CAPÍTULO 6
BAUTISMO
¿QUIÉNES DEBEN
BAUTIZARSE? ¿CÓMO SE DEBE BAUTIZAR? ¿QUÉ SIGNIFICA?
EXPLICACIÓN Y BASE
BÍBLICA
En
este capítulo y el siguiente tratamos del bautismo y la Cena del Señor, dos
ceremonias que Jesús ordenó que su iglesia realizara. Pero antes de empezar la
consideración de estas ceremonias debemos notar que hay desacuerdo entre
protestantes incluso sobre el término general que se les debe aplicar. Debido a
que la Iglesia Católica Romana llama a estas dos ceremonias «sacramentos», y
debido a que la Iglesia Católica Romana enseña que estos sacramentos en sí
mismos en realidad dan gracia a la gente (sin requerir fe de las personas que
participan en ella), algunos protestantes (especialmente bautistas) han
rehusado referirse al bautismo y a la Cena del Señor como «sacramentos».
Han
preferido usar la palabra ordenanzas más bien. Se piensa que es un término apropiado
porque el bautismo y la Cena del Señor fueron «ordenados» por Cristo. 1 Por
otro lado, otros protestantes, tales como en las tradiciones anglicana,
luterana y reformada, han estado dispuestos a usar la palabra «sacramentos»
para referirse al bautismo y a la Cena del Señor, sin por ello endosar la
posición católica romana.
No
parece ser que haya algún punto significativo en juego en la cuestión de si
llamar al bautismo ya la Cena del Señor «ordenanzas» o «sacramentos». Puesto
que los protestantes que usan ambas palabras explican claramente lo que quieren
decir por ellas, el argumento en realidad no es en cuanto a doctrina sino en
cuanto al significado de la palabra en español.
Si
estamos dispuestos a explicar claramente lo que queremos decir, no parece que
haya alguna diferencia si usamos la palabra sacramentos o no. En este texto, al
referirme al bautismo y a la Cena del Señor en la enseñanza protestante, usaré
intercambiablemente tanto «ordenanzas» cómo «sacramentos », y los consideraré
como sinónimos en significado.
Antes
de empezar nuestra consideración del bautismo debemos reconocer que ha habido
históricamente, y la hay hoy, una fuerte diferencia de punto de vista entre los
cristianos evangélicos respecto a este tema. La posición que se aboga en este
libro es que el bautismo no es una doctrina «principal» que debería ser base
para división entre cristianos genuinos,' pero es con todo asunto de
importancia para la vida ordinaria de la iglesia, y es apropiado que le demos
su plena consideración.
La
posición que se aboga en este capítulo es «bautística; es decir, que el
bautismo es apropiadamente administrado sólo a los que dan una profesión
creíble de fe en Jesucristo. Durante la consideración intercalaremos
particularmente consideración de la posición del paidobautismo «bautismo de
infantes») según aboga Louis Berkhof en su Systematic Theology puesto que ésta
es una representación cuidadosa y también responsable de la posición
paidobautista, y es un texto de teología sistemática ampliamente usado.
NOTA: A. H. Strong, Systematic Theology, dice:
«Ninguna ordenanza es un sacramento en el sentido romanista de conferir gracia»
(p. 930). También dice: «El romanista considera las ordenanzas como en realidad
confiriendo gracia y produciendo santidad» (ibid.).
El American Heritage Dictionary (Houghton Mimen,
Bastan, 1981) en inglés, permite una variedad de significados, definiendo un
sacramento como un rito considerando como «un testimonio de gracia interna o
canal que media la gracia» (p. 1141). Incluso el bautista más acendrado no
objetaría llamar al bautismo «un testimonio de gracia interna» en tanto que los
católico romanos no objetarían llamar al bautismo «un canal de gracia mediada».
A. MODO Y SIGNIFICADO DEL BAUTISMO
La
práctica del bautismo en el Nuevo Testamento se realizaba sólo de una manera:
la persona que era bautizada era sumergida o puesta completamente bajo el agua
y después sacada de nuevo. El bautismo por inmersión es por consiguiente el
«modo» de bautismo o la manera en que el bautismo se realizaba en el Nuevo
Testamento. Esto es evidente por las siguientes razones:
(1) La palabra griega baptizo quiere decir «hundir, sumergir, inmergir»
algo en agua. Este es el significado comúnmente reconocido y regular del
término en la literatura griega antigua tanto dentro como fuera de la
Biblia"
(2) El sentido de «inmergir» es apropiado y probablemente exigido para la
palabra en varios pasajes del Nuevo Testamento. En Marcos 1: 5, Juan bautizaba
a la gente «en el río Jordán» (el texto griego tiene en, «en», y no (junto a» o
«al lado de» o «cerca» al río)' Marcos también nos dice que cuando Jesús fue
bautizado «En seguida al subir del agua» (Mr 1: 10).
El
texto griego especifica que salió «fuera del» (ek) el agua; y no que se alejó
de ella (esto se expresaría por el gr. apó). El hecho de que Juan y Jesús
descendieron al río y salieron del mismo fuertemente sugiere inmersión, puesto
que el rociamiento o derramamiento del agua se podría haber hecho mucho más
fácilmente estando junto al río, particularmente debido a las multitudes de
personas que venían para el bautismo.
El
Evangelio de Juan nos dice, además, que Juan el Bautista «también Juan estaba
bautizando en Enón, cerca de Salín, porque allí había mucha agua» Gn 3: 23).
NOTA: Ver la doctrina de las escrituras para una
consideración de doctrinas principales y menores. No todos los creyentes
concuerdan con mi punto de vista de que esta es una doctrina menor. Muchos
creyentes en generaciones previas fueron perseguidos e inclusive matados debido
a que diferían con la iglesia estatal oficial y su práctica de bautismo de
infantes.
Para ellos el asunto no era meramente una
ceremonia: era el derecho a tener una iglesia de creyentes, una que
automáticamente no incluyera a todas las personas nacidas en una región geográfica.
Vista en esta luz, la controversia en cuanto al bautismo incluye una diferencia
mayor en cuanto a la naturaleza de la iglesia: ¿Llega uno a ser parte de la
iglesia por nacer en una familia creyente, o por profesión voluntaria de fe?
Así LS), p. 305: (hundí); pasivo, «ser ahogado». De
modo similar, BAGD, p. 131: «hundir, emergí, y medio, «hundirse uno mismo,
bañarse (en la literatura no cristiana también "hundir, sumergir, empapar,
abrumar)”.
También Albrecht Oepke, «bapto, baptizo, etc.», en
TDNT 1:530: "inmergir hundir el barco»; pasivo: «hundir sufrir naufragio,
ahogar (el sentido de "bañarse" o "lavarse" se halla sólo
ocasionalmente en el helenismo la idea de sumergirse o perecer es casi el uso
general» (ibid.). A. H. Strong, Systematic Theology, pp. 933-35 da mucha
evidencia adicional en Este respecto.
Berkhof, Systematie Theology, p. 630, objeta y da
algunos ejemplos contrarios, pero su evidencia no es convincente porque
indiscriminadamente mezcla ejemplos de baptizo con una palabra relacionada pero
diferente, bapto. (Pasajes que hablan de «bañarse» o lavarse [en la
Septuaginta, Judit 12: 7, por ejemplo, y en el Nuevo Testamento, Mr 7: 4] más
probablemente incluyen cubrirse el cuerpo [o las manos, en Mr 7: 4]
completamente con agua).
Si algún autor del Nuevo Testamento hubiera querido
indicar que las personas eran rociadas con agua, tenía a su disposición una
palabra griega perfectamente buena que quiere decir «rociar»: rantizo que se
usa en este sentido en Heb 9: 13, 19, 21; 10: 22; ver BAGD, p. 734.
Berkhof pregunta: ¿Fue Juan el Bautista capaz de la
enorme tarea de sumergir a las multitudes que se agolpaban viviendo a él en el
río Jordán» (p. 630). Ciertamente, en un período de varios días, habría sido
capaz de sumergir muchos cientos de personas, pero también es posible que sus
discípulos (Mt 9: 14; el al.) le ayudaron con algunos de los bautismos.
De
nuevo, no exigiría «mucha agua» para bautizar a la gente mediante rociamiento,
pero sí se necesitaría mucha agua para bautizar por inmersión.
Cuando
Felipe le habló del evangelio al eunuco etíope, «Mientras iban por el camino,
llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: -Mire usted, aquí hay
agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?» (Hch 8: 36). Evidentemente ninguno de
ellos pensó que rociar o derramar un poco de agua de un recipiente de agua para
beber que se hubiera realizado en el carruaje era suficiente para constituir un
bautismo. Más bien, esperaron hasta que hubo un cuerpo de agua cerca del
camino.
Entonces
«mandó parar el carro, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó.
Cuando
subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe.
El
eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino» (Hch 8: 38-39). Como en
el caso de Jesús, éste bautismo tuvo lugar cuando Felipe y el eunuco bajaron a
un cuerpo de agua, y después del bautismo subieron de ese cuerpo de agua. De
nuevo, el bautismo por inmersión es la única explicación satisfactoria para
esta narración:
(3) El simbolismo de unión con Cristo en su muerte, sepultura y
resurrección parece exigir el bautismo por inmersión. Pablo dice:
¿Acaso No Saben Ustedes Que Todos Los Que Fuimos Bautizados Para Unirnos
Con Cristo Jesús, En Realidad Fuimos Bautizados Para Participar En Su Muerte?
Por Tanto, Mediante El Bautismo Fuimos Sepultados Con Él En Su Muerte, A Fin De
Que, Así Como Cristo Resucitó Por El Poder Del Padre, También Nosotros Llevemos
Una Vida Nueva (Ro 6: 3-4).
De
modo similar, Pablo les dice a los Colosenses: «Ustedes la recibieron al ser
sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la
fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos» (Col 2: 12).
Ahora
bien, esta verdad claramente queda simbolizada en el bautismo por inmersión.
Cuando
el candidato al bautismo es sumergido en el agua eso es un cuadro de descender
a la tumba y ser sepultado. Salir del agua es entonces un cuadro de ser
resucitado con Cristo para andar en vida nueva. El bautismo de este modo
claramente ilustra la muerte a la vieja vida de uno y la resurrección a una
nueva clase de vida en Cristo, pero el bautismo por rociamiento o derramamiento
simplemente no tiene este simbolismo?
A
veces se objeta que lo esencial que se simboliza en el bautismo no es la muerte
y la resurrección con Cristo sino purificación y limpiamiento de los pecados.
NOTA: Berkhof (pp. 630-631) objeta que en Hch 8:38
la palabra griega eis puede significar «a» y no necesariamente «dentro de». Es
cierto que la palabra puede tener ambos significados. Pero también debemos
notar el v. 39 en donde «ek» ciertamente significa «fuera de». Y no (lejos de),
que se expresaría por apó. Y el hecho de bajar y subir (tatabaino, y anabaino)
no es bajarse del carruaje y volver a embarcarse en él, sino que
específicamente se dice que bajaron al agua y subieron del agua.
De hecho, las aguas del bautismo tienen un
simbolismo incluso más rico que simplemente el simbolismo de la tumba. Las
aguas también nos recuerdan las aguas del juicio de Dios que vino sobre los no
creyentes en tiempo del diluvio (Gn 7: 6-24), o el ahogamiento de los egipcios
en el éxodo (Éx 14: 26-29). De modo similar, cuando
Jonás fue arrojado en el abismo Jon 1:7-16). Fue
arrojado al lugar de la muerte debido al juicio de Dios sobre su desobediencia;
aunque fue milagrosamente rescatado y así llegó a ser un símbolo de la
resurrección. Por consiguiente, los que bajan a las aguas del bautismo
realmente están bajando a las aguas del juicio y de la muerte; muerte que
merecen de Dios por sus pecados. Cuando suben del agua del bautismo eso muestra
que han atravesado con seguridad el juicio de Dios sólo debido a los méritos de
Jesucristo, con quien se unen en su muerte y su resurrección. Por eso Pedro
puede decir en 1P 3:21 que el bautismo «corresponde a» la salvación de Noé y su
familia de las aguas del juicio en el diluvio.
Douglas Moa, en Romanos 1-8, Wycliffe Exegetical
Commentary (Chicago: Moody Press, 1991), arguye que el bautismo en Ro 6
«funciona como una experiencia en taquigrafía de la experiencia de conversión
como un todo... No es, entonces, que el bautismo sea un símbolo de morir y
resucitar con Cristo» (p. 371). Dice que «no hay evidencia en Romanos 6, o en
el NT, de que a los movimientos físicos en sí: inmersión, y emersión, incluidos
en el bautismo se les haya asignado significación simbólica» (p. 379). En tanto
que concuerdo con que el bautismo en Ro 6 funciona como una versión
taquigráfica de la experiencia de la conversión como un todo, no me parece que
podamos excluir el simbolismo de morir y resucitar con Cristo, por las
siguientes razones:
(1) Las acciones físicas de bajar al agua (en donde
los seres humanos no pueden vivir por más de unos pocos minutos) y de salir
juera del agua son tan estrechamente paralelos de las acciones de bajar a la
tumba y salir de la tumba que la conexión es evidente por la apariencia
superficial de las acciones, y no sería necesaria ninguna explicación
detallada.
(2) El trasfondo del Antiguo Testamento de ser
inmergido en las aguas del juicio de Dios confirma esto.
(3) Cuando Pablo dice: «Ustedes la recibieron al
ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante
la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos» (CoI2: 12),
es dificil imaginarse que alguno de los lectores de Pablo, incluso niños, se
habían perdido el evidente paralelo entre las acciones del bautismo y morir y
resucitar con Cristo. (Esto sería verdad incluso si, como Moa, tradujéramos Col
2:12 «mediante el bautismo»).
Ciertamente es verdad que el bautismo es un símbolo
evidente de lavamiento y limpieza, y que las aguas del bautismo en efecto
simbolizan lavamiento y purificación de pecados tanto como la muerte y la
resurrección con Cristo.
Tito 3: 5 habla del «lavamiento de la regeneración»
y, aunque la palabra bautismo no se usa en este pasaje, es ciertamente verdad
que hay un limpiamiento de los pecados que ocurre en el momento de la
conversión. Ananías le dijo a Saulo: «Levántate, bautízate y lávate de tus
pecados, invocando su nombre» (Hch 22: 16).
Pero decir que el lavamiento de pecados es lo único
(o incluso lo más esencial) que se ilustra en el bautismo no representa
fielmente la enseñanza del Nuevo Testamento.
Tanto el lavamiento como la muerte y la
resurrección con Cristo están simbolizados en el bautismo, pero Romanos 6: 1-11
y Colosenses 2: 11-12 ponen un claro énfasis en morir y resucitar con Cristo.
Incluso el lavamiento se simboliza mucho más efectivamente mediante la
inmersión que por rociamiento o derramamiento, y la muerte y la resurrección
con Cristo se simbolizan sólo por inmersión, y para nada mediante el
rociamiento o derramamiento.
¿Cuál es, entonces, el significado positivo del
bautismo? En toda la discusión en cuanto al modo del bautismo y las disputas
sobre su significado, es fácil que los creyentes pierdan de vista el
significado y belleza del bautismo, y que desdeñen las tremendas bendiciones
que acompañan a esta ceremonia.
Las asombrosas verdades de pasar por las aguas del
juicio con seguridad, de morir y resucitar con Cristo, y de recibir el
lavamiento de nuestros pecados, son verdades de proporción significativa y
eterna, y debería ser una ocasión de dar gran gloria y alabanza a Dios. Si las
iglesias enseñaran más claramente estas verdades, los bautismos serían ocasión
de mucha mayor bendición en la iglesia.
B. LOS CANDIDATOS AL BAUTISMO
El
patrón revelado en varios lugares del Nuevo Testamento es que sólo los que dan
una profesión creíble de fe deben ser bautizados. A esta noción a menudo se le
llama el «bautismo de creyentes», puesto que sostiene que sólo los que han
creído en Cristo (o, más precisamente, los que han dado una evidencia razonable
de creer en Cristo) deben ser bautizados. Esto se debe a que el bautismo, que
es un símbolo de empezar la vida cristiana se debe administrar sólo a los que
en efecto han empezado la vida cristiana.
1. EL ARGUMENTO DE LOS PASAJES NARRATIVOS DEL NUEVO TESTAMENTO SOBRE EL
BAUTISMO.
Los
ejemplos de narraciones de los que fueron bautizados sugieren que el bautismo
fue administrado sólo a los que dieron una profesión creíble de fe. Después del
sermón de Pedro en Pentecostés leemos: (dos que recibieron su mensaje fueron
bautizados) (Hch 2:41).
El
texto especifica que el bautismo fue administrado a los que «recibieron su
mensaje» y por consiguiente confiaron en Cristo para la salvación.
De
modo similar, cuando Felipe predicó el evangelio en Samaria, leemos:
«Pero
cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios
y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron» (HH. 8:
12). De igual manera, cuando Pedro predicó a los gentiles en la casa de
Camelia, permitió el bautismo para los que habían oído la palabra y recibido el
Espíritu Santo; es decir, los que habían dado evidencia persuasiva de una obra
interna de regeneración.
Mientras
Pedro predicaba: «el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban el
mensaje» y Pedro y sus compañeros «los oían hablar en lenguas y alabar a Dios»
(Hch 10: 44-46). La respuesta de Pedro fue que el bautismo es apropiado para
los que habían recibido la obra regeneradora del Espíritu Santo: «¿Acaso puede
alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el
Espíritu Santo lo mismo que nosotros?» entonces Pedro «mandó que fueran
bautizados en el nombre de Jesucristo» (Hch 10: 47-48).
El
punto de estos tres pasajes es que el bautismo se administra apropiadamente
sólo a los que han recibido el evangelio y confiado en Cristo para salvación.
Hay otros textos que también indican esto: Hechos 16: 14-15 (Lidia y su
familia, después de que «el Señor le abrió el corazón» para que creyera»);
Hechos 16: 32-33 (la familia del carcelero de Filipos, después de que Pedro les
predicó «la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa»);
y 1ª Corintios 1: 16 (la familia de Estéfanas), pero estos pasajes se
considerarán más completamente abajo cuando veamos la cuestión de «bautismo de
familias».
2. EL ARGUMENTO DEL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO.
Además
de estas indicaciones de las narrativas del Nuevo Testamento de que el bautismo
siempre venía después de la fe que salva, hay una segunda consideración que
aboga por el bautismo de creyentes: el símbolo externo de empezar la vida
cristiana debe ser dado sólo a los que muestran evidencia de haber empezado la
vida cristiana.
Los
autores del Nuevo Testamento escribieron como si claramente dieran por sentado
que todos los que fueron bautizados también habían confiado personalmente en
Cristo y
8Berkhofadvierte
en contra de dar demasiada importancia al silencio de las Escrituras respecto
al bautismo de infantes. Comentando sobre el hecho de que en algunos casos
fueron bautizadas familias enteras, dice: «y si hubo infantes, es moralmente
verdad que ellos fueron bautizados junto con sus padres»
Pero
esto no es lo que dice Hch 2:41: el pasaje especifica que (los que recibieron
su mensaje fueron bautizados), y no los que no recibieron su palabra pero eran
infantes que pertenecían a las familias de los que recibieron su mensaje.
experimentado la salvación. Por ejemplo, Pablo dice: «Todos ustedes los que han
sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo» (Gá 3: 26-27).
Pablo
aquí da por sentado que el bautismo es una señal externa de regeneración
interna. Esto simplemente no habría sido cierto de infantes; Pablo no podía
haber dicho: «todos los infantes que han sido bautizados en Cristo se han
revestido de Cristo», porque los infantes todavía no han llegado a la fe que
salva ni han dado ninguna evidencia de regeneración:
Pablo
habla de la misma manera en Romanos 6: 3-4: «¿Acaso no saben ustedes que todos
los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos
bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos
sepultados con él en su muerte». ¿Podría Pablo haber dicho esto de los
infantes?
¿Podría
haber dicho que «todos los infantes que han sido bautizados en Cristo
Jesús fueron bautizados en su muerte» y
«fueron sepultados por consiguiente con él por el bautismo en su muerte, para
que así como Cristo fue resucitado de los muertos»?
Pero
si Pablo no pudo decir estas cosas en cuanto a los infantes, entonces los que
abogan por el bautismo de niños deben decir que el bautismo significa algo
diferente para los infantes que lo que Pablo quiere decir por «todos los que
fuimos bautizados para unimos con Cristo Jesús». Los que abogan por el bautismo
de infantes en este punto recurren a lo que le parece al presente autor el
lenguaje vago en cuanto a infantes siendo adoptados «en el pacto» o «en la
comunidad del pacto», pero el Nuevo Testamento no habla de esa manera en cuanto
al bautismo. Más bien, dice que todos los que han sido bautizados han sido
sepultados con Cristo, han sido resucitados con él, y se han revestido de
Cristo.
Un
argumento similar se puede hacer de Colosenses 2: 12: «Ustedes la recibieron al
ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante
la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos». Pero no se
podría decir de los infantes que fueron sepultados con Cristo, o que fueron
resucitados con él mediante la fe, puesto que ellos no tienen edad suficiente
para ejercer fe por sí mismos.
NOTA: Esto no es afirmar que ningún infante puede
ser regenerado, sino simplemente que Pablo no podía haber tenido base teológica
para decir que todos los infantes que habían sido bautizados habían empezado la
vida cristiana. Él está hablando en Gá 3: 27 de (todos ustedes que fueron
bautizados en Cristo).
Ver sección 3 abajo para una respuesta a la noción
católico romana de que el bautismo produce regeneración.
El acto de bautizar a un infante, incluyendo el
ponerle nombre al infante en ese momento, a veces se le llama «cristianizar»,
especialmente en las Iglesia Católica Romana y episcopal.
3. ALTERNATIVA N° 1: LA NOCIÓN CATÓLICO ROMANA.
La
Iglesia Católica Romana enseña que el bautismo se debe administrar a
infantes.!! Esto se debe a que la Iglesia Católica Romana cree que el bautismo
es necesario para salvación, y que el acto de bautismo en sí mismo produce
regeneración. Por consiguiente, en este punto de vista, el bautismo es un medio
por el que la iglesia concede gracia que salva a la gente. y si es esta clase
de canal de gracia que salva se le debe dar a toda persona.
Ludwig Ott, En Su Fundamentals Of Catholic Dogma' Da Las Siguientes
Explicaciones: El Bautismo Es Ese Sacramento En El Que El Hombre Lavado Con
Agua En El Nombre De Las Tres Personas Divinas Renace Espiritualmente (Ott De
Jn 3: 5; Tit 3: 5 Y Ef. 5: 26 Como Respaldo De Esta Afirmación).
El Bautismo, Provisto Que Las Disposiciones Apropiadas (Fe Y Tristeza
Por El Pecado) Estén Presentes, Efectúa: A) La Erradicación De Pecados, Tanto
El Pecado Original Y, En El Caso De Adultos, También Pecados Personales,
Mortales Y Veniales), Santificación Interna Por La Infusión De Gracia
Santificadora.
Aun Si Se Lo Recibe Indignamente, El Bautismo Válido Imprime En El Alma
Del Que Lo Recibe Una Marca Espiritual Indeleble, El Carácter Bautismal. La
Persona Bautizada Es Incorporada, Por El Carácter Bautismal, En El Cuerpo
Místico De Cristo. Toda Persona Válidamente Bautizada, Incluso La Bautizada
Fuera De La Iglesia Católica, Llega A Ser Miembro De La Única Santa Iglesia Católica
Y Apostólica.
Ott
pasa a explicar que el bautismo es necesario para la salvación y lo deben
realizar sólo los sacerdotes:
El bautismo por agua es, desde la promulgación del evangelio, necesario
para todos los hombres sin excepción para salvación.
Ott
explica que, mientras el bautismo de ordinario lo administra un sacerdote, en
circunstancias inusuales (tales como cuando un niño está en peligro de morir a
poco de haber nacido) puede realizarlo un diácono o un laico. Incluso el
bautismo realizado por no creyentes se piensa válido, porque Ott dice:
Así, Aunque Un Pagano O Un Hereje Puede Bautizar, Provisto Que Se
Adhiera A La Forma De La Iglesia Y Tiene Intención De Hacer Lo Que La Iglesia
Hace.
Aunque
los infantes no pueden ejercer fe que salva por sí mismos, la Iglesia Católica
Romana enseña que el bautismo de infantes es válido:
La Fe, Puesto Que No Es La Causa Efectiva De Justificación No Necesita
Estar Presente. La Fe Que Los Infantes Carecen Es Reemplazada Por La Fe De La
Iglesia.
Esencial
para comprender la noción católica romana del bautismo es darse cuenta de que
los católico romanos sostienen que los sacramentos funcionan aparte de la fe de
los que participan en el sacramento. Si esto es así, entonces se sigue que el
bautismo puede conferir gracia incluso a los infantes que no tienen la
capacidad de ejercer fe. Varias afirmaciones en el libro de Ott indican esto
claramente:
NOTA: En casos
extremos Ott y la enseñanza de la Iglesia Católica Romana permite el bautismo
de deseo (para el que sinceramente anhela ser bautizado pero no puede serlo) o
bautismo por sangre (en el martirio).
La Iglesia Católica Enseña Que Los Sacramentos Tienen Una Eficacia
Objetiva, Es Decir, Una Eficacia Independiente De La Disposición Subjetiva Del
Que Los Recibe O Del Ministro Los Sacramentos Confieren Gracia De Inmediato, Es
Decir, Sin La Mediación De La Fe Fiduciaria.
Los Sacramentos Del Nuevo Pacto Contienen La Gracia Que Significan, Y La
Conceden A Los Que No La Impiden.
Los Sacramentos Operan Ex Opere Operato. Es Decir, Los Sacramentos
Operan Por El Poder Del Rito Sacramental Completado.
La Fórmula «Ex Opere Operato» Afirma, Negativamente, Que La Gracia
Sacramental No Es Conferida Por Razón De La Actividad Subjetiva Del Que La
Recibe, Y Positivamente, Que La Gracia Sacramental Es Producida Por La Señal
Sacramental Operada Válidamente.
Sin Embargo, Ott Cuidadosamente Explica Que La Enseñanza Católico Romana
No Se Debe Interpretar «En El Sentido De Eficacia Mecánica O Mágica». Dice:
Por El Contrario, En El Caso Del Adulto Que Recibe Se Exige Expresamente
Fe No Obstante La Disposición Subjetiva Del Que Recibe No Es La Causa De La
Gracia; Es Meramente Una Precondición Indispensable De Comunicación De Gracia.
La Medida De La Gracia Efectuada Ex Opere Operato Incluso Depende Del Grado De
Disposición Subjetiva.
Al dar
respuesta a esta enseñanza católico romana debemos recordar que la Reforma giró
alrededor de este asunto. La gran preocupación de Martín Lutero fue enseñar que
la salvación depende sólo de la fe, y no de la fe más obras. Pero si el
bautismo y participar de los demás sacramentos es necesario para la salvación
porque son necesarios para recibir la gracia que salva, entonces la salvación
realmente se basa en la fe más obras.
En
contraste a esto, el claro mensaje del Nuevo Testamento es la justificación por
la fe sola. «Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto
no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que
nadie se jacte» (Ef. 2: 8-9). Todavía más, (la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús, nuestro Señor» (Ro 6: 23).
El
argumento de la Iglesia Católica Romana de que el bautismo es necesario para la
salvación es muy similar al argumento de los opositores de Pablo en Galaxia que
decían que la circuncisión era necesaria para la salvación. La respuesta de
Pablo
es que los que exigen la circuncisión están predicando (un evangelio diferente)
(Gá 1: 6). Él dice que «Todos los que viven por las obras que demanda la ley
están bajo maldición» (Gá 3: 10), y habla muy severamente a los que intentan
añadir toda otra forma de obediencia como requisito para la justificación:
«Aquellos
de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley, han roto con
Cristo; han caído de la gracia» (Gá 5:4). Por consiguiente, debemos concluir
que ninguna obra es necesaria para la salvación; y por consiguiente, el
bautismo no es necesario para la salvación.
NOTA: La frase ex opere operato representa una
parte esencial de la enseñanza católico romana sobre los sacramentos.
Esta frase latina literalmente significa «por la
obra realizada», y quiere decir que los sacramentos obran en virtud de la
actividad real hecha, y que el poder de los sacramentos no depende de ninguna
actitud subjetiva de fe de los que participan en ellos.
Pero,
¿qué tal en cuanto A Juan 3: 5: «Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios»? Aunque algunos han entendido
esto como una referencia al bautismo, es mejor entenderlo contra el trasfondo
de la promesa del nuevo pacto en Ezequiel 36:
Los Rodaré Con Agua Pura, Y Quedarán Purificados. Los Limpiaré De Todas
Sus Impurezas E Idolatrías. Les Daré Un Nuevo Corazón, Y Les Infundiré Un
Espíritu Nuevo; Les Quitaré Ese Corazón De Piedra Que Ahora Tienen, Y Les
Pondré Un Corazón De Carne. Infundiré Mi Espíritu En Ustedes, Y Haré Que Sigan
Mis Preceptos Y Obedezcan Mis Leyes (Ez 36: 25-27).
Ezequiel
aquí habla de un lavamiento «espiritual» que vendrá en los días del nuevo pacto
cuando Dios ponga su Espíritu en su pueblo. A la luz de esto, nacer del agua y
del Espíritu es un lavamiento «espiritual» que ocurre cuando nacemos de nuevo,
así como también recibimos un (lluevo corazón) espiritual, y no fisico, en ese
momento.
De
modo similar, Tito 3: 5 especifica no el bautismo en agua, sino «el lavamiento
de la regeneración», explícitamente indicando que es una concesión espiritual
de nueva vida. El bautismo en agua simplemente no es mencionado en este pasaje.
Un
lavamiento más bien espiritual antes que literal también se menciona en Efesios
5: 26, en donde Pablo dice que Cristo se entregó a sí mismo por la iglesia
«para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra».
Es la palabra de Dios la que hace lavamiento que se menciona aquí, y no el agua
fisica.
En
cuanto a la noción católico romana de que el bautismo conlleva gracia aparte de
la disposición subjetiva del que lo recibe o del ministro (posición que es
consistente con el bautismo de infantes, que no ejercen fe por sí mismos),
debemos reconocer que no existe ningún ejemplo del Nuevo Testamento para probar
este punto de vista, ni tampoco hay testimonio del Nuevo Testamento que lo
indique.
Más
bien, los relatos y narrativas de los que fueron bautizados indican que primero
habían venido a la fe que salva (ver arriba). Y cuando hay afirmaciones
doctrinales en cuanto al bautismo también indican la necesidad de la fe que
salva. Cuando Pablo dice: «Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el
bautismo. En él también fueron resucitados», de inmediato especifica «mediante
la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos» (Col 2: 12).
Finalmente,
¿qué tal en cuanto a 1 Pedro 3:21, en donde Pedro dice: (el bautismo que ahora
los salva también a ustedes)? ¿No da esto claro respaldo a la noción católico romana
de que el bautismo en sí mismo da la gracia que salva al que lo recibe).
No,
porque cuando Pedro usa esta frase continúa en la misma oración para explicar
exactamente lo que quiere decir por ella. Dice que el bautismo los salva «no
consiste en la limpieza del cuerpo» (es decir, no como un acto externo, fisico,
que lava suciedad del cuerpo; ésa no es la parte que salva), «sino en el
compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios» (es decir, como una
transacción interna, espiritual, entre Dios y el individuo, transacción
simbolizada por la ceremonia externa del bautismo).
Podemos
parafrasear la afirmación de Pedro diciendo: «el bautismo ahora los salva; no
la ceremonia fisica externa del bautismo sino la realidad espiritual interna
que el bautismo representa». De esta manera, Pedro guarda en contra de toda
noción de que el bautismo automáticamente atribuya poder salvador a la
ceremonia fisica en sí misma.
La
frase de Pedro, «el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios»
es otra manera de decir «una petición de perdón de pecados y un nuevo corazón».
Cuando Dios le da al pecador «una conciencia limpia», esa persona tiene la
seguridad de que todo pecado ha sido perdonado y que está en correcta relación
con Dios (Heb 9: 14 y 10: 22 habla de esta manera en cuanto a la limpieza de la
conciencia de uno por Cristo).
Ser
bautizado apropiadamente es hacer tal «apelación» a Dios; o sea, decir, en
efecto: «Dios mío, al entrar yo en este bautismo que limpia mi cuerpo por fuera
estoy pidiendo que me limpies el corazón por dentro, que perdones mis pecados,
y que me pongas en correcta relación delante de ti». Entendido de esta manera,
el bautismo es un símbolo apropiado del principio de la vida cristiana.
Así
que 1 Pedro 3: 21 ciertamente no enseña que el bautismo salva automáticamente a
las personas o que confiere gracia ex opere operato. Ni siquiera enseña que el
acto del bautismo en sí mismo tenga poder salvador, sino más bien que la
salvación resulta mediante el ejercicio interno de la fe que el bautismo
representa (Col 2: 12). De hecho, los protestantes que abogan por el bautismo
de creyentes bien podrían ver en 1ª Pedro 3: 21 algún respaldo para su
posición: el bautismo, se pudiera argumentar, es apropiadamente administrado a
todo el que tiene la suficiente personalmente para ser «una aspiración a Dios
por una clara conciencia».
En
conclusión, las enseñanzas católico romanas de que el bautismo es necesario
para la salvación, de que el acto del bautismo en sí mismo confiere gracia que
salva, y que el bautismo es por consiguiente apropiadamente administrado a los
infantes, no son persuasivas a la luz de las enseñanzas del Nuevo Testamento.
NOTA: Algunos han argumentado que «compromiso"
es mejor palabra que «aspiración» en este versículo. Así, la NVI traduce: «el
compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios». La información de
otros ejemplos de la palabra es escasa respecto a ambos significados, y no se
puede derivar ninguna conclusión de un examen de los otros usos de la palabra
sola (ver consideración en W. Grudem, 1ª Peter, p. 164).
Pero mucho más significativo es el hecho de que la
de traducción «compromiso» introduce un problema teológico.
Si el bautismo es un «compromiso a Dios» para
mantener una buena conciencia (o una promesa de vivir una vida obediente, que
brota de una buena conciencia), entonces el énfasis ya no está en la
dependencia de Dios para que dé salvación, sino más bien en la dependencia del
propio esfuerzo de o firmeza de decisión de uno.
Y puesto que esta frase en 1ª Pedro 3: 21 está tan
claramente conectada con el principio de la vida cristiana e identificada como
un rasgo del bautismo que (dos salva», la traducción «compromiso» parece ser
inconsistente con la enseñanza del Nuevo Testamento sobre la salvación por fe
sola; sería el único lugar en donde se dice que una promesa de ser justo es lo
mismo que (dos salva».
Y puesto que la información léxica no es conclusiva
para ambos sentidos (en tanto que sugiere que ambos sentidos son al parecer
posibles), es mejor adoptar la traducción de «aspiración» como un sentido mucho
más de acuerdo con la enseñanza doctrinal del resto Nuevo Testamento.
Col 2: 12 se pudiera usar de la misma manera: Pablo
dice que en el bautismo los creyentes fueron «resucitados con [Cristo] por fe
en la obra de Dios, que le resucitó de los muertos». Esto presupone que los que
fueron bautizados estaban ejerciendo fe cuando fueron bautizados; es decir,
tenían edad suficiente como para creer.
4. ALTERNATIVA N° 2: LA NOCIÓN PAIDOBAUTISTA PROTESTANTE.
En
contraste tanto a la posición bautista que se defiende en la primera parte de
este capítulo, y a la noción católico romana que se acaba de considerar, otra
noción importante es que el bautismo se administra apropiadamente a todos los
hijos de padres creyentes.
Esta
es una perspectiva común en muchos grupos protestantes (especialmente iglesias
luteranas, episcopales, metodistas, presbiterianas y reformadas). A esta noción
a veces se le conoce como el argumento del pacto para el paidobautismo. Se le
llama un argumento de «pacto» porque depende de considerar a los hijos nacidos
a los creyentes como parte de la «comunidad del pacto» del pueblo de Dios.
La
palabra «paidobautismo» quiere decir la práctica de bautizar infantes (el
prefijo paidos, quiere decir «niño» y se deriva de la palabra griega pais,
«niño»).!8 Se considerará primordialmente los argumentos presentados por Louis
Berkhof, que explica claramente y defiende bien la posición paidobautista.
El
argumento de que los infantes de los creyentes deben ser bautizados depende
primordialmente de los tres puntos siguientes:
A. A LOS INFANTES SE LES
CIRCUNCIDABA EN EL ANTIGUO PACTO:
En el
Antiguo Testamento la circuncisión era la señal externa de entrada en la
comunidad del pacto o la comunidad del pueblo de Dios. La circuncisión se
administraba a todo niño israelita (es decir, a los varones) a los ocho días de
nacidos.
B. EL BAUTISMO ES PARALELO A
LA CIRCUNCISIÓN:
En el
Nuevo Testamento la señal externa de entrada en la «comunidad del pacto» es el
bautismo. Por consiguiente, el bautismo es la contraparte del Nuevo Testamento
a la circuncisión. Se sigue que el bautismo se debe administrar a todos los
infantes de padres creyentes. Negarles ese beneficio es privarles de un
privilegio y beneficio que les corresponde por derecho: la señal de pertenecer
a la comunidad del pueblo de Dios, la «comunidad del pacto». El paralelo entre
la circuncisión y el bautismo se ve claramente en Colosenses 2:
Además, En Él Fueron Circuncidados, No Por Mano Humana Sino Con La Circuncisión
Que Consiste En Despojarse Del Cuerpo Pecaminoso. Esta Circuncisión La Efectuó
Cristo. Ustedes La Recibieron Al Ser Sepultados Con Él En El Bautismo. En Él
También Fueron Resucitados Mediante La Fe En El Poder De Dios, Quien Lo
Resucitó De Entre Los Muertos (Col 2: 11-12).
Aquí
se dice que Pablo hace una conexión explícita entre la circuncisión y el
bautismo.
NOTA: Los católico romano son paidobautistas, pero
sus argumentos en respaldo son diferentes. Como se explica arriba (ellos
enseñan que el bautismo produce regeneración). En el material que sigue.
compararé una defensa protestante del paidobautismo con una defensa protestante
del bautismo de creyentes. Por consiguiente, usaré el término paidobautista
para referirme a los paidobautistas protestantes que sostienen una posición
paidobautista de pacto.
C. BAUTISMOS DE FAMILIAS:
Respaldo
adicional para la práctica de bautizar infantes se halla en los «bautismos de
familias» que se informan en Hechos y en las Epístolas, particularmente el
bautismo de la familia de Lidia (Hch 16: 15), la familia del carcelero de
Filipos (Hch 16: 33), y la familia de Estéfanas (1ª Co 1:16). También se
afirman que Hechos 2:39, que declara que las bendiciones prometidas del
evangelio son para «para ustedes, para sus hijos», respalda esta práctica.
En
respuesta a estos argumentos en favor del paidobautismo, se deben señalar los
siguientes puntos:
(1) Es ciertamente verdad que el bautismo y la circuncisión son similares
de muchas maneras, pero no debemos olvidar también que lo que simbolizan es
diferente en algunas maneras importantes. El antiguo pacto tenía un medio
fisico y externo de entrada en la «comunidad del pacto». Uno llegaba a ser
judío al nacer de padres judíos. Por consiguiente, todos los varones judíos
eran circuncidados. La circuncisión no estaba restringida a las personas que
tenían verdadera vida espiritual interna, sino más bien se la daba a «todos los
que vivían entre el pueblo de Israel. Dios dijo:
Todos Los Varones Entre Ustedes Deberán Ser Circuncidados. Todos Los
Varones De Cada Generación Deberán Ser Circuncidados A Los Ocho Días De
Nacidos, Tanto Los Niños Nacidos En Casa Como Los Que Hayan Sido Comprados Por
Dinero A Un Extranjero Y Que, Por Lo Tanto, No Sean De La Estirpe De Ustedes.
Todos Sin Excepción, Tanto El Nacido En Casa Como El Que Haya Sido Comprado Por
Dinero, Deberán Ser Circuncidados (Gn 17: 10-13).
No
fueron solamente los descendientes físicos del pueblo de Israel los
circuncidados, sino también los siervos que ellos habían comprado y vivían
entre ellos. La presencia o ausencia de vida espiritual interna no hacía
ninguna diferencia para nada en el asunto de si uno era circuncidado. Así «ese
mismo día Abraham tomó a su hijo Ismael, a los criados nacidos en su casa, a
los que había comprado con su dinero y a todos los otros varones que había en
su casa, y los circuncidó, tal como Dios se lo había mandado» (Gn 17: 23; Jos
5: 4).
Debemos
darnos cuenta de que la circuncisión se hizo a todo varón que vivía entre el
pueblo de Israel aunque la verdadera circuncisión es algo interno y espiritual:
«La circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el
mandamiento escrito» (Ro 2: 29). Es más, Pablo en el Nuevo Testamento
explícitamente indica que «no todos los que descienden de Israel son Israel»
(Ro 9: 6).
Pero
aunque hubo en el tiempo del Antiguo Testamento (y más completamente en tiempo
del Nuevo Testamento) una conciencia de realidad espiritual interna que la
incircuncisión tenía el propósito de representar, no hubo esfuerzo alguno de
restringir la circuncisión sólo aquellos cuyo corazón en realidad estaba
circuncidado espiritualmente y que tenían genuina fe que salva. Incluso entre
los adultos varones la circuncisión se aplicaba a todos, y no solamente a los
que daban evidencia de fe interna.
(2) Pero bajo el nuevo pacto la situación es muy diferente. El Nuevo
Testamento no habla de una «comunidad del pacto» formada de creyentes y los
hijos, parientes y sirvientes no creyentes que resulta que viven entre ellos.
(A decir verdad, en la consideración del bautismo, la frase «comunidad del
pacto» según la usan los paidobautistas a menudo tiende a funcionar como un
término amplio y vago que nubla las diferencias entre el Antiguo Testamento y
el Nuevo Testamento en este asunto).
En la
iglesia del Nuevo Testamento la única cuestión que importa es si uno tiene fe
que salva y ha sido espiritualmente incorporado en el cuerpo de Cristo, la
verdadera iglesia. La única «comunidad de pacto» que se considera es la iglesia
o sea la comunidad de los redimidos.
Pero,
¿cómo llega a ser uno miembro de la iglesia? El medio de entrada en la iglesia
es voluntario, espiritual e interno. Uno llega a ser miembro de la verdadera
iglesia al nacer de nuevo y tener fe que salva, no por el nacimiento fisico.
Esto resulta no por un acto externo, sino por la fe interna del corazón de uno.
Es ciertamente verdad que el bautismo es la señal de entrada a la iglesia, pero
esto quiere decir que se debe darlo solamente a los que dan evidencia de
membrecía en la iglesia, sólo los que profesan fe en Cristo.
No
debe sorprendemos que haya un cambio en la manera en que se entraba a la
comunidad del pacto en el Antiguo Testamento (nacimiento fisico) y la manera en
que se entra a la iglesia en el Nuevo Testamento (nacimiento espiritual). Hay
muchos cambios análogos entre el antiguo y el nuevo pacto en otros aspectos por
igual.
En
tanto que los israelitas se alimentaban del maná fisico en el desierto, los
creyentes del Nuevo Testamento se alimentan de Jesucristo, el pan verdadero que
ha venido del cielo Gn 6: 48-51). Los israelitas bebieron agua fisica que brotó
de la roca en el desierto, pero los que creen en Cristo beben del agua viva de
vida eterna que él da Gn 4: 10-14).
El
antiguo pacto tenía un templo fisico al que Israel venía para adorar, pero en
el nuevo pacto los creyentes son edificados para ser un templo espiritual (1ª P
2: 5). Los creyentes del antiguo pacto ofrecían sacrificios físicos de animales
y cosechas en el altar, pero los creyentes del Nuevo Testamento ofrecen «sacrificios
espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo» (1ª P 2: 5; Heb 13:
15-16).
Los
creyentes del antiguo pacto recibieron de Dios la tierra fisica de Israel que
les había prometido, pero los creyentes del Nuevo Testamento reciben «una
patria mejor, es decir, la celestial» (Heb 11: 16). De la misma manera, en el
antiguo pacto los que eran descendencia fisica de Abraham eran miembros del
pueblo de Israel, pero en el Nuevo Testamento los que son la «simiente»
espiritual o descendientes de Abraham por fe son miembros de la iglesia (Gá 3:
29; Ro 4: 11-12).
En
todos estos contrastes vemos la verdad de la distinción que Pablo recalca entre
el antiguo pacto y el nuevo pacto. Los elementos y actividades físicas del
viejo pacto eran «sólo una sombra de lo que había de venir», pero la verdadera
realidad, la «sustancia», se halla en la relación del nuevo pacto que tenemos
en Cristo (Col 2: 17).
Por
consiguiente, es consistente con este cambio de sistemas que los niños
(varones) automáticamente sean circuncidados en el antiguo pacto, puesto que su
descendencia fisica y presencia fisica en la comunidad del pueblo Judío quería
decir que eran miembros de esa comunidad en la que la fe no era un requisito de
entrada.
Pero
en el nuevo pacto es apropiado que los infantes no sean bautizados, y que el
bautismo sea dado sólo a los que dan evidencia de genuina fe que salva, porque
la membrecía en la iglesia se basa en la realidad espiritual interna, y no en
descendencia fisica.
NOTA: En este punto el que promueve el paidobautismo
tal vez pregunte si no deberíamos tener una idea de una «comunidad del pacto»
en la iglesia del Nuevo Testamento que es más amplia que la iglesia e incluye a
los niños no creyentes que pertenecen a familias de la iglesia.
Pero el Nuevo Testamento no habla de tal comunidad,
ni da indicación de que los hijos no creyentes de padres creyentes sean
miembros del nuevo pacto. Y por cierto no habla del bautismo como una señal de
entrada a tal grupo más amplio. El bautismo simboliza el nuevo nacimiento y entrada
a la iglesia.
(3) Los ejemplos del bautismo de familias en el Nuevo Testamento en
realidad no son decisivos en cuanto a una posición o la otra. Cuando miramos a
los ejemplos reales más de cerca, vemos que varios de ellos hay indicaciones de
fe que salva de parte de los bautizados. Por ejemplo, es cierto que la familia
del carcelero de Filopos fue bautizada (Hch 16: 3 3), pero también es cierto
que Pablo y Silas «les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás
que estaban en su casa» (Hch. 16: 32).
Si la
palabra del Señor fue proclamada a todos en la casa, se da por sentado de que
todos tenían edad suficiente para entender la palabra y creer en ella. Todavía
más, después de que la familia fue bautizada, leemos que el carcelero de
Filopos «se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios»
(Hch 16: 34).
Así
que no tenemos sólo un bautismo de una familia sino también la recepción de
parte de una familia de la palabra de Dios y a toda una familia que se regocija
en la fe en Dios. Estos hechos sugieren muy fuertemente que toda la familia
tuvo que venir individualmente a la fe en Cristo.
Con
respecto al hecho de que Pablo bautizó «a la familia de Estéfanas» (1ª Co 1:
16), debemos también notar que Pablo dice al fin de Corintios que «los de la
familia de
Estéfanas
fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han dedicado a servir a los
creyentes. Les recomiendo, hermanos» (1ª Co 16: 15). Así que, no fueron
solamente bautizados; también se convirtieron y habían trabajado sirviendo a
otros creyentes. De nuevo, el ejemplo de bautismo de familias da indicación de
fe de familias.
De
hecho, hay otros casos en donde el bautismo no se menciona pero vemos
testimonio explícito del hecho de que toda una familia había venido a la fe.
Después de que Jesús sanó al hijo del oficial, leemos que el padre «creyó él
con toda su familia» (Jn 4: 53). De modo similar, cuando Pablo predicó en
Corinto «Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia»
(Hch 18: 8).
Esto
quiere decir que de todos los ejemplos de «bautismo de familias» en el nuevo
testamento, el único que no da alguna indicación de fe de familia tan bien es
Hechos 16: 14-15, hablando de Lidia: «el Señor le abrió el corazón para que
respondiera al mensaje de Pablo. Cuando fue bautizada con su familia».
El
texto simplemente no contiene ninguna información en cuanto a si hubo infantes
en su casa o no. Es ambiguo, y ciertamente no evidencia de peso para el
bautismo de infantes. Se debe considerar inconclusivo.
Con
respecto a la afirmación de Pedro en Pentecostés de que «la promesa es para
ustedes, para sus hijos», debemos notar que la oración sigue de esta manera:
«En
efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los
extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios
quiera llamar» (Hch 2: 39).
Todavía
más, el mismo párrafo especifica no que creyentes y niños no creyentes fueron
bautizados, sino que (los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel
día se unieron a la iglesia unas tres mil personas» (Hch 2: 41).
(4) Otro argumento en objeción a la posición paidobautista se puede hacer
cuando hacemos la pregunta sencilla: «¿Qué hace el bautismo?» En otras
palabras, podemos preguntar: «¿Qué logra en realidad el bautismo? ¿Qué
beneficio produce?»
Los
católicos romanos dan una clara respuesta a esta pregunta: el bautismo produce
regeneración. Y los bautistas tienen también una respuesta clara: el bautismo
simboliza el hecho de que la regeneración interna ya ha ocurrido. Pero los
paidobautistas no pueden adoptar ninguna de estas respuestas. No quieren decir
que el bautismo produce regeneración, ni tampoco pueden decir (con respecto a
los niños) que simboliza una regeneración que ya ha ocurrido.
La
única alternativa parece ser decir que simboliza una regeneración que ocurrirá
en el futuro, cuando el infante tenga edad suficiente para llegar a la fe que
salva. Pero incluso eso no es exacto, porque no es seguro que el infante será
regenerado en el futuro; algunos infantes que son bautizados nunca llegan a
tener fe que salva más adelante.
Así
que, la explicación paidobautista más acertada de lo que simboliza el bautismo
es que simboliza probable regeneración futura. 21 No causa regeneración, ni
simboliza regeneración real; por consiguiente se debe entender como
simbolizando probable regeneración en algún momento en el futuro.
Pero
en este punto parece evidente que la comprensión paidobautista del bautismo es
muy diferente de la del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento nunca ve el
bautismo como algo que simboliza una regeneración futura probable. Los autores
del Nuevo Testamento no dicen: «¿Puede alguien impedir agua para bautizar a
estos que probablemente algún día serán salvados?» (Hch 10: 47), o, «Todos
ustedes que fueron bautizados en Cristo probablemente algún día serán puestos
en Cristo» (Gá 3: 27), o «¿No saben que todos ustedes que han sido bautizados
en Cristo Jesús probablemente algún día serán bautizados en su muerte?» (Ro 6:
3).
Esta
simplemente no es la manera en que el Nuevo Testamento habla del bautismo. El
bautismo en el Nuevo Testamento es una señal de haber nacido de nuevo, de estar
limpios del pecado, y del comienzo de la vida cristiana. Es apropiado reservar
esta señal para los que dan evidencia de lo que es realidad en sus vidas.
Otra
perspectiva del simbolismo del bautismo la da Michael Green. Él dice:
El
bautismo de infantes recalca la objetividad del evangelio. Señala al logro
sólido de Cristo crucificado y resucitado, sea que respondamos o no a él. No
que ganemos nada de ello a menos que nos arrepintamos y creamos. Pero es la
demostración firme de que nuestra salvación no depende de nuestra propia fe muy
falible; depende de lo que Dios ha hecho por nosotros.
NOTA: Sin embargo, algunos paido-bautistas
protestantes darán por sentado que la regeneración ya ha ocurrido (y la
evidencia se verá más tarde). Otros, incluyendo muchos episcopales y luteranos,
dirían que la regeneración tiene lugar en el momento del bautismo.
Esto no es una cita de algún escritor paidobautista
específico, sino mi propia conclusión de la lógica de la posición
paidobautista, que parece requerir esta comprensión de lo que significa el
paidobautismo respecto a la regeneración.
Michael Green, Baptism: lts
Purpose, Practice, and Power, (Hodder and stoughton, Londres, e Inter Varsity
Press, Downers Grove, m., 1987). Este libro contiene una afirmación excelente de una
posición paidobautista, y también contiene mucho análisis útil de la enseñanza
bíblica en cuanto al bautismo que ambos lados pudieran endosar.
Luego
pasa a decir:
El Bautismo De Infantes Recalca La Iniciativa De Dios En La Salvación.
¿Debería Apuntarse Lo Primariamente A La Respuesta Del Hombre, O A La
Iniciativa De Dios? Ese Es El Meollo De La Pregunta. Para El Bautista, El
Bautismo Primariamente Da Testimonio De Lo Que Nosotros Hacemos En Respuesta A
La Gracia De Dios. Para El Paidobautista, Primariamente Da Testimonio De Lo Que
Dios Ha Hecho Que Lo Hace Posible (Énfasis Suyo).
Pero
se pueden anotar varios puntos en respuesta a Creen.
(A) Su análisis en este punto deja a un lado el hecho de que el bautismo no
sólo simboliza la muerte y resurrección de Cristo; como ya hemos visto en el
análisis previo de los textos del Nuevo Testamento, sino que también simboliza
la aplicación de la redención a nosotros, como resultado de nuestra respuesta
de fe.
El
bautismo ilustra el hecho de que hemos sido unidos a Cristo en su muerte y
resurrección, y el lavamiento con agua simboliza que hemos sido limpiados de
nuestros pecados. Al decir que los paidobautistas recalcan la iniciativa de
Dios y los bautistas recalcan la respuesta del hombre, Creen le ha presentado
al lector dos alternativas incorrectas entre las cuales escoger, porque el
bautismo ilustra ambas cosas y más. El bautismo ilustra:
(I) la obra redentora de Cristo:
(II) mi respuesta en fe (cuando vengo a ser bautizado)
y:
(II) la aplicación de Dios de los beneficios de la
redención a mi vida.
El
bautismo de creyentes ilustra todos esos tres aspectos (y no simplemente mi fe,
como sugiere Creen), pero según la noción de Creen el paidobautismo ilustra
sólo la primera.
No es
cuestión de cuál es «primaria»; es cuestión de cuál noción del bautismo incluye
todo lo que el bautismo representa.
(B) Cuando Creen dice que nuestra salvación no depende de nuestra fe sino
de la obra de Dios, la expresión «depende de» se presta a varias
interpretaciones. Si «depende de» quiere decir «aquello en que nos apoyamos»,
entonces por supuesto ambos lados concordarían en que descansamos en la obra de
Cristo, y no en nuestra fe. Si «depende de» quiere decir que la fe no tiene
ningún mérito en sí misma por la que podamos ganamos el favor de Dios, entonces
ambos lados concordarían.
Pero
si «depende de» quiere decir que no hay ninguna diferencia en cuanto a nuestra
salvación si creemos o no, entonces ningún lado concordaría: el mismo Creen
dice en la oración previa que el bautismo no nos hace ningún bien a menos que
nos arrepintamos y creamos.
Por
consiguiente, si el bautismo de alguna manera representa la aplicación de la
redención a la vida de una persona, entonces no es suficiente practicar una
forma de bautismo que ilustra sólo la muerte y resurrección de Cristo; también
debemos ilustrar nuestra respuesta en fe y la subsiguiente aplicación de la
redención a nosotros. En contraste, en la noción de Creen, hay un peligro real
de ilustrar una noción (con la que Creen discreparía) de que Dios aplica la
redención a las personas sea que crean o no.
(5) Finalmente, los que abogan por el bautismo de creyentes a menudo
expresan preocupación en cuanto a las consecuencias prácticas del
paidobautismo. Aducen que la práctica del paidobautismo en la vida real de la
iglesia frecuentemente lleva las personas bautizadas en la infancia a dar por
sentado de que han sido regenerados, y por consiguiente no sienten la urgencia
de su necesidad de venir a la fe personal en Cristo.
En un
período de años, la tendencia es probable que resulte en más y más miembros no
convertidos en la «comunidad del pacto»; miembros que no son genuinamente
miembros de la iglesia de Cristo. Por supuesto, esto no haría falsa a una
iglesia paidobautista, pero sí la haría una iglesia menos pura, y una que
frecuentemente luchará contra las tendencias hacia la doctrina liberal y otras
clases de incredulidad que son introducidas por el sector no regenerado de la
membrecía.
C. EL EFECTO DEL BAUTISMO
Hemos
argumentado arriba que el bautismo simboliza regeneración o renacimiento
espiritual. Pero, ¿sólo simboliza? O, ¿hay alguna manera en que también es un
«medio de gracia», es decir, un medio que el Espíritu Santo utiliza para dar
bendición a la gente?
Ya
hemos considerado esta pregunta en el capítulo previo," así que aquí sólo
es necesario decir que cuando se realiza apropiadamente el bautismo entonces
por supuesto también da algún beneficio espiritual a los creyentes.
Hay la
bendición del favor de Dios que viene con toda obediencia, así como también la
alegría que viene por la profesión pública de la fe de uno, y la seguridad de
tener un cuadro fisico claro de morir y resucitar con Cristo y de lavamiento de
pecados.
Ciertamente
el Señor nos dio el bautismo para fortalecer y promover nuestra fe; y así
debería ser para todo el que es bautizado y para todo creyente que presencia un
bautismo.
D. LA NECESIDAD DEL BAUTISMO
En
tanto que reconocemos que Jesús ordenó el bautismo (Mt 28: 19), como también
los apóstoles (Hch 2:38), no debemos decir que el bautismo sea necesario para
salvación.
Esta
cuestión se consideró en alguna extensión bajo la respuesta a la noción católico
romana del bautismo. Decir que el bautismo o cualquier otra acción es necesaria
para la salvación es decir que no somos justificados por fe sola, sino por la
fe más una cierta «obra», la obra del bautismo.
El
apóstol Pablo se habría opuesto a la idea de que el bautismo es necesario para
la salvación tan fuertemente como se opuso a la idea similar de que la
circuncisión sea necesaria para la salvación (ver Gá 5: 1-12).
Los
que aducen que el bautismo es necesario para la salvación a menudo señalan Marcos
16: 16: (El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será
condenado). Pero la respuesta muy evidente a esto es simplemente decir que el
versículo no dice nada acerca de los que creen y no son bautizados. El
versículo simplemente está hablando de casos generales sin hacer ninguna
calificación pedante para el caso inusitado de alguien que cree y no es
bautizado. Pero ciertamente ese versículo no se debería forzar para hacer que
diga algo de lo que no está hablan d 25.
NOTA: En este punto difiero no sólo con la
enseñanza Católico romana, sino también con la enseñanza de varias
denominaciones protestantes que enseñan que, en algún sentido, el bautismo es
necesario para la salvación. Aunque hay diferentes matices en su enseñanza, tal
posición la sostienen muchas iglesias episcopales, muchas Iglesia luteranas, y
las iglesias de Cristo.
Más al
punto es la afirmación de Jesús al ladrón moribundo en la cruz: «-Te aseguro
que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23: 43). El ladrón no pudo ser
bautizado antes de morir en la cruz, pero fue ciertamente salvado ese día. Es
más, la fuerza de este punto no se puede evadir argumentando que el ladrón fue
salvado bajo el antiguo pacto (bajo el cual el bautismo no era necesario para
salvación), porque el nuevo pacto tomó efecto en la muerte de Jesús (ver Heb 9:
17), y Jesús murió antes de cualquiera de los dos ladrones que fueron
crucificados con él (ver Jn 19: 32-33).
Otra
razón por la que el bautismo no es necesario para la salvación es que nuestra
justificación de los pecados tiene lugar en el punto de la fe que salva, y no
en el punto del bautismo del agua, que por lo general ocurre más tarde. Pero si
la persona ya está justificada y tiene sus pecados perdonados eternamente en el
punto de la fe que salva, entonces el bautismo no es necesario para el perdón
de los pecados, ni para la concesión de nueva vida espiritual.
El
bautismo, entonces, no es necesario para la salvación; pero sí es necesario
para nuestra obediencia a Cristo, porque él ordenó el bautismo a todos los que
creen en él.
E. LA EDAD PARA EL BAUTISMO
Los
que están convencidos por los argumentos para el bautismo de creyentes deben
entonces empezar a preguntar: «¿qué edad deben tener los niños antes de ser
bautizados?»
La
respuesta más directa es que deben tener edad suficiente para dar una profesión
creíble de fe. Es imposible fijar una edad precisa que se aplicará a todo niño,
pero cuando los padres ven evidencia convincente de genuina vida espiritual, y
también algún grado de comprensión respecto a lo que significa confiar en
Cristo, entonces el bautismo es apropiado. Por supuesto, esto requerirá
cuidadosa administración de parte de la iglesia, así como también una buena
explicación de parte de los padres en sus hogares. La edad exacta para el
bautismo variará de niño a niño, y a veces de iglesia a iglesia también.
NOTA: Todavía más, es dudoso si se debería utilizar
este versículo para respaldar una posición teológica, puesto que hay muchos
manuscritos antiguos que no tienen este versículo (o Mr 16: 9-20), y parece ser
más probable que este versículo no estuvo en el Evangelio que Marcos escribió
originalmente. (Ver consideración de Mr 16: 9-20.
yo participé en el bautismo de mis propios tres
hijos cuando ellos tenían entre seis y diez años y mostraron un grado apropiado
de comprensión del evangelio, junto con genuina evidencia de fe en Cristo. En
todos los tres casos, pienso que podrían haber sido bautizados antes, pero lo
demoramos en diferencia al patrón ordinario seguido por las iglesias a las que
asistíamos, en que por lo general no se bautizaba a los niños menores de siete
años.
(Entre los bautistas del Reino Unido se acostumbra
esperar hasta que los niños tengan algunos más años que esto, sin embargo).
F. PREGUNTAS QUE QUEDAN
(1) ¿NECESITAN LAS IGLESIAS DIVIDIRSE POR EL BAUTISMO?
A
pesar de muchos años de división sobre la cuestión entre protestantes, ¿hay
alguna manera en que los creyentes que difieren sobre el bautismo pueden
demostrar una mayor unidad de comunión?
Y,
¿hay alguna manera en que se pueda hacer progreso en acercar más a la iglesia a
la unidad respecto a este asunto?
Una manera
de progresar pudiera ser que los paidobautistas y los que abogan por el
bautismo de creyentes llegaran a una admisión común de que el bautismo no es
una doctrina principal de la fe, y que estuvieran dispuestos a vivir con el
punto de vista del otro en este asunto y a no permitir que las diferencias en
cuanto al bautismo sean una causa de división dentro del cuerpo de Cristo.
Específicamente,
esto querría decir permitir que se enseñen y practiquen diferentes puntos de
vista sobre el bautismo de ambos lados del asunto.
Sin
duda esto sería dificil tanto para denominaciones bautistas como para
denominaciones paidobautistas, porque tienen largas tradiciones de discutir uno
u otro lado del asunto. Ciertamente los creyentes tienen el derecho de tomar
sus propias decisiones respecto al bautismo, pero no parece apropiado que las
divisiones denominacionales dependan o refuercen estas diferencias, ni parece
correcto que las iglesias exijan una noción u otra sobre el bautismo para los
que desean ser ordenados o funcionar como maestros dentro de la iglesia.
Específicamente,
esto significaría que las iglesias bautistas tendrían que estar dispuestas a
permitir en su membrecía a los que han sido bautizados como infantes y aquellos
cuya convicción de conciencia, después de consideración cuidadosa, es que su
bautismo como infantes fue válido y no se debería repetir.
Por
supuesto, las iglesias bautistas podrían ser libres de enseñar e intentar
persuadir a cualquier posible miembro de su iglesia que deben bautizarse como
creyentes, pero si algunos, después de cuidadosa consideración, no están
persuadidos, no parece apropiado hacer de esto una barrera a la membrecía.
¿Qué
bien se logra con tal barrera? Y ciertamente mucho daño se puede hacer al no
demostrar la unidad de la iglesia o al prohibir plena participación en la
iglesia a aquellos que el Señor en efecto ha traído a esa comunión.
Por
otro lado, los que creen en el paidobautismo tendrían que convenir en no poner
indebida presión sobre los padres que no desean bautizar a sus infantes y no
considerar a estos padres de alguna manera desobedientes al Señor. Tendría que
haber una disposición a tener alguna clase de breve ceremonia de dedicación del
hijo al Señor poco después de que nace, en lugar de una ceremonia de bautismo,
si los padres lo desean así. Por supuesto, ambos lados tendrían que convenir en
no hacer la noción del bautismo de uno criterio para algún cargo en la iglesia
o para la ordenación.
Si se
hicieran tales concesiones en la práctica real de parte de ambos lados sobre
este asunto, la cuestión bien pudiera en efecto disminuir el nivel de
controversia dentro de una generación, y el bautismo pudiera a la larga dejar
de ser un punto de división entre los creyentes.
NOTA: Me doy cuenta de que algunos lectores objetarán
a esta frase y dirán que el bautismo es muy importante debido a lo que
representan las posiciones divergentes: nociones divergentes de la naturaleza
de la iglesia. Muchos bautistas aducirían que la práctica del bautismo de
infantes es inherentemente inconsistente con la idea de una iglesia formada
sólo de creyentes, y muchos paidobautistas aducían que no practicar el bautismo
de infantes es inherentemente inconsistente con la idea de una comunidad de
pacto que incluye a los niños de los creyentes.
Yo animaría a los que razonan de esta manera a que
consideren cuánto tienen en común con los creyentes evangélicos en el otro lado
del asunto; no necesariamente con los que están lejos de ellos en otros asuntos
también, sino especialmente con aquellos que están en el otro lado y que
concuerda con ellos en la mayoría de aspectos de la vida cristiana.
Muchos bautistas en efecto animan y demuestran un
valor dado a sus hijos dentro de sus iglesias, y muchos paidobautistas en
efecto oran por la salvación de sus hijos bautizados con el mismo fervor con
que los padres bautistas oran por la salvación de sus hijos no bautizados.
Respecto a la membrecía de la iglesia, los paidobautistas evangélicos en efecto
requieren una profesión creíble de fe antes de que sus hijos puedan llegar a
ser miembros completos de la iglesia (su término es «miembros
comunicantes"; es decir, los que reciben la Comunión).
También requieren una profesión creíble de fe antes
de que un a adulto se le permita unirse a la iglesia.
Cuando estos procedimientos están funcionando bien,
tanto bautistas como paidobautistas usan procedimientos muy similares al
procurar tener una membrecía de iglesia consistente sólo de creyentes, y unos y
otros aman y enseñan y oran por sus hijos como los miembros más preciosos de la
familia más grande de la iglesia que esperan que un dia lleguen a ser
verdaderos miembros del cuerpo de Cristo.
En los Estados Unidos de América, la denominación
de la Iglesia Evangélica Libre ha funcionado bastante bien por muchas décadas
mientras permite tanto a paidobautistas y los que abogan por el bautismo de
creyentes sean miembros de sus iglesias y que sean ordenados pastores en sus
iglesias.
(2) ¿QUIÉN PUEDE BAUTIZAR?
Finalmente,
podemos preguntar: «¿Quién puede realizar la ceremonia del bautismo? ¿Puede
sólo el clero ordenado realizar esta ceremonia?»
Debemos
reconocer aquí que la Biblia simplemente no especifica ninguna restricción
sobre quién puede realizar la ceremonia del bautismo. Las iglesias que tienen
un sacerdocio especial mediante el cual ciertas acciones (y bendiciones) vienen
(tales como los católicos romanos, y hasta cierto punto los anglicanos) van a
querer insistir en que sólo el clero propiamente ordenado debe bautizar en
circunstancias ordinarias (aunque se podría hacer excepciones en circunstancias
inusitadas).
Pero
si creemos verdaderamente en el sacerdocio de todos los creyentes (ver 1ª P 2:
4-10), entonces parece que no hay necesidad en principio de restringir el
derecho de realizar el bautismo solamente al clero ordenado.
Sin
embargo, surge otra consideración: puesto que el bautismo es la señal de
entrada en el cuerpo de Cristo, la iglesia (1ª Co 12: 13 sobre el bautismo
espiritual interno), parece apropiado que se haga dentro de la comunión de la
iglesia siempre que sea posible, de modo que la iglesia como un todo pueda
regocijarse con el que es bautizado y así la fe de todos los creyentes de esa
iglesia pueda ser edificada."
Es
más, puesto que el bautismo es una señal de empezar la vida cristiana y por
consiguiente empezar vida en la verdadera iglesia por igual, es apropiado que
la iglesia local esté reunida para dar testimonio de este hecho y dar la
bienvenida visible al bautizado. También, a fin del que es bautizado tenga una
comprensión correcta de lo que en realidad está sucediendo, es apropiado que la
iglesia salvaguarde la práctica del bautismo e impida su abuso.
Finalmente,
si el bautismo es una señal de entrar en la comunión de la iglesia visible,
entonces parece apropiado que algún representante o representantes oficialmente
designados de la iglesia sean seleccionados para administrarlo. Por estas
razones, es por lo general el clero ordenado el que bautiza, pero no parece
haber razón por la que la iglesia de tiempo en tiempo, y cuando lo considere
apropiado, no pueda llamar a algún otro oficial de la iglesia o creyentes
maduros para bautizar a nuevos creyentes.
Por
ejemplo, alguien que es eficaz en la evangelización en la iglesia local puede
ser la persona apropiadamente designada para bautizar a los que han venido a
Cristo mediante la práctica del ministerio de evangelización de esa persona.
(Nótese en Hch 8: 12 que Felipe predicó el evangelio en Samaria y luego al
parecer bautizó a los que vinieron a la fe en Cristo).
NOTA: Nótese que mis primeros pasos propuestos
hacia menos división sobre esta asunto no incluye pedir a los individuos de uno
u otro lado que actúen de una manera que violaría sus propias convicciones
personales: no estoy sugiriendo que los que sostienen una noción bautista
personalmente empiecen a bautizar infantes cuando los padres lo requieren, ni
los que sostienen una noción paidobautistas personalmente empiecen a bautizar
sólo a los que hacen una profesión de fe y piden bautismo, aun cuando hayan
sido bautizados como infantes.
El hecho de que el bautismo es una señal externa de
entrada en la iglesia, el cuerpo de Cristo, también haría apropiado exigir el
bautismo antes de que se cuente a alguien como miembro de una iglesia local.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN
PERSONAL
1. ¿Ha sido usted bautizado? ¿Cuándo lo fue? Si fue bautizado como
creyente, ¿cuál fue el efecto del bautismo en su vida cristiana (si acaso
alguno)? Si fue bautizado cuando niño, ¿qué efecto surtió el efecto del
conocimiento de su bautismo en su propia manera de pensar cuando a la larga se
enteró de que había sido bautizado cuando niño?
2. ¿Cuáles aspectos del significado del bautismo ha llegado a apreciar más
como resultado de este capítulo (si acaso alguno)? ¿Cuáles aspectos del
significado del bautismo le gustaría ver que se enseñe más claramente en su
iglesia?
3. Cuando tienen lugar bautismos en su iglesia, ¿son tiempos de regocijo y
alabanza Dios? A su modo de pensar ¿qué es lo que está sucediendo en la persona
que está siendo bautizada en ese momento (si acaso algo)? ¿Qué es lo que piensa
que debería estar sucediendo?
4. ¿Ha modificado usted su propia noción sobre la cuestión del bautismo de
infantes a diferencia del bautismo de creyentes como resultado de leer este
capítulo? ¿De qué manera?
5. ¿Cuales sugerencias prácticas puede hacer usted para ayudar a superar
las diferencias entre creyentes sobre el asunto del bautismo?
6. ¿Cómo puede el bautismo ser una ayuda efectiva para la evangelización
en su iglesia? ¿Lo ha visto usted funcionando de esta manera?
TÉRMINOS ESPECIALES
Bautismo
de creyentes, comunidad del pacto, ex opere operato, inmersión, paidobautismo,
profesión creíble de fe
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Romanos 6:3-4: ¿Acaso No Saben Ustedes Que Todos Los Que Fuimos
Bautizados Para Unirnos Con Cristo Jesús, En Realidad Fuimos Bautizados Para
Participar En Su Muerte? Por Tanto, Mediante El Bautismo Fuimos Sepultados Con
Él En Su Muerte, A Fin De Que, Así Como Cristo Resucitó Por El Poder Del Padre,
También Nosotros Llevemos Una Vida Nueva.
CAPÍTULO 7
LA CENA DEL SEÑOR
¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO
DE LA CENA DEL SEÑOR? ¿CÓMO DEBE SER OBSERVADA?
EXPLICACIÓN Y BASES
BÍBLICAS
El
Señor Jesús instituyó dos ordenanzas (o sacramentos) que debían ser observadas
por la iglesia. El capítulo anterior discutió el bautismo, una ordenanza que
solo se observa una vez por cada persona, como una señal del comienzo de su
vida cristiana.
Este
capítulo discute la Cena del Señor, una ordenanza que se debe observar
repetidamente a lo largo de nuestra vida cristiana, como una señal de
permanente compañerismo con Cristo.
A. TRASFONDO DE LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN
Jesús
instituyó la Cena del Señor de la siguiente manera: Mientras comían, Jesús tomó
el pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles:
Beban De Ella Todos Ustedes. Esto Es Mi Sangre Del Pacto, Que Es
Derramada Por Muchos Para El Perdón De Pecados. Les Digo Que No Beberé De Este
Fruto De La Vid Desde Ahora En Adelante, Hasta El Día En Que Beba Con Ustedes
El Vino Nuevo En El Reino De Mi Padre. (Mateo 26: 26-29)
Pablo Añade Las Siguientes Frases De La Tradición Que Él Recibió (1ª
Corintios 11: 23):
Esta Copa Es El Nuevo Pacto En Mi Sangre; Hagan Esto, Cada Vez Que Beban
De Ella, En Memoria De Mí. (1ª Corintios 11: 25)
¿Hay
antecedentes de esta ceremonia en el Antiguo Testamento? Parece que sí los hay,
porque también hubo ejemplos de comer y beber en la presencia de Dios en el
Antiguo Testamento. Por ejemplo, cuando el pueblo de Dios estaba acampado ante
el Monte Sinaí, justo después que Dios había dado los Diez Mandamientos, Dios
llamó a los líderes de Israel a subir a la montaña a reunirse con él:
Moisés Y Aarón, Nadab Y Abiú, Y Los Setenta Ancianos De Israel Subieron
Y Vieron Al Dios De Israel Vieron A Dios, Y Siguieron Con Vida Lit. Comieron Y
Bebieron. (Éxodo 24:9-11)
Por
Otra Parte, Cada Año El Pueblo De Israel Debía Diezmar (Dar Una Décima Parte
De) Todas Sus Cosechas. Entonces La Ley De Moisés Especificaba:
En La Presencia Del Señor Tu Dios Comerás La Décima Parte De Tu Trigo,
Tu Vino Y Tu Aceite, Y De Los Primogénitos De Tus Manadas Y Rebaños; Lo Harás
En El Lugar Donde Él Decida Habitar.
Así Aprenderás A Temer Siempre Al Señor Tu Dios... Y Allí, En Presencia
Del Señor Tu Dios, Tú Y Tu Familia Comerán Y Se Regocijarán. (Deuteronomio 14:
23,26)
Pero
aún antes que eso, Dios había puesto a Adán y Eva en el Huerto del Edén y les
había dado toda su abundancia para comer (excepto del fruto del árbol del
conocimiento del bien y el mal). Puesto que no había pecado en esa situación, y
puesto que Dios los había creado para tener compañerismo con él y glorificarlo,
cada comida que Adán y Eva ingirieran habría sido una comida de celebración en
la presencia del Señor.
Cuando
este compañerismo en la presencia de Dios fue más tarde tronchado por el
pecado, Dios permitió aún algunas comidas (tales como el diezmo de los frutos
arriba mencionado) que las personas debían ingerir en su presencia. Estas
comidas constituían una restauración parcial del compañerismo con Dios del que
Adán y Eva disfrutaban antes de la Caída, aunque ello estaba dañado por el
pecado.
Pero
el compañerismo de comer en la presencia del Señor que encontramos en la Cena
del Señor es mucho mejor. Las comidas sacrificiales del Antiguo Testamento
constantemente apuntaban al hecho de que aún no se había pagado por los
pecados, porque en ellas los sacrificios se repetían año tras año, y porque
apuntaban al Mesías que habría de venir y quitaría el pecado (véase Hebreos 10:
1-4). La Cena del Señor, sin embargo, nos recuerda que ya se ha consumado el
pago de Jesús por nuestros pecados, de manera que ahora comemos en presencia
del Señor con gran regocijo.
Pero
incluso la Cena del Señor apunta a una comida de más maravillosa comunión en la
presencia de Dios en el futuro, cuando se restaure el compañerismo del Edén y
allí habrá un gozo aún mayor, porque aquellos que comen en la presencia de Dios
serán pecadores perdonados, confirmados ahora en su justicia, incapaces de
pecar otra vez. Jesús alude a ese tiempo futuro de gran regocijo y de comer en
la presencia de Dios cuando dice: «Les digo que no beberé de este fruto de la
vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo
en el reino de mi Padre» (Mateo 26: 29).
Se nos
habla más explícitamente sobre la cena de las bodas del Cordero en Apocalipsis:
«El ángel me dijo: «Escribe: "¡Dichosos los que han sido convidados a la
cena de las bodas del Cordero!"» (Apocalipsis 19: 19). Este será un tiempo
de gran regocijo en la presencia del Señor, así como un tiempo de temor
reverente ante él.
Entonces,
de Génesis a Apocalipsis, el propósito de Dios ha sido traer a su pueblo a un
compañerismo consigo mismo, y uno de los grandes gozos de experimentar tal
compañerismo es el hecho de que podemos comer y beber en la presencia del
Señor. Sería saludable para la iglesia hoy en día recuperar un sentido más
vívido de la presencia de Dios en la Cena del Señor.
B. SIGNIFICADO DE LA CENA DEL SEÑOR
El
significado de la Cena del Señor es complejo, rico e íntegro. En la Cena del
Señor hay varios símbolos y cosas que se declaran.
1. LA MUERTE DE CRISTO.
Cuando
participamos en la Cena del Señor simbolizamos la muerte de Cristo porque
nuestras acciones dan una imagen de su muerte por nosotros. Cuando se parte el
pan, esto simboliza el quebrantamiento del cuerpo de Cristo, y cuando la copa
se vierte, esto simboliza la sangre de Cristo que se derramó por nosotros.
Por
esta razón participar en la Cena del Señor es una suerte de proclamación:
«Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte
del Señor hasta que él venga (1ª Corintios 11: 26).
2. NUESTRA PARTICIPACIÓN EN LOS BENEFICIOS DE LA MUERTE DE CRISTO.
Jesús
mandó a sus discípulos: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo» (Mateo 26. 26).
Cuando individualmente nos adelantamos y tomamos la copa, cada uno de nosotros
proclama con esta acción: «Me apropio de los beneficios de la muerte de
Cristo». Cuando hacemos esto simbolizamos el hecho de que participamos o nos
apropiamos de los beneficios ganados para nosotros por la muerte de Jesús.
3. ALIMENTO ESPIRITUAL.
Justo
como la comida ordinaria alimenta nuestros cuerpos físicos, así el pan y el
vino de la Cena del Señor nos dan alimento. Pero también describen el hecho de
que Cristo da a nuestras almas alimento y refrigerio espiritual. De hecho, la
ceremonia que Cristo instituyó está destinada por su propia naturaleza a
enseñarnos esto Jesús dijo:
Ciertamente
les aseguro -afirmó Jesús- que si no comen de la carne del Hijo del hombre ni
beben su sangre, no tienen realmente vida. El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne
es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
El que
come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Así como me envió
el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí, vivirá por
mí Juan 6: 53-57).
Ciertamente
Jesús no habla de ingerir literalmente su cuerpo y su sangre. Pero si no habla
de un comer y beber literales, entonces debe tener en mente una participación
espiritual en los beneficios de la redención que él conquista. Este alimento
espiritual, tan necesario para nuestras almas, se experimenta y a la vez
simboliza en nuestra participación en la Cena del Señor.
4. LA UNIDAD DE LOS CREYENTES.
Cuando
los creyentes participan juntos en la Cena del Señor también dan una clara señal
de unidad de unos con otros. De hecho, Pablo dice: «Hay un solo pan del cual
todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo» (1ª
Corintios 10: 17).
Cuando
unimos estas cuatro cosas, comenzamos a darnos cuenta del rico significado de
la Cena del Señor: cuando participo vengo a la presencia de Cristo; recuerdo
que él murió por mí; participo en los beneficios de su muerte; recibo alimento
espiritual; y estoy unido a todos los demás creyentes que participan en la
Cena. ¡Qué gran motivo de acción de gracias y gozo se debe encontrar en esta
Cena del Señor!
Pero
además de estas verdades visiblemente expuestas por la Cena del Señor, el hecho
de que Cristo haya instituido esta ceremonia para nosotros así mismo quiere
decir que por medio de ella él nos promete o nos asegura ciertas cosas también.
Cuando
participamos en la Cena del Señor, se nos debe recordar una y otra vez las
siguientes aseveraciones que Cristo nos hace:
5. CRISTO CONFIRMA SU AMOR POR MÍ.
El
hecho de que puedo participar en la Cena del Señor-de hecho Jesús me invita a
venir-es un vívido recordatorio y confirmación visual de que Jesús me ama,
individual y personalmente. Por consiguiente, cuando me acerco a tomar la Cena
del Señor se restablece una y otra vez la confianza del amor personal de Cristo
por mí.
6. CRISTO AFIRMA QUE TODAS LAS BENDICIONES DE LA SALVACIÓN ESTÁN
RESERVADAS PARA MÍ.
Cuando
me acerco a la invitación de Cristo a la Cena del Señor, el hecho de que él me
haya invitado a su presencia me asegura que tiene abundantes bendiciones para
mí. En esta Cena de hecho saboreo de antemano la comida y la bebida del gran
banquete en la mesa del Rey. Vengo a esta mesa como miembro de su familia
eterna.
Cuando
el Señor me da la bienvenida a su mesa, me asegura así mismo que me dará la
bienvenida a todas las otras bendiciones de la tierra y el cielo, y
especialmente a la gran cena de las bodas del Cordero, en la que se ha
reservado un puesto para mí.
7. YO AFIRMO MI FE EN CRISTO.
Por
último, cuando tomo el pan y la copa, por mis acciones proclamo: «Te necesito y
confío en ti, Señor Jesús, para que perdones mis pecados y concedas vida y
salud a mi alma, porque solo por tu quebrantado cuerpo y tu sangre derramada
puedo ser salvado». De hecho, al participar en la partición del pan cuando lo
como y en el verter la copa cuando bebo de ella, proclamo una y otra vez que
mis pecados fueron en parte la causa del sufrimiento y la muerte de Cristo. De
esta manera, la pena, el gozo, la acción de gracias y un profundo amor por
Cristo se entremezclan ricamente en la belleza de la Cena del Señor.
C. ¿CÓMO ESTÁ CRISTO PRESENTE EN LA CENA DEL SEÑOR?
1. EL PUNTO DE VISTA CATÓLICO ROMANO: TRANSUBSTANCIACIÓN.
De
acuerdo con la enseñanza de la Iglesia Católica Romana, el pan y el vino se
convierten realmente en el cuerpo y la sangre de Cristo. Esto ocurre cuando el
sacerdote dice: «Esto es mi cuerpo» durante la celebración de la misa. Al mismo
tiempo que el sacerdote dice esto, el pan se eleva y se adora. Esta acción de
elevar el pan y pronunciar que es el cuerpo de Cristo solo puede ser realizada
por un sacerdote.
Cuando
esto sucede, de acuerdo con la enseñanza católico romana, se imparte la gracia
a los que están presentes ex opera operato, esto es, «por la obra realizada»,
pero el monto de la gracia dispensada está en proporción con la disposición
subjetiva del receptor de la gracia.2 Por otra parte, cada vez que se celebra
la misa, se repite el sacrificio de Cristo (en cierto sentido), y la iglesia
católica es cuidadosa al afirmar que este es un sacrificio real, aunque no es
lo mismo que el sacrificio que Cristo pagó sobre la cruz.
Así
que Los Fundamentos del Dogma Católico de Ludwig Ott enseñan lo siguiente:
Cristo se hace presente en el Sacramento del Altar por la transformación de
toda la sustancia del pan en su Santo Cuerpo y de toda la sustancia del vino en
su Sangre.
Esta
transformación se llama Transubstanciación. El poder de la consagración reside
solo en su sacerdote válidamente consagrado.
El
Culto de la Adoración (Latría) debe ser dado al Cristo presente en la
Eucaristía.
Este
obedece a la integridad y la permanencia de la Real Presencia que el absoluto
tributo de adoración (Cultus Latriae) le debe al Cristo presente en la
Eucaristía. (p. 387)
En la
enseñanza católica, debido a que los elementos del pan y el vino se convierten
literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, la iglesia no permite por
muchos siglos que los laicos beban de la copa de la Cena del Señor (por temor
que se derrame la sangre de Cristo) sino solo coman del pan. El manual de Ott
nos dice:
La
comunión bajo las dos formas no es necesaria para ningún miembro individual de
los Fieles, ya sea por motivo de un precepto Divino o como medio de salvación
La razón es que Cristo está completo e íntegro bajo cada una de las especies.
La
abolición de la recepción del cáliz en la Edad Media (siglos 12 y 13) ordenada
por razones prácticas, principalmente por el peligro de profanación del
Sacramento. (p. 397)
Con
respecto al real sacrificio de Cristo en la misa, el manual de Ott dice: La
Santa Misa es un Sacrificio apropiado y verdadero. (p. 402)
En el
Sacrificio de la Misa y en el Sacrificio de la Cruz el Don Sacrificial y el
Sacerdote Primordial que Sacrifica son idénticos; solo la naturaleza y el modo
de la ofrenda son diferentes. El Don Sacrificial es el Cuerpo y la Sangre de
Cristo El Sacerdote Primordial que Sacrifica es Jesucristo, quien utiliza al
sacerdote humano como su siervo y representante y realiza la consagración a
través de él.
NOTA: Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma,
dice: «Como la medida de la gracia concedida ex opere operato está en
proporción con la disposición subjetiva del recipiente, la recepción de la
Santa Comunión debe estar precedida de una buena preparación, y una apropiada
acción de gracias debe seguirla... Una Comunión indigna es un sacrilegio»
(p.399).
La palabra eucaristía significa simplemente la Cena
del Señor. (Se deriva del vocablo griego eucharistia, «acción de gracias». El
verbo de la misma familia euchariste?, «dar gracias», se encuentra en los
registros bíblicos de la Última Cena en Mateo 26: 27; Marcos 14: 23; Lucas 22:1
9; y 1ª Corintios 11: 24: «después de
dar gracias. «El término eucaristía se usa a menudo por los católicos romanos y
también frecuentemente por los episcopales. Entre muchas iglesias protestantes
el término Comunión se refiere comúnmente a la Cena del Señor.
Sin embargo, desde el concilio Vaticano II
(1962-65), se ha autorizado la administración tanto del pan como del vino a
laicos, pero esto no siempre se practica. euchariste,
De
acuerdo con el punto de vista Tomista, en cada misa Cristo también lleva a cabo
una actividad sacrificial inmediata real la que, sin embargo, no debe ser
concebida como la totalidad de muchas acciones sucesivas sino como un único
acto sacrificial ininterrumpido del Cristo Transfigurado.
El
propósito del sacrificio es el mismo en el Sacrificio de la Misa que en el
Sacrificio de la Cruz; en primer lugar la glorificación de Dios, en segundo
lugar expiación, acción de gracias y súplica. (p. 408)
Como
sacrificio propiciatorio ... el Sacrificio de la Misa lleva a cabo la remisión
de pecados y el castigo por los pecados; como sacrificio de súplica... propicia
la dispensación de dones sobrenaturales y naturales. El Sacrificio de
propiciación de la Eucaristía puede ser ofrecido, como lo afirmó expresamente
el Concilio de Trento, no sólo por los vivos, sino también por las pobres almas
del Purgatorio. (pp. 412-13).
En
respuesta a la enseñanza católico romana sobre la Cena del Señor, debe decirse
que ella primero falla en reconocer el carácter simbólico de las afirmaciones
de Jesús cuando declaró: «Este es mi cuerpo», o «Esta es mi sangre». Jesús
habló muchas veces de manera simbólica cuando se refería a sí mismo. Dijo, por
ejemplo, «Yo soy la vid verdadera» Juan 15:1). o «Yo soy la puerta; el que
entre por esta puerta, que soy yo, será salvo» Juan 10: 9); o, «Yo soy el pan
que bajó del cielo» Juan: 6: 41).
De
manera similar, cuando Jesús dice: «Este es mi cuerpo», habla en forma
simbólica, no de una manera real, fisica y literal. De hecho, cuando él estaba
sentado con sus discípulos sosteniendo el pan, el pan estaba en su mano pero
era distinto de su cuerpo, y eso era evidente, por supuesto, para los
discípulos.
Ninguno
de los discípulos presentes habría pensado que el pedazo de pan que Jesús
sostenía en su mano era realmente su cuerpo fisico, porque podían ver el cuerpo
ante sus ojos. Como es natural, ellos habrían entendido la declaración de Jesús
de una manera simbólica. De igual forma, cuando Jesús dijo: Esta copa es el
nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes» (Lucas 22: 20),
ciertamente no quería decir que la copa era realmente el nuevo pacto, sino que
la copa representaba el nuevo pacto.
Por
otra parte, el punto de vista católico romano falla en reconocer la clara
enseñanza del Nuevo Testamento sobre lo final y completo del sacrificio de
Cristo por nuestros pecados de una vez y para siempre. El libro de Hebreos
enfatiza esto muchas veces, como cuando dice: Ni entró en el cielo para ofrecerse
vez tras vez, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con
sangre ajena.
Si así
fuera, Cristo habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del
mundo. Al contrario ahora, al final de los tiempos se ha presentado una sola vez
y para siempre a fin de acabar con el pecado mediante el sacrificio de sí
mismo... Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados
de muchos» (Hebreos 9: 25-28).
Decir
que el sacrificio de Cristo continúa o que se repite en la misa ha sido, desde
la Reforma, una de las doctrinas católico romanas más objetables desde el punto
de vista de los protestantes. Cuando nos damos cuenta que el sacrificio de
Cristo por nuestros pecados está completo y consumado (Consumado es, Juan 19:
30; Hebreos 1: 3), ello nos da una gran certidumbre de que se ha pagado por
todos nuestros pecados, y que ya no queda sacrificio alguno por pagar.
Pero
la idea de una continuación del sacrificio de Cristo destruye nuestra
certidumbre de que Cristo realizó el pago y que Dios el Padre lo aceptó, y de
que «no hay ninguna condenación}) (Romanos 8:1) pendiente ahora contra
nosotros.
Para
los protestantes, la idea de que la misa es en algún sentido una repetición de
la muerte de Cristo parece señalar un regreso a los repetidos sacrificios del
Antiguo Testamento, los cuales eran (un recordatorio anual de los pecados)
(Hebreos 10: 3). En lugar de la certidumbre de un completo perdón de pecados a
través de (un solo sacrificio para siempre) (Hebreos 10: 12), la idea de que la
misa es un sacrificio repetido constituye un constante recordatorio de los
pecados y de la culpa pendiente que debe ser expiada semana tras semana.
En
relación con la enseñanza de que solo sacerdotes pueden oficiar la Cena del
Señor, el Nuevo Testamento no ofrece ningunas instrucciones que planteen
restricciones sobre las personas que pueden presidir en la Comunión. Y como la
Escritura no nos plantea tales restricciones, no parece justificado decir que
solo los sacerdotes pueden dispensar los elementos de la Cena del Señor.
Por
otro lado, como el Nuevo Testamento enseña que todos los creyentes son
sacerdotes y miembros de un (real sacerdocio) (1ª Pedro 2: 9; Hebreos 4: 16;
10: 19-22), no debemos especificar una cierta clase de personas que tienen los derechos
de los sacerdotes, como en el antiguo pacto, pero debemos enfatizar que todos
los creyentes comparten el gran privilegio espiritual de acercarse a Dios.
Por
último, cualquier mantenimiento de la restricción que no haría posible a los
laicos beber de la copa de la Cena del Señor utilizaría el argumento de la
tradición y la precaución para justificar la desobediencia de los mandamientos
directos de Jesús, no solo del mandamiento a sus discípulos cuando dijo: (Beban
de ella todos ustedes) (Mateo 26. 27), sino la instrucción que Pablo registró,
en la que Jesús dijo: (hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de
mí) (1ª Corintios 11.25).
NOTA: Es por esta razón que muchos protestantes han
sentido que pueden participar voluntariamente en la Cena del Señor en cualquier
otra iglesia protestante, aun en los servicios de la iglesia anglicana alta que
en su forma parecen muy similares a los servicios de la iglesia católica, pero
no pueden participar en buena conciencia en una misa católico romana, debido a
la doctrina católico romana sobre la propia naturaleza de la misa.
2. EL PUNTO DE VISTA LUTERANO:
«En,
Con, y Bajo». Martín Lutero rechazó el punto de vista católico romano, pero
insistió en que la frase «Este es mi cuerpo» había que tomarla en cierto
sentido como una afirmación literal. Su conclusión no fue que el pan se
convierte realmente en el cuerpo fisico de Cristo, pero que el cuerpo físico de
Cristo está presente (en, con y bajo) el pan de la Cena del Señor.
El
ejemplo que a veces se ofrece es decir que el cuerpo de Cristo está presente en
el pan como el agua está presente en una esponja-el agua no es la esponja, pero
está presente, «en, con, y bajo») una esponja, y está presente dondequiera que
esté presente la esponja.
Otros
ejemplos que se ofrecen con los del magnetismo en un imán o un alma en el
cuerpo.
La
interpretación luterana de la Cena del Señor se encuentra en el manual de
Francis Pieper, Christian Dogmatics" Este cita el Pequeño Catecismo de
Lutero: «¿Cuál es el Sacramento del Altar? Es el verdadero cuerpo y sangre de
nuestro Señor Jesucristo, bajo el pan y el vino, para que nosotros los
cristianos comamos y bebamos, instituido por el propio Cristo».
De
modo semejante, la Confesión de Ausburgo, Artículo X, dice: «De la Cena del
Señor ellos enseñan que el Cuerpo y la Sangre de Cristo están realmente
presentes, y son distribuidos a aquellos que comen en la Cena del Señor»"
Un
pasaje que se puede pensar que apoya esta posición es 1ª Corintios 10: 16:
«Este pan que partimos, ¿no significa que entramos en comunión con el cuerpo de
Cristo?
No
obstante, a fin de declarar esta doctrina, Lutero tuvo que responder una
importante pregunta: «¿Cómo puede el cuerpo de Cristo, o más generalmente la
naturaleza humana de Cristo, estar presente en todas partes? ¿No es cierto que
Jesús ascendió en su naturaleza humana al cielo y permanece allí hasta su
regreso? No dijo que abandonaba la tierra y que ya no estaría en el mundo sino
que iba al Padre (Juan 16: 28; 17: 11)? En respuesta a este problema Lutero enseñó
la ubicuidad de la naturaleza humana de Cristo tras su ascensión-esto es, que
la naturaleza humana de Cristo estaba presente en todas partes (ubicuo).
Pero
los teólogos desde el tiempo de Lutero sospecharon que él enseñó la ubicuidad
de la naturaleza humana de Cristo, no porque esta se halla en algún lugar de la
Escritura, sino porque necesitaba explicar cómo su punto de vista de la
consubstanciación podía ser verdadero.
En
respuesta al punto de vista luterano, se puede decir que este tampoco entiende
Que Jesús está tratando de enseñamos una realidad espiritual pero utilizando
Objetos físicos, cuando dice: «Este es mi cuerpo». No debemos entender esto más
literalmente de lo que entendemos la afirmación correspondiente: «Esta copa es
el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes» (Lucas 22: 20).
De
hecho, Lutero no hace justicia del todo a las palabras de Jesús de una manera
literal. Berkhof objeta correctamente que Lutero hace que las palabras de Jesús
signifiquen: «Esto acompaña a mi cuerpo». En esta cuestión ayudaría leer de
nuevo Juan 6: 27-59, donde el contexto muestra que Jesús habla en términos
literales, físicos, sobre el pan, pero continuamente lo explica en términos de
una realidad espiritual.
3. EL RESTO DEL PROTESTANTISMO: UNA PRESENCIA DE CRISTO SIMBÓLICA Y
ESPIRITUAL.
A
diferencia de Martín Lutero, Juan Calvino y otros Reformadores argumentaron que
el pan y el vino en la Cena del Señor no se transformaban en el cuerpo y la
sangre de Cristo, ni contenían de alguna manera el cuerpo y la sangre de
Cristo.
Antes
bien, el pan y el vino simbolizaban el cuerpo y la sangre de Cristo, y ofrecían
una señal visible del hecho que el propio Cristo estaba verdaderamente
presente. Calvino dijo:
Al Mostrar El Símbolo Se Muestra La Cosa Misma. Porque A Menos Que Un
Hombre Quiera Llamar A Dios Mentiroso, Nunca Se Atrevería A Afirmar Que Él
Divulga Un Símbolo Vacío Y La Divinidad Debe Por Todos Los Medios Mantener Su
Precepto: Cuando Quiera Que Vean Símbolos Decretados Por El Señor, Para Pensar
Y Estar Persuadidos Que La Verdad De La Cosa Denotada Está Ciertamente Presente
Allí. ¿Pues Porqué El Señor Pondría En Sus Manos El Símbolo De Su Cuerpo,
Excepto Para Asegurarle A Usted Una Verdadera Participación En Este?
(Institutes, 4. 17. 10; P. 1371)
Pero
Calvino fue cuidadoso al diferir tanto de la enseñanza católico romana (que
dice que el pan se convierte en el cuerpo de Cristo) como de la enseñanza
luterana (que dice que el pan contiene el cuerpo de Cristo).
Pero debemos establecer que esa presencia de Cristo en la Cena no puede
ceñirlo al elemento del pan, ni encerrarlo en el pan, ni lo circunscribe de
ninguna manera (está claro que todas estas cosas lo apartan de su gloria
celestial). (Institutes, 4. 17. 19; p.138l)
Hoy en
día la mayoría de los protestantes diría, en adición al hecho de que el pan y
el vino simbolizan el cuerpo y la sangre de Cristo, que Cristo está también
espiritualmente presente en una manera especial cuando participamos del pan y
el vino. Ciertamente, Jesús prometió estar presente cuando quiera que los
creyentes adoraran: «Porque dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos» (Mateo 18: 20).
Y si
él está especialmente presente cuando los cristianos se reúnen para adorar,
entonces esperaríamos que él estaría presente de una manera especial en la Cena
del Señor: Nos encontramos con él en su mesa, a la cual viene para entregarse a
nosotros. Como recibimos los elementos del pan y el vino en la presencia de
Cristo, de esta manera participamos de él y de todos sus beneficios.
«Nos
alimentamos de él en nuestros corazones» con acción de gracias. Por cierto,
hasta un niño que conoce a Cristo entenderá esto sin que se le enseñe y
esperará recibir una bendición especial del Señor durante esta ceremonia,
porque su significado es del todo inherente a las varias acciones del comer y
beber. Pero no debemos decir que Cristo está presente aparte de nuestra fe
personal, sino que solo nos encuentra y bendice allí de acuerdo con nuestra fe
en él.
¿De
qué forma está Cristo presente entonces? Ciertamente hay una presencia
simbólica de Cristo, pero ella es también una presencia espiritual y hay una
genuina bendición espiritual en esta ceremonia.
NOTA: Había alguna diferencia entre Calvino y otro
reformador suizo, Ulrico Zuinglio (1484-1531) sobre la naturaleza de la
presencia de Cristo en la Cena del Señor; ambos concordaban en que Cristo
estaba presente de una manera simbólica, pero Zuinglio vacilaba mucho más a la
hora de afirmar una real presencia espiritual de Cristo. No obstante, la real
enseñanza de Zuinglio es una cuestión que suscita ciertas diferencias entre los
historiadores.
Es verdad que esta sentencia se pronuncia en un
contexto que se aplica específicamente a la disciplina eclesiástica (vv.
15-19), pero es la proclamación de una verdad general utilizada aquí para
apoyar una aplicación específica, y no hay motivo para restringir su aplicación
a coyunturas de la disciplina eclesiástica. Nos dice que Jesús siempre está
presente cuando los creyentes se reúnen en su nombre.
A veces los protestantes se han preocupado tanto en
negar el punto de vista católico romano sobre la «real presencia» de Cristo en
los elementos que han negado equivocadamente cualquier presencia espiritual.
Millard Erickson nota las chistosas situaciones que tienen lugar: «Por el celo
de evitar la concepción de que Jesús está presente de alguna suerte de forma
mágica, ciertos bautistas entre otros han ido a veces a tales extremos que dan
la impresión de que el único lugar donde Jesús no puede ciertamente encontrarse
es en la Cena del Señor. Esto es lo que un líder bautista llamó 'la doctrina de
la real ausencia' de Jesucristo» (Christian Theolog)', p. 1123).
D. ¿QUIÉN DEBE PARTICIPAR EN LA CENA DEL SEÑOR?
Pese a
diferencias sobre algunos aspectos de la Cena del Señor, la mayoría de los
protestantes estarían de acuerdo, primero, que solo aquellos que creen en
Cristo deben participar en ella, pues es una señal de ser un cristiano y
permanecer en la vida cristiana.
Pablo
advierte que quienes comen y beben de manera indigna enfrentan serias
consecuencias: «Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe
su propia condena. Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e
incluso varios han muerto» (1ª Corintios 11: 29-30).
Segundo,
muchos protestantes argumentarían a partir del significado del bautismo y el
significado de la Cena del Señor que, normalmente, solo aquellos que han sido
bautizados deben participar la Cena del Señor. Esto se debe a que el bautismo
es claramente un símbolo de iniciar la vida cristiana, mientras la Cena del
Señor es claramente un símbolo de mantenerse en la vida cristiana.
Por
esto si alguien toma la Cena del Señor y con ello proclama públicamente que
ella o él se mantienen en la vida cristiana, entonces se le debe preguntar a
esa persona: «Sería bueno ser bautizado ahora y en consecuencia ofrecer un
símbolo de que usted comienza la vida cristiana?»
Pero
otros, incluyendo este autor, objetarían a tales restricciones como sigue:
Surge un problema diferente si alguien que es un creyente genuino, pero no
bautizado todavía, no se le permite participar de la Cena del Señor cuando se
reúnen los cristianos. En ese caso la no participación de la persona simboliza
que ella o él no es un miembro del cuerpo de Cristo que se congrega para
observar la Cena del Señor en una fraternidad unida (véase 1ª Corintios 10: 17:
«Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos,
formamos un solo cuerpo»). Por tanto las iglesias pueden pensar que es mejor no
permitir a los creyentes no bautizados participar en la Cena del Señor sino
instados a bautizarse lo más pronto posible.
Pues
si están dispuestos a participar en un símbolo externo de ser cristiano, no
parece haber razón de que no estén dispuestos a participar en el otro, un
símbolo que propiamente viene primero.
Por
supuesto, los problemas que surgen en ambas situaciones (cuando creyentes no
bautizados toman la Comunión y cuando no lo hacen) pueden ser todos obviados si
los nuevos cristianos son regularmente bautizados poco después de haber venido
a la fe. Y, cualquier posición que asuma la iglesia sobre esta cuestión sobre
si los creyentes no bautizados deben tomar la Comunión, parecería aconsejable
enseñar, en el ministerio docente de la iglesia, que la situación ideal es que
los nuevos creyentes se bauticen primero y entonces participen de la Cena del
Señor.
NOTA: Sin embargo. algunos en la Iglesia de
Inglaterra y en algún otro sitio han comenzado recientemente a permitir que los
niños pequeños participen en la Cena del Señor, razonando que si se les ha dado
la señal del bautismo no es correcto negarles la señal se la Cena.
El
tercer requisito para la participación es el del auto-examen:
Por Lo Tanto, Cualquiera Que Coma El Pan O Beba De La Copa Del Señor De
Manera Indigna, Será Culpable De Pecar Contra El Cuerpo Y La Sangre Del Señor.
Así Que Cada Uno Debe Examinarse A Sí Mismo Antes De Comer El Pan Y Beber De La
Copa. Porque El Que Come Y Bebe Sin Discernir El Cuerpo, Como Y Bebe Su Propia
Condena. (1ª Corintios 11: 27-29)
En el
contexto de 1 Corintios 11 Pablo reprende a los corintios por su conducta
egoísta e inconsistente cuando se reúnen como iglesia: «De hecho, cuando se
reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor, porque cada uno se adelanta a
comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se
emborrachan» (1ª Corintios 11: 29). Esto nos ayuda a comprender lo que Pablo
quiere decir cuando habla de aquellos que comen y beben «sin discernir el
cuerpo» (1ª Corintios 11: 29).
El
problema en Corinto no fue una falla en comprender que el pan y la copa
representaban el cuerpo y la sangre del Señor-ellos ciertamente sabían esto. En
su lugar, el problema era su conducta egoísta y desconsiderada de unos hacia
otros mientras estaban ante la Cena del Señor.
Ellos
no comprendían o «discernían » la verdadera naturaleza de la iglesia como un
cuerpo. Esta interpretación de «sin discernir el cuerpo» se apoya en la mención
de Pablo de la iglesia como el cuerpo de Cristo solo un poco antes, en 1ª
Corintios 10: 17: «Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque
somos muchos, formamos un solo cuerpo»
Así
que la frase «sin discernir el cuerpo« significa «no comprender la unidad e
interdependencia de la gente en la iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo».
Esto significa no preocupamos de nuestros hermanos y hermanas cuando venimos a
la Cena del Señor, en la cual debemos reflejar su carácter.
¿Qué
significa entonces comer o beber «de manera indigna» (1ª Corintios 11: 27)?
Primero debemos pensar que las palabras se aplican más bien de forma estricta y
tienen que ver solo con la forma en que nos conducimos cuando de hecho comemos
y bebemos el pan y el vino. Pero cuando Pablo explica que una participación
indigna supone «no discernir el cuerpo», indica que debemos preocupamos de
todas nuestras relaciones dentro del cuerpo de Cristo: ¿Actuamos de maneras que
retratan vívidamente no la unidad de un pan y un cuerpo, sino desunión?
Actuamos
de maneras que proclaman no el sacrificio desinteresado de nuestro Señor, sino
la enemistad y el egoísmo? En sentido amplio, entonces: «Que cada uno se
examine a sí mismo» significa que debemos preguntar si nuestras relaciones en
el cuerpo de Cristo reflejan de hecho el carácter del Señor que encontramos
allí y a quién representamos.
NOTA: por otra parte. de esta muy breve mención de
la idea de un cuerpo podemos correctamente suponer que no era una idea nueva,
sino que Pablo les había inculcado esta idea mientras estuvo en Corinto durante
dos años cuando fundó la iglesia allí. Tras dos razones para esta
interpretación son:
(1) Pablo solo dice «sin discernir el cuerpo», y no
dice «sin discernir el cuerpo y la sangre del Señor' lo que con mayor
probabilidad habría hecho si hubiera dado a entender «sin comprender que e! pan
y la copa representan e! cuerpo y la sangre de! Señal».
(2) Además, Pablo dice: «Que cada uno se examine a
sí mismo (y esto incluiría sin duda alguna examinar sus relaciones con otros en
la iglesia), pero Pablo no dice: «Que cada uno vea si comprende lo que
simbolizan e! pan y e! vino».
En
relación con esto, la enseñanza de Jesús sobre venir a adorar en general
también debe mencionarse:
Por Lo Tanto, Si Estás Presentando Tu Ofrenda En Al Altar Y Allí
Recuerdas Que Tu Hermano Tiene Algo Contra Ti, Deja Tu Ofrenda Allí Delante Del
Altar. Ve Primero Y Reconcíliate Con Tu Hermano; Luego Vuelve Y Presenta Tu
Ofrenda. (Mateo 5: 23-24)
Aquí
Jesús nos dice que cuando vayamos a adorar debemos estar seguros que nuestras
relaciones con otros son correctas, y si no 10 son, debemos actuar rápidamente
para corregirlas y entonces venir a adorar a Dios. Esta admonición debe ser
especialmente verdadera cuando acudimos a la Cena del Señor.
Por
supuesto, ningún pastor o líder de la iglesia sabrá si las personas se examinan
o no a sí mismas (excepto en casos cuando una conducta ofensiva o pecaminosa se
hace evidente a los demás). En gran parte, la iglesia tiene que depender de los
pastores y maestros para explicar claramente el significado de la Cena del
Señor y advertir de los peligros de participar indignamente. Entonces las
personas tendrán la responsabilidad de examinar sus propias vidas, de acuerdo
con 10 que Pablo dice.
De
hecho, Pablo no dice que los pastores deben examinar la vida de todo el mundo,
sino en su lugar insta al auto-examen individual: «Así que cada uno debe
examinarse a sí mismo» (1ª Corintios 11: 28).
E. OTRAS CUESTIONES
¿Quién
debe administrar la Cena del Señor? La Escritura no ofrece ninguna enseñanza
específica sobre esta cuestión, de manera que solo nos queda decidir qué es lo
sabio y apropiado para el beneficio de los creyentes en la iglesia.
A fin
de preservar la Cena del Señor de abusos, un líder responsable debe estar a
cargo de administrarla, pero no parece que la Escritura requiere que solo el
clero ordenado u oficiales escogidos de la iglesia puedan hacerlo. En
situaciones ordinarias, por supuesto, el pastor u otro líder que oficia
ordinariamente en los servicios de adoración de la iglesia también oficiarían
apropiadamente en la Comunión.
Pero
más allá de esto, no parece haber motivo porqué solo oficiales o solo líderes,
o solo hombres, deban distribuir los elementos. ¿No hablaría mucho más
claramente de nuestra unidad e igualdad espiritual en Cristo si tanto hombres
como mujeres, por ejemplo, asistieran en la distribución de los elementos de la
Cena del Señor.
NOTA: En casos de la disciplina eclesiástica o en
casos en que la conducta exterior ofrece una clara evidencia que una persona se
aparta de Cristo, los líderes de la iglesia pueden desear hacer una clara y
fuerte advertencia verbal contra la participación en la Cena del Señor, de
manera que el hermano o la hermana que comete una falta no coma y beba juicio
sobre él mismo o ella misma.
Pero estos casos deben ser raros, y también debemos
evitar el error de algunas iglesias que han sido tan estrictas en la
administración de la Cena del Señor que muchos verdaderos creyentes han sido
apartados y de esa manera la unidad del verdadero cuerpo de Cristo no ha estado
representada, ni los creyentes tenido acceso a las bendiciones espirituales que
debidamente recibirian en Cristo al participar en esta ordenanza y obedecer por
consiguiente a su Señor.
Por supuesto, donde se piensa que la distribución
de la Cena del Señor es una función sacerdotal (como en las iglesias
anglicanas), las iglesias pueden decidir que otra aproximación a esta cuestión
concuerda más con sus propias enseñanzas.
Por otra parte, en una iglesia en la que solo los
principales oficiales de la iglesia han ayudado en el servicio de la Comunión
durante muchos años, la iglesia puede decidir que permitir la participación de
alguien más en la distribución de los elementos simbolizaría la participación
de esas personas en el liderazgo y el gobierno de la iglesia, y puede
que deseen postergar los cambios por lo menos hasta que sea posible impartir
alguna enseñanza clara.
Otras iglesias pueden considerar que la
función de liderazgo está tan claramente ligada con la distribución de los
elementos que desearían continuar con esa práctica
restrictiva.
¿Con
qué frecuencia debe celebrarse la Cena del Señor? La Escritura no nos lo dice.
Jesús dijo simplemente: «Porque cada vez que comen este pan y beben de esta
copa» (1ª Corintios 11: 26). Sería apropiado considerar aquí también la directriz
de Pablo sobre los servicios de adoración: «Hágase todo para edificación» (2ª
Corintios 14: 26).
Realmente,
ha sido la práctica de la mayoría de las iglesias a través de su historia
celebrar la Cena del Señor cada semana cuando los creyentes se reúnen. Sin
embargo, en muchos grupos protestantes desde la Reforma, ha habido una
celebración menos frecuente de la Cena del Señor-a veces una vez o dos veces al
mes, o, en muchas iglesias reformadas, solo cuatro veces al año.
Si se
planifica y explica y se lleva a cabo la Cena del Señor de tal manera que es un
tiempo de auto-examen, confesión, y acción de gracias y alabanza, entonces
celebrarla una vez a la semana sería demasiado frecuente, no obstante, y
ciertamente puede ser observada con esa frecuencia «para edificación».
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Qué cosas simbolizadas por la Cena del Señor han recibido un nuevo
énfasis en su pensamiento como resultado de la lectura de este capítulo? Se
siente más deseoso de participar en la Cena del Señor ahora que antes de la
lectura del capítulo? ¿Por qué?
2. ¿De qué manera diferente (si alguna) se acercará usted a la Cena del
Señor de forma ahora? ¿Cuál de las cosas simbolizadas en la Cena del Señor lo
alienta más en su vida cristiana en este momento?
3. ¿Qué criterio de la naturaleza de la presencia de Cristo en la Cena del
Señor le han enseñado con anterioridad en la iglesia? ¿Cuál es su propio
criterio ahora?
4. ¿Hay algunas relaciones personales arruinadas que usted deba enmendar
antes de venir otra vez a la Cena del Señor?
5. ¿Hay aspectos en los cuales su iglesia necesite enseñar más sobre la
naturaleza de la Cena del Señor? ¿Cuáles son?
TÉRMINOS ESPECIALES
Comunión,
consubstanciación, eucaristía, no discernir el cuerpo, presencia espiritual,
presencia simbólica, transubstanciación, ubicuidad de la naturaleza humana, de
Cristo.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Corintios 11: 23-26: Yo Recibí Del Señor
Lo Mismo Que Les Trasmití A Ustedes: Que El Señor Jesús, La Noche En Que Fue
Traicionado, Tomó Pan, Y Después De Dar Gracias, Lo Partió Y Dijo: «Este Es Mi
Cuerpo, Que Por Ustedes Entrego; Hagan Esto En Memoria De Mí». De La Misma
Manera, Después De Cenar, Tomó La Copa Y Dijo: «Esta Copa Es El Nuevo Pacto En
Mi Sangre; Hagan Esto, Cada Vez Que Beban De Ella, En Memoria De Mí». Porque
Cada Vez Que Comen Este Pan Y Beben De Esta Copa, Proclaman La Muerte Del Señor
Hasta Que Él Venga.
CAPÍTULO 8
ADORACIÓN
¿CÓMO PUEDE LA ADORACIÓN
CUMPLIR SU GRAN PROPÓSITO EN LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO? ¿QUÉ SIGNIFICA ADORAR
(EN ESPÍRITU YEN VERDAD)?
EXPLICACIÓN Y BASE
ESCRITURAL
El
término adoración se aplica a veces a todo en la vida cristiana, y se dice
correctamente que todo en nuestra vida debe ser un acto de adoración, y que
todo lo que hace la iglesia debe considerarse adoración, porque todo lo que
hacemos debe glorificar a Dios. Sin embargo, en este capítulo no utilizo esa
palabra en ese amplio sentido.
Más
bien uso adoración con un significado más específico para aludir a la música y
las palabras que los cristianos dirigen a Dios en alabanza, junto con las
actitudes entrañables que acompañan esa alabanza, especialmente cuando los
cristianos se reúnen. Como los capítulos de esta parte del libro tratan de la
doctrina de la iglesia, es algo apropiado concentrarse en este capítulo en las
actividades de adoración de la iglesia reunida.
A. DEFINICIÓN Y PROPÓSITO DE LA ADORACIÓN
La
adoración es la actividad de glorificar a Dios con nuestras voces y corazones
en su presencia.
En
esta definición notamos que adoración es un acto de glorificar a Dios. Pese a
que se supone que todos los aspectos de nuestras vidas glorifiquen a Dios, esta
definición especifica que la adoración es algo que hacemos especialmente cuando
venimos ante la presencia de Dios, cuando estamos conscientes de que lo
adoramos en nuestros corazones, y cuando lo alabamos con nuestras voces y
hablamos de él de manera que otros puedan oír. Pablo alienta a los cristianos
en Calosas: «Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza:
instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos,
himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón» (Col 3: 16).
De
hecho, la razón primaria de que Dios nos haya llamado dentro de la asamblea de
la iglesia es que debemos adorarlo como asamblea. Edmund Clowney dice
atinadamente:
Dios Ha Demandado De Faraón: «¡Deja Ir A Mi Pueblo Para Que Me Rinda
Culto En El Desierto» (Éx 7: 16) Dios Los Saca Para Poder Hacerlos Entrar En Su
Asamblea, La Gran Compañía De Aquellos Que Están En Su Presencia. La Asamblea
De Dios En El Sinaí Es Por Lo Tanto El Objetivo Inmediato Del Éxodo. Dios Trae
A Su Pueblo Ante Su Presencia Para Que Puedan Oír Su Voz Y Adorarlo.
Pero
Clowney explica que la asamblea que adoraba en el Monte Sinaí no podía
permanecer en sesión delante de Dios para siempre. Por lo tanto, Dios
estableció otras festividades en las que el conjunto de la nación se reuniría
delante de él tres veces al año. Dice él que: «Los israelitas son una nación formada
para adorar, llamada a reunirse en los predios del Señor, y a alabar unida el
nombre del Altísimo».
Pese a
ello Clowney apunta que, en lugar que alabar a Dios en una asamblea santa y
unida, el pueblo se desvió para servir a los ídolos y, en lugar de reunir al
pueblo para que adorarse delante de él, «Dios dispersó al pueblo en el exilio
como castigo».
Pero
Dios prometió que sus propósitos para su pueblo aún se cumplirían, que algún
día habría una gran asamblea no solo de Israel sino de todas las naciones
delante de su trono (Is 2: 2-4; 25: 6-8; 49: 22; 66: 18-21; Jer 48: 47; 49: 6,
39). Clowney apunta que el cumplimiento de esa promesa solo comenzó cuando
Jesús inició la construcción de su iglesia:
Pentecostés Fue El Tiempo De Las Primicias, El Comienzo De La Gran
Cosecha De La Redención.
Pedro Predicó El Cumplimiento De La Profecía De Joel. El Espíritu Se
Había Derramado, La Adoración De La Nueva Era Había Llegado. La Iglesia, La
Asamblea Para Adorar, Adoraba A Dios Ahora Había Comenzado La Recolección.
El Llamado Del Evangelio Es Un Llamado A Adorar, A Apartarse Del Pecado
E Invocar El Nombre Del Señor. La Imagen De La Iglesia Como Una Asamblea Que
Adora No Se Presenta En Ningún Lugar De Una Forma Más Poderosa Que En La
Epístola A Los Hebreos (12: 18-29). En Nuestra Adoración En La Iglesia De
Cristo Nos Acercamos Al Trono De Dios, El Juez De Todas Las Cosas. Entramos En
La Asamblea Festiva De Los Santos Y Los Ángeles. Nos Reunimos En Espíritu Con
Los Espíritus De Los Justos Hechos Perfectos.
Entramos En La Asamblea De La Gloria A Través De Cristo Nuestro
Mediador, Y La Sangre De Su Muerte Expiatoria.
Adoración Colectiva Reverente, Entonces, No Es Opcional Para La Iglesia
De Dios. Más Bien, Ella Constituye La Expresión Del Verdadero Ser De La
Iglesia. Ella Pone De Manifiesto Sobre La Tierra La Realidad De La Asamblea
Celestial.
Adorar
es por lo tanto una expresión directa del máximo propósito de vivir,
«glorificar a Dios y gozar de él a plenitud para siempre»: Dios habla de sus
«hijos» e «hijas», como de «todo el que sea llamado por mi nombre, al que yo he
creado para mi gloria, al que yo hice y formé» (Is 43: 6-7). Y Pablo también
utiliza un lenguaje similar cuando dice que «a fin de que nosotros, que ya
hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria»
(Ef 1: 12).
NOTA: Esta frase familiar ha sido ampliamente
utilizada en las enseñanzas cristianas. Se halla en el Westminster Larger
Catechism. Primera pregunta: «¿Cuál es el fin supremo y más elevado del hombre?
Respuesta: El fin supremo y más elevado del hombre es glorificar a Dios, y
gozar plenamente de él para siempre».
La
Escritura dice aquí y en muchos otros pasajes que Dios nos creó para
glorificarlo.
Cuando
reflexionamos sobre el propósito de la adoración ello nos recuerda también que
Dios es digno de adoración y nosotros no. Aun hubo que decirle al apóstol Juan
que no debía adorar a ninguna criatura, ni siquiera a un poderoso ángel del
cielo. Cuando él se «postró» a los pies del ángel que le mostró maravillosas
visiones del cielo, el ángel le dijo: «¡No, cuidado!». ¡Adora solo a Dios! (Ap
22: 8-9).
Esto
es porque Dios es celoso de su propio honor y debidamente busca su propio
honor. Él dice: «Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso» (Ex 2: 5) y ¡No
cederé mi gloria a ningún otro! (Is 48: 11). Algo dentro de nosotros debe
temblar y regocijarse por este hecho. Debemos temblar de miedo a fin de que no
le robemos a Dios su gloria. Y debemos regocijamos de que sea justo que Dios
busque su propio honor y sea celoso de su propio honor.
Los
veinticuatro ancianos en el cielo sienten esta reverencia y gozo, pues se
postran ante el trono de Dios y rinden sus coronas delante de él cantando:
«Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder,
porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas:
(Ap 4: 11).
Cuando
sentimos la absoluta justicia de estar embebido de esto dentro de nosotros
mismos entonces tenemos la apropiada actitud del corazón para una adoración
genuina.
Porque
Dios es digno de adoración y busca ser adorado, todas las cosas en nuestros
servicios de adoración deben estar diseñadas y realizadas no para llamar la
atención hacia nosotros mismos o damos gloria, sino para llamar la atención
hacia Dios y hacer que las personas piensen sobre él. Sería apropiado que
evaluemos de nuevo frecuentemente los distintos elementos de nuestros servicios
dominicales la predicación, la oración pública, la dirección de la adoración,
la música especial, la celebración de la Cena del Señor, y aun los anuncios y
la ofrenda.
¿Le
brindan realmente gloria a Dios de la manera que se realizan?" Pedro dice
que los dones espirituales deben ser usados de forma tal que Dios sea «en todo
alabado por medio de Jesucristo» (1ª P 4: 11).
NOTA: Pocas cosas destruyen una atmósfera de
adoración más rápidamente que un solista o un coro que disfrutan llamando la
atención sobre sí mismos, o un predicador que exhibe su propia inteligencia o
habilidad al hablar. «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes»
(1ª P 5: 5).
B. LOS RESULTADOS DE LA GENUINA ADORACIÓN
Cuando
adoramos a Dios en el sentido descrito arriba, dándole verdaderamente gloria en
nuestros corazones y con nuestras voces, varias cosas ocurren:
1. NOS DELEITAMOS EN DIOS.
Dios
nos creó no solo para glorificarlo sino también para gozamos en él y deleitamos
en su excelencia.' Probablemente experimentamos el deleite en Dios más
plenamente en la adoración que en ninguna otra actividad de esta vida.
David
confiesa que lo «único» que él buscará sobre todo lo demás es «habitar en la
casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del
Señor y recrearme en su templo» (Sal 27: 4). También dice: «Me llenarás de
alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha» (Sal 16: 11). De
manera similar, Asaf conoce que solo Dios llena todas sus esperanzas y todos
sus deseos: «¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada
quiero en la tierra. (Sal 73: 25).
Y los
hijos de Coré dicen:
¡Cuán Hermosas Son Tus Moradas, Señor Todopoderoso! Anhelo Con El Alma
Los Atrios Del Señor; Casi Agonizo Por Estar En Ellos. Con El Corazón, Con Todo
El Cuerpo, Canto Alegre Al Dios De La Vida.
Dichoso El Que Habita En Tu Templo, Pues Siempre Te Está Alabando. Vale
Más Pasar Un Día En Tus Atrios Que Mil Fuera De Ellos. (Sal 84:1-2, 4, 10)
La
iglesia primitiva conoció ese gozo en la adoración, pues «no dejaban de
reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y
compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando
la estimación general del pueblo: (Hch 2: 46). De hecho, inmediatamente después
de la ascensión de Jesús al cielo, los discípulos «regresaron a Jerusalén con
gran alegría. Y estaban continuamente en el templo, alabando a Dios. (Lc 24:
52-53).
Por
supuesto, esa actividad de continua adoración no puede durar para siempre en
esta era, porque vivir en un mundo caído requiere que dediquemos tiempo a
muchas otras responsabilidades también.
Pero
una alabanza continuada nos permite saborear de antemano la atmósfera del
cielo, donde las cuatro criaturas vivientes «repetían sin cesar: «Santo, santo,
santo, es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir»
(Ap 4. 8), Y las otras criaturas celestiales y los redimidos que habían muerto
se unían a esa adoración celestial y alababan al «Cordero, que ha sido
sacrificado» (Ap 5. 12).
Serás En La Mano Del Señor Como Corona Esplendorosa. Serás Llamada «Mi
Deleite» Porque El Señor Se Deleitará En Ti Como Un Novio Que Se Regocija Con
Su Novia; Así Tu Dios Se Regocijará Por Ti. (Is 62: 3-5).
Sofonías Se Hace Eco Del Mismo Tema Cuando Dice: Porque El Señor Tu Dios
Está En Medio De Ti Como Guerrero Victorioso. Se Deleitará En Ti Con Gozo, Te
Renovará Con Su Amor, Se Alegrará Por Ti Con Cantos. (Sof 3: 17)
2. DIOS SE DELEITA EN NOSOTROS.
¿Qué
hace Dios cuando lo adoramos? La asombrosa verdad de la Escritura es que
mientras la creación glorifica a Dios, él también se deleita en ella. Cuando
Dios hizo al principio el universo, miró a todo ello con deleite, y «consideró
que era muy bueno» (Gn 1: 31). Dios se deleita especialmente en el ser humano
que ha creado y redimido. Isaías le recordó al pueblo del Señor:
Esta
verdad debe traernos un gran aliento, pues mientras amamos a Dios y lo adoramos
nos damos cuenta que llevamos gozo y deleite a su corazón. Y el gozo más
profundo es el gozo de llevarle deleite al corazón de aquel que usted ama.
3. NOS ACERCAMOS A DIOS: LA ASOMBROSA REALIDAD DEL CULTO DEL NUEVO PACTO.
En el
viejo pacto los creyentes solo podían acercarse a Dios de una manera limitada a
través de las ceremonias del templo; de hecho, la mayor parte del pueblo de
Israel no podía entrar al mismo templo, sino tenía que quedarse en el patio.
Aun los sacerdotes sólo podían entrar a la parte exterior del templo, el «Lugar
Santo», cuando ello le era asignado. Pero a la parte interior del templo, el
«Lugar Santísimo» nadie podía entrar excepto el sumo sacerdote, y solo una vez
al año (Heb 9: 1-7).
Ahora,
bajo el nuevo pacto, los creyentes tienen el asombroso privilegio de ser
capaces de entrar directamente al Lugar Santísimo en el cielo cuando adoran.
«Mediante la sangre de Jesucristo, tenemos plena libertad para entrar en el
Lugar Santísimo» (Heb 10. 19).
Como
tenemos libertad para entrar a la misma presencia de Dios, el autor de Hebreos
nos alienta: «Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena
seguridad que da la fe» (Heb 10. 22). La adoración en la iglesia del Nuevo
Testamento no es una simple práctica para alguna posterior experiencia
celestial de adoración, ni fingimiento, ni prácticas superficiales. Es una
adoración genuina en la presencia del mismo Dios, y cuando adoramos llegamos
delante de su trono.
NOTA: El texto griego dice literalmente que
«tenemos confianza para entraren los lugares santos«, porque el plural
t?nhagi?n se usa en otro sitio de Hebreos para referirse al lugar santo y al
lugar santísimo en su conjunto como «los santos lugares» (Heb 8: 2; 9: 8; 25;
13: 11). Un versión en inglés (RSV) suele traducir esta expresión como «el
santuario», pero la traducción oculta el hecho de que se está refiriendo tanto
al lugar santo como al lugar santísimo (la NASB traduce estos plurales como
singulares, un desvío poco común de su tendencia ordinaria de traducir más
literalmente).
Esta
realidad se expresa más plenamente por el autor de Hebreos en el capítulo 12,
cuando le dice a los cristianos que no han llegado a un lugar como el Monte
Sinaí terrenal donde el pueblo de Israel recibió los Diez Mandamientos de Dios,
sino que han llegado a un sitio mucho mejor, la Jerusalén celestial:
Ustedes No Se Han Acercado A Una Montaña Que Se Pueda Tocar O Que Esté
Ardiendo En Fuego; Ni A Oscuridad, Tinieblas Y Tormenta; Ni A Sonido De Trompeta,
Ni A Tal Clamor De Palabras Que Quienes Lo Oyeron Suplicaron Que No Se Les
Hablara Más. Por El Contrario, Ustedes, Se Han Acercado Al Monte Sión, A La
Jerusalén Celestial, La Ciudad Del Dios Viviente.
Se Han Acercado A Millares Y Millares De Ángeles, A Una Asamblea Gozosa,
A La Iglesia De Los Primogénitos Inscritos En El Cielo. Se Han Acercado A Dios,
El Juez De Todos; A Los Espíritus De Los Justos Que Han Llegado A La
Perfección; A Jesús, El Mediador De Un Nuevo Pacto; Y A La Sangre Rociada, Que
Habla Con Más Fuerza Que La De Abel. (Heb 12: 18-24).
Esta
es la realidad de la adoración del Nuevo Testamento; es de hecho adoración en
la presencia de Dios, aunque ahora no lo vemos con nuestros ojos físicos, ni
vemos a los ángeles reunirse en tomo a su trono o los espíritus de los
creyentes que ya han partido y ahora adoran a Dios en su presencia.
Pero
todo está ahí, y todo es real, más real y más permanente que la creación fisica
que vemos a nuestro alrededor, que algún día será destruida en el juicio final.
Y si creemos que La Escritura es verdadera, entonces también debemos creer que
de hecho es verdad que nosotros mismos llegamos a ese lugar y unimos nuestras
voces a las de aquellos que ya adoran en el cielo cuando quiera que vengamos
ante Dios a adorarlo.
Nuestra
sola respuesta adecuada es esta: «Adoremos a Dios como a él le agrada, con
temor reverente, porque nuestro Dios es fuego consumidor» (Heb 12: 28-29).
4. DIOS SE ACERCA A NOSOTROS.
Santiago
nos dice: «Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros» (Stg 4:8). Esta ha
sido la norma de los tratos de Dios con su pueblo a lo largo de la Biblia, y
debemos estar confiados que ello será verdadero hoy también.
En el
Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Dios comenzó a alabarlo en la
dedicación del templo, él descendió y se manifestó en medio de ellos:
Los Trompetistas Y Cantores Alababan Y Daban Gracias Al Señor Al Son De
Trompetas, Címbalos Y Otros Instrumentos Musicales. Y Cuando Tocaron Y Cantaron
Al Unísono: «El Señor Es Bueno; Su Gran Amor Perdura Para Siempre», Una Nube
Cubrió El Templo Del Señor. Por Causa De La Nube, Los Sacerdotes No Pudieron
Celebrar El Culto, Pues La Gloria Del Señor Había Llenado El Templo (2ª Cr 5:
13-14).
Si
bien esto solo habla de un incidente específico, no parece equivocado suponer
que Dios dará a conocer su presencia entre su pueblo en otros momentos, cuando
quiera que le agrade la alabanza que ellos ofrecen (aunque no venga en forma de
una nube visible). David dice: «Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza
de Israel!» (Sal 22:3).
Dios
nos ministra. Aunque el propósito primario de la adoración es glorificar a
Dios, las Escrituras enseñan que en la adoración también nos ocurre algo:
nosotros mismos somos construidos o edificados. Por supuesto, hasta cierto
punto eso sucede cuando escuchamos las enseñanzas que la Biblia ofrece o las
palabras de aliento que otros nos dirigen-Pablo dice: «Todo esto debe hacerse
para la edificación» (1ª Co 14: 26), y dice que debemos animamos «unos a otros
con salmos, himnos y canciones espirituales» (Ef. 5: 19; Heb 10: 24-25).
Pero
además de la edificación que viene del crecimiento de la comprensión de la
Biblia y de escuchar las palabras de aliento de otros, hay otro tipo de
edificación que tiene lugar en la adoración: Cuando adoramos a Dios, él se
encuentra con nosotros y nos ministra directamente, fortaleciendo nuestra fe,
intensificando nuestra conciencia de su presencia, y concediendo refrigerio a
nuestros espíritus.
Pedro
dice que mientras los cristianos vienen continuamente a Cristo (en adoración,
oración y fe), son «edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo: (1ª
P 2. 5).
Cuando
venimos a adorar llegamos a la presencia de Dios de una manera especial, y
debemos esperar que él nos encontrará allí y nos ministrará: «Así que
acerquémonos al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia
que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Heb 4:16): Durante la adoración
genuina a menudo experimentaremos una intensificación de la obra santificadora
del Espíritu Santo, que obra continuamente transformándonos a semejanza de
Cristo «con más y más gloria» (2ª Co 3: 18).
6. LOS ENEMIGOS DEL SEÑOR HUYEN.
Cuando
el pueblo de Israel comenzó a adorar, a veces Dios lucharía por ellos contra
sus enemigos. Por ejemplo, cuando vinieron contra Judá los moabitas, los
edomitas y los sirios, el rey Josafat mandó al coro que alababa a Dios delante
del ejército.
Josafat Designó A Los Que Irían Al Frente Del Ejército Para Cantar Al
Señor Y Alabar El Esplendor De Su Santidad. Tan Pronto Como Empezaron A Entonar
Este Cántico De Alabanza, El SEÑOR Puso Emboscadas Contra Los Amonitas, Los
Moabitas Y Los Del Monte Del Seir Que Habían Venido Contra Judá, Y Los Derrotó.
(2ª Cr 20: 21-22).
De
manera similar, cuando el pueblo de Dios lo adora hoy en día, debemos esperar
que el Señor combatirá las fuerzas demoníacas que se oponen al evangelio y las
haga huir.
NOTA: Véase también Salmo 34: 4-5. 8; 37: 4.
De alguna manera, mientras más vemos a Dios, más
nos asemejamos a él. Esto se evidencia especialmente cuando entramos en la era
por venir, pues Juan dice: (Cuando Cristo venga seremos semejantes a él), (1ª
Jn 3: 2). Pero ello es verdad también en cierto grado en esta vida, mientras
corremos la carrera que tenemos delante, «fijemos la mirada en Jesús, el
iniciador y perfeccionador de nuestra fe» (Heb 12: 2).
Por momentos la presencia del Señor y la obra del
Espíritu Santo que la acompaña en nuestros corazones será tan evidente que
reconoceremos que Dios hace algo en nuestro interior-como le sucedió a los
discípulos cuando Jesús caminó junto a ellos por el camino de Emaús, pues más
tarde dijeron: «¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en
el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24: 32).
7. LOS NO CREYENTES SABEN QUE ESTÁN EN LA PRESENCIA DE DIOS.
Aunque
la Escritura no hace énfasis en la evangelización como el objetivo primario
cuando la iglesia se reúne a adorar, Pablo dice a los corintios que piensen en
los no creyentes y los de afuera que vienen a sus servicios, para estar seguros
que los cristianos hablan de manera comprensible (1ª Co 14: 23).
También
les dice que si el don de profecía funciona adecuadamente, de vez en cuando los
secretos del corazón del incrédulo se manifestarán, y este caerá sobre su
rostro y «adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre
vosotros (1ª Co 4: 25; Hch 2: 11). Pero no se ve la evangelización como el
propósito primario cuando la iglesia se reúne para adorar, y por lo tanto no
sería correcto tener diseñada la única reunión semanal de creyentes con un
propósito fundamentalmente evangelístico.
La
preocupación de Pablo es más bien que los visitantes comprendan lo que sucede
(y no piensen que los cristianos están «locos», 1ª Co 14: 23), y que reconozcan
que «verdaderamente Dios está entre vosotros» (1ª Co 14: 25).
C. EL VALOR ETERNO DE LA ADORACIÓN
Como
la adoración glorifica a Dios y cumple el propósito para el cual Dios nos creó,
es una actividad de gran valor y eterno significado. Cuando Pablo advierte a
los efesios a no desperdiciar su tiempo sino a emplearlo bien, lo pone en el
contexto del vivir como los que son sabios: «Así que tengan cuidado de su
manera de vivir.
No
vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento
oportuno, porque los días son malos» (Ef 5:15-16).
Entonces
Pablo explica qué es ser sabio y aprovechar el tiempo:
Por Lo Tanto, No Sean Insensatos, Sino Entiendan Cuál Es La Voluntad Del
Señor. No Se Emborrachen Con Vino, Que Lleva Al Desenfreno. Al Contrario, Sean
Llenos Del Espíritu. Anímense Unos A Otros Con Salmos, Himnos Y Canciones
Espirituales. Canten Y Alaben Al Señor Con El Corazón, Dando Siempre Gracias A
Dios El Padre Por Todo, En El Nombre De Nuestro Señor Jesucristo. (Ef. 5:
17-20).
En
consecuencia, en el contexto de utilizar y aprovechar sabiamente el tiempo,
Pablo incluye tanto cantarse unos a otros salmos espirituales como cantar al
Señor con nuestros corazones.
Esto
significa que ¡adorar es hacer la voluntad de Dios! La adoración es el
resultado de comprender «lo que es la voluntad del Señor». Es «aprovechar al
máximo el tiempo». Por otra parte, como Dios es eterno y omnisciente, la
alabanza que le damos nunca se desvanecerá de su conciencia sino continuará
trayendo deleite a su corazón por toda la eternidad (Judas 25): «¡Al único
Dios, nuestro Salvador sea la gloria, la majestad, el dominio y la autoridad,
por medio de Jesucristo nuestro Señor, antes de todos los siglos, ahora y para
siempre!»).
El
hecho de que adorar es una actividad de gran significación y valor eterno
también se hace evidente en el hecho que es la actividad primaria llevada a
cabo por aquellos que ya están en el cielo (Ap 4: 8-11; 5: 11-14).
D. ¿CÓMO PODEMOS ACCEDER A UNA ADORACIÓN GENUINA?
En
última instancia, la adoración es una actividad espiritual y debe ser facultada
por el Espíritu Santo que obra en nosotros. Esto significa que debemos orar que
el Espíritu Santo nos capacite para adorar correctamente.
Pero Se Acerca La Hora, Y Ha Llegado Ya, En Que Los Verdaderos
Adoradores Rendirán Culto Al Padre En Espíritu Y En Verdad, Porque Así Quiere
El Padre Que Sean Los Que Lo Adoren. Dios Es Espíritu, Y Quienes Lo Adoran
Deben Hacerlo En Espíritu Y En Verdad. Jn 4: 23-24).
Adorar
«en espíritu y en verdad» se entiende que significa no «en el Espíritu Santo»,
sino más bien «en el ámbito del espíritu, en el ámbito de la actividad
espiritual»"
Esto
significa que la verdadera adoración involucra no solo nuestros cuerpos físicos
sino también nuestros espíritus, el aspecto inmaterial de nuestra existencia
que actúa primariamente en el ámbito de lo invisible. María sabía que adoraba
de esta manera, por lo que exclamó: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu
se regocija en Dios mi Salvador» (Lc 1: 46-47).
Debemos
darnos cuenta que Dios también busca continuamente Jn 4:23) a aquellos que lo
adorarán en lo espiritual y por lo tanto a aquellos cuyo espíritu así como
cuerpo y mente adoran a Dios. Tal adoración no es opcional pues aquellos que
adoran a Dios «deben hacerlo en espíritu y en verdad» (v. 24). A menos que
nuestros espíritus adoren a Dios no estamos adorándolo verdaderamente.
Una
actitud de adoración se logra cuando comenzamos a ver a Dios como él es y
entonces respondemos a su presencia. Aun en el cielo los serafines que
contemplan la gloria de Dios claman: «Santo, santo, santo es el Señor
Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria» (Is 6:3). Cuando los
discípulos vieron a Jesús caminando sobre el agua, y entonces vieron cesar el
viento cuando entró a la embarcación, «los que estaban en la barca vinieron y
le adoraron, diciendo: "Verdaderamente eres Hijo de Dios"» (Mt 14:
33).
El
autor de Hebreos sabe que cuando venimos a la presencia de Dios (Heb 12:
18-24), la respuesta adecuada es adorar «a Dios como a él le agrada, con temor
reverente, porque nuestro "Dios es fuego consumidor"» (Heb 12: 28-29).
Por consiguiente la genuina adoración no es algo auto-generado o que puede
desarrollarse dentro de nosotros mismos. Debe ser más bien una efusión de
nuestros corazones en respuesta a una toma de conciencia sobre quién es Dios.
Resulta
apropiado preguntar si hay mucha adoración sentida, profunda y genuina en
nuestras iglesias. En muchas iglesias evangélicas las personas no adoran a Dios
de corazón hasta el último himno, después de que el sermón haya enfocado su
atención en quién es Dios y comienzan a regocijarse en Dios con un corazón
lleno de alabanza.
NOTA: Esto es porque:
(1) La discusión que sostiene Jesús con la mujer
junto al pozo en este contexto es una discusión sobre el sitio de la adoración
(vea vv. 20-21)-¿debía ser en Samaria o en Jerusalén? La respuesta de Jesús se
ajustaría mucho mejor a esta búsqueda si habláramos del ámbito espiritual en el
que adoramos, en oposición a la locación fisica de Jerusalén o Samaria.
(2) En el texto griego la palabra en (en) de la
frase «en espíritu y en verdad" corresponde a la misma palabra (en)
utilizada en el v. 21 para hablar de (literalmente) «en esta montaña» y «en
Jerusalén». Una vez más el contraste es en términos de locación «en» cuál se
debe adorar.
(3) La palabra verdad se refiere a la calidad de la
adoración, no a la persona. El paralelo se entendería mejor si «en espíritu» se
refiriera de la misma manera no a una persona sino a alguna cualidad de la
adoración, tal como el ámbito se debe llevar a cabo.
Pero
entonces, en el momento en el que una adoración profunda y sincera, de repente
termina el culto. ¡Debe ser solo el comienzo! Si falta una adoración genuina en
nuestras iglesias, debemos preguntarnos cómo podemos llevarnos a experimentar
mucho más de la profundidad y la riqueza de la adoración, la cual es la
respuesta natural del corazón creyente a una percepción clara de la presencia y
el carácter de Dios.
¿Habrá
algo que pudiéramos hacer para que la adoración sea más eficaz? Debemos
recordar que la adoración es una cuestión espiritual Jn 4: 21-24), y las
soluciones fundamentales serán por lo tanto espirituales. Se necesitará mucha
oración en preparación para la adoración, especialmente de parte del liderazgo,
pidiendo que Dios bendiga los momentos de adoración y se nos manifieste.
También
las congregaciones necesitarán instrucción sobre la naturaleza espiritual de la
adoración y la interpretación del Nuevo Testamento sobre adorar en la presencia
de Dios (véase Heb 12: 22-24). Además, los cristianos necesitan ser alentados a
corregir cualesquiera relaciones interpersona1es rotas. Pablo dice que los
hombres deben levantar las manos «con pureza de corazón, sin enojos ni
contiendas» (1ª Ti 2: 8), y Jesús nos recuerda que primero debemos
reconciliarnos con nuestro hermano, y entonces venir ante el altar de Dios y
presentar nuestra ofrenda (Mt 5: 24).
De
hecho, Juan dice que cualquiera que diga: «Yo amo a Dios» pero odia a su
hermano «es un mentiroso» (1ª Jn 4: 20). Particularmente los esposos necesitan
estar seguros que tratan con respeto a sus esposas, honrándolas, a fin de que
nada estorbe sus oraciones (1ª P 3: 7). Y la iglesia entera es responsable de
vigilar que no brote ninguna «raíz de amargura» que cause problemas, y que «por
ella muchos sean contaminados» (Heb 12: 15), lo que es una indicación de que el
pecado y las relaciones rotas entre unos cuantos pueden extenderse a muchos e
impedir que las bendiciones de Dios lleguen a toda la congregación.
Por
otra parte, si de verdad vamos a acercarnos a Dios en la adoración, debe haber
un afán personal de santidad en la vida. El autor de Hebreos le recuerda a los
creyentes que sigan «la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb 12:
14), y Jesús dice que son «los de corazón limpio» quienes «verán a Dios» (Mt 5:
8), una promesa que se cumple parcialmente en esta vida y completamente en la
era por venir.
Juan
dice específicamente en relación con la oración: «Si el corazón no nos condena,
tenemos confianza delante de Dios» (1ª Jn 3: 21), pero este principio
ciertamente se aplica también a la adoración, al atrevernos a venir ante la
presencia de Dios a ofrecerle alabanza. Santiago indica similar preocupación
cuando, inmediatamente después de decir: «Acérquense a Dios, y él se acercará a
ustedes», añade: ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes,
purifiquen su corazón! (Stg 4: 8).
NOTA: Por supuesto, el carácter de Dios se puede
revelar no solo a través de la predicación de la Palabra, sino también a través
de las palabras de los himnos que se cantan. a través de la oración, y a través
de la lectura de pasajes de la Biblia aun sin comentarios.
0tros pasajes de la Escritura indican una conexión
entre la santidad personal y la adoración de Dios: vea Proverbios 15: 8. «El
Señor aborrece las ofrendas de los malvados; pero se complace en la oración de
los justos». Véase también Proverbios 15: 29; 28:9; así mismo Salmo 34. 15-18;
66: 18.
No
obstante el escenario fisico y la estructura de los servicios de adoración sí
cuentan, pues hay indicios de que Jesús pensó que la atmósfera de la adoración
era muy importante. Él «entró en el templo y echó de allí a todos los que
compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos
de los que vendían palomas».
Al
explicar estas acciones, Jesús insistió en que el templo debía ser una casa de
oración, pues dijo: «Escrito está: «Mi casa será llamada casa de oración»; pero
ustedes la están convirtiendo en «cueva de ladrones» (Mt 21: 12-13).
También
le dijo a los creyentes: (Cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra
la puerta y ora a tu Padre, que está en secreto) (Mat 6: 6), no solo porque en
nuestros cuartos no nos verán los hombres, y no oraremos para recibir gloria de
los hombres, sino también porque saber que otros nos observan en nuestras
oraciones distrae con facilidad nuestra atención, de manera que entonces en
parte oramos para que nos escuchen los demás o por lo menos para no ofenderlos.
Esto
no significa que la adoración y la oración en grupo están prohibidas (pues
ambas son muy notorias tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo
Testamento), pero dice que debemos escoger un sitio para la oración y la
adoración que evite lo más posible las distracciones. Esto concuerda con el
hecho de que la adoración debe hacerse de forma ordenada, «pues Dios no es Dios
de confusión, sino de paz' (1ª Co 14: 33; v. 40).
La
atmósfera y el estado de ánimo de la adoración son importantes, porque debemos
servir a Dios (agradándole con temor y reverencia) (Heb 11: 28). Esto significa
que es apropiado reunirse como iglesia en un sitio que contribuye a la
adoración, una adoración que de ordinario es privada y libre de distracción,
que da la oportunidad de centrar la atención en el Señor.
El
canto es especialmente importante en la adoración tanto en el Antiguo como en
el Nuevo Testamento. En nuestros días ha ocurrido un cambio notable tanto en el
castellano estándar que la gente habla como en las formas musicales con las que
la gente está familiarizada, y las iglesias necesitan hablar y planificar
abierta y honestamente a fin de encontrar una mezcla de canciones que puedan
cantarse bien por toda la congregación, y con las que las personas puedan
identificarse genuinamente como un vehículo para expresar su alabanza a Dios.
Canciones
que se dirijan a Dios directamente en segunda persona (esto es, hablarle a Dios
como tú) en lugar de hablarle como (él) serán a menudo especialmente efectivas
como cánticos de adoración, aunque los Salmos demuestran que ambos tipos de
canciones agradan a Dios.
Además,
es importante apartar suficiente tiempo para los varios aspectos de la
adoración colectiva. La oración genuina puede ciertamente tomar tiempo (véase
Lc 6: 12; 22: 39-46; Hch 12: 12; 13: 2). Así mismo, una sólida enseñanza
bíblica puede a menudo requerir un tiempo prolongado (Mt 15: 32; Hch 20: 7-11).
Por otra parte, una adoración y alabanza genuinas y sentidas también requerirán
bastante tiempo para ser efectivas.
NOTA: Las consideraciones prácticas discutidas en
esta sección se pueden aplicar a muchas formas diferentes de adoración, pero no
he discutido las formas reales que asumirá esa adoración. Estas variarán
ampliamente, desde las liturgias muy elaboradas de los servicios episcopales a
la espontaneidad no estructurada de los servicios carismáticos.
Como la Escritura no prescribe forma alguna, el
mejor principio a utilizar es la orientación de Pablo: «Todo esto debe hacerse
para la edificación» (1ª Co 14: 26). Los evangélicos necesitan ser cautelosos,
sin embargo, y no rechazar demasiado a la ligera forma de adoración que les son
nuevas: las personas en las iglesias litúrgicas deben darse cuenta que la
espontaneidad puede manejarse de manera ordenada, y las personas en los grupos
carismáticos deben darse cuenta que la edificación y una genuina adoración
pueden tener lugar dentro de una estructura elaborada.
(En cuanto a la lectura al unísono de una liturgia,
si los cristianos pueden adorar y orar cantando palabras al unísono, ¡no hay
nada que les impida adorar y orar genuinamente leyendo las palabras en voz alta
al unísono!) Pero cualquier forma que se utilice en exceso puede convertirse en
una rutina sin sentido para la mayoría de los participantes.
Esto
es cierto en parte porque los diferentes aspectos de un culto de adoración
requieren diferentes actitudes y estados mentales. Escuchar una enseñanza
bíblica requiere atención hacia el texto y el maestro. La alabanza requiere
gozo y concentrarse en el Señor y su grandeza. Las oraciones en las que se
hacen súplicas requieren centrarse en el sacrificio de nosotros mismos al Señor
así como en ofrendarle de nuestras posesiones y encomendarle que provea para
nuestras necesidades.
La
Cena del Señor requiere un tiempo de reflexión, autoexamen, y quizá
arrepentimiento, junto con acción de gracias. Pero podemos tener todas estas
actitudes de una vez, porque somos finitos. Se requiere tiempo para lograr y
sostener diferentes actitudes mentales. Por esa razón es imposible cumplir todas
las tareas necesarias para una congregación reunida simplemente en una hora el
domingo por la mañana, y es dañino hasta intentarlo. Aquellos que tratan de
hacerlo todo en un tiempo breve lo abarrotan demasiado y no hacen nada bien.
Si las
congregaciones han de lograr los varios propósitos para los cuales Dios quiere
que se reúnan, y especialmente para tener momentos prolongados de adoración
reverente, probablemente necesitarán encontrar soluciones creativas que les
permitan reunirse durante períodos más largos de tiempo, y omitir o programar
de nuevo algunas actividades que se han convertido en habituales o
tradicionales los domingos por la mañana pero que en realidad no son
necesarias.
NOTA: Infortunadamente, los pastores que tratan de
oficiar en un servicio donde se agolpan muchas actividades comienzan a
parecerse al maestro de ceremonias en un circo de tres pistas que grita: (Miren
aquí! ¡Miren allá!) en una actuación tras otra. De manera similar el pastor
exhorta: (Alaben a Dios! ¡Sean generosos! ¡Piensen en la Biblia! ¡Oren! ¡Denle
la mano a su vecino! ¡Saluden a sus amigos! ¡Examínense a sí mismos!
¡Arrepiéntanse de sus pecados! ¡Canten al Señor! ¡Amén! ¡Amén!
En una situación como esta las emociones de la
gente son sacudidas tan rápidamente que no son capaces de responder como
personas íntegras, y el resultado es que se retraen emocionalmente y no
responden de corazón.
Dejarán el servicio sintiéndose frustradas y
desilusionadas pues la necesidad de sus corazones de experimentar adoración y
oración genuinas, y aprender de la Escritura no ha sido satisfecha.
Para la mayoría de los seres humanos, se logra
despacio y se pierde rápido la concentración en la atención. A causa de esto,
yo personalmente pienso que un líder de adoración que le habla a la congregación
entre los cánticos usualmente distrae mi atención del Señor hacia mí mismo, y
mi actitud de adoración decae en gran medida.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Experimenta usted una genuina y satisfactoria
adoración en su iglesia cada domingo? ¿Cuánto tiempo se dedica específicamente
a la adoración (definida estrechamente)-esto es, a momentos de alabanza y
acción de gracias a Dios? ¿Le gustaría que fuera un tiempo más prolongado? ¿Qué
aspectos de los momentos de adoración encuentra usted más significativos? ¿Qué
aspectos son menos significativos? ¿Cómo podría su iglesia dar pasos para
fortalecer y profundizar su experiencia de adoración (si ello es necesario)?
2. ¿Ha sentido alguna vez un fuerte sentido de la presencia de Dios en la
adoración colectiva? ¿Cuándo fue esto? ¿Puede describirlo? ¿Sabe qué factores
contribuyeron a esa sensación?
3. Durante los momentos de adoración, ¿puede usted describir las emociones
que son más prominentes en su conciencia? Es esta experiencia similar a otras
experiencias de la vida diaria, o son estas sensaciones únicas de los momentos
de adoración? ¿Ha sentido alguna vez que Dios lo ministra a usted mientras lo
adora? ¿Qué lo hizo consciente de ello?
4. ¿Piensa que hay suficiente adoración genuina en una semana típica de su
vida? Si no, ¿cuáles son los obstáculos para tal adoración?
5. ¿Qué le parece el hecho de que Dios es celoso de su propio honor y lo
busca? ¿Puede pensar de cualquier otra cosa más justa en el universo que Dios
busque su propio honor? ¿Puede pensar en cualquier otra cosa que no sea adorar
a Dios que lo haría sentir más profundamente que hace aquello para lo que usted
fue creado?
TÉRMINOS ESPECIALES
Adoración
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Apocalipsis 4: 11: Señor, Digno Eres De Recibir La Gloria Y La Honra Y
El Poder; Porque Tú Creaste Todas Las Cosas, Y Por Tu Voluntad Existen Y Fueron
Creadas.
CAPÍTULO 9
DONES DEL ESPÍRITU SANTO (1):
CUESTIONES GENERALES
¿QUÉ SON DONES
ESPIRITUALES? ¿CUÁNTOS HAY? ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? BUSCAR Y UTILIZAR LOS
DONES ESPIRITUALES.
EXPLICACIÓN Y BASES
BÍBLICAS
A. CUESTIONES RELACIONADAS CON LOS DONES ESPIRITUALES EN GENERAL
En las
generaciones previas, las teologías sistemáticas no tenían capítulos sobre los
dones espirituales, porque había pocas dudas sobre la naturaleza y el uso de
los dones espirituales en la iglesia. Pero en el siglo XX se vio un notable
incremento del interés en los dones espirituales, principalmente debido a la
influencia de los movimientos Pentecostal y carismático dentro de la iglesia.
En
este capítulo, primero examinaremos algunas cuestiones generales relacionadas
con los dones espirituales, entonces examinaremos la cuestión específica de si
algunos dones (milagrosos) han cesado. En el siguiente capítulo analizaremos lo
que enseña el Nuevo Testamento sobre dones particulares.
Sin
embargo, antes de comenzar la discusión debemos definir los dones espirituales
como sigue: Un don espiritual es una habilidad potenciada por el Espíritu Santo
y utilizada en cualquier ministerio de la iglesia. Esta amplia definición
incluye tanto los dones relacionados con las habilidades naturales (tales como
la enseñanza, el mostrar misericordia, o la administración) como los dones que
parecen ser más «milagrosos» y menos relacionados con las habilidades naturales
(tales como la profecía, la sanidad, o el discernimiento de espíritus).
El
motivo de esto es que cuando Pablo relaciona los dones espirituales (en Ro 12:
6-8; 1ª Co 7: 7; 12: 8-10,28; y Ef. 4: 11) incluye ambas clases de dones. Pero
no todas las habilidades naturales que tienen las personas están incluidas
aquí, pues Pablo sabe bien que todos los dones espirituales se deben a «un
mismo y único Espíritu» (1ª Co 12: 11), que se dan «para el bien de los demás»
(1ª Co 12:7), y que todos deben ser usados para «edificación» (1ª Co 14:26), o
para la edificación de la iglesia.
¡Cuando
el Espíritu Santo potencia los dones aparentemente naturales (tales como la
enseñanza, e! prestar ayuda, la administración O los dones musicales),
generalmente su uso muestra una mayor efectividad y poder.
Pablo
dice que los corintios se llenaron «de toda riqueza, tanto en palabra como en
conocimiento», cuando recibieron los dones espirituales. (1ª Co 1:5-7). Todo
pastor que ha predicado durante un tiempo conoce la diferencia entre predicar
de acuerdo con su propia habilidad "natural" y predicar el mismo
sermón ungido O bajo e! poder de! Espíritu Santo.
1. LOS DONES ESPIRITUALES EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
Ciertamente
el Espíritu Santo obraba en el Antiguo Testamento, trayendo las personas a la
fe y trabajando de manera notable en unos cuantos individuos tales como Moisés
y Samuel, David o Elías. Pero en general había una actividad menos poderosa del
Espíritu Santo en las vidas de la mayoría de los creyentes.
Una
evangelización efectiva de las naciones era muy poco común, el exorcismo de
demonios' era desconocido, las curaciones milagrosas eran poco comunes (aunque
sí ocurrieron, especialmente en los ministerios de Elías y Eliseo), la profecía
estaba limitada a unos pocos profetas o pequeños grupos de profetas, y «el
poder de resucitar» del pecado en el sentido de Romanos 6: 1-4 y Filipenses 3:
10 se experimentaba rara vez.
Pero
en varios aspectos el Antiguo Testamento está a la espera de un tiempo cuando
habría una capacitación mayor del Espíritu Santo que alcanzaría a todo el
pueblo de Dios. Moisés dijo; «¡Cómo quisiera que todo el pueblo de Dios
profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!» (Num. 11: 29).
Y el
Señor profetizó a través de Joel:
Después De Esto, Derramaré Mi Espíritu Sobre Todo El Género Humano. Los
Hijos Y Las Hijas De Ustedes Profetizarán, Tendrán Sueños Los Ancianos Y
Visiones Los Jóvenes. En Esos Días Derramaré Mi Espíritu Aun Sobre Las Siervos
Y Los Siervas. Jl 2: 28-29)
Juan
el Bautista destaca las expectativas del pueblo sobre el cumplimiento de la
profecía de Joel cuando anuncia que después de él viene alguien que «los
bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3: 11; Mr 1:8; Lc 3: 16;Jn 1:
33; Hch 1: 5).
Cuando
Jesús comienza su ministerio llega trayendo la plenitud y el poder del Espíritu
Santo en su persona. Lucas escribe: (Jesús regresó a Galilea en el poder del
Espíritu (Lc 4: 14). Como resultado enseña con gran poder (Lc 4: 15-22) y sana
y echa fuera demonios de todos los que están oprimidos (Lc 4: 31-41).
Claramente, Jesús ha venido en el mayor poder del Espíritu Santo del nuevo
pacto, y ha venido para conquistar el reino de Satanás.
De
hecho, dice que el poder del Espíritu Santo que obra en él permitiéndole echar
fuera demonios es una señal de que el reino de Dios ha venido con poder: «Si
expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el
reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12: 28). Al recordar la vida y el
ministerio de Jesús, Juan nos dice: «El Hijo de Dios fue enviado precisamente
para destruir las obras del diablo» (1 Jn 3: 8).
Pero
este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no está limitado solamente al
ministerio de Jesús. Éste envía a sus discípulos diciendo: «El reino de Dios
está cerca» y les dijo: «Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien
de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios» (Mt 10: 7-8).
No obstante, este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no se ha dispensado
todavía a todos los que creyeron en Jesús o lo siguieron, sino solo a sus doce
discípulos o a los setenta discípulos (Lc 10: 1-12).
NOTA: Lo único que se acerca a la expulsión de
demonios en el Antiguo Testamento es el hecho de que cuando David tocaba la
lira para el rey Saúl, la música calmaba a Saúl y 10 hacia sentirse mejor, y
«el espíritu maligno se apartaba de él» (1ª S 16: 23), pero David hacia esto
«cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a David (Ibid), lo que
indica que Saúl no experimentaba un alivio permanente de la opresión demoníaca.
El
derramamiento del Espíritu Santo en la plenitud y el poder del nuevo pacto en
la iglesia ocurrieron en el Pentecostés. Antes que Jesús ascendiera al cielo
mandó a sus apóstoles «que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la
promesa del Padre» y en contenido de esa promesa era: «Seréis bautizados con el
Espíritu Santo dentro de no muchos días» (Hch 1: 8). Les prometió: «Recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hch 1: 8).
Cuando
se derramó el Espíritu Santo sobre la iglesia en Pentecostés Pedro reconoció
que se había cumplido la profecía de Joel, pues afirmó: «Mas esto es lo dicho
por el profeta Joel» (Hch 2:16), y entonces citó la profecía de Joel (vv.
17-21). Pedro reconoció que el poder del Espíritu Santo había venido sobre el
pueblo de Dios y que la era del nuevo pacto había comenzado como un resultado
directo de la actividad de Jesús en el cielo, pues dijo:
A Este Jesús, Dios Lo Resucitó, Y De Ello Todos Nosotros Somos Testigos.
Exaltado Por El Poder De Dios, Y Habiendo Recibido Del Padre El Espíritu
Prometido, Ha Derramado Ahora Esto Que Ustedes Ahora Ven Y Oyen. (Hch 2: 32-33)
Con el
ministerio de Jesús y el ministerio de los discípulos con Jesús como trasfondo,
los discípulos presentes en el Pentecostés habrían esperado correctamente que
una poderosa predicación evangelística, la liberación de la opresión demoníaca,
las sanidades, y quizá también la profecía, los sueños y visiones comenzarían y
continuarían entre aquellos que creen en Cristo, y que estas cosas serían una
característica de la era del nuevo pacto que comenzó con el Pentecostés.
Otra característica
de esta dispensación del Espíritu Santo fue una amplia distribución de dones
espirituales a todo el pueblo, en que hijos e hijas, jóvenes y viejos, siervos
y siervas, en palabras de Joel, todos recibieron el poder del Espíritu Santo
del nuevo pacto, y también se esperaba que entonces todos recibirían los dones
del Espíritu Santo también.' De hecho, eso fue lo que ocurrió en la iglesia
primitiva (vea 1ª Co 12-14; Gá 3: 5; Stg 5: 14-15).
Como
dijo B. B. Warfield:
Estamos Justificados Al Considerar Característico De Las Iglesias
Apostólicas Que Tales Milagros Debían Manifestarse En Ellas. La Excepción
Sería, No Una Iglesia Con, Sino Una Iglesia Sin Esos Dones... La Iglesia
Apostólica Tenía Como Característica Ser Una Iglesia Productora De Milagros.
(Esto
es verdad independientemente de qué punto de vista se asuma sobre la
continuación de los dones milagrosos después del tiempo de los apóstoles.)
2. EL PROPÓSITO DE LOS DONES
ESPIRITUALES EN LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los
dones espirituales se conceden para capacitar a la iglesia para llevar a cabo
su ministerio hasta que Cristo regrese. Pablo les dice a los corintios: «De
modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansia que se
manifieste nuestro Señor Jesucristo» (1ª Co 1: 7). Aquí él vincula la posesión
de los dones espirituales y su situación en la historia de la redención (a la
espera del regreso de Cristo), sugiriendo que los dones se dan a la iglesia
para el período entre la ascensión de Cristo y su retomo.
De
igual manera, Pablo espera el tiempo del regreso de Cristo y dice: «pero cuando
llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1ª Co 13: 10), e indica que
estos dones «imperfectos» (mencionados en vv. 8-9) estarán vigentes hasta que
Cristo regrese, cuando serán superados por algo muy superior.
De
hecho, la dispensación del Espíritu Santo en «poder» en el Pentecostés (Hch 1:
8) era para capacitar a la iglesia a fin de que predicara el evangelio (Hch 1:
8) algo que continuaría hasta que Cristo regresara. Y Pablo les recuerda a los
creyentes que en su utilización de los dones espirituales deben procurar «que
abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Por último, al
escribirle a los efesios, Pablo especifica que cuando Cristo ascendió al cielo
concedió dones «a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio,
para edificar el cuerpo de Cristo» (Ef 4:12).
Pero
los dones espirituales no solo capacitan a la iglesia para el tiempo hasta que
Cristo regrese, también dan un anticipo de la era por venir. Pablo recuerda a
los corintios que Cristo los había «llenado de toda riqueza», tanto en sus
palabras como en su conocimiento, y que el resultado de este enriquecimiento
era que no les faltaba «ningún don espiritual» (1ª Co 1: 5, 7).
Por
supuesto este enriquecimiento en sus palabras y conocimiento no les daba las
palabras perfectas o el perfecto conocimiento que tendrían en el cielo, sino
solo un anticipo o pago inicial de esta perfección celestial. De modo
semejante, Pablo les recuerda a los corintios que los dones espirituales son
«imperfectos», pero cuando el modo «perfecto» de conocer venga al regresar el
Señor, entonces estos dones pasarán (1ª Co 13: 10).
Justo
como el Espíritu Santo es en esta era un «pago anticipado» (2ª Co 1: 22; 2 Co
5: 4; Ef. 1: 14) de toda la obra del Espíritu Santo dentro de nosotros en la
era por venir, así los dones que el Espíritu Santo nos da son anticipos
parciales de la obra plena del Espíritu Santo que nos pertenecerá en la era por
venir.
En
este camino, los dones de discernimiento y entendimiento prefiguran el
discernimiento mucho mayor que tendremos cuando Cristo regrese. Los dones del
conocimiento y la sabiduría prefiguran la sabiduría mucho mayor que será
nuestra cuando «conozcamos como somos conocidos» (1ª Co 13:12). Los dones de
sanidad dan un anticipo de la perfecta salud que será nuestra cuando Cristo nos
conceda cuerpos resucitados.
Paralelos
similares se podrían encontrar con todos los otros dones del Nuevo Testamento.
Aun la diversidad de dones debe conducir a una mayor unidad e interdependencia
en la iglesia (vea 1 Ca 12:12-13, 24-25; Ef. 4: 13), Y la diversidad en la
unidad será en sí misma un anticipo de la unidad que los creyentes tendrán en
el cielo.
3. ¿CUÁNTOS DONES EXISTEN?
Las
epístolas del Nuevo Testamento relacionan dones espirituales específicos en
seis diferentes pasajes. Examine la tabla en la página siguiente.
Lo
obvio es que estas listas son todas muy diferentes. Ninguna lista tiene todos
estos dones, y ningún don excepto la profecía se menciona en todas las listas
(la profecía no se menciona en 1ª Co 7: 7, donde solo se discute el tema del
matrimonio y el celibato, pero se incluye ciertamente en «el que habla» de 1ª P
4: 11). De hecho, 1ª Corintios 7: 7 menciona dos dones que no están en ninguna
otra lista: En el contexto de la discusión sobre el matrimonio y el celibato,
Pablo dice: «Cada uno tiene de Dios su propio don; éste posee uno; aquél,
otro».
Estos
hechos indican que Pablo no intentaba construir listas exhaustivas de dones
cuando especificó los que mencionó. Aunque a veces hay una indicación de algún
orden (él pone a los apóstoles primero, a los profetas en segundo lugar, a los
maestros en tercero, pero al don de lenguas en último lugar en 1ª Co 12: 28),
parece que en general Pablo relacionaba casi al azar una serie de diferentes
ejemplos de dones según le venían a la mente.
1ª Corintios 12: 28.
1. apóstol'
2. profeta
3. maestro
4. milagros
5. tipos de sanidad
6. ayudas
7. administración
8. lenguas
|
1ª Corintios 12:8·10
9. palabra de sabiduría
10. palabra de conocimiento
11. fe
(5) dones de sanidad
(4) milagros
(2) profecía
12. distinguir entre espíritus
(8) lenguas
13. interpretación de lenguas,
|
Efesios 4:11'
(1) apóstol
(2) profeta
14. evangelista
15. Pastor-maestro
Romanos 12: 6-8
(2) profecía,
16. Servicio
(3) enseñanza,
17. Alentar
|
18. Contribuir
19. Liderazgo
20. Misericordia
1ª Corintios 7: 7
21. matrimonio
22. celibato
|
1ª
Pedro 4: 11el que habla (que cubre varios dones) el que presta algún servicio
(que cubre varios dones).
Por
otra parte, hay cierto grado de superposición entre los dones relacionados en
varios lugares. Sin duda el don de administración (kybemesis, 1ª Co 12: 28) es
similar al don de liderazgo (ho proistamenos, Ro 12:8), y ambos términos pueden
aplicarse probablemente a muchos que tienen el oficio de pastor-maestro (Ef. 4:
11).
NOTA: Aquí el término griego para «don» es
charisma. El mismo que Pablo usa en 1ª Co 12-14 cuando habla de los dones
espirituales.
Esta lista ofrece cuatro tipos de personas en
términos de oficios o funciones, no, hablando estrictamente. Cuatro dones. Para
tres de las funciones de la lista, los dones correspondientes serían la
profecía, la evangelización y la enseñanza.
Por
otro lado, en algunos casos Pablo relaciona una actividad y en otros casos
relaciona el sustantivo relacionado que describe a la persona (tal como
«profecía» en Ro 12: 6 y 1ª Co 12: 10, pero utiliza «profeta» en 1ª Co 12: 28 y
Ef. 4: 11).
Otra
razón para pensar que Pablo podría haber hecho listas mucho más largas si
hubiera querido es el hecho que algunos de los dones relacionados tendrían
muchas expresiones diferentes cuando se encuentran en distintas personas.
Ciertamente el don de servir o ayudar dando un consejo sabio, otros al cocinar
las comidas, otros al cuidar los niños o entablando amistad con una persona
mayor, otros al dar consejos legales o médicos o financieros cuando se
necesitan dentro de la iglesia.
Estos
dones difieren bastante. Entre aquellos que poseen el don de la evangelización,
algunos serán buenos en la evangelización personal dentro de un vecindario,
otros al evangelizar escribiendo tratados y literatura cristiana, y otros en la
evangelización de las grandes campañas y las reuniones públicas. Aún otros
serán buenos en la evangelización a través de la radio y la televisión.
No
todos estos dones evangelísticos son iguales, aun cuando caen dentro de la
amplia categoría de «evangelización». Lo mismo podría decirse de los dones de
la enseñanza o la administración. Todo esto significa que los dones de dos
personas no son exactamente iguales.
¿Cuántos
diferentes dones existen entonces? Ello depende simplemente en lo específicos
que queramos ser. Podemos confeccionar una lista muy breve de solo dos dones
como hace Pedro en 1ª Pedro 4: 11: «el que habla» y «el que presta algún
servicio«. En esta lista de solo dos asuntos Pedro incluye todos los dones
mencionados en cualquier otra lista porque todos ellos caen en una de estas dos
categorías.
De un
lado, podemos tomar los oficios de profeta, sacerdote, y rey del Antiguo
Testamento, y tener una lista de tres tipos de dones: los dones proféticos (en
este amplio sentido) incluirían los que implican enseñar, alentar, exhortar o
reprender a otros.
NOTA: Se debe decir algo en este punto sobre la
relación entre los dones y los oficios en la iglesia. Cuando observamos estas
listas, se hace evidente que en algunos casos Pablo nombra los dones
específicos (tales como los dones de sanidad o administración o lenguas), y en
otros casos nombre las personas que tienen esos dones (tales como los
apóstoles, profetas, o evangelistas).
Algunas listas mencionan solo las personas que
poseen esos dones (como en Ef4: 11 o 1 P 4: 11). Y algunas listas están
mezcladas, mencionando algunos dones y algunas personas que tienen los dones
(como en Romanos 12: 6-8 y 1ª Co 12: 28).
Además de eso, se debe hacer otra distinción: En
los casos que Pablo nombra personas, a veces da el nombre que hace referencia a
un oficio reconocido oficialmente en la iglesia (tales como «apóstoles» o
«pastores-maestros»). Esperaríamos que esas personas comenzarían a funcionar en
esos oficios tras haber recibido un reconocimiento formal de la iglesia como un
todo (esto se llamaría (ordenación) o «instalación en el oficio» para el oficio
de pastor [o anciano] por ejemplo. Pero en otros casos, aunque se nombra la
persona, no hay necesariamente que pensar que hubo algún reconocimiento
oficiala establecimiento en el oficio frente a toda la iglesia.
Este sería el caso, por ejemplo, de aquel que anima
a otros y el que da y el que muestra (compasión) en Romanos 12: 6-8. De manera
similar, el Nuevo Testamento no indica claramente que se establecieron los
profetas y evangelistas en algún oficio formalmente reconocido en la iglesia
primitiva, y la palabra «profeta» probablemente se refiere únicamente a alguien
que profetizaba regularmente y bajo la evidente bendición de la iglesia.
«Evangelista» puede referirse igualmente a aquellos
que funcionaban efectivamente de manera regular en el trabajo de la
evangelización, y «maestros» podría incluir tanto a aquellos que tenían
reconocidas funciones docentes en la iglesia, quizá en relación con el oficio
de anciano, y aquellos que tenían funciones docentes en capacidades menos
formales en la iglesia pero que enseñaban regularmente con efectividad en
escenarios informales o grupos pequeños.
Por conveniencia, seguiremos refiriéndonos a estas
listas como listas de «dones espirituales», aunque, para ser más precisos, debemos
damos cuenta que ellas incluyen tanto los dones espirituales como las personas
que ejercitan esos dones. Como Jesucristo provee a la iglesia tanto los dones
como las personas, es apropiado que ambos se mencionen en distintas partes de
estas listas.
Los
dones sacerdotales incluyen todo lo que implica mostrar misericordia y cuidar
de aquellos en necesidad o implica interceder ante Dios (tal como orar en
lenguas). Los dones reales implicarían todo lo que tenga que ver con la
administración o el gobierno o el orden en la iglesia.
Otras
clasificaciones de dones son los dones de conocimiento (tal como distinguir
entre espíritus, palabra de sabiduría, y palabra de conocimiento), los dones de
poder (tales como la sanidad, los milagros, y la fe) y los dones de la palabra
(lenguas, interpretación y profecía). Entonces podríamos confeccionar otra vez
una lista mucho mayor, como la lista de los veintidós dones enumerados arriba.
Pero
aun esa lista no incluye todos los dones posibles (ninguna lista incluye un don
de oración intercesora, por ejemplo, que puede estar relacionado a un don de fe
pero que no es el mismo que el don de la fe; los dones musicales no están
incluidos en ninguna lista, y tampoco ningún don de echar fuera demonios,
aunque Pablo debe haber sabido que algunos cristianos eran más efectivos en esa
área que otros).
Y si
deseáramos dividir diferentes tipos de servicio o administración o
evangelización o enseñanza, entonces podríamos fácilmente tener una lista que
incluyera cincuenta o hasta cien distintos rubros.
El
propósito de todo esto es simplemente decir que Dios le da a la iglesia una
asombrosa variedad de dones espirituales, y todos ellos son muestra de su
multiforme gracia. De hecho, Pedro dice tanto como: «Cada uno según el don que
ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios» (1ª P 4: 10; aquí la palabra «multiforme» es
poikilos, que significa «tener muchas facetas; tener una rica diversidad»).
La
consecuencia práctica de esta discusión es que debemos estar dispuestos a
reconocer y apreciar a las personas que tienen dones que difieren de los
nuestros y que pueden diferir de nuestras expectativas de lo que debe ser la
apariencia de ciertos dones. Por otra parte, una iglesia saludable tendrá una
gran diversidad de dones, y esta diversidad no debe llevar a una fragmentación
sino a una mayor unidad entre los creyentes de la iglesia.
Todo
el propósito de Pablo en la analogía del cuerpo con muchos miembros (1ª Co 12:
12-26) es decir que Dios nos ha puesto en el cuerpo con estas diferencias de
manera que podamos depender unos de otros. «Ni el ojo no puede decirle a la
mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de
vosotros». Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los
más necesarios» (1ª Co 12: 21-22; d. vv. 4-6).
Va
contra la manera de pensar del mundo decir que disfrutamos de mayor unidad
cuando nos unimos más a aquellos que son diferentes a nosotros, pero ese es
precisamente el argumento que formula Pablo en 1ª Corintios 12, demostrando la
gloria de la sabiduría de Dios al no permitir a nadie poseer todos los dones
necesarios para la iglesia, sino requiriendo que dependamos uno del otro para
un adecuado funcionamiento de la iglesia.
NOTA: Esta variedad de maneras de clasificar los
dones nos permite decir que con propósitos docentes son posibles muchos tipos
de clasificación. Pero debemos cuidamos de cualquier reclamo de que cierta
forma de clasificar O relacionar los dones es la única válida, pues la
Escritura no nos limita a algún esquema de clasificación.
4. LOS DONES PUEDEN VARIAR EN
INTENSIDAD.
Pablo
dice que si tenemos el don de profecía, debemos utilizarlo «en proporción a
nuestra fe» (Ro 12: 6), indicando que el don puede estar más o menos desarrollado
en diferentes individuos durante un período de tiempo. Por esto Pablo puede
recordarle a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía» (1ª Ti
4: 14), y puede decir: «Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de
Dios que está en ti» (2ª Ti 1: 6).
Era
posible que Timoteo dejara que su don se debilitara, aparentemente por su uso
infrecuente, y Pablo le recuerda que lo estimule utilizándolo y
consecuentemente fortaleciéndolo. Esto no debe sorprender, porque nos damos
cuenta que muchos dones incrementan su fuerza y efectividad cuando se utilizan,
ya sea la evangelización, la enseñanza, el consuelo, la administración o la fe.
Apolos
tenía un poderoso don de predicación y enseñanza, pues leemos que era
«ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras » (Hch 18: 24). Y
aparentemente Pablo tenía y utilizaba con frecuencia un muy efectivo don de
hablar en lenguas pues dice; «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más
que todos ustedes» (1ª Co 14: 18).
Todos
estos textos indican que los dones espirituales pueden variar en intensidad.
Si
pensamos en cualquier don, ya sea la enseñanza o la evangelización de un lado,
o la profecía y la sanidad del otro, debemos darnos cuenta que dentro de
cualquier congregación probablemente haya personas que son muy efectivas en el
uso de ese don (quizá a través de un uso prolongado y la experiencia), otros
que son moderadamente fuertes en ese don, y otros que tienen el don pero que
comienzan justo a utilizarlo.
Esta
variación en intensidad de los dones espirituales depende de una combinación de
influencia humana y divina. La influencia divina es la obra soberana del
Espíritu Santo, «quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12:
11). La influencia humana viene de la experiencia, el entrenamiento, la
sabiduría, y las habilidades naturales en el uso de ese don.
Normalmente
no es posible conocer en qué proporción las influencias humana y divina se
combinan en cualquier momento, ni tampoco es realmente necesario conocerlo,
porque aun las habilidades que pensamos son «naturales» vienen de Dios (1ª Co
4: 7) y están bajo su control soberano (vea el capítulo 16 sobre la providencia
de Dios y la responsabilidad humana).
Pero
esto lleva a una pregunta interesante: ¿Qué fuerte tiene que ser una habilidad
antes de que se la llame un don espiritual? ¿Cuántas habilidades docentes
necesita alguien antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de la
enseñanza, por ejemplo? ¿ü qué efectivo en la evangelización necesitaría ser
alguien antes que podríamos reconocer un don de evangelización? ¿O con qué
frecuencia alguien tendría que ver respondidas las oraciones por una sanidad
antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de sanidad?
La
Escritura no responde esta cuestión directamente, pero el hecho de que Pablo
hable de estos dones como útiles para la edificación de la iglesia (1 Ca 14:
12), y el hecho de que Pedro diga de la misma manera que cada persona que ha
recibido un don debe recordar emplearlo «al servicio de los demás» (1 P 4:10), sugiere
que tanto Pablo como Pedro pensaban en dones y habilidades que eran lo
suficientemente fuertes como para funcionar en beneficio de la iglesia, ya sea
para la congregación reunida (como la profecía o la enseñanza), o para
individuos de la congregación en distintos momentos (como la ayuda y el
aliento).
NOTA: Vea también 1ª Corintios 13: 1-3. Donde Pablo
ofrece ejemplos de algunos dones desarrollados al grado más elevado Imaginable.
Ejemplos que él usa para mostrar que aun tales dones sin amor no traerían
ningún beneficio.
Probablemente
no se puede trazar una línea definitiva en esta materia, pero Pablo nos
recuerda que no todos tienen cada uno de los dones o ningún don. Él habla con
mucha claridad sobre esto en una serie de preguntas que no esperan respuesta:
«¿Son
todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros?
¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?» (1ª
Co 12: 29-30). El texto griego (con la partícula me antes de cada pregunta) claramente
no espera una respuesta a cada pregunta. Por lo tanto, no todos son maestros,
por ejemplo, ni todos poseen los dones de sanidad, ni todos hablan en lenguas.
Pero
aunque no todos tienen el don de la enseñanza, es cierto que todas las personas
«enseñan» en algún sentido de la palabra enseñar. Aun personas que nunca
soñarían con enseñar una clase de la Escuela Dominical, ciertamente leerán
historias bíblicas a sus propios hijos y les explicarán su significado; Moisés
mandó que los israelitas hicieran esto mismo con sus hijos (Deuteronomio 6: 7),
que les explicaran las palabras de Dios mientras estaban sentados en su casa o
andaban por el camino.
Así
que de un lado podemos decir que no todos tienen el don de la enseñanza. Pero
por otro lado, debemos decir que hay alguna habilidad general relacionada con
el don de la enseñanza que poseen todos los cristianos. Otra forma de decir
esto sería afirmar que no hay un don espiritual que tengan todos los creyentes,
pero hay cierta habilidad general similar a cada don que todos los cristianos
tienen.
Podemos
ver esto en cierto número de dones. No todos los cristianos poseen el don de
evangelización, pero todos los cristianos tienen la capacidad de compartir el
evangelio (de hecho, como veremos abajo, algunas personas dicen que nadie tiene
hoy en día genuinos dones de sanidad), pero a pesar de todo cada cristiano
puede y de cierto ora a Dios por la sanidad de amigos o parientes que están
enfermos.
No
todo cristiano tiene el don de la fe, pero cada cristiano tiene cierto grado de
fe, y esperaríamos que esta crezca en la vida de un cristiano ordinario.
Hasta
podemos decir que otros dones, tales como la profecía y el hablar en lenguas,
no solo tienen una intensidad cambiante entre aquellos que poseen el don, sino
que también encuentran su contraparte en algunas habilidades generales que se
hallan en la vida de cada cristiano. Por ejemplo, si entendemos que la profecía
es (de acuerdo con la definición que se ofrece en el capítulo 53)".
«Informar
algo que Dios nos trae de manera espontánea a la mente», entonces es verdad que
no todos experimentan esto como un don, porque no todos experimentan a Dios
trayendo espontáneamente cosas a la mente con tal claridad y fuerza que él o
ella se sientan libres de hablar sobre ellas en medio de un grupo de cristianos
reunidos.
Pero
probablemente todo cristiano ha tenido en un momento u otro la sensación de que
Dios le traía a la mente la necesidad de orar por un amigo distante o
escribirle o llamarlo por teléfono para llevar una palabra de aliento a alguien
que está lejos, y más tarde ha descubierto que eso era precisamente lo que se
necesitaba en ese momento.
Pocos
negarían que Dios puso esa necesidad de una manera espontánea en su mente, y,
aunque esto no sería llamado un don de profecía, es una habilidad general
recibir una orientación o guía especial de Dios que es similar a lo que ocurre
con el don de profecía, pese a que funciona a un nivel inferior.
Incluso
podemos considerar el don de hablar en lenguas desde esta perspectiva.
Si pensamos
del hablar en lenguas como una oración en sílabas no comprensibles para el que
habla (vea 1ª Co 14: 2, 14)," entonces es verdad que no todo cristiano
tiene el don de hablar en lenguas (y una vez más debe decirse que algunos
cristianos argumentarían que nadie tiene hoy en día ese don, pues la era de los
apóstoles ha terminado).
Pero
por otro lado, debemos reconocer que todo cristiano tiene momentos de oración
en los cuales su oración se expresa no solo en palabras y sílabas inteligibles,
sino también en forma de suspiros, gemidos y llanto que sabemos el Señor
escucha y comprende, y ello expresa necesidades y preocupaciones de nuestros
corazones que no podemos articular plenamente en palabras (Ro 8: 26-27).
Una
vez más no debemos llamar a esto un don de hablar en lenguas, pero parece ser
una habilidad general en nuestras vidas cristianas que está de alguna manera
relacionada con el don de hablar en lenguas, en la medida que se expresa en una
oración en sílabas que no entendemos completamente, pero que sin embargo el
Espíritu Santo convierte en una oración efectiva que Dios escucha.
El
propósito de toda esta discusión es simplemente decir que los dones
espirituales no son tan misteriosos ni «cosas de otro mundo» como la gente
considera que son. Muchos de ellos son solo una intensificación o una instancia
altamente desarrollada de fenómenos que la mayoría de los cristianos
experimentan en sus propias vidas.
El
otro importante propósito que puede deducirse de esta discusión es que aun
cuando se nos han dado dones por Dios, todavía somos responsables de usarlos
con efectividad, y buscar crecer en su uso para que la iglesia reciba más
beneficios de los dones que Dios nos ha permitido ser administradores.
Por
último, el hecho de que la potencia de los dones puede variar nos permite
reconocer que el don de cierta persona (tal como el de enseñanza o
administración, por ejemplo) puede que no sea lo suficientemente fuerte como
para funcionar en beneficio de toda la iglesia en una iglesia grande donde
muchas personas ya tienen ese don en alto grado desarrollado.
Pero
esa misma persona, al moverse a una iglesia más joven y pequeña donde pocos
tienen el don de la enseñanza o la administración, puede encontrar que sus
dones tienen una mayor demanda y son capaces de funcionar para el beneficio de
toda la congregación. (En este sentido, algo que solo se considera una
habilidad general en un escenario puede considerarse correctamente un don
espiritual en otro escenario.)
5. POSEEN LOS CRISTIANOS LOS DONES
TEMPORAL O PERMANENTEMENTE?
En la
mayoría de los casos, parece que el Nuevo Testamento describe una posesión
permanente de los dones espirituales. La analogía de las partes del cuerpo en
1ª Corintios 12: 12-26 se adecuan a esto, en el sentido que el ojo no se
convierte en mano, ni el oído en pie, pero las distintas partes del cuerpo
existen permanentemente.
Por
otro lado, Pablo dice que algunas personas ostentan títulos que describen una
función continua. Algunos pueden ser llamados «profetas» o «maestros» (1ª Co
12: 29) o «evangelistas» (Ef 4: 11). Esperaríamos que esas personas estuvieran
en posesión permanente de los dones de profecía, enseñanza y evangelización, a
menos que alguna circunstancia inusual sobreviniera que los privara del don.
De
manera similar, Pablo habla en términos de la posesión de dones espirituales
cuando dice: «Si tengo el don de profecía»(1ª Co 13:2) Y cuando Pablo pide que
un intérprete esté presente cuando alguien hable en lenguas (1ª Co 14: 28),
asume que la iglesia conocerá si alguien que tiene el don de interpretación
está presente, lo que implica que alguien estaría en posesión del don durante
un tiempo.
Cuando
dice; «Si alguno se cree profeta» (1ª Co 14: 37), se da cuenta que algunos en
Corinto habrían funcionado con el don de profecía con la suficiente frecuencia
para concebirse a sí mismo como «profetas». Todos estos versículos apuntan en
la dirección de una permanente, o por lo menos duradera y continua posesión de
dones espirituales.
Por
cierto, en Romanos 12, Pablo comienza su afirmación: «y hay diversidad de de
operaciones» (Ro 12:6). Y le dice a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste
mediante profecía» (1ª Ti 4: 14), indicando de nuevo que Timoteo había tenido
ese don durante un período de tiempo. Por lo tanto, parece que en general el
Nuevo Testamento indica que a las personas se les conceden dones espirituales,
y una vez que los poseen, son normalmente capaces de continuar utilizándolos
durante el transcurso de su vida cristiana.
Con
todo, se deben cumplir importantes requisitos, porque hay algunas instancias en
las que los dones no son permanentes. Hay algunos dones que no son permanentes
por su propia naturaleza, tales como los dones del matrimonio y el celibato (1ª
Co 7: 7). Aunque Pablo los llama dones, en la vida de la mayoría de los
creyentes habrá momentos en que están solteros, y momentos en que están
casados.
Por
otra parte, algunos dones, aunque se ejerciten con bastante frecuencia, aun no
se pueden ejercitar a voluntad. La efectividad en el don de sanidad, por
ejemplo, depende de la voluntad soberana de Dios al responder las oraciones que
imploran sanidad.
De
manera similar, la profecía depende de la concesión de una «revelación»
espontánea (1ª Co 14: 30) de Dios, y simplemente no puede ejercitarse a
voluntad.
Lo
mismo podría decirse inclusive del don de la evangelización: En última
instancia es la obra del Espíritu Santo traer regeneración y capacitar a
alguien para creer, de forma que el evangelista debe orar y predicar, pero solo
Dios puede aportar la cosecha de almas.
En
otros casos, se puede conceder algún don particular para una necesidad o evento
único. Aunque no es, hablando estrictamente, un don espiritual en el sentido
del Nuevo Testamento, la devolución de la fortaleza de Sansón por última vez al
final de su vida Jueces 16: 28) se le otorgó temporalmente durante el último
momento de su vida.
Y, en
el Nuevo Testamento, la notable revelación que tuvo Esteban cuando, «lleno del
Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús
de pie a la derecha de Dios» (Hch 7:55) fue una manifestación del Espíritu que
se le dio solo durante ese específico momento.
NOTA: Por supuesto, no debemos llevar muy lejos la
metáfora del cuerpo, pues las personas de hecho reciben otros dones, y Pablo
aun anima a las personas a buscar dones espirituales adicionales (1ª Co 14: 1).
Pero la metáfora sí sugiere algún grado de estabilidad o permanencia en la
posesión de los dones.
Otra
instancia en que un don puede no ser permanente es cuando una persona descuida
su don, y quizá aflige al Espíritu Santo o cae en un serio error doctrinal o
moral (como por ejemplo hizo Sansón en el Antiguo Testamento). En tal caso el
don puede ser retirado. De cierto, Pablo advirtió a Timoteo: (Ejercita el don
que recibiste) (1ª Ti 4: 14), y quizá también podemos aprender de la parábola
de los talentos, en la que Jesús dice que «a todo el que tiene se le dará más,
y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene) (Mt
25: 29).
Por
demás, debemos recordar que el Espíritu Santo todavía es soberano en la
distribución de dones: el que (reparte a cada uno según él lo determina) (1ª Co
12: 11). La palabra que se traduce aquí como (reparte) es un participio
presente, lo cual indica una continua actividad en el tiempo, y podríamos
parafrasear: (El Espíritu Santo continúa siempre distribuyendo o repartiendo
dones a cada persona individual justo según él lo determina).
Esto
significa que, aun cuando normalmente la costumbre del Espíritu Santo es
continuar facultando el mismo don o dones en las personas en el transcurso del
tiempo, aún así, hay una continua voluntad y decisión del Espíritu Santo de
hacer o no hacer esto, y puede que por sus propios motivos retire el don
durante un tiempo, o hace que sea mucho más potente o más débil de lo que era.
Por
último, 1ª Corintios 13: 8-13 (que se discutirá abajo) indica que los actuales
dones espirituales que poseemos son solo para esta era, y serán superados por
algo mucho mayor. Por lo tanto, en ese sentido ningún don es (permanente) pues
cada don se considerará inútil en el momento que el Señor regrese.
Dentro
de la discusión de la cuestión de si los dones espirituales son o no
permanentes, a veces se menciona a Romanos 11: 29: (Porque las dádivas de Dios
son irrevocables). Sin embargo, Esto no significa que sea apropiado utilizar el
versículo en el contexto de esta discusión, pues en este caso Pablo habla sobre
el estatus del pueblo judío, incluyendo su designación como pueblo de Dios y
los dones o bendiciones dispensados a ellos como resultado de ese estatus.
Aquí
Pablo arguye que Dios tiene aun un propósito para su pueblo de Israel, pero la
cuestión de los dones del Espíritu Santo en el sentido de 1ª Corintios 12-14 no
se contempla en absoluto en Romanos 11: 29. Y ciertamente en cualquier caso
esta afirmación no sería cierta en términos de una declaración del todo
irrestricta sobre los dones espirituales, porque es evidente que por el mal
uso, la negligencia o el agravio del Espíritu Santo, puede que las personas
vean sus dones disminuidos o removidos por la soberana decisión de Dios.
NOTA: Aunque el propósito primario de esta parábola
tiene que ver con las recompensas en el juicio final, no obstante alienta a la
fidelidad en la mayordomía de lo que se nos ha dado, y no es ilógico esperar
que Dios pudiera actuar respecto a nosotros de esa manera, por lo menos en
principio, también en esta vida.
6. ¿SON LOS DONES MILAGROSOS O NO MILAGROSOS?
La
respuesta a esta pregunta depende en realidad de la definición de la palabra
milagro. Si definimos milagro como (una actividad directa de Dios en el mundo),
entonces todos los dones espirituales son milagrosos porque el Espíritu Santo
los faculta (1ª Co 12:11; vvA-6). Pero en ese sentido todo lo que sucede en el
mundo puede decirse que es milagroso, porque todo ello procede de la obra
providencial de Dios en la creación (vea Ef. 1:11; Dn. 4: 35; Mt 5: 45).
Por lo
tanto la palabra milagro pierde su utilidad, pues nos es dificil encontrar algo
que suceda en el mundo que no sea milagroso en este sentido.
Es
mejor definir milagro en un sentido más estrecho, como hicimos arriba, en el
capítulo 17: Un milagro es «una actividad menos común de Dios en la que él
suscita el asombro y la admiración de las personas y da testimonio de sí mismo».
En términos de esta definición, solo algunos dones son «milagrosos»: a saber,
aquellos dones que la gente piensa que son milagrosos porque están asombrados
de la actividad de Dios que obra en ellos.
Ciertamente
incluiríamos la profecía en esta categoría (note el asombro del incrédulo en 1ª
Co 14: 24-25), la sanidad (de manera similar, note la respuesta del pueblo en
Hch 3: 10 y otros lugares), echar fuera demonios (vea Hch 19: 11-13,17), o el
hablar en lenguas cuando es realmente una lengua extranjera y los demás la
comprenden (vea la descripción de Pentecostés en Hch 2: 7).
Probablemente
otros fenómenos notables también se incluirían en el don de hacer milagros (1ª
Co 12: 10).
Por
otro lado, en esta definición, algunos dones se considerarían como no milagrosos.
Los
dones de servir, enseñar, alentar, contribuir y llevar a cabo actos de
misericordia (en Ro 12: 7-8) caerían en esta categoría, así como los dones de
aquellos que actúan como ayudantes y administradores (1ª Co 12: 28). Pero
todavía se trata del mismo Espíritu Santo quien los da y obra a través de
ellos.
El
propósito de este análisis es alertamos contra la elaboración de una distinción
sobrenatural! natural en nuestras mentes por medio de la cual pensemos que
algunos dones son «sobrenaturales» y otros simplemente «naturales». La Biblia
no hace tal distinción, y el peligro de hacer esto es que nos inclinemos a
pensar que algunos dones (que pensamos son «sobrenaturales) son más importantes
o proceden más claramente del Señor, y que nos inclinemos a devaluar o hacer
menos énfasis en los dones que consideramos «naturales». Si hacemos esto
fracasaremos a la hora de ver la mano de Dios en la actuación de todos los
dones y a la hora de darle gracias por todos ellos.
Por
otro lado, la engañosa distinción sobrenatural! natural también puede hacemos
desconfiados sobre aquellos que consideramos sobrenaturales», o puede llevamos
a pensar que sería muy improbable ocurrieran en nuestra propia experiencia.
En ese
caso, nos inclinaríamos a enfatizar los dones que pensamos son «naturales» y
tendríamos muy pocas expectativas o fe en relación con cualquier cosa que
pensáramos es «sobrenatural'.
En
contraste con esta perspectiva, la Escritura dice que recibimos «todos» los
dones de un mismo Espíritu, un mismo Señor, y un mismo Dios (1 Co 12:4-6). La
visión del mundo de la Escritura es de continuidad, de una continua interacción
entre el mundo visible que podemos ver y tocar y el mundo invisible que la
Escritura nos dice está ahí y es real. Dios obra en ambos, y nos hacemos a
nosotros mismos ya la iglesia un gran perjuicio al separar estos aspectos de la
creación en «sobrenatural» y «natural.
Por
último, ¿deberíamos buscar los dones más inusuales o milagrosos, o deberíamos
buscar los dones más comunes? De nuevo, la Escritura no hace este tipo de
distinción cuando nos dice qué tipo de dones buscar. Pablo dice a los
corintios: «Por eso ustedes, ya que tanto ambicionan los dones espirituales,
procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia (1ª Co 14. 12).
Esto
significa que debemos conocer cuáles dones son más necesarios en la iglesia a
la que asistimos, y entonces orar a Dios para que nos conceda estos dones a
nosotros y a otros. Que esos dones se consideren milagrosos o no milagrosos no
es lo que realmente importa.
7. DESCUBRIR Y BUSCAR DONES ESPIRITUALES.
Pablo
parece asumir que los creyentes conocerán cuáles son sus dones espirituales.
Simplemente les dice a los de la iglesia en Roma que usen sus dones de varias
maneras: «Si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe el que
reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace
misericordia, con alegría» (Ro 12: 6-8).
De
manera similar, Pedro les dice a sus lectores cómo utilizar sus dones, pero no
dice nada sobre cómo descubrir cuáles son: «Cada uno según el don que ha
recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme
gracia de Dios» (1ª P 4: 10).
¿Pero
qué si muchos miembros de una iglesia no conocen qué don o dones espirituales
Dios les ha dado? En tal caso, los líderes de la iglesia necesitan preguntarse
si les están proporcionando suficientes oportunidades para el uso de una
variedad de dones.
Aunque
las listas de dones dadas en el Nuevo Testamento no son exhaustivas,
ciertamente proveen un buen punto de partida para que las iglesias se pregunten
si por lo menos existe la oportunidad de que estos dones se utilicen.
Si
Dios ha puesto personas con ciertos dones en una iglesia cuando estos dones no
se estimulan o quizá no se permite utilizarlos, éstas se sentirán frustradas e
insatisfechas en sus ministerios cristianos, y quizá se mudarán a otra iglesia
donde sus dones puedan funcionar para el beneficio de la iglesia.
En el
caso de individuos que no conocen cuáles son sus dones, pueden comenzar
preguntando qué necesidades y oportunidades para el ministerio hay en su
iglesia. Específicamente, pueden preguntar qué dones son más necesarios para la
edificación de la iglesia en ese sitio. Además, cada creyente individual que no
sabe cuáles son sus dones debe realizar cierto auto examen.
¿Qué
intereses y deseos y habilidades éste posee? ¿Pueden otros ofrecer consejo o
aliento que apunten hacia dones específicos? Por otra parte, ¿ha habido
bendiciones en el pasado al ministrar en algún tipo particular de servicio?
En
todo esto, la persona que busca descubrir sus dones debe orar y pedir a Dios
sabiduría, confianza en que ésta será concedida de acuerdo a su promesa: «y si
alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando
nada»' (Stg 1: 5-6). A veces Dios concederá esta sabiduría en términos de una
visión más exacta de las habilidades propias.
En
otros momentos puede que venga a través del consejo de otros o al ver crecientes
bendiciones en un área del ministerio. Y Pablo indica que en algunos casos
puede ser la profecía la que ofrezca la señal de un don específico, pues dice a
Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando los ancianos
te impusieron las manos» (1ª Ti 4: 14).
Por
último, la persona que se pregunta cuáles son sus dones espirituales debe
simplemente comenzar a ministrar en varias áreas y ver dónde Dios trae
bendiciones.
Enseñar
una clase de la Escuela Dominical o un estudio bíblico en una casa es una
manera excelente para empezar a utilizar el don de la enseñanza. Cada comunidad
tiene oportunidades para una mayor utilización del don de la evangelización.
Personas
que piensan tienen un don de sanidad pueden pedirle una oportunidad a sus
ancianos a fin de acompañarlos cuando vayan a orar por los enfermos. Las
personas que piensan tienen el don de la fe o un don de oración intercesora
podrían comenzar a preguntarles a algunos amigos cristianos por necesidades
específicas sobre las cuales orar.
En
todo esto, las iglesias pueden dar aliento y oportunidades para que las
personas prueben utilizar varios dones, y tan pueden ofrecer enseñanzas y
entrenamientos prácticos en los métodos apropiados para el uso de varios dones.
Además, las iglesias deben orar continuamente para que Dios permita a las
personas encontrar cuáles son sus dones y entonces ser capaces de utilizarlos.
En
todo esto la meta es que el cuerpo de Cristo en cada localidad alcance la
madurez, hasta que «por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor,
sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de
cada miembro» (Ef 4: 16).
Más
allá del asunto de descubrir qué dones tiene uno está el asunto de buscar dones
espirituales adicionales. Pablo manda a los cristianos: «Procurad, pues, los
dones mejores» (1ª Co 12:31) y después dice: «Empéñense en seguir el amor y
ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1ª Co 14: 1).
En
este contexto, Pablo define lo que quiere decir por «dones mejores» o «dones
mayores» porque en 1ª Corintios 14: 5 repite la palabra utilizada en 12:31 para
«mayor» (gr. Meizon cuando dice: «porque mayor es el que profetiza que el que
habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba
edificación (RVR) (1ª Co 14: 5). Aquí los dones mayores son aquellos que más
edifican a la iglesia.
Esto
es consistente con la declaración de Pablo unos cuantos versículos más
adelante, cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales, procuren
que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Los
mayores dones son aquellos que más edifican la iglesia y traen mayores
beneficios a los demás.
¿Pero
cómo buscamos más dones espirituales? Primero, debemos pedírseles a Dios. Pablo
dice directamente que «el que habla en lenguas pida en oración el don de
interpretar lo que diga (1ª Co 14: 13; d. Stg 1:5, donde éste dice a las
personas que deben pedirle a Dios sabiduría).
A
continuación, las personas que buscan dones espirituales adicionales deben
tener motivos correctos. Si los dones espirituales se buscan solo para que la
persona pueda sobresalir más o tenga más influencia o poder, esto es
ciertamente malo a los ojos de Dios. Esta fue la motivación de Simón el
hechicero en Hechos 8:19, cuando dijo: «Denme también a mí ese poder, para que
todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo» (véase la
reprimenda de Pedro en vv. 21-22).
De
manera similar, Ananías y Safira buscaron gloria para sí mismos cuando
pretendieron dar todo el producto de la venta de su tierra a la iglesia, pero
no fue verdad, y ambos perdieron sus vidas (Hch 5: 1-11). Es una cosa temible
querer dones espirituales o prominencia en la iglesia para nuestra propia
gloria, no para gloria de Dios y para la ayuda de otros.
Por lo
tanto, aquellos que buscan dones espirituales primero deben preguntarse si lo
hacen por amor a los demás y por estar más capacitados a la hora de ministrar a
sus necesidades, pues aquellos que tienen grandes dones espirituales pero le
(falta el aman) son (nada) a los ojos de Dios (1ª Co 13: 1-3). Por esto Pablo
dice: «Empéñense seguir el amor» y solo después añade: «y ambicionen los dones
espirituales» (1ª Co 14: 1).
Otra
vez repite el mismo tema cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales,
procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1 Co 14: 12).
Toda persona que pide a Dios un don espiritual adicional debe hurgar en su
corazón con frecuencia, preguntándose porqué se desea este don particular. ¿Es
realmente debido al amor por los demás y un deseo de edificar la iglesia y ver
glorificado a Dios?
Después
de eso, es apropiado buscar oportunidades para probar el don, justo en el caso
de una persona que trata de descubrir su don, como se explica arriba. Pequeños
grupos de estudio de la Biblia o reuniones de oración en casas a menudo ofrecen
un buen escenario en el que las personas pueden probar los dones de la
enseñanza o la oración intercesora o de estimular a otros o el de profecía o la
sanidad, por ejemplo.
Por último,
aquellos que buscan dones espirituales adicionales deben continuar utilizando
los dones que ahora tienen y deben estar conformes si Dios decide no darles
más. El señor aprobó al siervo cuyo dinero produjo diez veces más (1ª Co 12:
11), pero condenó al que puso su dinero en un pañuelo y no hizo nada con él (Lc
19: 16-17, 20-23)-para mostrarnos ciertamente que tenemos la responsabilidad de
usar y tratar de incrementar cualesquiera talentos o habilidades que Dios nos
haya dado como sus administradores.
Para
balancear ese énfasis de buscar y crecer en dones espirituales debemos también
recordar que Pablo dice claramente que los dones espirituales son
proporcionados a cada persona individualmente por el Espíritu Santo «según él
lo determina» (1ª Co 12: 11), y que «Dios ha colocado los miembros cada uno de
ellos en el cuerpo, como él quiso» (1ª Co 12:18). Dice que Dios ha puesto
diversos dones en la iglesia y que no todos son apóstoles o profetas o maestros
(1ª Co 12: 28-30).
De
esta manera les recuerda a los corintios que en última instancia la
distribución de los dones es cuestión de la voluntad soberana de Dios, y que es
para el bien de la iglesia y para nuestro bien que ninguno de nosotros tenga
todos los dones, y que necesitaremos depender continuamente de otros que tienen
dones diferentes a los nuestros.
Estas
consideraciones deben hacer que nos sintamos complacidos si Dios decide no
darnos los demás dones que buscamos.
8. LOS DONES SON HERRAMIENTAS PARA EL MINISTERIO, Y NO ESTÁN
NECESARIAMENTE RELACIONADOS CON LA MADUREZ CRISTIANA.
Tenemos
que reconocer que a todo creyente se le dan dones espirituales (1ª Co 12: 7,
11; 1ª P 4:10). Hasta los cristianos inmaduros reciben dones espirituales del
Señor-esto se hizo evidente por cierto en la iglesia de Corinto, que tenía
abundancia de dones espirituales (1ª Co 1:7), pero aún así era muy inmadura en
muchas áreas de doctrina y conducta. Pablo dice:
«Yo,
hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a
inmaduros, apenas niños en Cristo (1ª Co 3: 1). O sea, los dones espirituales
no son necesariamente una señal de madurez espiritual. Es posible poseer
notables dones espirituales en una u otra área pero ser aún muy inmaduro en la
comprensión doctrinal o la conducta cristiana, como fue el caso de Corinto.
De
hecho, en ocasiones hasta los inconversos son capaces de profetizar y expulsar
demonios y hacer milagros, pues Jesús dice que en los últimos días muchos le
dirán: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos
demonios e hicimos muchos milagros?» Pero Jesús les diría: «Jamás los conocí.
¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!» (Mt 7: 22-23). No es que Jesús los
conociera antes y luego no los conociera; él dice: «Nunca los conocí». Nunca
fueron cristianos, aunque habían realizado obras notables.
Por
eso no debemos evaluar la madurez espiritual sobre la base de los dones
espirituales. La madurez llega a través de caminar junto a Jesús, y conduce a
la obediencia a sus mandamientos en la vida diaria: «El que afirma que permanece
en él, debe vivir como él vivió» (1ª Jn 2: 6).
¿Cuándo
entonces el Espíritu Santo nos concede dones espirituales? Se conceden para la
obra del ministerio y son simples herramientas para ser utilizadas con ese fin.
Nunca deben ser una fuente de orgullo personal para aquellos que los posee, ni
se deben considerar como una señal de madurez. Simplemente debemos esforzarnos
por sobresalir en el amor por los demás, en atender sus necesidades, edificar
la iglesia, y vivir una vida en conformidad con las normas de la vida de
Cristo.
Si
hacemos eso, y si Dios decide damos dones espirituales que nos dote para esas
tareas, debemos darle gracias por eso, y orar para que nos mantenga libres de
orgullo por los dones que gratuita y bondadosamente han dado, y que no ganamos
nosotros.
B. ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? EL DEBATE SOBRE EL CESE DE LOS DONES
Dentro del
mundo evangélico actual hay diferentes posiciones sobre el asunto: «¿Es válido
que la iglesia de hoy utilice todos los dones que se mencionan en el Nuevo Testamento? Algunos dirían que
sí.
Otros
dirían que no, y argumentarían que algunos de los dones más milagrosos (tales
como la profecía, las lenguas más interpretación, y quizá el de sanar enfermos
y expulsar demonios) se otorgaron solo durante el tiempo de los apóstoles, como
«señales» para autentificar a los apóstoles durante la temprana predicación del
evangelio.
Afirman
que estos dones ya no se necesitan como señales hoy, y que cesaron a fines de
la era apostólica, probablemente a fines del siglo primero o comienzos del
siglo segundo d.C.
También
debemos damos cuenta que hay un amplio grupo «medio» en relación con esta
cuestión, un grupo de «evangélicos de la tendencia principal» que no son
carismáticos ni pentecostales de un lado, ni partidarios del «cese de los
dones» del otro, pero que están simplemente indecisos, y dudosos que esta
cuestión pueda decidirse sobre la base de la Escritura.
NOTA: Muchos que dicen sí, tales como el presente
autor, añadirían la salvedad de que «apóstol» es un oficio, no un don, y que el
oficio de apóstol no se mantiene hoy.
Cesacionistas se refiere a alguien que piensa que
ciertos dones espirituales milagrosos cesaron hace mucho tiempo, cuando
murieron los apóstoles y se completó la Escritura.
Aunque
algunos aspectos de esta cuestión se discutieron en el capítulo 17 dedicado a
los milagros, hay algunas consideraciones adicionales, especialmente
relacionadas con el tópico de los dones espirituales, que se pueden hacer aquí.
1. ¿NOS DICE 1ª CORINTIOS 13: 8-13 CUÁNDO CESARÁN LOS DONES MILAGROSOS?
Pablo
dice:
El Amor Jamás Se Extingue, Mientras Que El Don De Profecía Cesará, El De
Lenguas Será Silenciado Y El De Conocimiento Desaparecerá. Porque Ahora
Conocemos Y Profetizamos De Manera Imperfecta; Pero Cuando Llegue Lo Perfecto,
Lo Imperfecto Desaparecerá.
Cuando Yo Era Niño, Hablaba Como Niño, Pensaba Como Niño, Razonaba Como
Niño; Cuando Llegué A Adulto, Dejé Atrás Las Cosas De Niño. Ahora Vemos De
Manera Indirecta Y Velada, Como En Un Espejo; Pero Entonces Veremos Cara A
Cara. Ahora Conozco De Manera Imperfecta, Pero Entonces Conoceré Tal Y Como Soy
Conocido. Ahora, Pues, Permanecen Estas Tres Virtudes: La Fe, La Esperanza Y El
Amor. Pero La Más Excelente De Ellas Es El Amor. (1ª Co 13: 8-13)
Este
pasaje es importante para la discusión porque en él Pablo menciona el don de
profecía como algo «imperfecto», y entonces dice que lo «imperfecto»
«desaparecerá» (1ª Co 13: 10). Hasta dice cuándo ello ocurrirá: «cuando llegue
lo perfecto».
¿Pero
cuándo es eso? Y aun si podemos determinar cuándo, ¿quiere eso decir que Pablo
tenía en mente algo que le daría una respuesta a la iglesia de hoy sobre este
asunto de la «cesación»? ¿Puede ser representativo en este pasaje el don de
profecía de los dones milagrosos en general en la era de la iglesia?
A. EL PROPÓSITO DE 1
CORINTIOS 13:8-13:
Pablo
interrumpe su discusión de los dones espirituales con el capítulo 13 de 1ª
Corintios, en el que intenta poner toda la discusión sobre los dones en una
perspectiva correcta. No es suficiente ambicionar simplemente «los mejores
dones».
Uno
debe también empeñarse «en seguir el amor» (14:1). Sin amor, los dones no valen
nada (13: 1-3). De hecho, argumenta Pablo, el amor es superior a todos los
dones y por lo tanto es más importante actuar con amor que poseer cualquiera de
los dones.
A fin
de mostrar la superioridad del amor, Pablo argumenta que este jamás se
extingue, mientras todos los dones son temporales (13: 8). Nuestro profetizar y
conocimiento actuales son parciales e imperfectos (v. 9), pero un día algo
perfecto llegará a reemplazarlos (v. 10). Esto se explica mediante la analogía
de un niño que renuncia a las ideas y el hablar infantiles por las ideas y el
hablar de un adulto (v. 11).
Entonces
Pablo continúa razonando en los versículos 9-10 al explicar que nuestro
conocimiento y percepción presentes son indirectos e imperfectos, pero que
algún día éstos serán directos y perfectos (v. 12).
En
este argumento Pablo vincula la función de profecía con el tiempo de su
cesación. Esta satisface una cierta necesidad ahora, pero lo hace solo de
manera imperfecta.
Cuando
«lo perfecto» llegue, esa función será satisfecha por algo mejor, y la profecía
cesará porque quedará obsoleta o inútil (este es el probable matiz del término
griego utilizado aquí, katargeo, «desaparecer» en los vv. 8, 10). De manera que
la función principal de 1 Corintios 13:8-13 es mostrar que el amor es superior
a dones como el de profecía porque esos dones desaparecerán pero el amor no
desaparecerá.
B. 1ª CORINTIOS 13: 10:
La
cesación de la profecía cuando Cristo regrese: Pablo escribe en el versículo
10; «Pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá»,
La
frase «lo imperfecto» (gr. ek merous, «parcial, imperfecto») se refiere más
claramente al conocimiento y la profecía, las dos actividades que se dice son
hechas de manera «parcial e imperfecta» en el versículo 9 (utilizando en ambos
casos también la misma frase griega, ek merous. Para hacer resaltar este
vínculo podríamos traducir:
El Amor Nunca Deja De Ser. Si Hay Profecías, Estas Desaparecerán; Si Hay
Lenguas, Estas Cesarán, Si Hay Conocimiento, Este Desaparecerá. Esto Es Porque
Conocemos De Manera Imperfecta Y Profetizamos De Manera Imperfecta-Pero Cuando
Llegue Lo Perfecto, Lo Imperfecto Desaparecerá.
Como
vemos, los fuertes vínculos entre las afirmaciones se esclarecen por la
repetición de dos términos clave: «desaparecer» e «imperfecto».
Sin
duda, Pablo también intentó que se incluyera a las lenguas en el significado
del versículo 9, como incluida entre aquellas actividades «imperfectas», pero
omitió una repetición demasiado pedante por razones de estilo. Sin embargo las
lenguas deben entenderse como incluidas dentro del sentido del versículo 9,
pues el versículo 9 es la razón del versículo 8, como muestra la palabra
«porque» (gr. gar).
De esa
manera el versículo 9 debe ofrecer la razón por la cual las lenguas, así como
el conocimiento y la profecía, cesarán. De hecho, la repetición de «y» «y» en
el versículo 8 sugiere que Pablo pudo haber relacionado más dones aquí
(¿sabiduría, sanidad, interpretación?) si hubiera querido.
Así se
pudiera parafrasear 1 Corintios 13:10: «Cuando venga lo perfecto, la profecía y
las lenguas y otros dones imperfectos desaparecerán. El único problema
pendiente es determinar a qué momento se alude con la palabra «cuando». Varios
factores del contexto indican que el momento del retomo del Señor es lo que
Pablo tiene en mente.
(1) Primero, el sentido del versículo 12 parece
requerir que el versículo lo se refiera al momento del regreso del Señor. La
palabra «entonces» (gr. tote) en el versículo 12 ser al momento «cuando llegue
lo perfecto» del versículo 10. Esto se hace evidente al observar el versículo
12: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces
veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré
tal y como soy conocido».
¿Cuándo
veremos «cara a cara»? ¿Cuándo conoceremos «tal y como soy conocido»? Estos
eventos solo pueden tener lugar cuando regrese el Señor.
La
frase «ver cara a cara» se utiliza varias veces en el Antiguo Testamento para
referirse a ver a Dios personalmente, no de forma completa o exhaustiva, pues
ninguna criatura finita nunca puede hacer eso, pero aún así personal y
verdaderamente.
De
manera que cuando Pablo dice «pero entonces veremos cara a cara» claramente
quiere decir: «pero entonces veremos a Dios cara a cara: De hecho esa será la
mayor bendición del cielo y nuestro gran gozo por toda la eternidad (Ap 22:4:
«Lo verán cara a cara»).
La
segunda mitad del versículo 12 dice: «Ahora conozco de manera imperfecta; pero
entonces conoceré tal y como soy conocido». La segunda y tercera palabra para
«conocer»-la que se utiliza en: «Entonces conoceré como fui conocido«-es una
palabra algo más fuerte para conocer (gr. epiginosko, pero ciertamente no
implica conocimiento infinito o omnisciencia.
Pablo
no espera conocer todas las cosas, y no dice: «Entonces conoceré todas las
cosas», lo que habría sido fácil de decir en griego." Más bien, quiere
decir que cuando el Señor regrese Pablo espera liberarse de equivocaciones y la
incapacidad para comprender (especialmente para comprender a Dios y su obra)
que forman parte de la vida presente.
Su
conocimiento se asemejará al actual conocimiento que tiene Dios de él porque
este no contendrá falsas impresiones y no estará limitado a lo que es capaz de
percibir en esta era. Pero tal conocimiento solo puede tener lugar cuando
regrese el Señor.
Pero,
¿cuál es la palabra «entonces» a la que se refiere Pablo en el versículo 12?
Pablo
dice: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces
conoceré tal y como soy conocido». La palabra «entonces» tiene que aludir a
algo que él ha estado explicando en los versículos anteriores. Primero nos
fijamos en el versículo 11, pero vemos que nada en el versículo 11 puede ser un
tiempo futuro al que Pablo se refiera como «entonces» : «Cuando yo era niño,
hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser
adulto, dejé atrás las cosas de niño».
Todo
esto se refiere al pasado, no al futuro. Habla de acontecimientos pasados en la
vida de Pablo por la vía de ofrecer una ilustración natural y humana de lo que
ha dicho en el versículo 10. Pero nada en el versículo habla de un tiempo
futuro cuando algo ocurrirá.
De
manera que volvemos al versículo 10: «pero cuando llegue lo perfecto, lo
imperfecto desaparecerá». Aquí hay una declaración sobre el futuro. En algún
momento del futuro, Pablo dice que «lo perfecto» llegará, y «lo imperfecto»
desaparecerá, será innecesario. ¿Cuándo ocurrirá esto? Esto es lo que se
explica por medio del versículo 12. Entonces, cuando llegue el momento de lo
perfecto, veremos «cara a cara» y «conoceré tal y como soy conocido».
NOTA: Vea, por ejemplo, Gn 32: 30 y Jueces 6:22 (exactamente
el mismo vocabulario griego que en 1 Co 13:12); Deuteronomio 5:4; 34: 10; Ez.
20:35 (vocabulario muy similar); Éx 33: 11 (el mismo concepto, y el mismo
vocabulario que en algunos de los pasajes precedentes de Hebreos, pero esta vez
con diferente vocabulario en la traducción griega de la Septuaginta).
Griego epignosomai ta panta significaría,
"Conoceré todas las cosas».
Esto
significa que el momento cuando llegue «lo perfecto» debe ser el momento del
regreso de Cristo:" Por consiguiente, podemos parafrasear el versículo 10:
«Pero cuando Cristo regrese, lo imperfecto desaparecerá. 0, para usar nuestra
conclusión anterior de que «lo imperfecto» incluye la profecía y las lenguas,
podemos parafrasear: «Pero cuando Cristo regrese, la profecía y las lenguas (y
otros dones imperfectos) desaparecerán.
Así
tenemos en 1ª Corintios 13: 10 una declaración definitiva sobre el tiempo en
que cesen dones imperfectos como el de profecía: se harán innecesarios o
«desaparecerán» cuando Cristo regrese. Y esto implicaría que ellos continuarán
existiendo y siendo útiles para la iglesia, durante toda la era de la iglesia,
incluyendo hoy, y hasta el día cuando Cristo regrese.
(2) Otra razón del porqué el momento cuando llegue «lo perfecto» es el
momento cuando Cristo regrese se hace también evidente debido al propósito del
pasaje: Pablo intenta enfatizar la grandeza del amor, y al hacerlo quiere
establecer que «el amor jamás se extingue» (1ª Co 13: 8). Para probar este
punto argumenta que permanecerá más allá del momento cuando regrese el Señor, a
diferencia de los presentes dones espirituales.
Esto
ofrece un argumento convincente: el amor es tan fundamental en el plan de Dios
para el universo que perdurará más allá de la transición de esta era a la era
por venir al regreso de Cristo este continuará eternamente.
(3) Una tercera razón del porqué este pasaje se refiere al momento del
regreso del Señor puede hallarse en una declaración más general de Pablo sobre
el propósito de los dones espirituales en la era del Nuevo Testamento. En 1ª
Corintios 1: 7 Pablo vincula la posesión de dones espirituales (gr. charismata
a la actividad de aguardar por el regreso del Señor: «de modo que no les falta
ningún don espiritual mientras esperan con ansias que se manifieste nuestro
Señor Jesucristo».
Esto
sugiere que Pablo veía los dones como una provisión temporal dada para facultar
a los creyentes para el ministerio hasta el regreso del Señor. Así este
versículo provee un cercano paralelo al pensamiento de 1 Corintios 13:8-13,
donde la profecía y el conocimiento (y sin duda las lenguas) se consideran, de
manera similar, como útiles hasta que Cristo regrese pero innecesarios después
de ese momento.
Primera
a los Corintios 13: 10, parlo tanto, se refiere al momento del regreso de
Cristo y dice que estos dones espirituales perdurarán entre los creyentes hasta
ese momento. Ello significa que tenemos una clara declaración bíblica de que
Pablo esperaba que estos dones continuaran durante toda la era de la iglesia y
que funcionaran para el beneficio de la iglesia hasta el regreso del Señor.
NOTA: Lo he dicho de esta manera porque, más
precisamente, «lo perfecto» de 1 Ca 13: 10 no es el mismo Cristo, sino un
método de adquirir un conocimiento que es muy superior al conocimiento actual y
una profecía que hace obsoletos estos dos. Cuando llegue lo «perfecto» lo
imperfecto se hace inútil. Pero solo el tipo de conocimiento que Pablo espera
en la consumación final de todas las cosas puede ser tan cualitativamente
diferente del Conocimiento actual que podría proveer este tipo de contraste y
ser llamado «lo perfecto» como opuesto a «lo imperfecto».
A. Carson, Showing the Spirit: A Theological
Exposition of 1a Corinthians 12-14 (Grand Rapids: Baker, 1987), pp.
70-72, ofrece varias razones similares del porqué «cuando llegue 10 perfecto»
debe ser el momento de! Regreso de Cristo (con referencia a otros puntos de
vista, ya la literatura aplicable).
Entre los «cesacionistas» (aquellos que sostienen
que dones como la profecía han «cesado» y no son válidos hoy), algunos, aunque
no todos, están de acuerdo que el tiempo «cuando llegue lo perfecto» debe ser
el momento del regreso de Cristo:
C. OBJECIONES:
Se han
levantado varias objeciones a esta conclusión, usualmente por aquellos que
mantienen que estos dones han cesado en la iglesia y no deben ser utilizados
más.
1. ESTE PASAJE NO
ESPECIFICA CUANDO LOS DONES CESARÁN
La
primera objeción a nuestra conclusión anterior viene del acucioso estudio de
Richard Gaffin, Perspectivas sobre el Pentecostés. Aunque el Dr. Gaffm está de
acuerdo de que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de
Cristo, no piensa que este versículo especifica el momento en que cesen ciertos
dones.
Más
bien piensa que Pablo solamente observa «todo el período hasta el regreso de
Cristo, sin considerar si se interpondrían o no discontinuidades durante el
transcurso de este período».
De
hecho, argumenta Gaffin, el principal propósito de Pablo es enfatizar las
cualidades permanentes de la fe, la esperanza y el amor, especialmente del
amor, y no especificar el momento en el cual algunos dones cesarán. Dice:
Pablo
no intenta especificar el momento cuando cesará cualquier modalidad particular.
Lo que
sí declara es el fin del actual conocimiento fragmentario del creyente cuando
«lo perfecto» llegue. El momento en que cesen la profecía y las lenguas es una
cuestión abierta en lo que a este pasaje concierne y tendrá que decidirse sobre
la base de otros pasajes y consideraciones.
También
dice que, además de la profecía, las lenguas y el conocimiento, Pablo podría
haber añadido también «escrituración»-y si hubiera hecho esto, la lista habría
incluido un elemento que cesó mucho antes del regreso de Cristo.
(Inscripturación
es el proceso de redactar Escritura). De esta manera, concluye Gaffin, esto
sería válido también para otros en la lista.
En
respuesta a esta objeción debe decirse que no hace justicia a las palabras
reales del texto. Los evangélicos han insistido (y sé que el Dr. Gaffin está de
acuerdo con esto) que los pasajes de la Escritura no solo son ciertos en la
proposición principal de cada pasaje, sino también en los detalles menores que
se exponen. El propósito principal del pasaje puede muy bien ser que el amor
permanece para siempre, pero otro aspecto, y ciertamente uno importante
también, es que el versículo 10 afirma no solo que estos dones imperfectos
desaparecerán alguna vez, sino que desaparecerán (cuando llegue lo perfecto).
Pablo especifica un determinado momento:
«Cuando
llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá». Pero el Dr. Gaffm parece
alegar que Pablo no dice esto en realidad. Pero la fuerza de las palabras no
puede obviarse afirmando que el tema principal del contexto más amplio es algún
otro.
Por lo
demás, la sugerencia del Dr. Gaffin no parece encajar con la lógica del pasaje.
De acuerdo con el argumento de Pablo es específicamente la llegada de «lo
perfecto», lo que deja atrás la profecía, las lenguas y el conocimiento, porque
entonces hay una vía nueva y muy superior de aprender y conocer las cosas «tal
y como soy conocido».
Pero
hasta ese momento, la nueva y superior vía de conocimiento no ha llegado, y por
lo tanto, estos dones imperfectos son todavía válidos y útiles. Por último, es
algo precario poner mucho énfasis en algo que pensarnos que Pablo puede haber
dicho pero que de hecho no dijo. Decir que Pablo pudo haber incluido
«escrituración' en esta lista significa que Pablo podría haber escrito:
«Cuando
Cristo regrese, la escrituración cesará». Pero no puedo creer en absoluto que
Pablo podría haber escrito esa declaración, pues habría sido falsa-de hecho,
una falsa profecía en las palabras de la Escritura. Porque la «escrituración»
cesó hace mucho tiempo, cuando se escribió el libro de Apocalipsis por el
apóstol Juan.
De esa
manera, las objeciones del Dr. Gaffin no parecen refutar nuestras conclusiones
sobre 1ª Corintios 13: 10. Si «lo perfecto» se refiere al momento del regreso
de Cristo, entonces Pablo dice que dones tales como la profecía y las lenguas
cesarán en ese momento, y por consiguiente implica que continúan durante la era
de la iglesia.
2 «CUANDO LLEGUE LO PERFECTO» DE 1ª CORINTIOS 13: 10 SE REFIERE A UN
MOMENTO ANTERIOR AL MOMENTO DEL REGRESO DEL SEÑOR
Aquellos
que hacen esta segunda objeción argumentan que «cuando llegue lo perfecto»
significa una de las siguientes cosas, como «cuando la iglesia madure» o
«cuando se complete la Escritura» o «cuando se incluya a los gentiles en la
iglesia».
Probablemente
la más cuidadosa expresión de este punto de vista se encuentra en el libro de
Robert L. Reymond, What About Continuing Revelations and Mirades in the
Presbyterian Church Today? [«Qué sobre
continuar con los milagros y las revelaciones en la iglesia presbiteriana de
hoy»], pero otra clara manifestación de una posición similar Se encuentra en el
libro de Walter Chantry, Signs ofthe Apóstoles [«Señales de los apóstoles»].
El
argumento de Chantry se apoya en el hecho de que dondequiera en 1 Corintios la
palabra que aquí se traduce como «perfecto» (gr. teleios se usa para referirse
a la madurez humana (1ª Co 14:20, en «maduros en el modo de pensar») o a la
madurez en la vida cristiana (como en 1ª Co 2:6).
Pero
aquí debemos notar de nuevo que la palabra no tiene que ser utilizada para
referirse a la misma cosa cada vez que se emplea en la Escritura-en algunos
casos teleios puede referirse a hombría «madura» o «perfecta», en otros casos
algún otro tipo de «integridad» o «perfección». La palabra teleios se utiliza
en Hebreos 9: 11, por ejemplo, para referirse a la «tienda más perfecta»-pero
por eso no podemos concluir que «perfecto» en 1ª Corintios 13: 10 debe
referirse a una tienda perfecta. El referente preciso de la palabra debe
determinarse por el contexto individual, y allí, como hemos visto, el contexto
indica que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de
Cristo.
El
argumento del Dr. Raymond es algo diferente. Él razona como sigue:
(A) Las cosas «imperfectas» mencionadas en los versículos 9-10 la profecía,
las lenguas, y el conocimiento son medios incompletos de revelación, «todos
relativos a la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia».
(B) «Lo perfecto» en este contexto debe referirse a algo de igual categoría
que las cosas «imperfectas».
(C) Por consiguiente «lo perfecto» en este contexto debe referirse a un
medio de revelación, pero uno completo. Y este medio de revelación completo
significa la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia en la Biblia.
(D) Conclusión: «Cuando llegue lo perfecto» se refiere exactamente al
momento cuando se complete el canon de la Biblia.
Raymond
anota que no dice que «lo perfecto» se refiere exactamente al canon de las
Escrituras, sino más bien «a la conclusión del proceso de la revelación» que
dio lugar a las Escrituras. Y en respuesta a la objeción de que el «entonces
veremos cara a cara» del versículo 12 se refiere a ver a Dios cara a cara,
responde que puede que este no signifique esto, sino que puede simplemente
significar ver «claramente» lo opuesto a «oscuramente».
En
respuesta, debe decirse que este argumento, aunque cuidadoso y consistente en
sí mismo, todavía depende de una suposición previa que es realmente el punto en
cuestión en toda esta discusión: la autoridad de la profecía del Nuevo
Testamento y los dones relacionados. Una vez que Reymond asume que la profecía
(y las lenguas y el tipo de «conocimiento» mencionado aquí) son una revelación
que tiene la calidad de Escritura, se compone todo el argumento. Este se puede
remodelar como sigue:
(A) La profecía y las lenguas son una revelación que tienen la calidad de
Escritura.
(B) Por consiguiente todo este pasaje trata de una revelación que tiene la
calidad de Escritura.
(C) Por consiguiente «lo perfecto» se refiere a la perfección o conclusión
de una revelación que tiene calidad de Escritura, o la conclusión de la
Escritura.
En un
argumento como ese la suposición inicial determina la conclusión. Sin embargo,
antes que pueda formularse la suposición, hace falta demostrarla a través de un
análisis inductivo de los textos del Nuevo Testamento sobre la profecía."
Pero,
hasta donde sé, no se ha hecho esa demostración inductiva de la autoridad con
calidad de Escritura de la profecía congregacional del Nuevo Testamento.
Por
otra parte, hay algunos otros factores en el texto de 1ª Corintios 13: 8-13 que
es dificil reconciliar con la posición de Reymond. El uso regular de «ver cara
a cara» en el Antiguo Testamento como una expresión que indica no solo ver con
claridad sino ver a Dios personalmente (vea arriba) sigue sin explicar.
Y el
hecho de que Pablo se incluya a sí mismo en la expresión: «Entonces veremos
cara a cara» y «entonces conoceré tal y como soy conocido» hace dificil ver
estas frases como referencias al momento de conclusión de la Escritura. ¿Piensa
realmente Pablo que cuando los otros apóstoles terminen por fin sus contribuciones
al Nuevo Testamento él experimentará de pronto tal cambio en su conocimiento
que conocerá tal y como es conocido, y pasará de ver, de forma velada, como en
un espejo, a ver cara a cara?
Además
de los puntos de vista de Reymond y Chantry, ha habido otros intentos de ver
«cuando llegue lo perfecto» como algún momento antes del regreso de Cristo,
pero no los trataremos aquí. Todos esos puntos de vista se detienen en el
versículo 12, donde Pablo implica que los creyentes verán a Dios «cara a cara»
«cuando llegue lo perfecto». No se puede decir esto sobre el momento sugerido
en ninguna de estas propuestas.
La
propuesta sobre la conclusión del canon de la Escritura del Nuevo Testamento
(el grupo de escritos que llegaron a ser incluidos en el Nuevo Testamento)
tampoco se ajusta al propósito de Pablo en el contexto. Si tomamos el año 90
d.C. como fecha aproximada de la redacción del Apocalipsis, el último libro del
Nuevo Testamento escrito, entonces la final redacción de Escritura llegó cerca
de treinta y cinco años después que Pablo escribió 1ª Corintios (alrededor de
55 d.C.).
¿Pero
sería convincente argumentar como sigue: «Podemos estar seguros que el amor
nunca se extinguirá, porque sabemos que durará más de treinta y cinco años?»
Muy a duras penas seria esto un argumento convincente. Más bien, el contexto
requiere que Pablo esté comparando esta era con la era por venir, y diciendo
que el amor perdurará hasta la eternidad.33 De hecho, vemos un procedimiento
similar en otros lugares de 1ª Corintios.
Cuando
Pablo quiere demostrar el valor eterno de algo, lo hace argumentando que ello
durará hasta el día del regreso del Señor (cf. 1ª Co 3: 13-15; 15: 51-58).
Comparativamente, la profecía y otros dones no se mantendrán más allá de ese
día.
Por
último, estas propuestas no encuentran ningún apoyo en el contexto inmediato.
En
tanto que el regreso de Cristo se menciona claramente en el versículo 12,
ningún versículo de esta sección dice nada sobre la conclusión de la Escritura
o de una colección de los libros del Nuevo Testamento o de la inclusión de los
gentiles en la iglesia o la «madurez» de la iglesia (cualquier cosa que esto
signifique-¿está la iglesia realmente madura aún hoy?
Todas
estas sugerencias introducen nuevos elementos que no se encuentran en el contexto
o reemplazan el único elemento el regreso de Cristo que en realidad ya está
justo allí en el contexto. De hecho, Richard Gaffin, el mismo que sostiene que
el don de la profecía no es válido hoy en día, dice sin embargo que «lo
perfecto» en el versículo 10 Y el «entonces» del versículo 12 «se refieren sin
duda al momento del regreso de Cristo.
El
punto de vista de que ellos describen el momento en el que se termina el canon
del Nuevo Testamento no se puede convalidar exegéticamente».
NOTA: Algunos argumentan que la fe y la esperanza
no se mantendrán en el cielo, así que 1ª Co 13: 13 solo significa que la fe y
la esperanza permanecerán hasta, no más allá, del regreso de Cristo. Sin
embargo, si la fe es dependencia de Dios y confianza en él, y si esperanza es
una espera confiada en bendiciones futuras que se recibirán de Dios, entonces
no hay motivo para pensar que dejaremos de tener fe y esperanza en el cielo. !
Y la excelente discusión de Carson sobre la fe, la esperanza y el amor como
«virtudes eternamente permanentes» en Showing the Spirit, pp. 74-75.)
El Dr.
D. Martín Lloyd-Jones observa que el punto de vista que equipara «cuando lo
perfecto llegue» al momento de la conclusión del Nuevo Testamento encuentra
otra dificultad:
Esto Significa Que Usted Y Yo, Que Tenemos Las Escrituras Abiertas Ante
Nosotros, Sabemos Mucho Más De La Verdad De Dios Que El Apóstol Pablo.
Significa Que Todos Nosotros Somos Superiores... ¡Aun Que Los Propios
Apóstoles, Incluyendo El Apóstol Pablo! Significa Que Ahora Estamos En Una
Posición En La Cual «Conocemos, Tal Y Como Somos Conocidos» Por Dios.
Ciertamente, Solo Hay Una Palabra Para Describir Tal Punto De Vista: Es Un
Absurdo."
Juan
Calvino, al referirse a 1 Corintios 13:8-13, dice: «Es algo estúpido que la
gente haga que todo en esta discusión se aplique al tiempo intermedio).
2. ¿LA CONTINUACIÓN HOY DE LA PROFECÍA PONDRÍA A PRUEBA LA SUFICIENCIA DE
LA ESCRITURA?
A. LA AUTORIDAD DEL DON DE
PROFECÍA:
Aquellos
que adoptan un punto de vista (cesacionista) argumentan que una vez que se
escribió el último libro del Nuevo Testamento (probablemente el libro de
Apocalipsis alrededor de 90 d.C.), no hubo más (palabras de Dios) pronunciadas
o escritas en la iglesia.
Esto
es esencialmente relevante para el don de profecía, de acuerdo con la posición
cesacionista, porque desde ese momento la Escritura era la fuente completa y
suficiente de las palabras de Dios para su pueblo. Añadir algunas palabras más
a partir de continuadas expresiones proféticas sería, en efecto, añadir Escritura
o competir con la Escritura. En ambos casos, se pondría a prueba la suficiencia
de la Escritura en sí misma y, en la práctica, se comprometería su autoridad
única en nuestras vidas.
Ahora
si la profecía congregacional del Nuevo Testamento tenía la autoridad de la
profecía del Antiguo Testamento y las palabras apostólicas del Nuevo, entonces
esta objeción cesacionista sería ciertamente verdadera. Si los profetas de hoy
en día, por ejemplo, pronunciaron palabras que supiéramos eran las propias
palabras de Dios, estas palabras tendrían la misma autoridad que la Escritura,
y estaríamos obligados a tomar nota de ellas y añadirlas a nuestras Biblias
cada vez que las oyéramos.
Pero
si estamos convencidos que Dios cesó de dictar Escritura cuando el libro de
Apocalipsis concluyó, entonces tenemos que decir que este tipo de discurso, que
profiere las propias palabras de Dios, no puede darse hoy y cualquier
pretensión de poseer (nueva) Escritura, (nuevas) palabras de Dios, debe ser
rechazado como falso.
Esta
cuestión es muy importante, porque la pretensión de que la profecía
congregacional del Nuevo Testamento tiene igual autoridad que la Escritura es
la base de muchos argumentos cesacionistas. Pero se debe notar que los propios
cesacionistas no parecen ver la profecía de esa manera. George Mallote escribe:
«Que yo sepa, ningún cesacionista de la tendencia principal del cristianismo
pretende que la actual revelación se equipara a la Escritura».
Quizás
sería bueno que aquellos que arguyen contra la continuación de la profecía hoy
presten atención con más simpatía a los más responsables autores carismáticos,
simplemente con el propósito de ser capaces de responder a algo que los
carismáticos realmente creen (aun que no se exprese siempre de una forma
teológica precisa), en lugar de responder a algo que los cesacionistas dicen
que los carismáticos creen o dicen que los carismáticos deben creer.
Aún
más, aparte de la cuestión de las creencias o prácticas actuales, he argüido
extensamente en algún otro sitio que la profecía congregacional ordinaria en
las iglesias del Nuevo Testamento no tiene la autoridad de Escritura. Esta no
se expresaba en palabras que eran las propias palabras de Dios, sino más bien
como palabras meramente humanas. y debido a que tienen esta menor autoridad, no
hay razón para pensar que no se mantendrían en la iglesia hasta el regreso de
Cristo.
Ellas
no amenazan o compiten con la Escritura en autoridad sino están sujetas a la
Escritura, así como al discernimiento maduro de la congregación.
B. LA CUESTIÓN DE LA
ORIENTACIÓN:
Otra
objeción se plantea a veces en este punto. Algunos argumentarán que aun si
aquellos que utilizan el don de profecía hoy dicen que este no tiene la misma
autoridad que la Escritura, de hecho compite en sus vidas con la Escritura y hasta
la reemplaza al ofrecer orientación sobre la voluntad de Dios. De ese modo, la
profecía hoy, se dice, desafía la doctrina de la suficiencia de la Escritura
como una guía en nuestras vidas.
Aquí
se debe admitir que en la historia de la iglesia se han cometido muchos
errores. John MacArthur señala la forma en la cual la idea de ulteriores
revelaciones han dado lugar a muchos movimientos heréticos en la iglesia.
Pero
aquí el asunto debe ser: ¿Son necesarios los abusos para el funcionamiento del
don de profecía? Si vamos a argüir que los errores y excesos de un don
invalidan el don en sí mismo, entonces tendríamos que rechazar también las
enseñanzas bíblicas (porque muchos maestros de Biblia han enseñado errores e
iniciado sectas), e igual con la administración de la iglesia (pues muchos
líderes de la iglesia han descarriado gente), y cosas por el estilo. El abuso
de un don no significa que debamos prohibir su uso apropiado, a menos que pueda
demostrarse que no puede haber un uso apropiado-que todo uso es abuso:
Por
otra parte, específicamente con respecto a la orientación, resulta bueno notar
lo cuidadosos que son muchos movimientos carismáticos sobre el uso de la
profecía a la hora de ofrecer una orientación específica. Varias citas
ilustrarán este punto.
Michae1
Harper (Iglesia de Inglaterra):
Las Profecías Que Les Dicen A Otras Personas Lo Que Deben Hacer, Deben
Tomarse Con Mucho Recelo."
Dennis
y Rita Bennett (Episcopales Americanos):
También Debemos Tener Cuidado Con La Profecía Personal Que Ofrece Directrices,
En Especial Fuera Del Ministerio De Un Hombre Maduro Y Sometido A Dios. La
«Profecía Personal» Irrestricta Hizo Mucho Para Socavar El Movimiento Del
Espíritu Santo Que Comenzó A La Vuelta Del Siglo. Los Cristianos Se Dan
Mensajes Unos A Otros «En El Señor» Y Estos Mensajes Pueden Ser En Extremo
Refrescantes Y Útiles, Pero Tiene Que Haber Un Testigo Del Espíritu Por Parte
De La Persona Que Recibe El Mensaje, Y Se Debe Emplear Extrema Cautela Al
Recibir Cualquier Supuesta Orientación O Predicción Profética.
Nunca Acometa Ningún Proyecto Simplemente Porque Se Le Comunicó A Través
De Un Presunto Pronunciamiento Profético O Interpretación De Lenguas, O Por
Medio De Una Presunta Palabra De Sabiduría O Conocimiento. Nunca Haga Nada Solo
Porque Un Amigo Se Le Acerca Y Le Dice: «El Señor Me Comunicó Que Le Dijera Que
Hiciera Esto O Aquello». Si El Señor Tiene Instrucciones Para Usted, Él Le Dará
Testimonio En Su Propio Corazón, En Cuyo Caso Las Palabras Que Provienen De Un
Amigo... Serían Una Confirmación De Lo Que Dios Ya Le Ha Estado Revelando. Su
Orientación Debe También Concordar Con La Escritura.
NOTA: Puede que algunos objeten que en la profecía
hay más potencial para el abuso que en otros dones porque la idea de que Dios
puede revelar cosas a las personas hoy (en las profecías) inevitablemente
conduce a una rivalidad con la autoridad de la Escritura. Como respuesta, se
pueden aducir tres cosas:
(1) Las enseñanzas sobre la naturaleza falible de
todas las profecías contemporáneas no han sido tan extensas como hubiera sido
necesario para prevenir abusos, especialmente a nivel popular, entre grupos que
permiten hoy la profecía. Por lo tanto ha habido un mayor mal uso de la
profecía de lo que debía haber habido.
Aun cuando se han hecho fuertes advertencias, pocas
veces se ha ofrecido una explicación de cómo la profecía puede venir de Dios
pero que no tiene aun igual autoridad que las palabras de Dios-esto es, muy
pocos autores pentecostales o carismáticos han explicado la profecía como una
comunicación humana de algo que Dios le ha traído espontáneamente a la mente a
una persona (el punto de vista que defiendo en el capítulo 53). (Sin embargo,
vea las útiles advertencias de varios autores carismáticos en los párrafos que
siguen al texto anterior).
(2) Simplemente no es verdad que enseñarle a una
congregación que la profecía debe estar siempre sujeta a la Escritura
inevitablemente conduce a las personas a exaltar las profecías por encima de la
Escritura. Esto ocurrirá donde se descuidan esas enseñanzas, no donde se
propagan.
(3) Si la Biblia de hecho enseña que se puede
esperar hoy la continuación de la profecía de una forma que no impugna la
autoridad de la Escritura, entonces no tenemos la libertad de rechazarla porque
reconozcamos un potencial abuso de ella. (Otros dones poseen un potencial para
el abuso en arras áreas.) Antes bien, debemos alentar el don y hacer lo mejor
que podamos para prevenir los abusos.
Donald
Gee (Asambleas de Dios):
[Hay]
problemas graves planteados por el hábito de dar y recibir «mensajes»
personales de orientación a través de los dones del Espíritu. La Biblia da
cabida a tal dirección del Espíritu Santo. Pero esta debe mantenerse dentro de
ciertas proporciones. Un examen de las Escrituras nos mostrará que en realidad
los primeros cristianos no recibían continuamente tales voces del cielo. En la
mayoría de los casos tomaban sus decisiones utilizando lo que a menudo llamamos
«el consagrado sentido común» y vivían vidas bastante normales.
Muchos
de nuestros errores concernientes a los dones espirituales se originan cuando
queremos que lo extraordinario y excepcional se convierta en lo frecuente y
habitual. Estemos avisados todos los que desarrollamos un ansia excesiva
«mensajes» a través de los dones del naufragio de las generaciones pasadas así
como de las contemporáneas. Las Santas Escrituras son una lámpara a nuestros
pies y una luz en nuestro sendero'"
Por
otro lado, aun entre los cesacionistas muy reformados, existe cierta
disposición a admitir algún tipo de «iluminación» continuada del Espíritu Santo
en la vida de los creyentes. Por ejemplo, el profesor del Seminario de
Westminster, Richard Gaffin, dice:
A
menudo también, lo que se ve como profecía es en realidad una espontánea
aplicación de la Escritura elaborada por el Espíritu, una más o menos súbita
aprehensión de la relevancia que tiene la enseñanza bíblica sobre una situación
o problema particular. Todos los cristianos necesitan ser receptivos a estas
más espontáneas obras del Espíritu. «Y Robert Reymond define iluminación como
«la capacitación de los cristianos en general por el Espíritu Santo para
comprender, recordar y aplicar las Escrituras que han estudiado»
Pero
si estos autores aceptan la presente actividad de capacitación de los
cristianos por el Espíritu Santo para «comprender» o «recordar» o «aplicar» o
«asimilar» las enseñanzas de la Escritura, entonces no parece que hay una gran
diferencia en principio entre lo que ellos dicen y lo que muchos movimientos
carismáticos hacen (aun cuando probablemente queden algunas diferencias sobre
las funciones precisas de la profecía como orientación; pero esto no es tanto
una diferencia sobre la profecía como sobre la orientación en general, y en
particular sobre la forma en que la orientación de la Escritura se relaciona
con la orientación de la advertencia, el consejo, la conciencia, las
circunstancias, los sermones, etc.).
El
punto más importante es que lo que Gaffin y Reymond llaman aquí «iluminación»,
el Nuevo Testamento parece denominarlo una «revelación», y lo que llamarían una
comunicación verbal de tal iluminación, el Nuevo Testamento parece llamarlo una
«profecía».
Así
que me pregunto si habría espacio para más reflexiones comunes en esta área.
Los carismáticos deben darse cuenta que los cesacionistas están dudosos sobre
el alcance y frecuencia de tal «iluminación», tanto si es correcto llamarla
profecía del Nuevo Testamento, como si en realidad tiene valor para la iglesia,
y si se la debe buscar.
Y los
cesacionistas deben darse cuenta que su propia doctrina altamente desarrollada
y cuidadosamente formulada sobre la suficiencia de la Escritura como guía no la
comparten o aun comprenden a menudo muchos evangélicos, incluyendo aquellos que
forman parte del movimiento carismático. Sin embargo, quizá la idea reformada
de «iluminación» permita lo que ocurre hoy con la profecía, y provea una vía
para entenderla como algo que no se ve como un desafío a la suficiencia de la
Escritura.
¿Qué
debemos entonces concluir sobre la relación entre el don de profecía y la
suficiencia de la Escritura? Debemos decir que apreciamos el deseo de los
cesacionistas de proteger la singularidad de la Escritura y no permitir que
nada compita con su autoridad en nuestras vidas. También debemos estar
agradecidos del deseo de los cesacionistas de que los cristianos comprendan y
sigan sólidos principios en la orientación de sus vidas cotidianas, y no se
desvíen hacia un área de excesivo subjetivismo que no tenga incorporados los
controles de la Escritura.
Por
otro lado, existe ciertamente un peligro que acompaña al punto de vista
cesacionista si este está equivocado aquí. Se trata del peligro muy real de
oponerse a algo que Dios hace en la iglesia hoy en día y dejar de glorificarlo
por esa obra. Dios es celoso de sus obras y busca la gloria de ellas para sí
mismo, y nosotros debemos orar constantemente no solo para que siga impidiendo
que respaldemos el error, sino también para que impida que nos opongamos a algo
que proviene genuinamente de él.
3. ¿ESTABAN LIMITADOS LOS DONES MILAGROSOS A LOS APÓSTOLES Y SUS
COMPAÑEROS?
Otro
argumento cesacionista es que los dones milagrosos estaban limitados a los
apóstoles y sus compañeros cercanos. Como he discutido este argumento
extensamente en el capítulo 17, no repetiré la discusión aquí.
4. ¿ACOMPAÑARON LOS DONES MILAGROSOS SOLO A LA DISPENSACIÓN DE NUEVA
ESCRITURA?
Otra
objeción es decir que los dones milagrosos acompañaron la dispensación de
Escritura, y como no hay nueva Escritura que se dispense hoy, no debemos
esperar hoy nuevos milagros.
Pero
como respuesta a eso debe decirse que este no es el único propósito de los
dones milagrosos. Como señalamos en el capítulo 17, los milagros tienen otros
propósitos en la Escritura:
(1) Validan el mensaje del evangelio a lo largo de la
era de la iglesia;
(2) Ayudan a aquellos que están en necesidad, y así muestran la
misericordia y el amor de Dios; capacitan a las personas para el ministerio; y:
(3) Glorifican a Dios.
También
debemos notar que no todos los milagros acompañan la dispensación de Escritura
adicional. Por ejemplo, los ministerios de Elías y Eliseo estuvieron marcados
por varios milagros en el Antiguo Testamento, pero ellos no escribieron libros
o secciones de libros en la Biblia. En el Nuevo Testamento, ocurrieron muchos
milagros que no estuvieron acompañados por la dispensación de Escritura.
Tanto
Esteban como Felipe en el libro de Hechos hicieron milagros pero no escribieron
Escritura. Hubo profetas en Cesarea (Hch 21: 4) y Tiro (Hch 21: 9-11) y Roma
(Ro 12:6) y Tesalónica (1ª Ts 5: 20-21) y Éfeso (Ef. 4:11) y las comunidades
alas que estuvo dirigida 1ª Juan (1ª Jn 4: 1-6) que no produjeron Escritura.
Aparentemente
hubo muchos milagros en las iglesias de Galacia (Gá 3: 5). Hubo muchas cosas
milagrosas que ocurrieron en Corinto (1ª Co 12: 8-10), pero en 1 Corintios
14:36 Pablo niega que alguna Escritura haya salido de la iglesia de Corinto.48
y Santiago espera que de las manos de los ancianos salgan milagros en todas las
iglesias a las que escribe (vea Stg 5: 14-16).
Es un
hecho histórico que los dones milagrosos cesaron temprano en la historia de la
iglesia? Algunos cesacionistas han argumentado que los dones milagrosos cesaron
de hecho cuando murieron los apóstoles. Por esta razón, se arguye, no debe
haber hoy dones milagrosos. B. B. Warfield argumentaron esto extensamente en su
libro, Conterfeit Miracles:
En
respuesta, debe decirse primero que la premisa que acaba de postularse es muy
dudosa sobre bases históricas. Hay crecientes pruebas históricas' o de que los
dones milagrosos tuvieron lugar a lo largo de la historia de la iglesia en
mayor o menor grado, aun cuando se descuenten las afirmaciones exageradas o
evidentemente espurios.
NOTA: Banner of Truth, London, 1972 (reimpresión de
la edición de 1918). Debe notarse que el argumento de Warfield, aunque
frecuentemente citado, es realmente una encuesta histórica, no un análisis de
los textos bíblicos.
Por otra parte, el propósito de Warfield no era
refutar ningún uso de los dones espirituales entre cristianos como muchos de
esos que integran los movimientos carismáticos hoy, cuyas doctrinas (en todas
las cuestiones que se apartan de los dones espirituales) y cuya afiliación
eclesiástica los coloca en la corriente principal del protestantismo
evangélico. Antes bien, Warfield refutaba las espurias proclamaciones de
milagros procedentes de algunas ramas
Del catolicismo romano en varios periodos de la
historia de la iglesia, y de varias sectas heréticas (Warfield incluye una
discusión sobre los seguidores de Edgard lrving [1792-1834], que se desviaron
hacia enseñanzas excéntricas y fueron excomulgados por la Iglesia de Escocia en
1833). Está abierto a discusión si los modernos cesacionistas tienen derecho a
declarar que tienen el apoyo de Warfield cuando se oponen a algo que es muy
diferente en la vida y la doctrina a aquello que Warrfield combatió.
A
menudo se registran las curaciones y otros tipos de respuestas milagrosas a las
oraciones. Hubo también gente que decían ser profetas durante toda la historia
de la iglesia primitiva. El problema era que demasiado frecuentemente
malentendían su don, u otros lo malentendían, de manera que sus
pronunciamientos se tomaban (erróneamente) como palabras literales de Dios.
Algunas
veces se les toleraría, y algunas veces se convertirían en una amenaza
demasiado grande para el liderazgo establecido de las iglesias y comenzarían a
crear grupos disidentes, ya no bajo la autoridad restrictiva y valorativa de
las iglesias establecidas.
Entonces
también, otros pueden haber tenido «revelaciones» que les dispensaron, las
cuales no manifestaron, o que simplemente incluyeron sin comentario en una
oración, o en un sermón o palabra de exhortación, o en la letra de un himno o
alguna literatura devocional.
Debería
estar claro que cuando Pablo dice: «Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá» (1ª Co 13:10), no estaba diciendo nada sobre la relativa
frecuencia de los dones milagrosos en la historia de la iglesia. Eso estaría
sujeto a muchas variaciones de acuerdo con la madurez espiritual y vitalidad de
la iglesia en distintos períodos, el grado en que estos dones se buscaron como
una bendición o se rechazaron como una herejía, la frecuencia en la que las
reuniones de la iglesia normalmente hicieron provisión para el ejercicio de
estos dones, el grado en que la naturaleza de estos dones se comprendió
correctamente, y, sobre todo esto, la obra soberana del Espíritu Santo al
distribuir dones a la iglesia.
No
obstante, de lo que Pablo habla es de la abolición total y final de estos dones
que se producirá por iniciativa divina al regreso de Cristo. Y dice que piensa
que hasta el momento del regreso de Cristo estos dones estarán disponibles para
ser utilizados al menos en alguna medida, y que el Espíritu Santo continuará
distribuyendo estos dones entre la gente. Calvino nota la abundancia de dones
espirituales en los días de Pablo y entonces comenta (sobre 1ª Co 14: 32):
Hoy Vemos Nuestros Escuálidos Recursos, Nuestra Real Pobreza; Pero Esto
Es Sin Duda El Castigo Que Merecemos, Como Recompensa Por Nuestra Ingratitud.
Porque Las Riquezas De Dios No Están Agotadas, Ni Su Liberalidad Ha Disminuido;
Pero Nosotros No Somos Merecedores De Su Dadivosidad, O Capaces De Recibir Todo
Lo Que Él Generosamente Da.
NOTA: Debemos damos cuenta de que a menos que la
gente entienda la profecía como e! reporte falible de algo que Dios pone
espontáneamente en nuestra mente, será muy dificil para la iglesia alentar o
aun tolerarla. Si la profecía se basa en algo que Dios nos trae de pronto a la
mente, sería eventualmente muy fácil que profetas cristianos, por buenos o
malos motivos, comiencen a reclamar no solo que han recibido una «revelación»
de Dios o Cristo, sino también que hablaban con una autoridad similar a la de
la Escritura.
Esto aparentemente sucedió, por lo menos en e!
montanismo (segundo siglo d. C) y probablemente en muchos otros casos también.
Por supuesto, si estos profetas comenzaban a promover ideas heréticas, la
reacción del resto de la iglesia seria eventualmente la de expulsarlos a todos:
alguien que dice tener absoluta autoridad divina sería eventualmente aceptado o
rechazado; no podría ser meramente tolerado.
Pero junto a este rechazo de los profetas que
malinterpretaron su estatus hubo quizá también un rechazo al don de profecía,
de manera que el fallo de parte de la propia iglesia de comprender la
naturaleza del don de profecía puede haber sido la causa de una casi completa
supresión de por lo menos la expresión pública del don de profecía en la iglesia.
6. ¿SON HOY LOS DONES MILAGROSOS LO MISMO QUE LOS DONES MILAGROSOS EN LA
ESCRITURAS?.
Otra
objeción adicional a la continuación de los milagros hoy en día es decir que
los alegados milagros de hoy no son como los milagros en la Escritura porque
son mucho más débiles y a menudo solo parcialmente efectivos.
En
respuesta a esta objeción debemos preguntar si realmente importa si los
milagros de hoy son exactamente más poderosos que aquellos que ocurrieron en
tiempos del Nuevo Testamento. Debido a una cosa, tenemos muy poca información
sobre el tipo de milagros realizados por cristianos ordinarios en varias
congregaciones, tales como los cristianos de Corinto o en las iglesias de
Ga1acia.
Por
otra parte, aunque en los evangelios se registran los notables milagros
realizados por Jesús, cuando éste sanó «toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 9:
35) ellos deben haber incluido a muchos con enfermedades menos serias. Debemos
también preguntar cuál es el beneficio que se espera al objetar que los
milagros de hoy no son tan poderosos como aquellos de la Escritura.
Si hoy
solo se convierten trescientos en una reunión evangelística en lugar de los
tres mil convertidos el día de Pentecostés (Hech. 2: 41), ¿deberíamos decir que
el orador no tenía realmente el don de la evangelización, ya que el don no
operó tan poderosamente como lo hizo con los apóstoles?
O si
solo el 30 por ciento de las personas por las que oramos en relación con
enfermedades físicas se curan por completo en lugar del 100 por ciento en la
vida de Jesús o de los apóstoles, ¿deberíamos decir que este no es el don de
sanidad del Nuevo Testamento?
Debemos
recordar que los dones pueden variar en fuerza y que ningún don es perfecto en
esta era. ¿Pero ello significa que deberíamos dejar de utilizar todos estos
dones, u oponemos a ellos donde vemos que funcionan con algún grado de
efectividad? ¿No debíamos alabar a Dios si se convierten 300 en lugar de los
tres mil, o si el 30 por ciento son sanados en lugar del 100 por ciento de
aquellos por los cuales oramos? ¿No se ha hecho la obra del Señor?
Si la
cantidad no es tan grande como en los tiempos del Nuevo Testamento, entonces
deberíamos pedir al Señor más gracia y misericordia, pero no parece apropiado
renunciar a utilizar estos dones u oponemos aquellos que los utilizan.
NOTA: La cifra de un 30 por ciento es simplemente
un ejemplo con propósitos ilustrativos, pero se acerca a dos recientes
tabulaciones concernientes a personas que recibieron oraciones por sanidad. Una
tabulación se encuentra en David C. Lewis. Healing: Fiction, Fantasy, or Factr
(Hodder and Stroughton, London, 1989), una investigación académica de 1,890
personas que asistieron a una de las conferencias de John Wimber en Harrogate,
Inglaterra, en 1986.
Al autor es un antropólogo social que preparó un
detallado cuestionario llenado por las personas durante la conferencia, y
entonces siguió varios meses más tarde algunos casos seleccionados al azar. De
862 casos de oración por curaciones físicas, 32 por ciento (o 279) reportaron
una «excelente» sanidad o una «sanidad total». Otro 26 por ciento (o 222)
reportó una sanidad «satisfactoria». El 42 por ciento restante (o 366) reportó
una «pequeña» o «ninguna cura» (pp. 21-22).
Muchos estudios de caso se reportan en detalle, en
varias instancias con informes médicos que se citan en extenso. Todos los
problemas físicos por los que se oró se relacionan en una apéndice detallado
(pp. 276-83). (Estos problemas físicos se distinguen de la oración por
problemas espirituales tales como sanidad interior o liberación de algo, que
Lewis tabula separadamente).
La otra tabulación se halla en John Wimber, Power
Healing, p. 188, quien dice que, de las personas que recibieron extensamente
oraciones por sanidad en su iglesia: «Durante 1986 el treinta y dos por ciento
de todas las personas por las que se oró fueron sanadas completamente, mientras
que en su conjunto el ochenta y seis por ciento dieron pruebas de alguna
sanidad significativa».
7. ¿ES PELIGROSO PARA UNA IGLESIA DAR CABIDA HOYA LA POSIBILIDAD DE DONES
MILAGROSOS?
Una
objeción final desde la posición cesacionista es decir que la iglesia que hace
énfasis en el uso de dones milagrosos está en peligro de perder el equilibrio,
y que probablemente descuidará otras cosas importantes tales como la
evangelización, la sana doctrina y la pureza moral de la vida.
Decir
que el uso de dones milagrosos es «peligroso» no es en sí misma una crítica
adecuada, porque algunas cosas que son buenas son peligrosas, al menos en algún
sentido. El trabajo misionero es peligroso. Manejar un automóvil es peligroso.
Si
definimos peligroso como «algo que puede salir mal», entonces podemos criticar
cualquier cosa que alguien haga como «peligrosa», y esto sencillamente se
convierte en una crítica generalizada cuando no hay un abuso específico que
señalar. Una mejor aproximación con respecto a los dones espirituales es
preguntar: «¿Se utilizan de acuerdo con la Escritura? y «¿Se dan los pasos
adecuados para protegerse de los peligros del abuso?»
Como
es natural, es cierto que las iglesias pueden perder el equilibrio, y de hecho
a algunas les ha ocurrido. Pero no todas lo perderán, ni tendrán que perderlo.
Aún
más, como este argumento se basa en resultados actuales en la vida de la
iglesia, también resulta apropiado preguntar: «¿Qué iglesias en el mundo de hoy
tienen la evangelización más efectivo? ¿Cuáles tienen entre sus miembros loa
que ofrendan con más sacrificio? ¿Quiénes hacen de hecho más énfasis en la
pureza de la vida? ¿Quiénes tienen el amor más profundo por el Señor y por su
Palabra?
Me
parece que contestar claramente estas preguntas es dificil, pero no pienso que
podemos honestamente decir que las iglesias de los movimientos pentecostal y
carismático son con mucho más débiles en estas áreas que otras iglesias
evangélicas.
De
hecho, en algunos casos puede que sean más fuertes en estas áreas. La cuestión
es simplemente que cualquier argumento que diga que las iglesias que enfatizan
los dones milagrosos perderán el equilibrio no está simplemente probado en la
práctica actual.
8. UNA NOTA FINAL:LOS CESACIONISTAS
Y LOS CARISMÁTICOS SE NECESITAN MUTUAMENTE.
Por
último, se puede argumentar que aquellos que están en los campos pentecostales
y carismáticos, y aquellos que se hallan en el campo cesacionista
(principalmente cristianos reformados y dispensacionalistas) realmente se
necesitan mutuamente, y harían bien en apreciarse más entre sí.
Los
primeros tienden a adquirir más experiencias prácticas en la utilización de los
dones espirituales y en la vitalidad de la adoración que podrían ser
beneficiosas para los cesacionistas, si estos estuvieran dispuestos a aprender.
Por otro lado, los grupos reformados y dispensacionalistas han sido
tradicionalmente muy fuertes en la comprensión de la doctrina cristiana y en la
comprensión profunda y cabal de las enseñanzas de la Escritura.
Los
grupos carismáticos y pentecostales podrían aprender mucho de ellos si
estuvieran dispuestos a hacerlo. Pero ciertamente no es útil para la iglesia
como un todo que ambas partes piensen que nada pueden aprender de la otra, o
que no pueden obtener beneficio alguno del compañerismo mutuo.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
PERSONAL
1. Antes de leer este capítulo, ¿qué dones espirituales o dones pensaba
que tenía? ¿Ha cambiado su comprensión de sus propios dones espirituales tras
estudiar este capítulo? ¿De qué forma?
2. Explique cómo cada uno de los dones espirituales que usted cree tener
supera a los que conocieron la mayoría de los creyentes del antiguo pacto.
Explique cómo cada don es una anticipación de algún conocimiento o habilidad
que tendrá tras el regreso de Cristo.
3. ¿Qué puede hacer para alentar o fortalecer esos dones espirituales que
necesitan fortalecerse dentro de usted? ¿Hay dones que usted ha recibido pero
que ha descuidado? ¿Por qué piensa que los ha descuidado? ¿Qué se podría hacer
para alentarlos o reavivarlos en su interior?
4. Mientras piensa sobre su propia iglesia, ¿qué dones espirituales
funcionan con más efectividad en este momento? ¿Cuáles son los más necesarios
en su iglesia? ¿Hay algo que usted pueda hacer para satisfacer esas
necesidades?
5. ¿Qué se podría hacer para ayudar a las iglesias a evitar controversias,
o aun divisiones, sobre la cuestión de los dones espirituales? ¿Hay tensiones
en su propia iglesia con respecto a estas cuestiones hoy? Si es así, ¿qué puede
hacer usted para aliviar esas tensiones?
6. ¿Piensa que algunos dones espirituales mencionados en el Nuevo
Testamento cesaron temprano en la historia de la iglesia, y ya no son válidos
hoy en día? ¿Ha cambiado su opinión sobre esta cuestión como resultado de la
lectura de este capítulo?
7. Desde su punto de vista, estaría una iglesia más saludable y más
unificada si se concentrara en unos pocos dones y los utilizara bien y
cuidadosamente, o si estimulara una multiplicidad de dones diferentes, para ser
utilizados en numerosas ocasiones por muchas personas diferentes? Si usted optó
por la última opción, ¿qué cosas podría hacer su iglesia para lograr una mayor
diversidad y una más amplia distribución en el empleo de los dones
espirituales? ¿Cuáles son algunos de los peligros que pueden acompañar un uso
tan amplio, y cómo pueden evitarse?
TÉRMINOS ESPECIALES
Vea la
lista al final del siguiente capítulo.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Pedro 4: 10-11: Cada Uno Ponga Al Servicio De Los Demás El Don Que
Haya Recibido, Administrando Fielmente La Gracia De Dios En Sus Diversas
Formas. El Que Habla, Hágalo Como Quien Expresa Las Palabras Mismas De Dios; El
Que Presta Algún Servicio, Hágalo Como El Que Tiene El Poder De Dios. Así Dios
Será En Todo Alabado Por Medio De Jesucristo, A Quien Sea La Gloria Y El Poder
Por Los Siglos De Los Siglos. Amén.
CAPÍTULO 10
(2): DONES ESPECÍFICOS
¿CÓMO DEBEMOS ENTENDER Y
UTILIZAR DONES ESPIRITUALES ESPECÍFICOS?
EXPLICACIÓN Y BASES
BÍBLICAS
En
este capítulo continuaremos desarrollando la discusión general sobre los dones
espirituales de los capítulos precedentes y examinaremos dones específicos con
más detalles. No consideraremos cada don mencionado en el Nuevo Testamento,
sino nos concentraremos en varios dones que no se comprenden bien o cuyo uso ha
suscitado alguna controversia hoy en día.
Por lo
tanto no examinaremos los dones cuyo significado y uso son evidentes de acuerdo
con el término empleado (tales como servir, animar, contribuir, mostrar
liderazgo, o mostrar misericordia), sino en su lugar nos concentraremos en
aquellos que forman parte de la lista siguiente, tomada en primer lugar de 1ª
Corintios 12: 28 y 12: 8-10:
1. profecía
2. enseñanza
3. milagros
4. sanidad
5. lenguas e interpretación
6. palabra de sabiduría/ palabra de conocimiento
7. discernir entre espíritus
A. PROFECÍA
Aunque
se han ofrecido varias definiciones del don de profecía, un examen reciente de
las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre este don mostrará que no debe
definirse como «predecir el futuro», no como (proclamar un mensaje del Señor)
sino más bien como «decir algo que Dios ha traído espontáneamente a la mente».
Los
primeros cuatro puntos del siguiente material apoya esta conclusión; los puntos
restantes tratan de otras consideraciones relativas a este don.
1. LAS CONTRAPARTES DEL NUEVO TESTAMENTO DE LOS PROFETAS DEL ANTIGUO
TESTAMENTO SON LOS APÓSTOLES DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los
profetas del Antiguo Testamento tenían una sorprendente responsabilidad-fueron
capaces de hablar y escribir palabras que tenían autoridad divina absoluta.
Podían
decir; «Así dice el Señor», y las palabras que seguían eran las propias
palabras de Dios. Los profetas del Antiguo Testamento escribieron sus palabras
en la Escritura para todos los tiempos como palabras de Dios (veaNm22: 38; Dt
18: 18-20; Jer 1:9; Ez 2:7; y otros.). Por lo tanto, no creer o desobedecer las
palabras de un profeta era dudar de Dios o desobedecerlo (vea Dt 18: 19; 1ª S
8: 7; y R 20: 36; y muchos otros pasajes).
En el
Nuevo Testamento hubo también personas que pronunciaron y escribieron las
propias palabras de Dios y las registraron en la Escritura, pero puede que nos
sorprenda encontrar que Jesús ya no los llamaba «profetas» sino que utilizaba
un nuevo término, «apóstoles».
Los
apóstoles son la contrapartida en el Nuevo Testamento de los profetas del
Antiguo Testamento (vea 1ª Co 2:1 3; 2ª Co 13:3; Gá 1:8-9; 11-12; 1ª Ts 2:
13,4:8, 15; 2ª P 3: 2). Son los apóstoles, no los profetas, los que tienen
autoridad para dictar las palabras de las Escrituras del Nuevo Testamento.
Cuando
los apóstoles quieren establecer su autoridad única nunca apelan al título de
«profeta» sino más bien se llaman a sí mismos «apóstoles» (Ro 1: 1; 1ª Co 1: 1;
9:1-2; 2ª Co 1: 1; 11: 12-13; 12: 11-12; Gá 1:1; Ef. 1:1; 1ª P 1: 1; 2ª P 1: 1;
3:2; y otros.).
2. EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA PROFETA EN TIEMPOS DEL NUEVO TESTAMENTO.
¿Por
qué escogió Jesús el nuevo término apóstol para designar a aquellos que tenían
autoridad de dictar Escritura? Era probablemente porque la palabra griega
prophetes (profeta) en tiempos del Nuevo Testamento tenía una amplia gama de
significados.
Ella
no tenía por lo general el sentido de «aquel que habla las propias palabras de
Dios» sino más bien «aquel que habla sobre la base de alguna influencia
exterior» (a menudo algún tipo de influencia espiritual). Tito 1:12 utiliza la
palabra con este sentido, mientras Pablo cita al poeta griego Epiménides: «Fue
precisamente uno de sus profetas el que dijo: 'Los cretenses son siempre
mentirosos, malas bestias, glotones perezosos'». Los soldados que se burlaron
de Jesús parece que también utilizaron la palabra profetiza de esta manera,
cuando vendaron los ojos de Jesús y cruelmente demandaron, «¡Profetiza! ¿Quién
es el que te golpeó?» (Lc 22:64).
Ellos
no trataban de decir: «Habla palabras de absoluta autoridad divina», sino:
«Dinos algo que te haya sido revelado» (Jn 4: 19).
Muchos
escritos fuera de la Biblia utilizan la palabra profeta (Gr. prophetes) de esa
manera, sin atribuirle ninguna autoridad divina a las palabras del llamado
«profeta». De hecho, en tiempos del Nuevo Testamento el término profeta en su
uso cotidiano simplemente significaba «aquel que tiene un conocimiento
sobrenatural» o Varios autores han diferido de mi interpretación del don de
profecía.
Para
otros puntos de vista de la posición ofrecida en este capítulo, vea Richard
Gaffin, «aquel que predice el futuro»-o aun solo el «vocero» (sin ninguna
connotación de autoridad divina). Helmut Kramer ofrece varios ejemplos de
tiempos cercanos al Nuevo Testamento en un artículo del Theological Dictionary
ofthe New Testament: z
Un
mósofo es llamado «un profeta de naturaleza inmortal» (Dio Chrysostom, d.C.
40-120)
Un
maestro (Diógenes) quiere ser «un profeta de la verdad y el candor» (Luciano de
Samosata, d.C. 120-180)
Aquellos
que abogan por la filosofía epicúrea son llamados «profetas de Epicuro»
(Plutarco, d.C. 50-120)
La
historia escrita es llamada «la profetiza e la verdad» (Diodoro Siculus,
escribió cerca de 60-30 a. c.)
Un
especialista en botánica es llamado un profeta (Dioscurides de Cilicia, primer
siglo d. c.)
Un
«curandero» en el campo de la medicina es llamado un profeta (Galeno de
Pérgamo, d. c. 129-199)
Kramer
concluye que la palabra griega para «profeta» (profetes) «simplemente expresa
la función formal de declarar, proclamar, dar a conocer». Pero, debido a que
«todo profeta declara algo que no es suyo», la palabra griega para «heraldo»
(keryx) «es el sinónimo más cercano».'
Por
supuesto, las palabras profeta y profecía fueron a veces utilizadas en relación
con los apóstoles en contextos que enfatizaban la influencia externa (del
Espíritu Santo) bajo el cual ellos hablaban (así en Ap 1: 3; 22:7; y Ef. 2: 20;
3: 5): pero esta no era la terminología ordinaria utilizada para referirse a
los apóstoles, ni los términos profeta y profecía implican en sí mismos
autoridad divina para sus palabras o escritos.
Mucho
más comúnmente, las palabras profeta y profecía se utilizaban para referirse a
cristianos ordinarios que no hablaban con autoridad divina absoluta, sino
simplemente reportaban algo que Dios había puesto en sus corazones o traído a
sus mentes.
Hay
muchas indicaciones en el Nuevo Testamento que este don de profecía ordinario
tenía menos autoridad que la Biblia, y aun menos que las enseñanzas bíblicas
reconocidas en la iglesia primitiva, como se hace evidente en la sección
siguiente.
NOTA: Sostengo una larga discusión sobre Ef 2:20 en
The Gift of Profeeyin theNew Testamentand Today, pp. 45-63, en la que alego que
Pablo dice que la iglesia «está asentada sobre el fundamento de los
apóstoles-profetas» (o de «apóstoles
que también son profetas»). Esta es una traducción
gramaticalmente aceptable de ton apostolon kai propheton. Como tal, el pasaje
se refiere a los apóstoles, a quienes se reveló el misterio de la inclusión de
los gentiles en la iglesia (vea Ef3:5, que especifica que este misterio «ahora
es revelado a sus santos apóstoles y profetas [o «apóstoles- profetas» o,
«apóstoles que también son profetas»] por el Espíritu»).
No pienso que Efesios 2:20 tenga mucha relevancia
en relación con toda la discusión sobre la naturaleza del don de profecía. Ya
sea que veamos aquí, como yo veo, un grupo (de apóstoles-profetas) o dos
grupos, como Richard Gaffin y varios otros ven (de apóstoles y profetas), todos
estamos de acuerdo que estos profetas son aquellos que proveyeron el fundamento
de la iglesia, y por lo tanto, estos son profetas que pronunciaron las palabras
infalibles de Dios.
En lo que discordamos es en el asunto de si este
versículo describe el carácter de todos los que tenían el don de profecía en
las iglesias del Nuevo Testamento. No veo una prueba convincente de que este
describe a todos los que profetizaban en la iglesia primitiva. Antes bien, el
contexto claramente señala a un grupo muy limitado de profetas que eran:
(A) Parte del verdadero fundamento de la iglesia:
(B) Intimamente conectado con los apóstoles. Y:
(C) Receptores de la revelación de Dios que los
gentiles eran miembros de la iglesia iguales que los judíos (Ef. 3: 5).
Tanto si decimos que este grupo eran solo los
apóstoles, como si era un pequeño grupo de profetas íntimamente asociados con
los apóstoles que decían cosas con calidad de Escritura, todavía nos quedamos
con la imagen de un único grupo muy pequeño de personas que proveen el
fundamento de esta iglesia universal.
3. INDICACIONES QUE LOS «PROFETAS» NO HABLABAN CON IGUAL AUTORIDAD QUE LAS
PALABRAS DE LA ESCRITURA.
A. HECHOS 21:4:
En
Hechos 21 :4, leemos de los discípulos de Tiro: (Ellos, por medio del Espíritu,
exhortaron a Pablo a que no subiera a Jerusalén). Esto parece ser una profecía
dirigida a Pablo, ¡pero Pablo la desobedeció! Él nunca hubiera hecho esto si
esta profecía contuviera las propias palabras de Dios y tuviera igual autoridad
que las Escrituras.
B. HECHOS 21:10-11:
Entonces
en Hechos 21: 10-11, Agabo profetizó que los judíos de Jerusalén atarían a
Pablo y 10 entregarían «a manos de los gentiles», una predicción que estuvo
cercana a ser correcta pero no del todo: los romanos, no los judíos,
encadenaron a Pablo (v. 33; también 22: 29),' y los judíos, en lugar de
entregarlo voluntariamente, trataron de matarlo y hubo que rescatarlo a la
fuerza (v. 32):
La
predicción no estuvo muy equivocada, pero tenía inexactitudes de detalle que
habrían cuestionado la validez de cualquier profeta del Antiguo Testamento. Por
otro lado, este texto podría explicarse perfectamente suponiendo que Agabo
había tenido una visión de Pablo como prisionero de los romanos en Jerusalén,
rodeado de una colérica turba de judíos.
Su
propia interpretación de esa «visión» o (revelación) del Espíritu Santo habría
sido que los judíos habían atado y entregado a Pablo a los romanos, y eso es lo
que Agabo habría (algo erróneamente) profetizado.
Esto
es exactamente el tipo de profecía fallida que se adecuaría a la definición de
profecía de las congregaciones del Nuevo Testamento propuesta arriba comunica
en nuestras propias palabras algo que Dios nos ha traído espontáneamente a la
mente.
Una
objeción a este punto de vista es decir que la profecía de Agabo de hecho se
cumplió y que aun Pablo lo reporta en Hechos 28: 17: «Me arrestaron en
Jerusalén y me entregaron a los romanos».'
Pero
el propio versículo no apoyaría esa interpretación. El texto griego de Hechos
28: 17 se refiere explícitamente a que Pablo fue sacado de Jerusalén como
prisionero'
Por lo
tanto la declaración de Pablo describe su transferencia fuera del sistema
judicial judío (los judíos buscaban traerlo de nuevo para que compareciera ante
el Sanedrín en Hch 23: 15, 20) Y dentro del sistema judicial romano en Cesarea
(Hch 23;23-35).
Por
consiguiente Pablo dice correctamente en Hechos 28:18 que los mismos romanos en
cuyas manos lo habían entregado como prisionero (v. 17) fueron aquellos que
(Gr. hoitines, v. 18) «me interrogaron y quisieron soltarme por no ser yo
culpable de ningún delito que mereciera la muerte» (Hch 28: 18; 23 : 29;
también 25: 11,18-19; 26: 31-32). Entonces Pablo añade que cuando los judíos se
opusieron él se vio obligado «a apelar al emperador» (Hch 28:19; cf. 25:11).
Toda
esta narración de Hechos 28:17-19 se refiere a la transferencia de Pablo de
Jerusalén a Cesarea de Hechos 23: 12-35, Y explica a los judíos de Roma porqué
Pablo está bajo custodia romana. La narración no se refiere en absoluto a
Hechos 21: 27-36 y la escena de la turba cerca del templo de Jerusalén. Así que
esta objeción no es convincente.
El
versículo no apunta a ninguna de las dos caras de la profecía de Agabo; no
menciona que los judíos ataron a Pablo, ni tampoco que lo entregaron a los
romanos.
De
hecho, este se refiere a la escena de (Hch 23: 12-35); una vez más habían
acabado de arrebatar a Pablo por la fuerza de manos de los judíos (Hch 23: 10)
y, muy ajenos de buscar entregarlo a los romanos, éstos esperaban matarlo en
una emboscada (Hch 23: 13-15).
Otra
objeción a mi interpretación de Hechos 21: 10-11 es decir que los judíos no
tenían realmente que atar a Pablo y entregarlo en manos de los gentiles para
que la profecía de Agabo fuera cierta, porque los judíos eran responsables de
estas actividades aun si no las hubieran llevado a cabo.
Robert
Thomas dice: «Es algo común hablar de la parte o partes responsables de
ejecutar un acto aunque él o ellos puede que no hayan sido los agentes
inmediatos»: Thomas cita ejemplos similares de Hechos 2: 23 (cuando Pedro dice
que los judíos crucificaron a Cristo, aunque en realidad lo hicieron los
romanos) y Juan 19:1 (Donde leemos que Pilato azotó a Jesús (RVR), cuando sin
duda sus soldados llevaron a cabo la acción). Thomas concluye que en
consecuencia: «Los judíos fueron los que encadenaron a Pablo exactamente como
Agabo predijo».
En
respuesta, estoy de acuerdo en que la Biblia puede decir que alguien hace algo
aunque el que ejecuta el acto es el agente de esa persona. Pero en cada caso la
persona que se dice comete el acto desea que el acto se cometa y da las órdenes
para que otros lo hagan. Pilato ordenó a sus soldados azotar a Jesús.
Los
judíos demandaron enérgicamente que los romanos crucificaran a Cristo. Por
contraste, en la situación de la captura de Pablo en Jerusalén, no hay tal
paralelo. Los judíos no ordenaron que Jesús fuera encadenado pero los romanos
lo hicieron: «El comandante se abrió paso, lo arrestó y ordenó que lo sujetaran
con dos cadenas (Hch 21: 33). Y de hecho la forma paralela del discurso se
halla aquí, porque, aunque el comandante ordenó encadenar a Pablo, más adelante
leemos que «al darse cuenta que Pablo era ciudadano romano, el comandante mismo
se asustó de haberlo encadenado» (Hch 22: 29).
Así
que este relato si habla de la atadura como realizada por ambos, ya sea por el
agente responsable o por la gente que la llevó a cabo, pero en los dos casos se
trata de romanos, no de judíos. En resumen, esta objeción dice que los judíos
encadenaron a Pablo. Pero Hechos dice dos veces que los romanos lo encadenaron.
Esta objeción dice que los judíos entregaron a Pablo a los gentiles.
Pero
Hechos dice que rehusaron violentamente entregarlo, de manera que tuvo que ser
tomado por la fuerza. La objeción no se ajusta a las palabras del texto.
NOTA: En ambos versículos Lucas utiliza el mismo
verbo griego (deo) que Agabo había utilizado para predecir que los judíos atarían
a Pablo.
EI verbo que Agabo utilizó (paradidomi), «entregar,
traspasan» tiene el sentido de entregar voluntariamente, consciente,
deliberadamente, o traspasar algo a otro. Este es el sentido que tiene en las
otras 119 instancias de la palabra en el Nuevo Testamento. Pero este sentido no
es cierto con respecto al tratamiento de Pablo por los judíos: ¡ellos no
entregaron voluntariamente a Pablo a los romanos!
La traducción de la NVI: «Me arrestaron en
Jerusalén y me entregaron a los Romanos», escamotea por completo la idea
(requerida por el texto griego) de que lo entregaron fuera de (ex)Jerusalén, y
elimina la idea de que lo entregaron como prisionero (gr. desmios), añadiendo
en su lugar la idea de que lo arrestaron en Jerusalén, un acontecimiento que no
se menciona en el texto griego de este versículo.
C. 1ª TESALONICENSES 5: 9-21:
Pablo
dice a los tesalonicenses: «No desprecien las profecías, sométanlo todo a
prueba, aférrense a lo bueno» (1 Ts 5:20-21). Si los tesalonicenses hubieran
pensado que la profecía se equiparaba a la Palabra de Dios en autoridad, nunca
habría tenido que decir a los tesalonicenses que no la despreciaran.
Ellos
«recibieron» y «aceptaron» la Palabra de Dios «con la alegría que infunde el
Espíritu Santo» (1ª Ts 1: 6; 2: 13; 4: 15). Pero cuando Pablo les dice que lo
sometan «todo a prueba» ello debe incluir por lo menos las profecías que
menciona en la frase previa. Pablo implica que las profecías contienen algunas
cosas buenas y algunas cosas que no son buenas cuando los anima a aferrarse «a
lo bueno». Esto es algo que nunca pudo haberse dicho de las palabras de un
profeta del Antiguo Testamento, o de las autorizadas enseñanzas de un apóstol
del Nuevo Testamento.
D. 1 CORINTIOS 14:29-38:
Más
amplias pruebas de las profecías del Nuevo Testamento se hallan en 1ª Corintios
14. Cuando Pablo dice: «Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen (1ª Co 14: 29), sugiere que deben escuchar atentamente y entresacar lo
bueno de lo malo, aceptando un poco y rechazando el resto (porque esto es lo
que implica la palabra griega diakrino, que aquí se traduce «y los demás
juzguen»).
No
podemos imaginar que un profeta del Antiguo Testamento como Isaías hubiera
dicho: «Entresaquen lo bueno de lo malo, lo que han aceptado de lo que no deben
aceptar!» Si la profecía tiene autoridad divina absoluta, sería pecado hacer
esto. Pero aquí Pablo ordena que se haga, lo que sugiere que la profecía del
Nuevo Testamento no tiene la autoridad de las verdaderas palabras de Dios.
En 1
Corintios 14:30, Pablo permite que un profeta interrumpa a otro: «Si alguien
que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra.
Así
todos pueden profetizar por turno». Otra vez, si los profetas hubieran estado
proclamando las verdaderas palabras de Dios, de valor igual que la Escritura,
se hace dificil imaginar que Pablo haya dicho que deben ser interrumpidos sin
permitírseles terminar su mensaje. Pero eso es lo que ordena.
Pablo
sugiere que nadie en Corinto, una iglesia que tenía mucha profecía, podía
expresar verdaderas palabras de Dios. En 1ª Corintios 14: 36, dice: «¿Acaso la
palabra de Dios procedió de ustedes? ¿O son ustedes los únicos que la han
recibido?
Entonces,
en los versículos 37 y 38, proclama que tiene una autoridad mucho mayor que cualquier
profeta de Corinto: «Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que esto
que les escribo es mandato del Señor. Si no lo reconoce, tampoco él será
reconocido».
Todos
estos pasajes indican que la popular idea que los profetas hablaban «las palabras
del Señor» cuando los apóstoles no estaban presentes en las iglesias de los
primeros tiempos es simplemente incorrecta.
NOTA: Vea
abajo, sobre la cuestión de la frase introductoria de Agabo: «Así dice el
Espíritu Santo».
Las instrucciones de Pablo son diferentes a las del
documento cristiano temprano conocido como la Didache, que le dice a las
personas, «no prueben ni examinen a ningún profeta que habla en un espíritu (o:
en el Espíritu) (capítulo 11). Pero la Didache dice varias cosas que son contrarias
a la doctrina del Nuevo Testamento (vea W. Grudem, The Gift of Prophecy in the
New Testament and Today).
E. PREPARATIVOS APOSTÓLICOS
PARA LA AUSENCIA DE ÉSTOS:
Además
de los versículos que hemos considerado hasta ahora, otro tipo de evidencia
sugiere que los profetas de las congregaciones del Nuevo Testamento hablaban
con menos autoridad que los apóstoles del Nuevo Testamento o las Escrituras: el
problema de los herederos de los apóstoles se resuelve no instando a los
cristianos a escuchar a los profetas (aun cuando había profetas a su alrededor)
sino apuntando a las Escrituras.
Así
que Pablo, al final de su vida, hace énfasis en usar «bien la palabra de
verdad» (2ª Ti 2:1 5), y «toda Escritura» inspirada por Dios, «útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2ª Ti 3:
16). A Judas urge a sus lectores a seguir «luchando vigorosamente por la fe
encomendada una vez por todas a los santos» Judas 3).
Pedro,
al final de su vida, anima a sus lectores a «prestar atención» a la Escritura,
que es «como una lámpara que brilla en un lugar oscuro» (2ª P 1: 19-20), y les
recuerda las enseñanzas del apóstol Pablo «en todas sus epístolas» (2ª P 3:
16). En ningún lugar leemos exhortaciones a «escuchar a los profetas en sus
iglesias» o a «obedecer las palabras del Señor dadas por sus profetas», etc.
Pero
ciertamente hubo profetas que profetizaban en muchas congregaciones locales
tras la muerte de los apóstoles. Parece que no tenían la misma autoridad que
los apóstoles, y los autores de la Escritura lo sabían. La conclusión es que
las profecías de hoy tampoco son «palabra de Dios».
4. ¿CÓMO DEBERÍAMOS HABLAR SOBRE LA AUTORIDAD DE LA PROFECÍA HOY?
De
manera que las profecías en la iglesia de hoy deben considerarse meras palabras
humanas, no palabra de Dios, y no palabras de igual autoridad a la palabra de
Dios. ¿Pero esta conclusión está en pugna con las prácticas y enseñanzas
carismáticas actuales?
Pienso
que está en conflicto con muchas prácticas carismáticas, pero no con la mayoría
de las enseñanzas carismáticas.
La
mayoría de los maestros carismáticos de hoy estarían de acuerdo en que la
profecía contemporánea no tiene la misma autoridad que la Escritura. Aunque
algunos hablarían de la profecía como que es «la palabra de Dios» para hoy, hay
un consenso casi uniforme entre todas las secciones del movimiento carismático
de que la profecía es imperfecta e impura, y que contendría elementos en los
que no se debe confiar u obedecer.
NOTA: La NIV traduce: «¿Acaso la palabra de Dios
procedió de ustedes?» El apóstol se da cuenta que ellos deben admitir que la
Palabra de Dios no procedió de ellos por lo tanto, sus profetas no pueden haber
estado pronunciando palabras de Dios de autoridad igual que la de las
Escrituras.
Por
ejemplo, Bruce Yocum, autor de un libro carismático sobre la profecía
ampliamente utilizado, escribe: «La profecía puede ser impura- nuestros propios
pensamientos o ideas pueden mezclarse con el mensaje que recibimos-ya sea que
recibamos las palabras directamente o que solo recibamos el sentido del
mensaje».
Pero
debe decirse que en la práctica actual se deriva mucha confusión del hábito de
prologar las profecías con la usual frase del Antiguo Testamento: «Así dice el
Señor» (una frase que nunca se pronuncia en el Nuevo Testamento por ninguno de
los profetas de las iglesias del Nuevo Testamento).
Esto
es desafortunado, porque da la impresión que las frases que siguen son las
verdaderas palabras de Dios, en tanto que el Nuevo Testamento no justifica esa
posición y, cuando se hace énfasis en ellas, la mayoría de los voceros
carismáticos responsables en todo caso no desearían invocarlas para cada parte
de sus profecías. De manera que no se ganaría ni se perdería mucho si se
desechara esa frase introductoria.
Ahora,
es verdad que Agabo usa una frase similar (Así dice el Espíritu Santo) en
Hechos 21: 11, pero las mismas palabras (Gr. tadelegei) se utilizan parlas
autores cristianos para introducir justo en tiempos del Nuevo Testamento
paráfrasis muy generales o interpretaciones muy ampliadas de lo que se reporta
(así Ignacio, Epístola a los de Filadelfia 7: 1-2 [alrededor de 208 d.C.]. La
frase puede que signifique aparentemente: «Esto es en general (o
aproximadamente) lo que nos dice el Espíritu Santo».
Si
alguien realmente piensa que Dios le pone algo en la mente que debe comunicarse
a la congregación, no hay nada equivocado en decir: «Pienso que el Señor pone
en mi mente esto» o Me parece que el Señor nos muestra» o alguna expresión
similar. Por supuesto, eso no suena tan «contundente» como: «Así dice el Señor,
pero si el mensaje viene realmente de Dios, el Espíritu Santo hará que ello
suene con gran poder para los corazones de aquellos que necesitan escuchar.
5. UNA «REVELACIÓN» ESPONTÁNEA HIZO DE LA PROFECÍA DIFERENTE DE OTROS
DONES.
Si la
profecía no contiene las verdaderas palabras de Dios, ¿qué es entonces? ¿En qué
sentido ella viene de Dios?
Pablo
indica que Dios puede traer algo espontáneamente a la mente de manera que la
persona que profetiza lo comunicaría en sus propias palabras. Pablo llama esto
una «revelación»: «Si alguien que está sentado recibe una revelación, el que
esté hablando ceda la palabra. Así todos pueden profetizar por turno» (1ª Co
14: 30-31).
Aquí
él utiliza la palabra revelación en un sentido más amplio que la forma técnica
utilizada por los teólogos para referirse a las palabras de la Escritura- pero
el Nuevo Testamento usa en todas partes el término revelar o revelación en este
sentido más amplio de comunicación con Dios que no da lugar a la redacción de
Escritura o a palabras de igual autoridad a la Escritura (vea Fil3:15; Ro 1:
18; Ef 1: 17; Mt 11: 27).
Pablo
se refería simplemente a algo que Dios ponía de pronto en la mente, o algo que
Dios podía imprimir en la conciencia de alguien de tal manera que la persona
tuviera la sensación que ello venía de Dios. Puede que el pensamiento que se
suscita en la mente sea sorprendentemente diferente al curso de los
pensamientos de la propia persona, o que esté acompañado por un vivo sentido de
urgencia o persistencia, o que de alguna otra manera le dé a la persona una
percepción asaz clara de que viene del Señor.
De esa
manera, si entra uno que no cree cuando todos profetizan, «los secretos de su
corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios, y lo adorará,
exclamando: «¡Realmente Dios está entre ustedes!» (1ª Co 14: 25). He escuchado
un informe de este acontecimiento en una iglesia bautista de Estados Unidos que
claramente no es carismática.
Un
orador misionero hizo una pausa en medio de su mensaje y dijo algo como esto:
«No planifiqué decir esto pero parece que el Señor indica que alguien en esta
iglesia acaba de separarse de su mujer y su familia. Si ello es así, déjeme
decirle que Dios quiere que usted vuelva a ellos y aprenda a seguir las normas
de Dios para la vida familiar».
El
misionero no lo sabía, pero en el balcón no iluminado se sentó un hombre que
había entrado a la iglesia momentos antes por primera vez en su vida. La
descripción se adecuaba a él exactamente, y él se dio a conocer, reconoció su
pecado, y comenzó a buscar a Dios.
Profecía
De
esta forma, la profecía sirve como una «señal» para los creyentes (1ª Co 14:
22)-es una clara demostración de que Dios obra en su medio, una «señal» de las
bendiciones que Dios dispensa a la congregación. Y como también obrará para la
conversión de los incrédulos, Pablo anima a utilizar este don cuando «entran
algunos que no entienden o no creen» (1ª Co 14: 33).
Muchos
cristianos en todos los períodos de la iglesia han experimentado o escuchado de
eventos similares-por ejemplo, una petición no planeada pero urgente puede
haberse hecho para orar por ciertos misioneros en Nigeria. Entonces, mucho
después, aquellos que oraban descubrieron que justo en ese momento los
misioneros habían sufrido un accidente automovilístico o estaban en un instante
de intenso conflicto espiritual, y habían necesitado esas oraciones.
Pablo
llamaría la sensación o intuición de esas cosas una «revelación», y la
comunicación a la congregación de ese aviso de Dios sería llamado «profecía».
Puede que en ella haya elementos de la propia cosecha o interpretación del que
habla y que ciertamente esta necesite evaluación y prueba, pero aún así cumple
una valiosa función en la iglesia.
NOTA: Aunque argumentamos arriba que la autoridad
de la profecía en la iglesia del Nuevo Testamento es muy diferente a la
autoridad de la profecía canónica del Antiguo Testamento, esto no significa que
todo lo relacionado con la profecía del Nuevo Testamento tiene que ser
diferente. En relación con la forma en la que llega la revelación al profeta,
puede que no se trate de palabras o ideas que le vienen a la mente, sino
también de imágenes mentales (o «visiones», Hch 2: 17) y sueños (Hch 2: 17).
6. LA DIFERENCIA ENTRE PROFECÍA Y ENSEÑANZA.
Hasta
donde podamos asegurar, toda «profecía» en el Nuevo Testamento estaba basada
sobre este tipo de inspiración espontánea del Espíritu Santo (cf. Hch 11:28;
21:4, 10-11; y note las ideas de profecía bosquejadas en Lc 7: 39; 22: 63-64;
Jn 4: 19; 11: 51). A menos que una persona reciba una espontánea «revelación»
de Dios, ahí no hay profecía.
Por
contraste, ningún discurso humano que se llame «enseñanza» o que un «maestro»
pronuncie, o que se describa por el verbo «enseñan>, nunca se dice en el
Nuevo Testamento que esté basado en una revelación. Antes bien, «enseñanza» es
a menudo simplemente una explicación o aplicación de la Escritura (Hch 15: 35;
18: 11,24-28; Ro 2: 21; 15: 4; Col 3: 16; Heb 5: 12) o una repetición o
explicación de instrucciones apostólicas (Ro 16:17; 2 Ti 2:2; 3:10, y otros).
Es lo que hoy llamaríamos «enseñanza bíblica» o «predicación».
Así
que, la profecía tiene menos autoridad que la «enseñanza», y las profecías
deben estar siempre sujetas en la iglesia a la autorizada enseñanza de la
Escritura. A Timoteo no se le dijo que profetizara las instrucciones de Pablo a
la iglesia; se le dijo que las enseñara (1ª Ti 4: 11; 6: 2). Pablo no profetizó
su manera de vivir en cada iglesia; él lo enseñó (1ª Co 4: 17).
A los
tesalonicenses no se les dijo que se mantuvieran fieles las tradiciones que les
fueron «profetizadas» sino a las tradiciones que les fueron «enseñadas» por
Pablo (2ª Ts 2: 15). Al contrario de algunos puntos de vista, fueron maestros,
no profetas, los que ofrecieron liderazgo y dirección a las iglesias
primitivas.
Por
consiguiente, entre los ancianos estaban los que dedicaban «sus esfuerzos a la
predicación y a la enseñanza» (1ª Ti 5: 17), y un obispo debía ser «capaz de
enseñar» (1ª Ti 3: 2; Tit 1: 9)-pero nada se dice de ancianos cuyo trabajo
fuera profetizar, ni tampoco se dice nunca que un anciano debe ser un «profeta
apto» o que los ancianos deben «ser fieles a las sanas profecías». En su
función de liderazgo Timoteo cuidar de su conducta y de su «enseñanza» (1ª Ti
4: 16), pero nunca se le dice que cuide sus profecías. Santiago advirtió que
aquellos que enseñan, no que profetizan, serían juzgados con más severidad (Stg
3: 1).
En el
Nuevo Testamento, la tarea de interpretar y aplicar las Escrituras se llama,
entonces, «enseñanza». Aunque unos cuantos han aducido que los profetas en las
iglesias del Nuevo Testamento ofrecieron interpretaciones de las Escrituras del
Antiguo Testamento «carismáticamente inspiradas», esa alegación no ha sido muy
persuasiva, fundamentalmente porque es dificil encontrar en el Nuevo Testamento
algún ejemplo convincente en el que la categoría de «profeta» se use para
referirse a alguien envuelto en este tipo de actividad.
Así
que la distinción es bastante clara: si un mensaje es producto de una reflexión
consciente sobre el texto de la Escritura, que contiene una interpretación del
texto y una aplicación a la vida, entonces esto es (en términos del Nuevo
Testamento) una enseñanza. Pero si un mensaje es la comunicación de algo que
Dios nos pone de pronto en la mente, entonces esto es una profecía. Y por
supuesto, aun las enseñanzas preparadas pueden ser interrumpidas por material
adicional no preparado que el maestro de 1a Biblia siente que Dios pone de
pronto en su mente- en ese caso, esto será una «enseñanza» mezclada con un elemento
de profecía.
NOTA: No obstante, debemos advertir a las personas
que el mero hecho de que una «revelación» parezca sobrenatural (y que incluso
pueda contener una información sorprendentemente exacta) no garantiza que un
mensaje sea una verdadera profecía de Dios, pues los falsos profetas pueden
«profetizar» bajo influencia demoníaca. (Vea el cap. 20, sobre el hecho que los
demonios pueden conocer acerca de actividades ocultas o conversaciones privadas
en nuestras vidas, aun cuando no pueden conocer el futuro ni leer nuestros
pensamientos.) Juan advierte que «han salido por el mundo muchos falsos
profetas» (1 Jn 4: 1), Yo frece pruebas de la verdadera doctrina para
distinguirlos (vv. 1-6), y dice que «el mundo los escucha» (v. 5).
Otras marcas de los falsos profetas pueden hallarse
en 2Juan 7-9 (que niegan la encamación y no se someten a la doctrina de
Cristo); Mateo 7:15-20 «Por sus frutos lo conocerán» (v. 16); Mateo 24: 11 (que
engañarán a muchos); y Mateo 24:24 (harán grandes señales y milagros para
engañar, de ser posible; aun a los elegidos). Por otro lado, 1 Corintios 12:3
parece decimos que no debemos pensar que los cristianos genuinos serán falsos
profetas, que hablan por el poder de los demonios (vea la discusión de 1ª Co
12: 3), y Juan 4: 4 le asegura a los cristianos que «el que está en ustedes es
más poderoso que el que está en el mundo».
7. OBJECIÓN: ESTO HACE LA PROFECÍA «DEMASIADO SUBJETIVA».
En
este punto algunos han objetado que esperar por tales «recordatorios» de Dios
es un proceso «demasiado subjetivo». Pero en respuesta puede decirse que, para
la salud de la iglesia, ¡la gente que a menudo hace esta objeción es la que más
necesita este proceso subjetivo en sus propias vidas cristianas! Este don
requiere esperar en el Señor, escucharlo, oír sus recordatorios en nuestros
corazones.
Lo que
más necesitan los cristianos que son del todo evangélicos, sanos
doctrinalmente, intelectuales y «objetivos», es probablemente la fuerte
influencia estabilizadora de una relación «subjetiva» más vital con el Señor en
la vida cotidiana. Y estas personas son también aquellas que tienen menos
probabilidades de Ser conducidas a error, porque ya hacen gran énfasis en
apoyarse firmemente en la Palabra de Dios.
Aunque
existe el peligro contrario de una excesiva confianza en las impresiones
subjetivas para orientarse, y es claro que contra eso hay que cuidarse. Las
personas que buscan continuamente «mensajes» subjetivos de Dios para que guíen
sus vidas deben ser advertidas que la orientación personal subjetiva no es una
función primaria de la profecía del Nuevo Testamento. Ellos necesitan hacer
mucho más énfasis en la Escritura y en buscar la probada sabiduría de Dios
escrita ahí.
Muchos
autores carismáticos estarían de acuerdo con esta advertencia, como indican las
siguientes citas: Michael Harper (un pastor carismático anglicano):
Las
profecías que les dicen a otros lo que deben hacer-deben ser contempladas con
gran sospecha.
Donald
Gee (Asambleas de Dios):
Muchos De Nuestros Errores En Lo Que Concierne A Los Dones Espirituales
Se Originan Cuando Queremos Que Lo Extraordinario Y Excepcional Se Convierta En
Frecuente Y Habitual. Que Todos Los Que Desarrollan Un Excesivo Deseo De
«Mensajes» A Través De Los Dones Estén Advertidos Del Naufragio De Pasadas
Generaciones Así Como De Las Contemporáneas. Las Santas Escrituras Son Una
Lámpara A Nuestros Pies Y Una Luz En Nuestro Sendero.
Donald
Bridge (pastor carismático británico):
El Iluminado Encuentra Constantemente «Dios Le Dice» Que Haga Cosas. Los
Iluminados Son Frecuentemente Muy Sinceros, Muy Dedicados, Y Están Poseídos De
Una Dedicación Para Obedecer A Dios Que Avergüenza A Cristianos Más
Circunspectos.
No Obstante, Están Pisando Terreno Peligroso. Sus Antecesores Lo Han
Hollado Antes, Y Siempre Con Resultados Desastrosos A Largo Plazo. Sensaciones
Interiores Y Recordatorios Especiales Son Por Su Propia Naturaleza Subjetivos.
La Biblia Provee Nuestra Guía Objetiva.
8. LAS PROFECÍAS PUEDEN INCLUIR CUALQUIER CONTENIDO EDIFICADOR.
Los
ejemplos de profecías del Nuevo Testamento mencionados arriba muestran que la
idea de profecía solo como «predicciones del futuro» es ciertamente errónea.
Hubo algunas predicciones (Hch 11: 28; 21: 11), pero también hubo pecados que
quedaron al descubierto (1ª Co 14: 25). De hecho, pudo incluirse cualquier cosa
que edifica, pues Pablo dice: «el que profetiza habla a los demás para
edificarlos, animarlos y consolarlos» (1ª Co 14: 3). Otra indicación del valor
de la profecía era que ella podía hablar a las necesidades de los corazones de las
personas de una manera directa y espontánea.
9. MUCHAS PERSONAS PUEDEN PROFETIZAR EN LA CONGREGACIÓN.
Otro
gran beneficio de la profecía es que ella provee oportunidad de participación a
todos en la congregación, no solo a aquellos que son oradores hábiles o que
tienen dones para la enseñanza. Pablo dice que él quiere que «todos» los
corintios «profetizaran» (1ª Co 14: 5) y añade: «Todos pueden profetizar por
tumo, para que todos reciban instrucción y aliento» (1ª Co 14: 31). Esto no
significa que en realidad todo creyente será capaz de profetizar, pues Pablo
dice: «¿Son todos profetas?» (1ª Co 12: 29).
Pero
sí significa que cualquiera que reciba una «revelación» de Dios tiene permiso
de profetizar (dentro de las normas de Pablo), y esto sugiere que muchos lo
harán. A causa de esto, una mayor apertura al don de profecía podría ayudar a
superar la situación en la que muchos que asisten a nuestras iglesias son meros
espectadores y no participantes. Quizás contribuimos al problema de un
«cristianismo de espectadores » sofocando la obra del espíritu en esta área.
NOTA: Aquí Pablo indica que todo el que recibe una
revelación en el sentido que acaba de mencionarse en el v. 29 será capaz de
profetizar por tumos. Él no quiere decir que cada cristiano individual en
Corinto tiene el don de profecía.
En una iglesia grande, solo unos pocos serán
capaces de hablar cuando toda la iglesia está reunida, pues Pablo dice: «En
cuanto a los profetas, que hablen dos o tres» (1ª Co 14. 29). Pero muchos más
tendrán oportunidades de profetizar en reuniones más pequeñas en las casas.
10. DEBEMOS «DESEAR SERIAMENTE» PROFETIZAR.
Pablo
valoraba tanto este don que le dijo a los corintios: «Empéñense en seguir el
amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1ª Co 14:
1). Entonces, al final de su discusión de los dones espirituales, repitió:
«Así, que hermanos míos, ambicionen el don de profetizar» (1ª Co 14:39). Y
dijo: «El que profetiza edifica la iglesia» (1ª Co 14: 4).
Si
Pablo estaba ansioso porque el don de profecía funcionara en Corinto,
preocupado por la inmadurez, el egoísmo, las divisiones y otros problemas que
aquejaban a la iglesia, ¿no debemos entonces buscar enérgicamente este valioso
don en nuestras congregaciones hoy? Nosotros evangélicos que profesamos creer y
obedecer todo lo que la Escritura dice, ¿no debemos también creer y obedecer
esto? ¿Y que una mayor apertura al don de profecía quizá pueda ayudar a
corregir este peligroso desequilibrio en la vida de la iglesia, un
desequilibrio que se debe a que somos demasiado intelectuales, objetivos y
doctrinales?
11. ALENTAR Y REGULAR LA PROFECÍA EN LA IGLESIA LOCAL.
Por
último, si una iglesia comienza a alentar el uso de la profecía donde no se ha
utilizado antes, ¿qué debe hacer? ¿Cómo puede alentar este don sin caer en
abusos?
Para
todos los cristianos, y especialmente para pastores y otros que tienen
responsabilidades docentes, sería apropiado y sabio desde el punto de vista
pastoral dar varios pasos:
(1) Ore seriamente implorando la sabiduría del Señor sobre cómo y cuándo
abordar este tema en la iglesia.
(2) Se impartirán enseñanzas sobre este tema en los estudios bíblicos
regulares que la iglesia ya provee.
(3) La iglesia debe ser paciente y proceder despacio-los líderes de la
iglesia no deben ser «dominantes» (o «tiranos») (1 P 5:3), y un abordaje
paciente evitará ahuyentar a gente temerosa o alienarlas innecesariamente.
(4) La iglesia debe reconocer y alentar el don de profecía de la forma que
ya ha venido funcionando en la iglesia -en las reuniones de oración de la
iglesia, por ejemplo-, cuando alguien se ha sentido inusualmente «guiado» por
el Espíritu Santo a orar por algo, o cuando le ha parecido que el Espíritu
Santo le ha traído a la mente un himno o pasaje de la Escritura, o cuando
sienta un tono de sentido común o el enfoque específico en un momento de
adoración u oración en grupo.
Aun
los cristianos de iglesias no receptivas del don de profecía pueden por lo
menos ser sensibles a los impulsos del Espíritu Santo relacionados con aquello
por lo que se debe orar en las reuniones de oración de la iglesia, y que
entonces puede expresar esos impulsos en forma de una oración al Señor (lo que
podría llamarse una «oración profética»).
(5) Si se han seguido los primeros cuatro pasos, y si la congregación y su
liderazgo lo acepta, se podrían conceder algunas oportunidades a la práctica
del don de profecía en los cultos de adoración menos formales de la iglesia, o
en los grupos más pequeños de los hogares.
Si
esto se permite, aquellos que profeticen deben mantenerse dentro de las
directivas de la Escritura (1ª Co 14: 29-36), deben buscar genuinamente la
edificación de la iglesia y no su propio prestigio (1ª Co 14: 12,26), Y no debe
dominar la reunión o ser demasiado dramático o emocional en sus palabras (y así
atraer la atención hacia sí mismos en lugar de hacia el Señor).
Las
profecías se deben ciertamente evaluar de acuerdo con las enseñanzas de la
Escritura (1ª Co 14: 29-36; 1ª Ts 5: 19-21).
(6) Si el don de profecía comienza a ser utilizado en la iglesia, esta debe
poner aun más énfasis sobre valor inmensamente superior de la Escritura como la
fuente a la que pueden acudir los cristianos a escuchar la voz del Dios vivo.
La profecía es un don valioso, como lo son otros muchos dones, pero está en la
Escritura que es Dios y solo Dios quien nos habla con sus propias palabras, aun
hoy, y a lo largo de nuestras vidas.
En
lugar de esperar que en cada culto de adoración lo notable sea alguna palabra
de profecía, es necesario recordarle a los que utilizan el don de profecía que
debemos centrar nuestro gozo, nuestras expectativas, y nuestro deleite en el
propio Dios mientras él nos habla a través de la Biblia.
Allí
tenemos un tesoro de infinito valor: las verdaderas palabras de nuestro Creador
que nos habla en un lenguaje que podemos entender. y en lugar de buscar
frecuente orientación a través de la profecía, debemos hacer énfasis que es en
la Escritura donde podemos encontrar orientación para nuestras vidas.
En la
Escritura está nuestra fuente de directivas, nuestro foco cuando buscamos la
voluntad de Dios, nuestras normas completamente confiables y suficientes. Es de
las palabras de Dios en la Escritura que podemos decir confiados: «Tu palabra
es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero» (Sal 119: 105).
B. ENSEÑANZA
El don
de la enseñanza en el Nuevo Testamento es la habilidad de explicar la Escritura
y aplicarla a la vida de las personas. Esto se hace evidente en varios pasajes.
En
Hechos 15: 35, Pablo y Bernabé y «muchos otros» están en Antioquia enseñando y
anunciando la palabra del Señor». En Corinto, Pablo permaneció un año y medio
«enseñando entre el pueblo la palabra de Dios» (Hch 18: 11). Y los lectores de
la Epístola a los Hebreos, aunque deben haber sido maestros, necesitaban más
bien que alguien volviera a enseñarles «las verdades más elementales de la
palabra de Dios». (Heb 5: 12).
Pablo
les dice a los romanos que las palabras de las Escrituras del Antiguo
Testamento se escribieron «para enseñamos» (gr. didaskalia) (Ro 15: 4), y le
escribe a Timoteo que «toda Escritura» es «útil para enseñar didaskalia» (2ª Ti
3: 16).
Por
supuesto, si la «enseñanza» en la iglesia primitiva estaba basada muy a menudo
en las Escrituras del Antiguo Testamento, debe extrañar que también estuviera
basada en algo de igual autoridad que las Escrituras, o sea, en un cuerpo de
instrucciones apostólicas recibidas. Timoteo debía tomar la enseñanza que había
recibido de Pablo y encomendarla a hombres fieles que estuvieran capacitados
«para enseñar a otros» (2ª Ti 2: 2).
Y los
tesalonicenses debían mantenerse «fieles a las enseñanzas» que Pablo les
trasmitió (2ª Ts 2: 15). Lejos de estar basadas en una revelación espontánea
que vino durante el culto de adoración de la iglesia (como era la profecía),
este tipo de «enseñanza» era la repetición y explicación de una auténtica
lección apostólica.
Enseñar
lo contrario a las instrucciones de Pablo era enseñar una doctrina diferente o
herética (heterodidaskalo) «apartándose de la sana enseñanza de nuestro Señor
Jesucristo y de la doctrina que se ciñe a la verdadera religión» (1ª Ti 6:3),
De hecho, Pablo dijo que Timoteo debía recordarle a los corintios «cómo enseño
por todas partes, y en todas las iglesias» (1ª Co 4: 17).
Asimismo
le dice: «Encarga y enseña estas cosas» (1ª Ti 4: 11), y (esto es lo que debes
enseñar y recomiendan) (1ª Ti 6: 2), cuando habla de sus instrucciones a la
iglesia de Éfeso. Aunque esto no era profecía sino enseñanza que proveyó en
sentido primario (provenía de los apóstoles) las primeras normas doctrinales y
éticas que regulaban la iglesia. Y como aquellos que aprendieron de los
apóstoles también enseñaron, su enseñanza guió y dirigió las iglesias
locales."
De
manera que enseñar en términos de las epístolas del Nuevo Testamento consistía
en repetir y explicar las palabras de la Escritura (o las igualmente
autorizadas enseñanzas de Jesús y los apóstoles) y aplicarlas a los que
escuchaban. En las epístolas del Nuevo Testamento, «enseñar» es algo muy
parecido a lo que describe hoy nuestra frase «enseñanza bíblica».
C. MILAGROS
Justo
después de los apóstoles, los profetas y maestros, «luego los milagros» dice
Pablo (1ª Co 12: 28). Aunque muchos de los milagros que se ven en el Nuevo
Testamento fueron específicamente milagros de sanidad, Pablo menciona aquí la
sanidad como un don separado. Por lo tanto, en este contexto debía haber tenido
en mente algo diferente a la sanidad.
Debemos
recordar que la palabra castellana «milagros» puede que no nos acerque mucho a
lo que Pablo quería decir, pues el vocablo griego es simplemente la forma
plural de la palabra dynamis, «poder».2' Esto significa que el término puede
referirse a cualquier actividad en la que el gran poder de Dios es evidente.
Ello
puede incluir respuestas a la oración para liberarse de un peligro fisico (como
la liberación de los apóstoles de la cárcel en Hch 5: 19-20 o 12: 6-11), o
poderosas acciones de juicio sobre los enemigos del evangelio o aquellos que
requieren ser disciplinados dentro de la iglesia (vea Hch 5: 1-11; 13: 9-12), o
liberaciones milagrosas de una lesión (como con Pablo y la víbora en Hch 28:
3-6). Pero esas acciones del poder espiritual pueden incluir también poder para
triunfar sobre la oposición de un demonio (como en Hch 16: 18; Lc 10: 17).
Como
Pablo no define «obras milagrosas» de una forma más específica que esta,
podemos decir que el don de milagros debe incluir el accionar de un poder
divino que libera de un peligro, una intervención para atender necesidades
especiales en el mundo fisico (como en el caso de Elías en 1ª Reyes 17: 1-16),
un juicio sobre aquellos que de manera irracional y violenta se oponen al
mensaje del evangelio, el triunfo sobre las fuerzas demoníacas que libran una
guerra contra la iglesia, y cualquier otra forma en la que el poder de Dios se
manifiesta de una manera evidente para hacer avanzar los propósitos divinos en
una situación determinada.
Todas
estas serían obras «poderosas» en las que se ayuda a la iglesia y se pone de
manifiesto la gloria de Dios. (Vea también la discusión sobre los milagros en
el capítulo17.)
NOTA: Vea también la discusión arriba en la sección
A.6, p. 1116, sobre las diferencias entre profecía y enseñanza.
La NVI traduce «hacer milagros» en 1ª Co 12: 10.
D. SANIDAD
1. INTRODUCCIÓN: LA ENFERMEDAD Y LA SALUD EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
Debemos
primero recordar que la enfermedad fisica fue un resultado de la caída de Adán,
y los males y la enfermedad son simplemente parte de las consecuencias de la
maldición tras la caída, y conducirá eventualmente a la muerte fisica. Sin
embargo, Cristo nos redimió de esa maldición cuando murió en la cruz:
«Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores ...
y gracias a sus heridas fuimos sanados (Is 53: 4-5).
Este
pasaje alude tanto a la sanidad fisica como espiritual que Cristo compró para
nosotros, pues Pedro lo cita al referirse a nuestra salvación: «El mismo, en su
cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos
para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados (1 P 2:24).
Pero
Mateo cita el mismo pasaje de Isaías en referencia a las curaciones físicas que
Jesús realizó: «y con una sola palabra expulsó a los espíritus, y sanó a todos
los enfermos. Esto sucedió para que se cumpliera 10 dicho por el profeta
Isaías: 'Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores'» (Mt 8:
16-17).
Probablemente
todos los cristianos estarían de acuerdo con que en la expiación Cristo ha
comprado para nosotros no solo completa libertad del pecado sino completa
libertad de nuestras debilidades y dolores en su obra de redención (vea el
capítulo 42 sobre la glorificación). Y todos los cristianos tampoco dejarían de
estar de acuerdo en que nuestra plena y completa posesión de todos los
beneficios que Cristo ganó para nosotros no vendrán hasta su regreso: solo
«cuando el venga» (1ª Co 15: 23) es que recibiremos nuestros cuerpos
resucitados perfectos.
Así es
con la sanidad fisica y la redención de las enfermedades físicas que resultaron
de la maldición de Génesis 3: nuestra completa posesión de la redención de las
enfermedades físicas no será nuestra hasta que Cristo regrese y recibamos
cuerpos resucitados.
Para
la cuestión que enfrentamos con respecto al don de sanidad es si Dios nos
concederá de vez en cuando un adelanto o un anticipo de la sanidad fisica que
en el futuro nos otorgará a plenitud.26 Los milagros de sanidad de Jesús
ciertamente demuestran que en ocasiones Dios está dispuesto a conceder un
anticipo parcial de la salud perfecta que será nuestra por la eternidad.
Y el
ministerio de sanidad que se observa en la vida de los apóstoles y otros en la
iglesia primitiva también indica que esto fue parte del ministerio de la era
del nuevo pacto. Como tal, se ajusta al mayor patrón de bendiciones del nuevo
pacto, muchas de las cuales ofrecen anticipos parciales de las bendiciones que
nos pertenecerán cuando Cristo regrese. «Ya» poseemos algunas de las
bendiciones del reino, pero esas bendiciones «todavía» no son nuestras del
todo.
NOTA: Cuando las personas dicen que en (la
expiación, hay sanidad perfecta, la afirmación es verdadera en sentido amplio,
pero en realidad no nos dice nada sobre cuando recibiremos "completa
sanidad" (o cualquier parte de ella).
Para dos tratamientos muy útiles de este asunto, y
del don de sanar enfermos en general, vea John Wimber, con Kevin Springer,
Power Healing, y Ken Blue, Authority to Heal (lnter Varsity Press, Downers
Grave, m., 1987). Vea también la excelente discusión de Jack
Deere, Surprised by the Power ofthe Holy Spirit (Zondervan, Grand Rapids,
1993). Varias defensas académicas de un ministerio de sanidad hoy se encuentran
en Gaty Greig y Kevin Springer, eds., The Kingdom and the Power (Gospel Light,
Ventura, Calif., 1993).
2. EL PROPÓSITO DE LA SANIDAD.
Como con
otros dones espirituales, la sanidad tiene varios propósitos. Ciertamente
funciona como «señal» para confirmar el mensaje del evangelio, y mostrar que ha
llegado el reino de Dios. Entonces también la sanidad trae consuelo y salud a
aquellos que están enfermos, y con ello demuestra la misericordia como atributo
de Dios hacia aquellos que están en aflicción. Tercero, la sanidad prepara a
las personas para el servicio, al tiempo que remueve los impedimentos para el
ministerio. Cuarto, la sanidad provee la oportunidad para que Dios sea
glorificado cuando las personas ven pruebas físicas de su benevolencia, amor,
poder, sabiduría y presencia.
3. ¿QUÉ ACERCA DEL USO DE LA MEDICINA?
¿Cuál
es la relación entre orar por sanidad y el uso de la medicina y las habilidades
de un médico? Ciertamente debemos utilizar la medicina si está disponible
porque Dios también creó sustancias en la tierra que se pueden convertir en
medicina con propiedades curativas.
De esa
manera, las medicinas deben ser consideradas parte del conjunto de la creación,
el cual estimó Dios que era «muy bueno» (Gn 1:31). Debemos usar de buen grado
la medicina con gratitud hacia el Señor, pues: «Del Señor es la tierra y todo
cuanto en ella hay» (Sal 24: 1).
De
hecho, cuando hay medicina disponible y rehusamos utilizarla (en casos que nos
pondrían a nosotros o a otros en peligro), entonces parece como si estuviéramos
poniendo a prueba al Señor nuestro Dios (Lc 4: 12): esto es similar al caso de
Satanás tentando a Jesús a que se tirara del templo en lugar de bajar por las
escaleras.
Cuando
hay medios ordinarios para bajar del templo (las escaleras), es «poner a
prueba» a Dios tirarse y así demandar que realice un milagro en ese preciso
momento. Rehusar el uso de una medicina efectiva, insistiendo en que Dios lleve
a cabo un milagro de sanidad en lugar de una cura a través de la medicina, es
muy similar a esto.
Por
supuesto, es equivocado confiarse en doctores o en medicina en lugar de confiar
en el Señor, un error que trágicamente cometió el rey Asa:
En El Año Treinta Y Nueve De Su Reinado, Asa Enfermó Gravemente De Los
Pies, Y En Su Enfermedad No Buscó A Jehová, Sino Alas Médicos. Y Durmió Asa Con
Sus Padres, Y Murió En El Año Cuarenta Y Uno De Su Reinado (2ª Cr 16: 12-13).
Pero
si se utiliza la medicina en conexión con la oración, entonces debemos esperar
que Dios bendiga y a menudo multiplique la efectividad de la medicina.
Aun
cuando Isaías había recibido una promesa de sanidad del Señor para Ezequías, le
dijo a los criados de este que trajeran una gran pasta de higos y la aplicaran
(como un remedio) a una llaga de la que Ezequías padecía: «E Isaías dijo
'Preparen una pasta de higos'. Así 10 hicieron; luego se la aplicaron al rey en
la llaga, y se recuperó» (2ª R 20: 7).
No
obstante, a veces no hay una medicina apropiada disponible, o la medicina no
trabaja. Ciertamente debemos recordar que Dios puede curar cuando los doctores
y las medicinas no pueden (y debe asombramos con qué frecuencia los doctores no
pueden curar, aun en los países más avanzados en el terreno de la medicina).
Por
otra parte, puede que haya momentos cuando una enfermedad no nos coloca a
nosotros o a otros en un peligro inmediato, y decidimos pedir a Dios que cure
nuestra enfermedad sin el uso de la medicina, simplemente porque anhelamos otra
oportunidad de ejercitar nuestra fe y darle a él gloria, y quizá porque
deseamos obviar el gasto de tiempo y dinero utilizando medios médicos, o
queremos evitar los efectos secundarios que tienen algunas medicinas.
En
todos estos casos, es simplemente una cuestión de gusto personal y no parece
ser un «poner a prueba» a Dios. (Sin embargo, la decisión de no utilizar
medicinas en estos casos debe ser una decisión personal y no una impuesta por
otros).
Vemos
a Jesús sanando abiertamente donde los medios médicos han fallado, cuando «una
mujer que hacía doce años padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera
curarla. Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al
instante cesó su hemorragia» (Lc 8:43-44). Sin duda había mucha gente privada
de la ayuda de médicos que venían dondequiera que Jesús enseñaba y sanaba, pero
leemos que «todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a
él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba» (Lc 4: 40).
No había enfermedad que Jesús no fuera capaz de sanar.
NOTA: Note la recomendación de Pablo para el uso
del vino con propósitos medicinales en 1ª Ti 5: 23: «No sigas bebiendo sólo
agua; toma también un poco de vino a causa de tu mal de estómago y tus
frecuentes enfermedades»,
4. ,MUESTRA EL NUEVO TESTAMENTO MÉTODOS COMUNES UTILIZADOS EN LAS
CURACIONES?
Los
métodos utilizados por Jesús y los discípulos para traer sanidad varían de caso
en caso, pero la mayoría de las veces incluían la imposición de manos. En el
versículo acabado de citar, sin duda Jesús pudo haber pronunciado una poderoso
mandato y curado a todos en una gran multitud al instante, pero en su lugar,
«él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó» (Lc 4: 40).
La
imposición de manos parece haber sido el método principal utilizado por Jesús
para sanar, porque cuando se acercaban las personas y le solicitaban sanidad no
pedían simplemente oraciones sino decían, por ejemplo: «Ven y pon tu mano sobre
ella, y vivirá». (Mt 9:18).
Otro
símbolo fisico del poder del Espíritu Santo que viene a sanar era el ungimiento
con aceite. Los discípulos de Jesús «sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con
aceite» Y Santiago instruye a los ancianos de la iglesia para que ungieran al
enfermo con aceite cuando oraran: «¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar
a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en
nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y
si ha pecado, su pecado se le perdonará» (Stg 5: 14-15).
El Nuevo
Testamento a menudo enfatiza el papel de la fe en el proceso de sanidad-
algunas veces la fe de una persona enferma (Lc 8: 48; 17:19), pero en otros
momentos es la fe de otros la que trae sanidad al enfermo. En Santiago 5: 15
son los ancianos los que oran, y Santiago dice que es «la oración de fe» la que
salva al enfermo ella debe ser la fe de los ancianos que oran," no la fe
del que está enfermo.
Cuando
los cuatro hombres hicieron descender un paralítico a través de una abertura en
el techo donde Jesús predicaba, leemos: «Al ver Jesús la fe de ellos»(Mr 2: 5).
En otros momentos Jesús menciona la fe de la mujer cananea respecto a la
curación de su hija Mt 15: 28), o del centurión por la curación de su criado Mt
8: 10, 13).32
NOTA: Vea también Lc 5:13; 13:13: Hch 28:8; también
Marcos 6:2, y varios otros versículos en los evangelios que mencionan la
imposición de manos. Sin embargo, Jesús no sanó siempre de esta manera.
El ungimiento con aceite en Santiago 5: 14 debe ser
entendido como un símbolo del poder de! Espíritu Santo, no simplemente como
algo medicinal, pues no sería apropiado utilizar e! aceite como una medicina
para todas las enfermedades. Por otra parte, si su uso fuera solo medicinal, es
dificil vislumbrar por qué los ancianos debían aplicarlo.
El aceite frecuentemente es un símbolo del Espíritu
Santo en e! Antiguo Testamento (vea Éx 29:7; 1 S 16: 13; Sal 45: 7), y aquí
parece ser también e! caso (Vea la extensa discusión de Douglas J. Moa, The
Setterof James, pp. 177-81.)
5. ¿CÓMO ENTONCES DEBEMOS ORAR POR SANIDAD?
¿Cómo
entonces debemos orar en relación con las enfermedades físicas? Ciertamente es
correcto pedir sanidad a
Dios,
pues Jesús nos enseña que oremos: «Líbranos del maligno» (Mt 6;13), Y el
Apóstol Juan escribe a Gayo: «Oro para que te vaya bien en todos tus asuntos, y
goces de buena salud» (3 Jn 2), Por otro lado, Jesús sanó frecuentemente a
todos los que le traían, y nunca despidió a las personas, ¡diciéndoles que
sería recomendable que permanecieran enfermos durante más tiempo!
Además
de esto, cuando quiera que tomemos algún tipo de medicina o busquemos cualquier
ayuda médica para una enfermedad, por medio de estas acciones admitimos que
pensamos que es la voluntad de Dios que busquemos estar saludables. Si pensamos
que Dios quería que continuáramos enfermos, ¡nunca buscaríamos medios médicos
para curamos!
Así,
cuando oramos, parece correcto que nuestra primera presunción, a menos que
tengamos razones para pensar de otra manera, debe ser que a Dios le agradaría
sanar a la persona por la que oramos-en la medida que podemos enunciar de la
Escritura, esto es la voluntad revelada de Dios.
Ken
Blue tiene aquí una observación útil. Argumenta que si queremos comprender la
actitud de Dios hacia la sanidad fisica debemos observar la vida y el
ministerio de Jesús, Blue dice: «Si Jesús nos revela verdaderamente el carácter
de Dios, entonces debemos dejar de especular y discutir sobre la voluntad de
Dios en relación con la enfermedad y la sanidad. Jesús sanaba a las personas
porque las amaba.
Muy
simple, tenía compasión por ellas; estaba de su parte; quería resolver sus
problemas». Este es un argumento poderoso, especialmente cuando se conjuga con
la toma de conciencia de que Jesús vino a inaugurar la presencia del reino de
Dios entre nosotros y así mostramos a qué se parecería el reino de Dios.
¿Cómo
debemos entonces orar? Ciertamente está bien pedirle a Dios sanidad, y debemos
ir ante él con el simple pedido que dé sanidad física en momentos de necesidad.
Santiago nos advierte que una simple incredulidad puede conducir a abandonar la
oración ya dejar de recibir respuestas de Dios: «No tienen porque no piden»
(Stg 4: 2).
Pero
cuando oramos por sanidad debemos recordar que debemos orar para que Dios sea
glorificado en la situación, decida él sanar o no. Y también debemos orar
impulsados por la misma compasión del corazón que Jesús sintió por aquellos a
quienes sanó. Cuando oramos de esta manera, la voluntad de Dios concede a
veces-y quizá a menudo-respuestas a nuestras oraciones.
Alguien
puede objetar en este punto que, desde una perspectiva pastoral, se hace mucho
daño cuando se anima a las personas a creer que ocurrirá un milagro de sanidad
y entonces no sucede nada-desilusión con la iglesia y cólera hacia Dios puede
ser el resultado. Aquellos que oran a favor de la sanidad de las personas hoy
necesitan escuchar esta objeción y utilizar sabiduría en lo que le dicen a las
personas enfermas.
(1) Desistir de orar implorando sanidad no es la solución correcta, pues
ello supone desobediencia según Santiago 5.
(2) Decirle a la gente que Dios raramente sana hoy en día y que no deben
esperar que algo suceda tampoco es una solución correcta, porque ello no provee
una atmósfera que conduzca a la fe y es consistente con la norma que vemos en
el ministerio de Jesús y en la iglesia primitiva del Nuevo Testamento.
(3) Decirle a la gente que Dios siempre sana hoy en día si tenemos
suficiente fe es una enseñanza cruel que no encuentra sustento en la Escritura
(vea la sección 6 debajo). La solución pastoralmente sabia, parece que descansa
entre las anteriores (2) y
(4). Podemos decirle a las personas que Dios sana
frecuentemente hoy (si creemos que ello es cierto), y que es muy posible que
sean sanadas," pero que vivimos en una era en que el reino de Dios ya está
aquí pero aún no está aquí completamente.
Por lo
tanto, los cristianos en esta vida experimentarán sanidad (y muchas otras
respuestas a la oración), pero que también seguirán sufriendo enfermedades y
eventualmente la muerte. En cada caso individual es la soberana voluntad de
Dios la que decide el desenlace, y nuestro papel es simplemente pedirle y
esperar que él conteste (ya sea «sí» o «no» o «sigue orando y espera»).
Aquellos
con los «dones de sanidad» (una traducción literal del plural en 1ª Co 12: 9,
28) serán aquellas personas que descubren que les contestan sus oraciones por
sanidad con más frecuencia y más completamente que a otros.
Cuando
eso se hace evidente, una iglesia actuaría con sabiduría al alentarlos en este
ministerio y darles más oportunidades de orar por otros que están enfermos.
También deberíamos damos cuenta que los dones de sanidad pueden incluir un
ministerio no solo en términos de sanidad física, sino también en términos de
sanidad emocional.
Y en
ocasiones puede incluir la habilidad de liberar a las personas de ataques
demoníacos, porque a esto también se le llama a veces «sanidad» en las
Escrituras (vea Lc 6: 18; Hch 10: 38). Quizás los dones de ser capaces de orar
efectivamente en diferentes tipos de situaciones y por distintos tipos de
necesidades eran aquellos a los que Pablo se refería cuando utilizó la
expresión plural. (dones de sanidad).
35Aveces
Dios puede conceder una certeza de fe subjetiva, algo como lo que Santiago
llama la oración de fe» (Stg 5:15), y Hebreos 11: 1 llama ,da garantía de lo
que se espera», y Marcos 11:24 llama creer que .ya han recibido todo lo que
estén pidiendo en oración». En esos casos la persona que ora puede decir
confiada que es probable o aun posible que alguien será sanado.
Pero
no creo que Dios le dé garantías a nadie para que prometa o «garantice» sanidad
en esta era, pues su Palabra escrita no da tales garantías, y nuestro sentido
subjetivo de su voluntad está siempre sujeto a cierto grado de incertidumbre y
alguna medida de error en esta vida.
NOTA: Podemos preguntarnos por qué son los ancianos
los llamados a venir y orar para sanar enfermos en Santiago 5:14-15. Aunque
Santiago no lo explica, debe ser porque tenían responsabilidades de cuidado
pastoral, la madurez y sabiduría para el manejo del posible pecado implicado
(vea vv. 15-16), y cierta medida de autoridad espiritual que formaba parte de
su oficio. De desearlo, ellos ciertamente serían capaces de traer a otros con
dones de sanidad.
Además, Santiago amplía sus recomendaciones para
incluir a todos los cristianos en el v. 16: "Confiésense unos a otros sus
pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados».
Por contraste, podemos notar que los discípulos no
podían expulsar demonios; Jesús dice que ello se debía a que tenían muy «poca
fe» (Mt 17: 20).
Vea la discusión del capítulo 13, sobre la voluntad
secreta y revelada de Dios. Por supuesto comprendemos que la voluntad secreta
de Dios, desconocida para nosotros en los detalles especificas, es que todos no
seremos sanados, justo como su secreta voluntad es que no todos seremos
salvados. Pero en ambas situaciones debemos orar por lo que vemos en la
Escritura que es la voluntad revelada de Dios: salvar los pecadores y sanar
aquellos que están enfermos.
Authority to Heal, pp. 72, 78.
6. ¿PERO QUÉ SI DIOS NO SANA?
Aún
así, debemos damos cuenta que no todas las oraciones por sanidad serán
contestadas en esta era. A veces Dios no concederá la «fe» especial (Stg 5: 15)
de que tendrá lugar una sanidad, y a veces Dios decidirá no curar, debido a sus
propios propósitos soberanos.
En
estos casos debemos recordar que Romanos 8: 28 todavía es válido: aunque
experimentamos «sufrimientos en el tiempo presente» y aunque «gemimos
interiormente mientras aguardamos la redención de nuestro cuerpo» (Ro 8: 18,
23), no obstante, «sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Ro 8:
28). Esto incluye el obrar en nuestras circunstancias de sufrimiento y
enfermedad también.
Cualquier
cosa que fuera la «espina en el cuerpo» de Pablo (y siglos de trabajo de
intérpretes que creen en la Biblia no han ofrecido una respuesta definitiva),
este se dio cuenta que Dios permitió que lo acompañara «para evitar que me
volviera presumido» (2ª Co 12:7), esto es, para mantener a Pablo humilde ante
el Señor.'"
Así
que el Señor le dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en
la debilidad» (2ª Co 12: 9). Hay indicios de que en la iglesia primitiva aun en
presencia de los apóstoles no todas las personas se sanaban. Pablo reconoce que
«por fuera nos vamos desgastando» (2ª Co 4:16), y a veces los males y
enfermedades no se curarán. Cuando Epafrodito llegó a visitar a Pablo tenía una
enfermedad que lo puso «al borde de la muerte» (Fil 2: 27).
Pablo
indica en el relato de Filipenses 2 que parecía que Epafrodito iba a morir, que
Dios no lo sanó inmediatamente cuando enfermó. Pero eventualmente Dios sí lo
sanó (Fil 2: 27) en respuesta a la oración.
Pablo
le dijo a Timoteo que bebiera un poco de vino «a causa de tu mal de estómago y
tus frecuentes enfermedades: (1ª Ti 5: 23). Dijo: «A Trófimo lo dejé enfermo en
Mileto» (2ª Ti 4: 20). Y tanto Pedro (1ª P 1: 6-7; 4:19) como Santiago (Stg
1:2-4) tienen palabras de aliento y consejo para aquellos que sufren pruebas de
varias clases:
36Tras
algún estudio de 2 Corintios 12:7, mi propia conclusión en este punto es que no
existe suficiente información en el texto para decidir 10 que era la espina en
la carne de Pablo. Se pueden dar razones en apoyo de las tres principales
posibilidades:
(1) Algún tipo de enfermedad fisica;
(2) Un demonio que lo atormentaba; o
(3) Las persecuciones judías.
Sin
embargo, el hecho de que somos incapaces de llegar a alguna conclusión
definitiva tiene algunos beneficios: Significa que podemos aplicar este texto a
los tres tipos de situaciones en nuestras propias vidas, cuando el Señor en su
sabiduría soberana decide no libramos de ellas.
Hermanos Míos, Considérense Muy Dichosos Cuando Tengan Que Enfrentarse
Con Diversas Pruebas, Pues Ya Saben Que La Prueba De Su Fe Produce Constancia.
Y La Constancia Debe Llevar A Feliz Término La Obra, Para Que Sean Perfectos E
Íntegros, Sin Que Les Falte Nada. (Stg 1: 2-4)
Cuando
Dios decide no sanar, aun cuando se lo pidamos, entonces está bien que demos
«gracias en toda situación» (1ª Ts 5: 18) y que tomemos conciencia que Dios
puede usar la enfermedad para acercamos a él y aumentar en nosotros la
obediencia a su voluntad. De manera que el salmista puede decir: (Me hizo bien
haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos) (Sal 119: 71),
y: «Antes de sufrir estuve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra» (Sal
119: 67).
Dios
puede traemos una creciente santificación a través de la enfermedad y el
sufrimiento exactamente como puede traer santificación y crecimiento en la fe a
través de las curaciones milagrosas.
Pero
el énfasis del Nuevo Testamento, tanto en el ministerio de Jesús como en el
ministerio de los discípulos en Hechos, parece ser uno que nos aliente en la
mayoría de los casos a pedirle sanidad a Dios ávida y seriamente, y entonces
continuar confiando en él para sacar beneficio de la situación, ya sea que
conceda sanidad fisica o no. El punto es que en todo caso Dios debe recibir
gloria y nuestro gozo y confianza en él deben crecer.
NOTA: Algunos han intentado establecer una
diferencia entre la enfermedad y otros tipos de sufrimiento, y decir que los
pasajes de la Escritura que indican a los cristianos que deben esperar
sufrimiento tienen que ver con otros tipos de sufrimiento, tales como la
persecución, pero que no incluyen la enfermedad física.
Este argumento no me parece convincente por dos
razones: primero, la Escritura habla sobre «diversas pruebas» (1ª P 1: 6; Stg
1: 2), y la intención de los autores en ambos casos parece ser hablar de todos
los tipos de pruebas que experimentamos en esta vida, incluyendo las
enfermedades físicas y la aflicción.
¿No querían Santiago y Pedro que los cristianos que
estaban enfermos aplicaran estos pasajes a sus propias situaciones? Esto es
altamente improbable. (Estas dos son epístolas generales escritas para miles de
cristianos.)
E. LENGUAS E INTERPRETACIÓN
Para
comenzar debe decirse que la palabra griega glossa, traducida «lengua», se usa
no solo para indicar la lengua fisica en la boca de una persona, sino también
para indicar «lenguaje». En los pasajes del Nuevo Testamento donde se discute
el hablar en lenguas, se alude ciertamente al «lenguaje».
Por lo
tanto, es algo infortunado que los traductores de la Biblia hayan continuado
utilizando la frase «hablar en lenguas», que es una expresión que se usa en el
idioma ordinario y que da la impresión de que se trata de una experiencia
extraña, algo completamente ajeno a la vida humana común.
Pero
si los traductores utilizaran la expresión «hablar en lenguajes», ello no
parecería tan extraño, y le daría al lector un sentido mucho más cercano a lo
que los lectores griegos del primer siglo hubieran oído al leer la frase en
Hechos o 1ª Corintios." Sin embargo, como el actual uso de la frase
«hablar en lenguas' está tan ampliamente establecido, continuaremos
utilizándola en esta discusión.
1. LAS LENGUAS EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
El
fenómeno de hablar en lenguas es único en la era del nuevo pacto. Antes que
Adán y Eva cayeran en pecado, no Segundo, a menos que el Señor regrese, todos
experimentaremos el progresivo envejecimiento y deterioro de nuestros cuerpos
físicos, y eventualmente moriremos. Pablo dice: «por fuera nos vamos
desgastando» (2ª Co 4:16). Casi inevitablemente este proceso de envejecimiento
incluye varias enfermedades físicas.
Parece
mejor concluir que los sufrimientos que Dios espera que experimentemos de
tiempo en tiempo en esta vida pueden a veces incluir enfermedades físicas, que
Dios en su soberana sabiduría decide no sanar. De hecho puede haber muchos
casos en los que, por varios motivos, no nos sentimos libres de pedirle sanidad
a Dios en fe.
Pero
aun en estos casos el corazón de fe tomará la Palabra de Dios como verdadera y
creerá que esto también ha llegado a nuestras vidas (para bien) (Ro 8:28), y
que Dios nos hará un bien con esto.
NOTA: la NVl traduce «diferentes lenguas» o «en
lenguas» (Hch 2:4; 10:46) y a través de 1ª Co I2-14. Esta es una traducción
preferible, por razones mencionadas arriba.
Había
necesidad de hablar en otros lenguajes, porque ellos hablaban la misma lengua y
estaban unidos en el servicio de Dios y el compañerismo con él. Tras la caída
las personas hablaban el mismo idioma pero eventualmente se unieron en la
oposición a Dios, y «la maldad del ser humano en la tierra era muy grande» y
«todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal» (Gn 6: 5).
Este
lenguaje unificado utilizado en la rebelión contra Dios culminó en la
construcción de la torre de Babel en un tiempo cuando «se hablaba un solo
idioma en toda la tierra» (Gn 11: 1). A fin de detener esta rebelión unificada
contra él, en Babel Dios «confundió el idioma de toda la gente de la tierra» y
«los dispersó por todo el mundo» (Gn 11: 9).
Cuando
Dios llamó a Abraham (Gn 12:1), le prometió hacer de él una «gran nación» (Gn
12: 2), y la nación de Israel que surgió de ese llamado tenía un idioma que
Dios quería que utilizaran en su servicio. Pero el resto de las naciones del
mundo no hablaban este idioma, y se mantuvieron fuera del alcance del plan
redentor de Dios. Así que la situación mejoró algo, pues un idioma entre todos
los idiomas del mundo se usaba para el servicio de Dios, en tanto que en
Génesis 11 no se alababa a Dios en ningún idioma.
Ahora,
si pasamos a la era de la iglesia del Nuevo Testamento y miramos al futuro
eterno, vemos que una vez más será restaurada la unidad del idioma, pero esta
vez todo el mundo hablará de nuevo el mismo idioma en el servicio de Dios, y en
la alabanza a él (Ap 7: 9-12; Sof 3:9; 1ª Co 13:8; quizá Is 19:18).
En la
iglesia del Nuevo Testamento hay un cierto anticipo de la unidad del idioma que
existirá en el cielo, pero solo se concede en algunas ocasiones, y solo de
manera parcial. En el Pentecostés, que sería el momento cuando el evangelio
comenzó a incursionar en otras naciones, fue apropiado que los discípulos
reunidos en Jerusalén «comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el
Espíritu les concedía expresarse» (Hch 2: 4).
El
resultado fue que los visitantes judíos de varias naciones que estaban en
Jerusalén oyeron todos en sus propias lenguas una proclamación de «las
maravillas de Dios»(Hch 2: 11). Este fue un símbolo notable del hecho que el
mensaje del evangelio iba a ir adelante hacia todas las naciones del mundo.
Una
acción simbólica como esa hubiera sido inapropiada en el Antiguo Testamento,
porque allí el mensaje evangelístico invitaba a las personas de otras naciones a
venir y unirse al pueblo hebreo y volverse judíos, y de ese modo adorar a Dios.
Pero aquí el mensaje consiste en ir a cada nación en su propio idioma,
invitando a las personas de cada lugar a volverse a Cristo y ser salvos:
Por
otra parte, dentro del contexto del culto de adoración de la iglesia, hablar en
lenguas más interpretación ofrece una indicación adicional de la promesa que un
día las diferencias de lenguajes que se originaron en Babel serán superadas. Si
este don está obrando en la iglesia, no importa qué idioma o palabra de oración
o alabanza ofrezca, una vez que haya una interpretación, todos pueden
entenderlo.
Esto
es, por supuesto, un proceso en dos pasos que es «imperfecto», como son todos
los dones en esta era (1ª Co 13: 9), pero aun constituye una situación mejor
desde Babel al Pentecostés cuando no había una provisión que facultara a las
personas a comprender el mensaje en un idioma que no conocían.
Por
último, orar en lenguas en un escenario reservado es otra forma de orar a Dios.
Pablo dice; Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
no se beneficia en nada» (1ª Co 14:14). En el amplio contexto de la historia de
la redención, esto también debe verse como otra solución parcial a los
resultados de la caída, por la cual fuimos apartados del compañerismo de Dios.
Por
supuesto, esto no significa que los espíritus de las personas solo pueden tener
compañerismo con Dios cuando hablan en lenguas -Pablo afirma que él ora y canta
tanto en lenguas como en su propio idioma (1ª Co 14: 15). Sin embargo, Pabló sí
ve el hablar en lenguas como otra vía de compañerismo directo con Dios en la
oración y la adoración. Una vez más, este aspecto del don de lenguas no
funcionaba, hasta donde sepamos, antes de la era del nuevo pacto.
NOTA: Este versículo muestra que el milagro se
refería a hablar, no a escuchar. Los discípulos «comenzaron a hablar en
diferentes lenguas (o idiomas) .
El hablar en lenguas en el Pentecostés fue poco
común porque estuvo acompañado de en lenguas como de fuego que se repartieron y
se posaron sobre cada uno de ellos» (Hch 2:3). Como el fuego en la Escritura a
menudo es símbolo de juicio purificador, la presencia de fuego aquí puede ser
un símbolo del hecho que Dios purificaba el idioma que se usaba en su servicio.
Es verdad que los primeros que escucharon este
mensaje aun eran los judíos de Jerusalén (Hch 2:5), no los gentiles, pero el
simbolismo del evangelio proclamado en muchos idiomas sí da un indicio del
esfuerzo evangelistico mundial que pronto se produciría.
2. ¿QUÉ ES HABLAR EN LENGUAS? DEBEMOS DEFINIR ESTE DON COMO SIGUE:
Hablar
en lenguas es orar o adorar en sílabas no comprensibles por el que habla.
A. PALABRAS DE ORACIÓN O
ALABANZA DIRIGIDAS A DIOS:
Esta
definición indica que hablar en lenguas es fundamentalmente una conversación
dirigida a Dios (esto es, una oración o una alabanza). Por lo tanto es distinto
al don de profecía, que consiste frecuentemente en mensajes de Dios dirigidos a
las personas de la iglesia. Pablo dice: «Porque el que habla en lenguas no
habla a los demás sino a Dios» (1ª Co 14: 2), y si no hay un intérprete
presente en el culto de la iglesia, dice Pablo que alguien que tiene un don de
hablar en lenguas debe guardar «silencio en la iglesia y cada uno hable para sí
mismo y para Dios» (1ª Co 14:28).
¿Qué
tipo de conversación es esta que se dirige a Dios? Pablo dice: «Si yo oro en
lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada» (1ª Co
14: 14; vv. 14-17 y v. 28), donde Pablo cataloga el hablar en lenguas como
oración y acción de gracias. Por lo tanto, hablar en lenguas es aparentemente
una oración o alabanza dirigida a Dios, y esta viene del «espíritu» de la
persona que habla.
Esto
no es incongruente con la narración de Hechos 2, pues la multitud dijo: «¡Todos
por igual los oímos por igual proclamar en nuestra propia lengua las maravillas
del reino de Dios!» (Hch 2: 11), una descripción que ciertamente puede indicar
que todos los discípulos glorificaban a Dios y proclamaban sus maravillosas
obras al adorar, y la multitud comenzó a escuchar esto como si ello tuviera
lugar en varios idiomas.
De
hecho, no hay indicios de que los propios discípulos hablaran a la multitud
hasta Hechos 2: 14, cuando Pedro se pone en pie y entonces se dirige
directamente a la multitud, probablemente en griego:2
NOTA: En Hechos 10: 46 las personas en casa de
Camelia comenzaron «a hablar en lenguas y alabar a Dios. Otra vez, eso
significa tanto que el discurso consistía en alabanzas a Dios o que estaba
íntimamente relacionado con esto-gramaticalmente no se puede decir sobre la
base del texto en sí.
B. NO COMPRENDIDAS POR EL QUE
HABLA:
Pablo
dice que «el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios. En
realidad, nadie le entiende lo que dice, pues habla misterios por el Espíritu»
(1ª Co 14:2). De igual manera, dice que si se habla en lenguas sin
interpretación no se comunica ningún significado: «seré como un extranjero para
el que me habla, y él lo será para mí» (1ª Co 14: 11). Por otro lado, todo el
párrafo de 1ª Corintios 14: 13-19 da por hecho que hablar en lenguas en la
congregación, cuando ello no va acompañado de interpretación, no es
comprensible para aquellos que escuchan:
Por
esta razón, el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo
que diga. Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
no se beneficia en nada. ¿Qué debo hacer entonces» Pues orar con el espíritu,
pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el
entendimiento.
De
otra manera, si alabas a Dios con el espíritu, ¿cómo puede quien no es
instruido decir «amén a tu acción de gracias, puesto que no entiende lo que
dices?
En ese
caso tu acción de gracias es admirable, pero no edifica al otro. Doy gracias a
Dios
porque hablo en lenguas más que todos ustedes. Sin embargo, en la iglesia
prefiero emplear cinco palabras comprensibles y que sirvan para instruir a los
demás, que diez mil palabras en lenguas.
Ahora
en Pentecostés hablar en lenguas era en idiomas conocidos que los que
escuchaban entendían: «cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma» (Hch.
2: 6). Pero de nuevo los oradores no entendieron lo que hablaban, mas lo que
causó asombro fue que los galileos hablaban todos estos diferentes idiomas. Por
lo tanto, parece que a veces hablar en lenguas puede implicar hablar en idiomas
humanos actuales, en ocasiones aun en idiomas que los que escuchan entienden.
Pero
otras veces -y Pablo asume que por lo regular esto será el caso-lo que se habla
será en un idioma que «nadie» entiende (1ª Co 14; 2).
Algunos
han objetado que hablar en lenguas debe siempre consistir en hablar en idiomas
humanos conocidos, pues ello fue lo que sucedió en Pentecostés. Pero el hecho
de que hablar en lenguas en idiomas humanos conocidos ocurrió una vez en la
Escritura no requiere que esto ocurra siempre en idiomas conocidos,
especialmente cuando otra descripción de hablar en lenguas (1ª Co 14) indica
exactamente lo opuesto.
Pablo
no dice que los visitantes extranjeros en Corinto entenderían al que habla,
sino dice que si alguien habla en lenguas «nadie» entendería, y el no instruido
no sabrá lo que la persona dice (1ª Co 14;2, 16): De hecho, Pablo dice
explícitamente de que en la conducción ordinaria de la vida de la iglesia
ocurrirá algo muy distinto al fenómeno de Pentecostés.
«Si
todos hablan en lenguas y entran algunos que no entienden o no creen, lejos de
entender el mensaje, estos dirán que «Ustedes están locos» (1ª Ca 14: 23).
Por
otra parte, debemos damos cuenta que 1 Corintios 14 es una instrucción general
de Pablo basada en una amplia experiencia del hablar en lenguas en muchas
iglesias diferentes, en tanto que Hechos 2 simplemente describe un
acontecimiento único en un momento decisivo en la historia de la redención (Hch
2 es una narración histórica mientras 1ª Co 14 es una instrucción doctrinal).
Por
consiguiente parecería apropiado tomar 1ª Corintios 14 como el pasaje que
describe más de cerca la experiencia ordinaria de las iglesias del Nuevo
Testamento, y tomar las instrucciones de Pablo ahí como la norma por medio de
la cual Dios intenta que las iglesias regulen el uso de este don.
¿Son
entonces las lenguas idiomas humanos conocidos? A veces este don puede dar
lugar a hablar en un idioma humano que el que habla no ha aprendido, pero
comúnmente parece que implicará el habla en un idioma que nadie entiende, ya
sea este un idioma humano o no.
NOTA: No quiero excluir la posibilidad que el
hablar en lenguas pudo a veces incluir un discurso dirigido a la gente, no a
Dios, pues es muy posible que la declaración de Pablo en 1ª Corintios 14: 2 sea
una generalización no dirigida a aplicarse en todos los casos, y, en ningún
caso, la cuestión principal del versículo es que solo Dios puede comprender las
lenguas no interpretadas, ni que solo a Dios puede dirigirse un discurso en lenguas.
De hecho, puede que lo que tenga lugar en Hechos 2
sea un discurso dirigido a los hombres. Pese a todo, la evidencia que si
tenemos en 1ª Co 14 indica un discurso dirigido a Dios, y parece seguro decir
que ello es general lo que será el hablar en lenguas.
Robertson y Plummer notan que 1ª Co 14:18: «Doy
gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes», es «una sólida
prueba de que las Lenguas no son idiomas foráneos» (A. Robertson y A. Plumier,
A Crítical and Exegetical Commentary on the First Epistle ofSt. Paul to the Corinthians, ICC [Edinburgh: T. & T. CIark, 1914], p.
314). Si hubiera idiomas foráneos que los extranjeros pudieran comprender,
como en el Pentecostés, ¿por qué Pablo hablaría más
que todos los corintios en privado, donde nadie entendería, en lugar de en la
iglesia donde los visitantes extranjeros podrían entender?
C. ORAR CON EL ESPÍRITU, NO
CON LA MENTE:
Pablo
dice; «Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no
se beneficia en nada. ¿Qué debo hacer entonces? Pues orar con el espíritu, pero
también con el entendimiento, cantar con el espíritu, pero también con el
entendimiento» (1ª Co 14: 14-15).
Pablo
no está diciendo aquí que el Espíritu Santo ora a través nuestro. El contraste
entre «mi espíritu» y «mi entendimiento» en el versículo 14 indica que es de su
propio espíritu del que habla, del lado no material del ser. Al utilizar este
don, su espíritu habla directamente a Dios, aunque su mente no tenga que
formular palabras u oraciones y decidir sobre qué orar.
Pablo
ve este tipo de oración como una actividad que tiene lugar en el ámbito
espiritual, por medio de la cual nuestros espíritus hablan directamente a Dios
pero nuestras mentes de alguna manera se dejan de lado, y no comprende lo que
oramos.
Podríamos
preguntarnos porqué Dios le daría a la iglesia un don que obra en el ámbito
espiritual e invisible y que nuestras mentes no comprenden. Un motivo puede ser
para mantenernos humildes, y ayudar a prevenir el orgullo intelectual.
Otro
motivo puede ser recordarnos que Dios está por encima de nuestra comprensión y
de que él obra en formas que sobrepasan nuestro entendimiento. Por último, es
una característica de que mucho de lo que Dios hace en la era del nuevo pacto
se hace en el ámbito espiritual e invisible: la regeneración, la oración
genuina, adorar «en espíritu y en verdad», las bendiciones espirituales que
vienen a través de la Cena del Señor, la guerra espiritual, poner nuestros
tesoros en el cielo, poner nuestras mentes en las cosas de arriba, donde está
Cristo son-todos estos elementos de la vida cristiana y muchos más implican
actividades que ocurren en el ámbito espiritual e invisible, actividades que no
vemos o comprendemos completamente.
A la
luz de esto, hablar en lenguas es simplemente otra actividad que ocurre en el
ámbito espiritual e invisible, una actividad que creemos efectiva porque la
Escritura nos dice que lo es, no porque la podemos comprender con nuestras
mentes (1ª Co 14:5).
NOTA: Note que en Pentecostés este hablar en
lenguas tenía otra característica que no formó parte de ningún hablar en
lenguas posterior: hubo lenguas de fuego que aparecieron sobre las cabezas de
aquellos que hablaban (Hch 2: 3). Pero esto no es un paradigma para rodas las
experiencias posteriores del hablar en lenguas, ni aun para las que se
encuentran después en Hechos.
Pablo sí dice que: "Si hablo en lenguas
humanas y angélicas» (1ª Co 13: 1), sugiriendo que ve la posibilidad que hablar
en lenguas puede incluir más que un discurso meramente humano. Es dificil decir
si piensa que esto es una posibilidad hipotética o una real, pero ciertamente
no podemos excluir la idea de que idiomas angélicos estuvieran incluidos
también en estas palabras.
Algunos han objetado que como glossa donde quiera
en griego (fuera del Nuevo Testamento) se refiere a idiomas humanos conocidos,
ello debe referirse también a idiomas conocidos en el Nuevo Testamento. Pero
esta objeción no es convincente, pues no había ninguna otra palabra en griego
que viniera mejor para aludir a este fenómeno, aun si supone hablar a Dios en
idiomas que no eran idiomas humanos o idiomas de algún tipo no completamente
desarrollados, siempre que el discurso trasmitiera algún contenido o
información.
No argumento aquí que el hablar en lenguas de
Hechos 2 fuera un fenómeno diferente al hablar en lenguas que Pablo discute en
1 Corintios 14. Simplemente digo que la frase "hablar en lenguas» en
Hechos 2 y 1 Corintios 14 se refieren a un hablar en silabas no comprendido por
quien habla pero comprendido por Dios, a quien se dirige este discurso.
En Hechos 2 esto tuvo lugar como un discurso en
idiomas humanos conocidos que no habían sido aprendidos por quienes hablaban,
mientras que en 1ª Corintios 14 el discurso puede haber consistido en idiomas
humanos desconocidos, o en lenguas angélicas, o en un tipo de lenguaje más
especializado dado por el Espíritu Santo a los distintos oradores
individualmente. La expresión es lo suficientemente amplia como para incluir
una amplia variedad de fenómenos.
La frase "orando en el Espíritu Santo» de
Judas 20 no es la misma expresión, ya que se designa específicamente al
Espíritu Santo Judas dice simplemente que los cristianos deben orar en
conformidad con el carácter y la dirección del Espíritu Santo, y esto puede
ciertamente incluir orar en lenguas, pero puede incluir también cualquier otro
tipo de oración en un idioma comprensible. Asimismo: "Oren en el Espíritu
en todo momento, con peticiones y ruegos» (Ef6:18) es específicamente una
declaración que pretende abarcar toda oración hecha en todo momento.
Se refiere a orar en conformidad con el carácter
del Espíritu Santo y de forma sensible a la dirección del Espíritu Santo, pero
no se debe reducir al hablar en lenguas. De nuevo, esto puede incluir hablar en
lenguas, pero debe incluir también otros tipos de oraciones (Vea la discusión
de actividades llevadas a cabo "en el Espíritu Santo" en la doctrina
del espíritu santo)
D. NO EN ÉXTASIS SINO CON
DOMINIO PROPIO:
La
Nueva Biblia Inglesa traduce la frase «hablar en lenguas» como «hablar en éxtasis»,
dando con esto un respaldo adicional a la idea de que aquellos que hablan en
lenguas pierden la conciencia de lo que los rodea o pierden el dominio propio o
se ven forzados a hablar contra su voluntad.
Por
otra parte, algunos elementos extremistas del movimiento pentecostal han
permitido una conducta frenética y desordenada en los cultos de adoración, y
esto ha perpetuado, en la mente de algunos, la noción de que hablar en lenguas
es un tipo de hablar en éxtasis.
Pero
esta no es la imagen que se ofrece en el Nuevo Testamento. Aun cuando el
Espíritu Santo vino como un poder abrumador en Pentecostés, los discípulos
fueron capaces de dejar de hablar en lenguas de manera que Pedro pudiera
pronunciar su sermón ante la multitud reunida. Más explícitamente, Pablo dice:
Si se
habla en lenguas, que hablen dos-o cuando más tres-, cada uno por tumo; y que
alguien interprete. Si no hay intérprete, que guarden silencio en la iglesia y
cada uno hable para sí mismo y para Dios. (1ª Co 14: 27-28).
Aquí
Pablo pide que aquellos que hablan en lenguas lo hagan por turno, y limita el
número a tres, indicando claramente que aquellos que hablan en lenguas estaban
conscientes de lo que ocurría a su alrededor, y eran capaces de controlarse a
sí mismos, de manera que hablaran solo cuando les tocara su turno, y cuando no
estuviera hablando algún otro. Si no había alguien que interpretara, fácilmente
podían mantener silencio y no hablar.
Todos
estos factores indican un alto grado de auto control y no respaldan la idea de
que Pablo consideró las lenguas como algún tipo de hablar en estado de éxtasis.
E. LENGUAS SIN
INTERPRETACIÓN:
Si no
estuviera presente en la asamblea alguien que se supiera posee el don de
interpretación, el pasaje que acaba de citarse indica que se debe hablar en
lenguas en privado. No debe darse en el culto de la iglesia ningún hablar en
lenguas sin interpretación:
Pablo
habla de orar en lenguas y cantar en lenguas cuando dice: «Debo orar con el
espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero
también con el entendimiento» (1ª Ca: 14: 15). Esto ofrece una confirmación
adicional a la definición dada arriba en la que vimos las lenguas como algo
dirigido fundamentalmente a Dios en la oración y la alabanza.
Esto
también da legitimidad a la práctica de cantar en lenguas, ya sea en público o
en privado. Pero las mismas normas se aplican al cantar como al hablar: si no
hay intérprete, solo debe hacerse en privado."
En 1
Corintios 14:20-25 Pablo dice que si los creyentes hablan en lenguas en la
iglesia sin interpretación, actuarían y pensarían «como niños» (1ª Co 14: 20).
Primero cita una profecía de juicio tomada de Isaías 28: 11-12: «En la ley está
escrito: «Por medio de gente de lengua extraña y por boca de extranjeros hablaré
a este pueblo, pero ni aun así me escucharán», dice el Señor». (1ª Co 14: 21).
En el
contexto de Isaías 28, Dios advierte al pueblo rebelde de Israel que las
próximas palabras que escuchen de él serían palabras de extranjeros que no
podrían entender-el ejército asirio vendría sobre ellos como agente del juicio
de Dios.
Ahora
Pablo está a punto de postular esto como un principio general-cuando Dios habla
al pueblo en un lenguaje que no pueden entender, ello es una señal harto
evidente del juicio de Dios.
Pablo
aplica correctamente eso a la situación del hablar en lenguas sin
interpretación en el culto de la iglesia. Lo llama una señal (esto es, una
señal de juicio) sobre los creyentes:
De
modo que el hablar en lenguas es una señal, no para los creyentes sino para los
incrédulos, en cambio, la profecía no es señal para los incrédulos sino para
los creyentes. Así que, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas,
y entran algunos que no entienden o no creen, ¿no dirán que ustedes están
locos? (1ª Co 14: 22-23)
Aquí
Pablo utiliza la palabra «señal» en el sentido de señal de la actitud de Dios
(ya sea positiva o negativa). Las lenguas que no entienden los extraños son
ciertamente una señal negativa-una señal de juicio. Por lo tanto, Pablo
advierte a los corintios que no den esa señal a los extraños que entran. Les
dice que si un extraño viene y escucha solo un hablar ininteligible,
ciertamente no será salvado sino concluirá que los corintios están locos, y las
lenguas no interpretadas funcionarán en este caso como una señal del juicio de
Dios.
Por
contraste, Pablo dice que la profecía es también una señal de la actitud de
Dios, pero aquí es una señal positiva de la bendición de Dios. Por esto puede
decir que la profecía es una señal «para los creyentes» (v. 22). Y es por ello
que concluye su sección diciendo: «Pero si uno que no cree o uno que no
entiende entra cuando todos están profetizando, se sentirá reprendido y juzgado
por todos, y los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se
postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: (¡Realmente Dios está entre
ustedes) (vv. 24-25).
Cuando
esto sucede, los creyentes ciertamente se darán cuenta que Dios está activo
entre ellos para traer bendición, y la profecía normalmente funcionará como una
señal para los creyentes de la actitud positiva de Dios hacia ellos:" No
obstante, can todo lo que Pablo advierte contra el uso de las lenguas sin
interpretación en la iglesia, ciertamente las ve positivamente y alienta su uso
en privado.
Dice:
«El que habla en lenguas se edifica a sí mismo; en cambio, el que profetiza
edifica a la iglesia» (1 Ca 14:4). ¿Cuál es la conclusión? Esta no es (como
argumentarían algunos) que los cristianos deben decidir no utilizar el don o
decidir que este no tiene valor para ellos cuando se usa en privado. En su
lugar dice: «¿Qué debo hacer entonces?
Pues
orar con el espíritu, pero también con el entendimiento» (v. 15). Y dice: «Doy
gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes» (v. 18), y «Yo
quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas, pero mucho más que
profetizaran» (v. 5), y «ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se
hable en lenguas» (v.39).
Si es
correcta nuestra anterior concepción las lenguas como oración o alabanza a
Dios, entonces ciertamente esperaríamos que la edificación fuera el resultado,
aunque la mente de quien habla no comprenda lo que se dice, pero su espíritu
humano se está comunicando directamente con Dios. Justo como la oración y la
adoración en general nos edifican al ponerlas en práctica, así este tipo de
oración y adoración nos edifican también, de acuerdo con Pablo.
NOTA: Es preocupante que, en algunas iglesias de
hoy donde se permite hablar en lenguas, aquellos que no dan un mensaje público
(quizá porque en e! servicio no es e! momento apropiado o quizá porque no saben
si alguien interpretará) a pesar de eso hablarán en lenguas no de forma
«silente» sino que cuatro o cinco personas cercanas pueden oír su hablar en
lenguas.
Esto es simplemente desobediencia a las
instrucciones de Pablo, y es no actuar en amor hacia otros en la iglesia. Pablo
dice que «mantengan silencio en la iglesia" si alguno no da un mensaje
público en lenguas. (Muchos que han hablado hoy en lenguas dicen que esto puede
hacerse fácilmente en un susurro inaudible, de manera que ningún otro escuche,
y las instrucciones de Pablo se obedecerán).
48Sin embargo, muchas iglesias practican hoy lo que
a veces se llama «cantar en el espíritu», muchos de los cuales en la
congregación cantan simultáneamente en lenguas, improvisando individualmente
sus melodías alrededor de un acorde musical dominante. Mientras muchos
asegurarían que hay un bello poder espiritual en tales circunstancias, una vez
más debemos objetar que esto es directamente contrario a las instrucciones de
Pablo en 1ª Co 14: 27-28, donde aquellos que hablan en lenguas deben hacerlo
por tumo, y que debe haber un máximo de tres en un culto de adoración, y la
interpretación debe seguir.
Aunque esta práctica puede sonar hermosa para
quienes están familiarizados con ella, y aunque Dios en su gracia puede a veces
utilizarla como un medio de ganar a un incrédulo, Pablo dice explícitamente que
el resultado probable será que los incrédulos dirán "que ustedes están
locos" (1ª Co 14: 23). Una alternativa a esta práctica, una consistente
con la Escritura y que seguirá la senda de! amor hacia los extraños, sería que
todos cantaran de esta manera, no en lenguas, sino en un lenguaje comprensible
(ya sea inglés o cualquier idioma que comprendan por lo común en el área donde
se reúne la iglesia).
F. LENGUAS CON
INTERPRETACIÓN: EDIFICACIÓN PARA LA IGLESIA:
Pablo
dice: «El que profetiza aventaja al que habla en lenguas, a menos que éste
también interprete, para que la iglesia reciba edificación» (1ª Co 14: 5). Una
vez interpretado, todos pueden entender un mensaje en lenguas. En este caso,
Pablo dice que el mensaje en lenguas es tan valioso para la iglesia como la
profecía.
Debemos
notar que no dice que ambos cumplen las mismas funciones (pues otros pasajes
indican que la profecía es una comunicación de Dios hacia los seres humanos,
mientras las lenguas es por lo general una comunicación de los seres humanos
hacia Dios). Pero Pablo afirma claramente que tienen igual valor en la
edificación de la iglesia. Podríamos definir el don de interpretación como
informar a la iglesia el significado general de algo que se habla en lenguas.
G. NO TODOS HABLAN EN
LENGUAS:
Así
como no todos los cristianos son apóstoles, y no todos los profetas son
maestros, y no todos poseen dones de sanidad, tampoco todos hablan en lenguas.
Pablo alude claramente a esto cuando hace una serie de preguntas, todas las
cuales esperan un «no» como respuesta, e incluye la pregunta: «¿Hablan todos en
lenguas?» (1ª Co 12: 30). La respuesta implícita es no.' o Algunos han
argumentado que aquí Pablo solamente indica que no todos hablan en lenguas públicamente,
pero que quizá habría admitido que todos pueden hablar en lenguas en privado.
Pero esta distinción parece no convincente y ajena al contexto.
Pablo
no especifica que no todos hablan en lenguas públicamente o en la iglesia, sino
simplemente dice que no todos hablan en lenguas. Su pregunta siguiente es:
«¿Acaso interpretan todos?» (v. 30). Sus dos preguntas anteriores fueron:
«¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones para sanar enfermos?» (vv. 29-30).
¿Estaríamos
dispuestos a formular los mismos argumentos sobre estos dones-que no todos
interpretan lenguas públicamente, pero que todos los cristianos son capaces de
hacerlo en privado? ¿ü que no todos hacen milagros públicamente, pero que todos
son capaces de hacerlos en privado? Esa distinción parece injustificada según
el contexto en cada caso.
En la
actualidad, el deseo de decir que todo cristiano puede hablar en lenguas (aun
cuando Pablo dice que no todos hablan en lenguas) está probablemente motivado
en la mayoría de los casos por una previa interpretación doctrinal que ve el
bautismo en el Espíritu Santo como una experiencia que sigue a la conversión, y
considera el hablar en lenguas como una señal inicial de haber recibido el
bautismo en el Espíritu Santo."
Pero
hay serios cuestionamientos que se mantienen sobre esta posición doctrinal
(como se explicó en el capítulo 39). Parece mejor considerar que 1ª Corintios
12: 30 quiere decir lo que dice: no todos hablan en lenguas. El don de
lenguas-exactamente como cualquier otro don-no lo da el Espíritu Santo a todo
cristiano que lo busca. Los reparte «a cada uno según él lo determina» (1ª Co
12: 11).
Sin
embargo, no hay nada en la Escritura que diga que solo unos pocos recibirán el
don de hablar en lenguas, y como se trata de un don que Pablo considera que es
útil y edifica en la oración y la adoración (a nivel personal si bien no en la
iglesia), no sería sorprendente si el Espíritu Santo llevó a cabo una amplia
distribución de este don y muchos cristianos de hecho lo recibieron."
H. ¡QUÉ ACERCA DEL PELIGRO DE
UNA FALSIFICACIÓN DEMONÍACA?
A
veces los cristianos han tenido temor de hablar en lenguas, preguntándose si
hablar algo que no comprenden puede llevarlos a hablar blasfemias contra Dios o
a decir algo inspirado por un demonio en vez del Espíritu Santo.
Primero,
debe decirse que esto no preocupa a Pablo, aun en la ciudad de Corinto donde
muchos antes adoraban en un templo pagano, y donde Pablo había dicho claramente
que «cuando ellos hacen sacrificios, lo hacen para los demonios, no para Dios»
(1ª Co 10: 20). Pese a ello, Pablo dice: «Yo quisiera que todos ustedes
hablaran en lenguas» (1ª Co 14: 5). Él no hace advertencia alguna de que deben
cuidarse de una falsificación demoníaca o aun pensar que esto sería una
posibilidad cuando utilizaran este don.
La
razón teológica que subyace a la recomendación de Pablo en este punto es el
hecho que el Espíritu Santo está obrando poderosamente en la vida de los
creyentes. Pablo dice: «Por eso les advierto que nadie que esté hablando por el
Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; ni nadie puede decir: (Jesús es el
Señor) sino el Espíritu Santo (1ª Co 12: 3). Aquí Pablo le asegura a los
corintios que si hablan por el poder del Espíritu Santo que obra dentro de
ellos, no dirán: «¡Maldito sea Jesús!»
Al
presentarse como lo hace el principio de la discusión de los dones
espirituales, 1ª Corintios 12: 3 intentaba funcionar como una confirmación a
los corintios que podrían haber sospechado de algunos cristianos que procedían
de un trasfondo de adoración a los demonios en los templos de Corinto.
¿Podría
esta influencia demoníaca todavía afectar su uso de un don espiritual? Pablo
sienta la norma básica de que aquellos que profesan genuinamente la fe de que
(Jesús es el Señor) lo hacen por el Espíritu Santo que obra en ellos, y que
ninguno que habla por el poder del Espíritu Santo proferirá nunca una blasfemia
o una maldición contra Jesús." Este temor, entonces, no es uno que parecía
preocupar a Pablo. Él simplemente anima a los creyentes a orar en lenguas y
dice que si lo hicieran estarían edificándose a sí mismos.
NOTA: Marcos 16: 17 se usa a veces para reclamar
que todos los cristianos pueden hablar en lenguas: «Estas señales acompañarán a
los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas»,
Pero en respuesta a este versículo debe notarse:
(1) Que el versículo probablemente no formaba parte
originalmente del evangelio de Marcos, ya que muchos manuscritos tempranos y
muy confiables no incluyen Marcos 16: 9-20, y su estatus dudoso significa que
es una base precaria sobre la cual fundar una doctrina.
(2) Que aun cuando no sea parte de la Escritura,
por supuesto da testimonio de una muy temprana tradición en la historia de la
iglesia, pero aun en este caso, no afirma que todos los creyentes hablarán en
lenguas: la frase que sigue inmediatamente dice: «tomarán en sus manos
serpientes» (v. 18), algo que ningún intérprete responsable diría que debe ser
cierto en el caso de todo cristiano; y:
(3) Que en este pasaje no establece ninguna
conexión entre hablar en lenguas y el bautismo en el Espíritu Santo.
54En este punto se puede objetar que hablar en
lenguas no es un discurso facultado por el Espíritu Santo, sino un discurso que
viene del propio espíritu humano del que habla. Pero Pablo claramente considera
todos estos dones espirituales como facultados en general por el Espíritu
Santo, aun aquellos en los que se manifiesta plenamente la personalidad humana.
Esto sería así en el caso de maestros y
administradores, así como de aquellos que hablan en lenguas. En cada uno de
estos casos el agente activo en la realización de la actividad es el cristiano
que tiene el don particular y lo utiliza, pero aún así todos esos son
facultados por el Espíritu en su funcionamiento, y ello sería cierto también
para el don de lenguas.
También relevante en este punto es la seguridad que
Juan da a sus lectores, en el contexto de los espíritus demoniacos esparcidos
por el mundo: «El que está en ustedes es más poderoso que el que está en el
mundo» (1ª Jn 4: 4).
I ¿ESTÁ ROMANOS 8:26-27
RELACIONADO CON EL HABLAR EN LENGUAS?
Pablo
escribe en Romanos 8: 26 27:
Así Mismo, En Nuestra Debilidad El Espíritu Acude A Ayudamos. No Sabemos
Qué Pedir, Pero El Espíritu Mismo Intercede Por Nosotros Con Gemidos Que No
Pueden Expresarse Con Palabras. Y Dios, Que Examina Los Corazones, Sabe Cuál Es
La Intención Del Espíritu, Porque El Espíritu Intercede Por Los Creyentes
Conforme A La Voluntad De Dios.
Pablo
no menciona aquí explícitamente el hablar en lenguas, y la declaración
concierne en general a la vida de todos los cristianos, así que no parece
correcto decir que Pablo se refiere aquí al hablar en lenguas. Se refiere a una
experiencia más general que ocurre en la vida de oración de cada cristiano.
¿Pero
de qué habla exactamente? Algunos han pensado que se refiere a una actividad
intercesora completamente imperceptible para nosotros, en la que el Espíritu
Santo intercede por nosotros con suspiros y gemidos dirigidos al Padre. De
acuerdo con este punto de vista, ese trabajo intercesor del Espíritu sigue
adelante continuamente, pero no tenemos idea de que ello sucede (excepto por el
hecho de que la Escritura nos lo dice). De esa manera, esto sería similar a la
obra intercesora de Cristo mencionada en Romanos 8:34 y Hebreos 7: 25.
NOTA: Algunos populares libros han ofrecido
anécdotas de cristianos que dicen hablaron en lenguas durante un tiempo y
entonces encontraron que había un demonio dentro de ellos que facultaba este
discurso, y el demonio fue expulsado. (Vea, por ejemplo, C. Fred
Dickason, Demon Posession and the Christian [Westchester, III. Crossway, 1987], pp.
126-27; 188-91; 193-97.) Pero esto es justo otro ejemplo de un caso en que la
experiencia debe ser estar sujeta a la Escritura y probada por la Escritura, y
la enseñanza de la Escritura no debe estar sujeta a la experiencia.
Debemos tener cuidado de no dejar que tales
reportes de experiencias nos hagan adoptar una posición diferente sobre este
punto al de la propia Escritura. Específicamente, si 1ª Corintios 12-14 ve las
lenguas como un buen don del Espíritu Santo valioso para edificación y el bien
de la iglesia, y si Pablo dice: «Yo quisiera que todos ustedes hablaran en
lenguas» (1ª Co 14:5) entonces las interpretaciones de experiencias
contemporáneas que, en efecto, dicen: «Quiero que todos ustedes tengan temor de
las lenguas», contradicen el énfasis del Nuevo Testamento. (Note la cita de
Dickason de Kurt Koch: «Buscar este don para nosotros mismos puede ser una
experiencia muy peligrosa» [p. 127].). Esta no es exactamente la perspectiva de
Pablo en el Nuevo Testamento.
Estoy consciente que Dickason sustenta un punto de
vista cesacionista con respecto a hablar en lenguas hoy (vea p. 189: «Le dije
que dudaba hubiera hoy algunas genuinas lenguas de Dios en el sentido del Nuevo
Testamento»). Por lo tanto, desde esta perspectiva, no sujeta la Escritura a la
experiencia, pero ve estas experiencias como que confirman su comprensión de la
Escritura.
Existe la posibilidad de una falsificación
demoniaca de todo don en la vida de los incrédulos (vea Mt 7: 22; también el
capítulo 17, pp. 385-86, sobre los falsos milagros). Por lo tanto, el hecho de
que haya algún tipo de «hablar en lenguas» en las religiones paganas no debe
sorprendemos o llevamos a pensar que todo hablar en lenguas es falso. Pero en la
vida de los creyentes, especialmente cuando hay un fruto positivo en sus vidas
y frutos positivos de sus dones, 1ª Co 12: 3, 1ª Jn 4: 4; y Mr 7: 16-20 nos
dicen que no hay dones falsos sino dones verdaderos de Dios. Debemos recordar
que Satanás y los demonios no hacen el bien; ellos hacen el mal; y no traen
bendiciones, traen destrucción. (Vea también la promesa de Jesús en Lc 11:
11-13.)
(Neil T. Anderson, en The Bondage Breaker [Eugene,
Oreg.: Harvest House, 1990), pp. 159-60, relata la historia de un hombre que
era aparentemente un cristiano y que tenía un falso don de lenguas. Pero
Anderson anota que el don fue conferido al hombre «por falsos maestros» [p.
159) Y que este «don» trajo obvias consecuencias destructivas en la vida del
hombre. Estos factores, y no exactamente las palabras de un demonio como la
única prueba, dieron un claro indicio de la falsa naturaleza de ese supuesto
«don». A diferencia de Dickason, Anderson afirma que él no se opone al hablar
en lenguas; vea p. 160.)
Una explicación alternativa a estas historias
ofrecidas por Dickason es decir que los demonios que dijeron ellos eran
«espíritus de lenguas», y que vinieron cuando algunos carismáticos impusieron
las manos sobre los cristianos en cuestión, mentían. Satanás «es un mentiroso el
padre de la mentira» Gn 8: 44), y le gustaría que los cristianos sintieran
temor de tantos dones del Espíritu Santo como fuera posible.
Pero
esto no parece una explicación satisfactoria del pasaje, por varias razones:
(1) No parece probable que Pablo diría que la obra intercesora del Espíritu
Santo, que es el Dios infinito, omnipotente y omnisciente sería realizada con
«gemidos indecibles» (traducción literal de stenagmois alaletois en Romanos
8:26), especialmente cuando nos damos cuenta de que «gemidos» se refiere a
intensos suspiros de fatiga propios de criaturas desalentadas y abrumadas en un
mundo caído.
(2) Dentro del contexto más amplio los gemidos en cuestión parecen ser
aquellos debido a la carga de vivir en la malvada era presente (vea vv. 17,
18,23).
(3) El verbo «ayudar» en Romanos 8: 26 (en nuestra debilidad el Espíritu
acude a ayudamos») no se refiere a algo que el Espíritu Santo hace
independientemente de nosotros y a nuestro favor, sino más bien algo que el Espíritu
Santo hace en cooperación con nosotros.
El
verbo que Pablo utiliza aquí (sunantilambanomai) también se usa en Lucas 10:
40, donde Marta quiere que Jesús le diga a María que la «ayude» ciertamente
ella no quiere que prepare la comida en su lugar, sino más bien que venga y
participe con ella en su confección.58 Por lo tanto Pablo no habla de algo que
el Espíritu Santo hace con completa independencia de nuestra participación,
sino que el Espíritu Santo hace conjuntamente con nosotros.
Estas
razones se combinan para indicar que Pablo no habla sobre una obra que el
Espíritu Santo realiza aparte de nosotros y sin nuestro conocimiento, sino
sobre los suspiros y gemidos inarticulados que nosotros mismos proferimos en la
oración, los que entonces el Espíritu Santo convierte en intercesión efectiva
ante el trono de Dios. Podríamos parafrasear: «El Espíritu Santo acude en ayuda
de nuestras oraciones cuando intercede (por nosotros) al tomar nuestros gemidos
mudos y convertirlos en una oración efectiva»
¿Cuál
es la relación de esto y el hablar en lenguas? Ahí hay cierta similitud porque
una oración efectiva es la que oramos aun cuando no comprendamos completamente
lo que estamos orando. Pero hay algunas diferencias en el sentido de que los
suspiros y gemidos que emitimos en la oración se relacionan a menudo con
situaciones o dificultades de las que estamos muy conscientes en nuestras
mentes mientras oramos, así que sabemos sobre qué oramos.
Pero
Pablo dice que no sabemos cómo orar por estas situaciones tal cual debemos
orar. En consecuencia, el Espíritu Santo nos ayuda e intercede en estas
situaciones «conforme a la voluntad de Dios» (Ro 8: 27).
No hay
una mención explícita a nuestro espíritu orando (aun cuando de hecho eso puede
ser cierto también), ni hay una mención a nuestra mente como no fecunda o
carente de entendimiento (aunque eso puede ser en ocasiones cierto, por lo
menos en parte).
Tampoco
estos suspiros o gemidos se presentan como algo que podemos llamar «otras
lenguas» u «otros idiomas». Así que hay varias diferencias, aun cuando Romanos
8:26-27 habla sobre una intercesión que hacemos con sonidos que no comprendemos
completamente, y por lo tanto es un fenómeno que tiene algunas similitudes con
el hablar en lenguas.
NOTA: La palabra «gemidos» (stenagmos se usa en el
Nuevo Testamento solamente en Hechos 7:34, acerca de los gemidos de Israel bajo
la opresión de Egipto. Pero el verbo asociado stenaza se utiliza varias veces,
siempre en relación con criaturas finitas que gimen bajo el peso de esta
creación caída. En el contexto inmediatamente anterior stenazo se refiere a
nuestro gemir debido a que nuestra redención está incompleta (Ro 8: 23); una
palabra compuesta relacionada se usa en el v. 22 acerca de la propia creación).
El verbo también se utiliza en relación con
criaturas finitas que gimen bajo el peso de esta creación en Marcos 7: 34
(Jesús como hombre); 2ª Co 5: 2, 4 (creyentes que tienen un cuerpo terrenal
corruptible); Heb 13: 17 (líderes eclesiásticos que pueden estar tentados a
gemir bajo el peso del liderazgo de la iglesia); y Santiago 5:9 (una
advertencia a los cristianos de no quejarse unos de otros). Aunque el verbo se
utilizó una vez acerca de Jesús, quien se quejó mientras estaba bajo las
limitaciones de su existencia humana, no parece un término apropiado para
usarlo en relación con la actividad del Espíritu Santo, que no experimenta una
debilidad semejante pues nunca asumió una naturaleza humana.
Aunque la palabra no se usa en otros lugares del
Nuevo Testamento, su sentido también se transparenta por el prefijo su» (con»
que Pablo añade a una palabra de uso común para «ayuda».
Un punto de vista alternativo se halla en la útil
discusión de Douglas Moo, Romans* 1-8, pp. 559-63, quien (de forma indecisa)
entiende que los gemidos no son nuestros sino del Espíritu Santo.
F. PALABRA DE SABIDURÍA Y PALABRA DE CONOCIMIENTO PABLO ESCRIBE:
«A
unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo
Espíritu, palabra de conocimiento» (1ª Co 12: 8). Al comenzar esta discusión se
debe entender que estos dos dones no se mencionan en ningún otro lugar de la
Escritura: o y tampoco se ha encontrado en ninguna otra literatura cristiana
temprana fuera de la Biblia el uso de estas frases sobre algún don espiritual.
Esto
significa que la única información que tenemos sobre estos dones está contenida
en este versículo: tenemos las palabras utilizadas para describir estos dos
dones, y el contexto en que estas frases aparecen. Ningún intérprete en ninguna
otra parte tiene información adicional alguna que esta con la cual trabajar.
Esto nos advierte que nuestras conclusiones probablemente serán hasta cierto
punto tentativas en cualquier caso.
Las
más importantes alternativas para comprender estos dos dones son:
(1) Comúnmente se piensa que estos dos dones deben referirse a la capacidad
para recibir una revelación especial del Espíritu Santo y, sobre esa base,
proferir palabras que dan sabiduría en una situación determinada u ofrecen un
conocimiento específico sobre una situación en la vida de alguien presente en
la congregación. Según esta interpretación estos dones serían más «milagrosos»,
en el sentido que provocarían la admiración y el asombro entre las personas
presentes ya que no estarían basados en información ordinariamente disponible a
la persona que utiliza el don.
(2) La otra interpretación de estos dones los vería más como «menos
milagrosos» u ordinarios: la «palabra de sabiduría» simplemente significa la
capacidad de ofrecer una palabra sabia en distintas situaciones, y la «palabra
de conocimiento» es la capacidad de hablar con conocimiento acerca de una
situación.
En
ambos casos el conocimiento y la sabiduría no estarían basados en una
revelación especial dada espontáneamente por el Espíritu Santo sino basada en
sabiduría adquirida en el curso ordinario de la vida, el conocimiento y la
sabiduría que caracterizaría, por ejemplo, a los maestros de la Biblia o a los
ancianos y otros cristianos maduros en la iglesia. Estas serían potenciadas por
el Espíritu Santo y consecuentemente hechas efectivas cuando se las pronunció.
En
este sentido, ejemplos de «palabras de sabiduría» podrían hallarse en Hechos 6:
1-6 (el nombramiento de los primeros «diáconos» o asistentes de los apóstoles);
Hechos 6:1 0 (la sabiduría de Esteban al proclamar el evangelio); Hechos 15:
19-29 (la decisión del concilio de Jerusalén); y aun en la declaración de
Salomón: «Partan en dos al niño que está vivo, y denle una mitad a ésta y la
otra mitad a aquélla» (1 Reyes 3:25; vea también 1ª Co 6: 5-6).
NOTA: Por lo menos ningún otro lugar de la
Escritura llama algo una «palabra de sabiduría» o «palabra de conocimiento» o
usa esas frases de alguna otra manera.
Se
puede argüir a favor de la primera interpretación que todos los otros siete
dones relacionados en 1ª Corintios 12: 8-10 están en la categoría de
«milagrosos», y por lo tanto esos dos dones deben comprenderse de esa forma
también.
No
obstante, hay algunas consideraciones de peso contra este punto de vista:
(1) Los términos que Pablo utiliza «palabra» (logos, «sabiduría» (sophia),
y «conocimiento» (gnosis) no son vocablos especiales o técnicos, sino palabras
de uso común en el Nuevo Testamento griego. Son simplemente los vocablos que
ordinariamente se usan para «palabra» y «sabiduría» y «conocimiento».
Por
otra parte, no se utilizan por lo común para denotar acontecimientos milagrosos
(como en el caso, por ejemplo, de las palabras revelación y profecía, sino
simplemente son vocablos utilizados para designar la sabiduría y el
conocimiento humanos. Así que del significado de las propias palabras no parece
desprenderse ninguna alusión a un don milagroso.
(2) En el contexto de 1 Corintios 12:8, el propósito de Pablo en el
argumento parece inclinarse en contra de considerarlas como milagrosas. El
principal objetivo de Pablo en los versículos 8-10 es demostrar que no importa
qué tipo de don tenga una persona él o ella puede tener la seguridad que ese
don ha sido concedido por el Espíritu Santo. Pablo comienza la sección
diciendo: «A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien de
los demás», e inmediatamente continúa esta sección diciendo: «Todo esto lo hace
un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina» (vv.
7, 11).
Pero
si el propósito de Pablo en esta sección es mostrar que todo don del cristiano
lo da el Espíritu Santo, entonces ese propósito no sería bien servido solo
dando ejemplos de dones milagrosos. Si hizo eso, aquellos con dones que no son
milagrosos se sentirían excluidos del argumento y no se les persuadiría de que
sus dones estaban incluidos en el argumento de Pablo.
Lo que
aun es más importante, aquellos con dones milagrosos podrían mirar esta lista y
concluir que solo aquellos con dones milagros tenían realmente al Espíritu
Santo obrando en su interior a fin de potenciar esos dones. Esto podría
conducir a cierto tipo de elitismo en la congregación. Por consiguiente, parece
necesario que Pablo incluyera algunos dones que no son milagrosos en su lista
de 1 Corintios 12:8-10.
¿Pero
cuáles son los dones que no son milagrosos en esta lista?
Palabra
de sabiduría
Palabra
de conocimiento
Fe
Dones
para sanar enfermos
Milagros
Profecía
Discernir
entre espíritus
Lenguas
Interpretación
de lenguas
Todos
los demás dones parecen caer en la categoría de más «milagrosos» (con las posibles
excepciones de hablar en lenguas y quizá la fe). Pero ello haría casi
imprescindible que palabra de sabiduría y palabra de conocimiento no fueran
milagrosos a fin de garantizar que haya algunos dones que no son milagrosos en
la lista.
Esto
demostraría la sabiduría pastoral de Pablo al seleccionar ejemplos de
diferentes tipos de dones que se ejercitan en la congregación existente. Así
que debe haber algunos dones que no son milagrosos en la lista; y si hay
algunos, entonces estos son muy buenos candidatos.
(3) Probablemente la consideración más decisiva es el hecho de que el Nuevo
Testamento ya tiene un término para describir la acción de recibir una
revelación especial del Espíritu Santo y comunicarla a la congregación. Pablo
llama a esto «profecía». Como discute la profecía con bastante extensión, la
describe y la regula, ahora podemos saber con claridad lo que era la profecía.
Pero
decir que estos otros dones funcionaban exactamente de la misma manera
(difiriendo quizá solo en el contenido) no parece justificado por nada en el
texto que no sea la noción preconcebida de lo que deben ser estos dones.
Por lo
tanto parecería preferible considerar estos como una modalidad «no-milagrosa»,
simplemente como la capacidad de hablar con sabiduría o con conocimiento en
distintas situaciones. Lo que mucha gente hoy llama «palabra de sabiduría» y
«palabra de conocimiento» en los círculos carismáticos, sería mejor referirse a
ello como (profecía).
G. DISTINGUIR ENTRE ESPÍRITUS Y LA GUERRA ESPIRITUAL
El don
de distinguir entre espíritus es un don que se menciona una sola vez en el
Nuevo Testamento (en la lista de 1ª Co 12: 10), pero la naturaleza de este don
lo vincula con cierto número de otros pasajes que describen la guerra
espiritual que tiene lugar entre los cristianos y los espíritus demoníacos.
Podemos definir el don de distinguir entre espíritus como sigue: Distinguir
entre espíritus es la capacidad especial de reconocer la influencia del
Espíritu Santo o de espíritus demoníacos en una persona.
En la
perspectiva de la historia de la redención, este don también ofrece un anticipo
de la era por venir en la medida que es un anticipo de la capacidad para
reconocer a Satanás y su influencia, capacidad que se nos perfeccionará en el
cielo, cuando todo lo que está encubierto o escondido será revelado y puesto a
la luz (Mt 10:26; Ap 20: 11-15).
Esta
capacidad posiblemente es más fuerte que la poseída por la mayoría de los
creyentes en el viejo pacto, donde las menciones de la actividad demoníaca son
poco frecuentes, y donde los ataques demoníacos contra el pueblo de Dios
incluían más frecuentemente ataques militares de naciones incrédulas contra el
pueblo de Israel, o abiertas tentaciones para ir y servir a deidades paganas.
NOTA: Aun si la fe y las lenguas se consideran no
milagrosas, entonces tenemos una lista que es una mezcla de dones milagrosos y
no milagrosos, y entonces no hay motivo porqué palabra de sabiduría y palabra
de conocimiento no puedan ser consideradas también no milagrosas, especialmente
sobre la base del hecho que las palabras utilizadas para describirlas no
denotan ordinariamente eventos milagrosos.
De hecho, todo lo que los modernos pentecostales y
carismáticos llaman "palabras de conocimiento» y "palabras de
sabiduría» se ajustaría exactamente a la definición de profecía dada por Pablo,
y debe ser de hecho puesto bajo la sombrilla general de profecía. Esto tendría
la notable ventaja de hacer que el uso de este don esté sujeto a las normas de
Pablo para comprender y regular la profecía en la iglesia.
¿Sobrevendría algún daño de mantener la
medianamente común práctica de considerar las palabras de sabiduría y las
palabras de conocimiento como dones milagrosos que dependen de una revelación
especial de Dios? Un peligro inmediato podría ser que, en tanto lo que
actualmente ocurre fuera llamado «profecía» por Pablo, en algunos casos se le
llama ahora como algo diferente, y esto tiende a distanciarlo de las
regulaciones que da Pablo para la profecía en el Nuevo Testamento.
Si eso
podría llevar a un uso equivocado del don en algún momento futuro es imposible
de predecir. Pero más bien sí parece ser algo anómalo tener un don milagroso
que se utiliza muy ampliamente y que solo se menciona pero nunca se discute ni
se regula en todo el Nuevo Testamento.
Por consiguiente
la actividad demoníaca se percibía fundamentalmente a través de la observación
de acontecimientos físicos exteriores y circunstancias en las que Satanás
llevaba a cabo sus propósitos, y que podían distinguirse con claridad.
Este
don del Nuevo Testamento de distinguir entre espíritus incluye la capacidad de
diferenciar la presencia de espíritus malignos de la presencia de la obra del
Espíritu Santo en la vida de una persona. Pablo sabe que antes los corintios
«se dejaban arrastrar hacia ídolos mudos» (1ª Co 12: 2), y Juan se da cuenta
asimismo que los cristianos necesitan someter los espíritus «a prueba pera ver
si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas» (1ª Jn 4:
1).
Más
allá de esto, también es posible que el don incluya distinguir entre varios
tipos de espíritus malignos, tales como un espíritu de enfermedad (Lc 13: 11),
un espíritu de adivinación (Hch 16:16), un espíritu sordo y mudo (Mr 9: 15,29),
y un espíritu de engaño (1ª Jn 4: 6). Desde un punto de vista léxico y gramatical
no hay nada que nos impida entender que el don de «distinguir entre espíritus»
incluye también este tipo de capacidad.
Por
supuesto, en cierto grado la presencia de actividad demoníaca es externamente
evidente, a veces a partir de la manifestación abierta de falsas declaraciones
doctrinales (vea 1ª Co 12: 2-3; 1ª Jn 4: 1-6), ya veces mediante violentas y
extrañas acciones físicas, especialmente en presencia de la predicación
cristiana (vea Mr 1: 24; 9: 20; Mt 8: 29).
La
influencia de Satanás tiene características destructivas, y la persona
influenciada por un demonio tendrá una influencia destructiva sobre la iglesia
y otros a su alrededor, y también una influencia auto destructiva que daña la
vida del propio individuo perturbado.
Pero
además de estos indicios externos de la influencia demoníaca, probablemente hay
también una percepción más subjetiva que tiene lugar a nivel espiritual y
emocional, por medio de la cual se hace evidente la presencia de la actividad
demoníaca.
Cuando
esta está más desarrollada y es capaz de funcionar para beneficio de la iglesia
como un todo, entonces Pablo no duda en llamarla un don de distinguir entre
espíritus.
En
relación con el don de distinguir entre espíritus, la discusión de la guerra
espiritual sostenida arriba en el capítulo 20 (sobre Satanás y los demonios)
también es relevante.
NOTA: Para un muy extenso análisis gramatical y
lingüístico de esta frase, vea Wayne Grudem, (A Response to Gerhard Dautzenberg
sobre 1ª Co 12: 10), en Biblische Zeitschrift, N.F., 22: 2 (1978), pp. 253-70.
Por supuesto, ningún don es perfecto en ningún
cristiano en esta era (1ª Co 13: 9-10), y no debemos esperar que este don sea
perfecto, o que aquellos que lo poseen nunca cometan errores.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Ha experimentado usted alguna vez un don de profecía tal como se
define en este capítulo? ¿Cómo lo ha llamado? Ha funcionado este don (o algo
parecido) en su iglesia? Si así fuera, ¿cuáles han sido los beneficios-y los
peligros? Si no, piensa que este don podría ser útil para su iglesia? (¿Por qué
sí o porqué no?)
2. ¿Funciona con efectividad el don de la enseñanza en su iglesia? ¿Quién
utiliza este don además del pastor o los ancianos? ¿Piensa usted que su iglesia
aprecia adecuadamente una sólida enseñanza de la Biblia? En qué áreas (si
alguna) piensa usted que su iglesia necesita crecer en su conocimiento y amor
por las enseñanzas de la Escritura?
3. ¿De los otros dones que se discuten en este capítulo, ¿ha utilizado
usted mismo alguno de ellos? ¿Hay alguno que piensa su iglesia necesita pero
que en este momento no posee? ¿Qué piensa sería lo mejor que puede hacer en
respuesta a esta necesidad?
TÉRMINOS ESPECIALES
Apóstol,
cesacionista, curar enfermos, distinguir entre espíritus, dones del Espíritu
Santo, dones milagrosos, dones no milagrosos, enseñanza, hablar en lenguas,
interpretación de lenguas, milagros, oficio, palabra de conocimiento, palabra
de sabiduría, profecía.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Corintios 12: 7-11: A Cada Uno Se Le Da Una Manifestación Especial
Del Espíritu Para El Bien De Los Demás. A Unos Dios Les Da Por El Espíritu
Palabra De Sabiduría; A Otros, Por El Mismo Espíritu, Palabra De Conocimiento;
A Otros, Fe Por Medio Del Mismo Espíritu; A Otros, Y Por Ese Mismo Espíritu,
Dones Para Sanar Enfermos; A Otros, Poderes Milagrosos; A Otros Profecía; A
Otros, El Discernir Espíritus; A Otros, El Hablar En Lenguas; Y A Otros, El
Interpretar Lenguas. Todo Esto Lo Hace Un Mismo Y Único Espíritu, Quien Reparte
A Cada Uno Según Él Lo Determina.