INTRODUCCIÓN
No
pienso que un verdadero sistema de teología se pueda construir desde lo que
podríamos llamar la tradición teológica «liberal», es decir, de personas que
niegan la absoluta veracidad de la Biblia, o que piensan que las palabras de la
Biblia no son exactamente palabras de Dios.
Por
esta razón, los otros escritores con quienes dialogo en este estudio están en
su mayoría dentro de lo que hoy se llama la tradición «evangélica conservadora»
más amplia; desde los grandes reformadores Juan Calvino y Martín Lutero, hasta
los escritos de los eruditos evangélicos de hoy.
Escribo
como evangélico y para evangélicos. Esto no quiere decir que los que siguen la
tradición liberal no tengan nada valioso que decir; sino que las diferencias
con ellos casi siempre se reducen a diferencias en cuanto a la naturaleza de la
Biblia y su autoridad. La cantidad de acuerdo doctrinal que se puede lograr con
personas que tienen bases ampliamente divergentes de autoridad es muy limitada.
Claro,
los profesores pueden siempre asignar lecturas adicionales de teólogos
liberales de interés actual, y estoy agradecido por mis amigos evangélicos que
escriben críticas extensas de la teología liberal. Pero no pienso que todos
están llamados a hacer eso, ni que un análisis extenso de nociones liberales
sea la manera más útil de edificar un sistema positivo de teología basado en la
total veracidad de toda la Biblia. Al final se encuentra un diccionario de
términos usados en este estudio.
Este
estudio lo hemos escrito con el propósito de edificar la iglesia y esta
adecuado para el más mínimo principiante hasta el pastor, el maestro, o
cualquier líder de seminarios, u institutos bíblicos y facultades de teología.
A Dios
sea la gloria y gracias por lo que permite que seamos útiles para su obra.
CONTENIDO
CAPÍTULO 1: La
iglesia: su naturaleza, sus características y sus propósitos: ¿Qué es necesario para que haya una iglesia?
¿Cómo podemos reconocer a una iglesia verdadera? Los propósitos de la iglesia.
CAPÍTULO 2: La
pureza y unidad de la iglesia: ¿Qué
hace a una iglesia más agradable a Dios, o menos? ¿Con qué clase de iglesias
debemos cooperar o unirnos?
CAPÍTULO 3: El
poder de la iglesia: ¿Qué clase de
autoridad tiene la iglesia? ¿Cómo debe funcionarla disciplina eclesiástica?
CAPÍTULO 4: El
gobierno de la iglesia: ¿Cómo se debe
gobernar una iglesia? ¿Cómo se debe escoger a los oficiales de una iglesia?
¿Deben mujeres servir como pastoras?
CAPÍTULO 5:
Medios de gracia en la iglesia: ¿Cuáles
son las diferentes actividades dentro de la vida de la iglesia que Dios usa para
darnos bendición? ¿Qué nos perdemos sí descuidamos nuestra participación en una
iglesia local?
CAPÍTULO 7: La
Cena del Señor: ¿Cuál es el
significado de la Cena del Señor? ¿Cómo debe ser observada?
CAPÍTULO 8:
Adoración: ¿Cómo puede la adoración
cumplir su gran propósito en la era del Nuevo Testamento? ¿Qué significa adorar
«en espíritu y en verdad»?
CAPÍTULO 9:
Dones del Espíritu Santo (l):
Cuestiones generales: ¿Qué son dones
espirituales? ¿Cuántos hay? ¿Han cesado algunos dones? Buscar y utilizar los
dones espirituales.
CAPÍTULO 10: Dones
del Espíritu Santo (2): Dones
Específicos: ¿Cómo debemos entender y
utilizar dones espirituales específicos?
CAPÍTULO 1
LA IGLESIA: SU NATURALEZA, SUS
CARACTERÍSTICAS Y SUS PROPÓSITOS
¿QUÉ ES NECESARIO PARA QUE HAYA UNA
IGLESIA? ¿CÓMO PODEMOS RECONOCER A UNA IGLESIA VERDADERA?
LOS PROPÓSITOS DE LA IGLESIA.
EXPLICACIÓN Y BASE
BÍBLICA
A. LA NATURALEZA DE LA IGLESIA
1. DEFINICIÓN:
La
iglesia es la comunidad de todos los verdaderos creyentes de todos los tiempos.
Esta definición entiende a la iglesia constituida por todos los que son
verdaderamente salvados. Pablo dice: «Cristo amó a la iglesia y se entregó por
ella» (Ef 5: 25). Aquí el término «la iglesia» se usa para aplicar a todos
aquellos por quienes Cristo murió para redimirlos, todos los que son salvados
por la muerte de Cristo.
Pero
eso debe incluir a todos los creyentes de todos los tiempos, tanto creyentes de
la edad del Nuevo Testamento como creyentes de la edad del Antiguo Testamento
por igual.' Tan grande es el plan de Dios para la iglesia que ha exaltado a
Cristo a una posición de la mayor autoridad por amor a la iglesia: «Dios
sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la
iglesia.
Ésta,
que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo» (Ef
1: 22-23).
Jesucristo
mismo edifica a la iglesia llamando a las personas a sí mismo. El prometió:
«edificaré mi iglesia» (Mt 16: 18). Y Lucas con todo cuidado nos dice que el
crecimiento de la iglesia no vino sólo por esfuerzo humano, sino que «el Señor
añadía al grupo los que iban siendo salvos» (Hch 2: 27).
Pero
este proceso por el que Cristo edifica la iglesia es simplemente una
continuación del patrón establecido por Dios en el Antiguo Testamento por el
cual él llamó a las personas a sí mismo para que sean una asamblea que adora
delante de él. Hay varias indicaciones en el Antiguo Testamento de que Dios
pensaba de su pueblo como una (iglesia), un pueblo reunido con el propósito de
adorar a Dios.
Cuando
Moisés le dice al pueblo que el Señor le dijo: «Convoca al pueblo para que se
presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo
que viva en la tierra » (Dt 4: 10), la Septuaginta traduce la palabra para
«convocar» (heb. cajal) ¡Ver la sección 5 abajo para una consideración de la
noción dispensacional de que se deben tomar la iglesia e Israel como grupos
distintos.
En
este libro he tomado una posición no dispensacional sobre este asunto, aunque
se debe señalar que muchos evangélicos que concuerdan con mucho del resto de
este libro diferirán conmigo en este asunto en particular.
Con el término griego ekklesiazo, «reunir una
asamblea», verbo que es cognado del sustantivo del Nuevo Testamento ekklesia,
«iglesia».'
No es
sorprendente, entonces, que los autores del Nuevo Testamento puedan hablar del
pueblo de Israel en el Antiguo Testamento como una «iglesia» (ekklesia).
Por
ejemplo, Esteban habla del pueblo de Israel en el desierto como «la iglesia
(ekklesia) en el desierto (Hch 7:38, traducción del autor). Y el autor de
Hebreos cita a Cristo como diciendo que él cantará alabanzas a Dios en medio de
gran asamblea del pueblo de Dios en el cielo: «En medio de la iglesia
(ekklesía) te entonaré alabanzas» (Heb 2: 12, traducción del autor, citando el
Salmo 22: 22).
Por
consiguiente, el autor de Hebreos entiende que los creyentes del presente día
que constituyen la iglesia en la tierra están rodeados de una gran «nube de
testigos» (Heb 12: 1) que se remonta a las más tempranas eras del Antiguo
Testamento e incluye a Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Gedeón, Barac, Sansón,
Jefté, David,
Samuel
y los profetas (Heb 11:4-32). Todos estos «testigos» rodean al pueblo de Dios
del día presente, y parece sólo apropiado que se debe pensar que ellos, junto
con el pueblo de Dios del Nuevo Testamento, son la gran «asamblea» espiritual o
«iglesia» de Dios.' Es más, más adelante en el capítulo 12 el autor de Hebreos
dice que cuando los creyentes del Nuevo Testamento adoramos, venimos a la
presencia de «la asamblea (lit. «iglesia»,
gr, ekklesía) de los primogénitos inscritos en el cielo».
Este
énfasis no es sorprendente a la luz del hecho de que los autores del Nuevo
Testamento ven a los creyentes judíos y creyentes gentiles por igual estando
unidos en la iglesia. Juntos han sido hechos «uno» (Ef 2: 14), son «un nuevo
hombre» (v. 15) y «conciudadanos» (v. 19), y «miembros de la familia de Dios»
(v. 19).
Por
consiguiente, aunque hay ciertamente nuevos privilegios y nuevas bendiciones
que se dan al pueblo de Dios en el Nuevo Testamento, tanto el uso del término
«iglesia» en las Escrituras y el hecho de que en toda la Biblia Dios siempre ha
llamado a su pueblo a reunirse para adorarle, indican que es apropiado pensar
que la iglesia la constituyen de todas las personas de Dios todo el tiempo,
tanto creyentes del Antiguo Testamento como creyentes del Nuevo Testamento:
NOTA: De hecho, la palabra griega ekklesia, que es
el término que se traduce «iglesia» en el Nuevo Testamento, es la palabra que
la Septuaginta usa más frecuentemente para traducir el término del Antiguo
Testamento cajal, palabra que se usa para hablar de la «congregación» o la
«asamblea» del pueblo de Dios. Ekklesia traduce cajal como «asamblea» 69 veces
en la Septuaginta. La siguiente traducción más frecuente es sunagogué,
«sinagoga» o «reunión, lugar de reunión,) (37 veces).
Chafer hace objeción a este análisis, porque dice
que el uso de la Septuaginta de la palabra ekklesia no refleja el significado
del Nuevo Testamento de la palabra «iglesia» sino que es un término común para
«asamblea». Por consiguiente, no debemos llamar a la «asamblea» del teatro en
Éfeso una iglesia (Hch 19: 32) aun cuando la palabra ekklesia se usa aquí para
referirse a ese grupo de gente.
De modo similar, cuando Esteban se refiere a Israel
en el desierto (Hch 7: 38) como una ekklesia no implica que piensa de ese
pueblo como una «iglesia» sino sólo como una asamblea de gente. Chafer ve este
uso del término como diferente de su significado distintivo del Nuevo
Testamento para referirse a la iglesia (Systematic Theology, 4: 39).
Sin embargo, el extenso uso de la palabra ekklesia
en la Septuaginta para referirse a las asambleas, no de chusmas paganas, sino
específicamente del pueblo de Dios ciertamente se debe tomar en cuenta para
comprender e! significado de la palabra cuando la usan los autores del Nuevo
Testamento.
La Septuaginta era la Biblia que ellos usaban más
comúnmente, y ellos con toda certeza usan la palabra ekklesia teniendo presente
su contenido del Antiguo Testamento. Esto explicaría por qué Lucas puede tan
fácilmente anotar que Esteban se refiere a (la iglesia) en el desierto con
Moisés y sin embargo muchas veces en los capitulas contiguos en Hechos habla
del crecimiento de la «iglesia» después de Pentecostés sin ninguna indicación
de que se intente dar alguna diferencia en e! significado.
La iglesia del Nuevo Testamento es una asamblea del
pueblo de Dios que simplemente continúa en el patrón de las asambleas del
pueblo de Dios que se halla en todo el Antiguo Testamento.
La palabra griega ekklesía que se traduce «iglesia»
en el Nuevo Testamento, simplemente significa «asamblea».
2. LA IGLESIA ES INVISIBLE, Y SIN EMBARGO VISIBLE.
En su
verdadera realidad espiritual como comunión de todos los creyentes genuinos, la
iglesia es invisible. Esto se debe a que no podemos ver la condición espiritual
del corazón de las personas. Podemos ver a los que asisten externamente al
templo, y podemos ver evidencias externas de cambio espiritual interno, pero no
podemos en realidad ver el corazón de las personas y su situación espiritual;
sólo Dios puede ver eso. Por eso Pablo dice: «El Señor conoce a los suyos» (2ª
Ti 2: 19).
Incluso
en nuestras propias iglesias y nuestros barrios, sólo Dios sabe con certeza y
sin error quiénes son verdaderos creyentes.
Hablando
de la iglesia como invisible el autor de Hebreos habla de la «asamblea
(literalmente, «iglesia») de los primogénitos inscritos en el delo» (Heb 12:
23), y dice que los creyentes del día presente se unen con esa asamblea en la
adoración.
PODEMOS DAR LA SIGUIENTE
DEFINICIÓN: LA IGLESIA INVISIBLE ES LA IGLESIA COMO DIOS LA VE.
Tanto
Martín Lutero como Juan Calvino rápidamente afirmaron este aspecto invisible de
la iglesia en contra de la enseñanza católico romana de que la iglesia es la
única organización visible que había descendido de los apóstoles en una línea
de sucesión ininterrumpida (mediante los obispos de la iglesia). La Iglesia
Católico Romana había argumentado que sólo en la organización visible de la
Iglesia Católica Romana se podía hallar a la sola iglesia verdadera, la única
iglesia verdadera.
Incluso
hoy tal noción lo sostiene la Iglesia Católica Romana. En su «Pastoral
Statement for Catholics on Biblical Fundamentalism» (Declaración pastoral para
católicos sobre el fundamentalismo bíblico) emitido el 25 de marzo de 1987, la
(United States) National Conference of Catholic Bishops Ad Hoc Committee on
Biblical Fundamentalism (Comité adhoc de la Conferencia nacional [de los
Estados Unidos] de obispos católicos sobre el fundamentalismo bíblico) criticó
al cristianismo evangélico (al que llamó «fundamentalismo bíblico»)
primordialmente porque sacaba a la gente de la sola iglesia verdadera:
NOTA: Para una consideración de la cuestión de si
subsiste una distinción entre «la iglesia» e «Israel), como dos pueblos de Dios
separados, ver la sección 5 más abajo.
Millard Erickson, Christian Theolog)', p. 1048,
arguye que la iglesia no empieza sino hasta Pentecostés, porque Lucas no usa la
palabra (iglesia) (ekklesía) en su Evangelio, pero la usa veinticuatro veces en
Hechos. Si la iglesia existió antes de Pentecostés, razona él, ¿por qué Lucas
no habla de ella antes de ese tiempo?
Sin embargo, la razón por la que Lucas no usa la
palabra (iglesia) para hablar del pueblo de Dios durante el ministerio terrenal
de Jesús es probablemente porque no había ningún grupo claramente definido o
visible al que se pudiera referir durante el ministerio terrenal de Jesús. La
iglesia verdadera en efecto existía en el sentido de que consistía de todos los
verdaderos creyentes de Israel durante ese tiempo, pero este era un remanente
tan pequeño de judíos fieles (tales como José y María, Zacarías y Elisabet,
Simeón,
Ana y otros como ellos), que no era un grupo
externamente evidente o bien definido para nada. Segmentos grandes de la
población judía se habían descarriado de Dios y habían sustituido otra clase de
actividades religiosas, tales como el legalismo (los fariseos), el
«liberalismo» incrédulo (los saduceos), misticismo especulativo (los que
escribieron o creían en la literatura apocalíptica y seguidores de las sectas
tales como los de la comunidad del Qumram, materialismo grotesco (los
cobradores de impuestos y otros para quienes la riqueza era un dios falso), o
el activismo político o militar (los zelotes y otros que procuraban la
salvación mediante medios políticos o militares).
Aunque sin duda había creyentes genuinos entre
muchos o todos estos grupos, la nación como un todo no constituía una asamblea
de pueblo que adoraba correctamente a Días. Es más, la idea de un pueblo de
Dios recientemente «llamado fuera» como asamblea para seguir a Cristo primero
llegó a su fruición en el día de Pentecostés.
Por consiguiente, aunque la «iglesia» en el sentido
del grupo de todos los que verdaderamente creyeron en Dios en efecto existía
antes del día de Pentecostés, llegó a una expresión visible mucho más clara en
el día de Pentecostés, y es natural que Lucas debía empezar a usar el nombre
(la iglesia) en ese punto.
Antes de ese punto el nombre «iglesia» no podía
haberse referido a ninguna entidad claramente establecida aparte de la nación
de Israel como un todo; después de Pentecostés, sin embargo, fácilmente se lo
podía usar para referirse a los que voluntaria y visiblemente se identificaron
con este nuevo pueblo de Dios.
También debemos notar que Jesús en efecto usó la
palabra «iglesia» (ekklesía) dos veces en el Evangelio de Mateo (16: 18 y 18:
17).
La Característica Básica Del Fundamentalismo Bíblico Es Que Elimina Del
Cristianismo A La Iglesia Según El Señor Jesús La Fundó. No Hay Mención De La
Iglesia Histórica, Autoritativa En Continuidad Con Pedro Y Los Otros Apóstoles.
Un Estudio Del Nuevo Testamento Demuestra La Importancia De Pertenecer A La
Iglesia Que Empezó Jesucristo. Cristo Escogió A Pedro Y A Los Otros Apóstoles
Como Cimientos De Su Iglesia.
A Pedro Y A Los Demás Apóstoles Los Han Sucedido El Obispo De Roma Y Los
Otros Obispos, Y El Rebaño De Cristo Todavía Tiene, Bajo Cristo, Un Pastor
Universal.
En
respuesta a esa clase de enseñanza tanto Lutero como Calvino discrepan.
Ellos
dijeron que la Iglesia Católica Romana tiene la forma externa, la organización,
pero es simplemente una concha. Calvino argumentó que así como Caifás (el sumo
sacerdote en el tiempo de Cristo) era descendiente de Aarón pero no era un
verdadero sacerdote, así los obispos católicos romanos habían «descendido» de
los apóstoles en línea de sucesión pero que no eran verdaderos obispos de la
iglesia de Cristo. Debido a que se habían apartado de la verdadera predicación
del evangelio, su organización visible no era la verdadera iglesia.
Calvino
dijo: «Esta pretensión de sucesión es vana a menos que sus descendientes
conserven segura y sin corrupción la verdad de Cristo que han recibido de las
manos de sus padres, y permanezcan en ella. !Ver qué valor tiene esta sucesión,
a menos que también incluya una emulación verdadera e ininterrumpida de parte
de los sucesores!»
Por
otro lado, la verdadera iglesia de Cristo ciertamente tiene un aspecto visible
por igual. Podemos usar la siguiente definición: La iglesia visible es la
iglesia según los creyentes la ven en la tierra. En este sentido la iglesia
visible incluye a todos los que profesan fe en Cristo y dan evidencia de fe en
sus vidas.
En
esta definición no decimos que la iglesia visible es la iglesia como cualquier
persona del mundo (tal como un no creyente o alguien que sostiene enseñanzas
heréticas) pudiera verla, sino que queremos hablar de la iglesia como la
perciben los que son genuinamente creyentes y tienen una comprensión de la
diferencia entre creyentes y no creyentes.
Cuando
Pablo escribe sus epístolas escribe a la iglesia visible en cada comunidad: «A
la iglesia de Dios que está en Corinto» (1ª Co 1: 2); «A la iglesia de los
tesalonicenses» (1ª Ts 1: 1); «a Filemón, a la hermana Apia, a Arquipo y a la
iglesia que se reúne en tu casa» (Flm 1-2). Pablo ciertamente se daba cuenta de
que había no creyentes en algunas de esas iglesias, algunos que habían hecho
profesión de fe que no era genuina, que parecían ser creyentes pero que a la
larga se apartarían.
Sin
embargo, ni Pablo ni ningún otro podía decir con certeza quiénes eran esas
personas. Pablo simplemente escribió a la iglesia entera que se reunía en un
lugar dado. En este sentido, podemos decir hoy que la iglesia visible es el
grupo de personas que se reúnen cada semana para adorar como iglesia y profesan
fe en Cristo.
La
iglesia visible por todo el mundo siempre incluirá algunos no creyentes, y las
congregaciones individuales por lo general incluirán algunos no creyentes,
porque nosotros no podemos ver los corazones como Dios los ve. Pablo habla de
«Himeneo y Pileta, que se han desviado de la verdad» y que «así trastornan la
fe de algunos» (2ª Ti 2: 17-18). Pero él tiene la confianza de que «El Señor
conoce a los suyos» (2ª Ti 2: 19). Pablo dice con tristeza: «Demas, por amor a
este mundo, me ha abandonado y se ha ido a Tesalónica» (2ª Ti 4: 10).
De
modo similar, Pablo advierte a los ancianos de Éfeso que después de su partida
«entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el
rebaño.
Aun de
entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para
arrastrar a los discípulos que los sigan» (Hch 20:29-30). Jesús mismo advirtió:
«Cuídense
de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro
son lobos feroces» (Mt 7: 15-16). Dándose cuenta de esta distinción entre la
iglesia invisible y la iglesia visible Agustín dijo de la iglesia visible:
«Muchas ovejas están fuera y muchos lobos están dentro».
Cuando
reconocemos que hay no creyentes en la iglesia visible, hay el peligro de que
podemos llegar a ser demasiado suspicaces. Podemos empezar dudando de la
salvación de muchos verdaderos creyentes y por ello produciendo gran confusión
en la iglesia. Calvino advirtió contra este peligro diciendo que debemos hacer
un (Juicio misericordioso) por el que reconocemos como miembros de la iglesia a
todos los que «por confesión de fe, por ejemplo de la vida, y al participar en
los sacramentos, profesan al mismo Dios y a Cristo con nosotros».
No
debemos tratar de excluir de la comunión de la iglesia a la gente mientras el
pecado público no acarree disciplina sobre sí mismos. Por otro lado, por
supuesto, la iglesia no debe tolerar en su membrecía «a los no creyentes
públicos» que por profesión o vida claramente se proclaman estar fuera de la
verdadera iglesia.
NOTA: El texto completo de la declaración de los
obispos se puede obtener en el National Catholic News Service, 1312
Massachusetts Avenue NW, Washington, D. c. 2005. El texto fue publicado en
«Pastoral Statement for Catholics on Biblical Fundamentalism», en Origins, vol.
17:21 (5 de nov. de 1987), pp. 376-77.
Juan Calvino, Institutes, 4.2.2-3, pp. 1043, 1045.
Tanto Calvino como Lutero añadirían el tercer
requisito de que los que son considerados parte de la iglesia visible deben
participar de los sacramentos del bautismo y la Cena del Señor. Otros tal vez
considerarían esto como una subcategoría del requisito de que las personas den
evidencia de fe en su vida.
3. LA IGLESIA ES LOCAL Y UNIVERSAL.
En el
Nuevo Testamento se puede aplicar la palabra «iglesia» a un grupo de creyentes
en cualquier nivel, yendo de un grupo muy pequeño que se reúne en una casa
privada hasta el grupo de todos los creyentes en la iglesia universal. Una
«iglesia de hagan> se llama una «iglesia» en Romanos 16: 5.
(Saluden
igualmente a la iglesia que se reúne en la casa de ellos), 1 Corintios 16:19.
(Aquila y Priscila los saludan cordialmente en el Señor, como también la
iglesia que se reúne en la casa de ellos). A la iglesia de toda una ciudad
también se la llama «una iglesia» (1ª Co 1: 2; 2ª Co 1: 1; Y 1ª Ts 1: 1). A la
iglesia de una región se la menciona como una «iglesia» en Hechos 9:31: «La
iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y
Samaria».
Finalmente,
a la iglesia de todo el mundo se le puede mencionar como «la iglesia». Pablo
dice: «Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Ef. 5: 25) y dice: «En
la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar,
profetas; en tercer lugar, maestros» (1ª Co 12: 28). En este último versículo
la mención de «apóstoles», que no fueron dados a alguna iglesia individual,
garantiza que la referencia es a la iglesia universal.
Podemos
concluir que a un grupo del pueblo de Dios considerado a cualquier nivel, desde
local hasta universal, se le puede correctamente llamar «una iglesia».
No
debemos cometer el error de decir que sólo una iglesia que se reúne en casas
expresa la verdadera naturaleza de la iglesia, o que sólo una iglesia considerada
a nivel de ciudad se le puede apropiadamente llamar una iglesia, o que sólo la
iglesia universal se le puede llamar apropiadamente por el nombre «iglesia».
Más bien, a la comunidad del pueblo de Dios considerada a cualquier nivel se le
puede apropiadamente llamar una iglesia.
4. METÁFORAS PARA LA IGLESIA.
Para
ayudamos a entender la naturaleza de la iglesia, la Biblia usa una amplia
variedad de metáforas e ilustraciones para describimos lo que es la iglesia.
Hay varias imágenes de familia; por ejemplo, Pablo ve a la iglesia como una
familia cuando le dice a Timoteo que actúe como si todos los miembros de la
iglesia fueran miembros de una familia más amplia: «No reprendas con dureza al
anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes como a
hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con
toda pureza» (1ª Ti 5: 1-2).
Dios
es nuestro Padre celestial (Ef. 3:14), y nosotros somos sus hijos e hijas,
porque Dios nos dice: «Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos
y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2 Ca 6: 18). Por consiguiente somos
hermanos y hermanas unos con otros en la familia de Dios (Mt 12: 49-50; Jn 3:
14-18). Una metáfora de familia algo diferente se ve cuando Pablo se refiere a
la iglesia como la esposa de Cristo. Dice que la relación entre esposo y
esposa:
«Yo me
refiero a Cristo ya la iglesia» (Ef 5: 32), y dice que él logró el compromiso
entre Cristo y la iglesia de Corinto y que se parece a un compromiso entre una
novia y su prometido: «los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo,
para presentárselos como una virgen pura» (2ª Co 11: 2); aquí Pablo está
mirando hacia adelante al tiempo del retomo de Cristo como el tiempo cuando la
iglesia será presentada a él como su esposa.
En
otras metáforas la Biblia compara a la iglesia a ramas de una vid Gn 15: 5), un
olivo (Ro 11: 17-24), un campo de cultivo (1ª Co 3:6-9), un edificio (1ª Co 3:
9), y una cosecha Mt 13: 1-30; Jn 4:35). A la iglesia también se la ve como un
nuevo templo no construido con piedras literales sino construido con creyentes
que son «piedras vivas» (1ª P 2: 5) edificados sobre la «piedra angular» que es
Cristo Jesús (1ª P 2: 4-8). Sin embargo, la iglesia no sólo es un nuevo templo
para adorar a Dios; también es un nuevo grupo de sacerdotes, un «sacerdocio
santo» que puede «ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta» (1ª P 2:
5).
NOTA: Hay una variante textual entre los
manuscritos griegos de Hechos 9: 31, con algunos manuscritos diciendo «la
iglesia» y otros diciendo «las iglesias». El singular «la iglesia» es mucho más
preferible a la variante que tiene el plural. A la lectura del singular se le
da una probabilidad «B» (la más cerca al más alto grado de probabilidad» en el
texto de las Sociedades Bíblicas Unidas. El singular es representado por muchos
textos tempranos y diversos en tanto que la lectura plural se halla en la
tradición bizantina del texto pero no en textos antes del siglo quinto d.C.
(A fin de que la gramática sea consistente, hay que
cambiar seis palabras en el texto griego; por consiguiente la variante es una
alteración intencional en una dirección o la otra).
También
se nos ve como la casa de Dios: «y esa casa somos nosotros» (Heb 3:6), con
Jesús mismo considerado como el «constructor» de la casa (Heb 3: 3). A la
iglesia también se la ve como «columna y fundamento de la verdad» (1ª Ti 3:
15).
Finalmente,
otra metáfora familiar ve a la iglesia como el cuerpo de Cristo (1ª Co 12:
12-27). Debemos reconocer que Pablo de hecho usa dos diferentes metáforas del
cuerpo humano cuando habla de la iglesia. En 1ª Corintios 12 se toma a todo el
cuerpo como metáfora para la iglesia, porque Pablo habla del «oído» y del «ojo»
y del «sentido del olfato» (1ª Co 12: 16-17). En esta metáfora, no se ve a
Cristo como la cabeza unida al cuerpo, porque los miembros individuales son
ellos mismos partes individuales de la cabeza. Cristo en esta metáfora es el
Señor que «está fuera» de ese cuerpo que representa la iglesia y es a quien la
iglesia sirve y adora.
Pero
en Efesios 1: 22-23; 4: 15-16, yen Colosenses 2:19, Pablo usa una metáfora
diferente del cuerpo para referirse a la iglesia. En estos pasajes Pablo dice
que Cristo es la cabeza y la iglesia que es como el resto del cuerpo, a
distinción de la cabeza:
«Más
bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que
es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica
en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad
propia de cada miembro» (Ef 4:15-16).13 No debemos confundir estas dos
metáforas de 1ª Corintios 12 y Efesios 4, sino mantenerlas distintas.
La
amplia variedad de metáforas que se usa en el Nuevo Testamento para la iglesia
debe recordamos que no debemos concentrarnos exclusivamente en alguna de ellas.
Por ejemplo, en tanto que es verdad que la iglesia es el cuerpo de Cristo,
debemos recordar que esa es sólo una metáfora entre muchas.
Si nos
concentramos exclusivamente en esta metáfora con toda probabilidad nos
olvidaremos de que Cristo es nuestro Señor que reina en el cielo tanto como el
que mora entre nosotros. Por cierto que no debemos concordar con la noción
católico romana de que la iglesia es la «encamación continuada» del Hijo de
Dios en la tierra hoy.
La
iglesia no es el Hijo de Dios en la carne, porque Cristo resucitó en cuerpo humano,
ascendió en su cuerpo humano al cielo, y ahora reina como el Cristo encamado en
el cielo, que claramente es distinto de la iglesia aquí en la tierra.
Cada
una de las metáforas que se usan para la iglesia puede ayudamos a apreciar más
de las riquezas del privilegio que Dios nos ha dado al incorporamos en la
iglesia. El hecho de que la iglesia es como una familia debería aumentar
nuestro amor y compañerismo unos con otros.
El
pensamiento de que la iglesia es como la esposa de Cristo debería estimulamos a
procurar conseguir una mayor pureza y santidad, y también mayor amor por Cristo
y sumisión a él. La imagen de la iglesia como ramas en una vid debe hacernos
descansar en él más completamente.
La
idea de un campo de cultivo debería animarnos a continuar creciendo en la vida
cristiana y obteniendo para nosotros y otros la nutrición espiritual apropiada
para crecer. El cuadro de la iglesia como el nuevo templo de Dios debería
aumentar nuestra consciencia de la misma presencia de Dios en medio nuestro
cuando nos reunimos.
El
concepto de la iglesia como un sacerdocio debería ayudarnos a ver más
claramente el deleite que Dios tiene en los sacrificios de alabanza y buenas
obras que le ofrecemos (ver Heb 13: 15-16). La metáfora de la iglesia como el
cuerpo de Cristo debería aumentar nuestra interdependencia de unos a otros y
nuestro aprecio de la diversidad de dones dentro del cuerpo. Muchas otras
aplicaciones se pueden derivar de estas y otras metáforas para la iglesia que
se mencionan en la Biblia.
NOTA: Esta segunda metáfora no es ni siquiera una
metáfora completa o «propia», porque las partes corporales no crecen en la
cabeza, sino que Pablo está mezclando la idea de Cristo como la cabeza (o
autoridad), la idea de la iglesia como un cuerpo, y la idea de que crecemos a
la madurez en Cristo, y las combina en una afirmación compleja.
5. LA IGLESIA E ISRAEL.
Entre
los protestantes evangélicos ha habido una diferencia de punto de vista sobre
la cuestión de la relación entre Israel y la iglesia. La cuestión fue llevada a
prominencia por los que sostienen un sistema de teología «dispensacional».
La
teología sistemática más extensa escrita por un dispensacionalista, Systematic
Theology, por Lewis Sperry Chafer, destaca muchas distinciones entre Israel y
la iglesia, e incluso entre el Israel creyente del Antiguo Testamento y la
iglesia en el Nuevo Testamento. Chafer argumenta que Dios tiene dos planes
distintos para los dos grupos distintos de personas que él ha redimido: los
propósitos y promesas de Dios para Israel son para bendiciones terrenales y
todavía están por cumplirse en esta tierra en algún momento en el futuro.
Por
otro lado, los propósitos y promesas de Dios para la iglesia son para
bendiciones celestiales y esas promesas se cumplirán en el cielo. La distinción
entre los dos grupos diferentes que Dios salva se verá especialmente en el
milenio, según Chafer, porque en ese tiempo Israel reinará en la tierra como
pueblo de Dios y disfrutará del cumplimiento de las promesas del Antiguo
Testamento, pero la iglesia ya habrá sido llevada al cielo en el tiempo del
retorno secreto de Cristo por sus santos (el rapto).
Según
esta noción, la iglesia no empezó sino hasta Pentecostés (Hch 2), y no es
correcto decir que los creyentes del Antiguo Testamento junto con los creyentes
del Nuevo Testamento constituyen una iglesia.
En
tanto que la posición de Chafer continúa ejerciendo influencia en algunos
círculos dispensacionalistas, y ciertamente es predicación más popular, algunos
de los dirigentes entre los dispensacionalistas más recientes no han seguido a
Chafer en muchos de estos puntos. Varios teólogos dispensacionalistas del
presente, tales como Robert Saucy, Craig Blaising y Darrell Bock, se refieren a
sí mismos como «dispensacionalistas progresivos», y han logrado muchos
seguidores.
Ellos
no verían a la iglesia como un paréntesis en el plan de Dios sino como el
primer paso hacia el establecimiento del reino de Dios.
NOTA: Lewis Sperry Chafer,
Systematie Theology. Aunque hay varias otras doctrinas distintivas que por lo general
caracterizan a los dispensacionalistas, la distinción entre Israel y la iglesia
como dos grupos en el plan global de Dios es probablemente la más importante.
Otras doctrinas que sostienen los
dispensacionalistas por lo general incluyen un rapto pretribulacionista de la
iglesia al cielo (ver capítulo 54), un cumplimiento literal futuro de las
profecías del Antiguo Testamento respecto a Israel, la división de la historia
bíblica en siete períodos o «dispensaciones» de las maneras en que Dios se
relaciona con su pueblo, y una comprensión de la era de la iglesia como un
paréntesis en el plan de Dios para las edades, paréntesis instituido cuando los
judíos en su mayor parte rechazaron a Jesús como su Mesías.
Sin embargo, muchos dispensacionalistas de los días
presentes calificarían o rechazarían varios de estos otros distintivos. En
dispensacionalismo como un sistema empezó con los escritos de J. N. Darby
(1800-1882) en Gran Bretaña, pero fue popularizado en los EE.UU. por la Biblia
Scofield de Referencia.
En la
noción dispensacionalista progresiva Dios no tiene dos propósitos separados
para Israel y la iglesia sino un solo propósito: el establecimiento del reino
de Dios, en el cual participan Israel y la iglesia. Los dispensacionalistas
progresivos no verían distinción entre Israel y la iglesia en el estado futuro
eterno porque todos serán parte de un solo pueblo de Dios. Es más, sostendrían
que la iglesia reinará con Cristo en cuerpos glorificados en la tierra durante
el milenio (ver la explicación del milenio en el capítulo 55).
Sin
embargo, hay con todo una diferencia entre los dispensacionalistas progresivos
y el resto del evangelicalismo en un punto: ellos dirían que las profecías del
Antiguo Testamento respecto a Israel todavía se cumplirán en el milenio por el
pueblo judío étnico que creerá en Cristo y vivirá en la tierra de Israel como
«una nación modelo» para que todas las naciones vean y aprendan.
Por
consiguiente, no dirían que la iglesia es el «nuevo Israel» o que las profecías
del Antiguo Testamento en cuanto a Israel se cumplirán en la iglesia, porque
estas profecías todavía van a cumplirse en el Israel étnico.
La
posición que se toma en este libro difiere en grado considerable de las
nociones de Chafer respecto a este asunto, y también difiere en algo de los
dispensacionalistas progresivos. Sin embargo, se debe decir aquí que las
cuestiones en cuanto a la manera exacta en que las profecías bíblicas en cuanto
al futuro se cumplirán son, en la naturaleza del caso, difíciles de decidir con
certeza, y es sabio que nuestras conclusiones sean en cierto grado tentativas
en estos asuntos. Con esto, en mente, se puede decir lo siguiente.
Teólogos
tanto protestantes como católicos romanos fuera de la posición dispensacional
han dicho que la iglesia incluye tanto a creyentes del Antiguo Testamento como
creyentes del Nuevo Testamento en una sola iglesia o un cuerpo de Cristo.
Incluso en la noción no dispensacional, una persona puede sostener que habrá
una conversión futura en gran escala de los judíos (Ro 11: 12, 15, 23-24,
25-26, 28-31), Ysin embargo que esta conversión resultará sólo en que los
judíos llegarán a ser parte de la única verdadera iglesia de Dios; ellos serán
«injertados en su propio olivo» (Ro 11 :24, RVR).
Respecto
a este asunto debemos notar los muchos versículos del Nuevo Testamento que
entienden a la iglesia como el «nuevo Israel» o el nuevo «pueblo de Dios». El
hecho de que «Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Ef. 5:25)
sugeriría esto. Es más, esta presente edad de la iglesia, que ha llevado la
salvación a muchos millones de creyentes en la iglesia, no es una interrupción
o un paréntesis en el plan de Dios, sino una continuación de su plan expresado
en todo el Antiguo Testamento de llamar a sí mismo a un pueblo. Pablo dice: «Lo
exterior no hace a nadie judío, ni consiste la circuncisión en una señal en el
cuerpo.
El
verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la
que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito» (Ro 2: 28-29). Pablo
reconoce que aunque hay un sentido literal o natural en el que al pueblo que
físicamente descendía de Abraham se les llama judíos, también hay un sentido
más hondo y espiritual en el cual un «verdadero judío» es el que es
internamente creyente y cuyo corazón ha sido limpiado por Dios.
Pablo
dice que a Abraham no se le debe considerar el padre del pueblo judío sólo en
un sentido fisico. También es en un sentido más hondo y mucho más verdadero
«padre de todos los creyentes no circuncidados, y padre de la circuncisión,
para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las
pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham» (Ro 4: 11-12, RVR; cf. vv, 16,
18).
Por
consiguiente Pablo puede decir: «no todos los que descienden de Israel son
Israel.
Tampoco
por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos los hijos de Dios no son
los descendientes naturales; más bien, se considera descendencia de Abraham a
los hijos de la promesa» (Ro 9: 6-8). Pablo aquí implica que los verdaderos
hijos de Abraham, los que son en el sentido más verdadero «Israel», no son la
nación de Israel por descendencia fisica de Abraham sino los que han creído en
Cristo. Los que verdaderamente creen en Cristo ahora son los que tienen el
privilegio de que el Señor los llame «mi pueblo» (Ro 9: 25, citando a Os 2:23);
por consiguiente, la iglesia es ahora el pueblo escogido de Dios.
Esto
quiere decir que cuando los judíos conforme a la carne serán salvados en
grandes números en algún tiempo en el futuro, no constituirán un pueblo
separado de Dios o serán como un olivo separado, sino que serán «injertados en
su propio olivo» (Ro 11: 24, RVR). Otro pasaje que indica esto es Gálatas 3:
29: «y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y
herederos según la promesa». De modo similar, Pablo dice que los creyentes son
la «verdadera circuncisión» (Flp 3: 3).
Lejos
de pensar que la iglesia es como un grupo separado del pueblo judío, Pablo
escribe a los creyentes gentiles de Éfeso diciéndoles que ellos estaban
anteriormente «separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y
ajenos a los pactos de la promesa» (Ef. 2:12), pero que ahora « Dios los ha
acercado mediante la sangre de Cristo» (Ef. 2:13).
Y
cuando los gentiles fueron traídos a la iglesia, los judíos y los gentiles
fueron unidos en un nuevo cuerpo. Pablo dice que Dios «de los dos pueblos ha
hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos
separaba, para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al
hacer la paz, para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante (la
cruz) (Ef. 2:14-16).
Por
consiguiente, Pablo puede decir que los gentiles son (conciudadanos de los
santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular) (Ef 2:
19-20). Con su amplio conocimiento del trasfondo del Antiguo Testamento para la
iglesia del Nuevo Testamento, Pablo con todo puede decir que «los gentiles son,
junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia» (Ef 3 :6).
NOTA: El término que usa Chafer es «una
intercalación», queriendo decir una inserción de un periodo de tiempo en un
horario de sucesos o calendario previamente planeado (p. 41). Aquí Chafer dice:
«La edad presente de la iglesia es una intercalación en el calendario revelado
o programa de Dios según ese programa lo previeron los profetas de la
antigüedad»,
Todo
el pasaje habla fuertemente de la unidad de creyentes judíos y gentiles en un
cuerpo en Cristo y no da ninguna indicación de algún plan distintivo para que
los judíos alguna vez sean salvados aparte de la inclusión en el cuerpo de
Cristo, la iglesia. La iglesia incorpora en sí misma a todo el verdadero pueblo
de Dios, y casi todos los títulos que se usan en el Antiguo Testamento para el
pueblo de Dios en algún lugar u otro del Nuevo Testamento se aplican a la
iglesia.
Hebreos
8 provee otro fuerte argumento para ver a la iglesia como la receptora, y el
cumplimiento, de las promesas del Antiguo Testamento respecto a Israel.
En el
contexto de hablar sobre el nuevo pacto al que pertenecen los creyentes, el
autor de Hebreos da una cita amplia de Jeremías 31:31-34, en la que dice:
«Vienen días dice el Señor, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y
con la casa de Judá. Éste es el pacto que después de aquel tiempo haré con la
casa de Israel dice el Señor-: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en
su corazón.
Yo
seré su Dios, y ellos serán mi pueblo» (Heb 8: 8-10). Aquí el autor cita la
promesa de Dios de que hará un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa
de Judá y dice que este nuevo pacto ahora ha sido hecho con la iglesia. Ese
nuevo pacto es el pacto del cual los creyentes de la iglesia ahora son
miembros. Parece difícil evitar la conclusión de que el autor ve a la iglesia
como el verdadero Israel de Dios en el cual las promesas del Antiguo Testamento
a Israel hallan su cumplimiento.
De
modo similar, Santiago puede escribir una carta general a muchas de las
primeras iglesias cristianas y dice que les escribe «a las doce tribus que se
hallan dispersas por el mundo» (Stg 1: 1). Esto indica que evidentemente está
considerando a los creyentes del Nuevo Testamento como sucesores y cumplimiento
de las doce tribus de Israel.
Pedro
también habla de la misma manera. Desde el primer versículo en el que llama a
sus lectores «los expatriados de la dispersión» (1ª P 1:1, RVR) al penúltimo
versículo en el que llama a la ciudad de Roma «Babilonia» (1ª P 5: 13), Pedro
frecuentemente habla de los creyentes del Nuevo Testamento en términos de las
imágenes y promesas del Antiguo Testamento dadas a los judíos. Este tema surge
a prominencia en 1ª Pedro 2: 4-10, en donde Pedro dice que Dios ha concedido a
la iglesia casi toda las bendiciones prometidas a Israel en el Antiguo
Testamento.
El
lugar de morada de Dios ya no es el templo de Jerusalén, porque los creyentes
son el nuevo «templo» de Dios (v. 5). El sacerdocio capaz de ofrecer
sacrificios aceptables a Dios ya no desciende de Aarón, porque los cristianos
son el verdadero «sacerdocio real» con acceso al trono de Dios (vv. 4-5, 9). Ya
no se dice que el pueblo escogido de Dios son los que descienden físicamente de
Abraham, porque los creyentes son ahora el verdadero «linaje escogido» (v. 9).
Ya no
se dice que la nación bendecida por Dios es la nación de Israel, porque los
cristianos son ahora la verdadera «nación santa» de Dios (v. 9). Ya no se dice
que el pueblo de Israel es el pueblo de Dios, porque los creyentes, tantos
creyentes judíos como creyentes gentiles, son ahora el «pueblo de Dios» y los
que han «recibido misericordia» (v. 10). Todavía más, Pablo toma esta cita de
contextos del Antiguo Testamento que repetidamente advierten que Dios rechazará
a su pueblo que persiste en rebelión contra él y que rechaza la «piedra
angular» preciosa (v. 6) que él ha establecido.
¿Qué
otra declaración se podría necesitar a fin de que digamos con certeza que la
iglesia ahora ha llegado a ser el verdadero Israel de Dios y recibirá todas las
bendiciones prometidas a Israel en el Antiguo Testamento?
NOTA: La «dispersión» fue el término que se usó
para referirse al pueblo judío esparcido de la tierra de Israel y que vivían
por todo el mundo antiguo del Mediterráneo.
El resto de este párrafo se toma en su mayor parte
de Wayne Grudem, The First Epistle of Peter, p. 113.
6. LA IGLESIA Y EL REINO DE DIOS.
¿Cuál
es la relación entre la iglesia y el reino de Dios? Las diferencias las ha
resumido bien George Ladd:
El Reino Es Primordialmente El Reino Dinámico O Gobierno Majestuoso De
Dios, Y, Derivadamente, La Esfera En La Que Se Experimenta Ese Gobierno. En El
Lenguaje Bíblico, Al Reino No Lo Identifica Con Sus Súbditos. Ellos Son El
Pueblo Del Gobierno De Dios Que Entran En Él, Viven Bajo Él, Y Son Gobernados
Por Él. La Iglesia Es La Comunidad Del Reino Pero Nunca Es El Reino En Sí
Mismo. Los Discípulos De Jesús Pertenecen Al Reino Así Como El Reino Les
Pertenece A Ellos; Pero Ellos No Son El Reino. El Reino Es El Gobierno De Dios;
La Iglesia Es Una Sociedad De Hombres.
Ladd
pasa a resumir cinco aspectos específicos de la relación entre el reino y la
iglesia:
(1) La iglesia no es el reino (porque Jesús y los creyentes iniciales
predicaron que el reino de Dios se había acercado, no que la iglesia estaba
cerca, y predicaron las buenas noticias del reino, no las buenas noticias de la
iglesia: Hch 8: 12; 19: 8; 20: 25; 28: 23, 31).
(2) El reino produce a la iglesia (porque conforme las personas entran al
reino de Dios se unen a la comunión humana de la iglesia).
(3) La iglesia testifica del reino (porque Jesús dijo: «este evangelio del
reino se predicará en todo el mundo», Mt 24:14).
(4) La iglesia es el instrumento del reino (porque el Espíritu Santo,
manifestando el poder del reino, obra por medio de los discípulos para sanar
los enfermos y echar fuera demonios, como lo hizo en el ministerio de Jesús; Mt
10: 8; Lc 10: 17).
(5) La iglesia es el custodio del reino (porque a la iglesia se le ha dado
las llaves del reino de los cielos; Mt 16: 19).
Por
consiguiente, no debemos identificar al reino de Dios con la iglesia (como en
la teología católico romana), ni tampoco el reino de Dios como enteramente
futuro, algo distinto de la edad de la iglesia (como en la antigua teología
dispensacional).
Más
bien, debemos reconocer que hay una conexión estrecha entre el reino de Dios y
la iglesia. Conforme la iglesia proclama las buenas noticias del reino, la
gente vendrá a la iglesia y empezará a experimentar las bendiciones del
gobierno de Dios en sus vidas. El reino se manifiesta mediante la iglesia, y
por ello el futuro del reino de Dios irrumpe en el presente (ya) está aquí: Mt
12:28; Ro 14: 17; y «todavía no» está aquí completamente: Mt 25:24; 1ª Co 6:
9-10).
Por
consiguiente, los que creen en Cristo empezarán a experimentar algo de cómo
será el reino final de Dios: conocerán alguna medida de victoria sobre el
pecado (Ro 6: 14; 14: 17), sobre la oposición demoníaca (Lc 10: 17), y sobre la
enfermedad (Lc 10: 9). Vivirán en el poder del Espíritu Santo (Mt 12: 28; Ro
8:4-17; 14: 17), que es el poder dinámico del reino venidero. Con el tiempo
Jesús volverá y su reino se extenderá sobre toda la creación (1ª Co 15: 24-28).
NOTA: Un dispensacionalistas puede conceder este
punto de que la iglesia ha sido la receptora de muchas aplicaciones de las
profecías del Antiguo Testamento respecto a Israel, pero que el verdadero
cumplimiento de estas promesas todavía vendrá en el futuro al Israel étnico.
Pero con todos estos ejemplos evidentes del Nuevo Testamento de clara
aplicación de estas promesas a la iglesia, parece no haber ninguna razón fuerte
para negar que esto realmente es el único cumplimiento que Dios va a dar a
estas promesas.
Estos cinco puntos son resumen de Ladd, Theology,
pp. 111-19.
B. LAS «MARCAS» DE LA IGLESIA (CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS)
1. HAY IGLESIAS VERDADERAS E IGLESIAS FALSAS.
¿Qué
hace iglesia a una iglesia? ¿Qué es necesario para tener una iglesia? ¿Puede un
grupo de personas que afirman ser creyentes llegar a ser tan distintos a lo que
una iglesia debería ser que ya no se deberían llamar una iglesia?
En los
primeros siglos de la iglesia cristiana hubo escasa controversia en cuanto a lo
que era una verdadera iglesia. Había sólo una iglesia en todo el mundo, la
iglesia «visible» por todo el mundo, y esa era, por supuesto, la verdadera
iglesia. Esta iglesia tenía obispos y ministros locales y templos que todos
podían ver. A cualquier hereje que se hallaba estando en serio error doctrinal
simplemente se le excluía de la iglesia.
Pero
en la Reforma surgió una cuestión crucial: ¿cómo podemos reconocer a una
iglesia verdadera? ¿Es la Iglesia Católica Romana una iglesia verdadera o no? A
fin de responder a esa cuestión la gente tuvo que decidir lo que eran las
«marcas» de una verdadera iglesia, las características distintivas que nos
llevan a reconocerla como una verdadera iglesia. La Biblia por cierto habla de
iglesias falsas.
Pablo
dice de los templos paganos en Corinto: «cuando ellos ofrecen sacrificios, lo
hacen para los demonios, no para Dios» (1ª Co 10: 20). Les dice a los corintios
que «cuando eran paganos se dejaban arrastrar hacia los ídolos mudos» (1ª Co
12: 2). Estos templos paganos por cierto eran iglesias falsas o asambleas
religiosas falsas. Es más, la Biblia habla de una asamblea religiosa que es
realmente una (sinagoga de Satanás) (Ap 2:9; 3:9). Aquí el Señor Jesús
resucitado parece referirse a asambleas de judíos que aducían ser judíos pero
que no eran verdaderos judíos que tenían fe que salva.
Su
asamblea religiosa no era una asamblea del pueblo de Cristo sino de los que
todavía pertenecían al reino de las tinieblas, el reino de Satanás. Esto podría
ciertamente ser una falsa iglesia.
En
gran medida hubo acuerdo entre Lutero y Calvino sobre la cuestión de lo que
constituía una verdadera iglesia. La declaración luterana de fe, que se llama
la Confesión de Ausburgo (1530), definió a la iglesia como «la congregación de
los santos en los que se enseña correctamente el evangelio y se administra
apropiadamente los sacramentos) (Artículo 7). De modo similar, Juan Calvino
dijo: «Dondequiera que vemos la palabra de Dios predicada en su pureza y oída,
y los sacramentos administrados conforme a la institución de Cristo, allí, no
se debe dudar, existe la iglesia de Dios).
Aunque
Calvino habla de predicación pura de la palabra (en tanto que la confesión
luterana habla de predicación correcta del evangelio) y aunque Calvino dijo que
la palabra no sólo debe ser predicaba sino también oída (en tanto que la
confesión de Ausburgo meramente menciona que tiene que ser enseñada
correctamente), su entendimiento de las marcas distintivas de una verdadera
iglesia son muy similares.
Confesiones
posteriores a veces añadieron una tercera marca de la iglesia (el ejercicio
correcto de la disciplina eclesiástica), pero ni Lutero ni Calvino mismos
menciona esta marca. En contraste al concepto que tenían Lutero y Calvino
respecto a las marcas de una iglesia, la posición católica romana ha sido que
la iglesia visible que descendió de Pedro y los apóstoles es la verdadera
iglesia.
Parece
apropiado tomar la noción de Lutero y Calvino sobre las marcas de una verdadera
iglesia como correctas todavía hoy. Ciertamente si no se predica la palabra de
Dios, sino simplemente falsas doctrinas o doctrinas de los hombres, entonces no
hay una verdadera iglesia. En algunos casos podemos tener dificultad para
determinar simplemente cuánta doctrina errada se puede tolerar antes de que a
una iglesia ya no se la pueda considerar una verdadera iglesia, pero hay muchos
casos claros en donde podemos decir que una verdadera iglesia no existe.
Por
ejemplo, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (la iglesia
mormona) no sostiene ninguna de las doctrinas principales respecto a la
salvación o la persona de Dios, o la persona y obra de Cristo. Es claramente
una iglesia falsa. De modo similar, los Testigos de Jehová enseñan salvación
por obras, y no por confiar sólo en Cristo. Esta es una desviación doctrinal
fundamental porque si las personas creen en las enseñanzas de los Testigos de
Jehová, simplemente no son salvados.
Así
que a los Testigos de Jehová también se les debe considerar una falsa iglesia.
Cuando la predicación de una iglesia esconde de sus miembros el mensaje del
evangelio de salvación por fe sola, de modo que el mensaje del evangelio no se
proclama claramente, y no ha sido proclamado por algún tiempo, la reunión del
grupo no es una iglesia.
La
segunda marca de un iglesia, la correcta administración de los sacramentos
(bautismo y la Cena del Señor) se indicó probablemente en oposición a la noción
católico romana de que la gracia que salva viene mediante los sacramentos y por
ello los sacramentos fueron hechos «obras» por los que ganamos méritos para la
salvación. De esta manera, la Iglesia Católica Romana insistía en pago antes
que en enseñar la fe como medio de obtener la salvación.
Pero
existe otra razón para incluir los sacramentos como marca de la iglesia.
Una
vez que una organización empieza a practicar el bautismo y la Cena del Señor,
es una organización que continúa y está intentando funcionar como iglesia. (En
la sociedad estadounidense moderna, una organización que empieza a reunirse
para adoración, oración y enseñanza bíblica los domingos por la mañana también
claramente puede estar intentando funcionar como una iglesia).
El
bautismo y la Cena del Señor también sirven como «controles de membrecía» para
la iglesia. El bautismo es el medio de admitir personas a la iglesia, y la Cena
del Señor es el medio de permitir a las personas dar una señal de continuar en
la membrecía de la iglesia; la iglesia considera como salvados a los que
reciben el bautismo y la Cena del Señor.
Por
consiguiente, estas actividades indican lo que una iglesia piensa en cuanto a
la salvación, y apropiadamente se menciona como una marca de la iglesia hoy por
igual. En contraste, los grupos que no administran el bautismo y la Cena del
Señor indican que no están intentando funcionar como una iglesia. Alguien puede
pararse en una esquina con un pequeño grupo y tener verdadera predicación y oír
de la palabra, pero las personas allí no serían una iglesia.
Incluso
la reunión de estudio bíblico de barrio en un hogar puede tener verdadera
enseñanza y oír de la palabra sin llegar a ser una iglesia. Pero si un grupo de
estudio bíblico local empieza a bautizar a sus propios nuevos convertidos y
regularmente participar en la Cena del Señor, estas cosas indicarían una
intención de funcionar como una iglesia y sería dificil decir por qué no se la
debería considerar una iglesia en sí mismo.
NOTA: Confesiones posteriores a veces añadieron una
tercera marca de la iglesia (el ejercicio correcto de la disciplina
eclesiástica), pero ni Lutero ni Calvino mismos mencionan esta marca.
2. IGLESIAS VERDADERAS Y FALSAS HOY.
En
vista de la cuestión planteada durante la Reforma, ¿qué tal en cuanto a la
Iglesia Católica Romana hoy? ¿Es una verdadera iglesia? Aquí parece que no
podemos simplemente tomar una decisión respecto a la Iglesia Católica Romana
como un todo, porque su diversidad es demasiado amplia.
Preguntar
si la Iglesia Católica Romana es una verdadera iglesia o una iglesia falsa hoy
es de alguna manera similar a preguntar si las iglesias protestantes son
verdaderas o falsas hoy; hay una gran variedad entre ellas.
Algunas
parroquias, católica romana ciertamente carecen de ambas marcas: no hay
predicación pura de la palabra de Dios y las personas de esa parroquia no saben
ni han recibido el mensaje de salvación por la sola fe en Cristo.
La
participación en los sacramentos se ve como una «obra» que puede ganar mérito
ante Dios. Tal grupo de personas no es una verdadera iglesia cristiana. Por
otro lado, hay muchas parroquias católicas romanas en varias partes del mundo
hoy en donde el párroco local tiene un conocimiento genuino de salvación en
Cristo y una relación personal vital con Cristo en oración y estudio bíblico.
Sus homilías y enseñanza privada de la Biblia ponen mucho énfasis en la fe
personal y en la necesidad de la lectura bíblica individual y oración.
Sus
enseñanzas sobre los sacramentos recalcan sus aspectos simbólicos y
conmemorativos mucho más que hablar de ellos como actos que ameritan alguna
infusión de gracia que salva de parte de Dios.
En tal
caso, aunque diríamos que todavía hay profundas diferencias con la enseñanza
católico romana en algunas doctrinas, con todo, parecería que tal iglesia
tendría una aproximación lo suficientemente cercana a las dos características
de la iglesia que sería dificil negar que sea en verdad una verdadera iglesia.
Parecería
ser una congregación genuina de creyentes en la cual se enseña el evangelio
(aunque no puramente) y los sacramentos se administran más apropiada que
erróneamente.
¿Hay
iglesias falsas dentro de protestantismo? Si miramos de nuevo a las dos marcas
distintivas de la iglesia, en el juicio de este escritor parece apropiado decir
que muchas iglesias protestantes de teología liberal son hoy en efecto iglesias
falsas.
¿Tiene
el evangelio de justicia y obras y no creer en la Biblia que estas iglesias
enseñan alguna probabilidad mayor de salvar a las personas que la enseñanza
católica romana de tiempos de la Reforma? Y, ¿no es probable que su
administración de los sacramentos sin enseñanza sólida a cualquiera que entra
por sus puertas le dé tanta falsa seguridad a los pecadores no regenerados como
el uso de los sacramentos por parte de la Iglesia Católica Romana en el tiempo
de la Reforma?
En
donde haya una asamblea de personas que toman el nombre «cristianos» pero
siempre enseñan a las personas que no pueden creer lo que dice la Biblia-en
verdad una iglesia cuyo pastor o congregación rara vez lee la Biblia, ni ora de
alguna manera significativa, y no cree o tal vez incluso ni siquiera entiende
el evangelio de salvación por la sola fe en Cristo-, ¿cómo podemos decir que es
una iglesia verdadera?
NOTA: El Ejército de Salvación es un caso inusual
porque no observa el bautismo o la Cena del Señor, sin embargo en toda otra
manera parece ser una verdadera iglesia. En este caso la organización ha
sustituido otros medios de indicar membrecía y continua participación en la
iglesia, y estos otros medios de indicar membrecía proveen un sustituto para el
bautismo y la Cena del Señor en términos de «controles de membrecía».
Las diferencias doctrinales significativas todavía
incluirían asuntos tales como el sacrificio continuado de la misa, la autoridad
del papa y los concilios de la iglesia, la veneración de la virgen María y su
papel en la redención, la doctrina del purgatorio, y la extensión del canon
bíblico.
C. LOS PROPÓSITOS DE LA IGLESIA
Podemos
entender los propósitos de la iglesia en términos de ministerio a Dios,
ministerio a los creyentes, el ministerio al mundo.
1. MINISTERIO A DIOS: ADORACIÓN.
En
relación a Dios el propósito de la iglesia es adorarle. Pablo dice a la iglesia
de Calosas: «Canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con
gratitud de corazón» (Col 3: 16). Dios nos ha destinado y señalado en Cristo
para que «seamos para alabanza de su gloria» (Ef 1: 12). La adoración en la
iglesia no es meramente una preparación para algo más: es en sí misma cumplir
el propósito principal de la iglesia con referencia a su Señor.
Por
eso Pablo puede seguir una exhortación de que debemos «aprovecha[r] al máximo
cada momento oportuno» con un mandamiento de ser llenos del Espíritu y entonces
decir: «Canten y alaben al Señor con el corazón» (Ef 5:16-19).
2. MINISTERIO A LOS CREYENTES: NUTRIR.
Según
la Biblia la iglesia tiene una obligación de nutrir a los que ya son creyentes
y edificarlos a la madurez en la fe. Pablo dijo que su propia meta no era
simplemente llevar a las personas a la fe inicial que salva sino «presentar
perfecto en Cristo Jesús a todo hombre» (Col 1:28, RVR). Le dijo a la iglesia
de Éfeso que Dios dio a la iglesia personas dotadas «a fin de capacitar al
pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De
este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo»
(Ef. 4:12-13).
Es
claramente contrario al patrón del Nuevo Testamento pensar que nuestra única
meta con las personas es llevarlas a la fe inicial que salva. Nuestra meta como
iglesia debe ser presentar a Dios a todo creyente «perfecto en Cristo» (Col 1:
28).
NOTA: Una conclusión similar la expresó J. Gresham
Machen ya en 1923: «La Iglesia de Roma puede representar una perversión de la
religión cristiana; pero e1liberalismo naturalista no es cristianismo para
nada» (Christianity and Liberalism, [Eerdmans, Grand Rapids, 1923J, p. 52).
En el próximo capítulo consideraremos la cuestión
de la pureza de la iglesia. Aunque los creyentes no se deben asociar voluntariamente
con una iglesia falsa, debemos reconocer que entre las verdaderas iglesias hay
iglesias más puras y menos puras (ver consideración en el capítulo 45, abajo).
También es importante notar aquí que algunas
denominaciones protestantes de teología liberal pueden tener muchas iglesias
falsas dentro de la denominación (iglesias en donde no se predica ni se oye el
evangelio) y todavía tener algunas congregaciones locales que predican el
evangelio clara y fielmente y son verdaderas iglesias.
3. MINISTERIO AL MUNDO: EVANGELIZACIÓN Y MISERICORDIA.
Jesús
les dijo a sus discípulos: «hagan discípulos de todas las naciones» (Mt 28:
19). Esta obra evangelizadora de declarar el evangelio es el ministerio
primario de la iglesia hacia el mundo.
Sin
embargo, acompañando a la obra de evangelización también está un ministerio de
misericordia; misericordia que incluye atender en el nombre del Señor a los
pobres y necesitados. Aunque el énfasis del Nuevo Testamento es dar ayuda
material alas que son parte de la iglesia (Hch 11: 29; 2ª Co 8: 4; 1ª Jn 3:
17), con todo hay una afirmación de que es correcto ayudar a los no creyentes
aunque ellos no respondan con gratitud o aceptación del mensaje del evangelio.
Jesús nos dice:
Ustedes, Por El Contrario, Amen A Sus Enemigos, Háganles Bien Y Denles
Prestado Sin Esperar Nada A Cambio. Así Tendrán Una Gran Recompensa Y Serán
Hijos Del Altísimo, Porque Él Es Bondadoso Con Los Ingratos Y Malvados. Sean
Compasivos, Así Como Su Padre Es Compasivo (Lc 6: 35-36).
El
punto de la explicación de Jesús es que debemos imitar a Dios al ser bondadosos
por igual con los que son ingratos y egoístas. Es más, tenemos el ejemplo de
Jesús que no intentó sanar sólo a los que lo aceptaron como Mesías. Más bien,
cuando grandes multitudes vinieron a él, «él puso las manos sobre cada uno de
ellos y los sanó» (Lc 4: 40). Esto debería animarnos a realizar obras de
bondad, y orar por sanidad y otras necesidades, en la vida de los que no son
creyentes tanto como de los creyentes.
Tales
ministerios de misericordia al mundo también pueden incluir participación en
actividades cívicas o intentar influir en las políticas del gobierno para
hacerlas más consistentes con los principios morales bíblicos. En aspectos en
que hay una injusticia sistemática manifestada en el tratamiento de los pobres
o de minorías étnicas o religiosas, la iglesia también debería orar y, según se
presente la oportunidad, hablar contra tal injusticia.
Todos
estos son maneras en las que la iglesia puede suplementar su ministerio
evangelizador al mundo y en verdad adornar el evangelio que profesa. Pero tales
ministerios de misericordia al mundo nunca deben llegar a ser sustituto de una
evangelización genuina o de los otros aspectos de ministerio a Dios y a los
creyentes mencionados arriba.
4. CÓMO MANTENER EN EQUILIBRIO ESTOS PROPÓSITOS.
Una
vez que hemos mencionado estos tres propósitos para la iglesia alguien puede
preguntar: ¿cuál es el más importante? O tal vez algún otro pudiera preguntar:
¿podríamos descuidar alguno de estos tres como menos importante que los otros?
A eso
debemos responder que el Señor ordena en la Biblia todos los tres propósitos de
la iglesia; por consiguiente, los tres son importantes y no se puede descuidar
ninguno. Es más, una iglesia fuerte tendrá ministerios efectivos en todos estos
tres aspectos. Debemos evitar cualquier intento de reducir los propósitos de la
iglesia a sólo uno de estos tres y decir que debería ser nuestro enfoque
primario.
En
verdad, tales intentos de hacer primario uno de estos propósitos siempre
resultarán en algún descuido de los otros dos. Una iglesia que hace énfasis
sólo en la adoración acabará con enseñanza bíblica inadecuada de los creyentes
y sus miembros permanecerán con superficialidad en su comprensión de las
Escrituras e inmaduros en sus vidas cristianas. Si también empieza a descuidar
la evangelización la iglesia dejará de crecer en su influencia a otros, se
volverá egocéntrica ya la larga empezará a marchitarse.
Una
iglesia que pone la edificación de los creyentes como el propósito que toma
preferencia sobre los otros dos tenderá a producir creyentes que saben mucha
doctrina bíblica pero que cuyas vidas espirituales son secas porque conocen muy
poco del gozo de adorar a Dios o de hablarles a otros en cuanto a Cristo.
Pero
una iglesia que pone en la evangelización tal prioridad que hace que los otros
dos propósitos queden en el descuido también terminará con creyentes inmaduros
que hacen énfasis en el crecimiento en números pero que tienen menos y menos
genuino amor a Dios expresado en su adoración, y menos y menos madurez
doctrinal y santidad personal en sus vidas. Una iglesia saludable debe recalcar
continuamente los tres propósitos.
Sin
embargo, los individuos son diferentes de la iglesia al poner una prioridad
relativa en uno u otro de los propósitos de la iglesia. Debido a que somos como
un cuerpo con diversos dones espirituales o capacidades, es correcto que
pongamos más de nuestro énfasis en el cumplimiento del propósito de la iglesia
que está más estrechamente relacionado a los dones e intereses que Dios nos ha
dado.
Ciertamente
no hay obligación que todo creyente intente dar exactamente un tercio de su
tiempo en la iglesia a la oración, otro tercio a cultivar otros creyentes, y un
tercio a la evangelización y obras de misericordia. Alguien con el don de
evangelización debería por supuesto pasar algún tiempo en adoración y cuidando
a otros creyentes, pero puede acabar dedicando la vasta mayoría de su tiempo en
obra evangelizadora.
Alguien
que es un dirigente talentoso de adoración puede acabar dedicando el 90 por
ciento de su tiempo en la iglesia a la preparación y dirección de la adoración.
Es solamente apropiada respuesta a la diversidad de dones que Dios nos ha dado.
NOTA: No es mi intención decir que la
evangelización es más importante que la adoración o el ministerio al creyente,
sí no que es nuestro ministerio principal para con el mundo.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN
PERSONAL
1. Al pensar en la iglesia como la comunión invisible de todos los
verdaderos creyentes todo el tiempo, ¿cómo afecta eso la manera en que usted
piensa de sí mismo como creyente individual? En la comunidad en que vive, ¿hay
mucha unidad visible entre creyentes genuinos (es decir, ¿hay mucha evidencia
visible de la verdadera naturaleza de la iglesia invisible?)? ¿Dice algo el
Nuevo Testamento respecto al tamaño ideal de una iglesia individual?
2. ¿Consideraría usted a la iglesia en que está ahora como una iglesia
verdadera? ¿Alguna vez ha sido miembro de una iglesia que usted pensaría que es
una iglesia falsa? ¿Piensa usted que se hace algún daño cuando los creyentes
evangélicos continúan dando la impresión de que piensan que las iglesias
protestantes de teología liberal son verdaderas iglesias cristianas? Visto
desde la perspectiva del juicio final, ¿qué bien o qué daño puede surgir si no
decimos que pensamos que las iglesias no creyentes son iglesias falsas?
3. ¿Le da alguna de las metáforas de la iglesia un nuevo aprecio por la
iglesia a la que asiste al presente?
4. ¿A qué propósito de la iglesia piensa usted que puede contribuir más
eficazmente? ¿Respecto a qué propósito ha puesto Dios en su corazón un fuerte
deseo de contribuir?
TÉRMINOS ESPECIALES
Cuerpo
de Cristo, ekklesía, iglesia, iglesia invisible, iglesia visible, marcas de la
iglesia
PASAJE BÍBLICO PARA
MEMORIZAR
Efesios 4:11-13: Él Mismo Constituyó A Unos, Apóstoles; A Otros,
Profetas; A Otros, Evangelistas; Y A
Otros, Pastores Y Maestros, A Fin De Capacitar Al Pueblo De Dios Para La Obra
De Servicio, Para Edificar El Cuerpo De Cristo. De Este Modo, Todos Llegaremos
A La Unidad De La Fe Y Del Conocimiento Del Hijo De Dios, A Una Humanidad
Perfecta Que Se Conforme A La Plena Estatura De Cristo.
CAPÍTULO 2
LA PUREZA Y UNIDAD DE LA IGLESIA
¿Qué
hace a una iglesia más agradable a Dios, o menos? ¿Con qué clase de iglesias
debemos cooperar o unirnos?
EXPLICACIÓN YBASE
BÍBLICA
A. IGLESIAS MÁS PURAS Y MENOS PURAS
En el
capítulo previo vimos que hay «iglesias verdaderas» e «iglesias falsas». En
este capítulo debemos hacer una distinción adicional: hay iglesias más puras y
menos puras.
Este
hecho es evidente de una breve comparación de las epístolas de Pablo. Cuando
miramos a Filipenses o 1 Tesalonicenses hallamos evidencia del gran gozo de
Pablo en estas iglesias y la ausencia relativa de serios problemas doctrinales
o morales (ver Flp. 1:3-11; 4:10-16; 1 Ts 1:2-10; 3:6-10; 2 Ts 1:3--4; 2:13;
cf. 2 Ca 8:1-5).
Por otro lado, había toda clase de serios problemas
doctrinales o morales en las iglesias de Galacia (Gá 1:6-9; 3:1-5) y Corinto (1
Ca 3:1-4; 4:18-21; 5:1-2, 6; 6:1-8; 11:17-22; 14:20-23; 15:12; 2 Ca 1:23-2:11;
11:3-5, 12-15; 12:20-13:10). Se podrían dar otros ejemplos, pero debe ser claro
que entre las verdaderas iglesias hay iglesias menos puras y más puras.
Iglesias falsas Iglesias verdaderas Menos más Esto se puede representar como
IGLESIAS FALSAS IGLESIAS VERDADERAS
Menos Puras Más Puras
ENTRE LAS VERDADERAS
IGLESIAS HAY IGLESIAS MENOS PURAS Y MÁS PURAS
B. DEFINICIONES DE PUREZA Y UNIDAD
Podemos
definir la pureza de la iglesia como sigue: La pureza de la iglesia es su grado
de libertad de doctrina y conducta errónea, y su grado de conformidad con la
voluntad revelada de Dios para la iglesia.
Como
veremos en la consideración que sigue, es correcto orar y trabajar por una
mayor pureza en la iglesia. Pero la pureza no puede ser nuestra única
preocupación, porque de serlo los creyentes tendrán una tendencia a separarse
en grupos diminutos de creyentes muy «puros» y tenderán a excluir a todo el que
muestre la más ligera desviación en doctrina o conducta de vida.
Por
consiguiente, el Nuevo Testamento también habla frecuentemente de la necesidad
de esforzarse por la unidad de la iglesia visible. Esto se puede definir de la
siguiente manera: La unidad de la iglesia es su grado de libertad de divisiones
entre verdaderos creyentes.
La
definición especifica «creyentes verdaderos» porque, como vimos en el capítulo
previo, hay los que son cristianos sólo de nombre, pero no tienen una genuina
experiencia de regeneración por el Espíritu Santo. Con todo, muchos de estos
toman el nombre de «cristianos» y muchas iglesias que están llenas con tales no
creyentes todavía se llaman iglesias cristianas.
No
debemos esperar ni esforzamos por la unidad organizacional o funcional que
incluya a todas esas personas, y por consiguiente nunca habrá unidad con todas
las iglesias que se llaman «cristianas». Pero, como veremos también en la
consideración que sigue, el Nuevo Testamento por cierto nos anima a esforzamos
por la unidad de todos los creyentes verdaderos.
C. SEÑALES DE UNA IGLESIA MÁS PURA
Los
factores que hacen «más pura» a una iglesia incluyen:
1. Doctrina bíblica (o predicación correcta de la palabra de Dios).
2. Uso apropiado de los sacramentos (u ordenanzas).
3. Uso apropiado de la disciplina eclesiástica.
4. Adoración genuina.
5. Oración eficaz.
6. Testimonio efectivo.
7. Comunión efectiva.
8. Gobierno bíblico de la iglesia.
9. Poder espiritual en el ministerio.
10. Santidad personal de vida entre los miembros.
11. Cuidado por los pobres.
12. Amor a Cristo.
Puede
haber otras señales a más de estas, pero por lo menos estas se pueden mencionar
como factores que aumentan la conformidad de una iglesia a los propósitos de
Dios. Por supuesto, las iglesias pueden ser más puras en algunos aspectos y
menos puras en otros; una iglesia puede tener excelente doctrina y predicación
sólida, por ejemplo, y sin embargo ser un desalentador fracaso en el testimonio
a otros o en adoración significativa.
Una
iglesia puede tener un testimonio dinámico y tiempo de adoración que honra
grandemente a Dios, pero ser débil en comprensión doctrinal y enseñanza
bíblica.
La
mayoría de las iglesias tenderán a pensar que los aspectos en los que son
fuertes son los aspectos más importantes, y los aspectos en que son débiles son
los menos importantes. Pero el Nuevo Testamento nos anima a esforzamos por la
pureza de la iglesia en todos estos aspectos. La meta de Cristo para la iglesia
es «hacerla santa.
Él la
purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo
como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección,
sino santa e intachable» (Ef 5: 26-27). El ministerio de Pablo era «aconsejando
y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a
todos perfectos en él» (Col 1: 28). Es más, Pablo le dice su actitud que los
ancianos deben «exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se
opongan» (Tit 1: 9), y dijo que a los falsos maestros «hay que taparles la
boca» (Tit 1: 11).
Judas
insta a los creyentes a «que sigan luchando vigorosamente por la fe encomendada
una vez por todas a los santos» Jud 3). El uso apropiado de los sacramentos se
ordena en 1 Corintios 11: 17-34, y el uso apropiado de la disciplina
eclesiástica para proteger la pureza de la iglesia se exige en 1 Corintios
5:6-7, 12-13.
El
Nuevo Testamento también menciona una serie de otros factores: debemos
esforzarnos por la adoración espiritual (Ef. 5: 18-20; Col 3: 16-17),
testimonio eficaz (Mt 28: 19-20; Jn 13: 34-35; Hch 2:44-47; l]n 4:7), gobierno
apropiado de la iglesia (1ª Ti 3: 1-13), poder espiritual en el ministerio (Hch
1: 8; Ro 1: 16; 1ª Co 4: 20; 2ª Co 10: 3-4; Gá 3: 3-5; 2ª Ti 3: 5; Stg 5: 16),
santidad personal (1ª Ts 4: 3; Heb 12: 14), cuidado de los pobres (Hch4:32-35;
Ro 15:26; Gá. 2:10), y amor a Cristo (1ª P 1: 8; Ap 2: 4).
Es
más, todos los creyentes deben [procurar] que éstos abunden para la edificación
de la iglesia» (1ª CO 14: 12), exhortación que se aplica no sólo a un aumento
en el número de miembros de la iglesia, sino también (yen verdad
primordialmente) a la «edificación» o crecimiento de la iglesia hacia la
madurez cristiana.
La
fuerza de todos esos pasajes es recordamos que debemos esforzarnos por la
pureza de la iglesia visible.
Por
supuesto, a fin de trabajar por la pureza de la iglesia, especialmente de la
iglesia local de la que somos parte, debemos reconocer que es un proceso, y que
cualquier iglesia de la que seamos parte será de alguna manera impura en varios
aspectos. No había iglesias perfectas en tiempos del Nuevo Testamento ni habrá
iglesias perfectas hasta que Cristo vuelva.
Esto
quiere decir que los creyentes no tienen obligación de buscar la iglesia más
pura que puedan hallar y quedarse allí, y luego salir si una iglesia más pura
se aparece. Más bien, deben hallar una iglesia verdadera en la que puedan tener
un ministerio eficaz y en la que encuentren también crecimiento cristiano, y
deben quedarse allí y ministrar, continuamente esforzándose por la pureza de
esa iglesia.
Dios a
menudo bendecirá sus oraciones y testimonio fiel y la iglesia gradualmente
crecerá en muchos aspectos de pureza.
Pero
debemos damos cuenta de que no todas las iglesias responderán bien a las influencias
que les llevarían a una pureza mayor. A veces, a pesar de unos pocos creyentes
fieles dentro de una iglesia, su dirección dominante la fijarán otros que están
determinados a llevarla en otra dirección.
A
menos que Dios en su gracia intervenga para dar reforma, algunas de estas
iglesias se volverán sectas, y otros simplemente morirán y cerrarán sus
puertas. Pero, más comúnmente, estas iglesias simplemente se descarriarán al
protestantismo de teología liberal.
Es
útil en este punto recordar que el protestantismo clásico de teología liberal
es humanístico, y sus enfoques son primordialmente centrados en el hombre antes
que centrados en Dios.
NOTA: Esto lo reconoce la Confesión Westminster de
Fe: «Las iglesias más puras bajo el cielo están sujetas a mezcla y error.
Cuando
una iglesia empieza a descarriarse de la fidelidad a Cristo, esto será evidente
no sólo en el cambio a doctrina impura (que a veces los miembros
de la iglesia pueden ocultar mediante el uso del lenguaje evasivo) sino también
en la vida diaria de la iglesia: sus actividades, su predicación, su
asesoramiento, e incluso las conversaciones entre los miembros tenderán a ser más y más centradas
en el hombre y menos y menos centradas en Dios.
Esto
tenderá a ser un énfasis repetido de las clases típicas de consejo de autoayuda que dan
las revistas populares y los psicólogos seculares. Habrá una orientación horizontal
en oposición a una orientación vertical o centrada en Dios; habrá menos y menos
tiempos extendidos de oración, y menos y menos énfasis en la aplicación directa
de la Biblia a situaciones diarias, pero más énfasis en simplemente ser una persona
cariñosa y sensible, y en afirmar a otros y actuar con amor hacia ellos.
La
conversación y actividades de la iglesia tendrá muy poco contenido genuinamente espiritual; poco énfasis
en la necesidad de oración diaria por preocupaciones individuales y por el perdón
de los pecados, escaso énfasis en la lectura personal diaria de la Biblia, y
escaso énfasis en una confianza en Cristo momento tras momento y conocer la
realidad de su presencia en nuestras vidas.
En
donde hay amonestaciones a reforma moral, estas a menudo se verán como deficiencias humanas que las
personas pueden corregir por disciplina y esfuerzo propios, y tal vez el estímulo de
otros, pero estos aspectos morales de la vida no se verán primordialmente como
pecado contra un Dios santo, pecado que se puede vencer efectivamente sólo por el
poder del Espíritu Santo obrando desde adentro. Cuando tal énfasis humanístico se
vuelve dominante en una iglesia, se ha alejado hacia el extremo «menos puro» de
la escala en muchos de los aspectos mencionados arriba, y se mueve en dirección a
convertirse en una iglesia falsa.
D. LA ENSEÑANZA DEL NUEVO TESTAMENTO SOBRE LA UNIDAD DE LA IGLESIA
Hay un
fuerte énfasis en el Nuevo Testamento en la unidad de la iglesia. La meta de
Jesús es que «habrá un solo rebaño y un solo pastor» Gn 10:16), y él ora que
todos los futuros creyentes «que todos sean uno» Gn 17:21). Esta unidad será un
testimonio a los no creyentes, porque Jesús ora: «Permite que alcancen la
perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los
has amado a ellos tal como me has amado a mí» Gn 17: 23).
Pablo
le recuerda a los corintios que son «llamados a ser su santo pueblo, junto con
todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
Señor de ellos y de nosotros» (1ª Co 1: 2). Luego Pablo escribe a Corinto: «Les
suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en
armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en
un mismo pensar y en un mismo propósito» (1ª Co 1:10; d. v. 13).
Les
anima a los Filipenses: «llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un
mismo amor, unidos en alma y pensamiento» (Flp 2: 2). Les dice a los efesios
que los creyentes deben «mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de
la paz» (Ef. 4: 3), y que el Señor da dones a la iglesia «a fin de capacitar al
pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De
este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo»
(Ef 4: 12-13).
Pablo
puede ordenarle a la iglesia a vivir en unidad porque ya hay una unidad
espiritual real en Cristo que existe entre creyentes genuinos. Dice: «Hay un
solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola
esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre
de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos» (Ef. 4: 4-6), y
aunque el cuerpo de Cristo consiste de muchos miembros, todos esos miembros son
</Un cuerpo) (1ª Co 10:17; 12: 12-26).
Debido
a que son celosos para proteger esta unidad de la iglesia, los escritores del
Nuevo Testamento dan fuertes advertencias contra los que causan divisiones:
Les Ruego, Hermanos, Que Se Cuiden De Los Que Causan Divisiones Y
Dificultades, Y Van En Contra De Lo Que A Ustedes Se Les Ha Enseñado. Apártense
De Ellos. Tales Individuos No Sirven A Cristo Nuestro Señor, Sino A Sus Propios
Deseos. Con Palabras Suaves Y Lisonjeras Engañan A Los Ingenuos (Ro 16: 17-18).
Pablo
se opuso a Pedro de frente porque él se separó de los creyentes gentiles y
empezó a comer sólo con creyentes judíos (Gá 2: 11-14). Los que promueven
«discordia, disensiones, sectarismos no heredarán el reino de Dios.» (Gá 5:
20-21). Y Judas advierte que los que «causan divisiones se dejan llevar por sus
propios instintos, pues no tienen el Espíritu» Jud 19).
Consistente
con este énfasis del Nuevo Testamento en la unidad de los creyentes es el hecho
de que los mandamientos directos de separarse de otros siempre son mandamientos
a separarse de los no creyentes y no de los creyentes con quienes uno está en
desacuerdo. Cuando Pablo dice: «Salgan de en medio de ellos y apártense» (2ª Co
6: 17), es en respaldo a su mandamiento inicial de esa sección: «No formen
yunta con los incrédulos» (2ª Co 6: 14).
Y
Pablo le dice a Timoteo: «Con esa gente ni te metas» (2ª Ti 3: 5), refiriéndose
no a creyentes, sino a los no creyentes, los que son «más amigos del placer que
de Dios. Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la
piedad) (2ª Ti 3: 4-5). Dice que estas personas son «personas de mente
depravada, reprobadas en la fe» (2ª Ti 3: 8).
Por
supuesto, hay una clase de disciplina eclesiástica que exige separación de un
individuo que está causando problemas dentro de la iglesia (Mt 18: 17; 1ª Co
5:11-13), y puede haber otras razones para que los creyentes concluyan que es
precisa la separación,' pero es importante notar aquí, al hablar de la unidad
de la iglesia, que no hay ningún mandamiento directo en el Nuevo Testamento a
separarse de los creyentes con quienes uno tiene diferencias doctrinales (a
menos que esas diferencias incluyan herejías tan serias que se niega la fe
cristiana en sí misma).
Estos
pasajes sobre la unidad de la iglesia nos dicen que, además de esforzarnos por
la pureza de la iglesia visible, también debemos esforzarnos por la unidad de
la iglesia visible.
Sin
embargo, debemos damos cuenta de que tal unidad no exige en realidad un solo
gobierno mundial de la iglesia sobre todos los creyentes. Es más, la unidad de
los creyentes a menudo se demuestra muy efectivamente mediante la cooperación
voluntaria y afiliación entre grupos cristianos.
Todavía
más, diferentes tipos de ministerios y diferentes énfasis en el ministerio
pueden resultar en organizaciones diferentes, todas bajo la cabeza universal de
Cristo como Señor de la iglesia. Por consiguiente, la existencia de diferentes
denominaciones, juntas misioneras, instituciones educativas cristianas,
ministerios universitarios, y cosas por el estilo no necesariamente son una
marca de desunión en la iglesia (aunque en algunos casos pudiera serlo), porque
puede haber una gran cantidad de cooperación y demostraciones frecuentes de
unidad entre cuerpos tan diversos como estos.
(Pienso
que el término moderno organización para eclesiástica es desdichado, porque
implica que estas organizaciones de alguna manera están «al lado» y por
consiguiente «fuera de» la iglesia, en tanto que en realidad son simplemente
partes diferentes de una sola iglesia universal. Todavía más, muchos creyentes
aducen que no debería haber un gobierno mundial de la iglesia, porque el patrón
del Nuevo Testamento del gobierno de la iglesia nunca muestra a los ancianos
teniendo autoridad sobre algo más que sus propias publicaciones locales (ver
capítulo 47 abajo).
Es
más, incluso en el Nuevo Testamento los apóstoles convinieron que Pablo debía
recalcar la obra misionera a los gentiles en tanto que Pedro recalcaría la obra
misionera a los judíos (Gá 2:7), y Pablo y Bernabé se fueron por caminos
separados por un tiempo debido a un desacuerdo sobre si debían llevar a Marcos
con ellos (Hch 15: 39-40), aunque ciertamente tenían unidad en todo otro
sentido.
NOTA: Ver la explicación de las razones de la
separación en la sección F. abajo, Juan lo prohíbe a los creyentes darles la
bienvenida a los maestros heréticos itinerantes que no proclaman el evangelio
verdadero; ver explicación abajo.
E. BREVE HISTORIA DE LA SEPARACIÓN ORGANIZACIONAL EN LA IGLESIA
A
veces hay razones por la que la unidad externa o visible de la iglesia no se
puede mantener. Un breve estudio de la historia de la separación organizacional
de la iglesia puede destacar algunas de estas razones, y ayudar a explicar de
dónde surgieron las divisiones denominacionales del día presente.
Durante
los primeros mil años de la iglesia cristiana hubo en su mayoría unidad externa.
Hubo algunas divisiones menores durante controversias con grupos como los
montañistas (siglo segundo) y los donatistas (siglo cuarto), y hubo una
separación menor de algunas iglesias monofisistas (siglos quinto y sexto), pero
el sentimiento prevaleciente era de fuerte oposición a la división en el cuerpo
de Cristo.
Por
ejemplo, Ireneo, obispo del segundo siglo, dijo de los que causan divisiones en
la iglesia: «Ninguna reforma capaz de ser efectuada por ellos será de gran
importancia lo suficiente para compensar el daño que surge de su cisma»
(Against Heresies, 4. 33.7).
La
primera división sería de la iglesia surgió en el año 1054 d.C. cuando la
iglesia oriental (ahora ortodoxa) se separó de la iglesia occidental (católico
romana).
La
razón fue que el papa había cambiado un credo de la iglesia simplemente por
autoridad propia,' y la iglesia oriental protestó porque no tenía derecho de
hacerlo.
La
Reforma en el siglo 16 entonces separó a la iglesia occidental en las ramas
católico romano y protestante, sin embargo a menudo hubo una fuerte renuenda a
causar división formal. Martín Lutero quería reformar la iglesia sin dividirla,
pero fue excomulgado en 1521. La iglesia anglicana (episcopal) no se separó de
Roma, sino que fue excomulgada en 1570; así que ella puede decir: «Sufrimos
cisma, no lo causamos».
Por
otro lado, hubo muchos protestantes, especialmente entre los anabaptistas, que
querían formar iglesias de creyentes solamente, y empezaron tan temprano como
en 1525 a formar iglesias separadas en Suíza y luego en otras partes de Europa.
En los
siglos que siguieron a la Reforma, el protestantismo se dividió en cientos de
grupos más pequeños. Algunos dirigentes de los nuevos grupos lamentaron tales
divisiones: Juan Wesley, aunque fue el fundador del metodismo, afirmó que vivió
y murió como miembro de la iglesia anglicana. A menudo fue cuestiones de
conciencia o de libertad religiosa lo que llevó a las divisiones, como con los
puritanos y muchos grupos pietistas. Por otro lado, a veces diferencias de lenguaje
entre grupos de inmigrantes en los Estados Unidos condujo a la fundación de
iglesias separadas.
¿Han
sido siempre apropiadas las razones para la separación en diferentes
organizaciones y denominaciones? Aunque casi siempre han habido fuertes
diferencias teológicas en las divisiones principales de la iglesia, me temo que
demasiado a menudo, especialmente en la historia más reciente, los motivos
reales para empezar o mantener separación han sido egoístas, y que Juan Calvino
puede haber tenido razón al decir: «El orgullo y la auto glorificación es la
causa y punto de arranque de todas las controversias, cuando cada persona,
irrogándose más de lo que le corresponde por derecho, ansía sujetar a otros
bajo su poder»: Todavía más, dice: «La ambición ha sido, y todavía lo es, la
madre de todos errores, de todas las confusiones y de todas las sectas»:
A
mediados del siglo veinte el movimiento ecuménico procuró una mayor unidad
organizacional entre las denominaciones, pero sin ningún éxito que valga la
pena notar. No recibió absolutamente ninguna aprobación de corazón o respaldo
de los evangélicos. Por otro lado, desde la década de los sesenta, el
crecimiento del movimiento carismático a través de todas las líneas
denomínacionales, el surgimiento de grupos de barría para estudio bíblico y
oración, y una (lamentable) consciencia doctrinal disminuida entre los laicos,
ha producido un asombroso aumento en la unidad real de la comunión; aun entre
protestantes y católico romanos, a nivel local.
Aunque
los párrafos previos hablan de separación en el sentido de:
(1) La formación de organizaciones separadas, hay otras dos clases, más
severas, de separación que se deben mencionar:
(2) (No cooperación): en este caso una iglesia u organización cristiana
rehúsa cooperar en actividades conjuntas con otras iglesias (actividades tales
como campañas de evangelización, o cuitas conjuntos de adoración, o
reconocimiento mutuo de la ordenación).
(3) (No compañerismo personal): esto incluye evitar estrictamente al
extremo todo compañerismo personal con los miembros de otra iglesia, y prohíbe
toda oración conjunta o estudio bíblico, y a veces incluso el contacto social
ordinario, con miembros de otro grupo de otra iglesia.
Consideraremos
las razones posibles para estas clases de separación en la sección que sigue.
NOTA: La Biblia deja entrever que Pablo tenía razón
y Bernabé no en esta controversia, puesto que nos dice que Pablo y Silas
dejaron Antioquía «Después de que los hermanos lo encomendaron a la gracia del
Señor» (Hch 15: 40), en tanto que no se dice nada similar respecto a Bernabé.
Este incidente simplemente se anota en Hechos pero no es evidencia fuerte para
la propiedad de la diversificación del ministerio, puesto que el informe de un
.conflicto tan serio» (v. 39) entre Pablo y Bernabé indica que no debemos que
están enteramente libres de falta.
Desde este punto y hasta el fin del capítulo mucho
del material se ha tomado del artículo Separatlon, Ecclesiasticah por Wayne
Grudem, preparado para The Tyndale Encyclopedia of Christian Knowledge,
(Tyndale House, Wheaton, m., copyright 1971, pero nunca publicado). Usado con
permiso.
Ver la consideración de la cláusula filioqué en el
capítulo 14, pp. 255-56. Comentario sobre 1ª Co 4: 6. 9Comentario sobre Nm 12:1.
F. RAZONES DE LA SEPARACIÓN
Al
examinar los motivos que la gente ha tenido para la separación de la iglesia en
toda la historia, y al comparar esos motivos con las exhortaciones del Nuevo
testamento de que procuremos tanto la unidad como la pureza de la iglesia
visible, podemos hallar razones tanto correctas como erradas para la
separación.
Las
razones erradas incluirían cosas tales como la ambición personal y el orgullo,
o diferencias sobre doctrinas o prácticas menores (patrones doctrinales o de conducta
que no afectarían ninguna otra doctrina y que no habrían tenido algún efecto
significativo en la manera en que uno vive la vida cristiana).
Por
otro lado, hay algunas razones para la separación que podríamos considerar como
correctas (o posiblemente correctas, dependiendo de las circunstancias
específicas). En la mayoría de los casos estas razones brotarán de la necesidad
de esforzarse por la pureza de la iglesia tanto como por su unidad.
Estas
razones para la separación se pueden considerar en tres categorías:
(1) Razones doctrinales,
(2) Razones de conciencia, y:
(3) Consideraciones prácticas.
En la
sección que sigue menciono algunas situaciones en donde me parece que los
creyentes se verían precisados a dejar una iglesia. Luego menciono algunas
otras situaciones que me parecen menos claras, en los que algunos creyentes
puede pensar que es sabio dejar la iglesia, y otras que yo pensaría que son no
sabías.
En
estos casos menos claros generalmente no he derivado ninguna conclusión, sino
que sencillamente menciono las clases de factores que los creyentes querrán
considerar.
1. RAZONES DOCTRINALES.
La
necesidad para separarse puede surgir cuando a la posición doctrinal de una
iglesia se desvía de una manera seria de las normas bíblicas.
Esta
desviación puede ser en declaraciones oficiales o en creencia y práctica real,
hasta donde se pueda determinar. Pero ¿cuándo una desviación doctrinal se
vuelve tan seria que requiera separarse de una iglesia o formar una iglesia
separada?
Como
hemos notado arriba, no hay mandamientos en el Nuevo Testamento para separarse
de ninguna iglesia verdadera, en tanto y en cuanto ella siga siendo parte del
cuerpo de Cristo. La respuesta de Pablo incluso para las personas en iglesias
en error (incluso en iglesias como la de Corinto, que toleraba serio error
doctrinal y moral, y por un tiempo toleró a algunos que rechazaban la autoridad
apostólica de Pablo) no es decirles a los creyentes fieles que se separen de
esas iglesias, sino que amonesta a las iglesias, aboga por su arrepentimiento y
ora por ellas. Por supuesto que hay mandatos para disciplinar a los que causan
problemas dentro de la iglesia, a veces excluyéndolos de la comunión de la
iglesia (1ª Co 5: 11-13; 2ª Ts 3: 14-15; Tit 3: 10-11), pero no hay instrucciones
de salir de la iglesia y causar división si esto no se puede hacer de inmediato
(ver Ap 2: 14-16,20-25; Lc 9: 50; 11: 23).
Segunda
de Juan 10-11, que prohíbe recibir a los falsos maestros, da la declaración tal
vez más fuerte de todo el Nuevo Testamento: «no lo reciban en casa ni le den la
bienvenida, pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas
obras». Pero se debe notar que tal visitante está enseñando una herejía seria
en cuanto a la persona de Cristo, que impide a las personas tener fe que salva.
Juan está hablando de cualquiera que «no permanece en la enseñanza de Cristo» y
«no tiene a Dios» [v. 9].
Todavía
más, este versículo se refiere a los maestros falsos, y no a todos los
individuos que sostienen creencias falsas, porque habla de alguien que viene a
uno y «no lleva esta enseñanza» (v. 10; cf. v. 7: «Es que han salido por el
mundo muchos engañadores que no reconocen que Jesucristo ha venido en cuerpo
humano.
El que
así actúa es el engañador y el anticristo»).Juan incluso usa la palabra
anticristo para tales maestros. Finalmente, la bienvenida que Juan tiene en
mente se refiere bien sea a una bienvenida oficial de la iglesia o una que
daría la apariencia de endoso de esta doctrina, porque la prohibición habla de
alguien que «los visita y no lleva esta enseñanza» (v. 10), lo que sugiere que
la persona que se considera es un maestro viajero que viene no a un lugar
individual sino que se dirige a la iglesia como un todo.
En
base al principio de separación de los no creyentes o de error fundamental que
incluye la negación de la fe cristiana, parece que a los creyentes se les
requiere en base doctrinal separarse de una iglesia y unirse o formar una nueva
organización sólo cuando el error doctrinal es tan serio y tan extendido que la
iglesia madre se ha convertido en una iglesia falsa que ya no es parte del
cuerpo de Cristo.
Esto
sería una iglesia que ya no es una comunión de verdaderos creyentes, ya no es
parte verdadera del cuerpo de Cristo, ya no es un lugar en donde los que creen
sus enseñanzas hallarían la salvación. O En caso de dejar una falsa iglesia,
los que se separan afirmarían que en verdad no han dejado la iglesia verdadera,
sino que ellos son la iglesia verdadera, y que la organización madre se ha
alejado debido a su error. De hecho, tanto Lutero y Calvino a la larga dijeron
que la Iglesia Católica Romana no era una iglesia verdadera.
Sin
embargo, incluso cuando la separación o retiro no es absolutamente requerido,
muchos creyentes pueden hallar que es sabio o conveniente separarse antes de
que la iglesia se haya convertido en una iglesia falsa, sino cuando ocurre
seria desviación doctrinal.
Por
ejemplo, algunos aducirían que la desviación doctrinal se ha vuelto intolerable
cuando algún dirigente de la iglesia puede promover nociones heréticas sobre
doctrinas principales (tales como la Trinidad, la persona de Cristo, la
expiación, la resurrección, etc.) sin que se lo sujete a disciplina
eclesiástica o exclusión de la comunión de la iglesia.
En
otros casos muchos dirían que la separación debe ocurrir cuando la iglesia como
un cuerpo públicamente aprueba algún error serio doctrinal o moral (tal como
endosar un error doctrinal en un credo de la iglesia o declaración de fe). Sin
embargo, otros creyentes no pensarían que la separación es sabia o conveniente
en tales casos, sino que abogarían por obrar y esforzarse por el avivamiento y
reforma dentro de la iglesia, y dar declaraciones públicas claras de desacuerdo
con cualquier error doctrinal que ha sido tolerado.
En
tales casos, los que deciden quedarse y los que deciden que deben salir deben
reconocer que Dios puede llamar a creyentes diferentes a diferentes papeles y
ministerios, y por consiguiente a decisiones diferentes, y haríamos bien en dar
considerable libertad a otros para que busquen la sabiduría de Dios en tal caso
y la obedezcan en sus propias vidas de la mejor forma que la entiendan.
2. CUESTIONES DE CONCIENCIA.
En el
aspecto de la conciencia, si el creyente no tiene libertad para predicar o
enseñar según le dicta su conciencia, informada por las Escrituras, se podría
pensar que la separación fue necesaria o por lo menos sabia.
Pero
precaución y gran humildad están en orden aquí: el juicio individual puede ser
distorsionado, especialmente si no lo informa el consenso de creyentes fieles
en toda historia, y el consejo de creyentes al presente.
Todavía
más, el mandamiento de 2ª Corintios 6: 14 de no formar yunta con los no
creyentes podría también requerir que la persona se separe si la iglesia madre
llega a estar tan dominada por los que no dan evidencia de fe que salva que tal
«formar yunta» no se podría evitar. En este pasaje la prohibición en contra de
«forma yunta» con no creyentes prohíbe, no la mera asociación o incluso
aceptación de ayuda (Lc 9: 50, pero también 3ª Jun. 7), sino más bien el severo
control sobre las actividades de uno y la pérdida de libertad para actuar en
obediencia a Dios por estas restricciones es lo que se implica en la metáfora
de «formar yunta».
Algunos
también podrían hallar necesario, o por lo menos sabio, dejar una iglesia en
base a la conciencia si quedarse implicaría aprobación de alguna doctrina o
práctica no bíblicas dentro de la iglesia, y por ello animaría a otros a seguir
esa doctrina o práctica errada.
Pero
otros pensarían que es correcto quedarse en la iglesia y expresar su
desaprobación de la doctrina defectuosa.
En
otros casos, algunos han aducido que es preciso dejar una denominación cuando
una autoridad gobernante más alta de esa denominación, que uno ha prometido
obedecer, ordena una acción que es claramente pecado (es decir, una acción que
es claramente contraria a la Biblia).
En tal
caso algunos dirían que salir de la dominación es la única manera de evitar
bien sea hacer el acto de pecado que se ordena o el acto de pecado de desobediencia
a los que están en autoridad. Pero esto no parece ser un requisito necesario,
porque se podrían citar muchos pasajes bíblicos que muestran que la
desobediencia a una autoridad más alta no es un error cuando lo que se ordena
es pecar (ver Hch 5: 29; Dn 3: 18; 6:10), y que uno puede desobedecer pero
continuar en la iglesia madre hasta que lo obliguen a salir.
3. CONSIDERACIONES PRÁCTICAS.
Los
creyentes pueden decidir separarse de una iglesia madre si, después de
considerarlo en oración les parece que quedarse en la iglesia madre
probablemente resultará en más daño que bien. Esto podría ser debido a que la
obra del Señor se frustraría y sería ineficaz debido a la oposición a ella
desde dentro de la iglesia madre, o debido a que hallarían poca o ninguna
comunión con otros en esa iglesia.
Es
más, algunos pueden llegar a la conclusión de que quedarse en la iglesia haría
daño a la fe de otros creyentes o estorbaría a los no creyentes venir a la fe
verdadera debido a su permanencia en la iglesia madre parecería implicar
aprobación de la enseñanza falsa dentro de esa iglesia.
De
nuevo, los creyentes pueden hallarse en situaciones en las que han orado y se
han esforzado por el cambio por algún tiempo, pero parece que no hay ninguna
esperanza razonable de cambio en la iglesia madre, tal vez porque el grupo
actual de liderazgo se resiste a la corrección de las Escrituras, está
firmemente atrincherado, y se perpetúa a sí mismo.
En
todas estas situaciones se requerirá mucha oración y juicio maduro, porque
retirarse de una iglesia, especialmente de parte de aquellos que han estado
allí un largo tiempo o tienen funciones establecidas de liderazgo en la iglesia,
es una acción seria.
4. ¿HAY OCASIONES CUANDO SE PROHÍBE LA COOPERACIÓN Y COMUNIÓN PERSONAL?
Finalmente,
¿cuándo deben los creyentes dar pasos más fuertes que los mencionados arriba y
participar en la clase de separación que anteriormente llamamos «no
cooperación» o «no comunión persona!»? Los pasajes bíblicos que hemos visto
parecen exigir que los creyentes practiquen «no cooperación» en ciertas
actividades con otro grupo sólo cuando el otro grupo es no creyente, y
entonces, parece, sólo cuando el grupo no creyente participa del control de la
actividad (esto se implica en la metáfora de estar «formando yuntas» en 2ª Co
6:14).
Por
supuesto, tal vez se halle que no es sabio o conveniente en otros terrenos
decidir no cooperar en una función en particular, pero no parece que se
requiere la no cooperación excepto cuando el otro grupo es no creyente. Por
cierto, la oposición a actividades tales como campañas de evangelización de
parte de otros creyentes verdaderos la verían los autores del Nuevo Testamento como
disensión y falta de demostrar la unidad del cuerpo de Cristo.
La
tercera clase y más extrema de separación, el evitar toda comunión personal con
los miembros de otro grupo entero, nunca se ordena en el Nuevo Testamento.
Tal
medida extrema de «no comunión» sólo se implica en casos serios de disciplina
eclesiástica de individuos, y no en caso de diferencias con iglesias enteras.
NOTA: Los autores del Nuevo Testamento
probablemente también pensarían trágico que la mayoría de divisiones entre
protestantes han resultado o se han mantenido hoy debido a diferencias sobre
las doctrinas que reciben el menor énfasis y que menos claramente enseña el
Nuevo Testamento, tales como la forma de gobierno de la iglesia, la naturaleza
exacta de la presencia de Cristo en la Cena del Señor, los detalles de los
tiempos del fin. (Muchos querrán añadir a esta lista: diferencias en cuanto a
los candidatos apropiados para el bautismo).
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN
PERSONAL
1. ¿En qué aspectos es su iglesia «más pura»? ¿En qué aspectos piensa
usted que es «menos pura»?
2. En una escala de 1 a 10 (1 siendo menos pura; y 10 más pura), ¿en qué
punto catalogaría usted a su iglesia en cada una de las categorías que marcan
una iglesia más pura?
3. ¿Qué piensa usted que debería estar haciendo a fin de procurar una mayor
pureza en su propia iglesia? ¿Significa el hecho de que usted reconoce una
necesidad específica en la iglesia que Dios lo está llamando a usted (en lugar
de a algún otro) para atender esa necesidad?
4. ¿Conoce usted otras iglesias en su área que consideraría más puras que
la suya? ¿Por qué razones pensaría usted que es correcto quedarse en su propia
iglesia aunque tal vez no sea la iglesia más pura que conoce?
5. ¿Hay marcas de una iglesia más pura que los evangélicos en general de
este siglo han dejado por negligencia de recalcar?
6. ¿Piensa usted que desde el primer siglo la iglesia cristiana
continuamente ha aumentado en pureza con el tiempo? ¿Puede dar razones específicas
en respaldo a su respuesta?
7. Durante su vida, ¿qué señales alentadoras ve de que la iglesia está
aumentando en pureza? ¿Qué señales ve usted de que la iglesia está aumentando
en unidad?
8. A su modo de pensar, ¿de qué maneras su propia iglesia local podría
crecer en unidad entre sus miembros?
9. ¿De qué maneras podría su iglesia demostrar mayor unidad con otras
verdaderas iglesias en la misma región geográfica? A su modo de pensar, ¿cuáles
son las barreras a esa unidad (si acaso alguna)? ¿De qué manera se podría
expresar esa unidad? ¿Cuáles podrían ser los beneficios de tales expresiones de
unidad?
10. ¿Está usted en una iglesia en donde se ha preguntado si Dios a lo mejor
quiere que salga y se vaya a otra iglesia? Después de leer este capítulo,
¿piensa usted que debería quedarse en su iglesia presente o dejarla? ¿Ha habido
algún cambio significativo de mejora en su iglesia en los últimos diez años? Si
usted supiera que la iglesia va a seguir sustancialmente igual por los próximos
diez años, ¿decidiría quedarse o dejarla ahora?
11. ¿Cuáles son algunas maneras en que la unidad mundial de los verdaderos
creyentes ya se expresa y demuestra? ¿Cómo se vería la iglesia de todo el mundo
si hubiera una mayor demostración de unidad de la iglesia? ¿Cuál sería el
resultado en el mundo como un todo?
12. Si una comunidad ya tiene varias iglesias activas y efectivamente
evangélicas, ¿hay alguna justificación para que otra denominación evangélica
intente iniciar su propia iglesia en esa comunidad?
13. ¿Piensa usted que estorba la evangelización y el testimonio a la
sociedad en general cuando la cultura popular piensa de iglesias no creyentes o
falsas y de iglesias creyentes por igual como «cristianas»? ¿Se puede hacer
algo para cambiar esta impresión?
14. ¿Cuáles clases de unidad y cooperación se pueden apropiadamente
demostrar con los creyentes dentro de la Iglesia Católica Romana hoy? ¿Cuáles
son los límites para tal cooperación?
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Efesios 4:14-16: Así Ya No Seremos Niños, Zarandeados Por Las Olas Y
Llevados De Aquí Para Allá Por Todo Viento De Enseñanza Y Por La Astucia Y Los
Artificios De Quienes Emplean Artimañas Engañosas. Más Bien, Al Vivir La Verdad
Con Amor, Creceremos Hasta Ser En Todo Como Aquel Que Es La Cabeza, Es Decir,
Cristo. Por Su Acción Todo El Cuerpo Crece Y Se Edifica En Amor, Sostenido Y
Ajustado Por Todos Los Ligamentos, Según La Actividad Propia De Cada Miembro.
CAPÍTULO 3
EL PODER DE LA IGLESIA
¿QUÉ CLASE DE AUTORIDAD
TIENE LA IGLESIA? ¿CÓMO DEBE FUNCIONAR LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA?
EXPLICACIÓN Y BASE
BÍBLICA
Cuando
miramos a los poderosos gobiernos del mundo y otras organizaciones de negocios
o educativas que tienen gran influencia, y luego consideramos nuestras iglesias
locales, o incluso nuestras sedes denominacionales, la iglesia puede parecernos
débil e ineficaz.
Todavía
más, cuando reconocemos el rápido crecimiento del mal que se ve diariamente en
nuestra sociedad, tal vez nos preguntemos si la iglesia tiene poder para hacer
algún cambio.
Por
otro lado, en algunos países la iglesia oficialmente reconocida tiene gran
influencia en la conducción de asuntos nacionales. Esto fue ciertamente verdad
de la influencia de la Iglesia Católica Romana en tiempos anteriores en algunos
países del sur de Europa y de América Latina (y todavía lo es hasta cierto
punto).
Fue
cierto de la iglesia de Inglaterra en siglos previos, y de la iglesia de Juan
Calvino en Ginebra, Suiza, mientras él vivía, y de la iglesia fundada por los
peregrinos en la colonia de la bahía de Massachusetts en 1620. Situaciones como
éstas en donde la iglesia parece tener gran influencia nos hacen preguntar si
la Biblia pone alguna limitación al poder de la iglesia.
Podemos
definir el poder de la iglesia como sigue: El poder de la iglesia es la
autoridad que Dios le ha dado para desempeñar guerra espiritual, proclamar el
evangelio y ejercer disciplina eclesiástica.
Aunque
estos tres aspectos se superponen y se los podría considerar en cualquier
orden, puesto que la categoría de «guerra espiritual» es la categoría más
amplia se la tratará primero. Esta perspectiva del poder de la iglesia también
nos recuerda que el poder de la iglesia, a diferencia de la influencia que
ejercen ejércitos y gobiernos humanos, afecta directamente al ámbito
espiritual.
A. GUERRA ESPIRITUAL
Pablo
les recuerda a los corintios: «Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos
batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo,
sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas» (2ª Co 10: 3-4).
Estas armas, usadas contra las fuerzas demoníacas que estorban el esparcimiento
del evangelio y el progreso de la iglesia, incluyen cosas tales como la
oración, la adoración, la autoridad de reprender a las fuerzas demoniacas, las
palabras de la Biblia, la fe, y la conducta justa de parte de los miembros de
la iglesia. (Pablo da en Ef 6: 10-18 más detalles en cuanto a nuestro conflicto
espiritual y la armadura que llevamos para el mismo).
Cuando
consideramos este poder espiritual en un sentido amplio, ciertamente incluye el
poder del evangelio para abrirse paso por el pecado y oposición endurecida, y
despertar fe en los corazones de los no creyentes (ver Ro 10: 17; Stg 1: 18; 1ª
P 1:23). Pero este poder también incluye poder espiritual que dejará en
efectivas la oposición demoniaca al evangelio.
Vemos
ejemplos de esto en Hch 13:8-11, en donde Pablo pronunció juicio sobre el mago
Elimas, que se oponía a la predicación del evangelio, y en Hch 16: 16-18, en
donde Pablo reprendió a un espíritu demoniaco en la muchacha adivina que
fastidiaba a Pablo mientras él predicaba el evangelio.
Tal
poder espiritual para derrotar a la oposición del mal se vio frecuentemente en
la iglesia primitiva, tal como al librar a Pedro de la cárcel (Hch 12: 1-17), y
tal vez en el juicio subsiguiente del rey Herodes Agripa (Hch 12: 20-24).2
Sin
embargo Pablo se da cuenta de que puede usar este poder espiritual no sólo
contra los que están fuera de la iglesia que se oponen al evangelio, sino también
contra los que están dentro de la iglesia y se oponen activamente a su
ministerio apostólico. Dice en cuanto a algunos arrogantes buscapleitos de la
iglesia: «Lo cierto es que, si Dios quiere, iré a visitarlos muy pronto, y ya
veremos no sólo cómo hablan sino cuánto poder tienen esos presumidos.
Porque
el reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder» (1ª Co 4: 19-20).
Tal poder no es cuestión de juego, porque fue el mismo poder del Espíritu Santo
que dio muerte a Ananías y Safira (Hch 5: 1-11) y dejó ciego a Elimas (Hch 13:
8-11). Pablo no quería usar este poder en una capacidad de juicio, sino que
estaba preparado para hacerlo si fuera necesario.
Más
tarde escribió de nuevo a los corintios que sus acciones cuando estuviera
presente serían tan poderosas como sus cartas cuando estaba ausente (2ª Co 10:
8-11), y advirtió a los que se oponían a su autoridad y habían pecado
públicamente y no se arrepentían: «Cuando vuelva a verlos, no seré indulgente
con los que antes pecaron ni con ningún otro, ya que están exigiendo una prueba
de que Cristo habla por medio de mí.
De
igual manera, nosotros participamos de su debilidad, pero por el poder de Dios
viviremos con Cristo para ustedes» (2ª Co 13: 2-4). Luego añade un recordatorio
final de su renuencia a usar esta autoridad, diciéndoles que les escribe antes
de ir «para que cuando vaya no tenga que ser severo en el uso de mi autoridad,
la cual el Señor me ha dado para edificación y no para destrucción» (2ª Co 13:
10).
Ahora
podemos preguntar si la iglesia hoy tiene el mismo grado de poder espiritual
que tuvieron los apóstoles Pedro o Pablo. Ciertamente hay una distinción entre
los apóstoles y otros creyentes iniciales incluso en el libro de Hechos (nótese
que inmediatamente después de la muerte de Ananías y Safira «por medio de los
apóstoles ocurrían muchas señales y prodigios entre el pueblo», pero «nadie
entre el pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque los elogiaban», Hch
5:12-13).
Es
más, Pablo no instruyó a ningún dirigente de la iglesia de Corinto, y ni
siquiera a Timoteo o a Tito, a ejercer ese poder espiritual en Corinto contra
sus opositores.
Habló
de tal poder que el Señor «me ha dado» (2ª Co 13: 10), no del poder que el
Señor le había dado a la iglesia o a los creyentes en general.
Por otro
lado, Pablo en efecto dirige a la iglesia de Corinto a ejercer disciplina
eclesiástica en un caso de incesto en la iglesia de Corinto, y a hacerlo
«Cuando se reúnan en el nombre de nuestro Señor Jesús, y con su poder yo los
acompañe en espíritu» (1ª Co 5: 4). Es más, las descripciones de la guerra
espiritual en Efesios 6:10-18 y 2ª Corintios 10: 3-4 parecen aplicables a los
creyentes en general, y pocos hoy negarían que la iglesia tiene autoridad para
orar en contra y hablar con autoridad contra la oposición demoniaca a la obra
del evangelio.' Así que parecería haber por lo menos algún grado significativo
de poder espiritual contra la oposición del mal que Dios está dispuesto a
conceder a la iglesia en toda edad (incluyendo la presente).
Tal
vez es imposible definir más específicamente el grado de poder espiritual que
Dios le concederá a la iglesia en tiempos de conflictos contra el mal, pero no
necesitamos saber los detalles de antemano; nuestro llamamiento es simplemente
ser fieles a la Biblia en la oración y al ejercer la disciplina eclesiástica, y
entonces dejar el resto en las manos de Dios, sabiendo que él concederá
suficiente poder para realizar sus propósitos mediante la iglesia.
NOTA: Jesús a menudo reprendió a espíritus
demoniacos que creaban disturbios cuando él ministraba a las personas; ver (Mr
1:23-26; 5:1-13).
El texto no específica que la muerte de Herodes
estuvo de alguna manera conectada con la (oración constante y ferviente) (Hch
12: 5) que la iglesia elevó por Pedro, pero el hecho de que la narración en
cuanto a la muerte de Herodes viene de inmediato después del relato de que él
mató a espada a Santiago, el hermano de Juan, y que él puso a Pedro en la
cárcel ciertamente es un indicio del hecho de que Dios quería esto como juicio
sobre uno de los enemigos primordiales de la iglesia, mostrando que ninguna
oposición puede levantarse en contra del progreso del evangelio.
Este entendimiento lo respalda el hecho de que la
afirmación que sigue de inmediato a la narración de la muerte de Herodes es:
«Pero la palabra de Dios seguía extendiéndose y difundiéndose» (Hch 12:24).
B. LAS LLAVES DEL REINO
La
frase «las llaves del reino» aparece sólo una vez en la Biblia, en Mateo 16:
19, en donde Jesús le habla a Pedro: «Te daré las llaves del reino de los
cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra quedará desatado en el cielo». ¿Cuál es el significado de
estas «llaves del reino de los cielos»?'
En
otras partes del Nuevo Testamento una llave siempre implica autoridad para
abrir una puerta y dar entrada a un lugar o ámbito. Jesús dice: «¡Ay de
ustedes, expertos en la ley!, porque se han adueñado de la llave del
conocimiento. Ustedes mismos no han entrado, y a los que querían entrar les han
cerrado el paso» (Lc 11: 52).
Es
más, Jesús dice en Apocalipsis 1:18: «Tengo las llaves de la muerte y del
infierno», implicando que él tiene la autoridad para conceder entrada y salida
de esos ámbitos. (Cf. también Ap 3: 7; 9: 1; 20:1; y también la predicción
mesiánica en Is 22: 22).
Las
«llaves del reino de los cielos» por consiguiente representa por lo menos
autoridad para predicar el evangelio de Cristo (Mt 16:16) y así abrir la puerta
del reino de los cielos y permitir que la gente entre.
Pedro
usó primero esta autoridad al predicar el evangelio en Pentecostés (Hch 2:
14-42). Pero a los otros apóstoles también se les dio esta autoridad en un
sentido primario (escribieron el evangelio en forma permanente en el Nuevo
Testamento). Y todos los creyentes tienen esta «llave» en un sentido
secundario, porque todos pueden proclamar el evangelio a otros, y por ello
abrir el reino de los cielos a los que entrarán.
El resto de esta sección que considera las llaves
del reino de los cielos es adaptado del artículo «Keys of the Kingdom», por
Wayne Grudem, en EDT, pp. 604-5, Y se usa aquí con permiso.
Pero
¿hay otra autoridad, además de ésta, que Jesús implica con la frase «las llaves
del reino de los cielos»? Hay dos factores que sugieren que la autoridad de las
llaves aquí también incluye la autoridad de ejercer disciplina dentro de la
iglesia:
(1) El plural «llaves» sugiere autoridad sobre más de una puerta. Así, se
implica algo más que simplemente entrada al reino; también se sugiere alguna
autoridad dentro del reino.
(2) Jesús completa la promesa en cuanto a las llaves con la afirmación de
«atar» y «desatar», que es un paralelo cercano a otro dicho suyo en Mateo 18,
en el cual «atar» y «desatar» significa poner bajo disciplina eclesiástica y
libertar de la disciplina eclesiástica:
Si Se Niega A Hacerles Caso A Ellos, Díselo A La Iglesia; Y Si Incluso A
La Iglesia No Le Hace Caso, Trátalo Como Si Fuera Un Incrédulo O Un Renegado.
Les Aseguro Que Todo Lo Que Ustedes Aten En La Tierra Quedará Atado En El
Cielo, Y Todo Lo Que Desaten En La Tierra Quedará Desatado En El Cielo Mt 18:1
7-18).
Pero
si «atar» y «desatar» claramente se refiere a la disciplina eclesiástica en
Mateo 18, entonces parece probable que también debe referirse a la disciplina
eclesiástica en Mateo 16, en donde las palabras de Jesús son muy similares.
Este
concepto de atar y desatar en términos de disciplina eclesiástica también
encaja en el contexto de Mateo 16:19, porque, según esta comprensión, después
de prometer edificar su iglesia (v. 18), Jesús promete dar no sólo la autoridad
de abrir la puerta de la entrada al reino, sino también alguna autoridad
administrativa para regular la conducta de las personas una vez que estén
dentro: Por consiguiente, parece que «las llaves del reino de los cielos» que
Jesús le prometió a Pedro en Mateo 16: 19 incluyen tanto:
(1) la capacidad de admitir personas al reino por la predicación del
evangelio, y:
(2) autoridad para ejercer disciplina eclesiástica para los que en efecto
entran.
En
Mateo 16: 16-19Jesús no indica si la autoridad de las llaves será más adelante
dada a otros además de Pedro. Pero ciertamente la autoridad de predicar el
evangelio es dada a otros en un tiempo posterior, y en Mateo 18: 18Jesús no
indica explícitamente que la autoridad de ejercer disciplina eclesiástica es
dada a la iglesia en general cuando se reúne y corporativamente aplica tal
disciplina (díselo a la iglesia), Mt 18: 17).
Así,
ambos aspectos de la autoridad de las llaves, aunque primero se la da a Pedro,
pronto se expandió para incluir la autoridad dada a la iglesia como un todo. Al
predicar el evangelio y al ejercer la disciplina la iglesia ahora ejerce la
autoridad de las llaves del reino.
NOTA: La afirmación de Mt 16:19 usa pronombres en
singular para «todo lo que» y «tú» (refiriéndose a Pedro), en tanto que Mt 18:
18 usa plural (refiriéndose a los creyentes en general), pero las mismas
palabras griegas se usan para (atan) (deo) y «desatar» ([UD), y la construcción
gramatical (futuro perfecto perifrástico) es la misma.
Algunos han argumentado que atar y desatar no se
refiere a acciones de disciplina eclesiástica, sino a una autoridad que hace
varias reglas de conducta, porque en la literatura rabínica que viene de
maestros judíos alrededor del tiempo de Jesús las palabras atar y desatar a
veces se usan para prohibir y permitir varias clases de conducta.
Esta interpretación no parece persuasiva, sin
embargo, porque estas afirmaciones rabínicas son un paralelo mucho más distante
que la declaración de Jesús mismo en Mt 18: 18, en donde claramente se tiene en
mente la disciplina eclesiástica. Todavía más, es dificil saber si alguno de
los paraderos rabínicos es anterior al tiempo del Nuevo Testamento, o mostrar
que tales palabras han funcionado como términos técnicos en el vocabulario ordinario
de Jesús y sus oyentes; es más, Mt 18: 18 muestra que no funcionaban como
términos técnicos de esa manera, porque más bien se los usa para referirse a la
disciplina eclesiástica en ese versículo.
¿Qué
personas o acciones están sujetas a la clase de disciplina eclesiástica
implicada por la autoridad de las llaves? Tanto en Mateo 16:19 y 18:18 el
término «todo lo que» es neutro en griego, y parece indicar que Jesús está
hablando no específicamente a persona (todo el que, para lo que ordinariamente
se esperaría un plural masculino), sino más bien más generalmente a situaciones
y relaciones que surgen dentro de la iglesia. Esto no excluiría la autoridad de
ejercer disciplina sobre individuos, pero la frase es más amplia que eso, e
incluye acciones específicas que están sujetas también a la disciplina.
Sin
embargo, la autoridad de las llaves con respecto a la disciplina eclesiástica
no es completamente ilimitada. Será efectiva sólo contra el verdadero pecado
(Mt 18: 15), pecado según lo define la palabra de Dios. La iglesia no tiene
autoridad propia para legislar lo que es moralmente bueno o malo en un sentido
absoluto, porque la autoridad para definir el bien y el malle pertenece sólo a
Dios (ver Ro 1: 32; 2:1 6; 3: 4-8; 9:20; Sal 119: 89, 142, 160; Mt 5: 18).
La
iglesia puede sólo declarar y enseñar lo que Dios ya ha ordenado en su palabra.
Tampoco la autoridad de las llaves puede incluir autoridad para perdonar
pecados en un sentido absoluto, porque la Biblia es clara que eso puede ser
hecho sólo por Dios mismo (Is 43: 25; 55: 7; Mr 2:7, 10; Sal 103: 3; 1ª Jn
1:9). Por consiguiente, la autoridad para aplicar la disciplina en la iglesia
es una autoridad que se debe desempeñar de acuerdo a las normas de las
Escrituras.
¿Es
posible ser más específico en cuanto a la clase de autoridad espiritual que va
incluida en el uso de las llaves del reino de los cielos? Tanto Mateo 16: 19
como 18: 18 usan una construcción verbal griega inusual (un futuro perfecto
perifrástico).
Lo
traduce mejor la RVR: «Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo;
y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.' Varios otros
ejemplos de esta construcción muestran que indica no simplemente una acción
futura (será atado), para lo cual un tiempo griego común estaba disponible
(futuro pasivo), sino más bien una acción que quedaría completa antes de algún
punto en el futuro con efectos que continuarían sintiéndose.
De
este modo, Jesús está enseñando que la disciplina eclesiástica tendrá sanción
celestial. Pero no es como si la iglesia deba esperar a que Dios endose sus
acciones después de que la acción ha tenido lugar. Más bien, siempre que la
iglesia aplica la disciplina puede tener la confianza de que Dios ya ha
empezado el proceso espiritualmente. Siempre cuando la iglesia libra de la
disciplina y perdona pecado, y restaura las relaciones personales, la iglesia
puede tener la confianza de que Dios ya ha empezado la restauración
espiritualmente (Jn 20: 23).
De
esta manera Jesús promete que la relación espiritual entre Dios y la persona
sujeta a la disciplina será afectada de inmediato de maneras consistentes con
la dirección de la acción disciplinaria de la iglesia. La disciplina
eclesiástica legítima, por consiguiente, incluye la certeza asombrosa de que ya
ha empezado una disciplina celestial correspondiente.
Todavía
más, esta enseñanza del poder de las llaves tiene una aplicación significativa
a los creyentes individuales que empiezan a estar sujetos a la disciplina de
una verdadera iglesia: los creyentes deben someterse a esta disciplina y no
huir de ella, porque Dios mismo también los ha puesto bajo disciplina por ese
pecado.
NOTA: En Jn 20: 23, el perdón de pecados por parte
de los discípulos se entiende mejor como libertad de la disciplina eclesiástica
y la restauración de relaciones personales en un sentido similar a
«desatar" de Mt 16: 19 y 18: 18.
Ver la explicación gramatical en el comentario de
D. A. Carson sobre mateo en The Expositors' Bible Commentary, pp. 370--72.
Ver ejemplos en Lc 12:52; Gn 43:9; 44:32; Éx 12:6;
Sirac 7:25; Hermas, Similitudes 5.4.2; Letter of Aristeas 40.
C. EL PODER DE LA IGLESIA Y EL PODER DEL ESTADO
Las
secciones previas han considerado el poder espiritual y la guerra espiritual
que debe ejercer la iglesia. Pero, ¿debe la iglesia usar alguna vez fuerza
fisica (armas y ejércitos, por ejemplo) para realizar su misión? La frase que
comúnmente se usa para referirse a la idea de guerra fisica o del mundo es
«tomar la espada».
Hay
varias indicaciones en la Biblia de que la iglesia nunca debe tomar la espada
para realizar sus propósitos en edad del nuevo pacto. Este fue un error
horroroso que se cometió en las Cruzadas, cuando ejércitos patrocinados por la
iglesia marcharon por Europa y Asia intentando recuperar la tierra de Israel.
En estos casos la iglesia estaba tratando de usar la fuerza fisica para lograr
triunfos sobre territorios terrenales.
Pero
Jesús dijo: «Mi reino no es de este mundo . .. Si lo fuera, mis propios
guardias pelearían» Gn 18: 36). La iglesia tiene el poder de las llaves, que es
poder espiritual. Debe participar en las batallas espirituales usando armas
espirituales, pero no debe usar el poder de la espada para realizar sus
propósitos. «Las armas con que luchamos no son del mundo» (2ª Co 10: 4).
Por
cierto que Dios en efecto le da al gobierno civil el derecho de llevar la
espada, es decir, usar la fuerza para castigar el mal en el mundo (Ro 13: 1-7).
Pero no hay indicación de que el poder del gobierno se deba usar para obligar a
alguna persona a adherirse al cristianismo. Es más, hay varias indicaciones de
que Jesús rehusó usar el poder de la fuerza fisica para obligar a las personas
a aceptar el evangelio. Por ejemplo, cuando la ciudad de los samaritanos no
quiso recibir a Jesús, Jacobo y Juan le preguntaron: «Señor, ¿quieres que
hagamos caer fuego del cielo para que los destruya?» (Lc 9: 54).
Pero
Jesús «los reprendió» (v. 55) incluso por hacer tal sugerencia. Jesús vino la
primera vez para ofrecer el evangelio a todos los que lo recibirían, no para
aplicar castigo a los que lo rechazaban. Por eso pudo decir: «Dios no envió a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él» Gn
3:17). Un día vendrá de nuevo enjuicio, al fin de la edad de la iglesia, pero
durante esta edad no es prerrogativa de la iglesia usar la fuerza fisica para
aplicar castigo.
Jesús
claramente hizo una distinción entre la autoridad concedida al gobierno y la
autoridad que Dios ejerce en nuestra lealtad personal a él cuando dijo:
«Entonces denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios» (Mt
22: 21). Y aunque Jesús reconoció la autoridad del gobierno civil, rehusó
usurpar para sí mismo esa autoridad, diciéndole a alguien: (Hombre, ¿quién me
nombró a mí juez o árbitro entre ustedes?) con respecto a un asunto de una
herencia familiar (Lc 12: 13-14).
NOTA: Edrnund Clowney correctamente observa: «No
debemos suponer que Cristo les negó a los apóstoles el derecho de traer su
reino con la espada, pero le concedió ese derecho a Pilato" (he Biblical
Theology of the Church,), en The Church in the Bible and the World, ed. Por D. A. Carson [Patemoster, Exeter, y Baker, Grand Rapids, 1987J, p.
33).
Otra
razón por la que el gobierno no debe usar la fuerza para exigir adherencia al
cristianismo es que en el nuevo pacto, la membrecía en la iglesia y lealtad a
Cristo deben ser voluntarias. No la puede obligar ni la familia ni el estado.
Es más, la fe en Cristo, para que sea sostenida y practicada verdaderamente, no
puede ser impuesta por la fuerza. Si es impuesta, cambiar su calidad esencial y
ya no es un acto voluntario del individuo, y no puede ser fe verdadera.
De
esto también se sigue que el gobierno civil no debe imponer leyes que exijan o
prohíban algún tipo de doctrina de la iglesia, o limitando la libertad de las
personas para adorar como prefieran. Por otro lado, la iglesia na gobierna ni
debe gobernar sobre el estado, como si fuera algún tipo de autoridad más alta
sobre el estado; porque no lo es. Más bien, la autoridad de la iglesia y la del
estado pertenecen a esferas distintas (Mt 22: 21; Jn 18: 36; 2ª Co 10: 3-4), y
cada uno debe respetar la autoridad que Dios le ha dado al otro en su propia
esfera de operación.
Estas
limitaciones de las actividades de la iglesia y del estado son diferentes de la
práctica de la Iglesia Católica Romana durante mucho de la Edad Media, en donde
a menudo la iglesia tenía más poder que el gobierno civil. Estos principios
también difieren de la práctica de la iglesia de Inglaterra, que está sujeta a
la autoridad de la reina y del parlamento en el nombramiento de obispos y
cualquier cambio en normas doctrinales.
El no
respetar los distintos papeles de la iglesia y del estado se ve en muchas
naciones católico romanas hoy, en donde la iglesia todavía tiene una fuerte
influencia el gobierno, y en la membrecía obligatoria en las iglesias
protestantes auspiciadas por el estado en el norte de Europa después de la
Reforma, situación que causó que muchos inmigrantes huyan a los Estados Unidos
buscando libertad de religión.
Sin
embargo, se debe decir que el grado de religión impuesta por el estado en
países protestantes o católico romanos es leve comparado con la religión
auspiciada por el estado e impuesta por el estado en las naciones musulmanas
hoy, y en muchas naciones hindúes y budistas por igual. Es más, es dificil
hallar genuina libertad de religión aparte de la fuerte influencia del
cristianismo evangélico saludable en alguna nación alrededor del mundo (excepto
en donde varias religiones son tan débiles o tan parejamente balanceadas que
ninguna religión tiene poder político dominante).
Siempre
que los creyentes se involucran en el ámbito político, deben claramente afirmar
la libertad de religión como póliza política que no es negociable, y deben
estar dispuestos a defender por igual esa libertad para otras religiones aparte
de la propia. La fe cristiana puede pararse en sus propios pies y competir muy
bien en el mercado laboral de ideas en cualquier sociedad y en cualquier
cultura, siempre y cuando tenga la libertad para hacerlo.
Finalmente,
lo que se ha dicho arriba no se debe mal entender como prohibición en contra de
los creyentes que intentan dar influencia moral positiva en el gobierno o
intentan persuadir a los gobiernos a dictar leyes consistentes con las normas
bíblicas de moralidad.
Está bien
que los creyentes intenten persuadir a los gobiernos a que dicten leyes que
protejan a las familias y la propiedad privada, y la vida de los seres humanos;
leyes que a la vez prohíban y castiguen el homicidio, el adulterio, el robo y
la ruptura de contratos (cosas que violan los Diez Mandamientos), así como
también que prohíban la conducta homosexual, la borrachera, el abuso de drogas,
aborto, y otras cosas que son incongruentes con las normas bíblicas de
moralidad.
Estas
cosas son muy diferentes a exigir creencia en cierto tipo de doctrina de
iglesia o convicción teológica, o de exigir que las personas asistan a cierto
tipo de iglesias o cultos de adoración. Esto último es claramente actividades
«religiosas» en el sentido estrecho en que pertenecen a nuestra relación con
Dios y nuestras creencias en cuanto a él. 11 Los gobiernos también deben
abstenerse de dictar leyes en cuanto a estas cosas.
D. DISCIPLINA ECLESIÁSTICA
Puesto
que la disciplina eclesiástica es un aspecto del uso del poder de la iglesia,
es apropiado aquí dar alguna consideración a los principios bíblicos
pertinentes a la práctica de la disciplina eclesiástica.
1. PROPÓSITO DE LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA.
A. RESTAURACIÓN Y
RECONCILIACIÓN DEL CREYENTE QUE SE HA DESCARRIADO:
El
pecado estorba la comunión entre creyentes y con Dios. A fin de que haya
reconciliación, hay que lidiar con el pecado. Por consiguiente, el propósito
primario de la disciplina eclesiástica es procurar el objetivo doble de
restauración (del ofensor a la conducta apropiada) y reconciliación (entre
creyentes, y con Dios).
Así
como los padres sabios disciplinan a sus hijos (Pr 13: 24: «amarlo [al hijo] es
disciplinarlo), y así como Dios nuestro Padre disciplina a los que ama (Heb
12:6; Ap 3: 19), así la iglesia en su disciplina está actuando en amor para
traer de regreso al hermano o hermana que se ha descarriado, restableciendo a
la persona a la comunión correcta y rescatándola de los patrones destructivos
de vida. En Mateo 18: 15 la esperanza es que la disciplina se detendrá en el
primer paso, cuando alguien va sólo: «Si te hace caso, has ganado a tu
hermano». La frase «has ganado a tu hermano» implica que los que aplican la
disciplina deben tener siempre en mente la meta de reconciliación personal
entre creyentes. Pablo nos recuerda que debemos «restaurar» al hermano o
hermana que peca «con una actitud humilde» (Gá 6: 1), y Santiago nos anima a
«hace[r] volver a un pecador de su extravío» (Stg 5:20).
Es
más, sino miembros de la iglesia participaran activamente en dar palabras
privadas de amonestación gentil y en oración unos a otros cuando se ve la
primera evidencia clara de conducta de pecado, muy poca disciplina eclesiástica
formal habría que aplicar, porque el proceso empezaría y terminaría con una
conversación entre dos personas y nunca llegaría a saberlo nadie más.
Incluso
cuando se toma el paso final de «excomunión» (es decir, sacar a alguien del
compañerismo o «comunión» de la iglesia), todavía es con la esperanza de que
resulte el arrepentimiento. Pablo entregó a Himeneo y a Alejandro a Satanás
«para que aprendan a no blasfemar» (1ª Ti 1: 20), y el hombre que vivía en
incesto en Corinto fue entregado a Satanás «a fin de que su espíritu sea salvo
en el día del Señor» (1ª Co 5: 5).
Si los
creyentes que deben dar pasos de disciplina eclesiástica continúan recordando
este primer propósito: la reconciliación unos con otros y con Dios de los
creyentes que se han descarriado, y la restauración de los patrones correctos
de vida, entonces será mucho más fácil para las partes involucradas continuar
actuando con genuino amor, y los sentimientos de ira o deseos de venganza de
parte de los que han sido ofendidos, que a menudo yacen cerca de la superficie,
se evitarán mucho más fácilmente.
NOTA: El hecho de que los creyentes deben tratar de
influir en el gobierno para dictar leyes consistentes con las normas bíblicas
se indica en pasajes tales como Mt 6: 10; 14: 4; Hch 24: 25; y 1ª Ti 2:1-4.
Podemos esperar que las normas morales de la Biblia también con el tiempo ganarán
consentimiento general de la mayoría de personas en una sociedad dada, puesto
que esas normas morales también han sido inscritas en sus corazones y por
consiguiente tienen un testimonio en sus conciencias de que estas normas son
correctas (ver Ro 2: 14-15).
Ese es también el caso de que Dios considera a
todas las sociedades y culturas responsables en cuanto a obedecer sus normas
morales, y a menudo en el antiguo testamento los profetas de Dios pronunciaron
juicio no sólo sobre el pueblo de Israel sino también contra las sociedades
paganas y morales, aunque ellas no tuvieran escrita las leyes de Dios (ver Dt
9: 5; Is 13-23; Ez 25-32; Dn 4: 27; Am 1-2; Abdías [que escribe a Edom];Jonás
[que profetizó a Nínive]; Nahum [que profetizó a Nínive]; Hab 2; Sof 2). Es
más, es Dios quien envía a los gobiernos civiles "para castigar a los que
hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien» (1ª P 2: 14).
En su excelente libro sobre disciplina
eclesiástica, Church Discipline TItat Heals (Inter Varsity Press, Downers
Grove, m., 1985; originalmente publicado como Healing the Wounded), John White
y Ken Blue nota que el hecho de no mantener la reconciliación como el objetivo
primario de la disciplina eclesiástica ha llevado a muchos abusos del proceso
en la historia de la iglesia (ver esp. pp. 45-56).
Pero ellos mismos dicen que «la verdadera
reconciliación nunca tiene lugar sin cambio en las partes involucradas» (p.
46). Por consiguiente, he combinado la reconciliación con la restauración en
esta primera sección.
B. IMPEDIR QUE EL PECADO SE
EXTIENDA A OTROS:
Aunque
el objetivo primario de la disciplina eclesiástica es la restauración y
reconciliación para el creyente que yerra, en esta edad presente la
reconciliación y la restauración no siempre tendrán lugar.
Pero
sea que la restauración surja o no, a la iglesia se le dice que aplique la
disciplina porque sirve por igual a otros dos propósitos.
Otro
propósito es impedir que el pecado se extienda a otros. El autor de Hebreos les
dice a los creyentes que se cuiden «de que ninguna raíz amarga brote y cause
dificultades y corrompa a muchos» (Heb 12: 15). Esto quiere decir que si algún
conflicto entre personas no se resuelve rápidamente, los efectos se pueden
esparcir a otros; a veces eso tristemente parece ser cierto en muchos casos de
división de la iglesia.
Pablo
también dice: «un poco de levadura hace fermentar toda la masa» y les dice a
los corintios que saquen de la iglesia al hombre que vive en incesto (1 Ca 5:2,
6-7), para que el pecado no afecte a toda la iglesia. Si no se disciplina a ese
hombre, los efectos del pecado se esparcirían a muchos otros que tal vez sepan
del asunto y que verían que la iglesia presta poca atención al mismo.
Esto
haría que piensen que tal vez el pecado no era tan malo como pensaban, y otros
tal vez se verían tentados a cometer un pecado similar o parecido. Es más, si
no se aplica la disciplina contra una ofensa específica, entonces será mucho
más dificil que la iglesia aplique disciplina en un tipo similar de pecado que
cometa algún otro en el futuro.
Pablo
también le dijo a Timoteo que debían reprender en presencia de todos a los
ancianos que persistían en pecado, «para que sirva de escarmiento» (1ª Ti 5:
20); es decir, para que otros también se den cuenta de que no se tolerará el
pecado sino que recibirá disciplina tanto de la iglesia como de Dios mismo. De
hecho, Pablo reprendió a Pedro públicamente, para que otros no sigan el mal ejemplo
de Pedro de separarse y comer sólo con los creyentes judíos (Gá 2: 11).
NOTA: La frase inusual «entregar a Satanás» en
estos versículos parece querer decir «sacar fuera de la iglesia» puesto que es
claramente lo que Pablo les dice a los corintios que hagan en 1ª Co 5: 2,7, 13.
Sacar a alguien de la iglesia pone a esa persona de nuevo en el reino de esta
edad de pecado, que está gobernada por Satanás.
C. PROTEGER LA PUREZA DE LA
IGLESIA Y EL HONOR DE CRISTO:
Un
tercer propósito de la disciplina eclesiástica es proteger la pureza de la
iglesia de modo que no se deshonre a Cristo. Por supuesto, ningún creyente de
esta edad tiene un corazón completamente puro, y todos tenemos pecado que queda
en nuestras vidas. Pero cuando un miembro de la iglesia continúa pecando de
manera que es externamente evidente a otros, especialmente a los no
creyentes,'4 esto claramente es deshonor para Cristo.
Es
similar a la situación de los judíos que desobedecieron la ley de Dios y
llevaron a los no creyentes a mofarse y blasfemar el nombre de Dios (Ro 2: 24:
«Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre los gentiles»).
Por
eso Pablo se asombra de que los Corintios no hayan disciplinado al hombre que
continuaba en pecado voluntario que en la iglesia conocía públicamente (1ª Co
5: 1-2: «¡Y de esto se sienten orgullosos! ¿No debieran, más bien, haber
lamentado lo sucedido?. También se preocupa grandemente saber que «un hermano
demanda a otro, Y esto ante los incrédulos!» (1ª Co 6:6).
Antes
que permitir tales faltas morales en el carácter de la iglesia, Pedro anima a
los creyentes: «esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y
en paz con él» (2ª P 3: 14). Y nuestro Señor Jesús quiere presentarse a sí
mismo una iglesia «radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección,
sino santa e intachable» (Ef 5: 27), porque él es la cabeza de la iglesia, y el
carácter de ella refleja la reputación de él.
Incluso
los ángeles y los demonios miran a la iglesia y contemplan la sabiduría de Dios
expresada en ella (Ef 3: 10); por consiguiente (Ef 4: 1) Pablo anima a los
creyentes a que se esfuercen «por mantener la unidad del Espíritu mediante el
vínculo de la paz» (Ef 4: 3).
Esto
es asunto muy serio. Puesto que el Señor Jesús es celoso de su propio honor, si
la iglesia no ejerce la disciplina apropiada, él lo hará por sí mismo, como lo
hizo en Corinto, en donde la disciplina del Señor resultó en enfermedad y
muerte (1ª Cao 11: 27-34), y como advirtió que haría tanto a Pérgamo (Ap 2:
14-15) y Tiratira (Ap 2: 20).
En
estos dos últimos casos el Señor se desagradaba con toda la iglesia por tolerar
desobediencia externa y no ejercer la disciplina: «Sin embargo, tengo en tu
contra que toleras a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su
enseñanza engaña a mis siervos, pues los induce a cometer inmoralidades
sexuales y a comer alimentos sacrificados a los ídolos» (Ap 2:20; cf. vv
14-16).
NOTA: Los propósitos de la disciplina eclesiástica
que se consideran arriba están resumidos bien en la Confesión Westminster de
fe, capitulo 30, párrafo 3: «Las censuras de la iglesia son necesarias, para
restaurar y recuperar a los hermanos que ofenden, para impedir que otros
cometan ofensas similares, para purgar esa levadura que pudiera infectar a toda
la masa, para vindicar el honor de Cristo, y la santa profesión del evangelio,
y para prevenir la ira de Dios, que pudiera con justicia caer sobre la iglesia,
si tolera que su pacto, y el sello del mismo, sea profanado por ofensores
notorios y obstinados». .
Pero también a los ángeles (ver Ef. 3:1O; 1ª Ti 5:
21).
2. POR CUÁLES PECADOS SE DEBE EJERCER DISCIPLINA ECLESIÁSTICA?
Por un
lado, la enseñanza de Jesús en Mateo 18: 15-20 nos dice que si una situación
que incluye pecado personal contra alguien más no puede ser resuelta en una
reunión privada o grupo pequeño, entonces hay que llevar el asunto a la
iglesia:
Si Tu Hermano Peca Contra Ti, Ve A Solas Con Él Y Hazle Ver Su Falta. Si
Te Hace Caso, Has Ganado A Tu Hermano. Pero Si No, Lleva Contigo A Uno O Dos
Más, Para Que «Todo Asunto Se Resuelva Mediante El Testimonio De Dos O Tres
Testigos». Si Se Niega A Hacerles Caso A Ellos, Díselo A La Iglesia; Y Si
Incluso A La Iglesia No Le Hace Caso, Trátalo Como Si Fuera Un Incrédulo O Un
Renegado (Mt 18: 15-17).
En
este caso el asunto ha progresado de una situación privada e informal a un
proceso público y mucho más formal de disciplina por parte de toda la iglesia.
Por
otro lado, no parece haber ninguna limitación explícita especificada para la
clase de pecados que deben quedar sujetos a la disciplina eclesiástica. Los
ejemplos de pecados sujetos a disciplina eclesiástica en el Nuevo Testamento
son extremadamente diversos: disensiones (Ro 16: 17; Tit 3: 10), incesto (1ª Co
5: 1), holgazanería y rehusar trabajar (2 Ts 3:6-10), desobedecer lo que Pablo
escribe (2 Ts 3:14-15), blasfemia (1ª Ti 1: 20), y enseñar doctrina herética
(2ª Jn 10-1l).
No
obstante, un principio definitivo parece estar en función: todos los pecados
que fueron disciplinados explícitamente en el Nuevo Testamento eran conocidos
públicamente o pecados externamente evidentes,'6 y muchos de ellos habían
continuado por un período de tiempo.
El
hecho de que los pecados eran conocidos públicamente quiere decir que se había
traído reproche a la iglesia, se había deshonrado a Cristo, y había una
posibilidad real de que otros se verían animados a seguir los patrones errados
de vida que se estaban tolerando públicamente.
Sin
embargo, siempre habrá la necesidad de juicio maduro para ejercer la disciplina
eclesiástica, porque hay una falta de santificación completa en todas nuestras
vidas. Es más, cuando nos percatamos de que alguien ya se ha dado cuenta del
pecado y está luchando por vencerlo, una palabra de amonestación puede en
efecto hacer más daño que bien. Debemos también recordar que en donde hay
asuntos de conducta en los cuales los creyentes legítimamente discrepan, Pablo
anima a que haya un grado más amplio de tolerancia (Ro 14: 1-23).
NOTA: Una excepción fue el pecado secreto de
Ananías y Safira en Hch 5:1-11. En esta situación el Espíritu Santo (vv. 3, 8)
estuvo tan poderosamente presente que trajo una intrusión de juicio final.
Cuando los secretos de todos los corazones serán revelados, a la edad de la
iglesia, y «un gran temor se apoderó de toda la iglesia» (v. 11).
Sin embargo, ver sección c abajo sobre los
requisitos para la revelación pública de los pecados serios de un dirigente de
la iglesia.
3. ¿CÓMO SE DEBE APLICAR LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA?
A. SE DEBE MANTENER EL
CONOCIMIENTO DEL PECADO DENTRO DE GRUPO MÁS PEQUEÑO POSIBLE:
Esto
parece ser el propósito de Mateo 18:15-17 detrás del progreso gradual de una
reunión privada, a una reunión con dos o tres, y luego decirlo a toda la
iglesia. Mientras menos personas sepan de algún pecado, mejor, porque el
arrepentimiento es más fácil, menos personas pueden descarriarse, y menos daño
se hace a la reputación de la persona, a la reputación de la iglesia, y la
reputación de Cristo.
B. LAS MEDIDAS DISCIPLINARIAS
DEBEN AUMENTAR EN FUERZA HASTA QUE HAYA UNA SOLUCIÓN:
De
nuevo en Mateo 18 Jesús nos enseña que no podemos detenemos simplemente con una
conversación privada si eso no produce resultados satisfactorios.
Él
requiere que la persona ofendida vaya primero sola, y luego lleve a uno o dos
más (Mt 18: 15-16). Es más, si un creyente piensa que ha ofendido a algún otro
individuo (o incluso si la otra persona piensa que ha sido ofendida), Jesús
requiere que la persona que ha hecho la ofensa (o se piensa que ha hecho la
ofensa) vaya a la persona que se considera la víctima de la ofensa (Mt 5: 23).
Esto quiere decir que sea que hayamos ofendido u otros piensen que han sido
ofendidos, siempre es nuestra responsabilidad tomar la iniciativa e ir a la
otra persona. Jesús no nos permite esperar que la otra persona venga a
nosotros.
Después
de una reunión privada y una reunión de un grupo pequeño, Jesús no especifica
que hay que consultar luego con los ancianos o oficiales de la iglesia como
grupo, pero ciertamente este paso intermedio parece apropiado, porque Jesús
puede simplemente estar resumiendo el proceso sin necesariamente mencionar todo
paso posible en él. De hecho, hay varios ejemplos de amonestación de grupos
pequeños en el Nuevo Testamento que dieron los ancianos u otros oficiales de la
iglesia (ver 1ª Ts 5: 12; 2ª Ti 4:2; Tit 1: 13; 2:15; 3:10; Stg 5: 19-20).
Todavía
más, el principio de mantener el conocimiento de pecado al grupo más pequeño
posible ciertamente estimularía este paso intermedio por igual.
Finalmente,
si la situación no se puede resolver Jesús dice: «díselo a la iglesia» (Mt 18:
17). En este caso la iglesia se reuniría para oír los hechos del caso y llegar
a una decisión. Puesto que Jesús permite la posibilidad de que la persona
«incluso a la iglesia no le hace caso» (v. 17), la iglesia bien puede tener que
reunirse una vez para decidir qué decirle al ofensor, y luego reunirse de nuevo
para excluir a esa persona del compañerismo de la iglesia.
Cuando
Jesús da estas instrucciones en cuanto a la disciplina eclesiástica, le
recuerda a la iglesia que su propia presencia y su propio poder están detrás de
las decisiones que toma la iglesia: «Además les digo que si dos de ustedes en
la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será
concedida por mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres se reúnen
en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18: 19-20).
Jesús
promete estar presente en las reuniones de la iglesia en general, pero
específicamente aquí con respecto a la iglesia reunida para disciplinar a un
miembro ofensor. Pablo de modo similar les dice a los corintios que disciplinen
al miembro que ha errado (cuando se reúnan en el nombre de nuestro Señor Jesús,
y con su poden) (1ª Co 5: 4). Esta no es una actividad que se deba tomara la
ligera, sino que se desempeña en presencia del Señor, el componente espiritual
de la misma en realidad siento realizado por el mismo Señor.
Si
esto se debe hacer alguna vez, toda la iglesia entonces sabrá que a la persona
que ha errado ya no se le considera miembro de la iglesia, y a esa persona no
se le permitirá tomar la comunión, puesto que participar en la Cena del Señor
es una señal de participar en la unidad de la iglesia (1ª Co 10:17: «Hay un
solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un
solo cuerpo»).
Hay
otros pasajes en el Nuevo Testamento que hablan de evitar tener compañerismo
con el excomulgado. Pablo les dice a los corintios: «Pero en esta carta quiero
aclararles que no deben relacionarse con nadie que, llamándose hermano, sea
inmoral o avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona
ni siquiera deben juntarse para comer» (1ª CO 5: 11). Les dice a los
tesalonicenses:
«Hermanos,
en el nombre del Señor Jesucristo les ordenamos que se aparten de todo hermano
que esté viviendo como un vago y no según las enseñanzas recibidas de nosotros»
(2ª Ts 3: 6). Todavía más, dice: «Si alguno no obedece las instrucciones que
les damos en esta carta, denúncienlo públicamente y no se relacionen con él,
para que se avergüence.
Sin
embargo, no lo tengan por enemigo, sino amonéstenlo como a hermano» (2ª Ts 3:
14-15). Segunda de Juan 10-11 también prohíbe darle la bienvenida en la casa al
que promueve falsa enseñanza. Estas instrucciones evidentemente son para
prevenir que la iglesia dé a otros la impresión de que aprueba la desobediencia
de la persona que está errando.
NOTA: 1ª Co 5:4 también exige que la iglesia se
reúna para este paso-final en la disciplina eclesiástica.
C. DISCIPLINA DE LOS
DIRIGENTES DE LA IGLESIA:
En un
pasaje Pablo da directivas especiales respecto a la disciplina de los ancianos
de la iglesia:
No Admitas Ninguna Acusación Contra Un Anciano, A No Ser Que Esté
Respaldada Por Dos O Tres Testigos. A Los Que Pecan, Repréndelos En Público
Para Que Sirva De Escarmiento. Te Insto Delante De Dios, De Cristo Jesús Y De
Los Santos Ángeles, A Que Sigas Estas Instrucciones Sin Dejarte Llevar De
Prejuicios Ni Favoritismos (1ª Ti 5: 19-21).
Pablo
aquí da una advertencia especial para proteger a los ancianos de ataques
individuales; la acción respecto a alguna ofensa en este caso debe exigir
evidencia de dos o tres testigos. «A los que persisten en pecar»19los debe
reprender (en público).
Esto
se debe a que el mal ejemplo de la conducta equivocada de parte de los ancianos
muy probablemente tendrá un efecto negativo ampliamente extendido en otros que
ven sus vidas. Entonces Pablo le recuerda a Timoteo que «no haga nada con
parcialidad» en esta situación; advertencia muy útil, puesto que Timoteo
probablemente era amigo íntimo de muchos de los ancianos de la iglesia de
Éfeso.
El
mandamiento de Pablo de reprender públicamente a un anciano que peca quiere
decir que se debe dar a la iglesia alguna declaración de la naturaleza de la
ofensa «(repréndelos en público), v. 20).20 Por otro lado, no se debe revelar a
la iglesia todo detalle del pecado. Una pauta útil es que a la iglesia se le
debe decir lo suficiente de modo que:
(1) Entiendan lo serio que fue la ofensa:
(2) Puedan comprender y respaldar el proceso de disciplina, y:
(3) Que después no vayan a creer que se le restó importancia o se tapó el
pecado si más detalles se filtran más adelante.
Tal
revelación pública de pecado de un dirigente será señal a la congregación de
que los líderes de la iglesia no les esconderán tales asuntos en el futuro.
Esto aumentará la confianza de la iglesia en la integridad de la junta
directiva. También permitirá que el dirigente que peca empiece el proceso
gradual de restablecer las relaciones y confianza con la congregación, porque
no tendrá que lidiar con personas que tienen cien especulaciones diferentes en
cuanto a lo que fue su pecado, sino con personas que saben cuál fue el pecado
específico, y que pueden ver el genuino arrepentimiento y cambio respecto a ese
aspecto de pecado en su vida.
¿Qué
tal de los pecados serios de los que no son dirigentes de la iglesia? La Biblia
no da ningún mandamiento de revelar públicamente los pecados de personas que
son miembros regulares pero no dirigentes reconocidos de la iglesia. Al
dirigente, sin embargo, se le trata en forma diferente porque su vida debe «ser
intachable» (1ª Ti 3: 2), y su vida debe ser ejemplo para que otros creyentes
imiten (ver 1ª Ti 4: 12).
NOTA: Este es evidentemente el sentido de tow;
Jarmartanontas en 1ª Ti 5: 20, puesto que el participio presente da el sentido
de continuar en la acción por un período de tiempo.
Cuando las iglesias tienen que disciplinar a un
dirigente de la iglesia, un error fácil de cometer es no tomar en serio el
mandamiento de Pablo, y por consiguiente no dar adecuada información a la iglesia
sobre la naturaleza de! pecado en cuestión. Si eso sucede, la congregación sólo
oirá que se sacó de un cargo a algún dirigente debido a un pecado (o tal vez se
menciona una categoría general de pecado).
Pero esto no es realmente una reprensión pública
efectiva. Debido a que es tan vaga, solamente resultará en confusión,
especulación y chismes. Es más, pueden surgir divisiones serias en la iglesia
debido a que en ausencia de información algunos pensarán que el proceso de
disciplina fue demasiado riguroso y otros pensarán que fue demasiado lenitivo,
y la iglesia no estará unida en respaldar el proceso.
D. OTROS ASPECTOS DE LA
DISCIPLINA ECLESIÁSTICA:
Una
vez que haya tenido lugar la disciplina, tan pronto como haya arrepentimiento
en cualquier etapa del proceso los creyentes que han sabido de la disciplina
deben recibir de nuevo al arrepentido en la comunión de la iglesia. Pablo dice:
«Más bien debieran perdonarlo y consolarlo para que no sea consumido por la
excesiva tristeza. Por eso les ruego que reafirmen su amor hacia él» (2ª Co 2:
7-8; 7: 8-11).
De
nuevo, nuestro propósito en la disciplina eclesiástica nunca debe ser castigar
por un deseo de venganza, sino siempre para restaurar y sanar.
La
actitud con que se aplica la disciplina en toda etapa también es muy
importante.
Debe
hacerse con gentileza y humildad, y con genuino aprecio por nuestra propia
debilidad y con temor de que nosotros pudiéramos caer en pecados similares.
«Hermanos,
si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben
restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también
puede ser tentado» (Gá 6: 1).
No es
sabio fijar algún calendario de antemano, diciéndole a la gente cuánto se
espera que dure el proceso de disciplina. Esto se debe a que es imposible para
nosotros predecir cuánto tiempo pasará hasta que el Espíritu Santo produzca
arrepentimiento profundo y genuino y un cambio en la condición del corazón de
la persona que le llevó al pecado para empezar.
Finalmente,
debemos notar que inmediatamente después del pasaje sobre la disciplina
eclesiástica en Mateo 18: 15-20, Jesús enseña fuertemente la necesidad de
perdón personal de todos los que pecan contra nosotros (Mt 18:21-35). Debemos
perdonar «setenta veces siete» a los que nos hacen daño (v. 22), y Jesús nos
dice que nuestro Padre celestial nos castigará severamente si no perdonamos de
corazón a nuestro hermano (v. 35).
Debemos
ver el pasaje sobre la disciplina en la iglesia y este pasaje como
complementarios, y no contradictorios. Como individuo siempre debemos perdonar
de corazón y no guardar rencores. Sin embargo podemos ciertamente perdonar a
alguien de corazón y con todo procurar la disciplina eclesiástica para el bien
de la persona que comete el pecado, por el bien de la iglesia, por el honor de
Cristo, y porque la palabra de Dios lo ordena.
NOTA: Entiendo «intachables" como queriendo
decir que sus vidas son tales que no se puede presentar legítimamente contra
ellos ninguna acusación de ofensa seria.
PREGUNTAS
PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Ha pensado usted previamente de la iglesia más bien como débil o más
bien como fuerte en su influencia en los asuntos del mundo? ¿Cómo ha cambiado
su pensamiento como resultado de este capítulo? ¿Piensa usted que hay esperanza
para transformar la sociedad aparte de la influencia redentora fuerte de la
iglesia?
2. ¿Ha pensado usted previamente de sí mismo como teniendo alguna de las
«llaves del reino de los cielos»? ¿Tiene en efecto usted alguna de esas llaves
ahora? ¿Qué está haciendo con ellas?
3. ¿De qué maneras pudiera su iglesia ejercer más eficazmente su poder
espiritual contra las fuerzas del enemigo? ¿De qué maneras pudiera usted mismo
usar este poder más efectivamente?
4. ¿Cuál es el enemigo más fuerte a la proclamación efectiva del evangelio
en su comunidad ahora? ¿Cómo se pudiera usar el poder de la iglesia contra ese
enemigo?
5. Si usted acepta los principios de que la iglesia no debe gobernar al
estado y el estado no debe gobernar sobre la iglesia o restringir su libertad,
¿se están poniendo en práctica estos principios efectivamente en su propia
situación nacional o local? ¿Qué se pudiera hacer para aumentar la conformidad
a estos principios? (¿Concuerda usted con estos principios?)
6. ¿Sabe usted de situaciones en donde una palabra gentil de amonestación
ha resultado en un cambio positivo en su propia conducta o la conducta de otro
creyente? ¿Sabe usted de situaciones en donde la disciplina eclesiástica ha ido
un paso o dos más allá de esto y ha resultado en restauración de la persona que
erró? Si usted sabe de situaciones en donde la práctica de la disciplina
eclesiástica no ha dado buen resultado, ¿qué se pudiera haber hecho en forma
diferente para que haya un mejor resultado?
7. Si una iglesia se niega totalmente por un número de años a aplicar la
disciplina eclesiástica, aunque hay una necesidad evidente de ella, ¿cuáles
pudieran ser los resultados dañinos en la iglesia? ¿Sabe usted de situaciones
en donde han ocurrido esos resultados dañinos?
8. ¿Han habido ocasiones es las que usted hubiera deseado que alguien se
hubiera acercado a usted más antes con una palabra de amonestación o consejo
respecto a un aspecto de pecado que usted no se daba cuenta o que usted no
sabía a ciencia cierta? Si es así, ¿por qué no sucedió eso?
9. ¿Hay ahora alguna relación en su vida en donde Mateo 5: 23 y 18:15
combinados le dicen que tiene una obligación de ir a la otra persona y procurar
arreglar la situación? «atar y desatar» excomunión «llaves del reino»
TÉRMINOS
ESPECIALES
Poder
de la iglesia, tomar la espada
PASAJE
BÍBLICO PARA MEMORIZAR
2ª Corintios 10: 3-4: Pues Aunque Vivimos En El Mundo, No Libramos
Batallas Como Lo Hace El Mundo. Las Armas Con Que Luchamos No Son Del Mundo,
Sino Que Tienen El Poder Divino Para Derribar Fortalezas.
CAPÍTULO 4
EL GOBIERNO DE LA IGLESIA
¿CÓMO SE DEBE GOBERNAR UNA IGLESIA? ¿CÓMO SE DEBE ESCOGER A LOS OFICIALES
DE UNA IGLESIA? ¿DEBEN MUJERES SERVIR COMO PASTORAS?
EXPLICACIÓN Y BASE
BÍBLICA
Las
iglesias hoy tienen muchas formas diferentes de gobierno. La Iglesia Católica
Romana tiene un gobierno mundial bajo la autoridad del papa. Las iglesias
episcopales tienen obispos con autoridad regional, y arzobispos sobre ellos.
Las
iglesias presbiterianas conceden autoridad regional a presbiterios y autoridad
nacional a asambleas generales. Por otro lado, las iglesias bautistas y muchas
otras iglesias independientes no tienen ninguna autoridad formal gobernante más
allá de la congregación local, y la afiliación con las denominaciones es
voluntaria.
Dentro
de las iglesias locales, los bautistas a veces tienen un solo pastor con una
junta de diáconos, pero algunas tienen también juntas de ancianos. Los
presbiterianos tienen una junta de ancianos y los episcopales tienen una Junta
Parroquial.
Otras
iglesias simplemente tienen una junta de la iglesia.
¿Hay
algún patrón del Nuevo Testamento para el gobierno de la iglesia? ¿Hay alguna
forma de gobierno de la iglesia que se debe preferir sobre otra? Estas son las
preguntas que se consideran en este capítulo.
Sin
embargo, desde el comienzo se debe decir que la forma de gobierno de la iglesia
no es una doctrina principal como la Trinidad, la deidad de Cristo, la
expiación sustitucionaria, o la autoridad de la Biblia. Aunque pienso, después
de examinar la evidencia del Nuevo Testamento, que una forma en particular de
gobierno de la iglesia es preferible a las demás, con todo, cada forma tiene
algunas debilidades tanto como puntos fuertes.
La
historia de la iglesia atestigua que varias formas diferentes de gobierno han
funcionado bastante bien por varios siglos. Es más, en tanto que algunos
aspectos de gobierno de la iglesia parecen ser razonablemente claros en el
Nuevo Testamento, otros asuntos (tales como la manera en que se deben escoger
los oficiales de la iglesia) son menos claros, principalmente debido a que la
evidencia del Nuevo Testamento sobre ellos no es extensa, y por consiguiente
nuestras inferencias de esta evidencia son menos certeras.
Me
parece, entonces, que debe haber campo para que los creyentes evangélicos
difieran amigablemente sobre esta cuestión, con la esperanza de que en el
futuro se puedan lograr mayor entendimiento.
También
parece que los creyentes individuales, en tanto que pueden tener una
preferencia por un sistema u otro, y aunque puedan querer en momentos apropiados
argumentar poderosamente por un sistema sobre otro, con todo deben estar
dispuestos a vivir y ministrar dentro de cualquiera de los varios diferentes
sistemas protestantes de gobierno de la iglesia en que puedan hallarse de
tiempo en tiempo.
Pero
no quiero decir que esto sea un asunto enteramente sin importancia.
En
este aspecto tanto como en otros, una iglesia puede ser más pura o menos pura.
Si hay claros patrones del Nuevo Testamento respecto a algunos aspectos del
gobierno de la iglesia, entonces habrá consecuencias negativas en nuestras
iglesias si los descartamos, aunque no veamos todas las consecuencias al
presente. Por consiguiente, los creyentes son ciertamente libres de hablar y
escribir sobre el tema a fin de trabajar por una pureza creciente en la
iglesia.
En
este capítulo examinaremos primero la información del Nuevo Testamento respecto
a los oficiales de la iglesia, especialmente apóstol, anciano y diácono.
Luego
preguntaremos cómo se deben escoger los oficiales de la iglesia. Después veremos
dos asuntos controversiales: ¿cuál forma de gobierno de la iglesia, si acaso
alguna, es la que más se acerca al patrón del Nuevo Testamento? Y, ¿pueden las
mujeres servir como oficiales en la iglesia?
A. OFICIALES DE LA IGLESIA
Para
propósitos de este capítulo usaremos la siguiente definición: Un oficial de la
iglesia es alguien que ha sido reconocido públicamente como teniendo el derecho
y responsabilidad de realizar ciertas funciones para beneficio de toda la
iglesia.
De
acuerdo a esta definición, los ancianos y diáconos se considerarían oficiales
de la iglesia, así como también el pastor (si ese es un oficio distinto). El
tesorero de la iglesia y el moderador de la iglesia también serían oficiales
(estos títulos pueden variar de iglesia a iglesia). A todas estas personas se
las ha reconocido públicamente, por lo general en un culto en el cual se las
(nombra) u «ordena» para ese cargo.
Es
más, necesitan reconocimiento público a fin de cumplir esas responsabilidades:
por ejemplo, no sería apropiado que la gente se pregunte de semana a semana
quién va a recibir la ofrenda y depositarla en el banco, o ¡que varias personas
discutan que han sido dotados para asumir esa responsabilidad en una semana en
particular!
El
funcionamiento ordenado de la iglesia exige que se reconozca que una persona
tiene esa responsabilidad. De modo similar, al pastor que es responsable por
dar la enseñanza bíblica cada domingo por la mañana se le debe reconocer como
teniendo el derecho y responsabilidad de hacer eso (por lo menos, en la mayoría
de formas de gobierno de la iglesia).
Si no
fuera ese el caso, entonces muchos pudieran preparar sermones y todos pudieran
decir que tienen el derecho de predicarlo, o en algún domingo tal vez nadie lo
prepare. De modo similar, a fin de que las personas sigan a los ancianos de la
iglesia y miren a ellos esperando dirección, deben saber quiénes son los
ancianos.
En
contraste, muchos otros ejercen dones en la iglesia, pero no decimos que tienen
un «oficio» debido a que no necesitan reconocimiento público para que funcionen
sus dones. Los que tienen dones de «ayuda» (ver 1ª Co 12: 28), o que tienen un
don de fe especialmente fuerte, o un don de «discernir espíritus» (1ª Co 12:
10), o un don de exhortar o de ofrendar (Ro 12: 8) no necesitan reconocimiento
público a fin de funcionar efectivamente en la iglesia.
En el
material que sigue veremos que el Nuevo Testamento habla de un cargo de la
iglesia que se limitó al tiempo cuando la iglesia primitiva fue fundada (el
oficio de apóstol), y otros dos oficiales de la iglesia que continúan en toda
la edad de la iglesia (1os oficios de ancianos y diáconos).
1. APÓSTOL.
Anteriormente
en este estudio vimos que los apóstoles del Nuevo Testamento tuvieron una clase
única de autoridad en la iglesia primitiva: autoridad de hablar y escribir
palabras que fueron «palabras de Dios» en un sentido absoluto.
No
creerlas o desobedecerlas era no creer o desobedecer a Dios. Los apóstoles, por
consiguiente, tuvieron la autoridad para escribir palabras que llegaron a ser
palabras de las Escrituras.' Este hecho en sí mismo debe sugerimos que había
algo singular en cuanto al oficio de apóstol, y que no deberíamos esperar que
continúe hoy, porque nadie puede hoy añadir palabras a la Biblia y esperar que
se las considere como las mismas palabras de Dios o como parte de las
Escrituras.
Además,
la información del Nuevo Testamento sobre las calificaciones de un apóstol y la
identidad de los apóstoles también nos lleva a concluir que el oficio fue único
y limitado al primer siglo, y que no debemos esperar más apóstoles hoy.
Veremos
esto al hacer las siguientes preguntas: ¿Cuáles fueron los requisitos para ser
un apóstol? ¿Quiénes fueron los apóstoles? ¿Cuántos apóstoles hubo? ¿Hay
apóstoles hoy?
Desde
el principio se debe aclarar que las respuestas a estas preguntas dependen de
lo que uno quiera decir por la palabra apóstol. Algunos usan hoy la palabra
apóstol en un sentido muy amplio, para referirse a un iniciador eficaz de
iglesias, o a un pionero misionero significativo (Guillermo Carey fue un
apóstol a India), por ejemplo).
Si
usamos la palabra apóstol en este sentido amplio, todos estarían de acuerdo en
que todavía hay apóstoles hoy; porque ciertamente hay misioneros e iniciadores
de la iglesia eficaces hoy.
El
Nuevo Testamento mismo tiene tres versículos en que usa la palabra apóstol (gr.
apóstolos) en un sentido amplio, no para referirse a ningún cargo específico en
la iglesia, sino simplemente para querer decir «mensajero». En Filipenses 2: 25
Pablo llama a Epafrodito «vuestro mensajero (apóstolos), y ministrador de mis
necesidades» (RVR); en 2ª Corintios 8: 23 Pablo se refiere a los que le
acompañaron para llevar la ofrenda a Jerusalén como «mensajeros [apostoloi de
apóstolos] de las iglesias» (RVR); y En Juan 13: 16Jesús dice: «ningún
mensajero [apóstolos] es más que el que lo envió».
Pero
hay otro sentido para la palabra apóstol. Mucho más frecuentemente en el Nuevo
Testamento la palabra se refiere a un oficio especial: «apóstol de Jesucristo».
En
este sentido estrecho del término no hay más apóstoles hoy, ni debemos esperar
más. Esto se debe a lo que el Nuevo Testamento dice en cuanto a los requisitos
para ser un apóstol y en cuanto a quiénes fueron los apóstoles.
A. REQUISITOS DE UN APÓSTOL:
Los
dos requisitos para ser un apóstol fueron:
(1) Haber visto a Jesús después de su resurrección con los propios ojos
(así, ser un «testigo ocular de la resurrección»), y:
(2) Haber sido específicamente comisionado por Cristo como su apóstol.
El
hecho de que un apóstol tenía que haber visto con sus propios ojos al Señor
resucitado se indica en Hechos 1:22, en donde Pedro dijo que la persona para
reemplazar a Judas «sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección» (RVR).
Es
más, fue «a los apóstoles que había escogido» que «después de padecer la
muerte, se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba
vivo. Durante cuarenta días se les apareció» (Hch 1: 2-3; 4: 33).
Pablo
da gran importancia al hecho de que él reunió estos requisitos aunque de una
manera inusual (Cristo se le apareció en una visión en el camino a Damasco y lo
nombró apóstol: Hch 9: 5-6; 26: 15-18). Cuando defiende su apostolado dice:
«¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús nuestro Señor?» (1ª Co 9: 1).
Y al
mencionar a las personas a quienes Cristo se apareció después de su
resurrección, Pablo dice: «Luego se apareció a Jacobo, más tarde a todos los
apóstoles, y por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció
también a mí. Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y qué ni
siguiera merezco ser llamado apóstol» (1ª Co 15: 7-9).
Estos
versículos se combinan para indicar que a menos que alguien haya visto con sus
propios ojos a Jesús después de la resurrección, no podía ser apóstol.
El
segundo requisito, nombramiento específico por Cristo como apóstol, también es
evidente en varios versículos. Primero, aunque el término apóstol no es común
en los Evangelios, a los doce discípulos se les llama «apóstoles»
específicamente en el contexto en que Jesús los comisiona, «enviándolos» a
predicar en su nombre:
Reunió A Sus Doce Discípulos Y Les Dio Autoridad Para Expulsar A Los
Espíritus Malignos Y Sanar Toda Enfermedad Y Toda Dolencia. Éstos Son Los
Nombres De Los Doce Apóstoles: Jesús Envió A Estos Doce Con Las Siguientes
Instrucciones: «Dondequiera Que Vayan, Prediquen Este Mensaje: «El Reino De Los
Cielos Está Cerca" (Mt 10: 1-7).
De
modo similar, Jesús comisiona a sus apóstoles en un sentido especial para que
sean sus «testigos hasta los confines de la tierra» (Hch 1: 8). Y al escoger a
otro apóstol para que reemplace a Judas, los once apóstoles no se irrogaron la
responsabilidad sobre sí mismos, sino que oraron y pidieron que el Cristo
ascendido haga el nombramiento:
«Señor, Tú Que Conoces El Corazón De Todos, Muéstranos A Cuál De Estos
Dos Has Elegido Para Que Se Haga Cargo Del Servicio Apostólico Que Judas Dejó»
Luego Echaron Suertes Y La Elección Recayó En Matías; Así Que Él Fue Reconocido
Junto Con Los Once Apóstoles (Hch 1: 24-26).
Pablo
mismo insiste en que Cristo personalmente lo nombró como apóstol.
Cuenta
como, en el camino a Damasco, Jesús le dijo que lo estaba nombrando como
apóstol a los gentiles: «Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y
testigo. Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envió a estos,
(hechos 26: 16- 17). Mas adelante afirma que fue específicamente nombrado por
Cristo como Apóstol (Ver Rom 1: 1; Gá 1: 1; 1ª Ti 1: 12; 2: 7; 2ª Ti 1: 11)
B. ¡QUIENES FUERON LOS
APÓSTOLES.
El grupo inicial de apóstoles eran
doce: Los once discípulos que quedaron después de que Judas murió, mas Matías
que reemplazo a Judas, luego echaron suertes y la elección recayó en Matías;
así que él fue reconocido junto con los once Apóstoles; ( Hechos 1: 26). Tan
importante fue este grupo original de los apóstoles (los miembros originales)
del oficio de Apóstol, que leemos que sus nombres están inscritos en los
cimientos de la ciudad celestial, la nueva Jerusalén: la muralla de la ciudad
tenía doce cimientos, en los que estaban los nombres de los doce apóstoles del
cordero (Ap. 21: 14).
Podríamos al principio pensar que
tal grupo nunca podría ampliarse, así que nadie podría ser añadido. Pero
entonces Pablo claramente afirma que él también, es un apóstol. Y Hechos 14:
14, llama apóstoles tanto a Bernabé como a Pablo, “al enterarse esto los
apóstoles Bernabé y Pablo: Así que con pablo y Bernabé hay catorce” (Apóstoles
de Jesucristo).
Luego a Jacobo, el hermano de
Jesús (que no fue uno de los doce discípulos originales) parece que le llama
Apóstol en Gálatas 1: 19; Pablo dice como, cuando fue a Jerusalén: (no vi a
ningún otro de los doce Apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor, (VRV).
Luego en Gálatas 2: 9 a Jacobo se le clasifica con Pedro y Juan como (columnas)
de la iglesia de Jerusalén. Y en Hechos 15: 13-21 Jacobo junto con Pedro,
ejerce una función significativa de liderazgo en el concilio de Jerusalén,
función que sería apropiada para el oficio de Apóstol. Es más, cuando Pablo
menciona la lista de las apariciones de Jesús resucitado una vez más de buen
grado clasifica a Jacobo con los Apóstoles.
Luego se apareció a Jacobo, más
tarde a todos los Apóstoles, por último, como a un nacido fuera de tiempo, se
me apareció también a mí, admito que yo soy el más insignificante de los
Apóstoles y que ni siquiera me merezco ser llamado Apóstol, porqué perseguí a
la iglesia de Dios . (1ª Co 15: 7-9).
NOTA: Estas dos calificaciones se consideran en
detalle en el ensayo clásico de J. B. Lightfoot, .The Name and Office o fan
Apostle», en su comentario, The Epistle of St. Paul to the Galatians (primero
publicado en 1865; reimp. Zondervan,
Grand Rapids, 1957), pp. 92-101; ver también K. H. Rengstorf,
«apóstolos», TDNT, 1:398-447.
Finalmente,
el hecho de que Jacobo, o Santiago, pudo escribir la Epístola del Nuevo
Testamento que lleva su nombre también sería enteramente consistente con el
hecho de que tenía la autoridad que le pertenecía al oficio del apóstol, la
autoridad de escribir palabras que fueron palabras de Dios.
Todas
estas consideraciones se combinan para indicar que Jacobo, el hermano del
Señor, también fue comisionado por Cristo como apóstol. Esto elevaría el número
a quince «apóstoles De Jesucristo» (los doce, más Pablo, Bernabé y Jacobo.
¿Hubo más de estos quince? Posiblemente puede haber habido unos pocos más,
aunque sabemos un poco, si acaso algo, de ellos, y no hay certeza de que hubo
más. Otros, por supuesto, habían visto a Jesús después de su resurrección
(Después
se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales
vive todavía, aunque algunos han muerto», 1ª Co 15: 6). De este grupo grande es
posible que Cristo nombró a algunos otros como apóstoles; pero también es muy
posible que no lo hizo. La evidencia no es suficiente para decidir el asunto.
Romanos 16: 7 dice: «Saluden a Andrónico y a Junías, mis parientes y compañeros
de cárcel, destacados entre los apóstoles y convertidos a Cristo antes que yo».
Debido
a que hay varios problemas de traducción en este versículo, no se puede llegar
a ninguna conclusión clara. «Destacados» también se puede traducir «hombres que
(los apóstoles) destacaron». «Junias» (nombre de hombre) también se puede
traducir «Junia» (nombre de mujer»).? «Apóstoles» aquí tal vez no quiera decir
el oficio de «apóstol de Jesucristo», sino que puede significar simplemente
«mensajeros» (el sentido más amplio que la palabra toma en Flp 2: 25; 2ª Co 8:
23; Jn 13:16).
El
versículo tiene muy poca información clara para permitimos derivar una
conclusión.
Se han
sugerido a otros como apóstoles. A Silas (Silvano) ya veces Timoteo se
mencionan debido a 1ª Tesalonicenses 2: 6: (Aunque como apóstoles de Cristo
hubieran podido ser exigentes con ustedes). Incluye Pablo a Silas y Timoteo
aquí, puesto que la carta empieza: «Pablo, Silvano y Timoteo» (1ª Ts 1: 1)?
No es
probable que Pablo incluya a Timoteo en esta afirmación, por dos razones.
(1) Él dice apenas cuatro versículos antes: «y saben también que, a pesar
de las aflicciones e insultos que antes sufrimos en Filipos» (1ª Ts 2: 2), pero
esto se refiere a los azotes y encarcelamiento que les sucedieron sólo a Pablo
y a Silas, no a Timoteo (Hch 16: 19).
Así
que el «nosotros» del versículo 6 no parece incluir a todos los hombres (Pablo,
Silvano, Timoteo) mencionados en el primer versículo. la carta en general es de
Pablo, Silas y Timoteo, pero Pablo sabe que sus lectores naturalmente
entenderán los miembros apropiados de la afirmación «nosotros» cuando no quiere
dar a entender que incluye a todos los tres de ellos en ciertas secciones de la
carta.
Él no
especifica: «Es decir, Silas y yo, ya hemos sufrido y fuimos ultrajados
vergonzosamente en Filipos, como ustedes saben», porque los tesalonicenses sabrían
a quiénes se refiere con el «nosotros».
(2) Esto también se ve en 1 Tesalonicenses 3:1-2, cuando el «nosotros»
ciertamente no puede incluir a Timoteo:
Por Tanto, Cuando Ya No Pudimos Soportarlo Más, Pensamos Que Era Mejor
Quedarnos Solos En Atenas. Así Que Les Enviamos A Timoteo, Hermano Nuestro Y
Colaborador De Dios En El Evangelio De Cristo, Con El Fin De Afianzarlos Y
Animarlos En La Fe (1ª Ts 3: 1-2).
NOTA: Para una consideración extensa de si traducir
(Junias) o (Junia) aquí, ver John Piper y Wayne Grudem, eds., Recovering
Biblical Manhood and Womanhood (Crossway, Wheaton, 1991), pp. 79-81, 214,
221-22. Algunos ha aducido que Junia era un nombre común de mujer en la Grecia
antigua, pero esto es incorrecto, por lo menos en la literatura griega escrita:
una búsqueda por computadora de 2899 autores griegos antiguos en más de trece
siglos (siglo noveno a.c. a Siglo quinto d.C.) arrojó sólo dos ejemplos de
Junia como nombre de mujer, una en Plutarco (c. 50-e. 100 d.C.) y una en el
padre de la iglesia Crisóstomo (347-407 d.C.), que se refiere a Junia como una
mujer en un sermón sobre Ro 16: 7.
Tampoco es común como nombre de hombre, puesto que
la búsqueda arrojó sólo un ejemplo de junias como nombre de hombre, en Epifanio
(315-403 d.C.), obispo de Salamina en Chipre, que se refiere a Junias en Rom
16: 7 y dice que llegó a ser obispo de Apameya en Siria (Index of Disciples,
125. 19-20; esta cita es la más significativa, puesto que Epifanio sabe más
información sobre junias).
El texto latino del padre de la iglesia Orígenes
(m. 252 d.C.) también se refiere a junias en Ro 16:76 como hombre (J. P. Migne,
Patrología Graeca, vol. 14, col. 1289). Por consiguiente, la información
disponible da algún respaldo a la noción de 9ueJunias era hombre, pero la
información es demasiado esporádica como pata ser concluyente.
En
este caso, el «nosotros» se refiere bien sea a Pablo y Silas, o si no sólo a
Pablo (ver Hch 17: 14-15; 18:5). Al parecer Silas y Timoteo habían ido a
reunirse con Pablo en Atenas «tan pronto como les fuera posible» (Hch 17: 15);
aunque Lucas no menciona su llegada a Atenas, y Pablo los había enviado de
regreso a Tesalónica para ayudar a la iglesia allí. Luego él mismo fue a
Corinto, y más tarde ellos se le reunieron allí (Hch 18: 5).
Es más
probable que «pensamos que era mejor quedamos solos en Atenas» (1 Ts 3: 1) se
refiera sólo a Pablo, porque él toma el argumento de nuevo en el versículo 5
con el singular «yo» (Por eso, cuando ya no pude soportarlo más, mandé a
Timoteo», 1ª Ts 3: 5), y porque el punto respecto a la soledad extrema en
Atenas no tendría razón si Silas se hubiera quedado con él" Es más, en el
párrafo previo Pablo quiere decir «yo», porque dice: «Sí, deseábamos visitarlos
-yo mismo, Pablo, más de una vez intenté ir-, pero Satanás nos lo impidió» (1ª
Ts 2: 18).
Al
parecer está usando el «nosotros» más frecuentemente en esta epístola como una
manera cortés de incluir en la carta a esa iglesia a Silas y a Timoteo, que
habían pasado tanto tiempo en la iglesia de Tesalónica. Pero los Tesalonicenses
habrían tenido escasa duda de quién realmente estaba a cargo de esta gran
misión a los gentiles, y en cuya autoridad apostólica dependía la carta
primordialmente (o exclusivamente).
Así
que es simplemente posible que Silas mismo fue un apóstol, y que 1ª
Tesalonicenses 2: 6 lo sugiera. Él fue un dirigente principal de la iglesia de
Jerusalén (Hch 15: 22), y bien pudo haber visto a Jesús después de su
resurrección, y luego ser nombrado apóstol. Pero no podemos saberlo con
certeza.
La situación
con Timoteo es diferente, sin embargo. Así como él queda excluido del
«nosotros» de 1ª Tesalonicenses 2: 2 (y 3: 1-2), parece que se le excluye del
«nosotros» de 1 Tesalonicenses 2: 6. Es más, como nativo de Listra (Hch 16:
1-3) que había aprendido de Cristo de su abuela y madre (2ª Ti 1: 5), parece
imposible que hubiera estado en Jerusalén antes de Pentecostés y hubiera allí
visto al Señor resucitado y llegado a creer en él, y luego de repente ser
nombrado como apóstol.
Además,
el patrón de Pablo de escribir en sus cartas siempre guarda celosamente el
título (apóstol) para sí mismo, nunca permitiendo que se lo aplique a Timoteo o
a algún otro de sus compañeros de viaje (notar 2ª Co 1: 1; Col 1: 1: (Pablo,
apóstol de Cristo Jesús y el hermano Timoteo); y luego Flp 1: 1: (Pablo y
Timoteo, siervos de Cristo Jesús). Así que a Timoteo, por el papel importante
que tuvo, no se le debe considerar correctamente como uno de los apóstoles.
Esto
nos da un grupo limitado pero de alguna manera imprecisa en número que tenía el
oficio de «apóstoles de Jesucristo». Parece haber habido por lo menos quince, y
tal vez dieciséis o incluso unos pocos más que no se mencionan en el Nuevo
Testamento.
Sin
embargo, parece bastante cierto que ninguno fue nombrado después de Pablo.
Cuando
Pablo menciona las apariciones del Cristo resucitado, recalca la manera inusual
en que Cristo se le apareció a él, y conecta esto con la declaración de que fue
la «última» de las apariciones, y que él mismo es en verdad «el más
insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol»,
y que se apareció a Cefas, y luego a los doce.
Después Se Apareció A Más De Quinientos Hermanos A La Vez, La Mayoría De
Los Cuales Vive Todavía, Aunque Algunos Han Muerto. Luego Se Apareció A Jacobo,
Más Tarde A Todos Los Apóstoles, Y Por Último, Como A Uno Nacido Fuera De
Tiempo, Se Me Apareció También A Mí.
Admito
que yo soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser
llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios (1ª Co 15: 5-9).
C. SUMARIO:
La
palabra apóstol se puede usar en un sentido amplio o estrecho. En un sentido
amplio, simplemente quiere decir (mensajero» o «misionero pionero».
Pero
en un sentido estrecho, el sentido más común en el Nuevo Testamento, se refiere
a un oficio específico: «apóstol de Jesucristo». Estos apóstoles tuvieron
autoridad única para fundar y gobernar la iglesia primitiva, y pudieron hablar
y escribir palabras de Dios. Muchas de sus palabras escritas llegaron a ser las
Escrituras del Nuevo Testamento.
A fin
de reunir los requisitos como apóstol, el individuo:
(1) Tenía que haber visto con sus propios ojos a Cristo después de que
Jesús resucitó de los muertos, y.
(2) Tenía que haber sido específicamente nombrado por Cristo como apóstol.
Hubo un número limitado de apóstoles, tal vez quince o dieciséis, o tal vez
unos pocos más; el Nuevo Testamento no es explícito en cuanto al número, A los
doce apóstoles originales (los once más Matías) se les unieron Bernabé y Pablo,
muy probablemente Jacobo, tal vez Silas, e incluso tal vez Andrónico y junias,
y unos pocos más que no se nombran.
Parece
que no hubo apóstoles nombrados después de Pablo, y ciertamente, puesto que
nadie hoy puede reunir el requisito de haber visto con sus propios ojos a
Cristo resucitado, no hay apóstoles hoy: En lugar de apóstoles vivos presentes
en la iglesia para enseñar y gobernarla, tenemos más bien los escritos de los
apóstoles en los libros del Nuevo Testamento. Esas Escrituras del Nuevo
Testamento
cumplen para la iglesia hoy la enseñanza y funciones gobernantes absolutamente
autoritativas que fueron cumplidas por los mismos apóstoles durante los años
iniciales de la iglesia.
Aunque
algunos pueden usar la palabra apóstol en los idiomas modernos para referirse a
iniciadores de iglesias o evangelistas muy eficaces, parece inapropiado y nada
provechoso hacerlo así, porque simplemente confunde a las personas que leen el
Nuevo Testamento y ven la alta autoridad que se atribuye al oficio del
«apóstol» allí. Vale la pena notar que ningún dirigente importante en la
historia del cristianismo, ni Atanasia ni Agustín, ni Lutero ni Calvino, ni
Wesley ni Whitefield, se aplicaron a sí mismos el título de «apóstol» o
permitieron que se les llame apóstoles.
Si
alguien en tiempos modernos quiere tomar para sí mismo el título «apóstol», eso
de inmediato levanta la suspicacia de que puede estar motivado por orgullo
inapropiado y deseos de exaltación propia, junto con ambición excesiva y un
deseo de tener mucha más autoridad en la iglesia que cualquier persona
legítimamente debe tener.
NOTA: Alguien podría objetar que Cristo podría
aparecerse a alguien hoy y nombrarlo apóstol. Pero la naturaleza fundamental
del oficio de apóstol (Ef. 2: 20; Ap 21:1 4) y el hecho de que Pablo se ve a sí
mismo como el último a quien Cristo se le apareció y lo nombró apóstol «'Y por
último, como a uno nacido fuera de tiempo», 1Co 15:8), indica que esto no va a
suceder.
Es más, los propósitos de Dios en la historia de la
redención parecen haber sido dados a los apóstoles sólo al principio de la edad
de la iglesia (ver Ef. 2:20).
Otra objeción a la idea de que no hay apóstoles
hoy. Que surge especialmente de personas del movimiento carismático. Es el
argumento de que el «ministerio quíntuple» de Ef. 4: 11 debe continuar hoy, y
que debemos tener
(1) Apóstoles, (2) Profetas,
(3) Evangelistas, (4) Pastores y
(5) Maestros,
Puesto que Pablo dice que Cristo «constituyó a
unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores
y maestros» (Ef 4:11).
Sin embargo, Ef 4: 11 habla de un suceso de una vez
por todas en el pasado (notar el aoristo kai edoken, «y él dio»), cuando Cristo
ascendió al cielo (vv. 8-10) Y luego en Pentecostés derramó los dones iniciales
sobre la iglesia, dándole a la iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, y
pastores maestros (o pastores y maestros).
Si Cristo más tarde dio o no dio más personas para
cada uno de estos cargos no se puede decidir partiendo de este versículo solo,
sino que se debe decidir basándose en otras enseñanzas del Nuevo Testamento
sobre la naturaleza de estos oficios, y si se esperaban que continúen.
De hecho, vemos que hubo muchos profetas,
evangelistas, y pastores maestros establecidos por Cristo en todas las iglesias
iniciales, pero que hubo solamente otro apóstol más dado después del tiempo inicial
(Pablo, «el último de todos», en circunstancias inusuales en el camino a
Damasco).
Ver, por ejemplo, Millard Erickson, Christian
Theology, p. 1084.
La palabra que en el Nuevo Testamento se traduce
«anciano» es la palabra griega presbúteros que también se usa en otros
contextos para indicar simplemente una persona de mayor edad.
2. ANCIANO (PASTOR, SUPERVISOR, OBISPO).
A. ANCIANOS PLURALES: EL
PATRÓN EN TODAS LAS IGLESIAS DEL NUEVO TESTAMENTO:
El
siguiente oficio de la iglesia que se considera es el de «anciano». Aunque
algunos han argumentado que en el Nuevo Testamento son evidentes diferentes
formas del gobierno de la iglesia, lo un estudio de los textos relevantes
muestra que lo opuesto es verdad: hay en las iglesias del Nuevo Testamento un
patrón bastante consistente de ancianos plurales como el grupo principal
gobernante.
Por
ejemplo, en Hechos 14: 23 leemos: « En cada iglesia nombraron ancianos y, con
oración y ayuno, los encomendaron al Señor, en quien habían creído». Esto es en
el primer viaje misionero de Pablo, cuando él regresa por las ciudades de
Listra, Iconio y
Antioquía.
Indica que el procedimiento normal de Pablo desde el tiempo de su primer viaje
misionero fue establecer un grupo de ancianos en cada iglesia poco después de
que la iglesia empezó. Sabemos que Pablo también estableció ancianos en la
iglesia de Éfeso, porque leemos: «Desde Mileto, Pablo mandó llamar a los
ancianos de la iglesia de Éfeso» (Hch 20: 17).
Es
más, a los ayudantes apostólicos de Pablo al parecer se les instruyó que realicen
un proceso similar, porque Pablo le escribe a Tito: «Te dejé en Creta para que
pusieras en orden lo que quedaba por hacer y en cada pueblo nombraras ancianos
de la iglesia, de acuerdo con las instrucciones que te di» (Tit 1: 5).
Poco
después de que se había establecido una iglesia, de nuevo vemos ancianos
establecidos en oficio, en «todo pueblo» en el que había una iglesia. Y Pablo
le recordó a Timoteo del tiempo «cuando los ancianos te impusieron las manos»
(1ª Ti 4: 14).
Santiago
escribe: «¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la
iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor» (Stg
5: 14). Esta es una afirmación significativa porque la Epístola de Santiago es
una carta general escrita a muchas iglesias, a tóelos los creyentes esparcidos
por todas partes, a quienes Santiago caracteriza como «las doce tribus que se
hallan dispersas por el mundo» (Stg 1: 1).
Indica
que Santiago esperaba que hubiera ancianos en toda iglesia del Nuevo Testamento
a la que fue su epístola general; es decir, a todas las iglesias en existencia
en ese tiempo.
Una
conclusión similar se puede derivar de 1ª Pedro. Pedro escribe: «A los ancianos
que están entre ustedes, les ruego esto: cuiden como pastores el rebaño de Dios
que está a su cargo» (1 P 5:1-2). Primera de Pedro también es una epístola
general, escrita a docenas de iglesias esparcidas por cuatro provincias romanas
en Asia Menor (ver 1ª P 1: 1; Bitinia y Ponto constituían una sola provincia
romana).
Lejos
de esperar diferentes clases de gobierno de iglesia cuando escribe (alrededor
del 62 d.C., más de 30 años después de Pentecostés) Pedro da por sentado que
todas estas iglesias, sean fundadas por Pablo o por otros, sean
predominantemente gentiles o predominantemente judías, o incluso divididas en
su constitución, tendrían ancianos dirigiéndolas.
Es
más, había ancianos en la iglesia de Jerusalén (Hch 11: 30; 15:2), y, aunque no
se usa la palabra ancianos, había una pluralidad de líderes en la congregación
a la que se dirige la epístola a los Hebreos, porque el autor dice: «Obedezcan
a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes
tienen que rendir cuentas» (Heb 13: 17).
Dos
conclusiones significativas se pueden derivar de este estudio de la evidencia
dada por el Nuevo Testamento. Primera, ningún pasaje sugiere que alguna
iglesia, por pequeña que sea, tuvo un solo anciano. El patrón consistente del
Nuevo
Testamento
es una pluralidad de ancianos (en toda iglesia) (Hch 14: 23) y «en todo pueblo»
(Tit 1:5). Segunda, no vemos una diversidad de formas de gobierno en la iglesia
del Nuevo Testamento, sino un patrón unificado y consistente en el que toda
iglesia tenía ancianos gobernándola y cuidando de ella (Hch 20: 28; Heb 13:17;
1ª P 5: 2-3).
NOTA: Algunos han sugerido que tal vez había un
anciano en toda (Iglesia de hagan' en una ciudad, y que todos esos ancianos de
las diferentes iglesias de hogar juntos constituían los ancianos que Tito debía
nombrar en cada ciudad.
Sí esto fue cierto, tal vez se podría dar algún
respaldo a la idea de un pastor (anciano) sobre cada iglesia.
En respuesta a esta sugerencia debemos notar que
esta es una teoría sin ninguna evidencia para respaldarla, porque ningún
versículo de Nuevo Testamento sugiere la idea de que había sólo un anciano en
cada iglesia de hogar». En términos de evidencia de respaldo, esta sugerencia
está en la misma categoría de la afirmación: «Tal vez todos los ancianos de
Creta eran ciegos del ojo izquierdo».
Por supuesto, los eruditos pueden decir «tal vez a
cualquier suceso para e! que no hay evidencia, pero tales declaraciones no
deben llevar peso en nuestros esfuerzos por determinar qué patrón de gobierno
de la iglesia existía en realidad en el primer siglo.
B. OTROS NOMBRES PARA LOS
ANCIANOS: PASTORES, SUPERVISORES, OBISPOS:
En el
Nuevo Testamento a los ancianos también se le llama «pastores», «obispos» o
«supervisores»,
La
palabra menos comúnmente usada (por lo menos en forma de sustantivo» es pastor
(gr. poimen). Tal vez sea sorpresa para nosotros enteramos de que esta palabra,
que ha llegado a ser tan común en el inglés y español, sólo ocurre una vez en
el Nuevo Testamento cuando se habla de un oficial de la iglesia. En Efesios 4:
11 Pablo escribe: «Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a
otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros».
El
versículo probablemente se traduciría mejor como «pastores maestros» (un grupo)
antes que «pastores y maestros» (sugiriendo dos grupos) debido a la
construcción del griego (aunque no todos los expertos del Nuevo Testamento
concuerdan con esa traducción).
La
conexión con la enseñanza sugiere que estos pastores eran algunos (o tal vez
todos) los ancianos que realizaban la tarea de enseñar, porque una calificación
para el anciano es que debe ser «capaz de enseñar» (1ª Ti 3: 2).
Aunque
el sustantivo pastor (poimen) no se usa para referirse a los oficiales de la
iglesia en ninguna otra parte del Nuevo Testamento,14 el verbo relativo que
quiere decir «actuar como pastor» (gr. poimano) se aplica a los ancianos en el
discurso de Pablo a los ancianos de Éfeso. Les dice: «para pastorear la iglesia
de Dios» (HH. 20: 28, literalmente traduciendo el verbo poimaino), y en la
misma frase se refiere al pueblo de Dios como «todo el rebaño» usando otro sustantivo
relacionado (gr. poimnion) que quiere decir «un rebaño de ovejas».
Así
que Pablo directamente encomienda a estos ancianos de Éfeso que actúen como
«pastores».
El
mismo verbo se usa en 1 Pedro 5:2, en donde Pablo les dice a los ancianos que
pastoreen (poimaino) el rebaño de Dios que está a su cargo (traducción del
autor).
Luego,
dos versículos más adelante, a Jesús se le llama el pastor principal o «el
Pastor supremo» (arquipoimen, 1ª P 5: 4), implicando muy claramente que Pedro
también veía a los ancianos como pastores de la iglesia. Por consiguiente,
aunque el sustantivo pastor se usa sólo una vez para referirse a los ancianos,
el verbo relativo se usa dos veces en pasajes que explícitamente identifican la
tarea de pastorear con el oficio de anciano.
Otro
término que se usa para los ancianos en el Nuevo Testamento es la palabra
griega epískopos que se traduce como «supervisor» u «obispo», dependiendo del
pasaje individual en la traducción en el inglés.
Pero
la palabra también parece muy claramente ser otro término para ancianos en el
uso del Nuevo Testamento.
Por
ejemplo, cuando Pablo ha llamado a los ancianos de la iglesia de Éfeso (Hch 20:
17), les dice: Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el
Espíritu Santo los ha puesto como obispos (gr. episkopos) (Hch 20:28). Pablo de
buen grado se refiere a estos ancianos de Éfeso como «obispos».
En 1ª
Timoteo 3: 1-2 Pablo escribe: «Si alguno desea ser obispo, a noble función
aspira. Así que el obispo debe ser intachable». Debemos recordar que Pablo le
está escribiendo a Timoteo, cuando Timoteo está en Éfeso (ver 1ª Ti 1: 3: «que
permanecieras en Éfeso») y ya sabemos por Hechos 20 que hay ancianos en Éfeso
(Hch. 20: 17-38).
Todavía
más, en 1ª Timoteo 5: 17 vemos que los ancianos gobernaban la iglesia de Éfeso
cuando Timoteo estaba allí, porque dice: «Los ancianos que dirigen bien los
asuntos de la iglesia son dignos de doble honor».
Ahora
bien, los «obispos» en 1ª Timoteo 3: 2 también deben gobernar sobre la iglesia
de Éfeso porque un requisito es que «Debe gobernar bien su casa porque el que
no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?»
(1ª Ti 3: 4-5). Así que aquí también parece que «obispo» es simplemente otro
término para anciano, puesto que estos «obispos» cumplen la misma función como
los ancianos muy claramente en otras partes en la epístola y en Hechos 20.
En
Tito 1: 5 Pablo le dice a Tito que «en cada pueblo nombraras ancianos» y le
menciona algunos requisitos (v. 6). Luego en la frase que sigue (v. 7), explica
el porqué de esos requisitos, y empieza diciendo: «El obispo tiene a su cargo
la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable». Aquí de nuevo usa la
palabra «obispo» para referirse a los ancianos que Tito debe nombrar, dando
otra indicación de que los términos anciano y obispo eran intercambiables.
Finalmente,
en Filipenses 1: 1 Pablo escribe: «a todos los santos en Cristo Jesús que están
en Filipos, junto con los obispos y diáconos». Aquí parece apropiado pensar que
«obispos» es otro término para «ancianos», porque ciertamente había ancianos en
Filipos, puesto que era práctica de Pablo establecer ancianos en toda iglesia
(ver Hch 14: 23).
Y si
había ancianos gobernando en la iglesia de Filipos, es inconcebible que Pablo
escribiera a la iglesia y destacara a los obispos y diáconos, pero no a los
ancianos, si sus oficios fueran tan diferentes del de los ancianos. Por
consiguiente, por «obispos y diáconos» Pablo debe haber querido decir lo mismo
como «ancianos y diáconos».
Aunque
en algunas partes del cristianismo del segundo siglo d.C. y para adelante, la
palabra obispo se ha usado para referirse a un solo individuo con autoridad
sobre varias iglesias, este fue un desarrollo posterior del término y no se
halla en el mismo Nuevo Testamento.
NOTA: La frase «a algunos pastores y maestros»
tiene sólo un artículo definido frente a los dos nombres unidos por kai «y»),
construcción que en e! griego siempre indica que e! escritor ve los dos
sustantivos como unificados de alguna manera.
Esta construcción a menudo se usa en donde los dos
sustantivos se refieren a la misma persona o cosa, pero a veces se usa de dos
diferentes personas o grupos vistos como una unidad.
En cualquier caso, la frase ligar a «pastores» y
«maestros» más íntimamente que cualquier otro título.
Sin embargo, se la usa varias veces para hablar del
«pastor» que cuida sus ovejas.
La palabra pastor del español se deriva de un
término latino que quiere decir «uno que cuida ovejas».
La NIV, en inglés, usa regularmente «supervisor» en
lugar de «obispo» para traducir episkopos.
Incluso el erudito anglicano J. B. Lightfoot dice:
«es un hecho ahora generalmente reconocido por los teólogos de todos los
matices de opinión, que en el lenguaje del Nuevo Testamento al mismo oficio de
la iglesia se llama indistintamente «obispo» (epískopos) y «anciano» o
«presbítero» (presbuteros) (St. Paul's Epistle to the Philippians [Zondervan,
Grand Rapids, 1953; primero publicada 1868], p. 95; en pp. 95-99 Lightfoot
considera la información que respalda esta conclusión).
C. LAS FUNCIONES DE LOS
ANCIANOS:
Uno de
los principales papeles de los ancianos en el Nuevo Testamento es gobernar a
las iglesias del Nuevo Testamento. En 1ª Timoteo 5: 17 leemos: «Los ancianos
que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor».
Anteriormente
en la misma epístola Pablo dice que el obispo (o anciano) «Debe gobernar bien
su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto; porque el que
no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?»
(1ª Ti 3: 4-5).
Pedro
también indica una función de gobierno para los ancianos cuando les exhorta:
Cuiden Como Pastores El Rebaño De Dios Que Está A Su Cargo, No Por
Obligación Ni Por Ambición De Dinero, Sino Con Afán De Servir, Como Dios
Quiere. No Sean Tiranos Con Los Que Están A Su Cuidado, Sino Sean Ejemplos Para
El Rebaño. Así, Cuando Aparezca El Pastor Supremo, Ustedes Recibirán La
Inmarcesible Corona De Gloria. Así Mismo, Jóvenes, Sométanse A Los Ancianos (1ª
P 5: 2-5).
El
hecho de que deben actuar como pastores de rebaño de Dios, y el hecho de que no
deben ser dominantes (es decir, no deben gobernar rigurosa u opresivamente)
fuertemente sugiere que los pastores tienen funciones de gobierno en las
iglesias a las cuales Pedro escribe. Esto concuerda con su recomendación de que
especialmente los que son jóvenes deben «someterse a los ancianos» (v. 5).
Aunque
Hebreos 13:17 no menciona a los ancianos, ciertamente hay algunos oficiales de
la iglesia con autoridad para gobernar a la iglesia, porque el autor dice:
«Obedezcan
a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes
tienen que rendir cuentas». Puesto que el Nuevo Testamento no da indicación de
algún otro oficial en la iglesia con este tipo de autoridad, es razonable
concluir que la congregación debe someterse y obedecer a sus ancianos. (Esta
conclusión también es consistente con la descripción de las responsabilidades
que Pablo da a los ancianos de Éfeso en Hechos 20: 28).
Además
de la responsabilidad de gobernar, los ancianos también parecen haber tenido
algunas responsabilidades de enseñanza en las iglesias del Nuevo Testamento.
En
Efesios 4: 11 a los ancianos se les menciona como «pastores maestros» (o, como
traducción alterna, pastores a los que se considera muy íntimamente unidos a
maestros). Y en 1ª Timoteo 3:2, el obispo (anciano) debe ser «capaz de
enseñar». Luego, en 1 Timoteo 5: 17 Pablo dice: «Los ancianos que dirigen bien
los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que
dedican sus esfuerzos a la predicación ya la enseñanza».
Aquí
Pablo parece implicar que hay un grupo especial de ancianos que «dedican sus
esfuerzos a la predicación y a la enseñanza». Esto quiere decir por lo menos
que hay algunos entre los ancianos que dedican más tiempo a las actividades de
predicar y enseñar, e inclusive puede tal vez querer decir que hay algunos que
se «dedican» en el sentido de que se ganan la vida de esa predicación y
enseñanza.
Las
mismas conclusiones se pueden derivar de Tito, en donde Pablo dice que el
anciano «Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de
modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los
que se opongan» (Tit 1: 9).
En las
iglesias del Nuevo Testamento los ancianos, entonces, tienen la responsabilidad
de gobernar y enseñar.
NOTA: Para una defensa de la noción de en 1ª P 5: 5
se hace referencia a los oficiales de la iglesia y no sólo a personas de edad
anciana, ver Wayne Grudem, The Fírst Epistle of Peter, pp. 192-93.
Pablo nunca dice que todos los ancianos deben ser
capaces de enseñar en público o predicar sermones a la congregación, y sería
razonable pensar que el que es «capaz de enseñar» pudiera ser alguien que puede
explicar en privado la palabra de Dios.
Así que tal vez no todos los ancianos son llamados
a enseñar en público; tal vez no todos tienen dones para enseñar de esa manera
específica. Lo que sí es claro aquí es que Pablo quiere garantizar que los
ancianos tengan una comprensión madura y sólida de las Escrituras y puedan
explicarla a otros.
D. REQUISITOS DE LOS
ANCIANOS:
Cuando
Pablo menciona los requisitos para los ancianos, es significativo que combina
requisitos en cuanto a rasgos de carácter y actitudes del corazón con
requisitos que no se pueden llenar en un tiempo breve sino que sólo serán
evidentes en un período de varios años de vida cristiana fiel:
Así Que El Obispo Debe Ser Intachable, Esposo De Una Sola Mujer,
Moderado, Sensato, Respetable, Hospitalario, Capaz De Enseñar; No Debe Ser
Borracho Ni Pendenciero, Ni Amigo Del
Dinero, Sino Amable Y Apacible. Debe Gobernar Bien Su Casa Y Hacer Que Sus
Hijos Le Obedezcan Con El Debido Respeto; Porque El Que No Sabe Gobernar Su
Propia Familia, ¿Cómo Podrá Cuidar De La Iglesia De Dios?
No Debe Ser Un Recién Convertido, No Sea Que Se Vuelva Presuntuoso Y
Caiga En La Misma Condenación En Que Cayó El Diablo. Se Requiere Además Que
Hablen Bien De Él Los Que No Pertenecen A La Iglesia, Para Que No Caiga En
Descrédito Y En La Trampa Del Diablo (1ª Ti 3: 2-7).
De
modo similar, pero requisitos con fraseología diferente se halla en Tito 1:
6-9, en donde Pablo dice que Tito debe nombrar ancianos en toda ciudad:
El Anciano Debe Ser Intachable, Esposo De Una Sola Mujer; Sus Hijos
Deben Ser Creyentes, Libres De Sospecha De Libertinaje O De Desobediencia. El
Obispo Tiene A Su Cargo La Obra De Dios, Y Por Lo Tanto Debe Ser Intachable: No
Arrogante, Ni Iracundo, Ni Borracho, Ni Violento, Ni Codicioso De Ganancias Mal
Habidas.
Al Contrario, Debe Ser Hospitalario, Amigo Del Bien, Sensato, Justo,
Santo Y Disciplinado. Debe Apegarse A La Palabra Fiel, Según La Enseñanza Que
Recibió, De Modo Que También Pueda Exhortar A
Otros Con La Sana Doctrina Y Refutar A Los Que Se Opongan (Tit 1: 6-9).
Los
que están escogiendo ancianos en las iglesias de hoy harían bien en examinar
cuidadosamente a los candidatos a la luz de estos requisitos, y buscar estos
rasgos de carácter y patrones de vida santa antes que logros en el mundo, fama
o éxito. Especialmente en las iglesias en las sociedades industriales
occidentales parece haber una tendencia a pensar que el éxito en el mundo de
los negocios (o ley, o medicina, O gobierno) es una indicación de aptitud para
el oficio de anciano, pero ésta no es la enseñanza del Nuevo Testamento.
Nos
recuerda que los ancianos deben ser «ejemplos del rebaño» en sus vidas diarias,
yeso ciertamente incluye su propia relación personal con Dios en la lectura bíblica,
oración y adoración.
Tal
como Pablo pudo decir: (Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1ª Co 11: 1; 2ª
Ti 3: 10-11), Y tal como pudo ordenarle a Timoteo a que (los creyentes vean en
ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y
pureza) (1ª Ti 4: 12), y así como pudo decirle a Tito: «Con tus buenas obras,
dales tú mismo ejemplo en todo.
Cuando
enseñes, hazlo con integridad y seriedad, y con un mensaje sano e intachable»
(Tit 2: 7-8), así el patrón se debe continuar en la vida de todos los
dirigentes de la iglesia hoy. No es opcional que sus vidas sean ejemplos para
que otros sigan; es un requisito.
E. ¿QUÉ QUIERE DECIR «ESPOSO
DE UNA SOLA MUJER»?
El
requisito de (esposo de una sola mujer» (1ª Ti 3: 2; Tit 1: 6) se ha entendido
de diferentes maneras. Algunos han pensado que excluyen del oficio de anciano a
los hombres que se han divorciado y han estado casados con alguna otra mujer,
puesto que en ese caso habrían sido esposos de dos esposas. Pero esto no parece
ser una comprensión correcta de estos versículos.
Una
mejor interpretación es que Pablo está prohibiendo que un polígamo (un hombre
que al presente tiene más de un esposa) sea anciano. Varias razones respaldan
esta noción:
(1) todos los demás requisitos mencionados por Pablo se refieren a la
situación presente del hombre y no a toda su vida pasada. Por ejemplo, 1ª
Timoteo 3: 1-7 no quiere decir «uno que nunca ha sido violento», sino «uno que
ahora no es violento, sino amable». No quiere decir «uno que nunca ha sido
amante del dinero», sino «uno que ahora no es amante del dinero». No quiere
decir «uno que toda su vida ha sido intachable», sino «uno que ahora es
intachable». Si hiciéramos que estos requisitos se apliquen a toda la vida
pasada de uno, entonces excluiría del cargo casi a todo el que llega a ser
creyente como adulto, porque es dudoso que algún no creyente pudiera reunir
estos requisitos.
(2) Pablo pudo haber dicho «habiendo estado casados sólo una vez» si
hubiera querido decirlo, pero no lo dijo.
(3) No debemos impedir que los viudos que se han vuelto a casar sean
ancianos, pero eso sería necesario si tomamos la frase como queriendo decir
«habiendo estado casados sólo una vez». Los requisitos para el anciano se basan
en el carácter moral y espiritual del hombre, y no hay nada en la Biblia que
sugiera que el hombre que se ha vuelto a casar después de que su esposa ha
muerto tenga requisitos morales o espirituales más bajos.
(4) La poligamia era posible en el primer siglo. Aunque no era común, se
practicaba la poligamia, especialmente entre los judíos. El historiador judío
Josefo dice: «Porque es una costumbre ancestral de nosotros tener varias
esposas al mismo tiempo»." La legislación rabínica también regula las costumbres
de herencia y otros aspectos de la poligamia.
Por
consiguiente, es mejor entender «esposo de una sola mujer» como que prohíbe al
polígamo ocupar el cargo de anciano. Estos versículos no dicen nada en cuanto
al divorcio y nuevo matrimonio con respecto a los requisitos para un cargo en
la iglesia.
NOTA: La expresión griega para «habiendo estado
casado sólo una vez» seria jápax guegamemenos usando la palabra «una sola
vez" (jápax) más un participio perfecto. Dando el sentido: «habiendo
estado casado una sola vez y continuando en ese estado resultante de ese
matrimonio». (Tal construcción se halla, por ejemplo, en Heb 10: 2, y una
construcción similar se halla en Heb 9:26. Expresiones relativas con verbos en
aoristo se hallan en Heb 6: 4; 9: 28, y Jud 3).
Otra manera en que Pablo pudo haber expresado la
idea de haber estado casado sólo una vez seria usando un participio perfecto de
ginomai para decir: «habiendo sido esposo de una sola esposa» (gegonos mias
gunaikos aner).
Esto es, de hecho, la fuerza del requisito para las
viudas en 1ª Ti 5: 9: «que haya sido esposa de un solo marido» (RVR; la fuerza
del participio perfecto gegonuia (de ginomai) sigue de la frase previa, y todos
los requisitos para inscribir a las viudas en 1ª Ti 5: 9-10 hablan de la
historia pasada en sus vidas). Pero en 1ª Ti 3: 2 y Tit 1: 6 el sentido es
diferente, porque se usan formas del tiempo presente de eimi «<ser»):
(literalmente): «Es necesario que el obispo sea intachable, esposo de una
esposa».
Algunos intérpretes de la iglesia primitiva en
efecto trataron de excluir de los cargos de la iglesia a viudos que se habían
vuelto a casar (ver, por ejemplo Apostolic Constitutions 2. 2; 6. 17 [siglos
tercero o cuarto d.C.], y Apostolic Canons 17 [siglos cuarto o quinto d. C.J,
pero estas afirmaciones no reflejan una perspectiva bíblica sino un falso
ascetismo que sostenía que el celibato en general era superior al matrimonio.
(Estos textos se pueden hallar en la serie Ante-Nicene Fathers, 7: 396,457, y
501).
Sin embargo, Crisóstomo (m. 407 d.C.) entendió 1ª
Ti 3: 2 como prohibiendo la poligamia, y no un segundo matrimonio después de la
muerte o divorcio (ver sus Homilias sobre 1ª Ti 3: 2).
Josefo, Antiquities 17.14; en 17.19 menciona a las
nueve mujeres que estaban casadas con el rey Herodes al mismo tiempo.
Ver Mishnah, Yebamoth 4:11;
Ketuboth 10: 1,4,5; Sanhedrin 2:4; Kerithoth 3:7; Kiddushin 2:7; Bechoroth 8:4
. Otra evidencia de la poligamia judía se halla en Justino Mártir,
Dialogue wat Trapo, capítulo 134. La evidencia para la poligamia entre no
judíos no es extensa pero se indica en Herodoto (m. 420 a.C.) 1.135; 4.155; 2
Mac. 4:30 (alrededor de 170 a.c.); Tertuliano, Apología 46.
F. LA INVESTIDURA PÚBLICA DE
ANCIANOS:
En
conexión con la consideración de ancianos Pablo dice: «No te apresures a
imponerle las manos a nadie» (1ª Ti 5: 22). Aunque el contexto no especifica un
proceso de selección de ancianos, el contexto inmediatamente precedente (1ª Ti
5: 17-21) trata por entero de los ancianos, y la imposición de manos sería una
ceremonia apropiada para apartar a alguien para el oficio de anciano (nótese la
imposición de manos para ordenar o establecer personas en ciertos oficios o
tareas en Hch 6: 6; 13: 3; 1ª Ti 4: 14).
Por
consiguiente, el apartar ancianos parece ser la posibilidad más probable de la
acción que Pablo tiene en mente. En este caso él estaría diciendo: «No te
apresures a ordenar a algunos como ancianos». Esto sería consistente con un
proceso por el que los diáconos también «primero sean puestos a prueba, y
después, si no hay nada que reprocharles, que sirvan como diáconos» (1ª Ti 3:
10).
Aunque
Pablo en efecto ordenó andanas bastante temprano después del establecimiento de
cada iglesia (Hch 14: 23), aquí advierte que tal nombramiento no debe ser
precipitado, para que no se cometa una equivocación. Y en todo el proceso la
iglesia debe ser cuidadosa para no juzgar como el mundo juzga, porque «el
hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1ª S
16: 7, RVR; 1ª Co 5: 16).
Esta
necesidad de evaluación de fa condición espiritual también fue evidente cuando
los apóstoles animaron a la iglesia de Jerusalén a seleccionar a «siete hombres
de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta
responsabilidad» (Hch 6: 3). Entre los escogidos que estuvo «Esteban, hombre
lleno de fe y del Espíritu Santo» (Hch 6: 5).
Debemos
también notar que el nombramiento de ancianos en las primeras iglesias de Pablo
fue acompañado por «oración y ayuno», tal vez en conexión con el proceso de
selección de ancianos. (Nótese el ejemplo de Jesús que «se fue Jesús a la
montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios» antes de escoger a sus
doce discípulos [Lc 6: 12-13J).
3. DIÁCONO.
La
palabra diácono es traducción de la palabra griega diákonos que es la palabra
ordinaria para «sirviente» cuando se usa en el contexto que no tiene que ver
con oficiales de la iglesia.
A los
diáconos se les menciona claramente en Filipenses 1: 1: «A todos los santos en
Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los obispos y diáconos». Pero no
se especifica su función, aparte de indicar que Son diferentes de los obispos
(ancianos).
A los
diáconos también se les menciona en 1ª Timoteo 3: 8-13 en un pasaje más
extenso:
Los Diáconos, Igualmente, Deben Ser Honorables, Sinceros, No Amigos Del
Mucho Vino Ni Codiciosos De Las Ganancias Mal Habidas. Deben Guardar, Con Una
Conciencia Limpia, Las Grandes Verdades De La Fe. Que Primero Sean Puestos A
Prueba, Y Después, Si No Hay Nada Que Reprocharles, Que Sirvan Como Diáconos.
Así mismo,
las esposas de los diáconos [o «mujeres»; el griego puede tomar cualquiera de
estos significados] deben ser honorables, no calumniadoras sino moderadas y
dignas de toda confianza.
El
diácono debe ser esposo de una sola mujer y gobernar bien a sus hijos y su
propia casa. Los que ejercen bien el diaconado se ganan un lugar de honor y
adquieren mayor confianza para hablar de su fe en Cristo Jesús (1ª Ti 3: 8-13).
Aquí
no se describe la función de los diáconos, pero los requisitos para los
diáconos sugieren algunas funciones. Por ejemplo, parece que tuvieron alguna
responsabilidad en hacerse cargo de las finanzas de la iglesia, puesto que
tenían que ser personas «no codiciosas de las ganancias mal habidas» (v. 8).
Tal
vez tenían algunas responsabilidades administrativas en otras actividades de la
iglesia también, porque debían «gobernar bien a sus hijos y su propia casa» (v.
12). También tal vez ministraban a las necesidades físicas de los que
necesitaban ayuda en la iglesia o en la comunidad (ver la explicación de Hechos
6 abajo).
Todavía
más, en el versículo 11 se habla de sus esposas (como yo pienso que lo dice),
entonces también sería probable que ellos participaran en la visitación de casa
en casa y el asesoramiento, porque las esposas deben ser« no calumniadoras».
No
sería bueno para los diáconos si sus esposas (que sin duda también participaban
en la oración y el asesoramiento junto con los diáconos) regaban asuntos
confidenciales por toda la iglesia. Pero estas son sólo sugerencias de posibles
aspectos de responsabilidad que sugiere este pasaje.
El
sustantivo diácono no se usa en Hechos 6: 1-6, sino un verbo relacionado (gr.
diaconeo, «servir») se halla en el versículo 2: «No está bien que nosotros los
apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para se1YÍr las
mesas». Aquí los apóstoles que gobernaban la iglesia de Jerusalén hallaron
necesario delegar a otros algunas responsabilidades administrativas.
En
este caso, las responsabilidades incluyeron la distribución de comida a las
viudas necesitadas. Parece apropiado pensar de aquellos siete hombres eran
«diáconos» aunque el sustantivo diácono tal vez no había llegado a aplicarse a
ellos cuando empezaron esta responsabilidad, porque parece que se les asignan
tareas que encajan bien con las responsabilidades de los diáconos que se
sugieren en 1ª Timoteo 3: 8-12.
Hay
otros pasajes en los que es dificil saber si el Nuevo Testamento está hablando
del diácono como un oficial especial de la iglesia o simplemente está usando la
palabra para referirse a un «sirviente» en un sentido general. Esta es la
dificultad en Romanos 16: 1, en donde a Febe se la llama «sirvienta» o una
«diaconisa» o «diácono» (este tipo de sustantivo griego tiene la misma forma
tanto en género masculino como femenino, así que simplemente es cuestión de
cuál palabra en español es la más apropiada) de la iglesia en Cencrea.
Debido
al mismo requisito de Pablo de que el diácono debía ser «esposo de una mujer»
(1ª Ti 3: 12), la traducción «sirviente» parece preferible en Romanos 16: 1
(diákonos toma este sentido en Ro 13: 4; 15: 8; y 1ª Co 3: 5).
En
general, los versículos sobre los diáconos muestran que ellos tenían cargos
reconocidos para «servir» a la iglesia de varias maneras. Hechos 6: 1-6 sugiere
que tenían algunas responsabilidades administrativas, pero con todo estaban
sujetos a la autoridad de los que tenían gobierno sobre toda la iglesia.
Es
significativo que en ninguna parte del Nuevo Testamento los diáconos tienen
autoridad de gobierno sobre la iglesia como los ancianos, ni tampoco se exige
que los diáconos sean capaces de enseñar las Escrituras o doctrina sana.
NOTA: No hemos considerado el oficio que ocupó
Timoteo y Tito bajo la categoría de apóstol ni bajo la categoría de anciano.
Esto se debe a que Timoteo y Tito. Junto con algunos de los otros colaboradores
de Pablo, no son apóstoles, pero tampoco son ancianos o diáconos. Parecen caer
en Una categoría inusual que pudiéramos llamar «ayudantes apostólicos», porque
tuvieron alguna autoridad delegada de los apóstoles para supervisar a las
primeras iglesias mientras estaban siendo establecidas.
Puesto que hoy no hay apóstoles vivos a los que
personas como estas deberían rendir cuentas y de quienes derivarían su
autoridad, no debemos esperar tener ningún ayudante apostólico como estos en la
iglesia de hoy tampoco.
Algunos han argumentado que 1ª Ti 3: 11 se refiere
a diaconisas: «Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no
calumniadoras sino moderadas y dignas de toda confianza»,
4. ¿OTROS OFICIOS?
En
muchas iglesias de hoy hay otros oficiales, tales como tesorero, moderador (el
responsable por presidir en las reuniones de negocios de la iglesia), o
fideicomisarios (en algunas formas de gobierno de la iglesia éstas son personas
que tienen responsabilidad legal por las propiedades de la iglesia).
Todavía
más, las iglesias que tienen más de un miembro de personal a sueldo pueden
tener algunos miembros del personal (tal como el director de música, director
de educación, obrero juvenil, etc.) a los que «públicamente se les reconoce
como teniendo derecho y responsabilidad de realizar estas funciones en la
iglesia», y que por esto encajan en nuestra definición de oficial de la
iglesia, y que tal vez incluso reciban paga para realizar esas funciones como ocupación
a tiempo completo, pero que tal vez no sean ancianos o diáconos en la iglesia.
Parece
no haber razón alguna para decir que éstos no deberían ser también oficios en
la iglesia, aunque todos ellos probablemente se podrían poner en la categoría
bien sea de anciano o diácono (la mayoría de los mencionados arriba bien
podrían ser diáconos con responsabilidades específicas, o el moderador también
podría ser un anciano que simplemente modera las reuniones de negocios de la
iglesia).
Con
todo, si estos y otros cargos similares parecen útiles para el funcionamiento
de la iglesia, parece no haber razón por la que no se deba establecerlos. Sin
embargo, si se los establece, sería necesario ver que no resten la importancia
a los oficios específicamente mencionados en las Escrituras, y que no tengan
ninguna autoridad que no esté sujeta a la autoridad gobernante de esos
oficiales que claramente se mencionan en las Escrituras.
Si los
que tienen oficios no mencionados en las Escrituras adquieren influencia o
autoridad significativa, entonces es mucho menos probable que la gente de la
congregación o los que ostentan los cargos miren a las Escrituras y hallen
descripciones detalladas de cómo deben actuar y cómo se les debe escoger. Esto
tendería a disminuir la autoridad efectiva de las Escrituras para establecer
normativas en la iglesia en cuestiones de liderazgo de la iglesia.
Sin embargo, si Timoteo y la iglesia de Éfeso
sabían que las mujeres podían ser diáconos, sería muy extraño que Pablo tenga
que añadir un versículo separado que hable específicamente en cuanto a las
diaconisas, y luego nada más específicamente acerca de ellas de lo que se
habría requerido si el versículo no estuviera allí para nada.
Todavía más, parece muy extraño que Pablo inserte
sólo un versículo acerca de la diaconisa en medio de cinco versículos (tres
precediendo y dos siguiendo) en cuanto a hombres que son diáconos. Por otro
lado, un versículo que se refiere a las esposas de los diáconos en medio de una
lista de requisitos para los diáconos sería muy apropiado: Pablo en otras
partes incluye la conducta de la familia como un aspecto de requisito para el
oficio de la iglesia (1ª Ti 3: 2, 4-5).
Es cierto que Pablo simplemente dice «la esposa» en
lugar de «sus esposas», pero el griego frecuentemente omite adjetivos posesivos
cuando la persona mencionada (hermano, hermana, padre, madre, etc.) tendría una
relación obvia a la persona que se está considerando en el contexto inmediato.
Para las dos nociones de este versículo, y las dos nociones de si las mujeres
deben ser diaconisas hoy,
B. ¿CÓMO SE DEBE ESCOGER A LOS OFICIALES DE LA IGLESIA?
En la
historia del cristianismo han habido dos tipos principales de procesos para la
selección de oficiales de la iglesia: elección por una autoridad más alta, o
selección hecha por la congregación local. En la Iglesia Católica Romana los
oficiales son nombrados por una autoridad más alta: el papa nombra cardenales y
obispos, y los obispos nombran párrocos. Esto es una (Jerarquía) o sistema de
gobierno por un sacerdocio" que es distinto a los laicos en la iglesia.
Este
sistema aduce una línea ininterrumpida de descendencia de Cristo y los
apóstoles, y aduce que el presente sacerdocio son los representantes de Cristo
en la iglesia. Aunque la iglesia de Inglaterra (iglesia episcopal en los
Estados Unidos) no se somete al gobierno del papa ni tiene cardenales, tiene
ciertas similitudes con el sistema jerárquico de la Iglesia Católica Romana,
puesto que es gobernada por obispos y arzobispos, y del clero se piensa como
sacerdotes. También afirma la sucesión de los apóstoles, y los sacerdotes y
obispos son nombrados por una autoridad más alta fuera de la parroquia local.
A
distinción de este sistema de nombramiento por una autoridad más alta, en la
mayoría de las demás iglesias protestantes los oficiales de la iglesia son
seleccionados por la iglesia local, o por un grupo dentro de la iglesia local,
aun cuando la forma de gobierno de la iglesia puede variar en otras maneras
significativas (ver abajo). Puesto que este es un aspecto en el que no hay
absolutamente ningún pasaje bíblico decisivo, debemos ser pacientes con algo de
la diversidad entre evangélicos en este asunto.
Sin
embargo, hay varias razones por las que parece más apropiado que los oficiales
de la iglesia (tales como anciano y diácono, y ciertamente incluyendo el
«pastor») deben ser escogidos o por lo menos afirmados o reconocidos de alguna
manera por toda la congregación:
(1) En el Nuevo Testamento hay varios ejemplos en los que los oficiales de
la iglesia evidentemente fueron escogidos por toda la congregación. En Hechos
6: 3 los apóstoles no escogieron ellos mismos a los siete primeros diáconos (si
los vemos como diáconos), sino que le dijeron a toda la iglesia: «escojan de
entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de
sabiduría, para encargarles esta responsabilidad».
La
selección inicial de estos hombres fue hecha por toda la congregación. Cuando
se escogió al reemplazo de Judas para que fuera contado entre los apóstoles,
toda la congregación de 120 personas (ver Hch 1: 15) hizo la selección inicial
de dos, de los cuales el mismo Señor indicó cuál se debía nombrar:
«Así
que propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, apodado el Justo, y a Matías»
(Hch 1: 23). Al fin del concilio de Jerusalén la iglesia entera tuvo parte con
los apóstoles y ancianos para escoger los representantes que llevarían las
decisiones a las demás iglesias, porque la selección y el envío fue hecho por
«los apóstoles y los ancianos, de común acuerdo con toda la iglesia» (Hch 15:
22; «de común acuerdo», v. 25).
Todavía
más, cuando algunas de las iglesias enviaron una ofrenda con Pablo para la
iglesia de Jerusalén, las iglesias también enviaron a un representante para que
acompañara a Pablo, uno que, conforme a Pablo, «las iglesias lo escogieron para
que nos acompañe cuando llevemos la ofrenda» (1A Co 8: 19).
NOTA: La palabra jerarquía significa «gobierno por
sacerdotes», y se deriva de las palabras griegas para «sacerdote» 0íereus) y
«gobierno» (arqué).
La iglesia metodista en los Estados Unidos de
América también tiene nombramientos de clero local por obispos, y tiene algunas
similitudes a la iglesia episcopal, de la cual salió.
Se
podría objetar que Pablo y Bernabé «nombraron» ancianos en cada iglesia (Hch
14: 23), y Pablo también le dijo a Tito que «nombrara ancianos en cada ciudad»
(Tit 1: 5). ¿No parece esto asemejarse más al sistema católico romano o
anglicano que a un sistema de selección congregacional? S
in
embargo, incluso esos versículos no necesitan implicar que los apóstoles solos
hicieron la selección, pero ciertamente podrían incluir consulta congregacional
e incluso consentimiento antes de que se haga un nombramiento oficiala
investidura (como en el nombramiento en Hch 6:3,6). La palabra nombrar también
puede significar «investir».
(2) Otra razón para la participación congregacional en la selección de los
oficiales de la iglesia es que en el Nuevo Testamento en general la autoridad
gobernante final parece descansar no en algún grupo fuera de la iglesia, o
algún grupo dentro de la iglesia, sino en la iglesia como un todo. El paso
final en la disciplina eclesiástica antes de la excomunión es «díselo a la
iglesia» (Mt 18: 17).
La
excomunión, o el acto de excluir a alguien de la comunión de la iglesia, se
hace cuando la congregación entera está «reunida» (1a Co 5: 4), y
por consiguiente evidentemente la hace la congregación entera.
Otra
consideración que es sugestiva, pero no concluyente, es el hecho de que las
epístolas que son escritas a iglesias no son enviadas a ancianos ni a algún
otro grupo de dirigentes dentro de las iglesias, sino que todas son escritas a
iglesias enteras, y a la congregación entera se le anima a leer y se espera que
preste atención a estas epístolas (Ro 1:7; 1 Ca 1:2; 2 Ca 1:1; cf. 2 Ca 1:13;
Col 4:16; 1a Ti 4: 13). Esto quiere decir que los apóstoles se
relacionan directamente con las congregaciones, y no con las congregaciones por
medio de los oficiales.
Hay
también algunas razones prácticas que se pueden mencionar:
(3) Si la congregación entera selecciona a los oficiales de la iglesia, hay
más responsabilidad ante la congregación. Pablo da por sentado algún nivel de
responsabilidad cuando provee el hecho de que «dos o tres testigos» puedan
presentar una acusación de error en contra de un anciano (1A Ti 5:
19). Esta responsabilidad provee una salvaguarda adicional contra las
tentaciones a pecar y la excesiva codicia por poder.
(4) Históricamente, la doctrina falsa a menudo parece ser adoptada primero
por los teólogos de la iglesia, luego por los pastores, y por último por los
laicos informados que están leyendo la Biblia diariamente y andando con el
Señor. Por consiguiente, si los dirigentes empiezan a descarriarse en la
doctrina o en la vida, y no hay elección por parte de la congregación, entonces
la iglesia como un todo no tiene un medio práctico de sujetar las riendas de la
situación y revertida. Pero si los oficiales son elegidos por la iglesia,
entonces hay un sistema de «verificación y balance por el que incluso la
autoridad gobernante de la iglesia tiene alguna responsabilidad ante la iglesia
como un todo.
(5) El gobierno funciona mejor cuando tiene el consentimiento de los
gobernantes (en el A. T. Éx 4: 29-31; 1a S 7: 5-6; 10: 24; 2a S 2: 4; 1a R 1:
39-40 y nótese que el error de Roboam 1A R 12: 1, 15).
Estos factores
combinan para indicar que aunque las Escrituras no ordenan explícitamente un
sistema específico para escoger oficiales de la iglesia, parecería más sabio
tener un sistema por el que toda la iglesia tiene un papel significativo en la
selección i reconocimiento de los oficiales de la iglesia; tal vez mediante un
voto congregacional, o mediante algún otro proceso por el que se requiere el
reconocimiento congregacional antes de que los oficiales de la iglesia puedan
tomar posesión de su cargo.
¡Se
puede decir algo en cuanto a los procesos para seleccionar a los oficiales?
Algunas
verificaciones congregacionales adicionales contra el uso excesivo de autoridad
se podrían incluir en el proceso de selección. Aquí hay campo para amplia
variación, pero provisiones tales como la elección a términos limitados de
oficio, una exigencia de un año obligatorio de descanso (excepto por los
miembros del personal pastoral a tiempo completo que son ancianos) cada pocos
años, y un requisito de nueva afirmación periódica de elección, y una provisión
en el proceso de nominación por el que
los mismos miembros de la congregación pueden hacer las nominaciones (incluso
sí la mayoría de nominaciones vienen de los mismos ancianos), todo esto
proveería medidas adicionales de responsabilidad ante la congregación sin
abdicar ningún aspecto esencial de la autoridad gobernante sobre la
congregación una vez que se eligen los ancianos.
Estos
factores también proveerían algunos argumentos en contra de un grupo de
ancianos que se perpetúe así mismo que no está sujeto a elección o
reconfirmación periódica de parte de la congregación, pero también se debe
decir que no hay directivas específicas mencionadas en las escrituras y que hay campo para
variación en este punto.
C. FORMAS DE GOBIERNO DE LA IGLESIA.
Al
considerar las formas de gobierno de la iglesia hay alguna superposición con la
sección previa en cuanto al método de escoger a los oficiales de la iglesia,
porque la selección de los oficiales de la iglesia es un aspecto muy importante
de autoridad en la iglesia. Diferentes filosofías de gobierno de la iglesia se
reflejaran en diferentes métodos usados para seleccionar los oficiales de la
iglesia como se explica arriba.
Esto
es evidente en el hecho de que las formas de las iglesia se pueden dividir en
tres categorías amplias, que podemos denominar (episcopal, presbiteriano, y
congregacional). Las formas episcopales tienen un gobierno por una categoría
distinta de oficiales de la iglesia conocida como sacerdocio, y autoridad final
para la toma de decisiones se halla fuera de la iglesia local. El sistema de la
iglesia episcopal es el representativo primordial entre protestantes de esta
forma de gobierno.
Las
formas de presbiterianas tienen un gobierno por ancianos, algunos los cuales
tienen autoridad no solo sobre su congregación local sino también mediante el
presbiterio y la asamblea general, sobre todas las iglesia en una región y
entonces en la denominación como un todo. En todas las formas congregacionales
de gobierno de la iglesia la autoridad gobernante final descansa en la
congregación local, aunque se concede varios grados de de gobierno propio
mediante afiliación denominacional, la forma real de gobierno de la iglesia
local puede variar considerablemente. Examinaremos cada una de estas formas de
gobierno en la consideración que sigue.
1. EPISCOPAL.
En el
sistema episcopal un arzobispo tiene autoridad sobre muchos obispos. Ellos a su
vez tienen autoridad sobre una (diócesis) que simplemente quiere decir las
iglesias bajo la jurisdicción de un obispo. El oficial a cargo de una parroquia
local es un rector 8o a veces llamado vicario, que es un (ayudante) o uno que
sustituye al rector). Arzobispo, obispo y rectores son todos los sacerdotes,
puesto que todos han sido en algún momento ordenados al sacerdocio episcopal
(pero en la práctica al rector más frecuentemente se le llama sacerdote).
El
argumento a favor del sistema episcopal no es que se halle en el N. T. Sino que
es un resultado natural del desarrollo de la iglesia que empezó en el N. T. Y
no es prohibido por el N. T. E. A Litton. Escribe: (Ningún orden de obispos
diocesanos aparece en el N. T. Pero inmediato añade:
La Evidencia Favorece La Suposición De Que El Episcopado Broto De La
Misma Iglesia, Y Por Un Proceso Natural, Y Que Fue Sancionado Por San Juan, El
Último Sobreviviente De Los Apóstoles. El Presbiterio, Cuando Se Reunía Para
Consulta, Naturalmente, Elegirá A Un Presidente Para Mantener El Orden; Primero
Temporalmente, Pero Con El Tiempo Con Autoridad Permanente. De Este Modo
Probablemente Que Un Periodo Temprano Un Episcopado Informal Hubiera Brotado En
Cada Iglesia. Conforme Los Apóstoles Desaparecerían Uno Por Uno, El Oficio
Asumiría Importancia Creciente Y Llegaría A Quedar Investido Con Mayores
Poderes.
Todavía
más, puesto que el oficio de obispo y la estructura de gobierno correspondiente
se halla en la iglesia episcopal es tanto histórico como benéfico, Litton
argumenta que se debe preservar. Finalmente, el beneficio de descendencia
directa de los Apóstoles se considera como una razón fuerte a favor del sistema
episcopal. Litton dice: (los Apóstoles son el primer eslabón en la cadena, y no
hay razón por la que una sucesión, según se le considera como comisión externa
no debe proceder de edad en edad, el cuerpo existente de ministros entregando
la autoridad oficial a sus sucesores, y estos últimos a su vez a los suyos).
Pero
hay argumentos que se pueden dar en el otro lado de esta cuestión.
(1) Es significativo que el oficio de (obispo) no es un oficio distinto en
el N. T. Sino simplemente un sinónimo para el sustantivo (anciano) como el
mismo Litton concuerda. No hay un solo obispo en el N. T. Sino obispos (o
supervisores) siempre plural el número. Esto no se debería ver meramente como
un dato incidental, porque incluso entre los Apóstoles Jesús no dejo a nadie
con autoridad superior sobre los demás, sino que dejo a un grupo de doce que
eran iguales en autoridad gobernante (y a quienes otros fueron añadidos más
tarde, tales como Pablo). Aunque algunos Apóstoles, tales como Pedro, Jacobo y
Pablo, tuvieron prominencia entre el grupo, ellos no tuvieron ninguna autoridad
mayor que los demás, e incluso Pedro recibió un regaño de parte de Pablo en
Antioquia (Gá 2: 11).
Esto
bien reflejar la sabiduría de Cristo en guardar en contra del abuso del poder
que inevitablemente viene cuando algún ser humano tiene demasiado poder sin
suficiente verificación y balance de otros. Tal como Jesús dejo una pluralidad
de Apóstoles que tengan la autoridad (humana) última en la iglesia primitiva, así
los Apóstoles siempre nombraron una pluralidad de anciano en cada iglesia,
nunca dejando solo a una persona como autoridad y gobernante.
(2) La
teoría de un grupo de obispos establecido para remplazar a los Apóstoles no se
enseña en el N. T. ni hay una ampliación de una necesidad de Continuidad fisica
de ordenación mediante la imposición de manos de parte de los que han sido
ordenados en una cadena ininterrumpida de sucesión de los apóstoles.
Por
ejemplo, en Hechos 13:3 no fueron los apóstoles de Jerusalén los que ordenaron
a Pablo y a Bernabé, sino las personas de la iglesia de Antioquía impusieron
sus manos sobre ellos y los enviaron. De hecho, hay muy poca evidencia de que
los apóstoles hayan tenido alguna preocupación por una línea de sucesión.
Timoteo al parecer no solo fue ordenado por Pablo sino también por un «concilio
de ancianos» (1 Ti 4:14), aunque este bien puede haber incluido a Pablo también
(ver 2ª Ti 1: 6).
Más
importante todavía, el que ordena en última instancia es el mismo Señor (Hch
20:28; 1 Co 12:28; Ef 4:11), y no hay nada en la naturaleza de la «ordenación»
(cuando se ve simplemente como reconocimiento público de un cargo) que exija
que sea hecha solo por los previamente ordenados en descendencia fisica) de los
apóstoles. Si Dios ha llamado a un anciano, hay que reconocerlo, y no se
necesita levantar ninguna preocupación en cuanto a descendencia fisica.
Además,
si uno está convencido de que la iglesia local debe elegir ancianos (ver la
explicación arriba), entonces parecería apropiado que la iglesia que eligió al
anciano, y no algún obispo externo, debe ser el grupo que confiere el
reconocimiento externo en la elección al investir a la persona en el cargo u
ordenar al pastor.
(3) En tanto que se puede argumentar que el desarrollo de un sistema
episcopal como un solo obispo en autoridad sobre varias iglesias fue un
desarrollo benéfico en la iglesia primitiva, uno también puede argumentar que
fue una desviación de las normas del Nuevo Testamento y como resultado de la
insatisfacción humana con el sistema de ancianos elegidos localmente que había
sido establecido por los apóstoles y que al parecer funcionó muy bien desde el
año 30 al 100 d.C. en toda la iglesia del Nuevo Testamento. Pero la evaluación
de la información histórica por supuesto dependerá de la evaluación que uno
haga de argumentos anteriores en pro y en contra de un sistema episcopal.
NOTA: Por supuesto, este representante de las
iglesias puede haber sido nombrado sólo por los oficiales dentro de la iglesia,
pero no hay declaración en este sentido: Pablo simplemente dice que «las
iglesias lo escogieron», y ciertamente no menciona ninguna autoridad más alta
fuera de las iglesias.
Sin embargo, esta situación tiene también un
potencial para abuso si unos pocos miembros influyentes ejercen influencia para
impedir que el pastor lidie con asuntos de pecados en las propias vidas de
ellos.
Los episcopales que favorecen el nombramiento de
oficiales por un obispo, por supuesto no estarían de acuerdo con la premisa en
esta última consideración.
En la Iglesia Cristiana Reformada, la forma de
gobierno es Similar al sistema presbiteriano, pero los nombres de los cuerpos
gobernantes son diferentes: a los ancianos de la iglesia local se le llama un
consistorio (en lugar de una sesión), al cuerpo gobernante regional se le llama
una clase (en lugar de presbiterio), y a la asamblea gobernante nacional se
llama un sínodo (en lugar de Asamblea General).
2. PRESBITERIANO.
En
este sistema cada iglesia local elige ancianos a una sesión (A en la figura
47.2 representa anciano, y las líneas punteadas indican que toda la
congregación elige a los ancianos). El pastor de la iglesia será uno de los
ancianos en la sesión, igual en autoridad a los demás ancianos. Esta sesión
tiene autoridad gobernante sobre la iglesia local.
Sin
embargo, los miembros de la sesión (los ancianos) son también miembros de un
presbiterio, que tiene autoridad sobre varias iglesias en una región. Este
presbiterio consiste de algunos o todos los ancianos de las iglesias locales
sobre las que tiene autoridad. Es más, algunos de los miembros del presbiterio
son miembros de la «Asamblea General» que por lo general tiene autoridad sobre
todas las iglesias presbiterianas en una nación o región:
Los
argumentos a favor del sistema presbiteriano son:
(1) Que los que tienen sabiduría y dones para servir como ancianos deben
ser llamados para usar su sabiduría para gobernar más que simplemente a una
iglesia local, y
(2) Un gobierno nacional (o incluso mundial) de la iglesia muestra la
unidad del cuerpo de Cristo. Todavía más:
(3) Tal sistema puede prevenir que una congregación individual caiga en
error doctrinal mucho más eficazmente que cualquier asociación voluntaria de
iglesias.
El
sistema presbiteriano bosquejado arriba tiene muchos adherentes entre los
creyentes evangélicos hoy, y ciertamente funciona efectivamente en muchos
casos.
Sin
embargo, se pueden presentar algunas objeciones en contra de este sistema:
(1) En ninguna parte de las Escrituras los ancianos tienen autoridad
establecida regularmente sobre más que su propia iglesia local. El patrón es
más bien que los ancianos son nombrados en las iglesias locales y tienen
autoridad sobre iglesias locales.
Contra
esta afirmación a menudo se menciona el concilio de Jerusalén de Hechos 15,
pero se debe notar que este concilio se reunió en Jerusalén debido a la
presencia de los apóstoles. Evidentemente los apóstoles y los ancianos de
Jerusalén, con los representantes de Antioquía (Hch 15: 2), juntos buscaron la
sabiduría de Dios en el asunto.
Y
parece haber habido alguna consulta con toda la iglesia por igual, porque
leemos, al final del debate: «Entonces los apóstoles y los ancianos, de común
acuerdo con toda la iglesia, decidieron escoger a algunos de ellos y enviarlos
a Antioquía con Pablo y Bernabé» (Hch 15:22). (Si esta narrativa da respaldo al
gobierno regional por los ancianos, por consiguiente ¡también da respaldo al
gobierno regional de parte de congregaciones enteras!).
Esta
situación con los ancianos de Jerusalén no es un buen patrón para defender un
sistema por el que los ancianos tienen autoridad sobre más que su iglesia
local: la iglesia de Jerusalén no envió a todos los ancianos de Judea, Samaria
y Galilea, ni llamó a una reunión del «presbiterio de Judea» o a una (asamblea
general).
Aunque
los apóstoles de Jerusalén ciertamente tenían autoridad sobre todas las
iglesias, no hay indicación de que los ancianos por sí mismos, incluso en la
iglesia de Jerusalén, tuvieran tal autoridad. Y ciertamente no hay ningún
patrón en el Nuevo Testamento de que los ancianos ejercieran autoridad sobre
alguna otra que su propia iglesia local.
(2) Este sistema, en la práctica, resulta en mucho litigio formal, en donde
las disputas doctrinales se entablan año tras año todo el recorrido hasta el
nivel de asamblea general. Uno se pregunta si esto debería ser la
característica de la iglesia de Cristo; tal vez sí, pero le parece a este autor
que es un sistema que estimula tal litigio mucho más de lo necesario o que sea
edificante para el cuerpo de Cristo.
(3) El poder efectivo en el gobierno de la iglesia parece, en la práctica,
estar demasiado alejado del control final de los laicos de la iglesia. Aunque
Berkhof, que defiende este sistema de gobierno, afirma muy claramente que «el
poder de la iglesia reside primariamente en el cuerpo gobernante de la iglesia
local», también admite que, «mientras más general sea la asamblea, más remota
es de la gente»: Así, es muy dificil hacer que dé la vuelta el sistema si
empieza a marchar erradamente puesto que los laicos que no son ancianos no
tienen voto en la sesión, o presbiterio, o asamblea general, y la estructura
gobernante de la iglesia está más alejada de ellos que en otras estructuras de
gobierno de la iglesia.
(4) Aunque en algunos casos es cierto que una denominación doctrinalmente
sólida con sistema presbiteriano del gobierno puede impedir que una iglesia
local se descarríe en su doctrina, en la realidad la verdad ha sido muy
frecuentemente lo opuesto: el liderazgo nacional de una denominación
presbiteriana ha adoptado doctrina falsa y ha puesto gran presión sobre las
iglesias locales para que se ajusten a ella.
(5) Aunque el sistema presbiteriano en efecto representa en cierta forma la
unidad nacional o incluso mundial de la iglesia de Cristo, tal unidad puede
ciertamente mostrarse de otras maneras que mediante este sistema de gobierno.
Las
iglesias con formas de gobierno más puramente congregacional en efecto tienen
asociaciones voluntarias que manifiestan esta unidad. De hecho, estas
asociaciones incluyen a todas las personas de las iglesias, y no simplemente a
los ancianos o el clero, como en un sistema presbiteriano.
La
reunión nacional de una denominación bautista, por ejemplo, en donde un número
grande de ministros y laicos (que no son necesariamente ancianos o diáconos,
sino simplemente delegados de sus iglesias) se unen en comunión se podría ver
como una mejor demostración de la unidad del cuerpo de Cristo que una asamblea
general presbiteriana en donde sólo ancianos están presentes.
NOTA. Por otro lado, los que abogan el sistema
presbiteriano podrían responder que en ninguna parte del Nuevo Testamento
hallamos un ejemplo de una iglesia independiente; toda iglesia en el Nuevo
Testamento está sujeta a la autoridad gobernante mundial de los apóstoles. Por
supuesto, el que defiende a las iglesias independientes pudiera responder que
no tenemos apóstoles hoy para que ejerzan tal autoridad.
Sin embargo, si estamos mirando al Nuevo Testamento
por un patrón, el hecho permanece de que no se halla allí iglesias
independientes y esperaríamos que algo antes que nada reemplazaría al gobierno
de los apóstoles. Esto me parece a mí que indica que algún tipo de autoridad
denominacional sobre las iglesias locales sigue siendo apropiado (aunque tomará
formas diferentes en diferentes denominaciones).
3. CONGREGACIONAL
A. UN SOLO ANCIANO (O UN SOLO
PASTOR):
Ahora
podemos mirar a cinco variedades de gobierno congregacional de la iglesia. La
primera, que al presente es la más común entre las iglesias bautistas de los
Estados Unidos de América, es la forma de gobierno de «un solo anciano». En
esta clase de gobierno al pastor se le ve como el único anciano de la iglesia,
y hay una junta de diáconos elegida que sirve bajo su autoridad y le da
respaldo quiere decir diácono).
En
este sistema la congregación elige al pastor y también elige a los diáconos.
La
cantidad de autoridad que el pastor tiene varía grandemente de iglesia a
iglesia, y por lo general aumentará según el tiempo que el pastor permanezca en
una iglesia.
De la
autoridad de la junta de diáconos a menudo se piensa como meramente autoridad
de asesoría. En la manera en que este sistema funciona de ordinario,
especialmente en iglesias pequeñas, muchas decisiones deben ser llevadas ante
toda la congregación.
Los
argumentos a favor de este sistema se presentan claramente en Systematic
Theology de A. H. Strong, que es un texto usado ampliamente en círculos
bautistas. Strong da los siguientes argumentos:
(1) El Nuevo Testamento no exige una pluralidad de ancianos, pero el patrón
de ancianos plurales visto en el Nuevo Testamento se debió sólo al tamaño de
las iglesias en ese tiempo. Él dice:
En
ciertas iglesias del Nuevo Testamento parece haber habido una pluralidad de
ancianos. No hay, sin embargo, evidencia de que el número de ancianos sea
uniforme, o que la pluralidad que frecuentemente existió se debió a alguna otra
causa que el tamaño de las iglesias que los ancianos atendían.
El
ejemplo del Nuevo Testamento, en tanto que permite la multiplicación de
pastores ayudantes según la necesidad, no exige una pluralidad de ancianos en
todo caso."
En
esta cita Strong muestra que consideraría a los pastores adicionales empleados
por una iglesia grande como ancianos por igual, así que este sistema se podría
ampliar más allá de un solo pastor o anciano para incluir a dos o más ancianos
o pastores. Pero la distinción crucial es que la autoridad gobernante del
oficio de anciano la posee solo el pastor o pastores profesionales de la
iglesia y no participa de ella ningún laico de la iglesia.
Debemos
darnos cuenta de que en la práctica, la vasta mayoría de iglesias que siguen
este patrón hoy son relativamente iglesias pequeñas con sólo un pastor; por
consiguiente, en la realidad, esto por lo general llega a ser una forma de
gobierno de un solo pastor:
(2) Strong añade que «Jacobo fue el pastor o presidente de la iglesia de
Jerusa1én», y cita Hechos 12: 17; 21: 18; y Gálatas 2: 12 para mostrar que este
liderazgo de Jacobo fue un patrón que pudo entonces ser imitado por otras
iglesias.
(3) Strong nota que algunos pasajes tienen «obispo» en singular pero
«diáconos» en plural, sugiriendo algo similar a esta forma bautista común de
gobierno. Una traducción literal del texto griego muestra un artículo definido
singular que modifica a «obispo» en dos versículos: «El obispo por consiguiente
debe ser irreprochable» (1ª Ti 3: 2, traducción literal) y que «el obispo debe
ser intachable» (Tit 1: 7, traducción literal), pero en contraste, leemos: dos
diáconos de igual manera deben ser serios (1ª Ti 3: 8).
(4) Finalmente, el «ángel de la iglesia» en Apocalipsis 2: 1, 8, 12, 18; 3:
1, 7,1 4, según Strong, «se interpreta mejor como queriendo decir el pastor de
la iglesia; y, si esto es correcto, es claro que cada iglesia tenía, no muchos
pastores, sino uno»:"
(5) Otro argumento, no dicho por Strong, se halla en literatura reciente
sobre el crecimiento de la iglesia. El argumento es que las iglesias necesitan
un solo pastor fuerte a fin de crecer rápidamente.
De
nuevo, se debe decir que la forma de gobierno de un solo anciano ha funcionado
muy exitosamente en muchas iglesias evangélicas. Sin embargo, pueden haber
objeciones al caso presentado por Strong y otros.
(1) Parece absurdo argumentar que el Nuevo Testamento se queda corto y no
da un mandato claro de que todas las iglesias deben tener una pluralidad de
ancianos cuando los pasajes sobre los requisitos de los ancianos en 1ª Timoteo
3: 1-7 y Tito 1: 5-7 se usan como requisitos bíblicos para los oficios de la
iglesia hoy.
¿Cómo
pueden las iglesias decir que los requisitos para ancianos hallados en estos
versículos son órdenes para nosotros hoy pero el sistema de pluralidad de
ancianos hallado en los mismos versículos no es una orden, sino que fue
exigencia sólo en ese tiempo y esa sociedad? Aunque se pudiera objetar que
estos son mandatos escritos sólo a situaciones individuales en Éfeso y Creta,
mucho del Nuevo Testamento consiste de mandatos apostólicos escritos a iglesias
individuales sobre cómo deben conducirse.
Sin
embargo, no decimos por consiguiente que somos libres de desobedecer esas
instrucciones en otras partes de la epístola. Es más, 1ª Timoteo y Tito nos dan
abundante material sobre la conducta de la iglesia local, material que todas
las iglesias creyentes procuran seguir.
NOTA: Otro teólogo bautista. Millard Erickson.
Respalda la afirmación de Strong de que el Nuevo Testamento no exige pluralidad
de ancianos en una iglesia. Dice que los ejemplos del Nuevo Testamento de
ancianos son «pasajes descriptivos» que hablan de un orden de iglesia que ya
existía.
Pero que «a las iglesias no se les ordena adoptar
una forma en particular de orden en la iglesia» (Christian Theology, p. 1084).
Todavía más, Erickson no ve un patrón de gobierno de la iglesia en el Nuevo
Testamento, sino que dice: «Bien puede haber habido más bien amplias variedades
de arreglos gubernamentales. Cada iglesia adoptó un patrón que encajó en su
situación individual» (ibid).
Ver, por ejemplo, C. Peter
Wagner, Leading Your Church to Growth (Regal, Ventura, Calif, 1984). Él dice: «El
argumento principal de este libro es que para que las iglesias maximicen su
potencial de crecimiento necesitan pastores que sean líderes fuertes. No se
equivoque en cuanto a esto: es una regla» (p. 73). El libro está lleno de
anécdotas y pronunciamientos de expertos de crecimiento de la iglesia
diciéndole al lector que el liderazgo de un solo pastor fuerte es esencial para
el crecimiento significativo de la iglesia.
Todavía
más, parece nada sabio ignorar un claro patrón del Nuevo Testamento que existió
en toda las iglesias de las cuales tenemos evidencia en el tiempo que fue
escrito el Nuevo Testamento. Cuando el Nuevo Testamento nos muestra que a
ninguna iglesia se menciona teniendo un solo anciano (En cada iglesia), Hch.
14: 23; «en todo pueblo», Tit 1: 5; «Haga llamar a los ancianos), Stg 5: 14; 8.
A los
ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos),1ª P 5: 1),
parece nada persuasivo decir que las iglesias pequeñas deberían tener sólo un
anciano. Aun cuando Pablo acababa de fundar iglesias en su primer viaje
misionero, hubo ancianos nombrados (en cada iglesia) (Hch 14:23). Y (todo
pueblo) en la isla de Creta debía tener ancianos, por grande o pequeña que sea
la iglesia.
Además,
hay incongruencia en el argumento de Strong cuando dice que las iglesias
grandes eran las que tenían pluralidad de ancianos, porque entonces afirma que
«el ángel de la iglesia de Éfeso» (Ap 2: 1) era un solo pastor, conforme a este
patrón bautista común. Sin embargo, la iglesia de Éfeso en ese tiempo era
excepcionalmente grande: Pablo, al fundar esa iglesia, había pasado tres años
allí (Hch. 20: 31), tiempo en el cual «de modo que todos los judíos Y los
griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar la palabra del
Señor» (Hch 19:10). La población de Éfeso en ese tiempo era de más de 250.000.
Podemos
preguntar, ¿por qué deberíamos seguir a Strong y adoptar como norma un patrón
de gobierno de la iglesia que no se halla en ninguna parte del Nuevo
Testamento, y rechazar un patrón que se halla en todas partes del Nuevo
Testamento?
(2) Jacobo bien puede haber actuado como moderador u oficial que preside en
la iglesia de Jerusalén, porque todas las iglesias tendrían algún tipo de
dirigente designado como éste a fin de celebrar sus reuniones. Pero esto no
implica que él fue el (pastor) de la iglesia de Jerusalén en un sentido de un
«solo anciano». De hecho, Hechos 15: 2 muestra que hubo ancianos (plural) en la
iglesia de Jerusalén, y a Jacobo mismo probablemente se le contaba entre los
apóstoles (ver Gá 1:19) antes que entre los ancianos.
(3) En 1Timoteo 3:2 Y Tito 1:7 el artículo griego definido que modifica a
«obispo)) simplemente muestra que Pablo está hablando de los requisitos
generales según se aplican a cualquier ejemplo. 51 De hecho, en ambos casos que
Strong cita sabemos que había ancianos (plural) en las iglesias mencionadas. 1
Timoteo 3:2 fue escrito a
Timoteo
en Éfeso, y Hechos 20: 17 nos muestra que había «ancianos)) en las iglesia de
Éfeso. E incluso en 1 Timoteo Pablo escribe: «Los ancianos que dirigen bien los
asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que dedican
sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza» (1ª Ti 5: 17). Respecto a Tito
1: 7 solo necesitamos mirar el versículo 5, donde Pablo pide a Tito que en cada
pueblo nombre ancianos.
NOTA: En términos de gramática griega, el uso del
artículo definido aquí se entiende mejor como un uso «genérico», que se define
como uso del articulo «para seleccionar un individuo normal o representativo»
(MHT 3, p. 180).
El uso de Pablo del singular fue natural después de
que había dicho: «si alguno desea ser obispo» (1 Ti 3: 1), o «El anciano debe
ser intachable» (Tit 1: 6).
La RSV en inglés da una traducción más apropiada
para los que hablan inglés, reflejando este uso genérico, en estos dos
versículos: "un obispo».
(4) Los ángeles de las siete iglesias en Apocalipsis 2, 3 son evidencia
inusual y más bien débil por un solo anciano. «Escribe al ángel de la iglesia
de Éfeso» (Ap 2: 1) difícilmente puede querer decir que había solamente un anciano
en esa iglesia, puesto que sabemos que había «ancianos» allí en esta iglesia
muy grande (Hch 20: 17).
La
palabra «ángel» que se usa al dirigirse a las siete iglesias en Apocalipsis 2-3
puede simplemente designar un mensajero especial de cada iglesia, tal vez
incluso un mensajero humano que llevaría a cada iglesia lo que Juan escribió, o
bien puede representar «el espíritu prevaleciente de la iglesia» antes que el
oficial gobernante de la congregación, o incluso puede simplemente referirse a
un ángel al que se le asignó cuidado especial sobre cada congregación.
Incluso
si representa un oficial que preside de algún tipo en cada congregación, a este
«ángel» no se le presenta como alguien que tiene autoridad gobernante o alguna
función equivalente al pastor de hoy, o ninguna función equivalente a la del
«anciano» en las iglesias del Nuevo Testamento. Este pasaje no provee evidencia
lo suficientemente fuerte como para desalojar la información clara en todo el
Nuevo Testamento que muestra pluralidad de ancianos en toda iglesia, incluso en
la iglesia de Éfeso.
Es
interesante que todos los pasajes del Nuevo Testamento que cita Strong (Hch 15,
Jerusalén; 1ª Ti 3:2, Éfeso; Tit 1:7, Creta; Ap 2-3, las siete iglesias,
incluyendo Éfeso) hablan de situaciones en las cuales el Nuevo Testamento mismo
señala claramente una pluralidad de ancianos en autoridad en las iglesias
mencionadas.
(5) El argumento de los estudios de crecimiento de la iglesia en realidad
no demuestra que el gobierno dirigido por un solo pastor es necesario, por lo
menos cuatro razones:
(A) No debemos rechazar un patrón que respaldan las Escrituras y adoptar
uno diferente simplemente porque la gente nos dice que un patrón diferente
parece funcionar bien para producir iglesias grandes; nuestro papel aquí, como
en todo en la vida, debe ser más bien obedecer las Escrituras lo más
cercanamente que podamos y esperar que Dios dé las bendiciones apropiadas según
desee.
(B.) Hay muchas iglesias grandes con gobiernos de
pluralidad de ancianos (tanto iglesias presbiterianas como iglesias
independientes), así que el argumento de consideraciones prácticas no es
concluyente.
(C) C. Peter Wagner admite que dirigentes fuertes se pueden hallar en
varias formas de gobierno de la iglesia, y debemos concordar en que un sistema
de pluralidad de ancianos en el cual todos tienen igual autoridad no evita que
un anciano (tal como el pastor) funcione en una especie de «primero entre
iguales» y tenga un papel significativo de liderazgo entre esos ancianos.
(6) Un problema común en el sistema de un «solo anciano» es o una
concentración excesiva de poder en un solo individuo o demandas excesivas que
se le imponen.
En
cualquier caso, las tentaciones a pecar son muy grandes, y un grado reducido de
responsabilidad hace más probable ceder a la tentación. Como se mencionó
arriba, nunca fue el patrón en el Nuevo Testamento, incluso con los apóstoles,
concentrar el poder gobernante en manos de una sola persona.
Aquí
se debe notar que la noción de «un solo anciano» de gobierno de la iglesia en
realidad no tiene más respaldo del Nuevo Testamento que la noción de «un solo
obispo» (episcopal). Ambas parecen ser intentos de justificar lo que ya ha
sucedido en la historia de la iglesia, y no conclusiones que han brotado de un
examen inductivo del mismo Nuevo Testamento.
(7) Finalmente se debe notar que en la práctica el sistema de «un solo
anciano» puede cambiar y funcionar más como gobierno de una «pluralidad de
ancianos», sólo que a los que funcionan como ancianos más bien se le llama
«diáconos».
Esto
sucedería si los diáconos participan de la autoridad real gobernante con el
pastor, y el pastor y los demás diáconos se ven a sí mismos como responsables a
la junta diáconos como un todo.
El
problema con este arreglo es que no usa terminología bíblica para aplicarla a
las funciones que las personas están desempeñando, porque los «diáconos» en el
Nuevo Testamento nunca tuvieron autoridad de gobernar o enseñar en la iglesia.
El
resultado en tal situación es que las personas de la iglesia (tanto los
diáconos como los demás miembros de la iglesia) no leerán ni aplicarán pasajes
bíblicos sobre los ancianos a los que en realidad están funcionando como
ancianos en su iglesia.
Por
consiguiente, estos pasajes pierden la pertinencia directa que deberían tener
el la iglesia. En este caso, sin embargo, el problema se podría resolver
cambiando en nombre de «diácono» a «anciano», y considerar al pastor como un
anciano entre los demás.
NOTA: La palabra angelos [ángel] en Ap 2: 1. Puede
significar no solamente «ángel" sino también simplemente «mensajero».
Wagner dice en un punto que un pastor puede ser un
dirigente fuerte dentro de una variedad de tipos de gobierno de la iglesia.
(Leading Your Church to Growth, pp. 94-95). Por consiguiente, no es apropiado
tomar su estudio como argumento que respalda por si solo la forma de gobierno
con un solo anciano.
B. PLURALIDAD LOCAL DE
ANCIANOS:
¿Hay
algún tipo de gobierno de la iglesia que preserva el patrón de pluralidad de
ancianos que se halla en el Nuevo Testamento y que evita la expansión de la
autoridad de los ancianos más allá de la congregación local? Aunque tal sistema
no es distintivo de ninguna denominación hoy, se halla en muchas congregaciones
individuales. Usando las conclusiones a que se han llegado hasta este punto
sobre la información del Nuevo Testamento.
Dentro
de tal sistema los ancianos gobiernan a la iglesia y tienen autoridad de
gobernarla, autoridad que les ha conferido Cristo mismo, la cabeza de la
iglesia, y el Espíritu Santo (Hch 20: 28; Heb 13: 17). En este sistema de
gobierno siempre hay más de un anciano, hecho que distingue esta forma de
gobierno del «sistema de un solo anciano» que se consideró arriba. En una
congregación contemporánea, el «pastor» (o «pastor principal») será uno entre
los ancianos en este sistema.
No
tiene autoridad sobre ellos, ni tampoco trabaja para ellos como empleado. Tiene
un papel de alguna manera distinto en que él se dedica a tiempo completo al
trabajo de «predicar y enseñar» (1ª Ti 5: 17), y deriva parte o todos sus
ingresos de ese trabajo (1ª Ti 5: 18). También puede frecuentemente asumir un
papel de liderazgo (tal como presidente) entre los ancianos, lo que encajaría
con su papel de liderazgo entre la congregación, pero tal papel de liderazgo
entre los ancianos no sería necesario para el sistema.
Además,
el pastor de ordinario tendrá autoridad considerable para tomar decisiones y
proveer liderazgo en muchos aspectos de responsabilidad que le ha delegado la
junta de ancianos como un todo. Tal sistema permitiría al pastor ejercer fuerte
liderazgo en la iglesia y seguir teniendo autoridad gobernante a la par de los
demás ancianos.
El
punto fuerte de este sistema de gobierno se ve en el hecho de que el pastor no
tiene autoridad propia sobre la congregación, sino que esa autoridad le
pertenece colectivamente a todo el grupo de ancianos (lo que se podría llamar
la junta de ancianos). Todavía más, el mismo pastor, como todo otro anciano,
está sujeto a la autoridad de la junta de ancianos como un todo. Esto puede ser
un gran beneficio para evitar que el pastor cometa equivocaciones, y para
respaldarlo en la adversidad y protegerle de los ataques y oposición.
En tal
sistema, ¿hay limitaciones que se deben imponer a la autoridad de los ancianos?
En la
sección arriba sobre la manera de escoger oficiales de la iglesia se dieron
varias razones para tener algunas «verificaciones y balances» que pondrían
restricciones a la autoridad de' los oficiales de una iglesia. Estos argumentos
también son útiles aquí para indicar que, aunque los ancianos tengan sustancial
autoridad gobernante sobre la iglesia, no debe ser autoridad ilimitada.
NOTA: Si la iglesia tiene más de un pastor que
recibe paga por su trabajo, a estos otros pastores asociados o ayudantes se les
puede ver, o tal vez no, como ancianos (dependiendo de los requisitos que reúna
cada miembro de personal y las normas de operación de la iglesia), pero en
cualquier caso, sería consistente por entero con esta forma de gobierno que los
pastores asociados rindan cuentas al pastor principal sólo en su trabajo
cotidiano, y él responde ante a la junta de ancianos con respecto a su
supervisión de la actividad de ellos.
Se
pueden sugerir ejemplos de tales limitaciones, como:
(1) Pueden ser elegidos antes que perpetuarse;
(2) Pueden tener términos específicos de servicio con un año obligatorio de
descanso de la junta (excepto el pastor, cuyas responsabilidades de liderazgo
continuo requieren continua participación como anciano);
(3) Algunas decisiones más serias pueden precisar que se las lleve ante
toda la iglesia para aprobación. Respecto a este tercer punto, la aprobación
congregacional ya es un requisito bíblico para la disciplina eclesiástica, en
Mateo 18: 17 y para la excomunión en 1ª Corintios 5: 4.
El
principio de elección congregacional de los ancianos implicaría que la decisión
de llamar a cualquier pastor debe haber sido aprobada por la congregación como
un todo. Direcciones nuevas serias en el ministerio de cada iglesia, que
exigirían respaldo congregacional en gran escala, se pueden también presentar a
la iglesia como un todo para aprobación.
Finalmente,
parecería sabio exigir aprobación congregacional en decisiones financieras
grandes tales como el presupuesto anual, la decisión de comprar propiedades, o
la decisión de tomar prestado dinero para la iglesia (si acaso se debe hacer),
simplemente porque a la iglesia como un todo se le pedirá que dé generosamente
para pagar por todos estas compromisos.
De
hecho, las razones para poner algunas limitaciones a la autoridad de los
oficiales de la iglesia pueden parecer tan fuertes que nos lleven a pensar que
todas las decisiones y autoridad gobernante deben descansar en la congregación
como un todo. (Algunas iglesias han adoptado un sistema de democracia casi pura
para gobernar a la iglesia, por el que todo se debe presentar a la congregación
entera para aprobación).
Sin
embargo, esta conclusión ignora la abundante evidencia del Nuevo Testamento en
cuanto a la clara autoridad de gobernar que se da a los ancianos en las
iglesias del Nuevo Testamento. Por consiguiente, en tanto que es importante
tener algunas limitaciones reconocidas sobre la autoridad de los ancianos, y
que la autoridad gobernante última descanse sobre la congregación como un todo,
o es necesario, si vamos a ser fieles al patrón del Nuevo Testamento, investir
a los mismos ancianos con un fuerte nivel de autoridad.
He
rotulado a este sistema como de «pluralidad local de ancianos» a fin de distinguirlo
del sistema presbiteriano en donde los ancianos, cuando se reúnen a nivel de
presbiterio o asamblea general, tienen autoridad sobre más que su propia
congregación local. Pero en tal sistema de ancianos locales elegidos, ¿puede
haber alguna asociación más amplia con iglesias más allá de la congregación
local?
Sí,
por cierto. Si bien las iglesias con este sistema pueden escoger permanecer
independientes por entero, la mayoría entraras en asociaciones voluntarias con
otras iglesias de convicciones similares a fin de facilitar comunión,
combinación de recursos para actividad misionera (y tal vez para otras cosas
tales como campamentos cristianos, publicaciones, educación teológica, etc.).
Sin
embargo, la única autoridad que estas asociaciones mayores tendrían sobre la
congregación local seria la autoridad de excluir a una iglesia individual de
esa asociación, y no la autoridad de gobernar los asuntos de cada congregación.
NOTA: Los argumentos dados arriba para las
restricciones sobre la autoridad de los oficiales de la iglesia se pueden
resumir como sigue:
(1) Los oficiales de la iglesia en el Nuevo
Testamento evidentemente fueron elegidos por toda la congregación.
(2) La autoridad gobernante final en las iglesias
del Nuevo Testamento parece que descansaba en toda la iglesia.
(3) Rendir cuentas a la congregación provee una
salvaguarda contra las tentaciones a pecar.
(4) Algún grado de control por la congregación
entera provee una salvaguarda para evitar que el liderazgo caiga en el error
doctrinal.
(5) El gobierno funciona mejor con el
consentimiento de los gobernados. Además de éstos, hay otra razón para
restringir la autoridad de los oficiales de la iglesia:
(6) La doctrina de la claridad de las Escrituras
(ver capítulo 6), y la doctrina del sacerdocio de todos los creyentes (por la
que el Nuevo Testamento afirma que todos los creyentes tienen acceso al trono
de Dios en oración y todos participan como miembros en un «sacerdocio rea» [1ª
P 2: 9; cf. Heb 10: 19-25; 12: 22-24] se combinan para indicar que todos los
creyentes tienen alguna capacidad para interpretar las Escrituras y alguna
responsabilidad de buscar la sabiduría de Dios al aplicarla a las situaciones.
Todos tienen acceso directamente a Dios a fin de
procurar conocer su voluntad. El Nuevo Testamento no da lugar a ninguna clase
especial de creyentes que tienen mayor acceso a Dios que otros. Por
consiguiente, es correcto incluir a todos los creyentes en algunos de los
procesos de toma de decisiones cruciales de la iglesia. «El éxito depende de
los muchos consejeros» (Pr 11:14).
Se debe notar que un sistema de gobierno de la
iglesia como un grupo de ancianos que se perpetúa a sí mismo, en lugar de uno
elegido por la congregación, sería muy similar en función a este sistema, pero
no sería tan extensivo en las verificaciones y balances que se imponen sobre la
autoridad de los ancianos. Tal iglesia todavía puede querer tener algún
mecanismo por el que la congregación pueda sacar a los ancianos que se desvían
de manera seria de la fidelidad a las Escrituras.
C. JUNTA CORPORATIVA:
Las
tres formas restantes de gobierno congregacional de la iglesia no se usan
comúnmente, pero a veces se hallan en iglesias evangélicas. El primero sigue el
patrón del ejemplo de una corporación moderna, en donde la junta de directores
contrata a un oficial ejecutivo que tiene la autoridad de manejar los asuntos
como mejor le parezca. A esta forma de gobierno también se le podría llamar la
estructura de «tú trabajas para nosotros».
A
favor de esta estructura se pudiera argumentar que este sistema en efecto
funciona bien en las empresas contemporáneas. Sin embargo, no hay ningún
precedente ni respaldo del Nuevo Testamento para tal forma de gobierno de la
iglesia.
Es
simplemente resultado de tratar de manejar la iglesia como una empresa moderna,
y ve al pastor no como dirigente espiritual, sino meramente como un empleado
pagado.
Otras
objeciones a esta estructura son el hecho de que le priva al pastor de
participar en la autoridad gobernante que debe tener a fin de desempeñar efectivamente
sus responsabilidades como anciano. Todavía más, los miembros de la junta
también son miembros de la congregación sobre quienes se supone que el pastor
debe tener cierta autoridad, pero esa autoridad se ve seriamente comprometida
si los dirigentes de la congregación son en realidad sus jefes.
NOTA: Cuando este tipo de sistema funciona en una
iglesia grande, es importante que una mayoría de la junta de ancianos sean
personas que no son pastores asociados en la iglesia. Esto se debe a que los
pastores asociados están sujetos al pastor principal en todo su trabajo en la
iglesia (por lo general él los emplea y despide, y fija su paga, y ellos le
rinden cuentas a él).
Por consiguiente, si una mayoría de los ancianos
consiste de estos pastores asociados, las dinámicas interpersonales incluidas
harán imposible que el pastor principal esté sujeto a la autoridad de los
ancianos como un grupo, y el sistema funcionará de hecho como una forma (algo
disfrazada) de gobierno de (un solo pastor), y no como un gobierno de
pluralidad de ancianos.
Alguien podría objetar que en una iglesia grande
sólo los miembros del personal pastoral a tiempo completo saben lo suficiente
de la vida de la iglesia como para ser ancianos eficaces, pero ésta no es una
objeción persuasiva: el gobierno por juntas que no están estrechamente
involucradas en las actividades cotidianas de aquellos a quienes gobiernan
funciona bien en muchos ámbitos de la actividad humana, tales como juntas
universitarias o de seminario, juntas escolares locales, junta de directores de
corporaciones, e incluso gobiernos estatales o nacionales.
Todos estos cuerpos gobernantes dirigen pólizas y
dan dirección a administradores a tiempo completo, y pueden obtener información
detallada en cuanto a situaciones especificas cuando surge la necesidad. (Me
doy cuenta de que todos estos sistemas pueden funcionar calamitosamente, pero
mi punto es simplemente que pueden funcionar muy bien cuando en posiciones de
liderazgo se pone a las personas apropiadas).
D. DEMOCRACIA PURA:
Esta
noción, que lleva el gobierno congregacional de la iglesia a su extremo lógico.
En
este sistema todo debe presentarse en la reunión congregacional. El resultado
es que las decisiones a menudo se debaten interminablemente, y, conforme la
iglesia crece, la toma de decisiones llega al punto de casi paralizarse. En
tanto que esta estructura intenta hacer justicia a algunos de los pasajes
citados arriba respecto a la necesidad de que la autoridad gobernante final
descanse en la congregación como un todo, no es fiel al patrón del Nuevo
Testamento de ancianos reconocidos y designados que tienen autoridad real para
gobernar a la iglesia en la mayoría de las situaciones.
E. «NO GOBIERNO EXCEPTO EL
ESPÍRITU SANTO»:
Algunas
iglesias, particularmente iglesias muy nuevas con tendencias más místicas o
extremadamente pietistas, funcionan con un gobierno.
En
este caso, la iglesia negaría que se necesite alguna forma de gobierno,
dependería de que todos los miembros de la congregación que sean sensibles a la
dirección del Espíritu Santo en sus propias vidas, y las decisiones por lo
general se tomarían por consenso.
Esta
forma de gobierno nunca dura mucho tiempo. No sólo que no es fiel al patrón del
Nuevo Testamento de ancianos designados con autoridad para gobernar a la
iglesia, sino que también está expuesta a mucho abuso, porque los sentimientos
subjetivos antes que la sabiduría y la razón prevalecen en el proceso de toma
de decisiones.
4. CONCLUSIONES.
Se
debe aclarar, al concluir esta consideración del gobierno de la iglesia, que la
forma de gobierno adoptada por una iglesia no es un punto principal de
doctrina. Los creyentes han vivido confortablemente y han ministrado muy
efectivamente con varias clases diferentes de sistemas, y hay muchos
evangélicos dentro de cada de los sistemas mencionados.
Es
más, un número de tipos diferentes de sistemas de gobiernos de iglesia
funcionan bastante bien. En donde hay puntos débiles que parecen ser inherentes
en la estructura de gobierno, individuos dentro del sistema generalmente
reconocen esos puntos débiles e intentan compensarlos de cualquier manera que
el sistema les permita.
No
obstante, una iglesia puede ser más pura o menos pura en este punto, como en
cualquier otro aspecto. Conforme las Escrituras nos persuaden respecto a varios
aspectos del gobierno de la iglesia, entonces debemos continuar orando y
esforzándonos por una mayor pureza de la iglesia visible en este aspecto
también.
D. ¿DEBEN LAS MUJERES SER OFICIALES DE LA IGLESIA?
La
mayoría de las teologías sistemáticas no ha incluido una sección sobre la
cuestión de si las mujeres pueden ser oficiales de la iglesia, porque se ha
dado por sentado en toda la historia del cristianismo, con muy pocas excepciones,
que sólo los hombres pueden ser pastores o funcionar como ancianos dentro de la
iglesia.'·
Pero
en años recientes ha surgido una controversia seria dentro del mundo
evangélico:
¿pueden
las mujeres servir como pastoras tanto como los hombres? ¿Pueden ellas tener
parte en todos los cargos de la iglesia? He tratado esta cuestión mucho más
extensivamente en otras obras, pero un breve resumen de la cuestión se puede
dar en este punto.
Debemos
afirmar desde el principio que la narrativa de la creación en Génesis 1: 27 ve
a hombres y mujeres como creados igualmente a imagen de Dios. Por consiguiente,
hombres y mujeres tienen igual valor ante Dios, y debemos verlos como teniendo
valor absolutamente igual como personas, e igual valor para la iglesia. Es más,
las Escrituras aseguran que hombres y mujeres tienen igual acceso a todas las
bendiciones de la salvación (ver Hch 2: 17-18; Gá 3: 28): Esto se afirma en
forma impresionante en la alta dignidad y respeto que Jesús concedió en su
ministerio terrenal a las mujeres:
También
debemos admitir que las iglesias evangélicas a menudo no han reconocido la
plena igualdad de hombres y mujeres, y por consiguiente no han considerado a
las mujeres iguales en valor a los hombres. El resultado ha sido que no se ha
reconocido que Dios a menudo les da a las mujeres dones espirituales iguales o
mayores que a los hombres, que no se ha animado a las mujeres a tener
participación completa y libre en los varios ministerios de la iglesia, y que
no se ha tomado plenamente en cuenta la sabiduría que Dios les ha dado a las
mujeres respecto a importantes decisiones en la vida de la iglesia.
Si la
controversia presente sobre el papel de las mujeres en las iglesias puede
resultar en la erradicación de algunos de estos abusos pasados, entonces la
iglesia como un todo se beneficiará grandemente.
Sin
embargo, la cuestión persiste: ¿deben las mujeres ser pastoras o ancianas en
las iglesias? (O, ¿deben llenar funciones equivalentes a las de un anciano en
las iglesias que tienen formas alternas de gobierno?) Mi propia conclusión
sobre este asunto es que la Biblia no permite que las mujeres funcionen en el
papel de pastoras o ancianas dentro de la iglesia. Esta ha sido también la
conclusión de la vasta mayoría de iglesias en varias sociedades en toda la
historia. Las razones que me parecen más persuasivas al responder a esta
pregunta son las siguientes:
1. 1ª TIMOTEO 2: 11·14.
El
pasaje individual de la Biblia que trata más directamente de esta cuestión es
1ª Timoteo 2: 11-14:
La Mujer Debe Aprender Con Serenidad, Con Toda Sumisión. No Permito Que
La Mujer Enseñe Al Hombre Y Ejerza Autoridad Sobre Él; Debe Mantenerse
Ecuánime. Porque Primero Fue Formado Adán, Y Eva Después. Además, No Fue Adán
El Engañado, Sino La Mujer; Y Ella, Una Vez Engañada, Incurrió En Pecado.
Aquí
Pablo está hablando de la iglesia cuando está reunida (ver vv. 8-9). En tal
ambiente Pablo dice: «No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza
autoridad sobre él» (v. 12). Éstas son las funciones que las realizan los
ancianos de la iglesia, y especialmente los que conocemos como pastor en las
situaciones de la iglesia contemporánea: Son específicamente estas funciones
particulares de los ancianos que Pablo prohíbe que las mujeres ejerzan en la
iglesia.
Varias
objeciones se han presentado contra esta posición:
(A) Se ha dicho que este pasaje se aplica sólo a una situación específica
que Pablo está considerando, posiblemente una en donde las mujeres estaban
enseñando doctrina herética dentro de la iglesia de Éfeso.
Pero
esta objeción no es persuasiva, puesto que no hay ninguna declaración clara en
1ª Timoteo que diga que las mujeres en realidad estaban enseñando doctrinas
falsas. (1ª Ti 5:13 habla de mujeres que son chismosas, pero no menciona
doctrina falsa).
NOTA. Ver la explicación en las arriba respecto a
las funciones de enseñar y gobernar que les corresponde a los ancianos en una
iglesia.
Para afirmaciones más extensas de estas objeciones
ver los libros marcados como "favorecen a las mujeres como pastoras» en la
bibliografía al fin de esta capitulo, especialmente los libros de Mickelsen,
Spencer, y Bilezikian.
Todavía
más, Pablo no les dice simplemente a las mujeres que están enseñando doctrina
falsa que guarden silencio, sino que dice: «No permito que la mujer enseñe al
hombre y ejerza autoridad sobre él». Finalmente, la razón que Pablo da para
esta prohibición no es la propuesta en esta objeción, sino una muy diferente:
la situación de Adán y Eva antes de la caída, y antes de que haya ningún pecado
en el mundo (ver v. 13), y la manera en que una inversión en los papeles de
hombre y mujer ocurrieron en el momento de la caída (ver v. 14). Estas razones
no están limitadas a una situación en la iglesia de Éfeso, sino que tienen
aplicación en general a los hombres y mujeres.
(B) Otra objeción dice que Pablo da esta prohibición porque las mujeres no
tenían mayor educación en el primer siglo, y por consiguiente no estaban
calificadas para papeles de enseñanzas o de gobierno en la iglesia. Pero Pablo
no menciona la falta de educación como razón para decir que la mujer no puede
«enseñar o tener autoridad sobre los hombres». Sino más bien señala en
retrospectiva a la creación (vv. 13-14). Es precario basar un argumento en una
razón que Pablo no da en lugar de la razón que sí da.
Además,
esta objeción entiende mal los hechos reales de la iglesia antigua y del mundo
antiguo. La educación formal en las Escrituras no fue requisito para el
liderazgo de la iglesia y la iglesia del Nuevo Testamento, porque varios de los
apóstoles no tuvieron educación bíblica formal (ver Hch 4: 13).
Por
otro lado, la destreza de alfabetización básica y por consiguiente la capacidad
de leer y estudiar las Escrituras estaban disponibles por igual a hombres y
mujeres (notar Hch 18: 26; Ro 16: 1; 1ª Ti 2: 11; Tit 2: 3-4). Hubo muchas
mujeres bien educadas en el mundo antiguo, y particularmente en un centro
cultural tal como Éfeso.
Finalmente,
los que presentan tal argumento a veces son incoherentes en que en otros
lugares señalan a mujeres que tuvieron cargos de liderazgo en la iglesia
antigua, tales como Priscila. Este punto es especialmente relevante en 1ª
Timoteo 2, porque Pablo está escribiendo a Éfeso (1ª Ti 1: 3), que fue donde
residían Priscila y Aquila (ver Hch 18: 18-19, 21). Fue en esta misma iglesia
de Éfeso que Priscila supo las Escrituras lo suficiente como para ayudar a
instruir a Apolos en el año 51 d.C. (Hch 18:26).
Luego
ella probablemente había aprendido de Pablo mismo por otros tres años mientras
él se quedó en Éfeso enseñando «todo el propósito de Dios» (Hch20: 27; 31;
también 1ª Co 16: 19). Sin duda muchas otras mujeres de Éfeso habían seguido su
ejemplo y también habían aprendido de Pablo. Aunque más tarde ellos fueron a
Roma, hallamos Aquila y Priscila de nuevo en Éfeso al fin de la vida de Pablo (2ª
Ti 4: 19), alrededor del año 67 d.C.
Por
consiguiente, es probable que estuvieron en Éfeso en el año 65 d.C., alrededor
del tiempo cuando Pablo escribió 1ª Timoteo (alrededor de catorce años después
de que Priscila había ayudado a instruir a Apolos). Sin embargo, Pablo no
permite ni siquiera a Priscila bien educada o a cualquier otra mujer bien
educada de Éfeso que enseñe a los hombres en la asamblea pública de la iglesia.
La razón no fue falta de educación, sino el orden de la creación que Dios
estableció entre hombres y mujeres.
2. 1 CORINTIOS 14: 33 B-36.
En una
enseñanza similar Pablo dice:
Como Es Costumbre En Las Congregaciones De Los Creyentes, Guarden Las
Mujeres Silencio En La Iglesia, Pues No Les Está Permitido Hablar. Que Estén
Sumisas, Como Lo Establece La Ley. Si Quieren Saber Algo, Que Se Lo Pregunten
En Casa A Sus Esposos; Porque No Está Bien Visto Que Una Mujer Hable En La
Iglesia. ¿Acaso La Palabra De Dios Procedió De Ustedes? ¿O Son Ustedes Los
Únicos Que La Han Recibido? (1ª Co 14: 33b-36).
En
esta sección Pablo no puede estar prohibiendo toda habla pública de parte de
las mujeres en la iglesia, porque en 1ª Corintios 11: 5 claramente les permite
orar y profetizar en la iglesia. Por consiguiente, es mejor entender este
pasaje como refiriéndose al discurso que está en la categoría que se considera
en el contexto inmediato, es decir, la evaluación hablada y juzgar las
profecías en la congregación (ver v. 29: «En cuanto a los profetas, que hablen
dos o tres, y que los demás examinen con cuidado lo dicho»).
En
tanto que Pablo permite que las mujeres hablen y profeticen en la reunión de la
iglesia, no les permite hablar en voz alta y dar evaluación o análisis de las
profecías que se han dado, porque esto sería una función de gobernar con respecto
a toda la iglesia:?
Esta
comprensión del pasaje depende de nuestra noción del don de profecía en la edad
del Nuevo Testamento, es decir, que la profecía no incluye enseñanza bíblica
autoritativa, ni decir palabras de Dios que son iguales a las Escrituras, sino
más bien informar algo que Dios espontáneamente trae a la mente: De esta
manera, las enseñanzas de Pablo son muy consistentes en 1ª Corintios 14 Y 1ª
Timoteo 2: en ambos casos se preocupa por preservar el liderazgo de los varones
para enseñar y gobernar en la iglesia.
NOTA: Una objeción evangélica reciente a esta
conclusión sobre 1ª Co 13: 33-36 simplemente dice que estos versículos no
fueron escritos por Pablo y no pertenecen en el texto de 1 Corintios, y por
consiguiente no se los debe considerar como Escrituras autoritativas para
nosotros hoy: ver Gordon Fee, The First Epistle to the Corinthians, pp.
699-708.
El argumento básico de Fee es que es imposible
reconciliar este pasaje con 1ª Co 11: 5, en donde Pablo claramente permite que
las mujeres hablen en la iglesia. (También da mucho peso al hecho de que los
vv. 34-35 están movidos a fin de 1ª Co14 en algunos manuscritos antiguos). Pero
Fee no da a consideración adecuada a la noción representada aquí, es decir, que
Pablo simplemente está prohibiendo a las mujeres la tarea autoritativa de
juzgar las profecías en la iglesia reunida.
La posición de Fee es sorprendente a la luz del
hecho de que ningún manuscrito antiguo de 1 Corintios omite estos versículos.
(Los pocos manuscritos que ponen esta sección al fin del capítulo 14 son
manuscritos mucho menos confiables que tienen también variaciones frecuentes en
otras partes en 1ª Corintios).
3. 1 TIMOTEO 3: 1-7 Y TITO 1: 5-9.
Tanto
1ª Timoteo 3: 1-7 como Tito 1: 5-9 dan por sentado que los ancianos van a ser
hombres. Un anciano (u obispo o presbítero) debe ser «esposo de una sola mujer»
(1ª Ti 3: 2; también Tit 1: 6), y «Debe gobernar bien su casa y hacer que sus
hijos le obedezcan con el debido respeto» (1ª Ti 3: 4).
Algunos
pueden objetar que estas fueron direcciones dadas sólo para la situación
cultural en el mundo antiguo, en donde las mujeres no tenían mucha educación,
pero la misma respuesta que se dio arriba respecto a 1ª Timoteo 2 se aplicaría
en este caso por igual.
4. LA RELACIÓN ENTRE LA FAMILIA Y LA IGLESIA.
El
Nuevo Testamento hace conexiones frecuentes entre la vida de la familia y la
vida de la iglesia. Pablo dice: «Porque el que no sabe gobernar su propia
familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?» (1ª Ti 3: 5). Le dice a
Timoteo: «No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu
padre. Trata a los jóvenes como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a
las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza» (1ª Ti 5: 1-2). Se podrían citar
varios otros pasajes, pero la relación estrecha entre la familia y la iglesia
debe ser clara.
Debido
a esta conexión es inevitable que los patrones de liderazgo de la familia
reflejarán los patrones de liderazgo en la iglesia, y viceversa. Es muy
apropiado que, conforme los hombres santos cumplen sus responsabilidades de
liderazgo de la familia, deben también cumplir responsabilidades de liderazgo
en la iglesia. A la inversa, si en la iglesia se establecen patrones de
liderazgo femenil, inevitablemente eso pondrá presión hacia un mayor liderazgo
femenil, y hacia la abdicación de liderazgo masculino, dentro de la familia.
5. EL EJEMPLO DE LOS APÓSTOLES.
Si
bien los apóstoles no son lo mismo que los ancianos en las iglesias locales,
con todo es importante damos cuenta de que Jesús estableció un patrón de
liderazgo masculino en la iglesia cuando nombró a doce hombres como apóstoles.
Simplemente no es verdad que las mujeres tienen igual acceso a todos los cargos
en la iglesia, porque Jesús, la cabeza de la iglesia, es hombre.
Los
doce apóstoles que se sentarán en los doce tronos juzgando a las doce tribus de
Israel (ver Mt 19: 28), y cuyos nombres están inscritos para siempre en los
cimientos de la ciudad celestial (Ap 21: 14), son todos hombres. Por
consiguiente, no habrá modelaje eterno para papeles iguales para hombres y
mujeres en todos los niveles de autoridad de la iglesia. Más bien, hay un
patrón de liderazgo masculino en los papeles más altos de gobierno de la
iglesia, patrón que será evidente para todos los creyentes en toda la eternidad.
Una
objeción que se presenta contra este argumento es la afirmación de que la
cultura en ese tiempo no hubiera permitido que Jesús escoja a seis hombres y a
seis mujeres como apóstoles, o seis parejas de esposo y esposa como apóstoles,
y por esto no lo hizo así. Pero tal objeción impugna la integridad y el valor
de Jesús.
Jesús
no tuvo ningún temor de romper las costumbres sociales cuando estaba en juego
un principio moral: criticó públicamente a los fariseos, sanó en el sabat,
limpió el templo, habló con una samaritana, comió con cobradores de impuestos y
pecadores, y comió con manos sin lavarse. Si Jesús hubiera querido establecer
un principio de igual acceso al liderazgo de la iglesia tanto por hombres como
por mujeres, ciertamente lo habría hecho así al nombrar sus apóstoles, y podría
haberlo hecho así, a pesar de la oposición cultural, si eso hubiera sido el
patrón que quería establecer en su iglesia. Pero no lo hizo así.
Otra
objeción a este argumento dice que, si esto es verdad, entonces sólo los judíos
pueden ser dirigentes en nuestras iglesias, puesto que todos los apóstoles
también fueron judíos. Pero esta objeción no es persuasiva porque no reconoce
que la iglesia fue enteramente judía en sus principios. Esto se debe a que fue
el plan de Dios traer salvación por medio de los judíos, y esto llevó a doce
apóstoles judíos.
Sin
embargo, dentro de las páginas del Nuevo Testamento, vemos que la iglesia
pronto se amplió para incluir a los gentiles (Mt 28: 19; Ef. 2:16) y los
gentiles pronto llegaron a ser ancianos y dirigentes en la iglesia del Nuevo
Testamento. Un gentil (Lucas) escribió dos libros del Nuevo Testamento (Lucas y
Hechos), y varios gentiles tales como Tito y Epafrodito fueron ayudantes
apostólicos de Pablo y sus colaboradores.
Es más,
Dios progresivamente ha revelado desde el tiempo de Abraham (Gn 12: 3; 17: 5)
que fue su plan a la larga incluir incontables gentiles entre su pueblo.
Así
que el hecho de que los primeros apóstoles fueron judíos no es lo mismo que el
hecho de que fueron varones. La iglesia empezó como enteramente judía, pero
pronto llegó a ser judía y gentil por igual. Pero no toda la iglesia empezó
siendo de varones, y sólo más tarde incluyó a las mujeres también. Los
seguidores de Cristo fueron varones y mujeres desde el principio y tanto
hombres como mujeres estuvieron presentes en los principios de la iglesia en
Pentecostés. Así que esta objeción tampoco es persuasiva.
6. LA HISTORIA DE ENSEÑANZA Y LIDERAZGO DE VARONES EN TODA LA BIBLIA.
A
veces los que se oponen a la noción presentada han dicho que se basa sólo en un
pasaje: 1ª Timoteo 2. Varios de los argumentos anteriores han demostrado que
este no es el caso, pero hay otro argumento adicional que se puede presentar:
en toda la historia de toda la Biblia, desde el Génesis hasta Apocalipsis, hay
un patrón consistente de liderato varonil entre el pueblo de Dios.
Aunque
hay ejemplos ocasionales de mujeres ocupando cargos de liderazgo en el gobierno
tales como una reina (Atalia en efecto reinó como única monarca en 2 R 11:1-20,
pero difícilmente sería un ejemplo a imitar) o juzgar (notar Débora en Jue
4-5), y aunque hubo ocasionalmente mujeres tales como Débora y Huldá que fueron
profetizas (ver Jue 4-5; 2ª R 22: 14-20), debemos notar que estas son
excepciones raras en circunstancias nada usuales. Ocurrieron en medio de un
patrón abrumador de liderazgo varonil en la enseñanza y el gobierno, y, como
tal, difícilmente podrían servir como patrón para el oficio de la iglesia en el
Nuevo Testamento.
Todavía
más, no hay ningún ejemplo en toda la Biblia de una mujer haciendo la clase de
enseñanza bíblica congregacional que se espera del pastor o los ancianos en la
iglesia del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento fueron los sacerdotes
los que tenían responsabilidades de enseñanza para el pueblo, y el sacerdocio
fue exclusivamente de varones; es más, incluso las profetizas Débora y Huldá
profetizaron sólo privadamente, y no públicamente a una congregación del
pueblo?
7. LA HISTORIA DE LA IGLESIA CRISTIANA.
Como
se mencionó arriba, el patrón abrumador en toda la historia de la iglesia
cristiana ha sido que el oficio de pastor o anciano (o su equivalente) ha
estado reservado para los hombres. Aunque esto no demuestra concluyentemente
que tal posición es correcta, debe damos razón para reflexionar muy seriamente
en la cuestión antes de apresuramos y declarar que casi la iglesia entera en
toda su historia ha estado errada en este asunto?
8. OBJECIONES.
Numerosas
objeciones se han presentado contra la posición bosquejada aquí, y sólo unas
pocas de ellas se pueden tratar en este punto? Se objeta que el ministerio
deben determinarlo los dones, y no el género. Pero en respuesta se debe decir
que los dones espirituales tienen que usarse dentro de las pautas dadas en la
Biblia. El Espíritu Santo que da poder a los dones espirituales también es el
Espíritu Santo que inspiró a la Biblia, y él no quiere que usemos sus dones en
desobediencia a sus palabras.
Otra
objeción dice que si Dios genuinamente ha llamado a una mujer a ser pastora, no
se le debe impedir que actúe como tal. La respuesta a esta objeción es similar
a la dada arriba: el individuo que aduce haber recibido un llamado de Dios
siempre debe ser probado sujetándolo a las palabras de Dios en las Escrituras.
Si la
Biblia enseña que Dios quiere que sólo los hombres lleven las responsabilidades
primarias de enseñar y gobernar del pastorado, entonces por implicación la
Biblia también enseña que Dios no llama a las mujeres a ser pastoras. Sin
embargo, debemos añadir que a menudo 10 que una mujer discierne como
llamamiento divino al pastorado puede ser en verdad' un llamado al ministerio
cristiano a tiempo completo, pero no a ser pastora o anciana en una iglesia.
De
hecho, existen muchas oportunidades para el ministerio ocupacional a tiempo
completo dentro de la iglesia local y en otras partes, aparte de ser .una
pastora que enseña o una anciana; por ejemplo, posiciones ministeriales en la
iglesia en asesoría, ministerios femeniles, educación cristiana, y ministerios
a niños, así como también ministerio de música y adoración, ministerios
universitarios, ministerios de evangelización, ministerios a los pobres, y
responsabilidades administrativas no incluyen funcionar en el papel de anciana
sobre toda la iglesia.
Esta
lista se pudiera ampliar, pero el punto es que no debemos imponer restricciones
en donde la Biblia misma no impone restricciones, sino que debemos permitir y
animar la plena y libre participación de mujeres tanto como de hombres en todos
estos otros aspectos.
Algunos
objetan que el énfasis del Nuevo Testamento es en liderazgo servidor y por
consiguiente no debemos preocupamos tanto en cuanto a autoridad, puesto que es
una preocupación más pagana que cristiana. Pero esta objeción hace una
distinción falsa entre actitud de servicio y autoridad. Ciertamente Jesús mismo
es el modelo de un líder servidor, pero Jesús también tenía autoridad; ¡gran
autoridad! Él es el Señor de nuestras vidas y Señor de la iglesia.
Por
analogía, los ancianos deben seguir el ejemplo de Jesús de liderazgo servidor
(ver 1ª P 5: 1-5) pero eso no quiere decir que deban descuidar el gobernar con
autoridad cuando la Biblia misma les da esa responsabilidad (ver 1ª Ti 5: 17;
Heb 13: 17; 1ª P 5: 5).
A
veces algunos objetan que tal como la iglesia finalmente se dio cuenta de que
la esclavitud era un mal, así la iglesia hoy debe reconocer que el liderazgo de
los varones está mal y que es una tradición cultural obsoleta que se debe
descartar. Pero esta objeción no se da cuenta de la diferencia entre la
institución cultural temporal de la esclavitud, que es ciertamente Dios no
estableció en la creación, y la existencia de una diferencia en los papeles del
varón y la mujer en el matrimonio (y, por implicación, en las relaciones dentro
de la iglesia) que Dios estableció en la creación.
Las
semillas de la destrucción de la esclavitud se sembraron en el Nuevo Testamento
(ver Flm 16; Ef 6: 9; Col 4: 1; 1ª Ti 6: 1-2), pero en la Biblia no se siembra
ninguna semilla para la destrucción del matrimonio, o para la destrucción de las
diferencias entre hombres y mujeres según fueron creados.
Es
más, la objeción se puede invertir: es probable que un paralelo más estrecho a
los defensores cristianos de la esclavitud en el siglo diecinueve se halle en
los feministas evangélicos que hoy usan argumentos de la Biblia para justificar
conformidad a algunas presiones extremadamente fuertes en la social
contemporánea (a favor de la esclavitud entonces, y en cuanto a mujeres siendo
pastoras hoy).
A
veces se objeta que Priscila y Aquila juntos hablaron con Apolos y «le
explicaron con mayor precisión el camino de Dios» (Hch 18: 26). Esto es cierto,
y es evidencia útil que muestra que el debate informal de las Escrituras por
parte de hombres y mujeres juntos, en la cual hombres y mujeres juegan un papel
significativo para ayudarse unos a otros a entender la Biblia, es aprobado por
el Nuevo Testamento.
De
nuevo, un ejemplo como éste nos advierte a no prohibir la utilización de
actividades que la Biblia no prohíbe, sin embargo esto no voltea el principio
de que el papel de gobernar y enseñar reconocido públicamente dentro de una
iglesia está restringido a los hombres. Priscila no estaba haciendo nada
contrario a esta restricción.
A
veces se objeta que es absurdo permitir que las mujeres voten en la iglesia que
tienen gobierno congregacional, pero no que sirvan como ancianas. Pero la
autoridad de la iglesia como un todo no es lo mismo que la autoridad que se da
a individuos específicos dentro de la iglesia. Cuando decimos que la
congregación como un todo tiene autoridad, no quiere decir que cada hombre y
cada mujer de la congregación tienen la autoridad de hablar o actuar por la
congregación. Por consiguiente, el género, como parte de la persona de un
individuo, no está significativamente a la vista en las decisiones corporativas
de la congregación.
Otra
manera de expresar esto es decir que la única pregunta que estamos haciendo en
esta sección es si las mujeres pueden ser oficiales dentro de la iglesia, y
específicamente si pueden ser ancianas dentro de la iglesia. En cualquier
sistema congregacional en donde los ancianos son elegidos por la congregación,
es evidente a todos en la iglesia que los ancianos tienen un tipo de autoridad
delegada que los demás miembros de la congregación no tienen; aunque los otros
miembros de la congregación hayan votado por estas personas para elegirlos.
Es lo
mismo en todos los sistemas de gobierno en donde los oficiales son elegidos:
una vez que se elige al presidente de los Estados Unidos de América o al
alcalde de una ciudad, esa persona tiene autoridad delegada sobre las personas
que lo eligieron y es una autoridad que es mayor que la autoridad de cualquier
individuo que votó.
En
este punto también es apropiado reconocer que Dios ha dado tanta perspectiva y
sabiduría a las mujeres como a los hombres, y que cualquier dirigente de la
iglesia que descuida echar mano de la sabiduría que las mujeres tienen está
actuando neciamente. Por consiguiente, cualquier grupo de ancianos u otros
dirigentes varones que toman decisiones que afectan a toda la iglesia deben
tener frecuentemente procedimientos dentro de la iglesia por el que se pueden
echar mano en la toma de decisiones de la sabiduría y perspectiva de otros
miembros de la iglesia, especialmente de la sabiduría y perspectiva de las
mujeres tanto como de los hombres.
NOTA: Para mayor
explicación de estos ejemplos narrativos, ver Thomas R. Schreiner, «The
Valuable Ministries of Women in the Context of Male Leadership: A Survey of Old
and New Testament Examples and Teaching», en Recovering Biblical Manhood and
Womanhood. pp. 209-24. Con respecto a Débora en particular, debemos damos cuenta de que los
sucesos históricos narrados en todo el libro de Jueces requieren gran cuidado
en la interpretación antes de que podamos dar por sentado que se deban tomar
como modelos para imitar.
Y Débora fue diferente de otros profetas (varones)
en que ella no profetizó en público, sino sólo en privado Jue 4:5; Huldá hace
lo mismo en 2ª R 22: 14-20); ella le entregó su liderazgo a un hombre Jue 4:
6-7); y, aunque Dios en efecto dio bendición por medio de ella, es interesante
que no hay ninguna afirmación explicita del hecho de que el Señor la llamó; lo
que la hace diferente de otros jueces principales tales como Otoniel (3: 9),
Aod (3:15), Gedeón (6: 14), Jefté (11: 29) y Sansón (13: 25; 14: 6), de quienes
explícitamente se afirma que Dios los llamó.
Véase la nota anterior. En cuanto al hecho de que
las mujeres podían profetizar en las congregaciones del Nuevo Testamento, véase
la discusión bajo la sección 2 de este capítulo,
Un número de
libros recientes han destacado el descuido de las contribuciones las
contribuciones que las mujeres han hecho a la iglesia en toda su historia: ver
especialmente Ruth Tucker y Walter Liefeld, Daughters of the Chutcuh, libro que
es un tesoro de información y provee extensa bibliografía adicional. Pero
ninguno de estos estudios derriba la conclusión clara de que la gran mayoría de
la iglesia en toda su historia no ha aceptado a mujeres como pastoras.
Para consideración adicional ver Recovering
Bíblical Manhood and Womanhood. Esp. pp. 60 92. Las afirmaciones de Fuller de
las objeciones mencionadas aquí se pueden hallar en los libros marcados
«Favorecen a mujeres como pastores» en la bibliografía al final de este capítulo,
esp. Los volúmenes de Mickelsen, Spencer, y Bilezikian.
9. ¿QUÉ TAL EN CUANTO A OTROS OFICIOS DENTRO DE LA IGLESIA?
Toda
la consideración arriba se ha concentrado en el asunto de si las mujeres deben
funcionar como pastoras o ancianas dentro de la iglesia. Pero, ¿qué tal de
otros oficios?
La
enseñanza bíblica respecto al oficio de diácono es mucho menos extensa que
respecto al oficio de anciano, y lo que involucra el oficio del diácono varía
considerablemente de iglesia a iglesia. Si los diáconos en realidad están
funcionando como ancianos y tienen la más alta autoridad gobernante dentro de
una iglesia local, entonces los argumentos presentados arriba en contra de que
las mujeres sean ancianas se aplicarían directamente a esta situación, y se
seguiría que las Escrituras no permiten que las mujeres sean diaconisas en este
sentido.
Por
otro lado, si los diáconos simplemente tienen responsabilidad administrativa
delegada para ciertos aspectos del ministerio de la iglesia, entonces parece no
haber buena razón para impedir que las mujeres funcionen como diaconisas.
Respecto a la cuestión de las mujeres como diaconisas en 1ª Timoteo 3: 8-13, a
este autor no le parece que este pasaje permite que las mujeres sean diaconisas
de la manera que se entiende a los diáconos en esa situación pero hay una
diferencia significativa en el punto de vista entre evangélicos en cuanto a
entender este pasaje, y para nosotros es mucho menos claro lo que los diáconos
hicieron exactamente en ese tiempo que lo que es claro que los ancianos
hicieron.
Con
respecto a los otros oficios, tales como tesorero, por ejemplo, u otros cargos
ministeriales tales como ministro de jóvenes, o director de asesoramiento, o
ministro de niños, y así por el estilo, la única pregunta que hay que hacer es si
estos cargos incluyen las funciones de gobernar y enseñar que el Nuevo
Testamento reserva para los ancianos.
Si no,
entonces todos estos oficios deben estar abiertos para las mujeres tanto como
para los hombres porque debemos tener cuidado de no prohibir lo que el Nuevo
Testamento no prohíbe.
Nótese que Hch 6: 3 también requiere que se
seleccione sólo a hombres (gr. aner) como los primeros diáconos (si entendemos
que ese pasaje está hablando del oficio de diácono).
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN
PERSONAL
1. Cualquiera que sea la estructura del tipo de gobierno de la iglesia en
que se halle ahora, ¿hay maneras en que usted podría animar más y respaldar más
a los dirigentes actuales en su iglesia?
2. Si al presente usted es un oficial en su iglesia, o si algún día le
gustaría serlo, ¿es su patrón de vida tal que le gustaría que otros lo imiten
en la iglesia? Si ha tenido parte en el proceso de seleccionar a los dirigentes
de la iglesia, ¿ha tendido usted a hacer énfasis en los rasgos de carácter y
requisitos espirituales que se mencionan en la Biblia, o ha hecho énfasis en
otras calificaciones que el mundo buscaría al seleccionar sus dirigentes?
3. ¿Piensa usted que la estructura gobernante actual de su iglesia
funciona bastante bien? ¿Cómo se podría mejorar, sin cambiar la filosofía
básica del gobierno a la que la iglesia se ha comprometido? Sea que su iglesia
tenga oficiales a los que se llama «ancianos», o no, ¿quiénes son los que
desempeñan las funciones de ancianos en su iglesia? ¿Sabe usted si a su propio pastor
le gustaría ver algunas modificaciones en el gobierno de su iglesia, de modo
que le permita desempeñar más efectivamente su tarea?
4. Antes de leer este capítulo, ¿cuál era su noción sobre el asunto de las
mujeres sirviendo como pastoras o ancianas que enseñan en una iglesia? ¿Cómo ha
cambiado este capítulo su noción, si acaso? A su modo de pensar, ¿son las
emociones de las personas a menudo muy fuertes respecto a este asunto? ¿Podría
usted explicar cómo se siente (emocionalmente) personalmente en cuanto a la
enseñanza presentada en este capítulo? ¿Le parece correcto, o no?
TÉRMINOS ESPECIALES
Anciano,
ancianos locales, apóstol, asamblea general, clase, consistorio, diácono,
diócesis, gobierno congregacional, gobierno episcopal, gobierno jerárquico,
oficial, obispo, presbítero, rector, sacerdote, sesión, sínodo, supervisor,
vicario
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Pedro 5: 1-4: A Los Ancianos Que Están Entre Ustedes, Yo, Que Soy
Anciano Como Ellos, Testigo De Los Sufrimientos De Cristo Y Partícipe Con Ellos
De La Gloria Que Se Ha De Revelar, Les Ruego Esto: Cuiden Como Pastores El
Rebaño De Dios Que Está A Su Cargo, No Por Obligación Ni Por Ambición De
Dinero, Sino Con Afán De Servir, Como Dios Quiere. No Sean Tiranos Con Los Que
Están A Su Cuidado, Sino Sean Ejemplos Para El Rebaño. Así, Cuando Aparezca El
Pastor Supremo, Ustedes Recibirán La Inmarcesible Corona De Gloria.
CAPÍTULO 5
MEDIOS DE GRACIA EN LA IGLESIA
¿CUÁLES SON LAS DIFERENTES ACTIVIDADES
DENTRO DE LA VIDA DE LA IGLESIA QUE DIOS USA PARA DARNOS BENDICIÓN? ¿QUÉ NOS
PERDEMOS SI DESCUIDAMOS NUESTRA PARTICIPACIÓN EN UNA IGLESIA LOCAL?
EXPLICACIÓN Y BASE
BÍBLICA
A. ¿CUÁNTOS MEDIOS DE GRACIA HAY DISPONIBLES PARA NOSOTROS?
Todas
las bendiciones que experimentamos en esta vida son en última instancia
inmerecidas; todas son de gracia. De hecho, para Pedro, toda la vida cristiana
se vive por gracia (1ª P 5: 12).
Pero,
¿hay algunos medios especiales que Dios usa para damos gracia adicional?
Específicamente,
dentro de la comunión de la iglesia ¿hay ciertos medios es decir, ciertas
actividades, ceremonias o funciones- que Dios usa para damos más gracia?
Otra
manera de formular esa pregunta es preguntar si hay ciertos medios por los
cuales el Espíritu Santo obra para dar bendición a la vida del creyente. Por
supuesto, la oración personal, la adoración, el estudio bíblico y la fe
personal, son todos medios por los que Dios obra para damos gracia como
creyentes individuales.
Pero
en este capítulo estamos tratando de la doctrina de la iglesia, y estamos
preguntando específicamente dentro del compañerismo de la iglesia cuáles medios
de gracia son los que Dios usa para damos bendición.
Podemos
definir los medios de gracia como sigue: Los medios de gracia son las
actividades dentro de la comunión de la iglesia que Dios usa para dar más
gracia a los creyentes.
En la
historia del debate de «medios de gracia dentro de la iglesia», algunos
teólogos los han restringido a tres: la predicación de la Palabra de Dios, y
los dos sacramentos (bautismo y la Cena del Señor).
Pero,
¿es sabio hacer una lista tan corta de «medios de gracia»? Si deseamos compilar
una lista y hablar de todo los medios de recepción la bendición del Espíritu
Santo que viene a los creyentes específicamente mediante la comunión de la
iglesia, entonces no parece ser sabio limitar los «medios de gracia» a las
actividades cuya administración está restringida al clero ordenado u oficiales
de la iglesia.
Hay
sabiduría, por ejemplo, en la noción de Charles Hodge de que la oración es un
cuarto medio de gracia. Pero, ¿debemos limitar nuestra consideración de los
medios de gracia sólo a estas cuatro actividades? Parecería más útil hacer una
lista de las muchas actividades variadas dentro de la iglesia que Dios ha dado
como maneras especiales de recibir su «gracia» día tras día y semana tras
semana.
La
lista llegaría a ser bastante larga, y, dependiendo de cómo se la organizara,
pudiera incluir un variado número de elementos.
La
siguiente lista tal vez no sea exhaustiva, pero sí incluye la mayoría de los
medios de gracia a los que los creyentes tienen acceso dentro de la comunión de
la iglesia:
1. Enseñanza de la palabra de Dios
2. Bautismo
3. Cena del Señor
4. Oración de unos por otros
5. Adoración
6. Disciplina eclesiástica
7. Ofrendar
8. Dones espirituales
9. Comunión o compañerismo
10. Evangelización
11. Ministerio personal a individuos
Todas
estas cosas que están disponibles a los creyentes dentro de la iglesia. El
Espíritu Santo obra mediante todas ellas para dar varias clases de bendiciones
a los individuos. Por consiguiente, apartándome de las listas mucho más cortas
que por lo general se dan en las teologías sistemáticas, he decidido llamar a todos
estos «medios de gracia» dentro de la iglesia.
La
Iglesia Católica Romana tradicionalmente ha creído que la «gracia» de Dios
viene a las personas sólo mediante el ministerio oficial de la iglesia,
particularmente por medio de los sacerdotes de la iglesia. Por consiguiente,
cuando especifica los medios de gracia (que llama «sacramentos») que están
disponibles a las personas dentro de la iglesia, tiene en vista actividades que
son supervisadas o son realizadas sólo por los sacerdotes de la iglesia. En la
enseñanza católico romana hay siete «sacramentos» y son los siguientes: (Ver
capítulo 49, para una explicación del uso de los dos términos sacramentos y
ordenanzas para referir· se al bautismo y a la Cena del Señor).
1. Bautismo
2. Confirmación
3. Eucaristía (la Cena del Señor según se la experimenta en la misa)
4. Penitencia
5. Extremaunción (popularmente conocida como los «últimos óleos», la
unción con aceite que se administra a un moribundo)
6. Órdenes santas (ordenación al sacerdocio o diaconado)
7. Matrimonio
Hay no
sólo una diferencia en las listas dadas por católicos romanos y protestantes;
también hay una diferencia en significado fundamental.
Los
católicos romanos ven estos como «medios de salvación» que hacen a las personas
más aptas para recibir justificación de Dios.3 Pero en la noción protestante,
los medios de gracia simplemente son medios de bendiciones adicionales dentro
de la vida cristiana, y no añaden a nuestra aptitud de recibir justificación de
Dios.
Los
católicos romanos enseñan que los medios de gracia imparten gracia sea que haya
o no fe subjetiva de parte del ministro o del que los recibe: en tanto que los
protestantes sostienen que Dios imparte gracia sólo en donde hoy fe de parte de
las personas que administran o reciben estos medios.
En
tanto que la Iglesia Católica Romana restringe firmemente al clero la
administración de los sacramentos, nuestra lista de medios de gracia incluye
muchas actividades que las realizan otros creyentes.
NOTA: Esta es la posición de Louis Berkhof,
Systematie Theology, pp. 604-6. Él llama a estos tres medios «canales objetivos
que Dios ha instituido en la iglesia» (pp. 604-5), pero el criterio
significativo en el pensamiento de Berkhof parece ser el hecho de que estos
tres son funciones especiales administradas por el clero ordenado: Berkhof
llama a estos (los medios oficiales de la iglesia de Jesucristo)
Y más adelante dice: «Como medios oficiales de
gracia colocados a disposición de la iglesia, tanto la palabra como los
sacramentos pueden ser administrados sólo por oficiales de la iglesia calificados
legítima y apropiadamente». De esta manera, claramente restringe los «medios de
gracia» a los administrados por el clero ordenado.
Aunque los que siguen a Berkhof en este punto
pudieran aducir que este procedimiento es sabio y sirve al interés de mantener
buen orden en la iglesia, podemos preguntar si en verdad esta restricción lleva
matices de «sacerdotalismo», la noción de la Iglesia Católica Romana (y, en menor
grado, la iglesia anglicana) de que hay un «sacerdocio» especial de gente
ordenada dentro de la iglesia que tiene una autoridad o capacidad especial para
extender la gracia de Dios a las personas en la iglesia.
B. CONSIDERACIÓN DE MEDIOS ESPECÍFICOS
1. ENSEÑANZA DE LA PALABRA DE DIOS.
Incluso
antes de que las personas lleguen a ser creyentes, la Palabra de Dios al ser
predicada y enseñada les provee la gracia de Dios en el sentido de que es el
instrumento que Dios usa para impartirles vida espiritual y traerlos a la
salvación. Pablo dice que el evangelio es «poder de Dios para la salvación» (Ro
1: 16) y que la predicación de Cristo es «el poder de Dios y la sabiduría de
Dios» (1ª Co 1: 24). Dios nos hace nacer de nuevo «mediante la palabra de
verdad» (Stg 1: 18), y Pedro dice: «Pues ustedes han nacido de nuevo, no de
simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios
que vive y permanece» (1ª P 1: 23).
Es la
palabra de Dios escrita, la Biblia, que «pueden darte la sabiduría necesaria
para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús» (2ª Ti 3: 15):
Todavía
más, una vez que llegamos a ser creyentes, Pablo nos recuerda que es la palabra
de Dios que «tiene poder para edificarlos» (Hch 20: 32). Es necesaria para la
nutrición espiritual y para mantener la vida espiritual, porque no vivimos sólo
de pan sino también de «toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4: 4).
Moisés habla de la necesidad absoluta de la palabra escrita de Dios cuando le
dice al pueblo:
«Porque
no son palabras vanas para ustedes, sino que de ellas depende su vida; Es la
palabra de Dios la que nos convence de pecado y nos convierte a la justicia,
porque es útil «para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en
la justicia» (2ª Ti 3: 16). Da dirección y guía como «lámpara» a nuestros pies
y «luz» en nuestro camino (Sal 119: 105). En medio de una cultura impía las
Escrituras nos dan sabiduría y dirección como «una lámpara que brilla en un
lugar oscuro» (2ª P 1: 19).
Todavía
más, es activa para dar sabiduría a todos, e incluso «da sabiduría al sencillo»
(Sal 19: 7). Da esperanza a los que les falta, porque Pablo dice que fue
escrita «para enseñamos, a fin de que, alentados por las Escrituras,
perseveremos en mantener nuestra esperanza» (Ro 15: 4).
La
palabra de Dios no es débil ni impotente para lograr estos objetivos, porque
nos habla con el poder de Dios y realiza los propósitos de Dios. El Señor dice:
Así Como La Lluvia Y La Nieve Descienden Del Cielo, Y No Vuelven Allá
Sin Regar Antes La Tierra Y Hacerla Fecundar Y Germinar Para Que Dé Semilla Al
Que Siembra Y Pan Al Que Come, Así Es También La Palabra Que Sale De Mi Boca:
No Volverá A Mí Vacía, Sino Que Hará Lo Que Yo Deseo Y Cumplirá Con Mis
Propósitos (Is 55: 10-11).
La
palabra de Dios no es débil sino que su poder divino la acompaña: «» Ger
23:29).
Es tan
afilada y poderosa que es ((¿No es acaso mi palabra como fuego, y como martillo
que pulveriza la roca? afirma el Señor» (Ef 6: 17), y es tan eficaz al hablar a
las necesidades de la gente que el autor de Hebreos dice: «Ciertamente, la
palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos
filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula
de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón» (Heb 4:
12).
Tan
estrechamente está ligado el crecimiento y fortaleza de la iglesia al reinado
de la palabra de Dios en las vidas de las personas que más de una vez el libro
de los Hechos puede describir el crecimiento de la iglesia como el crecimiento
de la palabra de Dios: (y la palabra de Dios se difundía: el número de los
discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén) (Hch 6:7); «Pero la
palabra de Dios seguía extendiéndose y difundiéndose» (Hch 12: 24); (La palabra
del Señor se difundía por toda la región» (Hch 13: 49).
Tan
importante es la Biblia como el medio primario de gracia que Dios da a su
pueblo que Charles Hodge nos recuerda que a través de la historia el
cristianismo verdadero ha florecido (0usto en proporción al grado en que se
conoce la Biblia, y sus verdades se difunden entre el pueblo». Todavía más, él
anota que no hay evidencia de salvación o santificación que se halle en donde
no se conoce la Palabra de Dios. «Las naciones en donde la Biblia es
desconocida están en tinieblas»?
Es
apropiado que pongamos en la lista la enseñanza de la Palabra de Dios como el
primero y más importante medio de gracia dentro de la iglesia. Pero debemos
añadir que tal enseñanza incluye no sólo la enseñanza reconocida oficialmente
por parte del clero ordenado en la iglesia, sino también toda la enseñanza que
tiene lugar en estudios bíblicos, clases de Escuela Dominical, la lectura de
libros cristianos bíblicos, e incluso el estudio bíblico personal.
2. BAUTISMO.
Puesto
que Jesús le ordenó a su iglesia que bautizara (Mt 28: 19), esperaríamos que
haya una medida de bendición conectada con el bautismo, porque toda obediencia
a Dios de parte del creyente trae consigo el favor de Dios.
Esta
obediencia es específicamente un acto público de confesar a Jesús como
Salvador, acto que en sí mismo trae gozo y bendición al creyente. Todavía más,
es una señal de la muerte y resurrección del creyente con Cristo (ver Ro 6:
2-5; Col 2: 12), y parece apropiado que el Espíritu Santo obraría mediante tal
señal para aumentar nuestra fe, para aumentar nuestra consciencia en la
experiencia de la muerte al poder y amor al pecado en nuestras vidas, y
aumentar nuestra experiencia del poder de la nueva vida de resurrección en
Cristo que tenemos como creyentes.
Puesto
que el bautismo es un símbolo fisico de la muerte y resurrección de Cristo y de
nuestra participación en ellos, también debe dar seguridad adicional de unión
con Cristo a todos los creyentes que están presentes. Finalmente, puesto que el
bautismo en agua es un símbolo externo de un bautismo espiritual interno por el
Espíritu Santo, podemos esperar que el Espíritu Santo ordinariamente obre junto
con el bautismo, dándoles a los creyentes una consciencia aumentada de los
beneficios del bautismo espiritual al que señala.
Cuando
el bautismo acompaña muy de cerca de la profesión inicial de fe de alguien y es
en verdad una forma externa que toma esa profesión de fe, hay ciertamente una
conexión entre el bautismo y el recibimiento del don del Espíritu Santo, porque
Pedro les dice a sus oyentes en Pentecostés: «Arrepiéntase y bautícese cada uno
de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados y recibirán el
don del Espíritu Santo» (Hch 2: 38).
Es
más, Pablo dice: «Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el
bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios,
quien lo resucitó de entre los muertos» (Col 2: 12). La afirmación de que es
«mediante la fe en el poder de Dios» que esto sucede nos recuerda que no hay propiedad
mágica en el acto mismo del bautismo, que hace que tenga lugar un resultado
espiritual, sin embargo el versículo también indica que cuando la fe acompaña
al bautismo hay una obra espiritual genuina en la vida de la persona que es
bautizada. Como podríamos esperar, a veces gran gozo espiritual sigue al
bautismo; un gran gozo en el Señor y en la salvación que el bautismo tan
vívidamente ilustra (ver Hch 8: 39; 16: 34).
Aunque
debemos evitar la enseñanza católico romana de que se imparte gracia incluso aparte
de la fe del bautizado, no debemos reaccionar tan fuertemente a este error como
para decir que no hay beneficio espiritual para nada que resulta del bautismo,
que el Espíritu Santo no obra mediante él y que es meramente simbólico.
Es
mejor decir que donde hay fe genuina de parte del bautizado, y donde la fe de
la iglesia que contempla el bautismo es estimulada y alentada por esta
ceremonia, entonces el Espíritu Santo ciertamente obra mediante el bautismo, y
éste llega a ser un «medio de gracia» por el que el Espíritu Santo da bendición
al bautizado y también a toda la iglesia. (El bautismo se considerará más
completamente en el próximo capítulo).
3. LA CENA DEL SEÑOR.
Además
del bautismo, la otra ordenanza o ceremonia que Jesús le ordenó a la iglesia que
realizara es la participación en la Cena del Señor.
Aunque
este tema se considerará más completamente en el capítulo 50, es apropiado
notar aquí que la participación en la Cena del Señor también es muy claramente
un medio de gracia que el Espíritu Santo usa para dar bendición a la iglesia.
La Cena del Señor no es simplemente una comida ordinaria entre seres humanos;
es comunión con Cristo, en su presencia y en su mesa.
De
nuevo, debemos evitar la idea de que algún beneficio automático o mágico
resulta de la participación en la Cena del Señor, sea que la persona participe
en fe o no." Pero cuando la persona participa en fe, renovando y
fortaleciendo su propia confianza en Cristo para la salvación, y creyendo que
el Espíritu Santo da bendición espiritual mediante tal participación, entonces
ciertamente se puede esperar bendición adicional.
Debemos
tener mucho cuidado aquí, como con el bautismo, para evitar el error de reaccionar
en demasía a la enseñanza católico romana y mantener que la Cena del Señor es
meramente simbólica y no un medio de gracia.
Pablo
dice: «Esa copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no significa que
entramos en comunión (gr. kiononía, «participación», (comunión) con la sangre
de Cristo? Ese pan que partimos, ¿no significa que entramos en comunión
(koinonía) con el cuerpo de Cristo?» (1ª Co 10: 16). Debido a que hay tal
participación en el cuerpo y la sangre de Cristo (al parecer queriendo decir una
participación en los beneficios del cuerpo y la sangre de Cristo entregados por
nosotros), la unidad de los creyentes se exhibe hermosamente en el momento de
la Cena del Señor: «Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso,
aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo» (1ª Co 10: 17).
Y
puesto que somos participantes en «la mesa del Señor» (1ª Co 10: 21), Pablo les
advierte a los corintios que no pueden participar de la mesa del señor y
también participar en la adoración a ídolos: «no pueden participar de la mesa
del Señor y también de la mesa de los demonios» (1ª Co 10: 21). Hay una unión
espiritual entre los creyentes y con el Señor que se fortalece y solidifica en
la Cena del Señor, y esto no se debe tomar a la ligera.
Por
eso los Corintios estaban experimentando juicio por su abuso de la Cena del
Señor (1ª Co 11: 29-30: «Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo,
come y bebe su propia condena. Por eso hay entre ustedes muchos débiles y
enfermos, e incluso varios han muerto»). Pero si Pablo dice que habrá juicio
por la participación incorrecta en la Cena del Señor, entonces ciertamente
deberíamos esperar bendición por la participación correcta en la Cena del
Señor.
Cuando
obedecemos el mandamiento de Jesús: «Tomen, coman» (Mt 26: 26), y realizamos la
actividad física de comer y beber en la mesa del Señor, nuestra acción fisica
ilustra una nutrición espiritual correspondiente, nutrición de nuestras almas
que tendrá lugar cuando participamos en obediencia y fe. Jesús dice: «Porque mi
carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece
en mí y yo en él» Gn 6: 55-56; vv. 52-54, 57-58; también vv. 27, 33-35,
48-51).
Como
con el bautismo, por consiguiente, debemos esperar que el Señor dé bendición
espiritual conforme participamos en la Cena del Señor en fe y en obediencia a
las direcciones establecidas en las Escrituras, y de esta manera es un «medio
de gracia» que el Espíritu Santo usa para damos bendición.
4. ORACIÓN.
Ya
hemos estudiado la oración en el capítulo 18, así que aquí solamente
necesitamos anotar que la oración corporativa dentro de la iglesia cuando se
reúne, y la oración por los miembros de la iglesia de unos por otros, son
medios poderosos que el Espíritu Santo usa diariamente para dar bendición a los
creyentes dentro de la iglesia.
Ciertamente
debemos orar juntos tanto como individualmente, siguiendo el ejemplo de la
iglesia primitiva. Cuando ellos oyeron las amenazas de los dirigentes judíos,
ellos «alzaron unánimes la voz en oración a Dios» (Hch. 4: 24-30), «Después de
haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del
Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno» (Hch 4. 31
2: 42). Cuando Pedro fue encarcelado, «la iglesia oraba constante y
fervientemente a Dios por él» (Hch 12: 5).
Si la
oración de la iglesia no es simplemente decir de labios para afuera palabras
sin intención de corazón, sino que es expresión genuina de nuestros corazones y
reflejo de fe sincera, entonces deberíamos esperar que el Espíritu Santo dé una
mayor bendición mediante ella. Ciertamente cuando se hace la oración «en el
Espíritu» (Ef 6:18; Jud 20: «orando en el Espíritu Santo»), incluye comunión
con el Espíritu Santo y por consiguiente un ministerio del Espíritu Santo a los
que oran.
El
autor de Hebreos nos recuerda que al «acercamos» a Dios en oración ante el
trono de la gracia lo hacemos para «hallar la gracia que nos ayude en el
momento que más la necesitemos» (Heb 4: 16).
Mientras
más aumenta la comunión genuina de una iglesia, más debería ser la oración
continua de unos por otros dentro de la iglesia, y más bendición espiritual
genuina del Espíritu Santo se puede esperar que fluya mediante la iglesia.
5. ADORACIÓN.
La
adoración genuina es adoración «en espíritu» Gn 4: 23-24; Flp 3:3), lo que
probablemente quiere decir adoración que se hace en el ámbito espiritual de
actividad (y no meramente la acción fisica externa de asistir a un culto de
adoración o entonar cantos).
Cuando
entramos en ese ámbito espiritual de actividad y ministramos al Señor en
adoración, Dios también nos ministra. Así, por ejemplo, en la iglesia de
Antioquía, fue «Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor» que «el
Espíritu Santo dijo: "Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo
al que los he llamado"» (Hch 13: 2).
Esto
es paralelo a la experiencia del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento que
conocía la presencia de Dios cuando participaban en adoración genuina:
Los
trompetistas y los cantores alababan y daban gracias al Señor al son de
trompetas, címbalos y otros instrumentos musicales. Y cuando tocaron y cantaron
al unísono: «El Señor es bueno; su gran amor perdura para siempre», una nube
cubrió el templo del Señor. Por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron
celebrar el culto, pues la gloria de! Señor había llenado e! templo (2ª Cr 5:
13-14).
Cuando
el pueblo de Dios adoraba, él venía en una forma muy visible para morar en
medio de ellos. Similarmente, en el Nuevo Testamento, Santiago promete: «Acérquense
a Dios, y él se acercará a ustedes» (Stg 4: 8).
Es
más, conforme el pueblo de Dios adoraba, él los libraba de sus enemigos (2ª Cr
20: 18-23), y en otras ocasiones les daba verdadera perspectiva espiritual de
la naturaleza de los sucesos que los rodeaban (Sal 73: 17: «hasta que entré en
el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados»).
Si la
adoración es genuinamente una experiencia de acercarse a Dios, venir a su
presencia, y darle la alabanza que se merece, entonces ciertamente debemos
contarla como el «medio de gracia» primario disponible para la iglesia.
Mediante la adoración congregacional genuina Dios a menudo dará gran bendición,
tanto individual como corporativamente, a su pueblo.
6. DISCIPLINA ECLESIÁSTICA.
Debido
a que la disciplina eclesiástica es un medio por el que se promueve la pureza
de la iglesia y se estimula la santidad de la vida, ciertamente también
deberíamos contarla como un «medio de gracia».
Sin
embargo, la bendición no se da automáticamente: cuando la iglesia disciplina,
ningún bien espiritual resulta al ofensor a menos que el Espíritu Santo lo
convenza de su pecado y produzca una «tristeza santa» que «produce el
arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse» (2ª
Co 7: 10), y ningún bien espiritual le viene a la iglesia a menos que el
Espíritu Santo esté activo en las vidas de los demás miembros cuando ellos se
dan cuenta del proceso. Por eso la iglesia debe ejercer la disciplina con el
conocimiento de que se la hace en la presencia del Señor (1ª Co 5: 4; 4:1
9-20), y con la certeza de que tiene sanción celestial conectada con ella (Mt
16: 19; 18: 18-20).
Sería
muy saludable para la iglesia empezar a pensar de la disciplina eclesiástica no
como una carga onerosa que el Señor le ha impuesto, sino como un genuino «medio
de gracia» por el que gran bendición puede venir hoya la iglesia: al
reconciliar a los creyentes unos con otros y con Dios, al restaurar al hermano
o hermana descarriado para que ande en obediencia, al advertir a todos a estar
firmes en temor (1ª Ti 5: 20), al aumentar la pureza moral en la iglesia, y al
proteger y promover el honor de Cristo.
Aunque
la tristeza y el dolor a menudo van conectados con la disciplina eclesiástica,
cuando se la hace apropiadamente, con fe en que el Señor está obrando mediante
ella, de esa tristeza «no hay que arrepentirse» (2ª Co 7: 10).
Cuando
se la ejerce de esta manera, la disciplina eclesiástica debe ciertamente verse
como un medio de gracia por el que el Espíritu Santo da bendición a su
iglesia."
7. OFRENDAR.
Dar u
ofrendar ordinariamente se hace mediante la iglesia conforme ella recibe y
distribuye ofrendas a los varios ministerios y necesidades que la iglesia
atiende. De nuevo, no hay ninguna concesión automática o mecánica de beneficios
a los que dan.
El
hechicero Simón recibió una fuerte reprensión por pensar que podía «comprar el
don de Dios con dinero» (Hch 8: 20). Pero si el ofrendar se hace con fe, debido
a la dedicación a Cristo y amor a su pueblo, entonces ciertamente habrá
bendición en eso. Es de lo más agradable a Dios cuando los donativos de dinero
van acompañados de una intensificación de la consagración personal del dador a
Dios, como fue el caso de los macedonios que (se entregaron a sí mismos,
primeramente al Señor y después a nosotros, conforme a la voluntad de Dios) (2ª
Co 8: 5), y entonces dieron para ayudar a los creyentes pobres de Jerusalén.
Cuando
la ofrenda se realiza alegremente, no de mala gana ni por obligación», hay gran
recompensa del favor del Señor con ella, «porque Dios ama al que da con
alegría» (2ª Co 9: 7).
Pablo
ve el ofrendar dinero a la obra del Señor como siembra espiritual que llevará a
una cosecha: «El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que
siembra en abundancia, en abundancia cosechará» (2ª Co 9: 6). Pablo espera que
conforme los corintios den correctamente Dios los bendecirá: «y Dios puede
hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda
circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes»
(2ª Co 9: 8).
Les
dice: (Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión
puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de
ustedes resulte en acciones de gracias a Dios» (2ª Co 9: 11). Por consiguiente,
la ofrenda bendice al que la recibe en que sus necesidades son suplidas y la fe
y la acción de gracias por la provisión de Dios aumenta; bendice al dador
porque (Dios ama al que da con alegría», y concederá una abundante cosecha
espiritual, y dará bendiciones a todos los que saben al respecto porque produce
una cosecha de «abundantes acciones de gracias a Dios» (2ª Co 9: 12).
En
lugar de ver la ofrenda como una obligación desagradable, haríamos bien en
verla como un medio rico de gracia dentro de la iglesia, y esperar que mediante
ella el Espíritu Santo dé bendición.
8. DONES ESPIRÍTUALES.
Pedro
ve los dones espirituales como canales por los que la gracia de Dios viene a la
iglesia, porque dice: «Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya
recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas» (1ª
P 4: 10).
Cuando
se usan los dones de unos a otros en la iglesia, la gracia de Dios es por ello
dispensada a aquellos para quienes Dios lo propuso. Gran bendición vendrá a la
iglesia mediante el uso apropiado de los dones espirituales, conforme la
iglesia sigue el mandato de Pablo de usar los dones [procurando] que éstos
abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12; Ef. 4: 11-16).
Si
compiláramos una lista de todos los dones espirituales como medios separados de
gracia, nuestra lista de los medios de gracia sería mucho más larga que once
asuntos. Pero aunque se incluyera a todos ellos en esta sola categoría, debemos
reconocer que los diferentes dones espirituales de la iglesia son todos medios
por los que el Espíritu Santo da bendición por medio de creyentes individuales.
Esto
debería recordamos el abundante favor que Dios nos ha dado como pecadores
inmerecedores, y debe también hacer que nos demos cuenta de que muchos
creyentes diferentes, con diferentes dones, pueden ser canales por los que la
gracia de Dios nos viene. De hecho, en la exhortación de Pedro de usar dones
espirituales como mayordomos de «la gracia de Dios en sus diversas formas» (1ª
P 4: 10), la palabra que se traduce «diversas» (gr. poikilos) quiere decir
«teniendo muchas facetas o aspectos, ricamente variada, teniendo gran
diversidad».
Es
más, debemos recordar que estos dones se distribuyen no solamente a los
clérigos o a un limitado número de creyentes, sino a todos los creyentes, que
tienen al Espíritu Santo en ellos (1ª Co 12:7, 11; 1ª P 4: 10).
9. COMPAÑERISMO O COMUNIÓN.
No
debemos descuidar el compañerismo cristiano ordinario como un valioso medio de
gracia dentro de la iglesia. De la iglesia primitiva se dice que «se mantenían
firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del
pan y en la oración» (Hch 2: 42).
Y el autor de Hebreos le recuerda a los
creyentes: «Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimulamos al amor
y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo
algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que
aquel día se acerca» (Heb 10: 24-25).
En la
comunión de los creyentes la amistad ordinaria y el afecto de unos por otros
crecerá, y el mandato de Jesús de que «nos amemos unos a otros» Jn 15: 12) se
cumplirá. Es más, conforme los creyentes se cuidan unos a otros, se ayudarán
«unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo» (Gá 6: 2).
Un
énfasis en el compañerismo de creyentes unos con otros como medio de gracia
también ayudará a superar un enfoque excesivo en el clero ordenado como
dispensadores primario de la gracia dentro de la iglesia, y particularmente
cuando la iglesia como un todo está reunida.
También
será saludable para los creyentes reconocer que una medida de la gracia de Dios
se recibe cuando los creyentes conversan y comen juntos, y cuando tienen
ocasiones de trabajar y jugar juntos, disfrutando del compañerismo de unos con
otros. «No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa
partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a
Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo» (Hch 2: 46-47).
10. EVANGELIZACIÓN.
En
Hechos hay una frecuente conexión entre la proclamación del evangelio (incluso
frente a la oposición) y estar lleno del Espíritu Santo (ver Hch 2: 4 con vv.
14-36; 4: 8, 31; 9:17 con v. 20; 13: 9,52). La evangelización es su medio de
gracia, entonces, no sólo en el sentido de que ministra gracia que salva a los
no salvos, sino también porque los evangelizados experimentan más de la
presencia del Espíritu Santo y su bendición en sus propias vidas.
A
veces la evangelización la realizan sólo los individuos, pero otras veces es
una actividad corporativa de la iglesia (como en las campañas de
evangelización). E incluso la evangelización individual a menudo incluye a
otros miembros de la iglesia que darán la bienvenida al visitante no creyente y
atenderá a sus necesidades. Así que la evangelización es apropiadamente
considerada un medio de gracia en la iglesia.
11. MINISTERIO PERSONAL A INDIVIDUOS.
Justo
con los diez previos «medios de gracia» dentro de la iglesia, es apropiado
mencionar un medio más específico que el Espíritu Santo muy frecuentemente
utiliza para dar bendición a creyentes individuales.
Este
medio de gracia opera cuando uno o más creyentes dentro de la iglesia dedican
tiempo para ministrar, de varias maneras, a necesidades muy específicas de otro
individuo en la iglesia.
A
veces este ministerio toma la forma de palabras de estímulo, exhortación o
consejo sabio. Se nos dice: «instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda
sabiduría» (Col 3: 16), y hablar palabras que «sean de bendición para quienes
escuchan» (Ef. 4: 29). Debemos intentar hacer volver «a un pecador de su
extravío» (Stg 5: 20) y «Preocupémonos los unos por los otros, a fin de
estimulamos al amor y a las buenas obras» y «animémonos unos a otros» (Heb 10:
24-25).
En
otras ocasiones el ministerio incluye dar para ayudar a las necesidades
materiales de un hermano o hermana.
Santiago
reprende a los que meramente dicen: «Que les vaya bien; abríguense y coman
hasta saciarse» pero «no les da lo necesario para el cuerpo» (Stg 2: 16). Juan
nos advierte: «Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está
pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor
de Dios habita en él?» (1ª Jn 3: 17). Por consiguiente, la iglesia primitiva
daba de buen grado para las necesidades de los creyentes pobres, de modo que
«no había ningún necesitado en la comunidad» (Hch 4: 34).
Pablo
dijo que los dirigentes de la iglesia de Jerusalén «nos pidieron que nos
acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con
esmero» (Gá 2: 10).
Otra
forma que este ministerio de interpersonal puede tomar es la «unción con
aceite» en conjunción con la oración por un enfermo. Los discípulos de Jesús
«sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite» (Mr 6:13). De modo similar,
Santiago dice que el enfermo «Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que
oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor» (Stg 5: 14). En estos
casos el aceite parece haber sido un símbolo fisico del poder sanador del
Espíritu Santo viniendo al enfermo.
Finalmente,
otro medio de ejercer ministerio personal entre los individuos en el Nuevo
Testamento es el uso del toque personal, particularmente la imposición de manos
en conexión con la oración por alguien en necesidad. Un estudio del Nuevo
Testamento puede sorprender a muchos creyentes modernos (como lo hizo al autor
presente) cuando vean lo frecuente que la imposición de manos y otras clases de
toque fisico se ve como funcionando como «medios de gracia» en el ministerio de
Jesús y de la iglesia primitiva.
Parece
que la imposición de manos era con mucho el método más común que Jesús usó para
orar por las personas. Cuando las multitudes le trajeron a algunos «que
padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y
los sanó» (Lc 4: 40).
Otros
pasajes específicamente describen que Jesús puso las manos sobre las personas
para sanarlas (Mt 8: 3; Mr 1: 41; 6:5; 8: 23-25; Lc 5: 13; 13: 13). Pero más
significativo que estos pasajes individuales es el hecho de que las personas
que vinieron a Jesús buscando sanidad específicamente le pedían que pusiera las
manos en los enfermos: «Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá» (Mt 9:
18), o (Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva) (Mr 5:23; ef.
7: 32).
El
hecho de que las personas vinieron con esta petición sugiere que la imposición
de manos se reconocía comúnmente como el método que Jesús por lo general usaría
para sanar a las personas. En imitación al método de Jesús para sanar, cuando
el padre de Publio estaba enfermo, «Pablo entró a verlo y, después de orar, le
impuso las manos y lo sanó» (Hch 28: 8).
En
otros casos las personas buscaron más bien en general tocar a Jesús, o le
pidieron que los tocara a fin de ser sanados. «Algunas personas le llevaron un
ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara» (Mr 8: 22). De modo similar, la gente
«Le llevaban todos los enfermos, suplicándole que les permitiera tocar siquiera
el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos» (Mt 14: 35-36).
Esto fue
debido a que el poder del Espíritu Santo se expresaba mediante el toque físico
de Jesús, y salía y sanaba a la gente. «Así que toda la gente procuraba
tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos» (Lc 6: 19; d. Mt 9:
20-22, 25; 20: 34; Mr 1: 31; 5: 41; 9: 27; Lc 7: 14; 8: 54; 22: 51).
Sin
embargo, no fue simplemente para sanar que Jesús y la iglesia primitiva ponían
las manos sobre las personas o las tocaba. Cuando los niños vinieron a Jesús,
«después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos» (Mr 10:
16; d. Mt 19: 13-15; Lc 18: 15).
Cuando
Jesús tocaba tan frecuentemente a las personas para sanar o bendecirlas, no es
sorpresa que las personas mencionaran los milagros que hacían sus manos: «¿Cómo
se explican estos milagros (gr. dunamis, «poder») que vienen de sus manos?» (Mr
6:2). De modo similar, cuando Pablo y Bernabé estuvieron en su primer viaje
misionero, el Señor «hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba
testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos
de ellos señales y prodigios» (Hch 14: 3, RVR).
De la
misma manera, «hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo» (Hch 19:
11, RVR).16 Puesto que no había, como en los otros medios de gracia, poder
automático o mágico inherente en las manos de los primeros creyentes, sino que
sanidad y otras clases de bendiciones se producían sólo conforme Dios mismo se
agradaba en obrar mediante la imposición de manos, no es sorprendente que la
iglesia primitiva orara específicamente que el Señor extendiera su mano para
sanar.
Ellos
oraron: «Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el
proclamar tu palabra sin temor alguno.
NOTA. Aunque es dudoso que el final más largo de
Marcos sea parte de las Escrituras (ver capítulo 17), Mr 16: 18 ciertamente
representa por lo menos una corriente de la tradición inicial dentro de la
iglesia por igual: dice que los que crean en Jesús «pondrán las manos sobre los
enfermos, y éstos recobrarán la salud».
Debido a que los Evangelios tan frecuentemente
recalcan el hecho de que Jesús puso las manos sobre las personas o las toco con
sus manos, esta expresión no parece simplemente una metáfora que quiere decir:
«Qué milagros son hechos por él) sino que es mejor entenderla como una referencia
a la manera específica en que las manos de Jesús eran el medio por el que
frecuentemente él realizaba sus milagros.
Desdichadamente, en este versículo y en varios
otros que mencionan los milagros hechos por manos de las personas, la NVI ha
decidido que una traducción literal no es importante y no menciona en español
las manos. Por ejemplo, simplemente traduce Hch 14: 3: «haciendo señales y
prodigios por medio de ellos», pero el texto griego específicamente dice que
los milagros eran hechos «mediante sus manos» (dia ton queiron autou).
En la siguiente sección he destacado apenas algunos
de los lugares en donde la NVI no traduce la palabra griega queir, «mano», pero
ella está presente en el texto griego en todos los versículos que menciono, y
los lectores que no la hallen en sus traducciones de la NVI deben consultar
otra traducción, tal como la RVR o la LBLA, que tiene una norma de traducción
más literal.
La NVI simplemente traduce: «haciendo señales y
prodigios por medio de ellos» (ver previa nota al pie de página).
La NVI simplemente dice: «Dios hacia milagros
extraordinarios por medio de Pablo» (ver las dos notas previas).
Por
eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre
de tu santo siervo Jesús» (Hch 4: 29-30).
Se
dieron cuenta de que su acción de extender las manos para tocar a los enfermos
no sería efectiva a menos que la propia mano poderosa de Dios obrara mediante
las manos de ellos.
En
otras ocasiones la imposición de manos se hizo con algún otro propósito.
Evidentemente
se la hizo en conexión con pedir que Dios dé poder o equipe a las personas para
algún servicio o ministerio. Cuando se nombraron a los 'primeros diáconos la
iglesia los trajo ante los apóstoles, «quienes oraron y les impusieron las
manos» (Hch 6: 6). De modo similar, cuando la iglesia de Antioquía despachó a
Pablo y a Bernabé, «después de ayunar, orar e imponerles las manos, los
despidieron» (Hch 13: 3).
Cuando
el evangelio llegaba a un nuevo grupo de personas, los que proclamaban el
evangelio a veces imponían las manos a los nuevos creyentes a fin de que
pudieran recibir el poder del nuevo pacto del Espíritu Santo. En Samaria, los
apóstoles «les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo» (Hch
8: 17). Ananías le impuso las manos a Pablo a fin de que él recobrara la vista
y fuera «lleno del Espíritu Santo» (Hch 9:17). Cuando Pablo «impuso las manos»
a los discípulos de Éfeso que acababan de llegar a creer en Jesús, «el Espíritu
Santo vino sobre ellos» (Hch 19: 6).
En
otros casos la imposición de manos resultó en la impartición de algún don
espiritual. En el incidente que se acaba de mencionar, los discípulos de Éfeso
también «empezaron a hablar en lenguas ya profetizar» (Hch 19: 6) después de
que Pablo les impuso las manos. Todavía más, él le recuerda a Timoteo:
«Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando los ancianos te
impusieron las manos» (1ª Ti 4: 14).
Pablo
puede haberse estado refiriendo al mismo acontecimiento u otro diferente cuando
más tarde dijo: «Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que
recibiste cuando te impuse las manos» (2ª Ti 1: 6). (En 1ª Ti 5:2 2, la
afirmación: «No te apresures a imponerle las manos a nadie» se refiere a la
ordenación de ancianos; vea el capítulo 47).
Si la
gente en la iglesia primitiva frecuentemente oraba por las necesidades de unos
y otros, e imitaban el ejemplo de Jesús y sus discípulos al imponer las manos
al orar por las personas pidiendo sanidad, pidiendo bendición, y para recibir
el Espíritu Santo en el momento de la conversión, entonces esperaríamos que la
instrucción dada a los nuevos creyentes habría incluido la enseñanza de que la
oración por las necesidades de los individuos de ordinario iría acompañada por
la imposición de una mano o manos sobre la persona por la que se ora.
Si
esto fuera así, entonces no sería sorpresa que «la imposición de manos» se
clasificaría como una doctrina «fundamental», algo que pertenece al «cimiento»
de la instrucción cristiana; que es en efecto lo que hallamos en Hebreos 6:
1-2. Aunque algunos han entendido esto como refiriéndose más estrechamente a la
imposición de manos que acompaña la investidura en algún cargo específico en la
iglesia, este es nada más que un pequeño aspecto del patrón de situaciones en
las cuales la imposición de manos se halla en el Nuevo Testamento.
Parece
ser mucho mejor entender esta frase de Hebreos 6: 2, como refiriéndose a la
instrucción elemental en cuanto a orar por otros en situaciones de necesidad de
modo que los creyentes tiernos de inmediato puedan empezar a ministrar a otros
también.
Parece
apropiado, entonces, contar la imposición de manos como otra dimensión de la
rica diversidad de los «medios de gracia» que Dios ha puesto dentro de la iglesia
para dar bendición a su pueblo.
12.
¿SE DEBE PRACTICAR EL LAVAMIENTO DE PIES COMO UN MEDIO DE GRACIA DENTRO DE LA
IGLESIA?
De
tiempo en tiempo algunos grupos cristianos han practicado una ceremonia de
lavarse unos a otros los pies en una reunión pública de la iglesia. Han basado
esta práctica en el mandamiento de Jesús: «Pues si yo, el Señor y el Maestro,
les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los
otros» Gn 13: 14). Los que abogan por el lavamiento de pies lo consideran una
ceremonia que Jesús ordenó, similar a las ceremonias del bautismo y la Cena del
Señor.
Sin
embargo, hay varias razones por las que no debemos pensar que en Juan 13: 14
Jesús está estableciendo otra ceremonia para la iglesia además del bautismo y
la Cena del Señor.
(1) El bautismo y la Cena del Señor explícitamente simbolizan el más grande
acontecimiento en la historia de la redención, la muerte de Cristo y su
resurrección por nosotros, pero el lavamiento de pies no simboliza tal suceso
histórico- redentor.
(2) El bautismo y la Cena del Señor fueron claramente acciones simbólicas,
pero cuando Jesús les lavó los pies a los discípulos fue claramente algo
funcional y no meramente simbólico, en que suplía una necesidad humana
ordinaria del día (pies sucios).
(3) El bautismo y la Cena del Señor son símbolos apropiados del comienzo y
continuación de la vida cristiana, pero no hay un simbolismo así que se adose
al lavamiento de pies.
(4) Hacer del lavamiento de pies una ordenanza como el bautismo y la Cena
del Señor lo reduce a un símbolo; y si es un símbolo, entonces las palabras de
Jesús nos ordenan solamente realizar un símbolo, y la fuerza real del
mandamiento de Jesús (actuar en humildad y amor) se pierde.
(5) En tanto que las epístolas dan evidencia de que el bautismo y la Cena
del Señor fueron ordenanzas que observaron continuamente las iglesias del Nuevo
Testamento, no hay evidencia de que los apóstoles o la iglesia primitiva haya
observado el lavamiento de pies como una ordenanza.
(6) Hay una explicación sencilla y directa del mandamiento de Jesús: les
dice a sus discípulos que asuman tareas humildes al servicio de unos a otros.
Pero
si eso es lo que significa el texto (la vasta mayoría de la iglesia cristiana
en toda la historia lo ha entendido de esta manera), entonces no hay necesidad
de buscar otro significado adicional (que Jesús también estaba instituyendo una
nueva ceremonia). En contraste, los textos del Nuevo Testamento en cuanto al
bautismo y la Cena del Señor no se pueden entender ordenando alguna otra cosa
que una ceremonia.
Por
consiguiente, en tanto que los creyentes se benefician al meditar en la
aplicación de la afirmación de Jesús en cuanto al lavamiento de pies a sus
patrones presentes de vida, nadie debe pensar que Jesús está animándolos a
practicar una ceremonia de lavamiento de pies.
C. CONCLUSIONES
Al
final de esta consideración de los medios de gracia dentro de la iglesia
debemos damos cuenta, primero que nada, de que cuando todas estas cosas se
realizan en fe y obediencia, debemos con anhelo esperar y buscar evidencia de
que el Espíritu Santo en realidad estará ministrando a las personas al mismo
tiempo que estas acciones se están haciendo.
Como
creyentes no debemos descuidar «reunimos» (Heb 10: 25), sino que debemos
esperar con anhelo cualquier reunión de creyentes en la que tenga lugar alguno
de estos medios, esperando que Dios dará bendición mediante cada uno de estos
medios.
Por
otro lado, debemos damos cuenta de que todos estos medios de gracia ocurren
dentro del compañerismo de la iglesia. Los que descuidan la comunión de la
iglesia voluntariamente se privan de todos estos medios de gracia y por
consiguiente se privan de la mayoría de medios ordinarios que el Espíritu Santo
usa para dar bendición a su pueblo.
Estos
medios de gracia deben damos gran aprecio por el asombroso privilegio de ser
miembro del cuerpo de Cristo, la iglesia.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. Antes de leer este capítulo, ¿pensaba usted que habría alguna gran
diferencia si el creyente continuaba siendo activo en el compañerismo de la
iglesia o no? ¿Cómo ha cambiado este capítulo su perspectiva sobre este asunto,
si acaso algo?
2. ¿Cuál de los medios de gracia mencionados en este capítulo ha sido para
usted el más útil en su propia vida cristiana?
3. ¿Cuál de los medios de gracia mencionados en este capítulo piensa usted
que apreciaba menos antes de leer el capítulo? ¿Cómo ha aumentado su aprecio de
ese medio de gracia? ¿Cómo piensa usted que afectará eso sus acciones de aquí
en adelante?
4. Al mirar a la lista de medios de gracia, ¿hay algunos aspectos en los
que la gente en realidad no está experimentando «gracia» o bendición en su
propia iglesia? ¿Qué se podría hacer para aumentar la eficacia de estos
aspectos débiles como medios de gracia en la vida de su iglesia?
5. ¿Cuál de los medios de gracia en realidad son los menos útiles en su
propia vida? ¿Hay algunos que se han vuelto más bien mecánicos, o que usted
está realizando sólo como actividad externa o fisica, sin ninguna participación
real de corazón? ¿Qué podría usted hacer para aumentar la eficacia de esos
medios en su vida?
6. Al mirar la lista de los medios de gracia de nuevo, mencione uno o más
en los cuales usted podría ayudar a la iglesia a ser más eficaz para dar
bendición a su gente.
TÉRMINOS ESPECIALES
Eucaristía,
extremaunción, imposición de manos, medios de gracia, órdenes santas,
sacramento
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Hechos 2: 41-42: Así, Pues, Los Que Recibieron Su Mensaje Fueron
Bautizados, Y Aquel Día Se Unieron A La Iglesia Unas Tres Mil Personas. Se
Mantenían Firmes En La Enseñanza De Los Apóstoles, En La Comunión, En El
Partimiento Del Pan Y En La Oración.