1ª PARTE: LA DOCTRINA DE LA IGLESIA, AUTORIDAD, OFICIOS, GOBIERNO, Y DISCIPLINA.

INTRODUCCIÓN

No pienso que un verdadero sistema de teología se pueda construir desde lo que podríamos llamar la tradición teológica «liberal», es decir, de personas que niegan la absoluta veracidad de la Biblia, o que piensan que las palabras de la Biblia no son exactamente palabras de Dios.
Por esta razón, los otros escritores con quienes dialogo en este estudio están en su mayoría dentro de lo que hoy se llama la tradición «evangélica conservadora» más amplia; desde los grandes reformadores Juan Calvino y Martín Lutero, hasta los escritos de los eruditos evangélicos de hoy.
Escribo como evangélico y para evangélicos. Esto no quiere decir que los que siguen la tradición liberal no tengan nada valioso que decir; sino que las diferencias con ellos casi siempre se reducen a diferencias en cuanto a la naturaleza de la Biblia y su autoridad. La cantidad de acuerdo doctrinal que se puede lograr con personas que tienen bases ampliamente divergentes de autoridad es muy limitada.
Claro, los profesores pueden siempre asignar lecturas adicionales de teólogos liberales de interés actual, y estoy agradecido por mis amigos evangélicos que escriben críticas extensas de la teología liberal. Pero no pienso que todos están llamados a hacer eso, ni que un análisis extenso de nociones liberales sea la manera más útil de edificar un sistema positivo de teología basado en la total veracidad de toda la Biblia. Al final se encuentra un diccionario de términos usados en este estudio.
Este estudio lo hemos escrito con el propósito de edificar la iglesia y esta adecuado para el más mínimo principiante hasta el pastor, el maestro, o cualquier líder de seminarios, u institutos bíblicos y facultades de teología.
A Dios sea la gloria y gracias por lo que permite que seamos útiles para su obra.
CONTENIDO
CAPÍTULO 1: La iglesia: su naturaleza, sus características y sus propósitos: ¿Qué es necesario para que haya una iglesia? ¿Cómo podemos reconocer a una iglesia verdadera? Los propósitos de la iglesia.
CAPÍTULO 2: La pureza y unidad de la iglesia: ¿Qué hace a una iglesia más agradable a Dios, o menos? ¿Con qué clase de iglesias debemos cooperar o unirnos?
CAPÍTULO 3: El poder de la iglesia: ¿Qué clase de autoridad tiene la iglesia? ¿Cómo debe funcionarla disciplina eclesiástica?
CAPÍTULO 4: El gobierno de la iglesia: ¿Cómo se debe gobernar una iglesia? ¿Cómo se debe escoger a los oficiales de una iglesia? ¿Deben mujeres servir como pastoras?
CAPÍTULO 5: Medios de gracia en la iglesia: ¿Cuáles son las diferentes actividades dentro de la vida de la iglesia que Dios usa para darnos bendición? ¿Qué nos perdemos sí descuidamos nuestra participación en una iglesia local?
CAPÍTULO 6: Bautismo: ¿Quiénes deben bautizarse? ¿Cómo se debe bautizar? ¿Qué significa?
CAPÍTULO 7: La Cena del Señor: ¿Cuál es el significado de la Cena del Señor? ¿Cómo debe ser observada?
CAPÍTULO 8: Adoración: ¿Cómo puede la adoración cumplir su gran propósito en la era del Nuevo Testamento? ¿Qué significa adorar «en espíritu y en verdad»?
CAPÍTULO 9: Dones del Espíritu Santo (l): Cuestiones generales: ¿Qué son dones espirituales? ¿Cuántos hay? ¿Han cesado algunos dones? Buscar y utilizar los dones espirituales.
CAPÍTULO 10: Dones del Espíritu Santo (2): Dones Específicos: ¿Cómo debemos entender y utilizar dones espirituales específicos?

CAPÍTULO 1

LA IGLESIA: SU NATURALEZA, SUS CARACTERÍSTICAS Y SUS PROPÓSITOS
¿QUÉ ES NECESARIO PARA QUE HAYA UNA IGLESIA? ¿CÓMO PODEMOS RECONOCER A UNA IGLESIA VERDADERA?

LOS PROPÓSITOS DE LA IGLESIA.

EXPLICACIÓN Y BASE BÍBLICA

A. LA NATURALEZA DE LA IGLESIA

1. DEFINICIÓN:
La iglesia es la comunidad de todos los verdaderos creyentes de todos los tiempos. Esta definición entiende a la iglesia constituida por todos los que son verdaderamente salvados. Pablo dice: «Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Ef 5: 25). Aquí el término «la iglesia» se usa para aplicar a todos aquellos por quienes Cristo murió para redimirlos, todos los que son salvados por la muerte de Cristo.
Pero eso debe incluir a todos los creyentes de todos los tiempos, tanto creyentes de la edad del Nuevo Testamento como creyentes de la edad del Antiguo Testamento por igual.' Tan grande es el plan de Dios para la iglesia que ha exaltado a Cristo a una posición de la mayor autoridad por amor a la iglesia: «Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia.
Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo» (Ef 1: 22-23).
Jesucristo mismo edifica a la iglesia llamando a las personas a sí mismo. El prometió: «edificaré mi iglesia» (Mt 16: 18). Y Lucas con todo cuidado nos dice que el crecimiento de la iglesia no vino sólo por esfuerzo humano, sino que «el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos» (Hch 2: 27).
Pero este proceso por el que Cristo edifica la iglesia es simplemente una continuación del patrón establecido por Dios en el Antiguo Testamento por el cual él llamó a las personas a sí mismo para que sean una asamblea que adora delante de él. Hay varias indicaciones en el Antiguo Testamento de que Dios pensaba de su pueblo como una (iglesia), un pueblo reunido con el propósito de adorar a Dios.
Cuando Moisés le dice al pueblo que el Señor le dijo: «Convoca al pueblo para que se presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo que viva en la tierra » (Dt 4: 10), la Septuaginta traduce la palabra para «convocar» (heb. cajal) ¡Ver la sección 5 abajo para una consideración de la noción dispensacional de que se deben tomar la iglesia e Israel como grupos distintos.
En este libro he tomado una posición no dispensacional sobre este asunto, aunque se debe señalar que muchos evangélicos que concuerdan con mucho del resto de este libro diferirán conmigo en este asunto en particular.
 Con el término griego ekklesiazo, «reunir una asamblea», verbo que es cognado del sustantivo del Nuevo Testamento ekklesia, «iglesia».'
No es sorprendente, entonces, que los autores del Nuevo Testamento puedan hablar del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento como una «iglesia» (ekklesia).
Por ejemplo, Esteban habla del pueblo de Israel en el desierto como «la iglesia (ekklesia) en el desierto (Hch 7:38, traducción del autor). Y el autor de Hebreos cita a Cristo como diciendo que él cantará alabanzas a Dios en medio de gran asamblea del pueblo de Dios en el cielo: «En medio de la iglesia (ekklesía) te entonaré alabanzas» (Heb 2: 12, traducción del autor, citando el Salmo 22: 22).
Por consiguiente, el autor de Hebreos entiende que los creyentes del presente día que constituyen la iglesia en la tierra están rodeados de una gran «nube de testigos» (Heb 12: 1) que se remonta a las más tempranas eras del Antiguo Testamento e incluye a Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David,
Samuel y los profetas (Heb 11:4-32). Todos estos «testigos» rodean al pueblo de Dios del día presente, y parece sólo apropiado que se debe pensar que ellos, junto con el pueblo de Dios del Nuevo Testamento, son la gran «asamblea» espiritual o «iglesia» de Dios.' Es más, más adelante en el capítulo 12 el autor de Hebreos dice que cuando los creyentes del Nuevo Testamento adoramos, venimos a la presencia de «la asamblea (lit. «iglesia»,  gr, ekklesía) de los primogénitos inscritos en el cielo».
Este énfasis no es sorprendente a la luz del hecho de que los autores del Nuevo Testamento ven a los creyentes judíos y creyentes gentiles por igual estando unidos en la iglesia. Juntos han sido hechos «uno» (Ef 2: 14), son «un nuevo hombre» (v. 15) y «conciudadanos» (v. 19), y «miembros de la familia de Dios» (v. 19).
Por consiguiente, aunque hay ciertamente nuevos privilegios y nuevas bendiciones que se dan al pueblo de Dios en el Nuevo Testamento, tanto el uso del término «iglesia» en las Escrituras y el hecho de que en toda la Biblia Dios siempre ha llamado a su pueblo a reunirse para adorarle, indican que es apropiado pensar que la iglesia la constituyen de todas las personas de Dios todo el tiempo, tanto creyentes del Antiguo Testamento como creyentes del Nuevo Testamento:
NOTA: De hecho, la palabra griega ekklesia, que es el término que se traduce «iglesia» en el Nuevo Testamento, es la palabra que la Septuaginta usa más frecuentemente para traducir el término del Antiguo Testamento cajal, palabra que se usa para hablar de la «congregación» o la «asamblea» del pueblo de Dios. Ekklesia traduce cajal como «asamblea» 69 veces en la Septuaginta. La siguiente traducción más frecuente es sunagogué, «sinagoga» o «reunión, lugar de reunión,) (37 veces).
Chafer hace objeción a este análisis, porque dice que el uso de la Septuaginta de la palabra ekklesia no refleja el significado del Nuevo Testamento de la palabra «iglesia» sino que es un término común para «asamblea». Por consiguiente, no debemos llamar a la «asamblea» del teatro en Éfeso una iglesia (Hch 19: 32) aun cuando la palabra ekklesia se usa aquí para referirse a ese grupo de gente.
De modo similar, cuando Esteban se refiere a Israel en el desierto (Hch 7: 38) como una ekklesia no implica que piensa de ese pueblo como una «iglesia» sino sólo como una asamblea de gente. Chafer ve este uso del término como diferente de su significado distintivo del Nuevo Testamento para referirse a la iglesia (Systematic Theology, 4: 39).
Sin embargo, el extenso uso de la palabra ekklesia en la Septuaginta para referirse a las asambleas, no de chusmas paganas, sino específicamente del pueblo de Dios ciertamente se debe tomar en cuenta para comprender e! significado de la palabra cuando la usan los autores del Nuevo Testamento.
La Septuaginta era la Biblia que ellos usaban más comúnmente, y ellos con toda certeza usan la palabra ekklesia teniendo presente su contenido del Antiguo Testamento. Esto explicaría por qué Lucas puede tan fácilmente anotar que Esteban se refiere a (la iglesia) en el desierto con Moisés y sin embargo muchas veces en los capitulas contiguos en Hechos habla del crecimiento de la «iglesia» después de Pentecostés sin ninguna indicación de que se intente dar alguna diferencia en e! significado.
La iglesia del Nuevo Testamento es una asamblea del pueblo de Dios que simplemente continúa en el patrón de las asambleas del pueblo de Dios que se halla en todo el Antiguo Testamento.
La palabra griega ekklesía que se traduce «iglesia» en el Nuevo Testamento, simplemente significa «asamblea».
2. LA IGLESIA ES INVISIBLE, Y SIN EMBARGO VISIBLE.
En su verdadera realidad espiritual como comunión de todos los creyentes genuinos, la iglesia es invisible. Esto se debe a que no podemos ver la condición espiritual del corazón de las personas. Podemos ver a los que asisten externamente al templo, y podemos ver evidencias externas de cambio espiritual interno, pero no podemos en realidad ver el corazón de las personas y su situación espiritual; sólo Dios puede ver eso. Por eso Pablo dice: «El Señor conoce a los suyos» (2ª Ti 2: 19).
Incluso en nuestras propias iglesias y nuestros barrios, sólo Dios sabe con certeza y sin error quiénes son verdaderos creyentes.
Hablando de la iglesia como invisible el autor de Hebreos habla de la «asamblea (literalmente, «iglesia») de los primogénitos inscritos en el delo» (Heb 12: 23), y dice que los creyentes del día presente se unen con esa asamblea en la adoración.
PODEMOS DAR LA SIGUIENTE DEFINICIÓN: LA IGLESIA INVISIBLE ES LA IGLESIA COMO DIOS LA VE.
Tanto Martín Lutero como Juan Calvino rápidamente afirmaron este aspecto invisible de la iglesia en contra de la enseñanza católico romana de que la iglesia es la única organización visible que había descendido de los apóstoles en una línea de sucesión ininterrumpida (mediante los obispos de la iglesia). La Iglesia Católico Romana había argumentado que sólo en la organización visible de la Iglesia Católica Romana se podía hallar a la sola iglesia verdadera, la única iglesia verdadera.
Incluso hoy tal noción lo sostiene la Iglesia Católica Romana. En su «Pastoral Statement for Catholics on Biblical Fundamentalism» (Declaración pastoral para católicos sobre el fundamentalismo bíblico) emitido el 25 de marzo de 1987, la (United States) National Conference of Catholic Bishops Ad Hoc Committee on Biblical Fundamentalism (Comité adhoc de la Conferencia nacional [de los Estados Unidos] de obispos católicos sobre el fundamentalismo bíblico) criticó al cristianismo evangélico (al que llamó «fundamentalismo bíblico») primordialmente porque sacaba a la gente de la sola iglesia verdadera:
NOTA: Para una consideración de la cuestión de si subsiste una distinción entre «la iglesia» e «Israel), como dos pueblos de Dios separados, ver la sección 5 más abajo.
Millard Erickson, Christian Theolog)', p. 1048, arguye que la iglesia no empieza sino hasta Pentecostés, porque Lucas no usa la palabra (iglesia) (ekklesía) en su Evangelio, pero la usa veinticuatro veces en Hechos. Si la iglesia existió antes de Pentecostés, razona él, ¿por qué Lucas no habla de ella antes de ese tiempo?
Sin embargo, la razón por la que Lucas no usa la palabra (iglesia) para hablar del pueblo de Dios durante el ministerio terrenal de Jesús es probablemente porque no había ningún grupo claramente definido o visible al que se pudiera referir durante el ministerio terrenal de Jesús. La iglesia verdadera en efecto existía en el sentido de que consistía de todos los verdaderos creyentes de Israel durante ese tiempo, pero este era un remanente tan pequeño de judíos fieles (tales como José y María, Zacarías y Elisabet, Simeón,
Ana y otros como ellos), que no era un grupo externamente evidente o bien definido para nada. Segmentos grandes de la población judía se habían descarriado de Dios y habían sustituido otra clase de actividades religiosas, tales como el legalismo (los fariseos), el «liberalismo» incrédulo (los saduceos), misticismo especulativo (los que escribieron o creían en la literatura apocalíptica y seguidores de las sectas tales como los de la comunidad del Qumram, materialismo grotesco (los cobradores de impuestos y otros para quienes la riqueza era un dios falso), o el activismo político o militar (los zelotes y otros que procuraban la salvación mediante medios políticos o militares).
Aunque sin duda había creyentes genuinos entre muchos o todos estos grupos, la nación como un todo no constituía una asamblea de pueblo que adoraba correctamente a Días. Es más, la idea de un pueblo de Dios recientemente «llamado fuera» como asamblea para seguir a Cristo primero llegó a su fruición en el día de Pentecostés.
Por consiguiente, aunque la «iglesia» en el sentido del grupo de todos los que verdaderamente creyeron en Dios en efecto existía antes del día de Pentecostés, llegó a una expresión visible mucho más clara en el día de Pentecostés, y es natural que Lucas debía empezar a usar el nombre (la iglesia) en ese punto.
Antes de ese punto el nombre «iglesia» no podía haberse referido a ninguna entidad claramente establecida aparte de la nación de Israel como un todo; después de Pentecostés, sin embargo, fácilmente se lo podía usar para referirse a los que voluntaria y visiblemente se identificaron con este nuevo pueblo de Dios.
También debemos notar que Jesús en efecto usó la palabra «iglesia» (ekklesía) dos veces en el Evangelio de Mateo (16: 18 y 18: 17).
La Característica Básica Del Fundamentalismo Bíblico Es Que Elimina Del Cristianismo A La Iglesia Según El Señor Jesús La Fundó. No Hay Mención De La Iglesia Histórica, Autoritativa En Continuidad Con Pedro Y Los Otros Apóstoles. Un Estudio Del Nuevo Testamento Demuestra La Importancia De Pertenecer A La Iglesia Que Empezó Jesucristo. Cristo Escogió A Pedro Y A Los Otros Apóstoles Como Cimientos De Su Iglesia.
A Pedro Y A Los Demás Apóstoles Los Han Sucedido El Obispo De Roma Y Los Otros Obispos, Y El Rebaño De Cristo Todavía Tiene, Bajo Cristo, Un Pastor Universal.
En respuesta a esa clase de enseñanza tanto Lutero como Calvino discrepan.
Ellos dijeron que la Iglesia Católica Romana tiene la forma externa, la organización, pero es simplemente una concha. Calvino argumentó que así como Caifás (el sumo sacerdote en el tiempo de Cristo) era descendiente de Aarón pero no era un verdadero sacerdote, así los obispos católicos romanos habían «descendido» de los apóstoles en línea de sucesión pero que no eran verdaderos obispos de la iglesia de Cristo. Debido a que se habían apartado de la verdadera predicación del evangelio, su organización visible no era la verdadera iglesia.
Calvino dijo: «Esta pretensión de sucesión es vana a menos que sus descendientes conserven segura y sin corrupción la verdad de Cristo que han recibido de las manos de sus padres, y permanezcan en ella. !Ver qué valor tiene esta sucesión, a menos que también incluya una emulación verdadera e ininterrumpida de parte de los sucesores!»
Por otro lado, la verdadera iglesia de Cristo ciertamente tiene un aspecto visible por igual. Podemos usar la siguiente definición: La iglesia visible es la iglesia según los creyentes la ven en la tierra. En este sentido la iglesia visible incluye a todos los que profesan fe en Cristo y dan evidencia de fe en sus vidas.
En esta definición no decimos que la iglesia visible es la iglesia como cualquier persona del mundo (tal como un no creyente o alguien que sostiene enseñanzas heréticas) pudiera verla, sino que queremos hablar de la iglesia como la perciben los que son genuinamente creyentes y tienen una comprensión de la diferencia entre creyentes y no creyentes.
Cuando Pablo escribe sus epístolas escribe a la iglesia visible en cada comunidad: «A la iglesia de Dios que está en Corinto» (1ª Co 1: 2); «A la iglesia de los tesalonicenses» (1ª Ts 1: 1); «a Filemón, a la hermana Apia, a Arquipo y a la iglesia que se reúne en tu casa» (Flm 1-2). Pablo ciertamente se daba cuenta de que había no creyentes en algunas de esas iglesias, algunos que habían hecho profesión de fe que no era genuina, que parecían ser creyentes pero que a la larga se apartarían.
Sin embargo, ni Pablo ni ningún otro podía decir con certeza quiénes eran esas personas. Pablo simplemente escribió a la iglesia entera que se reunía en un lugar dado. En este sentido, podemos decir hoy que la iglesia visible es el grupo de personas que se reúnen cada semana para adorar como iglesia y profesan fe en Cristo.
La iglesia visible por todo el mundo siempre incluirá algunos no creyentes, y las congregaciones individuales por lo general incluirán algunos no creyentes, porque nosotros no podemos ver los corazones como Dios los ve. Pablo habla de «Himeneo y Pileta, que se han desviado de la verdad» y que «así trastornan la fe de algunos» (2ª Ti 2: 17-18). Pero él tiene la confianza de que «El Señor conoce a los suyos» (2ª Ti 2: 19). Pablo dice con tristeza: «Demas, por amor a este mundo, me ha abandonado y se ha ido a Tesalónica» (2ª Ti 4: 10).
De modo similar, Pablo advierte a los ancianos de Éfeso que después de su partida «entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño.
Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan» (Hch 20:29-30). Jesús mismo advirtió:
«Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces» (Mt 7: 15-16). Dándose cuenta de esta distinción entre la iglesia invisible y la iglesia visible Agustín dijo de la iglesia visible: «Muchas ovejas están fuera y muchos lobos están dentro».
Cuando reconocemos que hay no creyentes en la iglesia visible, hay el peligro de que podemos llegar a ser demasiado suspicaces. Podemos empezar dudando de la salvación de muchos verdaderos creyentes y por ello produciendo gran confusión en la iglesia. Calvino advirtió contra este peligro diciendo que debemos hacer un (Juicio misericordioso) por el que reconocemos como miembros de la iglesia a todos los que «por confesión de fe, por ejemplo de la vida, y al participar en los sacramentos, profesan al mismo Dios y a Cristo con nosotros».
No debemos tratar de excluir de la comunión de la iglesia a la gente mientras el pecado público no acarree disciplina sobre sí mismos. Por otro lado, por supuesto, la iglesia no debe tolerar en su membrecía «a los no creyentes públicos» que por profesión o vida claramente se proclaman estar fuera de la verdadera iglesia.
NOTA: El texto completo de la declaración de los obispos se puede obtener en el National Catholic News Service, 1312 Massachusetts Avenue NW, Washington, D. c. 2005. El texto fue publicado en «Pastoral Statement for Catholics on Biblical Fundamentalism», en Origins, vol. 17:21 (5 de nov. de 1987), pp. 376-77.
Juan Calvino, Institutes, 4.2.2-3, pp. 1043, 1045.
Tanto Calvino como Lutero añadirían el tercer requisito de que los que son considerados parte de la iglesia visible deben participar de los sacramentos del bautismo y la Cena del Señor. Otros tal vez considerarían esto como una subcategoría del requisito de que las personas den evidencia de fe en su vida.
3. LA IGLESIA ES LOCAL Y UNIVERSAL.
En el Nuevo Testamento se puede aplicar la palabra «iglesia» a un grupo de creyentes en cualquier nivel, yendo de un grupo muy pequeño que se reúne en una casa privada hasta el grupo de todos los creyentes en la iglesia universal. Una «iglesia de hagan> se llama una «iglesia» en Romanos 16: 5.
(Saluden igualmente a la iglesia que se reúne en la casa de ellos), 1 Corintios 16:19. (Aquila y Priscila los saludan cordialmente en el Señor, como también la iglesia que se reúne en la casa de ellos). A la iglesia de toda una ciudad también se la llama «una iglesia» (1ª Co 1: 2; 2ª Co 1: 1; Y 1ª Ts 1: 1). A la iglesia de una región se la menciona como una «iglesia» en Hechos 9:31: «La iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria».
Finalmente, a la iglesia de todo el mundo se le puede mencionar como «la iglesia». Pablo dice: «Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Ef. 5: 25) y dice: «En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros» (1ª Co 12: 28). En este último versículo la mención de «apóstoles», que no fueron dados a alguna iglesia individual, garantiza que la referencia es a la iglesia universal.
Podemos concluir que a un grupo del pueblo de Dios considerado a cualquier nivel, desde local hasta universal, se le puede correctamente llamar «una iglesia».
No debemos cometer el error de decir que sólo una iglesia que se reúne en casas expresa la verdadera naturaleza de la iglesia, o que sólo una iglesia considerada a nivel de ciudad se le puede apropiadamente llamar una iglesia, o que sólo la iglesia universal se le puede llamar apropiadamente por el nombre «iglesia». Más bien, a la comunidad del pueblo de Dios considerada a cualquier nivel se le puede apropiadamente llamar una iglesia.
4. METÁFORAS PARA LA IGLESIA.
Para ayudamos a entender la naturaleza de la iglesia, la Biblia usa una amplia variedad de metáforas e ilustraciones para describimos lo que es la iglesia. Hay varias imágenes de familia; por ejemplo, Pablo ve a la iglesia como una familia cuando le dice a Timoteo que actúe como si todos los miembros de la iglesia fueran miembros de una familia más amplia: «No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza» (1ª Ti 5: 1-2).
Dios es nuestro Padre celestial (Ef. 3:14), y nosotros somos sus hijos e hijas, porque Dios nos dice: «Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2 Ca 6: 18). Por consiguiente somos hermanos y hermanas unos con otros en la familia de Dios (Mt 12: 49-50; Jn 3: 14-18). Una metáfora de familia algo diferente se ve cuando Pablo se refiere a la iglesia como la esposa de Cristo. Dice que la relación entre esposo y esposa:
«Yo me refiero a Cristo ya la iglesia» (Ef 5: 32), y dice que él logró el compromiso entre Cristo y la iglesia de Corinto y que se parece a un compromiso entre una novia y su prometido: «los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura» (2ª Co 11: 2); aquí Pablo está mirando hacia adelante al tiempo del retomo de Cristo como el tiempo cuando la iglesia será presentada a él como su esposa.
En otras metáforas la Biblia compara a la iglesia a ramas de una vid Gn 15: 5), un olivo (Ro 11: 17-24), un campo de cultivo (1ª Co 3:6-9), un edificio (1ª Co 3: 9), y una cosecha Mt 13: 1-30; Jn 4:35). A la iglesia también se la ve como un nuevo templo no construido con piedras literales sino construido con creyentes que son «piedras vivas» (1ª P 2: 5) edificados sobre la «piedra angular» que es Cristo Jesús (1ª P 2: 4-8). Sin embargo, la iglesia no sólo es un nuevo templo para adorar a Dios; también es un nuevo grupo de sacerdotes, un «sacerdocio santo» que puede «ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta» (1ª P 2: 5).
NOTA: Hay una variante textual entre los manuscritos griegos de Hechos 9: 31, con algunos manuscritos diciendo «la iglesia» y otros diciendo «las iglesias». El singular «la iglesia» es mucho más preferible a la variante que tiene el plural. A la lectura del singular se le da una probabilidad «B» (la más cerca al más alto grado de probabilidad» en el texto de las Sociedades Bíblicas Unidas. El singular es representado por muchos textos tempranos y diversos en tanto que la lectura plural se halla en la tradición bizantina del texto pero no en textos antes del siglo quinto d.C.
(A fin de que la gramática sea consistente, hay que cambiar seis palabras en el texto griego; por consiguiente la variante es una alteración intencional en una dirección o la otra).
También se nos ve como la casa de Dios: «y esa casa somos nosotros» (Heb 3:6), con Jesús mismo considerado como el «constructor» de la casa (Heb 3: 3). A la iglesia también se la ve como «columna y fundamento de la verdad» (1ª Ti 3: 15).
Finalmente, otra metáfora familiar ve a la iglesia como el cuerpo de Cristo (1ª Co 12: 12-27). Debemos reconocer que Pablo de hecho usa dos diferentes metáforas del cuerpo humano cuando habla de la iglesia. En 1ª Corintios 12 se toma a todo el cuerpo como metáfora para la iglesia, porque Pablo habla del «oído» y del «ojo» y del «sentido del olfato» (1ª Co 12: 16-17). En esta metáfora, no se ve a Cristo como la cabeza unida al cuerpo, porque los miembros individuales son ellos mismos partes individuales de la cabeza. Cristo en esta metáfora es el Señor que «está fuera» de ese cuerpo que representa la iglesia y es a quien la iglesia sirve y adora.
Pero en Efesios 1: 22-23; 4: 15-16, yen Colosenses 2:19, Pablo usa una metáfora diferente del cuerpo para referirse a la iglesia. En estos pasajes Pablo dice que Cristo es la cabeza y la iglesia que es como el resto del cuerpo, a distinción de la cabeza:
«Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro» (Ef 4:15-16).13 No debemos confundir estas dos metáforas de 1ª Corintios 12 y Efesios 4, sino mantenerlas distintas.
La amplia variedad de metáforas que se usa en el Nuevo Testamento para la iglesia debe recordamos que no debemos concentrarnos exclusivamente en alguna de ellas. Por ejemplo, en tanto que es verdad que la iglesia es el cuerpo de Cristo, debemos recordar que esa es sólo una metáfora entre muchas.
Si nos concentramos exclusivamente en esta metáfora con toda probabilidad nos olvidaremos de que Cristo es nuestro Señor que reina en el cielo tanto como el que mora entre nosotros. Por cierto que no debemos concordar con la noción católico romana de que la iglesia es la «encamación continuada» del Hijo de Dios en la tierra hoy.
La iglesia no es el Hijo de Dios en la carne, porque Cristo resucitó en cuerpo humano, ascendió en su cuerpo humano al cielo, y ahora reina como el Cristo encamado en el cielo, que claramente es distinto de la iglesia aquí en la tierra.
Cada una de las metáforas que se usan para la iglesia puede ayudamos a apreciar más de las riquezas del privilegio que Dios nos ha dado al incorporamos en la iglesia. El hecho de que la iglesia es como una familia debería aumentar nuestro amor y compañerismo unos con otros.
El pensamiento de que la iglesia es como la esposa de Cristo debería estimulamos a procurar conseguir una mayor pureza y santidad, y también mayor amor por Cristo y sumisión a él. La imagen de la iglesia como ramas en una vid debe hacernos descansar en él más completamente.
La idea de un campo de cultivo debería animarnos a continuar creciendo en la vida cristiana y obteniendo para nosotros y otros la nutrición espiritual apropiada para crecer. El cuadro de la iglesia como el nuevo templo de Dios debería aumentar nuestra consciencia de la misma presencia de Dios en medio nuestro cuando nos reunimos.
El concepto de la iglesia como un sacerdocio debería ayudarnos a ver más claramente el deleite que Dios tiene en los sacrificios de alabanza y buenas obras que le ofrecemos (ver Heb 13: 15-16). La metáfora de la iglesia como el cuerpo de Cristo debería aumentar nuestra interdependencia de unos a otros y nuestro aprecio de la diversidad de dones dentro del cuerpo. Muchas otras aplicaciones se pueden derivar de estas y otras metáforas para la iglesia que se mencionan en la Biblia.
NOTA: Esta segunda metáfora no es ni siquiera una metáfora completa o «propia», porque las partes corporales no crecen en la cabeza, sino que Pablo está mezclando la idea de Cristo como la cabeza (o autoridad), la idea de la iglesia como un cuerpo, y la idea de que crecemos a la madurez en Cristo, y las combina en una afirmación compleja.
5. LA IGLESIA E ISRAEL.
Entre los protestantes evangélicos ha habido una diferencia de punto de vista sobre la cuestión de la relación entre Israel y la iglesia. La cuestión fue llevada a prominencia por los que sostienen un sistema de teología «dispensacional».
La teología sistemática más extensa escrita por un dispensacionalista, Systematic Theology, por Lewis Sperry Chafer, destaca muchas distinciones entre Israel y la iglesia, e incluso entre el Israel creyente del Antiguo Testamento y la iglesia en el Nuevo Testamento. Chafer argumenta que Dios tiene dos planes distintos para los dos grupos distintos de personas que él ha redimido: los propósitos y promesas de Dios para Israel son para bendiciones terrenales y todavía están por cumplirse en esta tierra en algún momento en el futuro.
Por otro lado, los propósitos y promesas de Dios para la iglesia son para bendiciones celestiales y esas promesas se cumplirán en el cielo. La distinción entre los dos grupos diferentes que Dios salva se verá especialmente en el milenio, según Chafer, porque en ese tiempo Israel reinará en la tierra como pueblo de Dios y disfrutará del cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento, pero la iglesia ya habrá sido llevada al cielo en el tiempo del retorno secreto de Cristo por sus santos (el rapto).
Según esta noción, la iglesia no empezó sino hasta Pentecostés (Hch 2), y no es correcto decir que los creyentes del Antiguo Testamento junto con los creyentes del Nuevo Testamento constituyen una iglesia.
En tanto que la posición de Chafer continúa ejerciendo influencia en algunos círculos dispensacionalistas, y ciertamente es predicación más popular, algunos de los dirigentes entre los dispensacionalistas más recientes no han seguido a Chafer en muchos de estos puntos. Varios teólogos dispensacionalistas del presente, tales como Robert Saucy, Craig Blaising y Darrell Bock, se refieren a sí mismos como «dispensacionalistas progresivos», y han logrado muchos seguidores.
Ellos no verían a la iglesia como un paréntesis en el plan de Dios sino como el primer paso hacia el establecimiento del reino de Dios.
NOTA: Lewis Sperry Chafer, Systematie Theology. Aunque hay varias otras doctrinas distintivas que por lo general caracterizan a los dispensacionalistas, la distinción entre Israel y la iglesia como dos grupos en el plan global de Dios es probablemente la más importante.
Otras doctrinas que sostienen los dispensacionalistas por lo general incluyen un rapto pretribulacionista de la iglesia al cielo (ver capítulo 54), un cumplimiento literal futuro de las profecías del Antiguo Testamento respecto a Israel, la división de la historia bíblica en siete períodos o «dispensaciones» de las maneras en que Dios se relaciona con su pueblo, y una comprensión de la era de la iglesia como un paréntesis en el plan de Dios para las edades, paréntesis instituido cuando los judíos en su mayor parte rechazaron a Jesús como su Mesías.
Sin embargo, muchos dispensacionalistas de los días presentes calificarían o rechazarían varios de estos otros distintivos. En dispensacionalismo como un sistema empezó con los escritos de J. N. Darby (1800-1882) en Gran Bretaña, pero fue popularizado en los EE.UU. por la Biblia Scofield de Referencia.
En la noción dispensacionalista progresiva Dios no tiene dos propósitos separados para Israel y la iglesia sino un solo propósito: el establecimiento del reino de Dios, en el cual participan Israel y la iglesia. Los dispensacionalistas progresivos no verían distinción entre Israel y la iglesia en el estado futuro eterno porque todos serán parte de un solo pueblo de Dios. Es más, sostendrían que la iglesia reinará con Cristo en cuerpos glorificados en la tierra durante el milenio (ver la explicación del milenio en el capítulo 55).
Sin embargo, hay con todo una diferencia entre los dispensacionalistas progresivos y el resto del evangelicalismo en un punto: ellos dirían que las profecías del Antiguo Testamento respecto a Israel todavía se cumplirán en el milenio por el pueblo judío étnico que creerá en Cristo y vivirá en la tierra de Israel como «una nación modelo» para que todas las naciones vean y aprendan.
Por consiguiente, no dirían que la iglesia es el «nuevo Israel» o que las profecías del Antiguo Testamento en cuanto a Israel se cumplirán en la iglesia, porque estas profecías todavía van a cumplirse en el Israel étnico.
La posición que se toma en este libro difiere en grado considerable de las nociones de Chafer respecto a este asunto, y también difiere en algo de los dispensacionalistas progresivos. Sin embargo, se debe decir aquí que las cuestiones en cuanto a la manera exacta en que las profecías bíblicas en cuanto al futuro se cumplirán son, en la naturaleza del caso, difíciles de decidir con certeza, y es sabio que nuestras conclusiones sean en cierto grado tentativas en estos asuntos. Con esto, en mente, se puede decir lo siguiente.
Teólogos tanto protestantes como católicos romanos fuera de la posición dispensacional han dicho que la iglesia incluye tanto a creyentes del Antiguo Testamento como creyentes del Nuevo Testamento en una sola iglesia o un cuerpo de Cristo. Incluso en la noción no dispensacional, una persona puede sostener que habrá una conversión futura en gran escala de los judíos (Ro 11: 12, 15, 23-24, 25-26, 28-31), Ysin embargo que esta conversión resultará sólo en que los judíos llegarán a ser parte de la única verdadera iglesia de Dios; ellos serán «injertados en su propio olivo» (Ro 11 :24, RVR).
Respecto a este asunto debemos notar los muchos versículos del Nuevo Testamento que entienden a la iglesia como el «nuevo Israel» o el nuevo «pueblo de Dios». El hecho de que «Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Ef. 5:25) sugeriría esto. Es más, esta presente edad de la iglesia, que ha llevado la salvación a muchos millones de creyentes en la iglesia, no es una interrupción o un paréntesis en el plan de Dios, sino una continuación de su plan expresado en todo el Antiguo Testamento de llamar a sí mismo a un pueblo. Pablo dice: «Lo exterior no hace a nadie judío, ni consiste la circuncisión en una señal en el cuerpo.
El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito» (Ro 2: 28-29). Pablo reconoce que aunque hay un sentido literal o natural en el que al pueblo que físicamente descendía de Abraham se les llama judíos, también hay un sentido más hondo y espiritual en el cual un «verdadero judío» es el que es internamente creyente y cuyo corazón ha sido limpiado por Dios.
Pablo dice que a Abraham no se le debe considerar el padre del pueblo judío sólo en un sentido fisico. También es en un sentido más hondo y mucho más verdadero «padre de todos los creyentes no circuncidados, y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham» (Ro 4: 11-12, RVR; cf. vv, 16, 18).
Por consiguiente Pablo puede decir: «no todos los que descienden de Israel son Israel.
Tampoco por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos los hijos de Dios no son los descendientes naturales; más bien, se considera descendencia de Abraham a los hijos de la promesa» (Ro 9: 6-8). Pablo aquí implica que los verdaderos hijos de Abraham, los que son en el sentido más verdadero «Israel», no son la nación de Israel por descendencia fisica de Abraham sino los que han creído en Cristo. Los que verdaderamente creen en Cristo ahora son los que tienen el privilegio de que el Señor los llame «mi pueblo» (Ro 9: 25, citando a Os 2:23); por consiguiente, la iglesia es ahora el pueblo escogido de Dios.
Esto quiere decir que cuando los judíos conforme a la carne serán salvados en grandes números en algún tiempo en el futuro, no constituirán un pueblo separado de Dios o serán como un olivo separado, sino que serán «injertados en su propio olivo» (Ro 11: 24, RVR). Otro pasaje que indica esto es Gálatas 3: 29: «y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa». De modo similar, Pablo dice que los creyentes son la «verdadera circuncisión» (Flp 3: 3).
Lejos de pensar que la iglesia es como un grupo separado del pueblo judío, Pablo escribe a los creyentes gentiles de Éfeso diciéndoles que ellos estaban anteriormente «separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa» (Ef. 2:12), pero que ahora « Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo» (Ef. 2:13).
Y cuando los gentiles fueron traídos a la iglesia, los judíos y los gentiles fueron unidos en un nuevo cuerpo. Pablo dice que Dios «de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba, para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante (la cruz) (Ef. 2:14-16).
Por consiguiente, Pablo puede decir que los gentiles son (conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular) (Ef 2: 19-20). Con su amplio conocimiento del trasfondo del Antiguo Testamento para la iglesia del Nuevo Testamento, Pablo con todo puede decir que «los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia» (Ef 3 :6).
NOTA: El término que usa Chafer es «una intercalación», queriendo decir una inserción de un periodo de tiempo en un horario de sucesos o calendario previamente planeado (p. 41). Aquí Chafer dice: «La edad presente de la iglesia es una intercalación en el calendario revelado o programa de Dios según ese programa lo previeron los profetas de la antigüedad»,
Todo el pasaje habla fuertemente de la unidad de creyentes judíos y gentiles en un cuerpo en Cristo y no da ninguna indicación de algún plan distintivo para que los judíos alguna vez sean salvados aparte de la inclusión en el cuerpo de Cristo, la iglesia. La iglesia incorpora en sí misma a todo el verdadero pueblo de Dios, y casi todos los títulos que se usan en el Antiguo Testamento para el pueblo de Dios en algún lugar u otro del Nuevo Testamento se aplican a la iglesia.
Hebreos 8 provee otro fuerte argumento para ver a la iglesia como la receptora, y el cumplimiento, de las promesas del Antiguo Testamento respecto a Israel.
En el contexto de hablar sobre el nuevo pacto al que pertenecen los creyentes, el autor de Hebreos da una cita amplia de Jeremías 31:31-34, en la que dice: «Vienen días dice el Señor, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. Éste es el pacto que después de aquel tiempo haré con la casa de Israel dice el Señor-: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón.
Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo» (Heb 8: 8-10). Aquí el autor cita la promesa de Dios de que hará un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá y dice que este nuevo pacto ahora ha sido hecho con la iglesia. Ese nuevo pacto es el pacto del cual los creyentes de la iglesia ahora son miembros. Parece difícil evitar la conclusión de que el autor ve a la iglesia como el verdadero Israel de Dios en el cual las promesas del Antiguo Testamento a Israel hallan su cumplimiento.
De modo similar, Santiago puede escribir una carta general a muchas de las primeras iglesias cristianas y dice que les escribe «a las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo» (Stg 1: 1). Esto indica que evidentemente está considerando a los creyentes del Nuevo Testamento como sucesores y cumplimiento de las doce tribus de Israel.
Pedro también habla de la misma manera. Desde el primer versículo en el que llama a sus lectores «los expatriados de la dispersión» (1ª P 1:1, RVR) al penúltimo versículo en el que llama a la ciudad de Roma «Babilonia» (1ª P 5: 13), Pedro frecuentemente habla de los creyentes del Nuevo Testamento en términos de las imágenes y promesas del Antiguo Testamento dadas a los judíos. Este tema surge a prominencia en 1ª Pedro 2: 4-10, en donde Pedro dice que Dios ha concedido a la iglesia casi toda las bendiciones prometidas a Israel en el Antiguo Testamento.
El lugar de morada de Dios ya no es el templo de Jerusalén, porque los creyentes son el nuevo «templo» de Dios (v. 5). El sacerdocio capaz de ofrecer sacrificios aceptables a Dios ya no desciende de Aarón, porque los cristianos son el verdadero «sacerdocio real» con acceso al trono de Dios (vv. 4-5, 9). Ya no se dice que el pueblo escogido de Dios son los que descienden físicamente de Abraham, porque los creyentes son ahora el verdadero «linaje escogido» (v. 9).
Ya no se dice que la nación bendecida por Dios es la nación de Israel, porque los cristianos son ahora la verdadera «nación santa» de Dios (v. 9). Ya no se dice que el pueblo de Israel es el pueblo de Dios, porque los creyentes, tantos creyentes judíos como creyentes gentiles, son ahora el «pueblo de Dios» y los que han «recibido misericordia» (v. 10). Todavía más, Pablo toma esta cita de contextos del Antiguo Testamento que repetidamente advierten que Dios rechazará a su pueblo que persiste en rebelión contra él y que rechaza la «piedra angular» preciosa (v. 6) que él ha establecido.
¿Qué otra declaración se podría necesitar a fin de que digamos con certeza que la iglesia ahora ha llegado a ser el verdadero Israel de Dios y recibirá todas las bendiciones prometidas a Israel en el Antiguo Testamento?
NOTA: La «dispersión» fue el término que se usó para referirse al pueblo judío esparcido de la tierra de Israel y que vivían por todo el mundo antiguo del Mediterráneo.
El resto de este párrafo se toma en su mayor parte de Wayne Grudem, The First Epistle of Peter, p. 113.
6. LA IGLESIA Y EL REINO DE DIOS.
¿Cuál es la relación entre la iglesia y el reino de Dios? Las diferencias las ha resumido bien George Ladd:
El Reino Es Primordialmente El Reino Dinámico O Gobierno Majestuoso De Dios, Y, Derivadamente, La Esfera En La Que Se Experimenta Ese Gobierno. En El Lenguaje Bíblico, Al Reino No Lo Identifica Con Sus Súbditos. Ellos Son El Pueblo Del Gobierno De Dios Que Entran En Él, Viven Bajo Él, Y Son Gobernados Por Él. La Iglesia Es La Comunidad Del Reino Pero Nunca Es El Reino En Sí Mismo. Los Discípulos De Jesús Pertenecen Al Reino Así Como El Reino Les Pertenece A Ellos; Pero Ellos No Son El Reino. El Reino Es El Gobierno De Dios; La Iglesia Es Una Sociedad De Hombres.
Ladd pasa a resumir cinco aspectos específicos de la relación entre el reino y la iglesia:
(1) La iglesia no es el reino (porque Jesús y los creyentes iniciales predicaron que el reino de Dios se había acercado, no que la iglesia estaba cerca, y predicaron las buenas noticias del reino, no las buenas noticias de la iglesia: Hch 8: 12; 19: 8; 20: 25; 28: 23, 31).
(2) El reino produce a la iglesia (porque conforme las personas entran al reino de Dios se unen a la comunión humana de la iglesia).
(3) La iglesia testifica del reino (porque Jesús dijo: «este evangelio del reino se predicará en todo el mundo», Mt 24:14).
(4) La iglesia es el instrumento del reino (porque el Espíritu Santo, manifestando el poder del reino, obra por medio de los discípulos para sanar los enfermos y echar fuera demonios, como lo hizo en el ministerio de Jesús; Mt 10: 8; Lc 10: 17).
(5) La iglesia es el custodio del reino (porque a la iglesia se le ha dado las llaves del reino de los cielos; Mt 16: 19).
Por consiguiente, no debemos identificar al reino de Dios con la iglesia (como en la teología católico romana), ni tampoco el reino de Dios como enteramente futuro, algo distinto de la edad de la iglesia (como en la antigua teología dispensacional).
Más bien, debemos reconocer que hay una conexión estrecha entre el reino de Dios y la iglesia. Conforme la iglesia proclama las buenas noticias del reino, la gente vendrá a la iglesia y empezará a experimentar las bendiciones del gobierno de Dios en sus vidas. El reino se manifiesta mediante la iglesia, y por ello el futuro del reino de Dios irrumpe en el presente (ya) está aquí: Mt 12:28; Ro 14: 17; y «todavía no» está aquí completamente: Mt 25:24; 1ª Co 6: 9-10).
Por consiguiente, los que creen en Cristo empezarán a experimentar algo de cómo será el reino final de Dios: conocerán alguna medida de victoria sobre el pecado (Ro 6: 14; 14: 17), sobre la oposición demoníaca (Lc 10: 17), y sobre la enfermedad (Lc 10: 9). Vivirán en el poder del Espíritu Santo (Mt 12: 28; Ro 8:4-17; 14: 17), que es el poder dinámico del reino venidero. Con el tiempo Jesús volverá y su reino se extenderá sobre toda la creación (1ª Co 15: 24-28).
NOTA: Un dispensacionalistas puede conceder este punto de que la iglesia ha sido la receptora de muchas aplicaciones de las profecías del Antiguo Testamento respecto a Israel, pero que el verdadero cumplimiento de estas promesas todavía vendrá en el futuro al Israel étnico. Pero con todos estos ejemplos evidentes del Nuevo Testamento de clara aplicación de estas promesas a la iglesia, parece no haber ninguna razón fuerte para negar que esto realmente es el único cumplimiento que Dios va a dar a estas promesas.
Estos cinco puntos son resumen de Ladd, Theology, pp. 111-19.

B. LAS «MARCAS» DE LA IGLESIA (CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS)

1. HAY IGLESIAS VERDADERAS E IGLESIAS FALSAS.
¿Qué hace iglesia a una iglesia? ¿Qué es necesario para tener una iglesia? ¿Puede un grupo de personas que afirman ser creyentes llegar a ser tan distintos a lo que una iglesia debería ser que ya no se deberían llamar una iglesia?
En los primeros siglos de la iglesia cristiana hubo escasa controversia en cuanto a lo que era una verdadera iglesia. Había sólo una iglesia en todo el mundo, la iglesia «visible» por todo el mundo, y esa era, por supuesto, la verdadera iglesia. Esta iglesia tenía obispos y ministros locales y templos que todos podían ver. A cualquier hereje que se hallaba estando en serio error doctrinal simplemente se le excluía de la iglesia.
Pero en la Reforma surgió una cuestión crucial: ¿cómo podemos reconocer a una iglesia verdadera? ¿Es la Iglesia Católica Romana una iglesia verdadera o no? A fin de responder a esa cuestión la gente tuvo que decidir lo que eran las «marcas» de una verdadera iglesia, las características distintivas que nos llevan a reconocerla como una verdadera iglesia. La Biblia por cierto habla de iglesias falsas.
Pablo dice de los templos paganos en Corinto: «cuando ellos ofrecen sacrificios, lo hacen para los demonios, no para Dios» (1ª Co 10: 20). Les dice a los corintios que «cuando eran paganos se dejaban arrastrar hacia los ídolos mudos» (1ª Co 12: 2). Estos templos paganos por cierto eran iglesias falsas o asambleas religiosas falsas. Es más, la Biblia habla de una asamblea religiosa que es realmente una (sinagoga de Satanás) (Ap 2:9; 3:9). Aquí el Señor Jesús resucitado parece referirse a asambleas de judíos que aducían ser judíos pero que no eran verdaderos judíos que tenían fe que salva.
Su asamblea religiosa no era una asamblea del pueblo de Cristo sino de los que todavía pertenecían al reino de las tinieblas, el reino de Satanás. Esto podría ciertamente ser una falsa iglesia.
En gran medida hubo acuerdo entre Lutero y Calvino sobre la cuestión de lo que constituía una verdadera iglesia. La declaración luterana de fe, que se llama la Confesión de Ausburgo (1530), definió a la iglesia como «la congregación de los santos en los que se enseña correctamente el evangelio y se administra apropiadamente los sacramentos) (Artículo 7). De modo similar, Juan Calvino dijo: «Dondequiera que vemos la palabra de Dios predicada en su pureza y oída, y los sacramentos administrados conforme a la institución de Cristo, allí, no se debe dudar, existe la iglesia de Dios).
Aunque Calvino habla de predicación pura de la palabra (en tanto que la confesión luterana habla de predicación correcta del evangelio) y aunque Calvino dijo que la palabra no sólo debe ser predicaba sino también oída (en tanto que la confesión de Ausburgo meramente menciona que tiene que ser enseñada correctamente), su entendimiento de las marcas distintivas de una verdadera iglesia son muy similares.
Confesiones posteriores a veces añadieron una tercera marca de la iglesia (el ejercicio correcto de la disciplina eclesiástica), pero ni Lutero ni Calvino mismos menciona esta marca. En contraste al concepto que tenían Lutero y Calvino respecto a las marcas de una iglesia, la posición católica romana ha sido que la iglesia visible que descendió de Pedro y los apóstoles es la verdadera iglesia.
Parece apropiado tomar la noción de Lutero y Calvino sobre las marcas de una verdadera iglesia como correctas todavía hoy. Ciertamente si no se predica la palabra de Dios, sino simplemente falsas doctrinas o doctrinas de los hombres, entonces no hay una verdadera iglesia. En algunos casos podemos tener dificultad para determinar simplemente cuánta doctrina errada se puede tolerar antes de que a una iglesia ya no se la pueda considerar una verdadera iglesia, pero hay muchos casos claros en donde podemos decir que una verdadera iglesia no existe.
Por ejemplo, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (la iglesia mormona) no sostiene ninguna de las doctrinas principales respecto a la salvación o la persona de Dios, o la persona y obra de Cristo. Es claramente una iglesia falsa. De modo similar, los Testigos de Jehová enseñan salvación por obras, y no por confiar sólo en Cristo. Esta es una desviación doctrinal fundamental porque si las personas creen en las enseñanzas de los Testigos de Jehová, simplemente no son salvados.
Así que a los Testigos de Jehová también se les debe considerar una falsa iglesia. Cuando la predicación de una iglesia esconde de sus miembros el mensaje del evangelio de salvación por fe sola, de modo que el mensaje del evangelio no se proclama claramente, y no ha sido proclamado por algún tiempo, la reunión del grupo no es una iglesia.
La segunda marca de un iglesia, la correcta administración de los sacramentos (bautismo y la Cena del Señor) se indicó probablemente en oposición a la noción católico romana de que la gracia que salva viene mediante los sacramentos y por ello los sacramentos fueron hechos «obras» por los que ganamos méritos para la salvación. De esta manera, la Iglesia Católica Romana insistía en pago antes que en enseñar la fe como medio de obtener la salvación.
Pero existe otra razón para incluir los sacramentos como marca de la iglesia.
Una vez que una organización empieza a practicar el bautismo y la Cena del Señor, es una organización que continúa y está intentando funcionar como iglesia. (En la sociedad estadounidense moderna, una organización que empieza a reunirse para adoración, oración y enseñanza bíblica los domingos por la mañana también claramente puede estar intentando funcionar como una iglesia).
El bautismo y la Cena del Señor también sirven como «controles de membrecía» para la iglesia. El bautismo es el medio de admitir personas a la iglesia, y la Cena del Señor es el medio de permitir a las personas dar una señal de continuar en la membrecía de la iglesia; la iglesia considera como salvados a los que reciben el bautismo y la Cena del Señor.
Por consiguiente, estas actividades indican lo que una iglesia piensa en cuanto a la salvación, y apropiadamente se menciona como una marca de la iglesia hoy por igual. En contraste, los grupos que no administran el bautismo y la Cena del Señor indican que no están intentando funcionar como una iglesia. Alguien puede pararse en una esquina con un pequeño grupo y tener verdadera predicación y oír de la palabra, pero las personas allí no serían una iglesia.
Incluso la reunión de estudio bíblico de barrio en un hogar puede tener verdadera enseñanza y oír de la palabra sin llegar a ser una iglesia. Pero si un grupo de estudio bíblico local empieza a bautizar a sus propios nuevos convertidos y regularmente participar en la Cena del Señor, estas cosas indicarían una intención de funcionar como una iglesia y sería dificil decir por qué no se la debería considerar una iglesia en sí mismo.
NOTA: Confesiones posteriores a veces añadieron una tercera marca de la iglesia (el ejercicio correcto de la disciplina eclesiástica), pero ni Lutero ni Calvino mismos mencionan esta marca.
2. IGLESIAS VERDADERAS Y FALSAS HOY.
En vista de la cuestión planteada durante la Reforma, ¿qué tal en cuanto a la Iglesia Católica Romana hoy? ¿Es una verdadera iglesia? Aquí parece que no podemos simplemente tomar una decisión respecto a la Iglesia Católica Romana como un todo, porque su diversidad es demasiado amplia.
Preguntar si la Iglesia Católica Romana es una verdadera iglesia o una iglesia falsa hoy es de alguna manera similar a preguntar si las iglesias protestantes son verdaderas o falsas hoy; hay una gran variedad entre ellas.
Algunas parroquias, católica romana ciertamente carecen de ambas marcas: no hay predicación pura de la palabra de Dios y las personas de esa parroquia no saben ni han recibido el mensaje de salvación por la sola fe en Cristo.
La participación en los sacramentos se ve como una «obra» que puede ganar mérito ante Dios. Tal grupo de personas no es una verdadera iglesia cristiana. Por otro lado, hay muchas parroquias católicas romanas en varias partes del mundo hoy en donde el párroco local tiene un conocimiento genuino de salvación en Cristo y una relación personal vital con Cristo en oración y estudio bíblico. Sus homilías y enseñanza privada de la Biblia ponen mucho énfasis en la fe personal y en la necesidad de la lectura bíblica individual y oración.
Sus enseñanzas sobre los sacramentos recalcan sus aspectos simbólicos y conmemorativos mucho más que hablar de ellos como actos que ameritan alguna infusión de gracia que salva de parte de Dios.
En tal caso, aunque diríamos que todavía hay profundas diferencias con la enseñanza católico romana en algunas doctrinas, con todo, parecería que tal iglesia tendría una aproximación lo suficientemente cercana a las dos características de la iglesia que sería dificil negar que sea en verdad una verdadera iglesia.
Parecería ser una congregación genuina de creyentes en la cual se enseña el evangelio (aunque no puramente) y los sacramentos se administran más apropiada que erróneamente.
¿Hay iglesias falsas dentro de protestantismo? Si miramos de nuevo a las dos marcas distintivas de la iglesia, en el juicio de este escritor parece apropiado decir que muchas iglesias protestantes de teología liberal son hoy en efecto iglesias falsas.
¿Tiene el evangelio de justicia y obras y no creer en la Biblia que estas iglesias enseñan alguna probabilidad mayor de salvar a las personas que la enseñanza católica romana de tiempos de la Reforma? Y, ¿no es probable que su administración de los sacramentos sin enseñanza sólida a cualquiera que entra por sus puertas le dé tanta falsa seguridad a los pecadores no regenerados como el uso de los sacramentos por parte de la Iglesia Católica Romana en el tiempo de la Reforma?
En donde haya una asamblea de personas que toman el nombre «cristianos» pero siempre enseñan a las personas que no pueden creer lo que dice la Biblia-en verdad una iglesia cuyo pastor o congregación rara vez lee la Biblia, ni ora de alguna manera significativa, y no cree o tal vez incluso ni siquiera entiende el evangelio de salvación por la sola fe en Cristo-, ¿cómo podemos decir que es una iglesia verdadera?
NOTA: El Ejército de Salvación es un caso inusual porque no observa el bautismo o la Cena del Señor, sin embargo en toda otra manera parece ser una verdadera iglesia. En este caso la organización ha sustituido otros medios de indicar membrecía y continua participación en la iglesia, y estos otros medios de indicar membrecía proveen un sustituto para el bautismo y la Cena del Señor en términos de «controles de membrecía».
Las diferencias doctrinales significativas todavía incluirían asuntos tales como el sacrificio continuado de la misa, la autoridad del papa y los concilios de la iglesia, la veneración de la virgen María y su papel en la redención, la doctrina del purgatorio, y la extensión del canon bíblico.

C. LOS PROPÓSITOS DE LA IGLESIA

Podemos entender los propósitos de la iglesia en términos de ministerio a Dios, ministerio a los creyentes, el ministerio al mundo.
1. MINISTERIO A DIOS: ADORACIÓN.
En relación a Dios el propósito de la iglesia es adorarle. Pablo dice a la iglesia de Calosas: «Canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón» (Col 3: 16). Dios nos ha destinado y señalado en Cristo para que «seamos para alabanza de su gloria» (Ef 1: 12). La adoración en la iglesia no es meramente una preparación para algo más: es en sí misma cumplir el propósito principal de la iglesia con referencia a su Señor.
Por eso Pablo puede seguir una exhortación de que debemos «aprovecha[r] al máximo cada momento oportuno» con un mandamiento de ser llenos del Espíritu y entonces decir: «Canten y alaben al Señor con el corazón» (Ef 5:16-19).
2. MINISTERIO A LOS CREYENTES: NUTRIR.
Según la Biblia la iglesia tiene una obligación de nutrir a los que ya son creyentes y edificarlos a la madurez en la fe. Pablo dijo que su propia meta no era simplemente llevar a las personas a la fe inicial que salva sino «presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre» (Col 1:28, RVR). Le dijo a la iglesia de Éfeso que Dios dio a la iglesia personas dotadas «a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo» (Ef. 4:12-13).
Es claramente contrario al patrón del Nuevo Testamento pensar que nuestra única meta con las personas es llevarlas a la fe inicial que salva. Nuestra meta como iglesia debe ser presentar a Dios a todo creyente «perfecto en Cristo» (Col 1: 28).
NOTA: Una conclusión similar la expresó J. Gresham Machen ya en 1923: «La Iglesia de Roma puede representar una perversión de la religión cristiana; pero e1liberalismo naturalista no es cristianismo para nada» (Christianity and Liberalism, [Eerdmans, Grand Rapids, 1923J, p. 52).
En el próximo capítulo consideraremos la cuestión de la pureza de la iglesia. Aunque los creyentes no se deben asociar voluntariamente con una iglesia falsa, debemos reconocer que entre las verdaderas iglesias hay iglesias más puras y menos puras (ver consideración en el capítulo 45, abajo).
También es importante notar aquí que algunas denominaciones protestantes de teología liberal pueden tener muchas iglesias falsas dentro de la denominación (iglesias en donde no se predica ni se oye el evangelio) y todavía tener algunas congregaciones locales que predican el evangelio clara y fielmente y son verdaderas iglesias.
3. MINISTERIO AL MUNDO: EVANGELIZACIÓN Y MISERICORDIA.
Jesús les dijo a sus discípulos: «hagan discípulos de todas las naciones» (Mt 28: 19). Esta obra evangelizadora de declarar el evangelio es el ministerio primario de la iglesia hacia el mundo.
Sin embargo, acompañando a la obra de evangelización también está un ministerio de misericordia; misericordia que incluye atender en el nombre del Señor a los pobres y necesitados. Aunque el énfasis del Nuevo Testamento es dar ayuda material alas que son parte de la iglesia (Hch 11: 29; 2ª Co 8: 4; 1ª Jn 3: 17), con todo hay una afirmación de que es correcto ayudar a los no creyentes aunque ellos no respondan con gratitud o aceptación del mensaje del evangelio. Jesús nos dice:
Ustedes, Por El Contrario, Amen A Sus Enemigos, Háganles Bien Y Denles Prestado Sin Esperar Nada A Cambio. Así Tendrán Una Gran Recompensa Y Serán Hijos Del Altísimo, Porque Él Es Bondadoso Con Los Ingratos Y Malvados. Sean Compasivos, Así Como Su Padre Es Compasivo (Lc 6: 35-36).
El punto de la explicación de Jesús es que debemos imitar a Dios al ser bondadosos por igual con los que son ingratos y egoístas. Es más, tenemos el ejemplo de Jesús que no intentó sanar sólo a los que lo aceptaron como Mesías. Más bien, cuando grandes multitudes vinieron a él, «él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó» (Lc 4: 40). Esto debería animarnos a realizar obras de bondad, y orar por sanidad y otras necesidades, en la vida de los que no son creyentes tanto como de los creyentes.
Tales ministerios de misericordia al mundo también pueden incluir participación en actividades cívicas o intentar influir en las políticas del gobierno para hacerlas más consistentes con los principios morales bíblicos. En aspectos en que hay una injusticia sistemática manifestada en el tratamiento de los pobres o de minorías étnicas o religiosas, la iglesia también debería orar y, según se presente la oportunidad, hablar contra tal injusticia.
Todos estos son maneras en las que la iglesia puede suplementar su ministerio evangelizador al mundo y en verdad adornar el evangelio que profesa. Pero tales ministerios de misericordia al mundo nunca deben llegar a ser sustituto de una evangelización genuina o de los otros aspectos de ministerio a Dios y a los creyentes mencionados arriba.
4. CÓMO MANTENER EN EQUILIBRIO ESTOS PROPÓSITOS.
Una vez que hemos mencionado estos tres propósitos para la iglesia alguien puede preguntar: ¿cuál es el más importante? O tal vez algún otro pudiera preguntar: ¿podríamos descuidar alguno de estos tres como menos importante que los otros?
A eso debemos responder que el Señor ordena en la Biblia todos los tres propósitos de la iglesia; por consiguiente, los tres son importantes y no se puede descuidar ninguno. Es más, una iglesia fuerte tendrá ministerios efectivos en todos estos tres aspectos. Debemos evitar cualquier intento de reducir los propósitos de la iglesia a sólo uno de estos tres y decir que debería ser nuestro enfoque primario.
En verdad, tales intentos de hacer primario uno de estos propósitos siempre resultarán en algún descuido de los otros dos. Una iglesia que hace énfasis sólo en la adoración acabará con enseñanza bíblica inadecuada de los creyentes y sus miembros permanecerán con superficialidad en su comprensión de las Escrituras e inmaduros en sus vidas cristianas. Si también empieza a descuidar la evangelización la iglesia dejará de crecer en su influencia a otros, se volverá egocéntrica ya la larga empezará a marchitarse.
Una iglesia que pone la edificación de los creyentes como el propósito que toma preferencia sobre los otros dos tenderá a producir creyentes que saben mucha doctrina bíblica pero que cuyas vidas espirituales son secas porque conocen muy poco del gozo de adorar a Dios o de hablarles a otros en cuanto a Cristo.
Pero una iglesia que pone en la evangelización tal prioridad que hace que los otros dos propósitos queden en el descuido también terminará con creyentes inmaduros que hacen énfasis en el crecimiento en números pero que tienen menos y menos genuino amor a Dios expresado en su adoración, y menos y menos madurez doctrinal y santidad personal en sus vidas. Una iglesia saludable debe recalcar continuamente los tres propósitos.
Sin embargo, los individuos son diferentes de la iglesia al poner una prioridad relativa en uno u otro de los propósitos de la iglesia. Debido a que somos como un cuerpo con diversos dones espirituales o capacidades, es correcto que pongamos más de nuestro énfasis en el cumplimiento del propósito de la iglesia que está más estrechamente relacionado a los dones e intereses que Dios nos ha dado.
Ciertamente no hay obligación que todo creyente intente dar exactamente un tercio de su tiempo en la iglesia a la oración, otro tercio a cultivar otros creyentes, y un tercio a la evangelización y obras de misericordia. Alguien con el don de evangelización debería por supuesto pasar algún tiempo en adoración y cuidando a otros creyentes, pero puede acabar dedicando la vasta mayoría de su tiempo en obra evangelizadora.
Alguien que es un dirigente talentoso de adoración puede acabar dedicando el 90 por ciento de su tiempo en la iglesia a la preparación y dirección de la adoración. Es solamente apropiada respuesta a la diversidad de dones que Dios nos ha dado.
NOTA: No es mi intención decir que la evangelización es más importante que la adoración o el ministerio al creyente, sí no que es nuestro ministerio principal para con el mundo.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. Al pensar en la iglesia como la comunión invisible de todos los verdaderos creyentes todo el tiempo, ¿cómo afecta eso la manera en que usted piensa de sí mismo como creyente individual? En la comunidad en que vive, ¿hay mucha unidad visible entre creyentes genuinos (es decir, ¿hay mucha evidencia visible de la verdadera naturaleza de la iglesia invisible?)? ¿Dice algo el Nuevo Testamento respecto al tamaño ideal de una iglesia individual?
2. ¿Consideraría usted a la iglesia en que está ahora como una iglesia verdadera? ¿Alguna vez ha sido miembro de una iglesia que usted pensaría que es una iglesia falsa? ¿Piensa usted que se hace algún daño cuando los creyentes evangélicos continúan dando la impresión de que piensan que las iglesias protestantes de teología liberal son verdaderas iglesias cristianas? Visto desde la perspectiva del juicio final, ¿qué bien o qué daño puede surgir si no decimos que pensamos que las iglesias no creyentes son iglesias falsas?
3. ¿Le da alguna de las metáforas de la iglesia un nuevo aprecio por la iglesia a la que asiste al presente?
4. ¿A qué propósito de la iglesia piensa usted que puede contribuir más eficazmente? ¿Respecto a qué propósito ha puesto Dios en su corazón un fuerte deseo de contribuir?
TÉRMINOS ESPECIALES
Cuerpo de Cristo, ekklesía, iglesia, iglesia invisible, iglesia visible, marcas de la iglesia
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Efesios 4:11-13: Él Mismo Constituyó A Unos, Apóstoles; A Otros, Profetas; A Otros, Evangelistas;  Y A Otros, Pastores Y Maestros, A Fin De Capacitar Al Pueblo De Dios Para La Obra De Servicio, Para Edificar El Cuerpo De Cristo. De Este Modo, Todos Llegaremos A La Unidad De La Fe Y Del Conocimiento Del Hijo De Dios, A Una Humanidad Perfecta Que Se Conforme A La Plena Estatura De Cristo.

CAPÍTULO 2

LA PUREZA Y UNIDAD DE LA IGLESIA

¿Qué hace a una iglesia más agradable a Dios, o menos? ¿Con qué clase de iglesias debemos cooperar o unirnos?
EXPLICACIÓN YBASE BÍBLICA

A. IGLESIAS MÁS PURAS Y MENOS PURAS

En el capítulo previo vimos que hay «iglesias verdaderas» e «iglesias falsas». En este capítulo debemos hacer una distinción adicional: hay iglesias más puras y menos puras.
Este hecho es evidente de una breve comparación de las epístolas de Pablo. Cuando miramos a Filipenses o 1 Tesalonicenses hallamos evidencia del gran gozo de Pablo en estas iglesias y la ausencia relativa de serios problemas doctrinales o morales (ver Flp. 1:3-11; 4:10-16; 1 Ts 1:2-10; 3:6-10; 2 Ts 1:3--4; 2:13; cf. 2 Ca 8:1-5).
Por otro lado, había toda clase de serios problemas doctrinales o morales en las iglesias de Galacia (Gá 1:6-9; 3:1-5) y Corinto (1 Ca 3:1-4; 4:18-21; 5:1-2, 6; 6:1-8; 11:17-22; 14:20-23; 15:12; 2 Ca 1:23-2:11; 11:3-5, 12-15; 12:20-13:10). Se podrían dar otros ejemplos, pero debe ser claro que entre las verdaderas iglesias hay iglesias menos puras y más puras. Iglesias falsas Iglesias verdaderas Menos más Esto se puede representar como
IGLESIAS FALSAS                       IGLESIAS VERDADERAS
Menos Puras                                     Más Puras
ENTRE LAS VERDADERAS IGLESIAS HAY IGLESIAS MENOS PURAS Y MÁS PURAS

B. DEFINICIONES DE PUREZA Y UNIDAD

Podemos definir la pureza de la iglesia como sigue: La pureza de la iglesia es su grado de libertad de doctrina y conducta errónea, y su grado de conformidad con la voluntad revelada de Dios para la iglesia.
Como veremos en la consideración que sigue, es correcto orar y trabajar por una mayor pureza en la iglesia. Pero la pureza no puede ser nuestra única preocupación, porque de serlo los creyentes tendrán una tendencia a separarse en grupos diminutos de creyentes muy «puros» y tenderán a excluir a todo el que muestre la más ligera desviación en doctrina o conducta de vida.
Por consiguiente, el Nuevo Testamento también habla frecuentemente de la necesidad de esforzarse por la unidad de la iglesia visible. Esto se puede definir de la siguiente manera: La unidad de la iglesia es su grado de libertad de divisiones entre verdaderos creyentes.
La definición especifica «creyentes verdaderos» porque, como vimos en el capítulo previo, hay los que son cristianos sólo de nombre, pero no tienen una genuina experiencia de regeneración por el Espíritu Santo. Con todo, muchos de estos toman el nombre de «cristianos» y muchas iglesias que están llenas con tales no creyentes todavía se llaman iglesias cristianas.
No debemos esperar ni esforzamos por la unidad organizacional o funcional que incluya a todas esas personas, y por consiguiente nunca habrá unidad con todas las iglesias que se llaman «cristianas». Pero, como veremos también en la consideración que sigue, el Nuevo Testamento por cierto nos anima a esforzamos por la unidad de todos los creyentes verdaderos.

C. SEÑALES DE UNA IGLESIA MÁS PURA

Los factores que hacen «más pura» a una iglesia incluyen:
1. Doctrina bíblica (o predicación correcta de la palabra de Dios).
2. Uso apropiado de los sacramentos (u ordenanzas).
3. Uso apropiado de la disciplina eclesiástica.
4. Adoración genuina.
5. Oración eficaz.
6. Testimonio efectivo.
7. Comunión efectiva.
8. Gobierno bíblico de la iglesia.
9. Poder espiritual en el ministerio.
10. Santidad personal de vida entre los miembros.
11. Cuidado por los pobres.
12. Amor a Cristo.
Puede haber otras señales a más de estas, pero por lo menos estas se pueden mencionar como factores que aumentan la conformidad de una iglesia a los propósitos de Dios. Por supuesto, las iglesias pueden ser más puras en algunos aspectos y menos puras en otros; una iglesia puede tener excelente doctrina y predicación sólida, por ejemplo, y sin embargo ser un desalentador fracaso en el testimonio a otros o en adoración significativa.
Una iglesia puede tener un testimonio dinámico y tiempo de adoración que honra grandemente a Dios, pero ser débil en comprensión doctrinal y enseñanza bíblica.
La mayoría de las iglesias tenderán a pensar que los aspectos en los que son fuertes son los aspectos más importantes, y los aspectos en que son débiles son los menos importantes. Pero el Nuevo Testamento nos anima a esforzamos por la pureza de la iglesia en todos estos aspectos. La meta de Cristo para la iglesia es «hacerla santa.
Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable» (Ef 5: 26-27). El ministerio de Pablo era «aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él» (Col 1: 28). Es más, Pablo le dice su actitud que los ancianos deben «exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan» (Tit 1: 9), y dijo que a los falsos maestros «hay que taparles la boca» (Tit 1: 11).
Judas insta a los creyentes a «que sigan luchando vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos» Jud 3). El uso apropiado de los sacramentos se ordena en 1 Corintios 11: 17-34, y el uso apropiado de la disciplina eclesiástica para proteger la pureza de la iglesia se exige en 1 Corintios 5:6-7, 12-13.
El Nuevo Testamento también menciona una serie de otros factores: debemos esforzarnos por la adoración espiritual (Ef. 5: 18-20; Col 3: 16-17), testimonio eficaz (Mt 28: 19-20; Jn 13: 34-35; Hch 2:44-47; l]n 4:7), gobierno apropiado de la iglesia (1ª Ti 3: 1-13), poder espiritual en el ministerio (Hch 1: 8; Ro 1: 16; 1ª Co 4: 20; 2ª Co 10: 3-4; Gá 3: 3-5; 2ª Ti 3: 5; Stg 5: 16), santidad personal (1ª Ts 4: 3; Heb 12: 14), cuidado de los pobres (Hch4:32-35; Ro 15:26; Gá. 2:10), y amor a Cristo (1ª P 1: 8; Ap 2: 4).
Es más, todos los creyentes deben [procurar] que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1ª CO 14: 12), exhortación que se aplica no sólo a un aumento en el número de miembros de la iglesia, sino también (yen verdad primordialmente) a la «edificación» o crecimiento de la iglesia hacia la madurez cristiana.
La fuerza de todos esos pasajes es recordamos que debemos esforzarnos por la pureza de la iglesia visible.
Por supuesto, a fin de trabajar por la pureza de la iglesia, especialmente de la iglesia local de la que somos parte, debemos reconocer que es un proceso, y que cualquier iglesia de la que seamos parte será de alguna manera impura en varios aspectos. No había iglesias perfectas en tiempos del Nuevo Testamento ni habrá iglesias perfectas hasta que Cristo vuelva.
Esto quiere decir que los creyentes no tienen obligación de buscar la iglesia más pura que puedan hallar y quedarse allí, y luego salir si una iglesia más pura se aparece. Más bien, deben hallar una iglesia verdadera en la que puedan tener un ministerio eficaz y en la que encuentren también crecimiento cristiano, y deben quedarse allí y ministrar, continuamente esforzándose por la pureza de esa iglesia.
Dios a menudo bendecirá sus oraciones y testimonio fiel y la iglesia gradualmente crecerá en muchos aspectos de pureza.
Pero debemos damos cuenta de que no todas las iglesias responderán bien a las influencias que les llevarían a una pureza mayor. A veces, a pesar de unos pocos creyentes fieles dentro de una iglesia, su dirección dominante la fijarán otros que están determinados a llevarla en otra dirección.
A menos que Dios en su gracia intervenga para dar reforma, algunas de estas iglesias se volverán sectas, y otros simplemente morirán y cerrarán sus puertas. Pero, más comúnmente, estas iglesias simplemente se descarriarán al protestantismo de teología liberal.
Es útil en este punto recordar que el protestantismo clásico de teología liberal es humanístico, y sus enfoques son primordialmente centrados en el hombre antes que centrados en Dios.
NOTA: Esto lo reconoce la Confesión Westminster de Fe: «Las iglesias más puras bajo el cielo están sujetas a mezcla y error.
Cuando una iglesia empieza a descarriarse de la fidelidad a Cristo, esto será evidente no sólo en el cambio a doctrina impura (que a veces los miembros de la iglesia pueden ocultar mediante el uso del lenguaje evasivo) sino también en la vida diaria de la iglesia: sus actividades, su predicación, su asesoramiento, e incluso las conversaciones entre los miembros tenderán a ser más y más centradas en el hombre y menos y menos centradas en Dios.
Esto tenderá a ser un énfasis repetido de las clases típicas de consejo de autoayuda que dan las revistas populares y los psicólogos seculares. Habrá una orientación horizontal en oposición a una orientación vertical o centrada en Dios; habrá menos y menos tiempos extendidos de oración, y menos y menos énfasis en la aplicación directa de la Biblia a situaciones diarias, pero más énfasis en simplemente ser una persona cariñosa y sensible, y en afirmar a otros y actuar con amor hacia ellos.
La conversación y actividades de la iglesia tendrá muy poco contenido genuinamente espiritual; poco énfasis en la necesidad de oración diaria por preocupaciones individuales y por el perdón de los pecados, escaso énfasis en la lectura personal diaria de la Biblia, y escaso énfasis en una confianza en Cristo momento tras momento y conocer la realidad de su presencia en nuestras vidas.
En donde hay amonestaciones a reforma moral, estas a menudo se verán como deficiencias humanas que las personas pueden corregir por disciplina y esfuerzo propios, y tal vez el estímulo de otros, pero estos aspectos morales de la vida no se verán primordialmente como pecado contra un Dios santo, pecado que se puede vencer efectivamente sólo por el poder del Espíritu Santo obrando desde adentro. Cuando tal énfasis humanístico se vuelve dominante en una iglesia, se ha alejado hacia el extremo «menos puro» de la escala en muchos de los aspectos mencionados arriba, y se mueve en dirección a convertirse en una iglesia falsa.

D. LA ENSEÑANZA DEL NUEVO TESTAMENTO SOBRE LA UNIDAD DE LA IGLESIA

Hay un fuerte énfasis en el Nuevo Testamento en la unidad de la iglesia. La meta de Jesús es que «habrá un solo rebaño y un solo pastor» Gn 10:16), y él ora que todos los futuros creyentes «que todos sean uno» Gn 17:21). Esta unidad será un testimonio a los no creyentes, porque Jesús ora: «Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí» Gn 17: 23).
Pablo le recuerda a los corintios que son «llamados a ser su santo pueblo, junto con todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros» (1ª Co 1: 2). Luego Pablo escribe a Corinto: «Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito» (1ª Co 1:10; d. v. 13).
Les anima a los Filipenses: «llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento» (Flp 2: 2). Les dice a los efesios que los creyentes deben «mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz» (Ef. 4: 3), y que el Señor da dones a la iglesia «a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo» (Ef 4: 12-13).
Pablo puede ordenarle a la iglesia a vivir en unidad porque ya hay una unidad espiritual real en Cristo que existe entre creyentes genuinos. Dice: «Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos» (Ef. 4: 4-6), y aunque el cuerpo de Cristo consiste de muchos miembros, todos esos miembros son </Un cuerpo) (1ª Co 10:17; 12: 12-26).
Debido a que son celosos para proteger esta unidad de la iglesia, los escritores del Nuevo Testamento dan fuertes advertencias contra los que causan divisiones:
Les Ruego, Hermanos, Que Se Cuiden De Los Que Causan Divisiones Y Dificultades, Y Van En Contra De Lo Que A Ustedes Se Les Ha Enseñado. Apártense De Ellos. Tales Individuos No Sirven A Cristo Nuestro Señor, Sino A Sus Propios Deseos. Con Palabras Suaves Y Lisonjeras Engañan A Los Ingenuos (Ro 16: 17-18).
Pablo se opuso a Pedro de frente porque él se separó de los creyentes gentiles y empezó a comer sólo con creyentes judíos (Gá 2: 11-14). Los que promueven «discordia, disensiones, sectarismos no heredarán el reino de Dios.» (Gá 5: 20-21). Y Judas advierte que los que «causan divisiones se dejan llevar por sus propios instintos, pues no tienen el Espíritu» Jud 19).
Consistente con este énfasis del Nuevo Testamento en la unidad de los creyentes es el hecho de que los mandamientos directos de separarse de otros siempre son mandamientos a separarse de los no creyentes y no de los creyentes con quienes uno está en desacuerdo. Cuando Pablo dice: «Salgan de en medio de ellos y apártense» (2ª Co 6: 17), es en respaldo a su mandamiento inicial de esa sección: «No formen yunta con los incrédulos» (2ª Co 6: 14).
Y Pablo le dice a Timoteo: «Con esa gente ni te metas» (2ª Ti 3: 5), refiriéndose no a creyentes, sino a los no creyentes, los que son «más amigos del placer que de Dios. Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad) (2ª Ti 3: 4-5). Dice que estas personas son «personas de mente depravada, reprobadas en la fe» (2ª Ti 3: 8).
Por supuesto, hay una clase de disciplina eclesiástica que exige separación de un individuo que está causando problemas dentro de la iglesia (Mt 18: 17; 1ª Co 5:11-13), y puede haber otras razones para que los creyentes concluyan que es precisa la separación,' pero es importante notar aquí, al hablar de la unidad de la iglesia, que no hay ningún mandamiento directo en el Nuevo Testamento a separarse de los creyentes con quienes uno tiene diferencias doctrinales (a menos que esas diferencias incluyan herejías tan serias que se niega la fe cristiana en sí misma).
Estos pasajes sobre la unidad de la iglesia nos dicen que, además de esforzarnos por la pureza de la iglesia visible, también debemos esforzarnos por la unidad de la iglesia visible.
Sin embargo, debemos damos cuenta de que tal unidad no exige en realidad un solo gobierno mundial de la iglesia sobre todos los creyentes. Es más, la unidad de los creyentes a menudo se demuestra muy efectivamente mediante la cooperación voluntaria y afiliación entre grupos cristianos.
Todavía más, diferentes tipos de ministerios y diferentes énfasis en el ministerio pueden resultar en organizaciones diferentes, todas bajo la cabeza universal de Cristo como Señor de la iglesia. Por consiguiente, la existencia de diferentes denominaciones, juntas misioneras, instituciones educativas cristianas, ministerios universitarios, y cosas por el estilo no necesariamente son una marca de desunión en la iglesia (aunque en algunos casos pudiera serlo), porque puede haber una gran cantidad de cooperación y demostraciones frecuentes de unidad entre cuerpos tan diversos como estos.
(Pienso que el término moderno organización para eclesiástica es desdichado, porque implica que estas organizaciones de alguna manera están «al lado» y por consiguiente «fuera de» la iglesia, en tanto que en realidad son simplemente partes diferentes de una sola iglesia universal. Todavía más, muchos creyentes aducen que no debería haber un gobierno mundial de la iglesia, porque el patrón del Nuevo Testamento del gobierno de la iglesia nunca muestra a los ancianos teniendo autoridad sobre algo más que sus propias publicaciones locales (ver capítulo 47 abajo).
Es más, incluso en el Nuevo Testamento los apóstoles convinieron que Pablo debía recalcar la obra misionera a los gentiles en tanto que Pedro recalcaría la obra misionera a los judíos (Gá 2:7), y Pablo y Bernabé se fueron por caminos separados por un tiempo debido a un desacuerdo sobre si debían llevar a Marcos con ellos (Hch 15: 39-40), aunque ciertamente tenían unidad en todo otro sentido.
NOTA: Ver la explicación de las razones de la separación en la sección F. abajo, Juan lo prohíbe a los creyentes darles la bienvenida a los maestros heréticos itinerantes que no proclaman el evangelio verdadero; ver explicación abajo.

E. BREVE HISTORIA DE LA SEPARACIÓN ORGANIZACIONAL EN LA IGLESIA

A veces hay razones por la que la unidad externa o visible de la iglesia no se puede mantener. Un breve estudio de la historia de la separación organizacional de la iglesia puede destacar algunas de estas razones, y ayudar a explicar de dónde surgieron las divisiones denominacionales del día presente.
Durante los primeros mil años de la iglesia cristiana hubo en su mayoría unidad externa. Hubo algunas divisiones menores durante controversias con grupos como los montañistas (siglo segundo) y los donatistas (siglo cuarto), y hubo una separación menor de algunas iglesias monofisistas (siglos quinto y sexto), pero el sentimiento prevaleciente era de fuerte oposición a la división en el cuerpo de Cristo.
Por ejemplo, Ireneo, obispo del segundo siglo, dijo de los que causan divisiones en la iglesia: «Ninguna reforma capaz de ser efectuada por ellos será de gran importancia lo suficiente para compensar el daño que surge de su cisma» (Against Heresies, 4. 33.7).
La primera división sería de la iglesia surgió en el año 1054 d.C. cuando la iglesia oriental (ahora ortodoxa) se separó de la iglesia occidental (católico romana).
La razón fue que el papa había cambiado un credo de la iglesia simplemente por autoridad propia,' y la iglesia oriental protestó porque no tenía derecho de hacerlo.
La Reforma en el siglo 16 entonces separó a la iglesia occidental en las ramas católico romano y protestante, sin embargo a menudo hubo una fuerte renuenda a causar división formal. Martín Lutero quería reformar la iglesia sin dividirla, pero fue excomulgado en 1521. La iglesia anglicana (episcopal) no se separó de Roma, sino que fue excomulgada en 1570; así que ella puede decir: «Sufrimos cisma, no lo causamos».
Por otro lado, hubo muchos protestantes, especialmente entre los anabaptistas, que querían formar iglesias de creyentes solamente, y empezaron tan temprano como en 1525 a formar iglesias separadas en Suíza y luego en otras partes de Europa.
En los siglos que siguieron a la Reforma, el protestantismo se dividió en cientos de grupos más pequeños. Algunos dirigentes de los nuevos grupos lamentaron tales divisiones: Juan Wesley, aunque fue el fundador del metodismo, afirmó que vivió y murió como miembro de la iglesia anglicana. A menudo fue cuestiones de conciencia o de libertad religiosa lo que llevó a las divisiones, como con los puritanos y muchos grupos pietistas. Por otro lado, a veces diferencias de lenguaje entre grupos de inmigrantes en los Estados Unidos condujo a la fundación de iglesias separadas.
¿Han sido siempre apropiadas las razones para la separación en diferentes organizaciones y denominaciones? Aunque casi siempre han habido fuertes diferencias teológicas en las divisiones principales de la iglesia, me temo que demasiado a menudo, especialmente en la historia más reciente, los motivos reales para empezar o mantener separación han sido egoístas, y que Juan Calvino puede haber tenido razón al decir: «El orgullo y la auto glorificación es la causa y punto de arranque de todas las controversias, cuando cada persona, irrogándose más de lo que le corresponde por derecho, ansía sujetar a otros bajo su poder»: Todavía más, dice: «La ambición ha sido, y todavía lo es, la madre de todos errores, de todas las confusiones y de todas las sectas»:
A mediados del siglo veinte el movimiento ecuménico procuró una mayor unidad organizacional entre las denominaciones, pero sin ningún éxito que valga la pena notar. No recibió absolutamente ninguna aprobación de corazón o respaldo de los evangélicos. Por otro lado, desde la década de los sesenta, el crecimiento del movimiento carismático a través de todas las líneas denomínacionales, el surgimiento de grupos de barría para estudio bíblico y oración, y una (lamentable) consciencia doctrinal disminuida entre los laicos, ha producido un asombroso aumento en la unidad real de la comunión; aun entre protestantes y católico romanos, a nivel local.
Aunque los párrafos previos hablan de separación en el sentido de:
(1) La formación de organizaciones separadas, hay otras dos clases, más severas, de separación que se deben mencionar:
(2) (No cooperación): en este caso una iglesia u organización cristiana rehúsa cooperar en actividades conjuntas con otras iglesias (actividades tales como campañas de evangelización, o cuitas conjuntos de adoración, o reconocimiento mutuo de la ordenación).
(3) (No compañerismo personal): esto incluye evitar estrictamente al extremo todo compañerismo personal con los miembros de otra iglesia, y prohíbe toda oración conjunta o estudio bíblico, y a veces incluso el contacto social ordinario, con miembros de otro grupo de otra iglesia.
Consideraremos las razones posibles para estas clases de separación en la sección que sigue.
NOTA: La Biblia deja entrever que Pablo tenía razón y Bernabé no en esta controversia, puesto que nos dice que Pablo y Silas dejaron Antioquía «Después de que los hermanos lo encomendaron a la gracia del Señor» (Hch 15: 40), en tanto que no se dice nada similar respecto a Bernabé. Este incidente simplemente se anota en Hechos pero no es evidencia fuerte para la propiedad de la diversificación del ministerio, puesto que el informe de un .conflicto tan serio» (v. 39) entre Pablo y Bernabé indica que no debemos que están enteramente libres de falta.
Desde este punto y hasta el fin del capítulo mucho del material se ha tomado del artículo Separatlon, Ecclesiasticah por Wayne Grudem, preparado para The Tyndale Encyclopedia of Christian Knowledge, (Tyndale House, Wheaton, m., copyright 1971, pero nunca publicado). Usado con permiso.
Ver la consideración de la cláusula filioqué en el capítulo 14, pp. 255-56. Comentario sobre 1ª Co 4: 6. 9Comentario sobre Nm 12:1.

F. RAZONES DE LA SEPARACIÓN

Al examinar los motivos que la gente ha tenido para la separación de la iglesia en toda la historia, y al comparar esos motivos con las exhortaciones del Nuevo testamento de que procuremos tanto la unidad como la pureza de la iglesia visible, podemos hallar razones tanto correctas como erradas para la separación.
Las razones erradas incluirían cosas tales como la ambición personal y el orgullo, o diferencias sobre doctrinas o prácticas menores (patrones doctrinales o de conducta que no afectarían ninguna otra doctrina y que no habrían tenido algún efecto significativo en la manera en que uno vive la vida cristiana).
Por otro lado, hay algunas razones para la separación que podríamos considerar como correctas (o posiblemente correctas, dependiendo de las circunstancias específicas). En la mayoría de los casos estas razones brotarán de la necesidad de esforzarse por la pureza de la iglesia tanto como por su unidad.
Estas razones para la separación se pueden considerar en tres categorías:
(1) Razones doctrinales,
(2) Razones de conciencia, y:
(3) Consideraciones prácticas.
En la sección que sigue menciono algunas situaciones en donde me parece que los creyentes se verían precisados a dejar una iglesia. Luego menciono algunas otras situaciones que me parecen menos claras, en los que algunos creyentes puede pensar que es sabio dejar la iglesia, y otras que yo pensaría que son no sabías.
En estos casos menos claros generalmente no he derivado ninguna conclusión, sino que sencillamente menciono las clases de factores que los creyentes querrán considerar.
1. RAZONES DOCTRINALES.
La necesidad para separarse puede surgir cuando a la posición doctrinal de una iglesia se desvía de una manera seria de las normas bíblicas.
Esta desviación puede ser en declaraciones oficiales o en creencia y práctica real, hasta donde se pueda determinar. Pero ¿cuándo una desviación doctrinal se vuelve tan seria que requiera separarse de una iglesia o formar una iglesia separada?
Como hemos notado arriba, no hay mandamientos en el Nuevo Testamento para separarse de ninguna iglesia verdadera, en tanto y en cuanto ella siga siendo parte del cuerpo de Cristo. La respuesta de Pablo incluso para las personas en iglesias en error (incluso en iglesias como la de Corinto, que toleraba serio error doctrinal y moral, y por un tiempo toleró a algunos que rechazaban la autoridad apostólica de Pablo) no es decirles a los creyentes fieles que se separen de esas iglesias, sino que amonesta a las iglesias, aboga por su arrepentimiento y ora por ellas. Por supuesto que hay mandatos para disciplinar a los que causan problemas dentro de la iglesia, a veces excluyéndolos de la comunión de la iglesia (1ª Co 5: 11-13; 2ª Ts 3: 14-15; Tit 3: 10-11), pero no hay instrucciones de salir de la iglesia y causar división si esto no se puede hacer de inmediato (ver Ap 2: 14-16,20-25; Lc 9: 50; 11: 23).
Segunda de Juan 10-11, que prohíbe recibir a los falsos maestros, da la declaración tal vez más fuerte de todo el Nuevo Testamento: «no lo reciban en casa ni le den la bienvenida, pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas obras». Pero se debe notar que tal visitante está enseñando una herejía seria en cuanto a la persona de Cristo, que impide a las personas tener fe que salva. Juan está hablando de cualquiera que «no permanece en la enseñanza de Cristo» y «no tiene a Dios» [v. 9].
Todavía más, este versículo se refiere a los maestros falsos, y no a todos los individuos que sostienen creencias falsas, porque habla de alguien que viene a uno y «no lleva esta enseñanza» (v. 10; cf. v. 7: «Es que han salido por el mundo muchos engañadores que no reconocen que Jesucristo ha venido en cuerpo humano.
El que así actúa es el engañador y el anticristo»).Juan incluso usa la palabra anticristo para tales maestros. Finalmente, la bienvenida que Juan tiene en mente se refiere bien sea a una bienvenida oficial de la iglesia o una que daría la apariencia de endoso de esta doctrina, porque la prohibición habla de alguien que «los visita y no lleva esta enseñanza» (v. 10), lo que sugiere que la persona que se considera es un maestro viajero que viene no a un lugar individual sino que se dirige a la iglesia como un todo.
En base al principio de separación de los no creyentes o de error fundamental que incluye la negación de la fe cristiana, parece que a los creyentes se les requiere en base doctrinal separarse de una iglesia y unirse o formar una nueva organización sólo cuando el error doctrinal es tan serio y tan extendido que la iglesia madre se ha convertido en una iglesia falsa que ya no es parte del cuerpo de Cristo.
Esto sería una iglesia que ya no es una comunión de verdaderos creyentes, ya no es parte verdadera del cuerpo de Cristo, ya no es un lugar en donde los que creen sus enseñanzas hallarían la salvación. O En caso de dejar una falsa iglesia, los que se separan afirmarían que en verdad no han dejado la iglesia verdadera, sino que ellos son la iglesia verdadera, y que la organización madre se ha alejado debido a su error. De hecho, tanto Lutero y Calvino a la larga dijeron que la Iglesia Católica Romana no era una iglesia verdadera.
Sin embargo, incluso cuando la separación o retiro no es absolutamente requerido, muchos creyentes pueden hallar que es sabio o conveniente separarse antes de que la iglesia se haya convertido en una iglesia falsa, sino cuando ocurre seria desviación doctrinal.
Por ejemplo, algunos aducirían que la desviación doctrinal se ha vuelto intolerable cuando algún dirigente de la iglesia puede promover nociones heréticas sobre doctrinas principales (tales como la Trinidad, la persona de Cristo, la expiación, la resurrección, etc.) sin que se lo sujete a disciplina eclesiástica o exclusión de la comunión de la iglesia.
En otros casos muchos dirían que la separación debe ocurrir cuando la iglesia como un cuerpo públicamente aprueba algún error serio doctrinal o moral (tal como endosar un error doctrinal en un credo de la iglesia o declaración de fe). Sin embargo, otros creyentes no pensarían que la separación es sabia o conveniente en tales casos, sino que abogarían por obrar y esforzarse por el avivamiento y reforma dentro de la iglesia, y dar declaraciones públicas claras de desacuerdo con cualquier error doctrinal que ha sido tolerado.
En tales casos, los que deciden quedarse y los que deciden que deben salir deben reconocer que Dios puede llamar a creyentes diferentes a diferentes papeles y ministerios, y por consiguiente a decisiones diferentes, y haríamos bien en dar considerable libertad a otros para que busquen la sabiduría de Dios en tal caso y la obedezcan en sus propias vidas de la mejor forma que la entiendan.
2. CUESTIONES DE CONCIENCIA.
En el aspecto de la conciencia, si el creyente no tiene libertad para predicar o enseñar según le dicta su conciencia, informada por las Escrituras, se podría pensar que la separación fue necesaria o por lo menos sabia.
Pero precaución y gran humildad están en orden aquí: el juicio individual puede ser distorsionado, especialmente si no lo informa el consenso de creyentes fieles en toda historia, y el consejo de creyentes al presente.
Todavía más, el mandamiento de 2ª Corintios 6: 14 de no formar yunta con los no creyentes podría también requerir que la persona se separe si la iglesia madre llega a estar tan dominada por los que no dan evidencia de fe que salva que tal «formar yunta» no se podría evitar. En este pasaje la prohibición en contra de «forma yunta» con no creyentes prohíbe, no la mera asociación o incluso aceptación de ayuda (Lc 9: 50, pero también 3ª Jun. 7), sino más bien el severo control sobre las actividades de uno y la pérdida de libertad para actuar en obediencia a Dios por estas restricciones es lo que se implica en la metáfora de «formar yunta».
Algunos también podrían hallar necesario, o por lo menos sabio, dejar una iglesia en base a la conciencia si quedarse implicaría aprobación de alguna doctrina o práctica no bíblicas dentro de la iglesia, y por ello animaría a otros a seguir esa doctrina o práctica errada.
Pero otros pensarían que es correcto quedarse en la iglesia y expresar su desaprobación de la doctrina defectuosa.
En otros casos, algunos han aducido que es preciso dejar una denominación cuando una autoridad gobernante más alta de esa denominación, que uno ha prometido obedecer, ordena una acción que es claramente pecado (es decir, una acción que es claramente contraria a la Biblia).
En tal caso algunos dirían que salir de la dominación es la única manera de evitar bien sea hacer el acto de pecado que se ordena o el acto de pecado de desobediencia a los que están en autoridad. Pero esto no parece ser un requisito necesario, porque se podrían citar muchos pasajes bíblicos que muestran que la desobediencia a una autoridad más alta no es un error cuando lo que se ordena es pecar (ver Hch 5: 29; Dn 3: 18; 6:10), y que uno puede desobedecer pero continuar en la iglesia madre hasta que lo obliguen a salir.
3. CONSIDERACIONES PRÁCTICAS.
Los creyentes pueden decidir separarse de una iglesia madre si, después de considerarlo en oración les parece que quedarse en la iglesia madre probablemente resultará en más daño que bien. Esto podría ser debido a que la obra del Señor se frustraría y sería ineficaz debido a la oposición a ella desde dentro de la iglesia madre, o debido a que hallarían poca o ninguna comunión con otros en esa iglesia.
Es más, algunos pueden llegar a la conclusión de que quedarse en la iglesia haría daño a la fe de otros creyentes o estorbaría a los no creyentes venir a la fe verdadera debido a su permanencia en la iglesia madre parecería implicar aprobación de la enseñanza falsa dentro de esa iglesia.
De nuevo, los creyentes pueden hallarse en situaciones en las que han orado y se han esforzado por el cambio por algún tiempo, pero parece que no hay ninguna esperanza razonable de cambio en la iglesia madre, tal vez porque el grupo actual de liderazgo se resiste a la corrección de las Escrituras, está firmemente atrincherado, y se perpetúa a sí mismo.
En todas estas situaciones se requerirá mucha oración y juicio maduro, porque retirarse de una iglesia, especialmente de parte de aquellos que han estado allí un largo tiempo o tienen funciones establecidas de liderazgo en la iglesia, es una acción seria.
4. ¿HAY OCASIONES CUANDO SE PROHÍBE LA COOPERACIÓN Y COMUNIÓN PERSONAL?
Finalmente, ¿cuándo deben los creyentes dar pasos más fuertes que los mencionados arriba y participar en la clase de separación que anteriormente llamamos «no cooperación» o «no comunión persona!»? Los pasajes bíblicos que hemos visto parecen exigir que los creyentes practiquen «no cooperación» en ciertas actividades con otro grupo sólo cuando el otro grupo es no creyente, y entonces, parece, sólo cuando el grupo no creyente participa del control de la actividad (esto se implica en la metáfora de estar «formando yuntas» en 2ª Co 6:14).
Por supuesto, tal vez se halle que no es sabio o conveniente en otros terrenos decidir no cooperar en una función en particular, pero no parece que se requiere la no cooperación excepto cuando el otro grupo es no creyente. Por cierto, la oposición a actividades tales como campañas de evangelización de parte de otros creyentes verdaderos la verían los autores del Nuevo Testamento como disensión y falta de demostrar la unidad del cuerpo de Cristo.
La tercera clase y más extrema de separación, el evitar toda comunión personal con los miembros de otro grupo entero, nunca se ordena en el Nuevo Testamento.
Tal medida extrema de «no comunión» sólo se implica en casos serios de disciplina eclesiástica de individuos, y no en caso de diferencias con iglesias enteras.
NOTA: Los autores del Nuevo Testamento probablemente también pensarían trágico que la mayoría de divisiones entre protestantes han resultado o se han mantenido hoy debido a diferencias sobre las doctrinas que reciben el menor énfasis y que menos claramente enseña el Nuevo Testamento, tales como la forma de gobierno de la iglesia, la naturaleza exacta de la presencia de Cristo en la Cena del Señor, los detalles de los tiempos del fin. (Muchos querrán añadir a esta lista: diferencias en cuanto a los candidatos apropiados para el bautismo).
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿En qué aspectos es su iglesia «más pura»? ¿En qué aspectos piensa usted que es «menos pura»?
2. En una escala de 1 a 10 (1 siendo menos pura; y 10 más pura), ¿en qué punto catalogaría usted a su iglesia en cada una de las categorías que marcan una iglesia más pura?
3. ¿Qué piensa usted que debería estar haciendo a fin de procurar una mayor pureza en su propia iglesia? ¿Significa el hecho de que usted reconoce una necesidad específica en la iglesia que Dios lo está llamando a usted (en lugar de a algún otro) para atender esa necesidad?
4. ¿Conoce usted otras iglesias en su área que consideraría más puras que la suya? ¿Por qué razones pensaría usted que es correcto quedarse en su propia iglesia aunque tal vez no sea la iglesia más pura que conoce?
5. ¿Hay marcas de una iglesia más pura que los evangélicos en general de este siglo han dejado por negligencia de recalcar?
6. ¿Piensa usted que desde el primer siglo la iglesia cristiana continuamente ha aumentado en pureza con el tiempo? ¿Puede dar razones específicas en respaldo a su respuesta?
7. Durante su vida, ¿qué señales alentadoras ve de que la iglesia está aumentando en pureza? ¿Qué señales ve usted de que la iglesia está aumentando en unidad?
8. A su modo de pensar, ¿de qué maneras su propia iglesia local podría crecer en unidad entre sus miembros?
9. ¿De qué maneras podría su iglesia demostrar mayor unidad con otras verdaderas iglesias en la misma región geográfica? A su modo de pensar, ¿cuáles son las barreras a esa unidad (si acaso alguna)? ¿De qué manera se podría expresar esa unidad? ¿Cuáles podrían ser los beneficios de tales expresiones de unidad?
10. ¿Está usted en una iglesia en donde se ha preguntado si Dios a lo mejor quiere que salga y se vaya a otra iglesia? Después de leer este capítulo, ¿piensa usted que debería quedarse en su iglesia presente o dejarla? ¿Ha habido algún cambio significativo de mejora en su iglesia en los últimos diez años? Si usted supiera que la iglesia va a seguir sustancialmente igual por los próximos diez años, ¿decidiría quedarse o dejarla ahora?
11. ¿Cuáles son algunas maneras en que la unidad mundial de los verdaderos creyentes ya se expresa y demuestra? ¿Cómo se vería la iglesia de todo el mundo si hubiera una mayor demostración de unidad de la iglesia? ¿Cuál sería el resultado en el mundo como un todo?
12. Si una comunidad ya tiene varias iglesias activas y efectivamente evangélicas, ¿hay alguna justificación para que otra denominación evangélica intente iniciar su propia iglesia en esa comunidad?
13. ¿Piensa usted que estorba la evangelización y el testimonio a la sociedad en general cuando la cultura popular piensa de iglesias no creyentes o falsas y de iglesias creyentes por igual como «cristianas»? ¿Se puede hacer algo para cambiar esta impresión?
14. ¿Cuáles clases de unidad y cooperación se pueden apropiadamente demostrar con los creyentes dentro de la Iglesia Católica Romana hoy? ¿Cuáles son los límites para tal cooperación?
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Efesios 4:14-16: Así Ya No Seremos Niños, Zarandeados Por Las Olas Y Llevados De Aquí Para Allá Por Todo Viento De Enseñanza Y Por La Astucia Y Los Artificios De Quienes Emplean Artimañas Engañosas. Más Bien, Al Vivir La Verdad Con Amor, Creceremos Hasta Ser En Todo Como Aquel Que Es La Cabeza, Es Decir, Cristo. Por Su Acción Todo El Cuerpo Crece Y Se Edifica En Amor, Sostenido Y Ajustado Por Todos Los Ligamentos, Según La Actividad Propia De Cada Miembro.

CAPÍTULO 3

EL PODER DE LA IGLESIA

¿QUÉ CLASE DE AUTORIDAD TIENE LA IGLESIA? ¿CÓMO DEBE FUNCIONAR LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA?
EXPLICACIÓN Y BASE BÍBLICA
Cuando miramos a los poderosos gobiernos del mundo y otras organizaciones de negocios o educativas que tienen gran influencia, y luego consideramos nuestras iglesias locales, o incluso nuestras sedes denominacionales, la iglesia puede parecernos débil e ineficaz.
Todavía más, cuando reconocemos el rápido crecimiento del mal que se ve diariamente en nuestra sociedad, tal vez nos preguntemos si la iglesia tiene poder para hacer algún cambio.
Por otro lado, en algunos países la iglesia oficialmente reconocida tiene gran influencia en la conducción de asuntos nacionales. Esto fue ciertamente verdad de la influencia de la Iglesia Católica Romana en tiempos anteriores en algunos países del sur de Europa y de América Latina (y todavía lo es hasta cierto punto).
Fue cierto de la iglesia de Inglaterra en siglos previos, y de la iglesia de Juan Calvino en Ginebra, Suiza, mientras él vivía, y de la iglesia fundada por los peregrinos en la colonia de la bahía de Massachusetts en 1620. Situaciones como éstas en donde la iglesia parece tener gran influencia nos hacen preguntar si la Biblia pone alguna limitación al poder de la iglesia.
Podemos definir el poder de la iglesia como sigue: El poder de la iglesia es la autoridad que Dios le ha dado para desempeñar guerra espiritual, proclamar el evangelio y ejercer disciplina eclesiástica.
Aunque estos tres aspectos se superponen y se los podría considerar en cualquier orden, puesto que la categoría de «guerra espiritual» es la categoría más amplia se la tratará primero. Esta perspectiva del poder de la iglesia también nos recuerda que el poder de la iglesia, a diferencia de la influencia que ejercen ejércitos y gobiernos humanos, afecta directamente al ámbito espiritual.

A. GUERRA ESPIRITUAL

Pablo les recuerda a los corintios: «Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas» (2ª Co 10: 3-4). Estas armas, usadas contra las fuerzas demoníacas que estorban el esparcimiento del evangelio y el progreso de la iglesia, incluyen cosas tales como la oración, la adoración, la autoridad de reprender a las fuerzas demoniacas, las palabras de la Biblia, la fe, y la conducta justa de parte de los miembros de la iglesia. (Pablo da en Ef 6: 10-18 más detalles en cuanto a nuestro conflicto espiritual y la armadura que llevamos para el mismo).
Cuando consideramos este poder espiritual en un sentido amplio, ciertamente incluye el poder del evangelio para abrirse paso por el pecado y oposición endurecida, y despertar fe en los corazones de los no creyentes (ver Ro 10: 17; Stg 1: 18; 1ª P 1:23). Pero este poder también incluye poder espiritual que dejará en efectivas la oposición demoniaca al evangelio.
Vemos ejemplos de esto en Hch 13:8-11, en donde Pablo pronunció juicio sobre el mago Elimas, que se oponía a la predicación del evangelio, y en Hch 16: 16-18, en donde Pablo reprendió a un espíritu demoniaco en la muchacha adivina que fastidiaba a Pablo mientras él predicaba el evangelio.
Tal poder espiritual para derrotar a la oposición del mal se vio frecuentemente en la iglesia primitiva, tal como al librar a Pedro de la cárcel (Hch 12: 1-17), y tal vez en el juicio subsiguiente del rey Herodes Agripa (Hch 12: 20-24).2
Sin embargo Pablo se da cuenta de que puede usar este poder espiritual no sólo contra los que están fuera de la iglesia que se oponen al evangelio, sino también contra los que están dentro de la iglesia y se oponen activamente a su ministerio apostólico. Dice en cuanto a algunos arrogantes buscapleitos de la iglesia: «Lo cierto es que, si Dios quiere, iré a visitarlos muy pronto, y ya veremos no sólo cómo hablan sino cuánto poder tienen esos presumidos.
Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder» (1ª Co 4: 19-20). Tal poder no es cuestión de juego, porque fue el mismo poder del Espíritu Santo que dio muerte a Ananías y Safira (Hch 5: 1-11) y dejó ciego a Elimas (Hch 13: 8-11). Pablo no quería usar este poder en una capacidad de juicio, sino que estaba preparado para hacerlo si fuera necesario.
Más tarde escribió de nuevo a los corintios que sus acciones cuando estuviera presente serían tan poderosas como sus cartas cuando estaba ausente (2ª Co 10: 8-11), y advirtió a los que se oponían a su autoridad y habían pecado públicamente y no se arrepentían: «Cuando vuelva a verlos, no seré indulgente con los que antes pecaron ni con ningún otro, ya que están exigiendo una prueba de que Cristo habla por medio de mí.
De igual manera, nosotros participamos de su debilidad, pero por el poder de Dios viviremos con Cristo para ustedes» (2ª Co 13: 2-4). Luego añade un recordatorio final de su renuencia a usar esta autoridad, diciéndoles que les escribe antes de ir «para que cuando vaya no tenga que ser severo en el uso de mi autoridad, la cual el Señor me ha dado para edificación y no para destrucción» (2ª Co 13: 10).
Ahora podemos preguntar si la iglesia hoy tiene el mismo grado de poder espiritual que tuvieron los apóstoles Pedro o Pablo. Ciertamente hay una distinción entre los apóstoles y otros creyentes iniciales incluso en el libro de Hechos (nótese que inmediatamente después de la muerte de Ananías y Safira «por medio de los apóstoles ocurrían muchas señales y prodigios entre el pueblo», pero «nadie entre el pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque los elogiaban», Hch 5:12-13).
Es más, Pablo no instruyó a ningún dirigente de la iglesia de Corinto, y ni siquiera a Timoteo o a Tito, a ejercer ese poder espiritual en Corinto contra sus opositores.
Habló de tal poder que el Señor «me ha dado» (2ª Co 13: 10), no del poder que el Señor le había dado a la iglesia o a los creyentes en general.
Por otro lado, Pablo en efecto dirige a la iglesia de Corinto a ejercer disciplina eclesiástica en un caso de incesto en la iglesia de Corinto, y a hacerlo «Cuando se reúnan en el nombre de nuestro Señor Jesús, y con su poder yo los acompañe en espíritu» (1ª Co 5: 4). Es más, las descripciones de la guerra espiritual en Efesios 6:10-18 y 2ª Corintios 10: 3-4 parecen aplicables a los creyentes en general, y pocos hoy negarían que la iglesia tiene autoridad para orar en contra y hablar con autoridad contra la oposición demoniaca a la obra del evangelio.' Así que parecería haber por lo menos algún grado significativo de poder espiritual contra la oposición del mal que Dios está dispuesto a conceder a la iglesia en toda edad (incluyendo la presente).
Tal vez es imposible definir más específicamente el grado de poder espiritual que Dios le concederá a la iglesia en tiempos de conflictos contra el mal, pero no necesitamos saber los detalles de antemano; nuestro llamamiento es simplemente ser fieles a la Biblia en la oración y al ejercer la disciplina eclesiástica, y entonces dejar el resto en las manos de Dios, sabiendo que él concederá suficiente poder para realizar sus propósitos mediante la iglesia.
NOTA: Jesús a menudo reprendió a espíritus demoniacos que creaban disturbios cuando él ministraba a las personas; ver (Mr 1:23-26; 5:1-13).
El texto no específica que la muerte de Herodes estuvo de alguna manera conectada con la (oración constante y ferviente) (Hch 12: 5) que la iglesia elevó por Pedro, pero el hecho de que la narración en cuanto a la muerte de Herodes viene de inmediato después del relato de que él mató a espada a Santiago, el hermano de Juan, y que él puso a Pedro en la cárcel ciertamente es un indicio del hecho de que Dios quería esto como juicio sobre uno de los enemigos primordiales de la iglesia, mostrando que ninguna oposición puede levantarse en contra del progreso del evangelio.
Este entendimiento lo respalda el hecho de que la afirmación que sigue de inmediato a la narración de la muerte de Herodes es: «Pero la palabra de Dios seguía extendiéndose y difundiéndose» (Hch 12:24).

B. LAS LLAVES DEL REINO

La frase «las llaves del reino» aparece sólo una vez en la Biblia, en Mateo 16: 19, en donde Jesús le habla a Pedro: «Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo». ¿Cuál es el significado de estas «llaves del reino de los cielos»?'
En otras partes del Nuevo Testamento una llave siempre implica autoridad para abrir una puerta y dar entrada a un lugar o ámbito. Jesús dice: «¡Ay de ustedes, expertos en la ley!, porque se han adueñado de la llave del conocimiento. Ustedes mismos no han entrado, y a los que querían entrar les han cerrado el paso» (Lc 11: 52).
Es más, Jesús dice en Apocalipsis 1:18: «Tengo las llaves de la muerte y del infierno», implicando que él tiene la autoridad para conceder entrada y salida de esos ámbitos. (Cf. también Ap 3: 7; 9: 1; 20:1; y también la predicción mesiánica en Is 22: 22).
Las «llaves del reino de los cielos» por consiguiente representa por lo menos autoridad para predicar el evangelio de Cristo (Mt 16:16) y así abrir la puerta del reino de los cielos y permitir que la gente entre.
Pedro usó primero esta autoridad al predicar el evangelio en Pentecostés (Hch 2: 14-42). Pero a los otros apóstoles también se les dio esta autoridad en un sentido primario (escribieron el evangelio en forma permanente en el Nuevo Testamento). Y todos los creyentes tienen esta «llave» en un sentido secundario, porque todos pueden proclamar el evangelio a otros, y por ello abrir el reino de los cielos a los que entrarán.
El resto de esta sección que considera las llaves del reino de los cielos es adaptado del artículo «Keys of the Kingdom», por Wayne Grudem, en EDT, pp. 604-5, Y se usa aquí con permiso.
Pero ¿hay otra autoridad, además de ésta, que Jesús implica con la frase «las llaves del reino de los cielos»? Hay dos factores que sugieren que la autoridad de las llaves aquí también incluye la autoridad de ejercer disciplina dentro de la iglesia:
(1) El plural «llaves» sugiere autoridad sobre más de una puerta. Así, se implica algo más que simplemente entrada al reino; también se sugiere alguna autoridad dentro del reino.
(2) Jesús completa la promesa en cuanto a las llaves con la afirmación de «atar» y «desatar», que es un paralelo cercano a otro dicho suyo en Mateo 18, en el cual «atar» y «desatar» significa poner bajo disciplina eclesiástica y libertar de la disciplina eclesiástica:
Si Se Niega A Hacerles Caso A Ellos, Díselo A La Iglesia; Y Si Incluso A La Iglesia No Le Hace Caso, Trátalo Como Si Fuera Un Incrédulo O Un Renegado. Les Aseguro Que Todo Lo Que Ustedes Aten En La Tierra Quedará Atado En El Cielo, Y Todo Lo Que Desaten En La Tierra Quedará Desatado En El Cielo Mt 18:1 7-18).
Pero si «atar» y «desatar» claramente se refiere a la disciplina eclesiástica en Mateo 18, entonces parece probable que también debe referirse a la disciplina eclesiástica en Mateo 16, en donde las palabras de Jesús son muy similares.
Este concepto de atar y desatar en términos de disciplina eclesiástica también encaja en el contexto de Mateo 16:19, porque, según esta comprensión, después de prometer edificar su iglesia (v. 18), Jesús promete dar no sólo la autoridad de abrir la puerta de la entrada al reino, sino también alguna autoridad administrativa para regular la conducta de las personas una vez que estén dentro: Por consiguiente, parece que «las llaves del reino de los cielos» que Jesús le prometió a Pedro en Mateo 16: 19 incluyen tanto:
(1) la capacidad de admitir personas al reino por la predicación del evangelio, y:
(2) autoridad para ejercer disciplina eclesiástica para los que en efecto entran.
En Mateo 16: 16-19Jesús no indica si la autoridad de las llaves será más adelante dada a otros además de Pedro. Pero ciertamente la autoridad de predicar el evangelio es dada a otros en un tiempo posterior, y en Mateo 18: 18Jesús no indica explícitamente que la autoridad de ejercer disciplina eclesiástica es dada a la iglesia en general cuando se reúne y corporativamente aplica tal disciplina (díselo a la iglesia), Mt 18: 17).
Así, ambos aspectos de la autoridad de las llaves, aunque primero se la da a Pedro, pronto se expandió para incluir la autoridad dada a la iglesia como un todo. Al predicar el evangelio y al ejercer la disciplina la iglesia ahora ejerce la autoridad de las llaves del reino.
NOTA: La afirmación de Mt 16:19 usa pronombres en singular para «todo lo que» y «tú» (refiriéndose a Pedro), en tanto que Mt 18: 18 usa plural (refiriéndose a los creyentes en general), pero las mismas palabras griegas se usan para (atan) (deo) y «desatar» ([UD), y la construcción gramatical (futuro perfecto perifrástico) es la misma.
Algunos han argumentado que atar y desatar no se refiere a acciones de disciplina eclesiástica, sino a una autoridad que hace varias reglas de conducta, porque en la literatura rabínica que viene de maestros judíos alrededor del tiempo de Jesús las palabras atar y desatar a veces se usan para prohibir y permitir varias clases de conducta.
Esta interpretación no parece persuasiva, sin embargo, porque estas afirmaciones rabínicas son un paralelo mucho más distante que la declaración de Jesús mismo en Mt 18: 18, en donde claramente se tiene en mente la disciplina eclesiástica. Todavía más, es dificil saber si alguno de los paraderos rabínicos es anterior al tiempo del Nuevo Testamento, o mostrar que tales palabras han funcionado como términos técnicos en el vocabulario ordinario de Jesús y sus oyentes; es más, Mt 18: 18 muestra que no funcionaban como términos técnicos de esa manera, porque más bien se los usa para referirse a la disciplina eclesiástica en ese versículo.
¿Qué personas o acciones están sujetas a la clase de disciplina eclesiástica implicada por la autoridad de las llaves? Tanto en Mateo 16:19 y 18:18 el término «todo lo que» es neutro en griego, y parece indicar que Jesús está hablando no específicamente a persona (todo el que, para lo que ordinariamente se esperaría un plural masculino), sino más bien más generalmente a situaciones y relaciones que surgen dentro de la iglesia. Esto no excluiría la autoridad de ejercer disciplina sobre individuos, pero la frase es más amplia que eso, e incluye acciones específicas que están sujetas también a la disciplina.
Sin embargo, la autoridad de las llaves con respecto a la disciplina eclesiástica no es completamente ilimitada. Será efectiva sólo contra el verdadero pecado (Mt 18: 15), pecado según lo define la palabra de Dios. La iglesia no tiene autoridad propia para legislar lo que es moralmente bueno o malo en un sentido absoluto, porque la autoridad para definir el bien y el malle pertenece sólo a Dios (ver Ro 1: 32; 2:1 6; 3: 4-8; 9:20; Sal 119: 89, 142, 160; Mt 5: 18).
La iglesia puede sólo declarar y enseñar lo que Dios ya ha ordenado en su palabra. Tampoco la autoridad de las llaves puede incluir autoridad para perdonar pecados en un sentido absoluto, porque la Biblia es clara que eso puede ser hecho sólo por Dios mismo (Is 43: 25; 55: 7; Mr 2:7, 10; Sal 103: 3; 1ª Jn 1:9). Por consiguiente, la autoridad para aplicar la disciplina en la iglesia es una autoridad que se debe desempeñar de acuerdo a las normas de las Escrituras.
¿Es posible ser más específico en cuanto a la clase de autoridad espiritual que va incluida en el uso de las llaves del reino de los cielos? Tanto Mateo 16: 19 como 18: 18 usan una construcción verbal griega inusual (un futuro perfecto perifrástico).
Lo traduce mejor la RVR: «Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.' Varios otros ejemplos de esta construcción muestran que indica no simplemente una acción futura (será atado), para lo cual un tiempo griego común estaba disponible (futuro pasivo), sino más bien una acción que quedaría completa antes de algún punto en el futuro con efectos que continuarían sintiéndose.
De este modo, Jesús está enseñando que la disciplina eclesiástica tendrá sanción celestial. Pero no es como si la iglesia deba esperar a que Dios endose sus acciones después de que la acción ha tenido lugar. Más bien, siempre que la iglesia aplica la disciplina puede tener la confianza de que Dios ya ha empezado el proceso espiritualmente. Siempre cuando la iglesia libra de la disciplina y perdona pecado, y restaura las relaciones personales, la iglesia puede tener la confianza de que Dios ya ha empezado la restauración espiritualmente (Jn 20: 23).
De esta manera Jesús promete que la relación espiritual entre Dios y la persona sujeta a la disciplina será afectada de inmediato de maneras consistentes con la dirección de la acción disciplinaria de la iglesia. La disciplina eclesiástica legítima, por consiguiente, incluye la certeza asombrosa de que ya ha empezado una disciplina celestial correspondiente.
Todavía más, esta enseñanza del poder de las llaves tiene una aplicación significativa a los creyentes individuales que empiezan a estar sujetos a la disciplina de una verdadera iglesia: los creyentes deben someterse a esta disciplina y no huir de ella, porque Dios mismo también los ha puesto bajo disciplina por ese pecado.
NOTA: En Jn 20: 23, el perdón de pecados por parte de los discípulos se entiende mejor como libertad de la disciplina eclesiástica y la restauración de relaciones personales en un sentido similar a «desatar" de Mt 16: 19 y 18: 18.
Ver la explicación gramatical en el comentario de D. A. Carson sobre mateo en The Expositors' Bible Commentary, pp. 370--72.
Ver ejemplos en Lc 12:52; Gn 43:9; 44:32; Éx 12:6; Sirac 7:25; Hermas, Similitudes 5.4.2; Letter of Aristeas 40.

C. EL PODER DE LA IGLESIA Y EL PODER DEL ESTADO

Las secciones previas han considerado el poder espiritual y la guerra espiritual que debe ejercer la iglesia. Pero, ¿debe la iglesia usar alguna vez fuerza fisica (armas y ejércitos, por ejemplo) para realizar su misión? La frase que comúnmente se usa para referirse a la idea de guerra fisica o del mundo es «tomar la espada».
Hay varias indicaciones en la Biblia de que la iglesia nunca debe tomar la espada para realizar sus propósitos en edad del nuevo pacto. Este fue un error horroroso que se cometió en las Cruzadas, cuando ejércitos patrocinados por la iglesia marcharon por Europa y Asia intentando recuperar la tierra de Israel. En estos casos la iglesia estaba tratando de usar la fuerza fisica para lograr triunfos sobre territorios terrenales.
Pero Jesús dijo: «Mi reino no es de este mundo . .. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían» Gn 18: 36). La iglesia tiene el poder de las llaves, que es poder espiritual. Debe participar en las batallas espirituales usando armas espirituales, pero no debe usar el poder de la espada para realizar sus propósitos. «Las armas con que luchamos no son del mundo» (2ª Co 10: 4).
Por cierto que Dios en efecto le da al gobierno civil el derecho de llevar la espada, es decir, usar la fuerza para castigar el mal en el mundo (Ro 13: 1-7). Pero no hay indicación de que el poder del gobierno se deba usar para obligar a alguna persona a adherirse al cristianismo. Es más, hay varias indicaciones de que Jesús rehusó usar el poder de la fuerza fisica para obligar a las personas a aceptar el evangelio. Por ejemplo, cuando la ciudad de los samaritanos no quiso recibir a Jesús, Jacobo y Juan le preguntaron: «Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya?» (Lc 9: 54).
Pero Jesús «los reprendió» (v. 55) incluso por hacer tal sugerencia. Jesús vino la primera vez para ofrecer el evangelio a todos los que lo recibirían, no para aplicar castigo a los que lo rechazaban. Por eso pudo decir: «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él» Gn 3:17). Un día vendrá de nuevo enjuicio, al fin de la edad de la iglesia, pero durante esta edad no es prerrogativa de la iglesia usar la fuerza fisica para aplicar castigo.
Jesús claramente hizo una distinción entre la autoridad concedida al gobierno y la autoridad que Dios ejerce en nuestra lealtad personal a él cuando dijo: «Entonces denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22: 21). Y aunque Jesús reconoció la autoridad del gobierno civil, rehusó usurpar para sí mismo esa autoridad, diciéndole a alguien: (Hombre, ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes?) con respecto a un asunto de una herencia familiar (Lc 12: 13-14).
NOTA: Edrnund Clowney correctamente observa: «No debemos suponer que Cristo les negó a los apóstoles el derecho de traer su reino con la espada, pero le concedió ese derecho a Pilato" (he Biblical Theology of the Church,), en The Church in the Bible and the World, ed. Por D. A. Carson [Patemoster, Exeter, y Baker, Grand Rapids, 1987J, p. 33).
Otra razón por la que el gobierno no debe usar la fuerza para exigir adherencia al cristianismo es que en el nuevo pacto, la membrecía en la iglesia y lealtad a Cristo deben ser voluntarias. No la puede obligar ni la familia ni el estado. Es más, la fe en Cristo, para que sea sostenida y practicada verdaderamente, no puede ser impuesta por la fuerza. Si es impuesta, cambiar su calidad esencial y ya no es un acto voluntario del individuo, y no puede ser fe verdadera.
De esto también se sigue que el gobierno civil no debe imponer leyes que exijan o prohíban algún tipo de doctrina de la iglesia, o limitando la libertad de las personas para adorar como prefieran. Por otro lado, la iglesia na gobierna ni debe gobernar sobre el estado, como si fuera algún tipo de autoridad más alta sobre el estado; porque no lo es. Más bien, la autoridad de la iglesia y la del estado pertenecen a esferas distintas (Mt 22: 21; Jn 18: 36; 2ª Co 10: 3-4), y cada uno debe respetar la autoridad que Dios le ha dado al otro en su propia esfera de operación.
Estas limitaciones de las actividades de la iglesia y del estado son diferentes de la práctica de la Iglesia Católica Romana durante mucho de la Edad Media, en donde a menudo la iglesia tenía más poder que el gobierno civil. Estos principios también difieren de la práctica de la iglesia de Inglaterra, que está sujeta a la autoridad de la reina y del parlamento en el nombramiento de obispos y cualquier cambio en normas doctrinales.
El no respetar los distintos papeles de la iglesia y del estado se ve en muchas naciones católico romanas hoy, en donde la iglesia todavía tiene una fuerte influencia el gobierno, y en la membrecía obligatoria en las iglesias protestantes auspiciadas por el estado en el norte de Europa después de la Reforma, situación que causó que muchos inmigrantes huyan a los Estados Unidos buscando libertad de religión.
Sin embargo, se debe decir que el grado de religión impuesta por el estado en países protestantes o católico romanos es leve comparado con la religión auspiciada por el estado e impuesta por el estado en las naciones musulmanas hoy, y en muchas naciones hindúes y budistas por igual. Es más, es dificil hallar genuina libertad de religión aparte de la fuerte influencia del cristianismo evangélico saludable en alguna nación alrededor del mundo (excepto en donde varias religiones son tan débiles o tan parejamente balanceadas que ninguna religión tiene poder político dominante).
Siempre que los creyentes se involucran en el ámbito político, deben claramente afirmar la libertad de religión como póliza política que no es negociable, y deben estar dispuestos a defender por igual esa libertad para otras religiones aparte de la propia. La fe cristiana puede pararse en sus propios pies y competir muy bien en el mercado laboral de ideas en cualquier sociedad y en cualquier cultura, siempre y cuando tenga la libertad para hacerlo.
Finalmente, lo que se ha dicho arriba no se debe mal entender como prohibición en contra de los creyentes que intentan dar influencia moral positiva en el gobierno o intentan persuadir a los gobiernos a dictar leyes consistentes con las normas bíblicas de moralidad.
Está bien que los creyentes intenten persuadir a los gobiernos a que dicten leyes que protejan a las familias y la propiedad privada, y la vida de los seres humanos; leyes que a la vez prohíban y castiguen el homicidio, el adulterio, el robo y la ruptura de contratos (cosas que violan los Diez Mandamientos), así como también que prohíban la conducta homosexual, la borrachera, el abuso de drogas, aborto, y otras cosas que son incongruentes con las normas bíblicas de moralidad.
Estas cosas son muy diferentes a exigir creencia en cierto tipo de doctrina de iglesia o convicción teológica, o de exigir que las personas asistan a cierto tipo de iglesias o cultos de adoración. Esto último es claramente actividades «religiosas» en el sentido estrecho en que pertenecen a nuestra relación con Dios y nuestras creencias en cuanto a él. 11 Los gobiernos también deben abstenerse de dictar leyes en cuanto a estas cosas.

D. DISCIPLINA ECLESIÁSTICA

Puesto que la disciplina eclesiástica es un aspecto del uso del poder de la iglesia, es apropiado aquí dar alguna consideración a los principios bíblicos pertinentes a la práctica de la disciplina eclesiástica.
1. PROPÓSITO DE LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA.
A. RESTAURACIÓN Y RECONCILIACIÓN DEL CREYENTE QUE SE HA DESCARRIADO:
El pecado estorba la comunión entre creyentes y con Dios. A fin de que haya reconciliación, hay que lidiar con el pecado. Por consiguiente, el propósito primario de la disciplina eclesiástica es procurar el objetivo doble de restauración (del ofensor a la conducta apropiada) y reconciliación (entre creyentes, y con Dios).
Así como los padres sabios disciplinan a sus hijos (Pr 13: 24: «amarlo [al hijo] es disciplinarlo), y así como Dios nuestro Padre disciplina a los que ama (Heb 12:6; Ap 3: 19), así la iglesia en su disciplina está actuando en amor para traer de regreso al hermano o hermana que se ha descarriado, restableciendo a la persona a la comunión correcta y rescatándola de los patrones destructivos de vida. En Mateo 18: 15 la esperanza es que la disciplina se detendrá en el primer paso, cuando alguien va sólo: «Si te hace caso, has ganado a tu hermano». La frase «has ganado a tu hermano» implica que los que aplican la disciplina deben tener siempre en mente la meta de reconciliación personal entre creyentes. Pablo nos recuerda que debemos «restaurar» al hermano o hermana que peca «con una actitud humilde» (Gá 6: 1), y Santiago nos anima a «hace[r] volver a un pecador de su extravío» (Stg 5:20).
Es más, sino miembros de la iglesia participaran activamente en dar palabras privadas de amonestación gentil y en oración unos a otros cuando se ve la primera evidencia clara de conducta de pecado, muy poca disciplina eclesiástica formal habría que aplicar, porque el proceso empezaría y terminaría con una conversación entre dos personas y nunca llegaría a saberlo nadie más.
Incluso cuando se toma el paso final de «excomunión» (es decir, sacar a alguien del compañerismo o «comunión» de la iglesia), todavía es con la esperanza de que resulte el arrepentimiento. Pablo entregó a Himeneo y a Alejandro a Satanás «para que aprendan a no blasfemar» (1ª Ti 1: 20), y el hombre que vivía en incesto en Corinto fue entregado a Satanás «a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor» (1ª Co 5: 5).
Si los creyentes que deben dar pasos de disciplina eclesiástica continúan recordando este primer propósito: la reconciliación unos con otros y con Dios de los creyentes que se han descarriado, y la restauración de los patrones correctos de vida, entonces será mucho más fácil para las partes involucradas continuar actuando con genuino amor, y los sentimientos de ira o deseos de venganza de parte de los que han sido ofendidos, que a menudo yacen cerca de la superficie, se evitarán mucho más fácilmente.
NOTA: El hecho de que los creyentes deben tratar de influir en el gobierno para dictar leyes consistentes con las normas bíblicas se indica en pasajes tales como Mt 6: 10; 14: 4; Hch 24: 25; y 1ª Ti 2:1-4. Podemos esperar que las normas morales de la Biblia también con el tiempo ganarán consentimiento general de la mayoría de personas en una sociedad dada, puesto que esas normas morales también han sido inscritas en sus corazones y por consiguiente tienen un testimonio en sus conciencias de que estas normas son correctas (ver Ro 2: 14-15).
Ese es también el caso de que Dios considera a todas las sociedades y culturas responsables en cuanto a obedecer sus normas morales, y a menudo en el antiguo testamento los profetas de Dios pronunciaron juicio no sólo sobre el pueblo de Israel sino también contra las sociedades paganas y morales, aunque ellas no tuvieran escrita las leyes de Dios (ver Dt 9: 5; Is 13-23; Ez 25-32; Dn 4: 27; Am 1-2; Abdías [que escribe a Edom];Jonás [que profetizó a Nínive]; Nahum [que profetizó a Nínive]; Hab 2; Sof 2). Es más, es Dios quien envía a los gobiernos civiles "para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien» (1ª P 2: 14).
En su excelente libro sobre disciplina eclesiástica, Church Discipline TItat Heals (Inter Varsity Press, Downers Grove, m., 1985; originalmente publicado como Healing the Wounded), John White y Ken Blue nota que el hecho de no mantener la reconciliación como el objetivo primario de la disciplina eclesiástica ha llevado a muchos abusos del proceso en la historia de la iglesia (ver esp. pp. 45-56).
Pero ellos mismos dicen que «la verdadera reconciliación nunca tiene lugar sin cambio en las partes involucradas» (p. 46). Por consiguiente, he combinado la reconciliación con la restauración en esta primera sección.
B. IMPEDIR QUE EL PECADO SE EXTIENDA A OTROS:
Aunque el objetivo primario de la disciplina eclesiástica es la restauración y reconciliación para el creyente que yerra, en esta edad presente la reconciliación y la restauración no siempre tendrán lugar.
Pero sea que la restauración surja o no, a la iglesia se le dice que aplique la disciplina porque sirve por igual a otros dos propósitos.
Otro propósito es impedir que el pecado se extienda a otros. El autor de Hebreos les dice a los creyentes que se cuiden «de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos» (Heb 12: 15). Esto quiere decir que si algún conflicto entre personas no se resuelve rápidamente, los efectos se pueden esparcir a otros; a veces eso tristemente parece ser cierto en muchos casos de división de la iglesia.
Pablo también dice: «un poco de levadura hace fermentar toda la masa» y les dice a los corintios que saquen de la iglesia al hombre que vive en incesto (1 Ca 5:2, 6-7), para que el pecado no afecte a toda la iglesia. Si no se disciplina a ese hombre, los efectos del pecado se esparcirían a muchos otros que tal vez sepan del asunto y que verían que la iglesia presta poca atención al mismo.
Esto haría que piensen que tal vez el pecado no era tan malo como pensaban, y otros tal vez se verían tentados a cometer un pecado similar o parecido. Es más, si no se aplica la disciplina contra una ofensa específica, entonces será mucho más dificil que la iglesia aplique disciplina en un tipo similar de pecado que cometa algún otro en el futuro.
Pablo también le dijo a Timoteo que debían reprender en presencia de todos a los ancianos que persistían en pecado, «para que sirva de escarmiento» (1ª Ti 5: 20); es decir, para que otros también se den cuenta de que no se tolerará el pecado sino que recibirá disciplina tanto de la iglesia como de Dios mismo. De hecho, Pablo reprendió a Pedro públicamente, para que otros no sigan el mal ejemplo de Pedro de separarse y comer sólo con los creyentes judíos (Gá 2: 11).
NOTA: La frase inusual «entregar a Satanás» en estos versículos parece querer decir «sacar fuera de la iglesia» puesto que es claramente lo que Pablo les dice a los corintios que hagan en 1ª Co 5: 2,7, 13. Sacar a alguien de la iglesia pone a esa persona de nuevo en el reino de esta edad de pecado, que está gobernada por Satanás.
C. PROTEGER LA PUREZA DE LA IGLESIA Y EL HONOR DE CRISTO:
Un tercer propósito de la disciplina eclesiástica es proteger la pureza de la iglesia de modo que no se deshonre a Cristo. Por supuesto, ningún creyente de esta edad tiene un corazón completamente puro, y todos tenemos pecado que queda en nuestras vidas. Pero cuando un miembro de la iglesia continúa pecando de manera que es externamente evidente a otros, especialmente a los no creyentes,'4 esto claramente es deshonor para Cristo.
Es similar a la situación de los judíos que desobedecieron la ley de Dios y llevaron a los no creyentes a mofarse y blasfemar el nombre de Dios (Ro 2: 24: «Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre los gentiles»).
Por eso Pablo se asombra de que los Corintios no hayan disciplinado al hombre que continuaba en pecado voluntario que en la iglesia conocía públicamente (1ª Co 5: 1-2: «¡Y de esto se sienten orgullosos! ¿No debieran, más bien, haber lamentado lo sucedido?. También se preocupa grandemente saber que «un hermano demanda a otro, Y esto ante los incrédulos!» (1ª Co 6:6).
Antes que permitir tales faltas morales en el carácter de la iglesia, Pedro anima a los creyentes: «esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él» (2ª P 3: 14). Y nuestro Señor Jesús quiere presentarse a sí mismo una iglesia «radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable» (Ef 5: 27), porque él es la cabeza de la iglesia, y el carácter de ella refleja la reputación de él.
Incluso los ángeles y los demonios miran a la iglesia y contemplan la sabiduría de Dios expresada en ella (Ef 3: 10); por consiguiente (Ef 4: 1) Pablo anima a los creyentes a que se esfuercen «por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz» (Ef 4: 3).
Esto es asunto muy serio. Puesto que el Señor Jesús es celoso de su propio honor, si la iglesia no ejerce la disciplina apropiada, él lo hará por sí mismo, como lo hizo en Corinto, en donde la disciplina del Señor resultó en enfermedad y muerte (1ª Cao 11: 27-34), y como advirtió que haría tanto a Pérgamo (Ap 2: 14-15) y Tiratira (Ap 2: 20).
En estos dos últimos casos el Señor se desagradaba con toda la iglesia por tolerar desobediencia externa y no ejercer la disciplina: «Sin embargo, tengo en tu contra que toleras a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su enseñanza engaña a mis siervos, pues los induce a cometer inmoralidades sexuales y a comer alimentos sacrificados a los ídolos» (Ap 2:20; cf. vv 14-16).
NOTA: Los propósitos de la disciplina eclesiástica que se consideran arriba están resumidos bien en la Confesión Westminster de fe, capitulo 30, párrafo 3: «Las censuras de la iglesia son necesarias, para restaurar y recuperar a los hermanos que ofenden, para impedir que otros cometan ofensas similares, para purgar esa levadura que pudiera infectar a toda la masa, para vindicar el honor de Cristo, y la santa profesión del evangelio, y para prevenir la ira de Dios, que pudiera con justicia caer sobre la iglesia, si tolera que su pacto, y el sello del mismo, sea profanado por ofensores notorios y obstinados». .
Pero también a los ángeles (ver Ef. 3:1O; 1ª Ti 5: 21).
2. POR CUÁLES PECADOS SE DEBE EJERCER DISCIPLINA ECLESIÁSTICA?
Por un lado, la enseñanza de Jesús en Mateo 18: 15-20 nos dice que si una situación que incluye pecado personal contra alguien más no puede ser resuelta en una reunión privada o grupo pequeño, entonces hay que llevar el asunto a la iglesia:
Si Tu Hermano Peca Contra Ti, Ve A Solas Con Él Y Hazle Ver Su Falta. Si Te Hace Caso, Has Ganado A Tu Hermano. Pero Si No, Lleva Contigo A Uno O Dos Más, Para Que «Todo Asunto Se Resuelva Mediante El Testimonio De Dos O Tres Testigos». Si Se Niega A Hacerles Caso A Ellos, Díselo A La Iglesia; Y Si Incluso A La Iglesia No Le Hace Caso, Trátalo Como Si Fuera Un Incrédulo O Un Renegado (Mt 18: 15-17).
En este caso el asunto ha progresado de una situación privada e informal a un proceso público y mucho más formal de disciplina por parte de toda la iglesia.
Por otro lado, no parece haber ninguna limitación explícita especificada para la clase de pecados que deben quedar sujetos a la disciplina eclesiástica. Los ejemplos de pecados sujetos a disciplina eclesiástica en el Nuevo Testamento son extremadamente diversos: disensiones (Ro 16: 17; Tit 3: 10), incesto (1ª Co 5: 1), holgazanería y rehusar trabajar (2 Ts 3:6-10), desobedecer lo que Pablo escribe (2 Ts 3:14-15), blasfemia (1ª Ti 1: 20), y enseñar doctrina herética (2ª Jn 10-1l).
No obstante, un principio definitivo parece estar en función: todos los pecados que fueron disciplinados explícitamente en el Nuevo Testamento eran conocidos públicamente o pecados externamente evidentes,'6 y muchos de ellos habían continuado por un período de tiempo.
El hecho de que los pecados eran conocidos públicamente quiere decir que se había traído reproche a la iglesia, se había deshonrado a Cristo, y había una posibilidad real de que otros se verían animados a seguir los patrones errados de vida que se estaban tolerando públicamente.
Sin embargo, siempre habrá la necesidad de juicio maduro para ejercer la disciplina eclesiástica, porque hay una falta de santificación completa en todas nuestras vidas. Es más, cuando nos percatamos de que alguien ya se ha dado cuenta del pecado y está luchando por vencerlo, una palabra de amonestación puede en efecto hacer más daño que bien. Debemos también recordar que en donde hay asuntos de conducta en los cuales los creyentes legítimamente discrepan, Pablo anima a que haya un grado más amplio de tolerancia (Ro 14: 1-23).
NOTA: Una excepción fue el pecado secreto de Ananías y Safira en Hch 5:1-11. En esta situación el Espíritu Santo (vv. 3, 8) estuvo tan poderosamente presente que trajo una intrusión de juicio final. Cuando los secretos de todos los corazones serán revelados, a la edad de la iglesia, y «un gran temor se apoderó de toda la iglesia» (v. 11).
Sin embargo, ver sección c abajo sobre los requisitos para la revelación pública de los pecados serios de un dirigente de la iglesia.
3. ¿CÓMO SE DEBE APLICAR LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA?
A. SE DEBE MANTENER EL CONOCIMIENTO DEL PECADO DENTRO DE GRUPO MÁS PEQUEÑO POSIBLE:
Esto parece ser el propósito de Mateo 18:15-17 detrás del progreso gradual de una reunión privada, a una reunión con dos o tres, y luego decirlo a toda la iglesia. Mientras menos personas sepan de algún pecado, mejor, porque el arrepentimiento es más fácil, menos personas pueden descarriarse, y menos daño se hace a la reputación de la persona, a la reputación de la iglesia, y la reputación de Cristo.
B. LAS MEDIDAS DISCIPLINARIAS DEBEN AUMENTAR EN FUERZA HASTA QUE HAYA UNA SOLUCIÓN:
De nuevo en Mateo 18 Jesús nos enseña que no podemos detenemos simplemente con una conversación privada si eso no produce resultados satisfactorios.
Él requiere que la persona ofendida vaya primero sola, y luego lleve a uno o dos más (Mt 18: 15-16). Es más, si un creyente piensa que ha ofendido a algún otro individuo (o incluso si la otra persona piensa que ha sido ofendida), Jesús requiere que la persona que ha hecho la ofensa (o se piensa que ha hecho la ofensa) vaya a la persona que se considera la víctima de la ofensa (Mt 5: 23). Esto quiere decir que sea que hayamos ofendido u otros piensen que han sido ofendidos, siempre es nuestra responsabilidad tomar la iniciativa e ir a la otra persona. Jesús no nos permite esperar que la otra persona venga a nosotros.
Después de una reunión privada y una reunión de un grupo pequeño, Jesús no especifica que hay que consultar luego con los ancianos o oficiales de la iglesia como grupo, pero ciertamente este paso intermedio parece apropiado, porque Jesús puede simplemente estar resumiendo el proceso sin necesariamente mencionar todo paso posible en él. De hecho, hay varios ejemplos de amonestación de grupos pequeños en el Nuevo Testamento que dieron los ancianos u otros oficiales de la iglesia (ver 1ª Ts 5: 12; 2ª Ti 4:2; Tit 1: 13; 2:15; 3:10; Stg 5: 19-20).
Todavía más, el principio de mantener el conocimiento de pecado al grupo más pequeño posible ciertamente estimularía este paso intermedio por igual.
Finalmente, si la situación no se puede resolver Jesús dice: «díselo a la iglesia» (Mt 18: 17). En este caso la iglesia se reuniría para oír los hechos del caso y llegar a una decisión. Puesto que Jesús permite la posibilidad de que la persona «incluso a la iglesia no le hace caso» (v. 17), la iglesia bien puede tener que reunirse una vez para decidir qué decirle al ofensor, y luego reunirse de nuevo para excluir a esa persona del compañerismo de la iglesia.
Cuando Jesús da estas instrucciones en cuanto a la disciplina eclesiástica, le recuerda a la iglesia que su propia presencia y su propio poder están detrás de las decisiones que toma la iglesia: «Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18: 19-20).
Jesús promete estar presente en las reuniones de la iglesia en general, pero específicamente aquí con respecto a la iglesia reunida para disciplinar a un miembro ofensor. Pablo de modo similar les dice a los corintios que disciplinen al miembro que ha errado (cuando se reúnan en el nombre de nuestro Señor Jesús, y con su poden) (1ª Co 5: 4). Esta no es una actividad que se deba tomara la ligera, sino que se desempeña en presencia del Señor, el componente espiritual de la misma en realidad siento realizado por el mismo Señor.
Si esto se debe hacer alguna vez, toda la iglesia entonces sabrá que a la persona que ha errado ya no se le considera miembro de la iglesia, y a esa persona no se le permitirá tomar la comunión, puesto que participar en la Cena del Señor es una señal de participar en la unidad de la iglesia (1ª Co 10:17: «Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo»).
Hay otros pasajes en el Nuevo Testamento que hablan de evitar tener compañerismo con el excomulgado. Pablo les dice a los corintios: «Pero en esta carta quiero aclararles que no deben relacionarse con nadie que, llamándose hermano, sea inmoral o avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni siquiera deben juntarse para comer» (1ª CO 5: 11). Les dice a los tesalonicenses:
«Hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo les ordenamos que se aparten de todo hermano que esté viviendo como un vago y no según las enseñanzas recibidas de nosotros» (2ª Ts 3: 6). Todavía más, dice: «Si alguno no obedece las instrucciones que les damos en esta carta, denúncienlo públicamente y no se relacionen con él, para que se avergüence.
Sin embargo, no lo tengan por enemigo, sino amonéstenlo como a hermano» (2ª Ts 3: 14-15). Segunda de Juan 10-11 también prohíbe darle la bienvenida en la casa al que promueve falsa enseñanza. Estas instrucciones evidentemente son para prevenir que la iglesia dé a otros la impresión de que aprueba la desobediencia de la persona que está errando.
NOTA: 1ª Co 5:4 también exige que la iglesia se reúna para este paso-final en la disciplina eclesiástica.
C. DISCIPLINA DE LOS DIRIGENTES DE LA IGLESIA:
En un pasaje Pablo da directivas especiales respecto a la disciplina de los ancianos de la iglesia:
No Admitas Ninguna Acusación Contra Un Anciano, A No Ser Que Esté Respaldada Por Dos O Tres Testigos. A Los Que Pecan, Repréndelos En Público Para Que Sirva De Escarmiento. Te Insto Delante De Dios, De Cristo Jesús Y De Los Santos Ángeles, A Que Sigas Estas Instrucciones Sin Dejarte Llevar De Prejuicios Ni Favoritismos (1ª Ti 5: 19-21).
Pablo aquí da una advertencia especial para proteger a los ancianos de ataques individuales; la acción respecto a alguna ofensa en este caso debe exigir evidencia de dos o tres testigos. «A los que persisten en pecar»19los debe reprender (en público).
Esto se debe a que el mal ejemplo de la conducta equivocada de parte de los ancianos muy probablemente tendrá un efecto negativo ampliamente extendido en otros que ven sus vidas. Entonces Pablo le recuerda a Timoteo que «no haga nada con parcialidad» en esta situación; advertencia muy útil, puesto que Timoteo probablemente era amigo íntimo de muchos de los ancianos de la iglesia de Éfeso.
El mandamiento de Pablo de reprender públicamente a un anciano que peca quiere decir que se debe dar a la iglesia alguna declaración de la naturaleza de la ofensa «(repréndelos en público), v. 20).20 Por otro lado, no se debe revelar a la iglesia todo detalle del pecado. Una pauta útil es que a la iglesia se le debe decir lo suficiente de modo que:
(1) Entiendan lo serio que fue la ofensa:
(2) Puedan comprender y respaldar el proceso de disciplina, y:
(3) Que después no vayan a creer que se le restó importancia o se tapó el pecado si más detalles se filtran más adelante.
Tal revelación pública de pecado de un dirigente será señal a la congregación de que los líderes de la iglesia no les esconderán tales asuntos en el futuro. Esto aumentará la confianza de la iglesia en la integridad de la junta directiva. También permitirá que el dirigente que peca empiece el proceso gradual de restablecer las relaciones y confianza con la congregación, porque no tendrá que lidiar con personas que tienen cien especulaciones diferentes en cuanto a lo que fue su pecado, sino con personas que saben cuál fue el pecado específico, y que pueden ver el genuino arrepentimiento y cambio respecto a ese aspecto de pecado en su vida.
¿Qué tal de los pecados serios de los que no son dirigentes de la iglesia? La Biblia no da ningún mandamiento de revelar públicamente los pecados de personas que son miembros regulares pero no dirigentes reconocidos de la iglesia. Al dirigente, sin embargo, se le trata en forma diferente porque su vida debe «ser intachable» (1ª Ti 3: 2), y su vida debe ser ejemplo para que otros creyentes imiten (ver 1ª Ti 4: 12).
NOTA: Este es evidentemente el sentido de tow; Jarmartanontas en 1ª Ti 5: 20, puesto que el participio presente da el sentido de continuar en la acción por un período de tiempo.
Cuando las iglesias tienen que disciplinar a un dirigente de la iglesia, un error fácil de cometer es no tomar en serio el mandamiento de Pablo, y por consiguiente no dar adecuada información a la iglesia sobre la naturaleza de! pecado en cuestión. Si eso sucede, la congregación sólo oirá que se sacó de un cargo a algún dirigente debido a un pecado (o tal vez se menciona una categoría general de pecado).
Pero esto no es realmente una reprensión pública efectiva. Debido a que es tan vaga, solamente resultará en confusión, especulación y chismes. Es más, pueden surgir divisiones serias en la iglesia debido a que en ausencia de información algunos pensarán que el proceso de disciplina fue demasiado riguroso y otros pensarán que fue demasiado lenitivo, y la iglesia no estará unida en respaldar el proceso.
D. OTROS ASPECTOS DE LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA:
Una vez que haya tenido lugar la disciplina, tan pronto como haya arrepentimiento en cualquier etapa del proceso los creyentes que han sabido de la disciplina deben recibir de nuevo al arrepentido en la comunión de la iglesia. Pablo dice: «Más bien debieran perdonarlo y consolarlo para que no sea consumido por la excesiva tristeza. Por eso les ruego que reafirmen su amor hacia él» (2ª Co 2: 7-8; 7: 8-11).
De nuevo, nuestro propósito en la disciplina eclesiástica nunca debe ser castigar por un deseo de venganza, sino siempre para restaurar y sanar.
La actitud con que se aplica la disciplina en toda etapa también es muy importante.
Debe hacerse con gentileza y humildad, y con genuino aprecio por nuestra propia debilidad y con temor de que nosotros pudiéramos caer en pecados similares.
«Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado» (Gá 6: 1).
No es sabio fijar algún calendario de antemano, diciéndole a la gente cuánto se espera que dure el proceso de disciplina. Esto se debe a que es imposible para nosotros predecir cuánto tiempo pasará hasta que el Espíritu Santo produzca arrepentimiento profundo y genuino y un cambio en la condición del corazón de la persona que le llevó al pecado para empezar.
Finalmente, debemos notar que inmediatamente después del pasaje sobre la disciplina eclesiástica en Mateo 18: 15-20, Jesús enseña fuertemente la necesidad de perdón personal de todos los que pecan contra nosotros (Mt 18:21-35). Debemos perdonar «setenta veces siete» a los que nos hacen daño (v. 22), y Jesús nos dice que nuestro Padre celestial nos castigará severamente si no perdonamos de corazón a nuestro hermano (v. 35).
Debemos ver el pasaje sobre la disciplina en la iglesia y este pasaje como complementarios, y no contradictorios. Como individuo siempre debemos perdonar de corazón y no guardar rencores. Sin embargo podemos ciertamente perdonar a alguien de corazón y con todo procurar la disciplina eclesiástica para el bien de la persona que comete el pecado, por el bien de la iglesia, por el honor de Cristo, y porque la palabra de Dios lo ordena.
NOTA: Entiendo «intachables" como queriendo decir que sus vidas son tales que no se puede presentar legítimamente contra ellos ninguna acusación de ofensa seria.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Ha pensado usted previamente de la iglesia más bien como débil o más bien como fuerte en su influencia en los asuntos del mundo? ¿Cómo ha cambiado su pensamiento como resultado de este capítulo? ¿Piensa usted que hay esperanza para transformar la sociedad aparte de la influencia redentora fuerte de la iglesia?
2. ¿Ha pensado usted previamente de sí mismo como teniendo alguna de las «llaves del reino de los cielos»? ¿Tiene en efecto usted alguna de esas llaves ahora? ¿Qué está haciendo con ellas?
3. ¿De qué maneras pudiera su iglesia ejercer más eficazmente su poder espiritual contra las fuerzas del enemigo? ¿De qué maneras pudiera usted mismo usar este poder más efectivamente?
4. ¿Cuál es el enemigo más fuerte a la proclamación efectiva del evangelio en su comunidad ahora? ¿Cómo se pudiera usar el poder de la iglesia contra ese enemigo?
5. Si usted acepta los principios de que la iglesia no debe gobernar al estado y el estado no debe gobernar sobre la iglesia o restringir su libertad, ¿se están poniendo en práctica estos principios efectivamente en su propia situación nacional o local? ¿Qué se pudiera hacer para aumentar la conformidad a estos principios? (¿Concuerda usted con estos principios?)
6. ¿Sabe usted de situaciones en donde una palabra gentil de amonestación ha resultado en un cambio positivo en su propia conducta o la conducta de otro creyente? ¿Sabe usted de situaciones en donde la disciplina eclesiástica ha ido un paso o dos más allá de esto y ha resultado en restauración de la persona que erró? Si usted sabe de situaciones en donde la práctica de la disciplina eclesiástica no ha dado buen resultado, ¿qué se pudiera haber hecho en forma diferente para que haya un mejor resultado?
7. Si una iglesia se niega totalmente por un número de años a aplicar la disciplina eclesiástica, aunque hay una necesidad evidente de ella, ¿cuáles pudieran ser los resultados dañinos en la iglesia? ¿Sabe usted de situaciones en donde han ocurrido esos resultados dañinos?
8. ¿Han habido ocasiones es las que usted hubiera deseado que alguien se hubiera acercado a usted más antes con una palabra de amonestación o consejo respecto a un aspecto de pecado que usted no se daba cuenta o que usted no sabía a ciencia cierta? Si es así, ¿por qué no sucedió eso?
9. ¿Hay ahora alguna relación en su vida en donde Mateo 5: 23 y 18:15 combinados le dicen que tiene una obligación de ir a la otra persona y procurar arreglar la situación? «atar y desatar» excomunión «llaves del reino»
TÉRMINOS ESPECIALES
Poder de la iglesia, tomar la espada
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
2ª Corintios 10: 3-4: Pues Aunque Vivimos En El Mundo, No Libramos Batallas Como Lo Hace El Mundo. Las Armas Con Que Luchamos No Son Del Mundo, Sino Que Tienen El Poder Divino Para Derribar Fortalezas.

CAPÍTULO 4

EL GOBIERNO DE LA IGLESIA

¿CÓMO SE DEBE GOBERNAR UNA IGLESIA? ¿CÓMO SE DEBE ESCOGER A LOS OFICIALES DE UNA IGLESIA? ¿DEBEN MUJERES SERVIR COMO PASTORAS?
EXPLICACIÓN Y BASE BÍBLICA
Las iglesias hoy tienen muchas formas diferentes de gobierno. La Iglesia Católica Romana tiene un gobierno mundial bajo la autoridad del papa. Las iglesias episcopales tienen obispos con autoridad regional, y arzobispos sobre ellos.
Las iglesias presbiterianas conceden autoridad regional a presbiterios y autoridad nacional a asambleas generales. Por otro lado, las iglesias bautistas y muchas otras iglesias independientes no tienen ninguna autoridad formal gobernante más allá de la congregación local, y la afiliación con las denominaciones es voluntaria.
Dentro de las iglesias locales, los bautistas a veces tienen un solo pastor con una junta de diáconos, pero algunas tienen también juntas de ancianos. Los presbiterianos tienen una junta de ancianos y los episcopales tienen una Junta Parroquial.
Otras iglesias simplemente tienen una junta de la iglesia.
¿Hay algún patrón del Nuevo Testamento para el gobierno de la iglesia? ¿Hay alguna forma de gobierno de la iglesia que se debe preferir sobre otra? Estas son las preguntas que se consideran en este capítulo.
Sin embargo, desde el comienzo se debe decir que la forma de gobierno de la iglesia no es una doctrina principal como la Trinidad, la deidad de Cristo, la expiación sustitucionaria, o la autoridad de la Biblia. Aunque pienso, después de examinar la evidencia del Nuevo Testamento, que una forma en particular de gobierno de la iglesia es preferible a las demás, con todo, cada forma tiene algunas debilidades tanto como puntos fuertes.
La historia de la iglesia atestigua que varias formas diferentes de gobierno han funcionado bastante bien por varios siglos. Es más, en tanto que algunos aspectos de gobierno de la iglesia parecen ser razonablemente claros en el Nuevo Testamento, otros asuntos (tales como la manera en que se deben escoger los oficiales de la iglesia) son menos claros, principalmente debido a que la evidencia del Nuevo Testamento sobre ellos no es extensa, y por consiguiente nuestras inferencias de esta evidencia son menos certeras.
Me parece, entonces, que debe haber campo para que los creyentes evangélicos difieran amigablemente sobre esta cuestión, con la esperanza de que en el futuro se puedan lograr mayor entendimiento.
También parece que los creyentes individuales, en tanto que pueden tener una preferencia por un sistema u otro, y aunque puedan querer en momentos apropiados argumentar poderosamente por un sistema sobre otro, con todo deben estar dispuestos a vivir y ministrar dentro de cualquiera de los varios diferentes sistemas protestantes de gobierno de la iglesia en que puedan hallarse de tiempo en tiempo.
Pero no quiero decir que esto sea un asunto enteramente sin importancia.
En este aspecto tanto como en otros, una iglesia puede ser más pura o menos pura. Si hay claros patrones del Nuevo Testamento respecto a algunos aspectos del gobierno de la iglesia, entonces habrá consecuencias negativas en nuestras iglesias si los descartamos, aunque no veamos todas las consecuencias al presente. Por consiguiente, los creyentes son ciertamente libres de hablar y escribir sobre el tema a fin de trabajar por una pureza creciente en la iglesia.
En este capítulo examinaremos primero la información del Nuevo Testamento respecto a los oficiales de la iglesia, especialmente apóstol, anciano y diácono.
Luego preguntaremos cómo se deben escoger los oficiales de la iglesia. Después veremos dos asuntos controversiales: ¿cuál forma de gobierno de la iglesia, si acaso alguna, es la que más se acerca al patrón del Nuevo Testamento? Y, ¿pueden las mujeres servir como oficiales en la iglesia?

A. OFICIALES DE LA IGLESIA

Para propósitos de este capítulo usaremos la siguiente definición: Un oficial de la iglesia es alguien que ha sido reconocido públicamente como teniendo el derecho y responsabilidad de realizar ciertas funciones para beneficio de toda la iglesia.
De acuerdo a esta definición, los ancianos y diáconos se considerarían oficiales de la iglesia, así como también el pastor (si ese es un oficio distinto). El tesorero de la iglesia y el moderador de la iglesia también serían oficiales (estos títulos pueden variar de iglesia a iglesia). A todas estas personas se las ha reconocido públicamente, por lo general en un culto en el cual se las (nombra) u «ordena» para ese cargo.
Es más, necesitan reconocimiento público a fin de cumplir esas responsabilidades: por ejemplo, no sería apropiado que la gente se pregunte de semana a semana quién va a recibir la ofrenda y depositarla en el banco, o ¡que varias personas discutan que han sido dotados para asumir esa responsabilidad en una semana en particular!
El funcionamiento ordenado de la iglesia exige que se reconozca que una persona tiene esa responsabilidad. De modo similar, al pastor que es responsable por dar la enseñanza bíblica cada domingo por la mañana se le debe reconocer como teniendo el derecho y responsabilidad de hacer eso (por lo menos, en la mayoría de formas de gobierno de la iglesia).
Si no fuera ese el caso, entonces muchos pudieran preparar sermones y todos pudieran decir que tienen el derecho de predicarlo, o en algún domingo tal vez nadie lo prepare. De modo similar, a fin de que las personas sigan a los ancianos de la iglesia y miren a ellos esperando dirección, deben saber quiénes son los ancianos.
En contraste, muchos otros ejercen dones en la iglesia, pero no decimos que tienen un «oficio» debido a que no necesitan reconocimiento público para que funcionen sus dones. Los que tienen dones de «ayuda» (ver 1ª Co 12: 28), o que tienen un don de fe especialmente fuerte, o un don de «discernir espíritus» (1ª Co 12: 10), o un don de exhortar o de ofrendar (Ro 12: 8) no necesitan reconocimiento público a fin de funcionar efectivamente en la iglesia.
En el material que sigue veremos que el Nuevo Testamento habla de un cargo de la iglesia que se limitó al tiempo cuando la iglesia primitiva fue fundada (el oficio de apóstol), y otros dos oficiales de la iglesia que continúan en toda la edad de la iglesia (1os oficios de ancianos y diáconos).
1. APÓSTOL.
Anteriormente en este estudio vimos que los apóstoles del Nuevo Testamento tuvieron una clase única de autoridad en la iglesia primitiva: autoridad de hablar y escribir palabras que fueron «palabras de Dios» en un sentido absoluto.
No creerlas o desobedecerlas era no creer o desobedecer a Dios. Los apóstoles, por consiguiente, tuvieron la autoridad para escribir palabras que llegaron a ser palabras de las Escrituras.' Este hecho en sí mismo debe sugerimos que había algo singular en cuanto al oficio de apóstol, y que no deberíamos esperar que continúe hoy, porque nadie puede hoy añadir palabras a la Biblia y esperar que se las considere como las mismas palabras de Dios o como parte de las Escrituras.
Además, la información del Nuevo Testamento sobre las calificaciones de un apóstol y la identidad de los apóstoles también nos lleva a concluir que el oficio fue único y limitado al primer siglo, y que no debemos esperar más apóstoles hoy.
Veremos esto al hacer las siguientes preguntas: ¿Cuáles fueron los requisitos para ser un apóstol? ¿Quiénes fueron los apóstoles? ¿Cuántos apóstoles hubo? ¿Hay apóstoles hoy?
Desde el principio se debe aclarar que las respuestas a estas preguntas dependen de lo que uno quiera decir por la palabra apóstol. Algunos usan hoy la palabra apóstol en un sentido muy amplio, para referirse a un iniciador eficaz de iglesias, o a un pionero misionero significativo (Guillermo Carey fue un apóstol a India), por ejemplo).
Si usamos la palabra apóstol en este sentido amplio, todos estarían de acuerdo en que todavía hay apóstoles hoy; porque ciertamente hay misioneros e iniciadores de la iglesia eficaces hoy.
El Nuevo Testamento mismo tiene tres versículos en que usa la palabra apóstol (gr. apóstolos) en un sentido amplio, no para referirse a ningún cargo específico en la iglesia, sino simplemente para querer decir «mensajero». En Filipenses 2: 25 Pablo llama a Epafrodito «vuestro mensajero (apóstolos), y ministrador de mis necesidades» (RVR); en 2ª Corintios 8: 23 Pablo se refiere a los que le acompañaron para llevar la ofrenda a Jerusalén como «mensajeros [apostoloi de apóstolos] de las iglesias» (RVR); y En Juan 13: 16Jesús dice: «ningún mensajero [apóstolos] es más que el que lo envió».
Pero hay otro sentido para la palabra apóstol. Mucho más frecuentemente en el Nuevo Testamento la palabra se refiere a un oficio especial: «apóstol de Jesucristo».
En este sentido estrecho del término no hay más apóstoles hoy, ni debemos esperar más. Esto se debe a lo que el Nuevo Testamento dice en cuanto a los requisitos para ser un apóstol y en cuanto a quiénes fueron los apóstoles.
A. REQUISITOS DE UN APÓSTOL:
Los dos requisitos para ser un apóstol fueron:
(1) Haber visto a Jesús después de su resurrección con los propios ojos (así, ser un «testigo ocular de la resurrección»), y:
(2) Haber sido específicamente comisionado por Cristo como su apóstol.
El hecho de que un apóstol tenía que haber visto con sus propios ojos al Señor resucitado se indica en Hechos 1:22, en donde Pedro dijo que la persona para reemplazar a Judas «sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección» (RVR).
Es más, fue «a los apóstoles que había escogido» que «después de padecer la muerte, se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció» (Hch 1: 2-3; 4: 33).
Pablo da gran importancia al hecho de que él reunió estos requisitos aunque de una manera inusual (Cristo se le apareció en una visión en el camino a Damasco y lo nombró apóstol: Hch 9: 5-6; 26: 15-18). Cuando defiende su apostolado dice: «¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús nuestro Señor?» (1ª Co 9: 1).
Y al mencionar a las personas a quienes Cristo se apareció después de su resurrección, Pablo dice: «Luego se apareció a Jacobo, más tarde a todos los apóstoles, y por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí. Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y qué ni siguiera merezco ser llamado apóstol» (1ª Co 15: 7-9).
Estos versículos se combinan para indicar que a menos que alguien haya visto con sus propios ojos a Jesús después de la resurrección, no podía ser apóstol.
El segundo requisito, nombramiento específico por Cristo como apóstol, también es evidente en varios versículos. Primero, aunque el término apóstol no es común en los Evangelios, a los doce discípulos se les llama «apóstoles» específicamente en el contexto en que Jesús los comisiona, «enviándolos» a predicar en su nombre:
Reunió A Sus Doce Discípulos Y Les Dio Autoridad Para Expulsar A Los Espíritus Malignos Y Sanar Toda Enfermedad Y Toda Dolencia. Éstos Son Los Nombres De Los Doce Apóstoles: Jesús Envió A Estos Doce Con Las Siguientes Instrucciones: «Dondequiera Que Vayan, Prediquen Este Mensaje: «El Reino De Los Cielos Está Cerca" (Mt 10: 1-7).
De modo similar, Jesús comisiona a sus apóstoles en un sentido especial para que sean sus «testigos hasta los confines de la tierra» (Hch 1: 8). Y al escoger a otro apóstol para que reemplace a Judas, los once apóstoles no se irrogaron la responsabilidad sobre sí mismos, sino que oraron y pidieron que el Cristo ascendido haga el nombramiento:
«Señor, Tú Que Conoces El Corazón De Todos, Muéstranos A Cuál De Estos Dos Has Elegido Para Que Se Haga Cargo Del Servicio Apostólico Que Judas Dejó» Luego Echaron Suertes Y La Elección Recayó En Matías; Así Que Él Fue Reconocido Junto Con Los Once Apóstoles (Hch 1: 24-26).
Pablo mismo insiste en que Cristo personalmente lo nombró como apóstol.
Cuenta como, en el camino a Damasco, Jesús le dijo que lo estaba nombrando como apóstol a los gentiles: «Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo. Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envió a estos, (hechos 26: 16- 17). Mas adelante afirma que fue específicamente nombrado por Cristo como Apóstol (Ver Rom 1: 1; Gá 1: 1; 1ª Ti 1: 12; 2: 7; 2ª Ti 1: 11)
B. ¡QUIENES FUERON LOS APÓSTOLES.
El grupo inicial de apóstoles eran doce: Los once discípulos que quedaron después de que Judas murió, mas Matías que reemplazo a Judas, luego echaron suertes y la elección recayó en Matías; así que él fue reconocido junto con los once Apóstoles; ( Hechos 1: 26). Tan importante fue este grupo original de los apóstoles (los miembros originales) del oficio de Apóstol, que leemos que sus nombres están inscritos en los cimientos de la ciudad celestial, la nueva Jerusalén: la muralla de la ciudad tenía doce cimientos, en los que estaban los nombres de los doce apóstoles del cordero (Ap. 21: 14).
Podríamos al principio pensar que tal grupo nunca podría ampliarse, así que nadie podría ser añadido. Pero entonces Pablo claramente afirma que él también, es un apóstol. Y Hechos 14: 14, llama apóstoles tanto a Bernabé como a Pablo, “al enterarse esto los apóstoles Bernabé y Pablo: Así que con pablo y Bernabé hay catorce” (Apóstoles de Jesucristo).
Luego a Jacobo, el hermano de Jesús (que no fue uno de los doce discípulos originales) parece que le llama Apóstol en Gálatas 1: 19; Pablo dice como, cuando fue a Jerusalén: (no vi a ningún otro de los doce Apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor, (VRV). Luego en Gálatas 2: 9 a Jacobo se le clasifica con Pedro y Juan como (columnas) de la iglesia de Jerusalén. Y en Hechos 15: 13-21 Jacobo junto con Pedro, ejerce una función significativa de liderazgo en el concilio de Jerusalén, función que sería apropiada para el oficio de Apóstol. Es más, cuando Pablo menciona la lista de las apariciones de Jesús resucitado una vez más de buen grado clasifica a Jacobo con los Apóstoles.
Luego se apareció a Jacobo, más tarde a todos los Apóstoles, por último, como a un nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí, admito que yo soy el más insignificante de los Apóstoles y que ni siquiera me merezco ser llamado Apóstol, porqué perseguí a la iglesia de Dios . (1ª Co 15: 7-9).
NOTA: Estas dos calificaciones se consideran en detalle en el ensayo clásico de J. B. Lightfoot, .The Name and Office o fan Apostle», en su comentario, The Epistle of St. Paul to the Galatians (primero publicado en 1865; reimp. Zondervan,
Grand Rapids, 1957), pp. 92-101; ver también K. H. Rengstorf, «apóstolos», TDNT, 1:398-447.
Finalmente, el hecho de que Jacobo, o Santiago, pudo escribir la Epístola del Nuevo Testamento que lleva su nombre también sería enteramente consistente con el hecho de que tenía la autoridad que le pertenecía al oficio del apóstol, la autoridad de escribir palabras que fueron palabras de Dios.
Todas estas consideraciones se combinan para indicar que Jacobo, el hermano del Señor, también fue comisionado por Cristo como apóstol. Esto elevaría el número a quince «apóstoles De Jesucristo» (los doce, más Pablo, Bernabé y Jacobo. ¿Hubo más de estos quince? Posiblemente puede haber habido unos pocos más, aunque sabemos un poco, si acaso algo, de ellos, y no hay certeza de que hubo más. Otros, por supuesto, habían visto a Jesús después de su resurrección
(Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos han muerto», 1ª Co 15: 6). De este grupo grande es posible que Cristo nombró a algunos otros como apóstoles; pero también es muy posible que no lo hizo. La evidencia no es suficiente para decidir el asunto. Romanos 16: 7 dice: «Saluden a Andrónico y a Junías, mis parientes y compañeros de cárcel, destacados entre los apóstoles y convertidos a Cristo antes que yo».
Debido a que hay varios problemas de traducción en este versículo, no se puede llegar a ninguna conclusión clara. «Destacados» también se puede traducir «hombres que (los apóstoles) destacaron». «Junias» (nombre de hombre) también se puede traducir «Junia» (nombre de mujer»).? «Apóstoles» aquí tal vez no quiera decir el oficio de «apóstol de Jesucristo», sino que puede significar simplemente «mensajeros» (el sentido más amplio que la palabra toma en Flp 2: 25; 2ª Co 8: 23; Jn 13:16).
El versículo tiene muy poca información clara para permitimos derivar una conclusión.
Se han sugerido a otros como apóstoles. A Silas (Silvano) ya veces Timoteo se mencionan debido a 1ª Tesalonicenses 2: 6: (Aunque como apóstoles de Cristo hubieran podido ser exigentes con ustedes). Incluye Pablo a Silas y Timoteo aquí, puesto que la carta empieza: «Pablo, Silvano y Timoteo» (1ª Ts 1: 1)?
No es probable que Pablo incluya a Timoteo en esta afirmación, por dos razones.
(1) Él dice apenas cuatro versículos antes: «y saben también que, a pesar de las aflicciones e insultos que antes sufrimos en Filipos» (1ª Ts 2: 2), pero esto se refiere a los azotes y encarcelamiento que les sucedieron sólo a Pablo y a Silas, no a Timoteo (Hch 16: 19).
Así que el «nosotros» del versículo 6 no parece incluir a todos los hombres (Pablo, Silvano, Timoteo) mencionados en el primer versículo. la carta en general es de Pablo, Silas y Timoteo, pero Pablo sabe que sus lectores naturalmente entenderán los miembros apropiados de la afirmación «nosotros» cuando no quiere dar a entender que incluye a todos los tres de ellos en ciertas secciones de la carta.
Él no especifica: «Es decir, Silas y yo, ya hemos sufrido y fuimos ultrajados vergonzosamente en Filipos, como ustedes saben», porque los tesalonicenses sabrían a quiénes se refiere con el «nosotros».
(2) Esto también se ve en 1 Tesalonicenses 3:1-2, cuando el «nosotros» ciertamente no puede incluir a Timoteo:
Por Tanto, Cuando Ya No Pudimos Soportarlo Más, Pensamos Que Era Mejor Quedarnos Solos En Atenas. Así Que Les Enviamos A Timoteo, Hermano Nuestro Y Colaborador De Dios En El Evangelio De Cristo, Con El Fin De Afianzarlos Y Animarlos En La Fe (1ª Ts 3: 1-2).
NOTA: Para una consideración extensa de si traducir (Junias) o (Junia) aquí, ver John Piper y Wayne Grudem, eds., Recovering Biblical Manhood and Womanhood (Crossway, Wheaton, 1991), pp. 79-81, 214, 221-22. Algunos ha aducido que Junia era un nombre común de mujer en la Grecia antigua, pero esto es incorrecto, por lo menos en la literatura griega escrita: una búsqueda por computadora de 2899 autores griegos antiguos en más de trece siglos (siglo noveno a.c. a Siglo quinto d.C.) arrojó sólo dos ejemplos de Junia como nombre de mujer, una en Plutarco (c. 50-e. 100 d.C.) y una en el padre de la iglesia Crisóstomo (347-407 d.C.), que se refiere a Junia como una mujer en un sermón sobre Ro 16: 7.
Tampoco es común como nombre de hombre, puesto que la búsqueda arrojó sólo un ejemplo de junias como nombre de hombre, en Epifanio (315-403 d.C.), obispo de Salamina en Chipre, que se refiere a Junias en Rom 16: 7 y dice que llegó a ser obispo de Apameya en Siria (Index of Disciples, 125. 19-20; esta cita es la más significativa, puesto que Epifanio sabe más información sobre junias).
El texto latino del padre de la iglesia Orígenes (m. 252 d.C.) también se refiere a junias en Ro 16:76 como hombre (J. P. Migne, Patrología Graeca, vol. 14, col. 1289). Por consiguiente, la información disponible da algún respaldo a la noción de 9ueJunias era hombre, pero la información es demasiado esporádica como pata ser concluyente.
En este caso, el «nosotros» se refiere bien sea a Pablo y Silas, o si no sólo a Pablo (ver Hch 17: 14-15; 18:5). Al parecer Silas y Timoteo habían ido a reunirse con Pablo en Atenas «tan pronto como les fuera posible» (Hch 17: 15); aunque Lucas no menciona su llegada a Atenas, y Pablo los había enviado de regreso a Tesalónica para ayudar a la iglesia allí. Luego él mismo fue a Corinto, y más tarde ellos se le reunieron allí (Hch 18: 5).
Es más probable que «pensamos que era mejor quedamos solos en Atenas» (1 Ts 3: 1) se refiera sólo a Pablo, porque él toma el argumento de nuevo en el versículo 5 con el singular «yo» (Por eso, cuando ya no pude soportarlo más, mandé a Timoteo», 1ª Ts 3: 5), y porque el punto respecto a la soledad extrema en Atenas no tendría razón si Silas se hubiera quedado con él" Es más, en el párrafo previo Pablo quiere decir «yo», porque dice: «Sí, deseábamos visitarlos -yo mismo, Pablo, más de una vez intenté ir-, pero Satanás nos lo impidió» (1ª Ts 2: 18).
Al parecer está usando el «nosotros» más frecuentemente en esta epístola como una manera cortés de incluir en la carta a esa iglesia a Silas y a Timoteo, que habían pasado tanto tiempo en la iglesia de Tesalónica. Pero los Tesalonicenses habrían tenido escasa duda de quién realmente estaba a cargo de esta gran misión a los gentiles, y en cuya autoridad apostólica dependía la carta primordialmente (o exclusivamente).
Así que es simplemente posible que Silas mismo fue un apóstol, y que 1ª Tesalonicenses 2: 6 lo sugiera. Él fue un dirigente principal de la iglesia de Jerusalén (Hch 15: 22), y bien pudo haber visto a Jesús después de su resurrección, y luego ser nombrado apóstol. Pero no podemos saberlo con certeza.
La situación con Timoteo es diferente, sin embargo. Así como él queda excluido del «nosotros» de 1ª Tesalonicenses 2: 2 (y 3: 1-2), parece que se le excluye del «nosotros» de 1 Tesalonicenses 2: 6. Es más, como nativo de Listra (Hch 16: 1-3) que había aprendido de Cristo de su abuela y madre (2ª Ti 1: 5), parece imposible que hubiera estado en Jerusalén antes de Pentecostés y hubiera allí visto al Señor resucitado y llegado a creer en él, y luego de repente ser nombrado como apóstol.
Además, el patrón de Pablo de escribir en sus cartas siempre guarda celosamente el título (apóstol) para sí mismo, nunca permitiendo que se lo aplique a Timoteo o a algún otro de sus compañeros de viaje (notar 2ª Co 1: 1; Col 1: 1: (Pablo, apóstol de Cristo Jesús y el hermano Timoteo); y luego Flp 1: 1: (Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús). Así que a Timoteo, por el papel importante que tuvo, no se le debe considerar correctamente como uno de los apóstoles.
Esto nos da un grupo limitado pero de alguna manera imprecisa en número que tenía el oficio de «apóstoles de Jesucristo». Parece haber habido por lo menos quince, y tal vez dieciséis o incluso unos pocos más que no se mencionan en el Nuevo Testamento.
Sin embargo, parece bastante cierto que ninguno fue nombrado después de Pablo.
Cuando Pablo menciona las apariciones del Cristo resucitado, recalca la manera inusual en que Cristo se le apareció a él, y conecta esto con la declaración de que fue la «última» de las apariciones, y que él mismo es en verdad «el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol», y que se apareció a Cefas, y luego a los doce.
Después Se Apareció A Más De Quinientos Hermanos A La Vez, La Mayoría De Los Cuales Vive Todavía, Aunque Algunos Han Muerto. Luego Se Apareció A Jacobo, Más Tarde A Todos Los Apóstoles, Y Por Último, Como A Uno Nacido Fuera De Tiempo, Se Me Apareció También A Mí.
Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios (1ª Co 15: 5-9).
C. SUMARIO:
La palabra apóstol se puede usar en un sentido amplio o estrecho. En un sentido amplio, simplemente quiere decir (mensajero» o «misionero pionero».
Pero en un sentido estrecho, el sentido más común en el Nuevo Testamento, se refiere a un oficio específico: «apóstol de Jesucristo». Estos apóstoles tuvieron autoridad única para fundar y gobernar la iglesia primitiva, y pudieron hablar y escribir palabras de Dios. Muchas de sus palabras escritas llegaron a ser las Escrituras del Nuevo Testamento.
A fin de reunir los requisitos como apóstol, el individuo:
(1) Tenía que haber visto con sus propios ojos a Cristo después de que Jesús resucitó de los muertos, y.
(2) Tenía que haber sido específicamente nombrado por Cristo como apóstol. Hubo un número limitado de apóstoles, tal vez quince o dieciséis, o tal vez unos pocos más; el Nuevo Testamento no es explícito en cuanto al número, A los doce apóstoles originales (los once más Matías) se les unieron Bernabé y Pablo, muy probablemente Jacobo, tal vez Silas, e incluso tal vez Andrónico y junias, y unos pocos más que no se nombran.
Parece que no hubo apóstoles nombrados después de Pablo, y ciertamente, puesto que nadie hoy puede reunir el requisito de haber visto con sus propios ojos a Cristo resucitado, no hay apóstoles hoy: En lugar de apóstoles vivos presentes en la iglesia para enseñar y gobernarla, tenemos más bien los escritos de los apóstoles en los libros del Nuevo Testamento. Esas Escrituras del Nuevo
Testamento cumplen para la iglesia hoy la enseñanza y funciones gobernantes absolutamente autoritativas que fueron cumplidas por los mismos apóstoles durante los años iniciales de la iglesia.
Aunque algunos pueden usar la palabra apóstol en los idiomas modernos para referirse a iniciadores de iglesias o evangelistas muy eficaces, parece inapropiado y nada provechoso hacerlo así, porque simplemente confunde a las personas que leen el Nuevo Testamento y ven la alta autoridad que se atribuye al oficio del «apóstol» allí. Vale la pena notar que ningún dirigente importante en la historia del cristianismo, ni Atanasia ni Agustín, ni Lutero ni Calvino, ni Wesley ni Whitefield, se aplicaron a sí mismos el título de «apóstol» o permitieron que se les llame apóstoles.
Si alguien en tiempos modernos quiere tomar para sí mismo el título «apóstol», eso de inmediato levanta la suspicacia de que puede estar motivado por orgullo inapropiado y deseos de exaltación propia, junto con ambición excesiva y un deseo de tener mucha más autoridad en la iglesia que cualquier persona legítimamente debe tener.
NOTA: Alguien podría objetar que Cristo podría aparecerse a alguien hoy y nombrarlo apóstol. Pero la naturaleza fundamental del oficio de apóstol (Ef. 2: 20; Ap 21:1 4) y el hecho de que Pablo se ve a sí mismo como el último a quien Cristo se le apareció y lo nombró apóstol «'Y por último, como a uno nacido fuera de tiempo», 1Co 15:8), indica que esto no va a suceder.
Es más, los propósitos de Dios en la historia de la redención parecen haber sido dados a los apóstoles sólo al principio de la edad de la iglesia (ver Ef. 2:20).
Otra objeción a la idea de que no hay apóstoles hoy. Que surge especialmente de personas del movimiento carismático. Es el argumento de que el «ministerio quíntuple» de Ef. 4: 11 debe continuar hoy, y que debemos tener
(1) Apóstoles,  (2) Profetas,  (3) Evangelistas,  (4) Pastores y (5) Maestros,
Puesto que Pablo dice que Cristo «constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros» (Ef 4:11).
Sin embargo, Ef 4: 11 habla de un suceso de una vez por todas en el pasado (notar el aoristo kai edoken, «y él dio»), cuando Cristo ascendió al cielo (vv. 8-10) Y luego en Pentecostés derramó los dones iniciales sobre la iglesia, dándole a la iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores maestros (o pastores y maestros).
Si Cristo más tarde dio o no dio más personas para cada uno de estos cargos no se puede decidir partiendo de este versículo solo, sino que se debe decidir basándose en otras enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la naturaleza de estos oficios, y si se esperaban que continúen.
De hecho, vemos que hubo muchos profetas, evangelistas, y pastores maestros establecidos por Cristo en todas las iglesias iniciales, pero que hubo solamente otro apóstol más dado después del tiempo inicial (Pablo, «el último de todos», en circunstancias inusuales en el camino a Damasco).
Ver, por ejemplo, Millard Erickson, Christian Theology, p. 1084.
La palabra que en el Nuevo Testamento se traduce «anciano» es la palabra griega presbúteros que también se usa en otros contextos para indicar simplemente una persona de mayor edad.
2. ANCIANO (PASTOR, SUPERVISOR, OBISPO).
A. ANCIANOS PLURALES: EL PATRÓN EN TODAS LAS IGLESIAS DEL NUEVO TESTAMENTO:
El siguiente oficio de la iglesia que se considera es el de «anciano». Aunque algunos han argumentado que en el Nuevo Testamento son evidentes diferentes formas del gobierno de la iglesia, lo un estudio de los textos relevantes muestra que lo opuesto es verdad: hay en las iglesias del Nuevo Testamento un patrón bastante consistente de ancianos plurales como el grupo principal gobernante.
Por ejemplo, en Hechos 14: 23 leemos: « En cada iglesia nombraron ancianos y, con oración y ayuno, los encomendaron al Señor, en quien habían creído». Esto es en el primer viaje misionero de Pablo, cuando él regresa por las ciudades de Listra, Iconio y
Antioquía. Indica que el procedimiento normal de Pablo desde el tiempo de su primer viaje misionero fue establecer un grupo de ancianos en cada iglesia poco después de que la iglesia empezó. Sabemos que Pablo también estableció ancianos en la iglesia de Éfeso, porque leemos: «Desde Mileto, Pablo mandó llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso» (Hch 20: 17).
Es más, a los ayudantes apostólicos de Pablo al parecer se les instruyó que realicen un proceso similar, porque Pablo le escribe a Tito: «Te dejé en Creta para que pusieras en orden lo que quedaba por hacer y en cada pueblo nombraras ancianos de la iglesia, de acuerdo con las instrucciones que te di» (Tit 1: 5).
Poco después de que se había establecido una iglesia, de nuevo vemos ancianos establecidos en oficio, en «todo pueblo» en el que había una iglesia. Y Pablo le recordó a Timoteo del tiempo «cuando los ancianos te impusieron las manos» (1ª Ti 4: 14).
Santiago escribe: «¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor» (Stg 5: 14). Esta es una afirmación significativa porque la Epístola de Santiago es una carta general escrita a muchas iglesias, a tóelos los creyentes esparcidos por todas partes, a quienes Santiago caracteriza como «las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo» (Stg 1: 1).
Indica que Santiago esperaba que hubiera ancianos en toda iglesia del Nuevo Testamento a la que fue su epístola general; es decir, a todas las iglesias en existencia en ese tiempo.
Una conclusión similar se puede derivar de 1ª Pedro. Pedro escribe: «A los ancianos que están entre ustedes, les ruego esto: cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo» (1 P 5:1-2). Primera de Pedro también es una epístola general, escrita a docenas de iglesias esparcidas por cuatro provincias romanas en Asia Menor (ver 1ª P 1: 1; Bitinia y Ponto constituían una sola provincia romana).
Lejos de esperar diferentes clases de gobierno de iglesia cuando escribe (alrededor del 62 d.C., más de 30 años después de Pentecostés) Pedro da por sentado que todas estas iglesias, sean fundadas por Pablo o por otros, sean predominantemente gentiles o predominantemente judías, o incluso divididas en su constitución, tendrían ancianos dirigiéndolas.
Es más, había ancianos en la iglesia de Jerusalén (Hch 11: 30; 15:2), y, aunque no se usa la palabra ancianos, había una pluralidad de líderes en la congregación a la que se dirige la epístola a los Hebreos, porque el autor dice: «Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas» (Heb 13: 17).
Dos conclusiones significativas se pueden derivar de este estudio de la evidencia dada por el Nuevo Testamento. Primera, ningún pasaje sugiere que alguna iglesia, por pequeña que sea, tuvo un solo anciano. El patrón consistente del Nuevo
Testamento es una pluralidad de ancianos (en toda iglesia) (Hch 14: 23) y «en todo pueblo» (Tit 1:5). Segunda, no vemos una diversidad de formas de gobierno en la iglesia del Nuevo Testamento, sino un patrón unificado y consistente en el que toda iglesia tenía ancianos gobernándola y cuidando de ella (Hch 20: 28; Heb 13:17; 1ª P 5: 2-3).
NOTA: Algunos han sugerido que tal vez había un anciano en toda (Iglesia de hagan' en una ciudad, y que todos esos ancianos de las diferentes iglesias de hogar juntos constituían los ancianos que Tito debía nombrar en cada ciudad.
Sí esto fue cierto, tal vez se podría dar algún respaldo a la idea de un pastor (anciano) sobre cada iglesia.
En respuesta a esta sugerencia debemos notar que esta es una teoría sin ninguna evidencia para respaldarla, porque ningún versículo de Nuevo Testamento sugiere la idea de que había sólo un anciano en cada iglesia de hogar». En términos de evidencia de respaldo, esta sugerencia está en la misma categoría de la afirmación: «Tal vez todos los ancianos de Creta eran ciegos del ojo izquierdo».
Por supuesto, los eruditos pueden decir «tal vez a cualquier suceso para e! que no hay evidencia, pero tales declaraciones no deben llevar peso en nuestros esfuerzos por determinar qué patrón de gobierno de la iglesia existía en realidad en el primer siglo.
B. OTROS NOMBRES PARA LOS ANCIANOS: PASTORES, SUPERVISORES, OBISPOS:
En el Nuevo Testamento a los ancianos también se le llama «pastores», «obispos» o «supervisores»,
La palabra menos comúnmente usada (por lo menos en forma de sustantivo» es pastor (gr. poimen). Tal vez sea sorpresa para nosotros enteramos de que esta palabra, que ha llegado a ser tan común en el inglés y español, sólo ocurre una vez en el Nuevo Testamento cuando se habla de un oficial de la iglesia. En Efesios 4: 11 Pablo escribe: «Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros».
El versículo probablemente se traduciría mejor como «pastores maestros» (un grupo) antes que «pastores y maestros» (sugiriendo dos grupos) debido a la construcción del griego (aunque no todos los expertos del Nuevo Testamento concuerdan con esa traducción).
La conexión con la enseñanza sugiere que estos pastores eran algunos (o tal vez todos) los ancianos que realizaban la tarea de enseñar, porque una calificación para el anciano es que debe ser «capaz de enseñar» (1ª Ti 3: 2).
Aunque el sustantivo pastor (poimen) no se usa para referirse a los oficiales de la iglesia en ninguna otra parte del Nuevo Testamento,14 el verbo relativo que quiere decir «actuar como pastor» (gr. poimano) se aplica a los ancianos en el discurso de Pablo a los ancianos de Éfeso. Les dice: «para pastorear la iglesia de Dios» (HH. 20: 28, literalmente traduciendo el verbo poimaino), y en la misma frase se refiere al pueblo de Dios como «todo el rebaño» usando otro sustantivo relacionado (gr. poimnion) que quiere decir «un rebaño de ovejas».
Así que Pablo directamente encomienda a estos ancianos de Éfeso que actúen como «pastores».
El mismo verbo se usa en 1 Pedro 5:2, en donde Pablo les dice a los ancianos que pastoreen (poimaino) el rebaño de Dios que está a su cargo (traducción del autor).
Luego, dos versículos más adelante, a Jesús se le llama el pastor principal o «el Pastor supremo» (arquipoimen, 1ª P 5: 4), implicando muy claramente que Pedro también veía a los ancianos como pastores de la iglesia. Por consiguiente, aunque el sustantivo pastor se usa sólo una vez para referirse a los ancianos, el verbo relativo se usa dos veces en pasajes que explícitamente identifican la tarea de pastorear con el oficio de anciano.
Otro término que se usa para los ancianos en el Nuevo Testamento es la palabra griega epískopos que se traduce como «supervisor» u «obispo», dependiendo del pasaje individual en la traducción en el inglés.
Pero la palabra también parece muy claramente ser otro término para ancianos en el uso del Nuevo Testamento.
Por ejemplo, cuando Pablo ha llamado a los ancianos de la iglesia de Éfeso (Hch 20: 17), les dice: Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos (gr. episkopos) (Hch 20:28). Pablo de buen grado se refiere a estos ancianos de Éfeso como «obispos».
En 1ª Timoteo 3: 1-2 Pablo escribe: «Si alguno desea ser obispo, a noble función aspira. Así que el obispo debe ser intachable». Debemos recordar que Pablo le está escribiendo a Timoteo, cuando Timoteo está en Éfeso (ver 1ª Ti 1: 3: «que permanecieras en Éfeso») y ya sabemos por Hechos 20 que hay ancianos en Éfeso (Hch. 20: 17-38).
Todavía más, en 1ª Timoteo 5: 17 vemos que los ancianos gobernaban la iglesia de Éfeso cuando Timoteo estaba allí, porque dice: «Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor».
Ahora bien, los «obispos» en 1ª Timoteo 3: 2 también deben gobernar sobre la iglesia de Éfeso porque un requisito es que «Debe gobernar bien su casa porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?» (1ª Ti 3: 4-5). Así que aquí también parece que «obispo» es simplemente otro término para anciano, puesto que estos «obispos» cumplen la misma función como los ancianos muy claramente en otras partes en la epístola y en Hechos 20.
En Tito 1: 5 Pablo le dice a Tito que «en cada pueblo nombraras ancianos» y le menciona algunos requisitos (v. 6). Luego en la frase que sigue (v. 7), explica el porqué de esos requisitos, y empieza diciendo: «El obispo tiene a su cargo la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable». Aquí de nuevo usa la palabra «obispo» para referirse a los ancianos que Tito debe nombrar, dando otra indicación de que los términos anciano y obispo eran intercambiables.
Finalmente, en Filipenses 1: 1 Pablo escribe: «a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los obispos y diáconos». Aquí parece apropiado pensar que «obispos» es otro término para «ancianos», porque ciertamente había ancianos en Filipos, puesto que era práctica de Pablo establecer ancianos en toda iglesia (ver Hch 14: 23).
Y si había ancianos gobernando en la iglesia de Filipos, es inconcebible que Pablo escribiera a la iglesia y destacara a los obispos y diáconos, pero no a los ancianos, si sus oficios fueran tan diferentes del de los ancianos. Por consiguiente, por «obispos y diáconos» Pablo debe haber querido decir lo mismo como «ancianos y diáconos».
Aunque en algunas partes del cristianismo del segundo siglo d.C. y para adelante, la palabra obispo se ha usado para referirse a un solo individuo con autoridad sobre varias iglesias, este fue un desarrollo posterior del término y no se halla en el mismo Nuevo Testamento.
NOTA: La frase «a algunos pastores y maestros» tiene sólo un artículo definido frente a los dos nombres unidos por kai «y»), construcción que en e! griego siempre indica que e! escritor ve los dos sustantivos como unificados de alguna manera.
Esta construcción a menudo se usa en donde los dos sustantivos se refieren a la misma persona o cosa, pero a veces se usa de dos diferentes personas o grupos vistos como una unidad.
En cualquier caso, la frase ligar a «pastores» y «maestros» más íntimamente que cualquier otro título.
Sin embargo, se la usa varias veces para hablar del «pastor» que cuida sus ovejas.
La palabra pastor del español se deriva de un término latino que quiere decir «uno que cuida ovejas».
La NIV, en inglés, usa regularmente «supervisor» en lugar de «obispo» para traducir episkopos.
Incluso el erudito anglicano J. B. Lightfoot dice: «es un hecho ahora generalmente reconocido por los teólogos de todos los matices de opinión, que en el lenguaje del Nuevo Testamento al mismo oficio de la iglesia se llama indistintamente «obispo» (epískopos) y «anciano» o «presbítero» (presbuteros) (St. Paul's Epistle to the Philippians [Zondervan, Grand Rapids, 1953; primero publicada 1868], p. 95; en pp. 95-99 Lightfoot considera la información que respalda esta conclusión).
C. LAS FUNCIONES DE LOS ANCIANOS:
Uno de los principales papeles de los ancianos en el Nuevo Testamento es gobernar a las iglesias del Nuevo Testamento. En 1ª Timoteo 5: 17 leemos: «Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor».
Anteriormente en la misma epístola Pablo dice que el obispo (o anciano) «Debe gobernar bien su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto; porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?» (1ª Ti 3: 4-5).
Pedro también indica una función de gobierno para los ancianos cuando les exhorta:
Cuiden Como Pastores El Rebaño De Dios Que Está A Su Cargo, No Por Obligación Ni Por Ambición De Dinero, Sino Con Afán De Servir, Como Dios Quiere. No Sean Tiranos Con Los Que Están A Su Cuidado, Sino Sean Ejemplos Para El Rebaño. Así, Cuando Aparezca El Pastor Supremo, Ustedes Recibirán La Inmarcesible Corona De Gloria. Así Mismo, Jóvenes, Sométanse A Los Ancianos (1ª P 5: 2-5).
El hecho de que deben actuar como pastores de rebaño de Dios, y el hecho de que no deben ser dominantes (es decir, no deben gobernar rigurosa u opresivamente) fuertemente sugiere que los pastores tienen funciones de gobierno en las iglesias a las cuales Pedro escribe. Esto concuerda con su recomendación de que especialmente los que son jóvenes deben «someterse a los ancianos» (v. 5).
Aunque Hebreos 13:17 no menciona a los ancianos, ciertamente hay algunos oficiales de la iglesia con autoridad para gobernar a la iglesia, porque el autor dice:
«Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas». Puesto que el Nuevo Testamento no da indicación de algún otro oficial en la iglesia con este tipo de autoridad, es razonable concluir que la congregación debe someterse y obedecer a sus ancianos. (Esta conclusión también es consistente con la descripción de las responsabilidades que Pablo da a los ancianos de Éfeso en Hechos 20: 28).
Además de la responsabilidad de gobernar, los ancianos también parecen haber tenido algunas responsabilidades de enseñanza en las iglesias del Nuevo Testamento.
En Efesios 4: 11 a los ancianos se les menciona como «pastores maestros» (o, como traducción alterna, pastores a los que se considera muy íntimamente unidos a maestros). Y en 1ª Timoteo 3:2, el obispo (anciano) debe ser «capaz de enseñar». Luego, en 1 Timoteo 5: 17 Pablo dice: «Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que dedican sus esfuerzos a la predicación ya la enseñanza».
Aquí Pablo parece implicar que hay un grupo especial de ancianos que «dedican sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza». Esto quiere decir por lo menos que hay algunos entre los ancianos que dedican más tiempo a las actividades de predicar y enseñar, e inclusive puede tal vez querer decir que hay algunos que se «dedican» en el sentido de que se ganan la vida de esa predicación y enseñanza.
Las mismas conclusiones se pueden derivar de Tito, en donde Pablo dice que el anciano «Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan» (Tit 1: 9).
En las iglesias del Nuevo Testamento los ancianos, entonces, tienen la responsabilidad de gobernar y enseñar.
NOTA: Para una defensa de la noción de en 1ª P 5: 5 se hace referencia a los oficiales de la iglesia y no sólo a personas de edad anciana, ver Wayne Grudem, The Fírst Epistle of Peter, pp. 192-93.
Pablo nunca dice que todos los ancianos deben ser capaces de enseñar en público o predicar sermones a la congregación, y sería razonable pensar que el que es «capaz de enseñar» pudiera ser alguien que puede explicar en privado la palabra de Dios.
Así que tal vez no todos los ancianos son llamados a enseñar en público; tal vez no todos tienen dones para enseñar de esa manera específica. Lo que sí es claro aquí es que Pablo quiere garantizar que los ancianos tengan una comprensión madura y sólida de las Escrituras y puedan explicarla a otros.
D. REQUISITOS DE LOS ANCIANOS:
Cuando Pablo menciona los requisitos para los ancianos, es significativo que combina requisitos en cuanto a rasgos de carácter y actitudes del corazón con requisitos que no se pueden llenar en un tiempo breve sino que sólo serán evidentes en un período de varios años de vida cristiana fiel:
Así Que El Obispo Debe Ser Intachable, Esposo De Una Sola Mujer, Moderado, Sensato, Respetable, Hospitalario, Capaz De Enseñar; No Debe Ser Borracho Ni Pendenciero,   Ni Amigo Del Dinero, Sino Amable Y Apacible. Debe Gobernar Bien Su Casa Y Hacer Que Sus Hijos Le Obedezcan Con El Debido Respeto; Porque El Que No Sabe Gobernar Su Propia Familia, ¿Cómo Podrá Cuidar De La Iglesia De Dios?
No Debe Ser Un Recién Convertido, No Sea Que Se Vuelva Presuntuoso Y Caiga En La Misma Condenación En Que Cayó El Diablo. Se Requiere Además Que Hablen Bien De Él Los Que No Pertenecen A La Iglesia, Para Que No Caiga En Descrédito Y En La Trampa Del Diablo (1ª Ti 3: 2-7).
De modo similar, pero requisitos con fraseología diferente se halla en Tito 1: 6-9, en donde Pablo dice que Tito debe nombrar ancianos en toda ciudad:
El Anciano Debe Ser Intachable, Esposo De Una Sola Mujer; Sus Hijos Deben Ser Creyentes, Libres De Sospecha De Libertinaje O De Desobediencia. El Obispo Tiene A Su Cargo La Obra De Dios, Y Por Lo Tanto Debe Ser Intachable: No Arrogante, Ni Iracundo, Ni Borracho, Ni Violento, Ni Codicioso De Ganancias Mal Habidas.
Al Contrario, Debe Ser Hospitalario, Amigo Del Bien, Sensato, Justo, Santo Y Disciplinado. Debe Apegarse A La Palabra Fiel, Según La Enseñanza Que Recibió, De Modo Que También Pueda Exhortar A
Otros Con La Sana Doctrina Y Refutar A Los Que Se Opongan (Tit 1: 6-9).
Los que están escogiendo ancianos en las iglesias de hoy harían bien en examinar cuidadosamente a los candidatos a la luz de estos requisitos, y buscar estos rasgos de carácter y patrones de vida santa antes que logros en el mundo, fama o éxito. Especialmente en las iglesias en las sociedades industriales occidentales parece haber una tendencia a pensar que el éxito en el mundo de los negocios (o ley, o medicina, O gobierno) es una indicación de aptitud para el oficio de anciano, pero ésta no es la enseñanza del Nuevo Testamento.
Nos recuerda que los ancianos deben ser «ejemplos del rebaño» en sus vidas diarias, yeso ciertamente incluye su propia relación personal con Dios en la lectura bíblica, oración y adoración.
Tal como Pablo pudo decir: (Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1ª Co 11: 1; 2ª Ti 3: 10-11), Y tal como pudo ordenarle a Timoteo a que (los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza) (1ª Ti 4: 12), y así como pudo decirle a Tito: «Con tus buenas obras, dales tú mismo ejemplo en todo.
Cuando enseñes, hazlo con integridad y seriedad, y con un mensaje sano e intachable» (Tit 2: 7-8), así el patrón se debe continuar en la vida de todos los dirigentes de la iglesia hoy. No es opcional que sus vidas sean ejemplos para que otros sigan; es un requisito.
E. ¿QUÉ QUIERE DECIR «ESPOSO DE UNA SOLA MUJER»?
El requisito de (esposo de una sola mujer» (1ª Ti 3: 2; Tit 1: 6) se ha entendido de diferentes maneras. Algunos han pensado que excluyen del oficio de anciano a los hombres que se han divorciado y han estado casados con alguna otra mujer, puesto que en ese caso habrían sido esposos de dos esposas. Pero esto no parece ser una comprensión correcta de estos versículos.
Una mejor interpretación es que Pablo está prohibiendo que un polígamo (un hombre que al presente tiene más de un esposa) sea anciano. Varias razones respaldan esta noción:
(1) todos los demás requisitos mencionados por Pablo se refieren a la situación presente del hombre y no a toda su vida pasada. Por ejemplo, 1ª Timoteo 3: 1-7 no quiere decir «uno que nunca ha sido violento», sino «uno que ahora no es violento, sino amable». No quiere decir «uno que nunca ha sido amante del dinero», sino «uno que ahora no es amante del dinero». No quiere decir «uno que toda su vida ha sido intachable», sino «uno que ahora es intachable». Si hiciéramos que estos requisitos se apliquen a toda la vida pasada de uno, entonces excluiría del cargo casi a todo el que llega a ser creyente como adulto, porque es dudoso que algún no creyente pudiera reunir estos requisitos.
(2) Pablo pudo haber dicho «habiendo estado casados sólo una vez» si hubiera querido decirlo, pero no lo dijo.
(3) No debemos impedir que los viudos que se han vuelto a casar sean ancianos, pero eso sería necesario si tomamos la frase como queriendo decir «habiendo estado casados sólo una vez». Los requisitos para el anciano se basan en el carácter moral y espiritual del hombre, y no hay nada en la Biblia que sugiera que el hombre que se ha vuelto a casar después de que su esposa ha muerto tenga requisitos morales o espirituales más bajos.
(4) La poligamia era posible en el primer siglo. Aunque no era común, se practicaba la poligamia, especialmente entre los judíos. El historiador judío Josefo dice: «Porque es una costumbre ancestral de nosotros tener varias esposas al mismo tiempo»." La legislación rabínica también regula las costumbres de herencia y otros aspectos de la poligamia.
Por consiguiente, es mejor entender «esposo de una sola mujer» como que prohíbe al polígamo ocupar el cargo de anciano. Estos versículos no dicen nada en cuanto al divorcio y nuevo matrimonio con respecto a los requisitos para un cargo en la iglesia.
NOTA: La expresión griega para «habiendo estado casado sólo una vez» seria jápax guegamemenos usando la palabra «una sola vez" (jápax) más un participio perfecto. Dando el sentido: «habiendo estado casado una sola vez y continuando en ese estado resultante de ese matrimonio». (Tal construcción se halla, por ejemplo, en Heb 10: 2, y una construcción similar se halla en Heb 9:26. Expresiones relativas con verbos en aoristo se hallan en Heb 6: 4; 9: 28, y Jud 3).
Otra manera en que Pablo pudo haber expresado la idea de haber estado casado sólo una vez seria usando un participio perfecto de ginomai para decir: «habiendo sido esposo de una sola esposa» (gegonos mias gunaikos aner).
Esto es, de hecho, la fuerza del requisito para las viudas en 1ª Ti 5: 9: «que haya sido esposa de un solo marido» (RVR; la fuerza del participio perfecto gegonuia (de ginomai) sigue de la frase previa, y todos los requisitos para inscribir a las viudas en 1ª Ti 5: 9-10 hablan de la historia pasada en sus vidas). Pero en 1ª Ti 3: 2 y Tit 1: 6 el sentido es diferente, porque se usan formas del tiempo presente de eimi «<ser»): (literalmente): «Es necesario que el obispo sea intachable, esposo de una esposa».
Algunos intérpretes de la iglesia primitiva en efecto trataron de excluir de los cargos de la iglesia a viudos que se habían vuelto a casar (ver, por ejemplo Apostolic Constitutions 2. 2; 6. 17 [siglos tercero o cuarto d.C.], y Apostolic Canons 17 [siglos cuarto o quinto d. C.J, pero estas afirmaciones no reflejan una perspectiva bíblica sino un falso ascetismo que sostenía que el celibato en general era superior al matrimonio. (Estos textos se pueden hallar en la serie Ante-Nicene Fathers, 7: 396,457, y 501).
Sin embargo, Crisóstomo (m. 407 d.C.) entendió 1ª Ti 3: 2 como prohibiendo la poligamia, y no un segundo matrimonio después de la muerte o divorcio (ver sus Homilias sobre 1ª Ti 3: 2).
Josefo, Antiquities 17.14; en 17.19 menciona a las nueve mujeres que estaban casadas con el rey Herodes al mismo tiempo.
Ver Mishnah, Yebamoth 4:11; Ketuboth 10: 1,4,5; Sanhedrin 2:4; Kerithoth 3:7; Kiddushin 2:7; Bechoroth 8:4 . Otra evidencia de la poligamia judía se halla en Justino Mártir, Dialogue wat Trapo, capítulo 134. La evidencia para la poligamia entre no judíos no es extensa pero se indica en Herodoto (m. 420 a.C.) 1.135; 4.155; 2 Mac. 4:30 (alrededor de 170 a.c.); Tertuliano, Apología 46.
F. LA INVESTIDURA PÚBLICA DE ANCIANOS:
En conexión con la consideración de ancianos Pablo dice: «No te apresures a imponerle las manos a nadie» (1ª Ti 5: 22). Aunque el contexto no especifica un proceso de selección de ancianos, el contexto inmediatamente precedente (1ª Ti 5: 17-21) trata por entero de los ancianos, y la imposición de manos sería una ceremonia apropiada para apartar a alguien para el oficio de anciano (nótese la imposición de manos para ordenar o establecer personas en ciertos oficios o tareas en Hch 6: 6; 13: 3; 1ª Ti 4: 14).
Por consiguiente, el apartar ancianos parece ser la posibilidad más probable de la acción que Pablo tiene en mente. En este caso él estaría diciendo: «No te apresures a ordenar a algunos como ancianos». Esto sería consistente con un proceso por el que los diáconos también «primero sean puestos a prueba, y después, si no hay nada que reprocharles, que sirvan como diáconos» (1ª Ti 3: 10).
Aunque Pablo en efecto ordenó andanas bastante temprano después del establecimiento de cada iglesia (Hch 14: 23), aquí advierte que tal nombramiento no debe ser precipitado, para que no se cometa una equivocación. Y en todo el proceso la iglesia debe ser cuidadosa para no juzgar como el mundo juzga, porque «el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1ª S 16: 7, RVR; 1ª Co 5: 16).
Esta necesidad de evaluación de fa condición espiritual también fue evidente cuando los apóstoles animaron a la iglesia de Jerusalén a seleccionar a «siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad» (Hch 6: 3). Entre los escogidos que estuvo «Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo» (Hch 6: 5).
Debemos también notar que el nombramiento de ancianos en las primeras iglesias de Pablo fue acompañado por «oración y ayuno», tal vez en conexión con el proceso de selección de ancianos. (Nótese el ejemplo de Jesús que «se fue Jesús a la montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios» antes de escoger a sus doce discípulos [Lc 6: 12-13J).
3. DIÁCONO.
La palabra diácono es traducción de la palabra griega diákonos que es la palabra ordinaria para «sirviente» cuando se usa en el contexto que no tiene que ver con oficiales de la iglesia.
A los diáconos se les menciona claramente en Filipenses 1: 1: «A todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los obispos y diáconos». Pero no se especifica su función, aparte de indicar que Son diferentes de los obispos (ancianos).
A los diáconos también se les menciona en 1ª Timoteo 3: 8-13 en un pasaje más extenso:
Los Diáconos, Igualmente, Deben Ser Honorables, Sinceros, No Amigos Del Mucho Vino Ni Codiciosos De Las Ganancias Mal Habidas. Deben Guardar, Con Una Conciencia Limpia, Las Grandes Verdades De La Fe. Que Primero Sean Puestos A Prueba, Y Después, Si No Hay Nada Que Reprocharles, Que Sirvan Como Diáconos.
Así mismo, las esposas de los diáconos [o «mujeres»; el griego puede tomar cualquiera de estos significados] deben ser honorables, no calumniadoras sino moderadas y dignas de toda confianza.
El diácono debe ser esposo de una sola mujer y gobernar bien a sus hijos y su propia casa. Los que ejercen bien el diaconado se ganan un lugar de honor y adquieren mayor confianza para hablar de su fe en Cristo Jesús (1ª Ti 3: 8-13).
Aquí no se describe la función de los diáconos, pero los requisitos para los diáconos sugieren algunas funciones. Por ejemplo, parece que tuvieron alguna responsabilidad en hacerse cargo de las finanzas de la iglesia, puesto que tenían que ser personas «no codiciosas de las ganancias mal habidas» (v. 8).
Tal vez tenían algunas responsabilidades administrativas en otras actividades de la iglesia también, porque debían «gobernar bien a sus hijos y su propia casa» (v. 12). También tal vez ministraban a las necesidades físicas de los que necesitaban ayuda en la iglesia o en la comunidad (ver la explicación de Hechos 6 abajo).
Todavía más, en el versículo 11 se habla de sus esposas (como yo pienso que lo dice), entonces también sería probable que ellos participaran en la visitación de casa en casa y el asesoramiento, porque las esposas deben ser« no calumniadoras».
No sería bueno para los diáconos si sus esposas (que sin duda también participaban en la oración y el asesoramiento junto con los diáconos) regaban asuntos confidenciales por toda la iglesia. Pero estas son sólo sugerencias de posibles aspectos de responsabilidad que sugiere este pasaje.
El sustantivo diácono no se usa en Hechos 6: 1-6, sino un verbo relacionado (gr. diaconeo, «servir») se halla en el versículo 2: «No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para se1YÍr las mesas». Aquí los apóstoles que gobernaban la iglesia de Jerusalén hallaron necesario delegar a otros algunas responsabilidades administrativas.
En este caso, las responsabilidades incluyeron la distribución de comida a las viudas necesitadas. Parece apropiado pensar de aquellos siete hombres eran «diáconos» aunque el sustantivo diácono tal vez no había llegado a aplicarse a ellos cuando empezaron esta responsabilidad, porque parece que se les asignan tareas que encajan bien con las responsabilidades de los diáconos que se sugieren en 1ª Timoteo 3: 8-12.
Hay otros pasajes en los que es dificil saber si el Nuevo Testamento está hablando del diácono como un oficial especial de la iglesia o simplemente está usando la palabra para referirse a un «sirviente» en un sentido general. Esta es la dificultad en Romanos 16: 1, en donde a Febe se la llama «sirvienta» o una «diaconisa» o «diácono» (este tipo de sustantivo griego tiene la misma forma tanto en género masculino como femenino, así que simplemente es cuestión de cuál palabra en español es la más apropiada) de la iglesia en Cencrea.
Debido al mismo requisito de Pablo de que el diácono debía ser «esposo de una mujer» (1ª Ti 3: 12), la traducción «sirviente» parece preferible en Romanos 16: 1 (diákonos toma este sentido en Ro 13: 4; 15: 8; y 1ª Co 3: 5).
En general, los versículos sobre los diáconos muestran que ellos tenían cargos reconocidos para «servir» a la iglesia de varias maneras. Hechos 6: 1-6 sugiere que tenían algunas responsabilidades administrativas, pero con todo estaban sujetos a la autoridad de los que tenían gobierno sobre toda la iglesia.
Es significativo que en ninguna parte del Nuevo Testamento los diáconos tienen autoridad de gobierno sobre la iglesia como los ancianos, ni tampoco se exige que los diáconos sean capaces de enseñar las Escrituras o doctrina sana.
NOTA: No hemos considerado el oficio que ocupó Timoteo y Tito bajo la categoría de apóstol ni bajo la categoría de anciano. Esto se debe a que Timoteo y Tito. Junto con algunos de los otros colaboradores de Pablo, no son apóstoles, pero tampoco son ancianos o diáconos. Parecen caer en Una categoría inusual que pudiéramos llamar «ayudantes apostólicos», porque tuvieron alguna autoridad delegada de los apóstoles para supervisar a las primeras iglesias mientras estaban siendo establecidas.
Puesto que hoy no hay apóstoles vivos a los que personas como estas deberían rendir cuentas y de quienes derivarían su autoridad, no debemos esperar tener ningún ayudante apostólico como estos en la iglesia de hoy tampoco.
Algunos han argumentado que 1ª Ti 3: 11 se refiere a diaconisas: «Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras sino moderadas y dignas de toda confianza»,
4. ¿OTROS OFICIOS?
En muchas iglesias de hoy hay otros oficiales, tales como tesorero, moderador (el responsable por presidir en las reuniones de negocios de la iglesia), o fideicomisarios (en algunas formas de gobierno de la iglesia éstas son personas que tienen responsabilidad legal por las propiedades de la iglesia).
Todavía más, las iglesias que tienen más de un miembro de personal a sueldo pueden tener algunos miembros del personal (tal como el director de música, director de educación, obrero juvenil, etc.) a los que «públicamente se les reconoce como teniendo derecho y responsabilidad de realizar estas funciones en la iglesia», y que por esto encajan en nuestra definición de oficial de la iglesia, y que tal vez incluso reciban paga para realizar esas funciones como ocupación a tiempo completo, pero que tal vez no sean ancianos o diáconos en la iglesia.
Parece no haber razón alguna para decir que éstos no deberían ser también oficios en la iglesia, aunque todos ellos probablemente se podrían poner en la categoría bien sea de anciano o diácono (la mayoría de los mencionados arriba bien podrían ser diáconos con responsabilidades específicas, o el moderador también podría ser un anciano que simplemente modera las reuniones de negocios de la iglesia).
Con todo, si estos y otros cargos similares parecen útiles para el funcionamiento de la iglesia, parece no haber razón por la que no se deba establecerlos. Sin embargo, si se los establece, sería necesario ver que no resten la importancia a los oficios específicamente mencionados en las Escrituras, y que no tengan ninguna autoridad que no esté sujeta a la autoridad gobernante de esos oficiales que claramente se mencionan en las Escrituras.
Si los que tienen oficios no mencionados en las Escrituras adquieren influencia o autoridad significativa, entonces es mucho menos probable que la gente de la congregación o los que ostentan los cargos miren a las Escrituras y hallen descripciones detalladas de cómo deben actuar y cómo se les debe escoger. Esto tendería a disminuir la autoridad efectiva de las Escrituras para establecer normativas en la iglesia en cuestiones de liderazgo de la iglesia.
Sin embargo, si Timoteo y la iglesia de Éfeso sabían que las mujeres podían ser diáconos, sería muy extraño que Pablo tenga que añadir un versículo separado que hable específicamente en cuanto a las diaconisas, y luego nada más específicamente acerca de ellas de lo que se habría requerido si el versículo no estuviera allí para nada.
Todavía más, parece muy extraño que Pablo inserte sólo un versículo acerca de la diaconisa en medio de cinco versículos (tres precediendo y dos siguiendo) en cuanto a hombres que son diáconos. Por otro lado, un versículo que se refiere a las esposas de los diáconos en medio de una lista de requisitos para los diáconos sería muy apropiado: Pablo en otras partes incluye la conducta de la familia como un aspecto de requisito para el oficio de la iglesia (1ª Ti 3: 2, 4-5).
Es cierto que Pablo simplemente dice «la esposa» en lugar de «sus esposas», pero el griego frecuentemente omite adjetivos posesivos cuando la persona mencionada (hermano, hermana, padre, madre, etc.) tendría una relación obvia a la persona que se está considerando en el contexto inmediato. Para las dos nociones de este versículo, y las dos nociones de si las mujeres deben ser diaconisas hoy,

B. ¿CÓMO SE DEBE ESCOGER A LOS OFICIALES DE LA IGLESIA?

En la historia del cristianismo han habido dos tipos principales de procesos para la selección de oficiales de la iglesia: elección por una autoridad más alta, o selección hecha por la congregación local. En la Iglesia Católica Romana los oficiales son nombrados por una autoridad más alta: el papa nombra cardenales y obispos, y los obispos nombran párrocos. Esto es una (Jerarquía) o sistema de gobierno por un sacerdocio" que es distinto a los laicos en la iglesia.
Este sistema aduce una línea ininterrumpida de descendencia de Cristo y los apóstoles, y aduce que el presente sacerdocio son los representantes de Cristo en la iglesia. Aunque la iglesia de Inglaterra (iglesia episcopal en los Estados Unidos) no se somete al gobierno del papa ni tiene cardenales, tiene ciertas similitudes con el sistema jerárquico de la Iglesia Católica Romana, puesto que es gobernada por obispos y arzobispos, y del clero se piensa como sacerdotes. También afirma la sucesión de los apóstoles, y los sacerdotes y obispos son nombrados por una autoridad más alta fuera de la parroquia local.
A distinción de este sistema de nombramiento por una autoridad más alta, en la mayoría de las demás iglesias protestantes los oficiales de la iglesia son seleccionados por la iglesia local, o por un grupo dentro de la iglesia local, aun cuando la forma de gobierno de la iglesia puede variar en otras maneras significativas (ver abajo). Puesto que este es un aspecto en el que no hay absolutamente ningún pasaje bíblico decisivo, debemos ser pacientes con algo de la diversidad entre evangélicos en este asunto.
Sin embargo, hay varias razones por las que parece más apropiado que los oficiales de la iglesia (tales como anciano y diácono, y ciertamente incluyendo el «pastor») deben ser escogidos o por lo menos afirmados o reconocidos de alguna manera por toda la congregación:
(1) En el Nuevo Testamento hay varios ejemplos en los que los oficiales de la iglesia evidentemente fueron escogidos por toda la congregación. En Hechos 6: 3 los apóstoles no escogieron ellos mismos a los siete primeros diáconos (si los vemos como diáconos), sino que le dijeron a toda la iglesia: «escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad».
La selección inicial de estos hombres fue hecha por toda la congregación. Cuando se escogió al reemplazo de Judas para que fuera contado entre los apóstoles, toda la congregación de 120 personas (ver Hch 1: 15) hizo la selección inicial de dos, de los cuales el mismo Señor indicó cuál se debía nombrar:
«Así que propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, apodado el Justo, y a Matías» (Hch 1: 23). Al fin del concilio de Jerusalén la iglesia entera tuvo parte con los apóstoles y ancianos para escoger los representantes que llevarían las decisiones a las demás iglesias, porque la selección y el envío fue hecho por «los apóstoles y los ancianos, de común acuerdo con toda la iglesia» (Hch 15: 22; «de común acuerdo», v. 25).
Todavía más, cuando algunas de las iglesias enviaron una ofrenda con Pablo para la iglesia de Jerusalén, las iglesias también enviaron a un representante para que acompañara a Pablo, uno que, conforme a Pablo, «las iglesias lo escogieron para que nos acompañe cuando llevemos la ofrenda» (1A Co 8: 19).
NOTA: La palabra jerarquía significa «gobierno por sacerdotes», y se deriva de las palabras griegas para «sacerdote» 0íereus) y «gobierno» (arqué).
La iglesia metodista en los Estados Unidos de América también tiene nombramientos de clero local por obispos, y tiene algunas similitudes a la iglesia episcopal, de la cual salió.
Se podría objetar que Pablo y Bernabé «nombraron» ancianos en cada iglesia (Hch 14: 23), y Pablo también le dijo a Tito que «nombrara ancianos en cada ciudad» (Tit 1: 5). ¿No parece esto asemejarse más al sistema católico romano o anglicano que a un sistema de selección congregacional? S
in embargo, incluso esos versículos no necesitan implicar que los apóstoles solos hicieron la selección, pero ciertamente podrían incluir consulta congregacional e incluso consentimiento antes de que se haga un nombramiento oficiala investidura (como en el nombramiento en Hch 6:3,6). La palabra nombrar también puede significar «investir».
(2) Otra razón para la participación congregacional en la selección de los oficiales de la iglesia es que en el Nuevo Testamento en general la autoridad gobernante final parece descansar no en algún grupo fuera de la iglesia, o algún grupo dentro de la iglesia, sino en la iglesia como un todo. El paso final en la disciplina eclesiástica antes de la excomunión es «díselo a la iglesia» (Mt 18: 17).
La excomunión, o el acto de excluir a alguien de la comunión de la iglesia, se hace cuando la congregación entera está «reunida» (1a Co 5: 4), y por consiguiente evidentemente la hace la congregación entera.
Otra consideración que es sugestiva, pero no concluyente, es el hecho de que las epístolas que son escritas a iglesias no son enviadas a ancianos ni a algún otro grupo de dirigentes dentro de las iglesias, sino que todas son escritas a iglesias enteras, y a la congregación entera se le anima a leer y se espera que preste atención a estas epístolas (Ro 1:7; 1 Ca 1:2; 2 Ca 1:1; cf. 2 Ca 1:13; Col 4:16; 1a Ti 4: 13). Esto quiere decir que los apóstoles se relacionan directamente con las congregaciones, y no con las congregaciones por medio de los oficiales.
Hay también algunas razones prácticas que se pueden mencionar:
(3) Si la congregación entera selecciona a los oficiales de la iglesia, hay más responsabilidad ante la congregación. Pablo da por sentado algún nivel de responsabilidad cuando provee el hecho de que «dos o tres testigos» puedan presentar una acusación de error en contra de un anciano (1A Ti 5: 19). Esta responsabilidad provee una salvaguarda adicional contra las tentaciones a pecar y la excesiva codicia por poder.
(4) Históricamente, la doctrina falsa a menudo parece ser adoptada primero por los teólogos de la iglesia, luego por los pastores, y por último por los laicos informados que están leyendo la Biblia diariamente y andando con el Señor. Por consiguiente, si los dirigentes empiezan a descarriarse en la doctrina o en la vida, y no hay elección por parte de la congregación, entonces la iglesia como un todo no tiene un medio práctico de sujetar las riendas de la situación y revertida. Pero si los oficiales son elegidos por la iglesia, entonces hay un sistema de «verificación y balance por el que incluso la autoridad gobernante de la iglesia tiene alguna responsabilidad ante la iglesia como un todo.
(5) El gobierno funciona mejor cuando tiene el consentimiento de los gobernantes (en el A. T. Éx 4: 29-31; 1a S 7: 5-6; 10: 24; 2a S 2: 4; 1a R 1: 39-40 y nótese que el error de Roboam 1A R 12: 1, 15).
Estos factores combinan para indicar que aunque las Escrituras no ordenan explícitamente un sistema específico para escoger oficiales de la iglesia, parecería más sabio tener un sistema por el que toda la iglesia tiene un papel significativo en la selección i reconocimiento de los oficiales de la iglesia; tal vez mediante un voto congregacional, o mediante algún otro proceso por el que se requiere el reconocimiento congregacional antes de que los oficiales de la iglesia puedan tomar posesión de su cargo.
¡Se puede decir algo en cuanto a los procesos para seleccionar a los oficiales?
Algunas verificaciones congregacionales adicionales contra el uso excesivo de autoridad se podrían incluir en el proceso de selección. Aquí hay campo para amplia variación, pero provisiones tales como la elección a términos limitados de oficio, una exigencia de un año obligatorio de descanso (excepto por los miembros del personal pastoral a tiempo completo que son ancianos) cada pocos años, y un requisito de nueva afirmación periódica de elección, y una provisión en el proceso de nominación  por el que los mismos miembros de la congregación pueden hacer las nominaciones (incluso sí la mayoría de nominaciones vienen de los mismos ancianos), todo esto proveería medidas adicionales de responsabilidad ante la congregación sin abdicar ningún aspecto esencial de la autoridad gobernante sobre la congregación una vez que se eligen los ancianos.
Estos factores también proveerían algunos argumentos en contra de un grupo de ancianos que se perpetúe así mismo que no está sujeto a elección o reconfirmación periódica de parte de la congregación, pero también se debe decir que no hay directivas específicas mencionadas  en las escrituras y que hay campo para variación en este punto.

C. FORMAS DE GOBIERNO DE LA IGLESIA.

Al considerar las formas de gobierno de la iglesia hay alguna superposición con la sección previa en cuanto al método de escoger a los oficiales de la iglesia, porque la selección de los oficiales de la iglesia es un aspecto muy importante de autoridad en la iglesia. Diferentes filosofías de gobierno de la iglesia se reflejaran en diferentes métodos usados para seleccionar los oficiales de la iglesia como se explica arriba.
Esto es evidente en el hecho de que las formas de las iglesia se pueden dividir en tres categorías amplias, que podemos denominar (episcopal, presbiteriano, y congregacional). Las formas episcopales tienen un gobierno por una categoría distinta de oficiales de la iglesia conocida como sacerdocio, y autoridad final para la toma de decisiones se halla fuera de la iglesia local. El sistema de la iglesia episcopal es el representativo primordial entre protestantes de esta forma de gobierno.
Las formas de presbiterianas tienen un gobierno por ancianos, algunos los cuales tienen autoridad no solo sobre su congregación local sino también mediante el presbiterio y la asamblea general, sobre todas las iglesia en una región y entonces en la denominación como un todo. En todas las formas congregacionales de gobierno de la iglesia la autoridad gobernante final descansa en la congregación local, aunque se concede varios grados de de gobierno propio mediante afiliación denominacional, la forma real de gobierno de la iglesia local puede variar considerablemente. Examinaremos cada una de estas formas de gobierno en la consideración que sigue.
1. EPISCOPAL.
En el sistema episcopal un arzobispo tiene autoridad sobre muchos obispos. Ellos a su vez tienen autoridad sobre una (diócesis) que simplemente quiere decir las iglesias bajo la jurisdicción de un obispo. El oficial a cargo de una parroquia local es un rector 8o a veces llamado vicario, que es un (ayudante) o uno que sustituye al rector). Arzobispo, obispo y rectores son todos los sacerdotes, puesto que todos han sido en algún momento ordenados al sacerdocio episcopal (pero en la práctica al rector más frecuentemente se le llama sacerdote).
El argumento a favor del sistema episcopal no es que se halle en el N. T. Sino que es un resultado natural del desarrollo de la iglesia que empezó en el N. T. Y no es prohibido por el N. T. E. A Litton. Escribe: (Ningún orden de obispos diocesanos aparece en el N. T. Pero inmediato añade:
La Evidencia Favorece La Suposición De Que El Episcopado Broto De La Misma Iglesia, Y Por Un Proceso Natural, Y Que Fue Sancionado Por San Juan, El Último Sobreviviente De Los Apóstoles. El Presbiterio, Cuando Se Reunía Para Consulta, Naturalmente, Elegirá A Un Presidente Para Mantener El Orden; Primero Temporalmente, Pero Con El Tiempo Con Autoridad Permanente. De Este Modo Probablemente Que Un Periodo Temprano Un Episcopado Informal Hubiera Brotado En Cada Iglesia. Conforme Los Apóstoles Desaparecerían Uno Por Uno, El Oficio Asumiría Importancia Creciente Y Llegaría A Quedar Investido Con Mayores Poderes.
Todavía más, puesto que el oficio de obispo y la estructura de gobierno correspondiente se halla en la iglesia episcopal es tanto histórico como benéfico, Litton argumenta que se debe preservar. Finalmente, el beneficio de descendencia directa de los Apóstoles se considera como una razón fuerte a favor del sistema episcopal. Litton dice: (los Apóstoles son el primer eslabón en la cadena, y no hay razón por la que una sucesión, según se le considera como comisión externa no debe proceder de edad en edad, el cuerpo existente de ministros entregando la autoridad oficial a sus sucesores, y estos últimos a su vez a los suyos).
Pero hay argumentos que se pueden dar en el otro lado de esta cuestión.
(1) Es significativo que el oficio de (obispo) no es un oficio distinto en el N. T. Sino simplemente un sinónimo para el sustantivo (anciano) como el mismo Litton concuerda. No hay un solo obispo en el N. T. Sino obispos (o supervisores) siempre plural el número. Esto no se debería ver meramente como un dato incidental, porque incluso entre los Apóstoles Jesús no dejo a nadie con autoridad superior sobre los demás, sino que dejo a un grupo de doce que eran iguales en autoridad gobernante (y a quienes otros fueron añadidos más tarde, tales como Pablo). Aunque algunos Apóstoles, tales como Pedro, Jacobo y Pablo, tuvieron prominencia entre el grupo, ellos no tuvieron ninguna autoridad mayor que los demás, e incluso Pedro recibió un regaño de parte de Pablo en Antioquia (Gá 2: 11).
Esto bien reflejar la sabiduría de Cristo en guardar en contra del abuso del poder que inevitablemente viene cuando algún ser humano tiene demasiado poder sin suficiente verificación y balance de otros. Tal como Jesús dejo una pluralidad de Apóstoles que tengan la autoridad (humana) última en la iglesia primitiva, así los Apóstoles siempre nombraron una pluralidad de anciano en cada iglesia, nunca dejando solo a una persona como autoridad y gobernante.
 (2) La teoría de un grupo de obispos establecido para remplazar a los Apóstoles no se enseña en el N. T. ni hay una ampliación de una necesidad de Continuidad fisica de ordenación mediante la imposición de manos de parte de los que han sido ordenados en una cadena ininterrumpida de sucesión de los apóstoles.
Por ejemplo, en Hechos 13:3 no fueron los apóstoles de Jerusalén los que ordenaron a Pablo y a Bernabé, sino las personas de la iglesia de Antioquía impusieron sus manos sobre ellos y los enviaron. De hecho, hay muy poca evidencia de que los apóstoles hayan tenido alguna preocupación por una línea de sucesión. Timoteo al parecer no solo fue ordenado por Pablo sino también por un «concilio de ancianos» (1 Ti 4:14), aunque este bien puede haber incluido a Pablo también (ver 2ª Ti 1: 6).
Más importante todavía, el que ordena en última instancia es el mismo Señor (Hch 20:28; 1 Co 12:28; Ef 4:11), y no hay nada en la naturaleza de la «ordenación» (cuando se ve simplemente como reconocimiento público de un cargo) que exija que sea hecha solo por los previamente ordenados en descendencia fisica) de los apóstoles. Si Dios ha llamado a un anciano, hay que reconocerlo, y no se necesita levantar ninguna preocupación en cuanto a descendencia fisica.
Además, si uno está convencido de que la iglesia local debe elegir ancianos (ver la explicación arriba), entonces parecería apropiado que la iglesia que eligió al anciano, y no algún obispo externo, debe ser el grupo que confiere el reconocimiento externo en la elección al investir a la persona en el cargo u ordenar al pastor.
(3) En tanto que se puede argumentar que el desarrollo de un sistema episcopal como un solo obispo en autoridad sobre varias iglesias fue un desarrollo benéfico en la iglesia primitiva, uno también puede argumentar que fue una desviación de las normas del Nuevo Testamento y como resultado de la insatisfacción humana con el sistema de ancianos elegidos localmente que había sido establecido por los apóstoles y que al parecer funcionó muy bien desde el año 30 al 100 d.C. en toda la iglesia del Nuevo Testamento. Pero la evaluación de la información histórica por supuesto dependerá de la evaluación que uno haga de argumentos anteriores en pro y en contra de un sistema episcopal.
NOTA: Por supuesto, este representante de las iglesias puede haber sido nombrado sólo por los oficiales dentro de la iglesia, pero no hay declaración en este sentido: Pablo simplemente dice que «las iglesias lo escogieron», y ciertamente no menciona ninguna autoridad más alta fuera de las iglesias.
Sin embargo, esta situación tiene también un potencial para abuso si unos pocos miembros influyentes ejercen influencia para impedir que el pastor lidie con asuntos de pecados en las propias vidas de ellos.
Los episcopales que favorecen el nombramiento de oficiales por un obispo, por supuesto no estarían de acuerdo con la premisa en esta última consideración.
En la Iglesia Cristiana Reformada, la forma de gobierno es Similar al sistema presbiteriano, pero los nombres de los cuerpos gobernantes son diferentes: a los ancianos de la iglesia local se le llama un consistorio (en lugar de una sesión), al cuerpo gobernante regional se le llama una clase (en lugar de presbiterio), y a la asamblea gobernante nacional se llama un sínodo (en lugar de Asamblea General).
2. PRESBITERIANO.
En este sistema cada iglesia local elige ancianos a una sesión (A en la figura 47.2 representa anciano, y las líneas punteadas indican que toda la congregación elige a los ancianos). El pastor de la iglesia será uno de los ancianos en la sesión, igual en autoridad a los demás ancianos. Esta sesión tiene autoridad gobernante sobre la iglesia local.
Sin embargo, los miembros de la sesión (los ancianos) son también miembros de un presbiterio, que tiene autoridad sobre varias iglesias en una región. Este presbiterio consiste de algunos o todos los ancianos de las iglesias locales sobre las que tiene autoridad. Es más, algunos de los miembros del presbiterio son miembros de la «Asamblea General» que por lo general tiene autoridad sobre todas las iglesias presbiterianas en una nación o región:
Los argumentos a favor del sistema presbiteriano son:
(1) Que los que tienen sabiduría y dones para servir como ancianos deben ser llamados para usar su sabiduría para gobernar más que simplemente a una iglesia local, y
(2) Un gobierno nacional (o incluso mundial) de la iglesia muestra la unidad del cuerpo de Cristo. Todavía más:
(3) Tal sistema puede prevenir que una congregación individual caiga en error doctrinal mucho más eficazmente que cualquier asociación voluntaria de iglesias.
El sistema presbiteriano bosquejado arriba tiene muchos adherentes entre los creyentes evangélicos hoy, y ciertamente funciona efectivamente en muchos casos.
Sin embargo, se pueden presentar algunas objeciones en contra de este sistema:
(1) En ninguna parte de las Escrituras los ancianos tienen autoridad establecida regularmente sobre más que su propia iglesia local. El patrón es más bien que los ancianos son nombrados en las iglesias locales y tienen autoridad sobre iglesias locales.
Contra esta afirmación a menudo se menciona el concilio de Jerusalén de Hechos 15, pero se debe notar que este concilio se reunió en Jerusalén debido a la presencia de los apóstoles. Evidentemente los apóstoles y los ancianos de Jerusalén, con los representantes de Antioquía (Hch 15: 2), juntos buscaron la sabiduría de Dios en el asunto.
Y parece haber habido alguna consulta con toda la iglesia por igual, porque leemos, al final del debate: «Entonces los apóstoles y los ancianos, de común acuerdo con toda la iglesia, decidieron escoger a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé» (Hch 15:22). (Si esta narrativa da respaldo al gobierno regional por los ancianos, por consiguiente ¡también da respaldo al gobierno regional de parte de congregaciones enteras!).
Esta situación con los ancianos de Jerusalén no es un buen patrón para defender un sistema por el que los ancianos tienen autoridad sobre más que su iglesia local: la iglesia de Jerusalén no envió a todos los ancianos de Judea, Samaria y Galilea, ni llamó a una reunión del «presbiterio de Judea» o a una (asamblea general).
Aunque los apóstoles de Jerusalén ciertamente tenían autoridad sobre todas las iglesias, no hay indicación de que los ancianos por sí mismos, incluso en la iglesia de Jerusalén, tuvieran tal autoridad. Y ciertamente no hay ningún patrón en el Nuevo Testamento de que los ancianos ejercieran autoridad sobre alguna otra que su propia iglesia local.
(2) Este sistema, en la práctica, resulta en mucho litigio formal, en donde las disputas doctrinales se entablan año tras año todo el recorrido hasta el nivel de asamblea general. Uno se pregunta si esto debería ser la característica de la iglesia de Cristo; tal vez sí, pero le parece a este autor que es un sistema que estimula tal litigio mucho más de lo necesario o que sea edificante para el cuerpo de Cristo.
(3) El poder efectivo en el gobierno de la iglesia parece, en la práctica, estar demasiado alejado del control final de los laicos de la iglesia. Aunque Berkhof, que defiende este sistema de gobierno, afirma muy claramente que «el poder de la iglesia reside primariamente en el cuerpo gobernante de la iglesia local», también admite que, «mientras más general sea la asamblea, más remota es de la gente»: Así, es muy dificil hacer que dé la vuelta el sistema si empieza a marchar erradamente puesto que los laicos que no son ancianos no tienen voto en la sesión, o presbiterio, o asamblea general, y la estructura gobernante de la iglesia está más alejada de ellos que en otras estructuras de gobierno de la iglesia.
(4) Aunque en algunos casos es cierto que una denominación doctrinalmente sólida con sistema presbiteriano del gobierno puede impedir que una iglesia local se descarríe en su doctrina, en la realidad la verdad ha sido muy frecuentemente lo opuesto: el liderazgo nacional de una denominación presbiteriana ha adoptado doctrina falsa y ha puesto gran presión sobre las iglesias locales para que se ajusten a ella.
(5) Aunque el sistema presbiteriano en efecto representa en cierta forma la unidad nacional o incluso mundial de la iglesia de Cristo, tal unidad puede ciertamente mostrarse de otras maneras que mediante este sistema de gobierno.
Las iglesias con formas de gobierno más puramente congregacional en efecto tienen asociaciones voluntarias que manifiestan esta unidad. De hecho, estas asociaciones incluyen a todas las personas de las iglesias, y no simplemente a los ancianos o el clero, como en un sistema presbiteriano.
La reunión nacional de una denominación bautista, por ejemplo, en donde un número grande de ministros y laicos (que no son necesariamente ancianos o diáconos, sino simplemente delegados de sus iglesias) se unen en comunión se podría ver como una mejor demostración de la unidad del cuerpo de Cristo que una asamblea general presbiteriana en donde sólo ancianos están presentes.
NOTA. Por otro lado, los que abogan el sistema presbiteriano podrían responder que en ninguna parte del Nuevo Testamento hallamos un ejemplo de una iglesia independiente; toda iglesia en el Nuevo Testamento está sujeta a la autoridad gobernante mundial de los apóstoles. Por supuesto, el que defiende a las iglesias independientes pudiera responder que no tenemos apóstoles hoy para que ejerzan tal autoridad.
Sin embargo, si estamos mirando al Nuevo Testamento por un patrón, el hecho permanece de que no se halla allí iglesias independientes y esperaríamos que algo antes que nada reemplazaría al gobierno de los apóstoles. Esto me parece a mí que indica que algún tipo de autoridad denominacional sobre las iglesias locales sigue siendo apropiado (aunque tomará formas diferentes en diferentes denominaciones).
3. CONGREGACIONAL
A. UN SOLO ANCIANO (O UN SOLO PASTOR):
Ahora podemos mirar a cinco variedades de gobierno congregacional de la iglesia. La primera, que al presente es la más común entre las iglesias bautistas de los Estados Unidos de América, es la forma de gobierno de «un solo anciano». En esta clase de gobierno al pastor se le ve como el único anciano de la iglesia, y hay una junta de diáconos elegida que sirve bajo su autoridad y le da respaldo quiere decir diácono).
En este sistema la congregación elige al pastor y también elige a los diáconos.
La cantidad de autoridad que el pastor tiene varía grandemente de iglesia a iglesia, y por lo general aumentará según el tiempo que el pastor permanezca en una iglesia.
De la autoridad de la junta de diáconos a menudo se piensa como meramente autoridad de asesoría. En la manera en que este sistema funciona de ordinario, especialmente en iglesias pequeñas, muchas decisiones deben ser llevadas ante toda la congregación.
Los argumentos a favor de este sistema se presentan claramente en Systematic Theology de A. H. Strong, que es un texto usado ampliamente en círculos bautistas. Strong da los siguientes argumentos:
(1) El Nuevo Testamento no exige una pluralidad de ancianos, pero el patrón de ancianos plurales visto en el Nuevo Testamento se debió sólo al tamaño de las iglesias en ese tiempo. Él dice:
En ciertas iglesias del Nuevo Testamento parece haber habido una pluralidad de ancianos. No hay, sin embargo, evidencia de que el número de ancianos sea uniforme, o que la pluralidad que frecuentemente existió se debió a alguna otra causa que el tamaño de las iglesias que los ancianos atendían.
El ejemplo del Nuevo Testamento, en tanto que permite la multiplicación de pastores ayudantes según la necesidad, no exige una pluralidad de ancianos en todo caso."
En esta cita Strong muestra que consideraría a los pastores adicionales empleados por una iglesia grande como ancianos por igual, así que este sistema se podría ampliar más allá de un solo pastor o anciano para incluir a dos o más ancianos o pastores. Pero la distinción crucial es que la autoridad gobernante del oficio de anciano la posee solo el pastor o pastores profesionales de la iglesia y no participa de ella ningún laico de la iglesia.
Debemos darnos cuenta de que en la práctica, la vasta mayoría de iglesias que siguen este patrón hoy son relativamente iglesias pequeñas con sólo un pastor; por consiguiente, en la realidad, esto por lo general llega a ser una forma de gobierno de un solo pastor:
(2) Strong añade que «Jacobo fue el pastor o presidente de la iglesia de Jerusa1én», y cita Hechos 12: 17; 21: 18; y Gálatas 2: 12 para mostrar que este liderazgo de Jacobo fue un patrón que pudo entonces ser imitado por otras iglesias.
(3) Strong nota que algunos pasajes tienen «obispo» en singular pero «diáconos» en plural, sugiriendo algo similar a esta forma bautista común de gobierno. Una traducción literal del texto griego muestra un artículo definido singular que modifica a «obispo» en dos versículos: «El obispo por consiguiente debe ser irreprochable» (1ª Ti 3: 2, traducción literal) y que «el obispo debe ser intachable» (Tit 1: 7, traducción literal), pero en contraste, leemos: dos diáconos de igual manera deben ser serios (1ª Ti 3: 8).
(4) Finalmente, el «ángel de la iglesia» en Apocalipsis 2: 1, 8, 12, 18; 3: 1, 7,1 4, según Strong, «se interpreta mejor como queriendo decir el pastor de la iglesia; y, si esto es correcto, es claro que cada iglesia tenía, no muchos pastores, sino uno»:"
(5) Otro argumento, no dicho por Strong, se halla en literatura reciente sobre el crecimiento de la iglesia. El argumento es que las iglesias necesitan un solo pastor fuerte a fin de crecer rápidamente.
De nuevo, se debe decir que la forma de gobierno de un solo anciano ha funcionado muy exitosamente en muchas iglesias evangélicas. Sin embargo, pueden haber objeciones al caso presentado por Strong y otros.
(1) Parece absurdo argumentar que el Nuevo Testamento se queda corto y no da un mandato claro de que todas las iglesias deben tener una pluralidad de ancianos cuando los pasajes sobre los requisitos de los ancianos en 1ª Timoteo 3: 1-7 y Tito 1: 5-7 se usan como requisitos bíblicos para los oficios de la iglesia hoy.
¿Cómo pueden las iglesias decir que los requisitos para ancianos hallados en estos versículos son órdenes para nosotros hoy pero el sistema de pluralidad de ancianos hallado en los mismos versículos no es una orden, sino que fue exigencia sólo en ese tiempo y esa sociedad? Aunque se pudiera objetar que estos son mandatos escritos sólo a situaciones individuales en Éfeso y Creta, mucho del Nuevo Testamento consiste de mandatos apostólicos escritos a iglesias individuales sobre cómo deben conducirse.
Sin embargo, no decimos por consiguiente que somos libres de desobedecer esas instrucciones en otras partes de la epístola. Es más, 1ª Timoteo y Tito nos dan abundante material sobre la conducta de la iglesia local, material que todas las iglesias creyentes procuran seguir.
NOTA: Otro teólogo bautista. Millard Erickson. Respalda la afirmación de Strong de que el Nuevo Testamento no exige pluralidad de ancianos en una iglesia. Dice que los ejemplos del Nuevo Testamento de ancianos son «pasajes descriptivos» que hablan de un orden de iglesia que ya existía.
Pero que «a las iglesias no se les ordena adoptar una forma en particular de orden en la iglesia» (Christian Theology, p. 1084). Todavía más, Erickson no ve un patrón de gobierno de la iglesia en el Nuevo Testamento, sino que dice: «Bien puede haber habido más bien amplias variedades de arreglos gubernamentales. Cada iglesia adoptó un patrón que encajó en su situación individual» (ibid).
Ver, por ejemplo, C. Peter Wagner, Leading Your Church to Growth (Regal, Ventura, Calif, 1984). Él dice: «El argumento principal de este libro es que para que las iglesias maximicen su potencial de crecimiento necesitan pastores que sean líderes fuertes. No se equivoque en cuanto a esto: es una regla» (p. 73). El libro está lleno de anécdotas y pronunciamientos de expertos de crecimiento de la iglesia diciéndole al lector que el liderazgo de un solo pastor fuerte es esencial para el crecimiento significativo de la iglesia.
Todavía más, parece nada sabio ignorar un claro patrón del Nuevo Testamento que existió en toda las iglesias de las cuales tenemos evidencia en el tiempo que fue escrito el Nuevo Testamento. Cuando el Nuevo Testamento nos muestra que a ninguna iglesia se menciona teniendo un solo anciano (En cada iglesia), Hch. 14: 23; «en todo pueblo», Tit 1: 5; «Haga llamar a los ancianos), Stg 5: 14; 8.
A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos),1ª P 5: 1), parece nada persuasivo decir que las iglesias pequeñas deberían tener sólo un anciano. Aun cuando Pablo acababa de fundar iglesias en su primer viaje misionero, hubo ancianos nombrados (en cada iglesia) (Hch 14:23). Y (todo pueblo) en la isla de Creta debía tener ancianos, por grande o pequeña que sea la iglesia.
Además, hay incongruencia en el argumento de Strong cuando dice que las iglesias grandes eran las que tenían pluralidad de ancianos, porque entonces afirma que «el ángel de la iglesia de Éfeso» (Ap 2: 1) era un solo pastor, conforme a este patrón bautista común. Sin embargo, la iglesia de Éfeso en ese tiempo era excepcionalmente grande: Pablo, al fundar esa iglesia, había pasado tres años allí (Hch. 20: 31), tiempo en el cual «de modo que todos los judíos Y los griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar la palabra del Señor» (Hch 19:10). La población de Éfeso en ese tiempo era de más de 250.000.
Podemos preguntar, ¿por qué deberíamos seguir a Strong y adoptar como norma un patrón de gobierno de la iglesia que no se halla en ninguna parte del Nuevo Testamento, y rechazar un patrón que se halla en todas partes del Nuevo Testamento?
(2) Jacobo bien puede haber actuado como moderador u oficial que preside en la iglesia de Jerusalén, porque todas las iglesias tendrían algún tipo de dirigente designado como éste a fin de celebrar sus reuniones. Pero esto no implica que él fue el (pastor) de la iglesia de Jerusalén en un sentido de un «solo anciano». De hecho, Hechos 15: 2 muestra que hubo ancianos (plural) en la iglesia de Jerusalén, y a Jacobo mismo probablemente se le contaba entre los apóstoles (ver Gá 1:19) antes que entre los ancianos.
(3) En 1Timoteo 3:2 Y Tito 1:7 el artículo griego definido que modifica a «obispo)) simplemente muestra que Pablo está hablando de los requisitos generales según se aplican a cualquier ejemplo. 51 De hecho, en ambos casos que Strong cita sabemos que había ancianos (plural) en las iglesias mencionadas. 1 Timoteo 3:2 fue escrito a
Timoteo en Éfeso, y Hechos 20: 17 nos muestra que había «ancianos)) en las iglesia de Éfeso. E incluso en 1 Timoteo Pablo escribe: «Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que dedican sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza» (1ª Ti 5: 17). Respecto a Tito 1: 7 solo necesitamos mirar el versículo 5, donde Pablo pide a Tito que en cada pueblo nombre ancianos.
NOTA: En términos de gramática griega, el uso del artículo definido aquí se entiende mejor como un uso «genérico», que se define como uso del articulo «para seleccionar un individuo normal o representativo» (MHT 3, p. 180).
El uso de Pablo del singular fue natural después de que había dicho: «si alguno desea ser obispo» (1 Ti 3: 1), o «El anciano debe ser intachable» (Tit 1: 6).
La RSV en inglés da una traducción más apropiada para los que hablan inglés, reflejando este uso genérico, en estos dos versículos: "un obispo».
(4) Los ángeles de las siete iglesias en Apocalipsis 2, 3 son evidencia inusual y más bien débil por un solo anciano. «Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso» (Ap 2: 1) difícilmente puede querer decir que había solamente un anciano en esa iglesia, puesto que sabemos que había «ancianos» allí en esta iglesia muy grande (Hch 20: 17).
La palabra «ángel» que se usa al dirigirse a las siete iglesias en Apocalipsis 2-3 puede simplemente designar un mensajero especial de cada iglesia, tal vez incluso un mensajero humano que llevaría a cada iglesia lo que Juan escribió, o bien puede representar «el espíritu prevaleciente de la iglesia» antes que el oficial gobernante de la congregación, o incluso puede simplemente referirse a un ángel al que se le asignó cuidado especial sobre cada congregación.
Incluso si representa un oficial que preside de algún tipo en cada congregación, a este «ángel» no se le presenta como alguien que tiene autoridad gobernante o alguna función equivalente al pastor de hoy, o ninguna función equivalente a la del «anciano» en las iglesias del Nuevo Testamento. Este pasaje no provee evidencia lo suficientemente fuerte como para desalojar la información clara en todo el Nuevo Testamento que muestra pluralidad de ancianos en toda iglesia, incluso en la iglesia de Éfeso.
Es interesante que todos los pasajes del Nuevo Testamento que cita Strong (Hch 15, Jerusalén; 1ª Ti 3:2, Éfeso; Tit 1:7, Creta; Ap 2-3, las siete iglesias, incluyendo Éfeso) hablan de situaciones en las cuales el Nuevo Testamento mismo señala claramente una pluralidad de ancianos en autoridad en las iglesias mencionadas.
(5) El argumento de los estudios de crecimiento de la iglesia en realidad no demuestra que el gobierno dirigido por un solo pastor es necesario, por lo menos cuatro razones:
(A) No debemos rechazar un patrón que respaldan las Escrituras y adoptar uno diferente simplemente porque la gente nos dice que un patrón diferente parece funcionar bien para producir iglesias grandes; nuestro papel aquí, como en todo en la vida, debe ser más bien obedecer las Escrituras lo más cercanamente que podamos y esperar que Dios dé las bendiciones apropiadas según desee.
(B.) Hay muchas iglesias grandes con gobiernos de pluralidad de ancianos (tanto iglesias presbiterianas como iglesias independientes), así que el argumento de consideraciones prácticas no es concluyente.
(C) C. Peter Wagner admite que dirigentes fuertes se pueden hallar en varias formas de gobierno de la iglesia, y debemos concordar en que un sistema de pluralidad de ancianos en el cual todos tienen igual autoridad no evita que un anciano (tal como el pastor) funcione en una especie de «primero entre iguales» y tenga un papel significativo de liderazgo entre esos ancianos.
(6) Un problema común en el sistema de un «solo anciano» es o una concentración excesiva de poder en un solo individuo o demandas excesivas que se le imponen.
En cualquier caso, las tentaciones a pecar son muy grandes, y un grado reducido de responsabilidad hace más probable ceder a la tentación. Como se mencionó arriba, nunca fue el patrón en el Nuevo Testamento, incluso con los apóstoles, concentrar el poder gobernante en manos de una sola persona.
Aquí se debe notar que la noción de «un solo anciano» de gobierno de la iglesia en realidad no tiene más respaldo del Nuevo Testamento que la noción de «un solo obispo» (episcopal). Ambas parecen ser intentos de justificar lo que ya ha sucedido en la historia de la iglesia, y no conclusiones que han brotado de un examen inductivo del mismo Nuevo Testamento.
(7) Finalmente se debe notar que en la práctica el sistema de «un solo anciano» puede cambiar y funcionar más como gobierno de una «pluralidad de ancianos», sólo que a los que funcionan como ancianos más bien se le llama «diáconos».
Esto sucedería si los diáconos participan de la autoridad real gobernante con el pastor, y el pastor y los demás diáconos se ven a sí mismos como responsables a la junta diáconos como un todo.
El problema con este arreglo es que no usa terminología bíblica para aplicarla a las funciones que las personas están desempeñando, porque los «diáconos» en el Nuevo Testamento nunca tuvieron autoridad de gobernar o enseñar en la iglesia.
El resultado en tal situación es que las personas de la iglesia (tanto los diáconos como los demás miembros de la iglesia) no leerán ni aplicarán pasajes bíblicos sobre los ancianos a los que en realidad están funcionando como ancianos en su iglesia.
Por consiguiente, estos pasajes pierden la pertinencia directa que deberían tener el la iglesia. En este caso, sin embargo, el problema se podría resolver cambiando en nombre de «diácono» a «anciano», y considerar al pastor como un anciano entre los demás.
NOTA: La palabra angelos [ángel] en Ap 2: 1. Puede significar no solamente «ángel" sino también simplemente «mensajero».
Wagner dice en un punto que un pastor puede ser un dirigente fuerte dentro de una variedad de tipos de gobierno de la iglesia. (Leading Your Church to Growth, pp. 94-95). Por consiguiente, no es apropiado tomar su estudio como argumento que respalda por si solo la forma de gobierno con un solo anciano.
B. PLURALIDAD LOCAL DE ANCIANOS:
¿Hay algún tipo de gobierno de la iglesia que preserva el patrón de pluralidad de ancianos que se halla en el Nuevo Testamento y que evita la expansión de la autoridad de los ancianos más allá de la congregación local? Aunque tal sistema no es distintivo de ninguna denominación hoy, se halla en muchas congregaciones individuales. Usando las conclusiones a que se han llegado hasta este punto sobre la información del Nuevo Testamento.
Dentro de tal sistema los ancianos gobiernan a la iglesia y tienen autoridad de gobernarla, autoridad que les ha conferido Cristo mismo, la cabeza de la iglesia, y el Espíritu Santo (Hch 20: 28; Heb 13: 17). En este sistema de gobierno siempre hay más de un anciano, hecho que distingue esta forma de gobierno del «sistema de un solo anciano» que se consideró arriba. En una congregación contemporánea, el «pastor» (o «pastor principal») será uno entre los ancianos en este sistema.
No tiene autoridad sobre ellos, ni tampoco trabaja para ellos como empleado. Tiene un papel de alguna manera distinto en que él se dedica a tiempo completo al trabajo de «predicar y enseñar» (1ª Ti 5: 17), y deriva parte o todos sus ingresos de ese trabajo (1ª Ti 5: 18). También puede frecuentemente asumir un papel de liderazgo (tal como presidente) entre los ancianos, lo que encajaría con su papel de liderazgo entre la congregación, pero tal papel de liderazgo entre los ancianos no sería necesario para el sistema.
Además, el pastor de ordinario tendrá autoridad considerable para tomar decisiones y proveer liderazgo en muchos aspectos de responsabilidad que le ha delegado la junta de ancianos como un todo. Tal sistema permitiría al pastor ejercer fuerte liderazgo en la iglesia y seguir teniendo autoridad gobernante a la par de los demás ancianos.
El punto fuerte de este sistema de gobierno se ve en el hecho de que el pastor no tiene autoridad propia sobre la congregación, sino que esa autoridad le pertenece colectivamente a todo el grupo de ancianos (lo que se podría llamar la junta de ancianos). Todavía más, el mismo pastor, como todo otro anciano, está sujeto a la autoridad de la junta de ancianos como un todo. Esto puede ser un gran beneficio para evitar que el pastor cometa equivocaciones, y para respaldarlo en la adversidad y protegerle de los ataques y oposición.
En tal sistema, ¿hay limitaciones que se deben imponer a la autoridad de los ancianos?
En la sección arriba sobre la manera de escoger oficiales de la iglesia se dieron varias razones para tener algunas «verificaciones y balances» que pondrían restricciones a la autoridad de' los oficiales de una iglesia. Estos argumentos también son útiles aquí para indicar que, aunque los ancianos tengan sustancial autoridad gobernante sobre la iglesia, no debe ser autoridad ilimitada.
NOTA: Si la iglesia tiene más de un pastor que recibe paga por su trabajo, a estos otros pastores asociados o ayudantes se les puede ver, o tal vez no, como ancianos (dependiendo de los requisitos que reúna cada miembro de personal y las normas de operación de la iglesia), pero en cualquier caso, sería consistente por entero con esta forma de gobierno que los pastores asociados rindan cuentas al pastor principal sólo en su trabajo cotidiano, y él responde ante a la junta de ancianos con respecto a su supervisión de la actividad de ellos.
Se pueden sugerir ejemplos de tales limitaciones, como:
(1) Pueden ser elegidos antes que perpetuarse;
(2) Pueden tener términos específicos de servicio con un año obligatorio de descanso de la junta (excepto el pastor, cuyas responsabilidades de liderazgo continuo requieren continua participación como anciano);
(3) Algunas decisiones más serias pueden precisar que se las lleve ante toda la iglesia para aprobación. Respecto a este tercer punto, la aprobación congregacional ya es un requisito bíblico para la disciplina eclesiástica, en Mateo 18: 17 y para la excomunión en 1ª Corintios 5: 4.
El principio de elección congregacional de los ancianos implicaría que la decisión de llamar a cualquier pastor debe haber sido aprobada por la congregación como un todo. Direcciones nuevas serias en el ministerio de cada iglesia, que exigirían respaldo congregacional en gran escala, se pueden también presentar a la iglesia como un todo para aprobación.
Finalmente, parecería sabio exigir aprobación congregacional en decisiones financieras grandes tales como el presupuesto anual, la decisión de comprar propiedades, o la decisión de tomar prestado dinero para la iglesia (si acaso se debe hacer), simplemente porque a la iglesia como un todo se le pedirá que dé generosamente para pagar por todos estas compromisos.
De hecho, las razones para poner algunas limitaciones a la autoridad de los oficiales de la iglesia pueden parecer tan fuertes que nos lleven a pensar que todas las decisiones y autoridad gobernante deben descansar en la congregación como un todo. (Algunas iglesias han adoptado un sistema de democracia casi pura para gobernar a la iglesia, por el que todo se debe presentar a la congregación entera para aprobación).
Sin embargo, esta conclusión ignora la abundante evidencia del Nuevo Testamento en cuanto a la clara autoridad de gobernar que se da a los ancianos en las iglesias del Nuevo Testamento. Por consiguiente, en tanto que es importante tener algunas limitaciones reconocidas sobre la autoridad de los ancianos, y que la autoridad gobernante última descanse sobre la congregación como un todo, o es necesario, si vamos a ser fieles al patrón del Nuevo Testamento, investir a los mismos ancianos con un fuerte nivel de autoridad.
He rotulado a este sistema como de «pluralidad local de ancianos» a fin de distinguirlo del sistema presbiteriano en donde los ancianos, cuando se reúnen a nivel de presbiterio o asamblea general, tienen autoridad sobre más que su propia congregación local. Pero en tal sistema de ancianos locales elegidos, ¿puede haber alguna asociación más amplia con iglesias más allá de la congregación local?
Sí, por cierto. Si bien las iglesias con este sistema pueden escoger permanecer independientes por entero, la mayoría entraras en asociaciones voluntarias con otras iglesias de convicciones similares a fin de facilitar comunión, combinación de recursos para actividad misionera (y tal vez para otras cosas tales como campamentos cristianos, publicaciones, educación teológica, etc.).
Sin embargo, la única autoridad que estas asociaciones mayores tendrían sobre la congregación local seria la autoridad de excluir a una iglesia individual de esa asociación, y no la autoridad de gobernar los asuntos de cada congregación.
NOTA: Los argumentos dados arriba para las restricciones sobre la autoridad de los oficiales de la iglesia se pueden resumir como sigue:
(1) Los oficiales de la iglesia en el Nuevo Testamento evidentemente fueron elegidos por toda la congregación.
(2) La autoridad gobernante final en las iglesias del Nuevo Testamento parece que descansaba en toda la iglesia.
(3) Rendir cuentas a la congregación provee una salvaguarda contra las tentaciones a pecar.
(4) Algún grado de control por la congregación entera provee una salvaguarda para evitar que el liderazgo caiga en el error doctrinal.
(5) El gobierno funciona mejor con el consentimiento de los gobernados. Además de éstos, hay otra razón para restringir la autoridad de los oficiales de la iglesia:
(6) La doctrina de la claridad de las Escrituras (ver capítulo 6), y la doctrina del sacerdocio de todos los creyentes (por la que el Nuevo Testamento afirma que todos los creyentes tienen acceso al trono de Dios en oración y todos participan como miembros en un «sacerdocio rea» [1ª P 2: 9; cf. Heb 10: 19-25; 12: 22-24] se combinan para indicar que todos los creyentes tienen alguna capacidad para interpretar las Escrituras y alguna responsabilidad de buscar la sabiduría de Dios al aplicarla a las situaciones.
Todos tienen acceso directamente a Dios a fin de procurar conocer su voluntad. El Nuevo Testamento no da lugar a ninguna clase especial de creyentes que tienen mayor acceso a Dios que otros. Por consiguiente, es correcto incluir a todos los creyentes en algunos de los procesos de toma de decisiones cruciales de la iglesia. «El éxito depende de los muchos consejeros» (Pr 11:14).
Se debe notar que un sistema de gobierno de la iglesia como un grupo de ancianos que se perpetúa a sí mismo, en lugar de uno elegido por la congregación, sería muy similar en función a este sistema, pero no sería tan extensivo en las verificaciones y balances que se imponen sobre la autoridad de los ancianos. Tal iglesia todavía puede querer tener algún mecanismo por el que la congregación pueda sacar a los ancianos que se desvían de manera seria de la fidelidad a las Escrituras.
C. JUNTA CORPORATIVA:
Las tres formas restantes de gobierno congregacional de la iglesia no se usan comúnmente, pero a veces se hallan en iglesias evangélicas. El primero sigue el patrón del ejemplo de una corporación moderna, en donde la junta de directores contrata a un oficial ejecutivo que tiene la autoridad de manejar los asuntos como mejor le parezca. A esta forma de gobierno también se le podría llamar la estructura de «tú trabajas para nosotros».
A favor de esta estructura se pudiera argumentar que este sistema en efecto funciona bien en las empresas contemporáneas. Sin embargo, no hay ningún precedente ni respaldo del Nuevo Testamento para tal forma de gobierno de la iglesia.
Es simplemente resultado de tratar de manejar la iglesia como una empresa moderna, y ve al pastor no como dirigente espiritual, sino meramente como un empleado pagado.
Otras objeciones a esta estructura son el hecho de que le priva al pastor de participar en la autoridad gobernante que debe tener a fin de desempeñar efectivamente sus responsabilidades como anciano. Todavía más, los miembros de la junta también son miembros de la congregación sobre quienes se supone que el pastor debe tener cierta autoridad, pero esa autoridad se ve seriamente comprometida si los dirigentes de la congregación son en realidad sus jefes.
NOTA: Cuando este tipo de sistema funciona en una iglesia grande, es importante que una mayoría de la junta de ancianos sean personas que no son pastores asociados en la iglesia. Esto se debe a que los pastores asociados están sujetos al pastor principal en todo su trabajo en la iglesia (por lo general él los emplea y despide, y fija su paga, y ellos le rinden cuentas a él).
Por consiguiente, si una mayoría de los ancianos consiste de estos pastores asociados, las dinámicas interpersonales incluidas harán imposible que el pastor principal esté sujeto a la autoridad de los ancianos como un grupo, y el sistema funcionará de hecho como una forma (algo disfrazada) de gobierno de (un solo pastor), y no como un gobierno de pluralidad de ancianos.
Alguien podría objetar que en una iglesia grande sólo los miembros del personal pastoral a tiempo completo saben lo suficiente de la vida de la iglesia como para ser ancianos eficaces, pero ésta no es una objeción persuasiva: el gobierno por juntas que no están estrechamente involucradas en las actividades cotidianas de aquellos a quienes gobiernan funciona bien en muchos ámbitos de la actividad humana, tales como juntas universitarias o de seminario, juntas escolares locales, junta de directores de corporaciones, e incluso gobiernos estatales o nacionales.
Todos estos cuerpos gobernantes dirigen pólizas y dan dirección a administradores a tiempo completo, y pueden obtener información detallada en cuanto a situaciones especificas cuando surge la necesidad. (Me doy cuenta de que todos estos sistemas pueden funcionar calamitosamente, pero mi punto es simplemente que pueden funcionar muy bien cuando en posiciones de liderazgo se pone a las personas apropiadas).
D. DEMOCRACIA PURA:
Esta noción, que lleva el gobierno congregacional de la iglesia a su extremo lógico.
En este sistema todo debe presentarse en la reunión congregacional. El resultado es que las decisiones a menudo se debaten interminablemente, y, conforme la iglesia crece, la toma de decisiones llega al punto de casi paralizarse. En tanto que esta estructura intenta hacer justicia a algunos de los pasajes citados arriba respecto a la necesidad de que la autoridad gobernante final descanse en la congregación como un todo, no es fiel al patrón del Nuevo Testamento de ancianos reconocidos y designados que tienen autoridad real para gobernar a la iglesia en la mayoría de las situaciones.
E. «NO GOBIERNO EXCEPTO EL ESPÍRITU SANTO»:
Algunas iglesias, particularmente iglesias muy nuevas con tendencias más místicas o extremadamente pietistas, funcionan con un gobierno.
En este caso, la iglesia negaría que se necesite alguna forma de gobierno, dependería de que todos los miembros de la congregación que sean sensibles a la dirección del Espíritu Santo en sus propias vidas, y las decisiones por lo general se tomarían por consenso.
Esta forma de gobierno nunca dura mucho tiempo. No sólo que no es fiel al patrón del Nuevo Testamento de ancianos designados con autoridad para gobernar a la iglesia, sino que también está expuesta a mucho abuso, porque los sentimientos subjetivos antes que la sabiduría y la razón prevalecen en el proceso de toma de decisiones.
4. CONCLUSIONES.
Se debe aclarar, al concluir esta consideración del gobierno de la iglesia, que la forma de gobierno adoptada por una iglesia no es un punto principal de doctrina. Los creyentes han vivido confortablemente y han ministrado muy efectivamente con varias clases diferentes de sistemas, y hay muchos evangélicos dentro de cada de los sistemas mencionados.
Es más, un número de tipos diferentes de sistemas de gobiernos de iglesia funcionan bastante bien. En donde hay puntos débiles que parecen ser inherentes en la estructura de gobierno, individuos dentro del sistema generalmente reconocen esos puntos débiles e intentan compensarlos de cualquier manera que el sistema les permita.
No obstante, una iglesia puede ser más pura o menos pura en este punto, como en cualquier otro aspecto. Conforme las Escrituras nos persuaden respecto a varios aspectos del gobierno de la iglesia, entonces debemos continuar orando y esforzándonos por una mayor pureza de la iglesia visible en este aspecto también.

D. ¿DEBEN LAS MUJERES SER OFICIALES DE LA IGLESIA?

La mayoría de las teologías sistemáticas no ha incluido una sección sobre la cuestión de si las mujeres pueden ser oficiales de la iglesia, porque se ha dado por sentado en toda la historia del cristianismo, con muy pocas excepciones, que sólo los hombres pueden ser pastores o funcionar como ancianos dentro de la iglesia.'·
Pero en años recientes ha surgido una controversia seria dentro del mundo evangélico:
¿pueden las mujeres servir como pastoras tanto como los hombres? ¿Pueden ellas tener parte en todos los cargos de la iglesia? He tratado esta cuestión mucho más extensivamente en otras obras, pero un breve resumen de la cuestión se puede dar en este punto.
Debemos afirmar desde el principio que la narrativa de la creación en Génesis 1: 27 ve a hombres y mujeres como creados igualmente a imagen de Dios. Por consiguiente, hombres y mujeres tienen igual valor ante Dios, y debemos verlos como teniendo valor absolutamente igual como personas, e igual valor para la iglesia. Es más, las Escrituras aseguran que hombres y mujeres tienen igual acceso a todas las bendiciones de la salvación (ver Hch 2: 17-18; Gá 3: 28): Esto se afirma en forma impresionante en la alta dignidad y respeto que Jesús concedió en su ministerio terrenal a las mujeres:
También debemos admitir que las iglesias evangélicas a menudo no han reconocido la plena igualdad de hombres y mujeres, y por consiguiente no han considerado a las mujeres iguales en valor a los hombres. El resultado ha sido que no se ha reconocido que Dios a menudo les da a las mujeres dones espirituales iguales o mayores que a los hombres, que no se ha animado a las mujeres a tener participación completa y libre en los varios ministerios de la iglesia, y que no se ha tomado plenamente en cuenta la sabiduría que Dios les ha dado a las mujeres respecto a importantes decisiones en la vida de la iglesia.
Si la controversia presente sobre el papel de las mujeres en las iglesias puede resultar en la erradicación de algunos de estos abusos pasados, entonces la iglesia como un todo se beneficiará grandemente.
Sin embargo, la cuestión persiste: ¿deben las mujeres ser pastoras o ancianas en las iglesias? (O, ¿deben llenar funciones equivalentes a las de un anciano en las iglesias que tienen formas alternas de gobierno?) Mi propia conclusión sobre este asunto es que la Biblia no permite que las mujeres funcionen en el papel de pastoras o ancianas dentro de la iglesia. Esta ha sido también la conclusión de la vasta mayoría de iglesias en varias sociedades en toda la historia. Las razones que me parecen más persuasivas al responder a esta pregunta son las siguientes:
1. 1ª TIMOTEO 2: 11·14.
El pasaje individual de la Biblia que trata más directamente de esta cuestión es 1ª Timoteo 2: 11-14:
La Mujer Debe Aprender Con Serenidad, Con Toda Sumisión. No Permito Que La Mujer Enseñe Al Hombre Y Ejerza Autoridad Sobre Él; Debe Mantenerse Ecuánime. Porque Primero Fue Formado Adán, Y Eva Después. Además, No Fue Adán El Engañado, Sino La Mujer; Y Ella, Una Vez Engañada, Incurrió En Pecado.
Aquí Pablo está hablando de la iglesia cuando está reunida (ver vv. 8-9). En tal ambiente Pablo dice: «No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él» (v. 12). Éstas son las funciones que las realizan los ancianos de la iglesia, y especialmente los que conocemos como pastor en las situaciones de la iglesia contemporánea: Son específicamente estas funciones particulares de los ancianos que Pablo prohíbe que las mujeres ejerzan en la iglesia.
Varias objeciones se han presentado contra esta posición:
(A) Se ha dicho que este pasaje se aplica sólo a una situación específica que Pablo está considerando, posiblemente una en donde las mujeres estaban enseñando doctrina herética dentro de la iglesia de Éfeso.
Pero esta objeción no es persuasiva, puesto que no hay ninguna declaración clara en 1ª Timoteo que diga que las mujeres en realidad estaban enseñando doctrinas falsas. (1ª Ti 5:13 habla de mujeres que son chismosas, pero no menciona doctrina falsa).
NOTA. Ver la explicación en las arriba respecto a las funciones de enseñar y gobernar que les corresponde a los ancianos en una iglesia.
Para afirmaciones más extensas de estas objeciones ver los libros marcados como "favorecen a las mujeres como pastoras» en la bibliografía al fin de esta capitulo, especialmente los libros de Mickelsen, Spencer, y Bilezikian.
Todavía más, Pablo no les dice simplemente a las mujeres que están enseñando doctrina falsa que guarden silencio, sino que dice: «No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él». Finalmente, la razón que Pablo da para esta prohibición no es la propuesta en esta objeción, sino una muy diferente: la situación de Adán y Eva antes de la caída, y antes de que haya ningún pecado en el mundo (ver v. 13), y la manera en que una inversión en los papeles de hombre y mujer ocurrieron en el momento de la caída (ver v. 14). Estas razones no están limitadas a una situación en la iglesia de Éfeso, sino que tienen aplicación en general a los hombres y mujeres.
(B) Otra objeción dice que Pablo da esta prohibición porque las mujeres no tenían mayor educación en el primer siglo, y por consiguiente no estaban calificadas para papeles de enseñanzas o de gobierno en la iglesia. Pero Pablo no menciona la falta de educación como razón para decir que la mujer no puede «enseñar o tener autoridad sobre los hombres». Sino más bien señala en retrospectiva a la creación (vv. 13-14). Es precario basar un argumento en una razón que Pablo no da en lugar de la razón que sí da.
Además, esta objeción entiende mal los hechos reales de la iglesia antigua y del mundo antiguo. La educación formal en las Escrituras no fue requisito para el liderazgo de la iglesia y la iglesia del Nuevo Testamento, porque varios de los apóstoles no tuvieron educación bíblica formal (ver Hch 4: 13).
Por otro lado, la destreza de alfabetización básica y por consiguiente la capacidad de leer y estudiar las Escrituras estaban disponibles por igual a hombres y mujeres (notar Hch 18: 26; Ro 16: 1; 1ª Ti 2: 11; Tit 2: 3-4). Hubo muchas mujeres bien educadas en el mundo antiguo, y particularmente en un centro cultural tal como Éfeso.
Finalmente, los que presentan tal argumento a veces son incoherentes en que en otros lugares señalan a mujeres que tuvieron cargos de liderazgo en la iglesia antigua, tales como Priscila. Este punto es especialmente relevante en 1ª Timoteo 2, porque Pablo está escribiendo a Éfeso (1ª Ti 1: 3), que fue donde residían Priscila y Aquila (ver Hch 18: 18-19, 21). Fue en esta misma iglesia de Éfeso que Priscila supo las Escrituras lo suficiente como para ayudar a instruir a Apolos en el año 51 d.C. (Hch 18:26).
Luego ella probablemente había aprendido de Pablo mismo por otros tres años mientras él se quedó en Éfeso enseñando «todo el propósito de Dios» (Hch20: 27; 31; también 1ª Co 16: 19). Sin duda muchas otras mujeres de Éfeso habían seguido su ejemplo y también habían aprendido de Pablo. Aunque más tarde ellos fueron a Roma, hallamos Aquila y Priscila de nuevo en Éfeso al fin de la vida de Pablo (2ª Ti 4: 19), alrededor del año 67 d.C.
Por consiguiente, es probable que estuvieron en Éfeso en el año 65 d.C., alrededor del tiempo cuando Pablo escribió 1ª Timoteo (alrededor de catorce años después de que Priscila había ayudado a instruir a Apolos). Sin embargo, Pablo no permite ni siquiera a Priscila bien educada o a cualquier otra mujer bien educada de Éfeso que enseñe a los hombres en la asamblea pública de la iglesia. La razón no fue falta de educación, sino el orden de la creación que Dios estableció entre hombres y mujeres.
2. 1 CORINTIOS 14: 33 B-36.
En una enseñanza similar Pablo dice:
Como Es Costumbre En Las Congregaciones De Los Creyentes, Guarden Las Mujeres Silencio En La Iglesia, Pues No Les Está Permitido Hablar. Que Estén Sumisas, Como Lo Establece La Ley. Si Quieren Saber Algo, Que Se Lo Pregunten En Casa A Sus Esposos; Porque No Está Bien Visto Que Una Mujer Hable En La Iglesia. ¿Acaso La Palabra De Dios Procedió De Ustedes? ¿O Son Ustedes Los Únicos Que La Han Recibido? (1ª Co 14: 33b-36).
En esta sección Pablo no puede estar prohibiendo toda habla pública de parte de las mujeres en la iglesia, porque en 1ª Corintios 11: 5 claramente les permite orar y profetizar en la iglesia. Por consiguiente, es mejor entender este pasaje como refiriéndose al discurso que está en la categoría que se considera en el contexto inmediato, es decir, la evaluación hablada y juzgar las profecías en la congregación (ver v. 29: «En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y que los demás examinen con cuidado lo dicho»).
En tanto que Pablo permite que las mujeres hablen y profeticen en la reunión de la iglesia, no les permite hablar en voz alta y dar evaluación o análisis de las profecías que se han dado, porque esto sería una función de gobernar con respecto a toda la iglesia:?
Esta comprensión del pasaje depende de nuestra noción del don de profecía en la edad del Nuevo Testamento, es decir, que la profecía no incluye enseñanza bíblica autoritativa, ni decir palabras de Dios que son iguales a las Escrituras, sino más bien informar algo que Dios espontáneamente trae a la mente: De esta manera, las enseñanzas de Pablo son muy consistentes en 1ª Corintios 14 Y 1ª Timoteo 2: en ambos casos se preocupa por preservar el liderazgo de los varones para enseñar y gobernar en la iglesia.
NOTA: Una objeción evangélica reciente a esta conclusión sobre 1ª Co 13: 33-36 simplemente dice que estos versículos no fueron escritos por Pablo y no pertenecen en el texto de 1 Corintios, y por consiguiente no se los debe considerar como Escrituras autoritativas para nosotros hoy: ver Gordon Fee, The First Epistle to the Corinthians, pp. 699-708.
El argumento básico de Fee es que es imposible reconciliar este pasaje con 1ª Co 11: 5, en donde Pablo claramente permite que las mujeres hablen en la iglesia. (También da mucho peso al hecho de que los vv. 34-35 están movidos a fin de 1ª Co14 en algunos manuscritos antiguos). Pero Fee no da a consideración adecuada a la noción representada aquí, es decir, que Pablo simplemente está prohibiendo a las mujeres la tarea autoritativa de juzgar las profecías en la iglesia reunida.
La posición de Fee es sorprendente a la luz del hecho de que ningún manuscrito antiguo de 1 Corintios omite estos versículos. (Los pocos manuscritos que ponen esta sección al fin del capítulo 14 son manuscritos mucho menos confiables que tienen también variaciones frecuentes en otras partes en 1ª Corintios).
3. 1 TIMOTEO 3: 1-7 Y TITO 1: 5-9.
Tanto 1ª Timoteo 3: 1-7 como Tito 1: 5-9 dan por sentado que los ancianos van a ser hombres. Un anciano (u obispo o presbítero) debe ser «esposo de una sola mujer» (1ª Ti 3: 2; también Tit 1: 6), y «Debe gobernar bien su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto» (1ª Ti 3: 4).
Algunos pueden objetar que estas fueron direcciones dadas sólo para la situación cultural en el mundo antiguo, en donde las mujeres no tenían mucha educación, pero la misma respuesta que se dio arriba respecto a 1ª Timoteo 2 se aplicaría en este caso por igual.
4. LA RELACIÓN ENTRE LA FAMILIA Y LA IGLESIA.
El Nuevo Testamento hace conexiones frecuentes entre la vida de la familia y la vida de la iglesia. Pablo dice: «Porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?» (1ª Ti 3: 5). Le dice a Timoteo: «No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza» (1ª Ti 5: 1-2). Se podrían citar varios otros pasajes, pero la relación estrecha entre la familia y la iglesia debe ser clara.
Debido a esta conexión es inevitable que los patrones de liderazgo de la familia reflejarán los patrones de liderazgo en la iglesia, y viceversa. Es muy apropiado que, conforme los hombres santos cumplen sus responsabilidades de liderazgo de la familia, deben también cumplir responsabilidades de liderazgo en la iglesia. A la inversa, si en la iglesia se establecen patrones de liderazgo femenil, inevitablemente eso pondrá presión hacia un mayor liderazgo femenil, y hacia la abdicación de liderazgo masculino, dentro de la familia.
5. EL EJEMPLO DE LOS APÓSTOLES.
Si bien los apóstoles no son lo mismo que los ancianos en las iglesias locales, con todo es importante damos cuenta de que Jesús estableció un patrón de liderazgo masculino en la iglesia cuando nombró a doce hombres como apóstoles. Simplemente no es verdad que las mujeres tienen igual acceso a todos los cargos en la iglesia, porque Jesús, la cabeza de la iglesia, es hombre.
Los doce apóstoles que se sentarán en los doce tronos juzgando a las doce tribus de Israel (ver Mt 19: 28), y cuyos nombres están inscritos para siempre en los cimientos de la ciudad celestial (Ap 21: 14), son todos hombres. Por consiguiente, no habrá modelaje eterno para papeles iguales para hombres y mujeres en todos los niveles de autoridad de la iglesia. Más bien, hay un patrón de liderazgo masculino en los papeles más altos de gobierno de la iglesia, patrón que será evidente para todos los creyentes en toda la eternidad.
Una objeción que se presenta contra este argumento es la afirmación de que la cultura en ese tiempo no hubiera permitido que Jesús escoja a seis hombres y a seis mujeres como apóstoles, o seis parejas de esposo y esposa como apóstoles, y por esto no lo hizo así. Pero tal objeción impugna la integridad y el valor de Jesús.
Jesús no tuvo ningún temor de romper las costumbres sociales cuando estaba en juego un principio moral: criticó públicamente a los fariseos, sanó en el sabat, limpió el templo, habló con una samaritana, comió con cobradores de impuestos y pecadores, y comió con manos sin lavarse. Si Jesús hubiera querido establecer un principio de igual acceso al liderazgo de la iglesia tanto por hombres como por mujeres, ciertamente lo habría hecho así al nombrar sus apóstoles, y podría haberlo hecho así, a pesar de la oposición cultural, si eso hubiera sido el patrón que quería establecer en su iglesia. Pero no lo hizo así.
Otra objeción a este argumento dice que, si esto es verdad, entonces sólo los judíos pueden ser dirigentes en nuestras iglesias, puesto que todos los apóstoles también fueron judíos. Pero esta objeción no es persuasiva porque no reconoce que la iglesia fue enteramente judía en sus principios. Esto se debe a que fue el plan de Dios traer salvación por medio de los judíos, y esto llevó a doce apóstoles judíos.
Sin embargo, dentro de las páginas del Nuevo Testamento, vemos que la iglesia pronto se amplió para incluir a los gentiles (Mt 28: 19; Ef. 2:16) y los gentiles pronto llegaron a ser ancianos y dirigentes en la iglesia del Nuevo Testamento. Un gentil (Lucas) escribió dos libros del Nuevo Testamento (Lucas y Hechos), y varios gentiles tales como Tito y Epafrodito fueron ayudantes apostólicos de Pablo y sus colaboradores.
Es más, Dios progresivamente ha revelado desde el tiempo de Abraham (Gn 12: 3; 17: 5) que fue su plan a la larga incluir incontables gentiles entre su pueblo.
Así que el hecho de que los primeros apóstoles fueron judíos no es lo mismo que el hecho de que fueron varones. La iglesia empezó como enteramente judía, pero pronto llegó a ser judía y gentil por igual. Pero no toda la iglesia empezó siendo de varones, y sólo más tarde incluyó a las mujeres también. Los seguidores de Cristo fueron varones y mujeres desde el principio y tanto hombres como mujeres estuvieron presentes en los principios de la iglesia en Pentecostés. Así que esta objeción tampoco es persuasiva.
6. LA HISTORIA DE ENSEÑANZA Y LIDERAZGO DE VARONES EN TODA LA BIBLIA.
A veces los que se oponen a la noción presentada han dicho que se basa sólo en un pasaje: 1ª Timoteo 2. Varios de los argumentos anteriores han demostrado que este no es el caso, pero hay otro argumento adicional que se puede presentar: en toda la historia de toda la Biblia, desde el Génesis hasta Apocalipsis, hay un patrón consistente de liderato varonil entre el pueblo de Dios.
Aunque hay ejemplos ocasionales de mujeres ocupando cargos de liderazgo en el gobierno tales como una reina (Atalia en efecto reinó como única monarca en 2 R 11:1-20, pero difícilmente sería un ejemplo a imitar) o juzgar (notar Débora en Jue 4-5), y aunque hubo ocasionalmente mujeres tales como Débora y Huldá que fueron profetizas (ver Jue 4-5; 2ª R 22: 14-20), debemos notar que estas son excepciones raras en circunstancias nada usuales. Ocurrieron en medio de un patrón abrumador de liderazgo varonil en la enseñanza y el gobierno, y, como tal, difícilmente podrían servir como patrón para el oficio de la iglesia en el Nuevo Testamento.
Todavía más, no hay ningún ejemplo en toda la Biblia de una mujer haciendo la clase de enseñanza bíblica congregacional que se espera del pastor o los ancianos en la iglesia del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento fueron los sacerdotes los que tenían responsabilidades de enseñanza para el pueblo, y el sacerdocio fue exclusivamente de varones; es más, incluso las profetizas Débora y Huldá profetizaron sólo privadamente, y no públicamente a una congregación del pueblo?
7. LA HISTORIA DE LA IGLESIA CRISTIANA.
Como se mencionó arriba, el patrón abrumador en toda la historia de la iglesia cristiana ha sido que el oficio de pastor o anciano (o su equivalente) ha estado reservado para los hombres. Aunque esto no demuestra concluyentemente que tal posición es correcta, debe damos razón para reflexionar muy seriamente en la cuestión antes de apresuramos y declarar que casi la iglesia entera en toda su historia ha estado errada en este asunto?
8. OBJECIONES.
Numerosas objeciones se han presentado contra la posición bosquejada aquí, y sólo unas pocas de ellas se pueden tratar en este punto? Se objeta que el ministerio deben determinarlo los dones, y no el género. Pero en respuesta se debe decir que los dones espirituales tienen que usarse dentro de las pautas dadas en la Biblia. El Espíritu Santo que da poder a los dones espirituales también es el Espíritu Santo que inspiró a la Biblia, y él no quiere que usemos sus dones en desobediencia a sus palabras.
Otra objeción dice que si Dios genuinamente ha llamado a una mujer a ser pastora, no se le debe impedir que actúe como tal. La respuesta a esta objeción es similar a la dada arriba: el individuo que aduce haber recibido un llamado de Dios siempre debe ser probado sujetándolo a las palabras de Dios en las Escrituras.
Si la Biblia enseña que Dios quiere que sólo los hombres lleven las responsabilidades primarias de enseñar y gobernar del pastorado, entonces por implicación la Biblia también enseña que Dios no llama a las mujeres a ser pastoras. Sin embargo, debemos añadir que a menudo 10 que una mujer discierne como llamamiento divino al pastorado puede ser en verdad' un llamado al ministerio cristiano a tiempo completo, pero no a ser pastora o anciana en una iglesia.
De hecho, existen muchas oportunidades para el ministerio ocupacional a tiempo completo dentro de la iglesia local y en otras partes, aparte de ser .una pastora que enseña o una anciana; por ejemplo, posiciones ministeriales en la iglesia en asesoría, ministerios femeniles, educación cristiana, y ministerios a niños, así como también ministerio de música y adoración, ministerios universitarios, ministerios de evangelización, ministerios a los pobres, y responsabilidades administrativas no incluyen funcionar en el papel de anciana sobre toda la iglesia.
Esta lista se pudiera ampliar, pero el punto es que no debemos imponer restricciones en donde la Biblia misma no impone restricciones, sino que debemos permitir y animar la plena y libre participación de mujeres tanto como de hombres en todos estos otros aspectos.
Algunos objetan que el énfasis del Nuevo Testamento es en liderazgo servidor y por consiguiente no debemos preocupamos tanto en cuanto a autoridad, puesto que es una preocupación más pagana que cristiana. Pero esta objeción hace una distinción falsa entre actitud de servicio y autoridad. Ciertamente Jesús mismo es el modelo de un líder servidor, pero Jesús también tenía autoridad; ¡gran autoridad! Él es el Señor de nuestras vidas y Señor de la iglesia.
Por analogía, los ancianos deben seguir el ejemplo de Jesús de liderazgo servidor (ver 1ª P 5: 1-5) pero eso no quiere decir que deban descuidar el gobernar con autoridad cuando la Biblia misma les da esa responsabilidad (ver 1ª Ti 5: 17; Heb 13: 17; 1ª P 5: 5).
A veces algunos objetan que tal como la iglesia finalmente se dio cuenta de que la esclavitud era un mal, así la iglesia hoy debe reconocer que el liderazgo de los varones está mal y que es una tradición cultural obsoleta que se debe descartar. Pero esta objeción no se da cuenta de la diferencia entre la institución cultural temporal de la esclavitud, que es ciertamente Dios no estableció en la creación, y la existencia de una diferencia en los papeles del varón y la mujer en el matrimonio (y, por implicación, en las relaciones dentro de la iglesia) que Dios estableció en la creación.
Las semillas de la destrucción de la esclavitud se sembraron en el Nuevo Testamento (ver Flm 16; Ef 6: 9; Col 4: 1; 1ª Ti 6: 1-2), pero en la Biblia no se siembra ninguna semilla para la destrucción del matrimonio, o para la destrucción de las diferencias entre hombres y mujeres según fueron creados.
Es más, la objeción se puede invertir: es probable que un paralelo más estrecho a los defensores cristianos de la esclavitud en el siglo diecinueve se halle en los feministas evangélicos que hoy usan argumentos de la Biblia para justificar conformidad a algunas presiones extremadamente fuertes en la social contemporánea (a favor de la esclavitud entonces, y en cuanto a mujeres siendo pastoras hoy).
A veces se objeta que Priscila y Aquila juntos hablaron con Apolos y «le explicaron con mayor precisión el camino de Dios» (Hch 18: 26). Esto es cierto, y es evidencia útil que muestra que el debate informal de las Escrituras por parte de hombres y mujeres juntos, en la cual hombres y mujeres juegan un papel significativo para ayudarse unos a otros a entender la Biblia, es aprobado por el Nuevo Testamento.
De nuevo, un ejemplo como éste nos advierte a no prohibir la utilización de actividades que la Biblia no prohíbe, sin embargo esto no voltea el principio de que el papel de gobernar y enseñar reconocido públicamente dentro de una iglesia está restringido a los hombres. Priscila no estaba haciendo nada contrario a esta restricción.
A veces se objeta que es absurdo permitir que las mujeres voten en la iglesia que tienen gobierno congregacional, pero no que sirvan como ancianas. Pero la autoridad de la iglesia como un todo no es lo mismo que la autoridad que se da a individuos específicos dentro de la iglesia. Cuando decimos que la congregación como un todo tiene autoridad, no quiere decir que cada hombre y cada mujer de la congregación tienen la autoridad de hablar o actuar por la congregación. Por consiguiente, el género, como parte de la persona de un individuo, no está significativamente a la vista en las decisiones corporativas de la congregación.
Otra manera de expresar esto es decir que la única pregunta que estamos haciendo en esta sección es si las mujeres pueden ser oficiales dentro de la iglesia, y específicamente si pueden ser ancianas dentro de la iglesia. En cualquier sistema congregacional en donde los ancianos son elegidos por la congregación, es evidente a todos en la iglesia que los ancianos tienen un tipo de autoridad delegada que los demás miembros de la congregación no tienen; aunque los otros miembros de la congregación hayan votado por estas personas para elegirlos.
Es lo mismo en todos los sistemas de gobierno en donde los oficiales son elegidos: una vez que se elige al presidente de los Estados Unidos de América o al alcalde de una ciudad, esa persona tiene autoridad delegada sobre las personas que lo eligieron y es una autoridad que es mayor que la autoridad de cualquier individuo que votó.
En este punto también es apropiado reconocer que Dios ha dado tanta perspectiva y sabiduría a las mujeres como a los hombres, y que cualquier dirigente de la iglesia que descuida echar mano de la sabiduría que las mujeres tienen está actuando neciamente. Por consiguiente, cualquier grupo de ancianos u otros dirigentes varones que toman decisiones que afectan a toda la iglesia deben tener frecuentemente procedimientos dentro de la iglesia por el que se pueden echar mano en la toma de decisiones de la sabiduría y perspectiva de otros miembros de la iglesia, especialmente de la sabiduría y perspectiva de las mujeres tanto como de los hombres.
NOTA: Para mayor explicación de estos ejemplos narrativos, ver Thomas R. Schreiner, «The Valuable Ministries of Women in the Context of Male Leadership: A Survey of Old and New Testament Examples and Teaching», en Recovering Biblical Manhood and Womanhood. pp. 209-24. Con respecto a Débora en particular, debemos damos cuenta de que los sucesos históricos narrados en todo el libro de Jueces requieren gran cuidado en la interpretación antes de que podamos dar por sentado que se deban tomar como modelos para imitar.
Y Débora fue diferente de otros profetas (varones) en que ella no profetizó en público, sino sólo en privado Jue 4:5; Huldá hace lo mismo en 2ª R 22: 14-20); ella le entregó su liderazgo a un hombre Jue 4: 6-7); y, aunque Dios en efecto dio bendición por medio de ella, es interesante que no hay ninguna afirmación explicita del hecho de que el Señor la llamó; lo que la hace diferente de otros jueces principales tales como Otoniel (3: 9), Aod (3:15), Gedeón (6: 14), Jefté (11: 29) y Sansón (13: 25; 14: 6), de quienes explícitamente se afirma que Dios los llamó.
Véase la nota anterior. En cuanto al hecho de que las mujeres podían profetizar en las congregaciones del Nuevo Testamento, véase la discusión bajo la sección 2 de este capítulo,
 Un número de libros recientes han destacado el descuido de las contribuciones las contribuciones que las mujeres han hecho a la iglesia en toda su historia: ver especialmente Ruth Tucker y Walter Liefeld, Daughters of the Chutcuh, libro que es un tesoro de información y provee extensa bibliografía adicional. Pero ninguno de estos estudios derriba la conclusión clara de que la gran mayoría de la iglesia en toda su historia no ha aceptado a mujeres como pastoras.
Para consideración adicional ver Recovering Bíblical Manhood and Womanhood. Esp. pp. 60 92. Las afirmaciones de Fuller de las objeciones mencionadas aquí se pueden hallar en los libros marcados «Favorecen a mujeres como pastores» en la bibliografía al final de este capítulo, esp. Los volúmenes de Mickelsen, Spencer, y Bilezikian.
9. ¿QUÉ TAL EN CUANTO A OTROS OFICIOS DENTRO DE LA IGLESIA?
Toda la consideración arriba se ha concentrado en el asunto de si las mujeres deben funcionar como pastoras o ancianas dentro de la iglesia. Pero, ¿qué tal de otros oficios?
La enseñanza bíblica respecto al oficio de diácono es mucho menos extensa que respecto al oficio de anciano, y lo que involucra el oficio del diácono varía considerablemente de iglesia a iglesia. Si los diáconos en realidad están funcionando como ancianos y tienen la más alta autoridad gobernante dentro de una iglesia local, entonces los argumentos presentados arriba en contra de que las mujeres sean ancianas se aplicarían directamente a esta situación, y se seguiría que las Escrituras no permiten que las mujeres sean diaconisas en este sentido.
Por otro lado, si los diáconos simplemente tienen responsabilidad administrativa delegada para ciertos aspectos del ministerio de la iglesia, entonces parece no haber buena razón para impedir que las mujeres funcionen como diaconisas. Respecto a la cuestión de las mujeres como diaconisas en 1ª Timoteo 3: 8-13, a este autor no le parece que este pasaje permite que las mujeres sean diaconisas de la manera que se entiende a los diáconos en esa situación pero hay una diferencia significativa en el punto de vista entre evangélicos en cuanto a entender este pasaje, y para nosotros es mucho menos claro lo que los diáconos hicieron exactamente en ese tiempo que lo que es claro que los ancianos hicieron.
Con respecto a los otros oficios, tales como tesorero, por ejemplo, u otros cargos ministeriales tales como ministro de jóvenes, o director de asesoramiento, o ministro de niños, y así por el estilo, la única pregunta que hay que hacer es si estos cargos incluyen las funciones de gobernar y enseñar que el Nuevo Testamento reserva para los ancianos.
Si no, entonces todos estos oficios deben estar abiertos para las mujeres tanto como para los hombres porque debemos tener cuidado de no prohibir lo que el Nuevo Testamento no prohíbe.
Nótese que Hch 6: 3 también requiere que se seleccione sólo a hombres (gr. aner) como los primeros diáconos (si entendemos que ese pasaje está hablando del oficio de diácono).
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. Cualquiera que sea la estructura del tipo de gobierno de la iglesia en que se halle ahora, ¿hay maneras en que usted podría animar más y respaldar más a los dirigentes actuales en su iglesia?
2. Si al presente usted es un oficial en su iglesia, o si algún día le gustaría serlo, ¿es su patrón de vida tal que le gustaría que otros lo imiten en la iglesia? Si ha tenido parte en el proceso de seleccionar a los dirigentes de la iglesia, ¿ha tendido usted a hacer énfasis en los rasgos de carácter y requisitos espirituales que se mencionan en la Biblia, o ha hecho énfasis en otras calificaciones que el mundo buscaría al seleccionar sus dirigentes?
3. ¿Piensa usted que la estructura gobernante actual de su iglesia funciona bastante bien? ¿Cómo se podría mejorar, sin cambiar la filosofía básica del gobierno a la que la iglesia se ha comprometido? Sea que su iglesia tenga oficiales a los que se llama «ancianos», o no, ¿quiénes son los que desempeñan las funciones de ancianos en su iglesia? ¿Sabe usted si a su propio pastor le gustaría ver algunas modificaciones en el gobierno de su iglesia, de modo que le permita desempeñar más efectivamente su tarea?
4. Antes de leer este capítulo, ¿cuál era su noción sobre el asunto de las mujeres sirviendo como pastoras o ancianas que enseñan en una iglesia? ¿Cómo ha cambiado este capítulo su noción, si acaso? A su modo de pensar, ¿son las emociones de las personas a menudo muy fuertes respecto a este asunto? ¿Podría usted explicar cómo se siente (emocionalmente) personalmente en cuanto a la enseñanza presentada en este capítulo? ¿Le parece correcto, o no?
TÉRMINOS ESPECIALES
Anciano, ancianos locales, apóstol, asamblea general, clase, consistorio, diácono, diócesis, gobierno congregacional, gobierno episcopal, gobierno jerárquico, oficial, obispo, presbítero, rector, sacerdote, sesión, sínodo, supervisor, vicario
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Pedro 5: 1-4: A Los Ancianos Que Están Entre Ustedes, Yo, Que Soy Anciano Como Ellos, Testigo De Los Sufrimientos De Cristo Y Partícipe Con Ellos De La Gloria Que Se Ha De Revelar, Les Ruego Esto: Cuiden Como Pastores El Rebaño De Dios Que Está A Su Cargo, No Por Obligación Ni Por Ambición De Dinero, Sino Con Afán De Servir, Como Dios Quiere. No Sean Tiranos Con Los Que Están A Su Cuidado, Sino Sean Ejemplos Para El Rebaño. Así, Cuando Aparezca El Pastor Supremo, Ustedes Recibirán La Inmarcesible Corona De Gloria.

CAPÍTULO 5

MEDIOS DE GRACIA EN LA IGLESIA

¿CUÁLES SON LAS DIFERENTES ACTIVIDADES DENTRO DE LA VIDA DE LA IGLESIA QUE DIOS USA PARA DARNOS BENDICIÓN? ¿QUÉ NOS PERDEMOS SI DESCUIDAMOS NUESTRA PARTICIPACIÓN EN UNA IGLESIA LOCAL?
EXPLICACIÓN Y BASE BÍBLICA

A. ¿CUÁNTOS MEDIOS DE GRACIA HAY DISPONIBLES PARA NOSOTROS?

Todas las bendiciones que experimentamos en esta vida son en última instancia inmerecidas; todas son de gracia. De hecho, para Pedro, toda la vida cristiana se vive por gracia (1ª P 5: 12).
Pero, ¿hay algunos medios especiales que Dios usa para damos gracia adicional?
Específicamente, dentro de la comunión de la iglesia ¿hay ciertos medios es decir, ciertas actividades, ceremonias o funciones- que Dios usa para damos más gracia?
Otra manera de formular esa pregunta es preguntar si hay ciertos medios por los cuales el Espíritu Santo obra para dar bendición a la vida del creyente. Por supuesto, la oración personal, la adoración, el estudio bíblico y la fe personal, son todos medios por los que Dios obra para damos gracia como creyentes individuales.
Pero en este capítulo estamos tratando de la doctrina de la iglesia, y estamos preguntando específicamente dentro del compañerismo de la iglesia cuáles medios de gracia son los que Dios usa para damos bendición.
Podemos definir los medios de gracia como sigue: Los medios de gracia son las actividades dentro de la comunión de la iglesia que Dios usa para dar más gracia a los creyentes.
En la historia del debate de «medios de gracia dentro de la iglesia», algunos teólogos los han restringido a tres: la predicación de la Palabra de Dios, y los dos sacramentos (bautismo y la Cena del Señor).
Pero, ¿es sabio hacer una lista tan corta de «medios de gracia»? Si deseamos compilar una lista y hablar de todo los medios de recepción la bendición del Espíritu Santo que viene a los creyentes específicamente mediante la comunión de la iglesia, entonces no parece ser sabio limitar los «medios de gracia» a las actividades cuya administración está restringida al clero ordenado u oficiales de la iglesia.
Hay sabiduría, por ejemplo, en la noción de Charles Hodge de que la oración es un cuarto medio de gracia. Pero, ¿debemos limitar nuestra consideración de los medios de gracia sólo a estas cuatro actividades? Parecería más útil hacer una lista de las muchas actividades variadas dentro de la iglesia que Dios ha dado como maneras especiales de recibir su «gracia» día tras día y semana tras semana.
La lista llegaría a ser bastante larga, y, dependiendo de cómo se la organizara, pudiera incluir un variado número de elementos.
La siguiente lista tal vez no sea exhaustiva, pero sí incluye la mayoría de los medios de gracia a los que los creyentes tienen acceso dentro de la comunión de la iglesia:
1. Enseñanza de la palabra de Dios
2. Bautismo
3. Cena del Señor
4. Oración de unos por otros
5. Adoración
6. Disciplina eclesiástica
7. Ofrendar
8. Dones espirituales
9. Comunión o compañerismo
10. Evangelización
11. Ministerio personal a individuos
Todas estas cosas que están disponibles a los creyentes dentro de la iglesia. El Espíritu Santo obra mediante todas ellas para dar varias clases de bendiciones a los individuos. Por consiguiente, apartándome de las listas mucho más cortas que por lo general se dan en las teologías sistemáticas, he decidido llamar a todos estos «medios de gracia» dentro de la iglesia.
La Iglesia Católica Romana tradicionalmente ha creído que la «gracia» de Dios viene a las personas sólo mediante el ministerio oficial de la iglesia, particularmente por medio de los sacerdotes de la iglesia. Por consiguiente, cuando especifica los medios de gracia (que llama «sacramentos») que están disponibles a las personas dentro de la iglesia, tiene en vista actividades que son supervisadas o son realizadas sólo por los sacerdotes de la iglesia. En la enseñanza católico romana hay siete «sacramentos» y son los siguientes: (Ver capítulo 49, para una explicación del uso de los dos términos sacramentos y ordenanzas para referir· se al bautismo y a la Cena del Señor).
1. Bautismo
2. Confirmación
3. Eucaristía (la Cena del Señor según se la experimenta en la misa)
4. Penitencia
5. Extremaunción (popularmente conocida como los «últimos óleos», la unción con aceite que se administra a un moribundo)
6. Órdenes santas (ordenación al sacerdocio o diaconado)
7. Matrimonio
Hay no sólo una diferencia en las listas dadas por católicos romanos y protestantes; también hay una diferencia en significado fundamental.
Los católicos romanos ven estos como «medios de salvación» que hacen a las personas más aptas para recibir justificación de Dios.3 Pero en la noción protestante, los medios de gracia simplemente son medios de bendiciones adicionales dentro de la vida cristiana, y no añaden a nuestra aptitud de recibir justificación de Dios.
Los católicos romanos enseñan que los medios de gracia imparten gracia sea que haya o no fe subjetiva de parte del ministro o del que los recibe: en tanto que los protestantes sostienen que Dios imparte gracia sólo en donde hoy fe de parte de las personas que administran o reciben estos medios.
En tanto que la Iglesia Católica Romana restringe firmemente al clero la administración de los sacramentos, nuestra lista de medios de gracia incluye muchas actividades que las realizan otros creyentes.
NOTA: Esta es la posición de Louis Berkhof, Systematie Theology, pp. 604-6. Él llama a estos tres medios «canales objetivos que Dios ha instituido en la iglesia» (pp. 604-5), pero el criterio significativo en el pensamiento de Berkhof parece ser el hecho de que estos tres son funciones especiales administradas por el clero ordenado: Berkhof llama a estos (los medios oficiales de la iglesia de Jesucristo) 
Y más adelante dice: «Como medios oficiales de gracia colocados a disposición de la iglesia, tanto la palabra como los sacramentos pueden ser administrados sólo por oficiales de la iglesia calificados legítima y apropiadamente». De esta manera, claramente restringe los «medios de gracia» a los administrados por el clero ordenado.
Aunque los que siguen a Berkhof en este punto pudieran aducir que este procedimiento es sabio y sirve al interés de mantener buen orden en la iglesia, podemos preguntar si en verdad esta restricción lleva matices de «sacerdotalismo», la noción de la Iglesia Católica Romana (y, en menor grado, la iglesia anglicana) de que hay un «sacerdocio» especial de gente ordenada dentro de la iglesia que tiene una autoridad o capacidad especial para extender la gracia de Dios a las personas en la iglesia.

B. CONSIDERACIÓN DE MEDIOS ESPECÍFICOS

1. ENSEÑANZA DE LA PALABRA DE DIOS.
Incluso antes de que las personas lleguen a ser creyentes, la Palabra de Dios al ser predicada y enseñada les provee la gracia de Dios en el sentido de que es el instrumento que Dios usa para impartirles vida espiritual y traerlos a la salvación. Pablo dice que el evangelio es «poder de Dios para la salvación» (Ro 1: 16) y que la predicación de Cristo es «el poder de Dios y la sabiduría de Dios» (1ª Co 1: 24). Dios nos hace nacer de nuevo «mediante la palabra de verdad» (Stg 1: 18), y Pedro dice: «Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece» (1ª P 1: 23).
Es la palabra de Dios escrita, la Biblia, que «pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús» (2ª Ti 3: 15):
Todavía más, una vez que llegamos a ser creyentes, Pablo nos recuerda que es la palabra de Dios que «tiene poder para edificarlos» (Hch 20: 32). Es necesaria para la nutrición espiritual y para mantener la vida espiritual, porque no vivimos sólo de pan sino también de «toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4: 4). Moisés habla de la necesidad absoluta de la palabra escrita de Dios cuando le dice al pueblo:
«Porque no son palabras vanas para ustedes, sino que de ellas depende su vida; Es la palabra de Dios la que nos convence de pecado y nos convierte a la justicia, porque es útil «para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia» (2ª Ti 3: 16). Da dirección y guía como «lámpara» a nuestros pies y «luz» en nuestro camino (Sal 119: 105). En medio de una cultura impía las Escrituras nos dan sabiduría y dirección como «una lámpara que brilla en un lugar oscuro» (2ª P 1: 19).
Todavía más, es activa para dar sabiduría a todos, e incluso «da sabiduría al sencillo» (Sal 19: 7). Da esperanza a los que les falta, porque Pablo dice que fue escrita «para enseñamos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza» (Ro 15: 4).
La palabra de Dios no es débil ni impotente para lograr estos objetivos, porque nos habla con el poder de Dios y realiza los propósitos de Dios. El Señor dice:
Así Como La Lluvia Y La Nieve Descienden Del Cielo, Y No Vuelven Allá Sin Regar Antes La Tierra Y Hacerla Fecundar Y Germinar Para Que Dé Semilla Al Que Siembra Y Pan Al Que Come, Así Es También La Palabra Que Sale De Mi Boca: No Volverá A Mí Vacía, Sino Que Hará Lo Que Yo Deseo Y Cumplirá Con Mis Propósitos (Is 55: 10-11).
La palabra de Dios no es débil sino que su poder divino la acompaña: «» Ger 23:29).
Es tan afilada y poderosa que es ((¿No es acaso mi palabra como fuego, y como martillo que pulveriza la roca? afirma el Señor» (Ef 6: 17), y es tan eficaz al hablar a las necesidades de la gente que el autor de Hebreos dice: «Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón» (Heb 4: 12).
Tan estrechamente está ligado el crecimiento y fortaleza de la iglesia al reinado de la palabra de Dios en las vidas de las personas que más de una vez el libro de los Hechos puede describir el crecimiento de la iglesia como el crecimiento de la palabra de Dios: (y la palabra de Dios se difundía: el número de los discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén) (Hch 6:7); «Pero la palabra de Dios seguía extendiéndose y difundiéndose» (Hch 12: 24); (La palabra del Señor se difundía por toda la región» (Hch 13: 49).
Tan importante es la Biblia como el medio primario de gracia que Dios da a su pueblo que Charles Hodge nos recuerda que a través de la historia el cristianismo verdadero ha florecido (0usto en proporción al grado en que se conoce la Biblia, y sus verdades se difunden entre el pueblo». Todavía más, él anota que no hay evidencia de salvación o santificación que se halle en donde no se conoce la Palabra de Dios. «Las naciones en donde la Biblia es desconocida están en tinieblas»?
Es apropiado que pongamos en la lista la enseñanza de la Palabra de Dios como el primero y más importante medio de gracia dentro de la iglesia. Pero debemos añadir que tal enseñanza incluye no sólo la enseñanza reconocida oficialmente por parte del clero ordenado en la iglesia, sino también toda la enseñanza que tiene lugar en estudios bíblicos, clases de Escuela Dominical, la lectura de libros cristianos bíblicos, e incluso el estudio bíblico personal.
2. BAUTISMO.
Puesto que Jesús le ordenó a su iglesia que bautizara (Mt 28: 19), esperaríamos que haya una medida de bendición conectada con el bautismo, porque toda obediencia a Dios de parte del creyente trae consigo el favor de Dios.
Esta obediencia es específicamente un acto público de confesar a Jesús como Salvador, acto que en sí mismo trae gozo y bendición al creyente. Todavía más, es una señal de la muerte y resurrección del creyente con Cristo (ver Ro 6: 2-5; Col 2: 12), y parece apropiado que el Espíritu Santo obraría mediante tal señal para aumentar nuestra fe, para aumentar nuestra consciencia en la experiencia de la muerte al poder y amor al pecado en nuestras vidas, y aumentar nuestra experiencia del poder de la nueva vida de resurrección en Cristo que tenemos como creyentes.
Puesto que el bautismo es un símbolo fisico de la muerte y resurrección de Cristo y de nuestra participación en ellos, también debe dar seguridad adicional de unión con Cristo a todos los creyentes que están presentes. Finalmente, puesto que el bautismo en agua es un símbolo externo de un bautismo espiritual interno por el Espíritu Santo, podemos esperar que el Espíritu Santo ordinariamente obre junto con el bautismo, dándoles a los creyentes una consciencia aumentada de los beneficios del bautismo espiritual al que señala.
Cuando el bautismo acompaña muy de cerca de la profesión inicial de fe de alguien y es en verdad una forma externa que toma esa profesión de fe, hay ciertamente una conexión entre el bautismo y el recibimiento del don del Espíritu Santo, porque Pedro les dice a sus oyentes en Pentecostés: «Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados y recibirán el don del Espíritu Santo» (Hch 2: 38).
Es más, Pablo dice: «Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos» (Col 2: 12). La afirmación de que es «mediante la fe en el poder de Dios» que esto sucede nos recuerda que no hay propiedad mágica en el acto mismo del bautismo, que hace que tenga lugar un resultado espiritual, sin embargo el versículo también indica que cuando la fe acompaña al bautismo hay una obra espiritual genuina en la vida de la persona que es bautizada. Como podríamos esperar, a veces gran gozo espiritual sigue al bautismo; un gran gozo en el Señor y en la salvación que el bautismo tan vívidamente ilustra (ver Hch 8: 39; 16: 34).
Aunque debemos evitar la enseñanza católico romana de que se imparte gracia incluso aparte de la fe del bautizado, no debemos reaccionar tan fuertemente a este error como para decir que no hay beneficio espiritual para nada que resulta del bautismo, que el Espíritu Santo no obra mediante él y que es meramente simbólico.
Es mejor decir que donde hay fe genuina de parte del bautizado, y donde la fe de la iglesia que contempla el bautismo es estimulada y alentada por esta ceremonia, entonces el Espíritu Santo ciertamente obra mediante el bautismo, y éste llega a ser un «medio de gracia» por el que el Espíritu Santo da bendición al bautizado y también a toda la iglesia. (El bautismo se considerará más completamente en el próximo capítulo).
3. LA CENA DEL SEÑOR.
Además del bautismo, la otra ordenanza o ceremonia que Jesús le ordenó a la iglesia que realizara es la participación en la Cena del Señor.
Aunque este tema se considerará más completamente en el capítulo 50, es apropiado notar aquí que la participación en la Cena del Señor también es muy claramente un medio de gracia que el Espíritu Santo usa para dar bendición a la iglesia. La Cena del Señor no es simplemente una comida ordinaria entre seres humanos; es comunión con Cristo, en su presencia y en su mesa.
De nuevo, debemos evitar la idea de que algún beneficio automático o mágico resulta de la participación en la Cena del Señor, sea que la persona participe en fe o no." Pero cuando la persona participa en fe, renovando y fortaleciendo su propia confianza en Cristo para la salvación, y creyendo que el Espíritu Santo da bendición espiritual mediante tal participación, entonces ciertamente se puede esperar bendición adicional.
Debemos tener mucho cuidado aquí, como con el bautismo, para evitar el error de reaccionar en demasía a la enseñanza católico romana y mantener que la Cena del Señor es meramente simbólica y no un medio de gracia.
Pablo dice: «Esa copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no significa que entramos en comunión (gr. kiononía, «participación», (comunión) con la sangre de Cristo? Ese pan que partimos, ¿no significa que entramos en comunión (koinonía) con el cuerpo de Cristo?» (1ª Co 10: 16). Debido a que hay tal participación en el cuerpo y la sangre de Cristo (al parecer queriendo decir una participación en los beneficios del cuerpo y la sangre de Cristo entregados por nosotros), la unidad de los creyentes se exhibe hermosamente en el momento de la Cena del Señor: «Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo» (1ª Co 10: 17).
Y puesto que somos participantes en «la mesa del Señor» (1ª Co 10: 21), Pablo les advierte a los corintios que no pueden participar de la mesa del señor y también participar en la adoración a ídolos: «no pueden participar de la mesa del Señor y también de la mesa de los demonios» (1ª Co 10: 21). Hay una unión espiritual entre los creyentes y con el Señor que se fortalece y solidifica en la Cena del Señor, y esto no se debe tomar a la ligera.
Por eso los Corintios estaban experimentando juicio por su abuso de la Cena del Señor (1ª Co 11: 29-30: «Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto»). Pero si Pablo dice que habrá juicio por la participación incorrecta en la Cena del Señor, entonces ciertamente deberíamos esperar bendición por la participación correcta en la Cena del Señor.
Cuando obedecemos el mandamiento de Jesús: «Tomen, coman» (Mt 26: 26), y realizamos la actividad física de comer y beber en la mesa del Señor, nuestra acción fisica ilustra una nutrición espiritual correspondiente, nutrición de nuestras almas que tendrá lugar cuando participamos en obediencia y fe. Jesús dice: «Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él» Gn 6: 55-56; vv. 52-54, 57-58; también vv. 27, 33-35, 48-51).
Como con el bautismo, por consiguiente, debemos esperar que el Señor dé bendición espiritual conforme participamos en la Cena del Señor en fe y en obediencia a las direcciones establecidas en las Escrituras, y de esta manera es un «medio de gracia» que el Espíritu Santo usa para damos bendición.
4. ORACIÓN.
Ya hemos estudiado la oración en el capítulo 18, así que aquí solamente necesitamos anotar que la oración corporativa dentro de la iglesia cuando se reúne, y la oración por los miembros de la iglesia de unos por otros, son medios poderosos que el Espíritu Santo usa diariamente para dar bendición a los creyentes dentro de la iglesia.
Ciertamente debemos orar juntos tanto como individualmente, siguiendo el ejemplo de la iglesia primitiva. Cuando ellos oyeron las amenazas de los dirigentes judíos, ellos «alzaron unánimes la voz en oración a Dios» (Hch. 4: 24-30), «Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno» (Hch 4. 31 2: 42). Cuando Pedro fue encarcelado, «la iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él» (Hch 12: 5).
Si la oración de la iglesia no es simplemente decir de labios para afuera palabras sin intención de corazón, sino que es expresión genuina de nuestros corazones y reflejo de fe sincera, entonces deberíamos esperar que el Espíritu Santo dé una mayor bendición mediante ella. Ciertamente cuando se hace la oración «en el Espíritu» (Ef 6:18; Jud 20: «orando en el Espíritu Santo»), incluye comunión con el Espíritu Santo y por consiguiente un ministerio del Espíritu Santo a los que oran.
El autor de Hebreos nos recuerda que al «acercamos» a Dios en oración ante el trono de la gracia lo hacemos para «hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Heb 4: 16).
Mientras más aumenta la comunión genuina de una iglesia, más debería ser la oración continua de unos por otros dentro de la iglesia, y más bendición espiritual genuina del Espíritu Santo se puede esperar que fluya mediante la iglesia.
5. ADORACIÓN.
La adoración genuina es adoración «en espíritu» Gn 4: 23-24; Flp 3:3), lo que probablemente quiere decir adoración que se hace en el ámbito espiritual de actividad (y no meramente la acción fisica externa de asistir a un culto de adoración o entonar cantos).
Cuando entramos en ese ámbito espiritual de actividad y ministramos al Señor en adoración, Dios también nos ministra. Así, por ejemplo, en la iglesia de Antioquía, fue «Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor» que «el Espíritu Santo dijo: "Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado"» (Hch 13: 2).
Esto es paralelo a la experiencia del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento que conocía la presencia de Dios cuando participaban en adoración genuina:
Los trompetistas y los cantores alababan y daban gracias al Señor al son de trompetas, címbalos y otros instrumentos musicales. Y cuando tocaron y cantaron al unísono: «El Señor es bueno; su gran amor perdura para siempre», una nube cubrió el templo del Señor. Por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria de! Señor había llenado e! templo (2ª Cr 5: 13-14).
Cuando el pueblo de Dios adoraba, él venía en una forma muy visible para morar en medio de ellos. Similarmente, en el Nuevo Testamento, Santiago promete: «Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes» (Stg 4: 8).
Es más, conforme el pueblo de Dios adoraba, él los libraba de sus enemigos (2ª Cr 20: 18-23), y en otras ocasiones les daba verdadera perspectiva espiritual de la naturaleza de los sucesos que los rodeaban (Sal 73: 17: «hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados»).
Si la adoración es genuinamente una experiencia de acercarse a Dios, venir a su presencia, y darle la alabanza que se merece, entonces ciertamente debemos contarla como el «medio de gracia» primario disponible para la iglesia. Mediante la adoración congregacional genuina Dios a menudo dará gran bendición, tanto individual como corporativamente, a su pueblo.
6. DISCIPLINA ECLESIÁSTICA.
Debido a que la disciplina eclesiástica es un medio por el que se promueve la pureza de la iglesia y se estimula la santidad de la vida, ciertamente también deberíamos contarla como un «medio de gracia».
Sin embargo, la bendición no se da automáticamente: cuando la iglesia disciplina, ningún bien espiritual resulta al ofensor a menos que el Espíritu Santo lo convenza de su pecado y produzca una «tristeza santa» que «produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse» (2ª Co 7: 10), y ningún bien espiritual le viene a la iglesia a menos que el Espíritu Santo esté activo en las vidas de los demás miembros cuando ellos se dan cuenta del proceso. Por eso la iglesia debe ejercer la disciplina con el conocimiento de que se la hace en la presencia del Señor (1ª Co 5: 4; 4:1 9-20), y con la certeza de que tiene sanción celestial conectada con ella (Mt 16: 19; 18: 18-20).
Sería muy saludable para la iglesia empezar a pensar de la disciplina eclesiástica no como una carga onerosa que el Señor le ha impuesto, sino como un genuino «medio de gracia» por el que gran bendición puede venir hoya la iglesia: al reconciliar a los creyentes unos con otros y con Dios, al restaurar al hermano o hermana descarriado para que ande en obediencia, al advertir a todos a estar firmes en temor (1ª Ti 5: 20), al aumentar la pureza moral en la iglesia, y al proteger y promover el honor de Cristo.
Aunque la tristeza y el dolor a menudo van conectados con la disciplina eclesiástica, cuando se la hace apropiadamente, con fe en que el Señor está obrando mediante ella, de esa tristeza «no hay que arrepentirse» (2ª Co 7: 10).
Cuando se la ejerce de esta manera, la disciplina eclesiástica debe ciertamente verse como un medio de gracia por el que el Espíritu Santo da bendición a su iglesia."
7. OFRENDAR.
Dar u ofrendar ordinariamente se hace mediante la iglesia conforme ella recibe y distribuye ofrendas a los varios ministerios y necesidades que la iglesia atiende. De nuevo, no hay ninguna concesión automática o mecánica de beneficios a los que dan.
El hechicero Simón recibió una fuerte reprensión por pensar que podía «comprar el don de Dios con dinero» (Hch 8: 20). Pero si el ofrendar se hace con fe, debido a la dedicación a Cristo y amor a su pueblo, entonces ciertamente habrá bendición en eso. Es de lo más agradable a Dios cuando los donativos de dinero van acompañados de una intensificación de la consagración personal del dador a Dios, como fue el caso de los macedonios que (se entregaron a sí mismos, primeramente al Señor y después a nosotros, conforme a la voluntad de Dios) (2ª Co 8: 5), y entonces dieron para ayudar a los creyentes pobres de Jerusalén.
Cuando la ofrenda se realiza alegremente, no de mala gana ni por obligación», hay gran recompensa del favor del Señor con ella, «porque Dios ama al que da con alegría» (2ª Co 9: 7).
Pablo ve el ofrendar dinero a la obra del Señor como siembra espiritual que llevará a una cosecha: «El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará» (2ª Co 9: 6). Pablo espera que conforme los corintios den correctamente Dios los bendecirá: «y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes» (2ª Co 9: 8).
Les dice: (Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de ustedes resulte en acciones de gracias a Dios» (2ª Co 9: 11). Por consiguiente, la ofrenda bendice al que la recibe en que sus necesidades son suplidas y la fe y la acción de gracias por la provisión de Dios aumenta; bendice al dador porque (Dios ama al que da con alegría», y concederá una abundante cosecha espiritual, y dará bendiciones a todos los que saben al respecto porque produce una cosecha de «abundantes acciones de gracias a Dios» (2ª Co 9: 12).
En lugar de ver la ofrenda como una obligación desagradable, haríamos bien en verla como un medio rico de gracia dentro de la iglesia, y esperar que mediante ella el Espíritu Santo dé bendición.
8. DONES ESPIRÍTUALES.
Pedro ve los dones espirituales como canales por los que la gracia de Dios viene a la iglesia, porque dice: «Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas» (1ª P 4: 10).
Cuando se usan los dones de unos a otros en la iglesia, la gracia de Dios es por ello dispensada a aquellos para quienes Dios lo propuso. Gran bendición vendrá a la iglesia mediante el uso apropiado de los dones espirituales, conforme la iglesia sigue el mandato de Pablo de usar los dones [procurando] que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12; Ef. 4: 11-16).
Si compiláramos una lista de todos los dones espirituales como medios separados de gracia, nuestra lista de los medios de gracia sería mucho más larga que once asuntos. Pero aunque se incluyera a todos ellos en esta sola categoría, debemos reconocer que los diferentes dones espirituales de la iglesia son todos medios por los que el Espíritu Santo da bendición por medio de creyentes individuales.
Esto debería recordamos el abundante favor que Dios nos ha dado como pecadores inmerecedores, y debe también hacer que nos demos cuenta de que muchos creyentes diferentes, con diferentes dones, pueden ser canales por los que la gracia de Dios nos viene. De hecho, en la exhortación de Pedro de usar dones espirituales como mayordomos de «la gracia de Dios en sus diversas formas» (1ª P 4: 10), la palabra que se traduce «diversas» (gr. poikilos) quiere decir «teniendo muchas facetas o aspectos, ricamente variada, teniendo gran diversidad».
Es más, debemos recordar que estos dones se distribuyen no solamente a los clérigos o a un limitado número de creyentes, sino a todos los creyentes, que tienen al Espíritu Santo en ellos (1ª Co 12:7, 11; 1ª P 4: 10).
9. COMPAÑERISMO O COMUNIÓN.
No debemos descuidar el compañerismo cristiano ordinario como un valioso medio de gracia dentro de la iglesia. De la iglesia primitiva se dice que «se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración» (Hch 2: 42).
 Y el autor de Hebreos le recuerda a los creyentes: «Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimulamos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca» (Heb 10: 24-25).
En la comunión de los creyentes la amistad ordinaria y el afecto de unos por otros crecerá, y el mandato de Jesús de que «nos amemos unos a otros» Jn 15: 12) se cumplirá. Es más, conforme los creyentes se cuidan unos a otros, se ayudarán «unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo» (Gá 6: 2).
Un énfasis en el compañerismo de creyentes unos con otros como medio de gracia también ayudará a superar un enfoque excesivo en el clero ordenado como dispensadores primario de la gracia dentro de la iglesia, y particularmente cuando la iglesia como un todo está reunida.
También será saludable para los creyentes reconocer que una medida de la gracia de Dios se recibe cuando los creyentes conversan y comen juntos, y cuando tienen ocasiones de trabajar y jugar juntos, disfrutando del compañerismo de unos con otros. «No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo» (Hch 2: 46-47).
10. EVANGELIZACIÓN.
En Hechos hay una frecuente conexión entre la proclamación del evangelio (incluso frente a la oposición) y estar lleno del Espíritu Santo (ver Hch 2: 4 con vv. 14-36; 4: 8, 31; 9:17 con v. 20; 13: 9,52). La evangelización es su medio de gracia, entonces, no sólo en el sentido de que ministra gracia que salva a los no salvos, sino también porque los evangelizados experimentan más de la presencia del Espíritu Santo y su bendición en sus propias vidas.
A veces la evangelización la realizan sólo los individuos, pero otras veces es una actividad corporativa de la iglesia (como en las campañas de evangelización). E incluso la evangelización individual a menudo incluye a otros miembros de la iglesia que darán la bienvenida al visitante no creyente y atenderá a sus necesidades. Así que la evangelización es apropiadamente considerada un medio de gracia en la iglesia.
11. MINISTERIO PERSONAL A INDIVIDUOS.
Justo con los diez previos «medios de gracia» dentro de la iglesia, es apropiado mencionar un medio más específico que el Espíritu Santo muy frecuentemente utiliza para dar bendición a creyentes individuales.
Este medio de gracia opera cuando uno o más creyentes dentro de la iglesia dedican tiempo para ministrar, de varias maneras, a necesidades muy específicas de otro individuo en la iglesia.
A veces este ministerio toma la forma de palabras de estímulo, exhortación o consejo sabio. Se nos dice: «instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría» (Col 3: 16), y hablar palabras que «sean de bendición para quienes escuchan» (Ef. 4: 29). Debemos intentar hacer volver «a un pecador de su extravío» (Stg 5: 20) y «Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimulamos al amor y a las buenas obras» y «animémonos unos a otros» (Heb 10: 24-25).
En otras ocasiones el ministerio incluye dar para ayudar a las necesidades materiales de un hermano o hermana.
Santiago reprende a los que meramente dicen: «Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse» pero «no les da lo necesario para el cuerpo» (Stg 2: 16). Juan nos advierte: «Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?» (1ª Jn 3: 17). Por consiguiente, la iglesia primitiva daba de buen grado para las necesidades de los creyentes pobres, de modo que «no había ningún necesitado en la comunidad» (Hch 4: 34).
Pablo dijo que los dirigentes de la iglesia de Jerusalén «nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero» (Gá 2: 10).
Otra forma que este ministerio de interpersonal puede tomar es la «unción con aceite» en conjunción con la oración por un enfermo. Los discípulos de Jesús «sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite» (Mr 6:13). De modo similar, Santiago dice que el enfermo «Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor» (Stg 5: 14). En estos casos el aceite parece haber sido un símbolo fisico del poder sanador del Espíritu Santo viniendo al enfermo.
Finalmente, otro medio de ejercer ministerio personal entre los individuos en el Nuevo Testamento es el uso del toque personal, particularmente la imposición de manos en conexión con la oración por alguien en necesidad. Un estudio del Nuevo Testamento puede sorprender a muchos creyentes modernos (como lo hizo al autor presente) cuando vean lo frecuente que la imposición de manos y otras clases de toque fisico se ve como funcionando como «medios de gracia» en el ministerio de Jesús y de la iglesia primitiva.
Parece que la imposición de manos era con mucho el método más común que Jesús usó para orar por las personas. Cuando las multitudes le trajeron a algunos «que padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó» (Lc 4: 40).
Otros pasajes específicamente describen que Jesús puso las manos sobre las personas para sanarlas (Mt 8: 3; Mr 1: 41; 6:5; 8: 23-25; Lc 5: 13; 13: 13). Pero más significativo que estos pasajes individuales es el hecho de que las personas que vinieron a Jesús buscando sanidad específicamente le pedían que pusiera las manos en los enfermos: «Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá» (Mt 9: 18), o (Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva) (Mr 5:23; ef. 7: 32).
El hecho de que las personas vinieron con esta petición sugiere que la imposición de manos se reconocía comúnmente como el método que Jesús por lo general usaría para sanar a las personas. En imitación al método de Jesús para sanar, cuando el padre de Publio estaba enfermo, «Pablo entró a verlo y, después de orar, le impuso las manos y lo sanó» (Hch 28: 8).
En otros casos las personas buscaron más bien en general tocar a Jesús, o le pidieron que los tocara a fin de ser sanados. «Algunas personas le llevaron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara» (Mr 8: 22). De modo similar, la gente «Le llevaban todos los enfermos, suplicándole que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos» (Mt 14: 35-36).
Esto fue debido a que el poder del Espíritu Santo se expresaba mediante el toque físico de Jesús, y salía y sanaba a la gente. «Así que toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos» (Lc 6: 19; d. Mt 9: 20-22, 25; 20: 34; Mr 1: 31; 5: 41; 9: 27; Lc 7: 14; 8: 54; 22: 51).
Sin embargo, no fue simplemente para sanar que Jesús y la iglesia primitiva ponían las manos sobre las personas o las tocaba. Cuando los niños vinieron a Jesús, «después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos» (Mr 10: 16; d. Mt 19: 13-15; Lc 18: 15).
Cuando Jesús tocaba tan frecuentemente a las personas para sanar o bendecirlas, no es sorpresa que las personas mencionaran los milagros que hacían sus manos: «¿Cómo se explican estos milagros (gr. dunamis, «poder») que vienen de sus manos?» (Mr 6:2). De modo similar, cuando Pablo y Bernabé estuvieron en su primer viaje misionero, el Señor «hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios» (Hch 14: 3, RVR).
De la misma manera, «hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo» (Hch 19: 11, RVR).16 Puesto que no había, como en los otros medios de gracia, poder automático o mágico inherente en las manos de los primeros creyentes, sino que sanidad y otras clases de bendiciones se producían sólo conforme Dios mismo se agradaba en obrar mediante la imposición de manos, no es sorprendente que la iglesia primitiva orara específicamente que el Señor extendiera su mano para sanar.
Ellos oraron: «Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno.
NOTA. Aunque es dudoso que el final más largo de Marcos sea parte de las Escrituras (ver capítulo 17), Mr 16: 18 ciertamente representa por lo menos una corriente de la tradición inicial dentro de la iglesia por igual: dice que los que crean en Jesús «pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud».
Debido a que los Evangelios tan frecuentemente recalcan el hecho de que Jesús puso las manos sobre las personas o las toco con sus manos, esta expresión no parece simplemente una metáfora que quiere decir: «Qué milagros son hechos por él) sino que es mejor entenderla como una referencia a la manera específica en que las manos de Jesús eran el medio por el que frecuentemente él realizaba sus milagros.
Desdichadamente, en este versículo y en varios otros que mencionan los milagros hechos por manos de las personas, la NVI ha decidido que una traducción literal no es importante y no menciona en español las manos. Por ejemplo, simplemente traduce Hch 14: 3: «haciendo señales y prodigios por medio de ellos», pero el texto griego específicamente dice que los milagros eran hechos «mediante sus manos» (dia ton queiron autou).
En la siguiente sección he destacado apenas algunos de los lugares en donde la NVI no traduce la palabra griega queir, «mano», pero ella está presente en el texto griego en todos los versículos que menciono, y los lectores que no la hallen en sus traducciones de la NVI deben consultar otra traducción, tal como la RVR o la LBLA, que tiene una norma de traducción más literal.
La NVI simplemente traduce: «haciendo señales y prodigios por medio de ellos» (ver previa nota al pie de página).
La NVI simplemente dice: «Dios hacia milagros extraordinarios por medio de Pablo» (ver las dos notas previas).
Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús» (Hch 4: 29-30).
Se dieron cuenta de que su acción de extender las manos para tocar a los enfermos no sería efectiva a menos que la propia mano poderosa de Dios obrara mediante las manos de ellos.
En otras ocasiones la imposición de manos se hizo con algún otro propósito.
Evidentemente se la hizo en conexión con pedir que Dios dé poder o equipe a las personas para algún servicio o ministerio. Cuando se nombraron a los 'primeros diáconos la iglesia los trajo ante los apóstoles, «quienes oraron y les impusieron las manos» (Hch 6: 6). De modo similar, cuando la iglesia de Antioquía despachó a Pablo y a Bernabé, «después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron» (Hch 13: 3).
Cuando el evangelio llegaba a un nuevo grupo de personas, los que proclamaban el evangelio a veces imponían las manos a los nuevos creyentes a fin de que pudieran recibir el poder del nuevo pacto del Espíritu Santo. En Samaria, los apóstoles «les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo» (Hch 8: 17). Ananías le impuso las manos a Pablo a fin de que él recobrara la vista y fuera «lleno del Espíritu Santo» (Hch 9:17). Cuando Pablo «impuso las manos» a los discípulos de Éfeso que acababan de llegar a creer en Jesús, «el Espíritu Santo vino sobre ellos» (Hch 19: 6).
En otros casos la imposición de manos resultó en la impartición de algún don espiritual. En el incidente que se acaba de mencionar, los discípulos de Éfeso también «empezaron a hablar en lenguas ya profetizar» (Hch 19: 6) después de que Pablo les impuso las manos. Todavía más, él le recuerda a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando los ancianos te impusieron las manos» (1ª Ti 4: 14).
Pablo puede haberse estado refiriendo al mismo acontecimiento u otro diferente cuando más tarde dijo: «Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos» (2ª Ti 1: 6). (En 1ª Ti 5:2 2, la afirmación: «No te apresures a imponerle las manos a nadie» se refiere a la ordenación de ancianos; vea el capítulo 47).
Si la gente en la iglesia primitiva frecuentemente oraba por las necesidades de unos y otros, e imitaban el ejemplo de Jesús y sus discípulos al imponer las manos al orar por las personas pidiendo sanidad, pidiendo bendición, y para recibir el Espíritu Santo en el momento de la conversión, entonces esperaríamos que la instrucción dada a los nuevos creyentes habría incluido la enseñanza de que la oración por las necesidades de los individuos de ordinario iría acompañada por la imposición de una mano o manos sobre la persona por la que se ora.
Si esto fuera así, entonces no sería sorpresa que «la imposición de manos» se clasificaría como una doctrina «fundamental», algo que pertenece al «cimiento» de la instrucción cristiana; que es en efecto lo que hallamos en Hebreos 6: 1-2. Aunque algunos han entendido esto como refiriéndose más estrechamente a la imposición de manos que acompaña la investidura en algún cargo específico en la iglesia, este es nada más que un pequeño aspecto del patrón de situaciones en las cuales la imposición de manos se halla en el Nuevo Testamento.
Parece ser mucho mejor entender esta frase de Hebreos 6: 2, como refiriéndose a la instrucción elemental en cuanto a orar por otros en situaciones de necesidad de modo que los creyentes tiernos de inmediato puedan empezar a ministrar a otros también.
Parece apropiado, entonces, contar la imposición de manos como otra dimensión de la rica diversidad de los «medios de gracia» que Dios ha puesto dentro de la iglesia para dar bendición a su pueblo.
12. ¿SE DEBE PRACTICAR EL LAVAMIENTO DE PIES COMO UN MEDIO DE GRACIA DENTRO DE LA IGLESIA?
De tiempo en tiempo algunos grupos cristianos han practicado una ceremonia de lavarse unos a otros los pies en una reunión pública de la iglesia. Han basado esta práctica en el mandamiento de Jesús: «Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros» Gn 13: 14). Los que abogan por el lavamiento de pies lo consideran una ceremonia que Jesús ordenó, similar a las ceremonias del bautismo y la Cena del Señor.
Sin embargo, hay varias razones por las que no debemos pensar que en Juan 13: 14 Jesús está estableciendo otra ceremonia para la iglesia además del bautismo y la Cena del Señor.
(1) El bautismo y la Cena del Señor explícitamente simbolizan el más grande acontecimiento en la historia de la redención, la muerte de Cristo y su resurrección por nosotros, pero el lavamiento de pies no simboliza tal suceso histórico- redentor.
(2) El bautismo y la Cena del Señor fueron claramente acciones simbólicas, pero cuando Jesús les lavó los pies a los discípulos fue claramente algo funcional y no meramente simbólico, en que suplía una necesidad humana ordinaria del día (pies sucios).
(3) El bautismo y la Cena del Señor son símbolos apropiados del comienzo y continuación de la vida cristiana, pero no hay un simbolismo así que se adose al lavamiento de pies.
(4) Hacer del lavamiento de pies una ordenanza como el bautismo y la Cena del Señor lo reduce a un símbolo; y si es un símbolo, entonces las palabras de Jesús nos ordenan solamente realizar un símbolo, y la fuerza real del mandamiento de Jesús (actuar en humildad y amor) se pierde.
(5) En tanto que las epístolas dan evidencia de que el bautismo y la Cena del Señor fueron ordenanzas que observaron continuamente las iglesias del Nuevo Testamento, no hay evidencia de que los apóstoles o la iglesia primitiva haya observado el lavamiento de pies como una ordenanza.
(6) Hay una explicación sencilla y directa del mandamiento de Jesús: les dice a sus discípulos que asuman tareas humildes al servicio de unos a otros.
Pero si eso es lo que significa el texto (la vasta mayoría de la iglesia cristiana en toda la historia lo ha entendido de esta manera), entonces no hay necesidad de buscar otro significado adicional (que Jesús también estaba instituyendo una nueva ceremonia). En contraste, los textos del Nuevo Testamento en cuanto al bautismo y la Cena del Señor no se pueden entender ordenando alguna otra cosa que una ceremonia.
Por consiguiente, en tanto que los creyentes se benefician al meditar en la aplicación de la afirmación de Jesús en cuanto al lavamiento de pies a sus patrones presentes de vida, nadie debe pensar que Jesús está animándolos a practicar una ceremonia de lavamiento de pies.

C. CONCLUSIONES

Al final de esta consideración de los medios de gracia dentro de la iglesia debemos damos cuenta, primero que nada, de que cuando todas estas cosas se realizan en fe y obediencia, debemos con anhelo esperar y buscar evidencia de que el Espíritu Santo en realidad estará ministrando a las personas al mismo tiempo que estas acciones se están haciendo.
Como creyentes no debemos descuidar «reunimos» (Heb 10: 25), sino que debemos esperar con anhelo cualquier reunión de creyentes en la que tenga lugar alguno de estos medios, esperando que Dios dará bendición mediante cada uno de estos medios.
Por otro lado, debemos damos cuenta de que todos estos medios de gracia ocurren dentro del compañerismo de la iglesia. Los que descuidan la comunión de la iglesia voluntariamente se privan de todos estos medios de gracia y por consiguiente se privan de la mayoría de medios ordinarios que el Espíritu Santo usa para dar bendición a su pueblo.
Estos medios de gracia deben damos gran aprecio por el asombroso privilegio de ser miembro del cuerpo de Cristo, la iglesia.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. Antes de leer este capítulo, ¿pensaba usted que habría alguna gran diferencia si el creyente continuaba siendo activo en el compañerismo de la iglesia o no? ¿Cómo ha cambiado este capítulo su perspectiva sobre este asunto, si acaso algo?
2. ¿Cuál de los medios de gracia mencionados en este capítulo ha sido para usted el más útil en su propia vida cristiana?
3. ¿Cuál de los medios de gracia mencionados en este capítulo piensa usted que apreciaba menos antes de leer el capítulo? ¿Cómo ha aumentado su aprecio de ese medio de gracia? ¿Cómo piensa usted que afectará eso sus acciones de aquí en adelante?
4. Al mirar a la lista de medios de gracia, ¿hay algunos aspectos en los que la gente en realidad no está experimentando «gracia» o bendición en su propia iglesia? ¿Qué se podría hacer para aumentar la eficacia de estos aspectos débiles como medios de gracia en la vida de su iglesia?
5. ¿Cuál de los medios de gracia en realidad son los menos útiles en su propia vida? ¿Hay algunos que se han vuelto más bien mecánicos, o que usted está realizando sólo como actividad externa o fisica, sin ninguna participación real de corazón? ¿Qué podría usted hacer para aumentar la eficacia de esos medios en su vida?
6. Al mirar la lista de los medios de gracia de nuevo, mencione uno o más en los cuales usted podría ayudar a la iglesia a ser más eficaz para dar bendición a su gente.
TÉRMINOS ESPECIALES
Eucaristía, extremaunción, imposición de manos, medios de gracia, órdenes santas, sacramento
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR

Hechos 2: 41-42: Así, Pues, Los Que Recibieron Su Mensaje Fueron Bautizados, Y Aquel Día Se Unieron A La Iglesia Unas Tres Mil Personas. Se Mantenían Firmes En La Enseñanza De Los Apóstoles, En La Comunión, En El Partimiento Del Pan Y En La Oración.