2ª PARTE DE LA DOCTRINA DE LA IGLESIA

CAPÍTULO 6

BAUTISMO

¿QUIÉNES DEBEN BAUTIZARSE? ¿CÓMO SE DEBE BAUTIZAR? ¿QUÉ SIGNIFICA?
EXPLICACIÓN Y BASE BÍBLICA
En este capítulo y el siguiente tratamos del bautismo y la Cena del Señor, dos ceremonias que Jesús ordenó que su iglesia realizara. Pero antes de empezar la consideración de estas ceremonias debemos notar que hay desacuerdo entre protestantes incluso sobre el término general que se les debe aplicar. Debido a que la Iglesia Católica Romana llama a estas dos ceremonias «sacramentos», y debido a que la Iglesia Católica Romana enseña que estos sacramentos en sí mismos en realidad dan gracia a la gente (sin requerir fe de las personas que participan en ella), algunos protestantes (especialmente bautistas) han rehusado referirse al bautismo y a la Cena del Señor como «sacramentos».
Han preferido usar la palabra ordenanzas más bien. Se piensa que es un término apropiado porque el bautismo y la Cena del Señor fueron «ordenados» por Cristo. 1 Por otro lado, otros protestantes, tales como en las tradiciones anglicana, luterana y reformada, han estado dispuestos a usar la palabra «sacramentos» para referirse al bautismo y a la Cena del Señor, sin por ello endosar la posición católica romana.
No parece ser que haya algún punto significativo en juego en la cuestión de si llamar al bautismo ya la Cena del Señor «ordenanzas» o «sacramentos». Puesto que los protestantes que usan ambas palabras explican claramente lo que quieren decir por ellas, el argumento en realidad no es en cuanto a doctrina sino en cuanto al significado de la palabra en español.
Si estamos dispuestos a explicar claramente lo que queremos decir, no parece que haya alguna diferencia si usamos la palabra sacramentos o no. En este texto, al referirme al bautismo y a la Cena del Señor en la enseñanza protestante, usaré intercambiablemente tanto «ordenanzas» cómo «sacramentos », y los consideraré como sinónimos en significado.
Antes de empezar nuestra consideración del bautismo debemos reconocer que ha habido históricamente, y la hay hoy, una fuerte diferencia de punto de vista entre los cristianos evangélicos respecto a este tema. La posición que se aboga en este libro es que el bautismo no es una doctrina «principal» que debería ser base para división entre cristianos genuinos,' pero es con todo asunto de importancia para la vida ordinaria de la iglesia, y es apropiado que le demos su plena consideración.
La posición que se aboga en este capítulo es «bautística; es decir, que el bautismo es apropiadamente administrado sólo a los que dan una profesión creíble de fe en Jesucristo. Durante la consideración intercalaremos particularmente consideración de la posición del paidobautismo «bautismo de infantes») según aboga Louis Berkhof en su Systematic Theology puesto que ésta es una representación cuidadosa y también responsable de la posición paidobautista, y es un texto de teología sistemática ampliamente usado.
NOTA: A. H. Strong, Systematic Theology, dice: «Ninguna ordenanza es un sacramento en el sentido romanista de conferir gracia» (p. 930). También dice: «El romanista considera las ordenanzas como en realidad confiriendo gracia y produciendo santidad» (ibid.).
El American Heritage Dictionary (Houghton Mimen, Bastan, 1981) en inglés, permite una variedad de significados, definiendo un sacramento como un rito considerando como «un testimonio de gracia interna o canal que media la gracia» (p. 1141). Incluso el bautista más acendrado no objetaría llamar al bautismo «un testimonio de gracia interna» en tanto que los católico romanos no objetarían llamar al bautismo «un canal de gracia mediada».

A. MODO Y SIGNIFICADO DEL BAUTISMO

La práctica del bautismo en el Nuevo Testamento se realizaba sólo de una manera: la persona que era bautizada era sumergida o puesta completamente bajo el agua y después sacada de nuevo. El bautismo por inmersión es por consiguiente el «modo» de bautismo o la manera en que el bautismo se realizaba en el Nuevo Testamento. Esto es evidente por las siguientes razones:
(1) La palabra griega baptizo quiere decir «hundir, sumergir, inmergir» algo en agua. Este es el significado comúnmente reconocido y regular del término en la literatura griega antigua tanto dentro como fuera de la Biblia"
(2) El sentido de «inmergir» es apropiado y probablemente exigido para la palabra en varios pasajes del Nuevo Testamento. En Marcos 1: 5, Juan bautizaba a la gente «en el río Jordán» (el texto griego tiene en, «en», y no (junto a» o «al lado de» o «cerca» al río)' Marcos también nos dice que cuando Jesús fue bautizado «En seguida al subir del agua» (Mr 1: 10).
El texto griego especifica que salió «fuera del» (ek) el agua; y no que se alejó de ella (esto se expresaría por el gr. apó). El hecho de que Juan y Jesús descendieron al río y salieron del mismo fuertemente sugiere inmersión, puesto que el rociamiento o derramamiento del agua se podría haber hecho mucho más fácilmente estando junto al río, particularmente debido a las multitudes de personas que venían para el bautismo.
El Evangelio de Juan nos dice, además, que Juan el Bautista «también Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque allí había mucha agua» Gn 3: 23).
NOTA: Ver la doctrina de las escrituras para una consideración de doctrinas principales y menores. No todos los creyentes concuerdan con mi punto de vista de que esta es una doctrina menor. Muchos creyentes en generaciones previas fueron perseguidos e inclusive matados debido a que diferían con la iglesia estatal oficial y su práctica de bautismo de infantes.
Para ellos el asunto no era meramente una ceremonia: era el derecho a tener una iglesia de creyentes, una que automáticamente no incluyera a todas las personas nacidas en una región geográfica. Vista en esta luz, la controversia en cuanto al bautismo incluye una diferencia mayor en cuanto a la naturaleza de la iglesia: ¿Llega uno a ser parte de la iglesia por nacer en una familia creyente, o por profesión voluntaria de fe?
Así LS), p. 305: (hundí); pasivo, «ser ahogado». De modo similar, BAGD, p. 131: «hundir, emergí, y medio, «hundirse uno mismo, bañarse (en la literatura no cristiana también "hundir, sumergir, empapar, abrumar)”.
También Albrecht Oepke, «bapto, baptizo, etc.», en TDNT 1:530: "inmergir hundir el barco»; pasivo: «hundir sufrir naufragio, ahogar (el sentido de "bañarse" o "lavarse" se halla sólo ocasionalmente en el helenismo la idea de sumergirse o perecer es casi el uso general» (ibid.). A. H. Strong, Systematic Theology, pp. 933-35 da mucha evidencia adicional en Este respecto.
Berkhof, Systematie Theology, p. 630, objeta y da algunos ejemplos contrarios, pero su evidencia no es convincente porque indiscriminadamente mezcla ejemplos de baptizo con una palabra relacionada pero diferente, bapto. (Pasajes que hablan de «bañarse» o lavarse [en la Septuaginta, Judit 12: 7, por ejemplo, y en el Nuevo Testamento, Mr 7: 4] más probablemente incluyen cubrirse el cuerpo [o las manos, en Mr 7: 4] completamente con agua).
Si algún autor del Nuevo Testamento hubiera querido indicar que las personas eran rociadas con agua, tenía a su disposición una palabra griega perfectamente buena que quiere decir «rociar»: rantizo que se usa en este sentido en Heb 9: 13, 19, 21; 10: 22; ver BAGD, p. 734.
Berkhof pregunta: ¿Fue Juan el Bautista capaz de la enorme tarea de sumergir a las multitudes que se agolpaban viviendo a él en el río Jordán» (p. 630). Ciertamente, en un período de varios días, habría sido capaz de sumergir muchos cientos de personas, pero también es posible que sus discípulos (Mt 9: 14; el al.) le ayudaron con algunos de los bautismos.
De nuevo, no exigiría «mucha agua» para bautizar a la gente mediante rociamiento, pero sí se necesitaría mucha agua para bautizar por inmersión.
Cuando Felipe le habló del evangelio al eunuco etíope, «Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: -Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?» (Hch 8: 36). Evidentemente ninguno de ellos pensó que rociar o derramar un poco de agua de un recipiente de agua para beber que se hubiera realizado en el carruaje era suficiente para constituir un bautismo. Más bien, esperaron hasta que hubo un cuerpo de agua cerca del camino.
Entonces «mandó parar el carro, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó.
Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe.
El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino» (Hch 8: 38-39). Como en el caso de Jesús, éste bautismo tuvo lugar cuando Felipe y el eunuco bajaron a un cuerpo de agua, y después del bautismo subieron de ese cuerpo de agua. De nuevo, el bautismo por inmersión es la única explicación satisfactoria para esta narración:
(3) El simbolismo de unión con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección parece exigir el bautismo por inmersión. Pablo dice:
¿Acaso No Saben Ustedes Que Todos Los Que Fuimos Bautizados Para Unirnos Con Cristo Jesús, En Realidad Fuimos Bautizados Para Participar En Su Muerte? Por Tanto, Mediante El Bautismo Fuimos Sepultados Con Él En Su Muerte, A Fin De Que, Así Como Cristo Resucitó Por El Poder Del Padre, También Nosotros Llevemos Una Vida Nueva (Ro 6: 3-4).
De modo similar, Pablo les dice a los Colosenses: «Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos» (Col 2: 12).
Ahora bien, esta verdad claramente queda simbolizada en el bautismo por inmersión.
Cuando el candidato al bautismo es sumergido en el agua eso es un cuadro de descender a la tumba y ser sepultado. Salir del agua es entonces un cuadro de ser resucitado con Cristo para andar en vida nueva. El bautismo de este modo claramente ilustra la muerte a la vieja vida de uno y la resurrección a una nueva clase de vida en Cristo, pero el bautismo por rociamiento o derramamiento simplemente no tiene este simbolismo?
A veces se objeta que lo esencial que se simboliza en el bautismo no es la muerte y la resurrección con Cristo sino purificación y limpiamiento de los pecados.
NOTA: Berkhof (pp. 630-631) objeta que en Hch 8:38 la palabra griega eis puede significar «a» y no necesariamente «dentro de». Es cierto que la palabra puede tener ambos significados. Pero también debemos notar el v. 39 en donde «ek» ciertamente significa «fuera de». Y no (lejos de), que se expresaría por apó. Y el hecho de bajar y subir (tatabaino, y anabaino) no es bajarse del carruaje y volver a embarcarse en él, sino que específicamente se dice que bajaron al agua y subieron del agua.
De hecho, las aguas del bautismo tienen un simbolismo incluso más rico que simplemente el simbolismo de la tumba. Las aguas también nos recuerdan las aguas del juicio de Dios que vino sobre los no creyentes en tiempo del diluvio (Gn 7: 6-24), o el ahogamiento de los egipcios en el éxodo (Éx 14: 26-29). De modo similar, cuando
Jonás fue arrojado en el abismo Jon 1:7-16). Fue arrojado al lugar de la muerte debido al juicio de Dios sobre su desobediencia; aunque fue milagrosamente rescatado y así llegó a ser un símbolo de la resurrección. Por consiguiente, los que bajan a las aguas del bautismo realmente están bajando a las aguas del juicio y de la muerte; muerte que merecen de Dios por sus pecados. Cuando suben del agua del bautismo eso muestra que han atravesado con seguridad el juicio de Dios sólo debido a los méritos de Jesucristo, con quien se unen en su muerte y su resurrección. Por eso Pedro puede decir en 1P 3:21 que el bautismo «corresponde a» la salvación de Noé y su familia de las aguas del juicio en el diluvio.
Douglas Moa, en Romanos 1-8, Wycliffe Exegetical Commentary (Chicago: Moody Press, 1991), arguye que el bautismo en Ro 6 «funciona como una experiencia en taquigrafía de la experiencia de conversión como un todo... No es, entonces, que el bautismo sea un símbolo de morir y resucitar con Cristo» (p. 371). Dice que «no hay evidencia en Romanos 6, o en el NT, de que a los movimientos físicos en sí: inmersión, y emersión, incluidos en el bautismo se les haya asignado significación simbólica» (p. 379). En tanto que concuerdo con que el bautismo en Ro 6 funciona como una versión taquigráfica de la experiencia de la conversión como un todo, no me parece que podamos excluir el simbolismo de morir y resucitar con Cristo, por las siguientes razones:
(1) Las acciones físicas de bajar al agua (en donde los seres humanos no pueden vivir por más de unos pocos minutos) y de salir juera del agua son tan estrechamente paralelos de las acciones de bajar a la tumba y salir de la tumba que la conexión es evidente por la apariencia superficial de las acciones, y no sería necesaria ninguna explicación detallada.
(2) El trasfondo del Antiguo Testamento de ser inmergido en las aguas del juicio de Dios confirma esto.
(3) Cuando Pablo dice: «Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos» (CoI2: 12), es dificil imaginarse que alguno de los lectores de Pablo, incluso niños, se habían perdido el evidente paralelo entre las acciones del bautismo y morir y resucitar con Cristo. (Esto sería verdad incluso si, como Moa, tradujéramos Col 2:12 «mediante el bautismo»).
Ciertamente es verdad que el bautismo es un símbolo evidente de lavamiento y limpieza, y que las aguas del bautismo en efecto simbolizan lavamiento y purificación de pecados tanto como la muerte y la resurrección con Cristo.
Tito 3: 5 habla del «lavamiento de la regeneración» y, aunque la palabra bautismo no se usa en este pasaje, es ciertamente verdad que hay un limpiamiento de los pecados que ocurre en el momento de la conversión. Ananías le dijo a Saulo: «Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando su nombre» (Hch 22: 16).
Pero decir que el lavamiento de pecados es lo único (o incluso lo más esencial) que se ilustra en el bautismo no representa fielmente la enseñanza del Nuevo Testamento.
Tanto el lavamiento como la muerte y la resurrección con Cristo están simbolizados en el bautismo, pero Romanos 6: 1-11 y Colosenses 2: 11-12 ponen un claro énfasis en morir y resucitar con Cristo. Incluso el lavamiento se simboliza mucho más efectivamente mediante la inmersión que por rociamiento o derramamiento, y la muerte y la resurrección con Cristo se simbolizan sólo por inmersión, y para nada mediante el rociamiento o derramamiento.
¿Cuál es, entonces, el significado positivo del bautismo? En toda la discusión en cuanto al modo del bautismo y las disputas sobre su significado, es fácil que los creyentes pierdan de vista el significado y belleza del bautismo, y que desdeñen las tremendas bendiciones que acompañan a esta ceremonia.
Las asombrosas verdades de pasar por las aguas del juicio con seguridad, de morir y resucitar con Cristo, y de recibir el lavamiento de nuestros pecados, son verdades de proporción significativa y eterna, y debería ser una ocasión de dar gran gloria y alabanza a Dios. Si las iglesias enseñaran más claramente estas verdades, los bautismos serían ocasión de mucha mayor bendición en la iglesia.

B. LOS CANDIDATOS AL BAUTISMO

El patrón revelado en varios lugares del Nuevo Testamento es que sólo los que dan una profesión creíble de fe deben ser bautizados. A esta noción a menudo se le llama el «bautismo de creyentes», puesto que sostiene que sólo los que han creído en Cristo (o, más precisamente, los que han dado una evidencia razonable de creer en Cristo) deben ser bautizados. Esto se debe a que el bautismo, que es un símbolo de empezar la vida cristiana se debe administrar sólo a los que en efecto han empezado la vida cristiana.
1. EL ARGUMENTO DE LOS PASAJES NARRATIVOS DEL NUEVO TESTAMENTO SOBRE EL BAUTISMO.
Los ejemplos de narraciones de los que fueron bautizados sugieren que el bautismo fue administrado sólo a los que dieron una profesión creíble de fe. Después del sermón de Pedro en Pentecostés leemos: (dos que recibieron su mensaje fueron bautizados) (Hch 2:41).
El texto especifica que el bautismo fue administrado a los que «recibieron su mensaje» y por consiguiente confiaron en Cristo para la salvación.
De modo similar, cuando Felipe predicó el evangelio en Samaria, leemos:
«Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron» (HH. 8: 12). De igual manera, cuando Pedro predicó a los gentiles en la casa de Camelia, permitió el bautismo para los que habían oído la palabra y recibido el Espíritu Santo; es decir, los que habían dado evidencia persuasiva de una obra interna de regeneración.
Mientras Pedro predicaba: «el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban el mensaje» y Pedro y sus compañeros «los oían hablar en lenguas y alabar a Dios» (Hch 10: 44-46). La respuesta de Pedro fue que el bautismo es apropiado para los que habían recibido la obra regeneradora del Espíritu Santo: «¿Acaso puede alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?» entonces Pedro «mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo» (Hch 10: 47-48).
El punto de estos tres pasajes es que el bautismo se administra apropiadamente sólo a los que han recibido el evangelio y confiado en Cristo para salvación. Hay otros textos que también indican esto: Hechos 16: 14-15 (Lidia y su familia, después de que «el Señor le abrió el corazón» para que creyera»); Hechos 16: 32-33 (la familia del carcelero de Filipos, después de que Pedro les predicó «la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa»); y 1ª Corintios 1: 16 (la familia de Estéfanas), pero estos pasajes se considerarán más completamente abajo cuando veamos la cuestión de «bautismo de familias».
2. EL ARGUMENTO DEL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO.
Además de estas indicaciones de las narrativas del Nuevo Testamento de que el bautismo siempre venía después de la fe que salva, hay una segunda consideración que aboga por el bautismo de creyentes: el símbolo externo de empezar la vida cristiana debe ser dado sólo a los que muestran evidencia de haber empezado la vida cristiana.
Los autores del Nuevo Testamento escribieron como si claramente dieran por sentado que todos los que fueron bautizados también habían confiado personalmente en Cristo y
8Berkhofadvierte en contra de dar demasiada importancia al silencio de las Escrituras respecto al bautismo de infantes. Comentando sobre el hecho de que en algunos casos fueron bautizadas familias enteras, dice: «y si hubo infantes, es moralmente verdad que ellos fueron bautizados junto con sus padres»
Pero esto no es lo que dice Hch 2:41: el pasaje especifica que (los que recibieron su mensaje fueron bautizados), y no los que no recibieron su palabra pero eran infantes que pertenecían a las familias de los que recibieron su mensaje. experimentado la salvación. Por ejemplo, Pablo dice: «Todos ustedes los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo» (Gá 3: 26-27).
Pablo aquí da por sentado que el bautismo es una señal externa de regeneración interna. Esto simplemente no habría sido cierto de infantes; Pablo no podía haber dicho: «todos los infantes que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo», porque los infantes todavía no han llegado a la fe que salva ni han dado ninguna evidencia de regeneración:
Pablo habla de la misma manera en Romanos 6: 3-4: «¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte». ¿Podría Pablo haber dicho esto de los infantes?
¿Podría haber dicho que «todos los infantes que han sido bautizados en Cristo Jesús  fueron bautizados en su muerte» y «fueron sepultados por consiguiente con él por el bautismo en su muerte, para que así como Cristo fue resucitado de los muertos»?
Pero si Pablo no pudo decir estas cosas en cuanto a los infantes, entonces los que abogan por el bautismo de niños deben decir que el bautismo significa algo diferente para los infantes que lo que Pablo quiere decir por «todos los que fuimos bautizados para unimos con Cristo Jesús». Los que abogan por el bautismo de infantes en este punto recurren a lo que le parece al presente autor el lenguaje vago en cuanto a infantes siendo adoptados «en el pacto» o «en la comunidad del pacto», pero el Nuevo Testamento no habla de esa manera en cuanto al bautismo. Más bien, dice que todos los que han sido bautizados han sido sepultados con Cristo, han sido resucitados con él, y se han revestido de Cristo.
Un argumento similar se puede hacer de Colosenses 2: 12: «Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos». Pero no se podría decir de los infantes que fueron sepultados con Cristo, o que fueron resucitados con él mediante la fe, puesto que ellos no tienen edad suficiente para ejercer fe por sí mismos.
NOTA: Esto no es afirmar que ningún infante puede ser regenerado, sino simplemente que Pablo no podía haber tenido base teológica para decir que todos los infantes que habían sido bautizados habían empezado la vida cristiana. Él está hablando en Gá 3: 27 de (todos ustedes que fueron bautizados en Cristo).
Ver sección 3 abajo para una respuesta a la noción católico romana de que el bautismo produce regeneración.
El acto de bautizar a un infante, incluyendo el ponerle nombre al infante en ese momento, a veces se le llama «cristianizar», especialmente en las Iglesia Católica Romana y episcopal.
3. ALTERNATIVA N° 1: LA NOCIÓN CATÓLICO ROMANA.
La Iglesia Católica Romana enseña que el bautismo se debe administrar a infantes.!! Esto se debe a que la Iglesia Católica Romana cree que el bautismo es necesario para salvación, y que el acto de bautismo en sí mismo produce regeneración. Por consiguiente, en este punto de vista, el bautismo es un medio por el que la iglesia concede gracia que salva a la gente. y si es esta clase de canal de gracia que salva se le debe dar a toda persona.
Ludwig Ott, En Su Fundamentals Of Catholic Dogma' Da Las Siguientes Explicaciones: El Bautismo Es Ese Sacramento En El Que El Hombre Lavado Con Agua En El Nombre De Las Tres Personas Divinas Renace Espiritualmente (Ott De Jn 3: 5; Tit 3: 5 Y Ef. 5: 26 Como Respaldo De Esta Afirmación).
El Bautismo, Provisto Que Las Disposiciones Apropiadas (Fe Y Tristeza Por El Pecado) Estén Presentes, Efectúa: A) La Erradicación De Pecados, Tanto El Pecado Original Y, En El Caso De Adultos, También Pecados Personales, Mortales Y Veniales), Santificación Interna Por La Infusión De Gracia Santificadora.
Aun Si Se Lo Recibe Indignamente, El Bautismo Válido Imprime En El Alma Del Que Lo Recibe Una Marca Espiritual Indeleble, El Carácter Bautismal. La Persona Bautizada Es Incorporada, Por El Carácter Bautismal, En El Cuerpo Místico De Cristo. Toda Persona Válidamente Bautizada, Incluso La Bautizada Fuera De La Iglesia Católica, Llega A Ser Miembro De La Única Santa Iglesia Católica Y Apostólica.
Ott pasa a explicar que el bautismo es necesario para la salvación y lo deben realizar sólo los sacerdotes:
El bautismo por agua es, desde la promulgación del evangelio, necesario para todos los hombres sin excepción para salvación.
Ott explica que, mientras el bautismo de ordinario lo administra un sacerdote, en circunstancias inusuales (tales como cuando un niño está en peligro de morir a poco de haber nacido) puede realizarlo un diácono o un laico. Incluso el bautismo realizado por no creyentes se piensa válido, porque Ott dice:
Así, Aunque Un Pagano O Un Hereje Puede Bautizar, Provisto Que Se Adhiera A La Forma De La Iglesia Y Tiene Intención De Hacer Lo Que La Iglesia Hace.
Aunque los infantes no pueden ejercer fe que salva por sí mismos, la Iglesia Católica Romana enseña que el bautismo de infantes es válido:
La Fe, Puesto Que No Es La Causa Efectiva De Justificación No Necesita Estar Presente. La Fe Que Los Infantes Carecen Es Reemplazada Por La Fe De La Iglesia.
Esencial para comprender la noción católica romana del bautismo es darse cuenta de que los católico romanos sostienen que los sacramentos funcionan aparte de la fe de los que participan en el sacramento. Si esto es así, entonces se sigue que el bautismo puede conferir gracia incluso a los infantes que no tienen la capacidad de ejercer fe. Varias afirmaciones en el libro de Ott indican esto claramente:
NOTA: En casos extremos Ott y la enseñanza de la Iglesia Católica Romana permite el bautismo de deseo (para el que sinceramente anhela ser bautizado pero no puede serlo) o bautismo por sangre (en el martirio).
La Iglesia Católica Enseña Que Los Sacramentos Tienen Una Eficacia Objetiva, Es Decir, Una Eficacia Independiente De La Disposición Subjetiva Del Que Los Recibe O Del Ministro Los Sacramentos Confieren Gracia De Inmediato, Es Decir, Sin La Mediación De La Fe Fiduciaria.
Los Sacramentos Del Nuevo Pacto Contienen La Gracia Que Significan, Y La Conceden A Los Que No La Impiden.
Los Sacramentos Operan Ex Opere Operato. Es Decir, Los Sacramentos Operan Por El Poder Del Rito Sacramental Completado.
La Fórmula «Ex Opere Operato» Afirma, Negativamente, Que La Gracia Sacramental No Es Conferida Por Razón De La Actividad Subjetiva Del Que La Recibe, Y Positivamente, Que La Gracia Sacramental Es Producida Por La Señal Sacramental Operada Válidamente.
Sin Embargo, Ott Cuidadosamente Explica Que La Enseñanza Católico Romana No Se Debe Interpretar «En El Sentido De Eficacia Mecánica O Mágica». Dice:
Por El Contrario, En El Caso Del Adulto Que Recibe Se Exige Expresamente Fe No Obstante La Disposición Subjetiva Del Que Recibe No Es La Causa De La Gracia; Es Meramente Una Precondición Indispensable De Comunicación De Gracia. La Medida De La Gracia Efectuada Ex Opere Operato Incluso Depende Del Grado De Disposición Subjetiva.
Al dar respuesta a esta enseñanza católico romana debemos recordar que la Reforma giró alrededor de este asunto. La gran preocupación de Martín Lutero fue enseñar que la salvación depende sólo de la fe, y no de la fe más obras. Pero si el bautismo y participar de los demás sacramentos es necesario para la salvación porque son necesarios para recibir la gracia que salva, entonces la salvación realmente se basa en la fe más obras.
En contraste a esto, el claro mensaje del Nuevo Testamento es la justificación por la fe sola. «Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte» (Ef. 2: 8-9). Todavía más, (la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Ro 6: 23).
El argumento de la Iglesia Católica Romana de que el bautismo es necesario para la salvación es muy similar al argumento de los opositores de Pablo en Galaxia que decían que la circuncisión era necesaria para la salvación. La respuesta de
Pablo es que los que exigen la circuncisión están predicando (un evangelio diferente) (Gá 1: 6). Él dice que «Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición» (Gá 3: 10), y habla muy severamente a los que intentan añadir toda otra forma de obediencia como requisito para la justificación:
«Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley, han roto con Cristo; han caído de la gracia» (Gá 5:4). Por consiguiente, debemos concluir que ninguna obra es necesaria para la salvación; y por consiguiente, el bautismo no es necesario para la salvación.
NOTA: La frase ex opere operato representa una parte esencial de la enseñanza católico romana sobre los sacramentos.
Esta frase latina literalmente significa «por la obra realizada», y quiere decir que los sacramentos obran en virtud de la actividad real hecha, y que el poder de los sacramentos no depende de ninguna actitud subjetiva de fe de los que participan en ellos.
Pero, ¿qué tal en cuanto A Juan 3: 5: «Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios»? Aunque algunos han entendido esto como una referencia al bautismo, es mejor entenderlo contra el trasfondo de la promesa del nuevo pacto en Ezequiel 36:
Los Rodaré Con Agua Pura, Y Quedarán Purificados. Los Limpiaré De Todas Sus Impurezas E Idolatrías. Les Daré Un Nuevo Corazón, Y Les Infundiré Un Espíritu Nuevo; Les Quitaré Ese Corazón De Piedra Que Ahora Tienen, Y Les Pondré Un Corazón De Carne. Infundiré Mi Espíritu En Ustedes, Y Haré Que Sigan Mis Preceptos Y Obedezcan Mis Leyes (Ez 36: 25-27).
Ezequiel aquí habla de un lavamiento «espiritual» que vendrá en los días del nuevo pacto cuando Dios ponga su Espíritu en su pueblo. A la luz de esto, nacer del agua y del Espíritu es un lavamiento «espiritual» que ocurre cuando nacemos de nuevo, así como también recibimos un (lluevo corazón) espiritual, y no fisico, en ese momento.
De modo similar, Tito 3: 5 especifica no el bautismo en agua, sino «el lavamiento de la regeneración», explícitamente indicando que es una concesión espiritual de nueva vida. El bautismo en agua simplemente no es mencionado en este pasaje.
Un lavamiento más bien espiritual antes que literal también se menciona en Efesios 5: 26, en donde Pablo dice que Cristo se entregó a sí mismo por la iglesia «para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra». Es la palabra de Dios la que hace lavamiento que se menciona aquí, y no el agua fisica.
En cuanto a la noción católico romana de que el bautismo conlleva gracia aparte de la disposición subjetiva del que lo recibe o del ministro (posición que es consistente con el bautismo de infantes, que no ejercen fe por sí mismos), debemos reconocer que no existe ningún ejemplo del Nuevo Testamento para probar este punto de vista, ni tampoco hay testimonio del Nuevo Testamento que lo indique.
Más bien, los relatos y narrativas de los que fueron bautizados indican que primero habían venido a la fe que salva (ver arriba). Y cuando hay afirmaciones doctrinales en cuanto al bautismo también indican la necesidad de la fe que salva. Cuando Pablo dice: «Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados», de inmediato especifica «mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos» (Col 2: 12).
Finalmente, ¿qué tal en cuanto a 1 Pedro 3:21, en donde Pedro dice: (el bautismo que ahora los salva también a ustedes)? ¿No da esto claro respaldo a la noción católico romana de que el bautismo en sí mismo da la gracia que salva al que lo recibe).
No, porque cuando Pedro usa esta frase continúa en la misma oración para explicar exactamente lo que quiere decir por ella. Dice que el bautismo los salva «no consiste en la limpieza del cuerpo» (es decir, no como un acto externo, fisico, que lava suciedad del cuerpo; ésa no es la parte que salva), «sino en el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios» (es decir, como una transacción interna, espiritual, entre Dios y el individuo, transacción simbolizada por la ceremonia externa del bautismo).
Podemos parafrasear la afirmación de Pedro diciendo: «el bautismo ahora los salva; no la ceremonia fisica externa del bautismo sino la realidad espiritual interna que el bautismo representa». De esta manera, Pedro guarda en contra de toda noción de que el bautismo automáticamente atribuya poder salvador a la ceremonia fisica en sí misma.
La frase de Pedro, «el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios» es otra manera de decir «una petición de perdón de pecados y un nuevo corazón». Cuando Dios le da al pecador «una conciencia limpia», esa persona tiene la seguridad de que todo pecado ha sido perdonado y que está en correcta relación con Dios (Heb 9: 14 y 10: 22 habla de esta manera en cuanto a la limpieza de la conciencia de uno por Cristo).
Ser bautizado apropiadamente es hacer tal «apelación» a Dios; o sea, decir, en efecto: «Dios mío, al entrar yo en este bautismo que limpia mi cuerpo por fuera estoy pidiendo que me limpies el corazón por dentro, que perdones mis pecados, y que me pongas en correcta relación delante de ti». Entendido de esta manera, el bautismo es un símbolo apropiado del principio de la vida cristiana.
Así que 1 Pedro 3: 21 ciertamente no enseña que el bautismo salva automáticamente a las personas o que confiere gracia ex opere operato. Ni siquiera enseña que el acto del bautismo en sí mismo tenga poder salvador, sino más bien que la salvación resulta mediante el ejercicio interno de la fe que el bautismo representa (Col 2: 12). De hecho, los protestantes que abogan por el bautismo de creyentes bien podrían ver en 1ª Pedro 3: 21 algún respaldo para su posición: el bautismo, se pudiera argumentar, es apropiadamente administrado a todo el que tiene la suficiente personalmente para ser «una aspiración a Dios por una clara conciencia».
En conclusión, las enseñanzas católico romanas de que el bautismo es necesario para la salvación, de que el acto del bautismo en sí mismo confiere gracia que salva, y que el bautismo es por consiguiente apropiadamente administrado a los infantes, no son persuasivas a la luz de las enseñanzas del Nuevo Testamento.
NOTA: Algunos han argumentado que «compromiso" es mejor palabra que «aspiración» en este versículo. Así, la NVI traduce: «el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios». La información de otros ejemplos de la palabra es escasa respecto a ambos significados, y no se puede derivar ninguna conclusión de un examen de los otros usos de la palabra sola (ver consideración en W. Grudem, 1ª Peter, p. 164).
Pero mucho más significativo es el hecho de que la de traducción «compromiso» introduce un problema teológico.
Si el bautismo es un «compromiso a Dios» para mantener una buena conciencia (o una promesa de vivir una vida obediente, que brota de una buena conciencia), entonces el énfasis ya no está en la dependencia de Dios para que dé salvación, sino más bien en la dependencia del propio esfuerzo de o firmeza de decisión de uno.
Y puesto que esta frase en 1ª Pedro 3: 21 está tan claramente conectada con el principio de la vida cristiana e identificada como un rasgo del bautismo que (dos salva», la traducción «compromiso» parece ser inconsistente con la enseñanza del Nuevo Testamento sobre la salvación por fe sola; sería el único lugar en donde se dice que una promesa de ser justo es lo mismo que (dos salva».
Y puesto que la información léxica no es conclusiva para ambos sentidos (en tanto que sugiere que ambos sentidos son al parecer posibles), es mejor adoptar la traducción de «aspiración» como un sentido mucho más de acuerdo con la enseñanza doctrinal del resto Nuevo Testamento.
Col 2: 12 se pudiera usar de la misma manera: Pablo dice que en el bautismo los creyentes fueron «resucitados con [Cristo] por fe en la obra de Dios, que le resucitó de los muertos». Esto presupone que los que fueron bautizados estaban ejerciendo fe cuando fueron bautizados; es decir, tenían edad suficiente como para creer.
4. ALTERNATIVA N° 2: LA NOCIÓN PAIDOBAUTISTA PROTESTANTE.
En contraste tanto a la posición bautista que se defiende en la primera parte de este capítulo, y a la noción católico romana que se acaba de considerar, otra noción importante es que el bautismo se administra apropiadamente a todos los hijos de padres creyentes.
Esta es una perspectiva común en muchos grupos protestantes (especialmente iglesias luteranas, episcopales, metodistas, presbiterianas y reformadas). A esta noción a veces se le conoce como el argumento del pacto para el paidobautismo. Se le llama un argumento de «pacto» porque depende de considerar a los hijos nacidos a los creyentes como parte de la «comunidad del pacto» del pueblo de Dios.
La palabra «paidobautismo» quiere decir la práctica de bautizar infantes (el prefijo paidos, quiere decir «niño» y se deriva de la palabra griega pais, «niño»).!8 Se considerará primordialmente los argumentos presentados por Louis Berkhof, que explica claramente y defiende bien la posición paidobautista.
El argumento de que los infantes de los creyentes deben ser bautizados depende primordialmente de los tres puntos siguientes:
A. A LOS INFANTES SE LES CIRCUNCIDABA EN EL ANTIGUO PACTO:
En el Antiguo Testamento la circuncisión era la señal externa de entrada en la comunidad del pacto o la comunidad del pueblo de Dios. La circuncisión se administraba a todo niño israelita (es decir, a los varones) a los ocho días de nacidos.
B. EL BAUTISMO ES PARALELO A LA CIRCUNCISIÓN:
En el Nuevo Testamento la señal externa de entrada en la «comunidad del pacto» es el bautismo. Por consiguiente, el bautismo es la contraparte del Nuevo Testamento a la circuncisión. Se sigue que el bautismo se debe administrar a todos los infantes de padres creyentes. Negarles ese beneficio es privarles de un privilegio y beneficio que les corresponde por derecho: la señal de pertenecer a la comunidad del pueblo de Dios, la «comunidad del pacto». El paralelo entre la circuncisión y el bautismo se ve claramente en Colosenses 2:
Además, En Él Fueron Circuncidados, No Por Mano Humana Sino Con La Circuncisión Que Consiste En Despojarse Del Cuerpo Pecaminoso. Esta Circuncisión La Efectuó Cristo. Ustedes La Recibieron Al Ser Sepultados Con Él En El Bautismo. En Él También Fueron Resucitados Mediante La Fe En El Poder De Dios, Quien Lo Resucitó De Entre Los Muertos (Col 2: 11-12).
Aquí se dice que Pablo hace una conexión explícita entre la circuncisión y el bautismo.
NOTA: Los católico romano son paidobautistas, pero sus argumentos en respaldo son diferentes. Como se explica arriba (ellos enseñan que el bautismo produce regeneración). En el material que sigue. compararé una defensa protestante del paidobautismo con una defensa protestante del bautismo de creyentes. Por consiguiente, usaré el término paidobautista para referirme a los paidobautistas protestantes que sostienen una posición paidobautista de pacto.
C. BAUTISMOS DE FAMILIAS:
Respaldo adicional para la práctica de bautizar infantes se halla en los «bautismos de familias» que se informan en Hechos y en las Epístolas, particularmente el bautismo de la familia de Lidia (Hch 16: 15), la familia del carcelero de Filipos (Hch 16: 33), y la familia de Estéfanas (1ª Co 1:16). También se afirman que Hechos 2:39, que declara que las bendiciones prometidas del evangelio son para «para ustedes, para sus hijos», respalda esta práctica.
En respuesta a estos argumentos en favor del paidobautismo, se deben señalar los siguientes puntos:
(1) Es ciertamente verdad que el bautismo y la circuncisión son similares de muchas maneras, pero no debemos olvidar también que lo que simbolizan es diferente en algunas maneras importantes. El antiguo pacto tenía un medio fisico y externo de entrada en la «comunidad del pacto». Uno llegaba a ser judío al nacer de padres judíos. Por consiguiente, todos los varones judíos eran circuncidados. La circuncisión no estaba restringida a las personas que tenían verdadera vida espiritual interna, sino más bien se la daba a «todos los que vivían entre el pueblo de Israel. Dios dijo:
Todos Los Varones Entre Ustedes Deberán Ser Circuncidados. Todos Los Varones De Cada Generación Deberán Ser Circuncidados A Los Ocho Días De Nacidos, Tanto Los Niños Nacidos En Casa Como Los Que Hayan Sido Comprados Por Dinero A Un Extranjero Y Que, Por Lo Tanto, No Sean De La Estirpe De Ustedes. Todos Sin Excepción, Tanto El Nacido En Casa Como El Que Haya Sido Comprado Por Dinero, Deberán Ser Circuncidados (Gn 17: 10-13).
No fueron solamente los descendientes físicos del pueblo de Israel los circuncidados, sino también los siervos que ellos habían comprado y vivían entre ellos. La presencia o ausencia de vida espiritual interna no hacía ninguna diferencia para nada en el asunto de si uno era circuncidado. Así «ese mismo día Abraham tomó a su hijo Ismael, a los criados nacidos en su casa, a los que había comprado con su dinero y a todos los otros varones que había en su casa, y los circuncidó, tal como Dios se lo había mandado» (Gn 17: 23; Jos 5: 4).
Debemos darnos cuenta de que la circuncisión se hizo a todo varón que vivía entre el pueblo de Israel aunque la verdadera circuncisión es algo interno y espiritual: «La circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito» (Ro 2: 29). Es más, Pablo en el Nuevo Testamento explícitamente indica que «no todos los que descienden de Israel son Israel» (Ro 9: 6).
Pero aunque hubo en el tiempo del Antiguo Testamento (y más completamente en tiempo del Nuevo Testamento) una conciencia de realidad espiritual interna que la incircuncisión tenía el propósito de representar, no hubo esfuerzo alguno de restringir la circuncisión sólo aquellos cuyo corazón en realidad estaba circuncidado espiritualmente y que tenían genuina fe que salva. Incluso entre los adultos varones la circuncisión se aplicaba a todos, y no solamente a los que daban evidencia de fe interna.
(2) Pero bajo el nuevo pacto la situación es muy diferente. El Nuevo Testamento no habla de una «comunidad del pacto» formada de creyentes y los hijos, parientes y sirvientes no creyentes que resulta que viven entre ellos. (A decir verdad, en la consideración del bautismo, la frase «comunidad del pacto» según la usan los paidobautistas a menudo tiende a funcionar como un término amplio y vago que nubla las diferencias entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento en este asunto).
En la iglesia del Nuevo Testamento la única cuestión que importa es si uno tiene fe que salva y ha sido espiritualmente incorporado en el cuerpo de Cristo, la verdadera iglesia. La única «comunidad de pacto» que se considera es la iglesia o sea la comunidad de los redimidos.
Pero, ¿cómo llega a ser uno miembro de la iglesia? El medio de entrada en la iglesia es voluntario, espiritual e interno. Uno llega a ser miembro de la verdadera iglesia al nacer de nuevo y tener fe que salva, no por el nacimiento fisico. Esto resulta no por un acto externo, sino por la fe interna del corazón de uno. Es ciertamente verdad que el bautismo es la señal de entrada a la iglesia, pero esto quiere decir que se debe darlo solamente a los que dan evidencia de membrecía en la iglesia, sólo los que profesan fe en Cristo.
No debe sorprendemos que haya un cambio en la manera en que se entraba a la comunidad del pacto en el Antiguo Testamento (nacimiento fisico) y la manera en que se entra a la iglesia en el Nuevo Testamento (nacimiento espiritual). Hay muchos cambios análogos entre el antiguo y el nuevo pacto en otros aspectos por igual.
En tanto que los israelitas se alimentaban del maná fisico en el desierto, los creyentes del Nuevo Testamento se alimentan de Jesucristo, el pan verdadero que ha venido del cielo Gn 6: 48-51). Los israelitas bebieron agua fisica que brotó de la roca en el desierto, pero los que creen en Cristo beben del agua viva de vida eterna que él da Gn 4: 10-14).
El antiguo pacto tenía un templo fisico al que Israel venía para adorar, pero en el nuevo pacto los creyentes son edificados para ser un templo espiritual (1ª P 2: 5). Los creyentes del antiguo pacto ofrecían sacrificios físicos de animales y cosechas en el altar, pero los creyentes del Nuevo Testamento ofrecen «sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo» (1ª P 2: 5; Heb 13: 15-16).
Los creyentes del antiguo pacto recibieron de Dios la tierra fisica de Israel que les había prometido, pero los creyentes del Nuevo Testamento reciben «una patria mejor, es decir, la celestial» (Heb 11: 16). De la misma manera, en el antiguo pacto los que eran descendencia fisica de Abraham eran miembros del pueblo de Israel, pero en el Nuevo Testamento los que son la «simiente» espiritual o descendientes de Abraham por fe son miembros de la iglesia (Gá 3: 29; Ro 4: 11-12).
En todos estos contrastes vemos la verdad de la distinción que Pablo recalca entre el antiguo pacto y el nuevo pacto. Los elementos y actividades físicas del viejo pacto eran «sólo una sombra de lo que había de venir», pero la verdadera realidad, la «sustancia», se halla en la relación del nuevo pacto que tenemos en Cristo (Col 2: 17).
Por consiguiente, es consistente con este cambio de sistemas que los niños (varones) automáticamente sean circuncidados en el antiguo pacto, puesto que su descendencia fisica y presencia fisica en la comunidad del pueblo Judío quería decir que eran miembros de esa comunidad en la que la fe no era un requisito de entrada.
Pero en el nuevo pacto es apropiado que los infantes no sean bautizados, y que el bautismo sea dado sólo a los que dan evidencia de genuina fe que salva, porque la membrecía en la iglesia se basa en la realidad espiritual interna, y no en descendencia fisica.
NOTA: En este punto el que promueve el paidobautismo tal vez pregunte si no deberíamos tener una idea de una «comunidad del pacto» en la iglesia del Nuevo Testamento que es más amplia que la iglesia e incluye a los niños no creyentes que pertenecen a familias de la iglesia.
Pero el Nuevo Testamento no habla de tal comunidad, ni da indicación de que los hijos no creyentes de padres creyentes sean miembros del nuevo pacto. Y por cierto no habla del bautismo como una señal de entrada a tal grupo más amplio. El bautismo simboliza el nuevo nacimiento y entrada a la iglesia.
(3) Los ejemplos del bautismo de familias en el Nuevo Testamento en realidad no son decisivos en cuanto a una posición o la otra. Cuando miramos a los ejemplos reales más de cerca, vemos que varios de ellos hay indicaciones de fe que salva de parte de los bautizados. Por ejemplo, es cierto que la familia del carcelero de Filopos fue bautizada (Hch 16: 3 3), pero también es cierto que Pablo y Silas «les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa» (Hch. 16: 32).
Si la palabra del Señor fue proclamada a todos en la casa, se da por sentado de que todos tenían edad suficiente para entender la palabra y creer en ella. Todavía más, después de que la familia fue bautizada, leemos que el carcelero de Filopos «se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios» (Hch 16: 34).
Así que no tenemos sólo un bautismo de una familia sino también la recepción de parte de una familia de la palabra de Dios y a toda una familia que se regocija en la fe en Dios. Estos hechos sugieren muy fuertemente que toda la familia tuvo que venir individualmente a la fe en Cristo.
Con respecto al hecho de que Pablo bautizó «a la familia de Estéfanas» (1ª Co 1: 16), debemos también notar que Pablo dice al fin de Corintios que «los de la familia de
Estéfanas fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han dedicado a servir a los creyentes. Les recomiendo, hermanos» (1ª Co 16: 15). Así que, no fueron solamente bautizados; también se convirtieron y habían trabajado sirviendo a otros creyentes. De nuevo, el ejemplo de bautismo de familias da indicación de fe de familias.
De hecho, hay otros casos en donde el bautismo no se menciona pero vemos testimonio explícito del hecho de que toda una familia había venido a la fe. Después de que Jesús sanó al hijo del oficial, leemos que el padre «creyó él con toda su familia» (Jn 4: 53). De modo similar, cuando Pablo predicó en Corinto «Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia» (Hch 18: 8).
Esto quiere decir que de todos los ejemplos de «bautismo de familias» en el nuevo testamento, el único que no da alguna indicación de fe de familia tan bien es Hechos 16: 14-15, hablando de Lidia: «el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo. Cuando fue bautizada con su familia».
El texto simplemente no contiene ninguna información en cuanto a si hubo infantes en su casa o no. Es ambiguo, y ciertamente no evidencia de peso para el bautismo de infantes. Se debe considerar inconclusivo.
Con respecto a la afirmación de Pedro en Pentecostés de que «la promesa es para ustedes, para sus hijos», debemos notar que la oración sigue de esta manera:
«En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar» (Hch 2: 39).
Todavía más, el mismo párrafo especifica no que creyentes y niños no creyentes fueron bautizados, sino que (los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas» (Hch 2: 41).
(4) Otro argumento en objeción a la posición paidobautista se puede hacer cuando hacemos la pregunta sencilla: «¿Qué hace el bautismo?» En otras palabras, podemos preguntar: «¿Qué logra en realidad el bautismo? ¿Qué beneficio produce?»
Los católicos romanos dan una clara respuesta a esta pregunta: el bautismo produce regeneración. Y los bautistas tienen también una respuesta clara: el bautismo simboliza el hecho de que la regeneración interna ya ha ocurrido. Pero los paidobautistas no pueden adoptar ninguna de estas respuestas. No quieren decir que el bautismo produce regeneración, ni tampoco pueden decir (con respecto a los niños) que simboliza una regeneración que ya ha ocurrido.
La única alternativa parece ser decir que simboliza una regeneración que ocurrirá en el futuro, cuando el infante tenga edad suficiente para llegar a la fe que salva. Pero incluso eso no es exacto, porque no es seguro que el infante será regenerado en el futuro; algunos infantes que son bautizados nunca llegan a tener fe que salva más adelante.
Así que, la explicación paidobautista más acertada de lo que simboliza el bautismo es que simboliza probable regeneración futura. 21 No causa regeneración, ni simboliza regeneración real; por consiguiente se debe entender como simbolizando probable regeneración en algún momento en el futuro.
Pero en este punto parece evidente que la comprensión paidobautista del bautismo es muy diferente de la del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento nunca ve el bautismo como algo que simboliza una regeneración futura probable. Los autores del Nuevo Testamento no dicen: «¿Puede alguien impedir agua para bautizar a estos que probablemente algún día serán salvados?» (Hch 10: 47), o, «Todos ustedes que fueron bautizados en Cristo probablemente algún día serán puestos en Cristo» (Gá 3: 27), o «¿No saben que todos ustedes que han sido bautizados en Cristo Jesús probablemente algún día serán bautizados en su muerte?» (Ro 6: 3).
Esta simplemente no es la manera en que el Nuevo Testamento habla del bautismo. El bautismo en el Nuevo Testamento es una señal de haber nacido de nuevo, de estar limpios del pecado, y del comienzo de la vida cristiana. Es apropiado reservar esta señal para los que dan evidencia de lo que es realidad en sus vidas.
Otra perspectiva del simbolismo del bautismo la da Michael Green. Él dice:
El bautismo de infantes recalca la objetividad del evangelio. Señala al logro sólido de Cristo crucificado y resucitado, sea que respondamos o no a él. No que ganemos nada de ello a menos que nos arrepintamos y creamos. Pero es la demostración firme de que nuestra salvación no depende de nuestra propia fe muy falible; depende de lo que Dios ha hecho por nosotros.
NOTA: Sin embargo, algunos paido-bautistas protestantes darán por sentado que la regeneración ya ha ocurrido (y la evidencia se verá más tarde). Otros, incluyendo muchos episcopales y luteranos, dirían que la regeneración tiene lugar en el momento del bautismo.
Esto no es una cita de algún escritor paidobautista específico, sino mi propia conclusión de la lógica de la posición paidobautista, que parece requerir esta comprensión de lo que significa el paidobautismo respecto a la regeneración.
Michael Green, Baptism: lts Purpose, Practice, and Power, (Hodder and stoughton, Londres, e Inter Varsity Press, Downers Grove, m., 1987). Este libro contiene una afirmación excelente de una posición paidobautista, y también contiene mucho análisis útil de la enseñanza bíblica en cuanto al bautismo que ambos lados pudieran endosar.
Luego pasa a decir:
El Bautismo De Infantes Recalca La Iniciativa De Dios En La Salvación. ¿Debería Apuntarse Lo Primariamente A La Respuesta Del Hombre, O A La Iniciativa De Dios? Ese Es El Meollo De La Pregunta. Para El Bautista, El Bautismo Primariamente Da Testimonio De Lo Que Nosotros Hacemos En Respuesta A La Gracia De Dios. Para El Paidobautista, Primariamente Da Testimonio De Lo Que Dios Ha Hecho Que Lo Hace Posible (Énfasis Suyo).
Pero se pueden anotar varios puntos en respuesta a Creen.
(A) Su análisis en este punto deja a un lado el hecho de que el bautismo no sólo simboliza la muerte y resurrección de Cristo; como ya hemos visto en el análisis previo de los textos del Nuevo Testamento, sino que también simboliza la aplicación de la redención a nosotros, como resultado de nuestra respuesta de fe.
El bautismo ilustra el hecho de que hemos sido unidos a Cristo en su muerte y resurrección, y el lavamiento con agua simboliza que hemos sido limpiados de nuestros pecados. Al decir que los paidobautistas recalcan la iniciativa de Dios y los bautistas recalcan la respuesta del hombre, Creen le ha presentado al lector dos alternativas incorrectas entre las cuales escoger, porque el bautismo ilustra ambas cosas y más. El bautismo ilustra:
(I) la obra redentora de Cristo:
(II) mi respuesta en fe (cuando vengo a ser bautizado) y:
(II) la aplicación de Dios de los beneficios de la redención a mi vida.
El bautismo de creyentes ilustra todos esos tres aspectos (y no simplemente mi fe, como sugiere Creen), pero según la noción de Creen el paidobautismo ilustra sólo la primera.
No es cuestión de cuál es «primaria»; es cuestión de cuál noción del bautismo incluye todo lo que el bautismo representa.
(B) Cuando Creen dice que nuestra salvación no depende de nuestra fe sino de la obra de Dios, la expresión «depende de» se presta a varias interpretaciones. Si «depende de» quiere decir «aquello en que nos apoyamos», entonces por supuesto ambos lados concordarían en que descansamos en la obra de Cristo, y no en nuestra fe. Si «depende de» quiere decir que la fe no tiene ningún mérito en sí misma por la que podamos ganamos el favor de Dios, entonces ambos lados concordarían.
Pero si «depende de» quiere decir que no hay ninguna diferencia en cuanto a nuestra salvación si creemos o no, entonces ningún lado concordaría: el mismo Creen dice en la oración previa que el bautismo no nos hace ningún bien a menos que nos arrepintamos y creamos.
Por consiguiente, si el bautismo de alguna manera representa la aplicación de la redención a la vida de una persona, entonces no es suficiente practicar una forma de bautismo que ilustra sólo la muerte y resurrección de Cristo; también debemos ilustrar nuestra respuesta en fe y la subsiguiente aplicación de la redención a nosotros. En contraste, en la noción de Creen, hay un peligro real de ilustrar una noción (con la que Creen discreparía) de que Dios aplica la redención a las personas sea que crean o no.
(5) Finalmente, los que abogan por el bautismo de creyentes a menudo expresan preocupación en cuanto a las consecuencias prácticas del paidobautismo. Aducen que la práctica del paidobautismo en la vida real de la iglesia frecuentemente lleva las personas bautizadas en la infancia a dar por sentado de que han sido regenerados, y por consiguiente no sienten la urgencia de su necesidad de venir a la fe personal en Cristo.
En un período de años, la tendencia es probable que resulte en más y más miembros no convertidos en la «comunidad del pacto»; miembros que no son genuinamente miembros de la iglesia de Cristo. Por supuesto, esto no haría falsa a una iglesia paidobautista, pero sí la haría una iglesia menos pura, y una que frecuentemente luchará contra las tendencias hacia la doctrina liberal y otras clases de incredulidad que son introducidas por el sector no regenerado de la membrecía.

C. EL EFECTO DEL BAUTISMO

Hemos argumentado arriba que el bautismo simboliza regeneración o renacimiento espiritual. Pero, ¿sólo simboliza? O, ¿hay alguna manera en que también es un «medio de gracia», es decir, un medio que el Espíritu Santo utiliza para dar bendición a la gente?
Ya hemos considerado esta pregunta en el capítulo previo," así que aquí sólo es necesario decir que cuando se realiza apropiadamente el bautismo entonces por supuesto también da algún beneficio espiritual a los creyentes.
Hay la bendición del favor de Dios que viene con toda obediencia, así como también la alegría que viene por la profesión pública de la fe de uno, y la seguridad de tener un cuadro fisico claro de morir y resucitar con Cristo y de lavamiento de pecados.
Ciertamente el Señor nos dio el bautismo para fortalecer y promover nuestra fe; y así debería ser para todo el que es bautizado y para todo creyente que presencia un bautismo.

D. LA NECESIDAD DEL BAUTISMO

En tanto que reconocemos que Jesús ordenó el bautismo (Mt 28: 19), como también los apóstoles (Hch 2:38), no debemos decir que el bautismo sea necesario para salvación.
Esta cuestión se consideró en alguna extensión bajo la respuesta a la noción católico romana del bautismo. Decir que el bautismo o cualquier otra acción es necesaria para la salvación es decir que no somos justificados por fe sola, sino por la fe más una cierta «obra», la obra del bautismo.
El apóstol Pablo se habría opuesto a la idea de que el bautismo es necesario para la salvación tan fuertemente como se opuso a la idea similar de que la circuncisión sea necesaria para la salvación (ver Gá 5: 1-12).
Los que aducen que el bautismo es necesario para la salvación a menudo señalan Marcos 16: 16: (El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado). Pero la respuesta muy evidente a esto es simplemente decir que el versículo no dice nada acerca de los que creen y no son bautizados. El versículo simplemente está hablando de casos generales sin hacer ninguna calificación pedante para el caso inusitado de alguien que cree y no es bautizado. Pero ciertamente ese versículo no se debería forzar para hacer que diga algo de lo que no está hablan d 25.
NOTA: En este punto difiero no sólo con la enseñanza Católico romana, sino también con la enseñanza de varias denominaciones protestantes que enseñan que, en algún sentido, el bautismo es necesario para la salvación. Aunque hay diferentes matices en su enseñanza, tal posición la sostienen muchas iglesias episcopales, muchas Iglesia luteranas, y las iglesias de Cristo.
Más al punto es la afirmación de Jesús al ladrón moribundo en la cruz: «-Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23: 43). El ladrón no pudo ser bautizado antes de morir en la cruz, pero fue ciertamente salvado ese día. Es más, la fuerza de este punto no se puede evadir argumentando que el ladrón fue salvado bajo el antiguo pacto (bajo el cual el bautismo no era necesario para salvación), porque el nuevo pacto tomó efecto en la muerte de Jesús (ver Heb 9: 17), y Jesús murió antes de cualquiera de los dos ladrones que fueron crucificados con él (ver Jn 19: 32-33).
Otra razón por la que el bautismo no es necesario para la salvación es que nuestra justificación de los pecados tiene lugar en el punto de la fe que salva, y no en el punto del bautismo del agua, que por lo general ocurre más tarde. Pero si la persona ya está justificada y tiene sus pecados perdonados eternamente en el punto de la fe que salva, entonces el bautismo no es necesario para el perdón de los pecados, ni para la concesión de nueva vida espiritual.
El bautismo, entonces, no es necesario para la salvación; pero sí es necesario para nuestra obediencia a Cristo, porque él ordenó el bautismo a todos los que creen en él.

E. LA EDAD PARA EL BAUTISMO

Los que están convencidos por los argumentos para el bautismo de creyentes deben entonces empezar a preguntar: «¿qué edad deben tener los niños antes de ser bautizados?»
La respuesta más directa es que deben tener edad suficiente para dar una profesión creíble de fe. Es imposible fijar una edad precisa que se aplicará a todo niño, pero cuando los padres ven evidencia convincente de genuina vida espiritual, y también algún grado de comprensión respecto a lo que significa confiar en Cristo, entonces el bautismo es apropiado. Por supuesto, esto requerirá cuidadosa administración de parte de la iglesia, así como también una buena explicación de parte de los padres en sus hogares. La edad exacta para el bautismo variará de niño a niño, y a veces de iglesia a iglesia también.
NOTA: Todavía más, es dudoso si se debería utilizar este versículo para respaldar una posición teológica, puesto que hay muchos manuscritos antiguos que no tienen este versículo (o Mr 16: 9-20), y parece ser más probable que este versículo no estuvo en el Evangelio que Marcos escribió originalmente. (Ver consideración de Mr 16: 9-20.
yo participé en el bautismo de mis propios tres hijos cuando ellos tenían entre seis y diez años y mostraron un grado apropiado de comprensión del evangelio, junto con genuina evidencia de fe en Cristo. En todos los tres casos, pienso que podrían haber sido bautizados antes, pero lo demoramos en diferencia al patrón ordinario seguido por las iglesias a las que asistíamos, en que por lo general no se bautizaba a los niños menores de siete años.
(Entre los bautistas del Reino Unido se acostumbra esperar hasta que los niños tengan algunos más años que esto, sin embargo).

F. PREGUNTAS QUE QUEDAN

(1) ¿NECESITAN LAS IGLESIAS DIVIDIRSE POR EL BAUTISMO?
A pesar de muchos años de división sobre la cuestión entre protestantes, ¿hay alguna manera en que los creyentes que difieren sobre el bautismo pueden demostrar una mayor unidad de comunión?
Y, ¿hay alguna manera en que se pueda hacer progreso en acercar más a la iglesia a la unidad respecto a este asunto?
Una manera de progresar pudiera ser que los paidobautistas y los que abogan por el bautismo de creyentes llegaran a una admisión común de que el bautismo no es una doctrina principal de la fe, y que estuvieran dispuestos a vivir con el punto de vista del otro en este asunto y a no permitir que las diferencias en cuanto al bautismo sean una causa de división dentro del cuerpo de Cristo.
Específicamente, esto querría decir permitir que se enseñen y practiquen diferentes puntos de vista sobre el bautismo de ambos lados del asunto.
Sin duda esto sería dificil tanto para denominaciones bautistas como para denominaciones paidobautistas, porque tienen largas tradiciones de discutir uno u otro lado del asunto. Ciertamente los creyentes tienen el derecho de tomar sus propias decisiones respecto al bautismo, pero no parece apropiado que las divisiones denominacionales dependan o refuercen estas diferencias, ni parece correcto que las iglesias exijan una noción u otra sobre el bautismo para los que desean ser ordenados o funcionar como maestros dentro de la iglesia.
Específicamente, esto significaría que las iglesias bautistas tendrían que estar dispuestas a permitir en su membrecía a los que han sido bautizados como infantes y aquellos cuya convicción de conciencia, después de consideración cuidadosa, es que su bautismo como infantes fue válido y no se debería repetir.
Por supuesto, las iglesias bautistas podrían ser libres de enseñar e intentar persuadir a cualquier posible miembro de su iglesia que deben bautizarse como creyentes, pero si algunos, después de cuidadosa consideración, no están persuadidos, no parece apropiado hacer de esto una barrera a la membrecía.
¿Qué bien se logra con tal barrera? Y ciertamente mucho daño se puede hacer al no demostrar la unidad de la iglesia o al prohibir plena participación en la iglesia a aquellos que el Señor en efecto ha traído a esa comunión.
Por otro lado, los que creen en el paidobautismo tendrían que convenir en no poner indebida presión sobre los padres que no desean bautizar a sus infantes y no considerar a estos padres de alguna manera desobedientes al Señor. Tendría que haber una disposición a tener alguna clase de breve ceremonia de dedicación del hijo al Señor poco después de que nace, en lugar de una ceremonia de bautismo, si los padres lo desean así. Por supuesto, ambos lados tendrían que convenir en no hacer la noción del bautismo de uno criterio para algún cargo en la iglesia o para la ordenación.
Si se hicieran tales concesiones en la práctica real de parte de ambos lados sobre este asunto, la cuestión bien pudiera en efecto disminuir el nivel de controversia dentro de una generación, y el bautismo pudiera a la larga dejar de ser un punto de división entre los creyentes.
NOTA: Me doy cuenta de que algunos lectores objetarán a esta frase y dirán que el bautismo es muy importante debido a lo que representan las posiciones divergentes: nociones divergentes de la naturaleza de la iglesia. Muchos bautistas aducirían que la práctica del bautismo de infantes es inherentemente inconsistente con la idea de una iglesia formada sólo de creyentes, y muchos paidobautistas aducían que no practicar el bautismo de infantes es inherentemente inconsistente con la idea de una comunidad de pacto que incluye a los niños de los creyentes.
Yo animaría a los que razonan de esta manera a que consideren cuánto tienen en común con los creyentes evangélicos en el otro lado del asunto; no necesariamente con los que están lejos de ellos en otros asuntos también, sino especialmente con aquellos que están en el otro lado y que concuerda con ellos en la mayoría de aspectos de la vida cristiana.
Muchos bautistas en efecto animan y demuestran un valor dado a sus hijos dentro de sus iglesias, y muchos paidobautistas en efecto oran por la salvación de sus hijos bautizados con el mismo fervor con que los padres bautistas oran por la salvación de sus hijos no bautizados. Respecto a la membrecía de la iglesia, los paidobautistas evangélicos en efecto requieren una profesión creíble de fe antes de que sus hijos puedan llegar a ser miembros completos de la iglesia (su término es «miembros comunicantes"; es decir, los que reciben la Comunión).
También requieren una profesión creíble de fe antes de que un a adulto se le permita unirse a la iglesia.
Cuando estos procedimientos están funcionando bien, tanto bautistas como paidobautistas usan procedimientos muy similares al procurar tener una membrecía de iglesia consistente sólo de creyentes, y unos y otros aman y enseñan y oran por sus hijos como los miembros más preciosos de la familia más grande de la iglesia que esperan que un dia lleguen a ser verdaderos miembros del cuerpo de Cristo.
En los Estados Unidos de América, la denominación de la Iglesia Evangélica Libre ha funcionado bastante bien por muchas décadas mientras permite tanto a paidobautistas y los que abogan por el bautismo de creyentes sean miembros de sus iglesias y que sean ordenados pastores en sus iglesias.
(2) ¿QUIÉN PUEDE BAUTIZAR?
Finalmente, podemos preguntar: «¿Quién puede realizar la ceremonia del bautismo? ¿Puede sólo el clero ordenado realizar esta ceremonia?»
Debemos reconocer aquí que la Biblia simplemente no especifica ninguna restricción sobre quién puede realizar la ceremonia del bautismo. Las iglesias que tienen un sacerdocio especial mediante el cual ciertas acciones (y bendiciones) vienen (tales como los católicos romanos, y hasta cierto punto los anglicanos) van a querer insistir en que sólo el clero propiamente ordenado debe bautizar en circunstancias ordinarias (aunque se podría hacer excepciones en circunstancias inusitadas).
Pero si creemos verdaderamente en el sacerdocio de todos los creyentes (ver 1ª P 2: 4-10), entonces parece que no hay necesidad en principio de restringir el derecho de realizar el bautismo solamente al clero ordenado.
Sin embargo, surge otra consideración: puesto que el bautismo es la señal de entrada en el cuerpo de Cristo, la iglesia (1ª Co 12: 13 sobre el bautismo espiritual interno), parece apropiado que se haga dentro de la comunión de la iglesia siempre que sea posible, de modo que la iglesia como un todo pueda regocijarse con el que es bautizado y así la fe de todos los creyentes de esa iglesia pueda ser edificada."
Es más, puesto que el bautismo es una señal de empezar la vida cristiana y por consiguiente empezar vida en la verdadera iglesia por igual, es apropiado que la iglesia local esté reunida para dar testimonio de este hecho y dar la bienvenida visible al bautizado. También, a fin del que es bautizado tenga una comprensión correcta de lo que en realidad está sucediendo, es apropiado que la iglesia salvaguarde la práctica del bautismo e impida su abuso.
Finalmente, si el bautismo es una señal de entrar en la comunión de la iglesia visible, entonces parece apropiado que algún representante o representantes oficialmente designados de la iglesia sean seleccionados para administrarlo. Por estas razones, es por lo general el clero ordenado el que bautiza, pero no parece haber razón por la que la iglesia de tiempo en tiempo, y cuando lo considere apropiado, no pueda llamar a algún otro oficial de la iglesia o creyentes maduros para bautizar a nuevos creyentes.
Por ejemplo, alguien que es eficaz en la evangelización en la iglesia local puede ser la persona apropiadamente designada para bautizar a los que han venido a Cristo mediante la práctica del ministerio de evangelización de esa persona. (Nótese en Hch 8: 12 que Felipe predicó el evangelio en Samaria y luego al parecer bautizó a los que vinieron a la fe en Cristo).
NOTA: Nótese que mis primeros pasos propuestos hacia menos división sobre esta asunto no incluye pedir a los individuos de uno u otro lado que actúen de una manera que violaría sus propias convicciones personales: no estoy sugiriendo que los que sostienen una noción bautista personalmente empiecen a bautizar infantes cuando los padres lo requieren, ni los que sostienen una noción paidobautistas personalmente empiecen a bautizar sólo a los que hacen una profesión de fe y piden bautismo, aun cuando hayan sido bautizados como infantes.
El hecho de que el bautismo es una señal externa de entrada en la iglesia, el cuerpo de Cristo, también haría apropiado exigir el bautismo antes de que se cuente a alguien como miembro de una iglesia local.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Ha sido usted bautizado? ¿Cuándo lo fue? Si fue bautizado como creyente, ¿cuál fue el efecto del bautismo en su vida cristiana (si acaso alguno)? Si fue bautizado cuando niño, ¿qué efecto surtió el efecto del conocimiento de su bautismo en su propia manera de pensar cuando a la larga se enteró de que había sido bautizado cuando niño?
2. ¿Cuáles aspectos del significado del bautismo ha llegado a apreciar más como resultado de este capítulo (si acaso alguno)? ¿Cuáles aspectos del significado del bautismo le gustaría ver que se enseñe más claramente en su iglesia?
3. Cuando tienen lugar bautismos en su iglesia, ¿son tiempos de regocijo y alabanza Dios? A su modo de pensar ¿qué es lo que está sucediendo en la persona que está siendo bautizada en ese momento (si acaso algo)? ¿Qué es lo que piensa que debería estar sucediendo?
4. ¿Ha modificado usted su propia noción sobre la cuestión del bautismo de infantes a diferencia del bautismo de creyentes como resultado de leer este capítulo? ¿De qué manera?
5. ¿Cuales sugerencias prácticas puede hacer usted para ayudar a superar las diferencias entre creyentes sobre el asunto del bautismo?
6. ¿Cómo puede el bautismo ser una ayuda efectiva para la evangelización en su iglesia? ¿Lo ha visto usted funcionando de esta manera?
TÉRMINOS ESPECIALES
Bautismo de creyentes, comunidad del pacto, ex opere operato, inmersión, paidobautismo, profesión creíble de fe
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Romanos 6:3-4: ¿Acaso No Saben Ustedes Que Todos Los Que Fuimos Bautizados Para Unirnos Con Cristo Jesús, En Realidad Fuimos Bautizados Para Participar En Su Muerte? Por Tanto, Mediante El Bautismo Fuimos Sepultados Con Él En Su Muerte, A Fin De Que, Así Como Cristo Resucitó Por El Poder Del Padre, También Nosotros Llevemos Una Vida Nueva.

CAPÍTULO 7

LA CENA DEL SEÑOR

¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE LA CENA DEL SEÑOR? ¿CÓMO DEBE SER OBSERVADA?
EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS
El Señor Jesús instituyó dos ordenanzas (o sacramentos) que debían ser observadas por la iglesia. El capítulo anterior discutió el bautismo, una ordenanza que solo se observa una vez por cada persona, como una señal del comienzo de su vida cristiana.
Este capítulo discute la Cena del Señor, una ordenanza que se debe observar repetidamente a lo largo de nuestra vida cristiana, como una señal de permanente compañerismo con Cristo.

A. TRASFONDO DE LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN

Jesús instituyó la Cena del Señor de la siguiente manera: Mientras comían, Jesús tomó el pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles:
Beban De Ella Todos Ustedes. Esto Es Mi Sangre Del Pacto, Que Es Derramada Por Muchos Para El Perdón De Pecados. Les Digo Que No Beberé De Este Fruto De La Vid Desde Ahora En Adelante, Hasta El Día En Que Beba Con Ustedes El Vino Nuevo En El Reino De Mi Padre. (Mateo 26: 26-29)
Pablo Añade Las Siguientes Frases De La Tradición Que Él Recibió (1ª Corintios 11: 23):
Esta Copa Es El Nuevo Pacto En Mi Sangre; Hagan Esto, Cada Vez Que Beban De Ella, En Memoria De Mí. (1ª Corintios 11: 25)
¿Hay antecedentes de esta ceremonia en el Antiguo Testamento? Parece que sí los hay, porque también hubo ejemplos de comer y beber en la presencia de Dios en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, cuando el pueblo de Dios estaba acampado ante el Monte Sinaí, justo después que Dios había dado los Diez Mandamientos, Dios llamó a los líderes de Israel a subir a la montaña a reunirse con él:
Moisés Y Aarón, Nadab Y Abiú, Y Los Setenta Ancianos De Israel Subieron Y Vieron Al Dios De Israel Vieron A Dios, Y Siguieron Con Vida Lit. Comieron Y Bebieron. (Éxodo 24:9-11)
Por Otra Parte, Cada Año El Pueblo De Israel Debía Diezmar (Dar Una Décima Parte De) Todas Sus Cosechas. Entonces La Ley De Moisés Especificaba:
En La Presencia Del Señor Tu Dios Comerás La Décima Parte De Tu Trigo, Tu Vino Y Tu Aceite, Y De Los Primogénitos De Tus Manadas Y Rebaños; Lo Harás En El Lugar Donde Él Decida Habitar.
Así Aprenderás A Temer Siempre Al Señor Tu Dios... Y Allí, En Presencia Del Señor Tu Dios, Tú Y Tu Familia Comerán Y Se Regocijarán. (Deuteronomio 14: 23,26)
Pero aún antes que eso, Dios había puesto a Adán y Eva en el Huerto del Edén y les había dado toda su abundancia para comer (excepto del fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal). Puesto que no había pecado en esa situación, y puesto que Dios los había creado para tener compañerismo con él y glorificarlo, cada comida que Adán y Eva ingirieran habría sido una comida de celebración en la presencia del Señor.
Cuando este compañerismo en la presencia de Dios fue más tarde tronchado por el pecado, Dios permitió aún algunas comidas (tales como el diezmo de los frutos arriba mencionado) que las personas debían ingerir en su presencia. Estas comidas constituían una restauración parcial del compañerismo con Dios del que Adán y Eva disfrutaban antes de la Caída, aunque ello estaba dañado por el pecado.
Pero el compañerismo de comer en la presencia del Señor que encontramos en la Cena del Señor es mucho mejor. Las comidas sacrificiales del Antiguo Testamento constantemente apuntaban al hecho de que aún no se había pagado por los pecados, porque en ellas los sacrificios se repetían año tras año, y porque apuntaban al Mesías que habría de venir y quitaría el pecado (véase Hebreos 10: 1-4). La Cena del Señor, sin embargo, nos recuerda que ya se ha consumado el pago de Jesús por nuestros pecados, de manera que ahora comemos en presencia del Señor con gran regocijo.
Pero incluso la Cena del Señor apunta a una comida de más maravillosa comunión en la presencia de Dios en el futuro, cuando se restaure el compañerismo del Edén y allí habrá un gozo aún mayor, porque aquellos que comen en la presencia de Dios serán pecadores perdonados, confirmados ahora en su justicia, incapaces de pecar otra vez. Jesús alude a ese tiempo futuro de gran regocijo y de comer en la presencia de Dios cuando dice: «Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre» (Mateo 26: 29).
Se nos habla más explícitamente sobre la cena de las bodas del Cordero en Apocalipsis: «El ángel me dijo: «Escribe: "¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!"» (Apocalipsis 19: 19). Este será un tiempo de gran regocijo en la presencia del Señor, así como un tiempo de temor reverente ante él.
Entonces, de Génesis a Apocalipsis, el propósito de Dios ha sido traer a su pueblo a un compañerismo consigo mismo, y uno de los grandes gozos de experimentar tal compañerismo es el hecho de que podemos comer y beber en la presencia del Señor. Sería saludable para la iglesia hoy en día recuperar un sentido más vívido de la presencia de Dios en la Cena del Señor.

B. SIGNIFICADO DE LA CENA DEL SEÑOR

El significado de la Cena del Señor es complejo, rico e íntegro. En la Cena del Señor hay varios símbolos y cosas que se declaran.
1. LA MUERTE DE CRISTO.
Cuando participamos en la Cena del Señor simbolizamos la muerte de Cristo porque nuestras acciones dan una imagen de su muerte por nosotros. Cuando se parte el pan, esto simboliza el quebrantamiento del cuerpo de Cristo, y cuando la copa se vierte, esto simboliza la sangre de Cristo que se derramó por nosotros.
Por esta razón participar en la Cena del Señor es una suerte de proclamación: «Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga (1ª Corintios 11: 26).
2. NUESTRA PARTICIPACIÓN EN LOS BENEFICIOS DE LA MUERTE DE CRISTO.
Jesús mandó a sus discípulos: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo» (Mateo 26. 26). Cuando individualmente nos adelantamos y tomamos la copa, cada uno de nosotros proclama con esta acción: «Me apropio de los beneficios de la muerte de Cristo». Cuando hacemos esto simbolizamos el hecho de que participamos o nos apropiamos de los beneficios ganados para nosotros por la muerte de Jesús.
3. ALIMENTO ESPIRITUAL.
Justo como la comida ordinaria alimenta nuestros cuerpos físicos, así el pan y el vino de la Cena del Señor nos dan alimento. Pero también describen el hecho de que Cristo da a nuestras almas alimento y refrigerio espiritual. De hecho, la ceremonia que Cristo instituyó está destinada por su propia naturaleza a enseñarnos esto Jesús dijo:
Ciertamente les aseguro -afirmó Jesús- que si no comen de la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí, vivirá por mí Juan 6: 53-57).
Ciertamente Jesús no habla de ingerir literalmente su cuerpo y su sangre. Pero si no habla de un comer y beber literales, entonces debe tener en mente una participación espiritual en los beneficios de la redención que él conquista. Este alimento espiritual, tan necesario para nuestras almas, se experimenta y a la vez simboliza en nuestra participación en la Cena del Señor.
4. LA UNIDAD DE LOS CREYENTES.
Cuando los creyentes participan juntos en la Cena del Señor también dan una clara señal de unidad de unos con otros. De hecho, Pablo dice: «Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo» (1ª Corintios 10: 17).
Cuando unimos estas cuatro cosas, comenzamos a darnos cuenta del rico significado de la Cena del Señor: cuando participo vengo a la presencia de Cristo; recuerdo que él murió por mí; participo en los beneficios de su muerte; recibo alimento espiritual; y estoy unido a todos los demás creyentes que participan en la Cena. ¡Qué gran motivo de acción de gracias y gozo se debe encontrar en esta Cena del Señor!
Pero además de estas verdades visiblemente expuestas por la Cena del Señor, el hecho de que Cristo haya instituido esta ceremonia para nosotros así mismo quiere decir que por medio de ella él nos promete o nos asegura ciertas cosas también.
Cuando participamos en la Cena del Señor, se nos debe recordar una y otra vez las siguientes aseveraciones que Cristo nos hace:
5. CRISTO CONFIRMA SU AMOR POR MÍ.
El hecho de que puedo participar en la Cena del Señor-de hecho Jesús me invita a venir-es un vívido recordatorio y confirmación visual de que Jesús me ama, individual y personalmente. Por consiguiente, cuando me acerco a tomar la Cena del Señor se restablece una y otra vez la confianza del amor personal de Cristo por mí.
6. CRISTO AFIRMA QUE TODAS LAS BENDICIONES DE LA SALVACIÓN ESTÁN RESERVADAS PARA MÍ.
Cuando me acerco a la invitación de Cristo a la Cena del Señor, el hecho de que él me haya invitado a su presencia me asegura que tiene abundantes bendiciones para mí. En esta Cena de hecho saboreo de antemano la comida y la bebida del gran banquete en la mesa del Rey. Vengo a esta mesa como miembro de su familia eterna.
Cuando el Señor me da la bienvenida a su mesa, me asegura así mismo que me dará la bienvenida a todas las otras bendiciones de la tierra y el cielo, y especialmente a la gran cena de las bodas del Cordero, en la que se ha reservado un puesto para mí.
7. YO AFIRMO MI FE EN CRISTO.
Por último, cuando tomo el pan y la copa, por mis acciones proclamo: «Te necesito y confío en ti, Señor Jesús, para que perdones mis pecados y concedas vida y salud a mi alma, porque solo por tu quebrantado cuerpo y tu sangre derramada puedo ser salvado». De hecho, al participar en la partición del pan cuando lo como y en el verter la copa cuando bebo de ella, proclamo una y otra vez que mis pecados fueron en parte la causa del sufrimiento y la muerte de Cristo. De esta manera, la pena, el gozo, la acción de gracias y un profundo amor por Cristo se entremezclan ricamente en la belleza de la Cena del Señor.

C. ¿CÓMO ESTÁ CRISTO PRESENTE EN LA CENA DEL SEÑOR?

1. EL PUNTO DE VISTA CATÓLICO ROMANO: TRANSUBSTANCIACIÓN.
De acuerdo con la enseñanza de la Iglesia Católica Romana, el pan y el vino se convierten realmente en el cuerpo y la sangre de Cristo. Esto ocurre cuando el sacerdote dice: «Esto es mi cuerpo» durante la celebración de la misa. Al mismo tiempo que el sacerdote dice esto, el pan se eleva y se adora. Esta acción de elevar el pan y pronunciar que es el cuerpo de Cristo solo puede ser realizada por un sacerdote.
Cuando esto sucede, de acuerdo con la enseñanza católico romana, se imparte la gracia a los que están presentes ex opera operato, esto es, «por la obra realizada», pero el monto de la gracia dispensada está en proporción con la disposición subjetiva del receptor de la gracia.2 Por otra parte, cada vez que se celebra la misa, se repite el sacrificio de Cristo (en cierto sentido), y la iglesia católica es cuidadosa al afirmar que este es un sacrificio real, aunque no es lo mismo que el sacrificio que Cristo pagó sobre la cruz.
Así que Los Fundamentos del Dogma Católico de Ludwig Ott enseñan lo siguiente: Cristo se hace presente en el Sacramento del Altar por la transformación de toda la sustancia del pan en su Santo Cuerpo y de toda la sustancia del vino en su Sangre.
Esta transformación se llama Transubstanciación. El poder de la consagración reside solo en su sacerdote válidamente consagrado.
El Culto de la Adoración (Latría) debe ser dado al Cristo presente en la Eucaristía.
Este obedece a la integridad y la permanencia de la Real Presencia que el absoluto tributo de adoración (Cultus Latriae) le debe al Cristo presente en la Eucaristía. (p. 387)
En la enseñanza católica, debido a que los elementos del pan y el vino se convierten literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, la iglesia no permite por muchos siglos que los laicos beban de la copa de la Cena del Señor (por temor que se derrame la sangre de Cristo) sino solo coman del pan. El manual de Ott nos dice:
La comunión bajo las dos formas no es necesaria para ningún miembro individual de los Fieles, ya sea por motivo de un precepto Divino o como medio de salvación La razón es que Cristo está completo e íntegro bajo cada una de las especies.
La abolición de la recepción del cáliz en la Edad Media (siglos 12 y 13) ordenada por razones prácticas, principalmente por el peligro de profanación del Sacramento. (p. 397)
Con respecto al real sacrificio de Cristo en la misa, el manual de Ott dice: La Santa Misa es un Sacrificio apropiado y verdadero. (p. 402)
En el Sacrificio de la Misa y en el Sacrificio de la Cruz el Don Sacrificial y el Sacerdote Primordial que Sacrifica son idénticos; solo la naturaleza y el modo de la ofrenda son diferentes. El Don Sacrificial es el Cuerpo y la Sangre de Cristo El Sacerdote Primordial que Sacrifica es Jesucristo, quien utiliza al sacerdote humano como su siervo y representante y realiza la consagración a través de él.
NOTA: Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma, dice: «Como la medida de la gracia concedida ex opere operato está en proporción con la disposición subjetiva del recipiente, la recepción de la Santa Comunión debe estar precedida de una buena preparación, y una apropiada acción de gracias debe seguirla... Una Comunión indigna es un sacrilegio» (p.399).
La palabra eucaristía significa simplemente la Cena del Señor. (Se deriva del vocablo griego eucharistia, «acción de gracias». El verbo de la misma familia euchariste?, «dar gracias», se encuentra en los registros bíblicos de la Última Cena en Mateo 26: 27; Marcos 14: 23; Lucas 22:1 9; y 1ª Corintios 11:  24: «después de dar gracias. «El término eucaristía se usa a menudo por los católicos romanos y también frecuentemente por los episcopales. Entre muchas iglesias protestantes el término Comunión se refiere comúnmente a la Cena del Señor.
Sin embargo, desde el concilio Vaticano II (1962-65), se ha autorizado la administración tanto del pan como del vino a laicos, pero esto no siempre se practica. euchariste,
De acuerdo con el punto de vista Tomista, en cada misa Cristo también lleva a cabo una actividad sacrificial inmediata real la que, sin embargo, no debe ser concebida como la totalidad de muchas acciones sucesivas sino como un único acto sacrificial ininterrumpido del Cristo Transfigurado.
El propósito del sacrificio es el mismo en el Sacrificio de la Misa que en el Sacrificio de la Cruz; en primer lugar la glorificación de Dios, en segundo lugar expiación, acción de gracias y súplica. (p. 408)
Como sacrificio propiciatorio ... el Sacrificio de la Misa lleva a cabo la remisión de pecados y el castigo por los pecados; como sacrificio de súplica... propicia la dispensación de dones sobrenaturales y naturales. El Sacrificio de propiciación de la Eucaristía puede ser ofrecido, como lo afirmó expresamente el Concilio de Trento, no sólo por los vivos, sino también por las pobres almas del Purgatorio. (pp. 412-13).
En respuesta a la enseñanza católico romana sobre la Cena del Señor, debe decirse que ella primero falla en reconocer el carácter simbólico de las afirmaciones de Jesús cuando declaró: «Este es mi cuerpo», o «Esta es mi sangre». Jesús habló muchas veces de manera simbólica cuando se refería a sí mismo. Dijo, por ejemplo, «Yo soy la vid verdadera» Juan 15:1). o «Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo» Juan 10: 9); o, «Yo soy el pan que bajó del cielo» Juan: 6: 41).
De manera similar, cuando Jesús dice: «Este es mi cuerpo», habla en forma simbólica, no de una manera real, fisica y literal. De hecho, cuando él estaba sentado con sus discípulos sosteniendo el pan, el pan estaba en su mano pero era distinto de su cuerpo, y eso era evidente, por supuesto, para los discípulos.
Ninguno de los discípulos presentes habría pensado que el pedazo de pan que Jesús sostenía en su mano era realmente su cuerpo fisico, porque podían ver el cuerpo ante sus ojos. Como es natural, ellos habrían entendido la declaración de Jesús de una manera simbólica. De igual forma, cuando Jesús dijo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes» (Lucas 22: 20), ciertamente no quería decir que la copa era realmente el nuevo pacto, sino que la copa representaba el nuevo pacto.
Por otra parte, el punto de vista católico romano falla en reconocer la clara enseñanza del Nuevo Testamento sobre lo final y completo del sacrificio de Cristo por nuestros pecados de una vez y para siempre. El libro de Hebreos enfatiza esto muchas veces, como cuando dice: Ni entró en el cielo para ofrecerse vez tras vez, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
Si así fuera, Cristo habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Al contrario ahora, al final de los tiempos se ha presentado una sola vez y para siempre a fin de acabar con el pecado mediante el sacrificio de sí mismo... Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos» (Hebreos 9: 25-28).
Decir que el sacrificio de Cristo continúa o que se repite en la misa ha sido, desde la Reforma, una de las doctrinas católico romanas más objetables desde el punto de vista de los protestantes. Cuando nos damos cuenta que el sacrificio de Cristo por nuestros pecados está completo y consumado (Consumado es, Juan 19: 30; Hebreos 1: 3), ello nos da una gran certidumbre de que se ha pagado por todos nuestros pecados, y que ya no queda sacrificio alguno por pagar.
Pero la idea de una continuación del sacrificio de Cristo destruye nuestra certidumbre de que Cristo realizó el pago y que Dios el Padre lo aceptó, y de que «no hay ninguna condenación}) (Romanos 8:1) pendiente ahora contra nosotros.
Para los protestantes, la idea de que la misa es en algún sentido una repetición de la muerte de Cristo parece señalar un regreso a los repetidos sacrificios del Antiguo Testamento, los cuales eran (un recordatorio anual de los pecados) (Hebreos 10: 3). En lugar de la certidumbre de un completo perdón de pecados a través de (un solo sacrificio para siempre) (Hebreos 10: 12), la idea de que la misa es un sacrificio repetido constituye un constante recordatorio de los pecados y de la culpa pendiente que debe ser expiada semana tras semana.
En relación con la enseñanza de que solo sacerdotes pueden oficiar la Cena del Señor, el Nuevo Testamento no ofrece ningunas instrucciones que planteen restricciones sobre las personas que pueden presidir en la Comunión. Y como la Escritura no nos plantea tales restricciones, no parece justificado decir que solo los sacerdotes pueden dispensar los elementos de la Cena del Señor.
Por otro lado, como el Nuevo Testamento enseña que todos los creyentes son sacerdotes y miembros de un (real sacerdocio) (1ª Pedro 2: 9; Hebreos 4: 16; 10: 19-22), no debemos especificar una cierta clase de personas que tienen los derechos de los sacerdotes, como en el antiguo pacto, pero debemos enfatizar que todos los creyentes comparten el gran privilegio espiritual de acercarse a Dios.
Por último, cualquier mantenimiento de la restricción que no haría posible a los laicos beber de la copa de la Cena del Señor utilizaría el argumento de la tradición y la precaución para justificar la desobediencia de los mandamientos directos de Jesús, no solo del mandamiento a sus discípulos cuando dijo: (Beban de ella todos ustedes) (Mateo 26. 27), sino la instrucción que Pablo registró, en la que Jesús dijo: (hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí) (1ª Corintios 11.25).
NOTA: Es por esta razón que muchos protestantes han sentido que pueden participar voluntariamente en la Cena del Señor en cualquier otra iglesia protestante, aun en los servicios de la iglesia anglicana alta que en su forma parecen muy similares a los servicios de la iglesia católica, pero no pueden participar en buena conciencia en una misa católico romana, debido a la doctrina católico romana sobre la propia naturaleza de la misa.
2. EL PUNTO DE VISTA LUTERANO:
«En, Con, y Bajo». Martín Lutero rechazó el punto de vista católico romano, pero insistió en que la frase «Este es mi cuerpo» había que tomarla en cierto sentido como una afirmación literal. Su conclusión no fue que el pan se convierte realmente en el cuerpo fisico de Cristo, pero que el cuerpo físico de Cristo está presente (en, con y bajo) el pan de la Cena del Señor.
El ejemplo que a veces se ofrece es decir que el cuerpo de Cristo está presente en el pan como el agua está presente en una esponja-el agua no es la esponja, pero está presente, «en, con, y bajo») una esponja, y está presente dondequiera que esté presente la esponja.
Otros ejemplos que se ofrecen con los del magnetismo en un imán o un alma en el cuerpo.
La interpretación luterana de la Cena del Señor se encuentra en el manual de Francis Pieper, Christian Dogmatics" Este cita el Pequeño Catecismo de Lutero: «¿Cuál es el Sacramento del Altar? Es el verdadero cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, bajo el pan y el vino, para que nosotros los cristianos comamos y bebamos, instituido por el propio Cristo».
De modo semejante, la Confesión de Ausburgo, Artículo X, dice: «De la Cena del Señor ellos enseñan que el Cuerpo y la Sangre de Cristo están realmente presentes, y son distribuidos a aquellos que comen en la Cena del Señor»"
Un pasaje que se puede pensar que apoya esta posición es 1ª Corintios 10: 16: «Este pan que partimos, ¿no significa que entramos en comunión con el cuerpo de Cristo?
No obstante, a fin de declarar esta doctrina, Lutero tuvo que responder una importante pregunta: «¿Cómo puede el cuerpo de Cristo, o más generalmente la naturaleza humana de Cristo, estar presente en todas partes? ¿No es cierto que Jesús ascendió en su naturaleza humana al cielo y permanece allí hasta su regreso? No dijo que abandonaba la tierra y que ya no estaría en el mundo sino que iba al Padre (Juan 16: 28; 17: 11)? En respuesta a este problema Lutero enseñó la ubicuidad de la naturaleza humana de Cristo tras su ascensión-esto es, que la naturaleza humana de Cristo estaba presente en todas partes (ubicuo).
Pero los teólogos desde el tiempo de Lutero sospecharon que él enseñó la ubicuidad de la naturaleza humana de Cristo, no porque esta se halla en algún lugar de la Escritura, sino porque necesitaba explicar cómo su punto de vista de la consubstanciación podía ser verdadero.
En respuesta al punto de vista luterano, se puede decir que este tampoco entiende Que Jesús está tratando de enseñamos una realidad espiritual pero utilizando Objetos físicos, cuando dice: «Este es mi cuerpo». No debemos entender esto más literalmente de lo que entendemos la afirmación correspondiente: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes» (Lucas 22: 20).
De hecho, Lutero no hace justicia del todo a las palabras de Jesús de una manera literal. Berkhof objeta correctamente que Lutero hace que las palabras de Jesús signifiquen: «Esto acompaña a mi cuerpo». En esta cuestión ayudaría leer de nuevo Juan 6: 27-59, donde el contexto muestra que Jesús habla en términos literales, físicos, sobre el pan, pero continuamente lo explica en términos de una realidad espiritual.
3. EL RESTO DEL PROTESTANTISMO: UNA PRESENCIA DE CRISTO SIMBÓLICA Y ESPIRITUAL.
A diferencia de Martín Lutero, Juan Calvino y otros Reformadores argumentaron que el pan y el vino en la Cena del Señor no se transformaban en el cuerpo y la sangre de Cristo, ni contenían de alguna manera el cuerpo y la sangre de Cristo.
Antes bien, el pan y el vino simbolizaban el cuerpo y la sangre de Cristo, y ofrecían una señal visible del hecho que el propio Cristo estaba verdaderamente presente. Calvino dijo:
Al Mostrar El Símbolo Se Muestra La Cosa Misma. Porque A Menos Que Un Hombre Quiera Llamar A Dios Mentiroso, Nunca Se Atrevería A Afirmar Que Él Divulga Un Símbolo Vacío Y La Divinidad Debe Por Todos Los Medios Mantener Su Precepto: Cuando Quiera Que Vean Símbolos Decretados Por El Señor, Para Pensar Y Estar Persuadidos Que La Verdad De La Cosa Denotada Está Ciertamente Presente Allí. ¿Pues Porqué El Señor Pondría En Sus Manos El Símbolo De Su Cuerpo, Excepto Para Asegurarle A Usted Una Verdadera Participación En Este? (Institutes, 4. 17. 10; P. 1371)
Pero Calvino fue cuidadoso al diferir tanto de la enseñanza católico romana (que dice que el pan se convierte en el cuerpo de Cristo) como de la enseñanza luterana (que dice que el pan contiene el cuerpo de Cristo).
Pero debemos establecer que esa presencia de Cristo en la Cena no puede ceñirlo al elemento del pan, ni encerrarlo en el pan, ni lo circunscribe de ninguna manera (está claro que todas estas cosas lo apartan de su gloria celestial). (Institutes, 4. 17. 19; p.138l)
Hoy en día la mayoría de los protestantes diría, en adición al hecho de que el pan y el vino simbolizan el cuerpo y la sangre de Cristo, que Cristo está también espiritualmente presente en una manera especial cuando participamos del pan y el vino. Ciertamente, Jesús prometió estar presente cuando quiera que los creyentes adoraran: «Porque dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18: 20).
Y si él está especialmente presente cuando los cristianos se reúnen para adorar, entonces esperaríamos que él estaría presente de una manera especial en la Cena del Señor: Nos encontramos con él en su mesa, a la cual viene para entregarse a nosotros. Como recibimos los elementos del pan y el vino en la presencia de Cristo, de esta manera participamos de él y de todos sus beneficios.
«Nos alimentamos de él en nuestros corazones» con acción de gracias. Por cierto, hasta un niño que conoce a Cristo entenderá esto sin que se le enseñe y esperará recibir una bendición especial del Señor durante esta ceremonia, porque su significado es del todo inherente a las varias acciones del comer y beber. Pero no debemos decir que Cristo está presente aparte de nuestra fe personal, sino que solo nos encuentra y bendice allí de acuerdo con nuestra fe en él.
¿De qué forma está Cristo presente entonces? Ciertamente hay una presencia simbólica de Cristo, pero ella es también una presencia espiritual y hay una genuina bendición espiritual en esta ceremonia.
NOTA: Había alguna diferencia entre Calvino y otro reformador suizo, Ulrico Zuinglio (1484-1531) sobre la naturaleza de la presencia de Cristo en la Cena del Señor; ambos concordaban en que Cristo estaba presente de una manera simbólica, pero Zuinglio vacilaba mucho más a la hora de afirmar una real presencia espiritual de Cristo. No obstante, la real enseñanza de Zuinglio es una cuestión que suscita ciertas diferencias entre los historiadores.
Es verdad que esta sentencia se pronuncia en un contexto que se aplica específicamente a la disciplina eclesiástica (vv. 15-19), pero es la proclamación de una verdad general utilizada aquí para apoyar una aplicación específica, y no hay motivo para restringir su aplicación a coyunturas de la disciplina eclesiástica. Nos dice que Jesús siempre está presente cuando los creyentes se reúnen en su nombre.
A veces los protestantes se han preocupado tanto en negar el punto de vista católico romano sobre la «real presencia» de Cristo en los elementos que han negado equivocadamente cualquier presencia espiritual. Millard Erickson nota las chistosas situaciones que tienen lugar: «Por el celo de evitar la concepción de que Jesús está presente de alguna suerte de forma mágica, ciertos bautistas entre otros han ido a veces a tales extremos que dan la impresión de que el único lugar donde Jesús no puede ciertamente encontrarse es en la Cena del Señor. Esto es lo que un líder bautista llamó 'la doctrina de la real ausencia' de Jesucristo» (Christian Theolog)', p. 1123).

D. ¿QUIÉN DEBE PARTICIPAR EN LA CENA DEL SEÑOR?

Pese a diferencias sobre algunos aspectos de la Cena del Señor, la mayoría de los protestantes estarían de acuerdo, primero, que solo aquellos que creen en Cristo deben participar en ella, pues es una señal de ser un cristiano y permanecer en la vida cristiana.
Pablo advierte que quienes comen y beben de manera indigna enfrentan serias consecuencias: «Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto» (1ª Corintios 11: 29-30).
Segundo, muchos protestantes argumentarían a partir del significado del bautismo y el significado de la Cena del Señor que, normalmente, solo aquellos que han sido bautizados deben participar la Cena del Señor. Esto se debe a que el bautismo es claramente un símbolo de iniciar la vida cristiana, mientras la Cena del Señor es claramente un símbolo de mantenerse en la vida cristiana.
Por esto si alguien toma la Cena del Señor y con ello proclama públicamente que ella o él se mantienen en la vida cristiana, entonces se le debe preguntar a esa persona: «Sería bueno ser bautizado ahora y en consecuencia ofrecer un símbolo de que usted comienza la vida cristiana?»
Pero otros, incluyendo este autor, objetarían a tales restricciones como sigue: Surge un problema diferente si alguien que es un creyente genuino, pero no bautizado todavía, no se le permite participar de la Cena del Señor cuando se reúnen los cristianos. En ese caso la no participación de la persona simboliza que ella o él no es un miembro del cuerpo de Cristo que se congrega para observar la Cena del Señor en una fraternidad unida (véase 1ª Corintios 10: 17: «Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo»). Por tanto las iglesias pueden pensar que es mejor no permitir a los creyentes no bautizados participar en la Cena del Señor sino instados a bautizarse lo más pronto posible.
Pues si están dispuestos a participar en un símbolo externo de ser cristiano, no parece haber razón de que no estén dispuestos a participar en el otro, un símbolo que propiamente viene primero.
Por supuesto, los problemas que surgen en ambas situaciones (cuando creyentes no bautizados toman la Comunión y cuando no lo hacen) pueden ser todos obviados si los nuevos cristianos son regularmente bautizados poco después de haber venido a la fe. Y, cualquier posición que asuma la iglesia sobre esta cuestión sobre si los creyentes no bautizados deben tomar la Comunión, parecería aconsejable enseñar, en el ministerio docente de la iglesia, que la situación ideal es que los nuevos creyentes se bauticen primero y entonces participen de la Cena del Señor.
NOTA: Sin embargo. algunos en la Iglesia de Inglaterra y en algún otro sitio han comenzado recientemente a permitir que los niños pequeños participen en la Cena del Señor, razonando que si se les ha dado la señal del bautismo no es correcto negarles la señal se la Cena.
El tercer requisito para la participación es el del auto-examen:
Por Lo Tanto, Cualquiera Que Coma El Pan O Beba De La Copa Del Señor De Manera Indigna, Será Culpable De Pecar Contra El Cuerpo Y La Sangre Del Señor. Así Que Cada Uno Debe Examinarse A Sí Mismo Antes De Comer El Pan Y Beber De La Copa. Porque El Que Come Y Bebe Sin Discernir El Cuerpo, Como Y Bebe Su Propia Condena. (1ª Corintios 11: 27-29)
En el contexto de 1 Corintios 11 Pablo reprende a los corintios por su conducta egoísta e inconsistente cuando se reúnen como iglesia: «De hecho, cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor, porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se emborrachan» (1ª Corintios 11: 29). Esto nos ayuda a comprender lo que Pablo quiere decir cuando habla de aquellos que comen y beben «sin discernir el cuerpo» (1ª Corintios 11: 29).
El problema en Corinto no fue una falla en comprender que el pan y la copa representaban el cuerpo y la sangre del Señor-ellos ciertamente sabían esto. En su lugar, el problema era su conducta egoísta y desconsiderada de unos hacia otros mientras estaban ante la Cena del Señor.
Ellos no comprendían o «discernían » la verdadera naturaleza de la iglesia como un cuerpo. Esta interpretación de «sin discernir el cuerpo» se apoya en la mención de Pablo de la iglesia como el cuerpo de Cristo solo un poco antes, en 1ª Corintios 10: 17: «Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo»
Así que la frase «sin discernir el cuerpo« significa «no comprender la unidad e interdependencia de la gente en la iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo». Esto significa no preocupamos de nuestros hermanos y hermanas cuando venimos a la Cena del Señor, en la cual debemos reflejar su carácter.
¿Qué significa entonces comer o beber «de manera indigna» (1ª Corintios 11: 27)? Primero debemos pensar que las palabras se aplican más bien de forma estricta y tienen que ver solo con la forma en que nos conducimos cuando de hecho comemos y bebemos el pan y el vino. Pero cuando Pablo explica que una participación indigna supone «no discernir el cuerpo», indica que debemos preocupamos de todas nuestras relaciones dentro del cuerpo de Cristo: ¿Actuamos de maneras que retratan vívidamente no la unidad de un pan y un cuerpo, sino desunión?
Actuamos de maneras que proclaman no el sacrificio desinteresado de nuestro Señor, sino la enemistad y el egoísmo? En sentido amplio, entonces: «Que cada uno se examine a sí mismo» significa que debemos preguntar si nuestras relaciones en el cuerpo de Cristo reflejan de hecho el carácter del Señor que encontramos allí y a quién representamos.
NOTA: por otra parte. de esta muy breve mención de la idea de un cuerpo podemos correctamente suponer que no era una idea nueva, sino que Pablo les había inculcado esta idea mientras estuvo en Corinto durante dos años cuando fundó la iglesia allí. Tras dos razones para esta interpretación son:
(1) Pablo solo dice «sin discernir el cuerpo», y no dice «sin discernir el cuerpo y la sangre del Señor' lo que con mayor probabilidad habría hecho si hubiera dado a entender «sin comprender que e! pan y la copa representan e! cuerpo y la sangre de! Señal».
(2) Además, Pablo dice: «Que cada uno se examine a sí mismo (y esto incluiría sin duda alguna examinar sus relaciones con otros en la iglesia), pero Pablo no dice: «Que cada uno vea si comprende lo que simbolizan e! pan y e! vino».
En relación con esto, la enseñanza de Jesús sobre venir a adorar en general también debe mencionarse:
Por Lo Tanto, Si Estás Presentando Tu Ofrenda En Al Altar Y Allí Recuerdas Que Tu Hermano Tiene Algo Contra Ti, Deja Tu Ofrenda Allí Delante Del Altar. Ve Primero Y Reconcíliate Con Tu Hermano; Luego Vuelve Y Presenta Tu Ofrenda. (Mateo 5: 23-24)
Aquí Jesús nos dice que cuando vayamos a adorar debemos estar seguros que nuestras relaciones con otros son correctas, y si no 10 son, debemos actuar rápidamente para corregirlas y entonces venir a adorar a Dios. Esta admonición debe ser especialmente verdadera cuando acudimos a la Cena del Señor.
Por supuesto, ningún pastor o líder de la iglesia sabrá si las personas se examinan o no a sí mismas (excepto en casos cuando una conducta ofensiva o pecaminosa se hace evidente a los demás). En gran parte, la iglesia tiene que depender de los pastores y maestros para explicar claramente el significado de la Cena del Señor y advertir de los peligros de participar indignamente. Entonces las personas tendrán la responsabilidad de examinar sus propias vidas, de acuerdo con 10 que Pablo dice.
De hecho, Pablo no dice que los pastores deben examinar la vida de todo el mundo, sino en su lugar insta al auto-examen individual: «Así que cada uno debe examinarse a sí mismo» (1ª Corintios 11: 28).

E. OTRAS CUESTIONES

¿Quién debe administrar la Cena del Señor? La Escritura no ofrece ninguna enseñanza específica sobre esta cuestión, de manera que solo nos queda decidir qué es lo sabio y apropiado para el beneficio de los creyentes en la iglesia.
A fin de preservar la Cena del Señor de abusos, un líder responsable debe estar a cargo de administrarla, pero no parece que la Escritura requiere que solo el clero ordenado u oficiales escogidos de la iglesia puedan hacerlo. En situaciones ordinarias, por supuesto, el pastor u otro líder que oficia ordinariamente en los servicios de adoración de la iglesia también oficiarían apropiadamente en la Comunión.
Pero más allá de esto, no parece haber motivo porqué solo oficiales o solo líderes, o solo hombres, deban distribuir los elementos. ¿No hablaría mucho más claramente de nuestra unidad e igualdad espiritual en Cristo si tanto hombres como mujeres, por ejemplo, asistieran en la distribución de los elementos de la Cena del Señor.
NOTA: En casos de la disciplina eclesiástica o en casos en que la conducta exterior ofrece una clara evidencia que una persona se aparta de Cristo, los líderes de la iglesia pueden desear hacer una clara y fuerte advertencia verbal contra la participación en la Cena del Señor, de manera que el hermano o la hermana que comete una falta no coma y beba juicio sobre él mismo o ella misma.
Pero estos casos deben ser raros, y también debemos evitar el error de algunas iglesias que han sido tan estrictas en la administración de la Cena del Señor que muchos verdaderos creyentes han sido apartados y de esa manera la unidad del verdadero cuerpo de Cristo no ha estado representada, ni los creyentes tenido acceso a las bendiciones espirituales que debidamente recibirian en Cristo al participar en esta ordenanza y obedecer por consiguiente a su Señor.
Por supuesto, donde se piensa que la distribución de la Cena del Señor es una función sacerdotal (como en las iglesias anglicanas), las iglesias pueden decidir que otra aproximación a esta cuestión concuerda más con sus propias enseñanzas.
Por otra parte, en una iglesia en la que solo los principales oficiales de la iglesia han ayudado en el servicio de la Comunión durante muchos años, la iglesia puede decidir que permitir la participación de alguien más en la distribución de los elementos simbolizaría la participación de esas personas en el liderazgo y el gobierno de la iglesia, y puede que deseen postergar los cambios por lo menos hasta que sea posible impartir alguna enseñanza clara.
Otras iglesias pueden considerar que la función de liderazgo está tan claramente ligada con la distribución de los elementos que desearían continuar con esa práctica restrictiva.
¿Con qué frecuencia debe celebrarse la Cena del Señor? La Escritura no nos lo dice. Jesús dijo simplemente: «Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa» (1ª Corintios 11: 26). Sería apropiado considerar aquí también la directriz de Pablo sobre los servicios de adoración: «Hágase todo para edificación» (2ª Corintios 14: 26).
Realmente, ha sido la práctica de la mayoría de las iglesias a través de su historia celebrar la Cena del Señor cada semana cuando los creyentes se reúnen. Sin embargo, en muchos grupos protestantes desde la Reforma, ha habido una celebración menos frecuente de la Cena del Señor-a veces una vez o dos veces al mes, o, en muchas iglesias reformadas, solo cuatro veces al año.
Si se planifica y explica y se lleva a cabo la Cena del Señor de tal manera que es un tiempo de auto-examen, confesión, y acción de gracias y alabanza, entonces celebrarla una vez a la semana sería demasiado frecuente, no obstante, y ciertamente puede ser observada con esa frecuencia «para edificación».
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Qué cosas simbolizadas por la Cena del Señor han recibido un nuevo énfasis en su pensamiento como resultado de la lectura de este capítulo? Se siente más deseoso de participar en la Cena del Señor ahora que antes de la lectura del capítulo? ¿Por qué?
2. ¿De qué manera diferente (si alguna) se acercará usted a la Cena del Señor de forma ahora? ¿Cuál de las cosas simbolizadas en la Cena del Señor lo alienta más en su vida cristiana en este momento?
3. ¿Qué criterio de la naturaleza de la presencia de Cristo en la Cena del Señor le han enseñado con anterioridad en la iglesia? ¿Cuál es su propio criterio ahora?
4. ¿Hay algunas relaciones personales arruinadas que usted deba enmendar antes de venir otra vez a la Cena del Señor?
5. ¿Hay aspectos en los cuales su iglesia necesite enseñar más sobre la naturaleza de la Cena del Señor? ¿Cuáles son?
TÉRMINOS ESPECIALES
Comunión, consubstanciación, eucaristía, no discernir el cuerpo, presencia espiritual, presencia simbólica, transubstanciación, ubicuidad de la naturaleza humana, de Cristo.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Corintios 11: 23-26: Yo Recibí Del Señor Lo Mismo Que Les Trasmití A Ustedes: Que El Señor Jesús, La Noche En Que Fue Traicionado, Tomó Pan, Y Después De Dar Gracias, Lo Partió Y Dijo: «Este Es Mi Cuerpo, Que Por Ustedes Entrego; Hagan Esto En Memoria De Mí». De La Misma Manera, Después De Cenar, Tomó La Copa Y Dijo: «Esta Copa Es El Nuevo Pacto En Mi Sangre; Hagan Esto, Cada Vez Que Beban De Ella, En Memoria De Mí». Porque Cada Vez Que Comen Este Pan Y Beben De Esta Copa, Proclaman La Muerte Del Señor Hasta Que Él Venga.

CAPÍTULO 8

ADORACIÓN

¿CÓMO PUEDE LA ADORACIÓN CUMPLIR SU GRAN PROPÓSITO EN LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO? ¿QUÉ SIGNIFICA ADORAR (EN ESPÍRITU YEN VERDAD)?
EXPLICACIÓN Y BASE ESCRITURAL
El término adoración se aplica a veces a todo en la vida cristiana, y se dice correctamente que todo en nuestra vida debe ser un acto de adoración, y que todo lo que hace la iglesia debe considerarse adoración, porque todo lo que hacemos debe glorificar a Dios. Sin embargo, en este capítulo no utilizo esa palabra en ese amplio sentido.
Más bien uso adoración con un significado más específico para aludir a la música y las palabras que los cristianos dirigen a Dios en alabanza, junto con las actitudes entrañables que acompañan esa alabanza, especialmente cuando los cristianos se reúnen. Como los capítulos de esta parte del libro tratan de la doctrina de la iglesia, es algo apropiado concentrarse en este capítulo en las actividades de adoración de la iglesia reunida.

A. DEFINICIÓN Y PROPÓSITO DE LA ADORACIÓN

La adoración es la actividad de glorificar a Dios con nuestras voces y corazones en su presencia.
En esta definición notamos que adoración es un acto de glorificar a Dios. Pese a que se supone que todos los aspectos de nuestras vidas glorifiquen a Dios, esta definición especifica que la adoración es algo que hacemos especialmente cuando venimos ante la presencia de Dios, cuando estamos conscientes de que lo adoramos en nuestros corazones, y cuando lo alabamos con nuestras voces y hablamos de él de manera que otros puedan oír. Pablo alienta a los cristianos en Calosas: «Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón» (Col 3: 16).
De hecho, la razón primaria de que Dios nos haya llamado dentro de la asamblea de la iglesia es que debemos adorarlo como asamblea. Edmund Clowney dice atinadamente:
Dios Ha Demandado De Faraón: «¡Deja Ir A Mi Pueblo Para Que Me Rinda Culto En El Desierto» (Éx 7: 16) Dios Los Saca Para Poder Hacerlos Entrar En Su Asamblea, La Gran Compañía De Aquellos Que Están En Su Presencia. La Asamblea De Dios En El Sinaí Es Por Lo Tanto El Objetivo Inmediato Del Éxodo. Dios Trae A Su Pueblo Ante Su Presencia Para Que Puedan Oír Su Voz Y Adorarlo.
Pero Clowney explica que la asamblea que adoraba en el Monte Sinaí no podía permanecer en sesión delante de Dios para siempre. Por lo tanto, Dios estableció otras festividades en las que el conjunto de la nación se reuniría delante de él tres veces al año. Dice él que: «Los israelitas son una nación formada para adorar, llamada a reunirse en los predios del Señor, y a alabar unida el nombre del Altísimo».
Pese a ello Clowney apunta que, en lugar que alabar a Dios en una asamblea santa y unida, el pueblo se desvió para servir a los ídolos y, en lugar de reunir al pueblo para que adorarse delante de él, «Dios dispersó al pueblo en el exilio como castigo».
Pero Dios prometió que sus propósitos para su pueblo aún se cumplirían, que algún día habría una gran asamblea no solo de Israel sino de todas las naciones delante de su trono (Is 2: 2-4; 25: 6-8; 49: 22; 66: 18-21; Jer 48: 47; 49: 6, 39). Clowney apunta que el cumplimiento de esa promesa solo comenzó cuando Jesús inició la construcción de su iglesia:
Pentecostés Fue El Tiempo De Las Primicias, El Comienzo De La Gran Cosecha De La Redención.
Pedro Predicó El Cumplimiento De La Profecía De Joel. El Espíritu Se Había Derramado, La Adoración De La Nueva Era Había Llegado. La Iglesia, La Asamblea Para Adorar, Adoraba A Dios Ahora Había Comenzado La Recolección.
El Llamado Del Evangelio Es Un Llamado A Adorar, A Apartarse Del Pecado E Invocar El Nombre Del Señor. La Imagen De La Iglesia Como Una Asamblea Que Adora No Se Presenta En Ningún Lugar De Una Forma Más Poderosa Que En La Epístola A Los Hebreos (12: 18-29). En Nuestra Adoración En La Iglesia De Cristo Nos Acercamos Al Trono De Dios, El Juez De Todas Las Cosas. Entramos En La Asamblea Festiva De Los Santos Y Los Ángeles. Nos Reunimos En Espíritu Con Los Espíritus De Los Justos Hechos Perfectos.
Entramos En La Asamblea De La Gloria A Través De Cristo Nuestro Mediador, Y La Sangre De Su Muerte Expiatoria.
Adoración Colectiva Reverente, Entonces, No Es Opcional Para La Iglesia De Dios. Más Bien, Ella Constituye La Expresión Del Verdadero Ser De La Iglesia. Ella Pone De Manifiesto Sobre La Tierra La Realidad De La Asamblea Celestial.
Adorar es por lo tanto una expresión directa del máximo propósito de vivir, «glorificar a Dios y gozar de él a plenitud para siempre»: Dios habla de sus «hijos» e «hijas», como de «todo el que sea llamado por mi nombre, al que yo he creado para mi gloria, al que yo hice y formé» (Is 43: 6-7). Y Pablo también utiliza un lenguaje similar cuando dice que «a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria» (Ef 1: 12).
NOTA: Esta frase familiar ha sido ampliamente utilizada en las enseñanzas cristianas. Se halla en el Westminster Larger Catechism. Primera pregunta: «¿Cuál es el fin supremo y más elevado del hombre? Respuesta: El fin supremo y más elevado del hombre es glorificar a Dios, y gozar plenamente de él para siempre».
La Escritura dice aquí y en muchos otros pasajes que Dios nos creó para glorificarlo.
Cuando reflexionamos sobre el propósito de la adoración ello nos recuerda también que Dios es digno de adoración y nosotros no. Aun hubo que decirle al apóstol Juan que no debía adorar a ninguna criatura, ni siquiera a un poderoso ángel del cielo. Cuando él se «postró» a los pies del ángel que le mostró maravillosas visiones del cielo, el ángel le dijo: «¡No, cuidado!». ¡Adora solo a Dios! (Ap 22: 8-9).
Esto es porque Dios es celoso de su propio honor y debidamente busca su propio honor. Él dice: «Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso» (Ex 2: 5) y ¡No cederé mi gloria a ningún otro! (Is 48: 11). Algo dentro de nosotros debe temblar y regocijarse por este hecho. Debemos temblar de miedo a fin de que no le robemos a Dios su gloria. Y debemos regocijamos de que sea justo que Dios busque su propio honor y sea celoso de su propio honor.
Los veinticuatro ancianos en el cielo sienten esta reverencia y gozo, pues se postran ante el trono de Dios y rinden sus coronas delante de él cantando: «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas: (Ap 4: 11).
Cuando sentimos la absoluta justicia de estar embebido de esto dentro de nosotros mismos entonces tenemos la apropiada actitud del corazón para una adoración genuina.
Porque Dios es digno de adoración y busca ser adorado, todas las cosas en nuestros servicios de adoración deben estar diseñadas y realizadas no para llamar la atención hacia nosotros mismos o damos gloria, sino para llamar la atención hacia Dios y hacer que las personas piensen sobre él. Sería apropiado que evaluemos de nuevo frecuentemente los distintos elementos de nuestros servicios dominicales la predicación, la oración pública, la dirección de la adoración, la música especial, la celebración de la Cena del Señor, y aun los anuncios y la ofrenda.
¿Le brindan realmente gloria a Dios de la manera que se realizan?" Pedro dice que los dones espirituales deben ser usados de forma tal que Dios sea «en todo alabado por medio de Jesucristo» (1ª P 4: 11).
NOTA: Pocas cosas destruyen una atmósfera de adoración más rápidamente que un solista o un coro que disfrutan llamando la atención sobre sí mismos, o un predicador que exhibe su propia inteligencia o habilidad al hablar. «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes» (1ª P 5: 5).

B. LOS RESULTADOS DE LA GENUINA ADORACIÓN

Cuando adoramos a Dios en el sentido descrito arriba, dándole verdaderamente gloria en nuestros corazones y con nuestras voces, varias cosas ocurren:
1. NOS DELEITAMOS EN DIOS.
Dios nos creó no solo para glorificarlo sino también para gozamos en él y deleitamos en su excelencia.' Probablemente experimentamos el deleite en Dios más plenamente en la adoración que en ninguna otra actividad de esta vida.
David confiesa que lo «único» que él buscará sobre todo lo demás es «habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo» (Sal 27: 4). También dice: «Me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha» (Sal 16: 11). De manera similar, Asaf conoce que solo Dios llena todas sus esperanzas y todos sus deseos: «¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. (Sal 73: 25).
Y los hijos de Coré dicen:
¡Cuán Hermosas Son Tus Moradas, Señor Todopoderoso! Anhelo Con El Alma Los Atrios Del Señor; Casi Agonizo Por Estar En Ellos. Con El Corazón, Con Todo El Cuerpo, Canto Alegre Al Dios De La Vida.
Dichoso El Que Habita En Tu Templo, Pues Siempre Te Está Alabando. Vale Más Pasar Un Día En Tus Atrios Que Mil Fuera De Ellos. (Sal 84:1-2, 4, 10)
La iglesia primitiva conoció ese gozo en la adoración, pues «no dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando la estimación general del pueblo: (Hch 2: 46). De hecho, inmediatamente después de la ascensión de Jesús al cielo, los discípulos «regresaron a Jerusalén con gran alegría. Y estaban continuamente en el templo, alabando a Dios. (Lc 24: 52-53).
Por supuesto, esa actividad de continua adoración no puede durar para siempre en esta era, porque vivir en un mundo caído requiere que dediquemos tiempo a muchas otras responsabilidades también.
Pero una alabanza continuada nos permite saborear de antemano la atmósfera del cielo, donde las cuatro criaturas vivientes «repetían sin cesar: «Santo, santo, santo, es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir» (Ap 4. 8), Y las otras criaturas celestiales y los redimidos que habían muerto se unían a esa adoración celestial y alababan al «Cordero, que ha sido sacrificado» (Ap 5. 12).
Serás En La Mano Del Señor Como Corona Esplendorosa. Serás Llamada «Mi Deleite» Porque El Señor Se Deleitará En Ti Como Un Novio Que Se Regocija Con Su Novia; Así Tu Dios Se Regocijará Por Ti. (Is 62: 3-5).
Sofonías Se Hace Eco Del Mismo Tema Cuando Dice: Porque El Señor Tu Dios Está En Medio De Ti Como Guerrero Victorioso. Se Deleitará En Ti Con Gozo, Te Renovará Con Su Amor, Se Alegrará Por Ti Con Cantos. (Sof 3: 17)
2. DIOS SE DELEITA EN NOSOTROS.
¿Qué hace Dios cuando lo adoramos? La asombrosa verdad de la Escritura es que mientras la creación glorifica a Dios, él también se deleita en ella. Cuando Dios hizo al principio el universo, miró a todo ello con deleite, y «consideró que era muy bueno» (Gn 1: 31). Dios se deleita especialmente en el ser humano que ha creado y redimido. Isaías le recordó al pueblo del Señor:
Esta verdad debe traernos un gran aliento, pues mientras amamos a Dios y lo adoramos nos damos cuenta que llevamos gozo y deleite a su corazón. Y el gozo más profundo es el gozo de llevarle deleite al corazón de aquel que usted ama.
3. NOS ACERCAMOS A DIOS: LA ASOMBROSA REALIDAD DEL CULTO DEL NUEVO PACTO.
En el viejo pacto los creyentes solo podían acercarse a Dios de una manera limitada a través de las ceremonias del templo; de hecho, la mayor parte del pueblo de Israel no podía entrar al mismo templo, sino tenía que quedarse en el patio. Aun los sacerdotes sólo podían entrar a la parte exterior del templo, el «Lugar Santo», cuando ello le era asignado. Pero a la parte interior del templo, el «Lugar Santísimo» nadie podía entrar excepto el sumo sacerdote, y solo una vez al año (Heb 9: 1-7).
Ahora, bajo el nuevo pacto, los creyentes tienen el asombroso privilegio de ser capaces de entrar directamente al Lugar Santísimo en el cielo cuando adoran. «Mediante la sangre de Jesucristo, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo» (Heb 10. 19).
Como tenemos libertad para entrar a la misma presencia de Dios, el autor de Hebreos nos alienta: «Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe» (Heb 10. 22). La adoración en la iglesia del Nuevo Testamento no es una simple práctica para alguna posterior experiencia celestial de adoración, ni fingimiento, ni prácticas superficiales. Es una adoración genuina en la presencia del mismo Dios, y cuando adoramos llegamos delante de su trono.
NOTA: El texto griego dice literalmente que «tenemos confianza para entraren los lugares santos«, porque el plural t?nhagi?n se usa en otro sitio de Hebreos para referirse al lugar santo y al lugar santísimo en su conjunto como «los santos lugares» (Heb 8: 2; 9: 8; 25; 13: 11). Un versión en inglés (RSV) suele traducir esta expresión como «el santuario», pero la traducción oculta el hecho de que se está refiriendo tanto al lugar santo como al lugar santísimo (la NASB traduce estos plurales como singulares, un desvío poco común de su tendencia ordinaria de traducir más literalmente).
Esta realidad se expresa más plenamente por el autor de Hebreos en el capítulo 12, cuando le dice a los cristianos que no han llegado a un lugar como el Monte Sinaí terrenal donde el pueblo de Israel recibió los Diez Mandamientos de Dios, sino que han llegado a un sitio mucho mejor, la Jerusalén celestial:
Ustedes No Se Han Acercado A Una Montaña Que Se Pueda Tocar O Que Esté Ardiendo En Fuego; Ni A Oscuridad, Tinieblas Y Tormenta; Ni A Sonido De Trompeta, Ni A Tal Clamor De Palabras Que Quienes Lo Oyeron Suplicaron Que No Se Les Hablara Más. Por El Contrario, Ustedes, Se Han Acercado Al Monte Sión, A La Jerusalén Celestial, La Ciudad Del Dios Viviente.
Se Han Acercado A Millares Y Millares De Ángeles, A Una Asamblea Gozosa, A La Iglesia De Los Primogénitos Inscritos En El Cielo. Se Han Acercado A Dios, El Juez De Todos; A Los Espíritus De Los Justos Que Han Llegado A La Perfección; A Jesús, El Mediador De Un Nuevo Pacto; Y A La Sangre Rociada, Que Habla Con Más Fuerza Que La De Abel. (Heb 12: 18-24).
Esta es la realidad de la adoración del Nuevo Testamento; es de hecho adoración en la presencia de Dios, aunque ahora no lo vemos con nuestros ojos físicos, ni vemos a los ángeles reunirse en tomo a su trono o los espíritus de los creyentes que ya han partido y ahora adoran a Dios en su presencia.
Pero todo está ahí, y todo es real, más real y más permanente que la creación fisica que vemos a nuestro alrededor, que algún día será destruida en el juicio final. Y si creemos que La Escritura es verdadera, entonces también debemos creer que de hecho es verdad que nosotros mismos llegamos a ese lugar y unimos nuestras voces a las de aquellos que ya adoran en el cielo cuando quiera que vengamos ante Dios a adorarlo.
Nuestra sola respuesta adecuada es esta: «Adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente, porque nuestro Dios es fuego consumidor» (Heb 12: 28-29).
4. DIOS SE ACERCA A NOSOTROS.
Santiago nos dice: «Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros» (Stg 4:8). Esta ha sido la norma de los tratos de Dios con su pueblo a lo largo de la Biblia, y debemos estar confiados que ello será verdadero hoy también.
En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Dios comenzó a alabarlo en la dedicación del templo, él descendió y se manifestó en medio de ellos:
Los Trompetistas Y Cantores Alababan Y Daban Gracias Al Señor Al Son De Trompetas, Címbalos Y Otros Instrumentos Musicales. Y Cuando Tocaron Y Cantaron Al Unísono: «El Señor Es Bueno; Su Gran Amor Perdura Para Siempre», Una Nube Cubrió El Templo Del Señor. Por Causa De La Nube, Los Sacerdotes No Pudieron Celebrar El Culto, Pues La Gloria Del Señor Había Llenado El Templo (2ª Cr 5: 13-14).
Si bien esto solo habla de un incidente específico, no parece equivocado suponer que Dios dará a conocer su presencia entre su pueblo en otros momentos, cuando quiera que le agrade la alabanza que ellos ofrecen (aunque no venga en forma de una nube visible). David dice: «Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!» (Sal 22:3).
Dios nos ministra. Aunque el propósito primario de la adoración es glorificar a Dios, las Escrituras enseñan que en la adoración también nos ocurre algo: nosotros mismos somos construidos o edificados. Por supuesto, hasta cierto punto eso sucede cuando escuchamos las enseñanzas que la Biblia ofrece o las palabras de aliento que otros nos dirigen-Pablo dice: «Todo esto debe hacerse para la edificación» (1ª Co 14: 26), y dice que debemos animamos «unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales» (Ef. 5: 19; Heb 10: 24-25).
Pero además de la edificación que viene del crecimiento de la comprensión de la Biblia y de escuchar las palabras de aliento de otros, hay otro tipo de edificación que tiene lugar en la adoración: Cuando adoramos a Dios, él se encuentra con nosotros y nos ministra directamente, fortaleciendo nuestra fe, intensificando nuestra conciencia de su presencia, y concediendo refrigerio a nuestros espíritus.
Pedro dice que mientras los cristianos vienen continuamente a Cristo (en adoración, oración y fe), son «edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo: (1ª P 2. 5).
Cuando venimos a adorar llegamos a la presencia de Dios de una manera especial, y debemos esperar que él nos encontrará allí y nos ministrará: «Así que acerquémonos al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Heb 4:16): Durante la adoración genuina a menudo experimentaremos una intensificación de la obra santificadora del Espíritu Santo, que obra continuamente transformándonos a semejanza de Cristo «con más y más gloria» (2ª Co 3: 18).
6. LOS ENEMIGOS DEL SEÑOR HUYEN.
Cuando el pueblo de Israel comenzó a adorar, a veces Dios lucharía por ellos contra sus enemigos. Por ejemplo, cuando vinieron contra Judá los moabitas, los edomitas y los sirios, el rey Josafat mandó al coro que alababa a Dios delante del ejército.
Josafat Designó A Los Que Irían Al Frente Del Ejército Para Cantar Al Señor Y Alabar El Esplendor De Su Santidad. Tan Pronto Como Empezaron A Entonar Este Cántico De Alabanza, El SEÑOR Puso Emboscadas Contra Los Amonitas, Los Moabitas Y Los Del Monte Del Seir Que Habían Venido Contra Judá, Y Los Derrotó. (2ª Cr 20: 21-22).
De manera similar, cuando el pueblo de Dios lo adora hoy en día, debemos esperar que el Señor combatirá las fuerzas demoníacas que se oponen al evangelio y las haga huir.
NOTA: Véase también Salmo 34: 4-5. 8; 37: 4.
De alguna manera, mientras más vemos a Dios, más nos asemejamos a él. Esto se evidencia especialmente cuando entramos en la era por venir, pues Juan dice: (Cuando Cristo venga seremos semejantes a él), (1ª Jn 3: 2). Pero ello es verdad también en cierto grado en esta vida, mientras corremos la carrera que tenemos delante, «fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe» (Heb 12: 2).
Por momentos la presencia del Señor y la obra del Espíritu Santo que la acompaña en nuestros corazones será tan evidente que reconoceremos que Dios hace algo en nuestro interior-como le sucedió a los discípulos cuando Jesús caminó junto a ellos por el camino de Emaús, pues más tarde dijeron: «¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24: 32).
7. LOS NO CREYENTES SABEN QUE ESTÁN EN LA PRESENCIA DE DIOS.
Aunque la Escritura no hace énfasis en la evangelización como el objetivo primario cuando la iglesia se reúne a adorar, Pablo dice a los corintios que piensen en los no creyentes y los de afuera que vienen a sus servicios, para estar seguros que los cristianos hablan de manera comprensible (1ª Co 14: 23).
También les dice que si el don de profecía funciona adecuadamente, de vez en cuando los secretos del corazón del incrédulo se manifestarán, y este caerá sobre su rostro y «adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros (1ª Co 4: 25; Hch 2: 11). Pero no se ve la evangelización como el propósito primario cuando la iglesia se reúne para adorar, y por lo tanto no sería correcto tener diseñada la única reunión semanal de creyentes con un propósito fundamentalmente evangelístico.
La preocupación de Pablo es más bien que los visitantes comprendan lo que sucede (y no piensen que los cristianos están «locos», 1ª Co 14: 23), y que reconozcan que «verdaderamente Dios está entre vosotros» (1ª Co 14: 25).

C. EL VALOR ETERNO DE LA ADORACIÓN

Como la adoración glorifica a Dios y cumple el propósito para el cual Dios nos creó, es una actividad de gran valor y eterno significado. Cuando Pablo advierte a los efesios a no desperdiciar su tiempo sino a emplearlo bien, lo pone en el contexto del vivir como los que son sabios: «Así que tengan cuidado de su manera de vivir.
No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos» (Ef 5:15-16).
Entonces Pablo explica qué es ser sabio y aprovechar el tiempo:
Por Lo Tanto, No Sean Insensatos, Sino Entiendan Cuál Es La Voluntad Del Señor. No Se Emborrachen Con Vino, Que Lleva Al Desenfreno. Al Contrario, Sean Llenos Del Espíritu. Anímense Unos A Otros Con Salmos, Himnos Y Canciones Espirituales. Canten Y Alaben Al Señor Con El Corazón, Dando Siempre Gracias A Dios El Padre Por Todo, En El Nombre De Nuestro Señor Jesucristo. (Ef. 5: 17-20).
En consecuencia, en el contexto de utilizar y aprovechar sabiamente el tiempo, Pablo incluye tanto cantarse unos a otros salmos espirituales como cantar al Señor con nuestros corazones.
Esto significa que ¡adorar es hacer la voluntad de Dios! La adoración es el resultado de comprender «lo que es la voluntad del Señor». Es «aprovechar al máximo el tiempo». Por otra parte, como Dios es eterno y omnisciente, la alabanza que le damos nunca se desvanecerá de su conciencia sino continuará trayendo deleite a su corazón por toda la eternidad (Judas 25): «¡Al único Dios, nuestro Salvador sea la gloria, la majestad, el dominio y la autoridad, por medio de Jesucristo nuestro Señor, antes de todos los siglos, ahora y para siempre!»).
El hecho de que adorar es una actividad de gran significación y valor eterno también se hace evidente en el hecho que es la actividad primaria llevada a cabo por aquellos que ya están en el cielo (Ap 4: 8-11; 5: 11-14).

D. ¿CÓMO PODEMOS ACCEDER A UNA ADORACIÓN GENUINA?

En última instancia, la adoración es una actividad espiritual y debe ser facultada por el Espíritu Santo que obra en nosotros. Esto significa que debemos orar que el Espíritu Santo nos capacite para adorar correctamente.
Pero Se Acerca La Hora, Y Ha Llegado Ya, En Que Los Verdaderos Adoradores Rendirán Culto Al Padre En Espíritu Y En Verdad, Porque Así Quiere El Padre Que Sean Los Que Lo Adoren. Dios Es Espíritu, Y Quienes Lo Adoran Deben Hacerlo En Espíritu Y En Verdad. Jn 4: 23-24).
Adorar «en espíritu y en verdad» se entiende que significa no «en el Espíritu Santo», sino más bien «en el ámbito del espíritu, en el ámbito de la actividad espiritual»"
Esto significa que la verdadera adoración involucra no solo nuestros cuerpos físicos sino también nuestros espíritus, el aspecto inmaterial de nuestra existencia que actúa primariamente en el ámbito de lo invisible. María sabía que adoraba de esta manera, por lo que exclamó: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador» (Lc 1: 46-47).
Debemos darnos cuenta que Dios también busca continuamente Jn 4:23) a aquellos que lo adorarán en lo espiritual y por lo tanto a aquellos cuyo espíritu así como cuerpo y mente adoran a Dios. Tal adoración no es opcional pues aquellos que adoran a Dios «deben hacerlo en espíritu y en verdad» (v. 24). A menos que nuestros espíritus adoren a Dios no estamos adorándolo verdaderamente.
Una actitud de adoración se logra cuando comenzamos a ver a Dios como él es y entonces respondemos a su presencia. Aun en el cielo los serafines que contemplan la gloria de Dios claman: «Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria» (Is 6:3). Cuando los discípulos vieron a Jesús caminando sobre el agua, y entonces vieron cesar el viento cuando entró a la embarcación, «los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: "Verdaderamente eres Hijo de Dios"» (Mt 14: 33).
El autor de Hebreos sabe que cuando venimos a la presencia de Dios (Heb 12: 18-24), la respuesta adecuada es adorar «a Dios como a él le agrada, con temor reverente, porque nuestro "Dios es fuego consumidor"» (Heb 12: 28-29). Por consiguiente la genuina adoración no es algo auto-generado o que puede desarrollarse dentro de nosotros mismos. Debe ser más bien una efusión de nuestros corazones en respuesta a una toma de conciencia sobre quién es Dios.
Resulta apropiado preguntar si hay mucha adoración sentida, profunda y genuina en nuestras iglesias. En muchas iglesias evangélicas las personas no adoran a Dios de corazón hasta el último himno, después de que el sermón haya enfocado su atención en quién es Dios y comienzan a regocijarse en Dios con un corazón lleno de alabanza.
NOTA: Esto es porque:
(1) La discusión que sostiene Jesús con la mujer junto al pozo en este contexto es una discusión sobre el sitio de la adoración (vea vv. 20-21)-¿debía ser en Samaria o en Jerusalén? La respuesta de Jesús se ajustaría mucho mejor a esta búsqueda si habláramos del ámbito espiritual en el que adoramos, en oposición a la locación fisica de Jerusalén o Samaria.
(2) En el texto griego la palabra en (en) de la frase «en espíritu y en verdad" corresponde a la misma palabra (en) utilizada en el v. 21 para hablar de (literalmente) «en esta montaña» y «en Jerusalén». Una vez más el contraste es en términos de locación «en» cuál se debe adorar.
(3) La palabra verdad se refiere a la calidad de la adoración, no a la persona. El paralelo se entendería mejor si «en espíritu» se refiriera de la misma manera no a una persona sino a alguna cualidad de la adoración, tal como el ámbito se debe llevar a cabo.
Pero entonces, en el momento en el que una adoración profunda y sincera, de repente termina el culto. ¡Debe ser solo el comienzo! Si falta una adoración genuina en nuestras iglesias, debemos preguntarnos cómo podemos llevarnos a experimentar mucho más de la profundidad y la riqueza de la adoración, la cual es la respuesta natural del corazón creyente a una percepción clara de la presencia y el carácter de Dios.
¿Habrá algo que pudiéramos hacer para que la adoración sea más eficaz? Debemos recordar que la adoración es una cuestión espiritual Jn 4: 21-24), y las soluciones fundamentales serán por lo tanto espirituales. Se necesitará mucha oración en preparación para la adoración, especialmente de parte del liderazgo, pidiendo que Dios bendiga los momentos de adoración y se nos manifieste.
También las congregaciones necesitarán instrucción sobre la naturaleza espiritual de la adoración y la interpretación del Nuevo Testamento sobre adorar en la presencia de Dios (véase Heb 12: 22-24). Además, los cristianos necesitan ser alentados a corregir cualesquiera relaciones interpersona1es rotas. Pablo dice que los hombres deben levantar las manos «con pureza de corazón, sin enojos ni contiendas» (1ª Ti 2: 8), y Jesús nos recuerda que primero debemos reconciliarnos con nuestro hermano, y entonces venir ante el altar de Dios y presentar nuestra ofrenda (Mt 5: 24).
De hecho, Juan dice que cualquiera que diga: «Yo amo a Dios» pero odia a su hermano «es un mentiroso» (1ª Jn 4: 20). Particularmente los esposos necesitan estar seguros que tratan con respeto a sus esposas, honrándolas, a fin de que nada estorbe sus oraciones (1ª P 3: 7). Y la iglesia entera es responsable de vigilar que no brote ninguna «raíz de amargura» que cause problemas, y que «por ella muchos sean contaminados» (Heb 12: 15), lo que es una indicación de que el pecado y las relaciones rotas entre unos cuantos pueden extenderse a muchos e impedir que las bendiciones de Dios lleguen a toda la congregación.
Por otra parte, si de verdad vamos a acercarnos a Dios en la adoración, debe haber un afán personal de santidad en la vida. El autor de Hebreos le recuerda a los creyentes que sigan «la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb 12: 14), y Jesús dice que son «los de corazón limpio» quienes «verán a Dios» (Mt 5: 8), una promesa que se cumple parcialmente en esta vida y completamente en la era por venir.
Juan dice específicamente en relación con la oración: «Si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios» (1ª Jn 3: 21), pero este principio ciertamente se aplica también a la adoración, al atrevernos a venir ante la presencia de Dios a ofrecerle alabanza. Santiago indica similar preocupación cuando, inmediatamente después de decir: «Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes», añade: ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón! (Stg 4: 8).
NOTA: Por supuesto, el carácter de Dios se puede revelar no solo a través de la predicación de la Palabra, sino también a través de las palabras de los himnos que se cantan. a través de la oración, y a través de la lectura de pasajes de la Biblia aun sin comentarios.
0tros pasajes de la Escritura indican una conexión entre la santidad personal y la adoración de Dios: vea Proverbios 15: 8. «El Señor aborrece las ofrendas de los malvados; pero se complace en la oración de los justos». Véase también Proverbios 15: 29; 28:9; así mismo Salmo 34. 15-18; 66: 18.
No obstante el escenario fisico y la estructura de los servicios de adoración sí cuentan, pues hay indicios de que Jesús pensó que la atmósfera de la adoración era muy importante. Él «entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas».
Al explicar estas acciones, Jesús insistió en que el templo debía ser una casa de oración, pues dijo: «Escrito está: «Mi casa será llamada casa de oración»; pero ustedes la están convirtiendo en «cueva de ladrones» (Mt 21: 12-13).
También le dijo a los creyentes: (Cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en secreto) (Mat 6: 6), no solo porque en nuestros cuartos no nos verán los hombres, y no oraremos para recibir gloria de los hombres, sino también porque saber que otros nos observan en nuestras oraciones distrae con facilidad nuestra atención, de manera que entonces en parte oramos para que nos escuchen los demás o por lo menos para no ofenderlos.
Esto no significa que la adoración y la oración en grupo están prohibidas (pues ambas son muy notorias tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento), pero dice que debemos escoger un sitio para la oración y la adoración que evite lo más posible las distracciones. Esto concuerda con el hecho de que la adoración debe hacerse de forma ordenada, «pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz' (1ª Co 14: 33; v. 40).
La atmósfera y el estado de ánimo de la adoración son importantes, porque debemos servir a Dios (agradándole con temor y reverencia) (Heb 11: 28). Esto significa que es apropiado reunirse como iglesia en un sitio que contribuye a la adoración, una adoración que de ordinario es privada y libre de distracción, que da la oportunidad de centrar la atención en el Señor.
El canto es especialmente importante en la adoración tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En nuestros días ha ocurrido un cambio notable tanto en el castellano estándar que la gente habla como en las formas musicales con las que la gente está familiarizada, y las iglesias necesitan hablar y planificar abierta y honestamente a fin de encontrar una mezcla de canciones que puedan cantarse bien por toda la congregación, y con las que las personas puedan identificarse genuinamente como un vehículo para expresar su alabanza a Dios.
Canciones que se dirijan a Dios directamente en segunda persona (esto es, hablarle a Dios como tú) en lugar de hablarle como (él) serán a menudo especialmente efectivas como cánticos de adoración, aunque los Salmos demuestran que ambos tipos de canciones agradan a Dios.
Además, es importante apartar suficiente tiempo para los varios aspectos de la adoración colectiva. La oración genuina puede ciertamente tomar tiempo (véase Lc 6: 12; 22: 39-46; Hch 12: 12; 13: 2). Así mismo, una sólida enseñanza bíblica puede a menudo requerir un tiempo prolongado (Mt 15: 32; Hch 20: 7-11). Por otra parte, una adoración y alabanza genuinas y sentidas también requerirán bastante tiempo para ser efectivas.
NOTA: Las consideraciones prácticas discutidas en esta sección se pueden aplicar a muchas formas diferentes de adoración, pero no he discutido las formas reales que asumirá esa adoración. Estas variarán ampliamente, desde las liturgias muy elaboradas de los servicios episcopales a la espontaneidad no estructurada de los servicios carismáticos.
Como la Escritura no prescribe forma alguna, el mejor principio a utilizar es la orientación de Pablo: «Todo esto debe hacerse para la edificación» (1ª Co 14: 26). Los evangélicos necesitan ser cautelosos, sin embargo, y no rechazar demasiado a la ligera forma de adoración que les son nuevas: las personas en las iglesias litúrgicas deben darse cuenta que la espontaneidad puede manejarse de manera ordenada, y las personas en los grupos carismáticos deben darse cuenta que la edificación y una genuina adoración pueden tener lugar dentro de una estructura elaborada.
(En cuanto a la lectura al unísono de una liturgia, si los cristianos pueden adorar y orar cantando palabras al unísono, ¡no hay nada que les impida adorar y orar genuinamente leyendo las palabras en voz alta al unísono!) Pero cualquier forma que se utilice en exceso puede convertirse en una rutina sin sentido para la mayoría de los participantes.
Esto es cierto en parte porque los diferentes aspectos de un culto de adoración requieren diferentes actitudes y estados mentales. Escuchar una enseñanza bíblica requiere atención hacia el texto y el maestro. La alabanza requiere gozo y concentrarse en el Señor y su grandeza. Las oraciones en las que se hacen súplicas requieren centrarse en el sacrificio de nosotros mismos al Señor así como en ofrendarle de nuestras posesiones y encomendarle que provea para nuestras necesidades.
La Cena del Señor requiere un tiempo de reflexión, autoexamen, y quizá arrepentimiento, junto con acción de gracias. Pero podemos tener todas estas actitudes de una vez, porque somos finitos. Se requiere tiempo para lograr y sostener diferentes actitudes mentales. Por esa razón es imposible cumplir todas las tareas necesarias para una congregación reunida simplemente en una hora el domingo por la mañana, y es dañino hasta intentarlo. Aquellos que tratan de hacerlo todo en un tiempo breve lo abarrotan demasiado y no hacen nada bien.
Si las congregaciones han de lograr los varios propósitos para los cuales Dios quiere que se reúnan, y especialmente para tener momentos prolongados de adoración reverente, probablemente necesitarán encontrar soluciones creativas que les permitan reunirse durante períodos más largos de tiempo, y omitir o programar de nuevo algunas actividades que se han convertido en habituales o tradicionales los domingos por la mañana pero que en realidad no son necesarias.
NOTA: Infortunadamente, los pastores que tratan de oficiar en un servicio donde se agolpan muchas actividades comienzan a parecerse al maestro de ceremonias en un circo de tres pistas que grita: (Miren aquí! ¡Miren allá!) en una actuación tras otra. De manera similar el pastor exhorta: (Alaben a Dios! ¡Sean generosos! ¡Piensen en la Biblia! ¡Oren! ¡Denle la mano a su vecino! ¡Saluden a sus amigos! ¡Examínense a sí mismos! ¡Arrepiéntanse de sus pecados! ¡Canten al Señor! ¡Amén! ¡Amén!
En una situación como esta las emociones de la gente son sacudidas tan rápidamente que no son capaces de responder como personas íntegras, y el resultado es que se retraen emocionalmente y no responden de corazón.
Dejarán el servicio sintiéndose frustradas y desilusionadas pues la necesidad de sus corazones de experimentar adoración y oración genuinas, y aprender de la Escritura no ha sido satisfecha.
Para la mayoría de los seres humanos, se logra despacio y se pierde rápido la concentración en la atención. A causa de esto, yo personalmente pienso que un líder de adoración que le habla a la congregación entre los cánticos usualmente distrae mi atención del Señor hacia mí mismo, y mi actitud de adoración decae en gran medida.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Experimenta usted una genuina y satisfactoria adoración en su iglesia cada domingo? ¿Cuánto tiempo se dedica específicamente a la adoración (definida estrechamente)-esto es, a momentos de alabanza y acción de gracias a Dios? ¿Le gustaría que fuera un tiempo más prolongado? ¿Qué aspectos de los momentos de adoración encuentra usted más significativos? ¿Qué aspectos son menos significativos? ¿Cómo podría su iglesia dar pasos para fortalecer y profundizar su experiencia de adoración (si ello es necesario)?
2. ¿Ha sentido alguna vez un fuerte sentido de la presencia de Dios en la adoración colectiva? ¿Cuándo fue esto? ¿Puede describirlo? ¿Sabe qué factores contribuyeron a esa sensación?
3. Durante los momentos de adoración, ¿puede usted describir las emociones que son más prominentes en su conciencia? Es esta experiencia similar a otras experiencias de la vida diaria, o son estas sensaciones únicas de los momentos de adoración? ¿Ha sentido alguna vez que Dios lo ministra a usted mientras lo adora? ¿Qué lo hizo consciente de ello?
4. ¿Piensa que hay suficiente adoración genuina en una semana típica de su vida? Si no, ¿cuáles son los obstáculos para tal adoración?
5. ¿Qué le parece el hecho de que Dios es celoso de su propio honor y lo busca? ¿Puede pensar de cualquier otra cosa más justa en el universo que Dios busque su propio honor? ¿Puede pensar en cualquier otra cosa que no sea adorar a Dios que lo haría sentir más profundamente que hace aquello para lo que usted fue creado?
TÉRMINOS ESPECIALES
Adoración
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Apocalipsis 4: 11: Señor, Digno Eres De Recibir La Gloria Y La Honra Y El Poder; Porque Tú Creaste Todas Las Cosas, Y Por Tu Voluntad Existen Y Fueron Creadas.

CAPÍTULO 9

DONES DEL ESPÍRITU SANTO (1): CUESTIONES GENERALES

¿QUÉ SON DONES ESPIRITUALES? ¿CUÁNTOS HAY? ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? BUSCAR Y UTILIZAR LOS DONES ESPIRITUALES.
EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS

A. CUESTIONES RELACIONADAS CON LOS DONES ESPIRITUALES EN GENERAL

En las generaciones previas, las teologías sistemáticas no tenían capítulos sobre los dones espirituales, porque había pocas dudas sobre la naturaleza y el uso de los dones espirituales en la iglesia. Pero en el siglo XX se vio un notable incremento del interés en los dones espirituales, principalmente debido a la influencia de los movimientos Pentecostal y carismático dentro de la iglesia.
En este capítulo, primero examinaremos algunas cuestiones generales relacionadas con los dones espirituales, entonces examinaremos la cuestión específica de si algunos dones (milagrosos) han cesado. En el siguiente capítulo analizaremos lo que enseña el Nuevo Testamento sobre dones particulares.
Sin embargo, antes de comenzar la discusión debemos definir los dones espirituales como sigue: Un don espiritual es una habilidad potenciada por el Espíritu Santo y utilizada en cualquier ministerio de la iglesia. Esta amplia definición incluye tanto los dones relacionados con las habilidades naturales (tales como la enseñanza, el mostrar misericordia, o la administración) como los dones que parecen ser más «milagrosos» y menos relacionados con las habilidades naturales (tales como la profecía, la sanidad, o el discernimiento de espíritus).
El motivo de esto es que cuando Pablo relaciona los dones espirituales (en Ro 12: 6-8; 1ª Co 7: 7; 12: 8-10,28; y Ef. 4: 11) incluye ambas clases de dones. Pero no todas las habilidades naturales que tienen las personas están incluidas aquí, pues Pablo sabe bien que todos los dones espirituales se deben a «un mismo y único Espíritu» (1ª Co 12: 11), que se dan «para el bien de los demás» (1ª Co 12:7), y que todos deben ser usados para «edificación» (1ª Co 14:26), o para la edificación de la iglesia.
¡Cuando el Espíritu Santo potencia los dones aparentemente naturales (tales como la enseñanza, e! prestar ayuda, la administración O los dones musicales), generalmente su uso muestra una mayor efectividad y poder.
Pablo dice que los corintios se llenaron «de toda riqueza, tanto en palabra como en conocimiento», cuando recibieron los dones espirituales. (1ª Co 1:5-7). Todo pastor que ha predicado durante un tiempo conoce la diferencia entre predicar de acuerdo con su propia habilidad "natural" y predicar el mismo sermón ungido O bajo e! poder de! Espíritu Santo.
1. LOS DONES ESPIRITUALES EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
Ciertamente el Espíritu Santo obraba en el Antiguo Testamento, trayendo las personas a la fe y trabajando de manera notable en unos cuantos individuos tales como Moisés y Samuel, David o Elías. Pero en general había una actividad menos poderosa del Espíritu Santo en las vidas de la mayoría de los creyentes.
Una evangelización efectiva de las naciones era muy poco común, el exorcismo de demonios' era desconocido, las curaciones milagrosas eran poco comunes (aunque sí ocurrieron, especialmente en los ministerios de Elías y Eliseo), la profecía estaba limitada a unos pocos profetas o pequeños grupos de profetas, y «el poder de resucitar» del pecado en el sentido de Romanos 6: 1-4 y Filipenses 3: 10 se experimentaba rara vez.
Pero en varios aspectos el Antiguo Testamento está a la espera de un tiempo cuando habría una capacitación mayor del Espíritu Santo que alcanzaría a todo el pueblo de Dios. Moisés dijo; «¡Cómo quisiera que todo el pueblo de Dios profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!» (Num. 11: 29).
Y el Señor profetizó a través de Joel:
Después De Esto, Derramaré Mi Espíritu Sobre Todo El Género Humano. Los Hijos Y Las Hijas De Ustedes Profetizarán, Tendrán Sueños Los Ancianos Y Visiones Los Jóvenes. En Esos Días Derramaré Mi Espíritu Aun Sobre Las Siervos Y Los Siervas. Jl 2: 28-29)
Juan el Bautista destaca las expectativas del pueblo sobre el cumplimiento de la profecía de Joel cuando anuncia que después de él viene alguien que «los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3: 11; Mr 1:8; Lc 3: 16;Jn 1: 33; Hch 1: 5).
Cuando Jesús comienza su ministerio llega trayendo la plenitud y el poder del Espíritu Santo en su persona. Lucas escribe: (Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu (Lc 4: 14). Como resultado enseña con gran poder (Lc 4: 15-22) y sana y echa fuera demonios de todos los que están oprimidos (Lc 4: 31-41). Claramente, Jesús ha venido en el mayor poder del Espíritu Santo del nuevo pacto, y ha venido para conquistar el reino de Satanás.
De hecho, dice que el poder del Espíritu Santo que obra en él permitiéndole echar fuera demonios es una señal de que el reino de Dios ha venido con poder: «Si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12: 28). Al recordar la vida y el ministerio de Jesús, Juan nos dice: «El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo» (1 Jn 3: 8).
Pero este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no está limitado solamente al ministerio de Jesús. Éste envía a sus discípulos diciendo: «El reino de Dios está cerca» y les dijo: «Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios» (Mt 10: 7-8). No obstante, este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no se ha dispensado todavía a todos los que creyeron en Jesús o lo siguieron, sino solo a sus doce discípulos o a los setenta discípulos (Lc 10: 1-12).
NOTA: Lo único que se acerca a la expulsión de demonios en el Antiguo Testamento es el hecho de que cuando David tocaba la lira para el rey Saúl, la música calmaba a Saúl y 10 hacia sentirse mejor, y «el espíritu maligno se apartaba de él» (1ª S 16: 23), pero David hacia esto «cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a David (Ibid), lo que indica que Saúl no experimentaba un alivio permanente de la opresión demoníaca.
El derramamiento del Espíritu Santo en la plenitud y el poder del nuevo pacto en la iglesia ocurrieron en el Pentecostés. Antes que Jesús ascendiera al cielo mandó a sus apóstoles «que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre» y en contenido de esa promesa era: «Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días» (Hch 1: 8). Les prometió: «Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hch 1: 8).
Cuando se derramó el Espíritu Santo sobre la iglesia en Pentecostés Pedro reconoció que se había cumplido la profecía de Joel, pues afirmó: «Mas esto es lo dicho por el profeta Joel» (Hch 2:16), y entonces citó la profecía de Joel (vv. 17-21). Pedro reconoció que el poder del Espíritu Santo había venido sobre el pueblo de Dios y que la era del nuevo pacto había comenzado como un resultado directo de la actividad de Jesús en el cielo, pues dijo:
A Este Jesús, Dios Lo Resucitó, Y De Ello Todos Nosotros Somos Testigos. Exaltado Por El Poder De Dios, Y Habiendo Recibido Del Padre El Espíritu Prometido, Ha Derramado Ahora Esto Que Ustedes Ahora Ven Y Oyen. (Hch 2: 32-33)
Con el ministerio de Jesús y el ministerio de los discípulos con Jesús como trasfondo, los discípulos presentes en el Pentecostés habrían esperado correctamente que una poderosa predicación evangelística, la liberación de la opresión demoníaca, las sanidades, y quizá también la profecía, los sueños y visiones comenzarían y continuarían entre aquellos que creen en Cristo, y que estas cosas serían una característica de la era del nuevo pacto que comenzó con el Pentecostés.
Otra característica de esta dispensación del Espíritu Santo fue una amplia distribución de dones espirituales a todo el pueblo, en que hijos e hijas, jóvenes y viejos, siervos y siervas, en palabras de Joel, todos recibieron el poder del Espíritu Santo del nuevo pacto, y también se esperaba que entonces todos recibirían los dones del Espíritu Santo también.' De hecho, eso fue lo que ocurrió en la iglesia primitiva (vea 1ª Co 12-14; Gá 3: 5; Stg 5: 14-15).
Como dijo B. B. Warfield:
Estamos Justificados Al Considerar Característico De Las Iglesias Apostólicas Que Tales Milagros Debían Manifestarse En Ellas. La Excepción Sería, No Una Iglesia Con, Sino Una Iglesia Sin Esos Dones... La Iglesia Apostólica Tenía Como Característica Ser Una Iglesia Productora De Milagros.
(Esto es verdad independientemente de qué punto de vista se asuma sobre la continuación de los dones milagrosos después del tiempo de los apóstoles.)
2. EL PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES EN LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los dones espirituales se conceden para capacitar a la iglesia para llevar a cabo su ministerio hasta que Cristo regrese. Pablo les dice a los corintios: «De modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansia que se manifieste nuestro Señor Jesucristo» (1ª Co 1: 7). Aquí él vincula la posesión de los dones espirituales y su situación en la historia de la redención (a la espera del regreso de Cristo), sugiriendo que los dones se dan a la iglesia para el período entre la ascensión de Cristo y su retomo.
De igual manera, Pablo espera el tiempo del regreso de Cristo y dice: «pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1ª Co 13: 10), e indica que estos dones «imperfectos» (mencionados en vv. 8-9) estarán vigentes hasta que Cristo regrese, cuando serán superados por algo muy superior.
De hecho, la dispensación del Espíritu Santo en «poder» en el Pentecostés (Hch 1: 8) era para capacitar a la iglesia a fin de que predicara el evangelio (Hch 1: 8) algo que continuaría hasta que Cristo regresara. Y Pablo les recuerda a los creyentes que en su utilización de los dones espirituales deben procurar «que abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Por último, al escribirle a los efesios, Pablo especifica que cuando Cristo ascendió al cielo concedió dones «a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo» (Ef 4:12).
Pero los dones espirituales no solo capacitan a la iglesia para el tiempo hasta que Cristo regrese, también dan un anticipo de la era por venir. Pablo recuerda a los corintios que Cristo los había «llenado de toda riqueza», tanto en sus palabras como en su conocimiento, y que el resultado de este enriquecimiento era que no les faltaba «ningún don espiritual» (1ª Co 1: 5, 7).
Por supuesto este enriquecimiento en sus palabras y conocimiento no les daba las palabras perfectas o el perfecto conocimiento que tendrían en el cielo, sino solo un anticipo o pago inicial de esta perfección celestial. De modo semejante, Pablo les recuerda a los corintios que los dones espirituales son «imperfectos», pero cuando el modo «perfecto» de conocer venga al regresar el Señor, entonces estos dones pasarán (1ª Co 13: 10).
Justo como el Espíritu Santo es en esta era un «pago anticipado» (2ª Co 1: 22; 2 Co 5: 4; Ef. 1: 14) de toda la obra del Espíritu Santo dentro de nosotros en la era por venir, así los dones que el Espíritu Santo nos da son anticipos parciales de la obra plena del Espíritu Santo que nos pertenecerá en la era por venir.
En este camino, los dones de discernimiento y entendimiento prefiguran el discernimiento mucho mayor que tendremos cuando Cristo regrese. Los dones del conocimiento y la sabiduría prefiguran la sabiduría mucho mayor que será nuestra cuando «conozcamos como somos conocidos» (1ª Co 13:12). Los dones de sanidad dan un anticipo de la perfecta salud que será nuestra cuando Cristo nos conceda cuerpos resucitados.
Paralelos similares se podrían encontrar con todos los otros dones del Nuevo Testamento. Aun la diversidad de dones debe conducir a una mayor unidad e interdependencia en la iglesia (vea 1 Ca 12:12-13, 24-25; Ef. 4: 13), Y la diversidad en la unidad será en sí misma un anticipo de la unidad que los creyentes tendrán en el cielo.
3. ¿CUÁNTOS DONES EXISTEN?
Las epístolas del Nuevo Testamento relacionan dones espirituales específicos en seis diferentes pasajes. Examine la tabla en la página siguiente.
Lo obvio es que estas listas son todas muy diferentes. Ninguna lista tiene todos estos dones, y ningún don excepto la profecía se menciona en todas las listas (la profecía no se menciona en 1ª Co 7: 7, donde solo se discute el tema del matrimonio y el celibato, pero se incluye ciertamente en «el que habla» de 1ª P 4: 11). De hecho, 1ª Corintios 7: 7 menciona dos dones que no están en ninguna otra lista: En el contexto de la discusión sobre el matrimonio y el celibato, Pablo dice: «Cada uno tiene de Dios su propio don; éste posee uno; aquél, otro».
Estos hechos indican que Pablo no intentaba construir listas exhaustivas de dones cuando especificó los que mencionó. Aunque a veces hay una indicación de algún orden (él pone a los apóstoles primero, a los profetas en segundo lugar, a los maestros en tercero, pero al don de lenguas en último lugar en 1ª Co 12: 28), parece que en general Pablo relacionaba casi al azar una serie de diferentes ejemplos de dones según le venían a la mente.
1ª Corintios 12: 28.
1. apóstol'
2. profeta
3. maestro
4. milagros
5. tipos de sanidad
6. ayudas
7. administración
8. lenguas

1ª Corintios 12:8·10
9. palabra de sabiduría
10. palabra de conocimiento
11. fe
(5) dones de sanidad
(4) milagros
(2) profecía
12. distinguir entre espíritus
(8) lenguas
13. interpretación de lenguas,
Efesios 4:11'
(1) apóstol
(2) profeta
14. evangelista
15. Pastor-maestro
Romanos 12: 6-8
(2) profecía,
16. Servicio
(3) enseñanza,
17. Alentar
18. Contribuir
19. Liderazgo
20. Misericordia
1ª Corintios 7: 7
21. matrimonio
22. celibato

1ª Pedro 4: 11el que habla (que cubre varios dones) el que presta algún servicio (que cubre varios dones).
Por otra parte, hay cierto grado de superposición entre los dones relacionados en varios lugares. Sin duda el don de administración (kybemesis, 1ª Co 12: 28) es similar al don de liderazgo (ho proistamenos, Ro 12:8), y ambos términos pueden aplicarse probablemente a muchos que tienen el oficio de pastor-maestro (Ef. 4: 11).
NOTA: Aquí el término griego para «don» es charisma. El mismo que Pablo usa en 1ª Co 12-14 cuando habla de los dones espirituales.
Esta lista ofrece cuatro tipos de personas en términos de oficios o funciones, no, hablando estrictamente. Cuatro dones. Para tres de las funciones de la lista, los dones correspondientes serían la profecía, la evangelización y la enseñanza.
Por otro lado, en algunos casos Pablo relaciona una actividad y en otros casos relaciona el sustantivo relacionado que describe a la persona (tal como «profecía» en Ro 12: 6 y 1ª Co 12: 10, pero utiliza «profeta» en 1ª Co 12: 28 y Ef. 4: 11).
Otra razón para pensar que Pablo podría haber hecho listas mucho más largas si hubiera querido es el hecho que algunos de los dones relacionados tendrían muchas expresiones diferentes cuando se encuentran en distintas personas. Ciertamente el don de servir o ayudar dando un consejo sabio, otros al cocinar las comidas, otros al cuidar los niños o entablando amistad con una persona mayor, otros al dar consejos legales o médicos o financieros cuando se necesitan dentro de la iglesia.
Estos dones difieren bastante. Entre aquellos que poseen el don de la evangelización, algunos serán buenos en la evangelización personal dentro de un vecindario, otros al evangelizar escribiendo tratados y literatura cristiana, y otros en la evangelización de las grandes campañas y las reuniones públicas. Aún otros serán buenos en la evangelización a través de la radio y la televisión.
No todos estos dones evangelísticos son iguales, aun cuando caen dentro de la amplia categoría de «evangelización». Lo mismo podría decirse de los dones de la enseñanza o la administración. Todo esto significa que los dones de dos personas no son exactamente iguales.
¿Cuántos diferentes dones existen entonces? Ello depende simplemente en lo específicos que queramos ser. Podemos confeccionar una lista muy breve de solo dos dones como hace Pedro en 1ª Pedro 4: 11: «el que habla» y «el que presta algún servicio«. En esta lista de solo dos asuntos Pedro incluye todos los dones mencionados en cualquier otra lista porque todos ellos caen en una de estas dos categorías.
De un lado, podemos tomar los oficios de profeta, sacerdote, y rey del Antiguo Testamento, y tener una lista de tres tipos de dones: los dones proféticos (en este amplio sentido) incluirían los que implican enseñar, alentar, exhortar o reprender a otros.
NOTA: Se debe decir algo en este punto sobre la relación entre los dones y los oficios en la iglesia. Cuando observamos estas listas, se hace evidente que en algunos casos Pablo nombra los dones específicos (tales como los dones de sanidad o administración o lenguas), y en otros casos nombre las personas que tienen esos dones (tales como los apóstoles, profetas, o evangelistas).
Algunas listas mencionan solo las personas que poseen esos dones (como en Ef4: 11 o 1 P 4: 11). Y algunas listas están mezcladas, mencionando algunos dones y algunas personas que tienen los dones (como en Romanos 12: 6-8 y 1ª Co 12: 28).
Además de eso, se debe hacer otra distinción: En los casos que Pablo nombra personas, a veces da el nombre que hace referencia a un oficio reconocido oficialmente en la iglesia (tales como «apóstoles» o «pastores-maestros»). Esperaríamos que esas personas comenzarían a funcionar en esos oficios tras haber recibido un reconocimiento formal de la iglesia como un todo (esto se llamaría (ordenación) o «instalación en el oficio» para el oficio de pastor [o anciano] por ejemplo. Pero en otros casos, aunque se nombra la persona, no hay necesariamente que pensar que hubo algún reconocimiento oficiala establecimiento en el oficio frente a toda la iglesia.
Este sería el caso, por ejemplo, de aquel que anima a otros y el que da y el que muestra (compasión) en Romanos 12: 6-8. De manera similar, el Nuevo Testamento no indica claramente que se establecieron los profetas y evangelistas en algún oficio formalmente reconocido en la iglesia primitiva, y la palabra «profeta» probablemente se refiere únicamente a alguien que profetizaba regularmente y bajo la evidente bendición de la iglesia.
«Evangelista» puede referirse igualmente a aquellos que funcionaban efectivamente de manera regular en el trabajo de la evangelización, y «maestros» podría incluir tanto a aquellos que tenían reconocidas funciones docentes en la iglesia, quizá en relación con el oficio de anciano, y aquellos que tenían funciones docentes en capacidades menos formales en la iglesia pero que enseñaban regularmente con efectividad en escenarios informales o grupos pequeños.
Por conveniencia, seguiremos refiriéndonos a estas listas como listas de «dones espirituales», aunque, para ser más precisos, debemos damos cuenta que ellas incluyen tanto los dones espirituales como las personas que ejercitan esos dones. Como Jesucristo provee a la iglesia tanto los dones como las personas, es apropiado que ambos se mencionen en distintas partes de estas listas.
Los dones sacerdotales incluyen todo lo que implica mostrar misericordia y cuidar de aquellos en necesidad o implica interceder ante Dios (tal como orar en lenguas). Los dones reales implicarían todo lo que tenga que ver con la administración o el gobierno o el orden en la iglesia.
Otras clasificaciones de dones son los dones de conocimiento (tal como distinguir entre espíritus, palabra de sabiduría, y palabra de conocimiento), los dones de poder (tales como la sanidad, los milagros, y la fe) y los dones de la palabra (lenguas, interpretación y profecía). Entonces podríamos confeccionar otra vez una lista mucho mayor, como la lista de los veintidós dones enumerados arriba.
Pero aun esa lista no incluye todos los dones posibles (ninguna lista incluye un don de oración intercesora, por ejemplo, que puede estar relacionado a un don de fe pero que no es el mismo que el don de la fe; los dones musicales no están incluidos en ninguna lista, y tampoco ningún don de echar fuera demonios, aunque Pablo debe haber sabido que algunos cristianos eran más efectivos en esa área que otros).
Y si deseáramos dividir diferentes tipos de servicio o administración o evangelización o enseñanza, entonces podríamos fácilmente tener una lista que incluyera cincuenta o hasta cien distintos rubros.
El propósito de todo esto es simplemente decir que Dios le da a la iglesia una asombrosa variedad de dones espirituales, y todos ellos son muestra de su multiforme gracia. De hecho, Pedro dice tanto como: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1ª P 4: 10; aquí la palabra «multiforme» es poikilos, que significa «tener muchas facetas; tener una rica diversidad»).
La consecuencia práctica de esta discusión es que debemos estar dispuestos a reconocer y apreciar a las personas que tienen dones que difieren de los nuestros y que pueden diferir de nuestras expectativas de lo que debe ser la apariencia de ciertos dones. Por otra parte, una iglesia saludable tendrá una gran diversidad de dones, y esta diversidad no debe llevar a una fragmentación sino a una mayor unidad entre los creyentes de la iglesia.
Todo el propósito de Pablo en la analogía del cuerpo con muchos miembros (1ª Co 12: 12-26) es decir que Dios nos ha puesto en el cuerpo con estas diferencias de manera que podamos depender unos de otros. «Ni el ojo no puede decirle a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros». Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios» (1ª Co 12: 21-22; d. vv. 4-6).
Va contra la manera de pensar del mundo decir que disfrutamos de mayor unidad cuando nos unimos más a aquellos que son diferentes a nosotros, pero ese es precisamente el argumento que formula Pablo en 1ª Corintios 12, demostrando la gloria de la sabiduría de Dios al no permitir a nadie poseer todos los dones necesarios para la iglesia, sino requiriendo que dependamos uno del otro para un adecuado funcionamiento de la iglesia.
NOTA: Esta variedad de maneras de clasificar los dones nos permite decir que con propósitos docentes son posibles muchos tipos de clasificación. Pero debemos cuidamos de cualquier reclamo de que cierta forma de clasificar O relacionar los dones es la única válida, pues la Escritura no nos limita a algún esquema de clasificación.
4. LOS DONES PUEDEN VARIAR EN INTENSIDAD.
Pablo dice que si tenemos el don de profecía, debemos utilizarlo «en proporción a nuestra fe» (Ro 12: 6), indicando que el don puede estar más o menos desarrollado en diferentes individuos durante un período de tiempo. Por esto Pablo puede recordarle a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía» (1ª Ti 4: 14), y puede decir: «Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti» (2ª Ti 1: 6).
Era posible que Timoteo dejara que su don se debilitara, aparentemente por su uso infrecuente, y Pablo le recuerda que lo estimule utilizándolo y consecuentemente fortaleciéndolo. Esto no debe sorprender, porque nos damos cuenta que muchos dones incrementan su fuerza y efectividad cuando se utilizan, ya sea la evangelización, la enseñanza, el consuelo, la administración o la fe.
Apolos tenía un poderoso don de predicación y enseñanza, pues leemos que era «ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras » (Hch 18: 24). Y aparentemente Pablo tenía y utilizaba con frecuencia un muy efectivo don de hablar en lenguas pues dice; «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes» (1ª Co 14: 18).
Todos estos textos indican que los dones espirituales pueden variar en intensidad.
Si pensamos en cualquier don, ya sea la enseñanza o la evangelización de un lado, o la profecía y la sanidad del otro, debemos darnos cuenta que dentro de cualquier congregación probablemente haya personas que son muy efectivas en el uso de ese don (quizá a través de un uso prolongado y la experiencia), otros que son moderadamente fuertes en ese don, y otros que tienen el don pero que comienzan justo a utilizarlo.
Esta variación en intensidad de los dones espirituales depende de una combinación de influencia humana y divina. La influencia divina es la obra soberana del Espíritu Santo, «quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11). La influencia humana viene de la experiencia, el entrenamiento, la sabiduría, y las habilidades naturales en el uso de ese don.
Normalmente no es posible conocer en qué proporción las influencias humana y divina se combinan en cualquier momento, ni tampoco es realmente necesario conocerlo, porque aun las habilidades que pensamos son «naturales» vienen de Dios (1ª Co 4: 7) y están bajo su control soberano (vea el capítulo 16 sobre la providencia de Dios y la responsabilidad humana).
Pero esto lleva a una pregunta interesante: ¿Qué fuerte tiene que ser una habilidad antes de que se la llame un don espiritual? ¿Cuántas habilidades docentes necesita alguien antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de la enseñanza, por ejemplo? ¿ü qué efectivo en la evangelización necesitaría ser alguien antes que podríamos reconocer un don de evangelización? ¿O con qué frecuencia alguien tendría que ver respondidas las oraciones por una sanidad antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de sanidad?
La Escritura no responde esta cuestión directamente, pero el hecho de que Pablo hable de estos dones como útiles para la edificación de la iglesia (1 Ca 14: 12), y el hecho de que Pedro diga de la misma manera que cada persona que ha recibido un don debe recordar emplearlo «al servicio de los demás» (1 P 4:10), sugiere que tanto Pablo como Pedro pensaban en dones y habilidades que eran lo suficientemente fuertes como para funcionar en beneficio de la iglesia, ya sea para la congregación reunida (como la profecía o la enseñanza), o para individuos de la congregación en distintos momentos (como la ayuda y el aliento).
NOTA: Vea también 1ª Corintios 13: 1-3. Donde Pablo ofrece ejemplos de algunos dones desarrollados al grado más elevado Imaginable. Ejemplos que él usa para mostrar que aun tales dones sin amor no traerían ningún beneficio.
Probablemente no se puede trazar una línea definitiva en esta materia, pero Pablo nos recuerda que no todos tienen cada uno de los dones o ningún don. Él habla con mucha claridad sobre esto en una serie de preguntas que no esperan respuesta:
«¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?» (1ª Co 12: 29-30). El texto griego (con la partícula me antes de cada pregunta) claramente no espera una respuesta a cada pregunta. Por lo tanto, no todos son maestros, por ejemplo, ni todos poseen los dones de sanidad, ni todos hablan en lenguas.
Pero aunque no todos tienen el don de la enseñanza, es cierto que todas las personas «enseñan» en algún sentido de la palabra enseñar. Aun personas que nunca soñarían con enseñar una clase de la Escuela Dominical, ciertamente leerán historias bíblicas a sus propios hijos y les explicarán su significado; Moisés mandó que los israelitas hicieran esto mismo con sus hijos (Deuteronomio 6: 7), que les explicaran las palabras de Dios mientras estaban sentados en su casa o andaban por el camino.
Así que de un lado podemos decir que no todos tienen el don de la enseñanza. Pero por otro lado, debemos decir que hay alguna habilidad general relacionada con el don de la enseñanza que poseen todos los cristianos. Otra forma de decir esto sería afirmar que no hay un don espiritual que tengan todos los creyentes, pero hay cierta habilidad general similar a cada don que todos los cristianos tienen.
Podemos ver esto en cierto número de dones. No todos los cristianos poseen el don de evangelización, pero todos los cristianos tienen la capacidad de compartir el evangelio (de hecho, como veremos abajo, algunas personas dicen que nadie tiene hoy en día genuinos dones de sanidad), pero a pesar de todo cada cristiano puede y de cierto ora a Dios por la sanidad de amigos o parientes que están enfermos.
No todo cristiano tiene el don de la fe, pero cada cristiano tiene cierto grado de fe, y esperaríamos que esta crezca en la vida de un cristiano ordinario.
Hasta podemos decir que otros dones, tales como la profecía y el hablar en lenguas, no solo tienen una intensidad cambiante entre aquellos que poseen el don, sino que también encuentran su contraparte en algunas habilidades generales que se hallan en la vida de cada cristiano. Por ejemplo, si entendemos que la profecía es (de acuerdo con la definición que se ofrece en el capítulo 53)".
«Informar algo que Dios nos trae de manera espontánea a la mente», entonces es verdad que no todos experimentan esto como un don, porque no todos experimentan a Dios trayendo espontáneamente cosas a la mente con tal claridad y fuerza que él o ella se sientan libres de hablar sobre ellas en medio de un grupo de cristianos reunidos.
Pero probablemente todo cristiano ha tenido en un momento u otro la sensación de que Dios le traía a la mente la necesidad de orar por un amigo distante o escribirle o llamarlo por teléfono para llevar una palabra de aliento a alguien que está lejos, y más tarde ha descubierto que eso era precisamente lo que se necesitaba en ese momento.
Pocos negarían que Dios puso esa necesidad de una manera espontánea en su mente, y, aunque esto no sería llamado un don de profecía, es una habilidad general recibir una orientación o guía especial de Dios que es similar a lo que ocurre con el don de profecía, pese a que funciona a un nivel inferior.
Incluso podemos considerar el don de hablar en lenguas desde esta perspectiva.
Si pensamos del hablar en lenguas como una oración en sílabas no comprensibles para el que habla (vea 1ª Co 14: 2, 14)," entonces es verdad que no todo cristiano tiene el don de hablar en lenguas (y una vez más debe decirse que algunos cristianos argumentarían que nadie tiene hoy en día ese don, pues la era de los apóstoles ha terminado).
Pero por otro lado, debemos reconocer que todo cristiano tiene momentos de oración en los cuales su oración se expresa no solo en palabras y sílabas inteligibles, sino también en forma de suspiros, gemidos y llanto que sabemos el Señor escucha y comprende, y ello expresa necesidades y preocupaciones de nuestros corazones que no podemos articular plenamente en palabras (Ro 8: 26-27).
Una vez más no debemos llamar a esto un don de hablar en lenguas, pero parece ser una habilidad general en nuestras vidas cristianas que está de alguna manera relacionada con el don de hablar en lenguas, en la medida que se expresa en una oración en sílabas que no entendemos completamente, pero que sin embargo el Espíritu Santo convierte en una oración efectiva que Dios escucha.
El propósito de toda esta discusión es simplemente decir que los dones espirituales no son tan misteriosos ni «cosas de otro mundo» como la gente considera que son. Muchos de ellos son solo una intensificación o una instancia altamente desarrollada de fenómenos que la mayoría de los cristianos experimentan en sus propias vidas.
El otro importante propósito que puede deducirse de esta discusión es que aun cuando se nos han dado dones por Dios, todavía somos responsables de usarlos con efectividad, y buscar crecer en su uso para que la iglesia reciba más beneficios de los dones que Dios nos ha permitido ser administradores.
Por último, el hecho de que la potencia de los dones puede variar nos permite reconocer que el don de cierta persona (tal como el de enseñanza o administración, por ejemplo) puede que no sea lo suficientemente fuerte como para funcionar en beneficio de toda la iglesia en una iglesia grande donde muchas personas ya tienen ese don en alto grado desarrollado.
Pero esa misma persona, al moverse a una iglesia más joven y pequeña donde pocos tienen el don de la enseñanza o la administración, puede encontrar que sus dones tienen una mayor demanda y son capaces de funcionar para el beneficio de toda la congregación. (En este sentido, algo que solo se considera una habilidad general en un escenario puede considerarse correctamente un don espiritual en otro escenario.)
5. POSEEN LOS CRISTIANOS LOS DONES TEMPORAL O PERMANENTEMENTE?
En la mayoría de los casos, parece que el Nuevo Testamento describe una posesión permanente de los dones espirituales. La analogía de las partes del cuerpo en 1ª Corintios 12: 12-26 se adecuan a esto, en el sentido que el ojo no se convierte en mano, ni el oído en pie, pero las distintas partes del cuerpo existen permanentemente.
Por otro lado, Pablo dice que algunas personas ostentan títulos que describen una función continua. Algunos pueden ser llamados «profetas» o «maestros» (1ª Co 12: 29) o «evangelistas» (Ef 4: 11). Esperaríamos que esas personas estuvieran en posesión permanente de los dones de profecía, enseñanza y evangelización, a menos que alguna circunstancia inusual sobreviniera que los privara del don.
De manera similar, Pablo habla en términos de la posesión de dones espirituales cuando dice: «Si tengo el don de profecía»(1ª Co 13:2) Y cuando Pablo pide que un intérprete esté presente cuando alguien hable en lenguas (1ª Co 14: 28), asume que la iglesia conocerá si alguien que tiene el don de interpretación está presente, lo que implica que alguien estaría en posesión del don durante un tiempo.
Cuando dice; «Si alguno se cree profeta» (1ª Co 14: 37), se da cuenta que algunos en Corinto habrían funcionado con el don de profecía con la suficiente frecuencia para concebirse a sí mismo como «profetas». Todos estos versículos apuntan en la dirección de una permanente, o por lo menos duradera y continua posesión de dones espirituales.
Por cierto, en Romanos 12, Pablo comienza su afirmación: «y hay diversidad de de operaciones» (Ro 12:6). Y le dice a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía» (1ª Ti 4: 14), indicando de nuevo que Timoteo había tenido ese don durante un período de tiempo. Por lo tanto, parece que en general el Nuevo Testamento indica que a las personas se les conceden dones espirituales, y una vez que los poseen, son normalmente capaces de continuar utilizándolos durante el transcurso de su vida cristiana.
Con todo, se deben cumplir importantes requisitos, porque hay algunas instancias en las que los dones no son permanentes. Hay algunos dones que no son permanentes por su propia naturaleza, tales como los dones del matrimonio y el celibato (1ª Co 7: 7). Aunque Pablo los llama dones, en la vida de la mayoría de los creyentes habrá momentos en que están solteros, y momentos en que están casados.
Por otra parte, algunos dones, aunque se ejerciten con bastante frecuencia, aun no se pueden ejercitar a voluntad. La efectividad en el don de sanidad, por ejemplo, depende de la voluntad soberana de Dios al responder las oraciones que imploran sanidad.
De manera similar, la profecía depende de la concesión de una «revelación» espontánea (1ª Co 14: 30) de Dios, y simplemente no puede ejercitarse a voluntad.
Lo mismo podría decirse inclusive del don de la evangelización: En última instancia es la obra del Espíritu Santo traer regeneración y capacitar a alguien para creer, de forma que el evangelista debe orar y predicar, pero solo Dios puede aportar la cosecha de almas.
En otros casos, se puede conceder algún don particular para una necesidad o evento único. Aunque no es, hablando estrictamente, un don espiritual en el sentido del Nuevo Testamento, la devolución de la fortaleza de Sansón por última vez al final de su vida Jueces 16: 28) se le otorgó temporalmente durante el último momento de su vida.
Y, en el Nuevo Testamento, la notable revelación que tuvo Esteban cuando, «lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios» (Hch 7:55) fue una manifestación del Espíritu que se le dio solo durante ese específico momento.
NOTA: Por supuesto, no debemos llevar muy lejos la metáfora del cuerpo, pues las personas de hecho reciben otros dones, y Pablo aun anima a las personas a buscar dones espirituales adicionales (1ª Co 14: 1). Pero la metáfora sí sugiere algún grado de estabilidad o permanencia en la posesión de los dones.
Otra instancia en que un don puede no ser permanente es cuando una persona descuida su don, y quizá aflige al Espíritu Santo o cae en un serio error doctrinal o moral (como por ejemplo hizo Sansón en el Antiguo Testamento). En tal caso el don puede ser retirado. De cierto, Pablo advirtió a Timoteo: (Ejercita el don que recibiste) (1ª Ti 4: 14), y quizá también podemos aprender de la parábola de los talentos, en la que Jesús dice que «a todo el que tiene se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene) (Mt 25: 29).
Por demás, debemos recordar que el Espíritu Santo todavía es soberano en la distribución de dones: el que (reparte a cada uno según él lo determina) (1ª Co 12: 11). La palabra que se traduce aquí como (reparte) es un participio presente, lo cual indica una continua actividad en el tiempo, y podríamos parafrasear: (El Espíritu Santo continúa siempre distribuyendo o repartiendo dones a cada persona individual justo según él lo determina).
Esto significa que, aun cuando normalmente la costumbre del Espíritu Santo es continuar facultando el mismo don o dones en las personas en el transcurso del tiempo, aún así, hay una continua voluntad y decisión del Espíritu Santo de hacer o no hacer esto, y puede que por sus propios motivos retire el don durante un tiempo, o hace que sea mucho más potente o más débil de lo que era.
Por último, 1ª Corintios 13: 8-13 (que se discutirá abajo) indica que los actuales dones espirituales que poseemos son solo para esta era, y serán superados por algo mucho mayor. Por lo tanto, en ese sentido ningún don es (permanente) pues cada don se considerará inútil en el momento que el Señor regrese.
Dentro de la discusión de la cuestión de si los dones espirituales son o no permanentes, a veces se menciona a Romanos 11: 29: (Porque las dádivas de Dios son irrevocables). Sin embargo, Esto no significa que sea apropiado utilizar el versículo en el contexto de esta discusión, pues en este caso Pablo habla sobre el estatus del pueblo judío, incluyendo su designación como pueblo de Dios y los dones o bendiciones dispensados a ellos como resultado de ese estatus.
Aquí Pablo arguye que Dios tiene aun un propósito para su pueblo de Israel, pero la cuestión de los dones del Espíritu Santo en el sentido de 1ª Corintios 12-14 no se contempla en absoluto en Romanos 11: 29. Y ciertamente en cualquier caso esta afirmación no sería cierta en términos de una declaración del todo irrestricta sobre los dones espirituales, porque es evidente que por el mal uso, la negligencia o el agravio del Espíritu Santo, puede que las personas vean sus dones disminuidos o removidos por la soberana decisión de Dios.
NOTA: Aunque el propósito primario de esta parábola tiene que ver con las recompensas en el juicio final, no obstante alienta a la fidelidad en la mayordomía de lo que se nos ha dado, y no es ilógico esperar que Dios pudiera actuar respecto a nosotros de esa manera, por lo menos en principio, también en esta vida.
6. ¿SON LOS DONES MILAGROSOS O NO MILAGROSOS?
La respuesta a esta pregunta depende en realidad de la definición de la palabra milagro. Si definimos milagro como (una actividad directa de Dios en el mundo), entonces todos los dones espirituales son milagrosos porque el Espíritu Santo los faculta (1ª Co 12:11; vvA-6). Pero en ese sentido todo lo que sucede en el mundo puede decirse que es milagroso, porque todo ello procede de la obra providencial de Dios en la creación (vea Ef. 1:11; Dn. 4: 35; Mt 5: 45).
Por lo tanto la palabra milagro pierde su utilidad, pues nos es dificil encontrar algo que suceda en el mundo que no sea milagroso en este sentido.
Es mejor definir milagro en un sentido más estrecho, como hicimos arriba, en el capítulo 17: Un milagro es «una actividad menos común de Dios en la que él suscita el asombro y la admiración de las personas y da testimonio de sí mismo». En términos de esta definición, solo algunos dones son «milagrosos»: a saber, aquellos dones que la gente piensa que son milagrosos porque están asombrados de la actividad de Dios que obra en ellos.
Ciertamente incluiríamos la profecía en esta categoría (note el asombro del incrédulo en 1ª Co 14: 24-25), la sanidad (de manera similar, note la respuesta del pueblo en Hch 3: 10 y otros lugares), echar fuera demonios (vea Hch 19: 11-13,17), o el hablar en lenguas cuando es realmente una lengua extranjera y los demás la comprenden (vea la descripción de Pentecostés en Hch 2: 7).
Probablemente otros fenómenos notables también se incluirían en el don de hacer milagros (1ª Co 12: 10).
Por otro lado, en esta definición, algunos dones se considerarían como no milagrosos.
Los dones de servir, enseñar, alentar, contribuir y llevar a cabo actos de misericordia (en Ro 12: 7-8) caerían en esta categoría, así como los dones de aquellos que actúan como ayudantes y administradores (1ª Co 12: 28). Pero todavía se trata del mismo Espíritu Santo quien los da y obra a través de ellos.
El propósito de este análisis es alertamos contra la elaboración de una distinción sobrenatural! natural en nuestras mentes por medio de la cual pensemos que algunos dones son «sobrenaturales» y otros simplemente «naturales». La Biblia no hace tal distinción, y el peligro de hacer esto es que nos inclinemos a pensar que algunos dones (que pensamos son «sobrenaturales) son más importantes o proceden más claramente del Señor, y que nos inclinemos a devaluar o hacer menos énfasis en los dones que consideramos «naturales». Si hacemos esto fracasaremos a la hora de ver la mano de Dios en la actuación de todos los dones y a la hora de darle gracias por todos ellos.
Por otro lado, la engañosa distinción sobrenatural! natural también puede hacemos desconfiados sobre aquellos que consideramos sobrenaturales», o puede llevamos a pensar que sería muy improbable ocurrieran en nuestra propia experiencia.
En ese caso, nos inclinaríamos a enfatizar los dones que pensamos son «naturales» y tendríamos muy pocas expectativas o fe en relación con cualquier cosa que pensáramos es «sobrenatural'.
En contraste con esta perspectiva, la Escritura dice que recibimos «todos» los dones de un mismo Espíritu, un mismo Señor, y un mismo Dios (1 Co 12:4-6). La visión del mundo de la Escritura es de continuidad, de una continua interacción entre el mundo visible que podemos ver y tocar y el mundo invisible que la Escritura nos dice está ahí y es real. Dios obra en ambos, y nos hacemos a nosotros mismos ya la iglesia un gran perjuicio al separar estos aspectos de la creación en «sobrenatural» y «natural.
Por último, ¿deberíamos buscar los dones más inusuales o milagrosos, o deberíamos buscar los dones más comunes? De nuevo, la Escritura no hace este tipo de distinción cuando nos dice qué tipo de dones buscar. Pablo dice a los corintios: «Por eso ustedes, ya que tanto ambicionan los dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia (1ª Co 14. 12).
Esto significa que debemos conocer cuáles dones son más necesarios en la iglesia a la que asistimos, y entonces orar a Dios para que nos conceda estos dones a nosotros y a otros. Que esos dones se consideren milagrosos o no milagrosos no es lo que realmente importa.
7. DESCUBRIR Y BUSCAR DONES ESPIRITUALES.
Pablo parece asumir que los creyentes conocerán cuáles son sus dones espirituales. Simplemente les dice a los de la iglesia en Roma que usen sus dones de varias maneras: «Si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría» (Ro 12: 6-8).
De manera similar, Pedro les dice a sus lectores cómo utilizar sus dones, pero no dice nada sobre cómo descubrir cuáles son: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1ª P 4: 10).
¿Pero qué si muchos miembros de una iglesia no conocen qué don o dones espirituales Dios les ha dado? En tal caso, los líderes de la iglesia necesitan preguntarse si les están proporcionando suficientes oportunidades para el uso de una variedad de dones.
Aunque las listas de dones dadas en el Nuevo Testamento no son exhaustivas, ciertamente proveen un buen punto de partida para que las iglesias se pregunten si por lo menos existe la oportunidad de que estos dones se utilicen.
Si Dios ha puesto personas con ciertos dones en una iglesia cuando estos dones no se estimulan o quizá no se permite utilizarlos, éstas se sentirán frustradas e insatisfechas en sus ministerios cristianos, y quizá se mudarán a otra iglesia donde sus dones puedan funcionar para el beneficio de la iglesia.
En el caso de individuos que no conocen cuáles son sus dones, pueden comenzar preguntando qué necesidades y oportunidades para el ministerio hay en su iglesia. Específicamente, pueden preguntar qué dones son más necesarios para la edificación de la iglesia en ese sitio. Además, cada creyente individual que no sabe cuáles son sus dones debe realizar cierto auto examen.
¿Qué intereses y deseos y habilidades éste posee? ¿Pueden otros ofrecer consejo o aliento que apunten hacia dones específicos? Por otra parte, ¿ha habido bendiciones en el pasado al ministrar en algún tipo particular de servicio?
En todo esto, la persona que busca descubrir sus dones debe orar y pedir a Dios sabiduría, confianza en que ésta será concedida de acuerdo a su promesa: «y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada»' (Stg 1: 5-6). A veces Dios concederá esta sabiduría en términos de una visión más exacta de las habilidades propias.
En otros momentos puede que venga a través del consejo de otros o al ver crecientes bendiciones en un área del ministerio. Y Pablo indica que en algunos casos puede ser la profecía la que ofrezca la señal de un don específico, pues dice a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando los ancianos te impusieron las manos» (1ª Ti 4: 14).
Por último, la persona que se pregunta cuáles son sus dones espirituales debe simplemente comenzar a ministrar en varias áreas y ver dónde Dios trae bendiciones.
Enseñar una clase de la Escuela Dominical o un estudio bíblico en una casa es una manera excelente para empezar a utilizar el don de la enseñanza. Cada comunidad tiene oportunidades para una mayor utilización del don de la evangelización.
Personas que piensan tienen un don de sanidad pueden pedirle una oportunidad a sus ancianos a fin de acompañarlos cuando vayan a orar por los enfermos. Las personas que piensan tienen el don de la fe o un don de oración intercesora podrían comenzar a preguntarles a algunos amigos cristianos por necesidades específicas sobre las cuales orar.
En todo esto, las iglesias pueden dar aliento y oportunidades para que las personas prueben utilizar varios dones, y tan pueden ofrecer enseñanzas y entrenamientos prácticos en los métodos apropiados para el uso de varios dones. Además, las iglesias deben orar continuamente para que Dios permita a las personas encontrar cuáles son sus dones y entonces ser capaces de utilizarlos.
En todo esto la meta es que el cuerpo de Cristo en cada localidad alcance la madurez, hasta que «por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro» (Ef 4: 16).
Más allá del asunto de descubrir qué dones tiene uno está el asunto de buscar dones espirituales adicionales. Pablo manda a los cristianos: «Procurad, pues, los dones mejores» (1ª Co 12:31) y después dice: «Empéñense en seguir el amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1ª Co 14: 1).
En este contexto, Pablo define lo que quiere decir por «dones mejores» o «dones mayores» porque en 1ª Corintios 14: 5 repite la palabra utilizada en 12:31 para «mayor» (gr. Meizon cuando dice: «porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación (RVR) (1ª Co 14: 5). Aquí los dones mayores son aquellos que más edifican a la iglesia.
Esto es consistente con la declaración de Pablo unos cuantos versículos más adelante, cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Los mayores dones son aquellos que más edifican la iglesia y traen mayores beneficios a los demás.
¿Pero cómo buscamos más dones espirituales? Primero, debemos pedírseles a Dios. Pablo dice directamente que «el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo que diga (1ª Co 14: 13; d. Stg 1:5, donde éste dice a las personas que deben pedirle a Dios sabiduría).
A continuación, las personas que buscan dones espirituales adicionales deben tener motivos correctos. Si los dones espirituales se buscan solo para que la persona pueda sobresalir más o tenga más influencia o poder, esto es ciertamente malo a los ojos de Dios. Esta fue la motivación de Simón el hechicero en Hechos 8:19, cuando dijo: «Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo» (véase la reprimenda de Pedro en vv. 21-22).
De manera similar, Ananías y Safira buscaron gloria para sí mismos cuando pretendieron dar todo el producto de la venta de su tierra a la iglesia, pero no fue verdad, y ambos perdieron sus vidas (Hch 5: 1-11). Es una cosa temible querer dones espirituales o prominencia en la iglesia para nuestra propia gloria, no para gloria de Dios y para la ayuda de otros.
Por lo tanto, aquellos que buscan dones espirituales primero deben preguntarse si lo hacen por amor a los demás y por estar más capacitados a la hora de ministrar a sus necesidades, pues aquellos que tienen grandes dones espirituales pero le (falta el aman) son (nada) a los ojos de Dios (1ª Co 13: 1-3). Por esto Pablo dice: «Empéñense seguir el amor» y solo después añade: «y ambicionen los dones espirituales» (1ª Co 14: 1).
Otra vez repite el mismo tema cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1 Co 14: 12). Toda persona que pide a Dios un don espiritual adicional debe hurgar en su corazón con frecuencia, preguntándose porqué se desea este don particular. ¿Es realmente debido al amor por los demás y un deseo de edificar la iglesia y ver glorificado a Dios?
Después de eso, es apropiado buscar oportunidades para probar el don, justo en el caso de una persona que trata de descubrir su don, como se explica arriba. Pequeños grupos de estudio de la Biblia o reuniones de oración en casas a menudo ofrecen un buen escenario en el que las personas pueden probar los dones de la enseñanza o la oración intercesora o de estimular a otros o el de profecía o la sanidad, por ejemplo.
Por último, aquellos que buscan dones espirituales adicionales deben continuar utilizando los dones que ahora tienen y deben estar conformes si Dios decide no darles más. El señor aprobó al siervo cuyo dinero produjo diez veces más (1ª Co 12: 11), pero condenó al que puso su dinero en un pañuelo y no hizo nada con él (Lc 19: 16-17, 20-23)-para mostrarnos ciertamente que tenemos la responsabilidad de usar y tratar de incrementar cualesquiera talentos o habilidades que Dios nos haya dado como sus administradores.
Para balancear ese énfasis de buscar y crecer en dones espirituales debemos también recordar que Pablo dice claramente que los dones espirituales son proporcionados a cada persona individualmente por el Espíritu Santo «según él lo determina» (1ª Co 12: 11), y que «Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso» (1ª Co 12:18). Dice que Dios ha puesto diversos dones en la iglesia y que no todos son apóstoles o profetas o maestros (1ª Co 12: 28-30).
De esta manera les recuerda a los corintios que en última instancia la distribución de los dones es cuestión de la voluntad soberana de Dios, y que es para el bien de la iglesia y para nuestro bien que ninguno de nosotros tenga todos los dones, y que necesitaremos depender continuamente de otros que tienen dones diferentes a los nuestros.
Estas consideraciones deben hacer que nos sintamos complacidos si Dios decide no darnos los demás dones que buscamos.
8. LOS DONES SON HERRAMIENTAS PARA EL MINISTERIO, Y NO ESTÁN NECESARIAMENTE RELACIONADOS CON LA MADUREZ CRISTIANA.
Tenemos que reconocer que a todo creyente se le dan dones espirituales (1ª Co 12: 7, 11; 1ª P 4:10). Hasta los cristianos inmaduros reciben dones espirituales del Señor-esto se hizo evidente por cierto en la iglesia de Corinto, que tenía abundancia de dones espirituales (1ª Co 1:7), pero aún así era muy inmadura en muchas áreas de doctrina y conducta. Pablo dice:
«Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo (1ª Co 3: 1). O sea, los dones espirituales no son necesariamente una señal de madurez espiritual. Es posible poseer notables dones espirituales en una u otra área pero ser aún muy inmaduro en la comprensión doctrinal o la conducta cristiana, como fue el caso de Corinto.
De hecho, en ocasiones hasta los inconversos son capaces de profetizar y expulsar demonios y hacer milagros, pues Jesús dice que en los últimos días muchos le dirán: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?» Pero Jesús les diría: «Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!» (Mt 7: 22-23). No es que Jesús los conociera antes y luego no los conociera; él dice: «Nunca los conocí». Nunca fueron cristianos, aunque habían realizado obras notables.
Por eso no debemos evaluar la madurez espiritual sobre la base de los dones espirituales. La madurez llega a través de caminar junto a Jesús, y conduce a la obediencia a sus mandamientos en la vida diaria: «El que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió» (1ª Jn 2: 6).
¿Cuándo entonces el Espíritu Santo nos concede dones espirituales? Se conceden para la obra del ministerio y son simples herramientas para ser utilizadas con ese fin. Nunca deben ser una fuente de orgullo personal para aquellos que los posee, ni se deben considerar como una señal de madurez. Simplemente debemos esforzarnos por sobresalir en el amor por los demás, en atender sus necesidades, edificar la iglesia, y vivir una vida en conformidad con las normas de la vida de Cristo.
Si hacemos eso, y si Dios decide damos dones espirituales que nos dote para esas tareas, debemos darle gracias por eso, y orar para que nos mantenga libres de orgullo por los dones que gratuita y bondadosamente han dado, y que no ganamos nosotros.

B. ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? EL DEBATE SOBRE EL CESE DE LOS DONES

Dentro del mundo evangélico actual hay diferentes posiciones sobre el asunto: «¿Es válido que la iglesia de hoy utilice todos los dones que se mencionan en el Nuevo Testamento? Algunos dirían que sí.
Otros dirían que no, y argumentarían que algunos de los dones más milagrosos (tales como la profecía, las lenguas más interpretación, y quizá el de sanar enfermos y expulsar demonios) se otorgaron solo durante el tiempo de los apóstoles, como «señales» para autentificar a los apóstoles durante la temprana predicación del evangelio.
Afirman que estos dones ya no se necesitan como señales hoy, y que cesaron a fines de la era apostólica, probablemente a fines del siglo primero o comienzos del siglo segundo d.C.
También debemos damos cuenta que hay un amplio grupo «medio» en relación con esta cuestión, un grupo de «evangélicos de la tendencia principal» que no son carismáticos ni pentecostales de un lado, ni partidarios del «cese de los dones» del otro, pero que están simplemente indecisos, y dudosos que esta cuestión pueda decidirse sobre la base de la Escritura.
NOTA: Muchos que dicen sí, tales como el presente autor, añadirían la salvedad de que «apóstol» es un oficio, no un don, y que el oficio de apóstol no se mantiene hoy.
Cesacionistas se refiere a alguien que piensa que ciertos dones espirituales milagrosos cesaron hace mucho tiempo, cuando murieron los apóstoles y se completó la Escritura.
Aunque algunos aspectos de esta cuestión se discutieron en el capítulo 17 dedicado a los milagros, hay algunas consideraciones adicionales, especialmente relacionadas con el tópico de los dones espirituales, que se pueden hacer aquí.
1. ¿NOS DICE 1ª CORINTIOS 13: 8-13 CUÁNDO CESARÁN LOS DONES MILAGROSOS?
Pablo dice:
El Amor Jamás Se Extingue, Mientras Que El Don De Profecía Cesará, El De Lenguas Será Silenciado Y El De Conocimiento Desaparecerá. Porque Ahora Conocemos Y Profetizamos De Manera Imperfecta; Pero Cuando Llegue Lo Perfecto, Lo Imperfecto Desaparecerá.
Cuando Yo Era Niño, Hablaba Como Niño, Pensaba Como Niño, Razonaba Como Niño; Cuando Llegué A Adulto, Dejé Atrás Las Cosas De Niño. Ahora Vemos De Manera Indirecta Y Velada, Como En Un Espejo; Pero Entonces Veremos Cara A Cara. Ahora Conozco De Manera Imperfecta, Pero Entonces Conoceré Tal Y Como Soy Conocido. Ahora, Pues, Permanecen Estas Tres Virtudes: La Fe, La Esperanza Y El Amor. Pero La Más Excelente De Ellas Es El Amor. (1ª Co 13: 8-13)
Este pasaje es importante para la discusión porque en él Pablo menciona el don de profecía como algo «imperfecto», y entonces dice que lo «imperfecto» «desaparecerá» (1ª Co 13: 10). Hasta dice cuándo ello ocurrirá: «cuando llegue lo perfecto».
¿Pero cuándo es eso? Y aun si podemos determinar cuándo, ¿quiere eso decir que Pablo tenía en mente algo que le daría una respuesta a la iglesia de hoy sobre este asunto de la «cesación»? ¿Puede ser representativo en este pasaje el don de profecía de los dones milagrosos en general en la era de la iglesia?
A. EL PROPÓSITO DE 1 CORINTIOS 13:8-13:
Pablo interrumpe su discusión de los dones espirituales con el capítulo 13 de 1ª Corintios, en el que intenta poner toda la discusión sobre los dones en una perspectiva correcta. No es suficiente ambicionar simplemente «los mejores dones».
Uno debe también empeñarse «en seguir el amor» (14:1). Sin amor, los dones no valen nada (13: 1-3). De hecho, argumenta Pablo, el amor es superior a todos los dones y por lo tanto es más importante actuar con amor que poseer cualquiera de los dones.
A fin de mostrar la superioridad del amor, Pablo argumenta que este jamás se extingue, mientras todos los dones son temporales (13: 8). Nuestro profetizar y conocimiento actuales son parciales e imperfectos (v. 9), pero un día algo perfecto llegará a reemplazarlos (v. 10). Esto se explica mediante la analogía de un niño que renuncia a las ideas y el hablar infantiles por las ideas y el hablar de un adulto (v. 11).
Entonces Pablo continúa razonando en los versículos 9-10 al explicar que nuestro conocimiento y percepción presentes son indirectos e imperfectos, pero que algún día éstos serán directos y perfectos (v. 12).
En este argumento Pablo vincula la función de profecía con el tiempo de su cesación. Esta satisface una cierta necesidad ahora, pero lo hace solo de manera imperfecta.
Cuando «lo perfecto» llegue, esa función será satisfecha por algo mejor, y la profecía cesará porque quedará obsoleta o inútil (este es el probable matiz del término griego utilizado aquí, katargeo, «desaparecer» en los vv. 8, 10). De manera que la función principal de 1 Corintios 13:8-13 es mostrar que el amor es superior a dones como el de profecía porque esos dones desaparecerán pero el amor no desaparecerá.
B. 1ª CORINTIOS 13: 10:
La cesación de la profecía cuando Cristo regrese: Pablo escribe en el versículo 10; «Pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá»,
La frase «lo imperfecto» (gr. ek merous, «parcial, imperfecto») se refiere más claramente al conocimiento y la profecía, las dos actividades que se dice son hechas de manera «parcial e imperfecta» en el versículo 9 (utilizando en ambos casos también la misma frase griega, ek merous. Para hacer resaltar este vínculo podríamos traducir:
El Amor Nunca Deja De Ser. Si Hay Profecías, Estas Desaparecerán; Si Hay Lenguas, Estas Cesarán, Si Hay Conocimiento, Este Desaparecerá. Esto Es Porque Conocemos De Manera Imperfecta Y Profetizamos De Manera Imperfecta-Pero Cuando Llegue Lo Perfecto, Lo Imperfecto Desaparecerá.
Como vemos, los fuertes vínculos entre las afirmaciones se esclarecen por la repetición de dos términos clave: «desaparecer» e «imperfecto».
Sin duda, Pablo también intentó que se incluyera a las lenguas en el significado del versículo 9, como incluida entre aquellas actividades «imperfectas», pero omitió una repetición demasiado pedante por razones de estilo. Sin embargo las lenguas deben entenderse como incluidas dentro del sentido del versículo 9, pues el versículo 9 es la razón del versículo 8, como muestra la palabra «porque» (gr. gar).
De esa manera el versículo 9 debe ofrecer la razón por la cual las lenguas, así como el conocimiento y la profecía, cesarán. De hecho, la repetición de «y» «y» en el versículo 8 sugiere que Pablo pudo haber relacionado más dones aquí (¿sabiduría, sanidad, interpretación?) si hubiera querido.
Así se pudiera parafrasear 1 Corintios 13:10: «Cuando venga lo perfecto, la profecía y las lenguas y otros dones imperfectos desaparecerán. El único problema pendiente es determinar a qué momento se alude con la palabra «cuando». Varios factores del contexto indican que el momento del retomo del Señor es lo que Pablo tiene en mente.
(1) Primero, el sentido del versículo 12 parece requerir que el versículo lo se refiera al momento del regreso del Señor. La palabra «entonces» (gr. tote) en el versículo 12 ser al momento «cuando llegue lo perfecto» del versículo 10. Esto se hace evidente al observar el versículo 12: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido».
¿Cuándo veremos «cara a cara»? ¿Cuándo conoceremos «tal y como soy conocido»? Estos eventos solo pueden tener lugar cuando regrese el Señor.
La frase «ver cara a cara» se utiliza varias veces en el Antiguo Testamento para referirse a ver a Dios personalmente, no de forma completa o exhaustiva, pues ninguna criatura finita nunca puede hacer eso, pero aún así personal y verdaderamente.
De manera que cuando Pablo dice «pero entonces veremos cara a cara» claramente quiere decir: «pero entonces veremos a Dios cara a cara: De hecho esa será la mayor bendición del cielo y nuestro gran gozo por toda la eternidad (Ap 22:4: «Lo verán cara a cara»).
La segunda mitad del versículo 12 dice: «Ahora conozco de manera imperfecta; pero entonces conoceré tal y como soy conocido». La segunda y tercera palabra para «conocer»-la que se utiliza en: «Entonces conoceré como fui conocido«-es una palabra algo más fuerte para conocer (gr. epiginosko, pero ciertamente no implica conocimiento infinito o omnisciencia.
Pablo no espera conocer todas las cosas, y no dice: «Entonces conoceré todas las cosas», lo que habría sido fácil de decir en griego." Más bien, quiere decir que cuando el Señor regrese Pablo espera liberarse de equivocaciones y la incapacidad para comprender (especialmente para comprender a Dios y su obra) que forman parte de la vida presente.
Su conocimiento se asemejará al actual conocimiento que tiene Dios de él porque este no contendrá falsas impresiones y no estará limitado a lo que es capaz de percibir en esta era. Pero tal conocimiento solo puede tener lugar cuando regrese el Señor.
Pero, ¿cuál es la palabra «entonces» a la que se refiere Pablo en el versículo 12?
Pablo dice: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido». La palabra «entonces» tiene que aludir a algo que él ha estado explicando en los versículos anteriores. Primero nos fijamos en el versículo 11, pero vemos que nada en el versículo 11 puede ser un tiempo futuro al que Pablo se refiera como «entonces» : «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño».
Todo esto se refiere al pasado, no al futuro. Habla de acontecimientos pasados en la vida de Pablo por la vía de ofrecer una ilustración natural y humana de lo que ha dicho en el versículo 10. Pero nada en el versículo habla de un tiempo futuro cuando algo ocurrirá.
De manera que volvemos al versículo 10: «pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá». Aquí hay una declaración sobre el futuro. En algún momento del futuro, Pablo dice que «lo perfecto» llegará, y «lo imperfecto» desaparecerá, será innecesario. ¿Cuándo ocurrirá esto? Esto es lo que se explica por medio del versículo 12. Entonces, cuando llegue el momento de lo perfecto, veremos «cara a cara» y «conoceré tal y como soy conocido».
NOTA: Vea, por ejemplo, Gn 32: 30 y Jueces 6:22 (exactamente el mismo vocabulario griego que en 1 Co 13:12); Deuteronomio 5:4; 34: 10; Ez. 20:35 (vocabulario muy similar); Éx 33: 11 (el mismo concepto, y el mismo vocabulario que en algunos de los pasajes precedentes de Hebreos, pero esta vez con diferente vocabulario en la traducción griega de la Septuaginta).
Griego epignosomai ta panta significaría, "Conoceré todas las cosas».
Esto significa que el momento cuando llegue «lo perfecto» debe ser el momento del regreso de Cristo:" Por consiguiente, podemos parafrasear el versículo 10: «Pero cuando Cristo regrese, lo imperfecto desaparecerá. 0, para usar nuestra conclusión anterior de que «lo imperfecto» incluye la profecía y las lenguas, podemos parafrasear: «Pero cuando Cristo regrese, la profecía y las lenguas (y otros dones imperfectos) desaparecerán.
Así tenemos en 1ª Corintios 13: 10 una declaración definitiva sobre el tiempo en que cesen dones imperfectos como el de profecía: se harán innecesarios o «desaparecerán» cuando Cristo regrese. Y esto implicaría que ellos continuarán existiendo y siendo útiles para la iglesia, durante toda la era de la iglesia, incluyendo hoy, y hasta el día cuando Cristo regrese.
(2) Otra razón del porqué el momento cuando llegue «lo perfecto» es el momento cuando Cristo regrese se hace también evidente debido al propósito del pasaje: Pablo intenta enfatizar la grandeza del amor, y al hacerlo quiere establecer que «el amor jamás se extingue» (1ª Co 13: 8). Para probar este punto argumenta que permanecerá más allá del momento cuando regrese el Señor, a diferencia de los presentes dones espirituales.
Esto ofrece un argumento convincente: el amor es tan fundamental en el plan de Dios para el universo que perdurará más allá de la transición de esta era a la era por venir al regreso de Cristo este continuará eternamente.
(3) Una tercera razón del porqué este pasaje se refiere al momento del regreso del Señor puede hallarse en una declaración más general de Pablo sobre el propósito de los dones espirituales en la era del Nuevo Testamento. En 1ª Corintios 1: 7 Pablo vincula la posesión de dones espirituales (gr. charismata a la actividad de aguardar por el regreso del Señor: «de modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansias que se manifieste nuestro Señor Jesucristo».
Esto sugiere que Pablo veía los dones como una provisión temporal dada para facultar a los creyentes para el ministerio hasta el regreso del Señor. Así este versículo provee un cercano paralelo al pensamiento de 1 Corintios 13:8-13, donde la profecía y el conocimiento (y sin duda las lenguas) se consideran, de manera similar, como útiles hasta que Cristo regrese pero innecesarios después de ese momento.
Primera a los Corintios 13: 10, parlo tanto, se refiere al momento del regreso de Cristo y dice que estos dones espirituales perdurarán entre los creyentes hasta ese momento. Ello significa que tenemos una clara declaración bíblica de que Pablo esperaba que estos dones continuaran durante toda la era de la iglesia y que funcionaran para el beneficio de la iglesia hasta el regreso del Señor.
NOTA: Lo he dicho de esta manera porque, más precisamente, «lo perfecto» de 1 Ca 13: 10 no es el mismo Cristo, sino un método de adquirir un conocimiento que es muy superior al conocimiento actual y una profecía que hace obsoletos estos dos. Cuando llegue lo «perfecto» lo imperfecto se hace inútil. Pero solo el tipo de conocimiento que Pablo espera en la consumación final de todas las cosas puede ser tan cualitativamente diferente del Conocimiento actual que podría proveer este tipo de contraste y ser llamado «lo perfecto» como opuesto a «lo imperfecto».
A. Carson, Showing the Spirit: A Theological Exposition of 1a Corinthians 12-14 (Grand Rapids: Baker, 1987), pp. 70-72, ofrece varias razones similares del porqué «cuando llegue 10 perfecto» debe ser el momento de! Regreso de Cristo (con referencia a otros puntos de vista, ya la literatura aplicable).
Entre los «cesacionistas» (aquellos que sostienen que dones como la profecía han «cesado» y no son válidos hoy), algunos, aunque no todos, están de acuerdo que el tiempo «cuando llegue lo perfecto» debe ser el momento del regreso de Cristo: 

C. OBJECIONES:

Se han levantado varias objeciones a esta conclusión, usualmente por aquellos que mantienen que estos dones han cesado en la iglesia y no deben ser utilizados más.
1. ESTE PASAJE NO ESPECIFICA CUANDO LOS DONES CESARÁN
La primera objeción a nuestra conclusión anterior viene del acucioso estudio de Richard Gaffin, Perspectivas sobre el Pentecostés. Aunque el Dr. Gaffm está de acuerdo de que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo, no piensa que este versículo especifica el momento en que cesen ciertos dones.
Más bien piensa que Pablo solamente observa «todo el período hasta el regreso de Cristo, sin considerar si se interpondrían o no discontinuidades durante el transcurso de este período».
De hecho, argumenta Gaffin, el principal propósito de Pablo es enfatizar las cualidades permanentes de la fe, la esperanza y el amor, especialmente del amor, y no especificar el momento en el cual algunos dones cesarán. Dice:
Pablo no intenta especificar el momento cuando cesará cualquier modalidad particular.
Lo que sí declara es el fin del actual conocimiento fragmentario del creyente cuando «lo perfecto» llegue. El momento en que cesen la profecía y las lenguas es una cuestión abierta en lo que a este pasaje concierne y tendrá que decidirse sobre la base de otros pasajes y consideraciones.
También dice que, además de la profecía, las lenguas y el conocimiento, Pablo podría haber añadido también «escrituración»-y si hubiera hecho esto, la lista habría incluido un elemento que cesó mucho antes del regreso de Cristo.
(Inscripturación es el proceso de redactar Escritura). De esta manera, concluye Gaffin, esto sería válido también para otros en la lista.
En respuesta a esta objeción debe decirse que no hace justicia a las palabras reales del texto. Los evangélicos han insistido (y sé que el Dr. Gaffin está de acuerdo con esto) que los pasajes de la Escritura no solo son ciertos en la proposición principal de cada pasaje, sino también en los detalles menores que se exponen. El propósito principal del pasaje puede muy bien ser que el amor permanece para siempre, pero otro aspecto, y ciertamente uno importante también, es que el versículo 10 afirma no solo que estos dones imperfectos desaparecerán alguna vez, sino que desaparecerán (cuando llegue lo perfecto). Pablo especifica un determinado momento:
«Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá». Pero el Dr. Gaffm parece alegar que Pablo no dice esto en realidad. Pero la fuerza de las palabras no puede obviarse afirmando que el tema principal del contexto más amplio es algún otro.
Por lo demás, la sugerencia del Dr. Gaffin no parece encajar con la lógica del pasaje. De acuerdo con el argumento de Pablo es específicamente la llegada de «lo perfecto», lo que deja atrás la profecía, las lenguas y el conocimiento, porque entonces hay una vía nueva y muy superior de aprender y conocer las cosas «tal y como soy conocido».
Pero hasta ese momento, la nueva y superior vía de conocimiento no ha llegado, y por lo tanto, estos dones imperfectos son todavía válidos y útiles. Por último, es algo precario poner mucho énfasis en algo que pensarnos que Pablo puede haber dicho pero que de hecho no dijo. Decir que Pablo pudo haber incluido «escrituración' en esta lista significa que Pablo podría haber escrito:
«Cuando Cristo regrese, la escrituración cesará». Pero no puedo creer en absoluto que Pablo podría haber escrito esa declaración, pues habría sido falsa-de hecho, una falsa profecía en las palabras de la Escritura. Porque la «escrituración» cesó hace mucho tiempo, cuando se escribió el libro de Apocalipsis por el apóstol Juan.
De esa manera, las objeciones del Dr. Gaffin no parecen refutar nuestras conclusiones sobre 1ª Corintios 13: 10. Si «lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo, entonces Pablo dice que dones tales como la profecía y las lenguas cesarán en ese momento, y por consiguiente implica que continúan durante la era de la iglesia.
2 «CUANDO LLEGUE LO PERFECTO» DE 1ª CORINTIOS 13: 10 SE REFIERE A UN MOMENTO ANTERIOR AL MOMENTO DEL REGRESO DEL SEÑOR
Aquellos que hacen esta segunda objeción argumentan que «cuando llegue lo perfecto» significa una de las siguientes cosas, como «cuando la iglesia madure» o «cuando se complete la Escritura» o «cuando se incluya a los gentiles en la iglesia».
Probablemente la más cuidadosa expresión de este punto de vista se encuentra en el libro de Robert L. Reymond, What About Continuing Revelations and Mirades in the Presbyterian Church Today?  [«Qué sobre continuar con los milagros y las revelaciones en la iglesia presbiteriana de hoy»], pero otra clara manifestación de una posición similar Se encuentra en el libro de Walter Chantry, Signs ofthe Apóstoles [«Señales de los apóstoles»].
El argumento de Chantry se apoya en el hecho de que dondequiera en 1 Corintios la palabra que aquí se traduce como «perfecto» (gr. teleios se usa para referirse a la madurez humana (1ª Co 14:20, en «maduros en el modo de pensar») o a la madurez en la vida cristiana (como en 1ª Co 2:6).
Pero aquí debemos notar de nuevo que la palabra no tiene que ser utilizada para referirse a la misma cosa cada vez que se emplea en la Escritura-en algunos casos teleios puede referirse a hombría «madura» o «perfecta», en otros casos algún otro tipo de «integridad» o «perfección». La palabra teleios se utiliza en Hebreos 9: 11, por ejemplo, para referirse a la «tienda más perfecta»-pero por eso no podemos concluir que «perfecto» en 1ª Corintios 13: 10 debe referirse a una tienda perfecta. El referente preciso de la palabra debe determinarse por el contexto individual, y allí, como hemos visto, el contexto indica que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo.
El argumento del Dr. Raymond es algo diferente. Él razona como sigue:
(A) Las cosas «imperfectas» mencionadas en los versículos 9-10 la profecía, las lenguas, y el conocimiento son medios incompletos de revelación, «todos relativos a la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia».
(B) «Lo perfecto» en este contexto debe referirse a algo de igual categoría que las cosas «imperfectas».
(C) Por consiguiente «lo perfecto» en este contexto debe referirse a un medio de revelación, pero uno completo. Y este medio de revelación completo significa la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia en la Biblia.
(D) Conclusión: «Cuando llegue lo perfecto» se refiere exactamente al momento cuando se complete el canon de la Biblia.
Raymond anota que no dice que «lo perfecto» se refiere exactamente al canon de las Escrituras, sino más bien «a la conclusión del proceso de la revelación» que dio lugar a las Escrituras. Y en respuesta a la objeción de que el «entonces veremos cara a cara» del versículo 12 se refiere a ver a Dios cara a cara, responde que puede que este no signifique esto, sino que puede simplemente significar ver «claramente» lo opuesto a «oscuramente».
En respuesta, debe decirse que este argumento, aunque cuidadoso y consistente en sí mismo, todavía depende de una suposición previa que es realmente el punto en cuestión en toda esta discusión: la autoridad de la profecía del Nuevo Testamento y los dones relacionados. Una vez que Reymond asume que la profecía (y las lenguas y el tipo de «conocimiento» mencionado aquí) son una revelación que tiene la calidad de Escritura, se compone todo el argumento. Este se puede remodelar como sigue:
(A) La profecía y las lenguas son una revelación que tienen la calidad de Escritura.
(B) Por consiguiente todo este pasaje trata de una revelación que tiene la calidad de Escritura.
(C) Por consiguiente «lo perfecto» se refiere a la perfección o conclusión de una revelación que tiene calidad de Escritura, o la conclusión de la Escritura.
En un argumento como ese la suposición inicial determina la conclusión. Sin embargo, antes que pueda formularse la suposición, hace falta demostrarla a través de un análisis inductivo de los textos del Nuevo Testamento sobre la profecía."
Pero, hasta donde sé, no se ha hecho esa demostración inductiva de la autoridad con calidad de Escritura de la profecía congregacional del Nuevo Testamento.
Por otra parte, hay algunos otros factores en el texto de 1ª Corintios 13: 8-13 que es dificil reconciliar con la posición de Reymond. El uso regular de «ver cara a cara» en el Antiguo Testamento como una expresión que indica no solo ver con claridad sino ver a Dios personalmente (vea arriba) sigue sin explicar.
Y el hecho de que Pablo se incluya a sí mismo en la expresión: «Entonces veremos cara a cara» y «entonces conoceré tal y como soy conocido» hace dificil ver estas frases como referencias al momento de conclusión de la Escritura. ¿Piensa realmente Pablo que cuando los otros apóstoles terminen por fin sus contribuciones al Nuevo Testamento él experimentará de pronto tal cambio en su conocimiento que conocerá tal y como es conocido, y pasará de ver, de forma velada, como en un espejo, a ver cara a cara?
Además de los puntos de vista de Reymond y Chantry, ha habido otros intentos de ver «cuando llegue lo perfecto» como algún momento antes del regreso de Cristo, pero no los trataremos aquí. Todos esos puntos de vista se detienen en el versículo 12, donde Pablo implica que los creyentes verán a Dios «cara a cara» «cuando llegue lo perfecto». No se puede decir esto sobre el momento sugerido en ninguna de estas propuestas.
La propuesta sobre la conclusión del canon de la Escritura del Nuevo Testamento (el grupo de escritos que llegaron a ser incluidos en el Nuevo Testamento) tampoco se ajusta al propósito de Pablo en el contexto. Si tomamos el año 90 d.C. como fecha aproximada de la redacción del Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento escrito, entonces la final redacción de Escritura llegó cerca de treinta y cinco años después que Pablo escribió 1ª Corintios (alrededor de 55 d.C.).
¿Pero sería convincente argumentar como sigue: «Podemos estar seguros que el amor nunca se extinguirá, porque sabemos que durará más de treinta y cinco años?» Muy a duras penas seria esto un argumento convincente. Más bien, el contexto requiere que Pablo esté comparando esta era con la era por venir, y diciendo que el amor perdurará hasta la eternidad.33 De hecho, vemos un procedimiento similar en otros lugares de 1ª Corintios.
Cuando Pablo quiere demostrar el valor eterno de algo, lo hace argumentando que ello durará hasta el día del regreso del Señor (cf. 1ª Co 3: 13-15; 15: 51-58). Comparativamente, la profecía y otros dones no se mantendrán más allá de ese día.
Por último, estas propuestas no encuentran ningún apoyo en el contexto inmediato.
En tanto que el regreso de Cristo se menciona claramente en el versículo 12, ningún versículo de esta sección dice nada sobre la conclusión de la Escritura o de una colección de los libros del Nuevo Testamento o de la inclusión de los gentiles en la iglesia o la «madurez» de la iglesia (cualquier cosa que esto signifique-¿está la iglesia realmente madura aún hoy?
Todas estas sugerencias introducen nuevos elementos que no se encuentran en el contexto o reemplazan el único elemento el regreso de Cristo que en realidad ya está justo allí en el contexto. De hecho, Richard Gaffin, el mismo que sostiene que el don de la profecía no es válido hoy en día, dice sin embargo que «lo perfecto» en el versículo 10 Y el «entonces» del versículo 12 «se refieren sin duda al momento del regreso de Cristo.
El punto de vista de que ellos describen el momento en el que se termina el canon del Nuevo Testamento no se puede convalidar exegéticamente».
NOTA: Algunos argumentan que la fe y la esperanza no se mantendrán en el cielo, así que 1ª Co 13: 13 solo significa que la fe y la esperanza permanecerán hasta, no más allá, del regreso de Cristo. Sin embargo, si la fe es dependencia de Dios y confianza en él, y si esperanza es una espera confiada en bendiciones futuras que se recibirán de Dios, entonces no hay motivo para pensar que dejaremos de tener fe y esperanza en el cielo. ! Y la excelente discusión de Carson sobre la fe, la esperanza y el amor como «virtudes eternamente permanentes» en Showing the Spirit, pp. 74-75.)
El Dr. D. Martín Lloyd-Jones observa que el punto de vista que equipara «cuando lo perfecto llegue» al momento de la conclusión del Nuevo Testamento encuentra otra dificultad:
Esto Significa Que Usted Y Yo, Que Tenemos Las Escrituras Abiertas Ante Nosotros, Sabemos Mucho Más De La Verdad De Dios Que El Apóstol Pablo. Significa Que Todos Nosotros Somos Superiores... ¡Aun Que Los Propios Apóstoles, Incluyendo El Apóstol Pablo! Significa Que Ahora Estamos En Una Posición En La Cual «Conocemos, Tal Y Como Somos Conocidos» Por Dios. Ciertamente, Solo Hay Una Palabra Para Describir Tal Punto De Vista: Es Un Absurdo."
Juan Calvino, al referirse a 1 Corintios 13:8-13, dice: «Es algo estúpido que la gente haga que todo en esta discusión se aplique al tiempo intermedio).
2. ¿LA CONTINUACIÓN HOY DE LA PROFECÍA PONDRÍA A PRUEBA LA SUFICIENCIA DE LA ESCRITURA?
A. LA AUTORIDAD DEL DON DE PROFECÍA:
Aquellos que adoptan un punto de vista (cesacionista) argumentan que una vez que se escribió el último libro del Nuevo Testamento (probablemente el libro de Apocalipsis alrededor de 90 d.C.), no hubo más (palabras de Dios) pronunciadas o escritas en la iglesia.
Esto es esencialmente relevante para el don de profecía, de acuerdo con la posición cesacionista, porque desde ese momento la Escritura era la fuente completa y suficiente de las palabras de Dios para su pueblo. Añadir algunas palabras más a partir de continuadas expresiones proféticas sería, en efecto, añadir Escritura o competir con la Escritura. En ambos casos, se pondría a prueba la suficiencia de la Escritura en sí misma y, en la práctica, se comprometería su autoridad única en nuestras vidas.
Ahora si la profecía congregacional del Nuevo Testamento tenía la autoridad de la profecía del Antiguo Testamento y las palabras apostólicas del Nuevo, entonces esta objeción cesacionista sería ciertamente verdadera. Si los profetas de hoy en día, por ejemplo, pronunciaron palabras que supiéramos eran las propias palabras de Dios, estas palabras tendrían la misma autoridad que la Escritura, y estaríamos obligados a tomar nota de ellas y añadirlas a nuestras Biblias cada vez que las oyéramos.
Pero si estamos convencidos que Dios cesó de dictar Escritura cuando el libro de Apocalipsis concluyó, entonces tenemos que decir que este tipo de discurso, que profiere las propias palabras de Dios, no puede darse hoy y cualquier pretensión de poseer (nueva) Escritura, (nuevas) palabras de Dios, debe ser rechazado como falso.
Esta cuestión es muy importante, porque la pretensión de que la profecía congregacional del Nuevo Testamento tiene igual autoridad que la Escritura es la base de muchos argumentos cesacionistas. Pero se debe notar que los propios cesacionistas no parecen ver la profecía de esa manera. George Mallote escribe: «Que yo sepa, ningún cesacionista de la tendencia principal del cristianismo pretende que la actual revelación se equipara a la Escritura».
Quizás sería bueno que aquellos que arguyen contra la continuación de la profecía hoy presten atención con más simpatía a los más responsables autores carismáticos, simplemente con el propósito de ser capaces de responder a algo que los carismáticos realmente creen (aun que no se exprese siempre de una forma teológica precisa), en lugar de responder a algo que los cesacionistas dicen que los carismáticos creen o dicen que los carismáticos deben creer.
Aún más, aparte de la cuestión de las creencias o prácticas actuales, he argüido extensamente en algún otro sitio que la profecía congregacional ordinaria en las iglesias del Nuevo Testamento no tiene la autoridad de Escritura. Esta no se expresaba en palabras que eran las propias palabras de Dios, sino más bien como palabras meramente humanas. y debido a que tienen esta menor autoridad, no hay razón para pensar que no se mantendrían en la iglesia hasta el regreso de Cristo.
Ellas no amenazan o compiten con la Escritura en autoridad sino están sujetas a la Escritura, así como al discernimiento maduro de la congregación.
B. LA CUESTIÓN DE LA ORIENTACIÓN:
Otra objeción se plantea a veces en este punto. Algunos argumentarán que aun si aquellos que utilizan el don de profecía hoy dicen que este no tiene la misma autoridad que la Escritura, de hecho compite en sus vidas con la Escritura y hasta la reemplaza al ofrecer orientación sobre la voluntad de Dios. De ese modo, la profecía hoy, se dice, desafía la doctrina de la suficiencia de la Escritura como una guía en nuestras vidas.
Aquí se debe admitir que en la historia de la iglesia se han cometido muchos errores. John MacArthur señala la forma en la cual la idea de ulteriores revelaciones han dado lugar a muchos movimientos heréticos en la iglesia.
Pero aquí el asunto debe ser: ¿Son necesarios los abusos para el funcionamiento del don de profecía? Si vamos a argüir que los errores y excesos de un don invalidan el don en sí mismo, entonces tendríamos que rechazar también las enseñanzas bíblicas (porque muchos maestros de Biblia han enseñado errores e iniciado sectas), e igual con la administración de la iglesia (pues muchos líderes de la iglesia han descarriado gente), y cosas por el estilo. El abuso de un don no significa que debamos prohibir su uso apropiado, a menos que pueda demostrarse que no puede haber un uso apropiado-que todo uso es abuso:
Por otra parte, específicamente con respecto a la orientación, resulta bueno notar lo cuidadosos que son muchos movimientos carismáticos sobre el uso de la profecía a la hora de ofrecer una orientación específica. Varias citas ilustrarán este punto.
Michae1 Harper (Iglesia de Inglaterra):
Las Profecías Que Les Dicen A Otras Personas Lo Que Deben Hacer, Deben Tomarse Con Mucho Recelo."
Dennis y Rita Bennett (Episcopales Americanos):
También Debemos Tener Cuidado Con La Profecía Personal Que Ofrece Directrices, En Especial Fuera Del Ministerio De Un Hombre Maduro Y Sometido A Dios. La «Profecía Personal» Irrestricta Hizo Mucho Para Socavar El Movimiento Del Espíritu Santo Que Comenzó A La Vuelta Del Siglo. Los Cristianos Se Dan Mensajes Unos A Otros «En El Señor» Y Estos Mensajes Pueden Ser En Extremo Refrescantes Y Útiles, Pero Tiene Que Haber Un Testigo Del Espíritu Por Parte De La Persona Que Recibe El Mensaje, Y Se Debe Emplear Extrema Cautela Al Recibir Cualquier Supuesta Orientación O Predicción Profética.
Nunca Acometa Ningún Proyecto Simplemente Porque Se Le Comunicó A Través De Un Presunto Pronunciamiento Profético O Interpretación De Lenguas, O Por Medio De Una Presunta Palabra De Sabiduría O Conocimiento. Nunca Haga Nada Solo Porque Un Amigo Se Le Acerca Y Le Dice: «El Señor Me Comunicó Que Le Dijera Que Hiciera Esto O Aquello». Si El Señor Tiene Instrucciones Para Usted, Él Le Dará Testimonio En Su Propio Corazón, En Cuyo Caso Las Palabras Que Provienen De Un Amigo... Serían Una Confirmación De Lo Que Dios Ya Le Ha Estado Revelando. Su Orientación Debe También Concordar Con La Escritura.
NOTA: Puede que algunos objeten que en la profecía hay más potencial para el abuso que en otros dones porque la idea de que Dios puede revelar cosas a las personas hoy (en las profecías) inevitablemente conduce a una rivalidad con la autoridad de la Escritura. Como respuesta, se pueden aducir tres cosas:
(1) Las enseñanzas sobre la naturaleza falible de todas las profecías contemporáneas no han sido tan extensas como hubiera sido necesario para prevenir abusos, especialmente a nivel popular, entre grupos que permiten hoy la profecía. Por lo tanto ha habido un mayor mal uso de la profecía de lo que debía haber habido.
Aun cuando se han hecho fuertes advertencias, pocas veces se ha ofrecido una explicación de cómo la profecía puede venir de Dios pero que no tiene aun igual autoridad que las palabras de Dios-esto es, muy pocos autores pentecostales o carismáticos han explicado la profecía como una comunicación humana de algo que Dios le ha traído espontáneamente a la mente a una persona (el punto de vista que defiendo en el capítulo 53). (Sin embargo, vea las útiles advertencias de varios autores carismáticos en los párrafos que siguen al texto anterior).
(2) Simplemente no es verdad que enseñarle a una congregación que la profecía debe estar siempre sujeta a la Escritura inevitablemente conduce a las personas a exaltar las profecías por encima de la Escritura. Esto ocurrirá donde se descuidan esas enseñanzas, no donde se propagan.
(3) Si la Biblia de hecho enseña que se puede esperar hoy la continuación de la profecía de una forma que no impugna la autoridad de la Escritura, entonces no tenemos la libertad de rechazarla porque reconozcamos un potencial abuso de ella. (Otros dones poseen un potencial para el abuso en arras áreas.) Antes bien, debemos alentar el don y hacer lo mejor que podamos para prevenir los abusos.
Donald Gee (Asambleas de Dios):
[Hay] problemas graves planteados por el hábito de dar y recibir «mensajes» personales de orientación a través de los dones del Espíritu. La Biblia da cabida a tal dirección del Espíritu Santo. Pero esta debe mantenerse dentro de ciertas proporciones. Un examen de las Escrituras nos mostrará que en realidad los primeros cristianos no recibían continuamente tales voces del cielo. En la mayoría de los casos tomaban sus decisiones utilizando lo que a menudo llamamos «el consagrado sentido común» y vivían vidas bastante normales.
Muchos de nuestros errores concernientes a los dones espirituales se originan cuando queremos que lo extraordinario y excepcional se convierta en lo frecuente y habitual. Estemos avisados todos los que desarrollamos un ansia excesiva «mensajes» a través de los dones del naufragio de las generaciones pasadas así como de las contemporáneas. Las Santas Escrituras son una lámpara a nuestros pies y una luz en nuestro sendero'"
Por otro lado, aun entre los cesacionistas muy reformados, existe cierta disposición a admitir algún tipo de «iluminación» continuada del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Por ejemplo, el profesor del Seminario de Westminster, Richard Gaffin, dice:
A menudo también, lo que se ve como profecía es en realidad una espontánea aplicación de la Escritura elaborada por el Espíritu, una más o menos súbita aprehensión de la relevancia que tiene la enseñanza bíblica sobre una situación o problema particular. Todos los cristianos necesitan ser receptivos a estas más espontáneas obras del Espíritu. «Y Robert Reymond define iluminación como «la capacitación de los cristianos en general por el Espíritu Santo para comprender, recordar y aplicar las Escrituras que han estudiado»
Pero si estos autores aceptan la presente actividad de capacitación de los cristianos por el Espíritu Santo para «comprender» o «recordar» o «aplicar» o «asimilar» las enseñanzas de la Escritura, entonces no parece que hay una gran diferencia en principio entre lo que ellos dicen y lo que muchos movimientos carismáticos hacen (aun cuando probablemente queden algunas diferencias sobre las funciones precisas de la profecía como orientación; pero esto no es tanto una diferencia sobre la profecía como sobre la orientación en general, y en particular sobre la forma en que la orientación de la Escritura se relaciona con la orientación de la advertencia, el consejo, la conciencia, las circunstancias, los sermones, etc.).
El punto más importante es que lo que Gaffin y Reymond llaman aquí «iluminación», el Nuevo Testamento parece denominarlo una «revelación», y lo que llamarían una comunicación verbal de tal iluminación, el Nuevo Testamento parece llamarlo una «profecía».
Así que me pregunto si habría espacio para más reflexiones comunes en esta área. Los carismáticos deben darse cuenta que los cesacionistas están dudosos sobre el alcance y frecuencia de tal «iluminación», tanto si es correcto llamarla profecía del Nuevo Testamento, como si en realidad tiene valor para la iglesia, y si se la debe buscar.
Y los cesacionistas deben darse cuenta que su propia doctrina altamente desarrollada y cuidadosamente formulada sobre la suficiencia de la Escritura como guía no la comparten o aun comprenden a menudo muchos evangélicos, incluyendo aquellos que forman parte del movimiento carismático. Sin embargo, quizá la idea reformada de «iluminación» permita lo que ocurre hoy con la profecía, y provea una vía para entenderla como algo que no se ve como un desafío a la suficiencia de la Escritura.
¿Qué debemos entonces concluir sobre la relación entre el don de profecía y la suficiencia de la Escritura? Debemos decir que apreciamos el deseo de los cesacionistas de proteger la singularidad de la Escritura y no permitir que nada compita con su autoridad en nuestras vidas. También debemos estar agradecidos del deseo de los cesacionistas de que los cristianos comprendan y sigan sólidos principios en la orientación de sus vidas cotidianas, y no se desvíen hacia un área de excesivo subjetivismo que no tenga incorporados los controles de la Escritura.
Por otro lado, existe ciertamente un peligro que acompaña al punto de vista cesacionista si este está equivocado aquí. Se trata del peligro muy real de oponerse a algo que Dios hace en la iglesia hoy en día y dejar de glorificarlo por esa obra. Dios es celoso de sus obras y busca la gloria de ellas para sí mismo, y nosotros debemos orar constantemente no solo para que siga impidiendo que respaldemos el error, sino también para que impida que nos opongamos a algo que proviene genuinamente de él.
3. ¿ESTABAN LIMITADOS LOS DONES MILAGROSOS A LOS APÓSTOLES Y SUS COMPAÑEROS?
Otro argumento cesacionista es que los dones milagrosos estaban limitados a los apóstoles y sus compañeros cercanos. Como he discutido este argumento extensamente en el capítulo 17, no repetiré la discusión aquí.
4. ¿ACOMPAÑARON LOS DONES MILAGROSOS SOLO A LA DISPENSACIÓN DE NUEVA ESCRITURA?
Otra objeción es decir que los dones milagrosos acompañaron la dispensación de Escritura, y como no hay nueva Escritura que se dispense hoy, no debemos esperar hoy nuevos milagros.
Pero como respuesta a eso debe decirse que este no es el único propósito de los dones milagrosos. Como señalamos en el capítulo 17, los milagros tienen otros propósitos en la Escritura:
(1) Validan el mensaje del evangelio a lo largo de la era de la iglesia;
(2) Ayudan a aquellos que están en necesidad, y así muestran la misericordia y el amor de Dios; capacitan a las personas para el ministerio; y:
(3) Glorifican a Dios.
También debemos notar que no todos los milagros acompañan la dispensación de Escritura adicional. Por ejemplo, los ministerios de Elías y Eliseo estuvieron marcados por varios milagros en el Antiguo Testamento, pero ellos no escribieron libros o secciones de libros en la Biblia. En el Nuevo Testamento, ocurrieron muchos milagros que no estuvieron acompañados por la dispensación de Escritura.
Tanto Esteban como Felipe en el libro de Hechos hicieron milagros pero no escribieron Escritura. Hubo profetas en Cesarea (Hch 21: 4) y Tiro (Hch 21: 9-11) y Roma (Ro 12:6) y Tesalónica (1ª Ts 5: 20-21) y Éfeso (Ef. 4:11) y las comunidades alas que estuvo dirigida 1ª Juan (1ª Jn 4: 1-6) que no produjeron Escritura.
Aparentemente hubo muchos milagros en las iglesias de Galacia (Gá 3: 5). Hubo muchas cosas milagrosas que ocurrieron en Corinto (1ª Co 12: 8-10), pero en 1 Corintios 14:36 Pablo niega que alguna Escritura haya salido de la iglesia de Corinto.48 y Santiago espera que de las manos de los ancianos salgan milagros en todas las iglesias a las que escribe (vea Stg 5: 14-16).
Es un hecho histórico que los dones milagrosos cesaron temprano en la historia de la iglesia? Algunos cesacionistas han argumentado que los dones milagrosos cesaron de hecho cuando murieron los apóstoles. Por esta razón, se arguye, no debe haber hoy dones milagrosos. B. B. Warfield argumentaron esto extensamente en su libro, Conterfeit Miracles:
En respuesta, debe decirse primero que la premisa que acaba de postularse es muy dudosa sobre bases históricas. Hay crecientes pruebas históricas' o de que los dones milagrosos tuvieron lugar a lo largo de la historia de la iglesia en mayor o menor grado, aun cuando se descuenten las afirmaciones exageradas o evidentemente espurios.
NOTA: Banner of Truth, London, 1972 (reimpresión de la edición de 1918). Debe notarse que el argumento de Warfield, aunque frecuentemente citado, es realmente una encuesta histórica, no un análisis de los textos bíblicos.
Por otra parte, el propósito de Warfield no era refutar ningún uso de los dones espirituales entre cristianos como muchos de esos que integran los movimientos carismáticos hoy, cuyas doctrinas (en todas las cuestiones que se apartan de los dones espirituales) y cuya afiliación eclesiástica los coloca en la corriente principal del protestantismo evangélico. Antes bien, Warfield refutaba las espurias proclamaciones de milagros procedentes de algunas ramas
Del catolicismo romano en varios periodos de la historia de la iglesia, y de varias sectas heréticas (Warfield incluye una discusión sobre los seguidores de Edgard lrving [1792-1834], que se desviaron hacia enseñanzas excéntricas y fueron excomulgados por la Iglesia de Escocia en 1833). Está abierto a discusión si los modernos cesacionistas tienen derecho a declarar que tienen el apoyo de Warfield cuando se oponen a algo que es muy diferente en la vida y la doctrina a aquello que Warrfield combatió.
A menudo se registran las curaciones y otros tipos de respuestas milagrosas a las oraciones. Hubo también gente que decían ser profetas durante toda la historia de la iglesia primitiva. El problema era que demasiado frecuentemente malentendían su don, u otros lo malentendían, de manera que sus pronunciamientos se tomaban (erróneamente) como palabras literales de Dios.
Algunas veces se les toleraría, y algunas veces se convertirían en una amenaza demasiado grande para el liderazgo establecido de las iglesias y comenzarían a crear grupos disidentes, ya no bajo la autoridad restrictiva y valorativa de las iglesias establecidas.
Entonces también, otros pueden haber tenido «revelaciones» que les dispensaron, las cuales no manifestaron, o que simplemente incluyeron sin comentario en una oración, o en un sermón o palabra de exhortación, o en la letra de un himno o alguna literatura devocional.
Debería estar claro que cuando Pablo dice: «Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1ª Co 13:10), no estaba diciendo nada sobre la relativa frecuencia de los dones milagrosos en la historia de la iglesia. Eso estaría sujeto a muchas variaciones de acuerdo con la madurez espiritual y vitalidad de la iglesia en distintos períodos, el grado en que estos dones se buscaron como una bendición o se rechazaron como una herejía, la frecuencia en la que las reuniones de la iglesia normalmente hicieron provisión para el ejercicio de estos dones, el grado en que la naturaleza de estos dones se comprendió correctamente, y, sobre todo esto, la obra soberana del Espíritu Santo al distribuir dones a la iglesia.
No obstante, de lo que Pablo habla es de la abolición total y final de estos dones que se producirá por iniciativa divina al regreso de Cristo. Y dice que piensa que hasta el momento del regreso de Cristo estos dones estarán disponibles para ser utilizados al menos en alguna medida, y que el Espíritu Santo continuará distribuyendo estos dones entre la gente. Calvino nota la abundancia de dones espirituales en los días de Pablo y entonces comenta (sobre 1ª Co 14: 32):
Hoy Vemos Nuestros Escuálidos Recursos, Nuestra Real Pobreza; Pero Esto Es Sin Duda El Castigo Que Merecemos, Como Recompensa Por Nuestra Ingratitud. Porque Las Riquezas De Dios No Están Agotadas, Ni Su Liberalidad Ha Disminuido; Pero Nosotros No Somos Merecedores De Su Dadivosidad, O Capaces De Recibir Todo Lo Que Él Generosamente Da.
NOTA: Debemos damos cuenta de que a menos que la gente entienda la profecía como e! reporte falible de algo que Dios pone espontáneamente en nuestra mente, será muy dificil para la iglesia alentar o aun tolerarla. Si la profecía se basa en algo que Dios nos trae de pronto a la mente, sería eventualmente muy fácil que profetas cristianos, por buenos o malos motivos, comiencen a reclamar no solo que han recibido una «revelación» de Dios o Cristo, sino también que hablaban con una autoridad similar a la de la Escritura.
Esto aparentemente sucedió, por lo menos en e! montanismo (segundo siglo d. C) y probablemente en muchos otros casos también. Por supuesto, si estos profetas comenzaban a promover ideas heréticas, la reacción del resto de la iglesia seria eventualmente la de expulsarlos a todos: alguien que dice tener absoluta autoridad divina sería eventualmente aceptado o rechazado; no podría ser meramente tolerado.
Pero junto a este rechazo de los profetas que malinterpretaron su estatus hubo quizá también un rechazo al don de profecía, de manera que el fallo de parte de la propia iglesia de comprender la naturaleza del don de profecía puede haber sido la causa de una casi completa supresión de por lo menos la expresión pública del don de profecía en la iglesia.
6. ¿SON HOY LOS DONES MILAGROSOS LO MISMO QUE LOS DONES MILAGROSOS EN LA ESCRITURAS?.
Otra objeción adicional a la continuación de los milagros hoy en día es decir que los alegados milagros de hoy no son como los milagros en la Escritura porque son mucho más débiles y a menudo solo parcialmente efectivos.
En respuesta a esta objeción debemos preguntar si realmente importa si los milagros de hoy son exactamente más poderosos que aquellos que ocurrieron en tiempos del Nuevo Testamento. Debido a una cosa, tenemos muy poca información sobre el tipo de milagros realizados por cristianos ordinarios en varias congregaciones, tales como los cristianos de Corinto o en las iglesias de Ga1acia.
Por otra parte, aunque en los evangelios se registran los notables milagros realizados por Jesús, cuando éste sanó «toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 9: 35) ellos deben haber incluido a muchos con enfermedades menos serias. Debemos también preguntar cuál es el beneficio que se espera al objetar que los milagros de hoy no son tan poderosos como aquellos de la Escritura.
Si hoy solo se convierten trescientos en una reunión evangelística en lugar de los tres mil convertidos el día de Pentecostés (Hech. 2: 41), ¿deberíamos decir que el orador no tenía realmente el don de la evangelización, ya que el don no operó tan poderosamente como lo hizo con los apóstoles?
O si solo el 30 por ciento de las personas por las que oramos en relación con enfermedades físicas se curan por completo en lugar del 100 por ciento en la vida de Jesús o de los apóstoles, ¿deberíamos decir que este no es el don de sanidad del Nuevo Testamento?
Debemos recordar que los dones pueden variar en fuerza y que ningún don es perfecto en esta era. ¿Pero ello significa que deberíamos dejar de utilizar todos estos dones, u oponemos a ellos donde vemos que funcionan con algún grado de efectividad? ¿No debíamos alabar a Dios si se convierten 300 en lugar de los tres mil, o si el 30 por ciento son sanados en lugar del 100 por ciento de aquellos por los cuales oramos? ¿No se ha hecho la obra del Señor?
Si la cantidad no es tan grande como en los tiempos del Nuevo Testamento, entonces deberíamos pedir al Señor más gracia y misericordia, pero no parece apropiado renunciar a utilizar estos dones u oponemos aquellos que los utilizan.
NOTA: La cifra de un 30 por ciento es simplemente un ejemplo con propósitos ilustrativos, pero se acerca a dos recientes tabulaciones concernientes a personas que recibieron oraciones por sanidad. Una tabulación se encuentra en David C. Lewis. Healing: Fiction, Fantasy, or Factr (Hodder and Stroughton, London, 1989), una investigación académica de 1,890 personas que asistieron a una de las conferencias de John Wimber en Harrogate, Inglaterra, en 1986.
Al autor es un antropólogo social que preparó un detallado cuestionario llenado por las personas durante la conferencia, y entonces siguió varios meses más tarde algunos casos seleccionados al azar. De 862 casos de oración por curaciones físicas, 32 por ciento (o 279) reportaron una «excelente» sanidad o una «sanidad total». Otro 26 por ciento (o 222) reportó una sanidad «satisfactoria». El 42 por ciento restante (o 366) reportó una «pequeña» o «ninguna cura» (pp. 21-22).
Muchos estudios de caso se reportan en detalle, en varias instancias con informes médicos que se citan en extenso. Todos los problemas físicos por los que se oró se relacionan en una apéndice detallado (pp. 276-83). (Estos problemas físicos se distinguen de la oración por problemas espirituales tales como sanidad interior o liberación de algo, que Lewis tabula separadamente).
La otra tabulación se halla en John Wimber, Power Healing, p. 188, quien dice que, de las personas que recibieron extensamente oraciones por sanidad en su iglesia: «Durante 1986 el treinta y dos por ciento de todas las personas por las que se oró fueron sanadas completamente, mientras que en su conjunto el ochenta y seis por ciento dieron pruebas de alguna sanidad significativa».
7. ¿ES PELIGROSO PARA UNA IGLESIA DAR CABIDA HOYA LA POSIBILIDAD DE DONES MILAGROSOS?
Una objeción final desde la posición cesacionista es decir que la iglesia que hace énfasis en el uso de dones milagrosos está en peligro de perder el equilibrio, y que probablemente descuidará otras cosas importantes tales como la evangelización, la sana doctrina y la pureza moral de la vida.
Decir que el uso de dones milagrosos es «peligroso» no es en sí misma una crítica adecuada, porque algunas cosas que son buenas son peligrosas, al menos en algún sentido. El trabajo misionero es peligroso. Manejar un automóvil es peligroso.
Si definimos peligroso como «algo que puede salir mal», entonces podemos criticar cualquier cosa que alguien haga como «peligrosa», y esto sencillamente se convierte en una crítica generalizada cuando no hay un abuso específico que señalar. Una mejor aproximación con respecto a los dones espirituales es preguntar: «¿Se utilizan de acuerdo con la Escritura? y «¿Se dan los pasos adecuados para protegerse de los peligros del abuso?»
Como es natural, es cierto que las iglesias pueden perder el equilibrio, y de hecho a algunas les ha ocurrido. Pero no todas lo perderán, ni tendrán que perderlo.
Aún más, como este argumento se basa en resultados actuales en la vida de la iglesia, también resulta apropiado preguntar: «¿Qué iglesias en el mundo de hoy tienen la evangelización más efectivo? ¿Cuáles tienen entre sus miembros loa que ofrendan con más sacrificio? ¿Quiénes hacen de hecho más énfasis en la pureza de la vida? ¿Quiénes tienen el amor más profundo por el Señor y por su Palabra?
Me parece que contestar claramente estas preguntas es dificil, pero no pienso que podemos honestamente decir que las iglesias de los movimientos pentecostal y carismático son con mucho más débiles en estas áreas que otras iglesias evangélicas.
De hecho, en algunos casos puede que sean más fuertes en estas áreas. La cuestión es simplemente que cualquier argumento que diga que las iglesias que enfatizan los dones milagrosos perderán el equilibrio no está simplemente probado en la práctica actual.
8. UNA NOTA FINAL:LOS CESACIONISTAS Y LOS CARISMÁTICOS SE NECESITAN MUTUAMENTE.
Por último, se puede argumentar que aquellos que están en los campos pentecostales y carismáticos, y aquellos que se hallan en el campo cesacionista (principalmente cristianos reformados y dispensacionalistas) realmente se necesitan mutuamente, y harían bien en apreciarse más entre sí.
Los primeros tienden a adquirir más experiencias prácticas en la utilización de los dones espirituales y en la vitalidad de la adoración que podrían ser beneficiosas para los cesacionistas, si estos estuvieran dispuestos a aprender. Por otro lado, los grupos reformados y dispensacionalistas han sido tradicionalmente muy fuertes en la comprensión de la doctrina cristiana y en la comprensión profunda y cabal de las enseñanzas de la Escritura.
Los grupos carismáticos y pentecostales podrían aprender mucho de ellos si estuvieran dispuestos a hacerlo. Pero ciertamente no es útil para la iglesia como un todo que ambas partes piensen que nada pueden aprender de la otra, o que no pueden obtener beneficio alguno del compañerismo mutuo.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN PERSONAL
1. Antes de leer este capítulo, ¿qué dones espirituales o dones pensaba que tenía? ¿Ha cambiado su comprensión de sus propios dones espirituales tras estudiar este capítulo? ¿De qué forma?
2. Explique cómo cada uno de los dones espirituales que usted cree tener supera a los que conocieron la mayoría de los creyentes del antiguo pacto. Explique cómo cada don es una anticipación de algún conocimiento o habilidad que tendrá tras el regreso de Cristo.
3. ¿Qué puede hacer para alentar o fortalecer esos dones espirituales que necesitan fortalecerse dentro de usted? ¿Hay dones que usted ha recibido pero que ha descuidado? ¿Por qué piensa que los ha descuidado? ¿Qué se podría hacer para alentarlos o reavivarlos en su interior?
4. Mientras piensa sobre su propia iglesia, ¿qué dones espirituales funcionan con más efectividad en este momento? ¿Cuáles son los más necesarios en su iglesia? ¿Hay algo que usted pueda hacer para satisfacer esas necesidades?
5. ¿Qué se podría hacer para ayudar a las iglesias a evitar controversias, o aun divisiones, sobre la cuestión de los dones espirituales? ¿Hay tensiones en su propia iglesia con respecto a estas cuestiones hoy? Si es así, ¿qué puede hacer usted para aliviar esas tensiones?
6. ¿Piensa que algunos dones espirituales mencionados en el Nuevo Testamento cesaron temprano en la historia de la iglesia, y ya no son válidos hoy en día? ¿Ha cambiado su opinión sobre esta cuestión como resultado de la lectura de este capítulo?
7. Desde su punto de vista, estaría una iglesia más saludable y más unificada si se concentrara en unos pocos dones y los utilizara bien y cuidadosamente, o si estimulara una multiplicidad de dones diferentes, para ser utilizados en numerosas ocasiones por muchas personas diferentes? Si usted optó por la última opción, ¿qué cosas podría hacer su iglesia para lograr una mayor diversidad y una más amplia distribución en el empleo de los dones espirituales? ¿Cuáles son algunos de los peligros que pueden acompañar un uso tan amplio, y cómo pueden evitarse?
TÉRMINOS ESPECIALES
Vea la lista al final del siguiente capítulo.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Pedro 4: 10-11: Cada Uno Ponga Al Servicio De Los Demás El Don Que Haya Recibido, Administrando Fielmente La Gracia De Dios En Sus Diversas Formas. El Que Habla, Hágalo Como Quien Expresa Las Palabras Mismas De Dios; El Que Presta Algún Servicio, Hágalo Como El Que Tiene El Poder De Dios. Así Dios Será En Todo Alabado Por Medio De Jesucristo, A Quien Sea La Gloria Y El Poder Por Los Siglos De Los Siglos. Amén.

CAPÍTULO 10

(2): DONES ESPECÍFICOS

¿CÓMO DEBEMOS ENTENDER Y UTILIZAR DONES ESPIRITUALES ESPECÍFICOS?
EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS
En este capítulo continuaremos desarrollando la discusión general sobre los dones espirituales de los capítulos precedentes y examinaremos dones específicos con más detalles. No consideraremos cada don mencionado en el Nuevo Testamento, sino nos concentraremos en varios dones que no se comprenden bien o cuyo uso ha suscitado alguna controversia hoy en día.
Por lo tanto no examinaremos los dones cuyo significado y uso son evidentes de acuerdo con el término empleado (tales como servir, animar, contribuir, mostrar liderazgo, o mostrar misericordia), sino en su lugar nos concentraremos en aquellos que forman parte de la lista siguiente, tomada en primer lugar de 1ª Corintios 12: 28 y 12: 8-10:
1. profecía
2. enseñanza
3. milagros
4. sanidad
5. lenguas e interpretación
6. palabra de sabiduría/ palabra de conocimiento
7. discernir entre espíritus

A. PROFECÍA

Aunque se han ofrecido varias definiciones del don de profecía, un examen reciente de las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre este don mostrará que no debe definirse como «predecir el futuro», no como (proclamar un mensaje del Señor) sino más bien como «decir algo que Dios ha traído espontáneamente a la mente».
Los primeros cuatro puntos del siguiente material apoya esta conclusión; los puntos restantes tratan de otras consideraciones relativas a este don.
1. LAS CONTRAPARTES DEL NUEVO TESTAMENTO DE LOS PROFETAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO SON LOS APÓSTOLES DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los profetas del Antiguo Testamento tenían una sorprendente responsabilidad-fueron capaces de hablar y escribir palabras que tenían autoridad divina absoluta.
Podían decir; «Así dice el Señor», y las palabras que seguían eran las propias palabras de Dios. Los profetas del Antiguo Testamento escribieron sus palabras en la Escritura para todos los tiempos como palabras de Dios (veaNm22: 38; Dt 18: 18-20; Jer 1:9; Ez 2:7; y otros.). Por lo tanto, no creer o desobedecer las palabras de un profeta era dudar de Dios o desobedecerlo (vea Dt 18: 19; 1ª S 8: 7; y R 20: 36; y muchos otros pasajes).
En el Nuevo Testamento hubo también personas que pronunciaron y escribieron las propias palabras de Dios y las registraron en la Escritura, pero puede que nos sorprenda encontrar que Jesús ya no los llamaba «profetas» sino que utilizaba un nuevo término, «apóstoles».
Los apóstoles son la contrapartida en el Nuevo Testamento de los profetas del Antiguo Testamento (vea 1ª Co 2:1 3; 2ª Co 13:3; Gá 1:8-9; 11-12; 1ª Ts 2: 13,4:8, 15; 2ª P 3: 2). Son los apóstoles, no los profetas, los que tienen autoridad para dictar las palabras de las Escrituras del Nuevo Testamento.
Cuando los apóstoles quieren establecer su autoridad única nunca apelan al título de «profeta» sino más bien se llaman a sí mismos «apóstoles» (Ro 1: 1; 1ª Co 1: 1; 9:1-2; 2ª Co 1: 1; 11: 12-13; 12: 11-12; Gá 1:1; Ef. 1:1; 1ª P 1: 1; 2ª P 1: 1; 3:2; y otros.).
2. EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA PROFETA EN TIEMPOS DEL NUEVO TESTAMENTO.
¿Por qué escogió Jesús el nuevo término apóstol para designar a aquellos que tenían autoridad de dictar Escritura? Era probablemente porque la palabra griega prophetes (profeta) en tiempos del Nuevo Testamento tenía una amplia gama de significados.
Ella no tenía por lo general el sentido de «aquel que habla las propias palabras de Dios» sino más bien «aquel que habla sobre la base de alguna influencia exterior» (a menudo algún tipo de influencia espiritual). Tito 1:12 utiliza la palabra con este sentido, mientras Pablo cita al poeta griego Epiménides: «Fue precisamente uno de sus profetas el que dijo: 'Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos'». Los soldados que se burlaron de Jesús parece que también utilizaron la palabra profetiza de esta manera, cuando vendaron los ojos de Jesús y cruelmente demandaron, «¡Profetiza! ¿Quién es el que te golpeó?» (Lc 22:64).
Ellos no trataban de decir: «Habla palabras de absoluta autoridad divina», sino: «Dinos algo que te haya sido revelado» (Jn 4: 19).
Muchos escritos fuera de la Biblia utilizan la palabra profeta (Gr. prophetes) de esa manera, sin atribuirle ninguna autoridad divina a las palabras del llamado «profeta». De hecho, en tiempos del Nuevo Testamento el término profeta en su uso cotidiano simplemente significaba «aquel que tiene un conocimiento sobrenatural» o Varios autores han diferido de mi interpretación del don de profecía.
Para otros puntos de vista de la posición ofrecida en este capítulo, vea Richard Gaffin, «aquel que predice el futuro»-o aun solo el «vocero» (sin ninguna connotación de autoridad divina). Helmut Kramer ofrece varios ejemplos de tiempos cercanos al Nuevo Testamento en un artículo del Theological Dictionary ofthe New Testament: z
Un mósofo es llamado «un profeta de naturaleza inmortal» (Dio Chrysostom, d.C. 40-120)
Un maestro (Diógenes) quiere ser «un profeta de la verdad y el candor» (Luciano de Samosata, d.C. 120-180)
Aquellos que abogan por la filosofía epicúrea son llamados «profetas de Epicuro» (Plutarco, d.C. 50-120)
La historia escrita es llamada «la profetiza e la verdad» (Diodoro Siculus, escribió cerca de 60-30 a. c.)
Un especialista en botánica es llamado un profeta (Dioscurides de Cilicia, primer siglo d. c.)
Un «curandero» en el campo de la medicina es llamado un profeta (Galeno de Pérgamo, d. c. 129-199)
Kramer concluye que la palabra griega para «profeta» (profetes) «simplemente expresa la función formal de declarar, proclamar, dar a conocer». Pero, debido a que «todo profeta declara algo que no es suyo», la palabra griega para «heraldo» (keryx) «es el sinónimo más cercano».'
Por supuesto, las palabras profeta y profecía fueron a veces utilizadas en relación con los apóstoles en contextos que enfatizaban la influencia externa (del Espíritu Santo) bajo el cual ellos hablaban (así en Ap 1: 3; 22:7; y Ef. 2: 20; 3: 5): pero esta no era la terminología ordinaria utilizada para referirse a los apóstoles, ni los términos profeta y profecía implican en sí mismos autoridad divina para sus palabras o escritos.
Mucho más comúnmente, las palabras profeta y profecía se utilizaban para referirse a cristianos ordinarios que no hablaban con autoridad divina absoluta, sino simplemente reportaban algo que Dios había puesto en sus corazones o traído a sus mentes.
Hay muchas indicaciones en el Nuevo Testamento que este don de profecía ordinario tenía menos autoridad que la Biblia, y aun menos que las enseñanzas bíblicas reconocidas en la iglesia primitiva, como se hace evidente en la sección siguiente.
NOTA: Sostengo una larga discusión sobre Ef 2:20 en The Gift of Profeeyin theNew Testamentand Today, pp. 45-63, en la que alego que Pablo dice que la iglesia «está asentada sobre el fundamento de los apóstoles-profetas» (o de «apóstoles
que también son profetas»). Esta es una traducción gramaticalmente aceptable de ton apostolon kai propheton. Como tal, el pasaje se refiere a los apóstoles, a quienes se reveló el misterio de la inclusión de los gentiles en la iglesia (vea Ef3:5, que especifica que este misterio «ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas [o «apóstoles- profetas» o, «apóstoles que también son profetas»] por el Espíritu»).
No pienso que Efesios 2:20 tenga mucha relevancia en relación con toda la discusión sobre la naturaleza del don de profecía. Ya sea que veamos aquí, como yo veo, un grupo (de apóstoles-profetas) o dos grupos, como Richard Gaffin y varios otros ven (de apóstoles y profetas), todos estamos de acuerdo que estos profetas son aquellos que proveyeron el fundamento de la iglesia, y por lo tanto, estos son profetas que pronunciaron las palabras infalibles de Dios.
En lo que discordamos es en el asunto de si este versículo describe el carácter de todos los que tenían el don de profecía en las iglesias del Nuevo Testamento. No veo una prueba convincente de que este describe a todos los que profetizaban en la iglesia primitiva. Antes bien, el contexto claramente señala a un grupo muy limitado de profetas que eran:
(A) Parte del verdadero fundamento de la iglesia:
(B) Intimamente conectado con los apóstoles. Y:
(C) Receptores de la revelación de Dios que los gentiles eran miembros de la iglesia iguales que los judíos (Ef. 3: 5).
Tanto si decimos que este grupo eran solo los apóstoles, como si era un pequeño grupo de profetas íntimamente asociados con los apóstoles que decían cosas con calidad de Escritura, todavía nos quedamos con la imagen de un único grupo muy pequeño de personas que proveen el fundamento de esta iglesia universal.
3. INDICACIONES QUE LOS «PROFETAS» NO HABLABAN CON IGUAL AUTORIDAD QUE LAS PALABRAS DE LA ESCRITURA.
A. HECHOS 21:4:
En Hechos 21 :4, leemos de los discípulos de Tiro: (Ellos, por medio del Espíritu, exhortaron a Pablo a que no subiera a Jerusalén). Esto parece ser una profecía dirigida a Pablo, ¡pero Pablo la desobedeció! Él nunca hubiera hecho esto si esta profecía contuviera las propias palabras de Dios y tuviera igual autoridad que las Escrituras.
B. HECHOS 21:10-11:
Entonces en Hechos 21: 10-11, Agabo profetizó que los judíos de Jerusalén atarían a Pablo y 10 entregarían «a manos de los gentiles», una predicción que estuvo cercana a ser correcta pero no del todo: los romanos, no los judíos, encadenaron a Pablo (v. 33; también 22: 29),' y los judíos, en lugar de entregarlo voluntariamente, trataron de matarlo y hubo que rescatarlo a la fuerza (v. 32):
La predicción no estuvo muy equivocada, pero tenía inexactitudes de detalle que habrían cuestionado la validez de cualquier profeta del Antiguo Testamento. Por otro lado, este texto podría explicarse perfectamente suponiendo que Agabo había tenido una visión de Pablo como prisionero de los romanos en Jerusalén, rodeado de una colérica turba de judíos.
Su propia interpretación de esa «visión» o (revelación) del Espíritu Santo habría sido que los judíos habían atado y entregado a Pablo a los romanos, y eso es lo que Agabo habría (algo erróneamente) profetizado.
Esto es exactamente el tipo de profecía fallida que se adecuaría a la definición de profecía de las congregaciones del Nuevo Testamento propuesta arriba comunica en nuestras propias palabras algo que Dios nos ha traído espontáneamente a la mente.
Una objeción a este punto de vista es decir que la profecía de Agabo de hecho se cumplió y que aun Pablo lo reporta en Hechos 28: 17: «Me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los romanos».'
Pero el propio versículo no apoyaría esa interpretación. El texto griego de Hechos 28: 17 se refiere explícitamente a que Pablo fue sacado de Jerusalén como prisionero'
Por lo tanto la declaración de Pablo describe su transferencia fuera del sistema judicial judío (los judíos buscaban traerlo de nuevo para que compareciera ante el Sanedrín en Hch 23: 15, 20) Y dentro del sistema judicial romano en Cesarea (Hch 23;23-35).
Por consiguiente Pablo dice correctamente en Hechos 28:18 que los mismos romanos en cuyas manos lo habían entregado como prisionero (v. 17) fueron aquellos que (Gr. hoitines, v. 18) «me interrogaron y quisieron soltarme por no ser yo culpable de ningún delito que mereciera la muerte» (Hch 28: 18; 23 : 29; también 25: 11,18-19; 26: 31-32). Entonces Pablo añade que cuando los judíos se opusieron él se vio obligado «a apelar al emperador» (Hch 28:19; cf. 25:11).
Toda esta narración de Hechos 28:17-19 se refiere a la transferencia de Pablo de Jerusalén a Cesarea de Hechos 23: 12-35, Y explica a los judíos de Roma porqué Pablo está bajo custodia romana. La narración no se refiere en absoluto a Hechos 21: 27-36 y la escena de la turba cerca del templo de Jerusalén. Así que esta objeción no es convincente.
El versículo no apunta a ninguna de las dos caras de la profecía de Agabo; no menciona que los judíos ataron a Pablo, ni tampoco que lo entregaron a los romanos.
De hecho, este se refiere a la escena de (Hch 23: 12-35); una vez más habían acabado de arrebatar a Pablo por la fuerza de manos de los judíos (Hch 23: 10) y, muy ajenos de buscar entregarlo a los romanos, éstos esperaban matarlo en una emboscada (Hch 23: 13-15).
Otra objeción a mi interpretación de Hechos 21: 10-11 es decir que los judíos no tenían realmente que atar a Pablo y entregarlo en manos de los gentiles para que la profecía de Agabo fuera cierta, porque los judíos eran responsables de estas actividades aun si no las hubieran llevado a cabo.
Robert Thomas dice: «Es algo común hablar de la parte o partes responsables de ejecutar un acto aunque él o ellos puede que no hayan sido los agentes inmediatos»: Thomas cita ejemplos similares de Hechos 2: 23 (cuando Pedro dice que los judíos crucificaron a Cristo, aunque en realidad lo hicieron los romanos) y Juan 19:1 (Donde leemos que Pilato azotó a Jesús (RVR), cuando sin duda sus soldados llevaron a cabo la acción). Thomas concluye que en consecuencia: «Los judíos fueron los que encadenaron a Pablo exactamente como Agabo predijo».
En respuesta, estoy de acuerdo en que la Biblia puede decir que alguien hace algo aunque el que ejecuta el acto es el agente de esa persona. Pero en cada caso la persona que se dice comete el acto desea que el acto se cometa y da las órdenes para que otros lo hagan. Pilato ordenó a sus soldados azotar a Jesús.
Los judíos demandaron enérgicamente que los romanos crucificaran a Cristo. Por contraste, en la situación de la captura de Pablo en Jerusalén, no hay tal paralelo. Los judíos no ordenaron que Jesús fuera encadenado pero los romanos lo hicieron: «El comandante se abrió paso, lo arrestó y ordenó que lo sujetaran con dos cadenas (Hch 21: 33). Y de hecho la forma paralela del discurso se halla aquí, porque, aunque el comandante ordenó encadenar a Pablo, más adelante leemos que «al darse cuenta que Pablo era ciudadano romano, el comandante mismo se asustó de haberlo encadenado» (Hch 22: 29).
Así que este relato si habla de la atadura como realizada por ambos, ya sea por el agente responsable o por la gente que la llevó a cabo, pero en los dos casos se trata de romanos, no de judíos. En resumen, esta objeción dice que los judíos encadenaron a Pablo. Pero Hechos dice dos veces que los romanos lo encadenaron. Esta objeción dice que los judíos entregaron a Pablo a los gentiles.
Pero Hechos dice que rehusaron violentamente entregarlo, de manera que tuvo que ser tomado por la fuerza. La objeción no se ajusta a las palabras del texto.
NOTA: En ambos versículos Lucas utiliza el mismo verbo griego (deo) que Agabo había utilizado para predecir que los judíos atarían a Pablo.
EI verbo que Agabo utilizó (paradidomi), «entregar, traspasan» tiene el sentido de entregar voluntariamente, consciente, deliberadamente, o traspasar algo a otro. Este es el sentido que tiene en las otras 119 instancias de la palabra en el Nuevo Testamento. Pero este sentido no es cierto con respecto al tratamiento de Pablo por los judíos: ¡ellos no entregaron voluntariamente a Pablo a los romanos!
La traducción de la NVI: «Me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los Romanos», escamotea por completo la idea (requerida por el texto griego) de que lo entregaron fuera de (ex)Jerusalén, y elimina la idea de que lo entregaron como prisionero (gr. desmios), añadiendo en su lugar la idea de que lo arrestaron en Jerusalén, un acontecimiento que no se menciona en el texto griego de este versículo.
C. 1ª TESALONICENSES 5: 9-21:
Pablo dice a los tesalonicenses: «No desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno» (1 Ts 5:20-21). Si los tesalonicenses hubieran pensado que la profecía se equiparaba a la Palabra de Dios en autoridad, nunca habría tenido que decir a los tesalonicenses que no la despreciaran.
Ellos «recibieron» y «aceptaron» la Palabra de Dios «con la alegría que infunde el Espíritu Santo» (1ª Ts 1: 6; 2: 13; 4: 15). Pero cuando Pablo les dice que lo sometan «todo a prueba» ello debe incluir por lo menos las profecías que menciona en la frase previa. Pablo implica que las profecías contienen algunas cosas buenas y algunas cosas que no son buenas cuando los anima a aferrarse «a lo bueno». Esto es algo que nunca pudo haberse dicho de las palabras de un profeta del Antiguo Testamento, o de las autorizadas enseñanzas de un apóstol del Nuevo Testamento.
D. 1 CORINTIOS 14:29-38:
Más amplias pruebas de las profecías del Nuevo Testamento se hallan en 1ª Corintios 14. Cuando Pablo dice: «Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen (1ª Co 14: 29), sugiere que deben escuchar atentamente y entresacar lo bueno de lo malo, aceptando un poco y rechazando el resto (porque esto es lo que implica la palabra griega diakrino, que aquí se traduce «y los demás juzguen»).
No podemos imaginar que un profeta del Antiguo Testamento como Isaías hubiera dicho: «Entresaquen lo bueno de lo malo, lo que han aceptado de lo que no deben aceptar!» Si la profecía tiene autoridad divina absoluta, sería pecado hacer esto. Pero aquí Pablo ordena que se haga, lo que sugiere que la profecía del Nuevo Testamento no tiene la autoridad de las verdaderas palabras de Dios.
En 1 Corintios 14:30, Pablo permite que un profeta interrumpa a otro: «Si alguien que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra.
Así todos pueden profetizar por turno». Otra vez, si los profetas hubieran estado proclamando las verdaderas palabras de Dios, de valor igual que la Escritura, se hace dificil imaginar que Pablo haya dicho que deben ser interrumpidos sin permitírseles terminar su mensaje. Pero eso es lo que ordena.
Pablo sugiere que nadie en Corinto, una iglesia que tenía mucha profecía, podía expresar verdaderas palabras de Dios. En 1ª Corintios 14: 36, dice: «¿Acaso la palabra de Dios procedió de ustedes? ¿O son ustedes los únicos que la han recibido?
Entonces, en los versículos 37 y 38, proclama que tiene una autoridad mucho mayor que cualquier profeta de Corinto: «Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que esto que les escribo es mandato del Señor. Si no lo reconoce, tampoco él será reconocido».
Todos estos pasajes indican que la popular idea que los profetas hablaban «las palabras del Señor» cuando los apóstoles no estaban presentes en las iglesias de los primeros tiempos es simplemente incorrecta.
 NOTA: Vea abajo, sobre la cuestión de la frase introductoria de Agabo: «Así dice el Espíritu Santo».
Las instrucciones de Pablo son diferentes a las del documento cristiano temprano conocido como la Didache, que le dice a las personas, «no prueben ni examinen a ningún profeta que habla en un espíritu (o: en el Espíritu) (capítulo 11). Pero la Didache dice varias cosas que son contrarias a la doctrina del Nuevo Testamento (vea W. Grudem, The Gift of Prophecy in the New Testament and Today).
E. PREPARATIVOS APOSTÓLICOS PARA LA AUSENCIA DE ÉSTOS:
Además de los versículos que hemos considerado hasta ahora, otro tipo de evidencia sugiere que los profetas de las congregaciones del Nuevo Testamento hablaban con menos autoridad que los apóstoles del Nuevo Testamento o las Escrituras: el problema de los herederos de los apóstoles se resuelve no instando a los cristianos a escuchar a los profetas (aun cuando había profetas a su alrededor) sino apuntando a las Escrituras.
Así que Pablo, al final de su vida, hace énfasis en usar «bien la palabra de verdad» (2ª Ti 2:1 5), y «toda Escritura» inspirada por Dios, «útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2ª Ti 3: 16). A Judas urge a sus lectores a seguir «luchando vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos» Judas 3).
Pedro, al final de su vida, anima a sus lectores a «prestar atención» a la Escritura, que es «como una lámpara que brilla en un lugar oscuro» (2ª P 1: 19-20), y les recuerda las enseñanzas del apóstol Pablo «en todas sus epístolas» (2ª P 3: 16). En ningún lugar leemos exhortaciones a «escuchar a los profetas en sus iglesias» o a «obedecer las palabras del Señor dadas por sus profetas», etc.
Pero ciertamente hubo profetas que profetizaban en muchas congregaciones locales tras la muerte de los apóstoles. Parece que no tenían la misma autoridad que los apóstoles, y los autores de la Escritura lo sabían. La conclusión es que las profecías de hoy tampoco son «palabra de Dios».
4. ¿CÓMO DEBERÍAMOS HABLAR SOBRE LA AUTORIDAD DE LA PROFECÍA HOY?
De manera que las profecías en la iglesia de hoy deben considerarse meras palabras humanas, no palabra de Dios, y no palabras de igual autoridad a la palabra de Dios. ¿Pero esta conclusión está en pugna con las prácticas y enseñanzas carismáticas actuales?
Pienso que está en conflicto con muchas prácticas carismáticas, pero no con la mayoría de las enseñanzas carismáticas.
La mayoría de los maestros carismáticos de hoy estarían de acuerdo en que la profecía contemporánea no tiene la misma autoridad que la Escritura. Aunque algunos hablarían de la profecía como que es «la palabra de Dios» para hoy, hay un consenso casi uniforme entre todas las secciones del movimiento carismático de que la profecía es imperfecta e impura, y que contendría elementos en los que no se debe confiar u obedecer.
NOTA: La NIV traduce: «¿Acaso la palabra de Dios procedió de ustedes?» El apóstol se da cuenta que ellos deben admitir que la Palabra de Dios no procedió de ellos por lo tanto, sus profetas no pueden haber estado pronunciando palabras de Dios de autoridad igual que la de las Escrituras.
Por ejemplo, Bruce Yocum, autor de un libro carismático sobre la profecía ampliamente utilizado, escribe: «La profecía puede ser impura- nuestros propios pensamientos o ideas pueden mezclarse con el mensaje que recibimos-ya sea que recibamos las palabras directamente o que solo recibamos el sentido del mensaje».
Pero debe decirse que en la práctica actual se deriva mucha confusión del hábito de prologar las profecías con la usual frase del Antiguo Testamento: «Así dice el Señor» (una frase que nunca se pronuncia en el Nuevo Testamento por ninguno de los profetas de las iglesias del Nuevo Testamento).
Esto es desafortunado, porque da la impresión que las frases que siguen son las verdaderas palabras de Dios, en tanto que el Nuevo Testamento no justifica esa posición y, cuando se hace énfasis en ellas, la mayoría de los voceros carismáticos responsables en todo caso no desearían invocarlas para cada parte de sus profecías. De manera que no se ganaría ni se perdería mucho si se desechara esa frase introductoria.
Ahora, es verdad que Agabo usa una frase similar (Así dice el Espíritu Santo) en Hechos 21: 11, pero las mismas palabras (Gr. tadelegei) se utilizan parlas autores cristianos para introducir justo en tiempos del Nuevo Testamento paráfrasis muy generales o interpretaciones muy ampliadas de lo que se reporta (así Ignacio, Epístola a los de Filadelfia 7: 1-2 [alrededor de 208 d.C.]. La frase puede que signifique aparentemente: «Esto es en general (o aproximadamente) lo que nos dice el Espíritu Santo».
Si alguien realmente piensa que Dios le pone algo en la mente que debe comunicarse a la congregación, no hay nada equivocado en decir: «Pienso que el Señor pone en mi mente esto» o Me parece que el Señor nos muestra» o alguna expresión similar. Por supuesto, eso no suena tan «contundente» como: «Así dice el Señor, pero si el mensaje viene realmente de Dios, el Espíritu Santo hará que ello suene con gran poder para los corazones de aquellos que necesitan escuchar.
5. UNA «REVELACIÓN» ESPONTÁNEA HIZO DE LA PROFECÍA DIFERENTE DE OTROS DONES.
Si la profecía no contiene las verdaderas palabras de Dios, ¿qué es entonces? ¿En qué sentido ella viene de Dios?
Pablo indica que Dios puede traer algo espontáneamente a la mente de manera que la persona que profetiza lo comunicaría en sus propias palabras. Pablo llama esto una «revelación»: «Si alguien que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra. Así todos pueden profetizar por turno» (1ª Co 14: 30-31).
Aquí él utiliza la palabra revelación en un sentido más amplio que la forma técnica utilizada por los teólogos para referirse a las palabras de la Escritura- pero el Nuevo Testamento usa en todas partes el término revelar o revelación en este sentido más amplio de comunicación con Dios que no da lugar a la redacción de Escritura o a palabras de igual autoridad a la Escritura (vea Fil3:15; Ro 1: 18; Ef 1: 17; Mt 11: 27).
Pablo se refería simplemente a algo que Dios ponía de pronto en la mente, o algo que Dios podía imprimir en la conciencia de alguien de tal manera que la persona tuviera la sensación que ello venía de Dios. Puede que el pensamiento que se suscita en la mente sea sorprendentemente diferente al curso de los pensamientos de la propia persona, o que esté acompañado por un vivo sentido de urgencia o persistencia, o que de alguna otra manera le dé a la persona una percepción asaz clara de que viene del Señor.
De esa manera, si entra uno que no cree cuando todos profetizan, «los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios, y lo adorará, exclamando: «¡Realmente Dios está entre ustedes!» (1ª Co 14: 25). He escuchado un informe de este acontecimiento en una iglesia bautista de Estados Unidos que claramente no es carismática.
Un orador misionero hizo una pausa en medio de su mensaje y dijo algo como esto: «No planifiqué decir esto pero parece que el Señor indica que alguien en esta iglesia acaba de separarse de su mujer y su familia. Si ello es así, déjeme decirle que Dios quiere que usted vuelva a ellos y aprenda a seguir las normas de Dios para la vida familiar».
El misionero no lo sabía, pero en el balcón no iluminado se sentó un hombre que había entrado a la iglesia momentos antes por primera vez en su vida. La descripción se adecuaba a él exactamente, y él se dio a conocer, reconoció su pecado, y comenzó a buscar a Dios.
Profecía
De esta forma, la profecía sirve como una «señal» para los creyentes (1ª Co 14: 22)-es una clara demostración de que Dios obra en su medio, una «señal» de las bendiciones que Dios dispensa a la congregación. Y como también obrará para la conversión de los incrédulos, Pablo anima a utilizar este don cuando «entran algunos que no entienden o no creen» (1ª Co 14: 33).
Muchos cristianos en todos los períodos de la iglesia han experimentado o escuchado de eventos similares-por ejemplo, una petición no planeada pero urgente puede haberse hecho para orar por ciertos misioneros en Nigeria. Entonces, mucho después, aquellos que oraban descubrieron que justo en ese momento los misioneros habían sufrido un accidente automovilístico o estaban en un instante de intenso conflicto espiritual, y habían necesitado esas oraciones.
Pablo llamaría la sensación o intuición de esas cosas una «revelación», y la comunicación a la congregación de ese aviso de Dios sería llamado «profecía». Puede que en ella haya elementos de la propia cosecha o interpretación del que habla y que ciertamente esta necesite evaluación y prueba, pero aún así cumple una valiosa función en la iglesia.
NOTA: Aunque argumentamos arriba que la autoridad de la profecía en la iglesia del Nuevo Testamento es muy diferente a la autoridad de la profecía canónica del Antiguo Testamento, esto no significa que todo lo relacionado con la profecía del Nuevo Testamento tiene que ser diferente. En relación con la forma en la que llega la revelación al profeta, puede que no se trate de palabras o ideas que le vienen a la mente, sino también de imágenes mentales (o «visiones», Hch 2: 17) y sueños (Hch 2: 17).
6. LA DIFERENCIA ENTRE PROFECÍA Y ENSEÑANZA.
Hasta donde podamos asegurar, toda «profecía» en el Nuevo Testamento estaba basada sobre este tipo de inspiración espontánea del Espíritu Santo (cf. Hch 11:28; 21:4, 10-11; y note las ideas de profecía bosquejadas en Lc 7: 39; 22: 63-64; Jn 4: 19; 11: 51). A menos que una persona reciba una espontánea «revelación» de Dios, ahí no hay profecía.
Por contraste, ningún discurso humano que se llame «enseñanza» o que un «maestro» pronuncie, o que se describa por el verbo «enseñan>, nunca se dice en el Nuevo Testamento que esté basado en una revelación. Antes bien, «enseñanza» es a menudo simplemente una explicación o aplicación de la Escritura (Hch 15: 35; 18: 11,24-28; Ro 2: 21; 15: 4; Col 3: 16; Heb 5: 12) o una repetición o explicación de instrucciones apostólicas (Ro 16:17; 2 Ti 2:2; 3:10, y otros). Es lo que hoy llamaríamos «enseñanza bíblica» o «predicación».
Así que, la profecía tiene menos autoridad que la «enseñanza», y las profecías deben estar siempre sujetas en la iglesia a la autorizada enseñanza de la Escritura. A Timoteo no se le dijo que profetizara las instrucciones de Pablo a la iglesia; se le dijo que las enseñara (1ª Ti 4: 11; 6: 2). Pablo no profetizó su manera de vivir en cada iglesia; él lo enseñó (1ª Co 4: 17).
A los tesalonicenses no se les dijo que se mantuvieran fieles las tradiciones que les fueron «profetizadas» sino a las tradiciones que les fueron «enseñadas» por Pablo (2ª Ts 2: 15). Al contrario de algunos puntos de vista, fueron maestros, no profetas, los que ofrecieron liderazgo y dirección a las iglesias primitivas.
Por consiguiente, entre los ancianos estaban los que dedicaban «sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza» (1ª Ti 5: 17), y un obispo debía ser «capaz de enseñar» (1ª Ti 3: 2; Tit 1: 9)-pero nada se dice de ancianos cuyo trabajo fuera profetizar, ni tampoco se dice nunca que un anciano debe ser un «profeta apto» o que los ancianos deben «ser fieles a las sanas profecías». En su función de liderazgo Timoteo cuidar de su conducta y de su «enseñanza» (1ª Ti 4: 16), pero nunca se le dice que cuide sus profecías. Santiago advirtió que aquellos que enseñan, no que profetizan, serían juzgados con más severidad (Stg 3: 1).

En el Nuevo Testamento, la tarea de interpretar y aplicar las Escrituras se llama, entonces, «enseñanza». Aunque unos cuantos han aducido que los profetas en las iglesias del Nuevo Testamento ofrecieron interpretaciones de las Escrituras del Antiguo Testamento «carismáticamente inspiradas», esa alegación no ha sido muy persuasiva, fundamentalmente porque es dificil encontrar en el Nuevo Testamento algún ejemplo convincente en el que la categoría de «profeta» se use para referirse a alguien envuelto en este tipo de actividad.
Así que la distinción es bastante clara: si un mensaje es producto de una reflexión consciente sobre el texto de la Escritura, que contiene una interpretación del texto y una aplicación a la vida, entonces esto es (en términos del Nuevo Testamento) una enseñanza. Pero si un mensaje es la comunicación de algo que Dios nos pone de pronto en la mente, entonces esto es una profecía. Y por supuesto, aun las enseñanzas preparadas pueden ser interrumpidas por material adicional no preparado que el maestro de 1a Biblia siente que Dios pone de pronto en su mente- en ese caso, esto será una «enseñanza» mezclada con un elemento de profecía.
NOTA: No obstante, debemos advertir a las personas que el mero hecho de que una «revelación» parezca sobrenatural (y que incluso pueda contener una información sorprendentemente exacta) no garantiza que un mensaje sea una verdadera profecía de Dios, pues los falsos profetas pueden «profetizar» bajo influencia demoníaca. (Vea el cap. 20, sobre el hecho que los demonios pueden conocer acerca de actividades ocultas o conversaciones privadas en nuestras vidas, aun cuando no pueden conocer el futuro ni leer nuestros pensamientos.) Juan advierte que «han salido por el mundo muchos falsos profetas» (1 Jn 4: 1), Yo frece pruebas de la verdadera doctrina para distinguirlos (vv. 1-6), y dice que «el mundo los escucha» (v. 5).
Otras marcas de los falsos profetas pueden hallarse en 2Juan 7-9 (que niegan la encamación y no se someten a la doctrina de Cristo); Mateo 7:15-20 «Por sus frutos lo conocerán» (v. 16); Mateo 24: 11 (que engañarán a muchos); y Mateo 24:24 (harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible; aun a los elegidos). Por otro lado, 1 Corintios 12:3 parece decimos que no debemos pensar que los cristianos genuinos serán falsos profetas, que hablan por el poder de los demonios (vea la discusión de 1ª Co 12: 3), y Juan 4: 4 le asegura a los cristianos que «el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo».
7. OBJECIÓN: ESTO HACE LA PROFECÍA «DEMASIADO SUBJETIVA».
En este punto algunos han objetado que esperar por tales «recordatorios» de Dios es un proceso «demasiado subjetivo». Pero en respuesta puede decirse que, para la salud de la iglesia, ¡la gente que a menudo hace esta objeción es la que más necesita este proceso subjetivo en sus propias vidas cristianas! Este don requiere esperar en el Señor, escucharlo, oír sus recordatorios en nuestros corazones.
Lo que más necesitan los cristianos que son del todo evangélicos, sanos doctrinalmente, intelectuales y «objetivos», es probablemente la fuerte influencia estabilizadora de una relación «subjetiva» más vital con el Señor en la vida cotidiana. Y estas personas son también aquellas que tienen menos probabilidades de Ser conducidas a error, porque ya hacen gran énfasis en apoyarse firmemente en la Palabra de Dios.
Aunque existe el peligro contrario de una excesiva confianza en las impresiones subjetivas para orientarse, y es claro que contra eso hay que cuidarse. Las personas que buscan continuamente «mensajes» subjetivos de Dios para que guíen sus vidas deben ser advertidas que la orientación personal subjetiva no es una función primaria de la profecía del Nuevo Testamento. Ellos necesitan hacer mucho más énfasis en la Escritura y en buscar la probada sabiduría de Dios escrita ahí.
Muchos autores carismáticos estarían de acuerdo con esta advertencia, como indican las siguientes citas: Michael Harper (un pastor carismático anglicano):
Las profecías que les dicen a otros lo que deben hacer-deben ser contempladas con gran sospecha.
Donald Gee (Asambleas de Dios):
Muchos De Nuestros Errores En Lo Que Concierne A Los Dones Espirituales Se Originan Cuando Queremos Que Lo Extraordinario Y Excepcional Se Convierta En Frecuente Y Habitual. Que Todos Los Que Desarrollan Un Excesivo Deseo De «Mensajes» A Través De Los Dones Estén Advertidos Del Naufragio De Pasadas Generaciones Así Como De Las Contemporáneas. Las Santas Escrituras Son Una Lámpara A Nuestros Pies Y Una Luz En Nuestro Sendero.
Donald Bridge (pastor carismático británico):
El Iluminado Encuentra Constantemente «Dios Le Dice» Que Haga Cosas. Los Iluminados Son Frecuentemente Muy Sinceros, Muy Dedicados, Y Están Poseídos De Una Dedicación Para Obedecer A Dios Que Avergüenza A Cristianos Más Circunspectos.
No Obstante, Están Pisando Terreno Peligroso. Sus Antecesores Lo Han Hollado Antes, Y Siempre Con Resultados Desastrosos A Largo Plazo. Sensaciones Interiores Y Recordatorios Especiales Son Por Su Propia Naturaleza Subjetivos. La Biblia Provee Nuestra Guía Objetiva.
8. LAS PROFECÍAS PUEDEN INCLUIR CUALQUIER CONTENIDO EDIFICADOR.
Los ejemplos de profecías del Nuevo Testamento mencionados arriba muestran que la idea de profecía solo como «predicciones del futuro» es ciertamente errónea. Hubo algunas predicciones (Hch 11: 28; 21: 11), pero también hubo pecados que quedaron al descubierto (1ª Co 14: 25). De hecho, pudo incluirse cualquier cosa que edifica, pues Pablo dice: «el que profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos» (1ª Co 14: 3). Otra indicación del valor de la profecía era que ella podía hablar a las necesidades de los corazones de las personas de una manera directa y espontánea.
9. MUCHAS PERSONAS PUEDEN PROFETIZAR EN LA CONGREGACIÓN.
Otro gran beneficio de la profecía es que ella provee oportunidad de participación a todos en la congregación, no solo a aquellos que son oradores hábiles o que tienen dones para la enseñanza. Pablo dice que él quiere que «todos» los corintios «profetizaran» (1ª Co 14: 5) y añade: «Todos pueden profetizar por tumo, para que todos reciban instrucción y aliento» (1ª Co 14: 31). Esto no significa que en realidad todo creyente será capaz de profetizar, pues Pablo dice: «¿Son todos profetas?» (1ª Co 12: 29).
Pero sí significa que cualquiera que reciba una «revelación» de Dios tiene permiso de profetizar (dentro de las normas de Pablo), y esto sugiere que muchos lo harán. A causa de esto, una mayor apertura al don de profecía podría ayudar a superar la situación en la que muchos que asisten a nuestras iglesias son meros espectadores y no participantes. Quizás contribuimos al problema de un «cristianismo de espectadores » sofocando la obra del espíritu en esta área.
NOTA: Aquí Pablo indica que todo el que recibe una revelación en el sentido que acaba de mencionarse en el v. 29 será capaz de profetizar por tumos. Él no quiere decir que cada cristiano individual en Corinto tiene el don de profecía.
En una iglesia grande, solo unos pocos serán capaces de hablar cuando toda la iglesia está reunida, pues Pablo dice: «En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres» (1ª Co 14. 29). Pero muchos más tendrán oportunidades de profetizar en reuniones más pequeñas en las casas.
10. DEBEMOS «DESEAR SERIAMENTE» PROFETIZAR.
Pablo valoraba tanto este don que le dijo a los corintios: «Empéñense en seguir el amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1ª Co 14: 1). Entonces, al final de su discusión de los dones espirituales, repitió: «Así, que hermanos míos, ambicionen el don de profetizar» (1ª Co 14:39). Y dijo: «El que profetiza edifica la iglesia» (1ª Co 14: 4).
Si Pablo estaba ansioso porque el don de profecía funcionara en Corinto, preocupado por la inmadurez, el egoísmo, las divisiones y otros problemas que aquejaban a la iglesia, ¿no debemos entonces buscar enérgicamente este valioso don en nuestras congregaciones hoy? Nosotros evangélicos que profesamos creer y obedecer todo lo que la Escritura dice, ¿no debemos también creer y obedecer esto? ¿Y que una mayor apertura al don de profecía quizá pueda ayudar a corregir este peligroso desequilibrio en la vida de la iglesia, un desequilibrio que se debe a que somos demasiado intelectuales, objetivos y doctrinales?
11. ALENTAR Y REGULAR LA PROFECÍA EN LA IGLESIA LOCAL.
Por último, si una iglesia comienza a alentar el uso de la profecía donde no se ha utilizado antes, ¿qué debe hacer? ¿Cómo puede alentar este don sin caer en abusos?
Para todos los cristianos, y especialmente para pastores y otros que tienen responsabilidades docentes, sería apropiado y sabio desde el punto de vista pastoral dar varios pasos:
(1) Ore seriamente implorando la sabiduría del Señor sobre cómo y cuándo abordar este tema en la iglesia.
(2) Se impartirán enseñanzas sobre este tema en los estudios bíblicos regulares que la iglesia ya provee.
(3) La iglesia debe ser paciente y proceder despacio-los líderes de la iglesia no deben ser «dominantes» (o «tiranos») (1 P 5:3), y un abordaje paciente evitará ahuyentar a gente temerosa o alienarlas innecesariamente.
(4) La iglesia debe reconocer y alentar el don de profecía de la forma que ya ha venido funcionando en la iglesia -en las reuniones de oración de la iglesia, por ejemplo-, cuando alguien se ha sentido inusualmente «guiado» por el Espíritu Santo a orar por algo, o cuando le ha parecido que el Espíritu Santo le ha traído a la mente un himno o pasaje de la Escritura, o cuando sienta un tono de sentido común o el enfoque específico en un momento de adoración u oración en grupo.
Aun los cristianos de iglesias no receptivas del don de profecía pueden por lo menos ser sensibles a los impulsos del Espíritu Santo relacionados con aquello por lo que se debe orar en las reuniones de oración de la iglesia, y que entonces puede expresar esos impulsos en forma de una oración al Señor (lo que podría llamarse una «oración profética»).
(5) Si se han seguido los primeros cuatro pasos, y si la congregación y su liderazgo lo acepta, se podrían conceder algunas oportunidades a la práctica del don de profecía en los cultos de adoración menos formales de la iglesia, o en los grupos más pequeños de los hogares.
Si esto se permite, aquellos que profeticen deben mantenerse dentro de las directivas de la Escritura (1ª Co 14: 29-36), deben buscar genuinamente la edificación de la iglesia y no su propio prestigio (1ª Co 14: 12,26), Y no debe dominar la reunión o ser demasiado dramático o emocional en sus palabras (y así atraer la atención hacia sí mismos en lugar de hacia el Señor).
Las profecías se deben ciertamente evaluar de acuerdo con las enseñanzas de la Escritura (1ª Co 14: 29-36; 1ª Ts 5: 19-21).
(6) Si el don de profecía comienza a ser utilizado en la iglesia, esta debe poner aun más énfasis sobre valor inmensamente superior de la Escritura como la fuente a la que pueden acudir los cristianos a escuchar la voz del Dios vivo. La profecía es un don valioso, como lo son otros muchos dones, pero está en la Escritura que es Dios y solo Dios quien nos habla con sus propias palabras, aun hoy, y a lo largo de nuestras vidas.
En lugar de esperar que en cada culto de adoración lo notable sea alguna palabra de profecía, es necesario recordarle a los que utilizan el don de profecía que debemos centrar nuestro gozo, nuestras expectativas, y nuestro deleite en el propio Dios mientras él nos habla a través de la Biblia.
Allí tenemos un tesoro de infinito valor: las verdaderas palabras de nuestro Creador que nos habla en un lenguaje que podemos entender. y en lugar de buscar frecuente orientación a través de la profecía, debemos hacer énfasis que es en la Escritura donde podemos encontrar orientación para nuestras vidas.
En la Escritura está nuestra fuente de directivas, nuestro foco cuando buscamos la voluntad de Dios, nuestras normas completamente confiables y suficientes. Es de las palabras de Dios en la Escritura que podemos decir confiados: «Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero» (Sal 119: 105).
B. ENSEÑANZA
El don de la enseñanza en el Nuevo Testamento es la habilidad de explicar la Escritura y aplicarla a la vida de las personas. Esto se hace evidente en varios pasajes.
En Hechos 15: 35, Pablo y Bernabé y «muchos otros» están en Antioquia enseñando y anunciando la palabra del Señor». En Corinto, Pablo permaneció un año y medio «enseñando entre el pueblo la palabra de Dios» (Hch 18: 11). Y los lectores de la Epístola a los Hebreos, aunque deben haber sido maestros, necesitaban más bien que alguien volviera a enseñarles «las verdades más elementales de la palabra de Dios». (Heb 5: 12).
Pablo les dice a los romanos que las palabras de las Escrituras del Antiguo Testamento se escribieron «para enseñamos» (gr. didaskalia) (Ro 15: 4), y le escribe a Timoteo que «toda Escritura» es «útil para enseñar didaskalia» (2ª Ti 3: 16).
Por supuesto, si la «enseñanza» en la iglesia primitiva estaba basada muy a menudo en las Escrituras del Antiguo Testamento, debe extrañar que también estuviera basada en algo de igual autoridad que las Escrituras, o sea, en un cuerpo de instrucciones apostólicas recibidas. Timoteo debía tomar la enseñanza que había recibido de Pablo y encomendarla a hombres fieles que estuvieran capacitados «para enseñar a otros» (2ª Ti 2: 2).
Y los tesalonicenses debían mantenerse «fieles a las enseñanzas» que Pablo les trasmitió (2ª Ts 2: 15). Lejos de estar basadas en una revelación espontánea que vino durante el culto de adoración de la iglesia (como era la profecía), este tipo de «enseñanza» era la repetición y explicación de una auténtica lección apostólica.
Enseñar lo contrario a las instrucciones de Pablo era enseñar una doctrina diferente o herética (heterodidaskalo) «apartándose de la sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo y de la doctrina que se ciñe a la verdadera religión» (1ª Ti 6:3), De hecho, Pablo dijo que Timoteo debía recordarle a los corintios «cómo enseño por todas partes, y en todas las iglesias» (1ª Co 4: 17).
Asimismo le dice: «Encarga y enseña estas cosas» (1ª Ti 4: 11), y (esto es lo que debes enseñar y recomiendan) (1ª Ti 6: 2), cuando habla de sus instrucciones a la iglesia de Éfeso. Aunque esto no era profecía sino enseñanza que proveyó en sentido primario (provenía de los apóstoles) las primeras normas doctrinales y éticas que regulaban la iglesia. Y como aquellos que aprendieron de los apóstoles también enseñaron, su enseñanza guió y dirigió las iglesias locales."
De manera que enseñar en términos de las epístolas del Nuevo Testamento consistía en repetir y explicar las palabras de la Escritura (o las igualmente autorizadas enseñanzas de Jesús y los apóstoles) y aplicarlas a los que escuchaban. En las epístolas del Nuevo Testamento, «enseñar» es algo muy parecido a lo que describe hoy nuestra frase «enseñanza bíblica».

C. MILAGROS

Justo después de los apóstoles, los profetas y maestros, «luego los milagros» dice Pablo (1ª Co 12: 28). Aunque muchos de los milagros que se ven en el Nuevo Testamento fueron específicamente milagros de sanidad, Pablo menciona aquí la sanidad como un don separado. Por lo tanto, en este contexto debía haber tenido en mente algo diferente a la sanidad.
Debemos recordar que la palabra castellana «milagros» puede que no nos acerque mucho a lo que Pablo quería decir, pues el vocablo griego es simplemente la forma plural de la palabra dynamis, «poder».2' Esto significa que el término puede referirse a cualquier actividad en la que el gran poder de Dios es evidente.
Ello puede incluir respuestas a la oración para liberarse de un peligro fisico (como la liberación de los apóstoles de la cárcel en Hch 5: 19-20 o 12: 6-11), o poderosas acciones de juicio sobre los enemigos del evangelio o aquellos que requieren ser disciplinados dentro de la iglesia (vea Hch 5: 1-11; 13: 9-12), o liberaciones milagrosas de una lesión (como con Pablo y la víbora en Hch 28: 3-6). Pero esas acciones del poder espiritual pueden incluir también poder para triunfar sobre la oposición de un demonio (como en Hch 16: 18; Lc 10: 17).
Como Pablo no define «obras milagrosas» de una forma más específica que esta, podemos decir que el don de milagros debe incluir el accionar de un poder divino que libera de un peligro, una intervención para atender necesidades especiales en el mundo fisico (como en el caso de Elías en 1ª Reyes 17: 1-16), un juicio sobre aquellos que de manera irracional y violenta se oponen al mensaje del evangelio, el triunfo sobre las fuerzas demoníacas que libran una guerra contra la iglesia, y cualquier otra forma en la que el poder de Dios se manifiesta de una manera evidente para hacer avanzar los propósitos divinos en una situación determinada.
Todas estas serían obras «poderosas» en las que se ayuda a la iglesia y se pone de manifiesto la gloria de Dios. (Vea también la discusión sobre los milagros en el capítulo17.)
NOTA: Vea también la discusión arriba en la sección A.6, p. 1116, sobre las diferencias entre profecía y enseñanza.
La NVI traduce «hacer milagros» en 1ª Co 12: 10.

D. SANIDAD

1. INTRODUCCIÓN: LA ENFERMEDAD Y LA SALUD EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
Debemos primero recordar que la enfermedad fisica fue un resultado de la caída de Adán, y los males y la enfermedad son simplemente parte de las consecuencias de la maldición tras la caída, y conducirá eventualmente a la muerte fisica. Sin embargo, Cristo nos redimió de esa maldición cuando murió en la cruz: «Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores ... y gracias a sus heridas fuimos sanados (Is 53: 4-5).
Este pasaje alude tanto a la sanidad fisica como espiritual que Cristo compró para nosotros, pues Pedro lo cita al referirse a nuestra salvación: «El mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados (1 P 2:24).
Pero Mateo cita el mismo pasaje de Isaías en referencia a las curaciones físicas que Jesús realizó: «y con una sola palabra expulsó a los espíritus, y sanó a todos los enfermos. Esto sucedió para que se cumpliera 10 dicho por el profeta Isaías: 'Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores'» (Mt 8: 16-17).
Probablemente todos los cristianos estarían de acuerdo con que en la expiación Cristo ha comprado para nosotros no solo completa libertad del pecado sino completa libertad de nuestras debilidades y dolores en su obra de redención (vea el capítulo 42 sobre la glorificación). Y todos los cristianos tampoco dejarían de estar de acuerdo en que nuestra plena y completa posesión de todos los beneficios que Cristo ganó para nosotros no vendrán hasta su regreso: solo «cuando el venga» (1ª Co 15: 23) es que recibiremos nuestros cuerpos resucitados perfectos.
Así es con la sanidad fisica y la redención de las enfermedades físicas que resultaron de la maldición de Génesis 3: nuestra completa posesión de la redención de las enfermedades físicas no será nuestra hasta que Cristo regrese y recibamos cuerpos resucitados.
Para la cuestión que enfrentamos con respecto al don de sanidad es si Dios nos concederá de vez en cuando un adelanto o un anticipo de la sanidad fisica que en el futuro nos otorgará a plenitud.26 Los milagros de sanidad de Jesús ciertamente demuestran que en ocasiones Dios está dispuesto a conceder un anticipo parcial de la salud perfecta que será nuestra por la eternidad.
Y el ministerio de sanidad que se observa en la vida de los apóstoles y otros en la iglesia primitiva también indica que esto fue parte del ministerio de la era del nuevo pacto. Como tal, se ajusta al mayor patrón de bendiciones del nuevo pacto, muchas de las cuales ofrecen anticipos parciales de las bendiciones que nos pertenecerán cuando Cristo regrese. «Ya» poseemos algunas de las bendiciones del reino, pero esas bendiciones «todavía» no son nuestras del todo.
NOTA: Cuando las personas dicen que en (la expiación, hay sanidad perfecta, la afirmación es verdadera en sentido amplio, pero en realidad no nos dice nada sobre cuando recibiremos "completa sanidad" (o cualquier parte de ella).
Para dos tratamientos muy útiles de este asunto, y del don de sanar enfermos en general, vea John Wimber, con Kevin Springer, Power Healing, y Ken Blue, Authority to Heal (lnter Varsity Press, Downers Grave, m., 1987). Vea también la excelente discusión de Jack Deere, Surprised by the Power ofthe Holy Spirit (Zondervan, Grand Rapids, 1993). Varias defensas académicas de un ministerio de sanidad hoy se encuentran en Gaty Greig y Kevin Springer, eds., The Kingdom and the Power (Gospel Light, Ventura, Calif., 1993).
2. EL PROPÓSITO DE LA SANIDAD.
Como con otros dones espirituales, la sanidad tiene varios propósitos. Ciertamente funciona como «señal» para confirmar el mensaje del evangelio, y mostrar que ha llegado el reino de Dios. Entonces también la sanidad trae consuelo y salud a aquellos que están enfermos, y con ello demuestra la misericordia como atributo de Dios hacia aquellos que están en aflicción. Tercero, la sanidad prepara a las personas para el servicio, al tiempo que remueve los impedimentos para el ministerio. Cuarto, la sanidad provee la oportunidad para que Dios sea glorificado cuando las personas ven pruebas físicas de su benevolencia, amor, poder, sabiduría y presencia.
3. ¿QUÉ ACERCA DEL USO DE LA MEDICINA?
¿Cuál es la relación entre orar por sanidad y el uso de la medicina y las habilidades de un médico? Ciertamente debemos utilizar la medicina si está disponible porque Dios también creó sustancias en la tierra que se pueden convertir en medicina con propiedades curativas.
De esa manera, las medicinas deben ser consideradas parte del conjunto de la creación, el cual estimó Dios que era «muy bueno» (Gn 1:31). Debemos usar de buen grado la medicina con gratitud hacia el Señor, pues: «Del Señor es la tierra y todo cuanto en ella hay» (Sal 24: 1).
De hecho, cuando hay medicina disponible y rehusamos utilizarla (en casos que nos pondrían a nosotros o a otros en peligro), entonces parece como si estuviéramos poniendo a prueba al Señor nuestro Dios (Lc 4: 12): esto es similar al caso de Satanás tentando a Jesús a que se tirara del templo en lugar de bajar por las escaleras.
Cuando hay medios ordinarios para bajar del templo (las escaleras), es «poner a prueba» a Dios tirarse y así demandar que realice un milagro en ese preciso momento. Rehusar el uso de una medicina efectiva, insistiendo en que Dios lleve a cabo un milagro de sanidad en lugar de una cura a través de la medicina, es muy similar a esto.
Por supuesto, es equivocado confiarse en doctores o en medicina en lugar de confiar en el Señor, un error que trágicamente cometió el rey Asa:
En El Año Treinta Y Nueve De Su Reinado, Asa Enfermó Gravemente De Los Pies, Y En Su Enfermedad No Buscó A Jehová, Sino Alas Médicos. Y Durmió Asa Con Sus Padres, Y Murió En El Año Cuarenta Y Uno De Su Reinado (2ª Cr 16: 12-13).
Pero si se utiliza la medicina en conexión con la oración, entonces debemos esperar que Dios bendiga y a menudo multiplique la efectividad de la medicina.
Aun cuando Isaías había recibido una promesa de sanidad del Señor para Ezequías, le dijo a los criados de este que trajeran una gran pasta de higos y la aplicaran (como un remedio) a una llaga de la que Ezequías padecía: «E Isaías dijo 'Preparen una pasta de higos'. Así 10 hicieron; luego se la aplicaron al rey en la llaga, y se recuperó» (2ª R 20: 7).
No obstante, a veces no hay una medicina apropiada disponible, o la medicina no trabaja. Ciertamente debemos recordar que Dios puede curar cuando los doctores y las medicinas no pueden (y debe asombramos con qué frecuencia los doctores no pueden curar, aun en los países más avanzados en el terreno de la medicina).
Por otra parte, puede que haya momentos cuando una enfermedad no nos coloca a nosotros o a otros en un peligro inmediato, y decidimos pedir a Dios que cure nuestra enfermedad sin el uso de la medicina, simplemente porque anhelamos otra oportunidad de ejercitar nuestra fe y darle a él gloria, y quizá porque deseamos obviar el gasto de tiempo y dinero utilizando medios médicos, o queremos evitar los efectos secundarios que tienen algunas medicinas.
En todos estos casos, es simplemente una cuestión de gusto personal y no parece ser un «poner a prueba» a Dios. (Sin embargo, la decisión de no utilizar medicinas en estos casos debe ser una decisión personal y no una impuesta por otros).
Vemos a Jesús sanando abiertamente donde los medios médicos han fallado, cuando «una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera curarla. Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia» (Lc 8:43-44). Sin duda había mucha gente privada de la ayuda de médicos que venían dondequiera que Jesús enseñaba y sanaba, pero leemos que «todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba» (Lc 4: 40). No había enfermedad que Jesús no fuera capaz de sanar.
NOTA: Note la recomendación de Pablo para el uso del vino con propósitos medicinales en 1ª Ti 5: 23: «No sigas bebiendo sólo agua; toma también un poco de vino a causa de tu mal de estómago y tus frecuentes enfermedades»,
4. ,MUESTRA EL NUEVO TESTAMENTO MÉTODOS COMUNES UTILIZADOS EN LAS CURACIONES?
Los métodos utilizados por Jesús y los discípulos para traer sanidad varían de caso en caso, pero la mayoría de las veces incluían la imposición de manos. En el versículo acabado de citar, sin duda Jesús pudo haber pronunciado una poderoso mandato y curado a todos en una gran multitud al instante, pero en su lugar, «él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó» (Lc 4: 40).
La imposición de manos parece haber sido el método principal utilizado por Jesús para sanar, porque cuando se acercaban las personas y le solicitaban sanidad no pedían simplemente oraciones sino decían, por ejemplo: «Ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá». (Mt 9:18).
Otro símbolo fisico del poder del Espíritu Santo que viene a sanar era el ungimiento con aceite. Los discípulos de Jesús «sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite» Y Santiago instruye a los ancianos de la iglesia para que ungieran al enfermo con aceite cuando oraran: «¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará» (Stg 5: 14-15).
El Nuevo Testamento a menudo enfatiza el papel de la fe en el proceso de sanidad- algunas veces la fe de una persona enferma (Lc 8: 48; 17:19), pero en otros momentos es la fe de otros la que trae sanidad al enfermo. En Santiago 5: 15 son los ancianos los que oran, y Santiago dice que es «la oración de fe» la que salva al enfermo ella debe ser la fe de los ancianos que oran," no la fe del que está enfermo.
Cuando los cuatro hombres hicieron descender un paralítico a través de una abertura en el techo donde Jesús predicaba, leemos: «Al ver Jesús la fe de ellos»(Mr 2: 5). En otros momentos Jesús menciona la fe de la mujer cananea respecto a la curación de su hija Mt 15: 28), o del centurión por la curación de su criado Mt 8: 10, 13).32
NOTA: Vea también Lc 5:13; 13:13: Hch 28:8; también Marcos 6:2, y varios otros versículos en los evangelios que mencionan la imposición de manos. Sin embargo, Jesús no sanó siempre de esta manera.
El ungimiento con aceite en Santiago 5: 14 debe ser entendido como un símbolo del poder de! Espíritu Santo, no simplemente como algo medicinal, pues no sería apropiado utilizar e! aceite como una medicina para todas las enfermedades. Por otra parte, si su uso fuera solo medicinal, es dificil vislumbrar por qué los ancianos debían aplicarlo.
El aceite frecuentemente es un símbolo del Espíritu Santo en e! Antiguo Testamento (vea Éx 29:7; 1 S 16: 13; Sal 45: 7), y aquí parece ser también e! caso (Vea la extensa discusión de Douglas J. Moa, The Setterof James, pp. 177-81.)
5. ¿CÓMO ENTONCES DEBEMOS ORAR POR SANIDAD?
¿Cómo entonces debemos orar en relación con las enfermedades físicas? Ciertamente es correcto pedir sanidad a
Dios, pues Jesús nos enseña que oremos: «Líbranos del maligno» (Mt 6;13), Y el Apóstol Juan escribe a Gayo: «Oro para que te vaya bien en todos tus asuntos, y goces de buena salud» (3 Jn 2), Por otro lado, Jesús sanó frecuentemente a todos los que le traían, y nunca despidió a las personas, ¡diciéndoles que sería recomendable que permanecieran enfermos durante más tiempo!
Además de esto, cuando quiera que tomemos algún tipo de medicina o busquemos cualquier ayuda médica para una enfermedad, por medio de estas acciones admitimos que pensamos que es la voluntad de Dios que busquemos estar saludables. Si pensamos que Dios quería que continuáramos enfermos, ¡nunca buscaríamos medios médicos para curamos!
Así, cuando oramos, parece correcto que nuestra primera presunción, a menos que tengamos razones para pensar de otra manera, debe ser que a Dios le agradaría sanar a la persona por la que oramos-en la medida que podemos enunciar de la Escritura, esto es la voluntad revelada de Dios.
Ken Blue tiene aquí una observación útil. Argumenta que si queremos comprender la actitud de Dios hacia la sanidad fisica debemos observar la vida y el ministerio de Jesús, Blue dice: «Si Jesús nos revela verdaderamente el carácter de Dios, entonces debemos dejar de especular y discutir sobre la voluntad de Dios en relación con la enfermedad y la sanidad. Jesús sanaba a las personas porque las amaba.
Muy simple, tenía compasión por ellas; estaba de su parte; quería resolver sus problemas». Este es un argumento poderoso, especialmente cuando se conjuga con la toma de conciencia de que Jesús vino a inaugurar la presencia del reino de Dios entre nosotros y así mostramos a qué se parecería el reino de Dios.
¿Cómo debemos entonces orar? Ciertamente está bien pedirle a Dios sanidad, y debemos ir ante él con el simple pedido que dé sanidad física en momentos de necesidad. Santiago nos advierte que una simple incredulidad puede conducir a abandonar la oración ya dejar de recibir respuestas de Dios: «No tienen porque no piden» (Stg 4: 2).
Pero cuando oramos por sanidad debemos recordar que debemos orar para que Dios sea glorificado en la situación, decida él sanar o no. Y también debemos orar impulsados por la misma compasión del corazón que Jesús sintió por aquellos a quienes sanó. Cuando oramos de esta manera, la voluntad de Dios concede a veces-y quizá a menudo-respuestas a nuestras oraciones.
Alguien puede objetar en este punto que, desde una perspectiva pastoral, se hace mucho daño cuando se anima a las personas a creer que ocurrirá un milagro de sanidad y entonces no sucede nada-desilusión con la iglesia y cólera hacia Dios puede ser el resultado. Aquellos que oran a favor de la sanidad de las personas hoy necesitan escuchar esta objeción y utilizar sabiduría en lo que le dicen a las personas enfermas.
(1) Desistir de orar implorando sanidad no es la solución correcta, pues ello supone desobediencia según Santiago 5.
(2) Decirle a la gente que Dios raramente sana hoy en día y que no deben esperar que algo suceda tampoco es una solución correcta, porque ello no provee una atmósfera que conduzca a la fe y es consistente con la norma que vemos en el ministerio de Jesús y en la iglesia primitiva del Nuevo Testamento.
(3) Decirle a la gente que Dios siempre sana hoy en día si tenemos suficiente fe es una enseñanza cruel que no encuentra sustento en la Escritura (vea la sección 6 debajo). La solución pastoralmente sabia, parece que descansa entre las anteriores (2) y
(4). Podemos decirle a las personas que Dios sana frecuentemente hoy (si creemos que ello es cierto), y que es muy posible que sean sanadas," pero que vivimos en una era en que el reino de Dios ya está aquí pero aún no está aquí completamente.
Por lo tanto, los cristianos en esta vida experimentarán sanidad (y muchas otras respuestas a la oración), pero que también seguirán sufriendo enfermedades y eventualmente la muerte. En cada caso individual es la soberana voluntad de Dios la que decide el desenlace, y nuestro papel es simplemente pedirle y esperar que él conteste (ya sea «sí» o «no» o «sigue orando y espera»).
Aquellos con los «dones de sanidad» (una traducción literal del plural en 1ª Co 12: 9, 28) serán aquellas personas que descubren que les contestan sus oraciones por sanidad con más frecuencia y más completamente que a otros.
Cuando eso se hace evidente, una iglesia actuaría con sabiduría al alentarlos en este ministerio y darles más oportunidades de orar por otros que están enfermos. También deberíamos damos cuenta que los dones de sanidad pueden incluir un ministerio no solo en términos de sanidad física, sino también en términos de sanidad emocional.
Y en ocasiones puede incluir la habilidad de liberar a las personas de ataques demoníacos, porque a esto también se le llama a veces «sanidad» en las Escrituras (vea Lc 6: 18; Hch 10: 38). Quizás los dones de ser capaces de orar efectivamente en diferentes tipos de situaciones y por distintos tipos de necesidades eran aquellos a los que Pablo se refería cuando utilizó la expresión plural. (dones de sanidad).
35Aveces Dios puede conceder una certeza de fe subjetiva, algo como lo que Santiago llama la oración de fe» (Stg 5:15), y Hebreos 11: 1 llama ,da garantía de lo que se espera», y Marcos 11:24 llama creer que .ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración». En esos casos la persona que ora puede decir confiada que es probable o aun posible que alguien será sanado.
Pero no creo que Dios le dé garantías a nadie para que prometa o «garantice» sanidad en esta era, pues su Palabra escrita no da tales garantías, y nuestro sentido subjetivo de su voluntad está siempre sujeto a cierto grado de incertidumbre y alguna medida de error en esta vida.
NOTA: Podemos preguntarnos por qué son los ancianos los llamados a venir y orar para sanar enfermos en Santiago 5:14-15. Aunque Santiago no lo explica, debe ser porque tenían responsabilidades de cuidado pastoral, la madurez y sabiduría para el manejo del posible pecado implicado (vea vv. 15-16), y cierta medida de autoridad espiritual que formaba parte de su oficio. De desearlo, ellos ciertamente serían capaces de traer a otros con dones de sanidad.
Además, Santiago amplía sus recomendaciones para incluir a todos los cristianos en el v. 16: "Confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados».
Por contraste, podemos notar que los discípulos no podían expulsar demonios; Jesús dice que ello se debía a que tenían muy «poca fe» (Mt 17: 20).
Vea la discusión del capítulo 13, sobre la voluntad secreta y revelada de Dios. Por supuesto comprendemos que la voluntad secreta de Dios, desconocida para nosotros en los detalles especificas, es que todos no seremos sanados, justo como su secreta voluntad es que no todos seremos salvados. Pero en ambas situaciones debemos orar por lo que vemos en la Escritura que es la voluntad revelada de Dios: salvar los pecadores y sanar aquellos que están enfermos.
Authority to Heal, pp. 72, 78.
6. ¿PERO QUÉ SI DIOS NO SANA?
Aún así, debemos damos cuenta que no todas las oraciones por sanidad serán contestadas en esta era. A veces Dios no concederá la «fe» especial (Stg 5: 15) de que tendrá lugar una sanidad, y a veces Dios decidirá no curar, debido a sus propios propósitos soberanos.
En estos casos debemos recordar que Romanos 8: 28 todavía es válido: aunque experimentamos «sufrimientos en el tiempo presente» y aunque «gemimos interiormente mientras aguardamos la redención de nuestro cuerpo» (Ro 8: 18, 23), no obstante, «sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Ro 8: 28). Esto incluye el obrar en nuestras circunstancias de sufrimiento y enfermedad también.
Cualquier cosa que fuera la «espina en el cuerpo» de Pablo (y siglos de trabajo de intérpretes que creen en la Biblia no han ofrecido una respuesta definitiva), este se dio cuenta que Dios permitió que lo acompañara «para evitar que me volviera presumido» (2ª Co 12:7), esto es, para mantener a Pablo humilde ante el Señor.'"
Así que el Señor le dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» (2ª Co 12: 9). Hay indicios de que en la iglesia primitiva aun en presencia de los apóstoles no todas las personas se sanaban. Pablo reconoce que «por fuera nos vamos desgastando» (2ª Co 4:16), y a veces los males y enfermedades no se curarán. Cuando Epafrodito llegó a visitar a Pablo tenía una enfermedad que lo puso «al borde de la muerte» (Fil 2: 27).
Pablo indica en el relato de Filipenses 2 que parecía que Epafrodito iba a morir, que Dios no lo sanó inmediatamente cuando enfermó. Pero eventualmente Dios sí lo sanó (Fil 2: 27) en respuesta a la oración.
Pablo le dijo a Timoteo que bebiera un poco de vino «a causa de tu mal de estómago y tus frecuentes enfermedades: (1ª Ti 5: 23). Dijo: «A Trófimo lo dejé enfermo en Mileto» (2ª Ti 4: 20). Y tanto Pedro (1ª P 1: 6-7; 4:19) como Santiago (Stg 1:2-4) tienen palabras de aliento y consejo para aquellos que sufren pruebas de varias clases:
36Tras algún estudio de 2 Corintios 12:7, mi propia conclusión en este punto es que no existe suficiente información en el texto para decidir 10 que era la espina en la carne de Pablo. Se pueden dar razones en apoyo de las tres principales posibilidades:
(1) Algún tipo de enfermedad fisica;
(2) Un demonio que lo atormentaba; o
(3) Las persecuciones judías.
Sin embargo, el hecho de que somos incapaces de llegar a alguna conclusión definitiva tiene algunos beneficios: Significa que podemos aplicar este texto a los tres tipos de situaciones en nuestras propias vidas, cuando el Señor en su sabiduría soberana decide no libramos de ellas.
Hermanos Míos, Considérense Muy Dichosos Cuando Tengan Que Enfrentarse Con Diversas Pruebas, Pues Ya Saben Que La Prueba De Su Fe Produce Constancia. Y La Constancia Debe Llevar A Feliz Término La Obra, Para Que Sean Perfectos E Íntegros, Sin Que Les Falte Nada. (Stg 1: 2-4)
Cuando Dios decide no sanar, aun cuando se lo pidamos, entonces está bien que demos «gracias en toda situación» (1ª Ts 5: 18) y que tomemos conciencia que Dios puede usar la enfermedad para acercamos a él y aumentar en nosotros la obediencia a su voluntad. De manera que el salmista puede decir: (Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos) (Sal 119: 71), y: «Antes de sufrir estuve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra» (Sal 119: 67).
Dios puede traemos una creciente santificación a través de la enfermedad y el sufrimiento exactamente como puede traer santificación y crecimiento en la fe a través de las curaciones milagrosas.
Pero el énfasis del Nuevo Testamento, tanto en el ministerio de Jesús como en el ministerio de los discípulos en Hechos, parece ser uno que nos aliente en la mayoría de los casos a pedirle sanidad a Dios ávida y seriamente, y entonces continuar confiando en él para sacar beneficio de la situación, ya sea que conceda sanidad fisica o no. El punto es que en todo caso Dios debe recibir gloria y nuestro gozo y confianza en él deben crecer.
NOTA: Algunos han intentado establecer una diferencia entre la enfermedad y otros tipos de sufrimiento, y decir que los pasajes de la Escritura que indican a los cristianos que deben esperar sufrimiento tienen que ver con otros tipos de sufrimiento, tales como la persecución, pero que no incluyen la enfermedad física.
Este argumento no me parece convincente por dos razones: primero, la Escritura habla sobre «diversas pruebas» (1ª P 1: 6; Stg 1: 2), y la intención de los autores en ambos casos parece ser hablar de todos los tipos de pruebas que experimentamos en esta vida, incluyendo las enfermedades físicas y la aflicción.
¿No querían Santiago y Pedro que los cristianos que estaban enfermos aplicaran estos pasajes a sus propias situaciones? Esto es altamente improbable. (Estas dos son epístolas generales escritas para miles de cristianos.)

E. LENGUAS E INTERPRETACIÓN

Para comenzar debe decirse que la palabra griega glossa, traducida «lengua», se usa no solo para indicar la lengua fisica en la boca de una persona, sino también para indicar «lenguaje». En los pasajes del Nuevo Testamento donde se discute el hablar en lenguas, se alude ciertamente al «lenguaje».
Por lo tanto, es algo infortunado que los traductores de la Biblia hayan continuado utilizando la frase «hablar en lenguas», que es una expresión que se usa en el idioma ordinario y que da la impresión de que se trata de una experiencia extraña, algo completamente ajeno a la vida humana común.
Pero si los traductores utilizaran la expresión «hablar en lenguajes», ello no parecería tan extraño, y le daría al lector un sentido mucho más cercano a lo que los lectores griegos del primer siglo hubieran oído al leer la frase en Hechos o 1ª Corintios." Sin embargo, como el actual uso de la frase «hablar en lenguas' está tan ampliamente establecido, continuaremos utilizándola en esta discusión.
1. LAS LENGUAS EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
El fenómeno de hablar en lenguas es único en la era del nuevo pacto. Antes que Adán y Eva cayeran en pecado, no Segundo, a menos que el Señor regrese, todos experimentaremos el progresivo envejecimiento y deterioro de nuestros cuerpos físicos, y eventualmente moriremos. Pablo dice: «por fuera nos vamos desgastando» (2ª Co 4:16). Casi inevitablemente este proceso de envejecimiento incluye varias enfermedades físicas.
Parece mejor concluir que los sufrimientos que Dios espera que experimentemos de tiempo en tiempo en esta vida pueden a veces incluir enfermedades físicas, que Dios en su soberana sabiduría decide no sanar. De hecho puede haber muchos casos en los que, por varios motivos, no nos sentimos libres de pedirle sanidad a Dios en fe.
Pero aun en estos casos el corazón de fe tomará la Palabra de Dios como verdadera y creerá que esto también ha llegado a nuestras vidas (para bien) (Ro 8:28), y que Dios nos hará un bien con esto.
NOTA: la NVl traduce «diferentes lenguas» o «en lenguas» (Hch 2:4; 10:46) y a través de 1ª Co I2-14. Esta es una traducción preferible, por razones mencionadas arriba.
Había necesidad de hablar en otros lenguajes, porque ellos hablaban la misma lengua y estaban unidos en el servicio de Dios y el compañerismo con él. Tras la caída las personas hablaban el mismo idioma pero eventualmente se unieron en la oposición a Dios, y «la maldad del ser humano en la tierra era muy grande» y «todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal» (Gn 6: 5).
Este lenguaje unificado utilizado en la rebelión contra Dios culminó en la construcción de la torre de Babel en un tiempo cuando «se hablaba un solo idioma en toda la tierra» (Gn 11: 1). A fin de detener esta rebelión unificada contra él, en Babel Dios «confundió el idioma de toda la gente de la tierra» y «los dispersó por todo el mundo» (Gn 11: 9).
Cuando Dios llamó a Abraham (Gn 12:1), le prometió hacer de él una «gran nación» (Gn 12: 2), y la nación de Israel que surgió de ese llamado tenía un idioma que Dios quería que utilizaran en su servicio. Pero el resto de las naciones del mundo no hablaban este idioma, y se mantuvieron fuera del alcance del plan redentor de Dios. Así que la situación mejoró algo, pues un idioma entre todos los idiomas del mundo se usaba para el servicio de Dios, en tanto que en Génesis 11 no se alababa a Dios en ningún idioma.
Ahora, si pasamos a la era de la iglesia del Nuevo Testamento y miramos al futuro eterno, vemos que una vez más será restaurada la unidad del idioma, pero esta vez todo el mundo hablará de nuevo el mismo idioma en el servicio de Dios, y en la alabanza a él (Ap 7: 9-12; Sof 3:9; 1ª Co 13:8; quizá Is 19:18).
En la iglesia del Nuevo Testamento hay un cierto anticipo de la unidad del idioma que existirá en el cielo, pero solo se concede en algunas ocasiones, y solo de manera parcial. En el Pentecostés, que sería el momento cuando el evangelio comenzó a incursionar en otras naciones, fue apropiado que los discípulos reunidos en Jerusalén «comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hch 2: 4).
El resultado fue que los visitantes judíos de varias naciones que estaban en Jerusalén oyeron todos en sus propias lenguas una proclamación de «las maravillas de Dios»(Hch 2: 11). Este fue un símbolo notable del hecho que el mensaje del evangelio iba a ir adelante hacia todas las naciones del mundo.
Una acción simbólica como esa hubiera sido inapropiada en el Antiguo Testamento, porque allí el mensaje evangelístico invitaba a las personas de otras naciones a venir y unirse al pueblo hebreo y volverse judíos, y de ese modo adorar a Dios. Pero aquí el mensaje consiste en ir a cada nación en su propio idioma, invitando a las personas de cada lugar a volverse a Cristo y ser salvos:
Por otra parte, dentro del contexto del culto de adoración de la iglesia, hablar en lenguas más interpretación ofrece una indicación adicional de la promesa que un día las diferencias de lenguajes que se originaron en Babel serán superadas. Si este don está obrando en la iglesia, no importa qué idioma o palabra de oración o alabanza ofrezca, una vez que haya una interpretación, todos pueden entenderlo.
Esto es, por supuesto, un proceso en dos pasos que es «imperfecto», como son todos los dones en esta era (1ª Co 13: 9), pero aun constituye una situación mejor desde Babel al Pentecostés cuando no había una provisión que facultara a las personas a comprender el mensaje en un idioma que no conocían.
Por último, orar en lenguas en un escenario reservado es otra forma de orar a Dios. Pablo dice; Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada» (1ª Co 14:14). En el amplio contexto de la historia de la redención, esto también debe verse como otra solución parcial a los resultados de la caída, por la cual fuimos apartados del compañerismo de Dios.
Por supuesto, esto no significa que los espíritus de las personas solo pueden tener compañerismo con Dios cuando hablan en lenguas -Pablo afirma que él ora y canta tanto en lenguas como en su propio idioma (1ª Co 14: 15). Sin embargo, Pabló sí ve el hablar en lenguas como otra vía de compañerismo directo con Dios en la oración y la adoración. Una vez más, este aspecto del don de lenguas no funcionaba, hasta donde sepamos, antes de la era del nuevo pacto.
NOTA: Este versículo muestra que el milagro se refería a hablar, no a escuchar. Los discípulos «comenzaron a hablar en diferentes lenguas (o idiomas) .
El hablar en lenguas en el Pentecostés fue poco común porque estuvo acompañado de en lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos» (Hch 2:3). Como el fuego en la Escritura a menudo es símbolo de juicio purificador, la presencia de fuego aquí puede ser un símbolo del hecho que Dios purificaba el idioma que se usaba en su servicio.
Es verdad que los primeros que escucharon este mensaje aun eran los judíos de Jerusalén (Hch 2:5), no los gentiles, pero el simbolismo del evangelio proclamado en muchos idiomas sí da un indicio del esfuerzo evangelistico mundial que pronto se produciría.
2. ¿QUÉ ES HABLAR EN LENGUAS? DEBEMOS DEFINIR ESTE DON COMO SIGUE:
Hablar en lenguas es orar o adorar en sílabas no comprensibles por el que habla.
A. PALABRAS DE ORACIÓN O ALABANZA DIRIGIDAS A DIOS:
Esta definición indica que hablar en lenguas es fundamentalmente una conversación dirigida a Dios (esto es, una oración o una alabanza). Por lo tanto es distinto al don de profecía, que consiste frecuentemente en mensajes de Dios dirigidos a las personas de la iglesia. Pablo dice: «Porque el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios» (1ª Co 14: 2), y si no hay un intérprete presente en el culto de la iglesia, dice Pablo que alguien que tiene un don de hablar en lenguas debe guardar «silencio en la iglesia y cada uno hable para sí mismo y para Dios» (1ª Co 14:28).
¿Qué tipo de conversación es esta que se dirige a Dios? Pablo dice: «Si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada» (1ª Co 14: 14; vv. 14-17 y v. 28), donde Pablo cataloga el hablar en lenguas como oración y acción de gracias. Por lo tanto, hablar en lenguas es aparentemente una oración o alabanza dirigida a Dios, y esta viene del «espíritu» de la persona que habla.
Esto no es incongruente con la narración de Hechos 2, pues la multitud dijo: «¡Todos por igual los oímos por igual proclamar en nuestra propia lengua las maravillas del reino de Dios!» (Hch 2: 11), una descripción que ciertamente puede indicar que todos los discípulos glorificaban a Dios y proclamaban sus maravillosas obras al adorar, y la multitud comenzó a escuchar esto como si ello tuviera lugar en varios idiomas.
De hecho, no hay indicios de que los propios discípulos hablaran a la multitud hasta Hechos 2: 14, cuando Pedro se pone en pie y entonces se dirige directamente a la multitud, probablemente en griego:2
NOTA: En Hechos 10: 46 las personas en casa de Camelia comenzaron «a hablar en lenguas y alabar a Dios. Otra vez, eso significa tanto que el discurso consistía en alabanzas a Dios o que estaba íntimamente relacionado con esto-gramaticalmente no se puede decir sobre la base del texto en sí.
B. NO COMPRENDIDAS POR EL QUE HABLA:
Pablo dice que «el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios. En realidad, nadie le entiende lo que dice, pues habla misterios por el Espíritu» (1ª Co 14:2). De igual manera, dice que si se habla en lenguas sin interpretación no se comunica ningún significado: «seré como un extranjero para el que me habla, y él lo será para mí» (1ª Co 14: 11). Por otro lado, todo el párrafo de 1ª Corintios 14: 13-19 da por hecho que hablar en lenguas en la congregación, cuando ello no va acompañado de interpretación, no es comprensible para aquellos que escuchan:
Por esta razón, el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo que diga. Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada. ¿Qué debo hacer entonces» Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento.
De otra manera, si alabas a Dios con el espíritu, ¿cómo puede quien no es instruido decir «amén a tu acción de gracias, puesto que no entiende lo que dices?
En ese caso tu acción de gracias es admirable, pero no edifica al otro. Doy gracias a
Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes. Sin embargo, en la iglesia prefiero emplear cinco palabras comprensibles y que sirvan para instruir a los demás, que diez mil palabras en lenguas.
Ahora en Pentecostés hablar en lenguas era en idiomas conocidos que los que escuchaban entendían: «cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma» (Hch. 2: 6). Pero de nuevo los oradores no entendieron lo que hablaban, mas lo que causó asombro fue que los galileos hablaban todos estos diferentes idiomas. Por lo tanto, parece que a veces hablar en lenguas puede implicar hablar en idiomas humanos actuales, en ocasiones aun en idiomas que los que escuchan entienden.
Pero otras veces -y Pablo asume que por lo regular esto será el caso-lo que se habla será en un idioma que «nadie» entiende (1ª Co 14; 2).
Algunos han objetado que hablar en lenguas debe siempre consistir en hablar en idiomas humanos conocidos, pues ello fue lo que sucedió en Pentecostés. Pero el hecho de que hablar en lenguas en idiomas humanos conocidos ocurrió una vez en la Escritura no requiere que esto ocurra siempre en idiomas conocidos, especialmente cuando otra descripción de hablar en lenguas (1ª Co 14) indica exactamente lo opuesto.
Pablo no dice que los visitantes extranjeros en Corinto entenderían al que habla, sino dice que si alguien habla en lenguas «nadie» entendería, y el no instruido no sabrá lo que la persona dice (1ª Co 14;2, 16): De hecho, Pablo dice explícitamente de que en la conducción ordinaria de la vida de la iglesia ocurrirá algo muy distinto al fenómeno de Pentecostés.
«Si todos hablan en lenguas y entran algunos que no entienden o no creen, lejos de entender el mensaje, estos dirán que «Ustedes están locos» (1ª Ca 14: 23).
Por otra parte, debemos damos cuenta que 1 Corintios 14 es una instrucción general de Pablo basada en una amplia experiencia del hablar en lenguas en muchas iglesias diferentes, en tanto que Hechos 2 simplemente describe un acontecimiento único en un momento decisivo en la historia de la redención (Hch 2 es una narración histórica mientras 1ª Co 14 es una instrucción doctrinal).
Por consiguiente parecería apropiado tomar 1ª Corintios 14 como el pasaje que describe más de cerca la experiencia ordinaria de las iglesias del Nuevo Testamento, y tomar las instrucciones de Pablo ahí como la norma por medio de la cual Dios intenta que las iglesias regulen el uso de este don.
¿Son entonces las lenguas idiomas humanos conocidos? A veces este don puede dar lugar a hablar en un idioma humano que el que habla no ha aprendido, pero comúnmente parece que implicará el habla en un idioma que nadie entiende, ya sea este un idioma humano o no.
NOTA: No quiero excluir la posibilidad que el hablar en lenguas pudo a veces incluir un discurso dirigido a la gente, no a Dios, pues es muy posible que la declaración de Pablo en 1ª Corintios 14: 2 sea una generalización no dirigida a aplicarse en todos los casos, y, en ningún caso, la cuestión principal del versículo es que solo Dios puede comprender las lenguas no interpretadas, ni que solo a Dios puede dirigirse un discurso en lenguas.
De hecho, puede que lo que tenga lugar en Hechos 2 sea un discurso dirigido a los hombres. Pese a todo, la evidencia que si tenemos en 1ª Co 14 indica un discurso dirigido a Dios, y parece seguro decir que ello es general lo que será el hablar en lenguas.
Robertson y Plummer notan que 1ª Co 14:18: «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes», es «una sólida prueba de que las Lenguas no son idiomas foráneos» (A. Robertson y A. Plumier, A Crítical and Exegetical Commentary on the First Epistle ofSt. Paul to the Corinthians, ICC [Edinburgh: T. & T. CIark, 1914], p. 314). Si hubiera idiomas foráneos que los extranjeros pudieran comprender, como en el Pentecostés, ¿por qué Pablo hablaría más que todos los corintios en privado, donde nadie entendería, en lugar de en la iglesia donde los visitantes extranjeros podrían entender?
C. ORAR CON EL ESPÍRITU, NO CON LA MENTE:
Pablo dice; «Porque si yo oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi entendimiento no se beneficia en nada. ¿Qué debo hacer entonces? Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento, cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento» (1ª Co 14: 14-15).
Pablo no está diciendo aquí que el Espíritu Santo ora a través nuestro. El contraste entre «mi espíritu» y «mi entendimiento» en el versículo 14 indica que es de su propio espíritu del que habla, del lado no material del ser. Al utilizar este don, su espíritu habla directamente a Dios, aunque su mente no tenga que formular palabras u oraciones y decidir sobre qué orar.
Pablo ve este tipo de oración como una actividad que tiene lugar en el ámbito espiritual, por medio de la cual nuestros espíritus hablan directamente a Dios pero nuestras mentes de alguna manera se dejan de lado, y no comprende lo que oramos.
Podríamos preguntarnos porqué Dios le daría a la iglesia un don que obra en el ámbito espiritual e invisible y que nuestras mentes no comprenden. Un motivo puede ser para mantenernos humildes, y ayudar a prevenir el orgullo intelectual.
Otro motivo puede ser recordarnos que Dios está por encima de nuestra comprensión y de que él obra en formas que sobrepasan nuestro entendimiento. Por último, es una característica de que mucho de lo que Dios hace en la era del nuevo pacto se hace en el ámbito espiritual e invisible: la regeneración, la oración genuina, adorar «en espíritu y en verdad», las bendiciones espirituales que vienen a través de la Cena del Señor, la guerra espiritual, poner nuestros tesoros en el cielo, poner nuestras mentes en las cosas de arriba, donde está Cristo son-todos estos elementos de la vida cristiana y muchos más implican actividades que ocurren en el ámbito espiritual e invisible, actividades que no vemos o comprendemos completamente.
A la luz de esto, hablar en lenguas es simplemente otra actividad que ocurre en el ámbito espiritual e invisible, una actividad que creemos efectiva porque la Escritura nos dice que lo es, no porque la podemos comprender con nuestras mentes (1ª Co 14:5).
NOTA: Note que en Pentecostés este hablar en lenguas tenía otra característica que no formó parte de ningún hablar en lenguas posterior: hubo lenguas de fuego que aparecieron sobre las cabezas de aquellos que hablaban (Hch 2: 3). Pero esto no es un paradigma para rodas las experiencias posteriores del hablar en lenguas, ni aun para las que se encuentran después en Hechos.
Pablo sí dice que: "Si hablo en lenguas humanas y angélicas» (1ª Co 13: 1), sugiriendo que ve la posibilidad que hablar en lenguas puede incluir más que un discurso meramente humano. Es dificil decir si piensa que esto es una posibilidad hipotética o una real, pero ciertamente no podemos excluir la idea de que idiomas angélicos estuvieran incluidos también en estas palabras.
Algunos han objetado que como glossa donde quiera en griego (fuera del Nuevo Testamento) se refiere a idiomas humanos conocidos, ello debe referirse también a idiomas conocidos en el Nuevo Testamento. Pero esta objeción no es convincente, pues no había ninguna otra palabra en griego que viniera mejor para aludir a este fenómeno, aun si supone hablar a Dios en idiomas que no eran idiomas humanos o idiomas de algún tipo no completamente desarrollados, siempre que el discurso trasmitiera algún contenido o información.
No argumento aquí que el hablar en lenguas de Hechos 2 fuera un fenómeno diferente al hablar en lenguas que Pablo discute en 1 Corintios 14. Simplemente digo que la frase "hablar en lenguas» en Hechos 2 y 1 Corintios 14 se refieren a un hablar en silabas no comprendido por quien habla pero comprendido por Dios, a quien se dirige este discurso.
En Hechos 2 esto tuvo lugar como un discurso en idiomas humanos conocidos que no habían sido aprendidos por quienes hablaban, mientras que en 1ª Corintios 14 el discurso puede haber consistido en idiomas humanos desconocidos, o en lenguas angélicas, o en un tipo de lenguaje más especializado dado por el Espíritu Santo a los distintos oradores individualmente. La expresión es lo suficientemente amplia como para incluir una amplia variedad de fenómenos.
La frase "orando en el Espíritu Santo» de Judas 20 no es la misma expresión, ya que se designa específicamente al Espíritu Santo Judas dice simplemente que los cristianos deben orar en conformidad con el carácter y la dirección del Espíritu Santo, y esto puede ciertamente incluir orar en lenguas, pero puede incluir también cualquier otro tipo de oración en un idioma comprensible. Asimismo: "Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos» (Ef6:18) es específicamente una declaración que pretende abarcar toda oración hecha en todo momento.
Se refiere a orar en conformidad con el carácter del Espíritu Santo y de forma sensible a la dirección del Espíritu Santo, pero no se debe reducir al hablar en lenguas. De nuevo, esto puede incluir hablar en lenguas, pero debe incluir también otros tipos de oraciones (Vea la discusión de actividades llevadas a cabo "en el Espíritu Santo" en la doctrina del espíritu santo)
D. NO EN ÉXTASIS SINO CON DOMINIO PROPIO:
La Nueva Biblia Inglesa traduce la frase «hablar en lenguas» como «hablar en éxtasis», dando con esto un respaldo adicional a la idea de que aquellos que hablan en lenguas pierden la conciencia de lo que los rodea o pierden el dominio propio o se ven forzados a hablar contra su voluntad.
Por otra parte, algunos elementos extremistas del movimiento pentecostal han permitido una conducta frenética y desordenada en los cultos de adoración, y esto ha perpetuado, en la mente de algunos, la noción de que hablar en lenguas es un tipo de hablar en éxtasis.
Pero esta no es la imagen que se ofrece en el Nuevo Testamento. Aun cuando el Espíritu Santo vino como un poder abrumador en Pentecostés, los discípulos fueron capaces de dejar de hablar en lenguas de manera que Pedro pudiera pronunciar su sermón ante la multitud reunida. Más explícitamente, Pablo dice:
Si se habla en lenguas, que hablen dos-o cuando más tres-, cada uno por tumo; y que alguien interprete. Si no hay intérprete, que guarden silencio en la iglesia y cada uno hable para sí mismo y para Dios. (1ª Co 14: 27-28).
Aquí Pablo pide que aquellos que hablan en lenguas lo hagan por turno, y limita el número a tres, indicando claramente que aquellos que hablan en lenguas estaban conscientes de lo que ocurría a su alrededor, y eran capaces de controlarse a sí mismos, de manera que hablaran solo cuando les tocara su turno, y cuando no estuviera hablando algún otro. Si no había alguien que interpretara, fácilmente podían mantener silencio y no hablar.
Todos estos factores indican un alto grado de auto control y no respaldan la idea de que Pablo consideró las lenguas como algún tipo de hablar en estado de éxtasis.
E. LENGUAS SIN INTERPRETACIÓN:
Si no estuviera presente en la asamblea alguien que se supiera posee el don de interpretación, el pasaje que acaba de citarse indica que se debe hablar en lenguas en privado. No debe darse en el culto de la iglesia ningún hablar en lenguas sin interpretación:
Pablo habla de orar en lenguas y cantar en lenguas cuando dice: «Debo orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento» (1ª Ca: 14: 15). Esto ofrece una confirmación adicional a la definición dada arriba en la que vimos las lenguas como algo dirigido fundamentalmente a Dios en la oración y la alabanza.
Esto también da legitimidad a la práctica de cantar en lenguas, ya sea en público o en privado. Pero las mismas normas se aplican al cantar como al hablar: si no hay intérprete, solo debe hacerse en privado."
En 1 Corintios 14:20-25 Pablo dice que si los creyentes hablan en lenguas en la iglesia sin interpretación, actuarían y pensarían «como niños» (1ª Co 14: 20). Primero cita una profecía de juicio tomada de Isaías 28: 11-12: «En la ley está escrito: «Por medio de gente de lengua extraña y por boca de extranjeros hablaré a este pueblo, pero ni aun así me escucharán», dice el Señor». (1ª Co 14: 21).
En el contexto de Isaías 28, Dios advierte al pueblo rebelde de Israel que las próximas palabras que escuchen de él serían palabras de extranjeros que no podrían entender-el ejército asirio vendría sobre ellos como agente del juicio de Dios.
Ahora Pablo está a punto de postular esto como un principio general-cuando Dios habla al pueblo en un lenguaje que no pueden entender, ello es una señal harto evidente del juicio de Dios.
Pablo aplica correctamente eso a la situación del hablar en lenguas sin interpretación en el culto de la iglesia. Lo llama una señal (esto es, una señal de juicio) sobre los creyentes:
De modo que el hablar en lenguas es una señal, no para los creyentes sino para los incrédulos, en cambio, la profecía no es señal para los incrédulos sino para los creyentes. Así que, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos que no entienden o no creen, ¿no dirán que ustedes están locos? (1ª Co 14: 22-23)
Aquí Pablo utiliza la palabra «señal» en el sentido de señal de la actitud de Dios (ya sea positiva o negativa). Las lenguas que no entienden los extraños son ciertamente una señal negativa-una señal de juicio. Por lo tanto, Pablo advierte a los corintios que no den esa señal a los extraños que entran. Les dice que si un extraño viene y escucha solo un hablar ininteligible, ciertamente no será salvado sino concluirá que los corintios están locos, y las lenguas no interpretadas funcionarán en este caso como una señal del juicio de Dios.
Por contraste, Pablo dice que la profecía es también una señal de la actitud de Dios, pero aquí es una señal positiva de la bendición de Dios. Por esto puede decir que la profecía es una señal «para los creyentes» (v. 22). Y es por ello que concluye su sección diciendo: «Pero si uno que no cree o uno que no entiende entra cuando todos están profetizando, se sentirá reprendido y juzgado por todos, y los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: (¡Realmente Dios está entre ustedes) (vv. 24-25).
Cuando esto sucede, los creyentes ciertamente se darán cuenta que Dios está activo entre ellos para traer bendición, y la profecía normalmente funcionará como una señal para los creyentes de la actitud positiva de Dios hacia ellos:" No obstante, can todo lo que Pablo advierte contra el uso de las lenguas sin interpretación en la iglesia, ciertamente las ve positivamente y alienta su uso en privado.
Dice: «El que habla en lenguas se edifica a sí mismo; en cambio, el que profetiza edifica a la iglesia» (1 Ca 14:4). ¿Cuál es la conclusión? Esta no es (como argumentarían algunos) que los cristianos deben decidir no utilizar el don o decidir que este no tiene valor para ellos cuando se usa en privado. En su lugar dice: «¿Qué debo hacer entonces?
Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento» (v. 15). Y dice: «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes» (v. 18), y «Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas, pero mucho más que profetizaran» (v. 5), y «ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se hable en lenguas» (v.39).
Si es correcta nuestra anterior concepción las lenguas como oración o alabanza a Dios, entonces ciertamente esperaríamos que la edificación fuera el resultado, aunque la mente de quien habla no comprenda lo que se dice, pero su espíritu humano se está comunicando directamente con Dios. Justo como la oración y la adoración en general nos edifican al ponerlas en práctica, así este tipo de oración y adoración nos edifican también, de acuerdo con Pablo.
NOTA: Es preocupante que, en algunas iglesias de hoy donde se permite hablar en lenguas, aquellos que no dan un mensaje público (quizá porque en e! servicio no es e! momento apropiado o quizá porque no saben si alguien interpretará) a pesar de eso hablarán en lenguas no de forma «silente» sino que cuatro o cinco personas cercanas pueden oír su hablar en lenguas.
Esto es simplemente desobediencia a las instrucciones de Pablo, y es no actuar en amor hacia otros en la iglesia. Pablo dice que «mantengan silencio en la iglesia" si alguno no da un mensaje público en lenguas. (Muchos que han hablado hoy en lenguas dicen que esto puede hacerse fácilmente en un susurro inaudible, de manera que ningún otro escuche, y las instrucciones de Pablo se obedecerán).
48Sin embargo, muchas iglesias practican hoy lo que a veces se llama «cantar en el espíritu», muchos de los cuales en la congregación cantan simultáneamente en lenguas, improvisando individualmente sus melodías alrededor de un acorde musical dominante. Mientras muchos asegurarían que hay un bello poder espiritual en tales circunstancias, una vez más debemos objetar que esto es directamente contrario a las instrucciones de Pablo en 1ª Co 14: 27-28, donde aquellos que hablan en lenguas deben hacerlo por tumo, y que debe haber un máximo de tres en un culto de adoración, y la interpretación debe seguir.
Aunque esta práctica puede sonar hermosa para quienes están familiarizados con ella, y aunque Dios en su gracia puede a veces utilizarla como un medio de ganar a un incrédulo, Pablo dice explícitamente que el resultado probable será que los incrédulos dirán "que ustedes están locos" (1ª Co 14: 23). Una alternativa a esta práctica, una consistente con la Escritura y que seguirá la senda de! amor hacia los extraños, sería que todos cantaran de esta manera, no en lenguas, sino en un lenguaje comprensible (ya sea inglés o cualquier idioma que comprendan por lo común en el área donde se reúne la iglesia).
F. LENGUAS CON INTERPRETACIÓN: EDIFICACIÓN PARA LA IGLESIA:
Pablo dice: «El que profetiza aventaja al que habla en lenguas, a menos que éste también interprete, para que la iglesia reciba edificación» (1ª Co 14: 5). Una vez interpretado, todos pueden entender un mensaje en lenguas. En este caso, Pablo dice que el mensaje en lenguas es tan valioso para la iglesia como la profecía.
Debemos notar que no dice que ambos cumplen las mismas funciones (pues otros pasajes indican que la profecía es una comunicación de Dios hacia los seres humanos, mientras las lenguas es por lo general una comunicación de los seres humanos hacia Dios). Pero Pablo afirma claramente que tienen igual valor en la edificación de la iglesia. Podríamos definir el don de interpretación como informar a la iglesia el significado general de algo que se habla en lenguas.
G. NO TODOS HABLAN EN LENGUAS:
Así como no todos los cristianos son apóstoles, y no todos los profetas son maestros, y no todos poseen dones de sanidad, tampoco todos hablan en lenguas. Pablo alude claramente a esto cuando hace una serie de preguntas, todas las cuales esperan un «no» como respuesta, e incluye la pregunta: «¿Hablan todos en lenguas?» (1ª Co 12: 30). La respuesta implícita es no.' o Algunos han argumentado que aquí Pablo solamente indica que no todos hablan en lenguas públicamente, pero que quizá habría admitido que todos pueden hablar en lenguas en privado. Pero esta distinción parece no convincente y ajena al contexto.
Pablo no especifica que no todos hablan en lenguas públicamente o en la iglesia, sino simplemente dice que no todos hablan en lenguas. Su pregunta siguiente es: «¿Acaso interpretan todos?» (v. 30). Sus dos preguntas anteriores fueron: «¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones para sanar enfermos?» (vv. 29-30).
¿Estaríamos dispuestos a formular los mismos argumentos sobre estos dones-que no todos interpretan lenguas públicamente, pero que todos los cristianos son capaces de hacerlo en privado? ¿ü que no todos hacen milagros públicamente, pero que todos son capaces de hacerlos en privado? Esa distinción parece injustificada según el contexto en cada caso.
En la actualidad, el deseo de decir que todo cristiano puede hablar en lenguas (aun cuando Pablo dice que no todos hablan en lenguas) está probablemente motivado en la mayoría de los casos por una previa interpretación doctrinal que ve el bautismo en el Espíritu Santo como una experiencia que sigue a la conversión, y considera el hablar en lenguas como una señal inicial de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo."
Pero hay serios cuestionamientos que se mantienen sobre esta posición doctrinal (como se explicó en el capítulo 39). Parece mejor considerar que 1ª Corintios 12: 30 quiere decir lo que dice: no todos hablan en lenguas. El don de lenguas-exactamente como cualquier otro don-no lo da el Espíritu Santo a todo cristiano que lo busca. Los reparte «a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11).
Sin embargo, no hay nada en la Escritura que diga que solo unos pocos recibirán el don de hablar en lenguas, y como se trata de un don que Pablo considera que es útil y edifica en la oración y la adoración (a nivel personal si bien no en la iglesia), no sería sorprendente si el Espíritu Santo llevó a cabo una amplia distribución de este don y muchos cristianos de hecho lo recibieron."
H. ¡QUÉ ACERCA DEL PELIGRO DE UNA FALSIFICACIÓN DEMONÍACA?
A veces los cristianos han tenido temor de hablar en lenguas, preguntándose si hablar algo que no comprenden puede llevarlos a hablar blasfemias contra Dios o a decir algo inspirado por un demonio en vez del Espíritu Santo.
Primero, debe decirse que esto no preocupa a Pablo, aun en la ciudad de Corinto donde muchos antes adoraban en un templo pagano, y donde Pablo había dicho claramente que «cuando ellos hacen sacrificios, lo hacen para los demonios, no para Dios» (1ª Co 10: 20). Pese a ello, Pablo dice: «Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas» (1ª Co 14: 5). Él no hace advertencia alguna de que deben cuidarse de una falsificación demoníaca o aun pensar que esto sería una posibilidad cuando utilizaran este don.
La razón teológica que subyace a la recomendación de Pablo en este punto es el hecho que el Espíritu Santo está obrando poderosamente en la vida de los creyentes. Pablo dice: «Por eso les advierto que nadie que esté hablando por el Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; ni nadie puede decir: (Jesús es el Señor) sino el Espíritu Santo (1ª Co 12: 3). Aquí Pablo le asegura a los corintios que si hablan por el poder del Espíritu Santo que obra dentro de ellos, no dirán: «¡Maldito sea Jesús!»
Al presentarse como lo hace el principio de la discusión de los dones espirituales, 1ª Corintios 12: 3 intentaba funcionar como una confirmación a los corintios que podrían haber sospechado de algunos cristianos que procedían de un trasfondo de adoración a los demonios en los templos de Corinto.
¿Podría esta influencia demoníaca todavía afectar su uso de un don espiritual? Pablo sienta la norma básica de que aquellos que profesan genuinamente la fe de que (Jesús es el Señor) lo hacen por el Espíritu Santo que obra en ellos, y que ninguno que habla por el poder del Espíritu Santo proferirá nunca una blasfemia o una maldición contra Jesús." Este temor, entonces, no es uno que parecía preocupar a Pablo. Él simplemente anima a los creyentes a orar en lenguas y dice que si lo hicieran estarían edificándose a sí mismos.
NOTA: Marcos 16: 17 se usa a veces para reclamar que todos los cristianos pueden hablar en lenguas: «Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas», Pero en respuesta a este versículo debe notarse:
(1) Que el versículo probablemente no formaba parte originalmente del evangelio de Marcos, ya que muchos manuscritos tempranos y muy confiables no incluyen Marcos 16: 9-20, y su estatus dudoso significa que es una base precaria sobre la cual fundar una doctrina.
(2) Que aun cuando no sea parte de la Escritura, por supuesto da testimonio de una muy temprana tradición en la historia de la iglesia, pero aun en este caso, no afirma que todos los creyentes hablarán en lenguas: la frase que sigue inmediatamente dice: «tomarán en sus manos serpientes» (v. 18), algo que ningún intérprete responsable diría que debe ser cierto en el caso de todo cristiano; y:
(3) Que en este pasaje no establece ninguna conexión entre hablar en lenguas y el bautismo en el Espíritu Santo.
54En este punto se puede objetar que hablar en lenguas no es un discurso facultado por el Espíritu Santo, sino un discurso que viene del propio espíritu humano del que habla. Pero Pablo claramente considera todos estos dones espirituales como facultados en general por el Espíritu Santo, aun aquellos en los que se manifiesta plenamente la personalidad humana.
Esto sería así en el caso de maestros y administradores, así como de aquellos que hablan en lenguas. En cada uno de estos casos el agente activo en la realización de la actividad es el cristiano que tiene el don particular y lo utiliza, pero aún así todos esos son facultados por el Espíritu en su funcionamiento, y ello sería cierto también para el don de lenguas.
También relevante en este punto es la seguridad que Juan da a sus lectores, en el contexto de los espíritus demoniacos esparcidos por el mundo: «El que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo» (1ª Jn 4: 4).
I ¿ESTÁ ROMANOS 8:26-27 RELACIONADO CON EL HABLAR EN LENGUAS?
Pablo escribe en Romanos 8: 26 27:
Así Mismo, En Nuestra Debilidad El Espíritu Acude A Ayudamos. No Sabemos Qué Pedir, Pero El Espíritu Mismo Intercede Por Nosotros Con Gemidos Que No Pueden Expresarse Con Palabras. Y Dios, Que Examina Los Corazones, Sabe Cuál Es La Intención Del Espíritu, Porque El Espíritu Intercede Por Los Creyentes Conforme A La Voluntad De Dios.
Pablo no menciona aquí explícitamente el hablar en lenguas, y la declaración concierne en general a la vida de todos los cristianos, así que no parece correcto decir que Pablo se refiere aquí al hablar en lenguas. Se refiere a una experiencia más general que ocurre en la vida de oración de cada cristiano.
¿Pero de qué habla exactamente? Algunos han pensado que se refiere a una actividad intercesora completamente imperceptible para nosotros, en la que el Espíritu Santo intercede por nosotros con suspiros y gemidos dirigidos al Padre. De acuerdo con este punto de vista, ese trabajo intercesor del Espíritu sigue adelante continuamente, pero no tenemos idea de que ello sucede (excepto por el hecho de que la Escritura nos lo dice). De esa manera, esto sería similar a la obra intercesora de Cristo mencionada en Romanos 8:34 y Hebreos 7: 25.
NOTA: Algunos populares libros han ofrecido anécdotas de cristianos que dicen hablaron en lenguas durante un tiempo y entonces encontraron que había un demonio dentro de ellos que facultaba este discurso, y el demonio fue expulsado. (Vea, por ejemplo, C. Fred Dickason, Demon Posession and the Christian [Westchester, III. Crossway, 1987], pp. 126-27; 188-91; 193-97.) Pero esto es justo otro ejemplo de un caso en que la experiencia debe ser estar sujeta a la Escritura y probada por la Escritura, y la enseñanza de la Escritura no debe estar sujeta a la experiencia.
Debemos tener cuidado de no dejar que tales reportes de experiencias nos hagan adoptar una posición diferente sobre este punto al de la propia Escritura. Específicamente, si 1ª Corintios 12-14 ve las lenguas como un buen don del Espíritu Santo valioso para edificación y el bien de la iglesia, y si Pablo dice: «Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas» (1ª Co 14:5) entonces las interpretaciones de experiencias contemporáneas que, en efecto, dicen: «Quiero que todos ustedes tengan temor de las lenguas», contradicen el énfasis del Nuevo Testamento. (Note la cita de Dickason de Kurt Koch: «Buscar este don para nosotros mismos puede ser una experiencia muy peligrosa» [p. 127].). Esta no es exactamente la perspectiva de Pablo en el Nuevo Testamento.
Estoy consciente que Dickason sustenta un punto de vista cesacionista con respecto a hablar en lenguas hoy (vea p. 189: «Le dije que dudaba hubiera hoy algunas genuinas lenguas de Dios en el sentido del Nuevo Testamento»). Por lo tanto, desde esta perspectiva, no sujeta la Escritura a la experiencia, pero ve estas experiencias como que confirman su comprensión de la Escritura.
Existe la posibilidad de una falsificación demoniaca de todo don en la vida de los incrédulos (vea Mt 7: 22; también el capítulo 17, pp. 385-86, sobre los falsos milagros). Por lo tanto, el hecho de que haya algún tipo de «hablar en lenguas» en las religiones paganas no debe sorprendemos o llevamos a pensar que todo hablar en lenguas es falso. Pero en la vida de los creyentes, especialmente cuando hay un fruto positivo en sus vidas y frutos positivos de sus dones, 1ª Co 12: 3, 1ª Jn 4: 4; y Mr 7: 16-20 nos dicen que no hay dones falsos sino dones verdaderos de Dios. Debemos recordar que Satanás y los demonios no hacen el bien; ellos hacen el mal; y no traen bendiciones, traen destrucción. (Vea también la promesa de Jesús en Lc 11: 11-13.)
(Neil T. Anderson, en The Bondage Breaker [Eugene, Oreg.: Harvest House, 1990), pp. 159-60, relata la historia de un hombre que era aparentemente un cristiano y que tenía un falso don de lenguas. Pero Anderson anota que el don fue conferido al hombre «por falsos maestros» [p. 159) Y que este «don» trajo obvias consecuencias destructivas en la vida del hombre. Estos factores, y no exactamente las palabras de un demonio como la única prueba, dieron un claro indicio de la falsa naturaleza de ese supuesto «don». A diferencia de Dickason, Anderson afirma que él no se opone al hablar en lenguas; vea p. 160.)
Una explicación alternativa a estas historias ofrecidas por Dickason es decir que los demonios que dijeron ellos eran «espíritus de lenguas», y que vinieron cuando algunos carismáticos impusieron las manos sobre los cristianos en cuestión, mentían. Satanás «es un mentiroso el padre de la mentira» Gn 8: 44), y le gustaría que los cristianos sintieran temor de tantos dones del Espíritu Santo como fuera posible.
Pero esto no parece una explicación satisfactoria del pasaje, por varias razones:
(1) No parece probable que Pablo diría que la obra intercesora del Espíritu Santo, que es el Dios infinito, omnipotente y omnisciente sería realizada con «gemidos indecibles» (traducción literal de stenagmois alaletois en Romanos 8:26), especialmente cuando nos damos cuenta de que «gemidos» se refiere a intensos suspiros de fatiga propios de criaturas desalentadas y abrumadas en un mundo caído.
(2) Dentro del contexto más amplio los gemidos en cuestión parecen ser aquellos debido a la carga de vivir en la malvada era presente (vea vv. 17, 18,23).
(3) El verbo «ayudar» en Romanos 8: 26 (en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudamos») no se refiere a algo que el Espíritu Santo hace independientemente de nosotros y a nuestro favor, sino más bien algo que el Espíritu Santo hace en cooperación con nosotros.
El verbo que Pablo utiliza aquí (sunantilambanomai) también se usa en Lucas 10: 40, donde Marta quiere que Jesús le diga a María que la «ayude» ciertamente ella no quiere que prepare la comida en su lugar, sino más bien que venga y participe con ella en su confección.58 Por lo tanto Pablo no habla de algo que el Espíritu Santo hace con completa independencia de nuestra participación, sino que el Espíritu Santo hace conjuntamente con nosotros.
Estas razones se combinan para indicar que Pablo no habla sobre una obra que el Espíritu Santo realiza aparte de nosotros y sin nuestro conocimiento, sino sobre los suspiros y gemidos inarticulados que nosotros mismos proferimos en la oración, los que entonces el Espíritu Santo convierte en intercesión efectiva ante el trono de Dios. Podríamos parafrasear: «El Espíritu Santo acude en ayuda de nuestras oraciones cuando intercede (por nosotros) al tomar nuestros gemidos mudos y convertirlos en una oración efectiva»
¿Cuál es la relación de esto y el hablar en lenguas? Ahí hay cierta similitud porque una oración efectiva es la que oramos aun cuando no comprendamos completamente lo que estamos orando. Pero hay algunas diferencias en el sentido de que los suspiros y gemidos que emitimos en la oración se relacionan a menudo con situaciones o dificultades de las que estamos muy conscientes en nuestras mentes mientras oramos, así que sabemos sobre qué oramos.
Pero Pablo dice que no sabemos cómo orar por estas situaciones tal cual debemos orar. En consecuencia, el Espíritu Santo nos ayuda e intercede en estas situaciones «conforme a la voluntad de Dios» (Ro 8: 27).
No hay una mención explícita a nuestro espíritu orando (aun cuando de hecho eso puede ser cierto también), ni hay una mención a nuestra mente como no fecunda o carente de entendimiento (aunque eso puede ser en ocasiones cierto, por lo menos en parte).
Tampoco estos suspiros o gemidos se presentan como algo que podemos llamar «otras lenguas» u «otros idiomas». Así que hay varias diferencias, aun cuando Romanos 8:26-27 habla sobre una intercesión que hacemos con sonidos que no comprendemos completamente, y por lo tanto es un fenómeno que tiene algunas similitudes con el hablar en lenguas.
NOTA: La palabra «gemidos» (stenagmos se usa en el Nuevo Testamento solamente en Hechos 7:34, acerca de los gemidos de Israel bajo la opresión de Egipto. Pero el verbo asociado stenaza se utiliza varias veces, siempre en relación con criaturas finitas que gimen bajo el peso de esta creación caída. En el contexto inmediatamente anterior stenazo se refiere a nuestro gemir debido a que nuestra redención está incompleta (Ro 8: 23); una palabra compuesta relacionada se usa en el v. 22 acerca de la propia creación).
El verbo también se utiliza en relación con criaturas finitas que gimen bajo el peso de esta creación en Marcos 7: 34 (Jesús como hombre); 2ª Co 5: 2, 4 (creyentes que tienen un cuerpo terrenal corruptible); Heb 13: 17 (líderes eclesiásticos que pueden estar tentados a gemir bajo el peso del liderazgo de la iglesia); y Santiago 5:9 (una advertencia a los cristianos de no quejarse unos de otros). Aunque el verbo se utilizó una vez acerca de Jesús, quien se quejó mientras estaba bajo las limitaciones de su existencia humana, no parece un término apropiado para usarlo en relación con la actividad del Espíritu Santo, que no experimenta una debilidad semejante pues nunca asumió una naturaleza humana.
Aunque la palabra no se usa en otros lugares del Nuevo Testamento, su sentido también se transparenta por el prefijo su» (con» que Pablo añade a una palabra de uso común para «ayuda».
Un punto de vista alternativo se halla en la útil discusión de Douglas Moo, Romans* 1-8, pp. 559-63, quien (de forma indecisa) entiende que los gemidos no son nuestros sino del Espíritu Santo.

F. PALABRA DE SABIDURÍA Y PALABRA DE CONOCIMIENTO PABLO ESCRIBE:

«A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento» (1ª Co 12: 8). Al comenzar esta discusión se debe entender que estos dos dones no se mencionan en ningún otro lugar de la Escritura: o y tampoco se ha encontrado en ninguna otra literatura cristiana temprana fuera de la Biblia el uso de estas frases sobre algún don espiritual.
Esto significa que la única información que tenemos sobre estos dones está contenida en este versículo: tenemos las palabras utilizadas para describir estos dos dones, y el contexto en que estas frases aparecen. Ningún intérprete en ninguna otra parte tiene información adicional alguna que esta con la cual trabajar. Esto nos advierte que nuestras conclusiones probablemente serán hasta cierto punto tentativas en cualquier caso.
Las más importantes alternativas para comprender estos dos dones son:
(1) Comúnmente se piensa que estos dos dones deben referirse a la capacidad para recibir una revelación especial del Espíritu Santo y, sobre esa base, proferir palabras que dan sabiduría en una situación determinada u ofrecen un conocimiento específico sobre una situación en la vida de alguien presente en la congregación. Según esta interpretación estos dones serían más «milagrosos», en el sentido que provocarían la admiración y el asombro entre las personas presentes ya que no estarían basados en información ordinariamente disponible a la persona que utiliza el don.
(2) La otra interpretación de estos dones los vería más como «menos milagrosos» u ordinarios: la «palabra de sabiduría» simplemente significa la capacidad de ofrecer una palabra sabia en distintas situaciones, y la «palabra de conocimiento» es la capacidad de hablar con conocimiento acerca de una situación.
En ambos casos el conocimiento y la sabiduría no estarían basados en una revelación especial dada espontáneamente por el Espíritu Santo sino basada en sabiduría adquirida en el curso ordinario de la vida, el conocimiento y la sabiduría que caracterizaría, por ejemplo, a los maestros de la Biblia o a los ancianos y otros cristianos maduros en la iglesia. Estas serían potenciadas por el Espíritu Santo y consecuentemente hechas efectivas cuando se las pronunció.
En este sentido, ejemplos de «palabras de sabiduría» podrían hallarse en Hechos 6: 1-6 (el nombramiento de los primeros «diáconos» o asistentes de los apóstoles); Hechos 6:1 0 (la sabiduría de Esteban al proclamar el evangelio); Hechos 15: 19-29 (la decisión del concilio de Jerusalén); y aun en la declaración de Salomón: «Partan en dos al niño que está vivo, y denle una mitad a ésta y la otra mitad a aquélla» (1 Reyes 3:25; vea también 1ª Co 6: 5-6).
NOTA: Por lo menos ningún otro lugar de la Escritura llama algo una «palabra de sabiduría» o «palabra de conocimiento» o usa esas frases de alguna otra manera.
Se puede argüir a favor de la primera interpretación que todos los otros siete dones relacionados en 1ª Corintios 12: 8-10 están en la categoría de «milagrosos», y por lo tanto esos dos dones deben comprenderse de esa forma también.
No obstante, hay algunas consideraciones de peso contra este punto de vista:
(1) Los términos que Pablo utiliza «palabra» (logos, «sabiduría» (sophia), y «conocimiento» (gnosis) no son vocablos especiales o técnicos, sino palabras de uso común en el Nuevo Testamento griego. Son simplemente los vocablos que ordinariamente se usan para «palabra» y «sabiduría» y «conocimiento».
Por otra parte, no se utilizan por lo común para denotar acontecimientos milagrosos (como en el caso, por ejemplo, de las palabras revelación y profecía, sino simplemente son vocablos utilizados para designar la sabiduría y el conocimiento humanos. Así que del significado de las propias palabras no parece desprenderse ninguna alusión a un don milagroso.
(2) En el contexto de 1 Corintios 12:8, el propósito de Pablo en el argumento parece inclinarse en contra de considerarlas como milagrosas. El principal objetivo de Pablo en los versículos 8-10 es demostrar que no importa qué tipo de don tenga una persona él o ella puede tener la seguridad que ese don ha sido concedido por el Espíritu Santo. Pablo comienza la sección diciendo: «A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien de los demás», e inmediatamente continúa esta sección diciendo: «Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina» (vv. 7, 11).
Pero si el propósito de Pablo en esta sección es mostrar que todo don del cristiano lo da el Espíritu Santo, entonces ese propósito no sería bien servido solo dando ejemplos de dones milagrosos. Si hizo eso, aquellos con dones que no son milagrosos se sentirían excluidos del argumento y no se les persuadiría de que sus dones estaban incluidos en el argumento de Pablo.
Lo que aun es más importante, aquellos con dones milagrosos podrían mirar esta lista y concluir que solo aquellos con dones milagros tenían realmente al Espíritu Santo obrando en su interior a fin de potenciar esos dones. Esto podría conducir a cierto tipo de elitismo en la congregación. Por consiguiente, parece necesario que Pablo incluyera algunos dones que no son milagrosos en su lista de 1 Corintios 12:8-10.
¿Pero cuáles son los dones que no son milagrosos en esta lista?
Palabra de sabiduría
Palabra de conocimiento
Fe
Dones para sanar enfermos
Milagros
Profecía
Discernir entre espíritus
Lenguas
Interpretación de lenguas
Todos los demás dones parecen caer en la categoría de más «milagrosos» (con las posibles excepciones de hablar en lenguas y quizá la fe). Pero ello haría casi imprescindible que palabra de sabiduría y palabra de conocimiento no fueran milagrosos a fin de garantizar que haya algunos dones que no son milagrosos en la lista.
Esto demostraría la sabiduría pastoral de Pablo al seleccionar ejemplos de diferentes tipos de dones que se ejercitan en la congregación existente. Así que debe haber algunos dones que no son milagrosos en la lista; y si hay algunos, entonces estos son muy buenos candidatos.
(3) Probablemente la consideración más decisiva es el hecho de que el Nuevo Testamento ya tiene un término para describir la acción de recibir una revelación especial del Espíritu Santo y comunicarla a la congregación. Pablo llama a esto «profecía». Como discute la profecía con bastante extensión, la describe y la regula, ahora podemos saber con claridad lo que era la profecía.
Pero decir que estos otros dones funcionaban exactamente de la misma manera (difiriendo quizá solo en el contenido) no parece justificado por nada en el texto que no sea la noción preconcebida de lo que deben ser estos dones.
Por lo tanto parecería preferible considerar estos como una modalidad «no-milagrosa», simplemente como la capacidad de hablar con sabiduría o con conocimiento en distintas situaciones. Lo que mucha gente hoy llama «palabra de sabiduría» y «palabra de conocimiento» en los círculos carismáticos, sería mejor referirse a ello como (profecía).

G. DISTINGUIR ENTRE ESPÍRITUS Y LA GUERRA ESPIRITUAL

El don de distinguir entre espíritus es un don que se menciona una sola vez en el Nuevo Testamento (en la lista de 1ª Co 12: 10), pero la naturaleza de este don lo vincula con cierto número de otros pasajes que describen la guerra espiritual que tiene lugar entre los cristianos y los espíritus demoníacos. Podemos definir el don de distinguir entre espíritus como sigue: Distinguir entre espíritus es la capacidad especial de reconocer la influencia del Espíritu Santo o de espíritus demoníacos en una persona.
En la perspectiva de la historia de la redención, este don también ofrece un anticipo de la era por venir en la medida que es un anticipo de la capacidad para reconocer a Satanás y su influencia, capacidad que se nos perfeccionará en el cielo, cuando todo lo que está encubierto o escondido será revelado y puesto a la luz (Mt 10:26; Ap 20: 11-15).
Esta capacidad posiblemente es más fuerte que la poseída por la mayoría de los creyentes en el viejo pacto, donde las menciones de la actividad demoníaca son poco frecuentes, y donde los ataques demoníacos contra el pueblo de Dios incluían más frecuentemente ataques militares de naciones incrédulas contra el pueblo de Israel, o abiertas tentaciones para ir y servir a deidades paganas.
NOTA: Aun si la fe y las lenguas se consideran no milagrosas, entonces tenemos una lista que es una mezcla de dones milagrosos y no milagrosos, y entonces no hay motivo porqué palabra de sabiduría y palabra de conocimiento no puedan ser consideradas también no milagrosas, especialmente sobre la base del hecho que las palabras utilizadas para describirlas no denotan ordinariamente eventos milagrosos.
De hecho, todo lo que los modernos pentecostales y carismáticos llaman "palabras de conocimiento» y "palabras de sabiduría» se ajustaría exactamente a la definición de profecía dada por Pablo, y debe ser de hecho puesto bajo la sombrilla general de profecía. Esto tendría la notable ventaja de hacer que el uso de este don esté sujeto a las normas de Pablo para comprender y regular la profecía en la iglesia.
¿Sobrevendría algún daño de mantener la medianamente común práctica de considerar las palabras de sabiduría y las palabras de conocimiento como dones milagrosos que dependen de una revelación especial de Dios? Un peligro inmediato podría ser que, en tanto lo que actualmente ocurre fuera llamado «profecía» por Pablo, en algunos casos se le llama ahora como algo diferente, y esto tiende a distanciarlo de las regulaciones que da Pablo para la profecía en el Nuevo Testamento.
Si eso podría llevar a un uso equivocado del don en algún momento futuro es imposible de predecir. Pero más bien sí parece ser algo anómalo tener un don milagroso que se utiliza muy ampliamente y que solo se menciona pero nunca se discute ni se regula en todo el Nuevo Testamento.
Por consiguiente la actividad demoníaca se percibía fundamentalmente a través de la observación de acontecimientos físicos exteriores y circunstancias en las que Satanás llevaba a cabo sus propósitos, y que podían distinguirse con claridad.
Este don del Nuevo Testamento de distinguir entre espíritus incluye la capacidad de diferenciar la presencia de espíritus malignos de la presencia de la obra del Espíritu Santo en la vida de una persona. Pablo sabe que antes los corintios «se dejaban arrastrar hacia ídolos mudos» (1ª Co 12: 2), y Juan se da cuenta asimismo que los cristianos necesitan someter los espíritus «a prueba pera ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas» (1ª Jn 4: 1).
Más allá de esto, también es posible que el don incluya distinguir entre varios tipos de espíritus malignos, tales como un espíritu de enfermedad (Lc 13: 11), un espíritu de adivinación (Hch 16:16), un espíritu sordo y mudo (Mr 9: 15,29), y un espíritu de engaño (1ª Jn 4: 6). Desde un punto de vista léxico y gramatical no hay nada que nos impida entender que el don de «distinguir entre espíritus» incluye también este tipo de capacidad.
Por supuesto, en cierto grado la presencia de actividad demoníaca es externamente evidente, a veces a partir de la manifestación abierta de falsas declaraciones doctrinales (vea 1ª Co 12: 2-3; 1ª Jn 4: 1-6), ya veces mediante violentas y extrañas acciones físicas, especialmente en presencia de la predicación cristiana (vea Mr 1: 24; 9: 20; Mt 8: 29).
La influencia de Satanás tiene características destructivas, y la persona influenciada por un demonio tendrá una influencia destructiva sobre la iglesia y otros a su alrededor, y también una influencia auto destructiva que daña la vida del propio individuo perturbado.
Pero además de estos indicios externos de la influencia demoníaca, probablemente hay también una percepción más subjetiva que tiene lugar a nivel espiritual y emocional, por medio de la cual se hace evidente la presencia de la actividad demoníaca.
Cuando esta está más desarrollada y es capaz de funcionar para beneficio de la iglesia como un todo, entonces Pablo no duda en llamarla un don de distinguir entre espíritus.
En relación con el don de distinguir entre espíritus, la discusión de la guerra espiritual sostenida arriba en el capítulo 20 (sobre Satanás y los demonios) también es relevante.
NOTA: Para un muy extenso análisis gramatical y lingüístico de esta frase, vea Wayne Grudem, (A Response to Gerhard Dautzenberg sobre 1ª Co 12: 10), en Biblische Zeitschrift, N.F., 22: 2 (1978), pp. 253-70.
Por supuesto, ningún don es perfecto en ningún cristiano en esta era (1ª Co 13: 9-10), y no debemos esperar que este don sea perfecto, o que aquellos que lo poseen nunca cometan errores.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL
1. ¿Ha experimentado usted alguna vez un don de profecía tal como se define en este capítulo? ¿Cómo lo ha llamado? Ha funcionado este don (o algo parecido) en su iglesia? Si así fuera, ¿cuáles han sido los beneficios-y los peligros? Si no, piensa que este don podría ser útil para su iglesia? (¿Por qué sí o porqué no?)
2. ¿Funciona con efectividad el don de la enseñanza en su iglesia? ¿Quién utiliza este don además del pastor o los ancianos? ¿Piensa usted que su iglesia aprecia adecuadamente una sólida enseñanza de la Biblia? En qué áreas (si alguna) piensa usted que su iglesia necesita crecer en su conocimiento y amor por las enseñanzas de la Escritura?
3. ¿De los otros dones que se discuten en este capítulo, ¿ha utilizado usted mismo alguno de ellos? ¿Hay alguno que piensa su iglesia necesita pero que en este momento no posee? ¿Qué piensa sería lo mejor que puede hacer en respuesta a esta necesidad?
TÉRMINOS ESPECIALES
Apóstol, cesacionista, curar enfermos, distinguir entre espíritus, dones del Espíritu Santo, dones milagrosos, dones no milagrosos, enseñanza, hablar en lenguas, interpretación de lenguas, milagros, oficio, palabra de conocimiento, palabra de sabiduría, profecía.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR

1ª Corintios 12: 7-11: A Cada Uno Se Le Da Una Manifestación Especial Del Espíritu Para El Bien De Los Demás. A Unos Dios Les Da Por El Espíritu Palabra De Sabiduría; A Otros, Por El Mismo Espíritu, Palabra De Conocimiento; A Otros, Fe Por Medio Del Mismo Espíritu; A Otros, Y Por Ese Mismo Espíritu, Dones Para Sanar Enfermos; A Otros, Poderes Milagrosos; A Otros Profecía; A Otros, El Discernir Espíritus; A Otros, El Hablar En Lenguas; Y A Otros, El Interpretar Lenguas. Todo Esto Lo Hace Un Mismo Y Único Espíritu, Quien Reparte A Cada Uno Según Él Lo Determina.