca de actividades ocultas o conversaciones privadas en nuestras vidas, aun cuando no pueden conocer el futuro ni leer nuestros pensamientos.) Juan advierte que «han salido por el mundo muchos falsos profetas» (1 Jn 4: 1), Yo frece pruebas de la verdadera doctrina para distinguirlos (vv. 1-6), y dice que «el mundo los escucha» (v. 5).
Otras marcas de los falsos profetas pueden hallarse en 2Juan 7-9 (que niegan la encamación y no se someten a la doctrina de Cristo); Mateo 7:15-20 «Por sus frutos lo conocerán» (v. 16); Mateo 24: 11 (que engañarán a muchos); y Mateo 24:24 (harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible; aun a los elegidos). Por otro lado, 1 Corintios 12:3 parece decimos que no debemos pensar que los cristianos genuinos serán falsos profetas, que hablan por el poder de los demonios (vea la discusión de 1ª Co 12: 3), y Juan 4: 4 le asegura a los cristianos que «el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo».
7. OBJECIÓN: ESTO HACE LA PROFECÍA «DEMASIADO SUBJETIVA».
En este punto algunos han objetado que esperar por tales «recordatorios» de Dios es un proceso «demasiado subjetivo». Pero en respuesta puede decirse que, para la salud de la iglesia, ¡la gente que a menudo hace esta objeción es la que más necesita este proceso subjetivo en sus propias vidas cristianas! Este don requiere esperar en el Señor, escucharlo, oír sus recordatorios en nuestros corazones.
Lo que más necesitan los cristianos que son del todo evangélicos, sanos doctrinalmente, intelectuales y «objetivos», es probablemente la fuerte influencia estabilizadora de una relación «subjetiva» más vital con el Señor en la vida cotidiana. Y estas personas son también aquellas que tienen menos probabilidades de Ser conducidas a error, porque ya hacen gran énfasis en apoyarse firmemente en la Palabra de Dios.
Aunque existe el peligro contrario de una excesiva confianza en las impresiones subjetivas para orientarse, y es claro que contra eso hay que cuidarse. Las personas que buscan continuamente «mensajes» subjetivos de Dios para que guíen sus vidas deben ser advertidas que la orientación personal subjetiva no es una función primaria de la profecía del Nuevo Testamento. Ellos necesitan hacer mucho más énfasis en la Escritura y en buscar la probada sabiduría de Dios escrita ahí.
Muchos autores carismáticos estarían de acuerdo con esta advertencia, como indican las siguientes citas: Michael Harper (un pastor carismático anglicano):
Las profecías que les dicen a otros lo que deben hacer-deben ser contempladas con gran sospecha.
Donald Gee (Asambleas de Dios):
Muchos De Nuestros Errores En Lo Que Concierne A Los Dones Espirituales Se Originan Cuando Queremos Que Lo Extraordinario Y Excepcional Se Convierta En Frecuente Y Habitual. Que Todos Los Que Desarrollan Un Excesivo Deseo De «Mensajes» A Través De Los Dones Estén Advertidos Del Naufragio De Pasadas Generaciones Así Como De Las Contemporáneas. Las Santas Escrituras Son Una Lámpara A Nuestros Pies Y Una Luz En Nuestro Sendero.
Donald Bridge (pastor carismático británico):
El Iluminado Encuentra Constantemente «Dios Le Dice» Que Haga Cosas. Los Iluminados Son Frecuentemente Muy Sinceros, Muy Dedicados, Y Están Poseídos De Una Dedicación Para Obedecer A Dios Que Avergüenza A Cristianos Más Circunspectos.
No Obstante, Están Pisando Terreno Peligroso. Sus Antecesores Lo Han Hollado Antes, Y Siempre Con Resultados Desastrosos A Largo Plazo. Sensaciones Interiores Y Recordatorios Especiales Son Por Su Propia Naturaleza Subjetivos. La Biblia Provee Nuestra Guía Objetiva.
8. LAS PROFECÍAS PUEDEN INCLUIR CUALQUIER CONTENIDO EDIFICADOR.
Los ejemplos de profecías del Nuevo Testamento mencionados arriba muestran que la idea de profecía solo como «predicciones del futuro» es ciertamente errónea. Hubo algunas predicciones (Hch 11: 28; 21: 11), pero también hubo pecados que quedaron al descubierto (1ª Co 14: 25). De hecho, pudo incluirse cualquier cosa que edifica, pues Pablo dice: «el que profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos» (1ª Co 14: 3). Otra indicación del valor de la profecía era que ella podía hablar a las necesidades de los corazones de las personas de una manera directa y espontánea.
9. MUCHAS PERSONAS PUEDEN PROFETIZAR EN LA CONGREGACIÓN.
Otro gran beneficio de la profecía es que ella provee oportunidad de participación a todos en la congregación, no solo a aquellos que son oradores hábiles o que tienen dones para la enseñanza. Pablo dice que él quiere que «todos» los corintios «profetizaran» (1ª Co 14: 5) y añade: «Todos pueden profetizar por tumo, para que todos reciban instrucción y aliento» (1ª Co 14: 31). Esto no significa que en realidad todo creyente será capaz de profetizar, pues Pablo dice: «¿Son todos profetas?» (1ª Co 12: 29).
Pero sí significa que cualquiera que reciba una «revelación» de Dios tiene permiso de profetizar (dentro de las normas de Pablo), y esto sugiere que muchos lo harán. A causa de esto, una mayor apertura al don de profecía podría ayudar a superar la situación en la que muchos que asisten a nuestras iglesias son meros espectadores y no participantes. Quizás contribuimos al problema de un «cristianismo de espectadores » sofocando la obra del espíritu en esta área.
NOTA: Aquí Pablo indica que todo el que recibe una revelación en el sentido que acaba de mencionarse en el v. 29 será capaz de profetizar por tumos. Él no quiere decir que cada cristiano individual en Corinto tiene el don de profecía.
En una iglesia grande, solo unos pocos serán capaces de hablar cuando toda la iglesia está reunida, pues Pablo dice: «En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres» (1ª Co 14. 29). Pero muchos más tendrán oportunidades de profetizar en reuniones más pequeñas en las casas.
10. DEBEMOS «DESEAR SERIAMENTE» PROFETIZAR.
Pablo valoraba tanto este don que le dijo a los corintios: «Empéñense en seguir el amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1ª Co 14: 1). Entonces, al final de su discusión de los dones espirituales, repitió: «Así, que hermanos míos, ambicionen el don de profetizar» (1ª Co 14:39). Y dijo: «El que profetiza edifica la iglesia» (1ª Co 14: 4).
Si Pablo estaba ansioso porque el don de profecía funcionara en Corinto, preocupado por la inmadurez, el egoísmo, las divisiones y otros problemas que aquejaban a la iglesia, ¿no debemos entonces buscar enérgicamente este valioso don en nuestras congregaciones hoy? Nosotros evangélicos que profesamos creer y obedecer todo lo que la Escritura dice, ¿no debemos también creer y obedecer esto? ¿Y que una mayor apertura al don de profecía quizá pueda ayudar a corregir este peligroso desequilibrio en la vida de la iglesia, un desequilibrio que se debe a que somos demasiado intelectuales, objetivos y doctrinales?
11. ALENTAR Y REGULAR LA PROFECÍA EN LA IGLESIA LOCAL.
Por último, si una iglesia comienza a alentar el uso de la profecía donde no se ha utilizado antes, ¿qué debe hacer? ¿Cómo puede alentar este don sin caer en abusos?
Para todos los cristianos, y especialmente para pastores y otros que tienen responsabilidades docentes, sería apropiado y sabio desde el punto de vista pastoral dar varios pasos:
(1) Ore seriamente implorando la sabiduría del Señor sobre cómo y cuándo abordar este tema en la iglesia.
(2) Se impartirán enseñanzas sobre este tema en los estudios bíblicos regulares que la iglesia ya provee.
(3) La iglesia debe ser paciente y proceder despacio-los líderes de la iglesia no deben ser «dominantes» (o «tiranos») (1 P 5:3), y un abordaje paciente evitará ahuyentar a gente temerosa o alienarlas innecesariamente.
(4) La iglesia debe reconocer y alentar el don de profecía de la forma que ya ha venido funcionando en la iglesia -en las reuniones de oración de la iglesia, por ejemplo-, cuando alguien se ha sentido inusualmente «guiado» por el Espíritu Santo a orar por algo, o cuando le ha parecido que el Espíritu Santo le ha traído a la mente un himno o pasaje de la Escritura, o cuando sienta un tono de sentido común o el enfoque específico en un momento de adoración u oración en grupo.
Aun los cristianos de iglesias no receptivas del don de profecía pueden por lo menos ser sensibles a los impulsos del Espíritu Santo relacionados con aquello por lo que se debe orar en las reuniones de oración de la iglesia, y que entonces puede expresar esos impulsos en forma de una oración al Señor (lo que podría llamarse una «oración profética»).
(5) Si se han seguido los primeros cuatro pasos, y si la congregación y su liderazgo lo acepta, se podrían conceder algunas oportunidades a la práctica del don de profecía en los cultos de adoración menos formales de la iglesia, o en los grupos más pequeños de los hogares.
Si esto se permite, aquellos que profeticen deben mantenerse dentro de las directivas de la Escritura (1ª Co 14: 29-36), deben buscar genuinamente la edificación de la iglesia y no su propio prestigio (1ª Co 14: 12,26), Y no debe dominar la reunión o ser demasiado dramático o emocional en sus palabras (y así atraer la atención hacia sí mismos en lugar de hacia el Señor).
Las profecías se deben ciertamente evaluar de acuerdo con las enseñanzas de la Escritura (1ª Co 14: 29-36; 1ª Ts 5: 19-21).
(6) Si el don de profecía comienza a ser utilizado en la iglesia, esta debe poner aun más énfasis sobre valor inmensamente superior de la Escritura como la fuente a la que pueden acudir los cristianos a escuchar la voz del Dios vivo. La profecía es un don valioso, como lo son otros muchos dones, pero está en la Escritura que es Dios y solo Dios quien nos habla con sus propias palabras, aun hoy, y a lo largo de nuestras vidas.
En lugar de esperar que en cada culto de adoración lo notable sea alguna palabra de profecía, es necesario recordarle a los que utilizan el don de profecía que debemos centrar nuestro gozo, nuestras expectativas, y nuestro deleite en el propio Dios mientras él nos habla a través de la Biblia.
Allí tenemos un tesoro de infinito valor: las verdaderas palabras de nuestro Creador que nos habla en un lenguaje que podemos entender. y en lugar de buscar frecuente orientación a través de la profecía, debemos hacer énfasis que es en la Escritura donde podemos encontrar orientación para nuestras vidas.
En la Escritura está nuestra fuente de directivas, nuestro foco cuando buscamos la voluntad de Dios, nuestras normas completamente confiables y suficientes. Es de las palabras de Dios en la Escritura que podemos decir confiados: «Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero» (Sal 119: 105).
B. ENSEÑANZA
El don de la enseñanza en el Nuevo Testamento es la habilidad de explicar la Escritura y aplicarla a la vida de las personas. Esto se hace evidente en varios pasajes.
En Hechos 15: 35, Pablo y Bernabé y «muchos otros» están en Antioquia enseñando y anunciando la palabra del Señor». En Corinto, Pablo permaneció un año y medio «enseñando entre el pueblo la palabra de Dios» (Hch 18: 11). Y los lectores de la Epístola a los Hebreos, aunque deben haber sido maestros, necesitaban más bien que alguien volviera a enseñarles «las verdades más elementales de la palabra de Dios». (Heb 5: 12).
Pablo les dice a los romanos que las palabras de las Escrituras del Antiguo Testamento se escribieron «para enseñamos» (gr. didaskalia) (Ro 15: 4), y le escribe a Timoteo que «toda Escritura» es «útil para enseñar didaskalia» (2ª Ti 3: 16).
Por supuesto, si la «enseñanza» en la iglesia primitiva estaba basada muy a menudo en las Escrituras del Antiguo Testamento, debe extrañar que también estuviera basada en algo de igual autoridad que las Escrituras, o sea, en un cuerpo de instrucciones apostólicas recibidas. Timoteo debía tomar la enseñanza que había recibido de Pablo y encomendarla a hombres fieles que estuvieran capacitados «para enseñar a otros» (2ª Ti 2: 2).
Y los tesalonicenses debían mantenerse «fieles a las enseñanzas» que Pablo les trasmitió (2ª Ts 2: 15). Lejos de estar basadas en una revelación espontánea que vino durante el culto de adoración de la iglesia (como era la profecía), este tipo de «enseñanza» era la repetición y explicación de una auténtica lección apostólica.
Enseñar lo contrario a las instrucciones de Pablo era enseñar una doctrina diferente o herética (heterodidaskalo) «apartándose de la sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo y de la doctrina que se ciñe a la verdadera religión» (1ª Ti 6:3), De hecho, Pablo dijo que Timoteo debía recordarle a los corintios «cómo enseño por todas partes, y en todas las iglesias» (1ª Co 4: 17).
Asimismo le dice: «Encarga y enseña estas cosas» (1ª Ti 4: 11), y (esto es lo que debes enseñar y recomiendan) (1ª Ti 6: 2), cuando habla de sus instrucciones a la iglesia de Éfeso. Aunque esto no era profecía sino enseñanza que proveyó en sentido primario (provenía de los apóstoles) las primeras normas doctrinales y éticas que regulaban la iglesia. Y como aquellos que aprendieron de los apóstoles también enseñaron, su enseñanza guió y dirigió las iglesias locales."
De manera que enseñar en términos de las epístolas del Nuevo Testamento consistía en repetir y explicar las palabras de la Escritura (o las igualmente autorizadas enseñanzas de Jesús y los apóstoles) y aplicarlas a los que escuchaban. En las epístolas del Nuevo Testamento, «enseñar» es algo muy parecido a lo que describe hoy nuestra frase «enseñanza bíblica».

C. MILAGROS

Justo después de los apóstoles, los profetas y maestros, «luego los milagros» dice Pablo (1ª Co 12: 28). Aunque muchos de los milagros que se ven en el Nuevo Testamento fueron específicamente milagros de sanidad, Pablo menciona aquí la sanidad como un don separado. Por lo tanto, en este contexto debía haber tenido en mente algo diferente a la sanidad.
Debemos recordar que la palabra castellana «milagros» puede que no nos acerque mucho a lo que Pablo quería decir, pues el vocablo griego es simplemente la forma plural de la palabra dynamis, «poder».2' Esto significa que el término puede referirse a cualquier actividad en la que el gran poder de Dios es evidente.
Ello puede incluir respuestas a la oración para liberarse de un peligro fisico (como la liberación de los apóstoles de la cárcel en Hch 5: 19-20 o 12: 6-11), o poderosas acciones de juicio sobre los enemigos del evangelio o aquellos que requieren ser disciplinados dentro de la iglesia (vea Hch 5: 1-11; 13: 9-12), o liberaciones milagrosas de una lesión (como con Pablo y la víbora en Hch 28: 3-6). Pero esas acciones del poder espiritual pueden incluir también poder para triunfar sobre la oposición de un demonio (como en Hch 16: 18; Lc 10: 17).
Como Pablo no define «obras milagrosas» de una forma más específica que esta, podemos decir que el don de milagros debe incluir el accionar de un poder divino que libera de un peligro, una intervención para atender necesidades especiales en el mundo fisico (como en el caso de Elías en 1ª Reyes 17: 1-16), un juicio sobre aquellos que de manera irracional y violenta se oponen al mensaje del evangelio, el triunfo sobre las fuerzas demoníacas que libran una guerra contra la iglesia, y cualquier otra forma en la que el poder de Dios se manifiesta de una manera evidente para hacer avanzar los propósitos divinos en una situación determinada.
Todas estas serían obras «poderosas» en las que se ayuda a la iglesia y se pone de manifiesto la gloria de Dios. (Vea también la discusión sobre los milagros en el capítulo17.)

D. SANIDAD

1. INTRODUCCIÓN: LA ENFERMEDAD Y LA SALUD EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
Debemos primero recordar que la enfermedad fisica fue un resultado de la caída de Adán, y los males y la enfermedad son simplemente parte de las consecuencias de la maldición tras la caída, y conducirá eventualmente a la muerte fisica. Sin embargo, Cristo nos redimió de esa maldición cuando murió en la cruz: «Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores ... y gracias a sus heridas fuimos sanados (Is 53: 4-5).
Este pasaje alude tanto a la sanidad fisica como espiritual que Cristo compró para nosotros, pues Pedro lo cita al referirse a nuestra salvación: «El mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados (1 P 2:24).
Pero Mateo cita el mismo pasaje de Isaías en referencia a las curaciones físicas que Jesús realizó: «y con una sola palabra expulsó a los espíritus, y sanó a todos los enfermos. Esto sucedió para que se cumpliera 10 dicho por el profeta Isaías: 'Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores'» (Mt 8: 16-17).
Probablemente todos los cristianos estarían de acuerdo con que en la expiación Cristo ha comprado para nosotros no solo completa libertad del pecado sino completa libertad de nuestras debilidades y dolores en su obra de redención (vea el capítulo 42 sobre la glorificación). Y todos los cristianos tampoco dejarían de estar de acuerdo en que nuestra plena y completa posesión de todos los beneficios que Cristo ganó para nosotros no vendrán hasta su regreso: solo «cuando el venga» (1ª Co 15: 23) es que recibiremos nuestros cuerpos resucitados perfectos.
Así es con la sanidad fisica y la redención de las enfermedades físicas que resultaron de la maldición de Génesis 3: nuestra completa posesión de la redención de las enfermedades físicas no será nuestra hasta que Cristo regrese y recibamos cuerpos resucitados.
Para la cuestión que enfrentamos con respecto al don de sanidad es si Dios nos concederá de vez en cuando un adelanto o un anticipo de la sanidad fisica que en el futuro nos otorgará a plenitud.26 Los milagros de sanidad de Jesús ciertamente demuestran que en ocasiones Dios está dispuesto a conceder un anticipo parcial de la salud perfecta que será nuestra por la eternidad.
Y el ministerio de sanidad que se observa en la vida de los apóstoles y otros en la iglesia primitiva también indica que esto fue parte del ministerio de la era del nuevo pacto. Como tal, se ajusta al mayor patrón de bendiciones del nuevo pacto, muchas de las cuales ofrecen anticipos parciales de las bendiciones que nos pertenecerán cuando Cristo regrese. «Ya» poseemos algunas de las bendiciones del reino, pero esas bendiciones «todavía» no son nuestras del todo.
NOTA: Cuando las personas dicen que en (la expiación, hay sanidad perfecta, la afirmación es verdadera en sentido amplio, pero en realidad no nos dice nada sobre cuando recibiremos "completa sanidad" (o cualquier parte de ella).
Para dos tratamientos muy útiles de este asunto, y del don de sanar enfermos en general, vea John Wimber, con Kevin Springer, Power Healing, y Ken Blue, Authority to Heal (lnter Varsity Press, Downers Grave, m., 1987). Vea también la excelente discusión de Jack Deere, Surprised by the Power ofthe Holy Spirit (Zondervan, Grand Rapids, 1993). Varias defensas académicas de un ministerio de sanidad hoy se encuentran en Gaty Greig y Kevin Springer, eds., The Kingdom and the Power (Gospel Light, Ventura, Calif., 1993).
2. EL PROPÓSITO DE LA SANIDAD.
Como con otros dones espirituales, la sanidad tiene varios propósitos. Ciertamente funciona como «señal» para confirmar el mensaje del evangelio, y mostrar que ha llegado el reino de Dios. Entonces también la sanidad trae consuelo y salud a aquellos que están enfermos, y con ello demuestra la misericordia como atributo de Dios hacia aquellos que están en aflicción. Tercero, la sanidad prepara a las personas para el servicio, al tiempo que remueve los impedimentos para el ministerio. Cuarto, la sanidad provee la oportunidad para que Dios sea glorificado cuando las personas ven pruebas físicas de su benevolencia, amor, poder, sabiduría y presencia.
3. ¿QUÉ ACERCA DEL USO DE LA MEDICINA?
¿Cuál es la relación entre orar por sanidad y el uso de la medicina y las habilidades de un médico? Ciertamente debemos utilizar la medicina si está disponible porque Dios también creó sustancias en la tierra que se pueden convertir en medicina con propiedades curativas.
De esa manera, las medicinas deben ser consideradas parte del conjunto de la creación, el cual estimó Dios que era «muy bueno» (Gn 1:31). Debemos usar de buen grado la medicina con gratitud hacia el Señor, pues: «Del Señor es la tierra y todo cuanto en ella hay» (Sal 24: 1).
De hecho, cuando hay medicina disponible y rehusamos utilizarla (en casos que nos pondrían a nosotros o a otros en peligro), entonces parece como si estuviéramos poniendo a prueba al Señor nuestro Dios (Lc 4: 12): esto es similar al caso de Satanás tentando a Jesús a que se tirara del templo en lugar de bajar por las escaleras.
Cuando hay medios ordinarios para bajar del templo (las escaleras), es «poner a prueba» a Dios tirarse y así demandar que realice un milagro en ese preciso momento. Rehusar el uso de una medicina efectiva, insistiendo en que Dios lleve a cabo un milagro de sanidad en lugar de una cura a través de la medicina, es muy similar a esto.
Por supuesto, es equivocado confiarse en doctores o en medicina en lugar de confiar en el Señor, un error que trágicamente cometió el rey Asa:
En El Año Treinta Y Nueve De Su Reinado, Asa Enfermó Gravemente De Los Pies, Y En Su Enfermedad No Buscó A Jehová, Sino Alas Médicos. Y Durmió Asa Con Sus Padres, Y Murió En El Año Cuarenta Y Uno De Su Reinado (2ª Cr 16: 12-13).
Pero si se utiliza la medicina en conexión con la oración, entonces debemos esperar que Dios bendiga y a menudo multiplique la efectividad de la medicina.
Aun cuando Isaías había recibido una promesa de sanidad del Señor para Ezequías, le dijo a los criados de este que trajeran una gran pasta de higos y la aplicaran (como un remedio) a una llaga de la que Ezequías padecía: «E Isaías dijo 'Preparen una pasta de higos'. Así 10 hicieron; luego se la aplicaron al rey en la llaga, y se recuperó» (2ª R 20: 7).
No obstante, a veces no hay una medicina apropiada disponible, o la medicina no trabaja. Ciertamente debemos recordar que Dios puede curar cuando los doctores y las medicinas no pueden (y debe asombramos con qué frecuencia los doctores no pueden curar, aun en los países más avanzados en el terreno de la medicina).
Por otra parte, puede que haya momentos cuando una enfermedad no nos coloca a nosotros o a otros en un peligro inmediato, y decidimos pedir a Dios que cure nuestra enfermedad sin el uso de la medicina, simplemente porque anhelamos otra oportunidad de ejercitar nuestra fe y darle a él gloria, y quizá porque deseamos obviar el gasto de tiempo y dinero utilizando medios médicos, o queremos evitar los efectos secundarios que tienen algunas medicinas.
En todos estos casos, es simplemente una cuestión de gusto personal y no parece ser un «poner a prueba» a Dios. (Sin embargo, la decisión de no utilizar medicinas en estos casos debe ser una decisión personal y no una impuesta por otros).
Vemos a Jesús sanando abiertamente donde los medios médicos han fallado, cuando «una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera curarla. Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia» (Lc 8:43-44). Sin duda había mucha gente privada de la ayuda de médicos que venían dondequiera que Jesús enseñaba y sanaba, pero leemos que «todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba» (Lc 4: 40). No había enfermedad que Jesús no fuera capaz de sanar.
NOTA: Note la recomendación de Pablo para el uso del vino con propósitos medicinales en 1ª Ti 5: 23: «No sigas bebiendo sólo agua; toma también un poco de vino a causa de tu mal de estómago y tus frecuentes enfermedades»,
4. ,MUESTRA EL NUEVO TESTAMENTO MÉTODOS COMUNES UTILIZADOS EN LAS CURACIONES?
Los métodos utilizados por Jesús y los discípulos para traer sanidad varían de caso en caso, pero la mayoría de las veces incluían la imposición de manos. En el versículo acabado de citar, sin duda Jesús pudo haber pronunciado una poderoso mandato y curado a todos en una gran multitud al instante, pero en su lugar, «él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó» (Lc 4: 40).
La imposición de manos parece haber sido el método principal utilizado por Jesús para sanar, porque cuando se acercaban las personas y le solicitaban sanidad no pedían simplemente oraciones sino decían, por ejemplo: «Ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá». (Mt 9:18).
Otro símbolo fisico del poder del Espíritu Santo que viene a sanar era el ungimiento con aceite. Los discípulos de Jesús «sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite» Y Santiago instruye a los ancianos de la iglesia para que ungieran al enfermo con aceite cuando oraran: «¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará» (Stg 5: 14-15).
El Nuevo Testamento a menudo enfatiza el papel de la fe en el proceso de sanidad- algunas veces la fe de una persona enferma (Lc 8: 48; 17:19), pero en otros momentos es la fe de otros la que trae sanidad al enfermo. En Santiago 5: 15 son los ancianos los que oran, y Santiago dice que es «la oración de fe» la que salva al enfermo ella debe ser la fe de los ancianos que oran," no la fe del que está enfermo.
Cuando los cuatro hombres hicieron descender un paralítico a través de una abertura en el techo donde Jesús predicaba, leemos: «Al ver Jesús la fe de ellos»(Mr 2: 5). En otros momentos Jesús menciona la fe de la mujer cananea respecto a la curación de su hija Mt 15: 28), o del centurión por la curación de su criado Mt 8: 10, 13).32
NOTA: Vea la discusión sobre la imposición de manos en e! capítulo 48. pp. XXX-XX.
Vea también Lc 5:13; 13:13: Hch 28:8; también Marcos 6:2, y varios otros versículos en los evangelios que mencionan la imposición de manos. Sin embargo, Jesús no sanó siempre de esta manera.
El ungimiento con aceite en Santiago 5: 14 debe ser entendido como un símbolo del poder de! Espíritu Santo, no simplemente como algo medicinal, pues no sería apropiado utilizar e! aceite como una medicina para todas las enfermedades. Por otra parte, si su uso fuera solo medicinal, es dificil vislumbrar por qué los ancianos debían aplicarlo.
El aceite frecuentemente es un símbolo del Espíritu Santo en e! Antiguo Testamento (vea Éx 29:7; 1 S 16: 13; Sal 45: 7), y aquí parece ser también e! caso (Vea la extensa discusión de Douglas J. Moa, The Setterof James, pp. 177-81.)
5. ¿CÓMO ENTONCES DEBEMOS ORAR POR SANIDAD?
¿Cómo entonces debemos orar en relación con las enfermedades físicas? Ciertamente es correcto pedir sanidad a
Dios, pues Jesús nos enseña que oremos: «Líbranos del maligno» (Mt 6;13), Y el Apóstol Juan escribe a Gayo: «Oro para que te vaya bien en todos tus asuntos, y goces de buena salud» (3 Jn 2), Por otro lado, Jesús sanó frecuentemente a todos los que le traían, y nunca despidió a las personas, ¡diciéndoles que sería recomendable que permanecieran enfermos durante más tiempo!
Además de esto, cuando quiera que tomemos algún tipo de medicina o busquemos cualquier ayuda médica para una enfermedad, por medio de estas acciones admitimos que pensamos que es la voluntad de Dios que busquemos estar saludables. Si pensamos que Dios quería que continuáramos enfermos, ¡nunca buscaríamos medios médicos para curamos!
Así, cuando oramos, parece correcto que nuestra primera presunción, a menos que tengamos razones para pensar de otra manera, debe ser que a Dios le agradaría sanar a la persona por la que oramos-en la medida que podemos enunciar de la Escritura, esto es la voluntad revelada de Dios.
Ken Blue tiene aquí una observación útil. Argumenta que si queremos comprender la actitud de Dios hacia la sanidad fisica debemos observar la vida y el ministerio de Jesús, Blue dice: «Si Jesús nos revela verdaderamente el carácter de Dios, entonces debemos dejar de especular y discutir sobre la voluntad de Dios en relación con la enfermedad y la sanidad. Jesús sanaba a las personas porque las amaba.
Muy simple, tenía compasión por ellas; estaba de su parte; quería resolver sus problemas». Este es un argumento poderoso, especialmente cuando se conjuga con la toma de conciencia de que Jesús vino a inaugurar la presencia del reino de Dios entre nosotros y así mostramos a qué se parecería el reino de Dios.
¿Cómo debemos entonces orar? Ciertamente está bien pedirle a Dios sanidad, y debemos ir ante él con el simple pedido que dé sanidad física en momentos de necesidad. Santiago nos advierte que una simple incredulidad puede conducir a abandonar la oración ya dejar de recibir respuestas de Dios: «No tienen porque no piden» (Stg 4: 2).
Pero cuando oramos por sanidad debemos recordar que debemos orar para que Dios sea glorificado en la situación, decida él sanar o no. Y también debemos orar impulsados por la misma compasión del corazón que Jesús sintió por aquellos a quienes sanó. Cuando oramos de esta manera, la voluntad de Dios concede a veces-y quizá a menudo-respuestas a nuestras oraciones.
Alguien puede objetar en este punto que, desde una perspectiva pastoral, se hace mucho daño cuando se anima a las personas a creer que ocurrirá un milagro de sanidad y entonces no sucede nada-desilusión con la iglesia y cólera hacia Dios puede ser el resultado. Aquellos que oran a favor de la sanidad de las personas hoy necesitan escuchar esta objeción y utilizar sabiduría en lo que le dicen a las personas enfermas.
(1) Desistir de orar implorando sanidad no es la solución correcta, pues ello supone desobediencia según Santiago 5.
(2) Decirle a la gente que Dios raramente sana hoy en día y que no deben esperar que algo suceda tampoco es una solución correcta, porque ello no provee una atmósfera que conduzca a la fe y es consistente con la norma que vemos en el ministerio de Jesús y en la iglesia primitiva del Nuevo Testamento.
(3) Decirle a la gente que Dios siempre sana hoy en día si tenemos suficiente fe es una enseñanza cruel que no encuentra sustento en la Escritura (vea la sección 6 debajo). La solución pastoralmente sabia, parece que descansa entre las anteriores (2) y
(4). Podemos decirle a las personas que Dios sana frecuentemente hoy (si creemos que ello es cierto), y que es muy posible que sean sanadas," pero que vivimos en una era en que el reino de Dios ya está aquí pero aún no está aquí completamente.
Por lo tanto, los cristianos en esta vida experimentarán sanidad (y muchas otras respuestas a la oración), pero que también seguirán sufriendo enfermedades y eventualmente la muerte. En cada caso individual es la soberana voluntad de Dios la que decide el desenlace, y nuestro papel es simplemente pedirle y esperar que él conteste (ya sea «sí» o «no» o «sigue orando y espera»).
Aquellos con los «dones de sanidad» (una traducción literal del plural en 1ª Co 12: 9, 28) serán aquellas personas que descubren que les contestan sus oraciones por sanidad con más frecuencia y más completamente que a otros.
Cuando eso se hace evidente, una iglesia actuaría con sabiduría al alentarlos en este ministerio y darles más oportunidades de orar por otros que están enfermos. También deberíamos damos cuenta que los dones de sanidad pueden incluir un ministerio no solo en términos de sanidad física, sino también en términos de sanidad emocional.
Y en ocasiones puede incluir la habilidad de liberar a las personas de ataques demoníacos, porque a esto también se le llama a veces «sanidad» en las Escrituras (vea Lc 6: 18; Hch 10: 38). Quizás los dones de ser capaces de orar efectivamente en diferentes tipos de situaciones y por distintos tipos de necesidades eran aquellos a los que Pablo se refería cuando utilizó la expresión plural. (dones de sanidad).
35Aveces Dios puede conceder una certeza de fe subjetiva, algo como lo que Santiago llama la oración de fe» (Stg 5:15), y Hebreos 11: 1 llama ,da garantía de lo que se espera», y Marcos 11:24 llama creer que .ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración». En esos casos la persona que ora puede decir confiada que es probable o aun posible que alguien será sanado.
Pero no creo que Dios le dé garantías a nadie para que prometa o «garantice» sanidad en esta era, pues su Palabra escrita no da tales garantías, y nuestro sentido subjetivo de su voluntad está siempre sujeto a cierto grado de incertidumbre y alguna medida de error en esta vida.
NOTA: Podemos preguntarnos por qué son los ancianos los llamados a venir y orar para sanar enfermos en Santiago 5:14-15. Aunque Santiago no lo explica, debe ser porque tenían responsabilidades de cuidado pastoral, la madurez y sabiduría para el manejo del posible pecado implicado (vea vv. 15-16), y cierta medida de autoridad espiritual que formaba parte de su oficio. De desearlo, ellos ciertamente serían capaces de traer a otros con dones de sanidad.
Además, Santiago amplía sus recomendaciones para incluir a todos los cristianos en el v. 16: "Confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados».
Por contraste, podemos notar que los discípulos no podían expulsar demonios; Jesús dice que ello se debía a que tenían muy «poca fe» (Mt 17: 20).
Vea la discusión del capítulo 13, sobre la voluntad secreta y revelada de Dios. Por supuesto comprendemos que la voluntad secreta de Dios, desconocida para nosotros en los detalles especificas, es que todos no seremos sanados, justo como su secreta voluntad es que no todos seremos salvados. Pero en ambas situaciones debemos orar por lo que vemos en la Escritura que es la voluntad revelada de Dios: salvar los pecadores y sanar aquellos que están enfermos.
Authority to Heal, pp. 72, 78.
6. PERO QUÉ SI DIOS NO SANA?
Aún así, debemos damos cuenta que no todas las oraciones por sanidad serán contestadas en esta era. A veces Dios no concederá la «fe» especial (Stg 5: 15) de que tendrá lugar una sanidad, y a veces Dios decidirá no curar, debido a sus propios propósitos soberanos.
En estos casos debemos recordar que Romanos 8: 28 todavía es válido: aunque experimentamos «sufrimientos en el tiempo presente» y aunque «gemimos interiormente mientras aguardamos la redención de nuestro cuerpo» (Ro 8: 18, 23), no obstante, «sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Ro 8: 28). Esto incluye el obrar en nuestras circunstancias de sufrimiento y enfermedad también.
Cualquier cosa que fuera la «espina en el cuerpo» de Pablo (y siglos de trabajo de intérpretes que creen en la Biblia no han ofrecido una respuesta definitiva), este se dio cuenta que Dios permitió que lo acompañara «para evitar que me volviera presumido» (2ª Co 12:7), esto es, para mantener a Pablo humilde ante el Señor.'"
Así que el Señor le dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» (2ª Co 12: 9). Hay indicios de que en la iglesia primitiva aun en presencia de los apóstoles no todas las personas se sanaban. Pablo reconoce que «por fuera nos vamos desgastando» (2ª Co 4:16), y a veces los males y enfermedades no se curarán. Cuando Epafrodito llegó a visitar a Pablo tenía una enfermedad que lo puso «al borde de la muerte» (Fil 2: 27).
Pablo indica en el relato de Filipenses 2 que parecía que Epafrodito iba a morir, que Dios no lo sanó inmediatamente cuando enfermó. Pero eventualmente Dios sí lo sanó (Fil 2: 27) en respuesta a la oración.
Pablo le dijo a Timoteo que bebiera un poco de vino «a causa de tu mal de estómago y tus frecuentes enfermedades: (1ª Ti 5: 23). Dijo: «A Trófimo lo dejé enfermo en Mileto» (2ª Ti 4: 20). Y tanto Pedro (1ª P 1: 6-7; 4:19) como Santiago (Stg 1:2-4) tienen palabras de aliento y consejo para aquellos que sufren pruebas de varias clases:
36Tras algún estudio de 2 Corintios 12:7, mi propia conclusión en este punto es que no existe suficiente información en el texto para decidir 10 que era la espina en la carne de Pablo. Se pueden dar razones en apoyo de las tres principales posibilidades:
(1) Algún tipo de enfermedad fisica;
(2) Un demonio que lo atormentaba; o
(3) Las persecuciones judías.
Sin embargo, el hecho de que somos incapaces de llegar a alguna conclusión definitiva tiene algunos beneficios: Significa que podemos aplicar este texto a los tres tipos de situaciones en nuestras propias vidas, cuando el Señor en su sabiduría soberana decide no libramos de ellas.
Hermanos Míos, Considérense Muy Dichosos Cuando Tengan Que Enfrentarse Con Diversas Pruebas, Pues Ya Saben Que La Prueba De Su Fe Produce Constancia. Y La Constancia Debe Llevar A Feliz Término La Obra, Para Que Sean Perfectos E Íntegros, Sin Que Les Falte Nada. (Stg 1: 2-4)
Cuando Dios decide no sanar, aun cuando se lo pidamos, entonces está bien que demos «gracias en toda situación» (1ª Ts 5: 18) y que tomemos conciencia que Dios puede usar la enfermedad para acercamos a él y aumentar en nosotros la obediencia a su voluntad. De manera que el salmista puede decir: (Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos) (Sal 119: 71), y: «Antes de sufrir estuve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra» (Sal 119: 67).
Dios puede traemos una creciente santificación a través de la enfermedad y el sufrimiento exactamente como puede traer santificación y crecimiento en la fe a través de las curaciones milagrosas.
Pero el énfasis del Nuevo Testamento, tanto en el ministerio de Jesús como en el ministerio de los discípulos en Hechos, parece ser uno que nos aliente en la mayoría de los casos a pedirle sanidad a Dios ávida y seriamente, y entonces continuar confiando en él para sacar beneficio de la situación, ya sea que conceda sanidad fisica o no. El punto es que en todo caso Dios debe recibir gloria y nuestro gozo y confianza en él deben crecer.
NOTA: Algunos han intentado establecer una diferencia entre la enfermedad y otros tipos de sufrimiento, y decir que los pasajes de la Escritura que indican a los cristianos que deben esperar sufrimiento tienen que ver con otros tipos de sufrimiento, tales como la persecución, pero que no incluyen la enfermedad física.
Este argumento no me parece convincente por dos razones: primero, la Escritura habla sobre «diversas pruebas» (1ª P 1: 6; Stg 1: 2), y la intención de los autores en ambos casos parece ser hablar de todos los tipos de pruebas que experimentamos en esta vida, incluyendo las enfermedades físicas y la aflicción.
¿No querían Santiago y Pedro que los cristianos que estaban enfermos aplicaran estos pasajes a sus propias situaciones? Esto es altamente improbable. (Estas dos son epístolas generales escritas para miles de cristianos.)

E. LENGUAS E INTERPRETACIÓN

Para comenzar debe decirse que la palabra griega glossa, traducida «lengua», se usa no solo para indicar la lengua fisica en la boca de una persona, sino también para indicar «lenguaje». En los pasajes del Nuevo Testamento donde se discute el hablar en lenguas, se alude ciertamente al «lenguaje».
Por lo tanto, es algo infortunado que los traductores de la Biblia hayan continuado utilizando la frase «hablar en lenguas», que es una expresión que se usa en el idioma ordinario y que da la impresión de que se trata de una experiencia extraña, algo completamente ajeno a la vida humana común.
Pero si los traductores utilizaran la expresión «hablar en lenguajes», ello no parecería tan extraño, y le daría al lector un sentido mucho más cercano a lo que los lectores griegos del primer siglo hubieran oído al leer la frase en Hechos o 1ª Corintios." Sin embargo, como el actual uso de la frase «hablar en lenguas' está tan ampliamente establecido, continuaremos utilizándola en esta discusión.
1. LAS LENGUAS EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
El fenómeno de hablar en lenguas es único en la era del nuevo pacto. Antes que Adán y Eva cayeran en pecado, no Segundo, a menos que el Señor regrese, todos experimentaremos el progresivo envejecimiento y deterioro de nuestros cuerpos físicos, y eventualmente moriremos. Pablo dice: «por fuera nos vamos desgastando» (2ª Co 4:16). Casi inevitablemente este proceso de envejecimiento incluye varias enfermedades físicas.
Parece mejor concluir que los sufrimientos que Dios espera que experimentemos de tiempo en tiempo en esta vida pueden a veces incluir enfermedades físicas, que Dios en su soberana sabiduría decide no sanar. De hecho puede haber muchos casos en los que, por varios motivos, no nos sentimos libres de pedirle sanidad a Dios en fe.
Pero aun en estos casos el corazón de fe tomará la Palabra de Dios como verdadera y creerá que esto también ha llegado a nuestras vidas (para bien) (Ro 8:28), y que Dios nos hará un bien con esto.
NOTA: la NVl traduce «diferentes lenguas» o «en lenguas» (Hch 2:4; 10:46) y a través de 1ª Co I2-14. Esta es una traducción preferible, por razones mencionadas arriba.
Había necesidad de hablar en otros lenguajes, porque ellos hablaban la misma lengua y estaban unidos en el servicio de Dios y el compañerismo con él. Tras la caída las personas hablaban el mismo idioma pero eventualmente se unieron en la oposición a Dios, y «la maldad del ser humano en la tierra era muy grande» y «todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal» (Gn 6: 5).
Este lenguaje unificado utilizado en la rebelión contra Dios culminó en la construcción de la torre de Babel en un tiempo cuando «se hablaba un solo idioma en toda la tierra» (Gn 11: 1). A fin de detener esta rebelión unificada contra él, en Babel Dios «confundió el idioma de toda la gente de la tierra» y «los dispersó por todo el mundo» (Gn 11: 9).
Cuando Dios llamó a Abraham (Gn 12:1), le prometió hacer de él una «gran nación» (Gn 12: 2), y la nación de Israel que surgió de ese llamado tenía un idioma que Dios quería que utilizaran en su servicio. Pero el resto de las naciones del mundo no hablaban este idioma, y se mantuvieron fuera del alcance del plan redentor de Dios. Así que la situación mejoró algo, pues un idioma entre todos los idiomas del mundo se usaba para el servicio de Dios, en tanto que en Génesis 11 no se alababa a Dios en ningún idioma.
Ahora, si pasamos a la era de la iglesia del Nuevo Testamento y miramos al futuro eterno, vemos que una vez más será restaurada la unidad del idioma, pero esta vez todo el mundo hablará de nuevo el mismo idioma en el servicio de Dios, y en la alabanza a él (Ap 7: 9-12; Sof 3:9; 1ª Co 13:8; quizá Is 19:18).
En la iglesia del Nuevo Testamento hay un cierto anticipo de la unidad del idioma que existirá en el cielo, pero solo se concede en algunas ocasiones, y solo de manera parcial. En el Pentecostés, que sería el momento cuando el evangelio comenzó a incursionar en otras naciones, fue apropiado que los discípulos reunidos en Jerusalén «comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hch 2: 4).
El resultado fue que los visitantes judíos de varias naciones que estaban en Jerusalén oyeron todos en sus propias lenguas una proclamación de «las maravillas de Dios»(Hch 2: 11). Este fue un símbolo notable del hecho que el mensaje del evangelio iba a ir adelante hacia todas las naciones del mundo.
Una acción simbólica como esa hubiera sido inapropiada en el Antiguo Testamento, porque allí el mensaje evangelístico invitaba a las personas de otras naciones a venir y unirse al pueblo hebreo y volverse judíos, y de ese modo adorar a Dios. Pero aquí el mensaje consiste en ir a cada nación en su propio idioma, invitando a las personas de cada lugar a volverse a Cristo y ser salvos:
Por otra parte, dentro del contexto del culto de adoración de la iglesia, hablar en lenguas más interpretación ofrece una indicación adicional de la promesa que un día las diferencias de lenguajes que se originaron en Babel serán superadas. Si este don está obrando en la iglesia, no importa qué idioma o palabra de oración o alabanza ofrezca, una vez que haya una interpretación, todos pueden entenderlo.
Esto es, por supuesto, un proceso en dos pasos que es «imperfecto», como son todos los dones en esta era (1ª Co 13: 9), pero aun constituye una situación mejor desde Babel al Pentecostés cuando no había una provisión que facultara a las personas a comprender el mensaje en un idioma que no conocían.
Por último, orar en lenguas en un escenario reservado es otra forma de orar a Dios. Pablo dice; Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada» (1ª Co 14:14). En el amplio contexto de la historia de la redención, esto también debe verse como otra solución parcial a los resultados de la caída, por la cual fuimos apartados del compañerismo de Dios.
Por supuesto, esto no significa que los espíritus de las personas solo pueden tener compañerismo con Dios cuando hablan en lenguas -Pablo afirma que él ora y canta tanto en lenguas como en su propio idioma (1ª Co 14: 15). Sin embargo, Pabló sí ve el hablar en lenguas como otra vía de compañerismo directo con Dios en la oración y la adoración. Una vez más, este aspecto del don de lenguas no funcionaba, hasta donde sepamos, antes de la era del nuevo pacto.
NOTA: Este versículo muestra que el milagro se refería a hablar, no a escuchar. Los discípulos «comenzaron a hablar en diferentes lenguas (o idiomas) .
El hablar en lenguas en el Pentecostés fue poco común porque estuvo acompañado de en lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos» (Hch 2:3). Como el fuego en la Escritura a menudo es símbolo de juicio purificador, la presencia de fuego aquí puede ser un símbolo del hecho que Dios purificaba el idioma que se usaba en su servicio.
Es verdad que los primeros que escucharon este mensaje aun eran los judíos de Jerusalén (Hch 2:5), no los gentiles, pero el simbolismo del evangelio proclamado en muchos idiomas sí da un indicio del esfuerzo evangelistico mundial que pronto se produciría.
2. ¿QUÉ ES HABLAR EN LENGUAS? DEBEMOS DEFINIR ESTE DON COMO SIGUE:
Hablar en lenguas es orar o adorar en sílabas no comprensibles por el que habla.
A. PALABRAS DE ORACIÓN O ALABANZA DIRIGIDAS A DIOS:
Esta definición indica que hablar en lenguas es fundamentalmente una conversación dirigida a Dios (esto es, una oración o una alabanza). Por lo tanto es distinto al don de profecía, que consiste frecuentemente en mensajes de Dios dirigidos a las personas de la iglesia. Pablo dice: «Porque el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios» (1ª Co 14: 2), y si no hay un intérprete presente en el culto de la iglesia, dice Pablo que alguien que tiene un don de hablar en lenguas debe guardar «silencio en la iglesia y cada uno hable para sí mismo y para Dios» (1ª Co 14:28).
¿Qué tipo de conversación es esta que se dirige a Dios? Pablo dice: «Si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada» (1ª Co 14: 14; vv. 14-17 y v. 28), donde Pablo cataloga el hablar en lenguas como oración y acción de gracias. Por lo tanto, hablar en lenguas es aparentemente una oración o alabanza dirigida a Dios, y esta viene del «espíritu» de la persona que habla.
Esto no es incongruente con la narración de Hechos 2, pues la multitud dijo: «¡Todos por igual los oímos por igual proclamar en nuestra propia lengua las maravillas del reino de Dios!» (Hch 2: 11), una descripción que ciertamente puede indicar que todos los discípulos glorificaban a Dios y proclamaban sus maravillosas obras al adorar, y la multitud comenzó a escuchar esto como si ello tuviera lugar en varios idiomas.
De hecho, no hay indicios de que los propios discípulos hablaran a la multitud hasta Hechos 2: 14, cuando Pedro se pone en pie y entonces se dirige directamente a la multitud, probablemente en griego:2
NOTA: En Hechos 10: 46 las personas en casa de Camelia comenzaron «a hablar en lenguas y alabar a Dios. Otra vez, eso significa tanto que el discurso consistía en alabanzas a Dios o que estaba íntimamente relacionado con esto-gramaticalmente no se puede decir sobre la base del texto en sí.
B. NO COMPRENDIDAS POR EL QUE HABLA:
Pablo dice que «el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios. En realidad, nadie le entiende lo que dice, pues habla misterios por el Espíritu» (1ª Co 14:2). De igual manera, dice que si se habla en lenguas sin interpretación no se comunica ningún significado: «seré como un extranjero para el que me habla, y él lo será para mí» (1ª Co 14: 11). Por otro lado, todo el párrafo de 1ª Corintios 14: 13-19 da por hecho que hablar en lenguas en la congregación, cuando ello no va acompañado de interpretación, no es comprensible para aquellos que escuchan:
Por esta razón, el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo que diga. Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada. ¿Qué debo hacer entonces» Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento.
De otra manera, si alabas a Dios con el espíritu, ¿cómo puede quien no es instruido decir «amén a tu acción de gracias, puesto que no entiende lo que dices?
En ese caso tu acción de gracias es admirable, pero no edifica al otro. Doy gracias a
Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes. Sin embargo, en la iglesia prefiero emplear cinco palabras comprensibles y que sirvan para instruir a los demás, que diez mil palabras en lenguas.
Ahora en Pentecostés hablar en lenguas era en idiomas conocidos que los que escuchaban entendían: «cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma» (Hch. 2: 6). Pero de nuevo los oradores no entendieron lo que hablaban, mas lo que causó asombro fue que los galileos hablaban todos estos diferentes idiomas. Por lo tanto, parece que a veces hablar en lenguas puede implicar hablar en idiomas humanos actuales, en ocasiones aun en idiomas que los que escuchan entienden.
Pero otras veces -y Pablo asume que por lo regular esto será el caso-lo que se habla será en un idioma que «nadie» entiende (1ª Co 14; 2).
Algunos han objetado que hablar en lenguas debe siempre consistir en hablar en idiomas humanos conocidos, pues ello fue lo que sucedió en Pentecostés. Pero el hecho de que hablar en lenguas en idiomas humanos conocidos ocurrió una vez en la Escritura no requiere que esto ocurra siempre en idiomas conocidos, especialmente cuando otra descripción de hablar en lenguas (1ª Co 14) indica exactamente lo opuesto.
Pablo no dice que los visitantes extranjeros en Corinto entenderían al que habla, sino dice que si alguien habla en lenguas «nadie» entendería, y el no instruido no sabrá lo que la persona dice (1ª Co 14;2, 16): De hecho, Pablo dice explícitamente de que en la conducción ordinaria de la vida de la iglesia ocurrirá algo muy distinto al fenómeno de Pentecostés.
«si todos hablan en lenguas y entran algunos que no entienden o no creen, lejos de entender el mensaje, estos dirán que «Ustedes están locos» (1ª Ca 14: 23).
Por otra parte, debemos damos cuenta que 1 Corintios 14 es una instrucción general de Pablo basada en una amplia experiencia del hablar en lenguas en muchas iglesias diferentes, en tanto que Hechos 2 simplemente describe un acontecimiento único en un momento decisivo en la historia de la redención (Hch 2 es una narración histórica mientras 1ª Co 14 es una instrucción doctrinal).
Por consiguiente parecería apropiado tomar 1ª Corintios 14 como el pasaje que describe más de cerca la experiencia ordinaria de las iglesias del Nuevo Testamento, y tomar las instrucciones de Pablo ahí como la norma por medio de la cual Dios intenta que las iglesias regulen el uso de este don.
¿Son entonces las lenguas idiomas humanos conocidos? A veces este don puede dar lugar a hablar en un idioma humano que el que habla no ha aprendido, pero comúnmente parece que implicará el habla en un idioma que nadie entiende, ya sea este un idioma humano o no.
NOTA: No quiero excluir la posibilidad que el hablar en lenguas pudo a veces incluir un discurso dirigido a la gente, no a Dios, pues es muy posible que la declaración de Pablo en 1ª Corintios 14: 2 sea una generalización no dirigida a aplicarse en todos los casos, y, en ningún caso, la cuestión principal del versículo es que solo Dios puede comprender las lenguas no interpretadas, ni que solo a Dios puede dirigirse un discurso en lenguas.
De hecho, puede que lo que tenga lugar en Hechos 2 sea un discurso dirigido a los hombres. Pese a todo, la evidencia que si tenemos en 1ª Co 14 indica un discurso dirigido a Dios, y parece seguro decir que ello es general lo que será el hablar en lenguas.
Robertson y Plummer notan que 1ª Co 14:18: «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes», es «una sólida prueba de que las Lenguas no son idiomas foráneos» (A. Robertson y A. Plumier, A Crítical and Exegetical Commentary on the First Epistle ofSt. Paul to the Corinthians, ICC [Edinburgh: T. & T. CIark, 1914], p. 314). Si hubiera idiomas foráneos que los extranjeros pudieran comprender, como en el Pentecostés, ¿por qué Pablo hablaría más que todos los corintios en privado, donde nadie entendería, en lugar de en la iglesia donde los visitantes extranjeros podrían entender?
C. ORAR CON EL ESPÍRITU, NO CON LA MENTE:
Pablo dice; «Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada. ¿Qué debo hacer entonces? Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento, cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento» (1ª Co 14: 14-15).
Pablo no está diciendo aquí que el Espíritu Santo ora a través nuestro. El contraste entre «mi espíritu» y «mi entendimiento» en el versículo 14 indica que es de su propio espíritu del que habla, del lado no material del ser. Al utilizar este don, su espíritu habla directamente a Dios, aunque su mente no tenga que formular palabras u oraciones y decidir sobre qué orar.
Pablo ve este tipo de oración como una actividad que tiene lugar en el ámbito espiritual, por medio de la cual nuestros espíritus hablan directamente a Dios pero nuestras mentes de alguna manera se dejan de lado, y no comprende lo que oramos.
Podríamos preguntarnos porqué Dios le daría a la iglesia un don que obra en el ámbito espiritual e invisible y que nuestras mentes no comprenden. Un motivo puede ser para mantenernos humildes, y ayudar a prevenir el orgullo intelectual.
Otro motivo puede ser recordarnos que Dios está por encima de nuestra comprensión y de que él obra en formas que sobrepasan nuestro entendimiento. Por último, es una característica de que mucho de lo que Dios hace en la era del nuevo pacto se hace en el ámbito espiritual e invisible: la regeneración, la oración genuina, adorar «en espíritu y en verdad», las bendiciones espirituales que vienen a través de la Cena del Señor, la guerra espiritual, poner nuestros tesoros en el cielo, poner nuestras mentes en las cosas de arriba, donde está Cristo son-todos estos elementos de la vida cristiana y muchos más implican actividades que ocurren en el ámbito espiritual e invisible, actividades que no vemos o comprendemos completamente.
A la luz de esto, hablar en lenguas es simplemente otra actividad que ocurre en el ámbito espiritual e invisible, una actividad que creemos efectiva porque la Escritura nos dice que lo es, no porque la podemos comprender con nuestras mentes (1ª Co 14:5).
NOTA: Note que en Pentecostés este hablar en lenguas tenía otra característica que no formó parte de ningún hablar en lenguas posterior: hubo lenguas de fuego que aparecieron sobre las cabezas de aquellos que hablaban (Hch 2: 3). Pero esto no es un paradigma para rodas las experiencias posteriores del hablar en lenguas, ni aun para las que se encuentran después en Hechos.
Pablo sí dice que: "Si hablo en lenguas humanas y angélicas» (1ª Co 13: 1), sugiriendo que ve la posibilidad que hablar en lenguas puede incluir más que un discurso meramente humano. Es dificil decir si piensa que esto es una posibilidad hipotética o una real, pero ciertamente no podemos excluir la idea de que idiomas angélicos estuvieran incluidos también en estas palabras.
Algunos han objetado que como glossa donde quiera en griego (fuera del Nuevo Testamento) se refiere a idiomas humanos conocidos, ello debe referirse también a idiomas conocidos en el Nuevo Testamento. Pero esta objeción no es convincente, pues no había ninguna otra palabra en griego que viniera mejor para aludir a este fenómeno, aun si supone hablar a Dios en idiomas que no eran idiomas humanos o idiomas de algún tipo no completamente desarrollados, siempre que el discurso trasmitiera algún contenido o información.
No argumento aquí que el hablar en lenguas de Hechos 2 fuera un fenómeno diferente al hablar en lenguas que Pablo discute en 1 Corintios 14. Simplemente digo que la frase "hablar en lenguas» en Hechos 2 y 1 Corintios 14 se refieren a un hablar en silabas no comprendido por quien habla pero comprendido por Dios, a quien se dirige este discurso.
En Hechos 2 esto tuvo lugar como un discurso en idiomas humanos conocidos que no habían sido aprendidos por quienes hablaban, mientras que en 1ª Corintios 14 el discurso puede haber consistido en idiomas humanos desconocidos, o en lenguas angélicas, o en un tipo de lenguaje más especializado dado por el Espíritu Santo a los distintos oradores individualmente. La expresión es lo suficientemente amplia como para incluir una amplia variedad de fenómenos.
La frase "orando en el Espíritu Santo» de Judas 20 no es la misma expresión, ya que se designa específicamente al Espíritu Santo Judas dice simplemente que los cristianos deben orar en conformidad con el carácter y la dirección del Espíritu Santo, y esto puede ciertamente incluir orar en lenguas, pero puede incluir también cualquier otro tipo de oración en un idioma comprensible. Asimismo: "Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos» (Ef6:18) es específicamente una declaración que pretende abarcar toda oración hecha en todo momento.
Se refiere a orar en conformidad con el carácter del Espíritu Santo y de forma sensible a la dirección del Espíritu Santo, pero no se debe reducir al hablar en lenguas. De nuevo, esto puede incluir hablar en lenguas, pero debe incluir también otros tipos de oraciones (Vea la discusión de actividades llevadas a cabo "en el Espíritu Santo".
D. NO EN ÉXTASIS SINO CON DOMINIO PROPIO:
La Nueva Biblia Inglesa traduce la frase «hablar en lenguas» como «hablar en éxtasis», dando con esto un respaldo adicional a la idea de que aquellos que hablan en lenguas pierden la conciencia de lo que los rodea o pierden el dominio propio o se ven forzados a hablar contra su voluntad.
Por otra parte, algunos elementos extremistas del movimiento pentecostal han permitido una conducta frenética y desordenada en los cultos de adoración, y esto ha perpetuado, en la mente de algunos, la noción de que hablar en lenguas es un tipo de hablar en éxtasis.
Pero esta no es la imagen que se ofrece en el Nuevo Testamento. Aun cuando el Espíritu Santo vino como un poder abrumador en Pentecostés, los discípulos fueron capaces de dejar de hablar en lenguas de manera que Pedro pudiera pronunciar su sermón ante la multitud reunida. Más explícitamente, Pablo dice:
Si se habla en lenguas, que hablen dos-o cuando más tres-, cada uno por tumo; y que alguien interprete. Si no hay intérprete, que guarden silencio en la iglesia y cada uno hable para sí mismo y para Dios. (1ª Co 14: 27-28).
Aquí Pablo pide que aquellos que hablan en lenguas lo hagan por turno, y limita el número a tres, indicando claramente que aquellos que hablan en lenguas estaban conscientes de lo que ocurría a su alrededor, y eran capaces de controlarse a sí mismos, de manera que hablaran solo cuando les tocara su turno, y cuando no estuviera hablando algún otro. Si no había alguien que interpretara, fácilmente podían mantener silencio y no hablar.
Todos estos factores indican un alto grado de auto control y no respaldan la idea de que Pablo consideró las lenguas como algún tipo de hablar en estado de éxtasis.
E. LENGUAS SIN INTERPRETACIÓN:
Si no estuviera presente en la asamblea alguien que se supiera posee el don de interpretación, el pasaje que acaba de citarse indica que se debe hablar en lenguas en privado. No debe darse en el culto de la iglesia ningún hablar en lenguas sin interpretación:
Pablo habla de orar en lenguas y cantar en lenguas cuando dice: «Debo orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento» (1ª Ca: 14: 15). Esto ofrece una confirmación adicional a la definición dada arriba en la que vimos las lenguas como algo dirigido fundamentalmente a Dios en la oración y la alabanza.
Esto también da legitimidad a la práctica de cantar en lenguas, ya sea en público o en privado. Pero las mismas normas se aplican al cantar como al hablar: si no hay intérprete, solo debe hacerse en privado."
En 1 Corintios 14:20-25 Pablo dice que si los creyentes hablan en lenguas en la iglesia sin interpretación, actuarían y pensarían «como niños» (1ª Co 14: 20). Primero cita una profecía de juicio tomada de Isaías 28: 11-12: «En la ley está escrito: «Por medio de gente de lengua extraña y por boca de extranjeros hablaré a este pueblo, pero ni aun así me escucharán», dice el Señor». (1ª Co 14: 21).
En el contexto de Isaías 28, Dios advierte al pueblo rebelde de Israel que las próximas palabras que escuchen de él serían palabras de extranjeros que no podrían entender-el ejército asirio vendría sobre ellos como agente del juicio de Dios.
Ahora Pablo está a punto de postular esto como un principio general-cuando Dios habla al pueblo en un lenguaje que no pueden entender, ello es una señal harto evidente del juicio de Dios.
Pablo aplica correctamente eso a la situación del hablar en lenguas sin interpretación en el culto de la iglesia. Lo llama una señal (esto es, una señal de juicio) sobre los creyentes:
De modo que el hablar en lenguas es una señal, no para los creyentes sino para los incrédulos, en cambio, la profecía no es señal para los incrédulos sino para los creyentes. Así que, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos que no entienden o no creen, ¿no dirán que ustedes están locos? (1ª Co 14: 22-23)
Aquí Pablo utiliza la palabra «señal» en el sentido de señal de la actitud de Dios (ya sea positiva o negativa). Las lenguas que no entienden los extraños son ciertamente una señal negativa-una señal de juicio. Por lo tanto, Pablo advierte a los corintios que no den esa señal a los extraños que entran. Les dice que si un extraño viene y escucha solo un hablar ininteligible, ciertamente no será salvado sino concluirá que los corintios están locos, y las lenguas no interpretadas funcionarán en este caso como una señal del juicio de Dios.
Por contraste, Pablo dice que la profecía es también una señal de la actitud de Dios, pero aquí es una señal positiva de la bendición de Dios. Por esto puede decir que la profecía es una señal «para los creyentes» (v. 22). Y es por ello que concluye su sección diciendo: «Pero si uno que no cree o uno que no entiende entra cuando todos están profetizando, se sentirá reprendido y juzgado por todos, y los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: (¡Realmente Dios está entre ustedes) (vv. 24-25).
Cuando esto sucede, los creyentes ciertamente se darán cuenta que Dios está activo entre ellos para traer bendición, y la profecía normalmente funcionará como una señal para los creyentes de la actitud positiva de Dios hacia ellos:" No obstante, can todo lo que Pablo advierte contra el uso de las lenguas sin interpretación en la iglesia, ciertamente las ve positivamente y alienta su uso en privado.
Dice: «El que habla en lenguas se edifica a sí mismo; en cambio, el que profetiza edifica a la iglesia» (1 Ca 14:4). ¿Cuál es la conclusión? Esta no es (como argumentarían algunos) que los cristianos deben decidir no utilizar el don o decidir que este no tiene valor para ellos cuando se usa en privado. En su lugar dice: «¿Qué debo hacer entonces?
Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento» (v. 15). Y dice: «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes» (v. 18), y «Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas, pero mucho más que profetizaran» (v. 5), y «ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se hable en lenguas» (v.39).
Si es correcta nuestra anterior concepción las lenguas como oración o alabanza a Dios, entonces ciertamente esperaríamos que la edificación fuera el resultado, aunque la mente de quien habla no comprenda lo que se dice, pero su espíritu humano se está comunicando directamente con Dios. Justo como la oración y la adoración en general nos edifican al ponerlas en práctica, así este tipo de oración y adoración nos edifican también, de acuerdo con Pablo.
NOTA: Es preocupante que, en algunas iglesias de hoy donde se permite hablar en lenguas, aquellos que no dan un mensaje público (quizá porque en e! servicio no es e! momento apropiado o quizá porque no saben si alguien interpretará) a pesar de eso hablarán en lenguas no de forma «silente» sino que cuatro o cinco personas cercanas pueden oír su hablar en lenguas.
Esto es simplemente desobediencia a las instrucciones de Pablo, y es no actuar en amor hacia otros en la iglesia. Pablo dice que «mantengan silencio en la iglesia" si alguno no da un mensaje público en lenguas. (Muchos que han hablado hoy en lenguas dicen que esto puede hacerse fácilmente en un susurro inaudible, de manera que ningún otro escuche, y las instrucciones de Pablo se obedecerán).
48Sin embargo, muchas iglesias practican hoy lo que a veces se llama «cantar en el espíritu», muchos de los cuales en la congregación cantan simultáneamente en lenguas, improvisando individualmente sus melodías alrededor de un acorde musical dominante. Mientras muchos asegurarían que hay un bello poder espiritual en tales circunstancias, una vez más debemos objetar que esto es directamente contrario a las instrucciones de Pablo en 1ª Co 14: 27-28, donde aquellos que hablan en lenguas deben hacerlo por tumo, y que debe haber un máximo de tres en un culto de adoración, y la interpretación debe seguir.
Aunque esta práctica puede sonar hermosa para quienes están familiarizados con ella, y aunque Dios en su gracia puede a veces utilizarla como un medio de ganar a un incrédulo, Pablo dice explícitamente que el resultado probable será que los incrédulos dirán "que ustedes están locos" (1ª Co 14: 23). Una alternativa a esta práctica, una consistente con la Escritura y que seguirá la senda de! amor hacia los extraños, sería que todos cantaran de esta manera, no en lenguas, sino en un lenguaje comprensible (ya sea inglés o cualquier idioma que comprendan por lo común en el área donde se reúne la iglesia).
F. LENGUAS CON INTERPRETACIÓN: EDIFICACIÓN PARA LA IGLESIA:
Pablo dice: «El que profetiza aventaja al que habla en lenguas, a menos que éste también interprete, para que la iglesia reciba edificación» (1ª Co 14: 5). Una vez interpretado, todos pueden entender un mensaje en lenguas. En este caso, Pablo dice que el mensaje en lenguas es tan valioso para la iglesia como la profecía.
Debemos notar que no dice que ambos cumplen las mismas funciones (pues otros pasajes indican que la profecía es una comunicación de Dios hacia los seres humanos, mientras las lenguas es por lo general una comunicación de los seres humanos hacia Dios). Pero Pablo afirma claramente que tienen igual valor en la edificación de la iglesia. Podríamos definir el don de interpretación como informar a la iglesia el significado general de algo que se habla en lenguas.
G. NO TODOS HABLAN EN LENGUAS:
Así como no todos los cristianos son apóstoles, y no todos los profetas son maestros, y no todos poseen dones de sanidad, tampoco todos hablan en lenguas. Pablo alude claramente a esto cuando hace una serie de preguntas, todas las cuales esperan un «no» como respuesta, e incluye la pregunta: «¿Hablan todos en lenguas?» (1ª Co 12: 30). La respuesta implícita es no.' o Algunos han argumentado que aquí Pablo solamente indica que no todos hablan en lenguas públicamente, pero que quizá habría admitido que todos pueden hablar en lenguas en privado. Pero esta distinción parece no convincente y ajena al contexto.
Pablo no especifica que no todos hablan en lenguas públicamente o en la iglesia, sino simplemente dice que no todos hablan en lenguas. Su pregunta siguiente es: «¿Acaso interpretan todos?» (v. 30). Sus dos preguntas anteriores fueron: «¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones para sanar enfermos?» (vv. 29-30).
¿Estaríamos dispuestos a formular los mismos argumentos sobre estos dones-que no todos interpretan lenguas públicamente, pero que todos los cristianos son capaces de hacerlo en privado? ¿ü que no todos hacen milagros públicamente, pero que todos son capaces de hacerlos en privado? Esa distinción parece injustificada según el contexto en cada caso.
En la actualidad, el deseo de decir que todo cristiano puede hablar en lenguas (aun cuando Pablo dice que no todos hablan en lenguas) está probablemente motivado en la mayoría de los casos por una previa interpretación doctrinal que ve el bautismo en el Espíritu Santo como una experiencia que sigue a la conversión, y considera el hablar en lenguas como una señal inicial de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo."
Pero hay serios cuestionamientos que se mantienen sobre esta posición doctrinal (como se explicó en el capítulo 39). Parece mejor considerar que 1ª Corintios 12: 30 quiere decir lo que dice: no todos hablan en lenguas. El don de lenguas-exactamente como cualquier otro don-no lo da el Espíritu Santo a todo cristiano que lo busca. Los reparte «a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11).
Sin embargo, no hay nada en la Escritura que diga que solo unos pocos recibirán el don de hablar en lenguas, y como se trata de un don que Pablo considera que es útil y edifica en la oración y la adoración (a nivel personal si bien no en la iglesia), no sería sorprendente si el Espíritu Santo llevó a cabo una amplia distribución de este don y muchos cristianos de hecho lo recibieron."
H. ¡QUÉ ACERCA DEL PELIGRO DE UNA FALSIFICACIÓN DEMONÍACA?
A veces los cristianos han tenido temor de hablar en lenguas, preguntándose si hablar algo que no comprenden puede llevarlos a hablar blasfemias contra Dios o a decir algo inspirado por un demonio en vez del Espíritu Santo.
Primero, debe decirse que esto no preocupa a Pablo, aun en la ciudad de Corinto donde muchos antes adoraban en un templo pagano, y donde Pablo había dicho claramente que «cuando ellos hacen sacrificios, lo hacen para los demonios, no para Dios» (1ª Co 10: 20). Pese a ello, Pablo dice: «Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas» (1ª Co 14: 5). Él no hace advertencia alguna de que deben cuidarse de una falsificación demoníaca o aun pensar que esto sería una posibilidad cuando utilizaran este don.
La razón teológica que subyace a la recomendación de Pablo en este punto es el hecho que el Espíritu Santo está obrando poderosamente en la vida de los creyentes. Pablo dice: «Por eso les advierto que nadie que esté hablando por el Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; ni nadie puede decir: (Jesús es el Señor) sino el Espíritu Santo (1ª Co 12: 3). Aquí Pablo le asegura a los corintios que si hablan por el poder del Espíritu Santo que obra dentro de ellos, no dirán: «¡Maldito sea Jesús!»
Al presentarse como lo hace el principio de la discusión de los dones espirituales, 1ª Corintios 12: 3 intentaba funcionar como una confirmación a los corintios que podrían haber sospechado de algunos cristianos que procedían de un trasfondo de adoración a los demonios en los templos de Corinto.
¿Podría esta influencia demoníaca todavía afectar su uso de un don espiritual? Pablo sienta la norma básica de que aquellos que profesan genuinamente la fe de que (Jesús es el Señor) lo hacen por el Espíritu Santo que obra en ellos, y que ninguno que habla por el poder del Espíritu Santo proferirá nunca una blasfemia o una maldición contra Jesús." Este temor, entonces, no es uno que parecía preocupar a Pablo. Él simplemente anima a los creyentes a orar en lenguas y dice que si lo hicieran estarían edificándose a sí mismos.
NOTA: Marcos 16: 17 se usa a veces para reclamar que todos los cristianos pueden hablar en lenguas: «Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas», Pero en respuesta a este versículo debe notarse:
(1) Que el versículo probablemente no formaba parte originalmente del evangelio de Marcos, ya que muchos manuscritos tempranos y muy confiables no incluyen Marcos 16: 9-20, y su estatus dudoso significa que es una base precaria sobre la cual fundar una doctrina.  
(2) Que aun cuando no sea parte de la Escritura, por supuesto da testimonio de una muy temprana tradición en la historia de la iglesia, pero aun en este caso, no afirma que todos los creyentes hablarán en lenguas: la frase que sigue inmediatamente dice: «tomarán en sus manos serpientes» (v. 18), algo que ningún intérprete responsable diría que debe ser cierto en el caso de todo cristiano; y:
(3) Que en este pasaje no establece ninguna conexión entre hablar en lenguas y el bautismo en el Espíritu Santo.
54En este punto se puede objetar que hablar en lenguas no es un discurso facultado por el Espíritu Santo, sino un discurso que viene del propio espíritu humano del que habla. Pero Pablo claramente considera todos estos dones espirituales como facultados en general por el Espíritu Santo, aun aquellos en los que se manifiesta plenamente la personalidad humana.
Esto sería así en el caso de maestros y administradores, así como de aquellos que hablan en lenguas. En cada uno de estos casos el agente activo en la realización de la actividad es el cristiano que tiene el don particular y lo utiliza, pero aún así todos esos son facultados por el Espíritu en su funcionamiento, y ello sería cierto también para el don de lenguas.
55También relevante en este punto es la seguridad que Juan da a sus lectores, en el contexto de los espíritus demoniacos esparcidos por el mundo: «El que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo» (1ª Jn 4: 4).
I ¿ESTÁ ROMANOS 8:26-27 RELACIONADO CON EL HABLAR EN LENGUAS?
Pablo escribe en Romanos 8: 26 27:
Así Mismo, En Nuestra Debilidad El Espíritu Acude A Ayudamos. No Sabemos Qué Pedir, Pero El Espíritu Mismo Intercede Por Nosotros Con Gemidos Que No Pueden Expresarse Con Palabras. Y Dios, Que Examina Los Corazones, Sabe Cuál Es La Intención Del Espíritu, Porque El Espíritu Intercede Por Los Creyentes Conforme A La Voluntad De Dios.
Pablo no menciona aquí explícitamente el hablar en lenguas, y la declaración concierne en general a la vida de todos los cristianos, así que no parece correcto decir que Pablo se refiere aquí al hablar en lenguas. Se refiere a una experiencia más general que ocurre en la vida de oración de cada cristiano.
¿Pero de qué habla exactamente? Algunos han pensado que se refiere a una actividad intercesora completamente imperceptible para nosotros, en la que el Espíritu Santo intercede por nosotros con suspiros y gemidos dirigidos al Padre. De acuerdo con este punto de vista, ese trabajo intercesor del Espíritu sigue adelante continuamente, pero no tenemos idea de que ello sucede (excepto por el hecho de que la Escritura nos lo dice). De esa manera, esto sería similar a la obra intercesora de Cristo mencionada en Romanos 8:34 y Hebreos 7: 25.
NOTA: Algunos populares libros han ofrecido anécdotas de cristianos que dicen hablaron en lenguas durante un tiempo y entonces encontraron que había un demonio dentro de ellos que facultaba este discurso, y el demonio fue expulsado. (Vea, por ejemplo, C. Fred Dickason, Demon Posession and the Christian [Westchester, III. Crossway, 1987], pp. 126-27; 188-91; 193-97.) Pero esto es justo otro ejemplo de un caso en que la experiencia debe ser estar sujeta a la Escritura y probada por la Escritura, y la enseñanza de la Escritura no debe estar sujeta a la experiencia.
Debemos tener cuidado de no dejar que tales reportes de experiencias nos hagan adoptar una posición diferente sobre este punto al de la propia Escritura. Específicamente, si 1ª Corintios 12-14 ve las lenguas como un buen don del Espíritu Santo valioso para edificación y el bien de la iglesia, y si Pablo dice: «Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas» (1ª Co 14:5) entonces las interpretaciones de experiencias contemporáneas que, en efecto, dicen: «Quiero que todos ustedes tengan temor de las lenguas», contradicen el énfasis del Nuevo Testamento. (Note la cita de Dickason de Kurt Koch: «Buscar este don para nosotros mismos puede ser una experiencia muy peligrosa» [p. 127].). Esta no es exactamente la perspectiva de Pablo en el Nuevo Testamento.
Estoy consciente que Dickason sustenta un punto de vista cesacionista con respecto a hablar en lenguas hoy (vea p. 189: «Le dije que dudaba hubiera hoy algunas genuinas lenguas de Dios en el sentido del Nuevo Testamento»). Por lo tanto, desde esta perspectiva, no sujeta la Escritura a la experiencia, pero ve estas experiencias como que confirman su comprensión de la Escritura. (He discutido la posición cesacionista en el capítulo 52, pp. 1087-1104.)
Existe la posibilidad de una falsificación demoniaca de todo don en la vida de los incrédulos (vea Mt 7: 22; también el capítulo 17, pp. 385-86, sobre los falsos milagros). Por lo tanto, el hecho de que haya algún tipo de «hablar en lenguas» en las religiones paganas no debe sorprendemos o llevamos a pensar que todo hablar en lenguas es falso. Pero en la vida de los creyentes, especialmente cuando hay un fruto positivo en sus vidas y frutos positivos de sus dones, 1ª Co 12: 3, 1ª Jn 4: 4; y Mr 7: 16-20 nos dicen que no hay dones falsos sino dones verdaderos de Dios. Debemos recordar que Satanás y los demonios no hacen el bien; ellos hacen el mal; y no traen bendiciones, traen destrucción. (Vea también la promesa de Jesús en Lc 11: 11-13.)
(Neil T. Anderson, en The Bondage Breaker [Eugene, Oreg.: Harvest House, 1990), pp. 159-60, relata la historia de un hombre que era aparentemente un cristiano y que tenía un falso don de lenguas. Pero Anderson anota que el don fue conferido al hombre «por falsos maestros» [p. 159) Y que este «don» trajo obvias consecuencias destructivas en la vida del hombre. Estos factores, y no exactamente las palabras de un demonio como la única prueba, dieron un claro indicio de la falsa naturaleza de ese supuesto «don». A diferencia de Dickason, Anderson afirma que él no se opone al hablar en lenguas; vea p. 160.)
Una explicación alternativa a estas historias ofrecidas por Dickason es decir que los demonios que dijeron ellos eran «espíritus de lenguas», y que vinieron cuando algunos carismáticos impusieron las manos sobre los cristianos en cuestión, mentían. Satanás «es un mentiroso el padre de la mentira» Gn 8: 44), y le gustaría que los cristianos sintieran temor de tantos dones del Espíritu Santo como fuera posible.
Pero esto no parece una explicación satisfactoria del pasaje, por varias razones:
(1) No parece probable que Pablo diría que la obra intercesora del Espíritu Santo, que es el Dios infinito, omnipotente y omnisciente sería realizada con «gemidos indecibles» (traducción literal de stenagmois alaletois en Romanos 8:26), especialmente cuando nos damos cuenta de que «gemidos» se refiere a intensos suspiros de fatiga propios de criaturas desalentadas y abrumadas en un mundo caído.
(2) Dentro del contexto más amplio los gemidos en cuestión parecen ser aquellos debido a la carga de vivir en la malvada era presente (vea vv. 17, 18,23).
(3) El verbo «ayudar» en Romanos 8: 26 (en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudamos») no se refiere a algo que el Espíritu Santo hace independientemente de nosotros y a nuestro favor, sino más bien algo que el Espíritu Santo hace en cooperación con nosotros.
El verbo que Pablo utiliza aquí (sunantilambanomai) también se usa en Lucas 10: 40, donde Marta quiere que Jesús le diga a María que la «ayude» ciertamente ella no quiere que prepare la comida en su lugar, sino más bien que venga y participe con ella en su confección.58 Por lo tanto Pablo no habla de algo que el Espíritu Santo hace con completa independencia de nuestra participación, sino que el Espíritu Santo hace conjuntamente con nosotros.
Estas razones se combinan para indicar que Pablo no habla sobre una obra que el Espíritu Santo realiza aparte de nosotros y sin nuestro conocimiento, sino sobre los suspiros y gemidos inarticulados que nosotros mismos proferimos en la oración, los que entonces el Espíritu Santo convierte en intercesión efectiva ante el trono de Dios. Podríamos parafrasear: «El Espíritu Santo acude en ayuda de nuestras oraciones cuando intercede (por nosotros) al tomar nuestros gemidos mudos y convertirlos en una oración efectiva»
¿Cuál es la relación de esto y el hablar en lenguas? Ahí hay cierta similitud porque una oración efectiva es la que oramos aun cuando no comprendamos completamente lo que estamos orando. Pero hay algunas diferencias en el sentido de que los suspiros y gemidos que emitimos en la oración se relacionan a menudo con situaciones o dificultades de las que estamos muy conscientes en nuestras mentes mientras oramos, así que sabemos sobre qué oramos.
Pero Pablo dice que no sabemos cómo orar por estas situaciones tal cual debemos orar. En consecuencia, el Espíritu Santo nos ayuda e intercede en estas situaciones «conforme a la voluntad de Dios» (Ro 8: 27).
No hay una mención explícita a nuestro espíritu orando (aun cuando de hecho eso puede ser cierto también), ni hay una mención a nuestra mente como no fecunda o carente de entendimiento (aunque eso puede ser en ocasiones cierto, por lo menos en parte).
Tampoco estos suspiros o gemidos se presentan como algo que podemos llamar «otras lenguas» u «otros idiomas». Así que hay varias diferencias, aun cuando Romanos 8:26-27 habla sobre una intercesión que hacemos con sonidos que no comprendemos completamente, y por lo tanto es un fenómeno que tiene algunas similitudes con el hablar en lenguas.
NOTA: La palabra «gemidos» (stenagmos se usa en el Nuevo Testamento solamente en Hechos 7:34, acerca de los gemidos de Israel bajo la opresión de Egipto. Pero el verbo asociado stenaza se utiliza varias veces, siempre en relación con criaturas finitas que gimen bajo el peso de esta creación caída. En el contexto inmediatamente anterior stenazo se refiere a nuestro gemir debido a que nuestra redención está incompleta (Ro 8: 23); una palabra compuesta relacionada se usa en el v. 22 acerca de la propia creación).
El verbo también se utiliza en relación con criaturas finitas que gimen bajo el peso de esta creación en Marcos 7: 34 (Jesús como hombre); 2ª Co 5: 2, 4 (creyentes que tienen un cuerpo terrenal corruptible); Heb 13: 17 (líderes eclesiásticos que pueden estar tentados a gemir bajo el peso del liderazgo de la iglesia); y Santiago 5:9 (una advertencia a los cristianos de no quejarse unos de otros). Aunque el verbo se utilizó una vez acerca de Jesús, quien se quejó mientras estaba bajo las limitaciones de su existencia humana, no parece un término apropiado para usarlo en relación con la actividad del Espíritu Santo, que no experimenta una debilidad semejante pues nunca asumió una naturaleza humana.
Aunque la palabra no se usa en otros lugares del Nuevo Testamento, su sentido también se transparenta por el prefijo su» (con» que Pablo añade a una palabra de uso común para «ayuda».
Un punto de vista alternativo se halla en la útil discusión de Douglas Moo, Romans* 1-8, pp. 559-63, quien (de forma indecisa) entiende que los gemidos no son nuestros sino del Espíritu Santo.

F. PALABRA DE SABIDURÍA Y PALABRA DE CONOCIMIENTO PABLO ESCRIBE:

«A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento» (1ª Co 12: 8). Al comenzar esta discusión se debe entender que estos dos dones no se mencionan en ningún otro lugar de la Escritura: o y tampoco se ha encontrado en ninguna otra literatura cristiana temprana fuera de la Biblia el uso de estas frases sobre algún don espiritual.
Esto significa que la única información que tenemos sobre estos dones está contenida en este versículo: tenemos las palabras utilizadas para describir estos dos dones, y el contexto en que estas frases aparecen. Ningún intérprete en ninguna otra parte tiene información adicional alguna que esta con la cual trabajar. Esto nos advierte que nuestras conclusiones probablemente serán hasta cierto punto tentativas en cualquier caso.
Las más importantes alternativas para comprender estos dos dones son:
(1) Comúnmente se piensa que estos dos dones deben referirse a la capacidad para recibir una revelación especial del Espíritu Santo y, sobre esa base, proferir palabras que dan sabiduría en una situación determinada u ofrecen un conocimiento específico sobre una situación en la vida de alguien presente en la congregación. Según esta interpretación estos dones serían más «milagrosos», en el sentido que provocarían la admiración y el asombro entre las personas presentes ya que no estarían basados en información ordinariamente disponible a la persona que utiliza el don.
(2) La otra interpretación de estos dones los vería más como «menos milagrosos» u ordinarios: la «palabra de sabiduría» simplemente significa la capacidad de ofrecer una palabra sabia en distintas situaciones, y la «palabra de conocimiento» es la capacidad de hablar con conocimiento acerca de una situación.
En ambos casos el conocimiento y la sabiduría no estarían basados en una revelación especial dada espontáneamente por el Espíritu Santo sino basada en sabiduría adquirida en el curso ordinario de la vida, el conocimiento y la sabiduría que caracterizaría, por ejemplo, a los maestros de la Biblia o a los ancianos y otros cristianos maduros en la iglesia. Estas serían potenciadas por el Espíritu Santo y consecuentemente hechas efectivas cuando se las pronunció.
En este sentido, ejemplos de «palabras de sabiduría» podrían hallarse en Hechos 6: 1-6 (el nombramiento de los primeros «diáconos» o asistentes de los apóstoles); Hechos 6:1 0 (la sabiduría de Esteban al proclamar el evangelio); Hechos 15: 19-29 (la decisión del concilio de Jerusalén); y aun en la declaración de Salomón: «Partan en dos al niño que está vivo, y denle una mitad a ésta y la otra mitad a aquélla» (1 Reyes 3:25; vea también 1ª Co 6: 5-6).
NOTA: Por lo menos ningún otro lugar de la Escritura llama algo una «palabra de sabiduría» o «palabra de conocimiento» o usa esas frases de alguna otra manera.
Se puede argüir a favor de la primera interpretación que todos los otros siete dones relacionados en 1ª Corintios 12: 8-10 están en la categoría de «milagrosos», y por lo tanto esos dos dones deben comprenderse de esa forma también.
No obstante, hay algunas consideraciones de peso contra este punto de vista:
(1) Los términos que Pablo utiliza «palabra» (logos, «sabiduría» (sophia), y «conocimiento» (gnosis) no son vocablos especiales o técnicos, sino palabras de uso común en el Nuevo Testamento griego. Son simplemente los vocablos que ordinariamente se usan para «palabra» y «sabiduría» y «conocimiento».
Por otra parte, no se utilizan por lo común para denotar acontecimientos milagrosos (como en el caso, por ejemplo, de las palabras revelación y profecía, sino simplemente son vocablos utilizados para designar la sabiduría y el conocimiento humanos. Así que del significado de las propias palabras no parece desprenderse ninguna alusión a un don milagroso.
(2) En el contexto de 1 Corintios 12:8, el propósito de Pablo en el argumento parece inclinarse en contra de considerarlas como milagrosas. El principal objetivo de Pablo en los versículos 8-10 es demostrar que no importa qué tipo de don tenga una persona él o ella puede tener la seguridad que ese don ha sido concedido por el Espíritu Santo. Pablo comienza la sección diciendo: «A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien de los demás», e inmediatamente continúa esta sección diciendo: «Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina» (vv. 7, 11).
Pero si el propósito de Pablo en esta sección es mostrar que todo don del cristiano lo da el Espíritu Santo, entonces ese propósito no sería bien servido solo dando ejemplos de dones milagrosos. Si hizo eso, aquellos con dones que no son milagrosos se sentirían excluidos del argumento y no se les persuadiría de que sus dones estaban incluidos en el argumento de Pablo.
Lo que aun es más importante, aquellos con dones milagrosos podrían mirar esta lista y concluir que solo aquellos con dones milagros tenían realmente al Espíritu Santo obrando en su interior a fin de potenciar esos dones. Esto podría conducir a cierto tipo de elitismo en la congregación. Por consiguiente, parece necesario que Pablo incluyera algunos dones que no son milagrosos en su lista de 1 Corintios 12:8-10.
¿Pero cuáles son los dones que no son milagrosos en esta lista?
Palabra de sabiduría
Palabra de conocimiento
Fe
Dones para sanar enfermos
Milagros
Profecía
Discernir entre espíritus
Lenguas
Interpretación de lenguas
Todos los demás dones parecen caer en la categoría de más «milagrosos» (con las posibles excepciones de hablar en lenguas y quizá la fe). Pero ello haría casi imprescindible que palabra de sabiduría y palabra de conocimiento no fueran milagrosos a fin de garantizar que haya algunos dones que no son milagrosos en la lista.
Esto demostraría la sabiduría pastoral de Pablo al seleccionar ejemplos de diferentes tipos de dones que se ejercitan en la congregación existente. Así que debe haber algunos dones que no son milagrosos en la lista; y si hay algunos, entonces estos son muy buenos candidatos.
(3) Probablemente la consideración más decisiva es el hecho de que el Nuevo Testamento ya tiene un término para describir la acción de recibir una revelación especial del Espíritu Santo y comunicarla a la congregación. Pablo llama a esto «profecía». Como discute la profecía con bastante extensión, la describe y la regula, ahora podemos saber con claridad lo que era la profecía.
Pero decir que estos otros dones funcionaban exactamente de la misma manera (difiriendo quizá solo en el contenido) no parece justificado por nada en el texto que no sea la noción preconcebida de lo que deben ser estos dones.
Por lo tanto parecería preferible considerar estos como una modalidad «no-milagrosa», simplemente como la capacidad de hablar con sabiduría o con conocimiento en distintas situaciones. Lo que mucha gente hoy llama «palabra de sabiduría» y «palabra de conocimiento» en los círculos carismáticos, sería mejor referirse a ello como (profecía).

G. DISTINGUIR ENTRE ESPÍRITUS Y LA GUERRA ESPIRITUAL

El don de distinguir entre espíritus es un don que se menciona una sola vez en el Nuevo Testamento (en la lista de 1ª Co 12: 10), pero la naturaleza de este don lo vincula con cierto número de otros pasajes que describen la guerra espiritual que tiene lugar entre los cristianos y los espíritus demoníacos. Podemos definir el don de distinguir entre espíritus como sigue: Distinguir entre espíritus es la capacidad especial de reconocer la influencia del Espíritu Santo o de espíritus demoníacos en una persona.
En la perspectiva de la historia de la redención, este don también ofrece un anticipo de la era por venir en la medida que es un anticipo de la capacidad para reconocer a Satanás y su influencia, capacidad que se nos perfeccionará en el cielo, cuando todo lo que está encubierto o escondido será revelado y puesto a la luz (Mt 10:26; Ap 20: 11-15).
Esta capacidad posiblemente es más fuerte que la poseída por la mayoría de los creyentes en el viejo pacto, donde las menciones de la actividad demoníaca son poco frecuentes, y donde los ataques demoníacos contra el pueblo de Dios incluían más frecuentemente ataques militares de naciones incrédulas contra el pueblo de Israel, o abiertas tentaciones para ir y servir a deidades paganas.
NOTA: Aun si la fe y las lenguas se consideran no milagrosas, entonces tenemos una lista que es una mezcla de dones milagrosos y no milagrosos, y entonces no hay motivo porqué palabra de sabiduría y palabra de conocimiento no puedan ser consideradas también no milagrosas, especialmente sobre la base del hecho que las palabras utilizadas para describirlas no denotan ordinariamente eventos milagrosos.
De hecho, todo lo que los modernos pentecostales y carismáticos llaman "palabras de conocimiento» y "palabras de sabiduría» se ajustaría exactamente a la definición de profecía dada por Pablo, y debe ser de hecho puesto bajo la sombrilla general de profecía. Esto tendría la notable ventaja de hacer que el uso de este don esté sujeto a las normas de Pablo para comprender y regular la profecía en la iglesia.
¿Sobrevendría algún daño de mantener la medianamente común práctica de considerar las palabras de sabiduría y las palabras de conocimiento como dones milagrosos que dependen de una revelación especial de Dios? Un peligro inmediato podría ser que, en tanto lo que actualmente ocurre fuera llamado «profecía» por Pablo, en algunos casos se le llama ahora como algo diferente, y esto tiende a distanciarlo de las regulaciones que da Pablo para la profecía en el Nuevo Testamento.
Si eso podría llevar a un uso equivocado del don en algún momento futuro es imposible de predecir. Pero más bien sí parece ser algo anómalo tener un don milagroso que se utiliza muy ampliamente y que solo se menciona pero nunca se discute ni se regula en todo el Nuevo Testamento.
Por consiguiente la actividad demoníaca se percibía fundamentalmente a través de la observación de acontecimientos físicos exteriores y circunstancias en las que Satanás llevaba a cabo sus propósitos, y que podían distinguirse con claridad.
Este don del Nuevo Testamento de distinguir entre espíritus incluye la capacidad de diferenciar la presencia de espíritus malignos de la presencia de la obra del Espíritu Santo en la vida de una persona. Pablo sabe que antes los corintios «se dejaban arrastrar hacia ídolos mudos» (1ª Co 12: 2), y Juan se da cuenta asimismo que los cristianos necesitan someter los espíritus «a prueba pera ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas» (1ª Jn 4: 1).
Más allá de esto, también es posible que el don incluya distinguir entre varios tipos de espíritus malignos, tales como un espíritu de enfermedad (Lc 13: 11), un espíritu de adivinación (Hch 16:16), un espíritu sordo y mudo (Mr 9: 15,29), y un espíritu de engaño (1ª Jn 4: 6). Desde un punto de vista léxico y gramatical no hay nada que nos impida entender que el don de «distinguir entre espíritus» incluye también este tipo de capacidad.
Por supuesto, en cierto grado la presencia de actividad demoníaca es externamente evidente, a veces a partir de la manifestación abierta de falsas declaraciones doctrinales (vea 1ª Co 12: 2-3; 1ª Jn 4: 1-6), ya veces mediante violentas y extrañas acciones físicas, especialmente en presencia de la predicación cristiana (vea Mr 1: 24; 9: 20; Mt 8: 29).
La influencia de Satanás tiene características destructivas, y la persona influenciada por un demonio tendrá una influencia destructiva sobre la iglesia y otros a su alrededor, y también una influencia auto destructiva que daña la vida del propio individuo perturbado.
Pero además de estos indicios externos de la influencia demoníaca, probablemente hay también una percepción más subjetiva que tiene lugar a nivel espiritual y emocional, por medio de la cual se hace evidente la presencia de la actividad demoníaca.
Cuando esta está más desarrollada y es capaz de funcionar para beneficio de la iglesia como un todo, entonces Pablo no duda en llamarla un don de distinguir entre espíritus.
En relación con el don de distinguir entre espíritus, la discusión de la guerra espiritual sostenida arriba en el capítulo 20 (sobre Satanás y los demonios) también es relevante.
NOTA: Para un muy extenso análisis gramatical y lingüístico de esta frase, vea Wayne Grudem, (A Response to Gerhard Dautzenberg sobre 1ª Co 12: 10), en Biblische Zeitschrift, N.F., 22: 2 (1978), pp. 253-70.
Por supuesto, ningún don es perfecto en ningún cristiano en esta era (1ª Co 13: 9-10), y no debemos esperar que este don sea perfecto, o que aquellos que lo poseen nunca cometan errores. sobre el hecho de que los dones espirituales pueden variar en fuerza.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Ha experimentado usted alguna vez un don de profecía tal como se define en este capítulo? ¿Cómo lo ha llamado? Ha funcionado este don (o algo parecido) en su iglesia? Si así fuera, ¿cuáles han sido los beneficios-y los peligros? Si no, piensa que este don podría ser útil para su iglesia? (¿Por qué sí o porqué no?)
2. ¿Funciona con efectividad el don de la enseñanza en su iglesia? ¿Quién utiliza este don además del pastor o los ancianos? ¿Piensa usted que su iglesia aprecia adecuadamente una sólida enseñanza de la Biblia? En qué áreas (si alguna) piensa usted que su iglesia necesita crecer en su conocimiento y amor por las enseñanzas de la Escritura?
3. ¿De los otros dones que se discuten en este capítulo, ¿ha utilizado usted mismo alguno de ellos? ¿Hay alguno que piensa su iglesia necesita pero que en este momento no posee? ¿Qué piensa sería lo mejor que puede hacer en respuesta a esta necesidad?
TÉRMINOS ESPECIALES
Apóstol, cesacionista, curar enfermos, distinguir entre espíritus, dones del Espíritu Santo, dones milagrosos, dones no milagrosos, enseñanza, hablar en lenguas, interpretación de lenguas, milagros, oficio, palabra de conocimiento, palabra de sabiduría, profecía.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR

1ª Corintios 12: 7-11: A Cada Uno Se Le Da Una Manifestación Especial Del Espíritu Para El Bien De Los Demás. A Unos Dios Les Da Por El Espíritu Palabra De Sabiduría; A Otros, Por El Mismo Espíritu, Palabra De Conocimiento; A Otros, Fe Por Medio Del Mismo Espíritu; A Otros, Y Por Ese Mismo Espíritu, Dones Para Sanar Enfermos; A Otros, Poderes Milagrosos; A Otros Profecía; A Otros, El Discernir Espíritus; A Otros, El Hablar En Lenguas; Y A Otros, El Interpretar Lenguas. Todo Esto Lo Hace Un Mismo Y Único Espíritu, Quien Reparte A Cada Uno Según Él Lo Determina.